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Sección de preguntas
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Sabemos que las reuniones son edificantes y provechosas gracias, ante todo, a la
influencia del espíritu de Dios. Por eso empezamos cada reunión con una oración sincera
en la que pedimos a nuestro Padre celestial que la bendiga con su espíritu santo.
No obstante, reconocemos que todos los miembros de la congregación pueden contribuir
a que el programa sea lo más edificante posible. ¿Qué pasos podemos dar
personalmente para que las reuniones semanales que se celebran en nuestro Salón del
Reino sean siempre alentadoras y fortalecedoras en sentido espiritual?
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Lo cierto es que sí indica momentos en los que resulta adecuado orar. Así, Jesús dio
gracias a Dios antes de comer (Lucas 22:17). Sus discípulos también oraban cada vez
que se reunían para adorar a Dios. Pero esta no era una costumbre nueva. Ya se hacía
en las sinagogas judías y en el templo de Jerusalén, el cual Dios quería que fuera una
“casa de oración para todas las naciones” (Marcos 11:17).
Y es que a Dios le agrada que sus siervos se reúnan y le oren en unidad de
pensamiento y en conformidad con los principios bíblicos. De hecho, esas oraciones
pueden motivarlo a hacer lo que de otro modo no haría (Hebreos 13:18, 19). Por eso, los
testigos de Jehová oran en todas sus reuniones. Si usted desea escuchar sus oraciones,
puede acudir libremente al Salón del Reino más cercano, donde se reúnen los Testigos.
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“Deseo que en todo lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos
leales, libres de ira y debates.” (1 TIMOTEO 2:8.)
JEHOVÁ espera que sus siervos le sean leales y también lo sean unos a otros. El
apóstol Pablo relacionó la lealtad con la oración cuando escribió: “Deseo que en todo
lugar los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates”
(1 Timoteo 2:8). Al parecer Pablo se refería a la oración pública “en todo lugar” donde se
reunían los cristianos. ¿Quiénes debían representar al pueblo de Dios en las reuniones
de la congregación? Solo hombres santos, justos y reverentes que observaban
cuidadosamente todos los deberes bíblicos para con Dios (Eclesiastés 12:13, 14). Tenían
que estar espiritual y moralmente limpios, y dedicados sin reservas a Jehová Dios.
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Los ancianos de la congregación, en especial, debían „alzar las manos leales en
oración‟. Sus oraciones sinceras por medio de Jesucristo demuestran lealtad a Dios y les
ayudan a evitar debates y arrebatos de ira. De hecho, todo hombre que tiene el privilegio
de representar a la congregación en oración pública tiene que estar libre de ira, mala
voluntad y deslealtad a Jehová y su organización (Santiago 1:19, 20). ¿Qué otras
directrices bíblicas hay para los que tienen el privilegio de representar a los demás en
oración pública? ¿Y qué principios bíblicos debemos tener en cuenta en nuestras
oraciones privadas y familiares?