En la década de 1990, la argentina continúo el proceso de
transformación económica, política y social que se había iniciado
con la última dictadura militar. La profundización de las políticas neoliberales sumieron al país en un contexto de inactividad productiva, pobreza y desempleo, que estallo finalmente con la crisis del 2001.
El estado neoliberal implico el fin del rol del estado como
planificación de la economía, asi como el traspaso de empresas públicas a manos privadas.
El gobierno de Carlos Menem (1989-1999) continúo
profundizando las políticas neoliberales. Muchas de las leyes abrieron varios procesos, como:
Apertura de la economía nacional
Flexibilización de las condiciones de trabajo Plan de privatizaciones Transferencia de servicios públicos a las provincias Disminución del gasto publico
Desde los medios de comunicación se instalo la idea de que el
estado era un mal administrador y que sus empresas generaban perdidas. Por ello, las críticas al proceso de privatización apuntaron a cuestiones como la modificación de las condiciones pactadas, la ausencia de marcos regulatorios y la inacción del estado ante la falta de cumplimiento de las empresas.
Al igual que los empleados públicos luego de las privatizaciones,
miles de trabajadores industriales quedaron sin trabajo. Por otra parte, existió un proceso paralelo de extranjerización de la economía y concentración de la propiedad industrial y agropecuaria.
Hasta 1994, las inversiones se centraron en las privatizaciones de
empresas públicas y, desde 1995, se orientaron a las industrias automotriz y alimentaria, hipermercados y entretenimientos, y recursos naturales, como minería, agricultura, ganadería y forestación.
Durante la etapa de industrialización por sustitución de
importaciones creció la clase media, como un reflejo del mercado interno en desarrollo. El empleo formal era muy elevado y el empleo informal bastante reducido.
Con la ley de flexibilización laboral, se intento frenar el
desempleo a partir de la reducción de los gastos laborales. Esta medida no contribuyo s generar nuevos empleos, sino que, por el contrario, precarizo la situación de los empleados.
Entre 1998 y 2002, se desato la mayor crisis económica de la
Argentina, conocida como la crisis del 2001. Los años de sobreevaluación del peso condujeron a la falta de competitividad de los productos argentinos y, por lo tanto, a la reducción de la demanda de mano de obra.
Argentina, octubre del 2001, el gobierno de la alianza es
derrotado en las elecciones legislativas. El presidente de la rúa desoye las demandas de cambio.
En dos años de gestión, sus promesas de centroizquierda han
sido reemplazadas por los planes de FMI, continuidad del gobierno de Carlos Menem. A principios de diciembre de 2001, el sistema financiero colapso. La paralización de las actividades productivas genero un estallido social a partir del 19 de diciembre.
Millones de pobres y desocupados, hubo una fuga masiva de
capitales, los bancos bloquearon los depósitos, se agravó la crisis.
El 19 de diciembre el presidente decreto el estado de receso.
Todo el pueblo salió con cacerolas exigiendo la renuncia del gobierno. Cuando el país parecía hundido estallo la insurrección, el pueblo hizo sonar las cacerolas y se movieron por los barrios y los bancos, pero hubo resistencia por parte del gobierno, tiraron bombas de gas, dispararon al pueblo.
El 20 de diciembre se seguía reprimiendo, se llevaban a la gente,
les daban golpes a las personas con todo tipo de armas. La represión no puede desalojar plaza de mayo, a pesar de todo lo que pasaba la gente seguía resistiendo. Cientos de ciudadanos se sumaron a la protesta, trabajadores, amas de casa, empleados, jubilados y estudiantes, herederos de aquellos que por décadas habían desafiado dictaduras y persecuciones, soportando ajustes, y en democracia traicionados. Nadie entendía como en una tierra tan rica se pasaba tanta hambre, el país había sido devastado por un nuevo tipo de agresión, ejecutada en paz y democracia, una violencia cotidiana, dejaba muchas víctimas sociales, hubo más emigrados muertos que en los terrorismos de estado y la guerra de Malvinas.
El 20 de diciembre de 2001, llego el helicóptero a la casa rosada,
pero todavía se seguía reprimiendo en las calles, el presidente renuncio y se fue en helicóptero, dejo 34 muertos. Fue la primera victoria argentina contra la globalización, el pueblo estaba unido, salieron a la calle a festejar. Luego de la crisis, una gran parte de la sociedad quedo sumergida en el desempleo y la exclusión social. El presidente reemplazante, Duhalde, decidió entregar bonos a los ahorraristas, devaluar la moneda e iniciar un intento de recuperación de la actividad productiva.
Ante la crisis y el hambre, millones de personas iniciaron
emprendimientos de distinto tipo, que significaron una solución transitoria para muchas familias. De esta manera, se crearon cooperativas y hogares que brindaban ayuda y asistencia alimenticia a chicos y ancianos de los sectores más vulnerables.
El aumento de la pobreza provoco que muchas personas
tuvieran que administrar lo poco que tenían para sobrevivir. Fue en este contexto que surgieron los llamados clubes del trueque. El objetivo de estos centros de encuentro era el intercambio de bienes y servicios, sin más motivo que la imposibilidad de adquirirlos mediante la moneda corriente.
Personas y familias enteras buscando alimento, cartones y
cualquier material posible de vender se veían en los barros de clase media y alta de las principales ciudades.
La crisis del 2001 impacto más que cualquier otra crisis en
Argentina. La existencia previa de planes sociales no logro abarcar la totalidad y la complejidad de las situaciones sociales que se generaron. Así, luego de la crisis, el estado debió reforzar los planes que ayudaran a la alimentación, la salud, la vivienda, la educación y el empleo, en los sectores sociales mas afectados.
Si bien estos planes son pensados para paliar una situación
puntual, muchas veces no llegan a atender las necesidades de los más perjudicados por tal situación. Por otra parte, los planes no generan una salida a la situación de emergencia y, por lo tanto, la asistencia perdura en el tiempo.