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SEMINARIO MAYOR SAN PEDRO APÓSTOL

II DE FILOSOFÍA
FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN
GIAN CARLO MUÑOZ QUICENO
Punto de convergencia
A lo largo de la historia se ha observado el rol desarrollado por las instituciones religiosas
y el de la ciencia en aras de develar la verdad por la que toda la existencia humana tiene
sentido. Es preciso afirmar que esta segunda postura positivista surge como la
contraparte de los postulados permeados por la fe; así que al situarse en alguno de estos
dos pilares se evidencia un compendio de contribuciones desde el lado argumentador,
pero se observa que la antítesis profiere errores o afirmaciones incompletas que
imposibilitan la consecución del objetivo inicial, es decir, la verdad. De esta forma, se
plantea el interrogante, ¿es posible encontrar un punto de convergencia entre estas dos
posturas con el fin de trabajar mancomunadamente por el mismo objetivo?
Al pretender responder a la pregunta anterior, es preciso situarse en ambos pilares para
observar sus contribuciones y déficits, permitiendo el análisis de sus puntos de vista en
común y encontrar su convergencia.
En primer lugar, la religión, vislumbrada como la relación natural del hombre con el ser
trascendental y absoluto como un aspecto relevante en los humanos quienes para
alcanzar la perfección de este ser divino, desarrolla sus capacidades, opta por el orden
en su vida, y por consiguiente la felicidad. De igual forma, se conoce que muchas
personas experimentan efectos en su vida influenciados por la creencia en una deidad
(James, 1994), puesto que al haber sufrido una enfermedad y la pérdida del sentido de
su existir, recuperaron su buena salud y su capacidad de optar por la alegría por medio
de esta fuerza espiritual. Además de los postulados de la experiencia cotidiana de las
personas, la religión establece la teoría del origen y el culmen de todo lo visto y pensado
como obra de un ser divino, creador, perfecto y eterno, contenida en un libro sagrado.
Sin embargo, en el pasado, específicamente en la edad media, era evidente la existencia
de Dios y todas las personas debían considerarla como una verdad indiscutible. De esta
forma, muchos filósofos y religiosos plantearon teorías en pro a esta premisa verdadera,
generando un espacio de educación en la fe, aun cuando no se diera apertura a la crítica.
No obstante, en esta etapa de la historia se evidencia un aspecto relevante denominado
(Taylor, 2009) la secularización que refiere al cambio de una sociedad en donde la
creencia en Dios pasa de ser un hecho sin discusión a convertirse en una opción entre
otras, incluso considerándose una alternativa difícil de aceptar.
Así que, en la actualidad son más debatidos los aspectos doctrinales de las religiones,
permitiendo la intervención de la ciencia que establece el origen y desarrollo del universo
sin necesidad de un creador. De esta forma, hipotesis como la evolución del hombre y la
selección natural de Charles Darwin, la teoría del Big Bang de Alan Guth, el Estado
estacionario de Herman Bondi, Thomas Gold y Fred Hoyle al igual que la propuesta del
universo oscilante de Richard Tolman ha influenciado en la vida de las personas,
generando un pensamiento crítico que permite el surgimiento de nuevas síntesis
referentes a este tema discutido.
Pese a la influencia científica que pretende comprobar, mediante su propio método, cada
hipotesis para establecer premisas verdaderas, dentro de los campos religiosos ha
surgido filósofos racionalistas y científicos que contribuyen en la profundización de esta
problemática; entre estos, George Lemaitre, sacerdote belga quien propuso
primeramente la teoría de la expansión del universo (Gamow, 2004, pág. 23) que él
denominó el átomo primitivo, explica el origen del cosmos de manera científica, pero
permitiendo la opinión cristiana del creador, puesto que al profundizar en la primera
causalidad de su teoría es posible afirmar que alguien tuvo que generar esa causa que
da inicio a la expansión, es decir, un ser increado.
De modo que, es posible afirmar que la diferencia entre la ciencia y la religión no es
totalmente clara, pues al observar la estructura científica, se compone de seres humanos
que divagan en las teorías que les permite alcanzar el conocimiento de todas las cosas
existentes, culminando en la confianza en un ente supremo que permite a la humanidad
evidenciar con claridad lo que otros se niegan a vislumbras, es decir que la ciencia es el
dios de los científicos. Por otro lado, la religión busca conocer la verdad que dará la
plenitud a las personas que la alcancen, así todo creyente opta por Dios, o el ser divino
de cada la religión, quien les revela el camino para lograr el objetivo, aunque muchos
nieguen esta experiencia de fe y razón.
En conclusión, estos dos pilares observan el universo desde un distinto punto de vista,
usando distintos métodos, aun cuando la religión se apoya en ocasiones de la ciencia y
algunos científicos dan por hecho que existen realidades sin comprobación a través de
la ciencia y que se debe juzgar por medio de la fe, y postulando sus teorías permeadas
de sus análisis de todo lo existente. Es posible observar que su trabajo de investigación
se relaciona al concretar su objetivo final, pues “todos los hombres tienen naturalmente
el deseo de saber” (Aristóteles), aplicando la ciencia o prefiriendo la fe y la razón, el ser
humano optará por develar la verdad de las cosas existentes.
Bibliografía
Aristóteles. (n.d.). Metafísica.

Gamow, G. (2004). The creation of the universe. New York: Courier corporation.

James, W. (1994). Las variedades de la experiencia religiosa. Barcelona: Ediciones península.

Taylor, C. (2009). A secular age. Estados Unidos: Harvard University Press.

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