Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
2
Creditos
Moderadoras
Axcia y Mona
3 Traductoras
Nelly Vanessa Diana Gtz Feña Miau
Niki26 Fmaryd Loby Gamez
a_mac Kyda Any Diaz
ChiviSil Né Farrow Crys
Pachi15 Abby Galines Annabrch
Axcia Jane Boom
Meme pistols bluedelacour Agus901
Valalele sunset Malu_12
Correctoras
Kuami Mona
Viriviri PepitaCPollo
Just Jen Bibliotecaria70
Loby Gamez Meli Eli
Diseño
Aria
Indice
Sinopsis Ky
Prólogo Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
4 Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Ky
Eden Eden
Ky Epílogo
Eden Próximamente
Ky Sobre la autora
Eden
Sinopsis
S
abía el momento exacto en que me había convertido una chica
“sí”.
16 de diciembre, la noche de un invierno frío, hace cuatro
años.
La noche en que mi inocencia fue robada, la noche en que cometí el
error de decir que no —un error que nunca haré de nuevo.
El sueño de un 'felices para siempre' ahora era un mito bajo llave. Me
5 prometí a mí misma que nunca volvería al lugar de mi peor pesadilla, que
nunca dejaría que nadie se acerque, pero por otra parte, nunca pensé que
conocería a alguien como él.
El intenso, seguro y hermoso Ky Crawford.
Yo no tenía planes de convertirme en el príncipe azul alguien.
No podía serlo. Me negaba a serlo. Mi plan era simple—hacer lo que sea
necesario para corregir mi error más grande, mi único pesar que ahora
controla mi vida.
Estaba en el camino. Tenía planes, pero luego todo cambió cuando la
vi, la chica de la chaqueta roja, la chica que me dijeron que no podía decir
no.
La reservada pero impresionante Eden Rivers.
Una chica que no puede decir no.
Un tipo que anhela la redención.
¿Un encuentro casual?
Todo se reduce a esto.
Una pregunta.
Un mes.
¿Se mi diciembre?
Prologo
Cuatro años antes…
—¡D tembloroso
ije que no Jeremy!
El sonido débil y suplicante de mi voz no ofrecía a mi
cuerpo una sola pieza de la anhelada
desesperadamente fuerza. La piel de mi brazo quemaba
6 bajo su dominante agarre y apenas podía seguir el ritmo de sus amplios
pasos a través de los terrenos vacíos de la universidad. En un momento juro
que mis pies ni siquiera tocaban el suelo de grava.
—Hombre, ¿a dónde vas?
La voz de un salvador resonó a través del aire helado y dejamos de
movernos. Seguridad estaba cerca. Un rayo de esperanza me golpeó
mientras mis ojos se movían alrededor de la oscuridad tratando de distinguir
quién venía en mi ayuda.
—Ayúdenme —Me atraganté, mi voz se perdió en la severa frialdad a
mi alrededor.
—Cierra la boca —gruñó Jeremy Davis y apretó su amenazante agarre
en mi brazo—. Solo nos dirigimos a la residencia de estudiantes para tomar
un poco más de alcohol, estaremos de regreso en la fiesta pronto —dijo en
voz alta, su voz tranquila y demasiado convincente.
Nos quedamos quietos, esperando el próximo movimiento de mi
salvador. Recé a todos los dioses que había, que él se ofrecería a ayudar,
que iba a acercarse y ser capaz de hacer que me fuera, pero permaneció en
las sombras, simplemente una voz lejana.
—Por favor, déjame ir —le rogué y mi corazón se hundió mientras mi
salvador desapareció en el oscuro cielo nocturno.
La temperatura decreciente de diciembre en Nueva York era la menor
de mis preocupaciones mientras el viento se arremolinaba alrededor de mis
hombros desnudos, ferozmente cortando mi carne. Cada palabra que
farfullé con los dientes apretados estaba mezclada con el miedo puro.
¿Dónde estaba la terca, fuerte y muy resistente Eden Rivers quien había
entrado por las puertas de su primera fiesta de la cerveza hace solo unas
horas?
Me tropecé con el tacón de la bota mientras manos posesivas
empujaban bruscamente mi espalda cuando empezamos a movernos. Subí
las escaleras hacia los dormitorios con tal intensidad que mi cabello largo y
oscuro azotaba fuertemente alrededor de mi cara. En el momento en que me
empujaron por la puerta, mis ojos se desesperaron por adaptarse a la
oscuridad de la habitación, rebotaron alrededor de las cuatro paredes que
me rodeaban. El resplandor de la luz de la calle iluminaba brevemente la
habitación, pero me hubiera gustado que no hubiera luz en absoluto. Mi
respiración superficial y los gruñidos del hombre que se dirigió hacia mí
como un animal poseído rompieron el silencio. Un escalofrío aterrador cayó
7 en cascadas por mi espalda mientras la realidad me golpeó en el pecho y
pronto estaba de espaldas contra la pared del fondo sin escapatoria. Su
rostro era brutal, sangre fría y maldad. Mis ojos se cerraron mientras sus
manos me maltrataron, corriendo sobre mis pechos, por mis costados y
pronto hurgando en los confines de mi ropa interior. Empujé contra su
amplio pecho con toda la fuerza que pude reunir, pero fue inútil y apenas
se movió.
—¡No! ¡No! ¡No! —grité una y otra vez, tan fuerte que mi voz se hizo
ronca y apenas audible. El instinto de supervivencia se hizo presente y mis
uñas rasguñaron su cara y mi cuerpo daba golpes en lucha pura.
Un feroz golpe a mi mejilla izquierda robó el aire de mis pulmones y mi
boca fue invadida por el sabor metálico de la sangre. Mi visión al instante
fue borrosa y me balanceaba de pie.
—¡Ese va a ser el mayor error de tu puta vida Edén! Un gran puto error
—dijo Jeremy entre dientes, su saliva golpea mi cara y me trae de vuelta a
la realidad.
En los minutos que siguieron, mientras el mundo perfecto que conocía
fue destruido, dejé de existir como Eden Rivers. Con el desgarro cruel de mi
ropa interior quitada de mi cuerpo y el dolor de un millar de cuchillos
clavándose en la parte más sagrada de mi cuerpo, el único lugar que nadie
había estado antes, todo desapareció a mí alrededor y desaparecí en la
oscuridad mientras un golpe tras otro rompió dentro de mí.
A partir de ese momento, me convertiría en una “chica sí”, diciéndome
que no parecía ser la peor decisión que había tomado.
KY
—T
endré taaaaaaaaaan húmedo mi pene esta noche.
¿Qué carajos?
Puse los ojos en blanco con exageración por la
admisión de la obsesión de vaginas de mi hermano
mientras entraba en mi apartamento como si malditamente poseyera el
lugar. Los cagados viernes por la tarde estaban sucediendo por todo el lugar
8 en el trabajo por lo que a las dos había salido de la oficina y decidido escapar
a mi apartamento para conseguir hacer un poco de trabajo muy necesario,
bueno, hasta que Josh decidió aparecer. Mi asistente se había ido a casa
enferma al principio del día, el departamento de marketing había jodido los
anuncios para el próximo número, y había un montaje con el tema de Los
Ángeles en la oficina que tendría que ordenar y ahora estaba tratando con
mi obsesionado hermano.
—¿Sueltas líneas como esa sin embargo y todavía te preguntas por qué
mamá te cuestiona el que estés solo? —le disparé mientras me ponía de pie
del sillón y me dirigía hacia la cocina.
—Amigo, tú y yo sabemos que solo es lo que mejor sabemos hacer.
Mi profunda risa rebotó en las paredes de color crema de mi
apartamento en el decimotercer piso, con las paredes alineadas con
fotografías abstractas en blanco y negro de las principales ciudades de todo
el mundo incluyendo París, Sydney, Nueva York y Londres. Mi trabajo en
Publicaciones Anderson me permitía deleitarme con el escapismo, viajando
y trabajando obscenamente largas horas. Me proporcionaba la distracción
que necesitaba y le permitía a mi jodida cabeza un momento de paz de las
lamentaciones que constantemente me perseguían.
Mi vida había sido un torbellino desde que empecé a trabajar en
Publicaciones Anderson.
Publicaciones Anderson era una editorial de renombre internacional,
fundada por el mejor amigo de mi padre, Roger Anderson, un hombre que,
sin duda, me había salvado más veces de las que nunca sabría.
13 —¿Qué demonios fue eso? —Ashlyn disparó con diversión, sus ojos se
encontraron con los míos—. Sé que ha pasado un tiempo entre folladas pero
mierda, esa era desesperación si alguna vez la había visto. Estoy orgullosa
de ti por mantener tu pene en tus pantalones.
—Podemos al menos tener una copa en nuestros sistemas antes de
comenzar a discutir la falta de acción que mi pene ha tenido últimamente.
—Me reí cuando me volví a la barra para hablarle al camarero que nos
atendía.
Mientras esperaba las bebidas, toqué la barra con los dedos y tarareé
junto a unas cuarenta personas una canción al azar que vibraba a través
del lugar.
Mi paciencia flaqueó. Justo cuando estaba a punto de cancelar la orden
y volver a casa, un destello de color rojo captó fuertemente mi atención. A
través del mar de hombres y mujeres vestidos en ropa interior, mis ojos
siguieron a cada paso a la impresionante morena. El reconocimiento
instantáneo brilló dentro de mí, y respiré inestablemente y aguda en el
momento en que se dio la vuelta y vi su rostro.
No podía ser.
Me di la vuelta y apoyé mi espalda contra la barra dejándome perder
en la visión ante mí. Mis ojos, llenos de intriga y lujuria, corrieron a lo largo
de su cuerpo varias veces; ella estaba vestida con vaqueros ajustados que
abrazaban sus curvas como una segunda piel y que me hizo doler en mis
pantalones y la chaqueta roja que llevaba puesta se abría tan sutilmente
que permitía una visión de sus tentadores senos. Me quedé completamente
cautivado cuando tomé todo lo relacionado con la chica de la chaqueta roja.
Mientras ella esquivaba y tejía su camino a través de la multitud, sus
grandes ojos miraron por la habitación. Rizos sueltos cayeron sobre su
hombro y se balancearon sobre la mitad de su espalda. Se veía tan fuera de
lugar entre las mujeres en ropa interior que me rodeaban, sin embargo, ella
era la única que sostenía mi atención.
—Eden Rivers.
El sonido de la admisión de Ashlyn, rompió mi atención de mi nueva
obsesión para la noche y levanté una ceja en pregunta. —¿Qué dijiste?
—La chica que estás mirando es Eden Rivers. —La sonrisa que
adornaba el rostro de Ashlyn era magnífica, y me tomó un momento darme
cuenta de que estaba sosteniendo mi cerveza. Agarré la cerveza y la llevé a
14 mis labios desesperado por algo que me calmara.
Eden Rivers.
—Mierda.
Sabía exactamente quién era.
Edem
D
urante los últimos cuatro años he pensado en mí como una
contradicción andante. Un enigma de la creencia de la
sociedad de lo que una mujer de veinticuatro años debe
ser. Soy Eden Rivers; hija, mejor amiga, superviviente y esta noche, una
15 noche de noviembre fría en la ciudad de Nueva York, me puse mi mejor
máscara y me había convertido en la chica de la fiesta con quién todo el
mundo debería estar en su cumpleaños veinticuatro.
Mi mejor amiga Tori y yo acabábamos de pasar cuatro días
conduciendo a través del país, deteniéndonos en todas las paradas cliché de
la carretera, tomando fotos delante de señales inadecuadas y puntos de
referencia, cantando fuera de tono éxitos de los años ochenta y comiendo
demasiada basura, pero la diversión casi se había disuelto en un pozo
ardiente de tormento no deseado en el momento en que cruzamos la frontera
del estado de Nueva York. Ahora estaba de vuelta en la ciudad que me había
prometido nunca volver a pisar.
Durante los últimos cuatro años, había creado una manta de seguridad
en San Francisco. Mi vida giraba en torno a tomar fotos y a perderme en el
escape que me proporcionaba. La mayoría de mis horas conscientes las
pasaba escondida detrás de una lente o sentada en mi escritorio con vista a
la bahía de San Francisco editando esas fotos. Lo que más me gustaba era
que la fotografía podía crear un mundo diferente, un escenario distinto, con
solo unos pocos clics de un botón. Era mi consuelo y las cientos de fotos
que tomaba eran mi terapia. Esconderme detrás de mi portátil y de una
cámara me permitía apagar el temor de ser empujada a una situación sobre
la que no tenía control. El control era ahora todo para mí, era como el aire
en mis pulmones, el latido de mi corazón, y lo necesitaba para sobrevivir.
Controlaba mi vida y a la gente le permitía estar cerca de mí con un escudo
tan fuerte. Lo necesitaba. Era crucial para mi capacidad de funcionar y me
permitía crear un mundo que me dejaba encontrar un propósito. Se me
permitía ser quienquiera que quisiera ser, cuando tenía que ser otra
persona. La parte más aterradora de mi nueva vida era que no tenía
absolutamente ninguna idea de quién era exactamente. ¿Quién era Eden
Rivers?
Fingir ser otra persona era cómo sobrevivía, y parecía estar
funcionando por ahora. La mejor parte era que me permitía ir por la vida
como un lienzo en blanco, transformando lo que quería ser cuando surgía
la necesidad y esta noche tengo que sacar la artillería pesada, esta noche
estaba de vuelta en la ciudad de Nueva York, estaba de vuelta en el territorio
de las pesadillas y tenía que dar la impresión de que estaba teniendo un
maldito buen momento.
Entramos por las puertas dobles de Delights, que era descrito en línea
como un club de caballeros con strippers de clase alta y chicas vestidas
como en Victoria Secret’s a tu entera disposición y llamada. Sería el lugar
16 perfecto para escapar por unas horas, porque qué hombre me prestaría
atención cuando había rubias de grandes pechos y morenas sensuales
vestidas de lencería cara justo a su alcance.
—¿No estás contenta de haber venido esta noche? —preguntó Tori
emocionada, golpeando su cadera contra la mía en el proceso—. ¡Tenemos
mucho que celebrar Eden! Mi chica tiene veinticuatro y hay muchas
posibilidades de que estés rodeada de atractivas estrellas de rock por las
próximas semanas. Tengo la sensación de que alguien echará un polvo.
Ahh sí, la misma razón por la que había vuelto y no, no tenía nada que
ver con la promesa de echar un polvo, para gran frustración de Tori.
Ocurrió hace tres semanas, cuando estaba en mi carrera de la mañana
a lo largo de Pier 39. El frío y despejado aire otoñal de San Francisco cubrió
mi cuerpo y mi mente estaba planeando afanosamente mi día por delante
que incluía dos sesiones de fotos para un diseñador de moda local. Mientras
me detenía, encorvada, jadeando por aire, recibí un correo electrónico. Con
el asunto: Solicitud de reunión. En el momento en que lo abrí, la burbuja
que había creado para mí en San Francisco rápidamente comenzó a
desinflarse a mí alrededor. Había leído el correo electrónico más veces de las
que podría contar. Las palabras: queremos que usted; talento increíble;
bandas de rock; nuestra revista, eran palabras que sobresalían, palabras
que se apoderaron de mi atención. Era una oferta que era tan poco realista
que no creía que fuera real. Este tipo de oportunidad tenía el potencial para
cambiar mi vida. Todavía no entendía cómo habían llegado a ver mi trabajo,
pero sabía que el boca a boca era moneda corriente en esta industria, así
que supuse que era de alguien que había trabajado conmigo en el pasado.
Entonces, ¿era la oportunidad de cambio de vida que me ofrecía la razón
por la cual había ido en contra de todo lo que me había prometido y vuelto
a mi pesadilla? Bueno, era la oportunidad de tomar fotos para la portada y
editorial de una revista de música líder que llevaría mi fotografía a nivel
mundial.
Publicaciones Anderson era conocida en todas partes. Demonios, había
sido fan de muchas de sus revistas y había pasado mucho tiempo
relajándome en la bañera con un vaso de vino y su último número, el hecho
de que me quisieran era inimaginable. La revista para la que ellos me
quisieron era Bangs and Beats, qué sorpresa, sorpresa, estaba ubicada en
Nueva York… en el lugar que prometí que nunca volvería.
Así que aquí estaba yo, en medio de un club de caballeros en las
entrañas de la ciudad de Nueva York con una reunión reservada para la
17 semana siguiente porque no podía decir que no y tenía a mi mejor amiga
que me había dicho que sería estúpido rechazar la oferta que se me había
dado.
La historia de mi vida.
Me quedé con ansiedad junto a Tori, encerrada por la seguridad de las
mujeres que hacían alarde de los cuerpos con los que habían sido
bendecidas y de los hombres cuyos hambrientos ojos estaban fijos en todas
las demás mujeres excepto nosotras. Suspiré con alivio. La tensión en mis
hombros se escapó. Dos cosas sobre este lugar ofrecían la seguridad que
necesitaba. La primera, saber que era la mujer más vestida del lugar y la
segunda, que los hombres con este tipo de dinero solo notaban a las mujeres
que agitaban sus mercancías en sus rostros. Sí, esta era mi red de
seguridad, y era la razón por la que nosotras frecuentábamos clubs muy
exclusivos o de strippers cuando queríamos una noche en la ciudad. Este
tipo de establecimientos me ofrecía la oportunidad de desaparecer en las
sombras y no me permitía entrar en una situación en la que no pudiera
controlar el resultado. Gracias a Dios que tenía una mejor amiga a la que le
gustaba ir de fiesta sin importar dónde estuviera.
—¿Sabes qué? Creo que es hora de dejar mi cabello suelto. —Incluso
oír que dejé salir esas palabras de mis labios me hizo estremecer en estado
de shock. Era mi maldito cumpleaños y se me debería permitir celebrar. Sí,
era mi noche—. Sin embargo, eso sin duda no dice que estoy buscando sexo.
Sabes que no lo hago.
—¡Qué! —gritó lo suficientemente alto como para ser escuchada sobre
el golpe fuerte del bajo saliendo de los altavoces que nos rodeaban—. ¿Eden
Rivers se dejará el cabello suelto?
—¡Vete a la mierda! —Me reí profundamente, dándole gracias a mi
buena estrella de que no mencionara nada sobre que no me acostaba con
nadie. Envolví mi brazo alrededor de la chica que sabía cada secreto oscuro
y profundo que había en la vida de Eden Rivers y fui en dirección a la barra
principal.
Mis ojos revisaron el lugar, sobre todo centrándome en los clientes que
me rodeaban. Hombres en trajes con su riqueza mostrada con claridad
ocupaban las mesas de caoba y sillas profundas mientras sus labios
tomaban el sabor del whisky caro y sus ojos se oscurecían con lujuria.
Las mujeres me rodeaban, vestidas con ropa interior de alta clase,
18 maquillaje impecable y cabello perfectamente cuidado, dándoles a los
hombres exactamente lo que querían; eran la presa perfecta para los leones
esperando entre bastidores. Este era sin duda el lugar perfecto para celebrar
mi cumpleaños. Otro año, otra oportunidad de tratar de averiguar quién
diablos era.
Luchaba todos los días con la idea de ser la chica que pensaba que
tenía que ser y la chica que ahora era. La vida que he vivido nunca se
compararía a la vida que creía que tendría a la edad de veinticuatro. ¿No
debería tener un título universitario, estar abierta a una relación de amor y
vivir una vida sin pánico o restricciones constantes? No. Esa vida me fue
arrancada hace cuatro años. 16 de diciembre. La noche en que Jeremy Davis
decidió que no merecía una opción, que era puramente un pedazo de carne
que asumió que podía devorar en una habitación de residencia universitaria
con poca luz. Fue esa noche que arrancó mi inocencia lejos de mí sin mi
consentimiento ni consideración.
Hoy vivía la vida de Eden Rivers, la chica con una sonrisa plasmada en
su rostro mientras su corazón moría con un recuerdo a la vez, la chica que
decía que sí a todo pedido por temor a las consecuencias de decir no, la que
se hacía pasar por otra persona en cada oportunidad que tenía. No sentía
ningún orgullo de ser una chica sí, pero no había absolutamente nada que
pudiera hacer al respecto. Decir sí me mantenía a salvo, me conservaba en
un capullo apretado en el que podía apagar todas las emociones que me
estaban ahogando. Era una simple palabra que ni siquiera significaba algo
para mí.
—¿Quién eres esta noche? —preguntó a mi lado la voz inquisitiva de
Tori, levantando una de sus cejas perfectamente arregladas en mi dirección.
Me conocía demasiado bien. Esta era la pregunta que sabía que haría, era
una pregunta que hacía cada vez que dejábamos nuestro apartamento para
salir de noche. Di otra mirada alrededor de la barra, lo que permitió que mi
cerebro se desplazara a través de los muchos rostros de Eden Rivers.
Me volví hacia ella, con una sonrisa del tamaño del Gran Cañón
extendida sobre mi rostro. En el personaje con el que iría. —Soy Kellie,
profesora de Chicago y estoy en la ciudad por el fin de semana con mi mejor
amiga para celebrar mi cumpleaños.
—Kellie será.
—Ahora que discutimos mi alter—ego, ¿vamos a ir a buscar la bebida
alcohólica más colorida y estúpida que podamos ordenar y a empujar
19 billetes de un dólar en las bragas de mujeres dispuestas? —Me guiñó un ojo
sugestivamente—. Kellie quiere tener un poco de diversión.
La risa contagiosa de Tori sonó a nuestro alrededor, proporcionándome
el estímulo que necesitaba y matando los nervios que pululaban en mi
interior. Podía hacer eso. Ella pasó un brazo alrededor de mi cintura
mientras caminábamos a través de la palpitante multitud y nos dirigíamos
hacia la esquina del bar donde las luces estaban bajas y la música era suave.
Saqué uno de los taburetes vacíos de la barra y tomamos asiento, de
inmediato acaparando la carta de cocteles.
El aire a mi alrededor se llenó de sonido, la música resonaba en el bar
cuando el primer show de la noche comenzaba. El profundo latido del bajo
palpitaba a través de mi cuerpo, haciendo sonar todos mis huesos. Miré
rápidamente hacia el escenario cómo una sensual pelirroja vestida con
lencería color morado oscuro se pavoneaba en el escenario. Magnífica
lencería, incluso si me permites decirlo. Era una tonta para la ropa interior
sexy, era casi una pena que nadie llegara a verla. Las pequeñas bragas de
color rosa y el sistema del sujetador adornando mi cuerpo esta noche
habrían sido, sin duda, buenos para mostrárselos a alguien. Me burlé de
mis pensamientos, sabiendo muy bien que la única persona que estaría
viéndolos sería Tori cuando regresáramos al hotel. Y eso solo sería porque
estaría borracha y tendría falta de modestia.
Mi amistad con Tori era tan poco convencional. Comenzó en el
momento en que abrió su casa para mí cuando llegué por primera vez a San
Francisco después de encontrar por internet un anuncio de compañera de
piso. Lo que creo que no se dio cuenta fue que me salvó ese día,
convirtiéndose en mi manta de seguridad, en mi confidente mientras trataba
de recuperar lo poco que quedaba de mí.
—Puedes pedir dos cosmopolitas, dos folladas rápidas y dos Jager
bombs1. Eso debería ser suficiente. —Le guiñó un ojo mientras me deslizó
del taburete—. Necesito ir al baño de señoritas.
—¿Quieres que vaya contigo?
—Estoy bien. Volveré pronto.
Me fui, abriéndome paso a través de la multitud. Aparté los ojos de la
pareja de hombres que reconocieron mi existencia y apreté mi embrague,
aumentando mi ritmo. Abrí la puerta del baño con mi cadera y respiré hondo
mientras la soledad del glamuroso baño inspirado en 1800 me dejaba
inmersa. Agarrando la parte superior del lavabo de mármol, miré mi reflejo
despeinado devolviéndome la mirada y una sonrisa se repartió en mi cara.
20 El calor del club había causado que el maquillaje de mis ojos, en el que pasé
una hora trabajando, se derritiera y comenzara su descenso desde el
contorno de mis ojos azules mar; mis labios no tenían el brillo con el que
había entrado y el color rosado de mis mejillas mostraba el calor que
circulaba a través de mi cuerpo. Estaba en el camino rápido para lucir como
un atractivo desastre y por alguna loca razón no podría estar más feliz.
—¿Estás bien?
Giré sobre mis talones al sonido de una voz sensual gutural todavía
detrás de mí. Aspiré bruscamente hacia la impresionante mujer, con cabello
rubio platino brillante alrededor de los hombros y grandes ojos verdes
esmeralda mirando hacia mí. Recorrí su rostro con su maquillaje impecable,
su cabello perfectamente peinado y la forma en que llevaba los pantalones
ajustados, blusa negra con escote barco y tacones turquesa asesinos que la
hacían parecer una bomba absoluta.
—Sí, lo siento, no quise quedarme en el baño. —Me di la vuelta
rápidamente y me incliné sobre el lavabo y pinté mis labios de rojo sangre
brillante, cerré y abrí mis labios para distribuir el labial antes de sonreírle a
mi reflejo y luego volverme hacia ella.
—¿Eden Rivers? —Ella se quedó sin aliento mientras el reconocimiento
brillaba en su rostro—. Soy Ashlyn Hart.
1
Jager bombs: es una combinación de Jagermeister, un licor de hierbas, y una bebida
energética, tradicionalmente Red Bull.
Mi mandíbula golpeó el suelo mientras asimilaba la belleza ante mí.
Esta mujer no era la Ashlyn Hart que me acordaba de la universidad. Atrás
quedaron los gruesos lentes, los braquets y las grandes camisas que
ocultaban su cuerpo.
Mi silencio y mi obvia mirada embobada la hicieron reír.
—Sí, he cambiado un poco en los últimos años. A mi molesto hermano
mayor le gusta decir que soy el patito feo que se transformó en cisne.
—Te ves hermosa. —Finalmente encontré mi voz y le di una nerviosa y
amable sonrisa. No estaba pensando en reencontrarme con alguien de mi
pasado mientras estaba aquí, pero ahora, en mi primera noche estaba
corriendo a mi pasado y a alguien con la que fui a la universidad.
Ashlyn Hart había estado en algunas de mis clases y había vivido en el
mismo dormitorio. Hablamos de pasada, pero ella siempre era tan tímida y
21 se mantenía tan para sí misma, que era exactamente como si fuera ahora.
Esa Ashlyn era completamente diferente a la que se encontraba de pie ante
mí, ahora tenía confianza y carisma saliendo de ella.
Ashlyn frunció el ceño mientras se movía hacia el tocador y comenzaba
a aplicarse su propio brillo de labios. —Nunca pensé que te vería de nuevo.
¡Mierda! Esta no era la conversación que quería tener en el baño de un
club de caballeros en extremo pesado, sobre todo, no en mi cumpleaños.
Dejé caer mis ojos al suelo y empecé a retorcer mis manos mientras los
primeros signos de pánico burbujeaban a la superficie.
Ella se había percatado de mi cambio de estado de ánimo y por suerte
cambió de tema diciendo:
—Para que lo sepas, eres conocida oficialmente como la chica de la
chaqueta roja para un tipo por ahí.
—Eh, bueno, eso es interesante. —Me reí nerviosamente y sacudí la
cabeza.
—Hay alguien por ahí está mostrando más interés en ti que en
cualquier persona en solo Dios sabe cuántos años. —Sus ojos color
esmeralda brillaron mientras mis mejillas se sonrojaban de un profundo
carmesí.
—¿Cómo se llama?
—K…
—¡Eden Rivers, tenemos un bar lleno de bebidas y estoy lista para
celebrar tu cumpleaños con estilo así que ponte tu sombrero de Kellie Carter
y lárgate de ahí! —Tori se pavoneó a través del cuarto de baño, con las
manos en las caderas y una mirada de pura determinación establecida en
su cara; ignoraba completamente que no estábamos en el baño solas.
—Jesús, no hagas de tus bragas un nudo. —Me reí, poniendo los ojos
en blanco hacia mi excitable amiga. Me volví hacia Ashlyn encontrándola
deslizando su brillo de labios en su bolso y mirándome. ¡Mierda! Tori había
mencionado a Kellie Carter—. Yo, eh, utilizo un nombre de ficción cuando
salgo. Es una cosa que hago.
Contuve la respiración mientras esperaba su respuesta. Sonaba tan
patética. Era una mujer crecida que fingía que era alguien diferente cuando
salía. Dios, iba a pensar que era una completa idiota.
22 —¿Quién soy para juzgarte? Kellie será. —La sonrisa de Ashlyn era
contagiosa y me encontré sonriendo también.
—¿Y qué tal solo ser Eden esta noche? —sugirió Tori mientras miraba
ansiosamente a Ashlyn, una mirada que no me perdí—. ¿Qué tal si lo
intentas? Estaré a tu lado.
¿Hablaba en serio? ¿De dónde demonios había salido eso?
—Tori, no puedo —susurré al instante y mis defensas se dispararon a
la vida.
—Nena, sí puedes, pero no lo harás.
—Tory, este no es el lugar para discutir eso. Soy Kellie esta noche y esa
es la única manera en que volveremos allí. Es tu elección. ¿Me quedaré o
me iré?
—Solo confía en mí Eden. Este no es el lug…
—¿Me quedaré o me iré? —repetí y la mirada de derrota que inundó su
rostro me dio mi respuesta.
Tori movió sus ojos de los míos y aterrizó en Ashlyn.
—Ashlyn, Tori.... Tori, Ashlyn. Fui a la universidad con Ashlyn —
anuncié y miré a las chicas. No pude ignorar la mirada en los ojos de Ashlyn
mientras me observaba. Ni siquiera quería pensar acerca de los rumores,
los comentarios y las risitas de mí después de que huí de la universidad
hace cuatro años.
Aparté el pensamiento de mi mente y me moví hacia la puerta. Me
detuve cuando tomé el mango y me volví para mirar a Ashlyn.
—¿Cómo te sientes acerca de tomar una copa con nosotras por mi
cumpleaños? Como oíste, ya llegaron las bebidas y hay mujeres esperando
desnudarse por mi cumpleaños.
—¿Cómo podría rechazar una oferta como esa?
—¿Lista? —le pregunté con una sonrisa falsa mientras miraba entre
Tori y Ashlyn mientras mi interior estaba nervioso.
—Claro —murmuró Tori y su enérgica necesidad de conseguir que
volviera al club parecía haber desaparecido más rápido de lo que podía decir
buu.
—Nena, por favor, solo déjame hacer esto. Te prometo que la próxima
vez que salgamos en casa solo seré conocida como Eden.
23
Tori cruzó la habitación hasta que estuvo a mi lado y pasó un brazo
alrededor de mi cintura, tirando de mí estrechamente. —¿Qué pasa si hay
alguien por ahí, qué pasa si hay un chico que puede hacer que creas en ellos
de nuevo?
—Eso es muy poco probable nena. —Resopló.
—Pero ¿qué si lo hay? —continuó molestando—. ¿Al menos le darás a
los chicos una oportunidad? —La voz de Tori desprendía un tono maternal.
En serio, ¿ella realmente estaba tratándome como si tuviera trece años?
La frustración rugió como un toro salvaje dentro de mí. Mis puños se
cerraron con fuerza y mis uñas se clavaron en mis palmas, como una hoja
afilada. Tori era la única persona que sabía de mi incapacidad de decir una
palabra tan simple como no, pero allí estaba, descaradamente frotando mi
rostro y empujándome hasta que estaba en precario equilibrio sobre el borde
de perderme por completo. De repente, la sensación de rebelión rugió a la
vida y levanté mis ojos del piso para encontrarme con los suyos.
—Sí.
Puse la sonrisa más grande que pude reunir en mis labios y miré
nuevamente hacia el espejo para darme a mí misma más tiempo en silencio
deseando que la confianza reventara a la vida dentro de mí. Mi mirada fija
en la chica se reflejó de nuevo a mí. Mis ojos azules estaban muy abiertos y
nadaban con reticencia, y mis labios pintados de rojo estaban apretados con
inculcada terquedad. Era muy consciente de cuál era esta chica y sabía que
no había manera en el mundo que pudiera estar alrededor esta noche.
Tragué y solo di un par de frenéticos parpadeos para presenciar cuando la
chica que conocía como Eden Rivers desaparecía justo ante mis ojos
mientras mi mirada se volvía resistente. Era la chica de la chaqueta roja,
era Kellie Carter y estaría perdida si no iba a interpretar el papel. Había
estado fingiendo durante cuatro años, ¿cuánto daño podrían causar otras
pocas horas con mentiras destruyendo almas?
—Vamos —le disparé.
No esperé su respuesta. Empujé la pesada puerta y al instante mi
cuerpo fue intoxicado por la música procedente del escenario. Mi envidiada
ropa interior resurgió mientras me centraba con una pavoneada rubia vivaz
alrededor en un juego negro de encaje. Nota mental: poner la visita a Victoria
Secret en mi agenda. Mis tacones vibraron contra el suelo de madera
mientras caminaba con falsa confianza hacia la barra. Me deslicé en el
taburete de la barra que había dejado abandonado y me tomé el primer trago
24 que vi.
El taburete a mi lado raspó el piso, Ashlyn se deslizó y se unió a mí en
la barra. Nos sentamos en un cómodo silencio aún sin poder evitar notar
sus ojos cayendo hacia mí en más de una ocasión o la sutil sonrisa
constantemente adornando sus labios. Ashlyn y Tori pronto comenzaron el
coqueteo excesivamente con el muy guapo camarero que parecía estar
pegado al espacio frente a nosotras mientras yo continuaba girando el
Cosmopolitan delante de mí.
Mis ojos fueron atraídos a la barra mientras la sensación de ser
observada pasaba a través de mí como un torrente. No se me escapó que
Ashlyn no tan sutilmente miraba por encima del hombro del camarero
mientras él coqueteaba con ella, parecía estar distraída por algo o por
alguien. Mis ojos se clavaron en el culpable cuyos ojos estaban fijos en mí.
Sentí mi estómago saltar ante la vista del hombre a través de la barra.
Parecía ser unos pocos años mayor que yo y estaba vestido con una camisa
negra de botones que se aferraba a su pecho; las mangas arremangadas
hasta los codos mostraban brazos fuertes. Mis curiosos ojos lo tomaron;
grueso cabello castaño, una mandíbula fuerte cubierta de barba incipiente
y ojos intensos. Y en el momento en que sus labios se curvaron en una
sonrisa cuando se dio cuenta que lo habían capturado, un hoyuelo apareció.
Oh dios.
Sus ojos se alejaron rápidamente de los míos y volteó su cuerpo fuera
de la barra y se inclinó sin esfuerzo con su espalda hacia mí. Una mujer con
el cabello rubio platinado, maquillaje pesado y un trozo de encaje rojo que
cubría su cuerpo mejorado quirúrgicamente se acercó y procedió a poner
sus manos sobre él. Se puso rígido bajo su toque y su cabeza se sacudió de
lado a lado mientras se inclinaba para decirle algo.
No podía apartar los ojos de él.
Mi instinto para comerme con la mirada a un hombre atractivo se hizo
cargo y no pude apartar mis ojos de él. No importa la cerradura que había
colocado en mi cuerpo y corazón, todavía era una mujer y ahí estaba un
hombre hermoso y mis ojos no escuchaban mientras mi cabeza me decía
que mirara hacia otro lado.
De repente y sin previo aviso, él ladeó la cabeza hacia un lado y dirigió
su mirada hacia mí y ahora fui atrapada mirando. Un atisbo de sonrisa brilló
sobre sus labios, dándome la oportunidad de saborear el hoyuelo
perfectamente colocado en su mejilla derecha una vez más.
25 Me sentí nerviosa devolviendo su sonrisa, algo que nunca hacía. ¿Qué
tan fuerte eran estas bebidas? La sonrisa que colgaba de sus labios de
repente cayó y sus ojos se estrecharon a algo que sucedía detrás de mí.
—Voy a llevarte a casa esta noche.
Una respiración gruesa y caliente azotó mi cuello desnudo mientras
que dedos no deseados corrieron a lo largo de mi espalda. Mi garganta se
tensó inmediatamente, jalando hasta la última gota de aire que pude reunir
y mis ojos se ampliaron con miedo al oír esas palabras. Mierda. Poco a poco,
por propio acuerdo, mi cuerpo se retorció en el taburete de la barra para
encontrarse cara a cara con el intruso. En el momento en que lo miré, sentí
a la arrogancia que retrataba dándome una dura bofetada. La mirada de
suficiencia en su cara mientras sus pequeños, brillantes e imponentes ojos
vagaban sobre mi rostro y luego se centraban exclusivamente en mi pecho,
causaron que mi bilis subiera desde el fondo de mi estómago. ¿Dónde
diablos estaba Tori? ¿Ashlyn? ¿Cuándo desaparecieron? Mis ojos finalmente
se pegaron a Ashlyn caminando hacia el otro lado del bar y Tori no estaba
en ninguna parte.
Estaba sola.
—¿Vienes a tomar una copa conmigo?
¡No!
Mi mente se apagó completamente. Me sentí flotando lejos de la
realidad. Mi cuerpo reaccionó antes de que pudiera comprender lo que
estaba haciendo, antes de que pudiera detenerme. El tono de amenaza en
su voz y la quemazón de sus dedos en mi piel me hicieron cambiar a modo
supervivencia y sabía que tenía que protegerme al no permitir que mi cuerpo
dijera que sí. Justo como había hecho en los últimos cuatro años. Me levanté
con pies temblorosos, su mano agarró con fuerza mi brazo causando que un
tiro de dolor rugiera a través de mi cuerpo y me apartó de la barra.
Nos alejamos de la barra principal y las tenues luces que tenían la
intención de crear un ambiente estaban proporcionando ahora como la
cubierta perfecta para ser llevada a las sombras. Me llevó hacia un sofá libre
y procedió a empujarme hacia abajo hasta que estuve prácticamente
sentada en su regazo. Tuve que dejar que mi mente se apagara, que me
llevara a un lugar de soledad y felicidad, lejos de la realidad apremiante en
la forma de sus manos ansiosas sobre mí. Mis ojos se lanzaron a través del
club y cayeron en el hombre al otro lado de la barra.
—¿Qué demonios estás haciendo?
26 Salté ante la dura declaración que amenazó delante de mí. La voz era
gruesa con un tono aterciopelado que rezumaba confianza e intimidación y
los matices de un gruñido que no me perdí. Si una voz pudiera provocar que
un escalofrío corriera por tu columna encendiendo cada parte de tu cuerpo,
entonces, su voz era exactamente eso. La seguridad había llegado. La
seguridad era el hombre al otro lado de la barra.
ky
E
n el momento en que Eden se volvió para a entrar en el bar la
vi sin reticencias. Era un perfecto ejemplo de singularidad;
una visión de nerviosismo mientras la desesperación se
dejaba flotar fuera de ella. Observé con creciente interés, como volvía a
través del bar con… Ashlyn. No me jodas.
Me senté en el bar completamente absorto en esa chica. En el momento
27 en que nuestros ojos primero se conectaron inmediatamente me convertí en
un maldito perro en celo. Josh había desaparecido, solo dios sabía dónde y
cómo después de que una cerveza pasó mis labios, mi mirada no vaciló.
Mi cuerpo se puso rígido, y miré con completo horror mientras Chris
Edwards se deslizaba detrás de Eden justo después de que me dio la más
dulce de las sonrisas. Se sentía como si hubiera ocurrido en cámara lenta.
Eden estaba parada detrás del taburete de la barra y dejó que la condujera
a la esquina del club sin lugar a dudas, su mano sosteniendo su brazo con
fuerza. Su otra mano estaba toda sobre ella; adulando su cuerpo como un
pedazo de carne follable. Sus ojos se movieron furiosamente alrededor del
bar en busca de algo o alguien a quién aferrarse. El pánico llenaba su rostro.
No quería estar allí. Mis piernas se movieron antes de que mi cerebro me
diera una patada. Creo que oí la voz de Ashlyn detrás de mí y creo que estaba
gritándole a Josh, pero no pude estar seguro. Caminé por la pista como un
poseído hombre de las cavernas o algo igual de jodido. Mis ojos no se
movieron de ella. Nadie merecía estar en la presencia del maldito Chris
Edwards.
—¡No lo hagas! —Ashlyn apareció a mi lado y tomó mi brazo
desesperada por detenerme y a mis maníacos pensamientos. Fue inútil, era
como un toro de carga, con el rojo en mi vista. Lo que era exacto teniendo
en cuenta que estaba asaltando a la chica de la chaqueta roja.
—Déjala —espeté y continué hacia la chica que parecía rígida y
congelada de miedo.
Los ojos de ella se levantaron del suelo y se encontraron con los míos
entre la multitud y por un breve momento la esperanza brilló ante mí
mientras conectaba con mi mirada. Me estremecí al pensar que esta sería
nuestra presentación, pero no podía dejar que eso me detuviera. Sentí la
bilis haciendo hoyos en mi estómago mientras la mano de Chris bordeaba
la longitud de su muslo. Cuando sus labios cayeron a su cuello y sus dedos
rozaron su entrepierna, sentí una furia pulsar a través de mí que nunca
había sabido que existía. ¡A la mierda esto! Aumenté mi ritmo hasta que
estaba casi corriendo.
He llegado a creer que tu pasado da forma a tu presente y tu presente
es influenciado por tu futuro, y en ese momento me estaba golpeando en la
cara. Mi pasado me había moldeado en la persona que era hoy; un hombre
cuyos defectos, pesares y peores errores nadaban por sus venas y estaban
tan arraigados en sus recuerdos que no había ninguna posibilidad de
28 esconderlos. Pero también me hacía el tipo de hombre que se negaba a
retroceder; provocó que me importara un carajo; me hacía ir como una
tormenta a través de una habitación llena de gente para salvar a una chica
que no sabía quién diablos era yo.
En el momento en que me puse delante de ellos exploté.
—¿Qué demonios estás haciendo? —rugí con tal intensidad febril que
incluso la stripper en el escenario se quedó inmóvil por un momento—. ¿Te
doy la espalda por dos putos minutos y simplemente es tiempo suficiente
para que puedas desaparecer y dejar que este chico te manosee? Eres mía.
Levántate. —La miré mientras que mis dientes se apretaban y cerraban.
Los ojos de Eden se ampliaron y el color se fue de su rostro mientras
entendía mis palabras. Me encontraba gritando en la cara de esta pobre
chica. Oí a Ashlyn inhalar bruscamente detrás de mí y por el rabillo de mi
ojo vi a Josh de pie con la mujer que al principio había visto con Eden.
Chris puso su sucia mano en el trasero de Eden mientras ella intentaba
ponerse de pie y la tiraba a su regazo. —Vete a la mierda Crawford. Esta es
mía. Vuelve a tu pequeña oficina y déjanos solos.
Vi rojo. —Quita. Tus. Malditas. Manos. De. Ella.
—Ella lo desea y ciertamente no ha dicho que no. Mira este diminuto
cuerpo apretado, la pequeña zorra estaba rogando por esto. —Sus manos
recorrieron burlonamente arriba y abajo de sus muslos, yendo más alto de
lo que deberían mientras una mirada de suficiencia se hacía cargo de su
rostro. Alcancé y retiré la mano de ella apartándola con todas mis fuerzas
hasta que se estrelló contra mi pecho.
—Quédate aquí —gruñí en su oído, arrastrándola cerca de mi cuerpo
lo que me permitió sentir su corazón palpitante contra mi pecho. Envolví
mis brazos alrededor de su cintura, volteándola y luego mi atención fue
nuevamente hacia Chris—. Lárgate de aquí Edwards y mantente lejos de mi
puta novia.
Una risa arrogante salió de él. —No es tu novia. —Miró a sabiendas
entre nosotros—. Sé lo que es esto. Lo único que quieres es sumergirte en
esa dulce vagina tú mismo, ¿no Crawford?
Solté a Eden de mi abrazo y la moví para que estuviera de pie detrás de
mí.
Con un paso estuve pecho a pecho con Chris. No lo dudé. —No solo me
sumergiré en su vagina, Edwards. Sino que la follaré, saboreando cada
centímetro y cada estremecimiento que tenga. Esa vagina es mía, así que
29 recuerda eso cuando estés follando a una pequeña prostituta de tres dólares
esta noche.
No me quedó a escuchar nada más que Chris decidiera escupir.
Tomando la mano de Eden, entrelacé nuestros dedos como alguna medida
de protección que no pude poner en palabras. Tiré de nuestras manos
unidas e inmediatamente me siguió a través de la multitud hacia el extremo,
a la esquina del bar donde estábamos todavía lo suficientemente cerca de la
acción, pero capaz de estar ocultos del tarado de Chris. Mi mente corría con
lo que posiblemente podría decir para explicar mis irracionales acciones.
¿Desde cuándo me había convertido en un caballero de brillante armadura?
Cuando llegamos a un sofá desocupado, me detuve y rápidamente solté su
mano. Dando un paso atrás, choqué con la dura pared del cuerpo de Josh
y por encima de mi hombro lo encontré mirándome con ojos curiosos. Pasé
las manos por mi rebelde cabello y gemí de frustración.
—Haz algo imbécil. Todos los ojos están puestos en ti después de esa
pequeña exhibición. Tú no te pones como un hombre de las cavernas, te
apoderas de tu mujer y luego te quedas junto a ella como si fuera una
extraña —arrojó hacia mí, sus ojos se movieron entre Eden y yo.
Estaba en lo cierto. Miré de nuevo hacia la esquina fea de la barra y no
me sorprendí de encontrar a Chris y a su equipo viéndonos con sabedoras
sonrisas en sus rostros. Tenía dos opciones. Podría irme ahora mismo, dejar
el bar sabiendo que había hecho una buena obra y con la esperanza en
Cristo de que Eden pudiera cuidar de sí misma, o podría ser hombre de una
puta vez y acabar lo que había comenzado.
En un segundo, Eden estaba contra mi pecho y mis brazos envueltos
con fuerza alrededor de su cintura para que su espalda estuviera contra mi
pecho. Descansando mi barbilla en la parte superior de su cabeza, no pude
evitar notar lo bien que su cuerpo se moldeaba contra el mío. Ella todavía
no había hablado, pero su cuerpo rugía cada palabra no dicha. Estaba rígida
en mis brazos, congelada de miedo y lo que estaba seguro era confusión, y
después la oí inhalar bruscamente, ahora estaba conteniendo la respiración.
Me incliné hacia abajo hasta que mi boca estuvo al lado de su oreja y
susurré:
—Tienes que respirar.
Simplemente asintió mientras temblaba como una hoja en un huracán
en mi contra. Sus manos se aferraron a mis antebrazos desnudos que
descansaban sobre su estómago para salvar su vida y sus afiladas uñas se
30 clavaban en mi piel, enviando un puntazo de dolor a través de mis brazos,
pero no dije nada.
Su cuerpo seguía temblando y mi puño apretado, tirando de su cuerpo
más cerca del mío. Se estaba rompiendo por completo en mis brazos y no
sabía qué diablos hacer así que hice lo que esperaba que la calmara. Traté
de darle comodidad y tranquilidad mientras la multitud que nos rodeaba
continuaba con su noche completamente ajena a lo que estaba sucediendo.
—Necesito un trago. —Apenas escuché su voz.
—¿Entramos de nuevo?
Giró su rostro hasta que me miró, con los ojos temblando de pánico. —
Necesito una copa —repitió más fuerte.
—Vamos entonces. —Liberé mi apretón y mi mano cayó a la parte baja
de su espalda, mientras la movía hacia el sofá de cuero negro.
Saltó y susurró:
—Lo siento.
Dos palabras que ninguna mujer debería alguna vez decir cuando se
trataba de lo que acababa de presenciar. Se dio la vuelta lentamente solo
para que encontrara sus ojos llenos de lágrimas listos para derramarse
sobre sus mejillas. Inhaló bruscamente al ver la expresión de pura
indignación que sabía que estaba en mi agraciado rostro.
—Mírame —exigí y cuidadosamente esperé a que sus ojos azules se
encontraran con los míos.
Finalmente, me miró y soltó un suspiro. —No tienes nada que sentir.
Me oyes. Nada.
—¿Quién eres? —preguntó tímidamente mientras sus ojos bailaban
sobre mi rostro.
¿Quién era? ¿Cómo podría responder a esa pregunta?
—Soy el tipo que va a salvarte de pendejos como Chris. Ese es quién
soy.
31
Eden
E
ché de menos su seguridad en el momento de su partida.
Me confundió como el infierno.
Me retorcí las manos y mis ojos se movieron alrededor del
34
ky
S
entado en la sección VIP, parecía que yo pendía entre la locura
y la euforia, listo para estrellarme o elevarme. A mi lado estaba
sentada la maldita chica de la chaqueta roja, la misma chica que
acababa de lidiar con mis gritos en su cara. Estaba congelada y rígida contra
mí, sus manos estrechadas con fuerza en su regazo y sus ojos fijos en el
piso. Me negaba a permitir que saliera de mi vista. Sentía como que ahora
era mi responsabilidad y me negaba a dejar que Chris estuviera en alguna
35 parte cerca de ella. Él era la maldita escoria de la tierra, un pedazo
minúsculo de tierra que se encontraba en los rincones más solitarios de la
vida. Era un parásito, y ninguna mujer se merecía estar cerca de tipos como
él.
Era oficial, mi noche de viernes estaba jodida por completo, y ella no
era consciente de exactamente quién era.
—¿Cuál es tu nombre? —le pregunté, diciendo lo primero que se me
ocurrió para romper la tensión. Cambié mi mirada y me concentré
totalmente en ella.
—Kellie.
Kellie
—¿Tu nombre es Kellie? —repetí su respuesta todo el tiempo tratando
de cubrir la confusión manchando mi voz.
¿Por qué había mentido acerca de su nombre?
Sus ojos se movieron rápidamente de los míos, rompiendo la intensa
conexión en la que parecíamos estar encerrados. Me quedé mirándola de
cerca.
—Gracias por lo que hiciste antes. Ni siquiera quiero pensar… —
Sacudió la cabeza mientras sus pensamientos la golpeaban—. No tienes que
quedarte conmigo.
—Me quedaré de todas formas. —Crucé los brazos sobre mi pecho y
cerré los ojos momentáneamente mientras el agotamiento se extendía por
mí. No había nada en esta noche que incluso el mejor psíquico en el mundo
pudiera haber predicho. Un par de copas y algunas conversaciones
inapropiadas con Josh era lo que esperaba.
Desde luego, no me esperaba a Eden Rivers.
Sentí su movimiento a mi lado y mis ojos se abrieron mientras los
pensamientos de ella se escapaban y se remontaban a la multitud y la
atrocidad de Chris me inundó.
Su cuerpo se había retorcido y ahora me enfrentaba de tal manera que
sus rodillas se apretaron al lado de mi muslo. Instintivamente, me moví a
una pose similar hasta mis rodillas se presionaron una contra la otra. Me
quedé inmóvil bajo su penetrante mirada. Se me hizo un nudo en la garganta
36 mientras sus ojos azules curiosos, parpadeaban con intensidad, flotando
sobre mi cara, tomándome por completo. Cada centímetro de mi cara estaba
bajo su escrutinio y nunca me había sentido tan expuesto o vulnerable como
en ese momento. Era como que estaba leyendo cada uno de mis jodidos
pensamientos y era una cosa era que no quería que hiciera.
—¿Qué estás buscando? —le susurré con voz ronca, mi tono sonó
demasiado fuerte.
—Estoy tratando de trabajar esto. —Su tono cayó en la seriedad
mientras sus ojos se estrechaban, oscureciéndose a un tono de azul
medianoche—. No sé por qué quieres sentarte aquí como mi niñera cuando
la mujer con el cabello rubio en la barra está esperando para abalanzarse
sobre ti en el momento en que te vayas. Estoy bastante segura de que es de
mala educación dejar a tu cita.
Sentí el cambio más cerca de ella, y no pude evitar el tirón. Sus ojos se
abrieron en el momento en que mi voz bajó para que solo ella pudiera
escuchar. —En primer lugar, no hay nada que necesites trabajar conmigo.
En segundo lugar, estoy cuidando a ti, y en tercer lugar, ella definitivamente
no es mi cita. Si aún no lo has trabajado, prefiero claramente la compañía
de morenas que me invitan con los ojos peligrosamente, y que me dan un
nombre falso y pretenden tener actitud mientras puedo sentirlas temblando
como una maldita hoja a mi lado.
Nuestros ojos se pegaron a los de los otros a través de una feroz
intensidad que me confundió como la mierda. Mi protección de la verdad se
estaba agrietando lentamente bajo su atenta mirada. Cuando me senté
frente a ella, ahora fue mi turno de mirarla, de empujar toda la fuerza de mi
mirada hacia ella y en última instancia, de jalarla a la superficie. Su
compostura vaciló y el más pequeño de los ceños fruncidos barrió sobre sus
pintados labios rojos antes de que rompiera de nuevo para lanzar su falsa
actitud en mi dirección. No me la compré. Su debilidad se acercaba a la
superficie a un ritmo rápido, tragándose la falsa confianza que estaba
tratando desesperadamente de retratar.
—Mi nombre es Kellie —murmuró y su voz tembló ligeramente.
Finalmente sus ojos se apartaron de los míos y se centraron en Ashlyn quien
estaba haciendo su camino de regreso hacia nosotros.
Ashlyn se deslizó a través de la multitud con una bandeja de bebidas
en equilibrado precario en sus manos. La amiga de Eden caminaba detrás
de ella con su mano estrechada fuertemente en Josh. Le di una mirada
exasperada a Josh cuyas cejas se movieron mientras una sonrisa de
37 complicidad llegaba a sus labios.
—Traje bebidas. Kellie, vodka naranja para ti. Te la pedí doble. —La
mirada doble de Ashlyn bailó interrogante entre Eden y yo. Sentí que mi
nivel de frustración crecía hacia Ashlyn llamándola Kellie.
—Eh, sí, gracias. —Eden tomó el vaso de la bandeja e inmediatamente
bebió la mitad del vaso de un trago rápido. Cayó en un vórtice de silencio
mientras la conversación en torno nos dejaba entrar mientras tras bebida
era derribada. Cuanto más bebía Eden más parecía relajarse y su cercanía
a mí, no vaciló.
Tori se movió del regazo de Josh y tropezó hacia el sofá y se dejó caer a
sí misma junto a Eden, obligándola a moverse aún más cerca de mí.
—Follaré como la mierda mis sesos esta noche —Tori asintió en
dirección a Josh—. Y tú debes hacer lo mismo con su hermano. Aferrarte a
él y montarlo como un maldito semental. ¿Viste lo que hizo ahí por ti? —Sus
intentos fueron frustrados por su estado de embriaguez, y escuché cada
maldita palabra que dijo.
—Jesús Tori, baja la voz —gimió Eden. Me lanzó una mirada de
disculpa.
—Nadie va a montarme —gruñí y me quedé en el sofá. Josh puso sus
ojos en los míos, y supe que me seguiría en el momento en que me fuera.
Irrumpí través de la multitud de nuevo hacia la barra principal y me estrellé
al llegar y pedí otra ronda de bebidas para el grupo más agua helada para
mí. Sabía a ciencia cierta que Chris seguía husmeando y que saltaría en el
momento en que bajara la guardia por lo que las cervezas tenían que parar.
—Así que es bastante obvio que llevaré a Tori a casa. ¿Está bien si te
llevas a Eden y a Ashlyn contigo? —Josh habló desde detrás de mí.
Cambié mi mirada hacia los sofás donde Eden estaba sentada con
Ashlyn y Tori. Tori y Ashlyn rieron juntos mientras Eden miraba
distraídamente hacia la pista de baile, una mirada estoica estaba plasmada
en su rostro.
—¿Por qué diablos está fingiendo que su nombre es Kellie?
—Tu conjetura es tan buena como la mía. —Negó mientras sus ojos se
centraban en ella—. Ella no tiene absolutamente ni idea que sabemos quién
es.
Tori se tambaleó hacia nosotros, sus rizos rebotando alrededor de su
38 rostro mientras sus ojos se clavaban fuertemente en mí, en última instancia,
dispersando la conversación de Josh y yo. Se aferró a mi brazo de apoyo
mientras su cuerpo se balanceaba bajo los efectos de demasiado alcohol.
¿Qué tan fuerte eran esos vodkas que Ashlyn estaba comprando?
—Sé que tu nombre es Ky —arrastró las palabras y me dio un codazo
en el pecho. No era un hecho oculto cuál era mi nombre, simplemente no lo
habían preguntado, y no iba por ahí diciendo “A propósito, mi nombre es
Ky”.
—Y sé que tu nombre es Tori —le respondí.
—Ella no puede decir que no, mi mejor amiga no puede decir que no.
Ni siquiera puede ser ella misma en su cumpleaños —anunció con un
profundo suspiro, ferozmente llamando mi atención en el proceso.
Su voz nadó con frustración, dolor y angustia cuando miró hacia la
mesa.
—Es por eso que se fue con ese tipo. Venimos a lugares como éste,
porque generalmente es seguro. Por lo general tenemos el mejor momento
porque nadie nos presta atención a nosotras. Pero esta noche no fue así. Si
no hubieras ido, no sé qué hubiera pasado.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Josh afortunadamente mientras mi
capacidad de hablar se desvanecía mientras la ira se despedía dentro de mí.
—Durante el tiempo que la conozco, siempre dice que sí, porque tiene
miedo de decir que no.
—¿Por qué está diciendo que su nombre es Kellie? —gruñí mientras mi
sangre hervía oyendo las admisiones de Tori.
—Porque se esconde detrás de estas máscaras que pone. Lo hace cada
vez que salimos. Traté de convencerla de que no lo hiciera esta noche, pero
no quiso escucharme. Nunca es Eden.
Necesitaba salir de aquí antes de que dijera algo de lo que me
arrepintiera o hiciera algo que me hiciera ver como una herramienta
completa. —Me tengo que ir. Josh, lleva a Tori y a Ashlyn contigo.
—¿Qué?
—Josh, por favor —le disparé una mirada suplicante a mi hermano, y
asintió. Sabía que mi tiempo aquí había terminado. Me sentí como si
estuviera tambalea al borde de soplar mi mierda completamente, y tenía que
irme, pero primero necesitaba verla por mí mismo. Me dirigí de nuevo a la
39 mesa, mis ojos se centraron en Eden quien me miró con ojos de Bambi,
antes de cambiar mi atención a Ashlyn.
—Ya terminé por la noche. Ash, te veré el lunes. —Me incliné y la besé
en las mejillas suavemente y luego volvió mi atención a una Eden embobada.
—Kellie, ven conmigo.
Eden
D
ebería haber entrado en pánico.
Debería haber estado aterrada.
2
Happy Days: Serie estadounidense, ambientada en la década de 1950, cuya trama gira
en torno a una familia de Wisconsin, los Cunningham.
Jadeé ruidosamente, mi cuerpo se estremeció mientras un sentimiento
familiar me incapacitaba. Mis ojos rebotaban sobre las palabras que me
atormentaban desde los confines de mi teléfono. Con una punzada dolorosa
mi corazón se detuvo con cada letra, cada palabra que me revolvía el
estómago estaba frente a mí. Leí el mensaje una y otra vez, en una loca y
retorcida necesidad de que me consumiera aún más. No lo entendía, mi
número era número privado. Nadie sabía que yo estaba de regreso en la
ciudad. Me recosté contra el cuero de la cabina. De pronto sentí como si el
mundo me observara, me escrutara, esperando en la oscuridad para
llevarme. Mis ojos se movieron alrededor del lugar, buscando a través de la
cafetería repleta. No podía hacer esto. No podía tener un colapso. No aquí.
No con él caminando hacia mí, mirándome de esa manera completamente
devastadora.
—¿Qué va mal? —Sacó su cartera y su teléfono de su bolsillo y los
44 colocó en la mesa entre nosotros y se deslizo en el asiento del otro lado.
—Este lugar parece genail. —Esquivé su pregunta, desesperada por
cambiar el tema y esperando que él hiciera lo mismo. El agotamiento me
golpeaba a un ritmo alarmante y yo anhelaba la seguridad que mi habitación
de hotel y mi cama me proporcionarían. El simple pensamiento de tener una
conversación con este hombre me agotaba pero parecía algo necesario—. No
sabía que este lugar existía.
Fuimos interrumpidos por la misma mujer del mostrador. Ella nos miró
a mí y a Crawford, en serio, ¿qué clase de nombre es Crawford? y sonrió
ampliamente, con sus mejillas ruborizándose. Juró que incluso la escuche
suspirar. Ella se inclinó en mi dirección y puso un plato frente a mí, que
contenía una clase de exuberante pastel de chocolate con montañas
imponentes de crema batida blanca. Mi boca se derritió solo de verlo. Mi
cabeza no podía decidir entre ver la maravilla frente a mí, a la encantadora
señora cuya etiqueta me indico que su nombre era Carol o al chico sonriente
que tenía frente a mí. Hablando de confusiones. Carol giró sobre sus pies y
cruzó la cafetería mientras nos daba una última mirada por encima de su
hombro.
—¿Qué es esto? —pregunté sin aliento.
—Necesitas comer pastel en tu cumpleaños.
—¿Tú me compraste pastel? —le pregunté increíblemente asombrada.
—Eso parece. —Lanzó un guiño en mi dirección antes de cavar en el
pastel que estaba en la mesa frente a él, un gemido de placer escapó de sus
labios. Lo miré fijamente, completamente abrumada y sin palabras. Sus ojos
dejaron el pastel y se encontraron con los míos mientras una sonrisa
perfecta revoloteaba en sus labios.
—Realmente necesitas levantar el tenedor, tomar pastel y luego
comerlo. Es delicioso, mi tía realmente sabe cómo hornear un verdadero
pastel.
Levanté el tenedor, lo hundí en el delicioso pastel y me lo llevé a los
labios. Tan solo el olor me hizo suspirar. Sentí sus ojos en mí. Mis ojos se
cerraron por la maravillosa sensación del chocolate en mis papilas
gustativas, rompiendo el vacío de mi estómago con delicia pura y un suave
gemido se me escapó. Este fue sin lugar a dudas el mejor pastel que haya
comido jamás.
—¿Por qué hiciste esto? —le pregunté entre bocado y bocado de pastel.
45 —¿Por qué hice qué?
—Umm, en el club, con uhh, ese chico —tartamudeé, arrepintiéndome
inmediatamente de haber sacado el tema.
Colocó su tenedor en el plato y me dirigió su completa atención.
—Nunca había visto a nadie tan aterrado como tú te veías. Sabía que
no querías estar ahí y tuve que hacer algo, tuve que detener a ese idiota
antes de que pusiera sus manos sobre ti.
—Pero, ¿por qué yo?
—No pude quitar mis ojos de ti, desde el momento en que te vi, así que
sí, note cuando un jodido imbécil fue hacia ti, queriendo llevarte y me negué
a quedarme sentado y ver eso.
¿No podía apartar sus ojos de mí? Traté de dejar que sus palabras se
asentarán en mi interior, pero para ser honesta toda esta situación me
estaba volviendo loca. ¿Qué se supone que tenía que responder a eso?
—¿No es eso lo que querías escuchar? —Se inclinó hacia mí y sus ojos
brillaron con diversión.
Sentí mis labios curvarse un poco.
—No estoy segura.
—¿Qué te parece si solamente comemos nuestro pastel? —me propuso
y bajo sus ojos hasta el pastel a medio comer que estaba frente a mí.
Asentí y tome mi tenedor. El silencio reino en nuestra mesa mientras
nos perdíamos en el delicioso chocolate y pronto olvidé donde estaba y con
quien estaba.
—Esto es tan delicioso —farfullé entre bocado y bocado de pastel,
perdiendo mis sentidos de todas las maneras posibles. Su risa inundó mis
oídos y mis mejillas se tornaron color carmesí. Buena esa Eden, muy buena
manera de jugar tu carta de sofisticación—. Muchísimas gracias por
traerme aquí. Lo que parecía una noche de mierda, terminó de una manera
bastante increíble.
—Esta noche aún no termina —me dijo, con una cara seria.
Su tenedor chocó contra el plato, cuando termino su montaña de
pastel, juntó sus manos y se quedó sentado, mirándome. Con cada bocado
que yo tomaba, sus ojos seguían el tenedor hasta mis labios. Mis manos
46 temblaban de nervios, por la intensidad de su mirada y los bocados que
normalmente serían enormes, se transformaron en pequeños bocados,
pequeños y delicados bocados mientras estaba sentada enfrente de este
guapo extraño. En mi cabeza palpitaba su declaración, ¿La noche aún no
ha terminado? ¿Qué demonios significa eso? Había dicho que no íbamos a
ir a su departamento.
Lamí el tenedor antes de que la crema batida se cayera y el sonido de
una respiración brusca llamo mi atención, mis ojos se encontraron los
suyos.
—Nunca pensé que vería a alguien lograr que comer pastel de chocolate
se viera tan sexy. —Su voz era peligrosamente baja, llena de intenciones y
seducción—. Carajo, estoy jodidamente celoso de ese tenedor.
El calor inundo mi rostro y supe que me veía como una cartelera
brillante, por la manera en que sus palabras me estaban afectando. Baje
despacio el tenedor, porque de pronto sentí que no podía comer ni un bocado
más, quería terminarme el pastel pero no quería animar aún más a este
chico.
—Al parecer nuestra noche acaba de llegar a un abrupto final. —Su
expresión divertida se enfocaba en algo que se encontraba por arriba de mis
hombros al mismo tiempo que un sonido fuerte se produjo en la puerta.
Salté de mi asiento y volteé hacia la puerta para averiguar que estaba
sucediendo. Escuché una risa profunda. Josh entró a la cafetería con Tori
en un brazo y Ashlyn en el otro, ambas se veían como un desastre. Los ojos
de Ashlyn se enfocaron en el lugar donde nos encontrábamos y se soltó del
abrazo de Josh dirigiéndose en nuestra dirección, tambaleándose a través
de la cafetería.
—¡Los encontramos! —chilló en una exagerada voz melosa y se sentó
en el asiento frente a mí. Entrecerró sus ojos para ver con más claridad—.
Le compraste pastel. ¡Oh por Dios!, realmente tienes un corazón latiendo
ahí dentro.
Crawford rodó sus ojos y resopló. —Ahora que he escuchado eso, es
hora de que me vaya.
—Vámonos todos —sugirió Josh, ganándose una mirada exasperada
de Crawford.
Ashlyn se salió fuera de su asiento con la misma rapidez que se deslizo
en él. Mi mano pronto fue jalada por las suyas para ponerme de pie.
Caminamos hacia afuera de la cafetería mientras ella enganchaba su brazo
47 con el mío. ¿Qué demonios estaba pasando? Escuché voces bajas murmurar
detrás de mí, pero no logré entender lo que decían. A los cinco minutos,
entramos de nuevo en el luminoso vestíbulo de City Towers, el cual aún
estaba repleto.
—¿Qué estamos haciendo Tori? —le pregunté cuando todos habíamos
entrado en el vestíbulo. Todo lo que yo quería hacer era ir de regreso al hotel,
tomar un baño hasta que el agua caliente se terminara y después dormir.
—Bueno, yo voy a acostarme con él —me susurró, señalando borracha
en dirección a Josh—. ¿Tú qué quieres hacer?
—Voy a llamar un taxi e iré de regreso al hotel —le dije rápidamente.
Tori agarró mis manos. —¿Estás segura? Puedo irme contigo.
—Tú quédate. Diviértete. Yo estaré bien. Solo quiero ir a la cama. Ha
sido una noche muy loca —admití.
El agudo ding que el elevador hace al llegar, sonó. Josh, Ashlyn y Tori
se metieron en él. Crawford seguía sin dirigirme otra palabra. Finalmente
me atreví a mirarlo y sorprendentemente, muy sorprendentemente estaba
fijando toda su atención en mí. El color de sus ojos me intrigó. Había visto
tantos matices en ellos esta noche. Cuanto más tiempo pasaba con él, más
nerviosa me ponía, más inquieta, más desesperada por escapar.
—¿Podemos hablar un momento, Kellie? —Asentí y él se acercó a mí,
yo sabía que estábamos bajo la inquisitiva mirada de Tori, Ashlyn y Josh.
Todo pasó demasiado rápido.
Con dos pasos confiados colocó su cuerpo, como una pared
impenetrable, frente a mí. Sus manos cálidas acunaron mi rostro, la calidez
chocó fuerte contra la frialdad del aire invernal de Nueva York en mis
mejillas. Sus ojos se movieron con los míos. Contuve la respiración.
Eso no podía pasar.
Yo no podía.
Él no podía.
Con un rápido movimiento, sus labios besaron mi oreja, la suave caricia
de su aliento causo que mis emociones despertaran salvajemente.
—Feliz cumpleaños —me susurró al oído—. Hasta que nos veamos de
nuevo.
Sus labios colocaron un beso en mi mejilla, dejándome con la sensación
48 de una profunda quemadura ardiendo muy dentro de mi piel. Sin otra
palabra se volteó, metiéndose en el elevador. Sus ojos pegados a los míos
hasta que la puerta del elevador cerró, rompiendo la intensidad de nuestra
mirada.
ky
E
l lunes por la mañana fue como un cañón en mi vida mientras
un tren de carga me catapultaba. Mi cuerpo se sentía débil, mi
cerebro se sentía frito y mi mente se compactaba de manera
estrecha con los recuerdos de la noche del viernes mientras mi fin de
semana se pasaba en un refrito de conversaciones, de miradas, y de
recuerdos—todos girando en torno a la chica en la chaqueta roja.
—¿Q
ué está pasando por esa cabeza tuya? —cuestionó Tori,
dándome la mirada de preocupación veo que había
presenciado tantas veces antes.
Después de cinco días en la Costa Este, Tori se dirigió de vuelta a casa,
55 en última instancia, dejándome con mis propios medios. Sabía que este
momento llegaría rápidamente, pero no quería creer que estuviera aquí. Me
había vuelto tan dependiente de ella. Tori y yo estábamos sentadas en el
borde del muelle, con las piernas colgando sobre el borde, nuestros hombros
envueltos en una manta mientras el aire frío se arremolinaba alrededor de
nosotras.
Se hizo el silencio, y supe en el momento en que hablé, que mis
emociones burbujeaban.
—No quiero que te vayas —admití finalmente, mi voz estaba quebrada.
—Nena, me verás en poco más de cinco semanas. Honestamente, creo
que esto será grandioso para ti. Esta oportunidad se está volviendo
locamente increíble, y has estado trabajando en esto durante años. Este es
tu sueño por el cual vivir.
La cabeza de Tori cayó a mi hombro, y nos sentamos en silencio
mientras mirábamos sobre el blanco de olas con cresta del océano. El frío
en el aire me conmocionaba a la vida; me golpeaba en la cara y hacía hizo
sentir despertando al mundo que giraba alrededor de mí.
La idea de estar lejos de Tori me petrificaba. Ella era como el pegamento
que me mantenía junta, me mantenía en movimiento hacia adelante, y el
pensamiento de ella no estando conmigo me hacía temerosa de disolverme
en un pozo de desesperación y que diera dos pasos atrás.
Tori suspiró suavemente a mi lado. —¿Recuerdas a ese chico Josh,
amigo de Ashlyn? Es indiscutiblemente el mejor gallo que he tenido. Todavía
lo estoy sintiendo. Esa es la señal de una buena follada.
E igual que el de Tori eso iluminó mi estado de ánimo.
Estaría mintiendo si dijera que no me gustaría a menudo poder ser tan
despreocupada, tan abierta, y tan honesta. La idea de poder abrirme a mí
misma a la idea de tener a un hombre que pudiera, como Tori diría, ser el
mejor polvo que jamás tendría era algo que había pasado por mi cabeza pero
había aplastado la idea inmediatamente. Hacer el amor era un mito; ser
apreciada era todo lo contrario de lo que me permitía en mi vida. En los
últimos cuatro años solo había habido un tipo que se había acercado, y era
porque tenía absoluta confianza en él. Era mi mejor amigo y se metía en el
papel de ser mi novio de mentira cuando salíamos. Colby Andrews era mi
protector, mi conciencia, y el único chico al que le había permitido tocarme.
56 En mi desesperación cuando me deslizaba en un estado de completa
devastación, él se envolvía en mis brazos, sacudiéndome hasta que me
calmaba, y luego pasaba la noche mostrándome exactamente que no estaba
completamente destruida.
—¿Puedo decirte algo? —le susurré e inmediatamente la cabeza de Tori
se disparó de mi hombro y me miró expectante—. Me gustaría poder dejarme
suelta. No quiero estar paralizada por el miedo más, y me gustaría poder
dejar de tener miedo con la idea de estar con un chico.
—Hay alguien por ahí que va a tocarte por completo en el trasero, y
será todo lo necesario y más. Te tratará como la princesa que eres, atesorará
cada segundo que esté contigo y cuando no esté contigo, estará pensando
en ti. Sé que está ahí fuera y cuando venga por ti, espero que tomes la
oportunidad.
63
ky
L
a presencia de Josh se burló de mí mientras estábamos uno
al lado del otro en el vestíbulo. Los ojos de nuestra
recepcionista estaban abiertos mientras nos miraba con
nerviosismo. Un enfrentamiento con Crawford estaba a pocos minutos de
distancia, y ella había estado en primera fila en muchos en el pasado. Quería
a mi hermano a muerte, pero en serio que me molestaba como la mierda en
algunas ocasiones. Brutal silencio cayó alrededor de nosotros mientras
64 palabras no dichas volaban entre nosotros. Esta no era la forma en que
estaba destinado a suceder. Josh no estaba destinado a encontrarse con
Eden, sino yo. Era el que estaba destinado a calmarla, no mi cobarde
hermano obsesionado.
—¿Qué demonios fue eso? —Las amargas palabras de Josh, finalmente
rompieron el silencio.
Mi cabeza se giró violentamente hacia la puerta, con la esperanza de
Cristo de que Eden se hubiera ido y no fuera testigo de esto.
Afortunadamente mis ojos se encontraron con un espacio vacío, y ella no
podía ser encontrada. Me volví hacia Josh para encontrarlo esperando
ansiosamente mi respuesta.
—No es de tu incumbencia. —Suspiré profundamente en señal de
frustración.
—Esto va a estallar en tu puta cara. —La frustración cayó de sus
palabras. Despegó hacia el ascensor. Le di a la recepcionista una cálida
sonrisa y seguí de cerca a mi hermano echando humo.
—Solo déjame hacer esto Josh, sé lo que estoy haciendo —le exigí,
mientras entrábamos en el ascensor y nos dirigíamos al piso 15. El espacio
que nos rodeaba se llenó de caliente testosterona y de frustración.
En el momento en que la puerta del ascensor se abrió, salí. Ojos
curiosos me acogieron mientras irrumpía a través de la oficina de planta
abierta hacia mi oficina de la esquina que daba a la ciudad.
—Necesitas pedir disculpas por la forma en que actuaste.
Josh irrumpió por la puerta de mi oficina cerrándola ruidosamente
detrás de él. Podría ser como una perra a veces. Aceché hacia él.
—Lo sé. —Suspiré—. Estaba sorprendido de verla. ¿Por qué estaba
aquí?
Estaba en mi calendario a las tres y media.
—Acabo de recibir el mensaje en mi teléfono que tenía una reunión a
las tres de la tarde de hoy y luego me llamaron de abajo diciendo que Eden
Rivers estaba aquí para una reunión conmigo. Estoy adivinando que
nuestras citas se mezclaron. No es gran cosa. —Josh cruzó la habitación y
abrió el mueble bar escondido al lado de mi cuarto de baño privado.
Tomando una botella de vodka y dos vasos, vertió el líquido claro—. Le dije
la esencia de las cosas, pero tendrás que informarle los detalles. Solo puedes
65 improvisar eso.
Tomé un vaso de Josh y crucé mi oficina hacia la ventana y miré sobre
la ciudad de Nueva York. Me encantaba la enormidad de esta ciudad. Había
desaparecido en los rincones y esquinas cuando necesitaba escapar muchas
veces.
El repiqueteo del intercomunicador de mi escritorio aplastó el silencio.
—Ky, a la señorita River le gustaría hablar contigo si tienes un momento.
Miré a Josh quien se encogió de hombros con confusión. Pensé que se
había ido.
—Claro Lauren, envíala aquí.
Muy pronto, un golpe suave penetró el aire antes de que la puerta se
deslizara abriéndose. Ella no esperó a ser invitada. Muy interesante. La
cabeza de Eden se asomó por la puerta y sus ojos se conectaron con los
míos.
—Entre señorita Rivers —le di instrucciones. La vacilación saludó sus
pasos, entró y se paró al lado de mi escritorio. Josh tosió y la cabeza de Eden
voló hacia el bar donde Josh miraba divertido.
—¿Vodka? —preguntó Josh levantando su copa con la sugerencia. La
miré como un maldito sabueso. No escondí el hecho de que mis ojos
necesitaban ver el sol en su cuerpo, de pie delante de mí bien envuelto en
una falda gris ceñida que hacía que sus curvas sobresalieran. Su cuerpo era
perfección; femenina, voluptuosa y atractiva. Joder, la encontraba hermosa
en vaqueros y chaqueta roja pero verla vestida así, en traje de negocios,
causaba que mis bolas se endurecieran y mi mente tuviera flashes de
imágenes de ella vistiendo esos tacones rojos y solo esos tacones rojos. Su
cuerpo rezumaba sexualidad, pero era como si estuviera desesperada por
mantenerlo encerrado.
—No, gracias —respondió, y luego se volvió de nuevo hacia mí. Una
mirada exasperada se extendió por su rostro mientras me tomaba. Eden
Rivers era sorprendente y hermosa; sus facciones se complementaban entre
sí de manera tan perfecta, como la lluvia al final de un día de calor
humeante. Sus ojos azul mar volvieron a la vida mientras la miraba y ella
sostuvo mi mirada. Pasaron unos segundos, pero se sintieron como horas
en que me encerré en la tranquilidad de sus ojos. Su labio inferior, salpicado
con una fina capa de
pintura rosa, estaba tirado entre sus dientes y finalmente rompió nuestro
trance.
66 —Quería disculparme por salir corriendo de Josh —dijo en voz baja y
le disparó a Josh una sonrisa dulce antes de volverse hacia mí y la dulce
sonrisa desapareció—. Y quería preguntarte si en realidad me querían para
este trabajo. Tu reacción al verme me hace creer que no.
—¿Estoy hablando con Eden o con Kellie? —le pregunté y di un paso
hacia ella.
Mi sangre hervía de lujuria. Su agresión y la mirada de frustración
completa que empujaba hacia mí lanzaron mi cuerpo a la vida. El aire en mi
oficina era grueso, arremolinándose con una necesidad incontrolable que
solo ella podía provocar. Estaba perdiendo todo sentido de la realidad,
porque ella llevaba una falda estrecha, tacones y actitud.
El sonido de la risa suave de Josh me llamó la atención. De mala gana
saqué mis ojos de Eden y le disparé puñales. Estaba buscando a tientas y
perdiendo mi mierda por esta mujer, y a Josh le encantaba.
—Le dejaré eso a él. —Josh caminó a través de mi oficina y se puso
delante de Eden. Se la bebió y eso me molestó hasta el fin—. Fue genial
volver a verte Eden. Tienes mi número si alguna vez me necesitas. Llámame
de día o de noche.
Se inclinó y la besó en la mejilla. Bastardo arrogante.
Josh salió riendo mientras cerraba la puerta detrás de él. Estaba solo
en mi oficina con Eden. Me tomó un minuto mirarla. Ella estaba junto al
ventanal que veía a lo largo de la ciudad, con los hombros ligeramente
caídos, y los sonidos de sus suspiros penetraban profundamente el aire. Me
tomé un momento para poner mis pensamientos en orden. Mi
profesionalidad había volado por la ventana, y necesitaba conseguir un
fuerte control sobre ella.
Eden se volvió lentamente y me miró. Parecía petrificada, pero con las
señales de que estaba tratando desesperadamente de parecer confiada. Solo
tienes que ir al grano Ky. Me senté en mi escritorio y señalé la silla vacía
enfrente. Sin decir una palabra, Eden se movió con gracia a través de mi
oficina y se sentó tranquilamente en la silla que le había ofrecido.
—¿Por qué no me dijiste tu nombre? —me cuestionó.
—No lo preguntaste Eden. Aunque, te pregunté específicamente cuál
era tu nombre y todavía descaradamente mentiste en mi cara.
—Lo siento. Fue una cosa de mierda por hacer, pero por una noche
solo quería ser alguien más.
67 —Solo quiero hablar con Eden —dije con dureza. Sus ojos se abrieron
e inmediatamente me arrepentí de mi tono—. Todo lo que quiero es a Eden
Rivers. —¡Demonios!—. Todo lo que queremos es a Eden Rivers —me corregí
mí rápidamente.
—¿Por qué? No entiendo. Ni siquiera me conoces todavía y me estás
ofreciendo el mundo.
—Definitivamente no te ofrezco el mundo.
Ella se levantó de su silla y caminó hacia la ventana. Su mano se apretó
tan delicadamente contra el cristal, y vi como sus hombros se levantaban
mientras respiraba profundamente. Di tres pasos y me detuve justo detrás
de ella. Mis sentidos fueron superados por su dulce aroma.
Estaba de pie demasiado cerca, pero no podía alejarme.
—Si estás dispuesta a seguir trabajando con nosotros, entonces estaría
muy feliz de tenerte a bordo. ¿Qué dice señorita Rivers?
—Sí —susurró ella sin vacilar, sus palabras salieron en una respiración
ronca. Se volvió lentamente y apenas hubo unos pocos centímetros entre
nosotros. Mi mirada se profundizó mientras miraba fijamente a esta mujer
de pie delante de mí. No había consideración en su respuesta, ni respiración,
ninguna deliberación intermitente dentro de sus ojos azules. Las palabras
de Tori al instante volvieron a mí. No podía decir que no—. Debería irme.
Tengo que volver a la isla —habló con más confianza, dando un paso lejos
de mí. Una acción que no perdí.
—Te llevaré —solté, ahora era el que escupía cosas sin consideración—
. Estoy a punto de salir.
Aceché hacia mi escritorio sin esperar su respuesta, empacando mi
portátil y tirando las llaves del cajón de mi escritorio mientras esperaba en
silencio. Sabía que sus ojos estaban puestos en mí. ¿Qué demonios estaba
haciendo? Eran las cuatro y media de la tarde del jueves. Me quedaría en el
trabajo por lo menos otras ocho horas. No le di la oportunidad de responder,
saqué mi chaqueta del respaldo de la silla y la puse en mis brazos,
finalmente mirándola. Me miró fijamente con los ojos abiertos y confusión.
—¿Lista? —Me puse delante de ella—. Debemos llegar a conocernos
uno al otro teniendo en cuenta que vamos a trabajar juntos.
Salí de mi oficina sin decir nada más. Mi respiración se mantuvo hasta
que ella alcanzó el paso a mi lado. No creí que me seguiría. Estaba esperando
68 que se riera en mi cara, que me dijera que me fuera a la mierda, y que sacara
nuestro show completo. Me sorprendió todavía confirmando mis peores
miedos. Sí. En silencio caminamos hacia el ascensor y nos dirigimos a la
planta baja. No era raro encontrar a Josh descaradamente coqueteando con
la nueva recepcionista, para ser honesto, estaba sorprendido de que no la
hubiera tenido ya. La mirada de asombro en su rostro fue casi demasiado
para tomar. Verme empacar por el día tan temprano era confuso para
cualquiera.
—¿Te vas? —Se quedó sin aliento, sus ojos muy abiertos.
Tosí para ocultar la risa que se filtró fuera. —Sí, me voy a casa.
—¿Estás enfermo? —Su voz se elevó con pregunta.
—No Josh, estoy a punto de salir.
—Pero tú… Bueno, iré más adelante.
Eden
—Eden llegó.
La cabeza de Lauren hurgó desde la puerta de mi oficina, y sonrió con
complicidad hacia mí mientras anunciaba la llegada de Eden. Asentí y me
volví para mirar mi portátil y vi la hora.
Había llegado temprano.
El sonido de su voz resonando mientras le agradecía a Lauren me llamó
la atención.
Jalé una respiración profunda mientras el sonido cesaba. Ella estaba
en mi puerta. ¿Por qué diablos estaba nervioso? La puerta se abrió
lentamente y la cabeza de Eden se asomó. Una vez más, no se molestó en
llamar. Eso me gustó.
—¿Está bien si paso? —preguntó en voz baja. Simplemente asentí.
Vi como Eden daba un tímido paso por la puerta de mi oficina.
Aproveché el momento para ahogarme con la vista de ella. Llevaba un
sencillo vestido negro que abrazaba sus curvas con tanta fuerza aún tan
perfectamente, mostrando solo lo suficiente para hacer que el escote me
centrara por un segundo demasiado largo. Mis ojos recorrieron su cuerpo y
aterrizaron sobre sus tacones. Púrpura, altos, y pecaminosamente sexys.
No me jodas.
Tenía las mejillas sonrojadas bajo la intensidad de mi mirada oscura y
mi ego se disparó. Había conseguido esa reacción de ella, con solo mirarla.
—¿Por qué me miras así? —preguntó en voz baja, sus ojos cayendo por
un momento al piso de abajo—. ¿Hay algo de malo en lo que estoy usando?
No podía estar hablando en serio. —No tienes absolutamente ni idea,
¿verdad?
77 —¿Sobre? —El tono azulado en sus ojos me cautivó con su realización.
Ella hablaba en serio.
Realmente no tenía ni idea.
—Qué…
El suave golpe en la puerta puso un alto a nuestra conversación.
Probablemente fue lo mejor, porque me impidió derramar mis pensamientos
por todo el lugar. Eden se movió sobre sus tacones y se volvió hacia la
ventana y miró hacia fuera a la ciudad. Cerré mis ojos con fuerza e inhalé
dos respiraciones profundas, rezando para que la calma se hiciera cargo de
mi cuerpo y mente altamente impredecibles.
—Adelante.
Lauren abrió la puerta de mi oficina lentamente y en el momento en
que entró sus ojos se movieron entre Eden y yo en lo que solo podría
describirse como expectativa. ¿Qué esperaba realmente que estuviera
sucediendo? Tosió discretamente para ganarse la atención del Eden, quien
entonces se volvió bruscamente.
—Simon Davenport llegó. —Sus mejillas sonrojadas instante—.
También trae a otra persona con él. —Lauren volvió su atención a Eden, y
no me perdí el brillo en sus ojos o la pequeña sonrisa que revoloteó sobre
sus labios. Juro que empezaron comunicarse sin decirse ni una palabra una
con la otra. Las miré como si hubieran usado algún código de chicas raro.
Estaba confundido como la mierda.
—Gracias Lauren. Envíalo aquí.
Lauren se deslizó por la puerta dejándonos a Eden y a mí solos.
Comencé a poner en orden mi escritorio, y no pude evitar notar que Eden
jugueteaba con sus manos mientras estaba de pie torpemente en medio de
mi oficina, con los ojos bajos al suelo de mármol. Crucé la habitación hasta
que estuve de pie justo delante de ella. Sus ojos azules se levantaron y me
miraron con tanta inocencia, con tanto nerviosismo, tan intrigados.
Agarrando sus manos en las mías, las sentí tensarse ligeramente sin
embargo, ella no se alejó. En todo caso, juré que se acercó a mí.
—Es necesario que te calmes. Eres brillante en lo que haces. ¿Te habría
contratado de otra manera? —La más pequeña de las sonrisas nadó sobre
sus labios y sus manos apretó la mía siempre tan ligeramente. Lo tomaría—
. Triunfarás en esta reunión, ¿de acuerdo?
78 Ella asintió.
La conduje hacia el asiento vacante en el lado opuesto de mi escritorio.
Ella me soltó la mano y se sentó, cruzando las piernas sobre sus rodillas.
Sí, el borde de su vestido se levantó en el proceso.
De mala gana y cuidadosamente alejé mis ojos de su parte superior del
muslo y miré hacia la puerta mientras se abría.
Simon Davenport cruzó la puerta con una presencia que merecía
respeto. Era un australiano loco que no tomaba mierda de nadie. Era famoso
por ser brutal en la sala de juntas, y me asustaba como la mierda en el
mejor de los momentos, pero también era alguien con quien sin duda
disfrutaba trabajando. Era un hombre de pocas palabras, pero
recientemente cada correspondencia en la había participado me hablaba de
su nieto Max, de Savannah, de la chica australiana hermosa con la boca
llena de descaro que era lo más cercano a su hija como nadie y de su yerno,
Tate quien era dueño de los bares Red Velvet.
Simon me saludó con un apretón de manos y una palmada en la
espalda. De pie junto a él estaba un tipo que parecía similar a mi edad y de
inmediato lo reconocí como el hombre frente a la banda que estaría siendo
presentado en la siguiente edición.
—Tú debes ser Eden Rivers. —El acento de Simon era todavía grueso
incluso después de vivir en los Estados durante unos años.
Eden se levantó de su asiento y se movió hasta que estuvo de pie a mi
lado. Exudaba confianza, y a mí, como la mierda me encantó. La sonrisa en
su rostro, la forma en que sus hombros estaban hacia atrás, y el brillo en
sus ojos me mostró que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Esta era
la Eden Rivers que quería ver.
—¿Qué diablos? —El hombre tatuado cuestionó con asombro y la
siguiente cosa que supe es que Eden estaba en sus brazos y no había
absolutamente ningún miedo en su rostro. Ella estaba muy emocionada.
—Muñeca ¿qué estás haciendo aquí? —continuó.
Muñeca.
Él tomó su rostro y dejó caer sus labios en su frente, mientras de
inmediato la más dulce de las sonrisas aparecía en su rostro. Estaba
perdido. Total y absolutamente perdido.
—Asumo que se conocen entre sí.
83
Eden
U
n minuto había estado flotando en las nubes, perdida en la
presencia de Ky Crawford, y al siguiente estaba huyendo del
edificio, respirando con dificultad, como si estuviera en llamas.
La reunión salió mejor de lo que jamás hubiera imaginado. Mi confianza
84 se encendió en el momento en que empecé a hablar y ambos Ky y Simon
habían caído en un trance de silencio mientras absorbían mis ideas y
visiones para el rodaje. No podría haber pedido nada más. Entonces hubo
un momento cuando cerré los ojos con Blake Ryan, uno de mis amigos más
cercanos que parecía haber olvidado hablarme de esta pequeña reunión. Me
sentí como si hubiera caído en un universo suplente viéndolo de pie delante
de mí, pero no podía ignorar la sensación de calma que nadó a través de mí
en el instante en que me sostuvo en sus brazos. Luego de descubrir que
Colby estaría en la
ciudad, era casi demasiado para comprender.
Y luego estaba Ky.
El confundido pero intrigante Ky Crawford.
Corrí por la acera tan rápido como mis estúpidos tacones altos me lo
permitieron. Mi mente se mantenía reproduciendo la sensación de aliento
de Ky bailando en mis labios y el peso de su mano, tan delicadamente pero
con tanta propiedad, en mi cintura mientras me detenía en la firmeza de su
pecho. Fue tan inesperado, tan aterrador, sin embargo, tan emocionante y
eso fue lo que me asustó.
Le había dicho que no.
Dije la única palabra que me prometí que nunca diría. ¿Qué demonios
había estado pensando? No había medido las consecuencias, eso significaba
dolor, significaba tormento, significaba ramificaciones, y era solo cuestión
de tiempo antes de que se desataran en mí. Ky vendría por mí porque le dije
que no.
En el momento en que el taxi se detuvo frente al hotel, me di cuenta
que tenía un mar de gente en el vestíbulo para atravesar antes de llegar al
santuario de mi habitación. Afortunadamente mi habitación estaba en la
planta baja, así que no me enfrenté con el torpe ascensor lleno de extraños
mientras me venía abajo. Le pagué al taxista, salí disparada del taxi y con
la cabeza agachada, me moví a través del vestíbulo, por el pasillo hasta que
mis ojos finalmente encontraron la puerta que me llevaría a la seguridad.
Fue solo después de que la había cerrado la puerta detrás de mí que
finalmente admití todo con un suspiro tembloroso. Mi exhausto cuerpo se
deslizó por la parte de atrás de la puerta de madera pulida y caí en un
montón en el suelo mientras mi seguridad en la soledad llegaba. Una
cascada de lágrimas se deslizó sobre mis mejillas mientras llevaba mis
85 rodillas a mi pecho. Esta era mi vida. Esto era con lo que había estado
viviendo. Eran esos momentos de intenso pánico que se apoderaban de mí,
la confusión y la pelea de mi corazón contra mi cabeza y la batalla constante
de si alguna vez podría tener una relación normal, con sentimientos
normales, con reacciones normales hacia un hombre. Esta era la realidad
que me había impuesto y el miedo que adornaba cada respiración.
El miedo era algo devastador. Te agarraba hasta el punto de dejarte
completamente incapacitada y de tragarse todo pensamiento racional que te
era dado. La parte más aterradora del miedo era que tenía el potencial de
destruirte por completo si se lo permitías.
No sé cuánto tiempo me quedé allí sentada. Mi cuerpo apretado hasta
que estuve rígida y congelada jadeando por el aire que podía reunir. Jeremy
decidió aparecer detrás de mis ojos y una y otra vez me mostró todo lo que
me hizo quien era hoy. Cada vez aparecía en esa pesadilla, revivía el dolor,
la agonía, el brutal dolor que me entregó. Probé todos y cada uno de esos
asquerosos besos con sabor a whisky que plantó en mi boca y mi cuerpo me
dolió mientras sentía cada insoportable forzada entrada, tomando mi cuerpo
sin mi consentimiento. Cerré mis ojos, orando por algo, cualquier cosa que
me llevara lejos de esto.
El sonido familiar de una llamada entrante, finalmente me ofreció mi
deseado consuelo, alejándome de mi dominado miedo desapareciendo. Dejé
caer mis manos alrededor de mis rodillas y me deslicé desde el suelo para
agarrar mi bolso que había arrojado a la cama. Busqué mi teléfono y saqué
el artefacto vibrando. El nombre Ky apareció en la pantalla. Su acción me
había llevado allí, pero ahora me estaba salvando de la pesadilla de Jeremy.
Miré su palpitante nombre delante de mí, y por un momento me pregunté si
debía contestar. Apreté mi dedo en el botón de rechazar y su nombre
desapareció de mí.
Puse mi teléfono en silencio y lo metí en lo profundo del agujero negro
de mi bolsa. Todavía era temprano, apenas medio día, pero lo único que
quería hacer era olvidar. Estaba dando tumbos por el conocido camino de
la autodestrucción y en el momento en que mis ojos se clavaron en el mini
bar mis oraciones silenciosas fueron contestadas.
Vodka.
El vodka resolvería todos mis problemas. Mis codiciosas manos
pidieron abrir la nevera y recoger seis botellas. Las acuné fuertemente
contra mi pecho como si fueran mi apreciada posesión y me dirigí a través
86 de la habitación hasta la cama poco atractiva, colapsando en la colcha floral
con un suspiro.
Tiré mi cabeza hacia atrás y la botella entera de vodka desapareció. La
quemadura de su espíritu cayó en cascada por mi garganta, finalmente, me
hizo sentir algo normal, haciéndome sentir viva, y de alguna manera loca
por sentir en control. Esta era la razón que tenía una peligrosa y seductora
relación con el vodka. Me daba todo lo que necesitaba y cuando mis
pensamientos llegaban a ser demasiados, me permitía desaparecer. Una
botella se convirtieron en dos y dos botellas se convirtieron en tres antes de
que mi cabeza empezara a llenarse de niebla; mis ojos comenzaron a vagar
con la embriaguez, y sentí las olas de la inconsciencia llenarme. Mi cuerpo
se moldeó en el incómodo colchón, todavía con el vestido negro que había
llevado a la oficina, y en el momento en que estuve a punto de caer en los
hoyos de un coma inducido por el vodka, Ky me vino a la cabeza.
Una única lágrima escapó de mi ojo y goteó sobre mi mejilla mientras
su maravillosamente guapo rostro y esos cautivadores ojos nadaban a través
de mis pensamientos. Estaba tan confundida. Por una fracción de segundo,
cuando sus labios deliciosamente regordetes se movieron cerca de los míos,
imaginé que tendría un sabor similar, cómo hubiera sido entregarme
completamente a mí misma a él. Había olvidado quién era. Me había
permitido olvidarme de todo lo que se cernía sobre mí.
Pero sabía que no podía dejarlo.
Golpe, golpe, golpe.
En el momento en que mis ojos pidieron abrirse, mi cabeza comenzó a
gritar asesinato hacia mí.
El vodka había salido victorioso una vez más. El cuchillo torciéndome
en mi cabeza no cesó cuando lentamente me senté en la cama y miré para
ver la salida del sol lentamente en el horizonte.
—Eden, por favor abre la puerta.
La profunda voz de Ky penetró la puerta del hotel. Desesperadamente
miré alrededor del espacio por un escape, pero no había ningún lugar para
87 correr. Bajé con cautela de la cama, tiré del dobladillo del vestido que se
había levantado a mis caderas sobre mis muslos, y tropecé hacia la puerta.
Ni siquiera tuve que mirar en el espejo para saber que me veía como un lío
colgado y trágico. Con manos temblorosas abrí la cerradura de la cadena y
luego la cerradura principal.
Di un paso de la puerta, sin abrirla.
—Está abierta —dije lo suficiente fuerte para ser escuchada. En menos
de dos segundos la puerta voló abierta y Ky se precipitó dentro. Todavía
tenía la misma ropa que llevaba puesta el día anterior, y parecía que no
había pegado el ojo.
Lo observé de cerca. Sus ojos buscaron en la habitación que nos
rodeaba y en el momento en que aterrizaron en las botellas vacías de vodka
suspiró y se pasó las manos por el rostro. Grandioso, no solo pensaría que
era una loca por huir, ahora pensaba que era una borracha.
Dio dos pasos hacia mí y retrocedí, mi mano fue tras de mí por algo a
que aferrarse y mis ojos cayeron a la alfombra azul brillante en el piso de
abajo. Mi mano encontró la tela de la silla de la esquina, y estuve atrapada.
—Mírame. —Su voz salió calmada, ni un gramo de fuerza detrás de
ella—. Eden, por favor.
Mis ojos recorrieron su cuerpo mientras las levantaba del piso y las
dirigía a su rostro. La tristeza, confusión y desconfianza me encontraron
cuando caí en sus ojos.
—¿Por qué huiste? —susurró con pregunta.
—Te dije que no. No quiero que me duela decirte que no. No debería
haber dicho que no.
El color desapareció inmediatamente de su rostro, y dio un paso lejos
de mí. Lo observé de cerca sin saber qué esperar. Su presencia me
confundió, intimidándome, sin embargo, me cautivó drásticamente. La idea
de él lastimándome me dejó en el momento en que me miró con ojos que
estaban erizados de preocupación, como si estuviera temeroso y
arrepentido.
—¿Pensaste que te iba a lastimar? —Sus palabras fueron apenas un
susurro y me miró esperando mi respuesta—. Eden, respóndeme. ¿Creías
que te haría daño?
—Sí. No sé. —Me atraganté, y por primera vez, estaba usando un sí
honesto.
88 Su rostro palideció y se tambaleó sobre sus pies como si hubiera sacado
el aire de sus pulmones.
Se dejó caer al borde de la cama y su cabeza cayó a sus manos. No
tenía ni idea de qué hacer así que me quedé de pie, mirando a un hombre
que exigía respeto y que tenía una fuerte presencia desmoronándose ante
mis ojos.
—Nunca te haría daño Eden. Nunca. Nunca debí haber pensado
besarte.
—¿Así que no quieres besarme? —espeté antes de tener la oportunidad
de detenerme.
Cerré los ojos ante la estupidez de mi pregunta. Ahí estaba yo con el
hombre del que hui, pero ahora no podía ignorar la punzada de decepción
que sentí cuando me dijo que no quería besarme.
Ky levantó la cabeza de sus manos y sus ojos estaban oscuros mientras
me miraba. Dudó por un breve momento antes de levantarse de la cama y
dar un paso hasta que su pecho estuvo a pocos centímetros del mío. Podía
sentir el calor que salía de su cuerpo, y estaba segura de que podía escuchar
mi corazón latir con fuerza en mi pecho.
—No quiero nada más que degustar tus labios, pero sé que no debería.
Joder quiero besarte Eden, pero también tengo que aprender a comportarme
cuando se trata de ti. —Cruzó los brazos sobre el pecho, como si estuviera
tratando de detenerse a sí mismo de estirarse y tocarme.
—Me interesas Eden. Hay algo en ti que quiero tener. Tienes esta
inocencia en ti, pero luego veo un destello en tus ojos que me dice que hay
una descarada mujer encerrada que necesita ser desatada, que necesita la
oportunidad de libertad. Me llamaste la atención la primera vez que te vi, y
no te me has perdido desde entonces.
—Nunca te di las gracias por lo que hiciste —admití tímidamente—. Por
salvarme de ese tipo.
—No tienes que darme las gracias por protegerte. Debería haberlo
hecho antes, y por siempre lamentaré eso. —Su voz se quebró con sus
palabras, y movió la cabeza ligeramente—. Debo irme.
Ky se movió a la puerta con pasos fuertes y se detuvo cuando llegó a la
manija. Me miró por encima del hombro, y sus ojos me suplicaron. —Nunca
tengas miedo de decirme que no Eden. Sé que habrá un momento en que
89 necesitaré que digas no.
Ky
E
lla pensaba que iba a hacerle daño.
Pensaba que tenía el potencial de putamente lastimarla.
Salí corriendo de la habitación momentos antes de que
las manos retorcidas de ira se apoderaran de mí.
Todo lo que había admitido conmigo fue como un recordatorio de cuán
90 atormentada y jodida vida podría tener. Había cruzado una línea muy
nebulosa ayer cuando me había movido para besarla. ¿Qué diablos estaba
pensando? No estaba pensando, y ese era el maldito problema. Eden Rivers
hacía que rápidamente perdiera todo sentido de la realidad.
Dejarla en esa habitación de hotel era la cosa más inteligente que pude
haber hecho. Si me hubiera quedado un minuto más, me habría roto. Le
hubiera pedido besarla y con las palabras de Tori constantemente rondando
“ella no puede decir que no”' Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de
que se rompiera.
Con frustración filtrándose por todos mis poros, me apresuré a mi
apartamento. Necesitaba una distracción, tenía que satisfacer y hacer buen
uso de las endorfinas aumentando sin parar a través de mi cuerpo. No podía
dejar de pensar en ella y mi mente continuamente se burlaba con recuerdos
de su rostro cuando había admitido su miedo.
Tiré mis llaves a la isla de la cocina y con fuerza saqué mi teléfono de
mi bolsillo y marqué el número de Josh. Después de dos timbres contestó y
no le di la oportunidad de hablar.
—Josh necesito hacer ejercicio —rugí en el teléfono mientras entraba
en mi habitación y me dirigía hacia mi tocador.
—Y dile hola a tu hermano demasiado grande.
—¿Estarás trabajando conmigo o no? —No tenía tiempo para sus
observaciones listillas.
—Te veré en tu casa en diez minutos.
No me molesté en contestar. Colgué el teléfono y lo tiré a la cama y lo
vi rebotar en el colchón y caer al suelo. Mi cabeza se levantó hacia el techo
y un profundo suspiro hizo erupción de mi pecho mientras mis emociones
burbujeaban encima. No podía entender su miedo hacia mí. Ella estaba más
allá de lo injustificable. Estaba injustificada. Fuera de lugar. Lo único que
no sabía de mí era que era un pinchazo terco y que ahora estaba más
decidido que nunca a estar dentro de su cabeza. A torcer mi camino a sus
pensamientos, a sus miedos, a su aparentemente peligroso hábito de decir
que sí a todo. Me gustaría hacerme decir que no y que lo diga con razón y
ver que no debería tener miedo de hacerlo.
—¿Dónde está el hijo de puta de mal humor? —Josh cuestionó desde
la sala de estar.
—En el dormitorio.
92
Habían pasado dos días desde que había visto a Eden. No había tenido
contacto con ella, y ella no se había puesto en contacto conmigo. Nuestra
conversación y todo lo que siguió ocurriendo llenó mis pensamientos.
Estaba tan jodido, porque cuanto más tiempo estaba lejos de ella, más
pensaba acerca de ella. Me zambullí en el trabajo, trabajando desde el
amanecer hasta después del anochecer sin embargo todo todavía me venía
a la memoria. Veía su nombre aparecer en los correos electrónicos, me
enteré de que había venido a recoger las cosas de Josh o Lauren, y juro que
incluso olí su perfume en el ascensor una vez. Estaba total y completamente
arruinado.
La puerta de mi oficina se abrió y Ashlyn se pavoneó en ella como la
mujer de una misión. Alcé los ojos de mi ordenador portátil mientras ella se
obligaba a ir a la esquina de mi escritorio. Eran cerca de las 5:00, así que
sabía que todavía tenía una larga noche delante de mí.
—Te vas —afirmó de hecho.
—¿Y por qué habría de hacerlo? —resoplé en respuesta.
—Porque estoy harta de verte en esta maldita rutina en la que te
encajaste tú mismo. Vendrás a mi casa por cerveza y comida china.
—No tengo ninguna rutina.
—Lo que tú digas Ky. Mueve tu trasero hacia arriba y fuera de esta
oficina. Estoy estacionada enfrente, te quiero allí en cinco minutos.
Me desplomé en el sofá de Ashlyn y tiré mi cabeza hacia atrás contra
los cojines de felpa.
Ella había ganado. Había salido de la oficina. Mis ojos se cerraron, y
sentí las primeras oleadas de agotamiento dentro de mí.
—Te ves como una mierda.
Abrí los ojos pesadamente ante el sonido de la voz de Ashlyn y la vi en
el sofá a mi lado. Agarré la cerveza que extendió hacia mí y casi me la devoré
de un solo trago.
—¿Hablaste con Eden últimamente? —preguntó sin pensar.
93 Demasiado para la sutileza de Ky.
Los ojos de Ashlyn se abrieron, una reacción que no me perdí. Ella se
volvió hacia mí y bajé la botella de cerveza mientras esperaba su respuesta.
Cuanto más tiempo se tomaba más frustrado me volvía. Claramente no era
un hombre paciente.
—Sí, desayuné con ella esta mañana y luego trabajé en algunas ideas
para su primera sesión.
Ashlyn cayó contra el sofá y se centró de lleno en mí, de tal manera que
me sentí increíblemente en el borde. Era conocida por leerme como si fuera
en el mundo más que un libro abierto. No tenía que decir mierda, ella sabía
lo que estaba pensando. Eso no era bueno. Había visto esa mirada antes.
Ella estaba tomándolo todo, estaba clasificando mis pensamientos, mis
palabras, mis preocupaciones, mis miedos, y en última instancia, llegaría a
una conclusión.
—Ella está llegando a ti —susurró—. ¡No espera! Ya llegó a ti. Ky, esto
está haciendo un número en ti. Tienes que parar. Dar un paso atrás.
—No sé cómo.
En algún lugar entre sentarse en el sofá de Ashlyn y voltear mi teléfono
otra vez en mi mano por enésima vez, tuve una epifanía. No podía ignorar
que Eden estaba llegando a mí por más tiempo. Joder, si era honesto, sabía
que llegó a mí aquella primera noche, cuando decidí ser como un caballero
en armadura de mierda. Aquí era donde residía el problema. Las mujeres
nunca llegaban a mí, porque nunca lo permitía. Me cerraba. Ponía mis
paredes. A veces era un imbécil. Pero ahora Eden estaba llegando a mí. Le
había permitido llegar a mí. No había posibilidad de que esto terminara así
porque tenía el potencial para destruirnos a los dos.
Necesitaba encontrar una distracción, y sabía que tendría una
solución.
Me desplacé al nombre de Josh en mi teléfono y mi rodilla rebotó
mientras apretaba la pantalla.
102 Mi lengua bailó en su boca, chocando con la de ella con tanta ansiedad.
Con flagrante completo deseo, ella correspondiendo a todo lo que le ofrecía.
Sabía a bayas y a ginebra, mejor de lo que nunca hubiera imaginado, y el
calor arremolinándose dentro de su cuerpo inundó el mío.
Sus manos entusiastas se juntaron al lado de mi camisa, acercándome
más mientras ella se deshacía en la intensidad del momento. Esta no era la
chica que había huido de mi oficina cuando por primera vez intenté besarla,
y sin duda no era la chica que exudaba nerviosismo solo por estar en mi
presencia. Eden Rivers se estaba transformando en una zorra delante de
mis ojos. Ahora, mientras me besaba, Eden me mostró que sabía lo que
quería y que no se estaba frenando. Se sentía como que esto era tan natural,
tan único y tan querido y me confundía como la mierda.
—Um, ustedes dos, Chris se fue.
Eden jadeó contra mis labios con el sonido de la divertida voz de Josh.
Yo había estado tan perdido en Eden Rivers que ni siquiera había escuchado
la puerta abrirse. Su cuerpo se apartó ligeramente, pero su agarre no
disminuyó en mi camisa.
—Mierda —gemí en el aire, y apenas oí la puerta cerrarse mientras Josh
nos dejaba en un torrente de pesadas, respiraciones entrecortadas. Mis ojos
se encontraron con los de ella todavía nadando con desesperada intensidad
a lo que acabábamos de tener uno con el otro. Sonreí mientras me apoyaba,
mi aliento caliente golpeando la sensible piel justo debajo de su oreja—. Por
cierto, no besas como una mujer que no ha besado a un hombre en dos
años.
El cuerpo de Eden retrocedió del mío como si una fuerza magnética
hiciera señas entre nosotros. Su cuerpo se tensó debajo de mis palabras y
su respiración se detuvo. La zorra se había ido y la insegura Eden había
vuelto, sin embargo, todavía me estaba destruyendo por completo.
—Parece que somos buenos fingiendo —susurró ella en el aire de la
noche.
—Yo no estaba fingiendo Eden. —Mis manos tomaron su rostro, y
estaba desesperado por mostrarle la verdad en mis palabras—. Nunca
podría fingir contigo.
—Pero dijiste…
—¿Hubo algo en ese beso que te indicara que estaba fingiendo?
Sus ojos se apartaron de los míos y cayeron al suelo. No había manera
de que estuviera fingiendo, y sabía a ciencia cierta que ella no estaba
103 haciéndolo tampoco. La forma en que su cuerpo se moldeó contra el mío, la
forma en que el calor de su cuerpo golpeó el mío. ¿Cómo podría nunca
querer eso otra vez? Era un idiota por pensar una vez sería suficiente.
Las palabras que se arremolinaban en mi cabeza, suplicando por salir,
tenían el potencial de destruir todo. Sería el comienzo de una prueba que
esperaba que los dos falláramos, una prueba en la que quería demostrar
que estaba equivocado. No creo que podría haber manejado su respuesta,
pero la pregunta se había quedado en la punta de mi lengua desde el
momento en que Tori hizo la cruda admisión y ahora después del alucinante
beso que compartimos no pude detenerme por más tiempo.
Metí un mechón de cabello detrás de su oreja y mis labios cayeron de
nuevo en los suyos para un íntimo beso, un solo roce de mis labios contra
los suyos.
—No puedes decir que no. —Dejé caer la bomba, y sus ojos se abrieron
de tal manera que respondió a mi pregunta sin una palabra hablada—. Ese
es un hábito jodidamente peligroso para tener Eden. No lo creí cuando Tori
me lo dijo, pero ahora estoy viendo eso cada vez que estoy a tu alrededor.
¿Acabas de estar de acuerdo en besarme porque no pensaste tener otra
opción?
—No es como si pudiera evitarlo. No pedí qué fuera así Ky —escupió
ella con rabia, con los ojos lanzándose lejos de mí y su agarre en mi camisa
se aflojó—. Y no quiero hablar de esto.
—¿Quieres besarme? —Empujé, rompiendo la distancia que había
puesto entre nosotros.
—Dijiste que estabas fingiendo, que querías que Chris se alejara de mí.
—¿Querías besarme? —repetí.
Sus ojos se movieron de los míos y su rostro se puso como una piedra.
Literalmente pude verla disparando. —Sí, —dijo finalmente—.
De repente no te creo.
—¿Qué quieres que diga? No soy como otras chicas Ky. No voy por ahí
saliendo con chicos al azar, no dejo que un chico me sostenga como acabas
de hacer. No me dejo entrar en posiciones de este tipo, y eso me está
asustando como la mierda porque realmente quería besarte. Así que sí,
quería besarte, y ahora que terminó estás haciendo que me arrepienta.
Su honestidad era refrescante. Finalmente estaba viendo a Eden Rivers
104 y no solo a su falsa persona.
—Solo tengo una pregunta para ti Eden.
¡Qué diablos estaba haciendo! Detente Ky, cierra la boca. Eden me miró
expectante, sus ojos todavía intermitentes con señales de ira. Estaba
perdiendo el control a un maldito ritmo rápido y en espiral en un mundo del
que no podría salirme. ¿Esta sería mi penitencia entregada en bandeja? ¿Un
plato que tendría que devolver después de un mes? Quería ponerla a prueba,
poner a descansar la jodida declaración de Tori para siempre.
Quería que dijera que no.
Le haría decir que no.
—Dame diciembre, sé mía por un mes. Créeme cuando te digo que no
te arrepentirás un segundo. Tus sí y tus no serán míos y por las razones
correctas por una vez.
Sus ojos se cerraron de golpe bajo mi pregunta. —Haré que te des
cuenta de que decir no es tu derecho dado y que decir sí todavía puede ser
una cosa hermosa.
Estaba esperando que me gritara. Estaba esperando que me dijera que
no y que era un imbécil. Pero se mantuvo en silencio. Finalmente abrió los
ojos y me miró con los ojos más increíblemente claros que jamás había visto.
Sentí mi respiración obstaculizarse mientras la observaba.
Mi mano tomó su mejilla y mi pulgar recorrió su suave piel mientras
su mirada bailaba junta. —Piensa en lo que te pedí Eden.
Dejé caer mi mano y rápidamente me dirigí hacia la puerta. No quería
su respuesta entonces, para ser honesto, no estaba seguro de que podría
manejarla si decía sí o no.
105
Eden
E
l olor de la comida grasosa, la comodidad me dio la
bienvenida el momento en que puse un pie en el comedor que
había visitado con Ky, el mismo lugar donde su tía trabajaba
y donde me había dado cuenta que el mejor amigo de mi primo trabajaba.
106 ¿Cuáles eran las probabilidades? Tommy me miró con reconocimiento del
momento en que entramos por la puerta y pronto sus brazos me engulleron
en un fuerte abrazo. No lo había visto desde que tenía catorce años y
comenzaba a notar a las chicas, pero ahora era alto, guapo y libre. Él y mi
primo Andy habían sido tan protectores conmigo cuando estaban creciendo,
a pesar de que era seis años mayor. Nunca tuve hermanos que fueran como
mis hermanos pequeños. Regularmente me visitaron cuando estuve en el
hospital después de la violación, a pesar de que no quería que nadie me
viera de esa manera. Sus obstinados traseros no me escucharon. Me
llevaban mi leche con chocolate favorito y revistas sucias, que me hacían
compañía cuando no podía dormir, y no salían de la habitación cuando la
policía me actualizaba en lo que estaba pasando con el caso. Aunque mis
padres se desmoronaron ante la noticia de que su niña había sido
contaminada de por vida, mis pequeños hermanos honoríficos se
intensificaron y por eso estaría eternamente agradecida con los dos.
—¡Eden! —La baja voz de Tommy cuestionó con incredulidad.
—Hola Tommy —suspiré con felicidad.
—¡No puedo creer que estés de vuelta! Andy ni siquiera me lo dijo, el
imbécil.
—No creo que ni siquiera lo sepa, está demasiado ocupado viajando por
Europa para preocuparse de que su prima favorita esté de vuelta en la
ciudad.
Saqué uno de los taburetes en la barra y pasé quince minutos
poniéndome al día con Tommy. Él habló con entusiasmo acerca de la
universidad, de su vida de soltero, de su continuo amor por el surf, y
entonces una buena medida, cayó en lo ladino. —Todavía estoy esperando
a que aceptes mi propuesta de matrimonio. —Mis hombros se sacudieron
de risa. La conversación de repente dio un giro serio y toda la risa cesó
cuando él se inclinó sobre el mostrador y comenzó a disparar preguntas
sobre lo que estaba haciendo de regreso aquí y lo que había estado haciendo.
Pero sabía que estaba dando vueltas para preguntarme cómo estaba.
—Estoy bien Tommy —admití calmadamente, respondiendo a su
pregunta no formulada. Él asintió y se mantuvo agarrado de mi mano
dándole un apretón amistoso. Ojos inseguros y preocupados se lanzaron
sobre mi rostro en un intento de creer lo que estaba diciendo y lo único que
pude hacer fue darle una sonrisa alentadora, era todo lo que podría
conseguir. Cuando estuvo satisfecho de mi respuesta, Tommy se apartó y le
sirvió a un cliente esperando.
107 Era más que increíble ver un rostro familiar en una ciudad que
despreciaba. Golpeé ligeramente en el mostrador y tarareé la música
inundando el aire desde los altavoces de sonido envolvente y mi mente se
cruzó automáticamente a anoche.
Apenas había pegado ojo.
Mis labios estaban todavía encendidos por la sensación de los labios de
Ky en los míos. No pude evitar tocarlos e incluso ahora mis dedos corrieron
sobre mi puchero hinchado. Él me había besado, me había devorado, y me
poseyó completamente en esos pocos momentos.
¿Me arrepentía? No.
¿Ese hecho me asustaba? Sí.
No solo estaba tratando con la idea de besar a un chico que también
estaría firmando mis cheques de pago por las próximas seis semanas, estaba
tratando ahora con la pregunta de Ky y su poco realista sugerencia. Sus
palabras —dame diciembre, sé mía por un mes— seguían arremolinándose
alrededor de mi cabeza y me dejó en un charco completo de emociones y no
había sabido nada de él desde entonces.
—Estás siendo jodidamente observada —anunció Tommy.
Me atraganté con la Coca—Cola que acababa de colocar en frente de
mí y lo miré con los ojos muy abiertos. Es bueno ver que su sutileza se había
desarrollado a lo largo de los años. Él me miró con diversión en su rostro y
sus ojos dejaron los míos y miraron por encima de mi hombro. Ni siquiera
quería saberlo. Negué y me concentré en el vaso delante de mí, pero ahora
la sensación de ser observada me inundó. Maldito seas Tommy. Cómo podía
estar siendo jodidamente observada, como Tommy me llamó, me hizo
cuestionar la desesperación de esta persona. Había dejado el hotel en mis
vaqueros más antiguos, la sudadera con capucha que solía llevar a la cama,
y mi cabello estaba cubierto con una de mis gorras favoritas, así como mi
rostro estaba libre de cualquier maquillaje.
—Él vendrá —advirtió Tommy, y me puse rígida en mi asiento. Tommy
vio la ansiedad saludando mi cara, y se quedó de pie frente a mí detrás del
mostrador.
El embriagador aroma de sándalo y almizcle me golpeó como una brisa
de verano. Me apoderé de mi copa y me la llevé a los labios y tomé de la
reconfortante bebida.
108 —Tommy, estoy listo para ordenar. —La voz de Ky golpeó mis oídos
como piel tocando seda. Suave, tentadora y peligrosamente coqueta—.
También voy a pagar por lo que quiera Eden. —Sus palabras captaron mi
atención, y me balanceé de vuelta para mirarlo. Él me miró como era de
esperar con ojos inquisitivos y rastrojos que adornaban su fuerte
mandíbula.
—Estoy feliz de pagar por la mía —tartamudeé en respuesta.
Vi su mente brincar y luego el más pequeño de los ceños barrió su
rostro.
—Ponlo en mi cuenta —se dirigió a Tommy con un gruñido tiñendo su
voz y luego se volvió hacia mí—. Ven y siéntate conmigo cuando termines.
No me dio la oportunidad de responder; se volvió y cruzó el bar sin otra
palabra. Al parecer, el Sr. Alfa estaba de visita ese día.
—¿Cómo diablos conoces a Ky Crawford conocido como señor mirada-
de-follada Eden?
Elegí hacer caso omiso de su ridícula declaración. —Estoy haciendo
una sesión de fotos para la revista donde trabaja.
—Él está en serio contigo.
La admisión de Tommy me impactó. Negué a la absurda declaración y
bajé mis ojos al mostrador. Ni siquiera podía imaginar eso. Estaba en un
torbellino de incertidumbre en lo que a Ky Crawford concernía, y el
comentario de Tommy era increíble. Estaba aquí para hacer un trabajo, para
tomar fotos y luego me gustaría estar de vuelta en un avión que se dirigiera
a mi vida cómoda y estable en San Francisco, y no tener que pensar en este
lugar de nuevo. No era el tipo de chica que daba señales de que quería que
un chico me “quisiera”. No podía, nunca lo haría.
El miedo, la intriga y la confusión todos nadaron salvajemente dentro
de mí mientras trataba de conseguir desesperadamente un agarre. Estos
eran los momentos en los que me ponía furiosa con lo sucedido. No solo
Jeremy Davis me había quitado mi inocencia, mi orgullo y mi derecho como
mujer, sino que también me había dañado por el resto de mi vida. Él se llevó
mi oportunidad de una relación normal, la experiencia me daba una
sensación de mariposas en el estómago cuando un tipo como Ky Crawford
me miraba, esa sensación de plenitud de un primer beso y la abrumadora
emoción del sexo. Él se llevó mi derecho a ser una mujer de veinticuatro
años normal y lo odiaba por eso. Lo despreciaba por eso.
—¡Eden!
109 Salí de mi trance y miré a Tommy, cuyo ceño estaba fruncido por la
preocupación.
Encontré la sonrisa más grande que pude reunir y sacudí todos los
pensamientos de mi cabeza.
—¿Estás bien? —Él claramente no compró mi intento de encubrir mis
pensamientos.
—Estoy muy bien Tommy. —Le disparé una mirada retrospectiva a
donde Ky estaba sentado y tomé mi vaso del mostrador—. Te veré pronto.
Me aparté de la mesa y en silencio me daba una charla, pero mis ojos
nunca dejaron a Ky mientras cruzaba el comedor. ¿Cómo iba a sentarme
frente a él, mientras su absurda proposición continuaba azotando mis
pensamientos y su beso aún enviaba ondas de choque a través de mi
cuerpo? Él estaba quemando mis paredes de resolución terriblemente
rápido, y me estaba tropezando en un territorio desconocido que por alguna
extraña razón me hacía sentir viva otra vez.
Me deslicé en la cabina frente a él y la familiar sensación de estar bajo
la mirada vigilante de Ky de inmediato me afectó. Mis manos se enredaron
tan rápido que ataqué las hebillas de bronce de mi brillante mochila rosa
portátil y agarré mi Mac. La idea de utilizar la pantalla de mi portátil como
un escudo fue un alivio, y estaba pensando en pasar la mañana trabajando
en mis ideas para la sesión y en la búsqueda de localizaciones.
—Gracias por acompañarme. —Su profunda voz habló con una certeza,
con una promesa y una intención que se sentía sorprendente y que me daba
la bienvenida pero me ponía tan condenadamente nerviosa. Recapacité de
mi batalla interna de negar la gracia a mis ojos con el placer de mirar su
rostro y levanté mi mirada para encontrarme con la suya.
Gran error.
—Señor Crawford —lo saludé con un severo movimiento de cabeza.
Una deliciosa sonrisa se hizo cargo de sus labios, y te juro que vi un
brillo en sus ojos. —¿Así que estamos utilizando las formalidades ahora?
Bueno, en ese caso, gracias señorita Rivers.
Mi nombre cayó de su boca con tanta facilidad y la sonrisa tiró de sus
labios alentó una sonrisa a juego para destellar sobre la mía. La idea de
coquetear con este hombre era peligrosa; era temperamental y tenía los
110 ingredientes para ser muy devastadora. Pero entre más estaba cerca de él,
más me daba cuenta de que estaba empezando a sentir e imaginar cosas
que nunca supe que quería.
Dejé caer mis ojos de él y abrí Photoshop, queriendo la distracción para
cesar la incomodidad llenando la mesa; torpeza atada a una necesidad
confusa que me hacía considerar cosas que no debería. No funcionó. Me
quedé mirando fijamente la pantalla sin poder concentrarme en otra cosa
que el hombre que estaba sentado frente a mí.
—¿Así que vamos a ir con cuidado alrededor de mi pregunta?
—No estoy evadiendo nada alrededor de cualquier cosa, Ky. —Cerré mi
portátil y lo miré. No podía estar hablando en serio—. Tori no tenía derecho
a hablar de nada de mí antes de irse de la ciudad, no me importaba lo
borracha que hubiera estado. Apenas te conozco. Eres simplemente el tipo
que me paga para fotografiar una portada.
—Sí soy simplemente ese tipo. —Su voz se volvió devastadoramente
baja, y rasgó sus ojos de los míos.
—Eso no es lo que quise decir. Estoy muy agradecida por lo que estás
haciendo, pero vamos, ¿no puedes estar hablando en serio? Un mes es
mucho tiempo. Tu idea es retorcida.
—¿Qué es retorcido al respecto? —Se rió—. Ya te besé, y tú estuviste
muy involucrada en ese beso así que no puedes decir que no te intriga. No
es tan loco como suena. Seremos simplemente dos personas que pasan
tiempo juntos. Estás sola en la ciudad, yo no salgo mucho, y obviamente
tenemos algunas cosas en común. Si soy completamente honesto, me parece
que siempre estoy cerca de ti, eres increíblemente sexy así soy un hombre
en pleno funcionamiento estaría loco si no quisiera tenerte en su vida,
incluso si es solo por un mes, cuatro míseras semanas, treinta y un días
incluso.
No podía estar hablando en serio.
—¿Entonces qué? ¿Eres uno de esos tipos que utilizarían el mes para
vivir alguna enferma fantasía? ¿Es esta una manera loca de intentar entrar
en mis pantalones? —Tragué mientras mi latido del corazón aumentaba
hasta el punto del dolor. No podía hacer esto. No había manera.
—¿Por qué haces eso? —Sus ojos se estrecharon y la frustración en su
voz no se perdió.
—¿Hacer qué?
111 —Pretendes ser esta persona que claramente no eres. Puedes ser tú
misma a mi alrededor. Eso es lo que quiero. Quiero a la Eden que sé que
está ahí. No a la Eden que escondes detrás. Quiero a la Eden que conocí
anoche en el balcón, la misma chica que me dio un beso con un aliento de
su vida, a la Eden que se apoderó de mí como si nunca me quisiera dejar ir,
a la Eden que sé no ha dejado de pensar en ese beso.
—No sabes absolutamente nada de mí así que no te sientes ahí y finjas
como si lo supieras.
—Está bien, ¿voy a ser el adulto que es honesto? No hay nada enfermo
y retorcido acerca de esto. —Su voz destilaba sexualidad y estaba teñida de
promesa—. Y no voy a ser el que intente follarte por lo que definitivamente
no iremos a ninguna parte cerca de tus pantalones. Esa es una promesa.
—Solo me llamaste, y cito, increíblemente sexy, pero no quieres
tocarme. Eres un tipo en mal estado. —Puse los ojos en blanco antes de
mirarlo. No tenía ni idea de qué tipo de juego estaba jugando, pero era un
juego que era lento pero que seguramente me arrastraría.
—Te dije que no voy a follarte, pero eso no significa que no vaya a estar
pensando constantemente en follarte.
Escuchar esas palabras permitió que el aliento que estaba sosteniendo
abandonara mi cuerpo. Un mes.
¿A quién estaba tratando de engañar? Sabía que la decisión ya había
sido tomada en el momento en que hizo la pregunta. No me había dado otra
opción. No podía negar que la capacidad de Ky Crawford de cautivarme me
encendió esa primera vez que lo conocí y eso era lo peligroso. Era peligroso
por todo en lo que había tratado desesperadamente de convertirme en los
últimos cuatro años, pero más aterradoramente, era peligroso por todo lo
que no quería recordar.
—¿Qué implicaría este mes? —El arrepentimiento me llenó en el
momento en que las palabras cayeron de mi boca, pero mi atención por
escuchar su respuesta me hizo acercarme.
Los labios de Ky se curvaron peligrosamente, con una sonrisa de
complicidad haciéndose cargo de su demasiado hermoso rostro. Presencié
el momento exacto en que se dio cuenta de que me tenía. ¿Qué demonios
estaba haciendo? Su cuerpo estaba presionado contra el asiento, y se sentó
en completo silencio observándome como si fuera un tipo de premio
enfermizo.
112 —No me mires así —escupí, apartando mis ojos de los suyos. No podía
quedarme aquí.
¿Por qué diablos no podía aprender a decir que no? Realmente, ¿era
tan difícil? Era una simple palabra, pero aquí estaba con veinticuatro años,
y no podía decirlo.
—¿Cómo?
—Como si fuera un premio. Esa no soy yo, Ky, y no voy a ser un juguete
con el que puedes jugar cuando lo desees. Esa nunca seré yo. —Metí mi
portátil en mi bolso y luego deslicé mi cuerpo a lo largo de la cabina de cuero
desesperada por un indulto. Tenía que irme.
—Eden, espera. —Ky se disparó de su asiento tan rápido que nunca
tuve la oportunidad de escapar. Su mano me agarró, con sus dedos
envolviéndose firmemente alrededor de mi antebrazo justo debajo de mi codo
y al instante desvió mi plan de escape. Mis ojos cayeron a su lado mientras
mi aliento se quedaba atrapado en mi garganta.
Nuestra mirada chocó y todo a mi alrededor desapareció en un
torbellino de silencio y calma. Una mezcla de miedo y de ansiedad se apoderó
de su rostro mientras me miraba con mucha atención. Me confundió.
¿Qué podría tener que temer cuando se trataba de mí?
—Definitivamente no eres un juguete Eden. Serías el premio mayor.
Siempre el premio mayor. Sé que no puedes decir que no, y soy un hijo de
puta por usar eso contra ti, pero te prometo que es por tu propio bien. Es
hora de que empieces a decir que sí por las razones correctas, y si tengo que
exigírtelo esta vez lo haré. Así que Eden, voy a hacerte esta pregunta una
vez más, ¿serás mi diciembre?
—Volveré a San Francisco en enero. —Las palabras salieron de mis
labios sin un único pensamiento.
—No me importa. No busco una relación contigo Eden; Busco nada más
que tu tiempo por las próximas cuatro semanas. Te voy a preguntar cosas
que te harán sentir incómoda; Voy a hacer cosas que pueden causarte
ansiedad; Mi plan es sacarte de esa zona de confort que crees que es la
realidad.
Con sus ojos suplicantes mirándome, tomé todo lo que sabía de Ky
Crawford. No podía entender su razonamiento detrás de esto, pero no podía
negar los rumores dentro de mi cuerpo en estado latente. ¿Por qué este
hombre quería pasar tiempo con alguien que apenas conocía? ¿Qué era tan
113 atractivo acerca de mí? ¿Cómo podía un hombre con un rostro como el suyo
y un cuerpo que rezumaba atractivo sexual querer a alguien como yo?
Pero realmente no tenía elección, ¿he?
—Sí —le susurré.
Ky
E
den Rivers estaba a segundos lejos de decir que sí a mi absurda
petición, a segundos de distancia de entregarme su mente, su
cuerpo, todo en un puto plato para mi disfrute.
¿Qué demonios había hecho? Mi mente rebotó a través de la
conversación, y aterrizó en mi idiota pregunta. Nunca pensé que estaría de
acuerdo con esto. Pensé que Tori había jodido todo conmigo. Eden no
114 debería haber aceptado esto. ¿Por qué estaba de acuerdo con esto?
Me deslicé de nuevo en la cabina y caí contra el cuero del asiento de
cubo. Mis ojos siguieron sus pasos mientras caminaba a través del
restaurante y por la puerta. Se detuvo en la acera y se volvió hacia mí, con
la mirada perdida en el comedor; en el momento en que sus ojos se
encontraron con los míos, sentí que algo cambiaba. Podría haber propuesto
la jodida idea del mes, pero ella había cimentado algo dentro de mí. Había
creado un malestar dentro de mí. ¿Cómo diablos iba mantener mis manos
y boca lejos de ella durante un mes?
Mi deseo de pasar tiempo con ella era demasiado; ¿por qué no podría
simplemente hacer lo que una persona normal haría? Estaba ofreciéndole
trabajo por el amor de Dios; no era como si no fuera a verla. Estaba enojado
de que asumiera que era un juego. Nunca le haría eso. Tenía mis propios
secretos cuando se trataba de Eden Rivers por lo que tenía que tener
cuidado con la forma en que jugaría esto.
Solo habrían algunas pocas salidas, tal vez algunas cenas. Quería
demostrarle que el principal objetivo de todos los hombres en la vida no era
tener su pene en su vagina. No estaría ni de lejos en su vagina. No podía. Se
lo prometí.
Dudo que se diera cuenta de que me tenía agarrado por las pelotas y
ahora estaba cerrado con llave. ¿Qué me estaba pasando? ¿Desde cuándo
no había estado en el trabajo cuando el sol se elevaba; desde cuando había
venido deliberadamente al restaurant que ahora sabía que ella visitaba?
—Ten cuidado con ella.
Rompí el contacto visual de Eden y me volví hacia Tommy. Estaba de
pie al lado de la mesa tratando desesperadamente de parecer amenazante.
Me eché hacia atrás y doblé mis manos detrás de mi cabeza y esperé a que
continuara. Lo había visto mirarnos a Eden y a mí desde el minuto en que
ella se deslizó frente a mí.
—No es como las otras chicas de por aquí. Es especial. No jodas su
cabeza ¿entendido?
—¿Y cómo sabes que voy a joder su cabeza? ¿Cómo te convertiste en
un experto sobre Eden?
—Soy el mejor amigo de su primo. Sé mucho sobre ella. Ella no necesita
un engreído, auto—obsesionado tarado de la ciudad estropeándola más.
¿Quién carajos se creía que era este chico?
—Solo porque me viste entrar aquí no significa que sepas una mierda
115 sobre mí. Así que por qué no te vas de largo y me dejas.
Sus ojos se volvieron rendijas y su boca se abrió y cerró en numerosas
ocasiones como si quisiera decirme algo, pero rápidamente se dio la vuelta
y se dirigió al mostrador solo para desaparecer en el trastero. No me jodas.
No necesitaba a un pequeño enojado diciéndome lo que sabía desde los
dieciocho años.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo de mis vaqueros y abrí un mensaje de
texto en blanco. Necesitaba hablar con Ashlyn y rápido. Ella me haría ver
algún sentido. O eso, o rasgaría mis bolas limpiamente de mi cuerpo. Esa
sería probablemente la mejor cosa que sucedería en ese momento.
Ky: Ash, ¿dónde estás trabajando hoy?
En cuestión de segundos el nombre de Ashlyn pasó ante mí.
Ashlyn: Pier 63, en el set de trabajo. ¿Qué pasa?
Ky: Hice algo.
Ashlyn: No quiero ni saberlo. Ven, voy a tomar un descanso.
Miré mi reloj y me di cuenta de que me había perdido una reunión
programada. Por primera vez para todo, supongo. Josh tendría un día de
campo con esto. Cerré mi laptop y me paré de la cabina. Solo me tomaría
diez minutos llegar al muelle 63, diez minutos hasta que Ashlyn me dijera
cuan patán realmente era.
El muelle era una fanfarria de modelos, fotógrafos y estilistas. Por qué
habían decidido hacer un lanzamiento al aire libre mientras la temperatura
bajaba rápidamente era una incógnita. Empujé las manos en mis bolsillos
en busca desesperada de un poco de calor y me dirigí hacia la playa hasta
la fotógrafa a quien conocía como Alessandra. En el momento en que me
vio, una amplia sonrisa se extendió en su rostro, y le anunció que todo el
mundo que se tomara cinco minutos. Alessandra y yo fuimos por el camino
de regreso; era una fotógrafa habitual de la revista, y habíamos desarrollado
una estrecha amistad. De hecho había asistido a su boda con su novia solo
el verano pasado.
—Cariño te ves tan guapo como siempre. ¿Por qué no estás en el
trabajo? Este no es el Ky Crawford que conozco y quiero. —Se inclinó y me
besó en ambas mejillas y se alejó, mirándome con recelo.
—Este nuevo Ky se debe a una chica. —Ashlyn estaba a mi lado,
empujó su cadera en la mía, y levantó la ceja como diciendo sabes que tenía
razón.
116 —¡Tienes una chica! —el grito de Alessandra atrajo la atención de todo
el mundo dentro de un radio de diez metros de nosotros.
—No tengo una chica, Ashlyn está siendo precipitada.
—Esperemos que no seas precipitado cuando se trate de Eden.
La capacidad de mi mejor amiga para decir lo que estaba en su mente
nunca dejaba de sorprenderme.
Hablaba primero y pensaba en segundo. La sonrisa y brillo en sus ojos
era una clara indicación de que amaba este tormento demasiado.
—Ashlyn, en serio, estamos realmente hablando de mis próximas
habilidades en medio de una playa llena. Tú y yo sabemos que tengo algunas
historias asesinas.
—Jesús Ky, hora y lugar.
—Tú sacaste esto a colación. —Me volví hacia Alessandra quien miró a
Ashlyn y a mí como si fuéramos psicópatas—. ¿Te importa si me robo a tu
estilista durante unos minutos?
—Por supuesto cariño, vamos por café. Tómate tu tiempo.
Ashlyn enlazó su brazo con el mío, y se alejó de la multitud y por la
arena de la playa abandonada. Conocía a Ashlyn demasiado bien. Sabía que
estaba desesperada por romper el silencio, pero estaba esperando con
impaciencia para que hiciera el primer movimiento. La dejaría sufrir por un
poco de tiempo. Joder, podría ser un tarado cuando quería serlo, pero era
todo por mi diversión.
—¿Qué hiciste? Además de darle un beso anoche.
Ahh, ahí va.
—Le pedí que pasara diciembre conmigo.
El rostro de Ashlyn se oscureció y entrecerró los ojos hacia mí. —¿Así
que fuiste en contra de todo lo que te aconsejé?
—Eso parece.
—¿Sabes lo que estás haciendo?
—No, no tengo ni puta idea. Acaba de suceder. La besé como la mierda
anoche y ella se perdió en el momento completamente. Perdí toda pizca de
control, y nunca pierdo el control Ashlyn. Nunca.
117 —¿Cómo estuvo?
Me callé, centrándome de nuevo en el momento en que dijo que sí. La
pequeña sonrisa que se filtró sobre sus labios, la intriga que se estableció
en sus ojos, y el cambio de su lenguaje corporal fue algo que no pude
ignorar.
—Estuvo bien. No puede decir no Ashlyn y yo siendo el puto maldito
que soy, utilicé eso contra ella para mi propio beneficio personal. ¿Qué clase
de persona jodida soy? No pude parar. Sabía lo que estaba haciendo, sabía
lo que estaba pidiendo, y sabía que iba a decir que sí.
—Solo prométeme que no le harás daño.
—Esa es una cosa que sin duda te puedo prometer.
K
y: te estoy recogiendo a las 8 am.
El sol de la mañana del sábado brillaba a través
de las cortinas que cubrían la ventana del hotel, pero
sabía que estaba ofreciendo una falsa calidez. Era
121 primero de diciembre, el primer día de invierno, y la temperatura había
descendido a un ritmo asombroso. Estirándome bajo el calor de mi edredón
releí el mensaje de Ky y suspiré. Hoy comienza. Un mes con Ky Crawford.
Todavía no entendía completamente el concepto, y lo intentaba con todo
ignorando el destello de anticipación que se disparó a través de mí cuando
recibí su mensaje. Pero el entusiasmo se apagó en el momento que una perra
llamada duda rugió a la vida, destruyendo todo a su paso.
Tropecé saliendo de la cama y me dirigí al diminuto baño. Si había
aprendido algo sobre Ky desde que llegué, era que nunca bromeaba acerca
de los planes. Si decía que iba a estar aquí a las ocho entonces debía estar
lista para esa hora. Encendiendo la ducha tan caliente como pude, me puse
de pie bajo el chorro de agua y pensé en el próximo mes. Sabía que el temor
atravesando mi cuerpo era el inicio de un tipo de emoción realmente jodida.
Esto era imprudente; esto era completamente diferente de mí. Esta era yo
perdiendo el control. Por lo general, me habría arrepentido de la decisión,
me habría odiado a mí misma por decir que sí, pero para variar era un poco
refrescante, era intrigante, era confuso como el infierno, pero solo era por
un mes.
Envolviendo una toalla alrededor de mi cuerpo limpio y húmedo, entré
en mi habitación y recogí mi ropa. ¿Dónde estaríamos yendo? ¿Qué debería
ponerme? ¿Por qué el sentimiento de una agenda oculta de repente me
abofeteó en el rostro? Sacudiendo la cabeza para disminuir los
pensamientos absurdos, me dirigí al cuarto de baño y vestida para el día:
jeans ajustados, botas hasta la rodilla y un suéter crema con mi chaqueta
roja favorita.
Después de secar mi cabello, permitiendo que las ondas naturales
cayeran sobre mis hombros, y añadiendo un toque de rímel para las
pestañas y brillo en los labios, terminé mi rutina de la mañana rociándome
un poco de mi perfume favorito de Vera Wang y estuve lista para ir. Me dirigí
hacia la cama para encontrar mi teléfono y mi bolso mientras mi mente
comenzó a correr a toda marcha con los pensamientos de lo que el día podría
traer. Un fuerte golpe en la puerta me detuvo.
Junté mis manos para tratar de ponerle fin a los temblores antes de
tomar una respiración profunda; con una oración silenciosa para tener un
poco de confianza, abrí la puerta y allí estaba. Vestido con vaqueros oscuros,
una sudadera con capucha negra, una gruesa bufanda de lana y un gorro
que le cubría el cabello castaño chocolate, pero fue el rastrojo perfecto
122 rozando su mandíbula el que me llamó la atención.
—Me siento solo aquí afuera, Eden —Ky habló en una voz profunda
mezclada con diversión.
—Lo siento, entra.
Me alejé de la puerta, abriéndola más ampliamente para que Ky pudiera
entrar. Pasó junto a mí, y no me perdí el guiño que me disparó mientras se
desenrollaba la bufanda y la tiró en mi cama.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó en voz baja.
¿Cómo me sentía? Nerviosa, ansiosa, temerosa, emocionada, intrigada
—mézclalos entre sí y esa era yo. Me miró de cerca, mientras esperaba mi
respuesta. ¿Cómo podría responder sin dejar que mis verdaderos
pensamientos se mostraran? Estar bajo su mirada vigilante era algo único;
era como lo que el pulso de mi cuerpo había necesitado durante tantos años;
era un anhelo que nunca imaginé; era un soplo en mis pulmones que había
estado esperando; era pura y absoluta confusión.
—Llevas la chaqueta roja —continuó, restándole importancia a su
pregunta inicial. Dio dos pasos hasta que estuvo de pie frente a mí—. La
chica de la chaqueta roja.
—Ese fuiste tú —le susurré, completamente desconcertada que fuera
la persona de quién Ashlyn me había hablado—. Ashlyn me dijo que
alguien…
—Sí ese fui yo, así que estoy muy feliz de ver que la llevas puesta hoy.
—Poco a poco se envolvió la bufanda de vuelta alrededor de su cuello, sus
ojos nunca dejando mi rostro—. ¿Estás lista para irnos?
Asentí y cogí mi bolso de mi cama.
—¿A dónde vamos?
No dudó en su respuesta.
—A un lugar al que he querido llevarte desde que te conocí.
125 —Vas a oírme decir eso bastante durante el próximo mes, así que te
sugiero que te acostumbres a ello.
Ky guardó mi cámara, colocándola de nuevo en el estuche, y luego la
colgó a su hombro. Se movió alrededor de la mesa hacia mí, pero sus ojos
estaban ensimismados en el lago. Como si supiera que lo estaba mirando,
desvió la mirada y me miró directamente. Sus labios se ajustaron y me lanzó
una sonrisa sexy y las malditas mariposas reaparecieron. No quería las
mariposas. Me tendió la mano y me quedé helada y no a causa del frío en el
aire. Como si el ruido fuese capturado por el aire y atrapado dentro de una
caja hermética, todo se quedó en silencio a mi alrededor. Quería agarrar su
mano; quería que su gran mano se fundiera con la mía, pero ¿por qué? No
movió su mano; dio un paso hacia mí acortando la distancia. No creí que
pudiera manejar esto. Su confianza hacía que la mía se elevara.
—Deberías sostener mi mano. —Sus ojos se redujeron a la mano que
sostenía para mí en una indicación silenciosa y luego me miró de vuelta los
ojos—. Un mes Eden. Es hora de que salgas de tu zona de confort, y soy el
hombre que te ayudará.
—¿Por qué no tienes novia? ¿No entiendo por qué alguien como tú está
soltero? —le espeté. ¿Qué carajos estaba mal conmigo?
—¿Alguien como yo? —Su voz goteaba con diversión.
Bueno pues, ¡mejor acaba con esto, Eden!
—Bueno, exitoso, lleno de confianza, tienes ese maldito hoyuelo, y eres
muy agradable a la vista. No entiendo por qué estás eligiendo pasar tiempo
conmigo cuando sé que hay un billón de mujeres por ahí deseándote.
—No quiero un billón de mujeres Eden.
Elegí ignorar la insinuación en su tono.
—Entonces ¿por qué? —presioné.
Él respiró hondo mientras consideraba su respuesta.
—Debido a que la mujer que quería se fue hace mucho tiempo y no hay
nadie más quién haya captado mi atención como ella.
—Oh. —Respiré, dejando caer mis ojos a la tierra por debajo del suelo.
De repente las ganas de consolar a este hombre que hablaba con tanta
angustia por esta mujer vencieron a todas las dudas que tenía, y sin
126 pensarlo dos veces, levanté la mano lentamente, entrelazando mis dedos con
los suyos.
Ky
N
o quería hablar de mi pasado con Eden. Ella no
necesitaba saber nada al respecto. Al segundo en que abrí
mi maldita boca y hablé, me arrepentí. No necesitaba
hacer preguntas, no quería que se hiciesen suposiciones, y estoy seguro
como el infierno que no la quería mirándome como lo estaba haciendo ahora.
La lástima era una cosa que odiaba. ¿Por qué tener lástima por algo
127 sobre lo que no tienes ni idea? Era una de esas cosas que la gente pensaba
que querías, pero era algo que nunca necesitaba. No la quería, no la
justificaba, y seguro como la mierda que no me la merecía de parte de Eden
Rivers.
Vacilé en mis pensamientos y me concentré solo en la forma en que la
mano de Eden se ajustaba a la mía. Mis ojos bajaron para mirar a nuestros
dedos entrelazados, ajustándose como un guante perfecto, como la promesa
de comodidad.
¿Qué diablos estaba haciendo?
—¿Vamos a quedarnos aquí y estar todo incómodos? —Su voz cantó
con una sonrisa, me intrigó que saliera de su manera de ser para ponerse
en señorita segura de sí misma solo para mí.
—¿Quién habló sobre estar incómodo?
La risa que afloró de su cuerpo me distrajo momentáneamente y por
un momento me apartó de lo que estaba pasando en realidad. Sabía que
necesitaba controlarme, pero la tranquilidad de estar junto a ella era tan
desconocida para mí, era como caminar en una cuerda floja y esperar a caer,
era como perder tu vista en las horas más oscuras de la noche y sentirte
manteniendo el equilibrio con pasos ansiosos. Era nerviosismo, era
impredecible y estimulante, y definitivamente no planeado.
Un mes era todo lo que tenía. Un mes para hacerlo digno de ella, para
mostrarle la vida que se negaba a vivir. Yo era un idiota obstinado en los
mejores tiempos y mis intenciones eran claras, pero también conocía los
riesgos. Si la presiono demasiado existe la posibilidad de estropearlo y si me
dejo llevar por la atracción hacia Eden Rives perderé la cabeza, y no puedo
permitir que eso ocurra. Este mes no solo se trataba sobre mí, y tenía que
concentrarme en eso. Las palabras de Josh continuaban haciendo eco en
mi cabeza al igual que el consejo de Ashlyn, como una grabación en
repetición, asegurándose de que era perfectamente consciente de lo que
estaba haciendo. Pero esa era la cosa, ¿estaba haciendo esto por mis propias
enfermas necesidades? ¿Ni siquiera tuve a Eden en consideración?
Por las siguientes dos horas, una eufórica Eden me empujó a través del
parque. Su rostro nunca cayó y la sonrisa plasmada en él era contagiosa.
Yo estaba sonriendo. Una genuina sonrisa tipo haz—mi—cara—doler, una
que había encerrado durante tantos años, una que había salido a relucir
gracias a alguien que parecía luchar constantemente contra sus demonios
personales. Su sonrisa era jodidamente increíble, ella asumió el control de
128 su rostro e hizo que el azul de sus ojos explotase y brillase de pura alegría y
felicidad.
Nuestras manos seguían entrelazadas mientras hacíamos nuestro
camino por todo el parque. Ocasionalmente ella se detendría y tomaría una
foto de algo que creería artístico, pero todo lo que veía mientras la miraba a
ella hacer sus cosas era a un banco, a un árbol, o un niño jugando. Solo
cuando ella se centraba en la fotografía y escondía su rostro tras la cámara,
perdíamos la conexión entre nuestras manos. Sentía la pérdida
inmediatamente, y en el momento que estaba hecho, estaba de nuevo a su
lado, y ella no dudó cuándo agarré su mano.
Estaba casi volviéndose una prueba para ver cuán lejos podría
empujarla antes de que ella se volviese completamente loca. Mi mente
todavía saltaba por el miedo en su rostro la primera vez que traté de besarla.
Nunca quería ver esa mirada otra vez, pero todavía estaba dispuesto a
probar los límites. Ansiaba tener mi boca y mi cuerpo en ella, era un hombre
por amor de Dios, y mentiría si dijese que no. Pero había una gran diferencia
entre desear y actuar, y sabía que no la tocaría. No podría. No debía. Lo
prometí. Pero joder si no seguía pensando en ese beso que compartimos.
Un largo timbre sonó a nuestro alrededor y ella separó su mano de la
mía para agarrar su teléfono desde lo más profundo de su bolso. Escondí
mis manos en mis bolsillos, decidiendo que era hora de parar de tocarla
mientras que todavía tenía una onza de control. La miré de cerca. Sus ojos
se entrecerraron y luego una sonrisa divertida apareció en su rostro. Sus
ojos se levantaron desde la pantalla para mirarme.
—¿Por qué está tu hermano enviándome mensajes inapropiados?
Gruñí en cuanto las palabras salieron de su boca. Josh jodido Crawford
ataca de nuevo. La habilidad de la comadreja de mi hermano para
entrometerse en mi vida en el peor momento posible, era el material con el
que las leyendas se construían. Sí, él era mi hermano pequeño pero también
mi mejor amigo, mi confidente, mi molestia, mi brutal honestidad, y mi
exasperación. Eden se concentró en su teléfono y envió una respuesta con
una sonrisa en su rostro.
—¿Entonces, qué es lo siguiente? —ella preguntó después de poner su
teléfono de vuelta en su bolsa e ignorando completamente la mirada que le
estaba dando. Ella me miró de vuelta y le devolví la mirada. Su ceja se
levantó en pregunta—: ¿Ky?
Mis ojos se estrecharon.
129 —¿Honestamente no vas a decirme lo que Josh envió en el mensaje?
Eden se rió en respuesta.
—Aparentemente voy a ver una película con Josh esta noche.
—Yo también voy —confirmé antes de que pudiese detenerme.
—Pensé que dirías eso.
3
Rat Pack: nombre con el que se conoció a un grupo de actores y músicos estadounidenses
que, reunidos como amigos, se generó alrededor primero de Humphrey Bogart y, a su
muerte, alrededor de Frank Sinatra, y que trabajaron juntos en películas, conciertos,
espectáculos etc.
Veinte minutos después estaba sentado al lado de Eden en un cine
lleno gente. Apenas nos habíamos dicho dos palabras el uno al otro desde
que llegamos y ahora estar en esta cercanía me superó por la familiaridad
de su perfume.
Cerré mis ojos y mi cabeza cayó contra el terciopelo rojo del asiento,
mientras que me tomaba un momento con mis pensamientos. Las luces se
desvanecieron y los cuatro nos acomodamos cuando la película comenzó.
Mis ojos se mantenían a la deriva hacia el lado de Eden. Tenía visiones de
la película proyectándose ante nosotros, pero honestamente no podía decir
de qué mierda iba.
Cambié de posición en mi asiento y me incliné hasta que mi boca se
cernía sobre su oreja.
—Te ves muy bien esta noche.
132 La luz de la pantalla grande me permitió observar su rostro en las
sombras del cine cuando se giró frente a mí. Sus ojos brillaban y mordió su
labio inferior mientras que la timidez la invadió.
—Gracias —ella susurró después de inclinarse hacia mí y en el
momento en que su aliento me rozó la oreja, sentí la hinchazón en mis
pantalones—. Me gusta tu camisa.
Di una sonrisa apretada y aparté la mirada de ella, volviendo mi
atención a la película. Si alguien me preguntaba qué me pasaba, la
respuesta sería la chica a mi lado, porque esa era la única cosa en la que
me estaba concentrando. En el momento en que agarró mi antebrazo
durante una escena de suspenso, pensé que casi seguro no podría manejar
toda la película. El contacto piel con piel era jodidamente peligroso. Su mano
se quedó en mi brazo desnudo, continuamente enviando una sensación de
ardor a través de mi cuerpo ya al borde, y cada tanto lo apretaba solo para
recordármelo. En realidad no estaba seguro de que ella supiese lo que estaba
haciendo.
La risa de Josh a mi lado me llamó la atención, y estreché mis ojos.
—¿Te ves un poco tensó allí, hermano? —se burló en voz baja.
Simplemente lo ignoré.
En el momento en que los créditos aparecieron al final de la película,
todos nos levantamos de nuestros asientos y caminamos de vuelta hacia el
vestíbulo principal. Ashlyn y Eden empezaron a hablar sobre cómo de
caliente era el actor principal mientras que Josh y yo esperábamos.
—¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó Josh.
—Tengo algún trabajo que hacer así que me dirigiré a la oficina o
simplemente trabajaré en casa.
—¿Verás a Eden?
—No lo sé —respondí honestamente—. Ella podría estar trabajando o
algo así.
Él asintió y me dio una mirada cómplice.
Ashlyn y Eden finalmente dejaron de desmayarse, sus palabras no las
mías, y ambas se volvieron hacia Josh y a mí expectantes.
—Podría devorar un trozo de tarta ahora —anunció Ashlyn y miró con
entusiasmo entre nosotros.
Mis ojos se fijaron en Eden y por un segundo ella se tensó, pero puso
133 una fachada de comodidad. Ella asintió en respuesta silenciosa, después
asintió a Josh en voz alta. Todos caminamos a una cafetería en la esquina,
justo en nuestra mira, Eden y yo caímos en silencio caminando uno al lado
del otro. Una cosa que noté fue que cuánto más avanzaba la noche, el
silencio se volvía más pronunciado y ella parecía ansiosa.
—¿Estás bien? —pregunté, bajando mi voz para que solo ella la
escuchara.
Ella finalmente giró su cuerpo hacia mí y asintió con la cabeza en
silencio.
Me sentí tenso.
—¿Estas realmente bien? No solo digas que sí.
—Estoy un poco cansada. Ha sido un día largo —finalmente admitió.
—Te puedo llevar de vuelta al hotel si quieres. No tienes que venir.
—Quiero pastel —me respondió con una sonrisa—. Aunque no estoy
segura de sí podría conseguir el pastel que me compraste para mi
cumpleaños. Ese fue el mejor pastel que he comido.
—Se lo diré a la tía Carole la próxima vez que la vea. —Sonreí
ligeramente.
La calidez de la cafetería ofrecía comodidad mientras que los cuatro
entrabamos a través de las puertas. Sentí a mi cuerpo empezar
a descongelarse después de la agresión del frío invierno. Ashlyn agarró la
mano de Eden y la llevó a una mesa vacía mientras que Josh y yo estábamos
pidiendo café.
En el momento que fue nuestro turno para ordenar, Josh entró en su
modo puta y comenzó a intentar entrar en los pantalones de la barista
después de que le dio nuestra orden. Sacudí mi cabeza por los movimientos
de mi hermano y me giré hacia el área principal del café y respiré
profundamente.
Mis nervios estaban de punta, mis emociones estaban por todo el lugar,
y no podía averiguar si era debido a la falta de sueño, estrés en el trabajo, o
la chica que estaba deshaciéndome a un ritmo muy rápido.
Miré hacia la mesa dónde estaban sentadas Ashlyn y Eden, e
inmediatamente me encontré con la mirada de Eden. Ella no dudó esta vez.
Sus grandes ojos atentos se encontraron con los míos con una intensidad
134 tan fuerte que parecía que me leía, que estaba descifrando cada
pensamiento que estaba teniendo. Joder, realmente esperaba que no
pudiese leerme también. Ella no necesitaba saber quién era yo. No creo que
pudiese manejar conocerme. Ella me había agarrado fuera de guardia, no
me esperaba que me estuviese mirando con esa intensidad. Me moví y giré
hacia el mostrador rompiendo la conexión. Sabiendo que estaba bajo su
mirada, mi normal fachada de confianza se desmoronó.
Eden
Habían pasado dos días desde mi arrebato inmaduro con Eden. Dos
días de obsesivo trabajo, dos días sin dormir, dos días de aniquilarme en el
gimnasio hasta que caía en un pozo de puro agotamiento.
Finalmente me había convencido de salir de la oficina y estaba sentado
en el comedor con Ashlyn y Josh.
—Te ves como una mierda —decidió anunciar mi hermano siempre tan
honesto.
144 —Te das cuenta de que eres un imbécil, ¿verdad? —Le disparé una risa
y puse los ojos en blanco.
Tía Carole se dirigió hacia nosotros con preocupación destellando sobre
su rostro, y se fue de frente hacia mí. La inquietud me llenó y estreché mis
ojos, esperando sus palabras.
—Eden está fuera siendo atormentada por Chris.
Mi cuerpo salió volando de la cabina, y sentí como si mis pies ni
siquiera tocaban el suelo. ¿Cuándo entendería el punto el imbécil? No quería
discernir sobre por qué estaba alrededor. Llegue a la acera y parándome
cerca de la entrada tuve una vista de Chris Jodido Edwards hablándole a
Eden. Corrí a toda velocidad con una cosa en mi mente, salvar a Eden.
Agarré la parte de atrás de su camisa, alejándolo de una Eden
temblando y lo estrellé contra la pared de ladrillo.
—Eden, retrocede —rugí. Sus ojos se ampliaron, y ella no lo dudó.
Cuando estuvo fuera de mi vista, me di la vuelta a un Chris sonriendo y
empujé mi antebrazo contra su garganta.
—¿Cuántas malditas veces tengo que decírtelo? Mantente alejado de
ella. —Sentí la vena en mi cuello palpitar bajo mi ira y el pensamiento de mi
puño conectando con su presumida cara casi me supera.
—Siempre tan protector Ky, pero ¿qué pasará cuando no estés ahí? —
Se salió de mi agarre y dio un paso hacia adelante, estando justo en frente
de mi rostro—. Escuche que su coño es jodidamente dulce.
—Cierra tu maldita boca —le susurré—. Te acercas a ella y te juro por
Dios que te derribaré, hijo de puta. Mantente malditamente lejos de ella.
Me aparté de él con la ira pulsando a través de mi cuerpo, desesperada
por escapar, y fue entonces cuando volvió a hablar.
—Los secretos siempre salen Crawford, y voy a estar listo para
abalanzarme.
No me molesté en quedarme cerca para escuchar más de las malditas
palabras que iba a soltar. Necesitaba encontrar a Eden. Eché mi cabeza
hacia atrás y mire de lado a lado tratando de encontrar algún rastro de ella.
Finalmente encontré su figura alejándose mientras cruzaba la carretera.
Empecé a correr y me abrí camino a través del tráfico con Eden a la vista.
—¡Eden, detente! —supliqué cuando llegué a su alcance.
Ella se congeló en su lugar y se giró hacia mí, su rostro completamente
145 ilegible. Aumente mi ritmo hasta que me detuve justo en frente de ella. Podía
ver el pánico de salir de ella, y era obvio que sus muros estaban aumentando
a un ritmo alarmante.
Mis manos tomaron su rostro, animándola a mirarme. Incluso cuando
parecía petrificada, ella seguía siendo la chica más hermosa. —¿Te lastimó?
Su labio inferior temblaba y ella negó un poco antes de hablar. —Estoy
bien, sólo quiero salir de aquí.
—Hey, ven aquí —le susurré y envolví mis brazos con fuerza alrededor
de ella llevándola firmemente contra mi pecho. Sus brazos rodearon mi
cintura y me atrajo hacia su cuerpo. La abracé tan cerca como pude hasta
que dejó de temblar—. ¿Estás bien?
Ella levantó su cabeza de mi pecho y me miró con sus ojos brillantes.
—No lo sé. Él me asusta.
—¿Qué puedo hacer? —le pregunté, queriendo desesperadamente
detener el miedo que estaba inundándola—. ¿Quieres venir a cenar conmigo,
Josh y Ashlyn?
Sus ojos nadaban con indecisión ante mí. Ella tiró de su labio antes de
limitarse a asentir. Mi irritación crecía cada vez que era testigo de esto, pero
me negué a dejar que hierva de nuevo. ¿Qué pasa si yo era alguien que no
sólo iba a llevar para cenar? ¿Y si era alguien que vio lo hermosa que era
y...? Yo no podía ni siquiera pensar en ello. Me hizo más decidido a hacerla
decir que no a veces o al menos decir que sí por las razones correctas. Se
encendió una necesidad dentro de mí, una necesidad que no debo desear.
—Vamos, vamos.
Ella se alejó de mi cuerpo y enlacé mis dedos con los suyos y
caminamos en silencio de nuevo hacia el restaurante. Mis ojos brincaban
febrilmente en busca de cualquier señal de Chris, pero como una rata sucia,
había desaparecido en las grietas de la ciudad.
En el momento en que entramos por la puerta la calidez del restaurante
circuló alrededor de nosotros, mi tía Carole entro en nuestro espacio
preocupada por Eden.
—Cariño, ¿estás bien? Lamento mucho no haberlo notado antes.
Puedes venir aquí cuando quieras. Estás a salvo aquí.
Mi corazón se calentó por la preocupación de mi tía. Ella era como una
segunda madre para mí y Josh, y conociendo su lado maternal, sabía que
Eden conseguiría el tratamiento completo de la tía Carole. La dulzura de la
146 sonrisa de Eden era reconfortante para los pensamientos brutales que
estaba teniendo con respecto a Chris.
—Llévala a la cabina Ky, voy a traer a algunas bebidas y tomar su
orden. —Se volvió hacia el Eden y puso una mano en su mejilla—. Él va a
cuidar de ti cariño. Es un buen chico.
Cuando llegamos a la cabina, tanto Ashlyn como Josh se levantaron de
sus asientos y abrazaron a Eden fuertemente mientras me ponía de nuevo
de manera protectora. Hice que se deslizara y sentara frente a la ventana
para poder protegerla del mundo que nos rodeaba. Eran mis tendencias de
hombre de las cavernas alzándose; si alguien quería llegar a ella, tenían que
pasar a través de mí. Su cuerpo temblaba a mi lado y estaba estudiando la
mesa mientras ella arañaba su camino de regreso hacia el caparazón con la
que ella misma se protegía. Cogí su mano debajo de la mesa y entrelace
nuestros dedos, desesperado por proporcionarle consuelo. Su agarre se
apretó, y ella se movió ligeramente hasta que su cuerpo estaba al ras contra
el mío. Mi pulgar froto sobre su piel suave, y puse nuestras manos unidas
en mi regazo.
—No voy a dejar que nada te pase. —Baje el tono de mi voz para que
sólo ella lo escuchara y mis palabras eran completa y absolutamente
verdaderas. Nada me detendría para garantizar su seguridad.
Sus ojos se levantaron para encontrar los míos, y me dolía el corazón
verlos nublados con miedo. —Nadie puede garantizar eso. Ni siquiera tú, Ky
—admitió con derrota.
—No me subestimes Eden.
Nuestros ojos se bloquearon ferozmente en el otro, y esperaba por
Cristo que mis palabras silenciosas fueron comprendidas.
—¿Qué quieres para cenar esta noche, niña bonita? —La suave voz de
Josh floto sobre la mesa y rompió el trance que Eden y yo teníamos el uno
con el otro.
—Um, creo que quiero pasta —contestó en voz baja y su mirada cayó
al menú en la mesa.
—La tía Carole hace la mejor pasta de pollo y champiñones —sugerí.
—Bueno, entonces tengo que probarla.
Ashlyn se sentó frente a nosotros, junto a Josh, y apenas había dicho
una palabra desde que Eden había entrado. Sus ojos se encontraban
147 trabados firmemente en Eden y su rostro estaba como de piedra. Sabía que
toda esta situación la estaba matando, pero se negaba a reconocerlo. No
importa cuántas veces le dije que hablara con Eden, no lo haría.
—Ashlyn, me preguntaba si quieres ir de compras a la ciudad en algún
momento pronto. Quiero ir a Victoria’s Secret.
Santa mierda, mátenme.
Al instante, el pensamiento del dulce cuerpo de Eden con lencería sexy
apareció en mi mente y la lujuria se disparó directamente a mi polla. Apreté
su mano con tanta fuerza que se quedó sin aliento a mi lado y me pidió
disculpas en voz baja. El rugido de la risa de Josh en la mesa me atrajo de
vuelta a la realidad, y le lance una mirada de muerte pura.
—Oh nena, acabas de poner mi hermano en un rumbo sin retorno —
bromeó con arrogancia frente a nosotros.
Me incliné hasta que mi boca estaba cerca de su oreja y le susurré—:
¿Haces compras en Victoria’s Secret?
Se movió hasta que su cara estaba apenas unos centímetros de la mía,
y sus ojos brillaron con diversión—. Sí.
—No me jodas —gruñí—. Me matas Eden Rivers.
Sacudí los pensamientos de mi cabeza y miré de regreso hacia un
reluciente Josh y sonriente Ashlyn. Me molestaron. Escondí mi sonrisa
detrás de mi vaso mientras tomaba un sorbo de mi refresco y, finalmente,
la tía Carole llego para tomar nuestros pedidos.
El resto de la cena fue bien. La conversación fluyó perfectamente en la
mesa y con el tiempo sentí a Eden relajarse junto a mí. Relajé el agarre en
su mano, esperando que desenredara sus dedos de los míos, pero no lo hizo,
ni siquiera cuando la tía Carole llegó con nuestros pedidos. Comió su pasta
con una mano, mientras yo luche para comer mi hamburguesa con una
mano.
—Bueno chicos, me estoy yendo. Tengo una cita caliente con un nuevo
coño esta noche —Josh anuncio sin ninguna preocupación en el mundo. Se
deslizó fuera de la cabina y se situó en el extremo de la mesa con una mirada
de suficiencia barriendo sobre su rostro.
Eden se atragantó con su refresco por la honestidad que Josh le
gustaba repartir con el universo.
—Mierda, lo lamento Eden, tiendo a hablar antes de pensar —se
148 disculpó profusamente y me miró con recelo.
—No hay necesidad de disculparse. Ve y disfruta tu, um, coño —Eden
murmuró, y juro por Dios incluso sus palabras se sonrojaron.
Risas desenfrenadas llenaron la mesa y Ashlyn siguió a Josh fuera de
la cabina después de anunciar que también se dirigía a su apartamento
porque ella tenía una reunión temprano por la mañana. Antes de que Josh
se fuera, invito a Eden para que vaya a su casa para cenar esta semana, la
cual ella aceptó de inmediato.
—No puedo creer que hayas dicho coño —Me reí mientras me movía a
través de la cabina y me deslizaba en el asiento frente a ella.
—¿En serio? —Ella me miró con diversión, levantando una ceja en el
proceso.
—Simplemente no pareces alguien que maldice.
—¿Adivina qué? Digo joder, mierda, imbécil, y polla también.
Mi risa llamó la atención de la tía Carole, quien se deslizó en la mesa
con dos grandes rebanadas de su famoso pastel de chocolate. La vista de
Eden hacia la torta y luego ella me dio la más dulce, más emocionada
sonrisa.
—Él me dijo que habías dicho que este era tu pastel favorito, así que
aquí tienes cariño. Disfruta. —La tía Carole asintió hacia mí.
—Te dije que se lo diría.
Cavamos en nuestro pastel y el silencio cayó sobre la mesa, bueno,
hasta que Eden comenzó a suspirar y hacer los pequeños gemidos más
inocentes mientras disfrutaba de cada bocado de la tarta. Pensé en gatos
muriéndose para tratar de no pensar en los sonidos proviniendo de su boca
deliciosamente tentadora, si, así de jodida era esta situación. Nada ayudó.
—Así que cuando terminemos, tengo que acompañarte de regreso al
hotel.
—Quiero quedarme. Quiero jugar a las veinte preguntas —dijo de golpe,
sorprendiéndome por completo ante su arrebato.
—¿Qué? —tartamudeé de regreso, confundido.
Ella tartamudeó en respuesta y comenzó a escarbar en el pastel a medio
comer. —Quiero decir seguro de que estaría bien. Probablemente debería
dormir un poco. Tengo un gran día mañana.
149 —¿Quieres jugar a las veinte preguntas conmigo? —El humor se quedó
en mi pregunta.
Sus mejillas se sonrojaron, y sus ojos bajaron.
—Eden, mírame —exigí y al instante sus ojos se encontraron los míos
de nuevo—. ¿Quieres jugar a las veinte preguntas?
—Sí —susurró.
—¿Por qué?
—Quiero conocerte. Si estoy pasando todo este tiempo contigo, no
quiero que sea raro, y pensé que si sabía cosas sobre ti, me sentiría más
cómoda.
Bueno, jódeme. Me recosté contra el cojín de la cabina y cerré mis
manos detrás de mi cabeza. Eden, mirándome fijamente, juntó las manos
sobre la mesa, pero no vaciló. ¿Cómo me metí en esta situación? Para un
extraño, esperaría que ellos pensaran de yo que era un idiota que se
aprovecha de una chica que no podía decir que no, pero aquí estaba ella,
tomando las riendas y arrastrándonos más cerca.
Un mes.
—Veinte preguntas, ¿eh?
La sonrisa que iluminó su rostro era la única respuesta que necesitaba.
—Quiero ir a buscar un chocolate caliente primero. ¿Quieres algo?
—Café. Tía Carole sabe cómo me gusta.
La observé atentamente mientras hacia su camino a través de la
multitud, completamente ajena a las miradas de reojo que estaba recibiendo
de cada chico en la habitación. Mientras estaba en el mostrador, me miró
por encima del hombro. Inocencia y atractivo sexual rezumaban de ella en
olas terriblemente intensas. Un minuto ella parecía que estaba coqueteando,
en el siguiente era reservada y se ocultaba detrás de una pared. Ella era
pura confusión, y sentí como si estuviera recibiendo latigazo tratando de
mantenerme al día con ella.
Cada plan que tenía era completamente jodido, y todo se debía a que
no podía reinar en mis inseguridades. Estaba obsesivamente atraído por
esta chica, pero sobre todo me intrigaba. Mi miedo final era que mi secreto
podría ser su caída más grande, pero sin embargo, aquí estaba yo creando
estúpidas ideas y escenarios para tratar de tenerla en mi vida.
Una vez que nuestro pedido estaba listo, caminó por la habitación y se
150 metió de nuevo en la cabina frente a mí, deslizando mi capuchino caliente
humeante hacia mí.
—¿Cómo conoces a Chris? —preguntó en voz baja.
Mierda.
¿Cómo podría responder a eso? Dudé sobre mi respuesta antes de
finalmente mirarla a sus ojos preocupados.
—Él es el primo de alguien con quien fui a la universidad. Él es un
idiota, y no necesitas tener nada que ver con él. Por favor, prométeme que
no importa lo que pase, vas a decir que no a todo lo que te diga, si alguna
vez se te acerca de nuevo. No creo que lo haga, pero por si acaso.
—¿Qué le dijiste?
—Le advertí que sería mejor para el mantenerse alejado de ti.
—Lo hiciste de nuevo.
No entendí lo que estaba insinuando. Fruncí mi ceño mientras la
miraba sobre mi taza. —¿Qué hice? —finalmente pregunté.
—Tú me salvaste de nuevo.
Mi corazón se retorció ante sus palabras. Si tan sólo fuera verdad. Esas
palabras eran la mentira más obvia del mundo, pero ella nunca sabría eso.
No podía entrar a una conversación como esta sin enloquecer. O bien era
dejarla aquí para el deleite de Chris, quien yo sabía estaba al acecho en
algún lugar, o cambiar rápidamente hacia dónde se dirigía esta
conversación.
Nos quedamos aquí por una razón.
Veinte malditas preguntas.
—¿Cuál es tu comida favorita?
—¿Disculpa?
—Veinte preguntas Eden. ¿Cuál es tu comida favorita?
—Oh, um como te habrás dado cuenta desde que me estabas siguiendo
por el Facebook, amo la pizza, pero también los espaguetis caseros.
Tomé nota.
—¿Cuántos años tienes? —ella continuó con el juego.
K
y: ¿Te veré esta noche en lo de Josh?
Edén: Voy a ser la chica de la chaqueta roja.
Durante dos días Ky y yo habíamos estado
hablando sin parar a través de mensajes de texto. Estaba
153 fuera de la ciudad por negocios así que esta era la forma en la que podía
ser. Él me advirtió que a pesar de que no estaba en la ciudad, todavía iba a
hacer valer sus meses en mí. Ahora era rutina despertarme con un mensaje
de texto y dormirme después de enviarle un mensaje de buenas noches.
Nuestras veinte preguntas habían seguido durante esas conversaciones
de mensajes de texto. En los últimos dos días me había enterado de
que su color favorito era el verde, que era un ave nocturna, que no le
gustaba nada la piña, y que tenía una fuerte aversión a las películas de
terror.
Sus mensajes de texto eran lo único que hacían quedarme. Hoy
mismo había preparado mi maleta y levantado mi teléfono de la cama
para llamar a la línea aérea, todo por culpa de un mensaje de texto
que simplemente decía: ¿Dónde está tu novio ahora?
Se podría pensar que le diría a alguien, o que llamaría a la policía,
pero mi jodida cabeza simplemente me dijo que lo ignorara, porque si lo
ignoraba, no estaba realmente sucediendo. Sí había perdido oficialmente mi
mente.
En su lugar había abierto mi laptop y trabajé hasta que mis ojos se
sentían como si se estuvieran cayendo fuera de mi cabeza. Había establecido
la cama como mi espacio de oficina, con mi computadora portátil y un
sinnúmero de fotos que había impreso sobre ubicaciones potenciales que
visitaré el próximo par de días. Mi trabajo y los mensajes de texto de Ky eran
lo único que me hacía quedarme, y siempre y cuando los tuviese, sabía
que estaría semi bien.
Todavía estaba tratando de sacar de mi cabeza a ese Ky, que
había llegado a mi vida de manera tan abrupta, convirtiéndose rápidamente
en una seguridad de la que dependía, fue el que me salvó de las garras
de Chris innumerables veces, sin embargo no me había pedido nada a
cambio. Estaba eligiendo ignorar la intriga que se encendía dentro de mi
cuerpo cerrado cuando pensaba en Ky Crawford. La chispa que giraba y
giraba dentro de mi cuerpo con un simple toque de su mano era cada vez
más difícil de ignorar. Esto era tan ajeno a mí.
Pero ahora, cuando me paré frente al espejo y pasé las manos por mi
cuerpo, enderezando las arrugas inexistentes en mi top, sonreí a la chica
que me devolvía la mirada. Fue una verdadera y legítima sonrisa, y eso me
entusiasmaba. Creo que acababa de coquetear con Ky Crawford. ¿Mencioné
la chaqueta roja que sabía que le gustaba? Barrí sutilmente el rubor rosa
sobre mis mejillas, deslicé sobre mis pestañas rímel negro medianoche, y
154 pinté mis labios con un brillo de labios rojo, entonces me encontré lista para
dirigirme a cenar a lo de Josh.
En el momento en que salí del taxi delante de City Towers, mi cabeza
se inclinó hacia atrás y miré al edificio de apartamentos de quince pisos.
El gran edificio brillaba con luces que relucían en el cielo oscuro y frío de la
noche. Era espectacular y más acogedor.
Cuando llegué al décimo tercer piso, música golpeó mis oídos, y venía
de detrás de la puerta del apartamento13A. Potentes bajos ruidosos
atravesaron mi cuerpo destruyendo la idea de una cena tranquila. Tenía mi
puño cerrado para golpear, cuando la puerta se abrió de golpe y de repente
Ashlyn salió furiosa y corrió por el pasillo, sus pasos llenos de brutal
determinación mientras su rostro se retorció en cólera. Sus sollozos flotaban
en el aire. Tan rápido como apareció, desapareció en el 13C con un portazo
detrás de ella. Me di la vuelta y miré al apartamento de Josh justo cuando
él salió corriendo, con la cabeza en movimiento de ida y vuelta mientras
miraba de arriba abajo el pasillo vacío antes de que sus ojos finalmente
aterrizaran en mí.
—¿Viste Ashlyn? ¿A dónde se fue? —Josh preguntó mientras se dirigía
hacia mí.
—Entró en ese apartamento. ―Señale y él dio un paso apresurado lejos
de mí, pero se detuvo cuando mi mano salió disparada y agarró su brazo—.
Josh no creo que ella quiera ver a nadie.
—¡A la mierda! Sabía que era un error. Metí la pata una vez más. —Se
pasó las manos por el cabello marrón chocolate y comenzó a pasearse por
el pasillo vacío como si tuviera el peso del mundo sobre sus hombros.
—¿Llegó Ky? —le pregunté, desesperada por dejar este lío embarazoso
en el pasillo.
Josh se detuvo y se volvió hacia mí. La preocupación en su rostro no
estaba perdida.
—Ky llegó bien. Él echó un vistazo a Lachlan y empezó a ir todo hombre
de las cavernas y lanzando mierda alrededor.
—¿Qué quieres decir? ¿Quién es Lachlan?
—Lachlan y Ashlyn tienen historia, y a Ky no le gusta. Gracias, carajo,
que se fue antes de que hiciera algo estúpido. —De repente parece que cayó
en la cuenta y me suplicó con sus ojos verde pálido—: ¿Puedes ir y
155 asegurarte de que Ashlyn está bien? Ella no va a cerrarte la puerta en el
rostro.
Todo lo que Josh había divulgado rebotó en mi cabeza. ¿Quién era
Lachlan? ¿Por qué a Ky le importaba tanto? ¿Ky y Ashlyn estaban
secretamente juntos? La sensación de estar en medio de un juego jodido
me inundó. ¿Yo era un peón en un juego enfermo y retorcido? Mi mente se
fue a través de todas las conversaciones que había tenido con Ky y Ashlyn
pero no pude ver ninguna pista. La paranoia era una perra que se había
convertido en un mal compañero.
—Por favor, Edén —Josh rogó—. ¿Vas a ver si ella está bien?
Asintiendo en acuerdo, no tenía más remedio que decir que sí. Respiré
profundo y me dirigí hacia el apartamento 13C mientras que todo lo que
podía pensar era en Ky. Necesitaba saber lo que estaba pasando, pero sabía
que mi primera preocupación era Ashlyn. Mientras estaba en frente de la
puerta de madera de color blanco brillante, dudé brevemente y lancé
una mirada retrospectiva a Josh que me sonrió débilmente antes de volver
a su apartamento, dejándome sola en el pasillo vacío.
Levanté mi puño golpeando suavemente la puerta y esperé.
—Vete a la mierda Josh.
—Nena, soy Edén.
El chasquido de la cerradura girando llenó mis oídos y poco a poco la
puerta se abrió y reveló a Ashlyn. Tenía las mejillas surcadas de lágrimas y
los ojos enrojecidos. La generalmente feliz y descarada Ashlyn parecía
completamente angustiada mientras abría la puerta en silenciosa invitación.
—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja. ¿Qué clase de pregunta era
estás bien? Ella claramente no lo estaba—. Esa es una pregunta estúpida.
—Negué con desdén.
Su sonrisa me dio esperanza. La seguí al gran espacio abierto de su
apartamento y vacilé en el sofá mientras ella se deslizaba hacia la cocina.
No es de extrañar que fuera hacia el congelador y sacara una botella de
vodka antes de recoger dos copas del gabinete y verter el líquido cristalino.
Ella parecía tener una misión y esa misión era olvidar. Mientras se acercó a
mí, un gesto matizaba sus labios. Aceptando la copa, seguí su ejemplo y me
desplomé en el sofá de cuero negro que ocupaba la mayoría del espacio en
su sala de estar.
156 —Los hombres son jodidos —admitió, después de que ella tomó un gran
trago de vodka—. Si no fuera por su polla me habría convertido en lesbiana.
—Claramente no tienes el tipo correcto de vibrador —le respondí con
una sonrisa.
Su risa era como música para mis oídos.
—¿Vas a decirme quién es Lachlan? —le pregunté en voz baja,
decidiendo no contenerme.
—Él es el que se escapó. —Su respuesta fue rápida como un rayo, de
las que se dicen sin un solo pensamiento.
—Oh. —Tomé un sorbo de vodka y la sensación del fuerte licor flotando
por mi garganta me emocionó—. ¿Quieres hablar de ello? Tengo toda la
noche, y tienes vodka.
Una mirada de pura determinación brilló en su rostro, y era casi como
si estuviera presenciando su insolencia reavivándose.
—Me siento como si tuviera que volver a lo de Josh y jodidamente
alardear delante de Lachlan. Ni siquiera sabía que estaba de vuelta. Uno
pensaría que después de dos años juntos, él me diría cuándo estaría de
vuelta en la ciudad. Obviamente los australianos tienen una comprensión
diferente de lo que significa la consideración. Jodidos amantes de los
canguros.
Mi risa llenó la habitación con la brutal declaración de Ashlyn de los
australianos. Una sonrisa cómplice vaciló sobre sus labios y luego inclinó la
cabeza hacia atrás y el vodka desapareció.
—¿Así que, obviamente, Lachlan llegó a la escena después de que me
fui?
—Sí, el año después de haber terminado la universidad. Lo conocí una
noche en la ciudad, y fue su acento el que se disparó directamente a mis
bragas, y se mantuvo allí durante dos años antes de que decidiera volver a
Australia sin una palabra o incluso una maldita nota.
El rostro de Ashlyn cayó y el duro exterior que interpretaba hacia el
mundo se destrozó ligeramente con el breve temblor de su labio.
—Josh parece estar bastante molesto por ello. —Probé, tratando de
animarla a compartir lo que estaba pasando.
—Jodidamente debería —escupió en respuesta.
Josh era claramente un tema delicado. Caímos en silencio e hice girar
el vaso y el vodka agitándolo delante de mí. Estaba tan tentada de tomar de
157 un golpe todo el vodka, pero sabía que sería un error. Por demasiado tiempo
el alcohol fue mi mejor amigo, mi mente y santuario de mi entumecido
cuerpo. Gracias que mis padres no me vieron entonces. Bebí tanto que todo
lo que tenía la capacidad de hacer era beber, desmayarme, y repetir. Los
primeros seis meses con Tori las pasé en mi dormitorio, protegida por un
edredón de gran tamaño y una mala relación con el vodka. Funcionó. Me
olvidé de Jeremy. Me olvidé de la sensación de su aliento en mi cuello
mientras golpeaba sin cesar dentro de mí sin remordimientos. Me olvidé de
la sensación de ser desgarrada y destruida a manos de otro. Simplemente
me olvidé. Era más fácil de esa manera. Seguí centrándome en el vodka
delante de mí mientras me hundía en las profundidades de los recuerdos.
Me estaba convirtiendo en esa chica otra vez, la chica que yo había trabajado
mucho tiempo en olvidar. No podía dejar que Ashlyn viese a esa chica. No
quería que nadie sepa de esa chica.
—¡Eden! —La voz de Ashlyn destrozó mi bruma. Levanté la mirada y
encontré sus ojos preocupados mirando hacia mí. Mierda. Forcé una sonrisa
y sacudí la cabeza.
—¿A dónde fuiste?
—Lo siento, me perdí por un minuto. —Me incliné colocando el vaso en
la mesa de café en frente de mí—. Así que, ¿qué te parece? Vamos a limpiarte
y volver a lo de Josh. Entrarás allí y te mostrarás ante Lachlan confiada,
atrevida, no dando una mierda, como la Ashlyn que yo conozco y amo. No
dejes que ningún hombre te haga sentir así. Ellos no se lo merecen. Es por
esto que estoy sola. —Guiñé un ojo y me levanté del sofá, agarrando su vaso
vacío de la mesa y llevándolos a la cocina.
—Si Ky tiene algo que ver con eso, no estarás sola por mucho tiempo
—dijo en voz baja Ashlyn.
Mi cabeza voló hacia el sonido de sus palabras.
—Solo somos amigos. —Reí con nerviosismo.
—¿Con beneficios? —Ashlyn bromeó.
—Él fue muy vocal cuando dijo que no me iba a tocar.
―Yo lo llamo mierda.
158
171 —¿Has estado con alguien… ya? —preguntó en voz baja, y sabía
exactamente de lo que hablaba.
—Solo uno.
—¿Fue un novio?
Pensé en Colby y la felicidad me inundó. Nuestra noche juntos era algo
que nunca olvidaría. Durante ese par de horas que pasamos juntos, me hizo
sentir como si fuera una diosa que no estaba rota y que realmente podía
sentir y ser amada. Me había besado y tocado con cariño, y confiaba en él
con cada parte de mí.
—Él es mi mejor amigo. Fue solo una vez, y significó el mundo para mí.
La gente piensa que es este chico aterrador debido a sus tatuajes y lo que
dice la prensa, pero es el hombre más dulce y amable que he conocido
jamás.
—Espera un segundo. Tatuajes. Prensa. Mejor amigo. Santa mierda.
—Colby —admití, y los ojos de Ashlyn se ampliaron.
—Al igual que “el baterista dios del sexo de The Fallen” Colby? —Su voz
era chillona.
—Al igual que “mi querido mejor amigo, osito de peluche” Colby.
—No me jodas.
—Tendrás la oportunidad de conocerlo en el rodaje —admití con una
sonrisa—. Es un mujeriego, así que estoy segura de que va a coquetear con
una belleza como tú.
—Dios, probablemente moriré.
—Por favor, no te mueras. Eres mi única amiga aquí.
Más risas sonaron desde la cocina y mi charla con Ashlyn llegó a un
abrupto final. Parados contra el mostrador de la cocina, los tres chicos se
reían y bebían cerveza como si fueran los mejores amigos y que no fue hacía
unos momentos que Ky quería lastimar físicamente a Lachlan. Ky trasladó
su mirada de Josh y sus ojos encontraron los míos. Fui bloqueada mientras
me disolvía por completo con una sola mirada. Era tan confuso. El hombre
mirándome con tanta intensidad, tan atractivo, no era el mismo hombre de
su oficina hacía apenas un par de días. La forma en que me miraba ahora
enviaba escalofríos por mi columna, hacía que los vellos de mis brazos se
levantaran por la atención y hacía que mi mente cruzara a un lugar que
había estado cerrado por cuatro años. Decir que colgaba al borde de la
realidad y la fantasía probablemente era la mejor manera de describirlo.
172 Una vez que se terminaron sus cervezas, Ky, Josh, y Lachlan entraron
en la sala de estar. Sus ojos saltaron de mí a Ashlyn y luego de vuelta.
—¿Qué nos perdimos? —preguntó Josh mientras se sentaba a mi lado
en el sofá y su brazo caía sobre mis hombros.
—Solo una charla de chicas —respondí con una sonrisa.
—Y por charla de chicas, ¿te refieres a hablar sobre chicos? —bromeó
con un meneo de sus cejas.
—Joshua Crawford, siento lástima por la chica que finalmente te
arrastre de tus pies.
—No tengo planes de ser arrastrado en un corto plazo, Ashy.
—Ky, tu hermano en serio se ha vuelto loco. —Ashlyn se rió y envolvió
su brazo alrededor de la cintura de Ky—. Ven a hacerme uno de esos
famosos cócteles Ky Crawford.
Ky asintió sin dejar de mirarme de cerca. Ashlyn lo acercó, y caminaron
hacia la barra charlando en voz baja entre ellos. Me giré hacia Josh y
Lachlan y caí en una conversación sobre Australia. Finalmente aprendí algo
sobre la jerga australiana que había preguntado originalmente antes de
darme cuenta que las imitaciones australianas realmente no eran lo mío.
La noche llegó pronto a su fin, el cansancio me golpeaba con toda su
fuerza, y lo único que quería hacer era arrastrarme en la cama. Esta noche
fue totalmente inesperada, y nunca pensé que venir aquí resultaría en Ky
diciéndome que quería besarme de nuevo, o que tendría una charla de
chicas en el sofá y conocería a un australiano. Mi cabeza era un torbellino
loco y seguía tratando de examinar las capas. Después de decir nuestras
despedidas, salí con Ky y esperé en el cálido vestíbulo que llegara el taxi
para llevarme de regreso al hotel.
De repente me sentí tímida bajo la intensidad de su mirada y no había
dejado su sonrisa desde que me acompañó hasta abajo.
—Tenía toda la intención de pedirte que te quedaras esta noche, pero
no lo haré porque solo quiero que digas que sí por las razones correctas y sé
que aún no estás allí. —Su voz era tan suave.
Fue entonces cuando dejé de respirar.
—No entres en pánico. No te lo estoy pidiendo, Eden. —El conductor
del taxi tocó la bocina mientras estacionaba y Ky me atrajo hacia el calor de
su cuerpo, colocando un dulce beso en mi frente—. Hablaré contigo
173 mañana. Mantente a salvo.
Ky
E ntrando dentro de mi oscuro apartamento, encendí las luces
y el espacio inmediatamente se iluminó. Debe de ser más de
media noche, y no puedo dejar de pensar sobre la extraña
despedida que tuve con Eden.
Mucho había cambiado en muy poco tiempo. Ya no estaba trabajando
dieciséis horas al día; ya no pasaba más tiempo en el trabajo que en casa.
174 Joder, incluso tenia comida en mi refrigerador en estos días. Este no es Ky
Crawford. Ella se metía debajo de mi piel a un ritmo alarmante, y yo estaba
perdiendo de vista lo que me había propuesto en primer lugar.
El sonido del timbre de mi teléfono resonó en el aire, miré la pantalla,
y me sorprendí de ver el nombre de Eden en la pantalla.
Pulsé el botón para contestar.
—Ky, por favor ven a por mí. —Ni siquiera me dio oportunidad de
hablar.
—Eden, ¿qué pasa? —le pregunté, corriendo hacia la puerta y
agarrando mis llaves.
—Alguien ha estado en mi habitación. —Su voz estaba tan aterrada y
sin aliento por el miedo.
Mi cuerpo se puso rígido.
—Eden, ve a recepción. Estaré ahí en diez minutos.
Colgué el teléfono y salí corriendo de mi apartamento, la determinación
corriendo por mis venas. Me salté el ascensor debido al tiempo que me
llevaría bajar los catorce pisos; No podía arriesgarme a perder más tiempo
parando en cualquier piso. El tiempo no estaba de mi lado o del lado de
Eden. Corrí por los catorce tramos de escaleras para llegar al
estacionamiento con solo un propósito en mente.
Llegar a Eden.
Estuve en el Hotel De Luca en ocho minutos, después de haber
cometido cinco infracciones de tránsito en el proceso. Cuando llegué a la
acera, me encontré con Eden de pie, con los brazos envueltos firmemente
alrededor de su cuerpo mientras sus ojos se movían alrededor febrilmente
en busca de protección y cualquier señal de peligro. Mi auto estaba en el
estacionamiento antes de que pudiera parpadear y corrí desde el auto hasta
que estuve frente a ella. Mis ojos desesperados escanearon su rostro y su
cuerpo para detectar cualquier signo de daño. Estaba temblando tan
violentamente y la mirada de puro miedo en su rostro desgarraba mis
defensas. La atraje cerca de mi pecho, un brazo alrededor de su cintura y el
otro alrededor de sus hombros, permitiendo que la mano descanse sobre la
parte posterior de su cabeza.
Cayó en mis brazos, y sentí la rigidez de su cuerpo suavizarse contra el
calor de mi pecho. No sabía cuánto tiempo nos quedamos en la acera, lo
175 único que sabía era que le daría lo que necesitaba hasta que me apartara.
—Debería ir a ver si hay otra habitación disponible. —Sus palabras
ahogadas contra mi pecho me sobresaltaron.
—Eden de ninguna jodida manera te quedarás aquí.
Sus ojos azules brillaron hasta alcanzar los míos.
—Tú vienes a mi casa. Puedes permanecer en la habitación de invitados
hasta que resolvamos esto. De ninguna maldita manera te vas a quedar
aquí.
—¿Puedes venir conmigo mientras empaco mis cosas? —me preguntó
tímidamente.
—Eden, no te estoy dejando fuera de mi puta vista. Te vas a enfermar
de verme antes de que este mes haya terminado. Vamos a conseguir tus
cosas y luego ir a mi lugar. ¿Estás de acuerdo con eso?
—Sí.
Se separó de mi cuerpo e intentó alejarse. Y una mierda. Mi mano salió
disparada y agarró la suya y de inmediato sus dedos se entrelazaron con los
míos con necesidad y ternura. Caminamos en silencio a través del vestíbulo
y hacia su habitación y mi mente se sentía como si estuviera corriendo una
maratón y no podía ver la línea de meta. Eden vaciló mientras deslizaba la
tarjeta a través de la puerta abriéndola.
—Iré primero. —La tranquilicé y le di un apretón en un intento
desesperado de darle protección y comodidad.
Su maleta estaba en medio de la cama en un caos total. Era evidente
que alguien había estado registrando alrededor de ella. Mi estómago se
apretó y sentí la bilis desde la boca del estómago y se asentó precariamente
en mi garganta cuando me concentré en los sujetadores y bragas que se
salían fuera, arrojados alrededor y perturbados por las manos de algún
jodido sucio de mierda.
—¿Quieres quedarte aquí mientras yo empaco todo? —le pregunté
suavemente.
—¡No! —Se quedó sin aliento y me lanzó una mirada suplicante.
Sus ojos mostraban puro terror. Su mano se agarró a mi brazo como si
fuera a salvar su vida.
—Por favor no me dejes aquí.
—Oye, oye, está bien. No me voy a ir a ningún lado. Vamos a conseguir
176 tus cosas y largarnos de aquí.
Me senté en el borde de la cama mientras Eden empacó sus
pertenencias a una velocidad rápida. Mis ojos rastrearon cada movimiento
y yo no podía pasar por alto el hecho de que estaba temblando y sus manos
temblorosas le hicieron soltar todo lo que guardaba.
—Eden —le hablé lento y se detuvo y me miró—, ven aquí.
Cruzó la habitación y cayó en mis brazos abiertos y sollozó. Sentí el
algodón de la camisa amortiguar sus lágrimas y mis brazos apretados. Está
cayendo completamente en mis brazos y me sentí perdido en lo que podía
darle a ella.
—Estoy asustada —admitió apartándose de mi pecho y mirándome—.
Estoy muy asustada.
—¿Qué tengo que hacer para que dejes de estar asustada? —Mis dedos
metidos en el cabello que se había caído de su trenza detrás de las orejas y
los ojos cerrados bajo mi tacto.
Su voz tensa mientras respondió con:
—No sé, pero que estés aquí está ayudando.
—¿Qué tal si terminamos con esto y después nos vamos?
—Eso sería bueno.
Eden se alejó de mí y se fue a recoger su ordenador portátil y su cámara
y siguió metiendo sus pertenencias en la maleta. Al ver los artículos caros
intactos me confundió muchísimo. En un allanamiento de morada como
este, siempre eran tomados los artículos más caros, pero aquí aun estando
a la vista no se los habían llevado. No podía deshacerme de la sensación de
que esto no fue simplemente un acto al azar, y me recorrió un temblor desde
mi espina dorsal.
Un nombre estuvo rondando en mi cabeza: Chris Edwards.
Quince minutos después, con el equipaje de Eden en mis manos
caminamos fuera del hotel hasta mi auto.
—Muchas gracias por venir a buscarme —dijo mientras me miraba
cargar sus bolsas en el maletero.
—Me alegra que hayas llamado —le dije mientras cerré el maletero y
me trasladé hacia el asiento del conductor. Se removió en el asiento del
pasajero, mientras tomamos los diez minutos en auto de vuelta a mi
177 apartamento. Los sonidos familiares de un mensaje de texto sonaban y
cuando la miré, me di cuenta de que cerró los ojos y no hizo un movimiento
para ver su teléfono.
—¿Qué pasa? —le pregunté a toda prisa, mis ojos cayendo al teléfono
en las manos de Eden.
Abrió los ojos y su boca se torció con nervios.
—Nada. Sólo estoy cansada.
—¿Vas a comprobar el texto? —le pregunté, sin creer una palabra de lo
que dijo.
—No.
Quería desesperadamente ahondar más y hacer que hable, pero ya se
estaba cerrando y realmente no quería tenerla huyendo en la noche porque
había presionado demasiado. Me mordí la lengua y me concentré en la
carretera mientras mi mente bailaba a través de escenarios quien podría
estarle enviando mensajes para obtener una reacción así.
Diez minutos más tarde mi edificio quedó a la vista, brillando en el cielo
nocturno. Entré en el garaje y cogí la maleta y bolsas de mi auto e hicimos
nuestro camino en silencio al piso catorce. El momento en que entramos por
la puerta y en el calor de mi hogar la tímida Eden decidió aparecer. Se puso
de pie justo en el interior del vestíbulo mientras me dirigía hacia la cocina.
Saqué una olla del armario al lado de la estufa y me volví a encontrarla
mirando alrededor de mi apartamento con una mirada nerviosa plasmada
en su rostro.
—No estés tan nerviosa. Te vas a quedar aquí todo el tiempo que
quieras así que siéntete como en casa. Te haré un tour una vez termine de
hacer chocolate caliente para entrar en calor.
—¿Estás haciendo chocolate caliente? —me interrogó, la expresión de
asombro en su rostro no se perdió.
—Por supuesto. Hace mil millones de grados bajo cero fuera, y necesito
algo para calentarme. ¿A menos que quieras abrazarme toda la noche? —
bromeé, desesperado por romper la tensión—. Entonces chocolate caliente
será. ¿Quieres chocolate blanco o con leche?
—Blanco por favor —susurró.
Sentí sus ojos en mí mientras me movía por la cocina preparando las
bebidas. Se sentía bien. Pronto el delicioso aroma de fusión del chocolate
llenó el aire. Una vez que estaba hecho, los dos nos trasladamos al gran sofá
178 que ocupaba el centro de la sala de mi casa y se desplomó en su comodidad.
Eden sacó sus piernas debajo de ella y sopló suavemente en el chocolate
caliente humeante que recién le había dado. Bebimos en silencio, y yo sabía
que su cabeza se estaba volviendo loca de analizar todo lo que estaba
pasando a su alrededor. No dijo una palabra y yo estaba de acuerdo con eso.
Sabiendo que ella estaba aquí y no en esa patética excusa de un hotel me
satisfizo. Me permitió cuidar de ella y mantenerla a salvo, y eso era lo que
yo quería. Mis ojos se cerraron de golpe cuando un golpeteo no deseado
estalló detrás de mis ojos. Los recuerdos podían irse a la mierda, no quería
que se inmiscuyeran en este momento, no ahora.
—¿Estaría bien si me doy una ducha? —Su voz terminó mi flashback y
abrí los ojos para a encontrarla mirándome con asombro.
—No tienes que preguntarme Eden, siempre y cuando te quedes aquí,
puedes usar lo que quieras. Probablemente voy a ir a la cama de todos
modos; ha sido un largo día. Te voy a mostrar a la habitación de invitados.
Me puse de pie desde el sofá, y ella imitó mi acción. Tomé su taza y la
puse sobre la mesa de vidrio y luego la llevé a través de mi apartamento y
me dirigí por el pasillo. Al abrir la puerta, entré y encendí la luz inundando
la habitación con una luz fuerte. Eden se trasladó a mi lado cuando entró
en la sala sosteniendo un de las bolsas más pequeñas que trajo, después de
haber dejado la más grande en la sala de estar. Una cama king-size, un
amplio armario, un sillón de lectura y unas mesas laterales con lámparas
de hierro tejida completaron la habitación. Una vez más, Ashlyn no falló en
sus habilidades de decoración de interiores.
—Es demasiado hermosa. —Su voz susurrada salió al aire. Dejó su
bolso sobre la cama y luego se dirigió hacia la ventana. Mis ojos siguieron
cada paso con interés. Cuando llegó a la ventana, cruzó los brazos sobre el
pecho mientras asimilaba las luces de la ciudad bailando en el cielo
nocturno.
—Este cuarto es todo tuyo —dije—. Traeré el resto de tus cosas
mientras te tomas un baño. El baño está al otro lado del pasillo.
Me di la vuelta y salí de la habitación y corrí por el pasillo huyendo
hasta mi habitación. Mi cuerpo era una batalla de emociones y me sentía
como si hubiera corrido un maratón mientras trataba de examinar lo
ocurrido esta noche.
Después me puse un suéter, me dirigí de nuevo a la sala de estar para
agarrar su maleta, la dejé en la habitación antes de regresar a la sala de
179 estar y colapsé en el sofá desesperado por encontrar algo de calma. Las
cosas entre Eden y yo habían cambiado esta noche. La desesperación de
probarla de nuevo se estaba apoderando de mi pensamiento racional. Le dije
que quería volver a besarla, a saborearla, y sin embargo, ella todavía me
llamó. Todavía estaba tratando de sacarla de mi cabeza todo. Me puse de
pie del sillón y recogí las tazas vacías y las llevé al fregadero y después
sabiendo que no había comprobado correos electrónicos o mensajes, me
apoyé en la isla de la cocina y procedí a revisarlos. Debía volver a la oficina
de Los Ángeles en unos días, así que esperaba que Lauren hubiera enviado
mi itinerario.
Eden en silencio entró en la sala de estar. Tosió para anunciar su
llegada y mis ojos se levantaron y la vi en pantalones sueltos de algodón que
colgaban de sus caderas femeninas y la más apretada camisola encajando
en su cuerpo como una segunda piel; su rostro estaba completamente fresco
y el pelo mojado colgaba sobre sus hombros.
Mi polla decidió prestar atención a la vista delante de mí y se tensó
contra el algodón de los pantalones. Para empeorar las cosas, sus ojos se
posaron y escanearon mi pecho desnudo.
—Me voy a la cama. Nos vemos mañana —me atraganté.
—Buenas noches.
Negué, desesperado por forzar a los pensamientos a desaparecer. Dejé
caer mi cabeza y huí por de mi apartamento, hacia el escape que me daba
mi dormitorio. Necesitaba soledad y necesitaba alejarme del cuerpo caliente
de Eden. Joder, era el ejemplo perfecto de lo que una mujer debe ser. Curvas
femeninas, una cintura pequeña, deliciosas y tentadoras tetas, caderas que
involuntariamente se balanceaban cuando camina, era una puta delicia.
Dos horas más tarde todavía estaba completamente despierto. Eran
cerca de las tres y media, sin embargo, yo no podía apagar mi cerebro. No
podría decir cuántas veces había contado el número de rayas que estaban
en mi edredón o la cantidad de veces que había visto los videos en mi
teléfono; esto se estaba convirtiendo en una broma.
Un gemido se elevó desde dentro de mi pecho mientras me empujo y
me siento en el borde de mi cama. Me puse de pie y en silencio me dirijo
hacia la puerta con la esperanza de que la tabla del suelo que cruje
permanecería en silencio. Abrí la puerta con suavidad pero de golpe me
detuve. Un leve ruido provenía de la cocina, el sonido del agua corriendo.
En silencio, me dirigí por el pasillo y miré alrededor de la esquina y hacia la
cocina.
180 Eden estaba junto al fregadero, con un vaso de agua en su mano. Así
que no era sólo yo el que no podía dormir. Sabía que simplemente tenía que
dar la vuelta, regresar a mi habitación y fingir que no la vi allí de pie; Sabía
que tenía que pasar por alto la necesidad de estar en su presencia, pero por
supuesto que no. Crucé los brazos sobre mi pecho desnudo y caminé a
través de la sala de estar y hacia la cocina.
El cuerpo de Eden se dio la vuelta y su expresión de sorpresa me
saludó.
—¿No puedes dormir? —preguntó en voz baja mientras sus ojos
cayeron a mi pecho y una sonrisa avergonzada tiró de sus labios.
—No.
Cogí un vaso limpio del estante para platos y me serví un vaso de agua,
luego me traslade a través de la cocina y me puse en pie en el lado opuesto
de la isla de la cocina.
—¿Por qué no puedes dormir? —Levanté el vaso a la boca y miré por
encima del borde.
—Supongo que tengo demasiado en mi mente —admitió en voz baja
—Sé a lo que te refieres.
Su pregunta fue inmediata.
—¿Qué estás pensando?
¿Por qué tiene que preguntarme eso? Pienso en mis opciones; tal vez
podría mentir y decir que estaba pensando en trabajo; tal vez solo puedo
encogerme de hombros, pero la necesidad de ser honesto con ella me
sobrepaso. Necesitaba ser honesto con ella. Ya tenía demasiadas mentiras
en mi vida que estaba tratando de superar y no podía mentir sobre esto.
Mi respuesta fue simple y brutalmente honesta.
—En ti.
Su boca se abrió ante la sorpresa de mi verdad, pero sus ojos nunca
dejaron los míos. No tenía expectativas sobre cómo ella reaccionaría aunque
tenía la fuerte sensación de que iba a huir en cualquier momento. Un
segundo pasó luego un minuto y ella no se movía. Decir que estaba
sorprendido era un eufemismo pero decir que estaba emocionado era un
hecho.
181 —Vamos a mi cuarto. Podemos ver una película antes de ir a dormir.
Una vez más mi polla estaba hablando en lugar de mi cerebro.
No le di tiempo de responder. Agarré su mano y la conduje por el pasillo,
apagando las luces y oscureciendo el apartamento conforme pasábamos.
Entramos en mi habitación y la tenue luz de la lámpara creaba sombras
perfectas que rebotaban en las paredes y nos agolpaba. Nerviosa mientras
se sentaba en mi cama. Sus manos se deslizan a lo largo de las rayas de
satén de mi edredón mientras sus ojos registraban cada esquina.
—Dime lo que estás pensando —cuestioné, con voz afilada por la
intriga.
—No sé lo que estoy pensando.
—Si pudieras decirme algo ahora ¿qué sería?
Vaciló sobre sus palabras; sus ojos se movían de los míos a mi
habitación. Una gran cama king-size, cubierta con un edredón a rayas negro
y plata, mesitas a ambos lados, con lámparas de gran tamaño cortesía de
Ashlyn y su necesidad de decorar mi apartamento. Una televisión de
pantalla plana colgada en la pared de enfrente y del suelo al techo con
ventanas llenaba otra pared entera, dándome la vista perfecta del océano
Atlántico. Elegí este apartamento solo por esa vista.
—Estoy nerviosa de estar tan cerca de ti.
Me senté en el borde de la cama y pensé en sus palabras. Su honestidad
me sorprendió, pero me permitió entender la rigidez de su lenguaje corporal.
No sabía si estaba nerviosa sobre lo que podría hacer o si sus nervios se
basaron en sus sentimientos de lo que quería hacer. Sabía que iba a poner
al límite mis fuerzas. Porque esos momentos cuando su perfume golpeaba
mi nariz era como una puñalada adicional para el corazón y todo lo que
quería hacer era enterrar mi cara en su cuello y convertirme en polvo. Sabía
que era sólo cuestión de tiempo antes de perder esta batalla.
—Ven aquí Eden —dije con voz gruesa.
Tragué saliva al verla asintiendo con la cabeza y sentarse en mi cama.
No quería que me dijera más no, pero entonces eso significaría que ella no
era la chica que sólo podía decir que sí. Todo lo que quería hacer era decirle
que ella era la primera chica en venir aquí, que por lo general llevaba a las
chicas a la habitación de invitados, pero yo sabía que no se sentiría bien. Ya
estaba lo suficientemente nerviosa. Sacó la colcha y se metió bajo el edredón
y esperé.
182 —Tú me puedes decir no Eden —dije en un tono bajo.
Se quedó helada y me miró.
—No puedo —fue su respuesta inmediata.
—Puedes, pero no lo harás. —Suspiré con frustración.
—No puedo —ella suplicó con los ojos muy abiertos.
—¿Por qué? Dime porque no puedes decir no.
—Ky. Por favor no me hagas hablar de esto. No ahora.
Su voz se quebró por la emoción y los ojos azules perfectos me rogaban
parar.
—Está bien —le dije a regañadientes—. ¿Quieres subirte?
Reaccionó de inmediato, tirando de las mantas en el lado de la cama
que estaba sentada y se deslizó. Permaneció de espaldas, mirando al techo,
y era la situación más incómoda que alguna vez había sentido al estar en la
cama con una mujer. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente
me miró y juro por Dios que me sonrió, su cara sonreía con intención
maliciosa.
—Mierda Eden, tus pies están jodidamente fríos. —Me quedé sin aliento
cuando sus pies tocaron los míos rápidamente haciendo que me encogiera
y rodara lejos de ella.
Su risa ahogada llenó mis oídos mientras se cubrió el rostro con su
brazo, pero continuó presionando sus pies helados en mi contra.
—Mis pies siempre se enfrían. Son mi arma secreta. —Ella se rió y
antes de que pudiera decir otra palabra sus pies se deslizaron por mis
piernas hasta tocar mis pies otra vez haciendo que gritara.
—¿Quieres saber cuál es mi arma secreta? —Mis ojos se estrecharon
sobre ella y su risa cesó. Dos podían jugar a este juego.
—¡Esta!
Me di la vuelta y la sujeto para comenzar a hacerle cosquillas. Grita y
se ríe mientras sus brazos y piernas patean alrededor desesperada por
detener el asalto de mis dedos. No pude contener la risa y pronto mi risa
profunda mezclada con su risa aguda llenó mi habitación. Nuestros cuerpos
se chocaron y nuestras manos se tocaron y empujaron como si fuera la cosa
más normal del mundo.
—¡Para, Ky! Te prometo no más pies fríos. Usaré calcetines. —Se ahogó
183 entre la risa y los intentos de tomar un respiro y sus manos cayeron a mi
pecho desnudo.
Rodé sobre mi espalda en señal de victoria y descansé mis manos
detrás de mi cabeza. Intenté de concentrarme en lo que me rodeaba, pero
todo lo que podía oír era la pesada respiración de Eden mientras luchaba
por salir de mi ataque de cosquillas. Esta no era la mejor idea que tuve,
porque ahora todo lo que estaba pensando era escuchar su respiración
pesada por un ataque de mi boca, mis dedos o mi polla. ¿Cómo había pasado
de querer que se abriese a mí, a una pelea de cosquillas, y ahora
insinuaciones sexuales?
Sí, estaba jodido.
—Bien, ahora que lo hemos establecido, necesitas escoger una película
—declaré y le entregué el mando a distancia.
—¿Qué te apetece ver? —preguntó y comenzó a hojear los canales tanto
para mi diversión.
—No, es totalmente para ti. Yo no voy a ver nada.
Diez minutos más tarde, Eden estaba acurrucada a mi lado, con el
cabello contra la almohada blanca de plumas mientras tarareaba junto a la
intro familiar de Dirty Dancing. Esto era nuevo. Uno; nunca había visto Dirty
Dancing en la cama con una chica antes. Dos; no había tenido a una chica
en la cama antes. Tres; Eden casi parecía en paz.
—Eden, ven aquí —le espeté. Giró la cabeza y me miró con recelo.
—Si sólo te tengo por un mes, te quiero en mis brazos mientras vemos
una película, sobre todo si se trata de Dirty Dancing.
Se movió en la cama y vacilante descansó su cabeza sobre mi corazón
y el brazo descansaba sobre mi vientre desnudo. Siseé, y sabía que me
escuchó porque dejó de respirar momentáneamente. Esperó mi reacción.
Sabía que mi corazón estaba tronando en mi pecho, justo debajo de su
cabeza, y sabía que lo sintió. Estaba haciéndome reaccionar como
probablemente nunca habría imaginado.
—No puedo moverme —tartamudeó y empezó a tirar de su cuerpo a
una distancia.
Mi mano cayó sobre su brazo para detener su huida.
—Tú te quedas aquí Eden. No te voy a dejar ir.
Envolví mi brazo alrededor de su espalda y la acurruqué más cerca,
184 rompiendo la distancia que había puesto entre nosotros. Su brazo floto
suelto sobre mi estómago, toda la tensión que había perdido, cayó en un
silencio incómodo, mientras que la película seguía. Eden tarareaba cada
canción y citó la mayor parte de la película en voz baja. Su tono y la
comodidad de ella en mis brazos me arrullaban lentamente en un sueño y
lo último que escuché fue su canto “I’ve Had The Time of My Life”.
Me despertó la sensación de dedos moviéndose sobre mi piel y la piel
de gallina aumento la sensación despertándome. Una fuerte presión estaba
sobre mi estómago, y me fija a la cama. Por un breve momento todo era
confusión y una masa de shock. Mis ojos se abrieron y saltaron por la
habitación tratando de averiguar lo que estaba pasando. Los créditos finales
en la televisión y el brillo de la pantalla me permitieron ver el mar de cabello
oscuro que estaba en mi pecho y me di cuenta.
Eden.
Eden está tocándome.
Cerré mis ojos y traté de calmar mi respiración, no queriendo que ella
sepa que me he despertado. Sus dedos continuaron deslizándose a lo largo
de los músculos de mi estómago inferior, hasta trazar la banda de mi
pantalón de algodón. Su tacto como una pluma era tentador; casi pensaba
que estaba soñando. Todavía estaba encima de mí corazón y sentí su
respiración bailando en mi piel altamente receptiva. Lo más sorprendente e
intrigante fue que sentí el aumento de su respiración mientras se acercaba
a la banda de los pantalones justo por encima de mi polla. Todo esto era
ella, esto no tenía nada que ver conmigo. Sabiendo que ella estaba haciendo
esto por su propia voluntad provocó algo en un curso salvaje dentro de mí.
Me quedé quieto, concentrándome en la respiración para que no notara que
estaba completamente despierto y disfrutando cada momento.
Esto es todo por ella.
185
Eden
L
a luz del sol acarició mi rostro mientras mis ojos se abrieron a
un nuevo día. Finalmente me había quedado dormida justo
antes de las cinco de la madrugada. La calidez de estar
acurrucada contra el cuerpo de Ky me había abandonado y ahora estaba en
186 su cama por mi cuenta. Bajé el edredón hasta mi barbilla y suspiré en la
almohada. Mis dedos todavía sentían hormigueos ante la sensación de tocar
su cuerpo; había sido arriesgado y cómo podría yo haberlo explicado si él lo
supiera. Me estiré y permití que mi cuerpo se despertara por completo antes
de sentarme y poner mis pies en el suelo. Necesitaba caminar por ahí y
actuar como si nada hubiera cambiado. No podía permitir que él lo supiera.
Ky se sentó en el sofá, con un iPad en su regazo y un ceño grabado en
su rostro. Me quedé en la puerta mirándolo brevemente antes de que sintiera
que estaba allí. La más perezosa de las sonrisas adornó sus labios mientras
me miró. Por instinto crucé los brazos sobre mi pecho porque el apartamento
estaba sorprendentemente frío esta mañana. Estaba vestido con pantalones
de chándal y una sudadera con capucha y afortunadamente había decidido
no afeitarse esta mañana por lo que su fuerte mandíbula estaba salpicada
de rastrojos.
—¿Quieres desayunar? —preguntó con certeza.
—Sí.
Sacudió la cabeza, se levantó del sillón y caminó hacia mí. Se puso de
pie delante de mí y una vez más me acogió.
—Ve a tomar una ducha y ponte ropa más cómoda. Tú y yo vamos a
tener un día juntos, sólo nosotros.
—¿Qué haremos? —le pregunté, tratando de ignorar la burbuja de
entusiasmo que se desató dentro de mí.
—¿Ves ese sofá? —Asintió hacia el acogedor sofá—. Tú y yo vamos a
estar sentados en el sofá todo el día, viendo la televisión, viendo películas,
hablando, lo que quieras.
—Está bien.
Salí de la sala de estar y me dirigí directamente a la habitación de
invitados. No habíamos dicho nada de la noche anterior, sobre mí
durmiendo en sus brazos toda la noche. No sabía si podría enfrentar esa
conversación porque no necesito esto siendo aún más incómodo. Busqué en
mi maleta, cogí mi ropa y mis artículos de aseo, y escapé a los confines del
baño en el que podía tratar de poner mis emociones bajo control.
Veinte minutos más tarde entré en la sala de estar usando mis
pantalones de chándal más cómodos y top holgado, que bajaba libremente
por mi hombro. Música suave sonaba el aire y el olor del tocino golpeó mi
187 nariz. Mi estómago gruñó en necesidad, y me dirigí directamente a la cocina.
Ky estaba de espaldas a mí mientras permanecía de pie en la encimera y me
permití un momento para admirarlo en silencio. Todavía no podía creer que
este hombre estaba tan concentrado en tenerme en su vida sin ninguna
consecuencia. Tenía la apariencia, la vida, la confianza para tener a
cualquier mujer que quisiera, sin embargo, aquí estaba yo en un frío
domingo, de pie en su departamento preparándome para pasar el día en su
sofá. Era surrealista.
—¿Vas a venir aquí? —su pregunta me sorprendió. Se dio la vuelta
lentamente, una sonrisa en sus labios mientras me acogió. ¿Cómo sabía que
estaba allí?—. Me he acostumbrado a tu perfume de esencia de coco, y pude
olerlo tan pronto como entraste en la habitación.
Y las mariposas estaban de vuelta.
Mariposas que no deberían estar allí.
—¿Estás lista para un desayuno extravagante de Ky Crawford?
Entré en la cocina y me puse en el otro lado de la encimera. Jesús, él
sí que sabía cómo preparar un desayuno. Zumo fresco, café, waffles y
huevos estaban esperando en el mostrador y el sonido de chisporroteo del
tocino en la sartén con él que Ky pretendía completar la comida.
Pronto estábamos comiendo en silencio, y no pude evitar el profundo
suspiro que se escapó cuando hurgué en los huevos esponjosos que estaban
apilados en mi plato. Nunca había tenido huevos tan buenos antes. Me
observó con atención mientras llenaba mi plato con más huevos y bajo su
mirada mis nervios se volvieron locos.
—¿Cómo has dormido? —Su voz estaba llena con algo que no pude
entender ¿Era frustración? ¿Intriga? ¿Insinuación?—. Yo tuve un sueño
muy agradable.
Me tragué el bocado de huevos y bebí un poco de zumo antes de
mirarlo.
—Dormí bien, gracias.
Asintió y juro por Dios que vi una sonrisa y una ceja levantada mientras
miraba hacia abajo a su comida. No podía, ¿verdad? Saqué la idea de mi
cabeza y seguí comiéndome el desayuno, aunque la sensación de él
mirándome corrió a través de mí.
Terminamos el desayuno y nos trasladamos a la sala. Su sofá parecía
188 que iba a envolverme con puro confort, y no podía esperar para perderme
en él. Vi a Ky cómo limpiaba la cocina mientras yo me envolvía una de las
mantas alrededor de mis hombros. El tiempo afuera era horrible y la lluvia
golpeando en el balcón estaba creando el ambiente perfecto para un día de
pura pereza.
El sofá se hundió cuando se sentó a mi lado y me entregó el mando a
distancia. Una vez más, era mi elección lo que íbamos a ver. Recorrí la lista
de películas y programas de televisión que estaban transmitiendo y me
decidí por Walking Dead. Fue uno de los programas que había tenido la
intención de ver, pero nunca había llegado a hacerlo.
—Eden Rivers nunca dejas de sorprenderme.
Nos sentamos en silencio mientras Walking Dead comenzó. Me senté a
su lado completamente cautivada por el programa. Era malo en todos los
aspectos. Tiré de la manta hasta la mi barbilla y me quedé con los ojos
pegados a la televisión.
—¡Mierda! —Di un salto y me acerqué más a su cuerpo. Se rio y luego
dejó caer un brazo alrededor de mi hombro y me atrajo más cerca de su
cuerpo. Sentí mi cuerpo congelado bajo su toque, pero luego cuando las
puntas de sus dedos recorrieron mi hombro desnudo, me relajé al instante
contra el calor de su cuerpo.
—Te mentí antes —el susurro profundo de Ky me sobresaltó.
Me quedé inmóvil junto a él, mi mente repitiendo nuestras
conversaciones mientras trataba de encontrar donde pudo haber mentido.
—Dormí bien hasta que me desperté con la sensación de que tus dedos
tocándome —continuó.
Dios mío. Levanté la cabeza de su hombro y giré en el sofá, para
encararlo. Dejé caer mis ojos a mi regazo y me empecé a sentir vergüenza
corriendo en mí.
—Lo siento mucho, pensé que estabas durmiendo. No sé qué me pasó.
—No tienes que pedir disculpas Eden. Por favor, mírame. —Su voz salió
perversamente suave. De mala gana, levanté los ojos para encontrarlo
mirándome cálidamente—. Estaba durmiendo, pero luego me desperté ante
el tacto más suave imaginable y me gustó.
—¿Te gustó?
—Uh, claro que sí. Pero por favor, podrías asegurarte de que esté
despierto la próxima vez.
189
—Está bien.
Su risa profunda me impactó.
—Bebé, era una invitación abierta. Estoy despierto ahora. Aunque, esto
de aquí es tu decisión. Tócame, haz lo que quieras, pero tú eres la que tiene
el control. No tengo nada que decir. Si no quieres, también está bien.
Volveremos a mirar los zombis y nada va a cambiar. Si me tocas entonces
ese es tu privilegio, sin embargo, no puedo prometer que no voy a querer
tocarte. He querido tocarte durante tanto tiempo.
Al instante mis dedos se estremecieron ante la idea de tocar su piel
suave de nuevo. Disfruté explorando su cuerpo mientras dormía, pero,
¿podría hacerlo mientras estaba despierto y me miraba? Su cuerpo me
cautivaba. Me temblaban las manos, e inhalé profundamente mientras me
movía hacia él. Sus ojos se oscurecieron y lamió sus labios con mi
movimiento.
—Estoy muy nerviosa —admití tímidamente.
Ni siquiera tuve la oportunidad de considerar huir porque Ky repente
arrancó la manta y me atrajo hacia su cuerpo; mis piernas cayeron a ambos
lados de su regazo y pronto estaba a horcajadas sobre él. Contuvo el aliento
mientras me acomodaba en su regazo y por un momento me sentí como si
estuviera teniendo una experiencia fuera de mi cuerpo.
—Por favor, no estés nerviosa. Estás en completo control. Esto es todo
tuyo —susurró y sentí sus manos en la parte baja de la espalda donde
descansaron.
—¿Puedo quitarte la camiseta? —le pregunté en voz baja. No habló,
pero simplemente asintió en respuesta.
Mis manos recorrieron sus brazos y su pecho. Dejé caer mis ojos y
siguieron mis manos. El forro polar de su sudadera proporcionaba
surrealismo en estado puro. La idea de lo que estaba debajo encendió mis
sentidos. Permaneció en silencio contra mí.
En el momento en que mis manos tocaron su piel caliente y deslizaron
la sudadera con capucha de su cuerpo me estremecí contra la sensación.
Sus ojos se cerraron y su cabeza cayó hacia atrás contra el sofá. Me tomé
un momento para mirarlo mientras mis manos se posaron en su estómago.
190 Sus pestañas se posaron sobre sus mejillas y sus labios se abrieron
mientras tomaba respiraciones profundas. Su reacción a mi contacto era
abrumadora de la mejor manera. Mis manos dejaron los confines de su
abdomen esculpido y con los dedos ligeros como plumas recorrí su pecho y
hacia sus anchos hombros. Su cuerpo ondulaba bajo mi toque y finalmente
abrió los ojos y descansaron en los míos. Ojos oscurecidos con lujuria me
miraron y sentí un remolino de calor en todo mi cuerpo. Yo le estaba
haciendo esto a él, y estaba empezando a amar cada momento.
Algo se apoderó de mí en ese momento.
Necesidad.
Querer.
Deseo.
—Eden. —Su voz era ronca, necesitada y desesperada.
Su brazo se envolvió alrededor de mis hombros y me atrajo hacia su
cuerpo. Estábamos tan cerca que podía sentir su aliento en mis labios.
—Necesito volver a besarte. No puedo dejar de pensar en lo jodidamente
dulce que sabes; mi adicción a tus labios es malditamente sano. ¿Quieres
que te bese? ¿Puedes manejar eso? Esta es tu oportunidad de decir no Eden.
—Sí —murmuré y la honestidad que encontré en mis palabras me
impactó. Mi cuerpo se movió por instinto en sus caderas, presionando
contra el suyo, dándole la indicación de que estaba diciendo la verdad.
Su boca se estrelló en la mía y al instante le robó el aliento a mis
pulmones. Di un grito ahogado ante la sensación de sus labios sobre los
míos. Mis manos se deslizaron sobre sus hombros y se envolvieron alrededor
de su cuerpo mientras pegaba contra su pecho. Su lengua lamió mi labio
inferior tan delicadamente en comparación con sus manos que se
precipitaron sobre mi cuerpo. En el momento en que suspiré en respuesta,
su lengua se deslizó en mi boca y comenzó un baile intenso con la mía.
Nunca me habían besado así. Mi cuerpo reaccionó al instante; me moví en
su regazo, empujándome más cerca de su cuerpo, apretando mi cuerpo
contra el suyo, y me gustó mucho el gemido que escapó de los confines de
su pecho. Nuestra respiración combinada mientras trataba
desesperadamente de seguir su ejemplo. Fue el dueño de cada momento de
este beso. Nunca había compartido un beso así con nadie antes. Sus manos
se posaron en mis caderas, pero en el momento en que sentí sus cálidas
M
i mente iba a un millón de kilómetros por hora.
Estoy envuelta en su calidez y los calmantes latidos
de su corazón resuenan en mí haciendo que me duerma
profundamente con deseo. Abrí lentamente los ojos y me
200 percaté del entorno. Los brillantes números en el reloj despertador decían
que eran casi las 4 a.m.
Un brazo se movió por mi vientre y una suave respiración bailó en mi
piel, provocando escalofríos a través de mi columna. Ky se acurrucó a mi
lado, nuestras extremidades entrelazadas, una pequeña sonrisa adorna sus
labios regordetes mientras está perdido en medio de lo que parece un sueño
tranquilo. Parece que la noche anterior cambió todo. Nunca le conté a la
gente mi historia, pero ahí estaba, contándole todo sobre mí.
Sus brazos me encerraron obsesivamente, envueltos fuertemente
alrededor de mi cuerpo, como si temiera que fuera a escapar durante la
medianoche. Pero necesito escapar. Mi vejiga no entiende el significado de
arrumacos. Lo estuve mirando antes de intentar suave y convincentemente
quitar mi cuerpo de su agarre, pero fue inútil.
—¿A dónde vas? —gimió Ky desde los confines de mi cuello, abrazando
mi cintura, encerrándome en el calor de su cuerpo.
—Necesito ir al baño.
Besa mi cuello con ternura y sus brazos me liberan. Se aparta de mí
para acostarse sobre su espalda; la sábana que cubría nuestros cuerpos cae
para revelar su pecho esculpido a la perfección.
—Asegúrate de regresar.
Salgo de la cama y caminó por la habitación para desaparecer en su
inmaculado cuarto de baño. Antes de cerrar la puerta, miro la habitación y
suspiro al ver a Ky durmiendo. Ya no había ninguna duda en mi mente de
que él estaba derrumbando cada una de las paredes que estuve
construyendo desesperadamente. Sus palabras, sus acciones, su tacto y su
paciencia eran martillazos que mantuvo golpeando contra las paredes que
había puesto hasta hace años y cada día, otro ladrillo se caía. Me apoyé en
el tocador blanco y reluciente y me miré en el espejo. Un mes Eden, sólo un
mes. No debería estar parada en el baño del chico con el que sólo pasaré un
mes. Esto era terreno peligroso. Siento que estoy perdiendo completamente
el control y el control es lo único que necesito para sobrevivir. Lo he tocado,
besado y divulgué mis secretos más profundos; tengo miedo de lo que haré
después.
Una vez que terminé en el baño, regresé de puntitas a la habitación de
Ky y me paré a un lado de la cama. La idea de escapar a la habitación de
invitados era muy tentadora, pero luego pensé en cómo me pidió que
regresara y no podía decir que no a eso. Como si fuera una señal, se dio la
201 vuelta y abrió un ojo y me miró directamente.
—Vamos Eden, tengo frío. Necesito ese cuerpito lindo a mi lado. —Hizo
un puchero y levantó la colcha del lado en que estuve durmiendo. En
cuestión de segundos subí de nuevo en su cama y fui rodeada por sus
brazos. Mientras acaricia otra vez mi cuello, siento que me derrito por la
intensidad.
Quieres a esta perra, por supuesto que sí. ¿Qué pequeña zorra no me
querría? Mi polla ha querido tu coño desde la primera vez que te vi y ahora
voy a disfrutar cada maldito minuto.
¿Por qué no podía abrir mis ojos?
¿Por qué no podía respirar?
No puedo respirar mientras los restos de la pesadilla resuenan dentro
de mí. Cada parte de mi cuerpo duele por estar tenso y rígido y un dolor de
cabeza cada vez más agresivo se ha instalado en mi maldita cabeza.
¿Cuándo iba a parar esto?
¿Por qué carajos no podía abrir los ojos?
Con una sonrisa amenazadora me miraba; la risa en sus labios
mientras su cuerpo golpeaba sin descanso en mí no se iba. Susurraba
palabras de absoluta maldad en mis orejas atormentándome.
—¡Eden! —Una voz distante sonaba a través del tormento como si una
luz estuviera brillando en la oscuridad—. ¡Vamos, despierta bebé!
Siento mi cuerpo sacudirse, fue empujado del colchón y después
levantado severamente. Siento una presión en mis caderas. Mientras más
me movía, más rápido era salvada de mi tormento y regresaba a la
seguridad.
Finalmente pude abrir mis frenéticos ojos y el aire entró violentamente
en mis pulmones lo que me hace toser por la sensación. Traté
desesperadamente de percatarme de mi entorno y fue entonces cuando me
doy cuenta de que alguien está sentado sobre mí, sujetándome a la cama.
202 Mis puños se cierran automáticamente y golpeo en defensa su pecho rígido.
Sabía que me había despertado, así que ¿por qué todavía estaba en mi
pesadilla?
—¡Eden, bebé! Soy yo. Ky.
Sus brazos estaban envueltos alrededor de mi espalda y me arrastró
hasta quedar sentada y metida en la desnudez de su pecho.
Era Ky.
Caí contra su calidez y me deshice por completo. Lágrimas corrían por
mi rostro mientras intentaba que mi mente que se pusiera al día con la
realidad. Estaba en mi peor momento. Me estoy desmoronando a un ritmo
rápido y perdía el control. Mi mente voló a mis citas con la Dr. Sheree Evans,
la psicóloga a la que fui derivada después de la violación y las muchas veces
que me había dicho cómo vencer los ataques de pánico. Me aferré al
recuerdo como si mi vida dependiera de ello. Uno, dos inhalo, uno, dos
exhalo. Cerré los ojos y lo repetí una y otra vez en mi cabeza hasta que me
siento nadar en una corriente de calma mientras mi cuerpo aún tiembla.
—Por favor, di algo. —Ahí estaba de nuevo su profunda voz de pánico.
Me alejé de la comodidad de su pecho y lo miré. Usó sus manos para ahuecar
mi rostro y me miró con preocupación.
—Estoy bien. —Me atraganté. Cierro los ojos; tratando
desesperadamente de evitar su mirada. Odiaba la lástima—. Por favor no
me mires así.
—¿Cómo qué?
—Cómo si te diera lástima.
—Estoy preocupado por ti. No te tengo lastima. —Sus pulgares pasan
por debajo de mis ojos llevándose las lágrimas frescas que habían caído—.
Dime qué puedo hacer para que dejes de temblar.
—No lo sé.
Vi como su rostro cambió al pensar en algo. De repente liberó mi
cuerpo, salió de la cama y me dejó total y completamente confundida. Lo
observé con ojos curiosos mientras se ponía la bata, sólo para regresar
completamente vestido con pantalones, una sudadera con gorra y una
bufanda envuelta alrededor de su cuello.
—Sal de la cama. Te voy a llevar a un lado. Usa esto.
Me dio una de sus camisetas y salió de la habitación para que me
vistiera. ¿Qué demonios pasaba y a dónde me llevaba? Seguí sus órdenes y
203 salí de la cama, después me puse su sudadera e inmediatamente fui
arropada con su calor.
Salí de la habitación buscándolo. Cuando lo encontré, no podría haber
imaginado lo que iba encontraría. Estaba parado a lado de la puerta,
sosteniendo una manta y lo que parecía ser dos termos y una mirada
expectante en su rostro.
—¿Estás lista?
Asentí.
Caminamos en silencio por el pasillo del piso catorce y tomamos el
elevador hasta el techo. Cuando salimos envolví mis brazos sobre mi cuerpo
y traté de apreciar todo lo que me rodeaba.
La belleza para mí era la sonrisa de un niño pequeño, el olor de la lluvia
al final de un día caluroso y ver a una pareja de ancianos caminar de la
mano. Era la sensación de comodidad proporcionada por el amor, la
abrumadora alegría del silencio y sentirse completamente a gusto. En este
momento la belleza eran las luces de la ciudad bailando en el río frente a
mí, cubiertas por el cielo de medianoche y por la ciudad dormida.
Me quedé sorprendida; siento como si fuéramos las únicas dos
personas en el mundo. Fuimos a la azotea del edificio de apartamentos y
mientras lo observaba mover dos sillones, siento la belleza en tantas formas.
Extendió su mano y me acerqué tomando la mano que me ofrecía.
—Aquí es a dónde vengo cuando mi mente no se apaga, cuando mis
pensamientos se pierden entre la realidad y las pesadillas y cuando necesito
olvidar que hay alguien más en el mundo. Este también puede ser tu lugar.
Mi corazón saltó ante la enormidad de sus palabras. No tenía nada que
fuera suficiente como respuesta. Se dirigió hacia los sillones que juntó.
Después de que sentó me le uní y pronto los dos nos quedamos acurrucados
debajo de la gruesa manta y descansando en silencio mientras la oscuridad
nos rodeaba, pero esta oscuridad era más brillante de lo que jamás podría
imaginar.
—Gracias —susurré en el aire de la noche, poniendo mi cabeza de lado
para encontrarlo mirando el cielo como si tuviera un billón de pensamientos
en su cabeza. Al sentir mis ojos sobre él, se movió para mirarme.
—Cada vez que necesites escapar sólo dímelo.
204
—Vamos a salir esta noche. Tienes una hora ―anuncié a medida que
entraba en la sala de estar luego de ducharme y vestirme con un pantalón
vaquero azul y una camisa de cuello negro.
Llegué a casa del trabajo para encontrar a Eden sentada en la mesa del
comedor absorta en su trabajo y golpeando furiosamente el portátil. Fotos
de lugares estaban esparcidos sobre el vidrio de la mesa y ella se disculpó
por hacer un desastre a lo cual respondí que no se preocupara. Sabía que
había pasado el día ocupada organizando la sesión, sus correos electrónicos
que entraban eran regulares y ella estaba en modo de negocios con cualquier
correspondencia que tuvimos. Era jodidamente sexy.
Pero ahora estaba en modo de relajación, acurrucada en el sofá con su
Kindle y una mirada distante en sus ojos. Estaba tan absorta que ni siquiera
me escuchó hablándole.
—¡Eden! —dije un poco más alto.
—¿¡Ah!? —preguntó finalmente apartando la mirada de su Kindle.
—¿Buen libro?
—Uh, sí y tú acabas de interrumpir una escena de besos épica.
—Bueno me disculpo con los personajes por interrumpir, pero como
decía, vamos a salir en una hora así que necesitas prepararte.
Frunció el ceño mirando de vuelta hacia su Kindle.
208 ¡Vamos Eden, dilo! Una simple palabra, no. Recházame. Puedes hacerlo.
—Sí, está bien.
¡Mierda!
Se levantó del sofá, colocó su Kindle en el bolsillo del lado y se dirigió
hacia el pasillo sin decir otra palabra. Me mantuve de pie apoyándome
contra la isla de la cocina desplazándome a través de mi teléfono cuando
escuché que abrió la ducha. Miré hacia afuera a la lluvia torrencial; había
estado lloviendo por los últimos dos días. El invierno había llegado
oficialmente.
—¡Ky! —Su voz sonó en el pasillo y caminé para encontrarla de pie en
el pasillo, su cabello húmedo colgando sobre sus hombros, su cuerpo
cubierto sólo por una toalla. No pude controlar mis ojos de recorrer cada
centímetro y absorber las curvas que estaban en completa exhibición
disfrutando la visión delante de mí.
—¿Sí? —pregunté, mis ojos finalmente encontrándose con los suyos.
—¿Qué debería usar?
—Te ves muy bien en esa toalla pero supongo que vaqueros y un suéter
estará bien.
Ella se apresuró de vuelta por el pasillo y no pude evitar reírme de su
reacción. Había programado irme para Los Ángeles de nuevo la mañana
siguiente para reuniones con Simon Davenport en la oficina de Beautify y el
pensamiento de irme no era tan emocionante como siempre ya que estaría
dejando a Eden aquí, especialmente después de su comentario de no tener
a nadie aquí.
Miré el reloj en la pared del comedor; eran casi las siete y mi estómago
anunció al silencio del apartamento que estoy hambriento.
—¿Eden, te falta mucho?
—Estoy lista. —Apareció en la sala de estar con jeans ajustados, un
suéter apretado y botas marrones, caminó hacia mí viéndose como si tuviera
el mundo sobre sus hombros. Tenía algo que decir pero dudaba.
—¿Qué es?
—Es nada. Estoy lista para salir.
—Eden. Dime que estás pensando ―demandé y crucé los brazos sobre
mi pecho. Podía estar así de pie por horas. Había frustración en su rostro y
209 parpadeó con duda antes de suspirar profundamente.
—No sé porque estás haciendo esto. Sabes que no puedo decir no así
que para qué preguntas siquiera. Sólo dime, no me preguntes.
—¿Estás hablando jodidamente en serio? ―protesté―. Nena, anoche me
dijiste todo. Me mató escuchar por lo que pasaste pero sabes qué, me ha
hecho más determinado. No voy a decirte que hagas nada. Continuaré
preguntando y me aseguraré de hacerte ver que me puedes decir que no a
mí, para que puedas decirle que no a cualquiera. ¿Tienes idea de lo peligroso
que es lo que tú haces? Una persona errónea Eden… sabes qué, ni siquiera
puedo pensar en eso. No soy un idiota Eden, pero haré lo que sea para
hacerte ver que no tienes que temer a cada persona que entra en tu vida.
Por primera vez, presencié su cambio y mientras me miraba, no pude
evitar sonreír. Ella irrumpió a través del apartamento hacia la puerta y la
empujó para abrirla.
Se giró bruscamente mirándome.
—¿Vamos a salir o no?
Me reí entre dientes mientras buscaba las llaves, mi billetera y la seguía
hacia afuera por el pasillo.
—¿Es esta nuestra primera pelea, cariño? —Sonreí malvadamente
hacia ella.
—No.
—Acabas de decir que no, nena.
—No me llames cariño, no somos tan íntimos.
—Pero me dejas llamarte nena. —Le hago una guiñada y observo con
diversión cuando sus labios se curvan ligeramente.
Nena será.
Treinta minutos después, luego de luchar con el aguacero constante,
estacioné en Antonio’s y apagué el motor. Eden no me había dicho una
palabra durante el viaje, eligiendo en su lugar jugar con el teléfono.
—¿Me estás llevando a comer pizza? —preguntó a la vez que sus ojos
absorbieron las luces brillantes de Antonio’s.
—No, te estoy llevando a comer la mejor pizza que jamás tendrás.
Miré por la ventana a la locura de lluvia que caía afuera y entonces
miré a Eden y su suéter blanco que le quedaba como una segunda piel sobre
210 su pecho.
—Vas a tener que hacer una gran carrera. Tu sexy y apretado suéter
más lluvia es igual a un feliz Ky pero una avergonzada Eden.
Conocimiento brilló sobre su rostro cuando vio la insistente lluvia y sin
decir nada salió disparada del vehículo y corrió hasta que estuvo bajo los
toldos y seguramente seca. Rápidamente me le uní y mis ojos fueron
directamente a su suéter.
—Bueno, eso no fue divertido. ―Guiñé hacia ella y siento la victoria a
medida que ella rueda los ojos.
Antonio’s era el que tenía la mejor pizza del mundo. El aroma de ajo y
tomate me golpeó cuando caminamos dentro del auténtico salón de pizza.
Era como estar en Italia. Papá nos había traído a Josh y a mí por todo el
tiempo que puedo recordar y mis recuerdos son con risas, comer hasta casi
enfermarnos y la sonrisa famosa de Antonio.
—Ky, este lugar es asombroso. ―Suspiró a medida que absorbía todo.
—Sólo espera a probar la pizza.
La guie a través de la multitud con mi mano en la parte baja de su
espalda y la mirada que me dio sobre su hombro se sintió en mi polla.
Estaba poniendo a prueba cada frontera que pudiera encontrar esta noche.
¿Estaba mal que quisiera romper sus paredes? No. ¿Estaba mal la forma en
la que planeaba hacerlo? Probablemente.
Tan pronto como nos deslizamos en mi cabina habitual y comenzamos
a ver los menús se nos unió una de mis personas favoritas del mundo.
—¡Ky Crawford! Vienes y traes una hermosa chica.
—Antonio esta es Eden, Eden este es Antonio; el mejor chef de pizza en
todas las tierras.
Sus manos fueron a las caderas y un ceño se adueñó de su rostro
redondo.
—¿Por qué no sabía que tenías una novia?
—Eden no es mi novia, Antonio. Sólo somos amigos.
Nos miró curiosamente.
—¿Estás seguro de eso? —Él tocó con los dedos su barbilla y apareció
una sonrisa mostrando todos los dientes—. Ustedes harían los más lindos
bambini4.
Tan rápido como vino, desapareció en la cocina y juraría que lo escuché
211 diciendo nuestros nombres y la palabra bambini al personal de la cocina.
Sacudí la cabeza y me giré hacia Eden que estaba sentada frente a mí con
amplios ojos y la boca abierta.
—¿Él acaba de decir que haríamos los niños más lindos? —Suspiró.
—Sí, pero te dije que no tendríamos sexo así que no hay bambini para
nosotros. Ya puedes cerrar la boca. —Reí y volví a mirar el menú sabiendo
que ella aún me miraba fijamente—. ¿Has decidido lo que quieres?
—Vino. Mucho vino.
Mi risa hizo eco a través del restaurante y en seguida su suave risa se
unió a la mía. Caímos en una conversación tranquila mientras que
esperábamos por su vino y mi gaseosa, ella parecía relajarse a medida que
la noche pasaba y la comida fue olvidada. Me gusta esta Eden. La
despreocupada, descarada, confiada Eden quién ni siquiera sabía que
existía. La que me daba tanto como yo le doy. La charla de bebés fue la
broma de la noche.
—Así que cuando te embarace cómo llamarás a nuestro primogénito.
—Tú no acabas de decir eso —balbuceó a la vez que se ahogaba con el
vino tinto.
—Oh, sabes que lo hice.
4
Bambini: niños en italiano.
—Nada de sexo significa nada de embarazo, así que tú eres mierda sin
suerte.
—Mierda, me gusta esta Eden ―dije y le sonreí.
—¿Y qué Eden sería esa?
—La descarada y confiada Eden.
—Es el vino.
—Está bien, entonces tendré que abastecerme de vino.
Antonio interrumpió nuestra discusión de nuestros futuros e
inexistentes niños y llegó a la cabina cargando dos grandes cajas de pizza y
una sonrisa expectante.
—Sin pedir significa que yo escojo y elijo mejor la pizza para ustedes
dos.
212 —Mierda, lo siento Antonio. Quedamos atrapados en la charla. —
Observo alrededor del restaurante y me doy cuenta que somos los únicos
que quedaban y el personal estaba cerrando.
—Ustedes dos tortolitos estaban muy ocupados el uno con el otro. Aquí,
tomen esto, pero asegúrense de volver a verme. —Eden se deslizó fuera de
la cabina y evitó mi mirada—. Y ustedes dos harán bambini para tío Antonio.
Agarré ambas cajas y seguí a Eden fuera de Antonio’s riéndome de su
reacción. Mientras estábamos de pie bajo el toldo a la vez que la lluvia
continuaba cayendo, supe que no quería que la noche terminara.
Desbloqueé la alarma de mi auto y ambos corrimos, apenas nos mojamos a
pesar del chaparrón masivo.
Salí del estacionamiento y me dirigí hacia uno de mis lugares secretos
favorito, un lugar que quería mostrarle a Eden. El mirador del Capitán era
mi lugar favorito en el mundo. La vista de la ciudad era espectacular durante
el día y aún mejor en la oscuridad de la noche. Debido al clima no había
nadie excepto nosotros. Escucharla suspirar mientras estacionaba alentó
mis emociones.
—Ky, este lugar es precioso.
Nos sentamos en silencio mirando por la ventana a las luces
parpadeantes a través del aguacero. Tenerla aquí era surrealista; estar en
mi auto, comiendo mi comida favorita en mi lugar favorito era un jodedor de
mentes. Esto es material de citas y sería un mentiroso si digo que no lo
tenía pensado cuando le dije que saldríamos esta noche. Quería darle esto,
una noche perfecta donde pueda divertirse sin expectativas.
—Pasa al asiento de atrás.
—¡Qué! —Realmente estoy familiarizado con su fuerte chillido.
—Pasa al asiento de atrás —repetí.
—Yo…
—Es más fácil comer allí atrás.
—Oh.
—¿Qué pensaste que íbamos a hacer? Te dije, nada de bambini para
nosotros. —Reí y atrapé sus ojos rodando mientras me entregaba las dos
cajas que estaban en su regazo, giró su cuerpo y pasó al asiento trasero. Mis
ojos se engancharon en su trasero mientras ella se subía sobre el asiento y
213 mi polla se crispó en apreciación.
Nos sentamos uno al lado del otro, comimos en silencio y escuchar los
más diminutos gemidos que ella hacía después de cada mordida no sólo
estaba distrayéndome sino que era sexy como el infierno y sé que nunca voy
a ver la pizza de Antonio de la misma forma.
—¿Disfrutaste de la noche? —pregunté, comiendo el último pedazo de
pizza.
—Sí.
—Eden —dije en tono de advertencia.
—¿Por qué estás siendo tan idiota?
—Es una simple pregunta.
—Sólo detente.
La puerta se abrió y lo siguiente que supe es que ella estaba de pie
fuera del auto en la lluvia torrencial. Mierda. Tiré las cajas al piso y salí, en
el momento que lo hice la lluvia golpeó con toda su fuerza. La agarré por los
hombros y la giré para que me enfrentara.
—Háblame ―exigí mientras las gotas de lluvia nos empapaban.
—Siento que estoy tan lejos de ser perfecta y que no encajo en tus
perfectas expectativas de con quién querías pasar este mes, pero sabes qué,
así es como le hago frente. ¿Qué más iba a decir cuando acepté este mes?
Desearía poder haber dicho que no, pero no pude. Esta es mi manera de
sobrevivir a situaciones como esta. Yo no hago esto. No me siento en la parte
trasera de autos con chicos; yo no voy a comer pizza con chicos; no hago
nada de esto porque si lo hago, me meteré en situaciones peligrosas. ¿Crees
que no sé eso? ―gritó.
—Deberías haberme dicho que no. Te habría salvado de todo esto —
grité de vuelta.
—No podía.
—Sí podías —protesté. A través de la luz de la farola distinguí sus
rasgos. Me miraba completamente agotada pero tan vívidamente hermosa.
Ahuequé su mejilla y cerró los ojos bajo mi toque—. Deberías haberlo hecho.
—Hay muchas cosas que debí haber hecho pero ahora no puedo
cambiar ninguna de ellas.
Mi necesidad de consolarla, aliviarla, de poseerla, sobrepasó cada
214 pensamiento racional que pude encontrar. Ya sea por estar aquí, verla bajo
una luz completamente diferente, escucharla pelear, no lo sé pero la idea de
dominar esos labios petulantes tomó control. Di un paso hacia ella y
retrocedió hasta que su espalda estuvo presionada firmemente contra el
panel lateral de mi auto. Sus ojos me miraban con cautela.
—Eden, voy a besarte y te bese, me refiero a que voy a besar total y
completamente esos jodidos labios perfectos. Voy a tocarte y a mostrarte
que puedes obtener placer de un hombre sin miedo. Quiero que sientas
exactamente lo que me haces con una simple mirada, una sencilla palabra.
Ésta aquí eres tú. Voy a besarte hasta que tome tu aliento, hasta que pueda
sentir tu corazón tronando tan fuerte en tu pecho que temerás que deje de
latir.
No habló, pero simplemente asintió.
Mis manos agarraron su cintura, acercándola, rompiendo cualquier
distancia entre nosotros. Su suspiro alimentó el fuego quemando dentro de
mí y mi boca buscó la suya. La necesidad de besarla se había convertido en
lujuria. Mi ansiosa lengua recorrió la longitud de su labio inferior y un
gruñido primario subió desde adentro de mi pecho mientras que ella se abrió
para mí, ofreciéndome el patio de juegos de su boca. Nuestras lenguas
colisionaron febrilmente, bailando a través de un mar de lujuria, necesidad,
deseo y confusión. La sensación de besar a esta chica a la vez que la lluvia
azotaba sobre nosotros era fuera de este mundo.
Ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello; sus dedos
arrastrándose en el cabello encima de mi cuello y presionó su cuerpo más
cerca, moliendo sus caderas en las mías. Con un rápido movimiento mis
manos ahuecaron su trasero, la levanté y moví nuestros cuerpos al capó de
mi auto. Rompí nuestro beso y a través de ojos calientes absorbí la vista
frente a mí. Sus labios estaban hinchados y sus ojos cubiertos de deseo
mientras que el suéter blanco se quedaba atrapado en cada curva perfecta
de su cuerpo. Abrió sus piernas y acepté la invitación. Mis manos fueron a
sus caderas, avancé hasta que nada separaba nuestros cuerpos. Mi polla
dolía y necesitaba alivio.
—¿Puedes sentir eso? Eso eres toda tú. ―Aprieto mi polla en su coño
cubierto con vaqueros y su gemido vibra contra mis labios. Nuestros pechos
son uno solo, tan cerca que puedo sentir su estruendoso corazón contra el
mío—. ¿Puedes sentir mí corazón? Ese soy yo.
215 Ella alejó sus labios de los míos y tomó una respiración entrecortada.
Mis labios cayeron a su mandíbula, besando y mordisqueando mi camino
hacia su cuello. Eden dejó caer su rostro a mi hombro y permanecimos allí,
nuestras respiraciones combinándose juntas, luchando juntas y
rejuveneciéndose juntas. Me incliné y la besé suavemente y apoyé mi frente
en la suya. La lluvia cedía, pero estábamos completamente empapados.
—Nunca olvidaré esto por todo el tiempo que respire y le pido a Dios
que me lleve ese recuerdo a mi próxima vida —susurré en la oscuridad.
Nunca había dicho palabras más ciertas.
Eden
No estoy segura cómo pasé ese día. Luego que Douglas se fue, me hundí
en las profundidades de mis recuerdos acurrucada en el sofá en una
posición fetal. La luz del día se convirtió en el crepúsculo de la tarde y aún
no me había movido. Todo era un torbellino y no estoy segura cómo voy a
seguir adelante.
Había muchos lugares que explorar para el rodaje, con suerte sería lo
suficientemente profesional como para enviarle un mensaje de texto a Daniel
diciéndole que tenía que posponer.
Mi teléfono vibró a mi lado y en el momento que vi el nombre de mi
mejor amigo brillar en la pantalla, estaba desesperada por lo que sea que
tenga que decir.
Colby: Necesito ver a mi mejor amiga. Tienes que estar lista en
una hora. Blake y yo iremos a recogerte.
Un simple mensaje me trajo de vuelta a la realidad y el dolor de mi
estómago vacío era una clara indicación de que no había comido en todo el
día. Cenar con Colby y Blake era reconfortante. Necesito hacerlo. Las
palabras de Douglas acerca de no correr habían sido la única cosa
circulando en mi cabeza todo el día; cada hora la idea de llamar a la
220 aerolínea y comprar un boleto me había tentado, sin embargo algo me
detenía de hacerlo.
Me despojé de la comodidad del sofá y fui tropezando hacia el baño
para darme una ducha e intentar simular ser algo parecido a un humano.
Una vez que terminé de bañarme y vestirme, puse los toques finales en mi
maquillaje, arreglé mi cabello en rizos sueltos volví a la sala de estar.
Podía hacer esto.
Aún intentaba hacerme a la idea del hecho de que Blake y Colby estén
aquí. ¿Cuáles eran las probabilidades? ¿En qué mundo loco vivía donde mi
nueva, segura y valiosa vida chocaba de frente con la vida que deseaba
olvidar?
Saber que ellos eran la banda principal que fotografiaría para la
portada calmaba mis nervios. Sabía que ellos no me dejarían fallar. Ellos
eran mis chicos. La fotografía era mi verdadero escape. Cuando disparo,
puedo escapar a otro mundo y perderme durante esos preciosos momentos
y saber que los vería a través de la lente puso mis nervios a descansar.
Busqué la cartera y agarré el teléfono. Una nueva notificación de un
mensaje centelleó frente a mí y un enjambre de mariposas se liberó en mi
vientre cuando vi el nombre.
Ky: El vuelo fue largo, el taxista se perdió, pero finalmente estoy
aquí, sin embargo he estado todo el día en reuniones. Desearía poder
estar de vuelta.
Mi corazón se desplomó. Ojalá estuviera aquí también. Necesitaba todo
lo que me pueda ofrecer.
Eden: Está callado aquí sin ti.
Ky: Estaré de vuelta antes de que te des cuenta.
No podía esperar.
Me distraje de la mejor manera posible ante la idea de cenar con Colby
y Blake. En todas sus maneras locas de estrellas del rock eran dos de los
mejores chicos que conocía. Los únicos dos hombres en los que confiaba.
Conocí a Colby primero. Era un local en San Francisco y yo vivía en ese
lugar ruinoso al lado de Tori’s. Él fue el que me llevó a su lugar cuando
aparecí por primera vez con una maleta, un par de cientos de dólares y un
corazón trastornado. Recuerdo ese día tan claramente. Él me asustó cuando
lo vi por primera vez; tenía esa mirada penetrante que te destruía con un
221 simple vistazo y la chica tímida que era en esa época había sido vencida
por un millón de emociones diferentes. Él caminaba por los escalones
tambaleantes directo hacia mí, mientras que estaba en la acera congelada
de frío. Literalmente le llevó cinco minutos hacerme sentir cómoda, cinco
minutos para irrumpir en mi vida y cinco minutos para hacerme sentir a
salvo. No puedo explicarlo ni aunque mi vida dependiera de eso.
Desde ese momento estuvo en mi vida, aun cuando intenté dejarlo
afuera. Él no se iba, era ese irritante vecino que se entrometía, pero lo amaba
por eso. Usualmente lo describía por tener tantos músculos y combinado
con sus coloridos tatuajes como una amenaza caminante. Pero conocía al
Colby real. Cuando llegabas debajo de los tatuajes, la voz brusca y la mirada
fija intimidante, era un osito de peluche que a menudo era mi consuelo.
Un golpe en la puerta interrumpió mi viaje por la calle de los recuerdos.
La última vez que abrí la puerta me habían entregado noticias jodidas así
que mi indecisión era garantizada. Miré a través de la mirilla y mi corazón
revoloteó a la vida cuando vi a Colby y Blake afuera. Ellos están aquí.
Segundos después de abrir la puerta estaba en los brazos de Colby y me
balanceaba en el aire como lo hacen en las películas. Mis chillidos rebotaban
en el vacío pasillo y el sonido de la profunda risa de Colby entibió mi corazón
con la familiaridad. No me di cuenta cuánto los había extrañado hasta estar
de vuelta en sus brazos. La cálida alegría me abrumó.
—Bueno mírate pequeña señorita importante. Escuché que estás
fotografiando algunas jodidamente asombrosas estrellas de rock estos días
―bromeó Colby con profunda voz.
—¿En serio y quiénes serían esos? No he conocido a ningunas estrellas
de rock aún —contesté sonriendo.
—Joder, te extrañé —gruñó en mi oreja y enterró su rostro en mi cuello.
Cerré los ojos por tanta intensidad.
Escucho una molesta tos.
—¿Terminaron ustedes dos? ¡Siempre soy el tercero jodido en la rueda
del show de Eden y Colby!
Colby se aleja de mí y se gira hacia Blake, mirándolo con un destello
de humor.
—¿Qué? ¿No estabas follándote a Tori?
—Jódete, idiota. Sí tú tenías a Eden, yo claramente tenía que ir por la
mejor amiga —discutió Blake.
222 La risa brotó fuera de mí. Finalmente me siento como yo misma.
224 —Sólo quería ignorar los mensajes de texto, pero ahora Douglas está
investigándolos. Si no pensaba en ellos no entraba en pánico pero ahora con
Jeremy en algún lugar cercano no puedo evitarlo.
—Eden, prométeme que le dirás a alguien. ¿Qué hay de Ky? Si hay algo
que Blake me ha dicho, es que él parece muy interesado en ti así que
cuéntale.
—Él sabe lo que me ocurrió.
—¿Qué?
Lo miré y suspiré. Tan pronto como admitiera esto, Colby entraría en
modo protector, lo conozco y sé que atacará la oficina de Ky en la primera
oportunidad que tenga, aun así no puedo mentirle.
—La otra noche volví al hotel y encontré que alguien había entrado.
Llamé a Ky y fue a buscarme, ahora estoy quedándome en su apartamento.
—¿Qué demonios, Eden? ¿Él ha intentado algo? ¿Ky ha malditamente
intentado algo contigo?
—Colby, cálmate. Nos besamos y luego le dije todo lo que había
sucedido. Sabe que no puedo decir que no y eso lo enfurece.
—Me enoja a mí también.
Estoy a punto de ponerme a llorar y parpadeé furiosamente intentando
detener su escape. No puedo llorar. No aquí, no ahora.
—Dame tu teléfono, Eden.
—Colby, por favor. ¿Qué estás haciendo? —Saco el teléfono de la
cartera y se lo entrego con manos temblorosas. Lo observo mientras
presiona en la pantalla y lo levanta a su oreja.
—No, este es Colby. El mejor amigo de Eden de California. Sí. Ella está
aquí. Sólo jodidamente escúchame. Tenemos un problema. Sé que ella te
dijo. Ella está recibiendo mensajes de texto de un número desconocido y
ahora el pedazo de mierda de Jeremy ha sido liberado. ¿Crees que
malditamente no sé eso? ¿Cuándo vuelves? Bien. Cuida de ella. Esto recae
sobre ti. Seguro.
Miré fijamente a Colby con ojos amplios. Él estaba haciendo estragos a
Ky a un nuevo idiota, y deseaba saber exactamente lo que él estaba diciendo.
Había logrado diferenciar cuando Colby estaba cabreado por la manera en
que movía su mandíbula y ahora mismo, sentado frente a mí, había un
hombre que estaba mucho más que enfurecido.
225 Colby abruptamente sostuvo el teléfono hacia mí y asentí hacia la
pantalla.
—Él quiere hablar contigo.
No quiero hablar con Ky.
—Hola —murmuré intentando sostener el teléfono.
—¿Por qué demonios no me dijiste? ¿Hace cuánto estás recibiendo
estos mensajes? ¿Qué dicen? ¡Mierda! —gritó Ky.
—Ky, por favor no me grites ―susurré con los ojos llenos de lágrimas.
—Nena, no estoy gritándote a ti —suspiró profundamente en la línea—
. Deberías haberle dicho a alguien. Sí no era a mí, ¡entonces Josh, Ashlyn,
Colby, Tori! No te guardes esta mierda. ¿Ocurrió antes de que irrumpieran
en la habitación del hotel? ¿Qué te dijeron de Jeremy?
—Recibí el primer mensaje cuando comía torta de chocolate contigo, en
mi cumpleaños y todo lo que sé es que lo liberaron hoy. Estoy muy asustada,
Ky. No sé qué hacer.
—¡Mierda! —Se quedó callado y miré hacia la mesa―. Volveré a casa
temprano. Quiero que estés en mi cama cuando llegue.
Colgó.
Ky
T
odo pasó en sucesión rápida. Colgué el teléfono después de
escuchar la voz petrificada de Eden, llamé a Simon Davenport
para informarle que me marchaba a casa debido a una
emergencia, me apresuré a Los Ángeles, y ahora me sentaba en el primer
avión de vuelta a Nueva York esperando la partida.
Saber que ella estaba del otro lado del país asustada, sola, y
226 atemorizada me hizo algo que no podía explicar. Todo que sabía era que
tenía que llegar a casa y arreglar este lío para asegurarme de que ella estaba
bien. Bueno, tan bien como ella podría estar.
El momento en que mis pies aterrizaron sobre el suelo de Nueva York
acababan de dar las cinco de la mañana y pronto me dirigía de vuelta a mi
apartamento. Mi pierna rebotaba mientras el conductor de taxi zigzagueaba
nuestro camino desde el aeropuerto y de vuelta a la isla. No creo que mis
pies tocaran el suelo desde el momento en que dejé la calidez del taxi y
caminé al silencio misterioso y frío del aire. Tenía una meta en mi mente y
era llegar hasta Eden.
Una vez que estuve en mi apartamento, fui directo mi habitación.
Mierda, espero que me haya escuchado. La quería en mi cama. No habría
más discusión, mi cama era suya por el resto del mes.
En el momento en que abrí la puerta de la habitación, un peso se
levantó de mis hombros mientras mis ojos se posaban en la perfección
acurrucada sobre su lado, hecha un capullo en el grueso edredón. Mi pecho
se expandió mientras la calma y el alivio me inundaban. Me desvestí
silenciosamente hasta quedar en bóxer y me acurruqué a su lado. En el
momento en que el peso de mi cuerpo golpeó en colchón, envolví mis brazos
firmemente alrededor de su cuerpo, jalándola a la protección que ofrecía.
—¿Ky? —llamó su dormida voz, despertándose con la sensación de mi
cuerpo contra el suyo.
—Estoy aquí, vuelve a dormir.
—De acuerdo. —Su cara cayó al hueco de mi cuello y su calmada
respiración acarició mi piel—. Pero Ky, gracias por estar aquí.
Mis ojos se cerraron mientras rodaba hacia Eden, rodeando su cintura
con mi brazo y tirando de ella lo más cerca posible contra mi cuerpo. El más
suave de los suspiros escapó de sus labios. Me tumbé en la oscuridad en
silencio, totalmente despierto, y escuché mientras ella dormía pacíficamente
en mis brazos. Estaba física y mentalmente exhausto, pero mi cerebro no se
desconectaría. Saber que Jeremy Davis estaba al acecho en las sombras
provocó que una ola de incertidumbre quedará sobre mí. Alguien como él no
se quedaría callado, no permanecería escondido durante mucho
Pronto la luz del sol se asomó a través de las gruesas persianas
mientras un nuevo día nacía, un nuevo día donde las cosas cambiarían. Al
momento en que Colby habló de la amenaza a Eden, fue la descarga de
electricidad que necesitaba y me hizo ver claramente que la quería en mi
227 vida más allá de diciembre.
—¿Dormiste?
Giré mi cabeza a un lado para encontrar los soñolientos ojos de Eden
devolviéndome la mirada.
—No —contesté honestamente.
Ella desenredó su cuerpo del mío, un movimiento que me hizo sentir la
pérdida instantáneamente. Se incorporó y se apoyó contra la cabecera. La
sábana cayó de su cuerpo y se encharcó alrededor de sus caderas. Dejé ir
un susurro ante la vista de la camisola blanca ajustada moldeada contra su
piel, creando la curva perfecta de su pecho, lo que sólo atrajo mi siempre
errante atención. Sus pezones se endurecieron bajo mi mirada,
levantándose en picos y volviéndose ligeramente visibles a través de la tela
estirada.
Dios me estaba volviendo loco.
—¿Estás bien? —finalmente le pregunté una vez puse mis
pensamientos bajo control—. Dime de verdad cómo te sientes. —Retrocedí
a sabiendas de que ella habría dicho que sí.
—Sabía que este día llegaría eventualmente, pero sólo deseaba que no
tuviera que ser cuando estuviera aquí. Tengo miedo, Ky. No voy a mentir.
Ya estoy mirando por encima de mi hombro debido a los mensajes de texto,
ahora tengo que lidiar con esto. Todo lo que puedo pensar es en lo que va a
hacerme si llega a mí.
—No dejaré que nada te pase —prometí a través de una voz llena de
emoción.
Sus ojos tristes me miraron de vuelta y me ofreció la más débil de las
sonrisas. —No puedes garantizar eso Ky, nadie puede.
230 Una vez que mis emociones estuvieron de alguna forma bajo control me
dirigí de nuevo al apartamento. En el momento en que entré por la puerta
principal el zumbido suave de la música flotó desde la cocina. En silencio,
puse mis llaves y la billetera en la mesa del vestíbulo y me moví a través del
apartamento como un león al acecho.
Eden balanceaba sus caderas al ritmo de la música; su cuerpo cubierto
por una camiseta suelta que apenas rozaba la mitad de sus muslos, bragas
y las jodidas calzas hasta la rodilla. Ella era completamente inconsciente de
que había regresado. Era un sueño húmedo andante. Sentí el estruendo de
un gruñido nacer en el fondo de mi garganta. Mi control había escapado y
lo único que podía ver y centrarme en era la cruda necesidad prima de
devorar, poseer, y adorarla.
—Sube el culo a la isla de la cocina, Edén.
Mi tono exigente la sobresaltó. Su cuerpo se retorció y sus ojos se
lanzaron a los cuatro rincones del apartamento tratando desesperadamente
de buscarme. Cuando su expresión de sorpresa encontró mi caliente mirada
a través del cuarto, la inocencia del baile y la intriga goteaban de ella, lo que
sólo alimentó el furioso fuego dentro de mí. Sus pequeñas manos tiraron del
borde de la camiseta, desesperadamente tratando de ocultar esos
perfectamente tonificados y torneados muslos. Como el infierno.
—Eden, una vez más, sube a la isla de la cocina.
Mis palabras golpearon su fuerza y moviendo las caderas, caminó sin
esfuerzo hacia el mostrador. El anochecer era inminente y la tenue luz
atravesó la sala permitiendo a su silueta acentuar sus curvas en un reloj de
arena perfecto.
Eden se irguió sobre el borde y me miró, con las piernas balanceándose
ligeramente, los labios entreabiertos, su cara desprovista de emoción. Mil
millones de escenarios llenaron mi mente mientras un sinnúmero de
palabras se detuvieron en la punta de la lengua rogando ser dichas.
Me deshice de mi chaqueta en un movimiento de hombros mientras mi
mente nadaba hasta un terreno peligroso. Sentada en mi mesa de la cocina
esperando mi siguiente paso estaba la chica que controlaba todos mis
pensamientos.
No podía decir que no.
Ella diría que sí.
Pero yo no quería eso.
231
Cuando llegué a Eden, mis manos cayeron a la carne desnuda justo
por encima de sus rodillas. Sus nervios eran visibles, y yo había perdido
todo sentido de la realidad. Mis manos se deslizaron lentamente por sus
muslos, empujando el material endeble hasta que vi el primer destello del
satén azul bebé de sus bragas.
—¿Confías en mí? —le pregunté entre respiraciones apresuradas.
—Sí.
—Ahora no es el momento de decir lo que piensas que quiero oír. Quiero
la verdad.
—Confío en ti.
Sus ojos hablaban más fuerte que las palabras que dijo. Llamearon
hacía mí mientras mis manos continuaron su viaje. Yo estaba más allá de
pretender más. No pude reprimir el impulso de saborearla, de darle todo lo
que ella no creía que un hombre pudiera darle.
El dobladillo de la camiseta agrupado en sus caderas y el raso de sus
bragas se burlaban de mí. Mi cuerpo empujó entre sus piernas, y ella las
separó sin pensar. Mi cuerpo se deslizó entre sus piernas como un guante
perfectamente ajustado. Todo lo que necesitaba era estar lo más
jodidamente cerca posible. La inocencia de la que había sido testigo
momentos antes ahora fue reemplazada por algo que no podía explicar. ¿Era
deseo? ¿Necesidad? ¿Expectación?
Mi dedo corrió a lo largo de su coño cubierto de satén. Jugaría hasta
que me dijera que parara. Gimió bajo mi tacto, y dejó caer la cabeza a mi
hombro mientras yo aumentaba mi ritmo. Su humedad creció y pronto la
ligereza del satén se había convertido en un azul profundo. La dulzura de
su excitación llenó el aire en puro jodido deleite. Empujé sus bragas a un
lado y el momento en que mi dedo se deslizó a través de sus pliegues, sus
gemidos entrecortados llenaron el aire y su cabeza se levantó hasta que ella
me miraba con asombro. Joder la deseaba. Quería estar dentro de ella y
escuchar sus súplicas. Pero sabía que no podía. Lo había prometido.
—Quiero que seas mía —le susurré, mis labios se cernieron sobre los
de ella mientras hablaba. Empujé un dedo en ella y suavemente comencé a
bombear en su interior.
—Creía que ya lo era.
232 —Me refiero a mía en todo el sentido de la palabra. Esta noche voy a
hacer que te vengas con tanta fuerza que olvides cada mala experiencia que
has tenido. ¿Estás preparada para eso?
—Sí.
Añadí otro dedo y seguí bombeando dentro de ella. Ella gimió en mi
hombro, y jodidamente me encantó escuchar su respiración aumentando.
—Vas a olvidar tu nombre en el momento en que te vengas, Eden.
—Mierda —dijo entre dientes contra mi hombro. Sus caderas se
levantaron al oír mis palabras, empujando con más fuerza contra mi mano,
animando a mis dedos a ir más profundo.
De repente se quedó inmóvil, sus caderas cayeron hasta el mostrador
y su mano voló a la mía cesando todo movimiento. La miré, tomando su
reacción. Sus mejillas se sonrojaron con el calor que circulaba por su
cuerpo, pero fue la duda en sus ojos que me llamó la atención.
—Hazme olvidar Ky. Hazme olvidar que él está fuera. Hazme olvidar los
mensajes de texto. Hazme olvidar todo. Sólo quiero que seamos tú y yo.
—Siempre va a ser sólo tú y yo —murmuré mientras mis labios cayeron
a los suyos. Ella era tan delicada como una pieza de seda de mil años de
antigüedad, y yo planeaba tratarla con manos pacientes. Todo lo que quería
era que viera que era ella el mundo en mis ojos y que el mundo necesita
cuidado, amor y protección. Las esquinas oscuras de su mundo necesitaban
una nueva luz.
Mi brazo se enroscó alrededor de su cintura, y la bajé suavemente hasta
que se extendía ante mí en el mostrador. Mis labios se apartaron de los
suyos, y tomé un momento para saborear la muestra de absoluta perfección
devolviéndome la mirada. Los perfectos ojos azules de Eden, oscurecidos
con deseo y ni una onza de duda, me devolvieron la mirada y el más pequeño
matiz de color rosa comenzó a extenderse por sus mejillas.
—Tan perfecta —tarareé cuando mi capacidad de hablar vaciló
rápidamente.
Mis manos desaparecieron bajo su camiseta y pasaron por encima de
la suave piel de sus caderas y hasta los costados. Su respiración se
enganchó mientras yo quitaba el algodón de su caliente cuerpo. Mi mirada
vagó sobre ella, deteniéndose en su agitado pecho y la carne de sus senos.
Lamí mis labios en anticipación y necesidad de probarla y mi boca cayó
233 sobre su pecho. Mi lengua se burló de su pezón, girando el delicioso pico y
ella pasó sus dedos a través de mi cabello, torciendo y tirando mientras el
placer se encendía en su interior. Mis dedos se arrastraron sobre su vientre,
frotando a lo largo de sus caderas hasta que encontraron el raso de sus
bragas y su coño hinchado y necesitado. Dos dedos dentro, y continué lo
que había empezado.
Quité mi boca de su pezón y besé a lo largo de su mandíbula hasta que
llegué a su oreja.
—¿Quieres venirte en mis dedos o mi lengua? tu elección, nena.
—Tus... oh joder... dedos. Por favor.
Mis dedos bombearon en su interior y cuanto más duro iban más sus
gemidos y suspiros llenaban el aire. Ella era jodidamente hermosa de ver.
La inocencia que irradiaba de ella no estaba en ningún lugar a la vista; ante
mí en mi mesa de la cocina era una zorra, empujando sus caderas más cerca
rogándome que fuera más profundo. Tenía los labios entreabiertos mientras
trataba desesperadamente de agarrar todo el aire que podía; sus mejillas
estaban encendidas de color rosa y sus ojos se volvieron hacia mí en una
completa bruma de necesidad y placer.
—Vente para mí, nena.
Sentí sus paredes apretar alrededor de mis dedos antes de que ella
explotara con un gemido de mi nombre. Fue el mejor jodido sonido en el
mundo. Su respiración golpeó contra mi hombro mientras jalaba su cuerpo
de vuelta al mío y sus brazos se envolvían con fuerza alrededor de los míos.
—Vámonos a la cama —le susurré. Ella asintió con la cabeza, sin
palabras
Envolví mi brazo libre alrededor de su cintura y la levanté del mostrador
en un rápido movimiento. Sus piernas se cerraron alrededor de mis caderas
mientras la llevaba través del apartamento y mis dedos permanecieron
profundamente dentro de ella; haciéndola gemir ante la sensación a cada
paso.
La puse en mi cama suavemente y la sonrisa en su rostro me hizo feliz.
Con pesar, saqué mis dedos de ella y el ceño fruncido que cubrió su cara
casi me hizo explotar en mis pantalones. Nuestros calientes ojos se miraron
fijamente y no quería nada más que enterrarme a mi mismo dentro de ella
y perderme durante días. Sus ojos se ampliaron cuando levanté mis dedos
a mi boca y lamí y chupé su sabor hasta quedar limpio. Me arrastré y cerní
sobre ella como un león al acecho antes de que mis labios se posaran en su
234 boca necesitada. Nuestras lenguas chocaron y ella gimió contra mi boca al
saborearse a sí misma.
—Estoy completamente perdido en ti Eden, y no creo que alguna vez
quiera ser encontrado —le susurré contra sus labios con una honestidad
que nunca supe que podría existir.
Eden
—N
ecesito la iluminación libre allí, allí, y allí —señalé, di
instrucciones al asistente que me habían asignado
para este rodaje—. Y el telón de fondo tiene que ser
negro nítido, sin arrugas y sin pelusa.
235 La sesión para la portada de Beats and Bangs se desarrollaba en un
almacén abandonado del centro. Después de pasar incontables días
buscando la ubicación perfecta, Daniel y yo la habíamos encontrado por
accidente. La iluminación natural, el vasto espacio, el paso de la luz solar a
través de las ventanas rotas en cielos rasos ofrecería un telón de fondo
brillante para las ideas que tenía en mente y no había mejor lugar.
Había llegado al set justo después del amanecer, dejando a Ky dormido
en la cama. La noche anterior fue increíble. Fuimos más allá de lo que jamás
hubiera imaginado. Nunca en mi vida nadie me miró ni me trató de la forma
en que Ky lo hizo hace apenas unas horas. Me miró como si yo fuera la única
persona en el mundo. La forma en que me sujetó, me acarició, me cuidó, me
hizo sentir como una flor delicada y tuviera miedo de dañar mis
pétalos. Durante muchos años, la intimidad había significado castigo era
extraña, temida, y no deseada, pero ahora mi cuerpo me atormentaba con
una necesidad tan profunda y un anhelo que parecía ser sólo saciado por
Ky Crawford.
Mi piel todavía se estremecía de la sensación de sus labios moviéndose
sobre cada centímetro de mí, viajando por todo mi cuerpo, tratándome como
una tierra sin conquistar, explorar y profundizar en los lugares que yo había
ocultado de cualquier hombre, pero en el proceso me abrió a tantas
posibilidades. Anoche fue puro placer de la forma más honesta que jamás
había experimentado.
Salté cuando mi asistente me tocó el brazo, sacándome de mi viaje a
un recuerdo erótico, y dijo: —Señorita Rivers, las luces se han instalado,
sólo necesito que venga y compruebe la cortina.
—Por favor, llámame Edén. —Le sonreí y me fui hacia el rincón más
alejado del espacio donde yo tomaría las fotos de Los
Caídos. Afortunadamente el ajetreo de la preparación del día hizo que mis
pensamientos rabiosos disminuyeran, y que me concentrara únicamente en
el rodaje. El ruido era mi compañero constante, algo que pedía cuando yo
trabajaba. Música y tenía que ser fuerte.
—¡Eden! —La voz de Ashlyn salió desde detrás de mí. Puse mi cámara
en la mesa y me volví a saludarla con un cálido abrazo. Afortunadamente
Ashlyn era la estilista en la sesión, muy a su entusiasmo ante la idea de
vestir a Blake y Colby, así que sabía que iba a conseguir un gran grupo de
fotos—. ¿Ky no está aquí?
236 Sabía que mis mejillas enrojecieron cuando una mirada de complicidad
invadió su rostro demasiado precioso para no ser modelo. —No.
—Tengo la sensación de que tenemos una seria charla de chicas
próximamente. Esta noche, sin duda esta noche. Vendrás, ¿no?
—¿Qué pasará esta noche? —pregunté, completamente ajena.
—Siempre vamos a tomar unas copas para celebrar una sesión de fotos.
—Está bien, estoy segura que voy a estar allí.
La siguiente hora pasó en un borrón. El resto de la banda había llegado,
sin embargo, no había ninguna señal de Blake y Colby. Jugué con mi
cámara y accesorios, hablé con los estilistas, y entré en el modo de
organización completa. Finalmente justo cuando estaba a punto de enviar
un equipo de búsqueda escuché la risa de Colby desde la entrada
principal. Levanté mi cabeza y lo encontré a él y a Blake caminando tan
casual, tan sin esfuerzo, pero rebosante de carisma de estrella de rock.
Ni siquiera sabía que Ashlyn estaba a mi lado hasta que escuché su
suspiro. No fue sólo un suspiro normal, era un suspiro “joder, son
demasiado hermosos para las palabras”. Envolví mi brazo alrededor de su
cintura, y nos paramos viendo embobadas a mis dos mejores amigos.
—Creo que tengo que presentártelos —le dije sin aliento.
—Oh mierda, ¿me veo bien? ¡Mierda! Colby se acerca.
Los ojos de Colby sugestivamente recorrieron el cuerpo de Ashlyn,
mientras paseaba por la habitación antes de centrarse en mí. Tenía un serio
atractivo sexual y cada mujer soltera en la sala lo sabía. Su rostro se iluminó
con una sonrisa descarada cuando me dio un abrazo fuerte y besó el lado
de mi cabeza cuando llegó a nosotros.
—Nena. ¡Joder! Mira esto; esta es toda tu jodida obra. ¡Estoy orgulloso
de ti!
—Bueno, tengo buenos temas para fotografiar.
—Me aseguraré de hacer mis mejores movimientos.
Colby miró entre Ashlyn y yo, pidiendo una presentación.
—Colby esta es Ashlyn, y Ashlyn este es Colby.
—¿Dónde has estado escondiendo a esta chica bonita? —Coqueteó,
antes de besarla en la mejilla y darle un guiño que sabía que quería
decir 'voy a sacudir tu mundo'. Sí mi mejor amigo era un total y absoluto
237 gigoló.
Nunca había visto a Ashlyn actuar tan nerviosa antes. Se convirtió en
un caos sonriente y la seductora salió con toda su fuerza, pero también
sabía que todavía estaba enamorada de Lachlan.
—Me tengo que ir a trabajar nena —anunció Ashlyn y se fue corriendo
hacia el camerino portátil que se había colocado en la parte posterior del
almacén.
Colby me besó dulcemente en la mejilla antes de anunciar: —Y yo tengo
que ir y ser todo tipo de sexy.
Las siguientes dos horas fueron de felicidad; iba tan bien que pensé
que estaba en un mundo alternativo donde no existían problemas o
cuestiones. Todo el rodaje fue impecable. Los chicos eran profesionales
detrás de la cámara. Sí que eran ruidosos, desagradables, y actuaban como
idiotas engreídos en ocasiones, pero cuando se trataba de su carrera, eran
tan profesionales como podrían ser. Blake era un líder nato. Tenía la
apariencia, la personalidad y el carisma para coincidir con lo mejor de
ellas. La cámara lo amaba, y eso hacía mi trabajo fácil. Justo antes de tomar
las últimas fotos, entregué mi cámara a mi asistente asignado y di un paso
a través de los equipos de iluminación y me dirigí a donde Blake estaba
apoyado contra una pared de ladrillo expuesta.
—¿Qué es lo necesitas que haga, jefa? —preguntó Blake con una
sonrisa coqueta ladeada.
—Bueno, tienes la sensualidad, sólo dame tu sucia mirada “deja que te
lleve a casa” y eso debería vender unas miles de copias.
—Estoy sorprendido de que des a entender que no he hecho esta
mirada ya —cuestionó con un jadeo fingido.
—Lo has hecho. —Guiñé un ojo y di un paso más cerca, levantándome
de puntillas e inclinándome hacia su oreja—. Sólo necesito un momento
para respirar.
—Estoy tan jodidamente orgulloso de ti.
253 Durante años mis pesadillas me habían estado consumiendo día tras
días, retorciéndome y atormentándome con la creencia de que no merecía
un poco de felicidad; era una pesadilla que elegí creer. Lo único que necesité
fue que apareciera la chica en la chaqueta roja para entrar en mi vida como
un segundo comienzo y ahora parecía que estaba viviendo por primera vez
considerando que a lo mejor había esperanza en mi futuro.
Eden
Mis brazos me dolían por las bolsas que contenían la lencería cara pero
deliciosamente preciosa que había comprado, y estaba a tope por los
255 numerosos cafés que había consumido durante mi épica maratón de
compras. Yo no había hablado con Ky mientras estaba en Publicaciones
Anderson y había huido del edificio antes de que pudiera llegar a mí, tal vez
por eso me había gastado una fortuna comprando. Me sentí mucho mejor
sin embargo. No había nada como comprar un par de escasas bragas que
nadie verá para alegrar tu estado de ánimo. Mientras me acercaba a la
puerta de Ky, tentaba en mi bolso por la llave pero me sorprendió cuando la
puerta se abrió de golpe y un Ky ansioso se quedó allí, ocupando todo el
marco de la puerta.
—¿Dónde diablos has estado? —Su voz estaba mezclada con pánico
mientras sus ojos se lanzaron sobre mi rostro con preocupación.
—He estado de compras en la ciudad. —Me quedé en el pasillo—. ¿Qué
pasa?
Sacudió la cabeza y se apartó de la puerta. —Simplemente no puedes
desaparecer así.
—Yo no desaparecí, me fui de compras. ¿Por qué estás tan preocupado
de todos modos?
Me moví a la sala de estar y puse mis maletas al lado del sofá y luego
giré hacia él. Sus ojos ardían de nuevo a mí, eran tan oscuros esta noche.
—Yo... sólo... por favor dime a donde vayas en el futuro. —Su reacción
me confundió.
—No me gusta la idea de que cualquier cosa que te pase y con él por
ahí me asusta, ¿sí?
Jeremy.
Volvió su espalda y caminó por el apartamento hacia la mesa del
comedor, donde estaba su portátil ¿Qué demonios estaba pasando? Salté
ante un fuerte crujido del trueno y de repente las luces se apagaron y la
oscuridad cayó en todo el apartamento.
—¡Mierda! —Ky dijo entre dientes, y me congelé—. Quédate donde estás
hasta que encuentre las velas.
—Yo voy a empacar mis cosas e ir quedarme con Ashlyn —anuncié en
la habitación oscura—. Creo que sería lo mejor.
Me quedé en medio del apartamento limitada en mi capacidad de ver.
No sabía si era la oscuridad, el silencio, o los golpes de relámpagos que
iluminaban la habitación que hizo que la intensidad se disparara.
Mi grito llenó la habitación mientras los brazos de Ky se afianzaron
256 alrededor de mi cintura y me atrajo hacia su pecho. Yo estaba totalmente
alerta ante la cercanía de su cuerpo, y respiré violentamente mientras su
cálido aliento rozó la piel cerca de mi oído.
—No quiero que te vayas. —Su boca estaba tan cerca de mi oído y un
escalofrío de deseo escapó por mi espalda.
—Después de lo de anoche… —le susurré haciendo que mi cabeza caiga
involuntariamente a un lado, y fui recompensada con el más ligero de los
besos.
—Anoche me rogaste que te tome Eden. ¿Sabes lo que se sintió eso?, al
escuchar que me pedías que te dé todo. Yo no quiero hacerte daño Eden, yo
no podría vivir conmigo mismo si lo hiciera. He estado pensando en eso todo
el día y luego, cuando llegué a casa y no estabas aquí... me asusté.
Yo estaba temblando contra su cuerpo, no de miedo, sino de
expectativas. Sus palabras estaban inundando mis oídos y la realización de
lo que estaba diciendo era tan confusa. ¿Me quería o no?
—Necesitaba distraerme así que me fui de compras.
—¿Qué has comprado? —gruñó contra mi cuello, sus dedos amasando
mis caderas.
—Lencería.
Su cuerpo fue arrancado del mío tan rápido y la sensación de pérdida
fue gravemente intensa. La oscuridad seguía inundado el apartamento y por
un momento pensé que había salido por la puerta dejándome sola. Mis
orejas volvieron a la vida cuando sentí movimiento a mi izquierda, pero
todavía no lo podía ver. Finalmente a través del parpadeo de la luz de las
velas bailando en la repisa distinguí sus características. Se movió a través
de la sala de estar y desapareció en el dormitorio, encendiendo vela tras vela
hasta que el apartamento bailaba en sombras.
Ky se dirigió al sofá en el momento en que sus ojos se clavaron en las
bolsas de color rosa oscuro en el suelo. Mi respiración se detuvo cuando las
levantó y caminó hacia mí como un hombre con una misión.
—Quiero que te pruebes algunas —sugirió en tono devastadoramente
seductor mientras colocaba la bolsa en el suelo entre nosotros. Su hoyuelo
apareció en su mejilla mientras él sonrió y bajó la vista de nuevo a la bolsa—
. Las compraste, pruébalas.
Cuando sus ojos se encontraron con los míos, nos miramos el uno al
257 otro por lo que pareció una eternidad. Yo ni siquiera sabía si estaba
respirando. Mi corazón retumbó en mi pecho y mi estómago estaba lleno de
mariposas excitadas ante la idea de estar de pie ante este hombre en mi
ropa interior. Asentí y dejé caer mi mano a la bolsa en el suelo y la recogí.
Su mano llegó a la mía, la cubrió con vacilación y me detuvo.
—Sólo haz esto si estás realmente segura porque si te veo en ropa
interior, no hay ninguna manera de que sea capaz de controlarme. Dime no
Eden porque no voy a ser capaz de parar una vez que empiece.
Mis acciones hablaban más fuerte que cualquier respuesta verbal que
podría haberle dado. Saqué la bolsa cerca de mi pecho y di la vuelta hacia
el pasillo que estaba iluminado por la luz de las velas escapando a través de
las puertas de su dormitorio y la habitación de huéspedes.
Yo realmente iba a hacer esto. Entré en la habitación de huéspedes y
puse la bolsa en la cama. Le había rogado anoche por esto y ahora él me
había dicho prácticamente que me tendría esta noche.
Suavemente saqué todo de la bolsa y mis ojos cayeron a mi compra
favorita del día; bragas color rosa viejo y un sujetador con un vestido de
seda a juego que se ajustaba a mitad del muslo.
La emoción me estremeció por dentro mientras entraba en las
diminutas bragas y apretaba el sujetador alrededor de mi cuerpo, el tono
suave del rosa complementando el tono aceituna de mi piel. Al tirar de la
bata sobre mis hombros, suspiré mientras el encaje y la seda acariciaba mi
cuerpo y nadaba alrededor de la mitad de mi muslo. Di un paso delante del
espejo y mi mirada vagaba sobre mi cuerpo iluminado por las velas que
había encendido Ky Me sentía como una diosa lista para presentarse a su
dios. Tragué respiración tras respiración y en silencio cantaba a mí
misma “puedes hacer esto Eden”.
Con la cabeza en alto y los ojos fijos en ángulo recto al parpadeo de las
velas en las paredes de la sala, me moví como una asesina silenciosa. Salí a
la sala a través de la habitación iluminada sólo por las velas y encontré a
Ky de pie junto a la ventana, mirando hacia el océano completamente
concentrado.
—¡A la mierda! —dijo entre dientes mientras sus ojos recorrían
violentamente mi cuerpo en el reflejo del cristal—. Por favor, por el amor de
Dios da la vuelta y di que no.
Mi estómago se agitaba con un enjambre de mariposas. —No quiero
decir que no. Quiero decir que sí Ky. Permíteme decir que sí.
258 En un flash de movimiento, su brazo estaba alrededor de mi cintura y
su mano envuelta alrededor de la parte de atrás de mi cuello mientras su
boca se apretó con furia contra la mía. Tirando de mi labio inferior entre los
dientes, lloriqueé mientras el dolor y el placer se apoderaron de mi cuerpo.
Mi corazón retumbaba en mi pecho con la necesidad. Su lengua se deslizó
a través de mi boca, enredándose apasionadamente con la mía en un
incendio que había estado ardiendo a fuego lento durante semanas. Agarré
el asimiento de su camisa, tirando de su cuerpo tan cerca del mío como
podía, frenética a sentir los bordes de su pecho contra las curvas del mío.
Andamos con dificultad por el apartamento, utilizando la luz de las velas
como guía. Sus manos agarraron firmemente mi culo y luego me levantaron
de mis pies y mis piernas firmemente cerradas alrededor de su cintura. La
sensación de su creciente erección frotando contra mi calor me hizo romper
el beso y mi cabeza cayó sobre su hombro mientras el placer que ansiaba
rugió a la vida dentro de mí. Mi cuerpo se hizo cargo cuando mi mente
decidió dejar de existir. Comencé moviendo lentamente mis caderas,
moliéndome a mí misma contra él, pidiendo por liberarse.
Mi cuerpo me gritó. Ansiaba la sensación del dolor perfecto entre mis
muslos; quería perder el aliento con un hombre encima de mí, debajo de mí,
y detrás de mí; yo quería que la sensación de ser poseída de la manera en
que una princesa sería poseída por su príncipe, y quería que Ky Crawford
fuese ese hombre. Necesitaba que Ky sea ese hombre. El temor de mi pasado
me perseguía, me consumía, penetró tan profundamente en mi alma que yo
sólo había permitido a cinco personas conocer el verdadero alcance de lo
que me pasó, mis padres, la encantadora oficina de la policía, mi abogado,
y Tori pero aquí estaba considerando la más íntima de las cosas con un
hombre.
—Por favor, Ky —gemí en su hombro y ligeramente picoteé su piel con
mis dientes.
Mi cuerpo se redujo a la comodidad de su cama, y su cuerpo se movía
sobre el mío. Sus ojos se oscurecieron con lujuria mientras me tomaba por
mis mejillas sonrosadas y labios hinchados. —Quiero probarte Eden, quiero
emborracharme en tu aroma, pero más que nada, tengo que estar dentro de
ti.
Mis manos ansiosas corrieron debajo de su camisa, conectando con
su piel caliente. Se quedó en silencio mientras yo le desnudé, y sus ojos
nunca dejaron los míos. Una vez que su camisa se fue, lenta y
tortuosamente empujó mi camisón y desabrochó mi sujetador. Con manos
259 precisas, deslizó el camisón y el sujetador de mis hombros hasta que me
quedé desnuda frente a él.
—Estás más allá de la perfección Eden y por cada minuto que te tengo
te voy a cuidar como si fueras mi último aliento.
Su boca cayó a mi pezón, y me quedé sin aliento cuando el fuego se
elevó dentro de mí. Su lengua se arremolinó acariciando mi pico endurecido
mientras su mano recorría mi muslo y abrió mis piernas. La sensación de
su boca devorando la mía y su mano barriendo sobre mi cuerpo hizo que mi
respiración se detuviera.
—Estás tan mojada cariño —él gimió contra mi carne mientras su mano
se deslizó en la parte delantera de mi ropa interior y con el dedo comenzó a
hacerme toques tan devastadoramente suaves. Mis caderas se levantaron
de la cama, al presionar con más fuerza contra su mano deseando más y
luego con el roce más pequeño de sus dientes contra mi pezón me llevó
completamente a nuevas alturas.
—Ky por favor —le supliqué a través de palabras acaloradas. Tiré de su
boca y la sonrisa más deliciosamente seductora puso en sus labios.
Sus manos hicieron un trabajo rápido con mis bragas, deslizándolas
por mis muslos y tirándolas al suelo. Yo estaba completamente en exhibición
a sus ojos indiscretos y mientras tomaban todo de mí, nunca me había
sentido más vulnerable aun así completamente a gusto.
En el momento en que llegó a sus pantalones y luego a su billetera, me
encontré con mi voz.
—Detente.
Una vez que la palabra salió de mi boca se quedó paralizado por encima
de mí y su rostro se retorció en agonía mientras me miraba.
—Lo siento mucho Eden, que no debería haber hecho esto —se disculpó
con palabras dolido con la devastación y empezó a tirar de mí y de levantar
su cuerpo del mío.
¿Qué demonios estaba haciendo?
Agarré su brazo y detuve su escape. Tragué saliva, desesperada por
atraer un poco de confianza. —Si vamos a hacer esto, quiero experimentar
todo contigo Ky. Quiero desnudarte, quiero adorarte, y no quiero que nada
nos separe.
—¿Qué? —Exhaló mientras pasaba su dedo por mi mandíbula y sobre
mis labios. Sus ojos eran vibrantes y enganchados con fiereza en los míos—
260 . ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
Mi mano se envolvió alrededor de la parte posterior de su cabeza, mis
dedos corrían a través de los bordes de su cabello. —Por favor, deja que te
sienta. Necesito sentirte dentro de mí. Todo de ti.
De repente, su rostro se puso serio. —¿Utilizas control de natalidad?
Estoy limpio, completamente, pero tenemos que estar seguros.
—Lo uso, no pierdo ni un día.
Esa es toda la tranquilidad que él necesitaba.
Los labios de Ky se estrellaron contra los míos con desenfreno y se
llevaron mis inseguridades más profundas con un látigo de su lengua.
Besarlo era como tener kriptonita empujando en mis venas. Tirando de mí
e inhabilitándome de escapar. Con un beso podía poseerme por completo;
mente, cuerpo y alma. Me sentí caer en su cuerpo y sus brazos me
encerraron herméticamente antes de caer. Sus labios dejaron mi boca antes
de besar mi mandíbula y el cuello con suavidad que se sentía como la caricia
de algodón dejando humedad a lo largo de mi mandíbula y el cuello mientras
se movía hacia mi oreja. Su cálido aliento en mi oreja causó que un profundo
suspiro escapara de mí.
—¿Estás segura? porque una vez que empecemos no voy a ser capaz
de parar.
—No quiero que pares.
Mis manos temblaban mientras corrían sobre su piel caliente, por
encima de sus hombros y por los músculos de su espalda. Mi respiración se
enganchó en una mezcla de nervios, la lujuria y la anticipación mientras
mis uñas corrían a lo largo de su espalda. Sus labios salpicaban a lo largo
de mi clavícula, mordisqueando mi sensible carne de vez en cuando, y me
encantó cada minuto de ello. Sacó su boca y empujó hacia atrás para
mirarme. Todo lo que yo quería atestiguar en su rostro me miraban.
Proteccionismo, compasión, lujuria, y necesidad.
—Eres tan hermosa —susurró.
Sus dientes mordisquearon mi labio inferior, y el momento en que abrí
los labios para obtener una respiración desesperada, su lengua se deslizó
para reclamar propiedad. Su cuerpo se movía sobre el mío mientras mis
manos hurgaron entre nosotros. Abrí el botón de sus vaqueros y deslicé la
261 cremallera. Ky levantó sus caderas, lo que me permitió deslizar sus
pantalones vaqueros y calzoncillos por sus muslos.
Suspiré ante la pérdida de contacto cuando se levantó de mi cuerpo y
se quitó los vaqueros. Mis ojos cayeron a su polla palpitante y la
desesperación me inundó. Quería sentirlo, para conectar con él en todas las
formas posibles. Me sentí como una niña a punto de experimentar su
primera vez. Mi cuerpo se arqueó hacia él, tirando de él a mí. Piel a piel,
calor a calor, corazón a corazón nos convertimos en una masa de necesidad,
lujuria, deseo, y pasión.
—¿Estás lista? —murmuró contra mis labios. Asentí, incapaz de
encontrar palabras—. Hacemos esto como desees.
La cabeza de su polla encontró mi entrada, y aspiré una aguda
respiración. Él me miraba con tanta atención como si estuviera esperando
a que me rompiera. Asentí, y él se acercó lentamente, terriblemente
lentamente.
—Ky, por favor. No me harás daño.
De repente, él me envolvió con sus brazos alrededor de mi cintura y me
dio la vuelta hasta que yo estaba a horcajadas. Él me miró con los ojos
entornados.
—Tú controlas esto Eden. Toma lo que puedas. He querido estar dentro
de ti por tanto tiempo, así que necesito que controles esto desde el primer
momento de lo contrario voy entrar en ti con tanta fuerza que te va a doler.
Mi mano se envolvió alrededor de su ansiosa polla gruesa. Mi pulgar
recorrió la cabeza, masajeando el líquido pre-seminal que brillaba delante
de mí. Ky gemía bajo mi tacto, y sus ojos estaban en blanco. Su mano se
movió entre mis piernas, y jadeé en voz alta mientras un dedo y luego dos
se deslizaban dentro de mí. Sus dedos bombeaban dentro de mí y
combinaban mi carrera en su polla y pronto yo estaba al borde del éxtasis.
Sentí la humedad entre mis muslos mientras me movía hasta que la cabeza
de su polla adornaba mi entrada, una vez más. Bajé lentamente; el grosor
de su pene estiraba las paredes hasta su máxima capacidad. La sensación
que se extendió a través de mi cuerpo era tan ajeno; la necesidad, el deseo,
el deseo de ser completamente poseída y adorada. Deslizó sus manos por mi
cuerpo hasta que sus fuertes manos ahuecaban mis pechos duros. El
momento en que sus pulgares comenzaron su asalto en mis pezones
endurecidos, me deslice hacia abajo sobre su polla, llenándome por
262 completo con todo lo que era. Mi grito ante la sensación de estar
completamente llena hizo eco a través de la habitación con el sonido de la
lluvia golpeando fuera se intensificó la habitación.
—¡Joder Eden! —Ky gruñó y sus manos dejaron mis pechos y cayeron
a mis caderas, sosteniéndome en su lugar. Me calmó, permitiendo que su
grosor y la intensidad del momento inundara a través de mí—. Se siente
increíble.
En un rápido movimiento estaba de espalda de nuevo, Ky seguía
llenándome por completo. Su boca bajó a la mía y al igual que su lengua se
encontró con la mía lo sentí moverse. Se deslizó hacia fuera y de nuevo,
lentamente, demasiado lentamente.
—Quiero esto Ky. Fóllame como tú quieras follarme. No me vas a
romper. Estoy bastante segura de que rogué por esto anoche. —Sonreí hacia
él, y sus ojos se oscurecieron de inmediato.
Mil millones de fuegos artificiales se dispararon dentro de mi cuerpo en
el momento que entró en mí; estaba tan profundo que lo sentí al final de mí.
Frenesí estalló y él agarró mis caderas luego una de mis piernas se envolvió
alrededor de él dándole un mayor acceso que le permitió ir aún más
profundo. Todo a mí alrededor se disipó en un mar de estrellas titilantes y
luces brillantes mientras entraba rápidamente en un placer que nunca
podría haber imaginado. Gemí de placer cuando él continuó golpeando mi
lugar más vulnerable una y otra vez. Nuestras respiraciones hicieron eco
juntas y el sonido de nuestros cuerpos en conexión y unidos en uno llenaba
el aire. Ky enterró su rostro en mi cuello y su respiración pesada rebotó en
mi piel sudorosa. Mis uñas se arrastraban por la carne de su espalda y
agarraron las mejillas de su culo mientras trataba desesperadamente de
acercarme más a él. Él gruñó contra mi cuello y aumentó la ferocidad de su
golpeteo. Mis músculos se apretaron, y yo sabía que estaba cerca.
Finalmente sentí una libertad que había anhelado durante los últimos
cuatro años.
La lujuria de Ky llena en un gruñido captó mi atención. —Cariño, estoy
cerca. ¿Segura que quieres esto?
Nos miramos a los ojos mientras hablaba. —Quiero sentir todo de ti.
Estamos seguros.
—Mírame cuando te corras. Necesito verte venir. —Sus manos
ahuecaban mi rostro y nos trabamos en una intensa mirada. En ese
momento supe que estaba entrando en aguas desconocidas.
263 Él aminoró el paso, pero se estrelló profundamente permitiendo que
levantara mis caderas para golpear contra él. Mi pecho se tensó y mi
respiración dejó de existir mientras mis músculos se apretaron
agresivamente; un orgasmo explosivo destrozó mi cuerpo rompiéndome en
mil pedazos a su alrededor. El mundo como yo lo conocía dejó de existir en
ese momento.
—¡Jesús, joder! —Ky gruñó contra mí, y sentí el momento exacto en
que explotó dentro de mí, llenándome con todo lo que era. Di un grito
ahogado ante la sensación de estar completamente absorta por él, en el
sentimiento de conexión; no podía ignorar la sensación de pesadez que
demoró en mi corazón. Solo quedaban dos semanas de diciembre, dos
semanas para estar en su compañía, dos semanas siendo la nueva Eden
Rivers.
Nuestra respiración llenando el aire, ya que ambos tratábamos
desesperadamente de tomar el control. La boca de Ky cayó en la mía en un
beso atractivo y dulce, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo,
tirando de mí así que no había espacio entre nosotros. Todavía lo podía
sentir todavía más profundo en mí, nuestra conexión aún no se perdía y me
sentía caer en un estado de felicidad inimaginable.
Lo último que escuché fue la voz profunda de Ky susurrando en mi oído.
—Me posees completamente Eden Rivers.
Dedos delicados, suaves recorrieron mis labios, atrayéndome de mi sueño
tranquilo en los brazos del hombre que me llevó a lugares que nunca soñé
en alcanzar. Mis ojos se abrieron lentamente, tratando de adaptarme a la
oscuridad de su dormitorio. Moví mi cabeza y a través del parpadeo de la
luz de las velas mis ojos encontraron el rostro con la preocupación grabada
de Ky, mirándome de cerca. Su frente apretada en concentración y se mordió
el labio inferior mientras sus ojos buscaron los míos.
—¿Te sientes bien? —preguntó en voz baja, pasando rápidamente más
cerca de mí por lo que nuestros pechos desnudos chocaron. Mi cuerpo
vibraba, e hice una mueca mientras un dolor profundo me llenaba,
264 mostrándome exactamente donde finalmente él había estado.
—Me siento increíble.
Dejé caer mis ojos de su intensa mirada y rodé sobre mi espalda para
estirarme. Yo sabía que lo estaba sintiendo por días. El sexo había sido
obligado en mi vida —desde mi primera experiencia— causando que le
tuviera miedo, que lo despreciara, que lo evitara. Nunca pensé que este tipo
de sexo existía, nunca quise creer que existía. La idea de que este tipo de
sexo, el tipo donde yo era considerada, protegida, amada y admirada, podía
ser mío, nunca jamás lo imaginé.
—¿Qué está pasando por esa bonita cabeza tuya? —Me di la vuelta a
mi lado y apoyé mi cabeza en mi mano. El hombre a mi lado me permitió
encender mi vida otra vez, y se estaba convirtiendo rápidamente en la
persona que me hizo sentir como si estuviera volviendo a mí misma, pero
¿quién era yo para empezar?
—Nunca supe que podría ser así —le susurré en honestidad pura y
sentí sus brazos apretarse a mi alrededor—. Me haces sentir tan especial
Ky. Me haces sentir libre.
Ky
P
erfección no es la palabra para describir lo que acababa de
experimentar. Yo no estaba seguro de que hubiera alguna
palabra en el diccionario Castellano que podría explicar los
sentimientos alineándose dentro de mi cuerpo, el sentimiento de conexión
completa con ella en todos los niveles posibles.
—Tomemos un baño —susurré acaloradamente mientras mis ojos
265 recorrieron su cuerpo todavía desnudo. El brillo de mi venida que aún
permanecía entre sus muslos causó inmediatamente que mi polla
aumentara ante la idea de haberla marcado como mía. Mis brazos se
envolvieron alrededor de su cintura y la levanté de la cama y caminé hacia
el baño. El chillido que soltaron sus aún hinchados labios cuando
delicadamente la coloqué en el tocador de porcelana llenó la habitación
vacía. Sentí sus ojos observando cada uno de mis movimientos, y me
encantó la idea de estar bajo su mirada acalorada. Todo había cambiado
esta noche. Luché contra el impulso de estar con ella, pero todo estaba
perdido en el momento en que la había visto en esa ropa interior. Mi corazón
había golpeado mi cabeza una vez más.
¿Cómo iba yo a decirle alguna vez adiós a ella ahora?
Cerré el grifo y probé el agua. Perfectamente caliente. Volviéndome
hacia ella, me moví entre sus piernas y envolví mis brazos alrededor de su
cintura, levantándola en un solo movimiento del tocador antes de colocarla
en la bañera. Su jadeo mientras su cuerpo todavía hormigueando golpeó el
agua caliente llenó mis oídos. Quede de pie y miré hacia ella, las burbujas
nadaban a su alrededor; el aspecto saciado en su rostro me deshizo por
completo.
—¿Te vas a meter? —Sus palabras me sorprendieron. Su confianza
estaba empezando a lograrlo, y me encantó la idea de que yo tuve algo que
ver con eso.
Asentí y me deslicé dentro, empujando mi espalda contra el extremo
opuesto de la bañera de porcelana. En todo mi tiempo viviendo aquí, nunca
había usado la bañera.
—Me preguntaste lo que estaba pensando, pero ¿qué estás tú
pensando? —La suavidad de su voz masajearon la intensidad de mis
pensamientos con tanta ternura.
Respiré profundamente, encontrando sus ojos inquisitivos pidiendo
honestidad. Una opresión en mi pecho tronó a la vida mientras me
preparaba para darle todos mis pensamientos. —El sexo nunca será igual
otra vez. Tú, Eden, sin ayuda de nadie más me has arruinado para alguien
más. —Mi honestidad incluso me sorprendió a mí mismo, y por la forma en
que sus ojos se abrieron, yo sabía que ellos se sorprendieron también—.
Todavía puedo sentirme muy dentro de ti, más profundo de lo que nunca he
estado antes, y a mí jodidamente me encanta. Me esforcé tanto en negarte
266 porque no quería hacerte daño; no quería perderte, pero ahora que te he
sentido, que te he tenido, que he venido dentro de ti, no sé qué hacer.
—Mis palabras fueron verdad absoluta. ¿Cómo iba a seguir adelante
con esto? Esto fue exactamente por qué nunca quise estar con ella de esta
manera. No creía que posiblemente pudiera avanzar de esto.
El agua salpicando golpeando el suelo de baldosas me trajo de vuelta. Eden
se desplazó hacia mí hasta que sus piernas estaban sobre las mías y
estábamos pecho a pecho, cara a cara. Mil palabras no dichas se
desplazaron entre nosotros mientras sus brillantes ojos azules se
encontraron con los míos. En el momento que su cabeza golpeó mi hombro
y se metió en mi regazo, cerré los ojos mientras una alegría que elegí ignorar
durante tantos años me envolvió. Cuatro años. Yo había luchado con cada
remordimiento por cuatro años y ahora lo que yo anhelaba, una vida de paz,
alegría, amor y redención, fue provocado por la chica que fue mi mayor
arrepentimiento en el primer lugar.
—–Gracias por hacer el día más difícil de mi vida en algo que nunca
olvidaré.
16 de diciembre.
Yo conocía el día muy bien.
El nudo en la garganta desactivó mi capacidad de hablar, así que me
agarré a ella como si se me fuera la vida en ello mientras el agua alrededor
de nosotros se enfriaba. La abracé mientras sabía que sus recuerdos
llegaban fuerte y rápido; La abracé por mis recuerdos de un día fatídico que
se había quedado conmigo como un recordatorio constante y la abracé por
un secreto que yo sabía que tenía que admitir más temprano que tarde.
—¿Tienes hambre? —dije suavemente contra su cuello una vez que el
agua se había enfriado por completo.
—Mmm.
—Vamos a cambiarnos y conseguir algo de comida.
Salimos del baño una vez que nos secamos y nos pusimos las sudaderas
luego nos dirigimos a la cocina de la mano.
—Hice un poco de espagueti; es una receta que le robé a mamá. —
Agarré una cuchara y la sumergí en la salsa roja emitiendo el fuerte aroma
de tomates frescos y ajo.
—Oh, Dios mío, esto es delicioso —ella gruñó y se lamió los labios
saboreando el gusto—. Te pediría que cocines todas las noches si eso no
267 significara que me pusiera en cien kilos.
Me encantaba la Eden juguetona, y parecía que ella era la única que
salió después del sexo y me encantó.
—Yo podría hacerlo bajo en grasa si estuvieras realmente tan
desesperada.
—Ky Crawford, ¿acabas de insinuar que tengo un problema de peso?
—¡Nunca! me encanta cada una de las curvas de tu cuerpo. —La agarré
por la cintura y ella chilló cuando la levanté y la coloqué en el mostrador. El
burbujeo de los espaguetis combinaba con el burbujeo de la tensión en la
cocina.
—Estás loco —susurró.
—Tal vez un poco, pero eso es lo que te gusta de mí, ¿no es así? ¿O es
la manera en que te beso o tal vez es la forma en que te hago el amor?
Llegué detrás de ella y saqué las clavijas sosteniendo su cabello en su
lugar y con dedos firmes corrí por su cabello separando las matas entonces
estas cayeron perfectamente sobre sus hombros.
—Tu locura es lo que me llamó la atención en primer lugar, y tú sabes
que disfruto tus besos, y bueno, tú sabes qué más.
—Puedes decirlo —susurré y me acerqué más—. Quiero escucharte
decirlo.
—Cuando tú… —ella respiró hondo, y vi como sus ojos se
humedecieron con emoción—, me haces el amor.
—Vamos a hacer eso otra vez ya sabes. No es sólo una cosa de una sola
vez. Te quiero en mi cama todo el tiempo; Quiero dormir a tu lado y
despertarme contigo en mis brazos. Nada de esta habitación separada de
mierda. Te quiero por todo el tiempo como pueda tenerte.
—Tú no me asustas más —admitió en voz tan baja que casi me perdí
su confesión.
—Ahora era mi momento para observarla. Este tipo de honestidad era
tan inaudito en Eden y algo que yo no había tenido la suerte de presenciar
todavía. Nunca supe cómo se sentía acerca de lo que sea que había entre
nosotros, porque ella lo había encerrado y escondido la llave.
—Nena, tengo que admitir que me das un miedo de muerte —respondí
268 con total honestidad.
Se movió ligeramente sobre el mostrador y se inclinó hacia delante,
dejando caer su frente en mi hombro. Era la primera vez que ella había
iniciado algún contacto físico íntimo entre nosotros, y yo saboreaba cada
momento. Esta era la alegría pura, pero una realidad aterradora. Mi corazón
se estaba empujando a sí mismo hacia ella para que corriera con él, y ella
estaba rompiendo lentamente sus paredes y mostrándose a sí misma a mí.
Y mientras estaba saboreando cada momento, yo era muy consciente de que
no podía creer que algo pudiera salir de esto. Yo había pedido un mes, y eso
es todo lo que ella me estaba dando.
Cuando se apartó sus ojos recorrían mi rostro y ella colocó un beso solitario
en mis labios antes de girar hacia la olla de espaguetis y darle un
movimiento.
Veinte minutos después de haber comido; Eden había gemido pasando
los espaguetis y cada vez que lo hacía mi polla despertaba. Ella era una
malvada amante. La observé atentamente mientras lavaba los platos.
Cuando terminó, tiró el paño de cocina sobre la encimera y se volvió hacia
la sala de estar. Fui atrapado observándola. Sus labios se torcieron en esa
sonrisa inocente que me prendió fuego, y di unas palmaditas en el sofá junto
a mí. La forma en que sus caderas se balanceaban cuando caminaba hacia
mí hizo que incluso las mejores supermodelos del mundo parecieran
aficionadas.
—–¿Por qué me miras así?
—¿Quieres la respuesta honesta de Ky o la respuesta de Ky tratando
de no hacer sentir incómoda a Eden?
—Bueno, parece que estoy recibiendo al honesto Ky estos días así que
dímelo.
Ella tomó asiento a mi lado, sentándose así su cuerpo estaba en frente
mío. Sus piernas dobladas debajo de ella mientras miraba expectante.
—Tú eres sexy Eden, y me encanta el hecho de que estás tan ajena a
ello. Cada vez que entras en la habitación sólo quiero darte un beso y
probarte y devorarte. Tú estás completa y totalmente bajo mi piel y eso
nunca fue mi intención cuando me decidí por este acuerdo loco.
—¿Puedo ser honesta contigo?
—Asentí.
269 —Todavía estoy confundida con el por qué realmente querías hacer esto
en primer lugar. Nunca he sido receptiva a ti; Lo intenté todo para
permanecer lejos de ti, pero de alguna manera tú estuviste justo siempre
ahí.
Tragué duro ante su pregunta. No tenía ni idea de lo que ella esperaba
escuchar. Cuanto más esto continuaba, más difícil era recordar mis
intenciones cuando se me ocurrió este escenario loco. Mi meta todavía
estaba bailando en el gris, mientras que algunos dirían que era blanco y
negro. ¿Era egoísta? Probablemente. ¿Era un movimiento idiota? Podría
verse así.
—La primera vez que te vi todo lo que quería era conocerte. No se
trataba de ser físico contigo cuando empezó. Yo sólo te quería. Mi deseo de
protegerte y a mantenerte a salvo incluso podría considerarse demente.
Contuve la respiración mientras la veía absorber mis palabras. No
quería ninguna pregunta más. No podría hacer frente a cualquier otra
pregunta.
—–Me gusta la forma en que me proteges.
No podría haber pedido nada más y proteger lo haría.
Los dos últimos días habían sido terribles. Trabajé de sol a sol y mi
tiempo con Eden estaba limitado a charlas entre café, cenas tardías y besos
robados. No importa lo ocupado que estaba, mi mente siempre estaría lleno
de ella.
No podía negar mis sentimientos hacia ella por más tiempo. Sería como
negar alimentos a un hombre muerto de hambre. Yo la quería, la quería en
todos los sentidos de la palabra. Eden Rivers era un nuevo comienzo, una
puerta cerrándose a mis propias batallas, la inyección en mi corazón que lo
hace latir con vida de nuevo. Ella era mi primer pensamiento en la mañana,
y mis últimas buenas noches al final del día. Ella era mi brutal recordatorio
de una vida que podría ser. Sus pesadillas habían disminuido, pero yo sabía
exactamente cuándo sus pensamientos se volvieron demasiado, y el
momento exacto en que se apretaban alrededor de ella, exprimiendo la vida
de ella. Ella se hundiría en un silencio impenetrable y se sujetaría de mi
270 cuerpo con tanta fuerza que yo apenas podía respirar. Nunca le hablé en ese
momento y simplemente ofrecí mi cuerpo para su protección. Fue en esos
momentos que me sentía el más débil.
Cuanto más tiempo pasaba con ella, cuanto menos podía imaginar no
tenerla cerca. Cada vez que estaba con ella algo cobró vida dentro de mí.
Ella fue el catalizador que iluminó las partes más oscuras de mí y por lo que
yo estaría eternamente agradecido.
Vi un cambio en ella todos los días. Se estaba volviendo más fuerte y
menos temerosa; se estaba convirtiendo en la persona que yo sabía que ella
deseaba poder volver. Esto lo hizo más fácil, sabiendo que estaba
ocurriendo, y que yo estaba jugando un papel en esto. De alguna manera
me hizo olvidar todo lo que necesitaba para redimirme; me hizo pensar que
tal vez no sólo se trataba de ayudarla, sino que de alguna manera jodida me
estaba ayudando a mí.
Esta noche era reunión anual de bebidas por fin de año con amigos
donde los abastecería de bebidas, comida, y mi lugar para destruir. Era casi
como mis disculpas por ser tan distante durante todo el año y no aceptar
invitaciones a causa de mi horario de trabajo. Esta noche sería diferente,
sin embargo, esta noche Eden estaría aquí.
Josh caminó a través de mi apartamento con un paquete de seis
cervezas en la mano y una sonrisa desagradable en su rostro. Sus ojos
observaron la sala de estar, y yo sabía que él estaba buscando a Edén.
—Ella está en la ducha —le contesté su pregunta no formulada,
agarrando la cerveza de él y entramos dentro de la cocina.
—Realmente me gusta esa chica Ky. —Sus palabras me sorprendieron.
Quité la mirada desde el interior de la nevera y me volví para encontrar
a mi hermano mirando hacia mí con una mirada en su rostro que gritaba
“adelante conversación de corazón a corazón”'. —Me gusta mucho ella
también —admití honestamente—. Tal vez más de la cuenta.
—Ella te ha cambiado hombre —Josh continuó—. Ya era el jodido
momento en que por fin te visto así... feliz.
Mis labios se torcieron en una sonrisa de complicidad. —¿Cómo no
puedo estar feliz hermano? Tengo a la mejor jodida chica en el mundo
pasando su tiempo conmigo, quedándose dormida en mis brazos todas las
noches, besándome los buenos días y haciéndome sentir jodidamente vivo.
Pero también sé la realidad de esta situación y eso es lo que me está
volviendo loco.
271 —Habla con ella. Abre tu jodida boca y dile exactamente cómo te
sientes. Dale eso a ella.
Mi hermano; amante de coño, soltero eterno, y ahora mi consejero de
relación.
El sonido de la ducha apagándose detuvo nuestra conversación y Josh
me miró a sabiendas antes de ir al sofá y sacando su teléfono. Los invitados
llegarían dentro de una hora, y yo sabía que quería algo de tiempo a solas
con Edén antes de que tuviera que compartirla con el resto del mundo.
Me dirigí por el pasillo y entré en mi habitación. Una combinación de
vainilla y flores me golpeó con fuerza, y aspiré bruscamente. Desearía poder
embotellar el olor de Eden Rivers porque no estaba seguro de cuánto tiempo
sería capaz de sobrevivir sin ella. Me apoyé en el marco de la puerta por
unos momentos de admiración silenciosa. Ella estaba de pie junto a su
maleta, envuelta en sólo una toalla, con el cabello mojado sobre sus
hombros desnudos y su piel todavía enrojecida por el calor de la ducha. Ella
era la vista más hermosa en el mundo, y era mía, aunque sólo sea por unas
cuantas semanas más. El pensamiento de eso causó que mi estómago
cayera. No podía pensar en ello.
Crucé la habitación hasta que me puse de pie detrás de ella y su cuerpo
reaccionó el momento en que sintió el calor del mío. Pensé que nunca
tendría suficiente de su reacción frente a mí.
—Hueles lo suficientemente bien para comer. —Mi voz cayó mientras
me acercaba hasta que mi pecho rozó su espalda—. Y sé exactamente lo
dulce que sabes.
—Ky —suspiró melancólicamente y se inclinó hacia mí. Enterré mi
rostro en su cuello y envolví mis brazos alrededor de su cintura, mi mano
apoyada en su estómago, y la atraje aún más cerca.
—Date la vuelta Eden. —Mi voz zumbaba cuando mi cuerpo se
encendió bajo la sensación de su piel contra la mía.
Sin dudarlo, ella se dio la vuelta hasta que estuvimos pecho a pecho.
Sólo se requeriría un movimiento rápido para que ella esté de pie frente a
mí desnuda-sólo un movimiento de mi muñeca y un tirón en la toalla y su
cuerpo sería mío para tocarlo. Mis ojos cayeron a la parte superior de la
toalla tensada contra su piel mostrando la parte superior de sus pechos.
272 —¿Cómo te sientes acerca de esta noche? —pregunté en voz baja
mientras mi mano acunaba su mejilla permitiendo que mi pulgar trazara su
labio inferior. Su respiración se detuvo, y sus ojos se cerraron bajo mi simple
toque.
—Estoy nerviosa —admitió en voz baja.
—¿Acerca de qué?
—Yo me siento bien en las multitudes.
—Si te pones ansiosa sólo ven y encuéntrame.
Ella asintió, y bajé mis labios a los de ella, quitándole sus nervios. Sus
brazos se deslizaron alrededor de mi cintura mientras yo empujaba su
cuerpo duro contra el mío permitiéndole caer en el beso. Corrí la punta de
mi lengua por su labio inferior, lo que la hizo suspirar bajo la sensación.
Cuando abrió su boca, tomé la oportunidad y deslicé mi lengua ansiosa a
través de sus labios, besándola con todas mis fuerzas. No creo que alguna
vez no quisiera besar a esta mujer; cómo voy a sobrevivir no saboreándola.
Su lengua luchó con la mía por la propiedad. Tiré de las riendas en mi
necesidad de controlar el beso y la dejé explorar. Sus dientes mordisquearon
mi labio inferior antes de que reclamaron la propiedad completa, barriendo
su lengua por mi boca, saboreando y devorando todo lo que yo era. Su
suspiro contra mis labios hizo que mi polla se agite y en el momento en que
atraje su cuerpo al mío su suspiro se volvió a un gemido de fascinación.
—Eres tan hermosa —canturreé sobre sus labios. Sus manos agarraron
fuertemente mi cabello, tirando de mi boca de nuevo a la suya—. ¿Cómo
alguna vez voy a sobrevivir sin tu cuerpo y tu boca?
Sacó su boca de la mía y con las mejillas rosadas y entrecortando su
respiración me miró con una mirada ardiente.
—No puedo pensar en eso —susurró.
No quería pensar en eso tampoco. Todavía tenía tiempo con ella. Ella
seguía siendo mí Diciembre, mi único Diciembre.
—Ky, deja a Eden jodidamente sola y sal aquí. ¡La gente está llegando!
—La divertida voz de Josh disparó a través de la puerta cerrada, y mis ojos
se cerraron de golpe bajo la intrusión. En serio, podría él ser más frustrante.
—–Bueno Josh ha hablado. Voy a dejar que termines de vestirte. Ven
cuando estés lista. No estés nerviosa, sólo sé tú misma. Todo el mundo va
273 a amarte.
Mi mano dejó la comodidad de su mejilla. La miré fijamente y sus ojos
se abrieron; sus hermosos azules se volvieron hacia mí, brillando con
lujuria. Un simple toque hizo tanto por su cuerpo, y a mí jodidamente me
encantó. Seguí su mandíbula con mi dedo índice, y mis ojos siguieron el
movimiento. Su boca se abrió y ella respiró rápido.
Dejé caer mi mano y me volví hacia la puerta listo para salir y ponerme el
sombrero de la socialización. En el momento en que mi mano conectó con
el mango me volví hacia ella y la encontré todavía mirando mi retirada. Un
mal pensamiento me llenó la cabeza.
—Por cierto, no uses ropa interior esta noche.
Eden
¿Q
ué demonios estaba haciendo?
No tenía idea de quiénes eran la mayoría de estas
personas sin embargo eso no me detuvo de pararme en
la mitad de la sala de Ky sin bragas y usando un vestido
274 que no dejaba nada a la imaginación. ¿En quién demonios me había
convertido y por qué en el mundo de Dios ello me hacía feliz? Respiré
profundamente y caminé a través de su apartamento, los tacones de mis
botas chocando con el piso pulido, mientras me dirigía hacia la cocina.
Los hombres sonreían mientras las mujeres parecían gruñir cuando
pasaba. Me sentía tan increíblemente fuera de lugar. ¿Dónde coño estaban
Josh o Ashlyn cuando los necesitaba y Ky, a dónde había desaparecido?
—Te ves linda esta noche.
¡Finalmente! Me di la vuelta al oír la voz de Ashlyn y sus ojos
inmediatamente vagaron hacia arriba y abajo de mi cuerpo considerando mi
vestido negro que se ajustaba cómodamente alrededor de mi cintura y mis
senos, pero caía suelto alrededor de mis rodillas.
—¿Dónde has estado? —Me reí y le disparé una mirada “no te atrevas
a dejarme”.
—Tenía que llevar al australiano al aeropuerto. Vuela de regreso a
Sydney esta noche.
No podía ignorar la evidente tristeza en su voz. —¿Estás bien con eso?
—Realmente no tengo opción. Pero basta de hablar de mí, ¿cómo estás
tú? Pareces, ¿cómo debería decirlo, saciada?
Mi breve sonrisa fue contestada por un aplauso de celebración
de Ashlyn.
—¿Ustedes dos tuvieron sexo? —susurró—. Esto es enorme.
—Estoy malditamente feliz. —Sonreí en respuesta.
Ashlyn agarró mi mano y me arrastró a través de la multitud creciente
de personas hasta que nos detuvimos entre un grupo de chicos en la cocina
quienes estaban en medio de una discusión sobre quién ganaría el Súper
Bowl. Me paré en silencio, tomando mi usual Coca y escuchando mientras
Ashlyn se metía justo en el medio de la conversación. Era bastante divertido
de ver.
—Te ves tan jodidamente sexy y saber que no llevas bragas puestas
está haciendo doler mi polla. —El suave aliento de Ky acarició la piel de mi
oreja, y momentáneamente me incliné hacia atrás en su cuerpo. Me dolía
todo por él y el deseo palpitando entre mis muslos estaba aumentando cada
segundo. Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cintura, tirando de mí
hacia la firmeza de su pecho. Besó el lado de mi cuello antes de susurrar—
: Te veré pronto.
275 Mis ojos se fueron tras él, siguiendo todos sus pasos mientras
caminaba hacia el sofá del que tres chicos habían tomado posesión. Ky se
sentó en la mesa de café enfrente de ellos y cayó en una animada
conversación.
¿Cómo se suponía que iba a decir adiós?
La noche avanzaba sin problemas. Le daría vistazos rápidos a Ky y a
menudo lo encontraría mirándome de vuelta y cada vez mi corazón cantaría
una nueva nota. Ashlyn no se había apartado de mi lado, y era genial pasar
tiempo con ella. La cerveza fluía, la risa se hacía más fuerte, y mientras más
tiempo pasaba, mi confianza comenzaba a aumentar.
Dejé a Ashlyn charlando con Josh y caminé por el pasillo hacia el baño.
Escuché a alguien en la puerta, y cuando estaba a punto de avisar que
estaba ocupado, el pomo de la puerta giró. La puerta se abrió de golpe y la
gran figura de Ky llenó el espacio. Su presencia causó que un destello de
calor se extendiera a través de mí. Cerró la puerta, con un clic de la
cerradura, él estaba acechándome con los ojos llenos de lujuria. La más sexi
de las sonrisas jugaba en sus labios, pero sabía que no tenía ninguna
intención de hablar.
—¿Te estás divirtiendo? —preguntó Ky, su voz más baja de lo que
nunca la había escuchado. Su cuerpo descansaba contra el mío, causando
que mi espalda baja descansara contra el tocador; mis manos descansaban
sobre la fría porcelana.
—Lo estoy —canté en respuesta.
—Mi urgencia de besarte, de tocarte, de follarte me abruma. Anhelo
estar cerca de ti; necesito estar cerca de ti. Tú estás completa y
absolutamente destruyéndome Srta. Rivers, y no podría estar más feliz por
eso.
No sé qué me pasó, fue como si hubiera sido poseída por otro ser, pero
me encantaba. Libertad se arremolinaba a través de mis venas. Me lancé
sobre el borde del tocador y por el cuero de su cinturón, lo halé hacia delante
hasta que su cuerpo se estrelló contra el mío.
Mis acciones hablaban más fuerte que cualquier palabra que pudiera
decir. Abrí mis piernas en invitación y él se acercó y entonces sentí su
erección contra mi muslo.
Su lengua barrió a través de mi labio inferior antes de envolver
completamente mi boca con un movimiento abrasador. Nada más que
276 lujuria, necesidad y expectativa persistían con cada golpe de nuestras
lenguas. Los dientes de Ky mordisqueaban mi hinchado labio inferior, y yo
gemí por la sensación. Besarlo era como nada que hubiera imaginado. Sus
brazos se envolvieron alrededor de mis caderas, arrastrándome sobre la
porcelana del tocador hasta que su erección era dura contra mi calor. Mis
caderas se movieron, moliéndose contra él, rogando por fricción que calmara
el dolor que crecía con cada segundo.
En el momento en que soltó mi boca de la suya, sentí que había sido
atrapada en su red. No podía respirar, no podía hablar, no podía hacer nada
más que mirarlo fijamente. Cualquier emoción posible se estrelló dentro de
mí, retorciendo, girando, palpitando hasta que tenía una necesidad más
grande de la que alguna vez pude haber imaginado; me conectaba con
alguien en el sentido más profundo y por una vez me fortaleció.
—Ky, hazme tuya —susurré, el doble sentido no se perdió entre
nosotros.
—Me encantaría. —La boca de Ky cayó en la curva de mi cuello
mientras sus manos se deslizaban por mis piernas, empujando la delgada
tela negra de mi vestido sobre mis caderas, exponiendo mi adolorido calor.
Mis manos cayeron a su cierre, tirándolo hacia abajo sin remedio y luego
mis manos se deslizaron en sus pantalones, sacándolos rápidamente junto
con su bóxer por sus esbeltas caderas. Mi mano rodeó el espesor de su dura
polla, y él gruñó su placer en el silencioso espacio del baño y eso fue todo lo
que tomó.
Con sus ojos trabados con los míos, Ky se empujó dentro de mí tan
despacio, tan intenso, mirando mi reacción. La sensación de ser llenada por
él vino en cascada y el aire dejó mis pulmones. A una velocidad insoportable,
salió. Su mano encerraba su brillante húmeda polla mientras se burlaba de
mi desesperado clítoris. Gemí en el aire quieto, y si alguien hubiera estado
en el pasillo, hubiera escuchado mi llanto desesperado. Estaba dispuesta a
rogar, pero él no me dio la oportunidad. Frente a mis ojos apareció la sonrisa
que yo anhelaba y él se metió dentro de mí sin advertencia en un duro
movimiento, animal.
—¡Ahhh! —siseé contra su hombro mientras su golpeteo incesante me
superó. Mis dientes mordían su carne cada vez que él golpeaba ese punto
mágico mientras sus dedos amasaban la suavidad en mis caderas. Mi
cabeza voló hacia atrás mientras él suavizaba su ritmo, permitiéndome
rodar mis caderas y tomar el control. Nuestras respiraciones bailaban juntas
277 en una batalla y estaba perdida en la intensidad de venirnos juntos.
—Te advertí que nunca tendría suficiente de ti, Eden.
Sus manos se deslizaron por debajo de mí y me alzó limpiamente desde
el tocador. Mis piernas se envolvieron alrededor de su cuerpo, bloqueándola
en los tobillos, acentuando la profundidad de su polla aún incrustada dentro
de mí mientras cruzaba la habitación. Ky nos dio la vuelta y golpeé
fuertemente contra el reverso de la puerta.
—¿Estás lista para venirte, nena? Quiero ver tu coño exprimir mi polla
hasta que no me quede nada.
Quité mi rostro de su hombro y abrí mis ojos para mirarlo. Su mirada
se encontró con la mía y sus labios se torcieron en la sonrisa más diabólica.
Sabía que le encantaba ver mi rostro cuando me venía completamente
desecha, Su pulgar golpeó mi clítoris en movimientos perfectamente
circulares, y lloré su nombre mientras mi cuerpo temblaba de placer. El
gruñido de Ky que siguió mientras descargaba su semen dentro de mí fue el
sonido más satisfactorio en el mundo, como olas chocando en una playa
desierta.
—Santa Mierda. —Él respiraba pesadamente contra mi piel pegajosa
mientras yo bajaba de lo que probablemente fuese el orgasmo más intenso
de mi vida. Permanecí atrapada en sus brazos mientras nuestras
respiraciones pesadas llenaban el aire. Mis brazos se envolvieron
fuertemente alrededor de sus hombros por miedo a lo que podría perder si
lo dejaba ir. Ky permaneció enterrado dentro de mí, moviéndose suavemente
dentro y fuera, nunca rompiendo nuestra conexión y permitiendo que la
chispa de calor se elevara dentro de mí. Recosté mi cabeza en su pecho,
cayendo en la felicidad por el rítmico latido de su corazón.
Con suaves pasos, Ky nos movió a través del baño y suavemente me
colocó de nuevo en la parte superior del tocador. En el momento en que él
salió, mi corazón se hundió y sentí la pérdida de la conexión. Su penetrante
mirada nunca dejó la mía mientras giraba la llave a mi lado y mojaba un
trapo. Labios suaves y llenos aterrizaron en los míos mientras el
delicadamente me limpiaba. Me gustaba la suavidad de este Ky.
Las manos de Ky ahuecaron mi rostro y la más dulce de las sonrisas
apareció.
—Tan dulce y toda mía.
—Me gusta escucharte decir eso —admití honestamente a través de
una voz gruesa. Ky se tensó bajo mis palabras y bajó su mirada de la mía,
278 lo que me confundió.
—Debería regresar a la fiesta.
—Estaré afuera pronto. Solo voy a ir la habitación por un minuto.
—¿Estás bien? —preguntó, metiendo un mechón de cabello suelto
detrás de mi oreja.
Asentí en respuesta. Estaba mejor que bien. Estaba cayendo
demasiado rápido, y oficialmente no había nada que pudiera hacer al
respecto.
—Feliz Navidad.
Me desperté con cálido aliento bailando sobre mis labios y la sensación
del cuerpo de Ky revoloteando sobre mí. Abrí un ojo y noté que la habitación
aún estaba oscura. No tuve tiempo de quejarme sobre lo temprano de la
llamada a levantarme antes de que los labios de Ky robaran mi respiración,
y caí completamente en su beso despertador. Mis brazos se envolvieron
alrededor de sus hombros instintivamente halando su cuerpo más cerca. Su
rodilla sondeó entre mis rodillas, empujando mis piernas abiertas para que
su duro cuerpo pudiese chocarse con el mío. Mientras sus labios
continuaban devorándome totalmente, su cuerpo me atormentaba con cada
movimiento intenso enviando fuegos artificiales a través de mi muy
despierto cuerpo. —Eres el mejor regalo Eden Rivers.
Me podría haber pedido hacer cualquier cosa en ese momento y lo
hubiera hecho.
Cuando Ky finalmente me permitió salir de la cama, estábamos
atrasados. Me duché en la habitación de invitados mientras él tomó la ducha
principal. ¿Qué en el infierno usas para Navidad con los padres? En serio,
¿En qué demonios me estaba metiendo? Anoche después que me quejé por
lo que era la centésima vez, me había dicho que si no estaba lista él me iba
a dejar afuera de su apartamento y tendría que pasar Navidad en el pasillo.
¿Por qué infiernos mis padres habían decidido estar fuera del país esta
Navidad?
281 Una vez que me bañé. Entré al cuarto de Ky con la toalla envuelta
firmemente alrededor de mi cuerpo con mi cabello y maquillaje listos. Simple
pero lindo era el look por el que iba. Organicé mi cabello en sueltos rizos que
colgaban a mitad de mi espalda; mi maquillaje consistía en un poco de
rubor, rímel, y un brillo rosado suave. Mis nervios estaban disparados, y yo
seguía imaginándome todo lo que podría ir mal; no era una chica
conversadora ni en el mejor de los tiempos. Joder, estaba segura que para
los extraños parecía una perra snob, y ahora tenía que conocer al Sr. y Sra.
Crawford. ¿Los llamaba Sr. y Sra. Crawford? ¿Estaría Josh allí? Dios,
esperaba que estuviera ahí. No tenía absolutamente ninguna experiencia
conociendo padres, pero en alrededor de una hora estaría caminando hacia
los padres del chico con quien había estado compartiendo mi cuerpo, quien
había abierto su cama a mí, y no tenía ni idea de qué era para él además de
este diciembre.
—Eden nos vamos en diez. —Ky paró en el marco de la puerta y me
encontró sentada en el borde de la cama. Estaba vestido en pantalones de
mezclilla, un suéter gris oscuro, y estaba usando una gorrita sobre su
grueso cabello café. ¿Por qué era tan fácil para él alistarse?
—¿Qué está mal? —Tomó dos pasos hasta que estuvo agachado frente
a mí, descansando sus manos sobre mis desnudas rodillas. Cuando sus ojos
preocupados se encontraron con los míos, mis ojos brillaban con la
enormidad de lo que estaba por suceder. Lágrimas brotaron antes de
derramarse y deslizarse por mis mejillas.
—Lo siento —gemí con pura y brutal honestidad.
—Oye, vamos. ¿Por qué lo sientes? —Ky se sentó a mi lado en la cama
y tomó mis manos en las suyas. Mis ojos cayeron a nuestras manos
entrelazadas y sacó mis emociones una vez más.
—¿Qué se supone que debo hacer hoy?
—No sé a lo que te refieres. Tienes que darme algo.
—Todo en el mes pasado ha sido una locura, rápido e intenso y ahora
me estás llevando a pasar Navidad con tus padres. Esto es más allá de loco.
Ky, nunca he conocido padres antes. ¿Qué pasa si tengo recuerdos? ¿Qué
pasa si entro en pánico de la nada? ¿Qué pasa si tartamudeo todo el tiempo?
¡Demonios! ¿Qué pasa si no les gusto?
—Eres tan jodidamente fuera de este mundo y sexy cuando divagas.
Mi rostro cayó mientras otra ola de inseguridad me golpeaba.
282 —Eden, escúchame. Eres la persona más dulce, confusa, más intensa
y más bella que jamás haya conocido. Mis padres van a amarte; ellos ya
saben sobre ti, Josh y la tía Carole van a estar ahí, y me iré de tu lado. Si
necesitas tiempo fuera solo aprieta mi mano, y escaparemos a otro lugar.
No puedo dejarte sola en Navidad, y yo no puedo pasar Navidad sin mi
familia, así que necesitas venir conmigo. —Él me haló a mis pies y
cuidadosamente secó las lágrimas de mis mejillas—. ¿Puedes por favor
vestirte para poder irnos?
Todo lo que podía hacer en respuesta era asentir.
Diez minutos más tarde estaba sentada en su auto, vestida en
pantalones de mezclilla ajustados, un suéter crema, y una bufanda rosado
bebé, Tomaría más o menos treinta minutos llegar a la casa de sus padres.
Me senté en el asiento del pasajero y dejé a mi mente flotar de regreso al
momento cuando conocí a Ky por primera vez.
Nunca hubiese imaginado visitar la casa de sus padres por Navidad o
que él tomaría posesión y control sobre mis pensamientos y mi cuerpo. Me
moví en mi asiento para que mi espalda quedara presionada contra la puerta
y lo observé de cerca. Sus ojos estaban enfocados en la carretera por delante
y sus labios estaban en un perfecto mohín mientras se concentraba en
nuestro destino. Este hombre se estaba convirtiendo en algo mucho más
fuerte que solo el chico pagando por mis fotos; él se estaba convirtiendo en
el ladrón de mis pensamientos, el dueño de mi corazón y mi confusión total.
Estaba lenta pero seguramente enamorándome de él. Después de todas las
batallas internas que tuve, después de toda la lucha que estaba determinada
en tener, la idea de convertirme en algo con él estaba ahora en la delantera.
Era aterrador.
Era emocionante.
Era innegable.
—Me gustas Ky —espeté en el momento, él tomó una vuelta a la
derecha y paró en la entrada de una hermosa casa de dos plantas inspirada
en estilo Victoriano con gris pálido en el exterior y adornos blancos; una
gran corona colgando en las relucientes puertas dobles negras que yo sabía
que conducían a una casa aún más impresionante.
Escuché la inhalación brusca de aire de Ky en el momento en que mi
admisión golpeó el espacio en el auto. Volteó hacia mí después de que apagó
el motor y me miró fijamente. Su boca se abrió y cerró como si quisiera
283 hablar pero no viniera ninguna palabra. Un fuerte chillido sonó fuera del
carro, interrumpiendo nuestro intercambio de miradas y ambos
giramos para ver hacia la casa. Una hermosa mujer en los comienzos de los
cincuenta se apresuró hacia el carro, agitando los brazos, con cabello café
oscuro saltando alrededor de sus hombros; su rostro fue superado por la
sonrisa más grande que jamás había visto.
—Es tiempo —Ky murmuró a mi lado. Él abrió la puerta y se deslizó
fuera dejándome en una masa de nervios y confusión. Lo miré con una
sonrisa en mi rostro mientras su madre envolvía sus brazos alrededor de
él y su padre lo palmeó amorosamente en la espalda. Entonces tres pares
de ojos cayeron en el auto, y me di cuenta que todavía estaba en el asiento
del pasajero con el cinturón de seguridad abrochado fuertemente alrededor
de mi cuerpo.
Con manos temblorosas abrí la puerta, y antes de que tuviera la
oportunidad de poner un pie en el suelo, estaba siendo levantada y girada
en el aire con emoción.
—¡Eres incluso más hermosa que tus fotos, cielo! —La fuerte voz de su
padre golpeó mis oídos mientras finalmente me permitía parar—. Este ha
hablado de ti constantemente. Ahora ven adentro, hace mucho frío aquí
afuera, y quiero llegar a conocer a la chica que tiene a mi hijo tan
enamorado.
Decir que el día no había sido nada como lo había imaginado era un
eufemismo. La familia Crawford me había recibido con los brazos abiertos y
en ningún momento se sintió como la primera vez que los conocía. Estaban
emocionados por mí, me alimentaron con deliciosa comida, sus padres
incluso me compraron un regalo de Navidad, el cual colgaba con
orgullo alrededor de mi cuello. El momento en que Sue Crawford me
entregó la caja de regalo envuelta perfectamente, sentí una explosión de
impredecibles emociones golpearme. ¿Qué había hecho en mi vida para
merecer este nivel de amabilidad? Ky, sintiendo mi colapso inminente, me
haló a su regazo y apretó sus brazos alentadores alrededor de mi
cintura mientras mi cuerpo temblaba con emoción. Como si hubiera
olvidado que estábamos alrededor de su familia, una familia que nos había
estado observando por cualquier indicación de lo que estaba pasando entre
nosotros, él colocó el beso más calmado sobre el lado de mi cuello y me
animó a abrir el regalo. Todos los ojos estaban sobre mí y mis manos
temblaban mientras levantaba la tapa de la caja. Dentro había una cadena
284 plateada con un relicario en forma de corazón que lucía como una
antigüedad colgando de ella. Estaba en una pérdida total de palabras. Mis
dedos corrieron sobre el grabado en la parte de atrás que decía “El corazón
está allí para ser llenado”.
Tan pronto como leí el grabado, me golpeó con toda la fuerza. Mi
corazón había estado muerto, encerrado y con la llave tirada a un lado, pero
de alguna manera Ky había recogido la cerradura y mi corazón estaba
abierto a tantas posibilidades. Ky estaba llenando mi corazón con palabras,
acciones, besos suaves y tranquilos momentos y lo que una vez había sido
un corazón vacío ahora amenazaba con desbordarse.
Mientras el día se convertía en noche, una feroz tormenta de
nieve azotaba afuera, con fuertes vientos y una intensa nevada. Después de
la cena, James Crawford nos informó que no había manera que nos
fuéramos esa noche, y para mi asombro, Ky aceptó sin discusión. Después
de comer demasiada comida y tomar mi cantidad justa de ponche, mi
cansancio golpeó rápido. Me acurruqué en el sofá al lado de Josh, mi cabeza
descansaba en su hombro y lo que posiblemente pudo haber sido el
chocolate caliente más reconfortante de mi vida descansaba en mis manos.
—Lo haces feliz —Josh susurró a mi lado—. Cuatro años han sido
demasiado largos para ver a mi hermano destruirse a sí mismo lentamente.
Sus palabras me golpearon fuertemente.
—¿Por qué ha estado destruyéndose a sí mismo? —pregunté, alzando
mi cabeza de sus hombros y moviéndome para enfrentarlo.
—No me corresponde decirlo, pero lo que puedo decir es que le estás
dando una segunda oportunidad sin siquiera saberlo y sin importar lo que
traiga el futuro, siempre estaré agradecido contigo por eso, por el tiempo que
sea.
Josh era un misterio. Iba a través de las mujeres como yo iba a través
de ropa interior, pero debajo de todo, él era el hombre más amoroso y frágil
que jamás he conocido. Su protección por Ky era extrema, como algo que
nunca había atestiguado antes. Ellos tenían la relación que me hubiera
encantado tener si hubiese tenido hermanos; era el tipo de relación que
quería para mis hijos si algún día los tenía. Él era el hermano pequeño, pero
muy a menudo ponía la cara por Ky como el hermano mayor.
—Tengo la intención de irme pronto —admití a través de un nudo.
—¿Quieres irte?
285 —No me puedo quedar aquí Josh; estoy asustada cada vez que dejo la
casa y ahora que Jeremy está afuera en algún lugar, lo hace peor.
—¿Qué sobre Ky? Va a matarlo cuando te vayas. Demonios, he dicho
demasiado.
—Tu hermano me ha hecho sentir viva de nuevo, Josh.
—Y tú lo has hecho vivir otra vez.
313
Ky
—¿V endrias a casa conmigo? —le pregunté en voz baja y sus
ojos finalmente encontraron los míos.
Después de que finalmente la libere de mi agarre,
la limpié con cuidado y luego se puso de pie y envolvió su cuerpo en el abrigo
que había llevado a mi oficina. Me senté en la silla y la mire fijamente,
tratando de memorizar todo acerca de ella cuando me inundó el temor de
314 que esta podría ser una de las últimas veces que la viera. Era una sensación
de la que no podía deshacerme. Tenía tantas cosas que necesitaba que
decirle. Todo lo que quería era implorarle que no me abandonase. Ya sea si
me lo merecía o no, dependía totalmente de la chica que estaba totalmente
destrozada en mi oficina.
Me aparté de mi escritorio después de subir mis pantalones y crucé la
oficina hasta que estuve de pie detrás de ella. Sus ojos brillaron de inmediato
a los míos en reflejo del vidrio. Mis brazos se enredaron alrededor de su
cintura atrayéndola de nuevo a mi pecho y en el momento en que ella se
relajó, sentí como si fuera un momento inolvidable. No tenía nada que
perder, así que si ella no iba a escuchar mis palabras, mis acciones tendrían
que hablar por sí mismas.
—¿Puedo llevarte a casa? —le pregunto, mis palabras ahogadas contra
su cuello.
Se movió en mis brazos y giró su cuerpo hacia mí, entrelazando sus
brazos detrás de mi cuello. Sus ojos se clavaron en los míos, finalmente, y
se movían con indecisión. Necesitábamos desesperadamente hablar.
Esperaba que me diera la oportunidad. No pararía de rogar hasta que me
diera la oportunidad. Sus labios todavía estaban hinchados y brillantes por
mi ataque y su cabello se encontraba alborotado en una manera perfecta
que me encantaba. Ante mí, rodeada por mis brazos, era la única chica para
mí, y lucharía muy duro para que viera eso y sea verdaderamente mía para
siempre. Nada me detendrá, porque había esperado demasiado tiempo para
este momento.
—Di algo, nena.
La comisura de sus labios de estiraron brevemente con una sonrisa al
oír el sonido de nena, y ella asintió con tanta delicadeza que casi no lo vi.
—Estoy lista para ir —susurró suavemente.
Mi mano nunca dejo la suya mientras caminábamos a través de la
oficina casi vacía y nos dirigíamos hacia el garaje. Abrí la puerta del pasajero
y la observé mientras se abrochaba el cinturón. Sólo quería llevarla a mi
apartamento, quería sentirme cómodo. Quería que ella me gritara, golpeara,
algo, además de este silencio. Saqué mi auto del estacionamiento y me
introduje al constante tráfico de viernes por la noche.
Sentí sus ojos en mí antes de encontrarlos. Ella se había desplazado en
el asiento para que su espalda estuviera a ras de la puerta y me miraba,
observándome detenidamente. Sus perfectos ojos azules estaban claros,
315 enfocados, determinados, como si me estuviera leyendo, tratando de
encontrar información sin preguntarme. Me puso nervioso como el infierno.
Eso fue todo lo que hizo durante todo el tiempo de regreso a mi apartamento.
Sin una sola puta palabra.
Para el momento en que apagué el motor, finalmente solté.
—Eden, ¿podrías decir algo? No me gusta el silencio. Necesito saber lo
que estás pensando. ¿Si alguna vez me podrás perdonar?
—Dentro —fue la única palabra que dijo.
Era sólo cuestión de tiempo. Sabía que tenía que esperar hasta que
estuviera lista para hablar. Sentí el cambio en el momento en que puso un
pie en mi apartamento. Se sentó en el sofá, todavía en silencio, sin soltar
sus emociones. Todo lo que habíamos luchado parecía haber sido olvidado.
—¿Quieres algo de comer? —le pregunté mientras me sentaba a su
lado.
—Sí.
No me jodas.
—Por favor, no hagas esto.
—¿Hacer qué?
—Convertirte en esa chica otra vez.
—Siempre seré esa chica.
Negué en señal de frustración y me levanté del sofá, caminé hacia la
cocina mientras la ira se arremolinaba a mi alrededor. No había manera en
el infierno que fuera a dejarla convertirse en esa chica de nuevo. Abriendo
la nevera, me di cuenta de que no había ido de compras; los últimos tres
días habían sido horrendos sin ella, pero no podía dejar de pensar que esto
era un prefacio de lo que estaba a punto de suceder.
—No tengo comida. Vamos al restaurante.
—Claro.
Eso fue todo.
—Joder Eden, deja de hacer eso. Esta no eres tú. No dejes que mi jodida
decisión arruine todo en lo que te has convertido mientras estabas aquí.
Ella se levantó del sofá y vino hacia la cocina y se puso frente a mí.
316 —No tienes derecho a decirme qué hacer Ky. Perdiste ese derecho
cuando me mentiste. ¿Por qué lo hiciste? ¿Dime por qué diablos me
ocultaste algo así? Confiaba en ti. Te di cada parte de mí, pero eso no fue
suficiente para ganar tu honestidad. No sé si algo lo que dijiste o hiciste es
cierto. Todas esas palabras que me has dicho, ¿fueron mentiras también?
Finalmente se rompió.
—Nada de lo que te dije fue una mentira. Todo lo que admití era verdad.
Sus ojos se alejaron de los míos y su rostro cayó.
—Quiero saber todo Ky. Conoces mi historia, ahora quiero escuchar la
tuya.
Esto sería definitivamente, el momento en el que me enfrentaría a mis
mayores temores. El momento en que volvería a revivir mis días más
oscuros. No le había contado a nadie la profundidad de mi dolor, mi odio,
mi disgusto por mí mismo. Ella me miraba de manera tan expectante, y
sabía que tenía que darle esto. Este sería su cierre tanto como sería el mío.
Agarré su mano y tiré de ella hacia el sofá. Cayó sobre el cómodo cojín y
acomodó sus piernas contra su pecho. Suspiré con nerviosismo y pasé las
manos por mi cabello. Necesitaba buscar y reunir todas las partes de mi
fuerza y darle esto porque si no, no habría ninguna posibilidad de que
pudiera recuperarla.
—Yo era el mejor amigo de Jeremy Davis desde la escuela secundaria
hasta la universidad. Él era el tipo que todos en la escuela admiraban,
puramente porque provenía de una familia adinerada y con estatus social.
Siempre conseguía lo que quería, cuando quería, y nunca tuve eso y
tampoco lo quería. Mi familia era de clase trabajadora, y tuve que trabajar
duro todos los días para conseguir lo que necesitaba en mi vida. El problema
con Jeremy era que pensaba que tenía derecho sobre todo, y todos. Las
chicas se le lanzaban, y los chicos querían ser como él. En el momento en
que comenzamos la universidad, lo vi cambiar. Ya no era el tipo más grande
en el campus; había chicos con más dinero, con mejor posición, y con una
mejor reputación y estatus que él. No le gustaba eso, y jodió su cabeza.
Tomé aire y la miré. Sus ojos estaban muy abiertos, su boca abierta
mientras asimilaba mis palabras. Eché la cabeza hacia atrás y tomé una
gran bocanada de aire para llenar mis pulmones. Enmudecí.
—Por favor, continua. —Sus palabras fueron muy suaves e inocentes,
pero al mismo tiempo exigentes.
317 Asentí.
—Recuerdo la primera vez que te vi. Fue a través de la cafetería que
estaba justo fuera del campus. Eras como un soplo de aire fresco entre la
rigidez y la previsibilidad de las universitarias. Lo primero que me llamó la
atención fueron esos hermosos ojos. Nunca había visto nada igual. El azul
me recordó al océano en verano. Eran tan amplios, tan atractivos, y tan
fascinantes. Quedé atrapado en ese momento. No tenía problemas con
aproximarme a las chicas, pero contigo, estaba asustado. No podría haber
manejado el rechazo y de lo que había descubierto cuando pregunté
alrededor, me dijeron que no salías con citas. No podía correr el riesgo. Te
observé de lejos; sabía que te encantaba esa cafetería por lo que se convirtió
en mi lugar habitual para estudiar, porque quería un momento en el que
pudiera disfrutar de ti.
Me detuve en el momento en que la escuché jadear. Sus nudillos
estaban blancos por su agarre sobre la almohada que estaba apretando.
—¿Preguntaste por mí? —preguntó tímidamente.
—Por supuesto que sí. Eden, eras la chica más hermosa que había visto
en mi vida. Dios, esto me hace sonar como un maldito acosador. —Me pasé
las manos por el cabello y gemí. Esto me hacía parecer como un maldito
idiota también, pero sabía que no podía detenerme—. Tú eras todo lo que
las otras chicas no eran. Recuerdo la primera vez que te vi en chándal en la
cafetería. Estabas tan cómoda, tan confiada, tan concentrada mientras
todas las chicas estaban con sus pantalones demasiado ajustados, con sus
tops reveladores y sus rostros llenos de maquillaje. Tú eras refrescante. Eras
todo lo que quería.
Ella se quedó quieta mientras asimilaba todo.
Me sorprendió cuando se acercó a mí. Me arriesgué y tiré de ella en mi
regazo. Mi brazo se deslizó alrededor de su cintura y la atraje hacia mi
pecho. Nos sentamos en silencio mientras digería mis palabras. No
estábamos ni siquiera cerca de haber terminado, pero simplemente
necesitaba este momento porque tenía miedo de que esta pudiera ser la
última oportunidad que tenía.
—Necesito que continúes.
Respiré profundamente y mi mano agarró su cintura con fuerza, casi
como si estuviera encerrando en mi cuerpo.
—Jeremy notó un cambio en mí. Mi vida giraba en torno a estudiar,
318 tenía un sueño sobre lo que quería ser y no tenía el lujo de tener una familia
que pudiera pagarme la universidad. Mis notas eran lo que me mantenían
allí. Cometí el error de mencionarte un día, y a partir de ese día estuviste en
su radar. Comenzó a venir a la cafetería. Trató de hacer que me acercara a
ti. Luego empezó a decir cosas jodidas acerca de ti.
Se estremeció contra mi pecho ante el sonido de su nombre y sus
acciones. Odiaba que estuviera tocando el tema. Sentí como si la estuviera
haciendo atravesar por un infierno, pero sabía que no podía parar.
—Esa noche, la fiesta de fin de año en la casa de la fraternidad, me
habían dicho que ibas a venir, y había decidido que iba a buscarte y
finalmente invitarte a salir. Sabía lo que te iba a decir, y no iba a dejar que
me dijeras que no. Pensé que tenía todo enumerado y planificado. Fue
durante el período previo a la fiesta que Jeremy empezó a decir mierda. Se
puso delante de mi puta cara, y consiguió cabrearme. Lo recuerdo todo como
si fuera ayer, la mirada en sus ojos, el tono de su voz, pero nunca pensé
más en ello. Cuando ocurrió lo de la apuesta para ver quién podía invitarte
a salir primero, pensé que lo estaba haciendo para animarme para que
finalmente le echara un par de bolas. Joder Eden, nunca pensé que él podía
hacer eso. Debería haberme dado cuenta de lo jodido que estaba. Debería
haber llegado a ti antes. Debería haberme dado cuenta que no tenía
intención de hacer algo por mí.
—No fue culpa tuya.
—Eden, lo vi llevando una chica a los dormitorios. Le pregunté qué
estaba haciendo. Debería haberlo detenido. Debería haberme dado cuenta.
Debería haberlo pillado y detenido. ¿Por qué necesitaba ir a conseguir más
bebidas? La fiesta estaba abastecida de eso. Debería haberme dado cuenta
que eras tú. Es mi maldita culpa. Debería haberlo detenido.
—Ky, escúchame. Lo que pasó no fue tu culpa.
—Podría haberle detenido.
—No sabías lo que iba a hacer.
Dejé caer mi rostro en su cuello y la acerqué a mí. Necesitaba el calor
de su cuerpo, la familiaridad de sus curvas, la única cosa que había sido mi
salvación durante este último mes. Sus brazos se enredaron en mi cuerpo,
y conectaron perfectamente, como dos piezas de un rompecabezas. Nos
sentamos en silencio, conformándonos en ser como uno, mientras el sol se
319 desvanecía en la distancia. No había palabras que necesitaran ser dichas en
ese momento, pero sabía que mi historia no había terminado. Necesitaba
saber cómo llegué a saber de ella. Mi confesión tenía el potencial de destruir
las relaciones por las que ella se preocupaba profundamente, pero no podía
ocultarle la verdad más tiempo.
—¿Podemos comer? —Ella levantó la cabeza de mi pecho y me miró con
esos ojos azules que amaba. Asentí y abrí mis brazos alrededor de ella, y se
movió de mi regazo y me quedé en el sofá. Ella todavía estaba vestida con
sólo el abrigo y la ropa interior—. Voy a vestirme.
Se detuvo al llegar a la sala. La realidad la golpeó. Todas sus ropas
estaban en casa de Ashlyn.
—Voy a ir a buscar tu maleta.
No le di la oportunidad de responder. Para el momento en que entré al
apacible corredor, mi cuerpo cayó contra la puerta cerrada, y me faltaba el
aire. Mis emociones estaban corriendo furiosamente, y me sentía a la deriva
en la oscuridad que se había apoderado de mi vida durante los últimos
cuatro años. Pensé que soltar la verdad al mundo ayudaría, pero hasta
ahora poco a poco me estaba aplastando desde adentro hacia afuera.
Una vez que mis emociones estuvieron bajo control, me impulsé fuera
de la puerta y trompicones fui hacia el ascensor y me dirigí hacia el
apartamento de Ashlyn. Toqué fuertemente y momentos después, la
cerradura hizo clic y la puerta se abrió. Ashlyn me acogió e inmediatamente
envolvió sus brazos alrededor de mí. Mis paredes de determinación se
desmoronaron. Mis emociones —miedo, odio, y desprecio— rugieron a la
vida dentro de mí y se derramaron fuera de mi cuerpo. Lloré en sus brazos.
Jodidamente lloré como un bebé, pero no me importaba. Lloré por lo que
Eden había perdido. Lloré por el dolor que ella había sido obligada a soportar
porque no pude protegerla. Lloré por los cuatro años del infierno que había
vivido, y porque finalmente conseguí a la chica y ahora la estaba perdiendo.
—Oye, ¿qué está pasando? —La suave voz de Ashlyn cayó sobre mí, y
me tiró al sofá.
Me limpié el rostro con las manos y la miré con los ojos bordeados de
color rojo.
—¿Qué demonios he hecho?
—Cariño, esto es lo que querías. Este era tu plan desde el principio.
Querías que ella brillara y ahora está brillando. Mira lo lejos que ha llegado.
320 Ella está sonriendo, está riendo, ha abierto su corazón a la idea del amor y
de estar con un hombre. Eso fue todo gracias a ti. No puedo ver cómo te
destruyes a ti mismo durante más tiempo. Nada de lo que sucedió hace
cuatro años fue tu culpa. —Su voz estaba mezclada con frustración.
—Voy a contarle todo —admití suavemente—. Debo.
Ella asintió, aunque sabía las posibles repercusiones de esto. Había
sido una parte fundamental en mi loco plan, y estaba a punto de admitirle
todo al Eden. Dejé caer la cabeza en mis manos y sentí mis hombros
hundirse.
—Ella es todo para mí, Ash, y haré lo que sea para demostrárselo —dije
con determinación.
—Necesitas decirle eso. Ustedes dos son buenos el uno para el otro,
incluso perfectos, y realmente espero que ambos sepan eso.
—Vamos a ir a comprar algo de comida y terminar de hablar. Solo vine
para buscar su maleta para que se pueda cambiar.
—Espera un segundo, voy a ir y buscarla por ti.
Ashlyn se levantó del sofá y desapareció por el pasillo, sólo para
reaparecer un par de segundos más tarde con la maleta del Eden.
—Buena suerte. Muéstrale tu corazón Ky, porque tu corazón es
hermoso.
Abrí la puerta de mi apartamento y entré a la oscuridad. Mis ojos
trataban de ajustarse y averiguar mi entorno. Tranquilamente giré con la
maleta de Eden en medio de la sala de estar y fui hacia mi habitación.
Lo que encontré, me dejó sin aliento.
Eden estaba en el centro de la cama, con su cabello oscuro esparcido
sobre la funda de almohada blanca. Mis ojos cayeron a su cuerpo; estaba
vestida con mi sudadera que ella me había dicho era su favorita y mi
pantalón de chándal. Su respiración era firme y sus ojos estaban cerrados
mientras se acurrucaba en mi almohada. Me dolía el corazón.
324
Eden
L
a alegría era una increíble energía cambiando la vida. Era la
sensación de tener tu manta favorita envuelta con fuerza
alrededor de tus hombros. Era el beso perfecto de despertar
por la mañana y el fuerte abrazo amoroso antes de acostarse. Era saber que
325 alguien deseaba lo mejor para ti en su corazón, quien tenía tu protección y
seguridad en la palma de sus manos. Era el sentimiento de devoción total y
absoluta que te excitaba con una simple mirada. La alegría parecía ser
conocida ahora como Ky Crawford.
Mi estancia en Nueva York estaba llegando rápidamente a su fin.
Mañana era quince de enero. Era el día en que tenía previsto empacar mis
cosas y dejarle para volver a mi vida en San Francisco. Mañana iba a ser el
día en que le diría adiós a este lugar y pondría una tapa en las pesadillas
que aún persistían en mis sueños. Se suponía que debía ser el fin de todo.
Diría adiós a Ky y tenía que ser el día que había soñado desde el momento
en que llegó con la idea absurda de nuestro mes, juntos.
Pero la última noche mientras estaba en los brazos protectores de Ky
con los latidos de su corazón teniéndome en un lugar de tranquila
inconsciencia, él me había dicho que quería que me quedara. Me había dado
su corazón y me dio una razón para considerar lo impensable. A medida que
el agua caliente de la ducha de la mañana corría por mi cuerpo el cual
todavía era deliciosamente adolorido por los efectos del sexo por la mañana
con Ky, no pude dejar de pensar en todo lo que me había admitido. Mi mente
estaba viva con la honestidad que aseguraba cada palabra suya mientras
me daba el más cariñoso abrazo que estaba complementado con cada
apreciada caricia de su dominante mano. Los hoyos de mi estómago rodaban
vivos porque esta noche una decisión estaría tomada y la posibilidad que
estos corazones vayan a ser rotos era la realidad a la que me enfrentaba.
Una vez que termine mí rutina mañanera en el baño, irrumpí en el espacio
abierto de la sala de estar y terminé trenzando mi cabello por encima de mi
hombro. Sol del invierno se filtraba en el apartamento y después de estar
encerrada lejos del mundo con Ky, tenía ganas de salir del apartamento.
Sentí como si todo había cambiado entre nosotros durante estos días
pasados entrelazados juntos. Había sido sólo yo y él. Sin interrupciones, sin
distracciones y sin expectativas. Después de todo lo que había pasado entre
nosotros, era como si nuestro tiempo solitario tuvo los puntos que
necesitábamos para sanar nuestras heridas abiertas y era el pegamento
para unir los pedazos rotos de nuevo. Ahora poseíamos una honestidad que
estaba tan profundamente arraigada en nosotros y una verdad brillante que
giraba el mismo núcleo que era Edén y Ky. Nuestros temores y pesares más
profundos fueron compartidos, nuestras promesas se acariciaban en la
solidaridad y era el comienzo de algo eso me asustaba tan maravillosamente.
Alejé la posibilidad de llorar otra vez mientras recordaba nuestros
momentos juntos y agarré mi bolso, el teléfono y llave de repuesto del
326 mostrador, cerrando el apartamento detrás de mí cuando salía al pasillo.
Enero era de un frío glacial. Cuando salí a la acera, el aire se arremolinó
alrededor y un fuerte frío me obligó a tirar mi abrigo más apretado.
Corrí por el camino con un salto en mi paso hacia la cafetería
desesperadamente consciente de que mi chocolate caliente mañanero y el
complementario muffin con virutas de chocolate que Carole siempre me
daría estaba sólo a unos minutos de distancia.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo cuando me entró la repentina urgencia
de mandar un mensaje a Ky.
Eden: Te fuiste sin decir adiós esta mañana. ¿Ni siquiera un beso
de buenos días?
Ky: Parecías tan tranquila que no quería despertarte.
Definitivamente te besé. Incluso hiciste este ruido lindo que haces.
Eden: Deseo haberlo sentido.
Ky: ¿Has pensado en lo que le pedí anoche?
Edén: Es la única cosa que he estado pensando.
Ky: Quédate conmigo cariño. No puedo perderte. Acabo de
conseguirte de nuevo.
Miré mi reloj y consideré si ir a Publicaciones Anderson. Quería hablar
de esto ahora. Nos estaba comiendo a los dos. Mis sentimientos por él eran
insuperables a todo lo que había sentido antes, pero ¿realmente podría vivir
aquí?
Mi batalla interna fue detenida por la vibración de un nuevo mensaje
de texto que llegaba. Mi corazón se aceleró al pensar en lo que Ky diría
ahora. Me encantaba ver a Ky así, Ky Crawford en su forma más pura y
honesta. La sonrisa desapareció del rostro en el momento que mis ojos
cayeron en la pantalla.
Desconocido: ¿Preparada para dar una vuelta Eden?
El terror surgió dentro de mí mientras cada vello de mi cuerpo se elevó
de puro terror. Mi cabeza daba vueltas, adelante y atrás, mirando hacia
arriba y abajo por la acera llena de gente tratando de localizar al culpable,
pero también sabía que el mal siempre se esconde entre las sombras.
La gente me rodeaba, pasando su día, hablando en conversaciones
327 tranquilas, completamente ajenos al terror que se apoderaba de mi cuerpo.
A lo lejos vi al vigilante de la cafetería y algo dentro de mí me dijo que
tenía que llegar a la seguridad de esas cuatro paredes lo más rápido posible.
Mis pies comenzaron a llevarme y mis manos temblaban mientras
presionaba el número de Ky en mi teléfono.
Necesitaba protección.
Contestó después de dos tonos y ni siquiera le di la oportunidad de
hablar.
Con voz aterrorizada, le susurré:
—Ky, recibí otro mensaje. Dijo que si quiero ir a dar un paseo. Estoy
tan asustada, estoy en…
Mis súplicas desesperadas se detuvieron en el momento en que mi
teléfono fue arrebatado de mi mano. Una mano fuerte se apoderó de la parte
de atrás de mi cuello detuvo mis movimientos y me paralizo al instante. Fui
tirada contra un cuerpo de piedra y al instante supe quién me tenía.
—Adivina quién está a punto de montar tu coñito.
Mi corazón se retorció dolorosamente en mi pecho en el momento en
que escuché la voz que me hubiera gustado nunca oír de nuevo.
Jeremy Davis.
El sonido aterrador de la llamada terminando rompió el aire y sabía
que Ky estaba perdido. La presión en el cuello se aflojó y Jeremy se serpenteó
alrededor hasta que se detuvo frente a mí con una sonrisa malvada
empapada por el deseo de venganza. El miedo me paralizó cuando mis ojos
lo capturaron.
Mi necesidad de escapar golpeó dentro de mí, pero mis piernas no se
movieron.
—No te muevas. No grites. No mires a nadie y juro por el jodido Dios
que si dices una palabra nunca hablarás de nuevo. ¿Me entiendes? —
susurró Jeremy en mi oído.
Asentí en respuesta.
—Estamos a punto de empezar a caminar y nos dirigiremos hacia mi
auto, ¿entiendes?
Una vez más asentí.
De repente, el aire se sentía espeso y húmedo y mis pulmones
328 apretaron con fuerza en mi pecho cuando respirar se convirtió en un
esfuerzo. Di un traspié, tropezando en las piedras y los adoquines de la acera
cuando Jeremy me mantuvo cerca, bloqueándome con su brazo. Sus dedos
se clavaron con saña en mi cadera mientras me obligaba alejarme de la
seguridad del entorno, lejos de la oportunidad de correr y fuimos hacia un
callejón oscuro que parecía como un pasillo que conducía al infierno.
Llegamos a un Honda de color plateado con cristales oscuros que
estaba amenazadoramente al final del callejón. Mi cerebro me gritaba para
que corriera, pero mis piernas se sentían como si un peso infinito las
sujetara, plantándose firmemente al suelo sucio debajo. Esto no puede estar
pasando. Mis venas palpitaban con el miedo, el pavor y la ira mientras el
aire del invierno se arremolinaba a mí alrededor, apuñalando mi piel
burlonamente; haciendo que me diera cuenta que esto era ahora mi
realidad.
—No puedes hacer esto otra vez —le espeté. Mis manos se acercaron a
su pecho y con toda la fuerza que pude reunir me forcé a mí misma
apartarme de su cuerpo rígido. Sus ojos parpadearon con furia por mi
intento descarado de rebelión. Una libertad que nunca debería haber
tomado. La fuerza de su mano conectando con mi mejilla me envió
tropezando. Mi espalda se estrelló contra la puerta del coche y el borde del
metal presiono violentamente en mi columna vertebral. Grite de dolor
cuando una neblina provocada por el dolor inmediatamente nublo mi visión.
Su cuerpo apretaba contra el mío bloqueándome y gotas de saliva
golpearon mi rostro mientras rugía.
—Voy a hacer lo que jodidamente quiera, ahora entra en el puto auto.
Me metió en el asiento trasero del auto y aterricé sobre mis manos y
rodillas con un golpe seco, lanzada por ahí como si fuera un pedazo de
basura. No sé lo que fue si la mano o el pie que me empujó hasta que me di
un golpe en el rostro en la puerta del otro lado. Gemí y me moví hasta que
mi espalda estuvo contra el asiento de cuero. Jeremy se deslizó a mi lado y
el chasquido de la cerradura sonó a través del espacio; estaba encerrada
dentro sin escapatoria. La confusión atravesó mi mente turbulenta. ¿Por
qué estaba en el asiento trasero? Miré hacia la parte delantera del auto al
mismo tiempo, que la persona sentada en el asiento del conductor se dio la
vuelta y mis ojos encontraron al malvado.
Chris Edwards miraba con desprecio atrás, hacia mí.
—¡Sorpresa! —se burló, la maldad penetraba desde cada uno de sus
329 poros. Me senté allí congelada, incapaz de respirar, de pensar, de reconocer
que no podía escapar mientras sus ojos se estrechaban en mí.
El asiento se hundió a mi lado y el cuerpo de Jeremy estuvo de pronto
duro contra el mío. Los ojos de Chris se desplazaron entre ambos antes de
que él se diera la vuelta y el rugido del motor me sobresaltó. Mis manos se
retorcieron en mi regazo, mis dedos se entrelazaron, tejiendo sus caminos
juntos como siempre lo hacía cuando estaba nerviosa.
—¿A dónde me llevas?
Jeremy se volvió para mirarme a la cara y con su dedo y el pulgar me
pellizcó la barbilla y me obligó a mirarlo. Gemí de dolor al agarre de muerte
endemoniado suyo y lágrimas pincharon en mis ojos. El monstruo
mirándome no tenía absolutamente ninguna vida en sus ojos y eso fue lo
que me asustó más.
—Nos vamos a divertir mucho.
5
Cefalea tensional: Es el tipo más común de dolor de cabeza. Es el dolor o molestia en la
cabeza, el cuero cabelludo o el cuello y generalmente asociado con tensión de los músculos
en estas zonas.
desaparecida. Me sorprendió al principio, pero envolví mis brazos alrededor
de sus hombros y la abracé con fuerza contra mi pecho ofreciendo todo el
apoyo que podía encontrar.
Nunca había conocido a estas personas antes. Qué aterradora manera
de conocerlos por primera vez. Ellos habían llegado de regreso a los Estados
Unidos el día anterior y no tuvieron la oportunidad de ver a su hija y ahora
estaba desaparecida.
—¿Qué demonios se supone que debo hacer? —gruñí en el aire. La ira
hervía dentro de mí, y froté mis manos furiosamente por mi rostro mientras
irrumpí a través de mi apartamento hacia mi habitación. Nuestra habitación.
En el momento en que atravesé las puertas, me congelé mientras el
intenso olor de su perfume me sofocaba, nublándome con el dulce aroma
cítrico que me enloquecía. Mis emociones burbujearon dentro de mi pecho
337 oprimido y mis ojos brillaron ante la realidad de lo sucedido apuñalado mi
corazón apenas latiendo. Me desplomé en el borde de la cama y mi rostro
cayó entre mis manos mientras un sollozo de dolor escapaba de mi pecho.
Saber que Jeremy la tenía y saber de lo que era capaz me estaba
destrozando. El sonido de su voz petrificada cuando llamó se estaba
reproduciendo una y otra vez en mi cabeza como un constante recordatorio
de que ella no estaba segura, que le había fallado otra vez. Había prometido
que siempre la protegería.
Todo lo que quería era un momento de paz, pero cómo podría
posiblemente encontrar la paz cuando se estaba librando una guerra dentro
de mi cabeza, de mi corazón, y el mundo que me rodea. Edén era mi mundo,
y mi mundo ahora estaba siendo amenazado de una manera que ni siquiera
quería comprender.
No estaba seguro de cuánto tiempo me senté allí, acurrucado, con mis
emociones escurriéndose por todos los poros de mi cuerpo. Mi mente revisó
todos los recuerdos que tenía de ella. Habíamos superado tanto. Joder, le
había pedido mudarse conmigo anoche. Ya le había dado mi corazón, y
ahora estaba listo para darle mi casa, mi vida, y mi futuro. Estaba listo para
sentarme en la palma de sus manos para toda la eternidad. Ella era más
fuerte ahora, más resistente. Era confiada, y finalmente era mía. Pero ahora
el hijo-de-puta Jeremy Davis la tenía. Se la había llevado lejos de mi
protección, lejos de la seguridad de la que había estado desesperado por
proveerle. Me estaba haciendo vivir mi peor pesadilla de nuevo. No pude
salvarla una vez, y ahora aquí estaba yo, en la misma posición.
Mi cabeza se disparó de mis manos cuando la sucesión de golpes
suaves tocó la puerta del dormitorio cerrada.
—Hijo, ¿puedo entrar? —La voz preocupada de Mike traspasó la espesa
madera.
—Claro —contesté.
Él entró, cerrando la puerta detrás de sí. No tenía ni idea de qué decir.
No sabía lo que él sabía sobre mí. Joder, ni siquiera sabía si Edén me había
mencionado antes. Por lo que sabía, yo era tan extraño para él como lo era
él para mí.
Tomó asiento en la cama junto a mí, y caímos en un espeso silencio.
—Tú la salvaste —dijo finalmente con una voz tan baja que casi me lo
perdí.
338 Casi me ahogo con mi propia respiración ante sus palabras claramente
delirantes.
—Si la hubiera salvado, no estaría perdida —afirmé, la realidad.
—¿Sabes que ella solía llamarme y a su madre cada dos días? ¿Sabías
también que solía mensajearse con su madre todos los días? Era todo por ti
Ky. Cada mensaje que recibíamos, cada vez que escuchamos su dulce voz,
notamos un cambio, y eso fue gracias a ti. Tú hiciste que mi hija cobrara
vida de nuevo. Pensé que la había perdido hace cuatro años, pero ahora por
fin ha vuelto a nosotros y es en gran parte gracias a ti.
—¿Le dijo quién era? —Cambié mi mirada hacia él, con los ojos
entrecerrados—. Que yo era el mejor amigo del imbécil que la tiene de nuevo.
¿Que yo fui el único quien la quiso hace tantos años pero que no tuvo pelotas
para hacer una maldita cosa al respecto y después él llegó y se la llevó lejos
de todos nosotros? Yo soy ese tipo.
—Ella me dijo lo suficiente. —Él se movió a mi lado, desprendiéndose
del nerviosismo.
—Usted debería odiarme.
—¿Por qué odiaría al tipo que ha abierto su casa a la policía para
trabajar? ¿Por qué odiaría al tipo que ha abierto su casa para mí y mi esposa
cuando nunca nos ha conocido antes? ¿Por qué odiaría al tipo que
finalmente trajo una sonrisa al rostro de mi hija? —Él se levantó de la cama
y se metió las manos en los bolsillos—. Ky, sería un jodido idiota si te odiara.
Mis labios se movieron con el uso de blasfemias. No pensé en cuidar mi
lenguaje a su alrededor.
Joder, no sabía cómo actuar con el padre de una chica antes y estoy
seguro como la mierda que no sabía cómo comportarme con el padre de mi
chica.
339
Eden
353
Odio los hospitales.
No sabía si era por el olor abrumador, la promesa de dolor que se
mantenía en el aire, o el incierto equilibrio entre la vida y la muerte.
Pero ahora no estaría en ninguna otra parte.
Las enfermeras me permitieron quedarme al lado de Eden sin rechistar.
Incluso si ellas intentarán obligarme a irme no había ninguna forma que yo
la dejase.
Ahora habían pasado veinte cuatro horas desde que había visto el
cristalino y claro azul de sus ojos. Recé cada minuto para que ella abriera
sus ojos, apretara mi mano o hiciese algo. Pero ella permanecía quieta,
pareciendo como un ángel contra las blancas sábanas de la cama del
hospital con su cabello estaba desparramado debajo de ella.
Una vez que llegamos al hospital a Eden la habían llevado a toda prisa
para ser examinada por el doctor, esa había sido la única vez que había
estado alejado de ella. Había estado paseándome delante de las puertas
cerradas y esperando. Mis padres, los padres de Eden, Ashlyn y Josh habían
intentado convencerme para que me fuera y tomara una ducha, pero me
negué. No iba a dejar a Eden fuera de mi vista. Ni una maldita vez más.
Douglas había aparecido en el hospital dos horas después de que
llegáramos. Entró vistiendo un traje negro a medida, con su pistola
enfundada de nuevo en su cinturón y con un ceño fruncido en su rostro. Lo
conocía de toda mi vida, y aún me intimidaba bastante. Para ser sinceros
sentía lástima por la gente que interrogara.
Se sentó en el borde de la cama de Eden mientras ella dormía y hojeó
su informe médico antes de que me informara de lo que en realidad había
pasado en el hotel. Douglas había dado el aviso de que Jeremy había
intentado lastimar a los agentes que asistieron al lugar de los hechos al igual
que a mí y a Eden con el cuchillo que me había sacado y una pistola que él
había guardado en una maleta escondida debajo de la cama. En el momento
en que Jeremy se movió hacia nosotros con la pistola, Douglas disparó su
arma sin cuestionárselo. Con sus propias palabras:
—Vi una amenaza directa para nuestras vidas y no quise correr ningún
riesgo.
Sus últimas palabras antes de que saliera de la habitación fueron
354 simples y claras y serían grabadas para siempre en mis recuerdos.
—Hice lo que tenía que hacer para darles a ambos la vida que se
merecen. Una vida sin miedo. Es lo mínimo que podía hacer. No hagas
preguntas.
Esperaba que el camino no fuera tan difícil como los demás, pero ya
sabía que sólo a través del dolor podía el gran placer ser alcanzado.
Apreciado. Saboreado.
Eden
P
oco a poco intenté abrir mis ojos pero las punzadas en mi
ojo izquierdo causaron que gimiera de pura agonía. Mis
sentidos fueron superados por el olor del desinfectante
intrusivo. Mis ojos se abrieron finalmente, y luché para recuperar el
355 enfoque. Todo a mí alrededor estaba borroso. Mi cerebro se encendió y fue
a toda marcha. Mi ojo dolía, un gusto metálico aun persistía en mi lengua,
y mi cuerpo se sentía destrozado.
El pánico surgió a una aterradora vida.
¡Jeremy! ¿Dónde demonios estaba Jeremy?
Mi cuerpo se retorció en la cama, golpeando con mis brazos y mis
piernas pateando de miedo desconsolada. Necesitaba correr y alejarme de
él. No podía sobrevivir a nada más. Había luchado lo suficiente, estaba muy
débil para continuar. Mi garganta en carne viva dio un grito ronco, el cual
pareció retumbar en la habitación. Solo necesitaba que alguien me
escuchara.
—¡Que alguien venga aquí! —Una reconfortante voz familiar mezclada
con pánico flotó a mi lado, permitiendo que un rayo de seguridad me
golpeara—. Que alguien venga malditamente aquí.
Hubo una conmoción y un ruido de pasos viniendo hacia mí. Un
espesor familiar permanecía en el aire indicando que había numerosas
personas a mí alrededor. ¡Mierda! Él tenía un grupo de personas aquí. ¡No!
Rasguñé la mano que agarró mi brazo mientras dedos se entrelazaban muy
delicadamente con los míos, muy delicado para ser un monstruo. Estaba
confundida. ¿Qué demonios estaba pasando? La sabana fue levantada de
mi dolorido cuerpo e instantáneamente pateé, sin querer nada más que
sacudir a quienquiera que estuviera provocándome.
Lloriqueé cuando un agudo pinchazo golpeó mi muslo desnudo y mi
cuerpo entró en una dicha asistida. Una calma relajante se extendido por
mis venas, una calma como nunca antes había sentido. Sentí estaba siendo
transportado a un mundo de interminables arcoíris y caricias hermosas
donde todo estaba en una nube alucinante. Olvido en su mejor forma.
—Está bien nena, te tengo.
Esa voz calmante otra vez, el ultimo sonido que escuché antes de
deslizarme de regreso a la oscuridad.
356 Despierto con el mismo fuerte olor a desinfectante, pero esta vez mi
cabeza se siente más ligera y aunque mi cuerpo aun duele, no es
insoportable como antes. Mis ojos se abren, y observo la habitación a mí
alrededor. Un gotero conectado a mi brazo me proporciona el alivio para el
dolor nadando por mis venas. Mis dedos rozan contra la venda en mi cabeza
y me doy cuenta que estoy en la seguridad de una habitación de hospital.
Mis ojos aterrizan en el colchón al lado de mi cadera y mi corazón late
frenéticamente en mi pecho. Perfecto cabello color chocolate saluda mi
mirada y es ahí, cuando me doy cuenta que un brazo yace ligeramente sobre
mis caderas.
Ky.
No puedo resistir tocarlo. Necesito tocarlo para asegurarme que esto es
real. Paso mis dedos a través de la suavidad de su cabello y suspiro mientras
la familiaridad me golpeaba. Ky se agita, y siento su cabeza levantarse de
golpe, mi mano cae de nuevo en la cama.
Levanto la vista hacia él. Un momento de silencio pasa entre ambos y
mi estómago se anuda.
Después de asimilar mis heridas, sus ojos brillan con lágrimas.
—Oye —digo con voz ronca y le ofrezco la mejor sonrisa que puedo
reunir.
—Nena —susurra, su voz mezclada con ansiedad—. Creí que te había
perdido.
—No te desharás de mí tan fácilmente.
—Estaba muy asustado. —Se derrumba. Mi corazón se rompe cuando
una lágrima baja por su mejilla y cae sobre la sabana de lino blanco. Su
cabeza cae otra vez sobre el colchón, y gira su rostro hacia mi cuerpo por lo
que aun todavía puedo seguir viendo sus rasgos. Estando allí paralizada con
amor y su rostro caído, sollozos silenciosos vinieron desde lo profundo de
su pecho.
Amor.
En las profundidades de mi confusión en las manos de Jeremy, todo
me golpeó.
Estaba enamorada de Ky Crawford.
Era algo que nunca quise, algo que nunca necesité, pero ahora era la
única cosa que anhelaba. Ky quería darme todo su amor; el tipo de amor
357 que tenía la habilidad de borrar cada doloroso recuerdo y envolverme tan
fuertemente alrededor de mi corazón que nunca estaría sola otra vez. Su
amor era la luz que necesitaría en mis días más oscuros. Sería la fuerza que
necesitaría cuando estuviera confundida. Sería el consuelo que necesitaría
para superar mis nuevas pesadillas de Jeremy.
—Gracias por encontrarme —susurré, con mi dedo trazando su
mandíbula con ternura.
—Habría buscado en cada centímetro del mundo por ti.
Cerré mis ojos brevemente cuando la medicación para el dolor disparó
otra explosión de alivio a través de mi magullado cuerpo. Necesitaba saber
dónde estaba Jeremy. Todo lo que recordaba era desmayarme mientras la
locura explotaba a mí alrededor en la habitación hotel. Recordé estar en los
brazos de Ky y tan pronto como me sentí segura, fue como si mi cuerpo se
diera cuenta que podía desconectarse.
—¿Dónde está…Jeremy? —susurré, mi estómago se revolvió ante la
sola mención de su nombre.
—Él se ha ido nena, nunca te lastimará otra vez —Ky habló tan
fuertemente, con mucha honestidad.
—¿Qué? —Me atraganté sin aliento.
—Ambos fueron matados a tiros allí. Douglas estaba protegiéndonos.
No podía estar segura de cuánto tiempo permanecimos en silencio. Mi
mano agarrada con fuerza a su brazo, y sus ojos nunca dejaron los míos.
Jeremy estaba muerto. Dije esas tres palabras una y otra vez en mi cabeza,
mientras intentaba aceptar lo que eso significaría. Podría vivir sin miedo
constante. Podría ser capaz de caminar por la calle sin mirar sobre mi
hombro u observar las sombras, esperando que el mal apareciera. Esto
significa la oportunidad de cerrar la puerta que había quedado abierta
durante cuatro años.
—Nunca le desearía daño a alguien pero saber que él nunca podrá
lastimarnos otra vez, se siente increíble. —Mi cabeza cae a un lado, y por
primera vez en tres largos días, siento mi boca curvarse en una ligera
sonrisa—. Me siento libre.
358
La puerta de mi habitación se abre de golpe y de repente estoy rodeada
por mis padres, Ashlyn, Josh, y los padres de Ky. Ky se levanta
silenciosamente de la silla y se para junto a la ventana. Mis ojos trazan cada
uno de sus movimientos mientras lo observaba desconectarse.
—Hola chica hermosa —susurra Josh besando mi frente tiernamente—
. Te extrañamos.
—¡Nenita, oh mi niñita! —Mamá envuelve sus brazos a mi alrededor
tan fuerte que jadeo de dolor. Papá simplemente asiente hacia mí, y sé que
esa era su forma de decir sigue adelante cuando sus emociones lo están
paralizando. Sue está con Ashlyn y Josh, y observó a James caminar hacia
su hijo. Ky cae en los brazos de su padre, y eso rompe mi corazón. Los ojos
de papá van hacia donde estoy mirando.
—¿Qué tal si dejamos a Eden para que descanse? —anuncia con voz
ronca. Mi madre aleja su cuerpo de mí, pero no sin antes de inundar mi
frente de besos.
—Me había preparado para lo peor. Lo siento —susurra Ashlyn cuando
aprieta mi mano, sus ojos están ribeteados de rojo, y su labio inferior tiembla
mientras habla.
—¿Realmente piensas que te desharás de mi tan fácilmente? Necesito
alguien con quien ir de compras y beber cocteles. Por favor ve a casa con
Josh y descansen un poco. Estaré en casa antes que se den cuenta. —
Asiente, y tomando la mano de Sue abandonaron la habitación. Papá y
James los siguieron, dejándonos solo a Josh, Ky y a mí. Él se cierne al final
de la cama con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido. Alejo
mis ojos de él mientras Josh se acerca a mí.
Se inclina, por lo que su boca cae sobre mi oreja y susurra:
—Me alegra que ese cabrón esté muerto. Me alegro de que te tengamos
de vuelta. Fue un desastre, me asusté. Creí haberlos perdido a los dos.
—Gracias por cuidar de él —respondí igual de suave.
Con un beso al lado de mi frente, se alejó de la cama, le dio a Ky una
palmada en su hombro, y dejó la habitación, cerrando la puerta detrás de
él.
—¿Está bien si te abrazo? —susurró Ky tiernamente desde el final de
la cama.
362
Ky
E
n el momento en que dejé a Eden en casa, sentí un cambio
entre nosotros. Nuestra relación era más ligera, era libre y no
vinculante. Pasábamos nuestros días en el sofá viendo
películas, cocinando, o jugando interminables partidas de Monopolio. Nos
habíamos encerrado en nosotros mismos y lejos del mundo, y era todo lo
que necesitábamos. Pasamos nuestro tiempo de curación amándonos,
hablando y durmiendo. Después de estar atrapado en la oscuridad,
363 finalmente mi luz estaba de vuelta, y ella brillaba como un diamante.
Eden siguió sorprendiéndome. Para alguien que había estado en el
infierno, no una sino dos veces, vivía la vida con un nuevo vigor. Por primera
vez, hacía planes, hablaba de sus sueños, sus deseos y sus necesidades.
Mientras ella estaba sanando, yo me sentía desfallecer.
Eden era la segunda oportunidad de la vida que siempre había querido
con ella. Era mi chica de la cafetería, mi chica de la chaqueta roja. Ella me
hacía una mejor persona, me daba un motivo para vivir, para trabajar, y
algo a lo que amar.
Ella era mi futuro.
Era tan simple como eso.
Sin embargo, sentía que le había fallado.
No pude protegerla.
—Realmente tenemos que dejar de dormirnos en el sofá —gimió Eden
a mi lado—. Me duele todo.
Vi como ella bostezaba y se frotaba los ojos. Era adorable en los
primeros momentos de despertar. Mis ojos viajaron a las ventanas que
recubrían la pared del fondo de la sala de estar. Era en algún momento de
la tarde, y el sol estaba empezando a desvanecerse. No había visto un reloj
desde que llegamos a casa porque el tiempo ya no nos importaba.
—Tenemos la cena con los padres esta noche. Tengo que empezar a
compartirte con el mundo de nuevo. —Besé su cuello suavemente, su brazo
cayendo sobre mi estómago ligeramente.
—Me ha encantado que sólo fuéramos nosotros dos. —Se gira lo mejor
que puede para mirarme—. Me encantó mi tiempo con Ky.
Las contusiones de Eden habían comenzado a desaparecer y su costilla
estaba sanando lentamente, pero cuando se movía demasiado rápido o se
retorcía por el lado equivocado, su rostro mostraba una mueca de dolor.
Odiaba no poder hacer nada al respecto. Me hacía sentir débil.
—Iré a prepararte un baño —dije y moví mi cuerpo fuera del sofá con
cuidado para no tocarla.
Cuando estoy al pasillo me doy la vuelta para mirarla como hacía cada
vez que estaba lejos de ella. Era instintivo. Necesitaba asegurarme de que
364 estaba siempre delante de mis ojos; mi necesidad de que estuviera a salvo
estaba por las nubes. Eden se había levantado del sofá y ahora estaba en la
cocina ordenando lo de después del almuerzo. Se veía perfecta en mi cocina.
Perfecta en mi dormitorio. Perfecta en mi apartamento.
Sus suaves pasos llenaron el espacio tranquilo mientras terminaba de
rondar por la cocina. Podría mirarla siempre. En el momento en que ella se
volvió hacia el pasillo, sus ojos encontraron los míos. La más dulce de las
sonrisas golpeó sus labios, y ella tiró la toalla de cocina en el mostrador y
se dirigió hacia mí. La observé caminar, notando cada balanceo de sus
caderas. Cuando llegó a mí, agarró mis manos y se las llevó a los labios,
colocando besos delicados en los nudillos.
El brillo en sus ojos bailaba, y se me acercó para que nuestros cuerpos
se tocaran.
—¿Quieres hacer el amor conmigo? —susurró—. Echo de menos que
mi novio me haga el amor.
—No quiero hacerte daño —admití mis miedos más profundos. La idea
de hacerle daño, de causarle dolor, era inimaginable y algo que a lo que no
quería arriesgarme.
Eden tomó nuestras manos unidas, y nos dirigimos por el pasillo hacia
el dormitorio. En el momento en que habíamos llegado a casa del hospital,
había desempacado sus cosas y ahora estaban mezcladas con las mías en
los cajones y su maleta había sido guardada. Mi habitación era ahora la de
ella.
—Nunca me harías daño Ky. —Levantó la camiseta que llevaba sobre
su cuerpo y deslizó sus bragas por sus caderas hasta que quedó delante de
mí como una diosa desnuda. Mis ojos bebían sus curvas, las curvas que me
habían destruido tantas veces. Mis puños estaban a mis costados mientras
miraba su piel sin defectos que todavía estaba salpicada con moretones
causados por Jeremy. Mis ojos se cerraron de golpe al pensar en él como lo
hacían cada vez que iba a conseguir un flashback de lo que había visto. Me
sentía como un débil idiota. Ella estaba sanando y haciendo frente a todo, y
había salido adelante más fuerte de lo que jamás hubiera imaginado y yo
era el que estaba luchando contra ello. Me senté en el borde de la cama y
mi cabeza cayó en mis manos con derrota.
—Ky, mírame —suplicó Eden, su voz sonaba de delante de mí.
Mis ojos se movieron por su cuerpo hasta que encontré su mirada
desesperada. La luz inundando la habitación iluminaba su cuerpo,
365 permitiendo que su piel brillara como baila la luna sobre el mar en la
oscuridad de la noche.
—Soy tuya, Ky. He sido tuya desde que gritaste en mi rostro en Delights
y luego me compraste la mejor tarta de chocolate que he comido. —Sus
labios se curvaron en una sonrisa.
—Estaba medio esperando que me dijeras que me jodiera y me llamaras
hombre de las cavernas.
Las manos de Eden ahuecaron mi rostro y su pulgar se deslizó sobre
mis labios.
—Tú me salvaste esa noche, Ky, y desde ese momento, te necesité,
siempre te necesitaré.
Eden me levantó de la cama hasta que estuve de pie frente a ella. Con
manos seguras deslizó sus palmas debajo de mi camiseta, la pasó por mi
cabeza, y la arrojó al suelo junto a su camiseta descartada.
—Estoy mucho más que enamorada de ti, Ky Crawford —murmuró
mientras sus labios caían a mi pecho, cubriendo el espacio por encima de
mi corazón con dulces besos—. Soy completamente tuya. Necesito que me
tomes. Necesito tus manos sobre mí. Quiero tus labios sobre mí. Necesito
que borres todo. ¿Harías eso por mí? ¿Harías eso por nosotros?
—Te amo también, nena. Me enamoré de ti en el momento en que esos
ojos azules se encontraron con los míos, desde el momento en que te metiste
conmigo en Delights, y cuando te entregaste completamente a mí. Supe
entonces que mi vida iba a girar en torno a ti y solamente a ti. Siento como
si no pudiera respirar sin ti a mi lado.
Me arrastré hasta la cama y me desplomé contra la cabecera de hierro
fundido, esperando el próximo movimiento de Eden. Sus ojos vagaron por
mi pecho desnudo antes de lenta y cuidadosamente seguir mi ejemplo y
subir a la cama. Ella se sentó a horcajadas sobre mis caderas y frente a mí,
toda inhibición que había mostrado anteriormente ya extinguida. Sus uñas
recorrieron mi estómago causando que mis músculos se apretaran y mis
ojos se cerraran bajo la sensación. Confiadas manos cayeron a mis jeans, y
ella me desabrochó los botones y deslizó mis jeans por mis muslos.
—No soy Eden sin Ky —susurró en el aire cargado de deseo—. Es tan
simple como eso. No sólo te quiero Ky, va más allá de eso. Es inexplicable.
Tú me has salvado. Arriesgaste todo por mí. Dejaste de vivir por mí, y estoy
lista para vivir. Estoy dispuesta a dar todo y más para ti. Querías que
366 aprendiera a decir no, pero cuando se trata de ti, siempre será sí.
En el momento en que ella se sentó sobre mí, finalmente me sentí libre.
Su cabeza se inclinó hacia atrás ante la sensación de que estábamos
conectados de una manera que nunca habría imaginado. Esta era la
libertad; esto era pura y absoluta satisfacción. Este era un nuevo comienzo.
Lentamente se levantó y movió su cuerpo suavemente. Mis manos
cayeron a sus caderas mientras las suyas caían a la parte superior de mis
muslos. Ella sería quien dirigiría esto; sabía sus límites y sus deseos.
Hicimos el amor en todos los sentidos de la palabra. Nuestros cuerpos se
unieron como uno solo, y nuestras respiraciones se combinaron en un baile
lento y perfecto, y nunca seríamos los mismos.
—Ky —Eden exhaló mientras se abrazaba con fuerza. El placer se
disparó a través de ella y explotó a mí alrededor mientras yo me vaciaba
dentro de ella—. Por favor, encuentra la paz conmigo —rogó sin aliento
mientras sus ojos me suplicaban.
—La forma en que me estás mirando ahora me da la paz que he estado
buscando durante los últimos cuatro años.
Epilogo
Cinco meses más tarde.
—N
ena, la gira ya casi ha terminado. ¿Estás lista para
ir a casa? —La voz profunda de Colby sonó a mi
lado. Mis brazos se cerraron alrededor de su pecho
desnudo mientras las ruedas resonaban al tocar la carretera debajo. El
sonido me llevó hacia un estado de inconsciencia.
367
Casa.
Cuatro meses en la carretera con mis mejores amigos había sido una
experiencia increíble, y había visto lugares que siempre había soñado con
visitar. Había conocido a las personas más inspiradoras y mis reservas
estaban llenas para los próximos seis meses. Pero estar en la carretera era
también mucho tiempo cuando estabas total y absolutamente enamorado
de alguien.
Un mes después del incidente, como ahora lo llamaba, me habían
ofrecido una oportunidad de trabajo que no podía dejar pasar. Cuatro meses
como fotógrafa en la gira de Fallen por América del Norte. Decir que Ky no
estaba emocionado era un eufemismo. Su actitud protectora me disparó por
las nubes, pero después de que él y Colby mantuvieran un debate acalorado,
por fin se dio cuenta de lo que esto haría por mi carrera. Pero no fue sin
estipulaciones.
Ky y yo habíamos hecho la promesa de que ambos nos veríamos por lo
menos una vez al mes mientras estuviera de gira, y fue una promesa que
nunca rompimos. Cada visita fue mejor que la anterior. Fue intensa,
romántica, sexual, y cada visita mostró la cruda necesidad que teníamos el
uno por el otro. Lo mejor fue que no teníamos nada pensando sobre
nosotros. No teníamos mentiras, ni secretos, ni demonios ocultos, y nadie
esperando para destruirnos.
Yo era completamente suya, y amaba cada momento de ello.
—¿Alguna vez creíste que íbamos a enamorarnos aquí? Bueno, yo estoy
enamorada, tú sólo estás en fase de negación —susurré contra el calor de
Colby.
—Joder, no. Honestamente, nena, pensé que estábamos destinados a
acabar juntos. Los dos tenemos nuestros demonios, y me parecía que
nuestros demonios ganarían al final, pero estoy jodidamente feliz de que no
lo hayan hecho.
—Hubiera sido un honor terminar contigo —susurró en la oscuridad.
—Y yo hubiera atesorado el suelo que pisaras, pequeña. —Colby apretó
su brazo alrededor de mi cintura mientras caíamos en un cómodo silencio.
—Lo amo tanto —admití en voz baja mientras mis pensamientos al
instante viajaban a Ky.
—Y lo que necesitas es estar con él —contratacó.
368
Cuatro días más tarde me salí del avión en el aeropuerto JFK, con una
gran cantidad de emoción y entusiasmo. En el momento en que mis ojos se
posaron en él, sentí que mi corazón comenzaba a latir de nuevo. Sabía que
lo echaba de menos. Sabía que lo amaba, pero verlo allí de pie esperando mi
llegada con una mirada de pura felicidad en su rostro y un montón de mis
rosas amarillas favoritas en su mano era inexplicable.
Me sentí como si fuera la estrella de una película de romance y
estuviera corriendo en cámara lenta mientras iba hacia él. Me encontró a
mitad de camino, y sus fuertes brazos encerraron mi cintura y me levantó
balanceándose en el aire e inmediatamente me sentí como en casa.
—Eres como mi propia película romántica personal —le susurré en su
cuello mientras me aferraba a él como para salvar mi vida, de repente sin
querer estar lejos.
—¡Joder, te he extrañado! —gimió antes de jalar mi rostro al suyo y
darme un abrasador beso de bienvenida a casa justo en medio de las
llegadas, sin importarle que estuvieran a nuestro alrededor.
—También te he extrañado. —Me reí cuando él se apartó y me dejó
completamente sin aliento.
—Estas hermosas rosas son para mi bella dama —dijo tan dulcemente
que yo sabía que mi sonrisa era enorme.
Sus dedos se entrelazaron con los míos mientras nos dirigía lejos de las
llegadas.
—Tengo una sorpresa para ti, pero necesito que te pongas esto —
comentó, sosteniendo una venda en la mano libre y luciendo una sonrisa
descarada.
—Recién te tengo de vuelta, ¿y ya quieres quitarme mi capacidad de
mirarte? —Me reí mientras íbamos hacia la recepción de equipaje y
recogíamos mi maleta rosa. Mientras caminábamos hacia la salida, intenté
interrogarlo, pero él no me daba ninguna pista. El sol caliente del verano me
golpeó de lleno en el rostro cuando salimos por las puertas dobles y nos
dirigimos hacia su Range Rover.
—Habrá un montón de tiempo para interrogarme, te lo prometo. Ahora
date la vuelta —exigió, torciendo el dedo, indicándome que me moviera.
—¿A dónde me llevas? —Me reí cuando él aseguró una venda en mis
ojos y pasó un dedo por mi mandíbula. Fue sensual e inmediatamente mi
369 cuerpo se encendió con necesidad y deseo.
—Sólo confía en mí —respiró con voz ronca en mi oído, enviando un
escalofrío de anticipación a través de mi cuerpo.
Los siguientes cuarenta minutos, permanecí sentada a su lado,
disparando preguntas inquisitivas mientras trataba de averiguar a dónde
me llevaba. Él no me dijo nada, y yo sabía que amaba cada minuto. Su mano
se posaba sobre mi muslo desnudo mientras el sol seguía calentando
nuestro alrededor, su pulgar trazando círculos sobre mi piel necesitada. Mis
sentidos estaban en alerta máxima y en el momento en que la velocidad se
redujo sabía que estábamos saliendo de la autopista. Mi emoción iba en
aumento a cada segundo, y estaba burbujeando con avidez.
—Ya llegamos —anunció Ky cuando el coche se detuvo.
La puerta se abrió y la sensación de estar sola en el auto me golpeó. El
tiempo no significaba nada, y ahora que me había vendado los ojos no tenía
ni idea de cuánto tiempo había estado sentada allí. Cuando la puerta a mi
lado se abrió, me lancé fuera.
—¿Estás lista? —preguntó Ky mientras tomaba mis manos y me sacaba
del asiento. Mis sentidos iban a toda marcha mientras trataba de determinar
dónde estaba. Su mano se encontraba alrededor de mi cintura mientras me
llevaba a lo largo de lo que supuse era un camino—. Ten cuidado, estamos
a punto de subir unas escalones.
¿Escalones?
—Bienvenida a casa, nena.
La venda cayó de mis ojos y mi grito resonó en la habitación vacía ante
mí. Ky y yo estábamos en una habitación bañada por el sol, con techos altos,
una hermosa chimenea, y una vista impresionante de la playa a través de
una pared de ventanas. Estaba totalmente sin habla. Me di la vuelta
tratando desesperadamente de permitir que la magnitud de la belleza a mi
alrededor llenara mi mente. Entrelazó mis dedos con los suyos y me llevó a
través del resto de la casa y yo todavía estaba muda. Tres habitaciones,
todas con vistas al mar, una cocina que sería digna de un chef profesional,
un cuarto de baño con una gran bañera doble independiente, y dos
generosas salas de estar.
—¿Qué te parece? —preguntó Ky mientras nos deteníamos en una de
las ventanas de la habitación de invitados con vistas al atlántico. Su rostro
estaba ansioso por mi reacción.
—Estoy sin palabras. No entiendo —admití con sorpresa evidente en mi
370 voz.
Sus manos ahuecaron mi rostro, forzando mis ojos a los suyos.
—Te necesito en mi vida, Eden, es tan simple como eso. Te amo con
todo lo que soy y todo lo que alguna vez voy a ser. Esta casa es nuestra, si
lo deseas. Este es un lugar donde podemos iniciar juntos el resto de
nuestras vidas, donde podemos venir y pasar nuestra primera noche como
marido y mujer. Y esta habitación de aquí, pensé que podría ser tu estudio
hasta que se convierta en un espacio para nuestros hijos. No podemos vivir
cerca del lugar donde sucedieron nuestras peores pesadillas, por lo que este
puede ser nuestro punto de partida para nuestro para siempre.
Traté de comprender las palabras que pronunciaba mientras mis ojos
buscaban en los suyos. Sabía que quería un futuro con Ky, pero esto era
todo lo que quería y más. Estaba ofreciendo la vida que siempre había
soñado y quería exactamente lo que yo quería.
—¿Quieres tener bebés conmigo? —le susurré mientras las lágrimas
brillaban en mis ojos.
—Un montón de bebés.
—¿Esta casa es para nosotros?
—Sí.
—¿Quieres casarte conmigo? —Mis lágrimas ahora caían libremente
sobre mis mejillas.
—No puedo esperar a que seas conocida como Eden Crawford.
Un golpe en la puerta me sobresaltó. La sonrisa que brilló en su rostro
me hizo creer que él sabía exactamente quién estaba allí. Dios, no pensaba
poder manejar más sorpresas. Me agarró de la mano y me llevó a la planta
baja.
—Esta es la segunda parte de tu bienvenida a casa.
La puerta principal se abrió de golpe y Tori llegó corriendo con Josh y
Ashlyn siguiéndola de cerca.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —grité al oído de mi mejor
amiga, mientras caíamos en los brazos de la otra. Las lágrimas corrían por
mi rostro mientras mis emociones estallaban una vez más. Otros tres pares
de brazos nos rodearon y allí estaba de pie en medio del vestíbulo en los
brazos de Ky, Josh, Tori, y Ashlyn llorando a moco tendido.
—¿Cómo demonios pensaste que podría vivir lejos de ti?
371 —¿Qué? —Todo sentido de comprensión se había perdido.
—Está bien, voy a decir esto tan simplemente como me sea posible. —
Ella sonrió—. Tori. Se. Mudará. Aquí. Para. Estar. Cerca. De. Eden.
—¡Qué! —grité—. Puedes quedarte aquí, tenemos mucho espacio.
—Espera, ¡espera! Eden, tengo pensado follarte en cada una de estas
habitaciones, así que tenemos que estar aquí solos —anunció la voz
profunda de Ky para que todos oyeran. Mis mejillas se sonrojaron y la
sonrisa en la cara de Tori decía más que mil palabras.
—Jesucristo, Ky, mis oídos vírgenes no tienen que escuchar eso —se
burló Josh a mi lado.
—Virgen mi culo —murmuró Ashlyn, y no pude dejar de notar que
fruncía el ceño. ¿Qué estaba pasando allí?
—Le ofrecí a Tori mi apartamento hasta que encuentre el suyo propio
—dijo Ky, su brazo cayó sobre mis hombros. Nunca dejaba de sorprenderme.
—¡Dios, te amo! —Suspiré y le di un beso con un trozo de mi vida y no
me importaba que tuviéramos público.
La tarde la pasamos con mis personas favoritas en mi nuevo hogar.
Ashlyn y Tori se pusieron a hablar de la decoración que tendríamos que
hacer. Sugirieron colores y cuando Ky les informó de su idea de un cuarto
para los niños, pensé que la cabeza de Tori volaría de sus hombros. Josh y
Ky habían estado observando en silencio mientras la emoción de mis dos
mejores amigas crecía por segundo. Dejé correr todas las ideas locas que
tenían. No teníamos ni muebles ni electricidad, pero no podríamos estar más
felices.
Una vez que se hizo de noche, Ashlyn, Josh y Tori se fueron,
dejándonos a Ky, a mí, y a un montón de velas. Fue el escenario más
romántico de mi vida. Me acosté en sus brazos, mi cuerpo tarareando por el
sexo increíble que habíamos tenido y mi vida pasó ante mí.
Entonces y ahora.
Antes y después de Jeremy.
Con Ky y sin Ky.
Me deslicé fuera de los brazos de Ky cuando el primer signo de la
mañana cayó en la habitación. Necesitaba un momento a solas para asimilar
todo. Tomé una camiseta y la deslicé sobre mi cuerpo desnudo y en silencio
anduve con paso pesado fuera de la habitación.
372
Mi vida no había sido fácil; hubo momentos en que me esforzaba por
recordar respirar. Pero con la tragedia llegó un nuevo comienzo. Dicen que
las cosas más difíciles les pasa a los que el universo cree que podrán
manejarlo. Nunca imaginé que podía manejar lo que me repartieron, pero
había llegado a aceptarlo. Había vivido con ello, y había sobrevivido.
Cada vez que me sintiera caer de pesadillas pensaría en este momento
exacto.
Justo aquí.
Me dirigí de regreso a lo que sería el dormitorio que compartiría con el
amor de mi vida y me apoyé en el marco de la puerta. Disfruté del silencio y
la vista delante de mí. Ky yacía donde lo había dejado con una sonrisa en
su rostro y la sábana baja sobre sus caderas. Él era el epítome de la
perfección, y era todo mío.
Ky Crawford seguía sorprendiéndome. Él me salvaba con cada
respiración y me daba un amor que nunca supe que ansiaba. Cada día me
animaba a retirar otra capa de mí misma, y me entregó el mazo para destruir
la pared final en la que me había atrapada durante tantos años.
Yo no estaba viva hasta que Ky Crawford llegó a mi vida, pero ahora
estaba volando por las nubes.
Finalmente, la felicidad, la alegría y la seguridad eran mías.
Podría haber sido su diciembre.
Pero seríamos el uno para el otro por siempre.
Fin
373
Próximamente
374
Sobre la Autora
Rachel Brooks
Rachel Brookes es de una ciudad en la
375 costa de Australia, donde las playas, los
canguros y los surfistas deambulan
libremente. Escribe angustiosas historias de
amor con una pizca de locura, un poco de
drama, una taza de romance y una
cucharada de sensualidad... Ah y el
ingrediente principal chicos calientes.
Rachel a veces se olvida de comer, a
veces se olvida de dormir y a veces no puede
recordar la última vez que limpió su
apartamento pero eso es porque ella está en
una relación de largo plazo con su portátil y
constantemente está escribiendo.
Cuando está alejada de su portátil puede encontrarse tomando
demasiadas fotos, haciendo deliciosos cócteles, riéndose con las películas
de Adam Sandler y pasando su tiempo con su familia y sus amigos
increíbles.
376
377