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El historiador Alfredo López Austin inventarió una buena cantidad de magos y brujos
prehispánicos, específicamente del mundo nahua. “Cuarenta clases de magos del mundo
nahua” (1967) no enlista, como advierte su autor, la totalidad de los linajes, pero sí los tipos
“más importantes” entre los que ejercían estas artes.
Tlatlacatecolos
Amplia variedad de brujos, los hombres-tecolote, que “practicaban la magia en perjuicio de los
hombres”; López Austin incluye trece variaciones en este grupo.
Eliminaba a sus víctimas ya fuese codificando mediante un ritual alimento que posteriormente
les convidaba, y morían; o recolectando su cabello y luego administrándoles, mediante este
objeto, un hechizo de muerte.
6. Teyollocuani, tecotzcuani “El que come los corazones de la gente” o “el que come las
pantorrillas de la gente”.
“Brujo que andaba de noche por las montañas echando fuego por la boca, o convertidos en fuego
mismo, para asustar a sus enemigos y así infundirles locura o muerte.
9. Nonotzale, pixe, teyolpachoani “El poseedor de conjuros”, “el dueño del depósito” o “el
opresor del corazón de la gente”,
Según Sahagún, se trataba de asesinos a sueldo, que se ataviaban con la piel del ocelote.
10. Temacpalitotí, momacpalitoti, tcpopotza cuahuiquc “el que hace danzar a la gente en la
palma de la mano”
Empleaban como instrumento una imagen de quetzalcóatl y el brazo de una mujer muerta de
parto; iban a casa de sus víctimas, las dormían, robaban, violaban a las mujeres y luego cenaban
tranquilamente.
12. Cihuanotzqui, xochihua, cihuatlatole “el que llama a la mujer”, “el que posee embrujos
para seducir” o “el dueño de palabras para la mujer”.
Preparaban una bebida de maíz que, unida a los conjuros, cambiaba los sentimientos en una
persona, de odio a amor y de amor a odio.
Los nahuales, seres esencialmente misteriosos y elusivos, tienen el poder para transformarse en
otros seres, comúnmente animales; su papel en la comunidad puede ser tanto benéfica como
maléfica.
Ataviado con las ropas del dios que representaba, se trataba de una figura particularmente
querida y respetada. Infundía salud y confianza en sus seguidores a cambio de alimentos y
vestido.
16. Teciuhtlazqui o teciuhpetthqui “El que arroja el granizo o el que vence al granizo”
Fuertes soplos y violentos movimientos de cabeza formaban parte de los conjuros habituales de
este linaje de magos del clima, cuya función era ahuyentar el granizo para proteger la siembra.
17. Ocolizehecatlazqui y cocolizmixtlazqui “El que arroja los vientos y las nubes”
Se dedicaban a espantar los vientos y las nubes que se impregnaban negativamente en el cuerpo
de los niños.
Los tlaciuhque
Se trata de “estrelleros” o “los que miran las cosas”, una suerte de adivinos que ven lo distante y
lo oculto; sortilegios, dotes intuitivos, lecturas sagradas y trances visionarios eran algunas de sus
herramientas.
20. Matlaptnlhqui “El que cuenta (a través de] los ante brazos”
Invocando fuerzas celestes y mundanas, además de frotar alguna planta sagrada entre sus manos,
se preparaba para examinar a un paciente su cuerpo utilizando para medirlo el antebrazo y
analizando la correspondencia de medidas entre este y el cuerpo del paciente.
“Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron a la primera mujer, Cipactónal, los granos que debía
arrojar para conocer la suerte de las personas.” A raíz de eso surge este linaje de magos que
veían el futuro o la suerte en la disposición de los granos previamente arrojados.
22. Atlan teittaqui, atlan tlacbixqui (que usa granos de maíz) “El que ve en el agua a la gente”
Utilizaban el agua como medio para determinar si un niño había perdido su tonalli o la gravedad
y procedencia de una enfermedad en el paciente.
25. Mecatla ponhqui “El que cuenta [el significado de] los cordeles”
“Ataba sus cuerdas en presencia del enfermo y luego tiraba fuertemente de ellas”; si estas se
desataban, sanaría, si en cambio se hacían nudos, quizá moriría.
El adivino medía con una paja al enfermo y así descifraba su verdadero estado.
Se encargaba de, por medio de su serpiente, descubrir a aquel que hubiese cometido un delito,
por ejemplo el rapto de una persona.
28. Tlaponhqui, tonalpouhqui “El que cuenta las cosas o el que cuenta el destino”.
Una figura compleja y muy rica, “sin duda alguna, el adivino de mayor importancia, puesto que
su labor está relacionada con todos los actos im portantes de la vida del hombre”. Este linaje de
sacerdotes poseían e interpretaban los libros sagrados del destino, los tonalámatl.
29. Temiquiximati, temicmzmictiani “El cono cedor de los sueños o el intérprete de los
sueños”
Con frecuencia se les cita interpretando los sueños de los señores y, a diferencia de los
anteriores, ellos se basaban no en los tonalámatl, sino en los libros de los sueños, los temicámatl.
Los titici
Una suerte de médicos que combatían las enfermedades vía recursos mágicos, sin que las
enfermedades enfermedades apelaran necesariamente a un carácter sobrenatural.
30. Tetonalmacani, tetonaltiqui, tetonallaiqui “El que da el tonalli a la gente o el que asienta el
tonalli en la gente”
Regresaban el tonalli (algo así como el aliento vital) al cuerpo del enfermo, por medio de
conjuros y, en ocasiones, luego de atraerlo a un recipiente con agua, lo esparcía sobre el paciente
con la boca.
31. Tcapahtiani “El que anula la curación a la gente o el que contrarresta a la gente un veneno
que se le ha dado”.
Extraía el tonalli nocivo inducido por error en un niño y, tal vez, también se encargaba de
ahuyentar algún hechizo perjudicial.
Producía sangrías en el cuerpo del paciente o, en otros casos, simplemente hacía trazos sobre su
cuerpo o su cabeza (a veces en forma de serpiente enroscada).
Rociaba y frotaba al enfermo con estafiate y luego “extraía” objetos del cuerpo del enfermo, que
presuntamente eran la materialización de sus enfermedades.
34. Techichinani “El que chupa a la gente”
También empleando el estafiate o iztáuhyatl, succionaba la parte adolorida y extraía los males
materializados en objetos.
Con un torniquete o liga frenaban la propagación del veneno, aplicaban tabaco sobre el piquete,
y luego hacían representaciones actuadas de la diosa Xochiquétzal (aludiendo a un mito
pertinente).
37. Teiczaliztli “El que cura por teiczaliztli (acción de pisar a la gente)”
Calentaba las plantas de sus pies hasta experimentar dolor y luego caminaba sobre la espalda del
enfermo, mientras pronunciaba las fórmulas mágicas.
Transmitía, mediante su aliento, energía vital al paciente; para lograrlo invocaba al señor del
viento, Ehecatéotl.
Personajes que no realizan actos mágicos como oficio, pero que usan su conocimiento de
fórmulas y procedimientos para su propio beneficio. “Como ejemplos pueden citarse el de los
caminantes, que invocan a las fuerzas sobrenaturales propicias y deprecan a las nocivas antes de
iniciar el viaje; el de los cazadores, el de los recolectores de miel, el de los leñadores, el de los
pescadores, que usan fórmulas mágicas para realizar en forma más productiva sus labores coti-
dianas”