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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Problemática social colombiana y problemática


regional.
Colombia es un país diseñado para la corrupción, la guerra, la segregación social y
la pobreza extrema. No existe un mecanismo mejor diseñado que el sistema de
estado colombiano para que la democracia sea un instrumento de sometimiento del
pueblo, los impuestos sean robados, la violencia inspire los ideales de progreso, la
discriminación se soporte y el abandono de las poblaciones vulnerables sea una
verdad oculta.

Pero Colombia no tiene toda la culpa. Este sistema fue el adoptado por la mayoría
de países latinoamericanos con sus respectivas variaciones, dependiendo de su
cultura, sus condiciones históricas, su contexto económico, sus propias luchas y
desafíos. No se trata de buscar culpables o desafiar la responsabilidad histórica de
la destrucción paulatina de un estado al borde del colapso con la deslegitimación
de las instituciones, pero a la vez, el rechazo de un verdadero cambio radical.

Sin duda la problemática no radica en que cambie el otro, o que solo se transforme
una dimensión del establecimiento, sino que se analice de manera plural los
efectos que hasta el momento se han generado en toda la región al punto de tener
sensaciones de que es vital un giro dramático para el mejoramiento en la
construcción de una verdadera república, de un verdadero conjunto de progresos y
anhelos.

Las instituciones latinoamericanas tienen un problema serio, en especial las de


Colombia, porque están convencidas de que primero se debe escribir en un papel
las condiciones para mejorar, redactadas por unos pocos, para después salir a decir
cómo se debe actuar y qué se debe hacer, desconociendo la verdadera esencia de
un estado democrático.

Pero para saber cómo se debe dar el cambio, no se debe plantear desde las esferas
de la élite política. Al contrario, el cambio debe venir desde las bases sociales: la
familia, los colegios, las universidades, los sindicatos, las industrias, los medios,
los banqueros, en fin.

Ahora, ¿En qué consistiría el cambio? ¿Tal vez en el modelo económico o


político? ¿Tal vez en el modelo de estado? La verdad es que eso es accesorio a un
cambio social de raíz. El verdadero cambio se desprende de la posibilidad de que
cada uno de nosotros entienda y comprenda las dificultades de nuestra sociedad,
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como un todo, y dejemos atrás la idea de que priman los intereses propios, el deseo
de pasar por encima de todos, para lograr un beneficio individual.

Entonces, el debate radica en que es necesario actualmente para llegar a ese ideal
que alguna vez se quiso. Cómo hacer para que ese sentimiento de patria no
solamente exista cuando juega la selección de futbol o gana la corona una reina de
belleza o se convoca a elecciones.

Es difícil pero para empezar hay que analizar en que consiste la enfermedad para
llegar a establecer el remedio:

Corrupción
La corrupción era un tema de la vida en la alta sociedad política antes de que
llegara el narcotráfico como negocio ilícito. En la mayor parte del siglo pasado, la
gente de aquella época, pensaba que la política tenía dos caminos: liberal y
conservador, y si se era de un lado la corrupción estaba del otro lado del río. Se
defendía con la vida una estructura bipolar que la historia demostró como un juego
de ajedrez en donde se manipulaba al pueblo por medio de una lucha civil
inhumana.

Pero el tema de la lucha bipartidista entre liberales y conservadores tuvo dos


cambios que no se esperaban: un golpe de estado y la posterior constitución de una
alternación del poder. Desde luego la lucha por defender un partido perdió el
sentido pero quedaban focos de resistencia que cada vez se hacían más grandes y
dominaban más los ideales radicales de extinción del estado. En todo caso, la
sociedad creía que la burocracia era la enferma, y desde luego comenzó a verse
una deslegitimación política de las instituciones.

Pero pasando el tiempo llegó algo que nadie se lo imaginaba, solo los interesados:
el narcotráfico. Un cáncer peor que cualquier otra mafia. Pero el negocio como tal
no era lo malo sino la propaganda facilista que emitía: un joven sin oportunidades,
sin estudio, que quiere tener dinero para llevar a su casa y alimentar a su familia,
que desea tener poder y dominar, observa en el negocio de las drogas como puede
lograr sus objetivos sin más requisitos que “creerse un hombre” y no tener mayor
esfuerzo.

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Con esto se crea una cultura, un sistema social que se transformó de manera única:
desde el hogar, pasando por los medios de comunicación y las instituciones de
educación, hasta las altas corporaciones estatales, se aceptó el narcotráfico y se
generó la cultura de la corrupción en su máximo esplendor.

La gente ya no creía en que la corrupción era inherente a la clase política, sino que
se trasladó al diario vivir. Se permitió la introducción del “dinero fácil” en cada
campo de la sociedad colombiana y eso trajo como consecuencia varias cosas.

La primera consecuencia, el aumento de la violencia y la victimización de seres


inocentes que no tenían relación con el negocio ni siquiera con la violencia
bipartidista. Eso es tal vez lo que más hiere, el pasado sangriento y continuo
presente de hostilidades con civiles sin pecado concebido.

La segunda consecuencia, el cambio en el pensamiento colectivo. La sociedad se


comenzó a enfermar mentalmente en que la mejor solución era estar un paso
adelante, ya no pensar en colectividad (como en la violencia bipartidista) sino ser
un estratega de defensa de lo particular y no de lo social. Por esto por ejemplo hoy
se ve que en el sistema de transporte público de la capital se linche a una señora
por una simple silla o que se mate a golpes a un adolecente por robarse un celular.

La tercera consecuencia es muy particular: la desconfianza de la sociedad en todo


el aparato estatal. De aquí en adelante se propuso el sistema de “palancas”: usted
es mi amigo y trabaja en un lugar, así que me tiene que ayudar, en ese escenario se
dice que uno tiene una “palanca” para llegar a su objetivo particular y que el resto
de los que necesitan llegar a ese mismo objetivo no puedan.

Pero sin duda alguna, una consecuencia terrible ha sido seguir aceptando ese
modelo de corrupción. Todos lo aceptamos, porque si no se tiene un mínimo de
corrupción o de deshonestidad no se progresa en Colombia. Así de sencillo.
Lamentable es que incluso desde el hogar se lleve esta dinámica hasta los colegios,
de los colegios a las universidades, de allí a las instituciones, de las instituciones a
los hogares y se crea el circulo vicioso.

Educación
Otro problema, y se diría es el más importante, es la educación como eje
fundamental de toda sociedad democrática. El problema es muy complejo de
resolver. A raíz de la cultura generada por el narcotráfico y la corrupción, la

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educación pasó a ser meramente técnica y jamás se volvió a instaurar valores
sociales o colectivos de manera amplia, esencial e integral.

Pero partamos desde el inicio del problema: la familia. Esto es importante


mencionarlo porque el núcleo de todo ser, en donde se desarrollan los primeros
pasos, se crea una conciencia colectiva, se aprende integralmente es el hogar, no el
jardín ni la escuela, mucho menos el colegio o la universidad. Pero este problema
es tan común y visible que seguirnos aceptándolo: el abandono de los hijos.

Aquí no se va a decir que el hogar está conformado por un hombre y una mujer ni
tampoco que las parejas del mismo sexo tiene derecho a adoptar a un niño, porque
la verdad radica en dos puntos: el primero, las familias actuales no están
conformadas por un hombre y una mujer sino por abuelos, tíos, primos, madres
solteras, padres solteros, etc.; y segundo, el niño es quien tiene el derecho a una
familia, no los adultos a adoptar a un niño como a una mascota.

Pero hasta aquí no he dicho la esencia del caos familiar en Colombia, y es un


círculo vicioso. En el inicio tenemos un padre y una madre que naturalmente han
procreado a sus hijos, pero las condiciones económicas y sociales presionan para
que los padres se dediquen en tiempo exclusivo a trabajar y olviden así el deber
que les asiste con sus descendientes. Los niños en cierto punto se convierten en
adolescentes, y tienen a explorar el mundo que se les presenta: drogas, sexualidad,
culturas urbanas, videojuegos, etc. ¿Dónde están los padres? Trabajando y en el
mejor de los casos se los encargan a los abuelos, personas en la mayoría de casos
de avanzada edad que son permisivos o incluso no tienen el mismo cuidado de un
padre o una madre.

Además los medios de comunicación no colaboran en nada a la educación, por el


contrario, agrandan el problema con contenidos que si bien reflejan la realidad
social en el país no tienen como fin exponer la situación sino dar entretenimiento a
una población en particular, ese es su negocio, pero si en horario prime time se
emite la serie “Escobar: El Patrón del Mal” como entretenimiento, en donde el
protagonista se la pasa gozando la vida y teniendo excesos, eso manipula al ser,
incluso es denominado por expertos como “control de masas”.

Un adolescente que quiere experimentar, con la capacidad de ver este tipo de


contenidos se impulsa para materializar lo que observa. Aquí resultan casos
estremecedores producto del abandono de la familia: consumo de drogas o
sustancias sicotrópicas (incluido el alcohol), el acercamiento a bandas
delincuenciales o la introducción a delitos menores, la presencia de personas que
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pueden hacerle daño en cuanto a su integridad física y sexual o llegar a un
embarazo no deseado.

Este es el meollo del asunto, muchos adolescentes carecen por completo del
acompañamiento de sus padres y eso genera que cometan errores serios que
agreden la calidad de una sociedad. Sencillamente un joven que cae en la
drogadicción, es violado o violada o queda en embarazo, tiene altas probabilidades
de volverse una carga para la sociedad y resultar en situaciones de vulnerabilidad
al punto de ingresar a la lista de presos, mujeres con antecedentes de aborto o con
enfermedades de transmisión sexual, personas de la calle, o en la pobreza extrema,
incluso en la prostitución.

El punto más grave de todo esto, es que los hijos no deseados o abandonados van a
tender a seguir estas situaciones, produciendo un círculo vicioso sin fin.

Pero no en todos los casos es por el abandono de los padres por cuestiones
económicas al tener que trabajar. También se observa el caso de un aumento
considerable en las estadísticas de abandono del hogar por parte de uno de los
cónyuges, en especial el hombre. En este caso, el eje temático radica en el
machismo.

La sociedad entera, no solo la colombiana, esta llenándose de prejuicios sociales:


el gordo, el feo, el afroamericano, el homosexual, ser mujer, etc., pero a la vez
mantiene una tendencia a exaltar cosas que son fuera de contexto: si eres delgado,
hermoso, blanco, heterosexual, hombre. ¿Qué relación tiene los prejuicios sociales
con el abandono del hogar? Sencillo “un hombre que tiene varias mujeres es el
putas y una mujer que tiene varios hombre es una puta”. Lo anterior para graficar
que de manera fáctica se ha facultado al hombre a dejar en embarazo a cuanta
mujer encuentre de una manera irresponsable y destruya un hogar e igualmente se
deja a la mujer la máxima libertad de tener a cualquiera por su cama, destruyendo
de la misma manera el hogar.

Es más, el hogar como hoy se concibe con el matrimonio como un encierro eterno
de sufrimiento y angustia. En muchos casos el matrimonio es producto de un hijo
no deseado, obligación con la familia o sencillamente un capricho espontaneo y
para eso no está diseñado el matrimonio. Ese rito, en principio es para compartir
con una persona y crear un familia solidad que en lo posible perdure en el tiempo y
la excepción es la separación; pero esto está al revés, la excepción es encontrar un
matrimonio sólido.

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Ahora trasladando lo anterior al contexto escolar o académico, es un boom. Se cree
que la responsabilidad del colegio es educar al adolescente y eso no es así. La
educación es responsabilidad de la familia; la escuela, el colegio, la universidad
solo son guías técnicas de apropiación de conocimientos que la humanidad ha
tenido desde siempre pero una institución no es la responsable de enseñarle al
individuo que existen peligros o que la vida es dura y se debe pensar antes de
actuar. Eso en razón a que a un profesor le queda imposible inculcar en cada uno
de sus cuarenta estudiantes por hora los valores esenciales, así sea un docente de
ética y religión o filosofía.

Sin embargo, no se puede negar que las instituciones educativas tienen errores
inmensos en los procesos de aprendizaje. Un docente no puede simplemente seguir
dictando lo que se dictaba hace cincuenta años, o aunque sea no en la misma
forma. Basta no más con analizar los resultados de las pruebas PISA o
sencillamente realizarle un examen de ortografía a un alumno de último grado: es
algo espantoso. Ahí algo está mal, algo toca cambiar y debería ser la forma de
apropiación del conocimiento, en la metodología, porque la verdad la que se utiliza
actualmente no dista mucho del mito de la caverna de platón.

Modelo de estado
Entre corrupción y modelo de estado, la primera es la génesis del segundo. Este
modelo colombiano es legitimado por vía democrática pero por manipulación de la
clase dirigente. Analizando cada rama del poder ejecutivo encontramos:

Un poder legislativo bicameral, que no debería tener dos cámaras y tantos


congresistas. Es bien sabido que los mecanismos de ambas cámaras son idénticos y
su estructura similar. Un Congreso unicameral es válido y tendría mayor
legitimidad, porque a ciencia cierta nadie sabe el nombre de todos los congresistas
ni su pasado.

Un poder ejecutivo de clientelismo tan notorio que no es necesario explicarlo con


palabras técnicas: se pagan favores políticos con más burocracia y más
presupuesto para los contratistas. Además la manipulación de empresarios,
compañías trasnacionales, potencias extranjeras e incluso grupos al margen de la
ley es tan evidente que no se puede negar. Tener un presidencialismo tan
pronunciado es malo para el pueblo, porque el titular parece un monarca, y bueno
para la corrupción.

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Un poder judicial bastante ineficiente, también salpicado por la corrupción, es
entre todos el que más ayuda le ha dado a esta sociedad, en especial la Corte
Constitucional. Pero el esquema se debe mejorar, los despachos judiciales están
llenos de procesos porque la sociedad cree que todo problema debe ser
solucionado por ese medio y no buscan acuerdos alternativos.

En cuanto a la administración del territorio, funciona de una manera chambona, a


medias y sin muchos éxitos a excepción de Bogotá, Medellín y Barranquilla. Pero
la regla general es que el poder tan centralizado en una capital genera desbalance
social, los departamentos del sur del país están en máxima vulnerabilidad por el
abandono estatal y las fronteras son cambuches de grupos insurgentes.

La solución
Frente a lo expuesto, la solución inicia en cada uno de nosotros, los demás jamás
cambiarán si no empezamos por casa. Pero frente al sistema tenemos mecanismos
para cambiar. Una Constitución Política como deseo que aún no se ha cumplido,
con mecanismos de participación política inmejorables; un conjunto de
instituciones públicas y privadas sin ánimo de lucro que se esfuerzan por mejorar
las condiciones de vida y dar apoyo a las personas más vulnerables; un sistema
amplio pero deficiente de educación que los docentes tienen para mejorar de la
mano de los padres de familia; pero ante todo, el cambio de mentalidad, la
superación a nosotros mismos y la búsqueda del bienestar común antes de los
intereses particulares.

https://www.gestiopolis.com/reflexiones-los-problemas-sociales-colombia

Santiago Cardozo Correcha

Los principales problemas de Colombia


Según reciente sondeo de la firma encuestadora Datexco, publicada en este
periódico, los principales problemas de Colombia, son: calidad en la salud (52,9
%), calidad de la educación (41 %), desempleo (39,4 %), inseguridad (20 %), la
economía (15,4 %), corrupción de los políticos (12,8 %), cobertura de la educación
(11, 6%), seguridad nacional (11,5 %), delincuencia común (10,1 %)y cobertura de
salud (9,8 %).

Sorprenden estos resultados, porque la guerrilla, el narcotráfico incluso la


corrupción de los políticos no son las mayores preocupaciones de los colombianos,
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en cambio les inquieta la mala calidad en la atención de la salud y la baja calidad
de la educación, ambas con coberturas subnormales. Además, la inseguridad, el
decaimiento de la economía y la delincuencia común que aumenta el riesgo de
perder la salud y la vida son motivos de gran intranquilidad para los colombianos.

En lo relativo a la mala calidad en la atención de la salud, la compra de Cafesalud,


la EPS con 5,6 millones de afiliados mal atendidos, por 1,25 billones de pesos, casi
el doble de su cotización. Reconfirma que la salud es un negocio para los
empresarios que conforman el nuevo consorcio propietario de Cafesalud, llamado
Prestasalud, más aún, teniendo en cuenta que algunos de los socios de esta nueva
empresa son cuestionados por supuesta corrupción, no cabe duda que para
recuperar la inversión del costo de Cafesalud el lucro será abusivo.

El augurio de la Ley 1751 de 2015 o Ley Estatutaria de la Salud que entró a


vigencia el 17 de febrero de este año, no es nada halagüeño, ya que desmontar el
nuevo monopolio prestador de servicios de salud sería muy difícil por no decir que
imposible. No podemos decir mentiras sobre el negoción de la compra de
Cafesalud, es perceptible que tienen metida la mano algunos políticos, esos que
solo preocupan al 12,8 % de los colombianos, según los resultados de la ya
mencionada encuesta de Datexco. ¡Dios mío! libera a esas 5,6 millones personas
de las garras de Prestasalud.

En cuanto a la calidad de la educación, como catedrático auxiliar en el programa


de la profesión de Instrumentación Quirúrgica, de la Universidad Popular del
Cesar, UPC, de verdad, siento inmensa tristeza por la clasificación de las
universidades colombiana hecha por la Revista Dinero con base en los resultados
de las Pruebas Saber Pro de 2016, en las cuales la UPC sale muy mal calificada;
por ejemplo, en la carrera de Administración de Empresas, entre 168 universidades
ocupa el puesto 166. En la carrera de Contaduría, pareciera que sus estudiantes no
presentaron las pruebas, porque entre las 66 universidades calificadas no aparece
la UPC.

En la carrera de Derecho obtuvo el puesto 92 entre 116 universidades. En Ciencias


Naturales y Exactas logró el puesto 50 entre 56 universidades. En fin, no sigo
reportando datos porque me lo impide la pena.

Sin embargo, no podemos dejarnos morir por tan estruendoso fracaso, hay que
seguir adelante y unir todas las fuerzas para recomponer el futuro de la UPC. Si la
inversión que se le ha metido a la construcción de la sede Caribe de la Universidad

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Nacional, se hubiera destinado a la UPC seguramente su posición actual fuera
mejor.

Del desempleo se ha hablado bastante, no en vano Colombia es el segundo país


con más desigualdad en Latinoamérica. Menos mal que la pobreza se palia con
subsidios con los cuales -y el rebusque- el pueblo mitiga el hambre, pero se vuelve
perezoso. Otra vergüenza nacional que ya es crónica.

http://elpilon.com.co/los-principales-problemas-colombia/

solamente entre 1995 y 2003 el país conoció de proyectos de Ley Orgá-

nica de Ordenamiento Territorial, el último de los cuales es objeto de


debate actualmente en el parlamento, sin que ello, como ha ocurrido
con los anteriores, permita inferir que será sancionado, pero más aún, que
pueda resolver adecuadamente la problemática estructural de la organización
espacial para el cumplimiento de las funciones de la política de Estado en
materia territorial y por supuesto, en una planificación orientada a la reduc-
ción de los desequilibrios espaciales del desarrollo. Todo lo anterior ratifica
que no será posible un proceso de regionalización mientras ésta no tenga
como referente la existencia de un proyecto territorial nacional y mientras la
conformación regional deba obedecer a las lógicas espaciales que dicta la apli-
cación de modelos económicos impuestos por potencias imperialistas.

Introducción
Con nosotros vienen los recuerdos y las experiencias de una larga
historia de lucha y de resistencia. Echamos mano de nuestras identidades y
de nuestras culturas para enfrentar las amenazas que ha traído cada época.
Este camino no ha sido fácil. Desde la conquista y sin descanso, la
arrogancia, el egoísmo, la ignorancia y el irrespeto, disfrazados de distintas
maneras, han caído sobre nosotros con engaños y mentiras, con falsas
promesas, con el poder de armas cada vez más sofisticadas y mortales y con

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instituciones, normas y leyes que nos traen miseria, explotación, dolor y

sometimiento.
Cada vez que llegan a atropellarnos aseguran que es por nuestro bien. En
cada época hemos tenido que descubrir el engaño, unirnos y organizarnos
para defendernos. Siempre nos sirvió volver a las raíces, echar mano de la
sabiduría de contenida en nuestras memorias colectivas, escuchar a los
mayores y acercarnos a la naturaleza para hacernos parte de la vida y
defendernos defendiéndola. En cada época tuvimos que aprender a resistir y
hacerlo de una manera diferente de acuerdo con el desafío que enfrentamos.

Venimos marchando desde lejos, desde hace mucho tiempo, por el


camino de la historia. Los últimos pasos que nos trajeron a este Congreso
itinerante de los Pueblos, son la etapa más reciente de esa larga historia, pero
también establecen el comienzo de un nuevo camino que hemos decidido
recorrer. Con las 60.000 personas que marchamos hasta Cali y por otros
caminos del país, marcharon nuestros recuerdos, nuestros ancestros, los
luchadores que abrieron el camino antes y también muchas más mujeres y
hombres en muchos lugares dentro y fuera de Colombia, que han reconocido
el peligro, sufren el dolor y se levantan a marchar para pervivir y crear un
mundo posible y necesario. El desafío que impone esta nueva época es
grande. Tal vez el mayor que hayamos tenido que enfrentar en nuestra
historia. (Mandato Indígena Popular. 18 de septiembre de 2004.

Plaza de San Francisco, Cali, Colombia).

Un teatro colmado de expectativas alrededor de una reconformación de


las entidades territoriales en Colombia se inauguró con la promulgación de
la Constitución Política de 1991, generando un primer escenario en la Co-
misión de Ordenamiento Territorial-COT, que funcionaría durante los años
1992, 1993 y 1994, promulgando la propuesta de conformación de ocho
regiones, bajo la denominación telúrica de “nuevo mapa de Colombia”.
Los últimos quince años de la vida política nacional han estado marcados
por el resurgimiento de la cuestión regional, la cual muestra un pesado lastre
de argumentaciones, consejas y acechanzas desde el ejercicio mismo de la
política parlamentaria, el derecho constitucional y la administración pública,
con una menor presencia de la intervención técnica y académica, la cual en
primera instancia ha procedido de la función del IGAC, del DNP e incluso
del Ministerio del Medio Ambiente en sus ya varias versiones; en segunda
instancia, sin que no se haya producido, ha sido muy limitada la reflexión
académica sobre el asunto y consecuentemente igual su impacto en el debate
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nacional sobre el asunto.
Otro aspecto llamativo de la discusión sobre la cuestión regional, se centra
en la ambivalente fluctuación entre escenarios nacionales y regionales, siendo

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los segundos los privilegiados, precisamente por corresponder a este nivel la


mayor preocupación por su resolución, pero además, porque ello parece ser
consecuente con la tradición de la disputa por el control territorial que simul-
táneamente puja por imponerse en los estrados del legislativo colombiano.
El sesgo ya anotado, del parlamentarismo, el derecho constitucional y las
visiones administrativistas del territorio, fuertemente fundamentadas en las
metodologías del ordenamiento territorial, como política instrumental de
Estado, solamente permiten observar la reedición de un camino bastante
discutible en la determinación de la gobernabilidad puesta en el territorio
concreto de la reconocida diversidad étnica y geográfica del país.
Que ello es así se puede rastrear en la lectura de los textos, la mayoría de
ellos extensos, de los proyectos de Ley Orgánica propuestos, con la excep-
ción del radicado en julio de 2003, que posa de exageradamente pragmático.
En realidad este último tiene menos texto pero es tan pragmático como
todos los anteriores, pues asume que el problema de la organización territo-
rial del Estado debe responder a las exigencias maximalistas del modelo eco-
nómico neoliberal y las minimalistas del reconocimiento de los procesos
culturales que construyen nuestras realidades territorializadas regionales.
Académicos y técnicos corremos el riesgo de perdernos en la barahúnda
discursiva que convirtió el nuevo ordenamiento constitucional del país en la
más larga tragi-comedia que mantiene cautivo a un auditorio más bien esca-
so y que avergonzaría a pueblos dignos del mundo que realmente hubieran
alcanzado una mayoría política de edad.
El autor ha rastreado durante las últimas cuatro décadas más de una dece-
na de propuestas técnicas y académicas para la regionalización del país3 , to-
das las cuales antecedieron con creces y argumentos las propuestas que a par-
tir de 1991 han hecho más o menos explícitas los sectores políticos y gremiales,
todas ellas sin excepción, marcadas por lógicas estrictamente polítiqueras o
economicistas y con un profundo desprecio por los procesos sociales que han
caracterizado a los territorios que las mismas involucran.
Destacado en el terreno de las propuestas técnicas fue durante las décadas
de los 60 a los 80 el trabajo del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, así
como su apoyo y acompañamiento a la Comisión de Ordenamiento Terri-
torial, en el período 1992 a 1994. En esta misma línea se puede apreciar el
trabajo de Ángel Massiris desde la Escuela de Postgrado en Geografía-EPG,
fruto del Convenio UPTC-IGAC. También ha sido persistente la presencia
de la Sociedad Geográfica de Colombia en la defensa de la existencia de las
regiones naturales como una opción para la regionalización del país, más allá

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de si compartimos o no su validez actual. Paradójicamente, pobre ha sido la


presencia de la Geografía como disciplina en este debate teórico nacional y
solamente a partir del año 2000, con ocasión del XVI Congreso Colombia-
no de Geografía, realizado en Cali, el asunto es objeto de interés explícito,
retomado luego en el XVII Congreso de Pasto y durante los dos ciclos de
Conferencias de Geografía en la Universidad Nacional de Colombia.
Llamar la atención acerca de la importancia crucial del tema regional en la
reflexión geográfica ha sido parte persistente de nuestro trabajo durante década
y media, incluso desde antes de que se promulgara la Constitución de 1991, y
la presente ponencia se propone ofrecer los elementos centrales que sobre este
trasegar hemos venido acumulando para compartir con los colegas de la disci-
plina geográfica y otras disciplinas sociales participantes en este Ciclo.

Del regionalismo vulgar a la región en la cuestión nacional


Dice Furtado (1992) que “… son muchos los indicios de la
evolución global orientada por la desarticulación de los sistemas económi-
cos –(y territoriales agregamos nosotros)- nacionales que son sustituidos
por espacios contenidos en otros parámetros políticos y culturales”. El
proyecto globalizante hace énfasis en la creación de las regiones de los
grandes intereses hegemónicos internacionales, que se delimitan por
exclusión a partir de su atractivo en un momento determinado para las
actividades económicas de las empresas trasnacionales, situación que
induce al aumento de las tensiones Interregionales, a la exacerbación de
rivalidades y a la formación de bolsas de excluidos y miserables, todo lo
cual amenaza con hacer inviable el país como proyecto nacional”

(Montañez y Delgado 1998, 181)

Cierto es que el ideal de una sociedad comunista, tal como lo promulga-


ran Marx y Engels en el Manifiesto Comunista de 1848, constituye la más
alta y superior de las aspiraciones emancipatorias de todas las clases oprimi-
das de la sociedad mundial y que entonces, sin clases sociales y sin barreras
espaciales, étnicas, religiosas y políticas, el ser humano habría alcanzado el
“paraíso en la tierra”.
Cierto es también, como lo defendiera Lenin4 , precisamente en su obra
sobre la Cuestión Nacional, que el Estado Socialista reclama su gobierno
sobre la totalidad inalienada e inalienable del suelo patrio, sin permitir que
ningún actor interno o externo sustraiga siquiera un centímetro de éste. El
suelo patrio, el territorio de la “patria socialista”, estaba concebido como la
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totalidad absoluta de la extensión de tierras sobre la cual el pueblo ruso tenía
unidad nacional y reclamaba identidad del proyecto político socialista.

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A la cuestión nacional remitía Lenin la consideración de la diversidad de


étnias, dialectos y prácticas culturales, sin cuya cabal comprensión y adecua-
do tratamiento no sería posible asumir el reto de construir la gran nación
socialista por la cual tantas décadas y vidas del pueblo ruso se habían sacrifi-
cado, ni su defensa consecuente ante las apertrechadas naciones opresoras ni
tampoco ante los chauvinismos internos y externos, expresados en naciona-
lismos burgueses y pequeñoburgueses, que negaban, por un lado, el derecho
a la plena autodeterminación nacional de las naciones oprimidas para mante-
ner sus posturas de dependencia vergonzante ante los imperios, y por otro
lado, levantaban las banderas de un falso nacionalismo que negaba el carácter
internacional de las políticas imperialistas, sirviendo a los intereses de las cla-
ses dominantes de los países dependientes.
Un aspecto relevante de la historia de la conformación de la ex URSS,
relacionado de manera concreta con el cumplimiento del papel de la estruc-
tura del Estado en las funciones de la planificación, es precisamente la deter-
minación de la regionalización o estatalización subnacional, centrada en el
propósito de reducir de manera sistemática los desequilibrios espaciales del
desarrollo, a través de la puesta en práctica de los reconocidos planes
quinquenales de desarrollo, cuyas enseñanzas serían tomadas décadas más
adelante por los propios países occidentales para conformar su andamiaje
planificador estatal5 .
Quizá el pensamiento de Lenin no haya sido fielmente interpretado por
sus sucesores, y la historia rusa muestra hechos contrarios en todo sentido, lo
cual explica en buena medida los sucesos secesionistas que han sacudido con
inusitada violencia el forzado “Estado Socialista” de la ex URSS desde la
caída del Muro de Berlín a finales de la década de los 80.
Un tratamiento particularmente novedoso en la cuestión nacional, fue el
adoptado por Mao Tse Tung6 en el proceso de conformación de la Repúbli-
ca Popular China, constituida a partir de la más vasta diversidad de naciona-
lidades, concluyentes todas, a excepción del Tibet, en la unidad nacional chi-
na, recientemente fortalecida con el retorno de Hong Kong, ex colonia
británica, y pendiente por resolver aún la cuestión taiwanesa, alimentada por
la centenaria ingerencia norteamericana y europea en los asuntos internos de
la patria de Mao.
En el lado del mundo capitalista, no son desconocidas las metas
reunificadoras que con desesperación buscaron y conquistaron Bismark, Hitler
y los líderes alemanes orientales y occidentales de la década de los 80 para la
reunificación de Alemania, entre la primera y segunda guerra mundial y des-

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pués de la caída del Muro de Berlín, respectivamente; tampoco la ferocidad


con que Inglaterra ha defendido su Comunidad Británica de Naciones y la
represión a los movimientos irlandeses; o la respuesta contundente que en
defensa de la unidad nacional han adelantado España e Italia, con respecto a
los movimientos independentistas vasco y de la padania, respectivamente.
Contrasta de manera palmaria, el llamado de algunos sectores despista-
dos de la izquierda mundial, acerca de la no vigencia de la cuestión nacional,
con la fuerza que la defensa de la unidad territorial nacional y los “espacios
vitales” despojados a otras naciones tiene desde los propios países imperialistas
del pasado y del presente. ¿Cómo puede entonces explicarse que mientras las
potencias occidentales alimentan el desmembramiento de la ex URSS, de
Yugoslavia y de la unidad palestina, se aferren más que nunca a la defensa a
muerte de su propio territorio, manteniendo en su mira la expansión territo-
rial y la neocolonización, tal como lo practican Estados Unidos e Inglaterra
con Guantánamo y Las Malvinas, respectivamente?
Sin duda el asunto está precisamente en el rescate que para la discusión
global tiene la cuestión nacional, en el centro de la cual sigue siendo recurren-
te el cambiante mapa de unidades nacionales bajo la influencia de centros
imperiales de poder y en ausencia de movimientos antiimperialistas de carác-
ter y ámbito internacionalista, como los que se presentaron durante las déca-
das de los 40, los 50 y los 60 del Siglo XX, y de los cuales surgirían las
repúblicas populares de China, Corea del Norte, Albania, Vietnam, Laos,
Camboya, además de Cuba.
Es tal la convicción que tienen los agentes imperialistas sobre la consis-
tencia de su nación, la indivisibilidad de su territorio y la levedad de las na-
ciones ajenas, que las frases siguientes del Ministro de Trabajo de Clinton no
pueden ser más expresivas:

Estamos pasando por una transformación que modificara el sentido de

la economía en el siglo (XXI).


No existirán productos ni tecnologías nacionales, ni siquiera industrias
nacionales. Ya no habrá economías nacionales, al menos tal como concebimos hoy
la idea. Lo único que persistirá dentro de las fronteras nacionales será la

población que compone un país.

Lo bienes fundamentales de una nación serán la capacidad y destreza de

sus ciudadanos.

120
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO
La principal misión política de una nación consistirá en manejarse con
la fuerzas centrifugas de la economía mundial que romperán la ataduras que

mantiene unidos a los ciudadanos

(Robert Reich. Ministro de Trabajo de Bill Clinton).

121
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Tal es la esencia económica de la globalización actual y tal el papel


asignado a los pueblos del mundo dependiente, los únicos que en ausencia
de sus propios Estados Nacionales, siguen siendo inermes ante la arremeti-
da de las “fuerzas centrífugas” que aquí se indica por parte del señor Reich y
que han marcado el comportamiento histórico de los imperios en todos
los tiempos.
Vuelve entonces a ser pertinente retomar la discusión sobre la cuestión
nacional, en el marco de un nuevo escenario del fenómeno globalizador, de
manera que se desentrañe la compleja imbricación entre los territorios y las
dinámicas económicas, políticas y culturales; entre lo internacional y lo na-
cional; entre lo internacional globalizado y lo nacional-regional y; por su-
puesto, entre lo extraño y lo propio en la justa valoración de aquello externo
que sirva a lo propio nacional y aquello externo que resulta nocivo a lo pro-
pio y que por lo tanto atenta contra el futuro de lo nacional y de nuestra
nacionalidad.
El debate sobre la cuestión nacional se torna no solo en crucial, desde el
punto de vista de la territorialidad sino de la vigencia del derecho de los
pueblos a la misma, tal como lo defienden con dignidad los pueblos nativos
ancestrales de todo el continente americano, incluidos los pueblos nativos
ancestrales de Colombia, y tal como lo hacen explícito al mundo en su Man-
dato Indígena Popular, que antecede la introducción de esta ponencia.
Tal es el peso específico, histórico e innegable del territorio, que los agen-
tes imperialistas, como el Ministro de Trabajo de Clinton, citado páginas
atrás, debe reconocer, paradójicamente, que “Lo único que persistirá dentro de
las fronteras nacionales será la población que compone un país”, la cual, agrega-
mos, solo puede existir como la inquebrantable unidad dialéctica sociedad-
naturaleza, es decir, como territorio.

La irracionalidad de la configuracion de las entidades


territoriales: O la aplicación consecuente de una lógica funcional
a los modelos de gobernabilidad en el país.
Desde la Geografía crítica hemos venido sosteniendo que la no solución
a los problemas de una adecuada organización territorial en Colombia, estri-
ba en una razón causal de tipo estructural, pues nunca existió un proyecto
territorial nacional ni tampoco un propósito explícito de construir el Estado
Nación moderno.
A la tarea inconclusa del Estado Nación, la asaltó no solo la temprana
existencia de una oligarquía atada a los proyectos neocoloniales británico y
111
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

estadounidense sino el desprecio por el territorio que fungía como soporte


de una gobernabilidad siempre difusa y discutiblemente legítima. De tiem-
po en tiempo estas oligarquías apátridas permitieron con obsecuencia y sin
vergüenza alguna, la pérdida de territorio nacional en provecho de pretensio-
nes imperiales de Washington (1903 Panamá), e incluso de países vecinos:
Venezuela, Perú, Brasil y Ecuador, con lo cual la extensión territorial colom-
biana se redujo en millones de kilómetros cuadrados de extensión continen-
tal y marítima.
El proyecto moderno de la unidad en la triada Territorio-Estado- Na-
ción, al no ser concluido, dejó en consecuencia inconclusa la tarea histórica
de reconocimiento integral de las tres funciones básicas y fundantes de toda
república moderna: 1) La unidad territorial; 2) La función de gobernabilidad
del Estado sobre la totalidad del territorio y; 3) El reconocimiento efectivo
de la diversidad cultural de la nación, expresada en sus múltiples realidades
regionales. En consecuencia, también, no podría defenderse que en algún
momento de la historia nacional se haya contado con un proyecto que arti-
cule estas funciones básicas, lo cual explica la ausencia recurrente de un marco
de política estatal estratégica que oriente el desarrollo nacional, que no puede
ser sino la expresión territorializada del cumplimiento de la función social
del Estado. Con certeza Montañez y Delgado expresan que “La hipótesis
central consiste en reconocer la importancia que una determinada concep-
ción territorial puede tener para la articulación o desarticulación de un Pro-
yecto Nacional y específicamente, de un Plan de Desarrollo de la Nación
(Montañez y Delgado 1998, 178). Plan que, agregamos ahora, supere la
poco seria práctica de formular “planes de desarrollo” nacional que tienen la
vigencia de un periodo presidencial.
No es extraño entonces que la determinación de la configuración espa-
cial de los departamentos y municipios, durante toda la existencia de la
República, hayan estado signados por la medida vulgar de los cotos de caza
electoral, tal como durante el período colonial sería la medida vulgar de los
estimativos de la riqueza en minerales y población nativa. Pero igualmente,
así como durante la colonia la Corona premiaba a los conquistadores con
las “mercedes de tierras”, gracias a las cuales el imperio se hacía extenso, fue
práctica también de los gobiernos republicanos pagar a sus militares y go-
bernantes, con la adjudicación de tierras y con la delimitación de tierras y
pueblos bajo su dominio. Tal proceso fue el vivido durante finales del Si-
glo XIX, cuando a cada triunfo de las fuerzas de la regeneración, los gobier-
nos de la República Conservadora premiaban a los Estados ganadores con

111
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

la anexión de tierras que a su vez provocaban el desmembramiento de los


Estados perdedores de las guerras. Un ejemplo patético de ello es la
desmembración paulatina del Estado Soberano del Tolima, a favor de los
Estados de Antioquia y Cundinamarca.
A estas prácticas han estado adscritas, con una clara intencionalidad polí-
tica, las también recurrentes prácticas de las jerarquías eclesiásticas católicas,
comprometidas en el mismo proceso de desmembración del Estado Sobera-
no del Tolima, al lado de la República Conservadora. El hecho es concreto, el
mayor activista de la segregación del Departamento del Tolima, reducto del
Estado, creado en 1886 por la Constitución de Caro y Núñez, fue el primer
obispo de la diócesis de Garzón, Monseñor Esteban Rojas, cuya argumenta-
ción central estaba en la cruzada santa de los “fieles” contra las satanizadas
prédicas del liberalismo anticlerical de mediados del Siglo XIX. No por azar
el Tolima actual se reconocería como bastión de ideologías liberales, mien-
tras al sur, el actual Huila, como un bastión del conservatismo histórico
colombiano.
Episodios relativamente cercanos a estos condujeron a las rupturas de
las unidades departamentales del gran Santander, con un Santander liberal,
al sur, y un Santander conservador, o Norte de Santander, al norte. O la
ruptura de complejas razones económicas, políticas y religiosas del antiguo
Gran Caldas, cuya cepa ultra conservadora se conservó en Manizales y el
actual Caldas, mientras los reductos liberales y no reconocidos como “no-
bles” se quedarían con Risaralda y Quindío, mientras de paso el manejo de
la Federación Nacional de Cafeteros pasaría de manos de Caldas a las de
Antioquia7 .
Por supuesto las condiciones de la configuración de las unidades territo-
riales han cambiado y hoy por hoy, las lógicas que guían la aplicación del
modelo económico neoliberal global se imponen, supeditando todas las de-
más razones y lógicas en el territorio, pues a los bastiones “ganadores” de las
guerras civiles del Siglo XIX los han reemplazado los proyectos económicos
de las “regiones ganadoras” bajo el reinado del modelo globalizador actual, al
cual se supeditan funcionalmente las capillas políticas históricas, cuya peren-
nidad se debe precisamente a su capacidad para transmutarse en provecho de
las políticas externas, de las cuales han sido siempre obsecuentes aliadas y
vergonzantes testaferros.
Así pues, lo que para nosotros aparece como descabellado en materia de la
configuración territorial, para quienes han ostentado el poder político, econó-
mico y político real, no resulta más que en continuidad y consecuencia.

113
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

El problema de la regionalización: O las causas estructurales que


subyacen la cuestión regional en Colombia
Como corresponde a un país con ausencia de política de Estado en mate-
ria territorial, el gobierno de Colombia promulgó primero una ley estatutaria
determinando de manera recortada el ordenamiento territorial municipal, en
presumible consecuencia con el proceso de descentralización municipal, es-
bozado de manera clara con la reforma constitucional de 1968 y acelerado de
manera contundente con la reforma de 1989 y la Constitución de 1991.
Sin siquiera atender las recomendaciones encargadas a la Comisión de
Ordenamiento Territorial-COT y su propuesta de regiones, contenida en el
Informe final de la misma, entregado al gobierno nacional en diciembre de
1994, éste volvió a caer en el redil de las fuerzas cambiantes del parlamento,
el “nuevo parlamento”, a cuyo interior se mueven los intereses de los grupos
de presión regional que desde entonces han garantizado que ninguno de los
proyectos de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial salgan airosos de los
debates respectivos, excepto el interés del grupo de presión que se manifiesta
en la Mesa Regional Bogotá-Cundinamarca, apoyado en un artículo transi-
torio que primero se coló como gigantesco mico en el proyecto de Reforma
Política de 2003 y luego aparece tal cual en el texto del proyecto que actual-
mente se debate en el parlamento, haciendo expedita la creación de la Región
Central, conformada por el Distrito Capital, el Departamento de Cundina-
marca y los demás departamentos vecinos que consideren pertinente su par-
ticipación en la misma.
Infructuosas han sido hasta hoy las numerosas reuniones, los otros tantos
foros y talleres que han tenido como propósito alimentar la discusión nacio-
nal sobre la regionalización, y de paso, alentar propuestas concretas acerca de
la conformación de bloques regionales, cuya configuración ha sido tan cam-
biante como cambiante la composición de los grupos que han asumido su
liderazgo. Además de los eventos que para el efecto han sido convocados por
las comisiones del Senado y la Cámara de Representantes, en diferentes aun-
que escasas ciudades del país, se recuerdan los eventos que por interés de
sectores gremiales han sido convocados en Antioquia, Valle del Cauca y Eje
Cafetero; los eventos convocados por sectores gubernamentales, academia y
gremios en el Tolima, Huila, Caquetá y Cauca; los eventos convocados por
FESCOL en Bogotá, etc., etc.
En el fondo del asunto prevalece una actitud displicente de los sectores
político, técnico y gremial, con respecto a las causas estructurales que subyacen
la cuestión regional, las cuales se encuentran precisamente en la ausencia del

114
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

proyecto territorial nacional, resultado a su vez del tipo de democracia y


estilo de gobierno que ha prevalecido durante el régimen republicano
oligárquico colombiano por ya casi dos centurias.
Si se acepta el hecho que la planificación constituye una función exclusi-
va del Estado, debe reconocerse igualmente que la definición de una política
orgánica de ordenamiento territorial, que confluya en una determinada
regionalización del territorio nacional, solo puede provenir del mismo. Sin
embargo la regionalización supone la existencia primera de una estructura
consolidada de Estado, lo que explica en cierta forma porqué se produjo una
regionalización de facto en Chile, justamente bajo la dictadura militar de
Pinochet, o porqué, con una tradición de solidez relativa, se produjeron las
regionalizaciones estatales de Brasil y Venezuela; o porqué se produjo, sin
discusión aparente ni atenuantes, la regionalización en Cuba, una vez triunfó
la revolución de 1959.
El dilema oligarquía premoderna o Estado burgués moderno, pesa como
un lastre que no ha permitido el acceso del país a formas de gobernabilidad que
sean ajenas a aquellas en las cuales las prácticas centenarias del clientelismo,
reemplazan la acción política civilizada de las clases sociales. Incluso, muy a
pesar del llanto del club de amigos de la neoliberal Constitución de 1991, bajo
el supuesto imperio de la “democracia participativa” la corrupción y la degrada-
ción de la política legal o lícita, parecen más agresivos y descarados que bajo el
modelo supuestamente reemplazado de la “democracia representativa”.
Las formas territorializadas de la política tradicional, es decir, los departa-
mentos y los municipios, y dentro de éstos los corregimientos, las comunas,
las veredas y los barrios, son como la Geografía crítica ha sentenciado, sola-
mente espacios de poder, en un ajedrezado tablero en el que se mueven las
fichas de las componendas del poder político real que pugna, solo con invita-
dos de las clases dominantes y recién aceptados actores de centro izquierda, por
la conducción del Estado y la completa e inefable cooptación del gobierno.
Si las lógicas neoeconómicas, esgrimidas de manera agresivamente contun-
dente por las gremios de Antioquia, Valle y el Eje Cafetero; pero también por la
Mesa Regional Bogotá-Cundinamarca, se imponen, el país no presenciará más
que una reedición de actos irracionales en su configuración territorial, con la
diferencia que éstas nuevas formas regionales, lideradas por la lógica actual de las
“regiones ganadoras”, y por lo tanto funcionales al modelo económico neoliberal,
convoca a los desprestigiados sectores políticos, e incluso gremiales, siempre y
cuando la nueva propuesta no amenace sus tradicionales cotos de caza electoral ni
sus pingües negocios con los poderes políticos y económicos centrales.

115
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

A diferencia del caso anterior, el país ha observado como durante dos


décadas ya, los políticos de la costa Caribe colombiana fueron los únicos en
comprender el papel del territorio como instrumento para la negociación del
poder político real, más allá de la supuesta y poco defendible unidad cultural
de esta territorialidad nacional. Una compleja imbricación entre una creación
política del departamento, que lo unge como referente simbólico, interiorizado
en el imaginario colectivo en todos los departamentos caribeños, no logra ser
desalojada por una creación nueva, la de la “región Caribe”, que complemen-
ta de manera indiscutible este primer imaginario colectivo.
Fue eso lo que se consolidó en el primer CORPES creado en el país, pero
que no encontró una comunidad política tan cerrada en su propósito buro-
crático, como en el Caribe. Ni siquiera lo lograrían los CORPES de la
Orinoquia y la Amazonia, que pese a su relativa identidad socio ambiental,
no disponen de una sociedad regional suficientemente identificada simbólica
ni políticamente. Mucho menos el CORPES de Occidente, cruzado por la
histórica disputa entre los intereses de las elites regionales de Antioquia y
Valle del Cauca.
Lo que si puede advertirse, es que aparecen recurrentes los centros
polarizadores de la organización espacial en el país, sobre todo durante la
segunda mitad del Siglo XX. En un ejercicio retrospectivo acerca de las ideas
y/o propuestas de organización de bloques regionales en Colombia, entre
1969 y 2003, se aprecia una clara permanencia de algunos centros de fuerte
influencia, a cuyo alrededor forman de tiempo en tiempo los departamentos
de menor desarrollo económico.
Más de cincuenta ordenamientos, argumentados o no, han desfilado por
los diferentes eventos regionales y nacionales en los que se ha discutido la
cuestión regional. Sin embargo, solamente quince (15) ciudades aparecen
como centros ordenadores en todo este cúmulo de formaciones y algunos
departamentos aparecen colocados en uno o más ordenamientos, mostrando
de paso la presencia real de una cierta indefinición en su adscripción a uno u
otro bloque. Los departamentos que muestran una condición de este último
tipo son Huila, Tolima, Chocó, Arauca, Casanare y Putumayo, lo cual los
aproxima a la categoría de “espacios intersticiales”, argumentada por Bianchi
(1993), pero aquí en una extensión mucho mayor.
Los centros ordenadores no corresponden ya solamente a los que la lógi-
ca funcional convencional privilegia, otorgando a los centros nacionales y
metropolitanos un papel territorialmente hegemónico sino que incorpora
centros ordenadores de orden menor a aquellos, que tienen un papel funcio-

116
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

nal vinculante en la unidad descrita. Tal es el caso de centros ordenadores


territoriales como Leticia, Villavicencio, Barrancabermeja, Ibagué, Neiva,
Pasto, Popayán, Santa Marta y Buenaventura. De esta manera, otra forma de
ver la regionalización, precisamente a partir de lo producido hasta hoy, muestra
un total de 15 regiones, con sus respectivos centros ordenadores, como lo
ilustra la tabla 1.
Lo anterior es consecuente con la presencia recurrente de estos quince
centros ordenadores en los diferentes bloques regionales propuestos. En este
caso, el ejercicio consistió en la agrupación de los bloques regionales según el
número de veces que sus departamentos conformantes aparecen en los 56
casos indicados. Se observa que los bloques regionales aparecen en una escala
que va de una a ocho presencias, sin que se presenten en los rangos de 4, 5 y
7 veces, respectivamente. En la última fila del cuadro 1 se indica la presencia
de las Entidades Territoriales Indígenas-ETI, las cuales continúan aún por
definirse.
El ejercicio muestra que los centros metropolitanos de Bogotá y Cali
registran ocho presencias, frente a seis de Barranquilla, Bucaramanga y
Medellín; tres para Ibagué, Neiva y Pereira; dos para Villavicencio,
Barrancabermeja y Popayán y; solamente uno para Manizales, Santa Marta,
Florencia, Buenaventura y Pasto.
La tabla 2 muestra la conformación de las quince (15) unidades regiona-
les derivadas de los ordenamientos anteriores, vista en función del número
de regiones, Centros ordenadores, jerarquía y departamentos adscritos. El
esquema parece en extremo sencillo, pero podría contribuir a reducir los
ruidos cuando se trata de elaborar complicadas fórmulas para tratar de pro-
bar el funcionamiento socio territorial en función de modelos pesadamente
positivistas.
Si se tratara de observar el orden jerárquico que modelos rango tamaño
han establecido para el sistema urbano colombiano, resulta claro que Cali,
que aparece en jerarquía inferior a Medellín, asciende al segundo orden, mien-
tras se conserva el orden Barranquilla-Bucaramanga, pero desaparecen orde-
nes jerárquicos en los que aparecían ciudades como Cartagena y Cúcuta, cen-
tros que están supeditados por Barranquilla y Bucaramanga, respectivamente.
El asunto es que el orden jerárquico resultante deriva del papel que los cen-
tros parecen tener con respecto a áreas concretas en las cuales operan como
ordenadores.
Un hecho particular se presenta en el caso Pasto-Popayán, cuya capacidad
funcional se ha venido equilibrando durante la última década, al punto que

117
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Tabla 1. Bloques regionales propuestos y centros ordenadores

Nº BLOQUE REGIONAL Centro


Ordenador
1 Caribe: Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Atlántico, Guajira, Barranquilla
San Andrés y Providencia
2 Nororiental: Norte de Santander y Santander Bucaramanga
3 Noroccidente: Antioquia, Chocó, Caldas, Risaralda y Quindío Medellín
4 Suroccidente: Valle del Cauca, Cauca y Nariño Cali
5 Amazonia: Amazonas, Caquetá, Putumayo, Vaupés, Guainía y Guaviare Florencia
6 Orinoquia: Meta, Vichada, Casanare y Arauca Villavicencio
7 Central: Boyacá y Cundinamarca Bogotá
8 Andina Sur: Huila y Tolima Ibagué
9 Nororiental: Norte de Santander, Santander, Arauca y Casanare Bucaramanga
10 Central: Chocó, Risaralda, Quindío, Caldas y Valle del Cauca Cali
11 Magdalena Medio: Antioquia, Caldas, Cundinamarca, Boyacá, Santander, Barrancabermeja
Cesar, Sucre, Magdalena y Bolívar
12 Sur: Putumayo, Nariño, Cauca, Caquetá, Huila y Tolima Indefinido
13 Surcolombiana: Huila, Caquetá, Putumayo, Nariño, Cauca Cali
y Valle del Cauca
14 Central: Boyacá, Casanare, Meta y Cundinamarca Bogotá
15 Alto Magdalena: Tolima, Huila, Occidente de Cundinamarca, Ibagué-Neiva
Oriente de Caldas, Puerto Boyacá
16 Occidente: Nariño, Cauca, V. del Cauca, Quindío, Risaralda, Caldas, Medellín
Ant., Chocó, Córdoba, Santander y N. de S.
17 Sur Sur: Putumayo, Nariño y Cauca. Pasto
18 Sur norte: Tolima, Huila, Caquetá Indefinido
19 Central: Bogotá, Cundinamarca, Boyacá, Meta, Tolima Bogotá
20 Centro Occidente: Risaralda, Chocó, Quindío, Caldas Pereira
21 Eje Cafetero: Norte del Valle, Risaralda, Quindío, Caldas, Tolima Pereira
22 Litoral Pacífico: Chocó, Occidente del Valle del Cauca, Occidente del Buenaventura
Cauca y Occidente de Nariño
23 Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Atlántico, Guajira, Barranquilla
San Andrés y Providencia (Lebret, 1958)
24 Chocó, Antioquia, (Lebret 1958) Medellín
25 Valle del Cauca, Caldas, Risaralda, Quindío (Lebret 1958) Cali
26 Cauca, Nariño, Putumayo, Caquetá, Guaviare, Vaupés, Guainía, Popayán
Amazonas (Lebret 1958)
27 Cundinamarca, Boyacá, Meta, Tolima, Huila, Casanare, Vichada Bogotá
(Lebret 1958)
28 Santander, Norte de Santander (Lebret 1958) Bucaramanga
29 Costa Atlántica: Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Atlántico, Barranquilla
Guajira, San Andrés y Providencia (DNP 1969)
30 Noroccidental: Chocó, Antioquia (DNP 1969) Medellín

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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

31 Central Occidental: Caldas, Risaralda, Quindío (DNP 1969) Pereira


32 Sur Occidental: Valle del Cauca, Cauca, Nariño (DNP 1969) Cali
33 Magdalena Medio: Caldas, Antioquia, Bolívar, Cesar, Santander, Barrancabermeja
Cundinamarca, Boyacá (DNP 1969)
34 Nor Oriental: Norte de Santander, Santander (DNP 1969) Bucaramanga
35 Central: Boyacá, Cundinamarca, Tolima, (DNP 1969) Bogotá
36 Sur Central: Huila, Putumayo (DNP 1969) Neiva
37 Nororiental. Magdalena, Cesar, Guajira (DNP 1976) Santa Marta
38 Noroccidental: Atlántico, Magdalena, Bolívar, Córdoba (DNP 1976) Barranquilla
39 Antioqueña: Antioquia, Chocó (DNP 1976) Medellín
40 Occidental: Valle del Cauca, Cauca, Nariño (DNP 1976) Cali
41 Oriental: Norte de Santander, Santander, Arauca, Casanare (DNP 1976) Bucaramanga
42 Centro Occidental: Huila, Caquetá, Putumayo (DNP 1976) Neiva
43 Central: Cundinamarca, Boyacá, Meta (DNP 1976) Bogotá
44 Caldense: Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima (DNP 1976) Manizales
45 Santanderes: Norte de Santander, Santander (Bernal 1979) Bucaramanga
46 Cundiboyacense: Boyacá, Cundinamarca (Bernal 1979) Bogotá
47 Tolima Grande: Tolima, Huila (Bernal 1979) Ibagué
48 Suroeste: Cauca, Nariño (Bernal 1979) Popayán
49 Occidente: Valle del Cauca, Caldas, Risaralda, Quindío (Bernal 1979) Cali
50 Noroeste: Chocó, Antioquia (Bernal 1979) Medellín
51 Caribe: Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Guajira, Atlántico Barranquilla
(Bernal 1979)
52 Caribe: Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Guajira, Atlántico Barranquilla
(IGAC 1986)
53 Occidente: Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño (IGAC 1986) Cali
54 Andina: N. de S., Santander, Boyacá, C/marca, Antioquia, Caldas, Bogotá
Risaralda, Quindío, Tolima, Huila (IGAC 1986)
55 Orinoquia: Arauca, Casanare, Vichada, Meta (IGAC 1986) Villavicencio
56 Amazonia: Putumayo, Caquetá, Guaviare, Guainía, Vaupés,
Amazonas (IGAC 1986) Florencia
57 Entidades Territoriales Indígenas: Por definir

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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Pasto muestra hoy una dinámica mayor a la de la centenaria capital caucana;


un caso similar, ya indiscutible, es el relacionado con la emergencia funcional
de Pereira, que en la actualidad sobrepasa la capacidad de Manizales, ciudad
que hasta hace menos de una década se preciaba de ser el corazón de la vida
económica, social y cultural del Eje Cafetero; es evidente igualmente la emer-
sión de Florencia como centro ordenador amazónico; de Barrancabermeja
con relación al Magdalena Medio; o de Villavicencio con respecto a la
Orinoquia. Llama la atención la presencia de Santa Marta, que en algún
momento, y no sin razones concretas empíricamente visibles en el aparente-
mente homogéneo bloque Caribe, aparece como ordenador funcional de los
departamentos de Magdalena, Cesar y Guajira.
Un hecho nuevo, sobre el cual se adelanta un proceso intensivo durante
los últimos cinco años de manera sistemática, es el relacionado con la pro-
moción de la Región del Litoral Pacífico Colombiano, liderada por la Fede-
ración de Municipios del Litoral Pacífico Colombiano-FEDEMPACÏFICO,
con sede en Buenaventura. Se trata de la emergencia del deseo justificado de
las comunidades afrodescendientes, históricamente marginadas y excluidas
de los beneficios reales de los procesos de acumulación, progreso y desarrollo
económico que lideran los grupos dominantes del Valle del Cauca, Cauca y
Antioquia. Como ninguna otra región en el país, el Pacífico expresa la pre-
sencia clara de la etnia afrodescendiente, que representa más del 70% de su
población total, seguida por la población mestiza e indígena.
La gráfica 1 muestra, de manera esquemática, la disposición de las unida-
des regionales resultantes en el país. Como se observa, la unidad liderada por
Santa Marta se inserta en el bloque mayor Caribe; la unidad liderada por
Buenaventura se inserta en el bloque mayor Pacífico; el Magdalena Medio,
liderado por Barrancabermeja, se inserta entre los bloques mayores del Cari-
be, Nororiente, Noroccidente, Central y Eje Cafetero. Una condición simi-
lar se presenta en el caso del Alto Magdalena, caso en el cual el Tolima se
desprende de la región mayor, central, y el Huila de la región Centro sur, que
comparte en propuestas con Caquetá y Putumayo, departamento éste últi-
mo que es más definidamente amazónico.
Solamente como un ejercicio más en la búsqueda de aproximaciones a
los reordenamientos regionales en Colombia, se optó por aplicar al registro
de las 56 agrupaciones indicadas en el cuadro 1, el modelo Pathfinder8. “El
algoritmo Pathfinder se aproxima mucho a una escala multidimensional, en
la que sus hallazgos están basados en parte en la teoría de los grafos. En
esencia, el algoritmo procesa una relación de proximidad, la cual describe la

120
MIGUEL ANTONIOESPINOSA RICO
Tabla 2. Recurrencia ordenadora regional según regiones y centros ordenadores
R1 R2 R3 R6 R8
Caldense: Caldas, Risaralda, Arauca, Casanare, Tolima, Huila Caribe: Córdoba, Sucre, Boyacá y Cundinamarca
Quindío, Tolima Vichada, Meta Ibagué Bolívar, Magdalena, Cesar, Bogotá
Manizales Villavicencio Atlántico, Guajira,
San Andrés y Providencia
Barranquilla
Magdalena, Cesar, Guajira Magdalena Medio: Huila, Caquetá, Nororiental: Norte de Chocó, Valle del Cauca,
Santa Marta Antioquia, Caldas, Putumayo Santander y Santander Cauca
Cundinamarca, Boyacá, Neiva Bucaramanga Cali
Santander, Cesar, Sucre,
Magdalena y Bolívar
Barrancabermeja
Amazonia: Putumayo, Cauca, Nariño Eje Cafetero: Norte Antioquia, Chocó, Caldas,
Caquetá,Guaviare,Guainía, Popayán del Valle, Risaralda, Risaralda y Quindío
Vaupés, Amazonas Quindío, Caldas, Tolima Medellín
Florencia Pereira
Sur Sur: Putumayo,
Nariño y Cauca
Pasto
Litoral Pacífico:
Chocó, Occidente del Valle
del Cauca, Occidente del
Cauca, Occidente de Nariño.
Buenaventura
R= Recurrencia según número de presencia de departamentos y centros ordenadores.
121
122

Tabla 3. Centros Ordenadores según departamentos adscritos y regiones resultantes

NÚMERO CENTRO JERAR- DEPARTAMENTOS ADSCRITOS


REGIÓN QUÍA
1. Central BOGOTÁ 1 Bogotá, Boyacá, Meta, Cundinamarca, Tolima

Región: O el retorno del debate sobre la cuestión nacional en los países dependientes
2. Pacífico Sur CALI 1 Valle del Cauca, Cauca, Nariño
3. Pacífico Norte MEDELLÍN 2 Antioquia, Chocó
4. Caribe BARRANQUILLA 2 Córdoba, Sucre, Bolívar, Magdalena, Cesar, Atlántico, Guajira, San Andrés
y Providencia
5. Nororiente BUCARAMANGA 2 Norte de Santander, Santander, ( Más: Arauca, Casanare)
6. Centro Sur o IBAGUÉ 3 Tolima, Huila (Más: Occidente de Cundinamarca, Oriente de Caldas, Puerto
Alto Magdalena Boyacá, Inzá y Belalcázar)
7. Centro Sur NEIVA 3 Huila, Caquetá, Putumayo
Amazonia
8. Central PEREIRA 3 Norte del Valle, Risaralda, Quindío, Caldas, Chocó
9. Orinoquia VILLAVICENCIO 4 Meta, Casanare, Arauca, Vichada
10. Centro Sur POPAYÁN-PASTO 4 Cauca, Nariño, Putumayo
Amazonia
11. Magdalena BARRANCABERMEJA 4 Sur de Bolívar, Suroriente antioqueño, Oriente Caldense, Puerto Boyacá,
Medio Suroccidente de Cundinamarca, Occidente de Santander, Sur de Cesar.
12. Eje Cafetero MANIZALES 5 Caldas, Risaralda, Quindío (Más: Occidente del Tolima y norte del Valle del Cauca)
13. Caribe Norte SANTA MARTA 5 Magdalena, Cesar, Guajira
14. Amazonia FLORENCIA 5 Caquetá, Guaviare, Guainía, Vaupés, Amazonia, Putumayo
15. Litoral Pacífico BUENAVENTURA 5 Chocó, Occidente del Valle del Cauca, Occidente del Cauca, Occidente de Nariño
MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

distancia y proximidad de asociación entre todos los elementos listados por


los expertos en el respectivo dominio. El resultado de un análisis Pathfinder
es una representación estructurada de un conjunto de interrelaciones de to-
dos los elementos del dominio en cuestión. Cada concepto es representado
como un nodo, y la presencia de un vínculo entre dos nodos indica que la
proximidad o su interrelación se encuentra por encima de un valor mínimo.
El vínculo más corto entre dos nodos, el más cerrado en términos de su
relacionamiento en la representación conceptual de los expertos en el domi-
nio”9. Para el caso, se acudió a la relación de los 32 departamentos colombia-
nos, más el Distrito Capital, Bogotá, estableciendo solamente el número de
veces que aparecen vinculados en una misma propuesta regional. De manera
que se trabajó con una matriz de doble entrada de 33 columnas por 33 filas,
en cuyos cuadrantes de intersección se encuentra el número de veces que
estos se interrelacionan.
Al procesar la matriz, el modelo arroja una configuración, gráfica 2, en la
que al invertir el sentido de la misma, se obtiene una aproximación a la
configuración espacial real del territorio colombiano, con los diferentes
agrupamientos regionales identificados, pero al mismo tiempo los vacíos
funcionales entre los centros ordenadores y entre las regiones mismas.
Para verificar la pertinencia del ejercicio, se aplicó la prueba de coheren-
cia, “… la cual refleja la consistencia de los datos. La coherencia de un con-
junto de datos de proximidad está basada sobre el presupuesto de que el
reracionamiento entre un par de ítems puede ser predecido por las relaciones
de los ítems con los otros ítems en el conjunto”10. En efecto, la coherencia en
el ejercicio se sitúa en 0.84, lo cual, según las condiciones para la aplicación
del modelo, es concordante con la métrica que usa, que es la métrica de
Minkoswsky, según la cual, la distancia entre dos nodos no conectados direc-
tamente es calculada y, en este caso, corresponde solamente al análisis de
datos de proximidad, es decir, del número de veces que los departamentos
aparecen relacionados o acompañados entre sí.
Se identifican las siguientes agrupaciones regionales, con sus respectivos
nodos, o departamentos que los conforman:

1 Caribe: Córdoba, Bolívar, Sucre, Guajira, Magdalena, Cesar, San An-


drés y Providencia y Atlántico.
2 Eje Cafetero: Caldas, Risaralda y Quindío.
3 Amazonia: Caquetá, Amazonas, Guaviare, Guainía, Putumayo y
Vaupés.

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4 Nororiente: Norte de Santander, Santander, Casanare, Arauca, Vichada.


5 Orinoquia: Arauca, Casanare, Meta, Vichada
6 Central: Bogotá, Meta, Boyacá, Cundinamarca, Huila y Tolima.
7 Central Sur: Tolima, Huila, Caquetá
8 Sur: Valle del Cauca, Cauca, Nariño
9 Pacífico Norte: Antioquia, Chocó

Figura 1. Las aristas de un modelo regional para armar

1A: Bogotá 1B: Cali


2A: Medellín 2B: Bucaramanga 2C: Barranquilla
3A: Manizales 3B: Ibagué 3C: Neiva
4A: Villavicencio 4B: Pasto-Popayán 4C: Barrancabermeja
5A: Buenaventura 5B: Florencia 5C: Leticia 5D: Santa Marta
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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Aún así, desprovisto de la recurrente pesada carga de variables cuantitativas


que acompañan los modelos funcionales, la aplicación del Modelo Pathfinder
no permita observar la presencia de agrupaciones como las que se proponen
alrededor de centros ordenadores como Buenaventura, Barrancabermeja,
Florencia, y Santa Marta, dado que las relaciones se establecen con base en
unidades departamentales, lo que sugiere la necesidad de buscar aplicaciones
que permitan la inclusión de relaciones más detalladas entre los centros ordena-
dores y sus respectivas áreas de interrelación, más que de influencia.
De todas maneras el modelo si permite identificar puntos de tensión
evidentes, como los que se manifiestan en la relación santanderes, Arauca,
Casanare; o la discontinuidad funcional observada entre Antioquia, Córdo-
ba, Chocó, que se vincula al vector Antioquia-Córdoba, que ha estado pre-
sente en las tentativas de las propuestas antioqueñas de sustraer a éste último
departamento, lo cual crearía un verdadero cisma en el regionalismo Caribe.
Otros dos puntos de tensión, que corresponden a la realidad colombiana,
son los generados en los conjuntos Cauca, Valle del Cauca, Nariño y Tolima,
Huila, Caquetá, respectivamente, dada la presencia de otros agrupamientos
que compiten allí en la convocatoria de estos mismos departamentos.

¿Hacia dónde va la regionalización en colombia?

Por el ambiente que se percibe en la discusión actual sobre el asunto, en los


estrados parlamentarios y en los escenarios corporativos, acompañados
estos últimos por sectores intelectuales afectos a los experimentos adminis-
trativos alternativos que se dan en el Distrito Capital en la actualidad, pero
poco diferenciados de los propósitos de administraciones anteriores y menos
aún criticados, la presente legislatura podría dejar pasar el recurrente debate
jurídico, enrarecido por la atmósfera fiscalista, disfrazada en el debate de com-
petencias, de los viejos y nuevos reformadores de derecha y de centro izquier-
da, para finalmente lograr que se aborte el proyecto de Ley Orgánica de
Ordenamiento Territorial.
La razón de fondo no parece en realidad tan confusa, se trata del triunfo
del departamentalismo y de los argumentos proglobalizadores del discurso
que habla con lujo de detalles y exceso retórico y figurado, de “regiones gana-
doras” y “regiones perdedoras”, que es el mismo que resulta más funcional al
modelo neoliberal y que, a diferencia de lo que se argumenta en contrario
por el nacionalismo burgués y uno que otro izquierdista despistado, no ga-
rantiza la defensa de la territorialidad nacional ni mucho menos de la cons-
trucción de nación ni de un proyecto territorial nacional.
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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

No es que sea infortunado que no se produzca la Ley Orgánica de Orde-


namiento Territorial, al contrario, siendo consecuentes con la necesidad de
defender la tarea de construcción del proyecto territorial nacional, el país
deberá esperar la generación de otras condiciones políticas, en las que la socie-
dad colombiana pueda superar las causas estructurales que en el pasado y
presente, e incluso en el futuro inmediato, han impedido asumir un reto de
tal magnitud y exigencia.
El recorrido realizado para el análisis de las recurrentes propuestas de or-
ganización regional en Colombia, inspirado más en las tareas pendientes de
construcción de una sociedad de nueva democracia que en los remedos ac-
tuales de regionalización, estarán alimentadas por toda la reflexión que aquí
se relata, y a la cual sin duda podrá contribuir de manera vigorosa la Geogra-
fía Colombiana, desde su desarrollo teórico, pero sin duda también desde su
quehacer práctico en los escenarios de la discusión política y técnica.

Figura 2. La configuración regional colombiana vista desde el modelo Pathfinder.

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MIGUEL ANTONIO ESPINOSA RICO

Bibliografía
Bianchi, Laurent. 1993. La Cuestión Regional en Colombia: El caso de los
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de Trabajo.
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Social". Ibagué. Atlas, editorial. 1997. ISBN: 958-96097-1-6
Espinosa, Miguel Antonio. 1997. Regionalización y Ordenamiento Territo-
rial: O la encrucijada del Proyecto Territorial Nacional. Santafe de Bogo-
tá, D.C. En: BOLETÍN, Revista de la Sociedad Geográfica de Colom-
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Espinosa, Miguel Antonio. 2000. Región y Ordenamiento Territorial: de la
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www.syukhtun.com/KAG_pathfinder.htm

Notas
1
Ponencia presentada al 2° Ciclo Anual de Conferencias de Geografía REGIÓN, ESPACIO
Y TERRITORIO. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas,
Departamento de Geografía. Santa fe de Bogotá, D.C. 28 – 29 de Octubre de 2004.
2
Grupos YUMA y ARLI de Investigación sobre la Cuestión Regional en el Alto y Medio
Magdalena. Investigador Invitado del Centro de Estudios Regionales de la Universidad del
Tolima, CERE-UT.
3
Ver entre otros: 1) Región de la Teoría a la Construcción Social (1997), 2) Regionalización y
OrdenamientoTerritorial:O la encrucijadadel ProyectoTerritorialNacional.Santafe de Bogotá,

D.C. En: BOLETÍN, Revista de la Sociedad Geográfica de Colombia, No. 133 de octubre de
2002.3) Región y Ordenamiento Territorial:De la desorientación teórica al sofisma técnico. En:

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XVI CONGRESO COLOMBIANO DE GEOGRAFÍA "Por la construcción de un proyecto
territorial nacional". Cali, agosto de 2000. Universidad del Valle, Ed.

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4
Vladimir Ilich Lenin. Obras Completas. Ediciones en Lenguas Extranjeras. Pekín, 1971. 5 Popov,I.P.;
Litoshenko, N.I.(1972), Metodologíade laPlanificación. Aportaciones soviéticas. Madrid. Talleres Gráficas
Montaña, Ed.
6
Mao Tse Tung (1968), Obras Escogidas. Pekín. Ediciones en Lenguas Extranjeras.
7
Es ya conocido el tragicómico episodio en el cual, al amparo aparente de las disputas entre las pequeñas
oligarquías de Manizales, Pereira y Armenia, las poderosas oligarquías de Antioquia y el Valle del Cauca,
propiciaron el toque final para la desmembración del Gran Caldas, formalizada en 1966, con la creación de
los nuevos departamentos de Risaralda y Quindío. Hasta 1965 Caldas era el primer productor nacional de
café y conducía, a su voluntad mayoritaria, la Federación Nacional de Cafeteros que era el mayor grupo
económico del país, mientras Antioquia y Valleocupaban el segundo y tercer puesto, respectivamente. A partir de
la creación de los nuevos departamentos de Risaralda y Quindío, Antioquia pasó a ocupar el primer puesto en la
producción nacional, Valle el segundo y Caldas apenas el tercero. El hecho de fondo, ocultado por mucho
tiempo, fue la jugada maestra que puso en manos de Antioquia el manejo hegemónico del gremio cafetero
por el resto de décadas a partir del episodio comentado.
8
Ver: Schavaneveldt, W. Roger (1990), Pathfinder Associative Networks. Studies in Knowledge Organization.
Norwood, New Jersey. Ablex Publishing Corporation, Ed.
9
Ver: www.syukhtun.com/KAG_pathfinder.htm
10
Ver: Schavaneveldt, W. Roger (1990), Pathfinder Associative Networks. Studies in Knowledge
Organization. Norwood, New Jersey. Ablex Publishing Corporation, Ed. (Capítulo 1).

http://www.bdigital.unal.edu.co/1534/6/05CAPI04.pdf

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