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Así está trasformando España el cambio

climático
 ÁNGEL DÍAZ

Madrid

Viernes, 25 octubre 2019 - 02:17

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Los distintos climas de la Península se transformarán, las olas de calor serán cada vez
más intensas y frecuentes y multitud de especies se verán afectadas. Incluida la humana

ILUSTRACIONES: GABRIEL SANZ

 Informe del IPCC. El nivel del mar aumentará aún más rápido de lo previsto
hasta ahora
La nueva estación ha comenzado. Un niño pisa un montón de hojas y experimenta el
doble placer, uno y simple aún para él, del aprendizaje y el juego: "Mira, caen muchas
porque es otoño". Pocos pasos más adelante, y sin que nada asalte la atención del
adulto, algo no cuadra en la más enfocada y libre mirada del niño: "¿Por qué en esos
árboles no caen hojas?".

La viñeta viene al caso porque el modo en que nuestra sociedad afronta el cambio
climático recuerda a la expectativa de certeza del niño, frustrada porque la naturaleza es
siempre más compleja de lo que uno espera. Conocer que es otoño no permite
pronosticar cuándo caerán las hojas de cualquier árbol o si lo harán. Como saber que
nos hallamos ante un cambio del clima no equivale a prever cuándo ni cómo nos
sorprenderá el tiempo atmosférico.

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No es posible dar fechas exactas, ni pronosticar a medio o largo plazo desastres


naturales concretos. Pero la ciencia sí permite establecer varias certidumbres sobre qué
cabe esperar en un futuro próximo. Y hay motivos para preocuparse.

En España, un país muy vulnerable tanto por su situación geográfica como por las
características de su economía y modo de vida, se prevé que los distintos climas de la
Península agudicen su transformación.

Los científicos coinciden en que las olas de calor serán más frecuentes, veremos
paisajes cada vez más abiertos, con menos árboles y bosques viejos, algunas especies
desaparecerán y llegarán otras, las llamadas invasoras, de imprevisibles impactos.
Todos, especialmente en las grandes ciudades, deberemos prepararnos para una mayor
demanda energética.

MENOS LLUVIA, MÁS DILUVIO


Así resume el investigador David Vieites, del Museo Natural de Ciencias Naturales
(del CSIC), el cambio general al que se enfrentan nuestros climas y paisajes, y que ya ha
comenzado a notarse: "La temperatura ha aumentado y se va a incrementar más, de 1º C
a 1,5º C en España, y habrá entre un 5% y un 6% menos de precipitaciones".

"Pero no sólo lloverá menos -explica- sino que también lo hará de repente. Tres cuartas
partes de la Península están sufriendo un proceso de desertificación y el norte se está
mediterraneizando". Es decir, más sequía, pero también más lluvias torrenciales. Y el
clima del sur llegará, por así decirlo, cada vez más arriba.

De hecho, uno de los cambios que más ha dado de qué hablar y que, previsiblemente,
seguirá haciéndolo, es el aumento de las olas de calor. "Distintas bases de datos
observacionales indican un aumento significativo en la frecuencia de olas de calor de
verano en España", señala el científico David Barriopedro Cepero, de la Universidad
Complutense de Madrid.

Las intrusiones de aire africano, masas de aire muy cálidas procedentes del Sáhara,
tienen un papel crítico en las olas de calor en la Península, y los expertos han detectado
que recientemente han comenzado a llegar más al norte, además de ser más intensas de
lo que se había registrado hasta ahora.

"Los estudios indican una expansión de las regiones subtropicales hacia latitudes medias
en las próximas décadas, como consecuencia del cambio climático. Eso implica una
mayor frecuencia de invasiones de aire africano en España", explica Barriopedro.

Las grandes urbes estarán en el foco de esta previsible tendencia, tanto por ser las
mayores responsables de la contaminación como por estar especialmente expuestas a
temperaturas extremas. "Las ciudades consumen el 75% de la energía y son las
responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero", según Felipe
Fernández García, catedrático de Climatología en la Universidad Autónoma de
Madrid.

La capital de España es, según este experto, "una zona que reúne todas las condiciones
para ser considerada de alto riesgo", tanto por la gran cantidad de población expuesta
como por el crecimiento acelerado y continuo de la urbanización, "con el consiguiente
aumento de los gases contaminantes y las anomalías ambientales asociadas a los
mismos". Un problema que, en buena medida, es extrapolable a todas las grandes
ciudades de la Península.

En los terrenos rurales, la transformación del clima afectará tanto al paisaje como a la
fauna. "Las especies tienen una zona de confort climática, hay límites de temperatura
que las matan", argumenta Vieites. "Si te ponen cerca de tus límites, pueden pasar tres
cosas: uno, te vas, como ya están yéndose las aves hacia el norte; dos, te quedas y te
adaptas, por ejemplo, volviéndote nocturno; o tres, si te quedas y no te adaptas, te
mueres. Hay poblaciones que, simplemente, van a desaparecer", advierte este científico.

PROBLEMA MIGRATORIO
El razonamiento, por si alguien lo duda, es válido para la especie humana:
"Apliquémoslo ahora a las personas del África subsahariana", propone Vieites: "O se
adaptan o se van o se mueren. No somos tan distintos de otras especies". Un modo de
aliviar la crisis migratoria, aclara Vieites, es proporcionar tecnología para evitar que las
cosechas se sequen. "Pero también invirtiendo en el planeta, cosa que habrá que hacer
de todos modos, mitigamos el problema".

Barriopedro no puede mostrarse más de acuerdo: "La única posibilidad de limitar las
consecuencias que ya padecemos es reducir los gases de efecto invernadero, de acuerdo
a los límites que establece el acuerdo de París".

Lo contrario sería como quedarnos absortos mirando los pinos, esperando en vano que
caigan las hojas...

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