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Francisco Falcón Díaz (1521 – 1587), Licenciado y Procurador de Indios. Vida y


obra. Introducción y transcripción del Parecer ca 1567 Lydia Fossa 2018.

Quien ha investigado más sobre el Licenciado Falcón es, sin duda, el historiador

Guillermo Lohmann Villena. El presente texto se basa en tres de sus escritos sobre el

tema, uno de 1951 y los otros dos de 1970 y 1971 1. Además, el estudioso ha analizado

la segunda mitad del siglo XVI en muchas otras obras, periodo de crucial importancia

para el mundo indígena andino y en el que se desarrolla el licenciado Francisco Falcón.

Lohmann ha reunido numerosos documentos redactados o firmados por Francisco

Falcón, lo que le ha permitido estudiar detalladamente tanto su vida como su obra. Lo

que aquí se publica es una síntesis de su biografía y una interpretación de su obra y del

momento histórico en que surgió.

Francisco Falcón nació el 22 de julio de 1521, en la villa de Alcázar, en Castilla

la Nueva (Lohmann 1970: 135). En cuanto a sus estudios superiores, Lohmann indica

que Falcón “[c]ursó la carrera de Leyes en el Estudio General de Lérida, primer centro

docente de su género en Aragón… [obtuvo el] grado de licenciado en la Facultad de

Leyes.” (Lohmann 1970: 136). Sabemos que “… la educación en Derecho fue la nota

dominante en las universidades españolas… en los siglos XVI y XVII.” (Honores 2007:

28). Una vez que tuvo la licenciatura, que lo autorizaba a “representa[r] a sus partes en

los estrados judiciales, emprende[r] la argumentación legal y [tener] un monopolio

1
“Alcances biográficos” en Mar del Sur, Vol. VI, Mayo – Junio 1951, 47 – 55, Lima; “El Licenciado
Francisco Falcón (1521 – 1587). Vida, escritos y actuación en el Perú de un procurador de los indios.” en
Anuario de Estudios Americanos, Sevilla 1970, 131 – 194; Notas sobre la estela de la influencia
lascasiana en el Perú, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Anuario de Historia del Derecho Español,
Madrid, 1971.
2

natural de su oficio…” (Honores 2007: 29), contrajo matrimonio con doña Briseida de

Torres, doce años menor que él.

Posteriormente, en 1555, se expide la licencia para pasar a Popayán y Chile,

desde Sevilla, para un grupo de personas que lo incluía a él y a su esposa, a Luis de

Torres (hermano de su esposa), a Juan de Busto (sobrino de Falcón, hijo de su hermana

Inés) y a un criado que no se nombra (Lohmann 1970: 135, 137). Esto a pesar de que,

de acuerdo a Lohmann, “Una vez más se conculcaban las disposiciones dictadas por la

Corona para que no pasaran al Nuevo Mundo letrados.” (1970: 137).2 Al parecer, esta

normativa fue imposible de aplicarse por las necesidades propias de la administración

colonial: “En 1647, en su Política Indiana, Juan de Solórzano y Pereyra mencionaba las

prohibiciones anti-abogados de los primeros años de la colonización, normas que habían

sido inobservadas para dar paso a la existencia de expertos jurídicos un siglo más tarde

y de la que él era testigo.” (Honores 2007: 21).

Una vez que el grupo Falcón arribó a Cali, el licenciado Falcón, en su calidad de

teniente general del gobernador de la provincia de Popayán, se enfrentó a las

autoridades religiosas locales sobre el uso de varas con símbolos cristianos por parte de

los alguaciles indígenas. Reclamaba la separación entre los poderes civil y religioso,

puesto que los religiosos no podían usar las insignias que eran exclusivas del poder

civil.3 Este hecho causó una fuerte reacción de parte de los religiosos. Se llegó a un

2
“Los abogados y los procuradores de causas fueron tempranamente prohibidos de ingresar al Nuevo
Mundo. En 1509, ellos ya estaban prohibidos de asentarse en La Española gracias a las exitosas quejas de
Diego Colón, el descendiente del ilustre Almirante: En 1507, Colón elevó sus quejas sobre los problemas
ocasionados por los ‘hombres de leyes’. La Real Cédula del 14 de noviembre de 1509 dispuso a este
respecto: ‘ansí mismo, porque yo he sido informado que a causa de haber pasado a las dichas Indias
algunos letrados abogados han sucedido en ellas muchos pleitos e diferencias, yo vos mando que de aqui
en adelante no dejéis ni consintaís pasar a las dichas Indias, ningún abogado letrado sin nuestra licencia
especial’ (Malagón 1976: 23). Para Malagón la colonización fue también una empresa de ‘hombres de
leyes’ dada su temprana presencia desde el siglo XVI (Malagón 1961: 6-11).” (Honores 2007: 1).
3
“El mundo legal del Antiguo Régimen era complejo, burocrático y especializado. La jurisdicción en el
ámbito judicial era compartida por la Iglesia y la Corona. Ambas instancias contaban con sus propios
tribunales y juzgados y entre ellos habían usuales contiendas de competencia. Estas contiendas y
manipulaciones no eran privativas de las disputas entre la Iglesia y la Corona. Dentro de la justicia local,
3

enfrentamiento de tal magnitud que le acarreó la excomunión (Lohmann 1970: 139) el

12 de julio de 1556. Los aspectos en que se fundamentaba la actitud del licenciado

Falcón eran los siguientes:

“que los indios debían acatar a los religiosos exclusivamente en cuanto dijera
[sic: tuviera?] relación con su conversión espiritual, debiendo en todo lo demás
someterse a las autoridades civiles; que cualquier persona estaba facultada para
impartir la enseñanza de la doctrina cristiana a los nativos, sin recabar licencia
del ordinario, y finalmente, que la justicia laica era competente para proceder
contra los ministros del culto en aquello que entrañara usurpación de la
jurisdicción seglar.” (Lohmann 1970: 139 – 140).

Para octubre de 1556, el obispo Del Valle, que también era inquisidor, primero “pasó a

calificar [las proposiciones del licenciado Falcón] de ‘erróneas y malsonantes’”

(Lohmann 1970: 139). Posteriormente, “califica las opiniones de Falcón como

sospechosas de luteranismo y de gravemente heréticas, ordenando acto seguido

confinarlo en la cárcel episcopal hasta que se retractara.” (Lohmann 1970: 140). Esto a

pesar de que los criterios de Falcón parten de “la pragmática promulgada por los Reyes

Católicos el 10 de enero de 1502 sobre el uso de las insignias de autoridad por los

jueces eclesiásticos, en detrimento de la jurisdicción regia.” (Lohmann 1970: 138).

El 8 de marzo de 1557, Falcón presentó sus disculpas para poder salir de la

cárcel, donde había estado cinco meses:

“Por lo que tocaba a las dos primeras proposiciones, que se le achacaba haberlas
pronunciado en el curso de una arenga que hiciera en la residencia del
gobernador Guzmán en presencia de un crecido grupo de indígenas, las rechazó
como calumniosas. En todo caso, de admitirse la segunda era bajo la
inteligencia de que el seglar que adoctrinase a los nativos debía hallarse en
posesión de los conocimientos suficientes para enseñar rectamente y fuese buen
cristiano. Finalmente, la tercera opinión que se le imputaba, debía entenderse de
forma que la justicia civil podía aprehender en casos excepcionales a los
tonsurados, únicamente para ponerlos de inmediato a disposición de su
ordinario.” (Lohmann 1970: 140 – 141).

los agentes actuaban indiscriminadamente, haciendo uso, en primera instancia, del cabildo [civil] o del
corregimiento [religioso] según les fuera más conveniente.” (Honores 2007: 13).
4

Falcón logró ser excarcelado, pero tuvo que presentarse “el 14 de abril [de 1557], en la

catedral popayanesa, en plena misa mayor… [cuando] cumplió la sentencia pronunciada

el 1º de octubre [de 1556].” (Lohmann 1970: 141). El licenciado Falcón tuvo que

comparecer

“Delante de la feligresía y de algunos indios atónitos, abjur[ando] de sus


proposiciones, hallándose ‘en mitad de la dicha yglesia con unos grillos y una
cadena a los pies y una soga a la garganta’. Volvió a sufrir la misma humillación
aquel día ‘… a la hora de la nona, haviéndose juntado a la dotrina los naturales
como lo han de costumbre, el dicho licenciado Falcón estubo en penitencia en
medio de la yglesia en pie con unos grillos a los pies y la soga a la garganta
hasta que se acabó la dicha dotrina y dijo en voz inteligible públicamente las
palabras que le fueron mandadas dezir por la dicha sentencia y conforme a su
tenor…’” (Lohmann 1970: 141).

Hay que destacar que el sostener estos criterios que enfrentaban a autoridades civiles

con religiosas, apelando a su separación, le costó a Falcón, no solo la humillación

descrita, sino cinco meses de carcelería.

Durante el mismo año de 1557, Falcón y su entorno se trasladó a Quito

(Lohmann 1970: 142). Estuvo en esa ciudad, también ostentando el cargo de teniente

general de gobernador y, además, el de justicia mayor. Al cambiar el gobernador, dejó

los cargos el 10 de agosto de 1559.

De Quito, el licenciado pasa a Lima. De acuerdo a Lohmann (1970: 143), hay

indicios de la presencia de Francisco Falcón en Lima desde enero de 1561. Desde esas

fechas se relaciona con el licenciado Diego Alvarez, “autor de un tratado (hoy perdido),

De titulis regni peruanis, por donde es dable presumir que intervino en la gran polémica

del siglo XVI sobre la licitud del derecho de conquista de estas tierras.” (Lohmann

1970: 143).

Existe un documento por el cual varias personas vinculadas al licenciado Diego

Alvarez y él mismo, incluyendo al representante del convento de La Merced de Potosí,

contrata “los servicios de Falcón como asesor en las causas que seguía, por el lapso de
5

año y medio, en mil pesos de plata.” (Lohmann 1970: 143). El 20 de febrero de 1562 ya

cuenta con “el título de abogado en ejercicio ante la audiencia de Lima…” (Lohmann

1970: 143). Sobre este punto, vale decir que

“Abogados y procuradores de causas existieron en Lima y Potosí casi desde los


albores de su creación. Lima… fue concebida como una ciudad burocrática, con
universidades y tribunales y sede del poder virreinal. La instalación de la
Audiencia en 1544 le confirió una posición preeminente en la litigación puesto
que, como corte de apelaciones, los litigantes debían dirigirse allí para continuar
con sus disputas. Esta posición jurisdiccional contribuyó en la expansión y
alimentación permanente de su mercado legal… era la importancia jurisdiccional
la que le daba primacía a Lima sobre Potosí.” (Honores 2007: 14-15).

El licenciado Falcón ejerce las funciones de asesoría y abogacía a lo largo de la

década del 1560. “Desde 1563 figura contratado por el municipio limeño para servirle

como letrado de la corporación, por el estipendio de 200 pesos anuales.” (Lohmann

1970: 144). El 7 de enero de 1564 ejerce como procurador4 de la Compañía de los

Gentileshombres Lanzas y Arcabuces, en la instancia que seguían contra los titulares de

repartimientos en que dicha hueste tenía asignadas dotaciones.” (Lohmann 1970: 144).

El 29 de enero de 1564, “el obispo de La Plata, fray Domingo de Santo Tomás

Navarrete… apodera a Falcón y al licenciado Diego de Pineda… para actuar como

gestores ante todas las instituciones y servir como agentes o delegados cerca del virrey y

las autoridades eclesiásticas.” (Lohmann 1970: 144 - 145). El 26 de mayo de 1564,

representa al escribano público de La Plata para “abogar en la demanda que había

interpuesto contra el virrey conde de Nieva y los comisarios de la perpetuidad, en razón

de haberle despojado de su oficio en Potosí.” (Lohmann 1970: 145). En opinión de

Honores, “la complejidad, volumen y burocratización de la litigación (o del proceso

judicial) demandaba la existencia de expertos como los procuradores.” (2007: 17).

Obsérvese también que “estos especialistas sabían leer y escribir –en un contexto de

4
“procurador, ra. (Del lat. procurātor, -ōris). 1. adj. Que procura. U. t. c. s. 2. m. y f. Persona que en
virtud de poder o facultad de otra ejecuta en su nombre algo. 5. m. y f. Der. Profesional del derecho que,
en virtud de apoderamiento, ejerce ante juzgados y tribunales la representación procesal de cada parte.”
(www.rae.es)
6

analfabetismo– y estaban familiarizados con los poderes locales y centrales.” (Honores

2007: 19).

Para fines de 1564, el licenciado Falcón funge de asesor del arzobispo Loayza, al

igual que otras personas, en la evaluación de “un cuaderno de doce hojas incautado al

famoso navegante Pedro Sarmiento de Gamboa, y que por contener disquisiciones sobre

artes mágicas, virtudes de algunas piedras y yerbas naturales e influjos astrales, se

juzgaba sospechoso de herejía.” (Lohmann 1970: 146).

En 1565, ya en su “calidad de procurador general de los caciques del distrito de

la ciudad de Huánuco… de los de la ciudad de Lima… y de los lugareños de Yauyos…

asume la tarea de protestar por el perjuicio que significan esos funcionarios [los

corregidores de indios propuestos por el gobernador García de Castro] para sus

patrocinados.” (Lohmann 1970: 146). De acuerdo a Lohmann, “El alegato razona la

improcedencia de la designación de corregidores de indios, arguyendo ser de todo punto

superflua. Ante la remota eventualidad de que se justificara su existencia, debía

disponerse que el haber de tales autoridades se abonara directamente por el fisco… o los

encomenderos…” (1970: 146-147), y no por los mismos indígenas. Además, “Falcón

ofrecía en nombre de sus apoderados elegir de entre los mismos indios autoridades

propias para su gobernación.” (Lohmann 1970: 147). Cabe destacar que “Los

argumentos invocados en este petitorio los haría suyos el arzobispo Loaysa, en su

investidura de protector nato de los indígenas…” (Lohmann 1970: 147).

El gobernador García de Castro le solicitó un dictamen, es decir, su opinión

profesional, “antes de proceder a implantar el pago del 1% por razón de plusvalía sobre

las mercaderías que se importaban de Tierra Firme.” (Lohmann 1970: 147 – 148). Esta

medida se tomaría en virtud de un “expediente promovido por los mercaderes del Perú

sobre la aplicación de la cédula de 28 de noviembre de 1568, que incrementaba dicho


7

impuesto al 5%... El texto de la cédula, [se encuentra] en [las] Disposiciones

complementarias de las Leyes de Indias…” (Lohmann 1970: 148). Estas consultas

reflejan el prestigio que como abogado y jurista tenía el licenciado Falcón entre sus

pares y las autoridades religiosas y civiles de Lima y el Perú. Honores refrenda esta

opinión: “En esta tradición (Direcho Romano-canónico), los hombres de leyes se

educaban en las universidades y los juristas (usualmente profesores universitarios)

ocupaban una posición social preeminente en un ambiente de alto analfabetismo. Estos

juristas [y abogados] eran convocados para discutir los asuntos de interés público.”

(2007: 24).

Simultáneamente a sus ocupaciones relacionadas con las actividades de abogado

y procurador, Falcón se dedicó a actividades mercantiles pues, de acuerdo a Lohmann,

“mantenía un lucrativo intercambio mercantil con Panamá… había otorgado un


poder al corregidor de Piura para todo género de cobranzas, y en especial para
hacerse cargo de cualquier expedición de mercaderías que llegase consignada a
su nombre a Paita. En 1568 realizó una remesa de 2,000 pesos a Panamá para
adquirir en esa plaza artículos variados [negocio éste en el que no tuvo el éxito
esperado]… el 31 de enero de 1569 celebrará compañía con su sobrino Juan de
Busto. Falcón aportó la ingente suma de 10,000 pesos de plata ensayada, y Busto
ofreció su trabajo personal, viajando a Tierra Firme, en donde adquiriría
mercaderías surtidas. Conducidas a Lima, las entregaría al socio capitalista para
que éste las liquidara.” (1970: 148).

El estatus profesional y económico del licenciado Falcón recibe una muestra de

fortaleza cuando, “en 1567 se convirtió en garante del oidor Alvaro Ponce de León por

las sumas que este magistrado recibiría como viáticos durante su visita al distrito de la

Audiencia…” (Lohmann 1970: 149). Cabe destacar que “En el siglo XVI ser parte de la

burocracia de los Habsburgos, a nivel judicial y administrativo, era una de las

principales aspiraciones de los hombres de leyes.” (Honores 2007: 27).

Según Lohmann, 1567 es “un año trascendental” en la vida del licenciado

Falcón, especialmente “como gestor y vocero de los intereses de los indigenas.”


8

(Lohmann 1970: 149). “En enero de dicho año hace un dictamen sobre [sic

cuestionando] la licitud de compeler a los nativos a prestar trabajo como asalariados5 y

poco después somete al Segundo Concilio limeño (que inició sus reuniones el 2 de

marzo de 1567) la… Representación de los daños y molestias que se hacen a los

indios6…” (Lohmann 1970: 149). En 1568 se le encarga, en su calidad de abogado de la

audiencia de Lima, realizar un informe como parte del juicio de residencia al presidente

de la misma, el licenciado Juan Bautista Monzón (Lohmann 1951: 48 y 1970: 163 -

164). En este informe, Falcón expresa su desacuerdo con Monzón por haber sido

demasiado permisivo con quienes abusaban de la mano de obra indígena y por no haber

hecho cumplir la legislación que los protegía.

Entre 1568 y 1573 el licenciado Falcón se dedicó a sus labores jurídicas con

bastante éxito. No dejó de expresar sus opiniones en diferentes foros y oportunidades en

defensa de los indígenas, específicamente para protegerlos del trabajo forzado. Sobre

este tema, en setiembre de 1570, el virrey Francisco de Toledo convoca a una junta de

importantes personalidades para discutirlo. “El acuerdo adoptado, aparentemente bajo

la coacción del virrey, considera como lícito que los indios pudiesen ser constreñidos a

alquilarse para el laboreo en las minas, sujetándose a determinadas garantías,

especialmente sobre buen trato y salario competente.” (Lohmann 1970: 165).

Como esta opinión colegiada no era lo suficientemente conminatoria, “Toledo…

interpretó la autorización a su antojo.” (Lohmann 1970: 165). La reacción a estas

medidas abusivas llegó “en marzo de 1575, [cuando] estalla un coro de protestas, en el

que Falcón… deja oir su voz en nombre de los nativos…” (Lohmann 1970: 165). Se

5
“En despacho de 4 de enero expone concisamente al monarca los graves inconvenientes que acarreaba la
aplicación estricta de las magnánimas disposiciones de la Corona, en orden a proscribir toda coerción en
el reclutamiento de la mano de obra para el laboreo en las minas.” (Lohmann 1970: 150).
6
Este texto se presenta en esta publicación.
9

trata de una Carta al Rey Felipe II7 en la que describe los hechos relacionados con la

compulsión al trabajo indígena y añade: “Todo lo que se a proveido en favor de los

yndios con muy buen zelo a redundado en su daño.” (en Lohmann 1970: 189). Como

se observa, trabaja con el gobernador Lope García de Castro pero se enfrenta al virrey

Francisco de Toledo, su sucesor.

Añade Falcón en su carta al Rey:

“Despues que vino don Francisco de Toledo, so color de unos capitulos de la


ynstruccion que trajo para que se procurase la lavor de las minas y que se
atraxesen los yndios a que las labrasen, hizo Juntas de Perlados y letrados y les
hizo unos presupuestos de tantos encarecimientos como si a cargo de los
naturales deste Reyno estuviera la sustentacion entera de las cosas de la fe y de
las guerras que Vuestra Magestad trae contra ynfieles y de todos los españoles
que an pasado y quieren pasar a estas partes… Desta Junta parece que salio
determinado que los podian compeler a que se alquilasen para la lavor de las
minas, con ciertas hordenanças y condiciones que todos saben que no se an
guardado ni an de guardar y aunque se guardasen, no se puede entender ni
alcançar, a juizio de todos los teologos y juristas con quien yo lo he comunicado,
en qué se puede justificar el compeler a hombres libres y no holgazanes a que se
alquilen con otro, espicialmente [sic] para las minas, obra tan servil y de tanto
trabajo, y ansi se tiene entendido que Vuestra Magestad no ha sido ynformado
dello, pues no lo a mandado remediar y el arçobispo y otros perlados y letrados
que se hallaron en la Junta niegan aver dado por parezer que se puedan
compeler, sino atraer con buenas obras, como Vuestra Magestad lo dize en los
capitulos de la Instruicion.
Yo no dudo que Vuestra Magestad lo ha de mandar remediar luego, mas
entiendo que con esto no se descarga la real conciencia de Vuestra Magestad si
no se provee en general acerca de que no sean compelidos a se alquilar con otros
para obra alguna, como lo fundé en el parecer que di a el licenciado [Lope
García de] Castro, que humildemente suplico a Vuestra Magestad lo mande ver,
pues yo no he pretendido ni pretendo otra cosa mas que Vuestra Magestad sea
ynformado de la verdad y haga lo que siempre a hecho y mandado hazer, que es
questos miserables no reçiban agravio.” (Falcón en Lohmann 1970: 189-190).

El prestigio ganado por el licenciado Falcón le facilitó defender a los

involucrados en un interesante juicio que se inició ese año de 1573:

7
Felipe II de España, llamado «el Prudente» fue rey de España desde el 15 de enero de 1556 hasta 1598,
de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves —como Felipe I— desde 1580, realizando
la tan ansiada unión dinástica que duró sesenta años. Fue asimismo rey de Inglaterra e Irlanda jure uxoris,
por su matrimonio con María I, entre 1554 y 1558. Nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527. Fue hijo
de Carlos I y de Isabel de Portugal, nieto de Juana de Castilla y de Felipe I El Hermoso. Murió en San
Lorenzo de El Escorial el 13 de septiembre de 1598.
10

“[E]n 1573 tomó a su cargo la representación de la parte damnificada en el


litigio que sin duda alguna fue el de mayor envergadura del Perú en aquella
centuria, tanto por el volumen de los bienes, materia de la instancia como por la
complejidad técnica de la cuestión controvertida, a saber, la incorporación a la
corona de los yacimientos de Huancavelica … el estado mayor de los
industriales del gremio de mineros de Huancavelica y de Huamanga ajustan los
servicios de Falcón como letrado para que, en nombre de los recurrentes
compareciera ante la audiencia y pidiera justicia en todos los procesos y causas
‘tocantes a las minas y al açogue que dellas se sacare y la jurisdiçion de la villa
de Oropesa y preeminencias della’… quien suscribe el pacto en nombre de los
interesados es … Juan de Busto, sobrino de Falcón.” (Lohmann 1970: 169).

Este pleito con la Corona fue interpuesto ante la Audiencia de Lima (Lohmann 1970:

172). Otra de sus actividades profesionales destacadas fue su designación “para ejercer

las funciones de albacea y ejecutor testamentario del arzobispo Loaysa, quien así lo

dispuso el 25 de octubre de 1575. Compartió esta responsabilidad con el dominico fray

Gaspar de Carvajal…” (Lohmann 1970: 174).

Ese mismo año, 1575, se incorporó “académicamente en la Universidad de San

Marcos, expedito para optar el grado de doctor en Leyes…” (Lohmann 1970: 175),

aunque, al parecer, “nunca llegara a recibir la borla respectiva” (Lohmann 1970: 175),

esto según la Relación de incorporaciones y graduados de la Universidad de San

Marcos, que existe en el Archivo General de Indias, signatura Lima, 337 (Lohmann

1970: 175). Llama la atención que no se doctorara ni en España ni en el Perú. ¿Pondría

ese grado en peligro su estadía en las Indias? Méritos y conocimientos parecían no

faltarle.

También en 1575 tuvo otra participación legal exitosa y sonada. “La Compañía

de los Gentileshombres Lanzas y Arcabuces había promovido un recurso contra la

interpretación dada por Toledo [sobre sus haberes]… La Compañía había confiado su

patrocinio a Falcón…” (Lohmann 1970: 175). De acuerdo a Lohmann, “Para dirimir el

diferendo se constituyó un tribunal arbitral integrado por el inquisidor Cerezuela, el

dominico fray Miguel Adriano y el jesuita P. José Acosta; como procuradores del
11

Estado actuaron … las lumbreras del foro peruano…” (1970: 175). No está de más

resaltar que el licenciado Falcón “alcanzó una sonada victoria al rebatir los argumentos

contrarios y obtener laudo favorable para la parte que defendía.” (Lohmann 1970: 175).

Volviendo a su vida personal, Francisco Falcón enviudó posteriormente a 1573 y

en 1578, a los 57 años, se casó por segunda vez con doña Isabel Mejía de Arévalo

(Lohmann 1970: 176).

Aún en sus años avanzados, Falcón seguía recibiendo solicitudes de

representación de indígenas para que siguiera sus causas:

“El 15 de febrero de 1582, ante el corregidor de Ica… comparecieron don


Alonso Guaman Aquije, curaca principal del valle, don Fernando Anicama,
curaca del pueblo de San Juan y don Luis Pani, curaca de Hanan Ica, con el
objeto de conferir poder a Falcón, así como a tres procuradores de la audiencia
de Lima, para que en nombre de los otorgantes prosiguiera en cualquier instancia
los juicios en que estuvieren interesados.” (Lohmann 1970: 178).

El 25 de febrero de 1583, Falcón le escribe una segunda, hasta donde se conoce,

carta al Rey. En esta carta le informa de “los agravios que don Francisco de Toledo

hizo a los yndios con las nuevas tasas…” (Falcón en Lohmann 1970: 190). Señala

puntualmente que: “Paresce que con las minas y otros trabajos y enfermedades que a

avido a sido en grande exceso los yndios que han muerto y otros se an huydo y

absentado por no yr a las minas ni pagar tanto tributo y aun dizen que algunos se han

ahorcado…” (Falcón en Lohmann 1970: 190). También hay serias denuncias contra

quienes deben evangelizar a los indígenas:

“ay perlados que pretenden que pueden cobrar y cobran sus quartas en las
especies y las venden y benefician publicamente por mano destos sacerdotes de
las dotrinas y aun las llevan de unas provincias a otras con yndios y sus carneros
y dizen que sin pagarles y otras cosas guardan para quando valgan caras. De que
se sigue que al clérigo que beneficiare bien y aproveche la hazienda del obispo
no abra rigor con él y que los yndios no osarán pedir los jornales e ya que no se
quede con ellos el obispo se quedará el clerigo pues el obispo es esposo de su
yglesia y tiene los diesmos en compañía della… El remedio es facil con mandar
Vuestra Magestad que los obispos no puedan tomar sus quartas en las especies,
sino que se arriende todo junto… Sé dezir a Vuestra Magestad que todos los
12

clerigos que Don Jeronimo de Loaysa tenia privados por yncorregibles son los
que ahora tienen las mas provechosas dotrinas.” (Falcón en Lohmann 1970: 191
- 192).

Ya nos había llamado la atención que algunos clérigos que hemos estudiado,

especialmente los que estuvieron vinculados con el obispado del Cuzco, tuvieran

documentación mercantil que comprobaba negocios no afines a sus cargos o

responsabilidades, como el acarreo de coca hacia Potosí y su venta en el asiento minero.

Al parecer, se habría tratado de coca exigida a los indígenas como pago por su

evangelización, el producto de cuya venta se multiplicaba en Potosí. Es decir, los

clérigos y doctrineros se enriquecían con la explotación del indígena, sin importarles ni

su bienestar material básico ni su evangelización. Esto último era simplemente una

excusa para su mayor explotación. Continúa Falcón sus denuncias y sus lamentos ante

tanta destrucción:

“Porque sepa Vuestra Magestad que en las mas partes deste reyno con cient
yndios que le den a uno alquilados, aunque les paguen muy bien y les den de
comer, quedara en poco tiempo rico y los que esto hazen no solo toman los
yndios que an menester para sus tratos y grangerias mas dánlos a los
encomenderos y a los caciques y a los clerigos y a las personas favorescidas. De
manera que no queda yndio que no se alquile y sea compelido a dexar sus
haziendas y a entender en las de los españoles…” (Falcón en Lohmann 1970:
192).

El licenciado Falcón aquí se está refiriendo a la esclavización a que prácticamente

someten los españoles a los indígenas. Con esta forma de “comerciarlos” lo que se

obtuvo, finalmente, fue la pauperización general, el abandono de las tierras de las

comunidades y el desmembramiento social y material de los diversos grupos étnicos.

Añade que

“lo que es peor es que se benden [los indígenas] con las tierras, chacaras y
heredades y lo que principalmente se estima es los yndios questan en las
heredades y aunque yo lo dixe a don Francisco de Toledo y él me dixo que lo
avia probeido y mandado que no se pudiesen bender, todavia veo que se haze y
que se benden las heredades por tener yndios en mucha mas cantidad de pesos
de oro… Suplico a Vuestra Magestad lo mande probeer y remediar.” (Toledo en
Lohmann 1970: 193).
13

Esta esclavización de facto conllevaba a la objetivización de los indiviuos, que eran

considerados parte integrante de los bienes raíces. Esto demuestra, por una parte, el

desmedido afán por adquirir riquezas inmediatas y, por otro, el nulo respeto a la persona

representada por el indígena. Es por motivos como estos que las conciencias españolas

no podían descansar y el concepto de “restitución” adquiere características concretas.

Ruega Falcón que no ingresen más españoles a la Nueva Castilla y que se vayan

los que ya recibieron mercedes y cumplieron su tiempo:

“También se a dicho que Vuestra Magested con ocasión de la entrada del yngles
por el estrecho a dado licencia general para pasar acá a todos los que quisieren
no se ha podido creer, porque bien entendido esta que los españoles que en esta
tierra estan no caben ya en ella ni tienen en que se ocupar ni ay bastimentos que
coman… De lo que ay necessidad es de armas que ay muy pocas y en estos
llanos se dañan y gastan muy presto. Vuestra Magestad lo mande ver y probeer
de manera que no pasen aca mas de los que ay…” (Falcón en Lohmann 1970:
193).

En realidad, lo que pide es que no lleguen más explotadores, más españoles arrogantes

que se sienten superiores a los indígenas y, por lo tanto, se erigen como explotadores

desde que ponen el pie en las Indias, y aún antes, desde su embarque. Vienen los que no

tienen oficio ni beneficio y anhelan riquezas para ser más y mejores que los otros

españoles que se han quedado en la península. Es que el oro puede derribar las barreras

sociales que separan a nobles y a plebeyos, y puede ennoblecer prácticamente a

cualquiera. El sistema de castas imperante los empuja a buscar riquezas por encima de

todo.

Falcón asistió también al importante cónclave constituido por el Tercer Concilio

Limense, en calidad de procurador del cabildo eclesiástico del Cuzco, en agosto de 1582

(Lohmann 1970: 179). Allí presentó una probanza “para acreditar la idoneidad de los

criollos y mestizos para recibir órdenes sacras. En su deposición del 12 de agosto de

1583 hizo constar su disconformidad con el acuerdo en cuya virtud se les excluía del
14

sacerdocio… y propuso la institución de cátedras de lenguas aborígenes.” (Lohmann

1970: 179).

El 25 de febrero de 1583 le escribe otra carta al rey, pronunciándose “contra las

medidas implantadas por el virrey Toledo, haciéndose extensiva [su animadversión a las

medidas tomadas por su] sucesor Enríquez.” (Lohmann 1970: 180). Estas quejas tienen

que ver, una vez más, con la tasación de los tributos, con el régimen de provisión de las

doctrinas, contra la institución de los corregidores de indios, contra los perjuicios que

causaba el gran número de españoles que había en el Perú (Lohmann 1970: 180), temas

que le habían preocupado desde el inicio de su presencia en Indias, en Popayán.

“En junio de 1587 el virrey conde de Villardompardo le invistió con las


funciones de visitador para que, junto con el deán del Cuzco… y considerando
que ambos eran personas de ciencia y conciencia, practicara una inspección de
los hospitales de San Andrés, Santa Ana y del Espíritu Santo, así como de la
Cofradía de la Caridad. El objetivo perseguido con el procedimiento era conocer
el comportamiento de los administradores, tomarles cuenta y averiguar la
aplicación impartida a los fondos que habían manejado.” (Lohmann 1970: 180).

El apelativo de “persona de ciencia y conciencia” sigue demostrando la calidad personal

del licenciado Falcón. Se le confía trabajos difíciles, con los que probablemente se va a

hacer de enemigos, pero él los acepta para aplicar la justicia y aliviar en algo los

atropellos que sufren indígenas y españoles pobres. Además de recibir pago por estos

encargos, Falcón actúa como parte de la legalidad española que aún intenta imponerse

en Indias; es decir, siempre está del lado del Rey y de la corona, de la legalidad

peninsular, pero vela por un mejor orden jurídico y administrativo para ultramar.

Honores ha destacado que “Los letrados siempre utilizaron sus grados

universitarios como ‘licenciados’ y ‘doctores’ para identificarse y para realzar su

importancia social.” (2007: 34). Francisco Falcón no fue ajeno a esta práctica,

estampando su firma y rúbrica después de la palabra “licenciado”.


15

Hasta 1582 se conocen documentos comerciales de cobros, préstamos y

transferencias de dinero para hacer compras en España (Lohmann 1970: 181), todo esto

relacionado con su actividad de importador y distribuidor de bienes, se entiende que

fueron bienes suntuarios para españoles.

“El 28 de noviembre de 1587… se protocolizaba el testamento cerrado de

Falcón, instrumento que se procedió a abrir el 4 del mes siguiente [diciembre] … de

donde se infiere que su fallecimiento ocurrió ese mismo día o el anterior. Fue sepultado

en un enterramiento que poseía en la iglesia de Santo Domingo [en Lima], al frente de

su residencia.” (Lohmann 1970: 181). Francisco Falcón no tuvo descendencia conocida

de sus dos matrimonios.

Francisco Falcón: Su obra

A lo largo de su fructífera vida, Falcón escribió numerosos pareceres y presentó

opiniones ante muchas juntas de autoridades que debatían asuntos de interés de su

momento, y de difícil deliberación. Es decir, participó de todas las tomas de decisiones

importantes que se hicieron en el virreinato del Perú durante su vida e intervino, directa

o indirectamente, en ellas. Cuando no lo pudo hacer o el asunto era demasiado urgente,

le escribió su opinión versada y sustentada directamente al Rey.

Pero ¿alrededor de qué temas giraban estas polémicas? Lohmann nos ofrece su

versión de la álgida temática que abrasaba la década de 1560:

“De 1560 a 1570, el ardor crítico no deja de estimular el análisis de los grupos
sociales a los que se trata de integrar en los cuadros de la civilización cristiana.
La esencia misma de la empresa llevada a cabo por la Corona y los medios que
ella utiliza: autoridades civiles, jerarquía eclesiástica, encomenderos,
doctrineros, son cuestionados por esta corriente de controversia colectiva. Se
interpelan incluso los principios cardinales de la [presencia española y la]
política en las Indias y los métodos que emplea la acción misionera entre las
poblaciones aborígenes.” (Lohmann 1967: viii).8

8
Mi traducción de: “De 1560 à 1570 l’ardeur critique pousse toujours plus loin l’analyse des groupes
sociaux qu’il s’agissait d’intégrer dans les cadres de la civilisation chrétienne. L’essence même de
l’entreprise menée par la Couronne et les moyens qu’elle utilise: autorités civiles, hiérarchie
ecclésiastique, encomenderos, doctrineros, sont remis en question par ce courant de controverse
16

Estas particiones temporales son relativas, aunque facilitan el análisis. Los hechos y

conceptos que se discuten en esta década lo habían venido siendo desde la década de

1550, después de la muerte de Gonzalo Pizarro, y continuaban en la de 1580.

Es así que todo el material escrito producido por el licenciado Francisco Falcón

se debe a sus intervenciones, ya fuera debido a solicitudes de altos funcionarios o a su

propia voluntad de comunicación con la máxima autoridad sobre temas álgidos y

polémicos. Por ello dificilmente se le puede llamar cronista; el licenciado Falcón

produjo todos estos documentos como parte de su labor jurídica al fungir de procurador

de varios grupos de indígenas y de grupos de españoles afectados por la legislación

regia o por la mala o nula aplicación de esa legislación en la zona andina. Sobresalió su

celo profesional al reclamar, apoyado en la lucidez de su criterio y en su minuciosa

observación y conocimiento de la realidad circundante, por el bienestar de los vasallos

de la Corona española y el tratamiento justo y equitativo con el de vasallos de la

península y de otras partes del Imperio que para entonces gobernaba Felipe II.

De acuerdo a Lohmann, uno de sus primeros escritos es, significativamente,

“Apologia pro indis, que consta haber sido presentada al gobernador [Lope] García de

Castro (1564 – 1569)…” (1970: 149). Garcilaso le adjudica a Falcón el tratado De

libertate indorum servanda, que Lohmann considera no es el mismo que el primero

(1970: 149). No se tiene conocimiento del paradero de estos dos textos, aunque sí la

confirmación de la autoría del primero por parte de Falcón.

El gobernador Lope García de Castro planteó “a la jerarquía eclesiástica y a un

grupo de teólogos de prestigio en Lima… la cuestión sobre la licitud de obligar a los

aborígenes a ofrecerse como jornaleros para el trabajo en las minas o para portear

abastecimientos a dichos centros de explotación…” Las preocupaciones surgían de “los

collective. On s’interroge même sur les principes cardinaux de la politique des Indes et sur le méthodes
que l’action missionnaire emploie parmi les populations aborigènes.” (Lohmann 1966: viii).
17

graves inconvenientes que acarreaba la aplicación estricta de las magnánimas

disposiciones de la Corona en orden a proscribir toda coerción en el reclutamiento de la

mano de obra para el laboreo en las minas.” (Lohmann 1970: 150). Es decir, no había

mano de obra voluntaria por el peligro a la salud y a la vida que conllevaban ambos

trabajos y la Corona garantizaba la protección de sus súbditos (o vasallos). Pero, las

exigencias locales de encomenderos, mineros, religiosos y otros emprendedores

españoles no podían florecer sin la intervención, de grado o fuerza, de la mano de obra

indígena. Esta evidente esclavitud es la que escandaliza tanto a Falcón como a otros,

laicos y religiosos.

La opinión que emiten los eclesiásticos consultados en el seno del Segundo

Concilio Limense

“se articula en torno de tres interrogantes formuladas por García de Castro, como
supuestos que justificaban la implantación del proyectado sistema de enganchar
braceros por la vía coactiva: en primer lugar, que el soberano español no podía
abandonar estas tierras; en segundo término, que para retenerlas era menester la
presencia de colonos españoles en ellas, los cuales a su vez requerían de peonaje
para los trabajos rudos, y finalmente, que para mantener ese vínculo con la
metrópoli era indispensable la exportación de metales preciosos, cuyo beneficio
era impracticable sin el suministro regular y proporcionado de mano de obra. El
corolario era recurrir a una imposición coercitiva.” (Lohmann 1970: 151).

Luego Lohmann nos da su opinión sobre los pareceres brindados tanto por los

eclesiásticos como por Falcón: “Tanto los religiosos como Falcón admiten como

razonables las dos primeras premisas, pero disienten de la tercera, si bien la respuesta de

aquellos es evasiva, mientras que [Falcón] adopta una actitud muy clara.” (1970: 151).

Entre los religiosos consultados se encuentra el arzopispo Loaysa, quien había

solicitado la opinión de Falcón, y quizás la de otros, sobre estos temas.

La respuesta de Falcón es la Representación de los daños y molestias que se

hacen a los indios. El texto, como veremos, se desarrolla a partir de los tres puntos que
18

planteara el solicitante, el gobernador Lope García de Castro. Así lo explica el

licenciado Falcón al inicio de su Representación:

“…en nombre de los naturales deste reino del Pirú por quien se me ha cometido
y mandado pida lo que viere que conviene en este santo Concilio9 para que se
remedien las ánimas y conciencias de los españoles y se quiten los
impedimentos que se han puesto a la conversión e instrucción de los indios en
las cosas de nuestra santa fe católica sometiendo todo lo que dijere a la
corrección de la Santa Madre Iglesia y deste Santo Concilio, trataré de solo los
agravios que los indios reciben teniendo los más de los que se los hacen por
lícitos, porque los demás agravios que reciben, ya está proveído y entienden
todos los que ello se debe hacer.” (Falcón [ca1567] 2018: fol 220).

Este extenso manuscrito de 17 folios (escrito por anverso y reverso), tiene la signatura

3042 de la Biblioteca Nacional de España10 y constituye un estudio concienzudo de los

problemas consultados. Consta de una primera parte, el Parecer que le han solicitado,

que va del folio 220 al 234v. En este folio se inicia la “Contradiçion a los corregidores”,

que llega hasta el folio 235. Allí empieza el Pareçer açerca de lo que se deve hazer en

compeler a los yndios a que se vengan a alquilar a esta çiudad...” que va hasta la 237v,

donde termina el manuscrito.

Falcón aborda los temas consultados desde perpectivas sociales y jurídicas.

También le añade el conocimiento etnográfico de las comunidades involucradas. Sus

esfuerzos en la lógica dialéctica se cifran en la fluidez de la incorporación de los

territorios de las Indias y sus habitantes al Imperio español, con todas las prerogativas

que esto implica, pero también con las obligaciones que los habitantes tienen como

súbditos de la Corona. Su esfuerzo se cifra en hacer cumplir las leyes que dicta la

Corona y que no se acatan a cabalidad en Indias.

Ya en julio de 1565, en su calidad de procurador “de los curacas, principales y

indios de Yauyos, Lima y Huánuco, presentó… una protesta por la implantación de los

9
El Segundo Concilio Provincial Limense, presidido por el arzobispo Jerónimo de Loayza, se inauguró el
2 de marzo de 1567 y fue clausurado el 21 de enero de 1568.
10
Esta nueva transcripción, la anterior fue publicada por Francisco Loayza en 1946 en la Imprenta
Miranda de Lima, ha sido realizada por la doctora Lydia Fossa, PhD.
19

Corregidores de naturales y reclamando contra la imposición de dos tomines anuales

que debía sufragar cada súbdito nativo para costear la retribución de esas autoridades.”

(Lohmann 1971: 410). En ese mismo documento Falcón “demanda que ese estipendio

debía de correr a cargo de la Corona o de los respectivos encomenderos.” (Lohmann

1971: 410). En respuesta a esta demanda, “García de Castro, por Provisión de 22 de

febrero de 1566 instruyó a los Corregidores para que se abstuvieran de cobrar la suma

expresada.” (Lohmann 1971: 411). Como se aprecia, la lógica de su razonamiento es

contundente e influye directamente en la dación de normativas locales.

Con estos hechos quiero demostrar la autoridad que tenía la opinión del

licenciado Falcón y el respeto a ella que tenía el gobernador, licenciado Castro. El

conocimiento profundo que tenía Falcón de la situación indígena es uno de los motivos

por los que le solicita presente sus demandas y quejas ante el Segundo Concilio. Es

entonces que Falcón elabora un documento más completo, la Representación de los

daños y molestias que se hacen a los indios.

En este texto se exponen detalladamente tres de los “daños y molestias” más

importantes que sufren los indígenas: a) necesidad de un activo intercambio comercial

con la Metrópoli, b) explotación de las minas; c) mano de obra indígena reclutada por

procedimientos coercitivos para estas labores (Lohmann 1971: 411). El laboreo de las

minas incluía el transporte de azogue (mercurio) de Huancavelica a Potosí, el

abastecimiento de diferentes insumos y mercaderías, especialmente coca, en los asientos

mineros (Huancavelica, Potosí, Porco), el sembrío y recolección de coca para estos

fines. Todas estas actividades eran muy dañinas para la salud y la integridad de los

indígenas y Falcón abogaba por que se aboliera su obligación de realizarlas. En este

mismo sentido están redactadas sus cartas al Rey de marzo de 1575 y de febrero de

1583.
20

Pero, antes de elaborar sobre esos puntos, Falcón indica en la Representación

que tiene “por necesario tratar del derecho que Su Majestad tiene a estas partes de

Indias… para que se entienda la culpa que ha habido…” ([1567] 2018: fol 220). Se

apresura a añadir que “uno de dos títulos puede Su Majestad tener a estas partes de

Indias. El primero de guerra; y el segundo, de la concesión que el Papa Alejandro VI le

hizo dellas…” (Falcón [1567] 2018: fol 220). En cuanto al primer título dice Falcón

que “está claro que la entrada de los españoles en estos reinos fue ilícita y que no hubo

derecho para conquistarlos, ni causa alguna de hacerles guerra.” ([1567] 2018: fol 220).

Sigue diciendo Falcón: “Y en cuanto al segundo título, de la concesión que el Papa

Alejandro VI hizo a los Reyes de Castilla, es cosa conocida que por ella no se les

concedió poder hacer guerra, sino en los casos que de derecho se puede hacer; ni menos

se les concedieron los señoríos ni haciendas de los naturales destas partes…” ([1567]

2018: fol 220). Falcón, más bien habla de restitución, pues dice: “… me parece que Su

Majestad cumple con tener intención de los mandar restituir… se infiere que todos los

señoríos, haciendas y rentas que se an tomado a los que los tenían se deben restituir a

cuyos eran… y que muy justa y cristianamente ha proveído Su Majestad que a todos los

señores y caciques se les devuelva enteramente sus señoríos y cacicazgos…” (Falcón

[1567] 2018: fols 220v – 221).

Su argumentación, como la de otros juristas de la época, parte de la presentación

de presupuestos, ideas en circulación en su momento, y los pros y los contras que de

ellas emanan como consecuencia de su aplicación. Es un estilo de discusión tomista,

muy en boga en las universidades españolas del siglo XVI, en la que se sopesan ambos

lados de la cuestión y se evalúan sus posibilidades de aplicación y las eventuales

consecuencias que tendrán en el bienestar de la sociedad.


21

Estas polémicas, que datan desde los tiempos de Cristóbal Colón, a fines del

Siglo XV y principios del XVI, se inscriben en el contexto de un ambiente de desazón

de la conciencia de los católicos, especialmente de los Reyes y altos funcionarios, sobre

si se está cumpliendo el compromiso de evangelización que los valida como

adjudicatarios de los territorios de las Indias. Es así que se recrudece la duda y se vuelve

a poner en tela de juicio la licitud de la conquista y la consecuente invasión 11 y

esclavización12 de las poblaciones indígenas, sin afianzar su evangelización. De este

modo, vemos que los complejos problemas que aborda el licenciado Falcón van más

allá de lo meramente económico y se inscriben en los campos teológico, político y aún

moral.

Lohmann considera que el énfasis que le pone el licenciado Falcón a sus escritos

en pos de la reivindicación ciudadana de los indígenas andinos obedece, más que a un

afán de solidaridad, al de soliviantarlos siguiendo la “corriente lascasiana”, vista como

exageraciones propias de la “leyenda negra” (Lohmann 1971). Creo que esa asignación

le recorta méritos al licenciado Falcón quien, como procurador de indios, hizo lo que

estuvo a su alcance por llegar a las más altas instancias en su afán por lograr que se

dictaran leyes de protección y respeto y, también, que los funcionarios encargados de

hacerlas cumplir lo hicieran a cabalidad.

Durante casi 20 años el licenciado Francisco Falcón hizo escuchar su voz de

protesta: sus primeros escritos conocidos hasta ahora son de 1565; los últimos de 1583.

No se trata, pues, de una reacción momentánea; es la expresión de la pasión de una vida

profesional dedicada a la recuperación y defensa de los derechos de los indígenas.

11
“… antes vieron lo contrario, porque los vieron entrar matando y robando y haciendo otros delitos.”
(Falcón [1567] 1946: 124).
12
“Cuando los Ingas conquistaron esta tierra, se enseñorearon della a su voluntad como señores
soberanos, y siempre se iban ayudando de los naturales de las tierras que conquistaban, por lo cual no los
trataban como a esclavos, ni les tomaban sus tierras ni haciendas, sino como a vasallos…” (Falcón [1567]
1946: 134).
22

La “estela” (Lohmann 1971) que va dejando Falcón alcanza al Oidor Hernando

de Santillán13, al licenciado Diego Alvarez14, al licenciado Polo Ondegardo15 todos ellos

sus contemporáneos, entre los laicos. Entre los religiosos figura fray Domingo de Santo

Tomás, obispo de La Plata, OP, además del obispo de Lima y arzobispo del Perú, el

también dominico Francisco de Loaysa, el jesuita Luis López y el religioso Pedro de

Quiroga16. No significa esto que todos sigan una misma y exacta línea; de hecho, tienen

puntos discordantes. Pero, en esencia, sus escritos revelan un genuino interés por

mejorar la situación del indígena para optimizar la situación del virreinato y de España.

13
Autor de la "Relación del origen, descendencia, política y gobierno de los incas", redactada en 1563.
14
Autor de De titulis regnis peruanis.
15
Autor de Notables daños de no guardar a los indios sus fueros… en 1571.
16
Escribió sus Coloquios en 1563, importante texto ficcionado escrito en “la renacentista forma dialogada
[que refiere] ciertas vicisitudes del indio Tito que [evocan] las venturas del Lazarillo de Tormes.”
(Lohmann 1971: 414).
23

Bibliografía

Diccionario de la Real Academia Española http://www.rae.es/procurador

Falcón, Francisco “Representación hecha por el Licenciado Falcón en


Concilio Provincial sobre los daños y molestias que se hacen a los indios” [ca
1567], en Los pequeños grandes libros de historia americana, Introd., Notas y
Comentarios de Francisco A. Loayza, Serie I, Tomo X, Lima, 1946, 123 - 172

“Carta al Rey. 15 de marzo de 1575.”, en Lohmann, Guillermo, “El Licenciado


Francisco Falcón (1521 – 1587). Vida, escritos y actuación en el Perú de un
procurador de lo indios.” en Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1970, 187
– 190

“Carta al Rey. 25 de febrero de 1583.”, en Lohmann, Guillermo, “El Licenciado


Francisco Falcón (1521 – 1587). Vida, escritos y actuación en el Perú de un
procurador de lo indios.” en Anuario de Estudios Americanos, Sevilla, 1970, 190
– 194

Honores, Renzo "Una sociedad legalista: Abogados, procuradores de causas, y la


creación de una cultura legal colonial en Lima y Potosí, 1540-1670", Tesis
doctoral presentada a Florida International University, 2007

Lohmann, Guillermo “Alcances biográficos” en Mar del Sur, Vol. VI, Mayo – Junio
1951, 47 – 55, Lima

“Estudio preliminar” al Gobierno del Perú con todas las cosas pertenecientes a
él y a su historia, del Licenciado Juan de Matienzo [1567], IFEA, París, 1967

“El Licenciado Francisco Falcón (1521 – 1587). Vida, escritos y actuación en el


Perú de un procurador de lo indios.” en Anuario de Estudios Americanos, Sevilla
1970, 131 – 194

Notas sobre la estela de la influencia lascasiana en el Perú, Instituto Nacional


de Estudios Jurídicos, Anuario de Historia del Derecho Español, Madrid, 1971
24

Ministerio de Cultura de España


Biblioteca Nacional, Servicio de Microfilm. Ms 3042 Fs 220 – 227

Transcripción: Lydia Fossa, PhD 2018

[f 220] [+]

Ilustrisimo y reverendisimo señor

Ilustrisimos y reverendisimos señores

Representacion de los daños y molestias que se hacen a los indios [ca 1567]

[Yten] El licenciado Françisco Falcon, en nombre de los naturales deste reyno del Piru

por quien se me ha cometido y mandado [testado: y mandado] pida lo que viere que

conviene en este santo Conçilio para que se remedien las animas y conçiençias de los

españoles y se quiten los impedimentos que se han puesto a la conversion e instrucçion

de los yndios en las cosas de nuestra santa fe catholica, sometiendo todo lo que dixere a

la correçion de la Santa Madre Iglesia y deste santo Conçilio, trataré de solos los

agravios que los yndios reçiben teniendolos los mas de los que se los hazen por liçitos

porque los demas agravios que reçiben ya esta proveido, y entienden todos lo que

dello se deve hazer.

[Yten] Para que lo que abaxo diré lleve fundamento, tengo por neçesario tratar del

derecho que Su Magestad tiene a estas partes de Yndias y no porque entienda que de

parte de Su Magestad aya descuydo ni voluntad de eçeder ni tal es de presumir, antes

pareçe lo contrario por las leyes y cedulas y provisiones que a dado para el buen

govierno destas partes y buen tratamiento de los naturales. Solo lo referiré para que se

entienda la culpa que ha avido y ay en no averse executado lo que tan cristianamente

esta proveido y para que los que contra ello tienen los señorios y libertad y haziendas de

los naturales entiendan el estado en que estan ellas y los que lo han consentido y en este

santo Conçilio se les dé el remedio que han menester y no se escusen con la inorançia

[sic] que han pretendido que tuvieron al prinçipio.


25

[Yten] Para lo qual presupongo que uno de dos títulos puede Su Magestad tener a estas

partes de Yndias. El primero de guerra y el segundo de la concesion que el Papa

Alexandro sexto le hizo dellas porque los demás que algunos quieren fingir son sin

fundamento y no ay para qué referirlos.

[Yten] En quanto al primero, está claro que la entrada de los españoles en estos reynos

fue iliçita y que no huvo derecho para conquistarlos, ni causa alguna de hazerles guerra

y que en caso [f 220v] que la uviera, no se guardó con los naturales dellas las cosas que

dizen que se requieren algunos que contra la comun tienen que por la idolatria se les

pudiera hazer nefasta guerra porque no les amonestaron que dexasen ni les dieron a

entender que venian para ello y para su bien, antes vieron lo contrario porque los vieron

entrar matando y robando y haziendo otros delitos.

[Yten] Y en quanto al segundo titulo de la conçesion que el Papa Alexandro Sexto hizo

a los Reyes de Castilla es cosa conocida que por ella no se les conçedio poder hazer

guerra sino en los casos que de derecho se puede hazer, ni menos se les conçedieron los

señorios ni haziendas de los naturales destas partes. Y aunque en ellas se dize que los

haze señores destas partes y les conçede todas las tierras y juridiçiones dellas, aquello se

ha de entender sobre los señorios que los señores destas partes tenian en ellas a manera

de imperio para efecto de la predicaçion del Evangelio por lo qual no se les quitó a los

dichos señores ni a sus señores legitimos el señorio que tenian en ellas, ni sus hazien-

das a ellos y a todos los demas, ni se les pudo quitar ni es de creer que tal fuese la

yntençion del Papa.

[Yten] Deste presupuesto se sigue lo primero: que si los señores destos reynos o sus

[al margen: Los señoríos] suçesores y los mesmos reynos viniesen a estado como

podrian venir y vendran con el ayuda [de] Dios que se creyese dellos que los querrian y

sabrian y podrian governar justa y cristianamente, se les han de restituir.


26

[Yten] E aunque esto es asi, me parece que Su Magestad cumple con tener yntençion de

se los mandar restituir como soy informado que lo ofreçio el Enperador nuestro señor de

gloriosa memoria y que justa y cristianamente le fue respondido que no le era licito

dexarlos a cuyos eran por los grandes daños que a los mesmos señores y subditos se les

seguiria a ello, tornando a su ynfidelidad y la ofensa que se hiziera a Dios nuestro señor

y ynjuria a la religion cristiana como si el que uviese tomado una espada la quisiere

restituir a cuya era y le hallase loco y que no se podia aprovechar della, antes matarse,

haria mal en restituirsela.

[Yten] Lo segundo se ynfiere que todos los señorios, haziendas y rentas que se a tomado

a los que los tenian se deven restituir luego a [al margen: lo travajar?] cuyos eran en

quanto no les han de ser dañosas, ni impedimento para el govierno destos reynos y para

la instruiçion y conversion de los yndios a las cosas de nuestra santa fe catolica y que

muy justa y cristianamente [f 221] ha proveido Su Magestad + que a todos los señores y

caçiques se los [sic] vuelvan enteramente sus señorios y caçicazgos y esto devria ser

aunque estuviesen encomendados en diferentes encomenderos pues podria tributar el

caçique a cada encomendero con los tributos de los yndios que tienen encomendados

acudiendole a el con ellos como señor prinçipal. Y en quanto peligro estan los que lo

pueden hazer y no lo hazen y los que lo impiden. Y quan bien ha proveido Su Magestad

+ que se dé a los parientes de los yngas con que puedan bivir y [al margen: los parientes

de los yngas] sustentarse conforme a su calidad y quan justo seria que se pusiese por

obra.

[Yten] Lo terçero se ynfiere quan bien y cristianamente se dieron los títulos de los

yndios llamandolos encomienda, que es lo mesmo que deposito, para que los que los

tienen entiendan que prinçipalmente se pretendio el provecho de los encomendados que

el de los encomenderos y que cada y quando que Su Magestad + mandare que los dexen
27

los han de dexar como los depositarios lo que en ellos se deposita. Y así lo a declarado

Su Magestad + en las provisiones de la suçeçion de yndios y lo ha pretendido y pretende

si algunos por malos fines no lo huvieran estorvado y ansimesmo se ynfiere

[al margen: La perpetuidad] [testado: que no] que no puede dar los yndios en

perpetuidad, y que muy justa y cristianamente lo denegó a los que lo pidieron.

[Yten] Lo quarto se ynfiere que Su Magestad + deve gastar todas las rentas [al margen:

Las rentas destos reynos] y aprovechamientos que ha destos reynos en curar a estos

naturales de las enfermedades de ynfidelidad que tienen, sustentando con las dichas

rentas los prelados, clérigos y religiosos y las justiçias y las demas gentes que son

neçesarias para hazer espaldas al Evangelio y que aviendo en ellos neçesidad de alguna

tasa desto no se puede sacar las rentas destos reynos aunque sea para suplir las

neçesidades de los otros y esto no era menester ynferirlo de aquí porque es proposiçion

averiguada que el Rey que tiene muchos reynos no puede sacar la renta de uno dellos

sin proveer primero las neçesidades de aquel. Y como por ninguna via puede ser liçito

que aviendo Su Magestad + por sus ministros tasado los tributos que estos naturales han

de pagar para que se haga con ellos lo arriba dicho se les lleve cosa alguna por salario

de los [al margen: salario de los juezes] que les administran justiçia de lo qual no trato

mas porque está dicho en la contradiçion que se hizo a los corregidores que se han

proveido en los pueblos de yndios, que se presenta con esta.

[al margen: Las tierras] [Yten] Lo quinto se ynfiere que aunque Su Magestad + es señor

de las tierras del [f 221v] Reyno de Castilla porque las [ha] conquistado y ganado con

justa guerra por la qual adquieren los principes señorio en todos los vienes rayzes y no

lo es de las tierras destos reynos, pues no los uvo por justa guerra y por consiguiente se

sigue que no puede dar las tierras dellos y no haria al caso dezir que suçedio en el

derecho de los Yngas los quales davan las tierras a unos y las quitavan a otros porque
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como esta presupuesto no suçedio en el señorio sino en el govierno en el entretanto que

los naturales estan capaçes dél y el Ynga no hazia esto sin causa muy grande y por

convenir a la seguridad de la tierra y si les quitava unas y les dava otras. Y si de otra

manera lo hiziera fuera tyrania, en la qual no suçeden los prinçipes cristianos ni pueden

suçeder. Y quando se dixese que el Ynga lo hazia justamente y que Su Magestad

suçedio en ello los yndios consentirán que Su Magestad + lo haga como él lo hazia, que

era quitar las de unos naturales destos reynos para darlas a otros asimesmo naturales

dellos como Su Magestad lo haze en las tierras que da y puede dar en los Reynos de

Castilla que no las da a estrangeros porque haria ynjuria a los de Castilla. Y aun que

conçediese que Su Magestad + puede dar las tierras de estos reynos como las de

Castilla, y a los españoles por muchas leyes tiene declarado que no quiere que se quiten

a los naturales sus haziendas y que estas tierras sean de estos naturales, demás de que

los hallamos en ellas por lo qual se presume ser suyas, y que ellos o sus pasados las

ocuparon quando estavan sin señor por lo qual las hizieron suyas. Y las que Su

Magestad + da en Castilla son tierras vazias y despobladas y aqui se han dado y dan

tierras labradas y que se conoçe aver tenido y tener señor. Todas las tierras deste reyno

estan en terminos de pueblos de yndios. Y de derecho y leyes del Reyno de Castilla,

quando el principe señala a un pueblo terminos es visto darles todas las tierras que se

yncluyen en los terminos que le señala y no las puede dar a otro por averlas ya dado a

los dichos pueblos en cuyo termino estan y aunque alguna vez ha dado algunas tierras

que estan en terminos de algunos pueblos en Cortes ha prometido Su Magestad + de no

lo hazer y menos lo han podido ni pueden hazer sus governadores. Y asi todas las tierras

que se han dado y dan en estos reynos no son de los que las tienen y son obligados a

dexarlas a los yndios. De lo que yo dudo es si al prinçipio que las çiudades se poblaron

pudieron los capitanes generales dar a los pobladores algun solar en que edificasen
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casas y algunas pocas tierras y creo que pudieron darselas aunque se tomasen a los

yndios porque de otra manera no se pudieran sustentar [f 222] los españoles ni hazer

espaldas al Evangelio, como se permite tomar a uno su casa para hazer iglesia. Mas esto

se les deviera pagar a cuyos eran y si no se ha hecho, los que las dieron y los que las

tienen estan obligados a restituir lo que valian y de aqui se colige la obligaçion que

tienen los que han dado las tierras y los que las tienen, en especial los que tienen

çinquenta y çiento y doszientas hanegadas de tierra, sabiendo como saben y deven saber

que solo el Marques don Françisco Piçarro tuvo poder para dar tierras limitado en seys

hanegas a un peon y a doze a uno de a cavallo, el qual se avia que entender pagandolo

Su Magestad a los que las reçebian. Y quan menor escusa tienen los que las tienen sin

título y los que tienen mas que sus titulos dizen y quan mal lo hazen los que los

absuelven sin restituirlas si no es que están en el primero error de que era liçito tomar

las haziendas a los yndios, lo qual seria mas que pecado y quanto conviene que todo

esto se les declare.

[al margen: Pastos y aguas] [Yten] Lo sesto se ynfiere que no se pueden dar a los

españoles las aguas y pastos que los yndios tienen, ni hazerlos comunes con ellos como

siempre se haze, porque de derecho comun cada uno puede defender que otro no entre a

paçer en sus tierras. Y asi lo pueden hazer estar, y aunque de derecho no pudiese cada

uno dehesar las tierras como lo mando Su Magestad + en el Reyno de Granada, demas

de que como esta dicho aquel y los demas de Castilla fueron avidos por justa guerra. Por

las mismas Leyes de Castilla en que se manda que los pastos sean comunes se entiende

que sean comunes entre los vezinos del pueblo en cuyos términos estan y asi se usa y

platica por lo qual, conforme a las dichas Leyes de Castilla los españoles no pueden

paçer en los términos de los pueblos de yndios. Y la provision que Su Magestad + ha

dado para que los pastos sean comunes se ha de entender en las tierras que los españoles
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tuvieren liçitamente, si algunas ay como lo dize y declara la provision que Su Magestad

+ dio para el Reyno de Granada y no en las que son de los yndios o estan en términos de

sus pueblos porque desta manera seria ynjusta. Lo qual no es de creer de la yntençion de

Su Magestad +, en espeçial, que los yndios tenian divididos entre sí los pastos y no

podian paçer los unos en los términos de los otros. [f 222v] Y ansi lo mandava el Ynga

de manera que con su autoridad estava todo hecho dehesas. Y esto no era malo y Su

Magestad tiene proveido que a los yndios se les guarden los usos y costumbres en lo

que no fueren conoçidamente malos. Y asi se haze en Castilla, donde por particulares

concesiones por antigua costumbre ay muchas tierras que son dehesas y no pasto

comun. Y de derecho en los pastos se ha de guardar la costunbre y es cosa muy desigual

y contra razon que los pastos sean comunes entre los españoles e yndios pues los

españoles quieren gozar de los pastos de todas las tierras de los yndios y los yndios no

han de ir a Castilla a gozar de los pastos. Y aun entre los vezinos de un pueblo que

tienen los pastos comunes no se consiente que los poderosos o ricos tengan mucha

cantidad de ganado en los pastos comunes y se les tasa el numero que pueden tener y

por gran cosa se da a los señores de los pueblos que puedan tener doblado el numero de

ganado que otro vezino, de manera que ya que los españoles fuesen vezinos de los

pueblos de yndios, que no son, aviaseles de tasar el numero de ganado de manera que

los yndios pudiesen gozar del pasto. Y no se haziendo, como no se haze, lo uno ni lo

otro está entendido que los que apaçientan sus ganados en estos reynos en tan eçesivo

numero y con tanta desigualdad y desorden y los que la consienten, pecan, y estan

obligados a pagar el valor de los pastos y los daños que los yndios reçiben; y que no lo

haziendo, no deven ser absueltos. Y aun yo tengo gran duda [si] de las tierras tomadas

como está dicho y de los frutos de los ganados que desta manera se apaçientan y adqui-

[al margen: Los diezmos] eren pueda la Yglesia llevar diezmos y primiçias y ofrendas si
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no es que se lleve por via de salario que los yndios avian de dar. Y en esto de los pastos

y aguas con que se riegan las tierras se deve mirar mucho, porque ha venido cuanta

desorden que los yndios no pueden tener ganados sino es en partes tan fragosas o de

malos pastos que los españoles no pueden entrar a ellas o no las quieren. Y que aviendo

muchos españoles que tienen a mil y a dos mil y algunos a diez mil bacas y veynte mil

cabezas de otros ganados, no ay yndio que tenga seis bacas [f 223] ni çien ovejas si no

es algun caçique y estos muy pocos por la desilgualdad [sic] que ay y ventaja que les

hazen en habilidad y fuerças los españoles. Y ansimesmo les toman las aguas con que

han de regar las pocas tierras que les quedan y no pueden regar si no es de noche como

quien hurta o en los dias de fiesta en que avian de entender en su conversion y dotrina.

Y tambien [al margen: Leña de los montes] les toman la leña y madera de los montes y

de lo que tienen [al margen: arboles por su mano] plantado a mano y se la hazen cortar y

llevar a sus casas cargados con ella y tambien les toman los arboles y plantas que ellos

mesmos ponen a mano para sus adifiçios lo qual es robo sin ningun color.

[Yten] Lo setimo se infiere que no se puede ni deve poblar en estos reynos [al margen:

poblar pueblos] mas pueblos de españoles de los que son necesarios para sustentar y

hazer espaldas a los predicadores del evangelio ni consentir ni dar lugar a que pasen a

ellos españoles algunos para otro efeto ni mas de los que para esto son neçesarios. Y

que se debrian [sic] despoblar los que sin esta neçesidad se an poblado como son la

Villa de Arnedo que Su Magestad + por su çedula ha mandado despoblar por averse

poblado en tierras de los yndios y la Villa de Balverde en el valle de Yca donde por

evidençia consta que no ay agua bastante para sustentarse el pueblo de yndios quanto

mas los españoles, y la Villa de la Ribera, en el Valle de Camana y otros poblezuelos

que se han fundado en estos llanos de que vienen grandes daños a los yndios y ningun
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provecho a Su Magestad y en que los españoles biven muy pobremente. Y que los

españoles que han pasado a estos reynos sin liçençia de Su Magestad + taçita en

tiempo que no se requeria liçençia por escrito o espresa despues que Su Magestad +

mando que no pasasen sin ella o los que pasaron con otro yntento que de aprovechar a

los yndios en lo espiritual o ayudar a los que los aprovechan y no han mudado ni

mudan el yntento a entender en esto y los que les consienten estar en él pudiendolos

echar, pecan y son obligados a restituir los daños que dello han venido y vienen a los

naturales y que no deven ser absueltos si no lo restituyen y se buelven como Su

Magestad + lo tiene mandado.

[f 223v] [al margen: Tributos] [Yten] Lo otavo se infiere que no se pueden echar a los

yndios mas tributos de los que sus señores les echavan en tiempo de su infidelidad como

Su Magestad + lo tiene mandado por la nueva ley y muchas provisiones y cedulas que

en declaraçion della ha dado muy justas y cristianamente. En lo qual ha avido y ay

grande eçeso porque los naturales destos reynos son compelidos a pagar mucho mas

tributo que en tiempo de los Yngas y aun mas cada año que vale lo que tienen de

hazienda y son compelidos a servir en muchas cosas que aunque las hazian en tiempo de

los Yngas, de algunas sacavan provecho y de otras sacavan cunplir con el tributo sin

otro daño y agora ni sacan provecho ni cumplen con el tributo y de hazerlo les vienen

muchos daños.

[al margen: Eceso de tributos] [Yten] E para que se entienda que los tributos que los

yndios pagan son mayores que los que pagavan en tiempo de los Yngas y los trabajos

que agora tienen son mayores y mayores los daños, presupongo que en tiempo de los

Yngas ningun yndio era compelido a dar al Ynga ni a otro señor cosa alguna de su

hazienda; solo les compelia a labralle las tierras que estavan señaladas para el y

guardarle sus ganados y hazer en su serviçio y de sus juezes y de los curacas, cada uno
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el ofiçio que sabia, como labrar ropa o hazer edifiçios o labrar minas de todos metales y

hazer vasos de oro y plata y cosas de madera y loça o entender en guardalle los frutos de

sus heredades y ganados. Y en esto entendian todos los yndios el tiempo que les cabia y

era necesario para ello, el qual es cosa conocida que siendo como eran tantos les cabia

muy poco a cada uno. Y en este tiempo se sustentavan de la hazienda de el mesmo Ynga

o de los caçiques a quien servian y todo el demas tiempo les quedava para labrar sus

heredades y entender en sus haziendas y eran compelidos a ello por los juezes del Ynga

y por los caçiques y ninguno entendia ni tributava mas que en una cosa. Y todo lo que

se sacava destos [f 224] trabajos y tributos que los yndios davan se gastava y

convertia en provecho de los mesmos yndios que lo trabajavan, en especial si tenian

neçesidad dello. Y ya que no fuese en provecho de los mesmos, la ropa que los

unos yndios hazian la dava el Ynga a otros que era para ellos mas suave y deleytosa

manera de provecho y contento. Y el ynga no embiaba el oro ni la plata a reynos

estraños y todo lo que tenia sacado de multitud de años era poco mas oro y plata que al

presente son conpelidos a sacar cada año en este reyno, sin aver en todo el dozientos

esclabos que labran las minas. Y asi es notorio el ecesivo trabajo que en esto tienen y

quan mayor es sin conparaçion que el que tenian en tiempo del Ynga. Y lo que peor es

que son compelidos a alquilarse para ello, lo qual es contra la libertad y contra lo que Su

Magestad + tiene mandado muchas vezes so graves penas.

[Yten] Poniendo esto mas en particular como cosa que tanto importa conoçer lo suso

dicho y que se entienda como algunos que han sacado relaçion desto aunque en todo lo

mas del fecho dizen la berdad, se engañaron en lo que del hecho infieren çegados con el

ynterese que pretendieron dexando aparte otras cosas que no tocan a esta materia. Pongo

la materia siguiente: del tributar al Ynga y a los demas señores y caçiques por lo qual

pareçera claramente qué personas fueron tributarias y lo deven ser oy y en qué cosas
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deven tributar y cómo los yndios tributan oy mucho mas y en muchas mas cosas que en

tiempo del Ynga y muchos que no deven ser tributarios.

[al margen: orden y govierno del Ynga] [Yten] Cuando los Yngas conquistaron esta

tierra se enseñorearon en ella a su voluntad como señores soberanos y siempre se yvan

ayudando de los naturales de las tierras que conquistavan por lo qual no los tratavan

como esclavos ni les tomavan sus tierras ni haziendas sino como a vasallos.Y tanbien [f

224v] no se hallará que ningun señor aya tratado a sus vasallos mejor ni mas a gusto y

provecho dellos fuera de algunas cosas tocantes a matrimonios y otras cosas de religion

porque el y todos ellos estavan engañados en ella lo qual era en esta manera:

[al margen: Señorios y cacicazgos] [Yten] Hazia contar todos los yndios y yndias por

sus edades. Y puso en el Cuzco, que era cabeça, quatro juezes que llamavan Apocones

[sic por Apoconas] que eran como de su consejo para quatro partes deste reyno en [que]

lo dividió, cada uno en la suya que llamavan Suyo, uno para la provinçia de

Chinchasuyo y otro para Collasuyo y otro para Condesuyo y otro para Andesuyo.

Ynferiores a estos puso otros juezes que llamavan Hunos que eran señores de diez mil

yndios y otros curacas a cinco mil yndios y otros de mil y otros de quinientos y otros

cura[ca]conas de çiento y otros de çinquenta y otros de diez sujetos por la orden del

numero unos otros hasta parar en el Ynga que era Monarca.

[Yten] Los señores [sic por señoríos] de los quatro apoconas y hunos no se heredavan

sino que los dava el Ynga a capitanes y curacas y gente prinçipal que lo mereçia por

valentia y prudençia y serviçios que le avian hecho aunque si los hijos destos tenian

meritos y edad y abilidad se los dava. Los demas eran señores que los Yngas hallaron y

los dexaron en sus señorios y [a] algunos les añadieron mas y a otros les quitaron de lo

que tenian y dieron a otros de aquellas provinçias deudos destos señores. Si los hjos

eran habiles y de edad siempre suçedian en los caçicazgos y si el mayor no era habil y el
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segundo lo era se le dava a este y si no avia hijos habiles y con edad, suçedia el hermano

del curaca muerto y lo tenia mientras bivia. Y muerto este no sucedia su hijo sino el

sobrino que avia de heredar si fuera abil y de edad. Esto en todos los curacas los quales

proveia el Ynga a los dichos señores por su mandado, eçeto los curacas de çien yndios

que llamavan pachacas [f 225] y de menos porque estos proveian los caçiques de mil

yndios a quien eran sujetos con consentimiento y aprovaçion de los caçiques mas

prinçipales. Y no se los podian quitar mientras bivian si no era por gran delito y

suçedian sus hijos como los de çinquenta y de diez yndios proveian los caçiques y los

quitavan si no hazian bien su ofiçio.

[al margen: Tucuyricoc] [Yten] Tambien avia otros juezes que llamavan Tucuiricoc, que

quiere dezir todo lo mira o veedores, y eran de fuera de la provinçia. Entendian en los

negoçios de justiçia unas vezes juntamente con los hunos y curacas y otras vezes sin

ellos. No se puede entender en qué casos avia estado [sic] diferençia ni si era orden o

acaso. Los quales eran como juezes de comision o pesquisidores o mas propiamente

visitadores y asi ni eran perpetuos ni se heredava y estos ponian tenientes donde les

pareçia que era menester que llamavan Michuc.

{al margen: Ganados] [Yten] Asimesmo hizo contar los ganados y dio parte dellos a

estos señores y curacas conforme a la calidad de cada uno. Y a los yndios comunes que

estavan en tierras donde se criava bien este ganado también les dio a una y a dos y tres y

mas cabeças y reservo para si parte de todo el ganado y entregolo por las provinçias

y hizo poner yndios para la guarda dello y en cada provinçia un prinçipal que tenia

cargo de mandar a los pastores y tomarles cuenta.

[al margen: tierras, pastos] [ Yten] Asimesmo hizo amojonr todas las tierras y pastos y

declarar cuyas eran, y ponerlo por cuenta para que no pudiese aver sobre ellas pleyto ni

diferençias que avia muchas a causa de que en cada provinçia avia un señor y el que
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mas podia quitava [a] otro sus tierras y pastos. Y en todas las provinçias y en los

pueblos prinçipales hizo señalar tierras para el sol y para las guacas y para él y puso en

todas ellas yndios que las guardasen y tuviesen cuenta con hazerlas labrar, benefiçiar y

coger y guardar el fruto dellos. Hase de advertir que los mas pleytos que al presente ay

[f 225v] sobre tierras son sobre averiguaçiones que los capitanes del ynga hizieron que,

o no se executaron o avia poco tiempo que se executaron quando los españoles entraron,

lo qual es causa que por una parte representan muchos testigos diziendo que eran suyas

porque lo avian sido antiguamente y otros pruevan que los capitanes del ynga se las

dieron y que eran suyas. Y asi pareçen contrarios y en efeto no lo son, y otras vezes

pareçen asimesmo contrarios y no se puede averiguar la verdad, porque comunmente no

se deslindan en la demanda las tierras que se piden o no los entienden. Y otras vezes no

se puede averiguar quales son actores ni quales reos y tienese por inconviniente hazer

pleitos diferentes [al margen: Pleytos sobre tierras y pastos] sobre la posesión y sobre la

propiedad. Tambien es necesario advertir que se engañan los que dizen que el Ynga

dava y quitava las tierras a quien queria y aun los caçiques, lo qual no pasa asi, sino fue

en la entrada y conquista que por aseguralla puso yndios de otras partes mitimasi [sic

por mitmas] y no haze al caso que en algunas tierras hasta oy se parten las tierras por el

curaca a los yndios porque esto es por costumbre que avia en aquellas provinçia de

antes del tiempo del Ynga y dexolos el Ynga en ella. En fin, como quiera que las tierras

se partan, son de los vezinos de aquel pueblo y dezir que por esto se pueden dar a otros

es sin fundamento y esta claro que los yndios eran señores de sus tierras porque si no lo

fueran no avia para qué traer pleytos ni diferençias sobre ellas. Y consta por muchos

proçesos que en tiempo de los Yngas se truxeron muchos pleytos sobre ellas y sobre

términos y pastos y salinas y que el Ynga embiava juezes a averiguarlos y a poner

mojones.
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[al margen: Ofiçios y cosas en que servian al Ynga] Asimesmo puso y hizo poner

numero de indios que les sirviesen en cada provinçia conforme al numero que en ella

avia en las cosas que en la mesma provinçia avia de que él pudiere ser servido y

aprovechado que eran las siguientes en los llanos yungas:

[Yten] Capac hocha camayoc, que eran yndios que estan señalados para llevar los

sacrifiçios a donde se lo mandavan.

[Yten] Coricamayoc, yndios para labrar minas.

[Yten] Llacxacamayoc, yndios que labraban piedras que sacavan de la mar [f 226]

y turquesas y otras piedras.

Ychma camayoc, yndios que labran tierra de colores.

Guaca camayoc, llano paucar camayoc, haua paucar camayoc, de me-

nos suerte.

Llano pachac compic, que hazian ropa rica para el Ynga.

Haua compic camayo, que hazian ropa basta.

Tanti camayoc, yndios que hazian colores de yervas.

Llano hojota camayoc, finas para el Ynga. Haua hojota camayoc, bastas.

Tocllay llica camayoc, indic guarmen camayoc, indios guardas de las mugeres

questavan diputadas para el sol y su serviçio.

Mamacona camayoc, Aclla camayoc,

Panpa camayoc, Llama camayoc, colca camayoc,

Coca camayoc, Llipta camayoc, uchu camayoc, cachi camayoc,

Challua camayoc, pescadores; estos no tenian chacaras, mantenianse del pescado que

tomavan despues de aver cunplido con lo que avian de dar al Ynga.

Sañoc camayoc, olleros; quero camayoc, carpinteros;

Malqui camayoc, Chaca camayoc; Pirca camayoc, alvañiles;


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Mollo chasqui camayoc, Paucara camayoc, uanto camayo [sic]

Mitimac, yndios que davan para sacar fuera de la provinçia y ponerlos en otras partes.

[Yten] Los demas que quedavan hazian las chacaras de todas legumbres y las

benefiçiavan y llevavan y ponian en los depositos a donde se les mandava y entendian

en las otras obras de comunidad publicas.

Y los yndios serranos les servian en las cosas siguientes:

Capac hocha camayoc, Intic camayoc; chuncanti capac, yndios para servir los cuerpos

antepasados difuntos del Ynga.

Cori camayoc, Colque camayoc, Antayquilla camayoc.

Ichma camayoc, Guaca camayoc, Llanu paucar, haua paucar.

Gualcanca camayoc, Llanac compic, Haua compic, Panti camayoc.

Llanu ujuta, haua ujuta, toclla allim camayoc, mamacona [f 226v] na [sic] camayoc,

Aclla camayoc, Panpa camayoc, coca camayoc, Pilco llama camayoc, llama camayoc,

Llipta camayoc, Uchu camayoc, Cachi camayoc, Chichi camayoc, Cara [sic por Çara]

camayoc, Michca camayoc. Sañu camayoc, Quero camayoc, Malqui camayoc, Llaya ca-

mayoc. Chaca camayoc, Pirca camayoc, Chazqui camayoc. Paco camayoc, que eran

para poner en las orejas del ynga; Riui camayoc, que son unos cordeles con plomo con

que jugava el Ynga.

[Yten] Davan yndios para mitimaes en otras partes.

[Yten] Los demas yndios que quedavan hazian las chacaras del Ynga y de los señores y

curacas y las suyas propias y las cogian y ponian en los depositos y entendian en las

demas obras publicas que se ofreçian.

[Yten] Ayudavan a hazer y reparar los tambos reales y los caminos y malos pasos y las

puentes y casas y çercados y edifiçios del Ynga y de los señores y curacas y llevar las

cargas a donde se lo mandavan.


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[Yten] Los yndios ofiçiales camayos hazian las chacaras de sus prinçipales y sus casas y

le acompañavan algunos dellos y los yndios davan leña y paja a sus curacas.

[Yten] Asimesmo dio a todos los dichos señores y curacas criados que les sirviesen

conforme al numero de los que cada uno tenia debaxo de su mando a razon de uno por

çiento al Huno [al margen: Serviçio de caçiques] y al curaca de guaranga y al de

pachaca aunque a algunos dava mas como premio de serviçios que le hazia, el qual

dicho serviçio de yndios era esento del trabajo y serviçio para el Ynga.

[al margen: Benefiçio de chacaras del ynga y sol y guacas y caçiques] [Yten] Demas de

los yndios que davan las provinçias y pueblos para todo lo suso dicho, sembravan y

benefiçiavan todas las chacaras y heredades del Ynga.

[Yten] De los señores suso dichos y curacas todos los yndios de las comunidades Auca

camayos que en su lengua quiere dezir gente de guerra o más propiamente de armas

tomar, las quales y no otra gente [se ocupaba] [f 227] en hazer todo lo suso dicho y lo

hazían en esta manera, que si acaso el mesmo Ynga o otro señor se hallava presente a

arar o benefiçiar las chacaras del sol o de las guacas o suyas, era el primero que ponia

mano en la lavor con una taclla de oro que para ello le llevavan, y asi todos los señores

y prinçipales que con el yvan y el lo dexava luego y yvan dexandolo por su orden todos

los dichos señores y prinçipales y todos se asentavan con él a hazer sus vanquetes y

fiestas que en aquellos dias eran muy prinçipales, y en el trabajo quedavan solos los

cura[ca]conas de pachaca, que trabajavan un rato mas y entendian en mandar y estavan

presentes mandando y los que trabajavan todo el dia eran los curacas de çinquenta y de

diez [al margen: suyos y partes] yndios y los yndios comunes que no tenian cargo ni

ofiçio los quales partian entre si por rayas que ellos llaman suyo lo que a cada uno [de]

sus hijos y muger y gente de su casa para que le ayudasen. Y el que tenia muchos que le

ayudasen acabava presto y este se llamava hombre rico y el que no tenia quien le
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ayudase era pobre y estava mas tiempo trabajando. Y por esta mesma orden lo hazian

qualquiera de los señores y curacas suso dichos empeçando el mas prinçipal y

dexandolo como esta dicho. Y conoçese claramente que ninguno de los cura[ca]conas

de pachaca ni demas yndios tributava ni trabajava corporalmente mas que en mandar

porque estos no se les dava un suyo ni se les da hasta oy en dia.

[al margen: Comida a costa de la hazienda] A todos estos que trabajavan se les dava de

comer y bever muy abundantemente a costa de la mesma hazienda en que entendian ora

fuese del Sol o de las guacas o del Ynga o de los curacas y prinçipales y les dava las

mantas y assimesmo las herramientas para las minas y los hazia dar çiertas mediçinas a

manera de purgas que ellos llaman [f 227v] vilcas que dizen que eran muy provechosas

para [los] que avian trabajado mucho.

[Yten] En tiempo que se hazian estas sementeras o se benefiçiavan çesavan todas las

demas lavores y ofiçios, de manera que todos los tributarios juntos sin fallar alguno

entendian en ellas y si acaso era neçesario hazer algun ofiçio de los suso dichos por

alguna neçesidad repentina, como de guerra o otra, los mesmos yndios de la comunidad

labravan las heredades de los yndios ausentes sin les pedir ni llevar por ello cosa alguna

mas de la comida como esta dicho en lo demas. Y hecho esto cada uno labrava sus

heredades.

[Yten] Todo lo que se sacava de los dichos ofiçios y lavores y heredades lo ponian los

mesmos yndios de la comunidad en depositos que avia en cada provinçia para que el

Ynga y sus capitanes hiziesen della lo que mandase lo qual se distribuia en es-

ta manera:

[Yten] En tiempo de guerra se proveian primero las cosas de la guerra; despues

mandava el ynga dar a los yndios pobres y biudas y huerfanos y viejos todo lo que avian

menester de aquellas comidas y ropa por manera que la provinçia quedase abastada de
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lo que era menester; y despues hazia proveer las neçesidades de las provinçias

comarcanas y lo que quedava o no siendo menester, se guardava para tiempo de mas

necesidad.

[Yten] El oro y plata y piedras y ropa rica y fina y plumas y otras [al margen. Lo que se

llevava al Ynga] cosas preçiadas llevava el curaca o un prinçipal suyo al Ynga y le yvan

a ver y acompañar y servir por sus personas y le enviavan sus hijos. Y en esta manera

dizen verdad los que dizen que todos tributavan al Ynga y que no avia esento ninguno.

Mas es claro que esto ni otro ningun mando no es tributo y si lo [fu]ese ellos lo

tomarian oy. Y tambien se podria dezir que el duque de Alva y otros grandes tributan

porque sirven al Rey con sus personas y haziendas en las guerras y governaçiones y esta

claro que pues a todos estos les pagavan tributo los mesmos vasallos del ynga que no se

pueden ellos llamar tributarios. [f 228]

[Yten] Luego que el Ynga reçibio lo que assi le llevavan que como esta [al margen:

distribuçion de [la] hazienda del Ynga] dicho era ya suyo porque se avia labrado y

benefiçiado para él y ninguno le dava cosa alguna de su hazienda ni lo que della co-

gia, mandava dar al que se lo llevava algunos vasos de oro o plata o madera conforme a

quien era y davale de la ropa que llevava o de otra parte por le hazer mas merçed y

favor conforme a quien era y mandava que de la ropa y otras cosas de aquella provinçia

[al margen: Pleitos sobre tributos de caçiques] se diesen a los señores y curacas y

prinçipales a cada uno según su estado y calidad, de a donde se entiende la diferençia

que oy ay entre los caçiques y sus sujetos que los caçiques dizen y pruevan que por

razon de los señorios y caçicazgos les davan cantidad de ropa y otras cosas, y los yndios

a ellos sujetos dizen y pruevan que no les solian dar cosa alguna mas que yndios de

serviçio los quales les hazian la ropa y otras cosas y la comunidad entendia en hazerles

sus casas y labrarles sus chacaras. Y asi todos dizen verdad que a los caçiques se les
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deve y no lo han de dar los yndios sino Su Magestad o los encomenderos o descontarse

a los yndios de los tributos que pagan para que los yndios la den. Y aunque es verdad

que los yndios de su serviçio y mugeres hazian ropa para los caçiques esta era ropa

basta para los dias comunes y para los yndios de serviçio, mas la ropa buena y rica de

cunbi fino que los caçiques tenian, no la podian hazer ni hazian otros sino para el Ynga

y él la dava a los señores y caçiques. Demas desto, en muchas fiestas que hazia entre

año, que ellos llamavan Rayme, dava a todos los señores y caçiques camisetas de oro y

plata y vasos de oro y plata y collares y braçaletes y otras joyas de algunas esmeraldas y

turquesas y otras piedras.

[Yten] Asimesmo hazia el Ynga merçed a los caçiques de darles lo que aunque no

uviese neçesidad pudiese repartir la ropa y otras cosas que avia en los depositos o parte

della para dar contento a los yndios de la provinçia. Y finalmente todo quanto los

yndios trabajaban se venia a convertir en su provecho y demas desto reçebian gran bien

en que los ministros del Ynga tenian [f 228v] gran cuenta en hazer que los yndios se

ocupasen en exerçiçios de su provecho y de la república y comunidad de la tierra y que

ninguno anduviese holgazan ni tuviese necesidad. Y si la tenia se le suplia de adonde se

entiende que si esta gente conoçiera a dios, le sirviera. Tenia el mejor y mas

provechoso govierno que pueden tener conforme a su capaçidad. Y que despues que los

españoles entraron han sido y son grandemente agraviados en los tributos y serviçios

que hazen en contra justiçia y contra lo que Su Magestad + tiene mandado y

espeçialmente en las cosas siguientes:

Agravios

[Yten] Primeramente han reçebido y reçiben agravio en les haver [al margen: I] tomado

y quitado sus señorios y dexado aparte el soberano señor [al margen: Agravios en

averles quitado los ofiçios] por lo que esta dicho se han consumido los señorios de los
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Apoconas y Hunos que aunque se diga que por la mudança que ha avido y ay del

govierno no son necesarios, seria justo que en recompensa dellos se les diesen algunas

otras cosas o les hiziesen merçedes. Y esta claro que en no hazerse esto reçiben agravio

como lo reçibirian en Castilla si los ofiçiales de justiçia y de la casa del Rey se diesen a

extrangeros. Y asimesmo han reçebido agravio en averse quitado a muchos caçiques y

señores la mayor parte de sus señorios por averse encomendado en partes a diferentes

encomenderos y aunque esta mandado se remedie no se haze. Asimesmo, reçiben

agravio la gente prinçipal en que, de parte de Su Magestad +, no se les hazen ni

acostumbran hazer mercedes en lugar de las que el Ynga les hazia ni se tiene cuenta con

acreçentar ni honrar a los que biven bien ni a los yndios que han servido en las

alteraçiones pasadas de que, demas de la pérdida temporal, les biene gran daño en no

afiçionarlos a la virtud con esperança de premios. Y ninguna cuenta ha avido ni ay en

esto. Y si bien se mira lo temporal y estimable, es mucha cosa avido respecto a lo que el

Ynga hazia con ellos como esta dicho. Y aviendoles quitado sus haziendas, honras y

libertades, los ynfaman los españoles de muchos viçios y faltas que en ellos no ay o a lo

menos no en todos, ni en la mayor parte y las dizen y afirman de todos en general de

que los yndios reçiben grande agravio y los españoles encargan mucho sus conçiençias

y lo que peor es que [f 229] no lo tienen por pecado.

[2] [Yten] Asimesmo reçiben agravio en contar por tributarios para Su [al margen:

Esençion de curacas y prinçipales] Magestad + a los curacas y prinçipales de guaranga y

todos los demas hasta de pachaca que, como esta dicho, son de çien yndios y a sus hijos

y a los yndios de su serviçio y a los menores de edad y viejos y a las mugeres.

[Yten] E porque se entienda esto, porque es muy ymportante cosa [al margen: Daño de

quitar el serviçio personal] saber qué yndios han de tributar porque tienen mucha

dificultad a causa de que en tiempo del Ynga como esta dicho, todos los tributos eran
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personales y ninguno tributava de su hazienda. Y oy, aunque con muy buen zelo se ha

pretendido quitar los serviçios personales, ha venido a los yndios gran daño desta

mudança y confusion y se ha dado ocasion a muchos de robarlos sin que ellos entiendan

en qué ni en quánto ni se les dé remedio y presupuesto como está dicho.

[al margen: Los que son tributarios] [Yten] Que en tiempo de los Yngas ninguno pagava

tributo de su hazienda ni tributavan más que en una cosa, está muy claro y fáçil de

entender: que aunque todos servian al Ynga, solo se han de contar oy por tributarios

para Su Magestad + o para el encomendero los que trabajavan actualmente con sus

manos de trabajo corporal que solos son los Aucacamayos que quiere dezir gente hábil

para la guerra, o gentes de armas tomar, y asi de veinte y çinco años hasta çinquenta

poco mas o menos; porque esto no se puede negar que es arbitrario. Y de estos se han de

sacar todos los señores y curacas y prinçipales hasta los pachacas que son curacas de

çien yndios de manera que solos quedan los prinçipales de çinquenta y de diez y de

menos yndios y la gente comun. Y los que dizen que los caçiques avian de pagar más

tributos porque son más ricos aunque se pudieron mover con buen zelo, esta claro que

se engañan porque de más de que son gente noble, pues a ellos les pagan tributo para

que se sustenten como señores, si los contasen por tributarios sería necesario que la

gente comun que les paga tributo con [f 229v] que ellos se sustentan conforme a su

estado, les pagase aquello mas y asi cargaria sobre los pobres, en espeçial que como esta

presupuesto, ellos sirven y trabajan en la administraçion de sus ofiçios y asi tributan

mas que los otros.

[al margen: 5] [Yten] También se han de sacar los hijos de todos estos señores y curacas

[Esençion de los hijos de caçiques] hasta los hijos de caçiques de guaranga porque como

gente prinçipal, que era y es noble entre ellos, ninguno trabajava corporalmente y

servian en cargos y ofiçios honestos por los quales les tributavan y no es bastante causa
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dezir que han de tributar porque ya no sirven en aquellos ofiçios ni justo que de un

agravio y daño que reçiben en averles quitado aquellos ofiçios de que ellos sacavan

provecho y honra se les siga otro mayor que es quedar por pecheros tributarios. Y esto

es una cosa en que se deve mirar mucho porque, demas del agravio, conoçidamente

causa gran descontento en la gente prinçipal. Y soy ynformado que estos, aunque no

tuviesen cargos, eran honrados y respetados.

[al margen: 6] [Yten] De mas destos que como esta dicho no son tributarios o por no

[al margen: Esençion de mugeres y enfermos] poder o por ser gente noble entre los

quales tambien entran los çiegos, coxos, y mancos y enfermos y las mugeres de todas

suertes y edades aunque sean biudas; porque, como esta dicho, en tiempo de los Yngas

no se contavan por tributarios ni de derecho lo son, avido respeto a que los tributos eran

todos personales y no se pagava tributo alguno de hazienda. Se han, asimesmo, de sacar

otras suertes de gentes que no an de tributar a Su Magestad + ni al encomendero, no por

impedimento ni por nobleza sino porque han de estar ocupados y sirviendo en otras

cosas por lo qual en tiempo de los yngas no les pagavan tributo y reçiben oy grande

agravio en que sirven y trabajan en estas mesmas cosas y todavia los cuentan por

tributarios y los compelen a pagar tributos sin les descontar por aquello que sirven cosa

alguna.

[f 230] [Yten] Primeramente, no se han de contar por tributarios por la dicha [al margen:

7 Esençion de criados, caçiques] razon todos los que sirven y han de servir a los señores

y curacas que son como esta dicho de çiento. Uno de sus sujetos que, contando todos los

superiores que tienen, vienen a salir ordinariamente tres o quatro de cada çiento y no se

haziendo asi los señores y la gente comun reçiben agravio.

[Yten] Asimesmo, se han de quitar todos los yndios que son neçesarios [al margen: 8]

para servir en los tambos. Y en esto ha avido y ay gran desorden [al margen: Esençion
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de los que traen en tambos] y reçiben los yndios grandes agravios: asi en que en tiempo

de los Yngas no avia tambos sino de quarenta a quarenta leguas. Y no avia mas de dos

caminos en todo este reyno, uno por los llanos y otro por la sierra y para servirlos avia

gran multitud de yndios y asi les cabia muy poco trabajo y ocupaçion y esta que les

cabia era en pago de los tributos y serviçios que devian. Y agora ay muchos caminos y

en todos tambos de quatro a çinco leguas. Y es menester mas para hospedar un español

que para hospedar çien yndios. Y son compelidos a servir en todos estos tambos y tener

yndios para ello y dar posada y leña y yerva y agua de balde y en muchas partes todas

las cosas de comida de sus haziendas. Y si en tiempo del ynga davan algo desto era de

las haziendas del Ynga y por su mandado.

[ 9] [Yten] Y oy no solo dan todo esto de sus haziendas, mas sirven muchos tambos y en

mas lugares y no se les reçibe en cuenta de los tributos. Esto tiene facil remedio con

descontar de los tributos los yndios que son neçesarios para servir en los tambos y

mandar si algo dieren, que sea a cuenta de los mismos tributos. Y yo estoy çierto que no

daran cosa o sera bien moderada.

[al margen: 10. Yten. Mercedes de tambos] Pareceme que es bien traer a la memoria

que ha avido tanta çeguedad y codiçia en algunos que, con venir a los yndios todos estos

daños de sustentar los tambos, han pedido que se les hagan mercedes dellos y se les han

hecho para que si algo se gana vendiendo bastimentos en ellos se lo lleven ellos y no [f

230v] los yndios. Y reparan los tambos los yndios y sirven en ellos y dan yndios para

servir a las personas que ponen en ellos, de manera que aunque falten caminantes no les

falta a los yndios en qué trabajar. Y esto está claro que no lo tienen por pecado y asi no

lo confesaran.

[11] [Yten] Asimesmo, se han de descontar de los tributos los yndios que son neçesarios

para adovar y reparar los caminos y puentes [al margen: Esençion de los que hazen
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puentes y caminos.] porque los que entendian en esto en tiempo del Ynga no pagavan

otro tributo. Y oy han reçebido y reçiben los yndios gran daño y agrabio en esto porque,

como está dicho, no avia mas que dos caminos y estos eran muy façiles de reparar

porque no yvan por ellos sino gente de a pie y la mas descalsa y ovejas. Y oy los

compelen a hazer ynfinidad de caminos los quales son muy dificultosos de hazer y

reparar porque caminan por ellos gente de a cavallo y harrias [sic por tropillas o

animales que sean acompañados por arrieros] y por muchos dellos carros. Y en la sierra

con las aguas y en los llanos con la mucha sequedad, cada dia se deshazen los caminos y

puentes y cuesta mucho trabajo a los yndios el repararlos; y lo que peor es que no se les

reçibe en cuenta ni descarga cosa alguna de los tributos como se debría hazer.

[12] [Yten] Asimesmo, se deven quitar de la cuenta de los tributarios para el Rey o para

el encomendero todos los yndios que se [al margen: Esençion de los que hazen yglesias

y sirven en ellas] ocupan en hazer las yglesias y repararlas y en servirlas y a los

saserdotes que los dotrinan y en las dotrinas, pues en tiempo de su ynfidelidad los que

entendian en servir sus guacas y adoratorios y en labrar las heredades que para ello

labravan, no tributavan en otra cosa. Y hase de advertir que, de parte de Su Magestad +

y de los encomenderos y aun de los religiosos y clerigos, se deve restituir y pagar a los

yndios todo lo que han gastado y jornales de los que han trabajado en esto, pues estando

mandado que se haga a costa de Su Magestad + y de los encomenderos ayudando a ello

los yndios, los han compelido ellos a hazerlo a su costa y trabajo y aun no çesa el

hazerlo.

[f 231] [13] [Yten] Ansimesmo, se deven descontar todos los yndios tributarios que

entendieren en la administraçion o execuçion de la justiçia por el tiempo que [al

margen: Esençion de juezes] entendieren en ello.


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[14] [Yten] Ansimesmo, deven ser relevados de tributos todos los yndios que

entendieren en mudar sus casas y reduzirse a pueblos a manera [al margen: Esençion de

los que mudan sus casas] de españoles todo el tiempo que se ocuparen en ello y algun

tiempo mas pues no pueden entender en sus haziendas ni en ganar para pagar sus

tributos.

[15] [Yten] Ansimesmo, se han de quitar o por mejor dezir estan quitados todos los

hijos que estan en poder de sus padres hasta tanto que se casen [Esençion de los hijos

familias] pues, conforme a derecho y a la costumbre del Ynga como esta dicho, se ha de

contar por un tributario un vezino con su muger y hijos no casados. Y a lo que algunos

dizen que los yndios no se querran casar por no tributar y estan amançebados, digo que

me pareçe que muy pocos haran esto y menos lo hiziern si les viniera mando de buena

dotrina y exemplo pues se conoçe dellos ser gente doçil y que no contradize las cosas de

la fe y desea salvarse y que no tendrian tan gran miedo si los tributos fuesen moderados.

Y que tendria por justo que al que se le provase ser amançebado le hiziesen pagar

tributo y aunque algunos se escapasen de pagarlo no se han de hazer todas las cosas tan

a gusto de los españoles pues ninguna se ha hecho ni haze a gusto de los yndios. Y

quando mueran sus padres o fueren viejos, que no paguen tributo; quedaran los hijos

que tuvieren edad por tributarios.

[16] [Yten] Asimesmo, reçiben grande agravio en mandarles pagar los tributos en

muchas cosas a cada yndio; en espeçial agora que se pretende quitar a los caçiques y

prinçipales el tributo de repartir entre los yndios le [al margen: Agravio en pagar tributo

en muchas cosas] quedan a cada uno de pagar de tributo porque, como esta dicho en

tiempo del Ynga no tributavan ni entendian mas que en una cosa. Y esta evidente la

vexaçion que la pobre gente reçibira con las demandas que les han de hazer cada año

dos o tres o mas vezes de todas las cosas que han de tributar y asi les han de pedir una
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vez oro o plata, otra vez ropa, otra vez coca y otra huevos, otra vez alpargates y otras

muchas cosas en que estan tasados. Y los que lo piden esta entendido que no han de

llevar de menos ni lo han de pedir de balde; remediarsela con tasar lo que cabe a cada

uno de tributo y mandar que lo diese a cada uno en una cosa [f 231v] o dos de las que

mejor pueda dar y con menos pesadumbre.

[17] [Yten] Ansimesmo, reçiben agravio en mandarles dar muchas cosas que ellos no

tienen en sus tierras y han de salir fuera a buscallas [al margen: Agravio en pagar lo que

no tienen en sus tierras]. Y muchas vezes a tierras de diferentes temples, contra lo que

se hazia en tiempo del Ynga y contra lo que Su Magestad + tiene proveido. Y hase de

advertir que los ofiçiales reales y los encomenderos han llevado tributo de todas estas

cosas aunque ha avido esterilidad dellas y no se las han remitido sino en algunas vezes

conpelidos [al margen: Agravio en pagar quando ay esterilidad] por pleyto aunque les

constava de la esterilidad. Y asi son obligados a restituirles lo que les han llevado en

tiempo de esterilidad y los que les han hecho gastar en pleytos conoçiendo que la avia.

[18] [Yten] Ansimesmo, reçiben agravio en mandarles llevar las cosas que pagan de

tributo a los pueblos de los españoles y a otros fuera de sus tierras y muchas vezes a

diferentes temples, contra lo que Su Magestad + tiene mandado. Y no se puede justificar

esto en dezir que en tiempo del Ynga llevavan algunas cosas a donde él estava

porque ello era muy poco y cosas muy preçiadas y de poco peso y ellos lo tenian por

honrra y sacava dello provecho por lo que el Ynga les dava. Y todos los tributos los

ponian en los depositos de sus tierras y si alguna vez lo llevavan fuera, era por

neçesidad de guerra. Y esto y mas son compelidos a hazer despues que los españoles

entraron en esta tierra y lo que peor es que no se les ha descontado por el llevarlo cosa

alguna ni aun se los han pagado muchos mantenimientos y muniçiones y serviçios

personales y otras [al margen: Lo que han dado para la guerra] cosas que han dado en
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tiempo de las alteraçiones entre españoles que ha avido en este reyno. Y han pagado por

entero los tributos como si no trabajaran ni dieran sus haziendas y sus vidas y ha avido

quien absuelva a los que se los han llevado.

[19] [Yten] Y generalmente todos pagan tributos eçesivos y muchos mas de los que

pueden pagar ni lo que valen sus haziendas [f 232] lo qual se entiende claro porque,

como está dicho, con estas cosas en que servian cumplian con los tributos y todas ellas

eran para su provecho y sustento y oy las hazen sin descontarles cosa alguna por ellas.

Y demas dellas pagan grandes tributos y dellos ninguna cosa buelve a su poder sino con

mayor daño suyo. Y nunca ellos dieron consentimiento espreso ni taçitamente a tales

tributos ni les fue pedido ni se ha tratado con ellos mas de que al prinçipio los

encomenderos les llevavan todo aquello que podian sacarles que en aquella sazon era

mucho porque se avian quedado con las haziendas, oro y plata y ganados del Ynga.

Despues los que hizieron las visitas, que eran encomenderos de otros repartimientos, les

preguntavan que tanto pagavan y los caçiques lo dezian y si les dezian si querian pagar

algo menos que aquello dezian que sí, como gente que siempre avia sido apremiada y

que no lo avian de pagar ellos. Y nunca se ha tratado esto con los yndios tributarios ni

se ha averiguado lo que pueden dar. Y los que hizieron las tasas solo tuvieron

conçideraçion a quitar algo de lo que pagavan porque no se atrevieron a ponerlo en lo

justo y así lo han declarado muchas vezes y en las mesmas tasas lo dan a entender en

quanto dizen y porque con menos cargo de conçiençia etc. Y demas de los dichos

agravios y eçesivos tributos reçiben otros muchos.

[20] [Yten] Y en espeçial, en compelerlos como los compelen a venirse [al margen:

agravio al hazerlos venir o alquilarse] a alquilar en las obras y haziendas de los

españoles, lo qual es contra la libertad que devrian tener y Su Magestad + manda que

tengan, como esta declarado largamente en un pareçer que di por mandado del señor
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Presidente liçençiado Lope Garçia de Castro que yra adelante. Y en especial son

compelidos a venir a ello de diez y veinte y treinta y mas leguas y muchas vezes de

diferentes temples y con conoçido peligro de muerte. Y otros les mandan dar para labrar

minas y llevar cargados bastimentos a [f 232v] ellas y para sacar los tesoros de los

enterramientos de sus pasados y para guardas de ganados de los españoles y para todo lo

que los españoles quieren, asi para yngenios de açucares y obrajes de paños y aun para

sacar los ríos de madre.

[21] [Yten] E ansimesmo resçiben agravio notable en que los encomenderos, so color de

que quando les quitaron el serviçio personal –vista su dureza– les permitieron alquilar

yndios de sus repartimientos, han tenido y tienen mucho numero de yndios alquilados

en mucho menos que los demas españoles, en tanto numero que les estuviera mejor dar

de balde los yndios que davan de serviçio primero conforme a las tasas. Y lo que peor

es que tienen por liçito el no pagarles lo que esta mandado que paguen los demas

españoles que no tienen yndios encomendados por dezir que son sus yndios aviendo de

ser al contrario, lo qual es neçesario que se les declare. Y que ellos y los juezes y

capitanes, religiosos y clerigos hazen mal en yr sin neçesidad de los yndios a residir en

sus pueblos por holgarse o por sus intereses particulares y son obligados a restituir todos

los presentes que los yndios les dan porque no se los dan de su boluntad sino por miedo

y respeto que les tienen y aunque se la diesen de su boluntad no es de los caçiques y

prinçipales que se lo dan y todos saben que lo toma a la gente pobre para darlo y que

demas desto les hazen muchos daños, sus mugeres, hijos, criados y esclavos.

[22] [Yten] Ansimesmo, reçiben notable daño y agravio en compeler como compelen

los españoles a los yndios serranos a baxar [al margen: Agravio en hazer bajar los

yndios a los llanos y a la costa] a los llanos, tierra caliente, a alquilarse en las obras de

los españoles con conoçido peligro de muerte y en espeçial a labrar la coca en los Andes
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y otras tierras calientes lo qual no se hazia en tiempo de los yngas ni la labravan sino los

naturales de las tierras calientes y era muy poca. Y despues que los españoles entraron,

siendo como eran obligados a persuadirles que la dexasen, pues que conoçidamente

ningún provecho [f 233] sacan los yndios della y ordinariamente usan della en sus

superstiçiones e invocaçiones de demonios. No solo no lo han hecho, antes han dado

tantas fuerças a esta ynvençion diabolica que oy ay mil vezes mas coca de la que avia en

tiempo de los Yngas, de que se han seguido y siguen cada dia ynfinidad de muertes de

yndios. Y aunque todos la conoçen dizen que no se puede quitar porque con ella se

sustentan y hazen ricos muchos españoles. Y aunque el marques de Cañete, que

conoçiendo esto la pretendio quitar, mando que no se pusiesen mas chacaras de nuevo y

se empeço a guardar lo que proveyo. Luego que murio se empeçaron a dar liçençias

para poner chacaras de coca y se han dado y dan tantas y se han apocado los yndios en

tanta manera que ya no ay quien las labre si no son encomenderos. Sera justo que en

este santo Conçilio se declare el estado en que estan los que a esto han dado causa y qué

remedio pueden poner en sus conçiençias, porque lo entiendan y lo hagan.

[Yten] Algunos yndios me han dicho que sera gran prinçipio de remedio mandar que

ninguna muger ni yndio menor de catorze años sean osados de comer coca agora ni

nunca, aunque crezcan en edad, so graves penas y que entiendan en executarlas los

caçiques y justiçias y los clerigos en hazerlo executar. Y que desta manera yra en gran

diminuçion porque quitarla a los que la han acostumbrado dizen que sera muy

dificultoso. A mi me pareçe que se devria mandar que ninguna chacara de las que se an

puesto despues que el Marques de Cañete murio se pueda labrar y que las de antes no se

puedan reponer si no fuere las que avia en tiempo del Ynga, aviendo yndios yungas que

las labren y no de otra manera.


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[Yten] Ansimesmo, reçiben notable daño y agravio en compelerlos a alquilarse para

llevar cargas, las quales llevan por todo el reyno de gran peso mas de lo que pueden

llevar [f 233v] y muchas jornadas a diferentes temples de su maturaleza. Y el averse

prohivido por leyes y çedulas de Su Magestad +, que no sean compelidos a ello y que

no las lleven aunque ellos quieran si no fuere en partes donde no puedan andar recuas

y de su voluntad y pagandoselo. Les haze y ha hecho mayor daño a causa de que no se

da orden en declarar las partes y lugares donde las han de llevar y el peso que han de

tener y la jornada que han de hazer con ellas y el preçio que le han de dar. Porque dizen

los juezes que si esto hiziesen les harian cargo en residençia de averlos permitido y asi

son compelidos a ello sin ninguna orden ni tasa.

[25] [Yten] Y devese mucho considerar que, por una parte, se pretende de refrenar el

poderio de los caçiques para que no puedan hazer tantos [al margen: Agravio en quitar a

los caçiques sus tributos] agravios a los yndios y esto ponese en execuçion para efeto de

quitarles a los caçiques mucha parte de los tributos y serviçios que los yndios les deven

para que aquello que se les quita lo den a los encomenderos de que los caçiques reçiben

agravio y tambien la comunidad porque aquello que les davan lo gastavan los caçiques

con la gente comun. Y es de creer que los caçiques se lo tomaran por otra parte y

tendranse por libres [al margen: Agravio en dar mas poder a los caçiques que de antes

tenian] de la obligaçion de gastarlo con ellos, y por esta parte, de compeler a los yndios

a alquilarse para las obras de los españoles y para la coca y para llevar cargas y para las

minas yendo a todo esto muy lexos de sus casas. Se les da, sin comparaçion, mayor

poder sobre ellos porque los caçiques son los que dan estos yndios para todo esto y ellos

embian a los que quieren. Y esta claro que los yndios les han de tener gran respeto y

miedo porque no los envien a esto en coyunturas que pierdan sus haziendas o dexen a

sus mugeres y hijos a mal recaudo y mueran o enfermen.


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[26] [Yten] De mas destos agravios que se les hazen con color de paga, reçiben otros sin

paga alguna y espeçialmente son compelidos [al margen: Agravio en hazerlo venir a

fiestas] a venir de muchas leguas a los pueblos de los españoles a çelebrar las fiestas y

regozijos que los españoles hazen las pascuas y otras fiestas prinçipales y a ençerrar los

toros y poner [f 234] las talanqueras y hazer arcos y poner [p]enca y totora y otras

yervas y flores en los reçebimientos y otros regoçijos. Y para compelerlos a hazerlo les

quitan las mantas o lo que traen en la cabeça y les hazen barrer y regar las plaças y

limpiar las calles. Ansimesmo, qualquier español o mestizo o negro los compele a [Al

margen: Agravio en hazer llevar cargas de unas partes a otras] llevar cargas de una casa

a otra y para los caminos y para que lo hagan les quitan las mantas o otras prendas y los

hazen dexar sus negoçios a que van. Y los porteros de la audiençia los compelen a llevar

las sillas de los oydores a donde quiera que van y las justiçias los compelen a llevar

cartas y otros mensages; y lo que peor es, los clerigos y religiosos de las dotrinas los

compeles a darles yndios que les sirvan y para llevar muchas cartas y mensages para so-

lo su contento y muchas vezes cargados con presentes y cosas que embian y de retorno

buelven cargados de cosas de regalo que ninguna neçesidad tenian.

[27] [Yten] Y finalmente se les han quitado sus señorios, honra y libertad y tierras,

tambos y pastos, montes y aguas y se les llevan tributos incomportables y son

compelidos a labrar las tierras que los españoles hes han tomado y las minas con color

de dezir que no las pueden labrar o no quieren. Y andan tan ocupados y trabajados y

afligidos que aunque supiesen y quisiesen entender en su dotrina y conversion no tienen

lugar para ello. Y con ver los malos tratamientos que se les hazen quieren mal a los

españoles y predicadores, siendo como es una de las cosas que conviene mucho a la

predicaçion que el predicador no sea odioso para que le crean, y lo que peor es ven que

se usa con ellos y se haze y tiene por leçito [sic] lo contrario de lo que se les predica.
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[28] [Yten] E ansimesmo reçiven mucho daño y agravio en sus conçiençias y

conversion en que sean sus juezes los saçerdotes de la dotrina [Al margen: Agravio en

que los confesores sean juezes] y los castiguen por sus delitos porque les tienen odio por

los castigos que les hazen aunque sean justos y no se osan confesar con ellos. O mas

convendria que esto no se hiziese en tanto lo que se pudiese escusar y, en espeçial, que

no condenen en pena ninguna [f 234v] de prision ni corporal a los caçiques y prinçipales

sino que quando el caso acontesiere los remitan al ordinario a lo menos que ellos lo

pidiesen.

[Yten] Porque pido y suplico a vuestras señorias provean de remedio a los que en ello

han eçedido y eçeden contra los naturales destos reynos declarandoles en lo que han

hecho mal y lo que son obligados a hazer en satisfaçion dello para que salgan del

pecado en que estan y no cometan otros semejantes. Y se quiten los estorbos e

impedimentos que ha avido en la ynstruçion y conversion de los yndios y ellos crean y

obren las cosas de nuestra santa fe catholica para lo qual etc.

Muy ilustre señor

[Yten] Los curacas prinçipales y yndios de la provinçia de los Yauyos que [al margen:

contradiçion a los corregidores] estan en la Corona real en terminos de la çiudad de Los

Reyes, dezimos que a nuestra notiçia ha venido que Vuestra Señoría ha proveido o

quiere proveer un corregidor en el dicho repartimiento y que le señala dos tomines de

cada yndio tributario de los que hallaren en el dicho repartimiento en cada un año de

salario. Y porque nosotros ni nuestros yndios no queremos ni pedimos el dicho

corregidor y si Vuestra Señoria le quiere proveer se ha de mandar pagar los salarios a

costa de Su Magestad +, pues le pagamos tributos por razon de los quales nos ha de

mantener en justiçia. Y demas de que esto es asi de derecho, Su Magestad + lo tiene

declarado por çedulas y provisiones por las quales manda que no solo no paguemos
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salario a los dichos corregidores mas man[da no] les demos comida en ninguna manera.

Y quando el Ynga ponia justiçias en las provinçias, que llamavan Tocricos, les pagava

de las rentas y depositos que en las dichas provinçias tenia. Y ya que Su Magestad + no

lo oviese de pagar, lo debrian pagar los encomenderos que en su nombre llevan los

dichos tributos y no añadirse otro nuevo tributo sobre los yndios pobres. Y si en los

reynos de Castilla pagan las çiudades los salarios de los corregidores [f 235r] pues que

ello es contra derecho es cosa conoçida que sera por conçierto que los Reyes pasados

tomarian con las dichas çiudades de que los conçejos pusiesen y nombrasen justiçias

que conoçiesen de todos los pleytos en primera instançia con lo qual descargarian de la

obligaçion que tenian. Y si las çiudades pidiesen corregidores aviendoles dado poder

para hazer la dicha eleçion es justo que pagasen el salario de los dichos corregidores o

porque ansi seria conçierto o en pena de aver dado causas para que fuese neçesario

embiar los dichos corregidores o en recompensa de averles hecho la dicha merçed que

pudiesen nombrar los dichos juezes o porque ansi abria sido costumbre la qual no pasa

de lugar ni se deve guardar en estos reynos pues son nuevamente adquiridos. Y han

estado y estan tan sujetos y con tanta humildad que a todos los naturales dellos les

pueden mandar y mandan un solo español y un clerigo o frayle y le obedeçen sin

resistençia alguna. Y asi la dicha costumbre no se ha guardado ni guarda en este reyno y

todos los corregidores que ha avido y ay en las çiudades de ellos se les paga los salarios

a costa de Su Magestad +. Y en la Nueva España, a donde ha avido y ay muchos

corregidores en los pueblos de yndios, les paga Su Magestad + el salario

de quienes ofreçimos a dar ynformaçion. Y si es neçesario nosotros nos ofreçemos a

elegir entre nosotros juezes que nos mantengan en justiçia y consentimos que si

pidieramos corregidores o juezes españoles les pagaremos los salarios.


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[Yten] Pedimos y suplicamos a Vuestra señoria no mande embiar los dichos

corregidores a costa de los yndios sobre que pedimos justiçia y para ello etc. El

Liçençiado Falcon.

Muy ilustre señor.

[Yten] Vuestra Señoría me mando diese mi pareçer por escrito cerca a lo que se deve

hazer en compeler a los yndios a que se vengan a alquilar a esta çiudad y a las demas de

españoles y en las minas para [f 235v] llevar bastimentos a ellas con presupuesto que

Vuestra Señoría haze que no es [al margen: Pareçer sobre el alquilarse los yndios] liçito

que Su Magestad dexe estos reynos y que para sustentarlos son neçesarios españoles y

que para que estos se sustenten es neçesario que aya quien les are las tierras. Y

asimesmo es neçesario que aya contrataçion entre ellos y los reynos de Castilla para que

de ellos traygan las cosas que en estos faltan. Y esto no se puede hazer si no se labran

las minas y que para ello es neçesario que los yndios lleven a ellas bastimentos por lo

qual se puede compeler a los jornaleros que se alquilen para estos dos efetos.

[Yten] Los dos presupuestos que Vuestra Señoría haze no se pueden negar; mas el

terçero de la contrataçion con los otros reynos, aunque es bueno para estos que se

labren las minas, a mi me pareçe que para esto no solo no es neçesario más ni aun

conveniente ni provechoso. Antes es muy dañoso el comerçio y contrataçion que tiene

con los de España porque se lleva alla el oro y la plata y se traen muchas cosas que los

mas dellas son dañosas y muy pocas que sean provechosas y menos que sean neçesarias.

Sino que esto no se echa de ver porque los dos reynos son de un señor y los que

tratamos dello somos españoles que todos pensamos yrnos a España y querriamos llevar

todo el oro y la plata que fuese posible. Mas, si se considerase cada reyno de por sí

como se avia de considerar y lo que conviene a los naturales y a los que han de

permaneçer en él, bien entendido está que no solo no es neçesario el presupuesto que
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vuestra Señoria pone de la contrataçion con los reynos de España; antes es dañoso y

convendría a este reyno escusarlo en todo lo que fuese posible pues en el ay todas las

cosas que son neçesarias para la vida humana y si algunas faltan, son para regalo y estas

se podran escusar o hazer aca. Y asi el provecho que viene del labrar las minas se ha de

procurar como cosa provechosa y no como neçesaria guardando la libertad a los yndios

y esto suplico.

[Yten] Pareçeme que es de dar muchas graçias a Dios que este negoçio se quiera poner

en razon y justiçia y dar en el medio aviendo venido a tanto estremo que ninguna

poblaçion ni grangeria de españoles ay para que los yndios no sean compelidos a

alquilarse. Y si esto fuese adelante de aqui a poco tiempo sera esta [f 236r] tierra de los

españoles y ninguna cosa tendran en ella los yndios ni la pueden tener ni aun la abran

menester porque todos ellos vendran a ser jornaleros y a ocuparse en trabajar en las

heredades y grangerias de los españoles.

[Yten] Y que si los yndios han de ser compelidos a ello, solo con el presupuesto que

Vuestra Señoria haze de que es neçesario para sustentar el Evangelio en esta tierra se

puede justificar.

[Yten] Porque querello justificar como algunos quieren en que estos reynos fueron

conquistados por justa guerra ningun camino lleva: ni para conquistarlos huvo derecho

ni se guardo lo que se deviera guardar segun la opinion de los que tienen que se

pudieron conquistar. Y aun que se guardara, ningun derecho de servidumbre se pudiera

pretender contra ellos pues Su Magestad + los tiene declarados por libres y mandado

que sean tratados como los demas sus vasallos libres y que no les sean tomadas sus

haziendas y mucho menos la libertad que vale mas que la hazienda.

[Yten] Y menos se puede justificar en dezir que ellos son holgazanes y que les
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conviene compelerlos a trabajar porque de más de que esto no es asi y en todas las

naçiones ay de todo, quando lo fuera aviase de remediar compeliendolos a que

trabajasen en sus propias haziendas y no a que las dexasen para entender en las nuestras

o compeler a solos los holgazanes como Su Magestad + tiene mandado.

[Yten] Asi que, pues ello se ha de justificar en sola neçesidad, esta claro que no pueden

ser compelidos mas de para aquello que fuere neçesario e de derecho. Los hombres

libres, aunque sean tributarios, no pueden ser compelidos a hazer obras algunas; ni los

labradores, como son estos, pueden ser compelidos a hazer obras en la çiudad. Y aunque

un hombre libre prometa de hazer obras o se alquile con otro para ello, no puede ser

compelido a las hazer y cumplira con pagar el ynterese porque seria espeçie de

servidumbre quanto mas compeler preçisamente a que las haga el que nunca se obliga y

que para ello dexe sus propias grangerias en que gana mas y su muger y hijos que no

tienen otra guarda sino a el. Y en lo de las minas, ninguno se hallara aver sido

compelido a trabajar en ellas ni a servir a los que en ellas trabajan [f 236v] si no fuese

por delito en que mereçiese y asi quando condenavan a ello se hazia siervo. Y

particularmente, compeler a los yndios serranos a que baxen a los llanos o entren en la

coca tierra caliente, donde ay probable peligro de muerte, no se puede hazer aunque sea

neçesario para sustentaçion de la republica. Y asi esta determinado en derecho que en

tiempo de mortandad en el qual ninguna cosa ay que mas convenga a la salud que

limpiar los pueblos de cosas de mal olor, y prinçipalmente de enterrar los muertos y

ninguno puede ser compelido a ello por vil ni baxa persona que sea. Y yo tengo relaçion

que el Ynga, aunque compelia a los yndios a servir personalmente, jamas compelia a los

serranos a baxar a los llanos ni a entrar en la coca si no fuese por delitos que mereçiese

castigo de muerte. Y asi menos razon ay de hazerlo en tiempo del prinçipe que tiene

mandado que no sirvan personalmente y que aunque ellos quieran, no los lleven a tierras
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de diferentes temples. Y que solos los holgazanes sean compelidos a alquilarse y que

aun estos no sean compelidos a yr porque está más que ocho o diez leguas de sus tierras

y se les [dé] el jornal de la yda y buelta.

[Yten] Y si tengo de dezir mi pareçer libremente, no tengo por neçesario que los yndios

sean compelidos a alquilarse. Y creo que abria muchas maneras con que la república se

pudiese sustentar mejor y a menos daño de los yndios y estas me pareçe ques justo que

se prueven: primero que se diga que es neçesario compelerlos a alquilarse cosa que no

se puede hazer con hombres libres ni aun libertos. Y suplico a Vuestra Señoría mande

advertir que no son jornaleros estos para que se pueda dezir que pueden ser compelidos

a usar sus ofiçios alquilandose sino hombres que entienden en sus haziendas y

grangerias propias. Y quando a la república conviniese, lo que mas se podria hazer con

ellos es compelillos [sic] a que labren sus tierras de manera que aya bastimentos para

los españoles y para ellos en bien propio. Y esta seria cosa façil, sino que dizen los

españoles que les han tomado sus tierras, que si los yndios solos labrasen, no podrían

ellos ganar de comer y sustentarse. Y los yndios no serian obligados a todo esto sino a

pagar los tributos que pueden y que dellos Su Magestad + dé salarios a los españoles

como Su Magestad lo tiene declarado en las nuevas ynstruçiones que ha dado para las

[f 237] conquistas. Y si esta orden no pareçe bien, podran los yndios ser compelidos a

dar los salarios que fueren menester para sustentarse los perlados y religiosos y clerigos

que son neçesarios para su conversion y dotrina y los ministros de justiçia y otras

personas que pareçiere ser neçesarias para governar y tener en justiçia a esta tierra y

hazer espaldas a los que predican el evangelio. Mas, suplico a Vuestra Señoria se

advierta que si fuese así que esta tierra esta en tanta neçesidad que para sustentarse es

neçesario que los naturales della sean compelidos a alquilarse, por ninguna via puede

ser liçito que de tierra y gente que esta en tanta neçesidad lleve Su Magestad + ni otra
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persona por él tributos para gastar en otros reynos sino solo que se ha de gastar en ellas

y en espeçial de las minas y otras obras a que los yndios son compelidos a alquilarse. Lo

qual, como esta dicho, solamente se justifica por la neçesidad que ay de que esta tierra

se sustente como Vuestra Señoria presupuso.

[Yten] Y lo que en esto se devia de aver hecho es no consentir que hayan pasado tantos

españoles a estos reynos pues no eran neçesarios ni Su Magestad + tenia en ellos con

que los poder sustentar. Y que los que estan en ellos desta manera fuesen compelidos a

se ocupar en exerçiçios en que ganasen liçitamente de comer o se bolviesen. Y no se

avian de consentir poblar los poblezuelos de españoles que de poco aca se han poblado

pues no son neçesarios para sustentar esta tierra y causan muchos daños a los yndios y

poco provecho a los españoles. Y pues sobre esto ay pleytos en la Audiençia es façil de

remediar haziendo justiçia en ello.

[Yten] Y en lo de adelante, porque quitando todos los yndios que se alquilan seria hazer

gran mudança, podriase mandar que para minas ni llevar bastimentos a ellas, ni para

hazer cosas ni labrar huertas no fuese compelido yndio alguno a alquilarse. Y que para

sembrar y coger los panes se alquilasen los que fuesen neçesarios solamente y que el

que los tuviese alquilados no los pudiese ocupar en otras cosas so graves penas y que les

pagasen por cada dia de trabajo dos tomines y de comer. Y a este respeto en otras pareçe

que menos inconviniente es que el trigo y maiz valga algo mas de lo que vale que

compler a los yndios a que se alquilen contra su voluntad y pagandoles este jornal tengo

entendido que no abria tanta denunçia de yndios [f 237v]. Y que vendran ellos a se

alquilar de su boluntad dando orden en que los caçiques no se lo ympidan. Y podrase

asimesmo dar orden en que los yndios sean compelidos a labrar las tierras y a entender

en hazer ropa y las otras grangerias que han acostumbrado hazer de manera que ellos

tengan bastimentos para ellos y para vender. Y podranse induzir a que labren minas y
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hagan yngenios de açucar y obrages de paños y otras grangerias para ellos mesmos, o en

compañias de españoles y desta manera se sustentaran las dos republicas con provecho

de todos. Mas querer que todo se haga y endereçe para solo el provecho de los

españoles con trabajo de los yndios, no es cosa que se puede sustentar ni Vuestra

Señoria ha de dar lugar a ello. Y esto me pareçe salvo la correçion de Vuestra Señoria y

de otro qualquiera que mejor lo entienda. El Licençiado Falcon.

[En la parte de abajo de la hoja, escrito al través]: Petiçion que dio en el Conçilio el

Liçençiado Falcon açerca de los agravios que se hazen a los yndios.

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