La pasión de Cristo, fue estrena en el 2004 y el hecho de que la película se enfocara en la
violencia física de una manera tan explícita le valió el rechazo de muchas personas, católicos y protestantes; y los judíos le tomaron un especial desprecio a la película y al director, pues consideraron que los retrataba como malvados y les volvía a achacar la culpa de la muerte de Cristo como en el pasado solían hacer los cristianos. La exagerada violencia puede entenderse mejor si se entiende que al mostrar el sufrimiento extremo de Dios hecho hombre, Gibson resalta el valor del sacrificio, y el amor de éste hacia la humanidad. Las principales críticas a la película se concentraron en el antisemitismo y la violencia extrema, pero a pesar de todo, fue un éxito en taquilla, recaudando US$370 en Estados Unidos y US$611 millones en total. Además de su controvertida película, sus comentarios antisemitas estando borracho terminaron de hundir su carrera, hasta la actualidad que parece estar levantándose con su película Hasta el Último Hombre, nominada a varios premios Óscar, y su posible dirección de Escuadrón Suicida 2. A la película pueden criticársele muchas cosas, pero fue la última vez que se llevó a cabo una cinta sobre Jesucristo de manera ambiciosa y con un verdadero impacto en los espectadores, si la comparamos con la escasa recaudación que tuvo Hijo de Dios y el nulo impacto en los espectadores y críticos, se entenderá la importancia de La Pasión de Cristo. Cuando alguien le preguntó a Mel Gibson por qué fascinó tanto su película La pasión de Cristo, el director y actor le contestó así: "Ha fascinado porque era la muerte de un hombre que no respondía a la violencia con violencia, sino con amor; devolvía la traición en entrega y ponía su muerte para vida del mundo. Ha fascinado porque en su faz se trasparece la faz del Dios solidario del destino de los hombres, no actuando contra ellos, sino respetando sus decisiones y padeciéndolas para superarlas desde dentro". Y es cierto que es agresivamente brutal, pero no lo es más de lo que pudo ser el suplicio sufrido por un condenado a morir crucificado en la Palestina del siglo I d.C. Tampoco se le puede tildar de antisemita, por reflejar los manejos de los airados sacerdotes y de la turba de fariseos, para conseguir la condena de quien consideran una amenaza para el mantenimiento de su ortodoxia religiosa y de sus privilegios. Por construir una historia que, aún basada en textos bíblicos, rompe con la visión, socialmente aceptada pero falsa, de un martirio blando e idílico, que parece construido para posar en un lienzo inmortal. La visión hiperrealista del film, llevada a su último extremo al utilizar las lenguas muertas de la época, latín y arameo, no debería permitir obviar su valiente mensaje de denuncia, al reflejar una situación más actual de lo que a simple vista se puede reconocer, los poderes religiosos contaminando la opinión a través del fanatismo, el odio y el miedo, propician la intervención del poder militar para evitar la ruptura del equilibrio de poderes.