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PROGRAMA GENERAL
INTRODUCCIÓN
La Universidad Nacional de Avellaneda, desde su creación, se ha planteado una fuerte vinculación con las problemáticas del
territorio en donde está situada. De esta forma, la relación con los actores que le dan vida al mismo, instituciones y organizaciones
sociales, ha sido una constante en sus prácticas. En este sentido, el trayecto curricular integrador Trabajo Social Comunitario tiene el
objetivo de formar a los estudiantes –y docentes- en el reconocimiento de este entramado social así como en la adquisición de
herramientas teórico metodológicas que les permitan desempeñarse activamente en él.
El cuarto nivel del trayecto curricular integrador Trabajo Social Comunitario apunta al diseño de proyectos sociocomunitarios
por parte de los/as estudiantes y en conjunto con las organizaciones e instituciones con las que trabajaron en los niveles II y III. Aquí
la propuesta parte de diseñar participativamente intervenciones que pongan en juego críticamente los saberes y competencias
disciplinares con las problemáticas del territorio. La aprobación de este último nivel supone, por tanto, la formulación de un proyecto
de extensión universitaria en conjunto con un actor social del territorio.
En este último nivel de TSC se interpela directamente a la formación académica de los/as estudiantes. Con un proceso de
apropiación de conocimientos teóricos, prácticos y metodológicos, a través de haber transitado la mayor parte de la carrera, con el
recorrido de niveles I, II y III de TSC, se plantea como desafiante y enriquecedor que puedan posicionarse desde su formación, en
diálogo con la comunidad, para poder proponer nuevas líneas de acción de la universidad en el territorio.
De esta forma, se retomarán análisis y debates teóricos desarrollados en los anteriores niveles, a efectos de profundizarlos y
ponerlos en juego con la elaboración de una propuesta concreta de trabajo.
OBJETIVOS
• Diseñar un proyecto de extensión universitaria que proponga, desde la disciplina que se encuentra estudiando, el
desarrollo de un trabajo conjunto entre estudiantes, docentes, y al menos una institución u organización gubernamental o no
gubernamental.
• Consensuar con la organización contraparte la problemática a abordar y las acciones a desarrollar.
• Aplicar y poner en juego los marcos teórico-metodológicos trabajados en los niveles I, II, III y IV de TSC.
• Interrelacionar contenidos, enfoques y perspectivas teóricas de su formación académica de grado con la realidad de la
comunidad en el marco de un proyecto de extensión universitaria.
PROGRAMA SINTÉTICO
Debates en torno a la extensión universitaria y la integralidad. Sujetos sociales: instituciones, organizaciones y movimientos sociales.
Investigación Acción Participativa. Diagnóstico participativo. Problema Social. Políticas públicas. Elaboración de proyectos de
extensión participativos; distinción entre Plan/Programa/Proyecto. El Estado y el poder como dimensión de la praxis social. La
intervención social.
PROGRAMA ANALÍTICO
Bibliografía obligatoria
DAGNINO, Renato
2007 “La universidad y el desarrollo de América Latina”, en ATOS DE PESQUISA EM EDUCAÇÃO – PPGE/ME FURB, v. 2, nº 3, p. 371-
382, sept./dic.
SEGATO, Rita
2013 “La nueva elocuencia del poder”, en: La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía
y crímenes de segundo estado, Buenos Aires, Tinta Limón.
Bibliografía complementaria
CASTRO-GÓMEZ, Santiago
2000 “Althusser, los estudios culturales y el concepto de ideología”, Revista Iberoamericana. Vol. LXVI, Núm. 193, Octubre-
Diciembre, 737-751.
Núcleo temático 2 – Perspectivas de vinculación Universidad - Territorio.
Investigación Acción Participativa. Integralidad. El diagnóstico participativo. La intervención social.
Bibliografía obligatoria
CARBALLEDA, Alfredo
2007 “Problemáticas sociales complejas y políticas públicas”, en Revista de Ciencia Social, Universidad ICESI, Cali.
NIREMBERG, Olga.
2006 El diagnóstico participativo en intervenciones sociales. Buenos Aires, CEADEL, cuaderno 44.
Bibliografía complementaria
BALCAZAR, Fabricio
2003 “Investigación Acción Participativa (IAP): aspectos conceptuales y dificultades de implementación”. Fundamentos en
Humanidades, Año IV, Nº I y II (7/8) Universidad Nacional de San Luis, pp. 59-77.
VARGAS, Teresita y Natalia Zapata.
2010 Enredando prácticas. Comunicación desde las organizaciones sociales. Buenos Aires, San Pablo, capítulos 1 y 3.
Bibliografía obligatoria
2009 “Formulación de proyectos sociales”, Unidad de Proyectos - Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio -
Universidad de la República, Montevideo.
FICHA DE CÁTEDRA
Bibliografía complementaria
ANDER-EGG, Ezequiel
2003 Repensando la Investigación-Acción Participativa, Buenos Aires, Lumen Hvmanitas.
CELIS, Alejandra; Graciela Caputo; Mara Bartolome; Graciela Kisilevsky e Hilda Herzer.
2005 “Primeros pasos hacia una política local que gestione el riesgo de inundación”. Medio Ambiente y Urbanización IIED-América
Latina. Año 21 Nº 62/63, Noviembre.
METODOLOGÍA (RÉGIMEN DE CURSADA)
La modalidad de los encuentros será la de “Taller de diseño de proyectos de extensión universitaria”, estará a cargo de un
equipo de docentes extensionistas. Se trabajará en equipos de entre 2 y 4 estudiantes, de al menos dos carreras distintas, que
desarrollarán el proyecto en cuestión durante el cuatrimestre, debiendo coordinar reuniones con la organización elegida a fin de ir
construyendo el proyecto en conjunto. El Proyecto deberá respetar un formato determinado por los docentes de Trabajo Social
Comunitario 4. En la clase se tratarán los ejes teóricos y metodológicos propuestos por el nivel, y se plantearán allí también
instancias de reflexión y debate sobre la articulación con la organización o institución propuesta por los estudiantes para el diseño de
un proyecto de extensión universitaria. De esta forma, el rol de los docentes será el de coordinar el espacio teórico-metodológico y
de taller, acompañando y supervisando la articulación entre los estudiantes y las organizaciones a efectos de diseñar un proyecto en
un marco de participación popular.
Renato Dagnino
Departamento de Política de Ciencia e Tecnologia – DPCT/unicamp
rdagnino@ige.unicamp.br
Abstract: The Latin American public university has been increasingly proving itself to
be dysfunctional. It continues to be a part of a social-economic system marked by a
peripheral condition and that is in a continuous process of self-organization. This,
however, does not imply the encompassment of the interests of two rivaling social
segments. Latin American public universities serve neither the economic and political
elite by which they are controlled, nor the so-called social movements that have no
access to them. Political actors involved in power plays inside the university all
belong to the same segment (the elite). Although having quite a number of quarrels,
they both refuse the idea that Latin American universities are dysfunctional. They
believe that the role of universities in answering to the cognitive demands associated
*
Este trabajo tiene como origen una charla ofrecida a los profesores y alumnos de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Mantiene el tono coloquial de la presentación
capturado de modo magistral en una materia elaborada por Rosana Errasti de la Oficina de Prensa y
Divulgación Científica de esta Facultad. A ella agradezco, sin incriminar, el excelente trabajo que
hizo, y que sirvió de base para la elaboración del texto.
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to political projects of both the rivaling social groups is crucial. The fact that
companies profits in Latin America are largely independent of universities and public
research centers implies the productive side of the dysfunctionality. To the elite, all
that is left is the status of having attended college. Regarding the dominated class’
side of the dysfunctionality, it is redundant to comment on the obstacles to its access
to public universities. However, it is worthwhile to question the utility of the
knowledge offered there in a context of increasing informal employment.
To place the interests of social movements in the agenda is an urgent task for the left
wing research community. This seems to be the only path towards avoiding a yet
more dysfunctional university in Latin America.
Keywords: Public university. Science and technologyc policy. Latin American policy
of Science and technologyc.
vuelve imposible. Los aliados que ha tenido la universidad pública, de una forma
tácita o explícita, inclusive durante el gobierno militar, ya no son tales. El propio
gobierno militar vio en la universidad una herramienta para su proyecto de Brasil
“gran potencia” y estimuló varias áreas del conocimiento, sobre todo las áreas duras.
Esta situación, entonces, de crisis, de disfuncionalidad, se puede resumir más o
menos de esta forma: la universidad ya no es necesaria para que la clase dominante
siga con su proyecto de acumulación; la universidad, en un país cada vez más
dependiente desde un punto de vista tecnológico, sin proyecto nacional, es muy cara
para no ser necesaria. Y es su alto costo y baja legitimidad que la ponen cada vez
más indefensa frente a las amenazas de privatización.
Y el diagnóstico de la universidad desde la izquierda? La universidad pública
en Brasil hasta los años ’60 ha sido responsable de la mayor parte de la matrícula. A
comienzos de los años ’60, antes del golpe militar, la universidad pública era
responsable del 70% de la matrícula de la enseñanza superior. Hoy lo es sólo del
30%. Ese número varía en algunos estados, sobre todo en los del nordeste donde
han logrado presionar a sus dirigentes para que trajeran universidades federales del
gobierno central. En cambio, los estados más ricos, como San Paulo y los estados
más al sur, no han presionado al gobierno federal y de hecho el porcentaje de
matrículas públicas en el estado de San Paulo es del 17%. Quiere decir, que el 83%
de los estudiantes universitarios pertenecen al sector privado.
Por otra parte, de los jóvenes brasileños entre 18 y 24 años solamente el 10%
va a la universidad. En los países desarrollados, como en Canadá, el 80% de los
jóvenes en ese rango de edad está en la universidad. Estos datos dan una imagen
de cómo la universidad en Brasil es elitista, o mejor dicho, es elitizada. Debo agregar
que, si se puede hablar de calidad (una vez que el concepto que adoptamos es
socialmente construido en los paises de capitalismo avanzado) la universidad
privada tiene muy baja calidad y no hace investigación; es una “fábrica de hacer
diplomas”. Mientras que la gente que entra en la universidad pública, es decir que
pasa el examen de ingreso, tiende a ser la que hizo la enseñanza primaria y
secundaria privada, que en esos niveles es la mejor. Entonces se da la paradoja de
que la gente con menos recursos está en las universidades privadas y los ricos
están en la universidad pública.
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Esa situación hace que también exista un diagnóstico por la izquierda acerca
de la disfuncionalidad y es que la universidad pública no representa como en el
pasado, una alternativa o posibilidad de ascenso social para la clase de menores
ingresos, el ascenso social ya no ocurre vía la universidad. Además, es un hecho
que a finales de los años ’70 y comienzos de los ’80 Brasil formaba 23 mil ingenieros
al año y todos tenían empleo, incluso podían elegir entre más de un empleo al
término de su formación. Hoy Brasil forma 14 mil ingenieros y esos jóvenes no
tienen trabajo.
Si en el modelo de sustitución de importaciones existía la posibilidad, o al
menos la meta, de que Brasil luego de sustituir importaciones pudiera también
sustituir la tecnología necesaria para producir esos bienes, con el abandono de ese
modelo toda la política científica y tecnológica y la política de investigación
universitaria se ha visto sin rumbo. Se podría decir que hoy la universidad en Brasil
no es funcional, es decir, no es necesaria ni para la clase dominante ni para la clase
dominada.
Esta situación, sin embargo, no es percibida como tal por el movimiento
docente ni por las fuerzas políticas de la universidad. Desde hace mucho la
universidad viene perdiendo capacidad de convencimiento, viene perdiendo
prestigio, legitimidad y fuerza política. Sin embargo, la manera como se pretende
enfrentar esa crisis es lo que se conoce como una respuesta refleja. La comunidad
universitaria sigue intentando convencer a las elites políticas y económicas de su
importancia y necesidad, y se queja que el gobierno no la entiende, no valoriza la
ciencia, que los empresarios son atrasados, no son patrióticos, no hacen
investigación y no la demandan de la universidad. Es un discurso defensivo y como
tal se agota en sí mismo, no genera un proyecto, ni un planteo hacia el futuro.
Pareciera que la comunidad universitaria ha perdido la posibilidad de formular un
proyecto alternativo que le permita ganar fuerza, apoyo y plantear algo distinto. Esta
situación se agrava cada año y no tiene solución en el marco de un modelo de
universidad como el planteado hasta ahora.
Sin embargo, los cambios que se puede visualizar a futuro nos plantea la
pregunta sobre qué hacer con la universidad pública, cómo recomponerla, en qué
dirección, con qué proyecto. Durante el gobierno militar sabíamos cómo combatir al
enemigo, no es que nos resultara, pero al menos sabíamos qué hacer. Pero cuando
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vamos a tener que hacer una enorme aceleración de la reforma agraria. ¿Cómo se
va a hacer, dividiendo la tierra y dándole a cada campesino una pala, un azadón y
una bolsita de semillas? Por supuesto que no, eso sería condenar la experiencia al
fracaso. Obviamente se necesita un patrón tecnológico distinto que permita al
pequeño productor ser competitivo. Y ese paquete tecnológico no es el de
Monsanto, no solamente porque es insostenible desde el punto de vista ambiental
sino porque es inaccesible para el pequeño productor. Otro ejemplo: el 50% de los
hogares en Brasil no tiene agua potable, ¿cómo se resuelve esto? ¿Basta con
conectar todos los hogares a la red con una tubería de plástico, barata, para que
cualquier familia pobre pueda comprarla? Nuevamente debo decir que no. Estamos
hablando de millones y millones de casas, por lo que estamos obligados a resolver
primero otros temas como: de dónde sacar el agua, cómo transportarla, cómo
tratarla, cómo distribuirla, qué hacer con el agua servida, asegurarse que haya agua
para todos. Todos estos son problemas que tienen un componente científico y
tecnológico, que no solamente nos exige hacer investigación sino que, además, de
una manera que no sabemos hacer y que no se hace en ninguna parte:
investigación interdisciplinaria que trabaje por problema y no por disciplina. En
definitiva, creo que el futuro contiene desafíos que, por primera vez, pueden hacer
que la universidad brasileña no sea un lujo sino que sirva realmente a un proyecto.
Debemos intentar convencer a los investigadores, a los profesores, de que sí
hay necesidad de una universidad pública de investigación en el futuro que la
sociedad quiere construir. Hay que plantear una nueva política de alianzas de la
universidad. La estrategia de persuadir a las elites políticas o económicas para que
vuelvan a creer en la importancia de la universidad y de la investigación, tiene que
ser cambiada por otra visión que busque aliados en la sociedad. Las elites políticas y
económicas pueden pasarla muy bien sin la universidad, sin embargo, para
satisfacer las necesidades básicas del conjunto de la sociedad, para agregar valor a
las materias primas que producen nuestros países, se necesita conocimiento nuevo.
Por supuesto que Brasil, Argentina y todos los países de América Latina, no
van a poder, ni es intención de ningún gobierno progresista que pudiera resultar
electo, cerrar fronteras ni mucho menos. Vamos a tener que seguir viviendo en el
mercado internacional, quizá con una actitud más agresiva en relación a los centros
de poder internacional, la banca, etc. Yo creo que se presenta en el futuro para el
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gobierno brasileño una oportunidad y una misión, que es justamente crear un bloque
que nos permita tener una posición más firme en el mercado internacional frente a
los grupos de poder. En lo que atañe al comercio propiamente dicho, en Brasil
seguimos siendo un país exportador primario, seguimos siendo un país que exporta
sus mercaderías con muy poca elaboración, con muy bajo valor incorporado. Y eso
se debe en gran medida al hecho de que no hemos logrado desarrollar tecnologías
que nos permitan dar cuenta de la especificidad de nuestro país, de nuestra riqueza
natural, de nuestra minería, de nuestra biomasa, etc. Somos un país que todavía
sigue colonizado; pero desde adentro, por nuestras elites con mentalidad de
intermediarios coloniales.
La disfuncionalidad de la que he estado hablando va a continuar en tanto la
comunidad universitaria se mantenga refractaria y “se haga la sorda”. Pero si ella se
convence de algunas ideas básicas respecto de cómo la ciencia puede ser
transformada, entonces hay una oportunidad de que la universidad pública en Brasil
tenga un futuro brillante, que no sólo signifique la posibilidad de una buena
educación a un número creciente de jóvenes. Pero las dificultades son muchas,
porque cualquier intento de reorientar la agenda de investigación es visto por parte
de la comunidad científica como una intervención perniciosa. Los temas de
investigación son elegidos de una forma muy poco racional, sin participación; la
política científica y tecnológica sigue siendo controlada de manera dominante por la
comunidad científica y no ha habido posibilidad de traer nuevos actores para que
participen de ese proceso. Esa situación lleva a un círculo vicioso en el que no se
pueden ingresar nuevos temas y además se agrava por algo que es tradicional en
cualquier universidad, la incomprensión entre los “inexactos” y los “inhumanos”.
Todo esto debilita la capacidad de respuesta y de transformación de la misma
comunidad de profesores e investigadores. Por lo que he podido ver hasta ahora en
América Latina, la comunidad universitaria sigue dando respuestas reflejas ante una
situación que ha cambiado profundamente.
Por parte de unos hay una visión simplista de la universidad. Ella es vista
equivocada e ingenuamente como una arena más de la lucha de clases. La mayoría
tiene una visión muy despolitizada de la universidad, porque alega querer evitar a
cualquier precio el riesgo de la partidarización. En definitiva, que el conocimiento no
es politizable, es neutral, y nosotros tenemos que guiarnos por lo que hace Berkeley,
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Standford, etc. Se dice que actuando de esa manera estaremos cumpliendo con
nuestro deber. Pero muchos ya quieren deshacerse de esta postura de “cumplo y
miento”.
La cultura política de la comunidad científica en Brasil -y en Argentina creo
que es igual-, tiene todavía una referencia importante en el marxismo. Y en una
lectura posible de Marx, la ciencia y la tecnología son neutrales, siguen un camino
inexorable. El motor de la historia es el avance de las fuerzas productivas; ese
avance lineal e inexorable es el que mueve a la humanidad desde la esclavitud, al
feudalismo, el capitalismo, el socialismo, el comunismo. El avance continuo de las
fuerzas productivas es el que lleva al cambio de un modo de producción a otro. Esa
lectura simplista, positivista, de la realidad, está todavía en el centro del
pensamiento marxista. La izquierda sigue todavía entendiendo que la ciencia en sí
misma es buena, en todo caso lo que puede ser buena o mala es la tecnología. Esa
idea optimista, del problema de la naturaleza del conocimiento ya no tiene cabida.
Pero sé que es muy difícil llevar esa discusión a la universidad justamente porque el
pensamiento de la izquierda ortodoxa rechaza esa idea, no entiende que podríamos
hacer otro tipo de investigación, podríamos explorar la frontera del conocimiento de
otra forma.
Otro tema central en esta discusión es cómo se evalúa el quehacer de la
universidad. Me parece cada vez más necesaria una forma de evaluación
universitaria y científica alternativa. Las formas de evaluación tradicionales se
centran en la “calidad”, pero ¿qué es la calidad? En los países desarrollados la
sociedad emite señales de relevancia que indican lo que es relevante. Esa señal es
percibida por la sociedad científica de una forma muy sutil, al punto que ella misma
no se da cuenta que la recibe. Sin embargo, los campos de relevancia que emiten
esas señales están ahí y la comunidad científica lo que hace es trabajarlos con
calidad. Y calidad, en ese caso, es juicio de pares.
Cuando hablo de relevancia no estoy haciendo ningún juicio de valor. Estados
Unidos en los años ’80 llegó a gastar el 70% de los recursos públicos para
investigación en el área militar. Sumado a lo que iba a energía nuclear y
aeroespacial, eso llegaba al 85%. El restante 15% era para agricultura, salud, etc.
Pero no hay ninguna duda que la población norteamericana (o el establisment que la
representa) en aquel momento creía que eso era importante. Había una señal de
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relevancia y los científicos hacían con calidad lo que era considerado importante.
Por lo tanto, en los países desarrollados la relevancia es sustantivo, es necesaria, es
ex ante. La calidad es adjetivo, no es necesaria, es ex post. La calidad, por lo tanto,
no es universal, es socialmente construida. Nosotros que tenemos una situación y
condición periférica donde las empresas no hacen investigación y el Estado y los
movimientos sociales no demandan conocimiento, no emitimos señales de
relevancia. Esto hace que la comunidad científica no escuche y, a veces, se haga la
sorda.
La comunidad científica en los países desarrollados produce recursos
humanos que van a ser empleados en las empresas para innovar. En EEUU, el 70%
de los doctores que se forman van a la empresa privada a hacer investigación. Brasil
está formando 40000 maestro y doctores al año, y solamente 3000 trabajan en las
empresas locales haciendo investigación. Lo que quiere decir que si ese número
aumenta 10% el año que viene tendremos una demanda adicional de 300! En una
sociedad en la que no hay demanda de gente formada y que el criterio de calidad
que usamos es totalmente absurdo, es obvio que hay una enorme necesidad de
replantear esos criterios de evaluación y producir una nueva agenda de
investigación.
Otra insuficiencia es la manera de hacer política. Muchas veces se dice por
acá que la empresa no hace investigación, entonces la universidad debe hacer
investigación y luego ponerla al alcance de la empresa. Pero si en Estados Unidos,
del total del gasto de las empresas en investigación, solamente el 1% es utilizado
para contratar investigaciones con la universidad (el 99% restante lo gasta
intramuros), que se espera que pueda pasar en América Latina? En vez de seguir
machacando con el mito de los parques, polos e incubadoras, es hora que se se use
la realidad norteamericana para “entender” que significa relación universidad-
empresa. La universidad no sirve a la empresa como productora de conocimiento
intangible. Sirve como productora de recursos humanos que saben hacer
investigación y que van a hacerla en las empresas. La realidad norteamericana
cuestiona, además, la falacia de que las universidades se pueden autofinanciar
vendiendo servicios o resultados de investigaciones a la empresa: solamente el 1%
del “presupuesto” de la universidad norteamericana viene de esa actividad.
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El concepto de Estado
Está claro que las experiencias sociales del continente, de Bolivia,
de la Argentina, del Ecuador, son experiencias que hablan de que
la política excede al Estado. Pero a la vez está claro que un nudo
de condensación del flujo político de la sociedad pasa en el Esta-
do, y que uno no puede dejar de lado –al momento de materia-
lizar y objetivar– una correlación de fuerzas sociales y políticas en
torno al Estado. ¿Qué fue entonces de este sujeto que llamamos
Estado? ¿A qué llamamos Estado? Es evidente que una parte del
Estado es un gobierno, aunque no lo es todo. Parte del Estado es
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por qué pasó ello ¿Por qué protestas puntuales casi irrelevantes
frente a un sistema político neoliberal, estable, sólido, comen-
zaron a adquirir mayor eficacia? Porque el régimen neoliberal
de Bolivia, después de privatizar los recursos públicos estatales
(empresas mineras, empresas petroleras, de telecomunicacio-
nes), en las regiones comenzó a afectar los recursos públicos
no estatales. Durante 20 años privatizaron recursos públicos
estatales, y a partir del año 2000 intentaron comenzar a pri-
vatizar recursos públicos no estatales. ¿Cuáles son los recursos
públicos no estatales? El sistema de agua. El sistema de agua,
en el mundo campesino indígena boliviano es un sistema muy
complejo de gestión y administración colectiva y comunitaria
de esos recursos escasos, un sistema de regulación y adminis-
tración. Fue cuando el neoliberalismo pasó de la privatización
de lo público estatal a lo público comunitario, a lo público no
estatal, que se va a producir este quiebre.
A la guerra del agua de abril del año 2000 le seguirá el
bloqueo más largo en Bolivia, un mes de bloqueo (corte) de
las carreteras. Durante un mes entero trabajadores del campo,
inicialmente en las zonas altas del altiplano aymara, La Paz-
Oruro, luego de las zonas de los valles quechuas, Chuquisaca-
Cochabamba, y luego las zonas bajas van a paralizar, van a
bloquear las principales carreteras de nuestro país en rechazo
a una ley que buscaba privatizar nuevamente el recurso hídri-
co, el agua. El éxito de esta movilización va a ser tal que va a
dar lugar a la emergencia de liderazgos campesinos indígenas,
van a ser tiempos en que el gabinete entero va a tener que
ir a negociar con el dirigente que en ese momento era Evo
Morales del Chapare, para acordar el rechazo a la ley. Va a ser
momento en que otro dirigente indígena, aymara, le va a decir
al presidente de entonces que él como indígena no lo reconoce
como presidente, y que va a hablar de presidente indígena a
presidente mestizo: este va a ser Felipe Quispe, que va a volcar
el orden simbólico de una sociedad racista y colonial como
la boliviana. Desde ese momento el orden simbólico, la ca-
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El empate catastrófico
El empate catastrófico es cuando estas movilizaciones que pa-
san de lo local a lo regional, que logran expandirse a otras
regiones, que tienen capacidad de irradiación y de articular
distintas fuerzas sociales, se expanden a nivel nacional. Pero
no solamente se expanden a nivel nacional, sino que logran
presencia y disputa territorial de la autoridad política en deter-
minados territorios. Cuando la demanda local, reivindicativa,
que cohesiona a un bloque popular, comienza a disputar la au-
toridad política en la región, la autoridad política en la zona,
la autoridad política en el departamento. Cuando comienza a
suceder eso, estamos en el momento del empate catastrófico.
Simultáneamente hay empate catastrófico cuando la fuerza de
dominación del gobierno y del Estado inicia un repliegue frag-
mentado de su autoridad y del gobierno, y frente a eso, hay
empate catastrófico cuando la sociedad comienza a construir
mecanismos alternativos de legitimidad, de deliberación, y de
toma de decisiones. Un empate catastrófico es, en parte, lo
que Lenin y Trotsky llamaban la “dualidad de poder”, pero
es más que eso: un empate catastrófico es cuando esa disputa
de dos proyectos de poder, el dominante y el emergente, con
fuerza de movilización, con expansión territorial, disputan te-
rritorialmente la dirección política de la sociedad por mucho
tiempo, no solamente una semana, no solamente 15 días, no
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Punto de bifurcación
Todo proceso revolucionario pareciera atravesar un momen-
to de fuerza, un momento en el que Rousseau calla y quien
asume el mando es Sun Tzu. En el que Habermas no tiene
mucho que decir y quien sí tiene que decir algo es Foucault.
Es decir, es el momento de la confrontación desnuda, o de la
medición de fuerzas desnuda de la sociedad, donde callan los
procesos de construcción de legitimidad, de consenso, y don-
de la política se define como un hecho de fuerzas. No es que la
política sea un hecho de fuerzas; de hecho, fundamentalmen-
te, la política son procesos de articulación, de legitimación.
Pero hay un momento de la política en que eso calla, en que
la construcción de acuerdos, los enjambres, las legitimaciones,
se detienen y la política se define como un hecho de guerra,
como un hecho de medición de fuerzas. Eso es lo que sucedió
en Bolivia en el año 2008, hace dos años, entre agosto y octu-
bre de 2008. Fue un tiempo muy complicado para nosotros.
Fue un tiempo en que algunos ministros renunciaron inter-
namente, fue un tiempo en que las secretarias y secretarios de
palacio se ponían a llorar en un rincón porque decían “¿Qué
va a ser de nosotros, cuando nos vengan a sacar?”, pero fue un
tiempo en que el presidente Evo mostró su capacidad de es-
tadista, de líder y de conductor de un proceso revolucionario.
Fueron tiempos duros porque a este gobierno del presidente
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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal
Sistema de Información Científica
Lawrence Grossberg
Entre consenso y hegemonía: Notas sobre la forma hegemónica de la política moderna
Tabula Rasa, núm. 2, enero-diciembre, 2004, pp. 49-57,
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39600204
Tabula Rasa,
ISSN (Versión impresa): 1794-2489
VSVH vinavi
^
repcpmcmn - * p cpuiay info@revistatabularasa.org
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca
Colombia
I I
¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista
www.redalyc.org
Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
ENTRE CONSENSO Y HEGEMONÍA: Notas sobre la
forma hegemónica de la política moderna1
LAWRENCE GROSSBERG2
University of North Carolina, Chapel Hill.
dockrock@email.unc.edu
(Traducción del manuscrito en inglés por Eduardo Restrepo)
Resumen
La mayoría de los intérpretes de la modernidad han considerado que la política moderna es
ideológica y consensual. Sin embargo, la política moderna no es siempre una lucha por el
consenso ideológico, sino que involucra una lucha por la «hegemonía». Este artículo describe
las tres principales diferencias entre las luchas por el consenso ideológico y las luchas por la
hegemonía. Además, el articulo se enfrenta a la cuestión de cómo una particular hegemonía
es establecida, mantenida y confrontada.
Abstract
Most interpreters of modernity have argued that modern politics is ideological and consen-
sual. However, modern politics is not always a struggle for ideological consensus, but that it
involves a struggle for «hegemony». This article describes the three main differences between
struggles for ideological consensus and hegemonic struggles. In addition, this article deals
with the question of how a particular hegemony is established, maintained or challenged.
1
Estas notas pertenecían al manuscrito inicial de su próximo libro de Grossberg, Caught in the Crossfire:
Kids, politics and America’s future (Boulder: Paradigm, 2005). Para hacer este libro asequible a un público
más amplio, Grossberg decidió extraerlas para su publicación independiente y que hasta ahora habían
permanecido inéditas. La importancia de estas notas radica en la forma como se expone un concepto
central de la teoría política contemporánea y de los estudios culturales como el de hegemonía,
estableciendo una distinción analítica importante entre este concepto de hegemonía y los de consenso
o dominación con los cuales muchas veces se tiende erróneamente a confundírselo (N.T.).
2
Profesor «Morris Davis» de Estudios de la Comunicación en la Universidad de Carolina del Norte
en Chapel Hill, Estados Unidos. Lawrence Grossberg es una de las figuras más visibles de los
estudios culturales no sólo en la academia estadounidense, sino en el mundo en general. Dentro de
sus publicaciones más conocidas se encuentra la edición (en compañía con Cary Nelson y Paola
Treichler) de la ahora clásica compilación Cultural Studies (Nueva York-Londres, Routledge, 1992) y
su libro Bringing it all back home. Essays on Cultural Studies (Durham: Duke University Press, 1997).
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.2: 49-57, enero-diciembre de 2004 ISSN 1794-2489
LAWRENCE GROSSBERG
Entre consenso y hegemonía
50
TABULA RASA
No.2, enero-diciembre 2004
Uno de los efectos más obvios de la modernidad fue que cambió la naturaleza
de la política, y al cambiar la modernidad, así lo ha hecho la política. Tal vez sería
mejor decir que la relaciones e instituciones de poder y política han cambiado
continuamente al igual que lo ha hecho el más amplio contexto de la moderni-
dad. Uno de los cambios que marcan la entrada en la política moderna es que el
Estado busca legitimar su poder al lograr que la gente esté de acuerdo con él.
Esto contrasta claramente con las sociedades pre-modernas que a menudo ape-
laban a derechos divinos, mientras ellas usaban consistentemente la fuerza física
como la más espectacular forma de violencia.3 El Estado moderno no renuncia
enteramente a la violencia, sino que de hecho clama por ser el único poseedor y
ejercitador del poder violento; pero busca un balance entre consentimiento y
fuerza, y usa la fuerza sólo como una última alternativa. El Estado moderno
existe, entonces, en relación con un nuevo espacio de la política. La sociedad civil
refiere a aquellos espacios públicos e instituciones que son relativamente libres del
control del Estado, donde la gente tiene suficiente libertad como individuos pri-
vados para configurar opiniones políticas y compartir y actuar sobre estas opi-
niones.
Así, el grupo dominante tendría que asegurarse que los grupos subordinados
acepten esta inequitativa relación. En este sentido, se vería obligado continuamen-
te a tratar de legitimar la forma en que las cosas son mediante lograr que el grupo
subordinado perciba el mundo de acuerdo con los significados y valores del
51
LAWRENCE GROSSBERG
Entre consenso y hegemonía
Ahora bien, la política moderna no es siempre una lucha por el consenso ideoló-
gico. Al menos en algunas ocasiones, la política moderna involucra una lucha por
la «hegemonía».4 Me refiero a ambas luchas porque quiero enfatizar que ambas
constituyen procesos continuos y en curso: nunca una de ellas culmina en una
completa y permanente victoria. Puedo empezar por ofrecer un sentido inicial de
las diferencia entre estas dos modalidades de lucha política recurriendo a la des-
cripción de John Gray (2000: 1) de los dos sentidos del liberalismo. En la primera
visión es la consensual, en la cual el liberalismo es considerado como un intento
por superar racionalmente la diferencia y el desacuerdo en una búsqueda por la
unidad y la comunalidad. La segunda visión del liberalismo es más pensando la
hegemonía, con lo cual el liberalismo aparecería como lo que se podría llamar
una visión de la unidad en la diferencia. Es decir, el liberalismo no trataría de
erradicar las diferencias o volverlas nimias. Al contrario, esta concepción del libe-
ralismo lo concibe como tratando de negociar una paz entre las diferencias (las
diferentes formas de vida, los diferentes sistemas de valores, etc.). Así, busca un
sentido de unidad junto a la diversidad.
Existen al menos tres diferencias entre las luchas por el consenso ideológico y las
luchas por la hegemonía.5 Primero, la hegemonía no
4
Para un detallado análi-
sis del concepto de hege- se refiere a la construcción del consenso, sino del con-
monía en el pensamiento sentimiento. No busca tanto el acuerdo sobre una vi-
de Gramsci, véase Hall sión del mundo, sino más bien estar de acuerdo en
(1991). (N.T.).
5
Para un reciente debate so- que un grupo particular debe liderar la nación. La he-
bre el concepto de hegemo- gemonía es menos sobre la construcción de un senti-
nía en la teoría social contem-
poránea, véase Butler, Laclau
do de unidad que de aceptar una estructura de mando
y Zizek (2000) (N.T.) y control. En la hegemonía, la gente no tiene que per-
cibir el mundo en la misma forma sino aceptar la des-
igual distribución de poder, riqueza o libertad, etc. Simplemente se debe consentir
en el liderazgo de un grupo particular. En efecto, la gente puede no estar de acuerdo
en la «ideología» o en la visión de que aquellos que se encuentran en la posición de
liderazgo, pero debe no ver otro grupo capaz de dirigir. En consecuencia, la
hegemonía no es una lucha ideológica. Aunque puede incluir asuntos ideológicos,
52
TABULA RASA
No.2, enero-diciembre 2004
Segundo, la hegemonía no puede ser concebida como una lucha entre dos cam-
pos opuestos y homogéneos. No es la victoria de un campo sobre el otro. Las
sociedades modernas no pueden ser dividas simplemente en dos campos, hay
innumerables diferencias y lealtades sociales que se yuxtaponen y compiten entre
sí reorganizando constantemente la gente en torno a múltiples ejes en un fluido
rango de identidades sociales y políticas. A diferencia del consenso, la hegemonía
no trata de eliminar este complejo contexto de diferencias sino de reorganizarlo
en una nueva unidad diferenciada. La hegemonía es un proceso permanente en el
cual un grupo establece su poder para liderar y organizar la población.6
Para entender el poder moderno como consenso, tenemos que imaginar el con-
texto social dividido en dos grandes campos, cada cual intentando conquistar el
otro en aras de crear un campo totalmente unificado y homogéneo. El poder
hegemónico, en cambio, trata de reunir las diferencias. En vez de dos campos,
hay muchos y, de hecho, al menos cierta gente se mueve entre campos, incluso si
algunos campos pueden acercarse o alejarse de las alianzas. Antes que dos gran-
des fuerzas, cada cual con un propósito único (de conquista ideológica total),
existen muchas diferentes fuerzas cada cual con sus propios objetivos y búsquedas.
53
LAWRENCE GROSSBERG
Entre consenso y hegemonía
Algunas buscan cambios más globales mientras que otras buscan transformacio-
nes más específicas en un campo particular, tales como la educación, la medicina
o la moralidad. Estas fuerzas para el cambio no necesariamente pertenecen a un
campo. Un campo particular puede alinderarse con una fuerza particular para el
cambio que no ha apoyado antes.
54
TABULA RASA
No.2, enero-diciembre 2004
55
LAWRENCE GROSSBERG
Entre consenso y hegemonía
Una lucha hegemónica es, entonces, siempre móvil, estratégica y dispersa. Incluye
la reorganización constante de las relaciones entre diferentes grupos, posiciones y
políticas. No hay una simple victoria en la hegemonía, sino que tiene que ser
constantemente construida en sitios particulares a través de alianzas y compromi-
sos concretos. Esta clase de lucha es difícil que se organice una «movilización
disciplinada» en contra el bloque medular de la hegemonía ya que quienes se le
oponen probablemente carezcan de los recursos para pelear en el rápidamente
cambiante sinnúmero de sitios donde se despliegan las luchas por la hegemonía.
La resistencia no puede ser preparada para una lucha particular puesto que para el
tiempo que se está listo, la lucha puede haber cambiado ya. El centro, después de
todo, trata de liderar en definir dónde están los problemas y dónde las luchas
serán libradas.
Segundo, una lucha hegemónica está siempre anclada en la vida diaria de la gente;
es siempre una lucha popular. Es librada con las herramientas desde la vida de la
gente, su cultura, sus lenguajes, sus formas de pensamiento, sus lógicas de cálculo,
sus sistemas de valores, etc. Y, al mismo tiempo, lo que está en juego en tales
luchas es precisamente la manera en que la vida cotidiana es organizada y entendi-
da. Una lucha hegemónica usa la conciencia y lenguajes populares para cambiar la
conciencia y lenguajes populares. Usa el sentido común, opera con y sobre el
sentido común para cambiar el sentido común. Habla al y con sentido de lo que
la gente considera como lo que realmente importa en aras de redefinir sus mapas
de lo que importa. En otras palabras, las luchas hegemónicas tienen que mante-
nerse en contacto con dónde y cómo la gente vive sus vidas, tiene que entrar en y
luchar con los dominios contradictorios del sentido común y de la cultura popu-
56
TABULA RASA
No.2, enero-diciembre 2004
lar, con los lenguajes y lógicas con las cuales la gente calcula qué está bien y qué
está mal, qué puede ser hecho y qué no, qué debería ser hecho y qué tiene que ser
hecho.
Bibliografía
Butler, Judith; Ernesto Laclau y Slavoj Zizek. 2000. Contingency, Hegemony, Universality:
Contemporary Dialogues on the Left. Verso, London.
Hall, Stuart. 1991. «Reading Gramsci». En Gramsci’s Political Thought. An Introduction. 7-129.
ElecBook, Londres.
Gray, John. 2000. Two Faces of Liberalism. New Press, New York.
Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe. 1985. Hegemony and socialist strategy. Toward a radical democracy
politics.Verso, London.
Worsham, Lynn y Gary Olson. 1999. «Rethinking political community: Chantal Mouffe’s
liberal socialism». En Race, rhetoric, and the postcolonial. Olson, G. y Worsham, L. (eds.). 165-
201. State University of New York Press, Albany.
57
Rita Laura Segato
La escritura en el cuerpo
de las mujeres asesinadas
en Ciudad Juárez
Territorio, soberanía
y crímenes de segundo estado
Segato, Laura Rita
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en
Ciudad Juárez. - 1a. ed. - Buenos Aires : Tinta Limón, 2013.
88 p. ; 17x11 cm.
ISBN 978-987-27390-4-1
1. Sociología. 2. Antropología. I. Título
CDD 306
Prólogo | 5
La escritura en el cuerpo
de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.
Territorio, soberanía
y crímenes de segundo estado | 11
El mapa latinoamericano
5
Dualidad y excepción
6
Lo visible y lo invisible
7
(en Ciudad Juárez o en el conurbano bonaerense) nos
indican el estado actual del cuerpo social pero sin lle-
gar a proveer una inteligibilidad sobre las relaciones
que traman estos fenómenos.
8
Esta hipótesis empuja a crear una nueva sección
en nuestro pensamiento para sacar de la página de
“policiales” el tratamiento de estos hechos (mone-
tarios, sociológicos, subjetivos, corpóreos), o bien
hacer de la investigación oficio de nuevos detectives
(salvajes) para situar allí, en este nivel, las claves del
nuevo conflicto social. Sobre esta cuestión tan urgen-
te y tan delicada tuvimos una larga conversación con
Rita –que agregamos al final de este libro– que propo-
ne una nueva trama interpretativa, un lenguaje para
empezar a hablar de estas nuevas formas de la guerra
y sus posibles resistencias.
9
La nueva elocuencia del poder
Una conversación con Rita Segato1
Por el Instituto de Investigación
y Experimentación Política
53
un barrio u otro, en una ciudad u otra, y nos llama
la atención. Solo podemos conjeturar su sentido a
partir de una estructura de relaciones invisible que
imaginamos existir en algún plano y que sea capaz
de explicar su ocurrencia. Entendemos, así, que tales
actos de crueldad no son otra cosa que epifenóme-
nos de una realidad que solamente podemos inferir
y postular, irrupciones violentas en las cuales un cir-
cuito profundo de vínculos se asoma a la superficie y
deja el rastro, deja indicios de su existencia. Es decir,
hay un fondo secreto, una estructura oculta por de-
trás de esos fenómenos de extraña violencia…
El diseño de un modelo que pueda darnos una ex-
plicación de lo que está pasando no es otra cosa que
una apuesta, una suposición, de lo que se esconde de-
trás de esa miríada de epifenómenos dispersos, frag-
mentarios, como son los hechos que me contaban,
por ejemplo, con relación a los niños de las villas rosa-
rinas o lo que yo he tratado en mi ensayo sobre Ciudad
Juárez: son los fragmentos mas visibles de un fondo
secreto, una estructura oculta. Apostamos a que ella
tiene un cierto diseño que vincula figuras, personajes
situados en la escena de los negocios, de los cargos de
la política y de la administración pública, de la justicia,
de la policía, etc. pero no podemos, excepto en raras
oportunidades, constatar los acuerdos que se sellan
en esos circuitos, ni cómo se llega a los mismos.
Para buscar tornar inteligibles una serie de datos
inconexos de la realidad y llamativos por su crueldad,
que no podemos explicar con relación a fines prácti-
cos, tenemos que atribuirles, como ya he sostenido en
otras ocasiones, una intención expresiva. Como, por
54
ejemplo, en primer lugar, la de una ejemplaridad que
se constituye inmediatamente en una amenaza parali-
zante, aterrorizante, dirigida a toda y cualquier inten-
ción de desobediencia, como en las antiguas ejecucio-
nes públicas que Foucault analiza en su Vigilar y casti-
gar. Esta ejemplaridad, que alcanza con su dolor y su
truculencia a toda la sociedad, es clara en la crueldad
ejercida en el cuerpo de las mujeres y también, como
en el caso de los adolescentes de las villas rosarinas,
en el cuerpo de niños y adolescentes de las periferias
pobres y también pobremente organizadas, como las
de Rosario. Lo que se espectaculariza ahí, en estos
castigos ejemplares contra figuras sociales que, evi-
dentemente, no son el antagonista, no son el miembro
de la patota enemiga, de la facción sicaria enemiga, de
la corporación armada enemiga, sino personas que se
encuentran entre el fuego cruzado de la guerra sorda,
informal, que allí se está librando, lo que se muestra
en ese espectáculo de crueldad no es otra cosa que la
propia capacidad de muerte y la insensibilidad extrema
frente al sufrimiento; es decir, un trazo cultivado con
esmero en todos los procesos de iniciación de jóvenes
guerreros, o sea, en todas la prácticas ancestrales y
presentes, de todas las tribus y sociedades conocidas,
que transforman a los hombres en guerreros tribales
o en soldados modernos. Pues es así, las estrategias
psíquicas y físicas de des-sensibilización son esencia-
les en la preparación de los hombres para la guerra. Y
esa costra gruesa frente al sufrimiento, ese callo espi-
ritual es lo que se cultiva y lo que se exhibe y, más que
se exhibe, se espectaculariza, ante la tropa informal,
la mara, la patota, y ante la sociedad también. Es una
55
exhibición de masculinidad y de capacidad cruel, letal.
Más que nada, es una forma de exhibir la absoluta falta
de sensibilidad compasiva. Una prueba exigida, indis-
pensable, en ciertos ambientes. Y esa “masculinidad”,
así construida y comprobada, resulta perfectamente
funcional para la actividad mafiosa, para el accionar
del crimen organizado. Las estructuras de las mafias y
de la masculinidad, como he afirmado muchas veces,
son perfectamente análogas.
Como venía diciendo, entonces, la función de la
ejemplaridad es central en las prácticas crueles, pues
ella permite el ejercicio de una soberanía, de un con-
trol territorial, que se expresa en su capacidad de acción
irrestricta sobre los cuerpos. Por detrás de este control
territorial se esconden límites jurisdiccionales subterrá-
neos y, en este sentido, control territorial es control ju-
risdiccional, con estratos de autoridades “informales”,
desde el punto de vista de la esfera estatal, pero contun-
dentes en sus prácticas. Quiero, todavía, enfatizar que
existe una segunda función de las prácticas violentas,
especialmente sobre las mujeres, y es la función peda-
gógica de las mismas. Tomando y modificando la expre-
sión de Hannah Arendt al hablar del nazismo como una
“Pedagogía de la Traición” en sus Orígenes del Totalita-
rismo, describo esta función como una “Pedagogía de
la Crueldad” que, por razones que no puedo examinar
aquí, es absolutamente esencial al mercado y al capital
en esta fase ya apocalíptica de su proyecto histórico. Sin
embargo, la función ejemplar del castigo en el submundo
de las jurisdicciones informales mafiosas y la “Pedago-
gía de la Crueldad” ejercida en el cuerpo de las muje-
res y esencial para forjar sujetos dóciles al mercado y
56
al capital, aunque emparentadas, no son lo mismo, no
constituyen la misma función.
57
privada, cuyas contabilidades son siempre ambiguas
pues es común contratarse, para los mismos, “en ne-
gro”, el trabajo de policías en sus horarios fuera de
servicio. El valor extraído del trabajo no remunerado
en la extracción de trabajo esclavo y servil, no paga-
do en la forma de salario declarado, así como en la
diferencia entre los valores de pagos declarados y no
declarados. Las varias formas de la evasión de im-
puestos, las varias magnitudes de la coima, así como
los dineros que circulan en el tráfico de influencia y
la compra de voluntades políticas. La corrupción que
circunda todas las grandes obras, los emprendimien-
tos intermediados por las mega-corporaciones con-
tratistas, con conexiones transnacionales; la evasión
de impuestos en los grandes negocios, los impuestos
de los sectores ricos de la sociedad (no de las híper y
estúpidamente vigiladas clases medias que viven de
sus sueldos). Y la lista podría seguir. Nos convence-
mos, entonces, de que se trata de una segunda econo-
mía de porte y caudal extravagantemente inmenso.
En el subtítulo “La Conexión Perversa: La Economía
del Crimen Global” de Fin de Milenio, último volumen
de su trilogía sobre la Era de la Información, Manuel
Castells hace una reseña estimativa de este bulto de
capital de origen criminal, y dice, por ejemplo, que
la Conferencia de la ONU de 1994 sobre el Crimen
Global Organizado estimó que solo el narcotráfico ya
rendía cifras anuales mayores que las transacciones
globales de petróleo. Eso nos da una idea de la im-
portancia de esa segunda economía, de la que pode-
mos suponer que duplica, especularmente, la primera
economía, que circula a cielo abierto.
58
La informalidad de la economía hoy es inmensa.
Pero, una vez más, cuando hablamos de informalidad
de la economía estamos hablando de banqueros, de
grandes empresarios, de gente “blanca” y de “buenas
familias”. No podría ser de otra forma, dada la enorme
masa de caudales que allí se administra. Desafortuna-
damente, lo que vemos en los noticieros es la solda-
desca oriunda de las ranchadas pobres y no blancas,
la leva reclutada por la persuasión, por la necesidad
de los desposeídos o por la fuerza, para ser carne de
cañón en la primera línea de fuego a la que son man-
dados los peones, los soldados rasos, de esa organi-
zación gigantesca que atraviesa todos los estratos y
niveles económicos de la sociedad.
Entonces, volvamos por un momento a la realidad
a cielo abierto y pensemos en lo que es el Estado, en el
papel del Estado con sus leyes y normativas de diver-
sos niveles. ¿Qué se protege, cuáles son los valores ju-
rídicos que los códigos normativos estatales colocan en
foco, cuáles son los derechos privilegiados por su mira
protectora? En primer lugar, la propiedad y, en segun-
do lugar, se protege la vida contra la violencia ilegítima,
quedando garantizada la violencia legítima en manos de
los agentes estatales que actúan en la seguridad pública.
Decimos, entones, que el Estado dedica una proporción
considerable de sus fuerzas y de la violencia legítima de
que dispone a proteger la propiedad. Será inevitable la
pregunta: ¿y qué fuerzas y qué tipo de violencia protege
la cuantiosa y enormemente variada propiedad en el ni-
vel subterráneo de la “segunda economía”?
Llegamos, a través de esa pregunta, a postular la
existencia de dos realidades: una Primera Realidad,
59
constituida por todo aquello regido por la esfera del
Estado, todo aquello declarado al Estado, visible en las
cuentas de la Nación, en las páginas de Internet de la
Transparencia en Gestión Pública, los impuestos re-
caudados, los pagos “en blanco”, todo lo producido y
comercializado, las propiedades compradas o hereda-
das, las empresas y sociedades de lucro y ONGs regis-
tradas, etc., y las fuerzas policiales y militares, institu-
ciones y políticas de seguridad pública que protegen
ese caudal legítimo, legal. Por otro lado, en el subsue-
lo de ese mundo de supuestas transparencias, se en-
cuentra lo que en mi ensayo sobre Ciudad Juárez llamé
“Segundo Estado”, y que hoy prefiero llamar Segunda
Realidad, pues es una realidad especular con relación
a la primera: con bulto de capital probablemente idén-
tico, con caudal circulante ídem, y con fuerzas de se-
guridad propias y ocupadas en proteger la riqueza que
en ese universo se produce y administra.
No podemos entender la violencia como nos la
presentan los medios, es decir, como dispersa, media-
tizada como anómala y, en algunos casos, como espo-
rádica. Tenemos que percibir la sistematicidad de esta
gigantesca estructura que vincula redomas aparente-
mente muy distantes de la sociedad y atrapa a la pro-
pia democracia representativa. Y, si pensamos un poco
más, concluiremos que necesariamente esa estructura
tiene una extensión global y una importancia política,
es decir, que interfiere en la política, como también es
interferida por centros imperiales. En el ámbito nacio-
nal porque su impacto es determinante en los pleitos
electorales. Y en el ámbito global porque, por un lado,
prestigiosos bancos del Norte lavan el dinero que pro-
60
duce y acumula la segunda economía y no es posible
investigarlos y procesarlos con todo el rigor de la ley,
allá, en el mismo Norte, ya que, como afirmó este año
el propio Fiscal General de los Estados Unidos, Eric
Holder, los actos de corrupción y fraude cometidos
por los ejecutivos de los bancos norteamericanos no
pueden ser judicializados debido al tamaño de esas
instituciones y su incidencia en las economías nacio-
nal (de los Estados Unidos) y global. Estamos aquí en
la clara duplicación del Estado y en la llana aceptación
de la intocabilidad y funcionalidad de la “segunda rea-
lidad”. Una muestra también de la conexión entre los
caudales que fluyen subterráneamente y los que fluyen
en la superficie. Por otro lado, los siempre atentos es-
trategas del Norte ven también, en esta partición del
control estatal, una nueva oportunidad para controlar
nuestros destinos como naciones, y ciertamente se
hacen presentes aquí, con agentes al servicio de in-
tereses imperiales interviniendo en ambos lados de
la realidad, es decir, tanto en los negocios sombríos y
subterráneos como en las políticas represivas. La aber-
tura y vulnerabilidad de los negocios subterráneos a la
ingerencia de los servicios imperiales y su expertise es
de mano doble: por debajo, a través de los acuerdos
del mundo subterráneo, sus tráficos de capital, bienes
e influencias, como muestra la omisión declarada, que
cité hace un momento, del Fiscal General de los Esta-
dos Unidos frente al hecho de que sus bancos lavan
el dinero de los negocios sucios en América Latina;
y, por arriba, en los servicios de asesoría para la re-
presión como, por ejemplo, es el caso del equipo de
tres militares estadounidenses que visitó Argentina en
61
septiembre de 2012 para dictar un curso en el Ministe-
rio de Defensa sobre Seguridad Nacional y Guerras no
Convencionales. En esa época Página/12 publicó va-
rias notas de Horacio Verbitsky sobre el tema, por las
que nos enteramos que los tres instructores enseñan
regularmente en un Centro creado especialmente en
1994 para reorientar a las Fuerzas Armadas de nues-
tros países en un escenario bélico ya no intervenido
por la Guerra Fría y diseñado ahora por nuevas formas
de conflictividad. Las “pandillas” fueron su tema cen-
tral, un tipo nuevo de amenaza que requiere, según
los visitantes, de asesoría del Norte. Resaltaron, según
cuenta Verbitsky, que dos años antes, cuando ofrecie-
ron sus servicios de expertos para discutir el tema de
las pandillas en los países de América del Sur, no hubo
interés. Hoy, curiosamente, pasados apenas dos años,
según los expertos, el tema causa gran preocupación.
También nos enteramos por Verbitsky de un dato evi-
tado por los anfitriones del curso de 2012, y que es
sin duda de la mayor importancia: que uno de los ins-
tructores, de nombre Goetze, trabajó en la embajada
Argentina entre julio de 1976 y julio de 1978, época
en que la dictadura perpetró las mayores atrocidades,
concentrando en su persona dos agregadurías, la de la
Fuerza Aérea y la del Pentágono.
Es vinculando estas dos evidencias que acabo de
mencionar –la complicidad de los bancos del Norte con
el lavado del dinero que arrojan los negocios mafiosos
en el Sur, por un lado, y la oferta de instrucción para la
represión de las pandillas por parte de expertos mili-
tares norteamericanos– que podemos afirmar que las
formas nuevas de la conflictividad son puertas de ac-
62
ceso para el control de nuestros asuntos en una vía de
doble mano, como estoy diciendo, en ambos universos
o “realidades”, la Primera y la Segunda Realidad, como
las vengo llamando aquí. Estoy por lo tanto convencida
de que hay que pensar grande para entender este tipo
de asunto. No hay que conformarse con el menudeo de
los epifenómenos ofrecido por los medios.
63
de mafialización de la nación y un escenario bélico
en expansión. Como parte de ese escenario debemos
agrupar tanto las guerras del para-estado mafioso,
como las guerras de los Estados cuando actúan como
para-estados. Lo que esta ocurriendo es una expan-
sión vertiginosa de lo que podríamos llamar “esfera
para-estatal”, que siempre existe; que, en sus varie-
dades, siempre está operativa, que es inherente a la
naturaleza del Estado, pero que ahora, nuevamente,
amenaza con imponerse sobre la esfera estatal, ya no
por el camino de un golpe militar, sino desde abajo
y por una forma nueva de inflación de la dimensión
para-estatal que ya habita dentro del Estado.
La duplicación del Estado fue teorizada por Ernst
Fraenkel en una obra de 1941, en el contexto de la Ale-
mania nazi. Allí el autor cita a Toennies diciendo que la
principal característica de todo estado moderno es su
naturaleza dual. La co-etaneidad de la regla y la excep-
ción, como afirma Giorgio Agamben en su relectura
de Schmitt, Benjamin y Kafka, y también Zaffaroni en
su relectura de Gunther Jacobs, es propia de todo Es-
tado en toda y cualquier época, de paz o de guerra, de
democracia y, claro, de autoritarismo. Esa estructura
dual se debe a que ningún gobierno puede actuar sólo
estatalmente. Es imposible controlar o disciplinar una
sociedad nacional, con toda su pluralidad de intere-
ses y de grupos, sólo con las leyes constitucionales. El
gatillo fácil, por ejemplo, es la consecuencia de que el
policía en la calle tiene poder de juez. El agente puede
juzgar la situación si está en peligro de muerte, y ese
vacío es un agujero negro de la legalidad. Ese hiato
natural de la ley, digamos así, ese vacío de jurisdicción,
64
permite que un policía en la calle se comporte como
juez, y que esto no sea precisamente ilegal sino una
de las formas naturales de la duplicación del accionar
estatal a través de sus agentes. Eso permite que ese
policía concentre en sí, y dentro de la legalidad, las
dos funciones. A esto se le llama discrecionalidad de
la decisión policial en la calle, y yo lo considero una de
las formas en que se revela la dualidad del estado, en
su accionar “normal”. Dualidad aquí entendida como
su duplicación en un permanente accionar estatal y
para-estatal, porque la licencia policial de actuar con
capacidad de juez abre un espacio no claramente nor-
mativo, abre un peligrosísimo espacio de arbitrio que,
encontrándose plenamente dentro de la ley se resbala
con facilidad hacia afuera de la misma. Esta es una de
las formas en que el estado es legalmente dual y actúa
para-estatalmente sin traicionar su normativa. Existen
varias formas de duplicación, y todo un territorio li-
minal entre lo legal y lo criminal, un verdadero limbo.
Entonces, si la Primera Realidad a la que me he re-
ferido ya contiene, en su accionar, ese tipo de desdo-
blamiento, de duplicación, la Segunda Realidad es toda
ella operada por un segundo Estado, marcado por la
acción de corporaciones armadas propias, sicariatos
organizados y conducidos por cabezas que actúan a
nivel local, barrial, y otras más distantes, a distancias
sociales por el bulto de capital que circula, y a distan-
cias geográficas que no podemos verificar pero que
podemos suponer por la recurrencia de ciertas tácti-
cas, por la sistematicidad de su forma de operar en
localidades distantes e inclusive cruzando fronteras
nacionales y continentales. Como expliqué, el accionar
65
de esas corporaciones armadas tiene por finalidad
proteger la propiedad, el comercio ilegal, el flujo de los
capitales sumergidos, y la propia intocabilidad de este
ambiente todo. Es, por esto, un Segundo Estado, con
sus leyes, fuerzas de seguridad y organización propia.
El efecto, para toda la sociedad, de la existencia subte-
rránea de esos elementos es la expansión, muy actual,
de un escenario bélico caracterizado por la informali-
dad, tipo de guerras no convencionalizadas, en las que
las facciones en conflicto por la apropiación territorial
de espacios barriales y personas, en general jóvenes
reclutas que se agregan a sus fuerzas, no usan uni-
formes ni insignias y expresan su poder jurisdiccional
con la ejemplaridad cruel a la que hice referencia an-
tes. Por otra parte, no hay un lenguaje para hablar de
estas nuevas formas de la guerra. No están legisladas
en ningún lugar. La Convención Contra la Tortura, por
ejemplo, habla de la tortura a mano de agentes del Es-
tado, pero allí practican la tortura los agentes de otro
Estado, los miembros de otro tipo de corporaciones
armadas. La segunda realidad es un campo incierto
completamente, un pantano. No es fácil entender con-
tra quién estamos actuando.
En la frontera o corredor intermediario entre las
dos realidades se encuentra la policía, que participa
de ambas, tiene tránsito en ambas, inevitablemente.
Una vez un director de seguridad de la penitenciaría
de Brasilia me dijo: “Nosotros, la policía, somos el
‘condón’ de la sociedad, el muro de contención, los
que retenemos toda la suciedad para que no pase,
para que no atraviese”. Una especie de liminar activo,
de umbral intermediario entre la Primera y la Segunda
66
Realidad que, de repente, se vuelve potente, se extrali-
mita, parece estar en control de los dos mundos. Sin
embargo, no nos confundamos sobre esto: la policía
tiene un margen grande de poder, pero un margen li-
mitado, porque ciertas decisiones de los liderazgos del
Estado y del para-estado pueden asociarse y promover
recambios. La policía, así como los sicariatos, que mu-
chas veces se mancomunan, son recursos humanos
descartables. Allí no están las cabezas. Son solamente
los elementos más visibles, la superficie productora de
los epifenómenos del sistema.
Finalmente, un tema central aquí es el papel de la
política o, mejor dicho, de los políticos, y la situación
de la propia democracia liberal representativa en este
complejo escenario –la “democracia real” deberíamos
decir, la “democracia realmente existente”. En estos
días, el 19 de octubre, el periódico brasilero O Globo
publicó una entrevista con el jefe del Combate al Cri-
men Organizado de la Policía Federal brasileña, Oslain
Santana. Lo que él dice allí, los datos que aporta, son
importantísimos. Literalmente afirma que no existe po-
lítico, de partido alguno, que se elija sin contar con un
fondo de campaña de origen ilícito. De acuerdo a esa
autoridad policial, todos los partidos se comportan de
la misma forma, y ninguno de ellos podría permitirse
rechazar una fuente que aporte a la caja electoral, a la
“caja dos”, como se llama en Brasil.
La diferencia entre lo que el entrevistado dice con
lo que yo digo no es una diferencia relativa a la infor-
mación, a los datos. Él y otros muchos actores estata-
les, de las fuerzas públicas o también de los medios
–como, por ejemplo, Tomás Méndez, el periodista
67
cordobés que identificó los nexos entre la política de
su provincia y el narcotráfico– ofrecen descripciones
muy relevantes y precisas de las circunstancias, descri-
ben un cuadro muy similar al que yo vengo alertando
en mis clases, conferencias y entrevistas más recien-
tes, sobre la conexión indeclinable entre políticos de
todos los partidos y las mafias, con sus aportes indis-
pensables de fondos electorales. Es muy importante
estar al tanto de ese dato de conexión y entramado
entre la Segunda y la Primera Realidad. Así como tam-
bién tener conciencia de que los políticos piensan
que, desde su posición de autoridad en el campo del
Estado, no perderán control, es decir, tendrán en to-
dos los casos la última palabra sobre la policía, que
es la agencia intermediaria por excelencia a cargo de
extraer, mediante coima o extorsión, las dádivas que
fluyen desde la Segunda Realidad hacia las fondos elec-
torales de los procesos políticos sacramentados por el
Estado. La policía también tiene fe en que no perderá
control. Pero este sistema de tres partes se mantiene
en un equilibrio inestable y, por lo tanto, no es posible
afirmar quién tendrá la capacidad última de controlar
la manija que opera todo el sistema. No es imposible
que sean las mafias, las cabezas de la mafia, quienes,
por otro lado, operan a la luz del día, en bancos y em-
presas, y también en el submundo.
No nos confundamos entonces, hay una diferen-
cia que es fundamental con lo que intento señalar. En
mi perspectiva, intento la formulación de un modelo
que trascienda los casos particulares, con todo su do-
lor. Y esa formulación teórica no es otra cosa que un
discurso sobre la estructura misma de la democracia
68
representativa de masas. En otras palabras, no se tra-
ta, para mí, de hacer una crítica constructiva a su mal
funcionamiento, sino una crítica destructiva a sus ba-
ses estructurales, que no pueden defenderse ni de su
propia sombra para-estatal ni del capital en su doble
flujo: su flujo en los circuitos de la Primera Realidad y
su flujo en los circuitos de la Segunda Realidad, am-
bos interconectados por adherencias irrigadas capi-
larmente por vasos sanguíneos muy bien surtidos. La
democracia hace aguas, está expuesta al nuevo golpe
en curso, que no le llegará desde arriba, a manos de
militares uniformados que por la fuerza se apropia-
rán del Estado, todos sus recursos y aparataje. Sino
que este golpe le llega a la democracia desde abajo,
desde el control que las mafias obtienen por su capa-
cidad de financiamiento de la propia política. Sin su
contribución, ningún candidato se encuentra hoy en
condiciones de elegirse, pues ese influjo de recursos
es necesario para la compra de voluntades políticas,
así como para la destrucción de coaliciones y alianzas
del campo antagonista.
Entonces, mi argumento sobre la indefensión del
campo estatal con relación a la Segunda Realidad es
un argumento que se encuentra dentro de un horizon-
te teórico político de mayor alcance. No se trata de
pensar remedios para resolver algunos casos y pren-
der a los culpables ocasionales, ni se trata de reformar
las policías para que se vuelvan respetuosas de la ley,
para que se disciplinen y sean confiables. Es necesa-
rio evaluar de forma cruda y realista las verdaderas
posibilidades efectivamente constatables a la luz de
experiencias pasadas de que una estructura estatal
69
conseguirá por sí misma dar cuenta de la magnitud
de las dificultades que tenemos en puertas, es decir,
conseguirá blindarse contra la expansión oportunista
del para-Estado que actúa en su interior o a su lado, en
la Segunda Realidad.
Yo he sido clara en todos mis textos de la última dé-
cada y tengo una certeza: sólo un Estado que promue-
va la reconstrucción de los tejidos comunitarios, un
Estado que devuelve, restituidor de foro étnico o co-
munitario podrá proteger a la gente en América Latina.
Es por esto que tenemos que reaprender a pensar
por fuera de la Res-Pública, libertarnos del secuestro
de toda política en la esfera pública estatal. Los movi-
mientos se han dejado capturar por esa esfera pública,
y emplean toda su energía e inteligencia en ese campo.
Por eso creo que su fe en el Estado es pía, su ingenui-
dad es total. Es importante advertir que las luchas y la
recomposición política debe correr dentro y también
fuera del campo estatal.
70
trumental y otra expresiva. En la violencia sexual, la
expresiva es predominante. No se trata de obtener
un servicio sin pagar. El ataque sexual común, del
violador de calle, tiene una racionalidad evasiva, di-
fícilmente capturable hasta para los propios agreso-
res. Cuando un preso, ya condenado, un tiempo des-
pués del hecho, es confrontado con la violación que
cometió, lo que encuentra es algo tan opaco que se
asombra, se espanta, él mismo no consigue acceder
a la racionalidad de ese acto, a pesar de que lo ha
perpetrado. Es como que la violación se apropia de
la persona del propio violador, la sorprende. Hay una
estructura compartida que actúa a través del sujeto,
desde dentro de sí, utilizando al individuo para operar
un pasaje al acto. Y la persona se disuelve en ese acto.
El sujeto que está en una búsqueda por reconstruir su
virilidad se apropia de un tributo femenino y se cons-
truye como hombre. He analizado este tipo de irrup-
ción de un contenido compartido a través del sujeto
en la violación en mi libro Las Estructuras Elementales
de la Violencia. Lacan tiene dos categorías diferentes
para dar cuenta de estas irrupciones: el acting out,
en la cual en lugar de hablar la persona se expresa a
través de una acción expresiva de ese contenido; y el
“passage a l’acte”, en la que el sujeto se destruye en
la acción. Esto ocurre en la violación. Es muy impre-
sionante escuchar al violador decir: “yo ahí me morí”,
“me maté”. En la atmósfera patriarcal-colonial moder-
na, la violación se vive como un asesinato moral. Sólo
que la mujer que es violada no tiene por qué acatarlo
de esa forma. Esto me trajo muchos problemas con
las feministas, sobre todo mejicanas. La violación es
71
una agresión tremenda pero no necesariamente un
asesinato moral, a pesar de que su intención lo sea.
Es la atmósfera patriarcal que respiramos lo que la
convierte en un asesinato moral, atmósfera patriarcal
de la cual el violador es un agente.
72
de la conflictividad en las barriadas periféricas de las
grandes ciudades latinoamericanas. La violación en el
contexto de las pandillas y maras. Allí, la racionalidad
es otra, aunque algunos elementos de la estructura
patriarcal permanecen como, por ejemplo, lo que he
descripto como el mandato de violación emanado de
la cofradía masculina en el horizonte mental del vio-
lador común, que acaba siendo análogo al mandato
de la mara o pandilla que ordena reducir, subordinar,
masacrar moralmente mediante la violación sexual de
la mujer asociada a la facción antagonista o al niño
que no se deja reclutar o que desobedece.
73
Cabe preguntarse por la finalidad de la avioneta. Al
papá lo matan, pero al niño no sólo lo matan, sino
que también le cortan las manos. Y los medios dicen:
“Bueno, lo mataron como quema de archivo, porque
había testimoniado cómo mataban al papá”. Pero,
¿por qué cortarle las manos? Se trata claramente de
una “firma” mafiosa. Es la expresividad misma de la
amenaza truculenta lanzada a toda la colectividad.
Un mensaje de ilimitada capacidad violenta, y de ba-
jos umbrales de sensibilidad humana. En la acción
para-estatal de estos grupos es todavía más crítica la
necesidad de demostrar esa ausencia de límites en
la ejecución de acciones crueles, ya que no hay otros
documentos o insignias que designen quién detenta
la autoridad jurisdiccional.
74
puestos por diversas formas de desacato o pequeñas
traiciones, porque las grandes se castigan con la muer-
te. No olvidemos que las condiciones de esa Segunda
Realidad no permiten la manutención de cárceles, que
son el lugar del castigo en la primera realidad.
Todas esas formas de castigo y violencia difusa, ese
temor que se ha alojado ya sin duda entre las gentes de
las periferias pobres de Rosario, de Córdoba, de Bue-
nos Aires y de todas las grandes urbes latinoamericanas
muestran que hay un caldo de cultivo del cual emana
una amenaza clara para toda la sociedad, son señales
disimuladamente emitidas a voz en cuello para anun-
ciar que un peligro se cierne sobre el orden y previsibi-
lidad de la existencia. Un signo de interrogación planea
ahora sobre los códigos y las convenciones que dan es-
tabilidad a las relaciones entre las personas.
Pienso en la extraordinaria película de Igmar Berg-
man sobre los preanuncios del nazismo “El huevo
de la serpiente”. Es una película que muestra cómo
se cocina un nuevo régimen de poder, como emerge
un nuevo poder. Es el huevo de la serpiente que está
siendo incubado en un nido oculto. Todo esto de las
mafias que está pasando es muy nuevo. Este tipo de
crueldad, por ejemplo, con el cuerpo de la mujer, es
propio de las nuevas formas de la guerra, inauguradas
en nuestras dictaduras militares y guerras sucias con-
tra la gente, en Guatemala, en las guerras internas, en
la guerra de la Antigua Yugoslavia, de Ruanda, y ahora
en el universo de los sicariatos. Antes, en las guerras
hoy consideradas convencionales, desde el mundo tri-
bal hasta las guerras entre Estados durante el siglo XX,
la mujer era capturada, como el territorio. La tierra, la
75
naturaleza, no es el territorio. El territorio es el espacio
delimitado, circunscrito y políticamente habitado, ad-
ministrado. La mujer siempre fue apropiada, violada e
inseminada como parte de las campañas de conquis-
ta. En ella se plantó una semilla tal como se planta en
la tierra, en el marco de una apropiación. Pero no es lo
que está pasando ahora. La tortura de las mujeres has-
ta la muerte es una acción de guerra de tipo distinto.
Es la destrucción del enemigo en el cuerpo de la mujer.
No es su conquista apropiadora sino su destrucción.
Y yo creo que es la expresión también de una nueva
relación rapiñadora con la naturaleza. Ese huevo de la
serpiente que está siendo incubado, cuya existencia se
revela en varios epifenómenos, es un nuevo orden en
el cual el mal es regla.
76
en un mundo en el cual el sufrimiento es el modo, es la
forma de vida, la persona se sujeta a ese orden intere-
sadamente. La crueldad es expresiva y se separa de lo
instrumental; pero la opción por ella es instrumental.
Es un cálculo con referencia a los beneficios codiciados.
77
como el caso de este pobrecito al que le cortaron las
manos, aparece en el imaginario general en la misma
posición de la mujer, es decir, aquello que tiene que
estar protegido, aquel cuerpo que por definición es un
cuerpo tutelado. La falla en poder tutelarlo, protegerlo
de la saña enemiga es un indicativo de quiebra moral,
una de las formas más importantes de la derrota en
un imaginario que es arcaico, ancestral. La imagina-
ción de género no se modifica fácilmente, no se mo-
difica por un decreto, tiene tiempos muy largos para
el cambio. Los cuerpos de las mujeres y los niños, en
la perspectiva de esa imaginación de tiempo larguísi-
mo, tienen que estar protegidos. Para eso están los
padres, los hermanos mayores, sus tíos, el intendente,
los soldados, que tienen que custodiar el cuerpo de
las mujeres que se encuentran bajo su cuidado, en su
jurisdicción territorial.
Pero en el caso, como sucede en Rosario, que
quienes sufren este tipo de ataque son niños que ya
son potenciales soldados, es decir, que tienen doce
años o más, la estructura, la economía simbólica que
confiere significado al mensaje no es exactamente
la misma, porque éste es un niño que ya es un su-
jeto con relativa autonomía, en la percepción de la
consciencia colectiva, por lo tanto no tiene que ser
cuidado. Cuando se agrede el cuerpo de un niño, o
el cuerpo de una mujer, a través de ese cuerpo se de-
safía y destruye la moral de aquel que debería poder
proteger y cuidar ese cuerpo. En el caso de los “sol-
daditos”, en cambio, se estaría reclutando cuerpos
como mano de obra para la guerra, o castigando y
destruyendo la mano de obra que no se deja reclutar,
78
que no se entrega a esa leva forzada para el tráfico y
otras tareas del nuevo frente de conflictividad.
79
sorprendentemente, la libertad de los acusados que se
encontraban en prisión. Algo nunca visto, porque las
víctimas y sus parientes por lo general siempre quie-
ren un culpable y su linchamiento. Pero esas madres,
no. Esas madres, de alguna forma inquietante, sabían
que los que estaban presos no eran los culpables. ¿Por
qué? Eso es lo interesante… ¿Cómo lo sabían? ¿Dónde
se originaba su certeza? Y la razón, en toda su gran-
deza e interés, es que en Ciudad Juárez hay un con-
senso, un saber compartido, que no es otra cosa que
el conocimiento de que esos raros crímenes contra
las mujeres son crímenes del poder. Y los presos no
son ni representan el poder. Quiero aclarar que pienso
que, así como le estoy poniendo nombre a lo sucedido
en esa extraña protesta que no demandaba el lincha-
miento de los presos y sí su liberación, así como que
el nombre que he encontrado es “crímenes del poder”,
por ese camino, estoy convencida que nuestro papel
como intelectuales es producir retóricas, ofrecer un
léxico a las gentes para que puedan dar voces a lo que
ya saben. Porque la gente estaba diciendo algo en la
marcha: no son éstos, son los poderosos. Y nosotros
somos los operarios de las palabras, que podemos for-
mular la idea de “crímenes del poder”.
Por otra parte, déjenme, finalmente, decir que la in-
tocabilidad e impunidad que se constata en estos es-
cenarios de la guerra contemporánea es gigante. El go-
bernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli,
dio respaldo a todos los implicados por la investigación
del Congreso Provincial en torno al caso Candela. Por lo
tanto, yo no creo que este Estado pueda proteger a las
personas. Se trata de una ficción que no funciona.
80
¿Qué avances hay en el campo del Estado?
81
cierta coherencia entre esos hechos de la superficie. El
ensayo sobre Ciudad Juárez, en este sentido, es una
modelización posible a partir de la cual cobran inteligi-
bilidad una serie de hechos.
De forma análoga, para Argentina, podemos hablar
de la trata y preguntarnos muchas cosas que sólo pue-
den ser respondidas sugiriendo un modelo de relacio-
nes invisibles, que no pueden fácilmente ser observa-
das, constatadas, pero cuya suposición permite expli-
car algunos aspectos ininteligibles de ese fenómeno,
como, por ejemplo: ¿cómo puede ser que la trata y
la impunidad con relación a la misma persistan? Pa-
recería que hay una intocabilidad de ciertos tipos de
crímenes, cuando sería facilísimo destruirlos. La trata
está a la vista de todos, en lugares conocidos; en las
localidades es muy fácil saber dónde se encuentran los
burdeles. ¿De dónde surge esa imposibilidad de ata-
carla, de desmontar la trata, siendo algo tan evidente?
Entonces, tenemos que ponernos a pensar: ¿dónde
reside, en qué consiste lo que blinda a la trata, lo que
la vuelve indestructible, lo que le permite permanecer,
como crimen a la vista de todos? Y para contestar esa
pregunta, al igual que en el caso de Ciudad Juárez, te-
nemos que valernos de conjeturas razonables, acepta-
bles, convincentes. Como, por ejemplo, los siguientes
aspectos que producen, garantizan su intocabilidad: 1.
Desde el punto de vista económico, la trata y explota-
ción de la prostitución forzada es una forma de despose-
sión del cuerpo de las mujeres que arroja valor, es decir,
capitaliza con bajísimos niveles de inversión, al punto
que puede decirse que se trata de un tipo de renta de-
rivada de la explotación de un territorio cuerpo que ha
82
sido apropiado. Se puede hablar, inclusive, en términos
estrictamente económicos, de acumulación por despo-
sesión. De acuerdo a cifras de la ONU, la trata con fi-
nes de explotación sexual produce anualmente un lucro
de 27,2 billones de dólares; 2. Las cuantías que la trata
produce, en consonancia con la tesis que vengo susten-
tando aquí, pasa, a través de las coimas entregadas a
la policía para que ésta no desactive los burdeles, a los
fondos de elección de los políticos. He sabido de un co-
misario de los alrededores de La Plata a quien, por no
aceptar la explotación de niñas paraguayas en un burdel
de su distrito, le fueron ofrecidas dos opciones: o pasar a
retiro prematuramente o ser trasladado a municipio bo-
naerense remoto y de importancia menor. La orden vino
directamente de un funcionario de gobierno por motivo
de la disminución de la colecta para la caja electoral. La
razón no es el mero enriquecimiento sino, como vengo
defendiendo aquí, la alimentación de los fondos electo-
rales de lo que llamamos “democracia representativa”;
3. Simultáneamente, su práctica juega un papel en una
economía simbólica que sustenta y alimenta la econo-
mía material propia del mercado en esta fase apocalípti-
ca del capital, pues escenifica una pedagogía perversa, lo
que he llamado más arriba de una pedagogía de la cruel-
dad, al promover y acostumbrar al espectáculo de la ra-
piña de la vida hasta el desecho, hasta dejar solo restos.
Es la propagación de la idea del goce como secuencia
de consumo y desecho; 4. La motivación de la visita a
burdeles por parte de los hombres en la actualidad no es
la satisfacción sexual –si alguna vez lo fue. Los clientes
generalmente concurren en grupos. Es común que estos
grupos tengan el burdel como el local para una confra-
83
ternización entre hombres que incluye la celebración de
acuerdos, alianzas, negocios y pactos que entrelazan a
empresarios de los más diversos portes y ramos, jueces,
policías y miembros de otras fuerzas, y políticos con sus
punteros y cabos electorales; 5. Como un subproducto
derivado del burdel como local para el pacto comercial
entre hombres se encuentra la exclusión de mujeres em-
presarias, políticas, juezas, etc., del acceso a los nego-
cios que allí se aciertan. La trata y la explotación sexual
en los burdeles es, por lo tanto, un negocio redondo,
perfectamente blindado por donde se lo mire. Solo así
podemos explicar su comprobada indestructibilidad.
84
la reciprocidad y en la ayuda mutua se encuentra en el
campo enemigo, lo que es un obstáculo para la expan-
sión de su mercadeo. Al mismo tiempo, la organiza-
ción comunitaria ofrece una alternativa de sobreviven-
cia para la gente que, al tener esa opción, no aceptará
la muerte como proyecto de vida. Es esencial que no
exista esperanza alternativa para la expansión del capi-
tal en la Segunda Realidad, con su correlato de guerra
y muerte como forma de vida. Solo cuando no existe
opción la gente se deja entrampar por esa escena. Es
por eso que la organización criminal destina mucha
munición a extinguir el conjunto de oportunidades ba-
sadas en la solidaridad y la organización comunitaria.
85
hasta el momento en esa barrera infranqueable para las
pandillas reclutadas como tropa sicaria de las organiza-
ciones mafiosas. Para este enigma de cuál es el antídoto
nicaragüense para las maras hay dos respuestas que, al
final de cuentas, apuntan a una cuestión común: la po-
lítica. Un analista, Steven Dudley, lo explica a partir de
la diferencia del tratamiento que se dio a los migrantes
nicaragüenses en los Estados Unidos durante los años
80, ya que, naturalmente, los que dejaron Nicaragua por
Estados Unidos en esa década eran disidentes del nue-
vo orden instalado en su país después de la Revolución
Sandinista y, por lo tanto, muy bienvenidos en el país
del Norte. Al contrario, los inmigrantes de El Salvador,
Honduras y Guatemala eran vistos como marginales in-
deseables y fueron deportados masivamente hacia sus
países de origen, donde a su llegada dieron origen a las
pandillas de mareros. La segunda explicación, ofrecida
por Francisco Bautista Lara, uno de los fundadores de la
policía sandinista después del derrocamiento de Somo-
za, me parece todavía más interesante: la transformación
de la sociedad nicaragüense en el proceso revoluciona-
rio sandinista y la reorganización del país después de su
victoria, con vigorosos mecanismos de participación po-
pular en la política. Este autor destaca también el hecho
de que Nicaragua es un país donde la gente mantiene
fuertes lazos comunitarios. Allí encontramos, por lo tan-
to, la respuesta a lo que estamos buscando: el freno a la
mafialización solo puede venir de la participación política
de la sociedad y su organización comunitaria.
En fin, sintetizando, lo que he afirmado aquí es
que no se puede mirar más los problemas del Estado
como una falla de sus agentes, de sus representantes,
86
de sus gestores. Tenemos que encarar la vulnerabili-
dad del Estado, su flanco abierto al oportunismo de la
expansión del capital en sus dos realidades. Necesita-
mos volver a preguntarnos sobre la estructura misma
del Estado, sobre su verdadera capacidad de conducir
a la sociedad hacia metas de paz, justicia e igualdad y,
en especial, sobre las razones por las cuales a lo largo
de la historia de los países latinoamericano su fracaso
es recurrente, permanente. ¿Por qué las buenas inten-
ciones de todos aquellos que han trabajado por correc-
tivos parciales no han dado resultado?
Yo creo, como he argumentado en otra parte, que
los Estados latinoamericanos deben abandonar el te-
rror étnico que orientó el proceso de unificación na-
cional emprendido a partir de la fundación de las Re-
públicas y promover la reconstitución de los tejidos
comunitarios agredidos y desintegrados por la inter-
vención colonial primero ultramarina y más tarde re-
publicana. El único Estado capaz de frenar la expan-
sión mafiosa es el que devuelve fuero comunitario y
garantiza los mecanismos de deliberación interna, un
Estado restituidor de ciudadanía comunitaria. Sólo
las comunidades con tejido social vigoroso, política-
mente activas y dotadas de una densidad simbólica
aglutinante tienen la capacidad de proteger a todas
sus categorías de miembros, mantener formas de
economía basadas en la reciprocidad y la solidaridad,
y ofrecer un sentido para la vida. Cuando esa opción
existe, la muerte como proyecto es rechazada.
87
1
La intervención en Lo Social, las Problemáticas Sociales Complejas y las
Políticas Públicas
1
Los Proyectos de Investigación son : Modelos de Intervención del Trabajo Social ( 1997-1999). La Intervención del
Trabajo Social y las problemáticas emergentes en el sector salud.( 1999- 2001).Modelos de gestión de las Políticas de Salud
y Acción Social en Municipios de la Provincia de Buenos Aires.( 2001-2005) y Políticas Sociales y Municpalidades su
relación con las pequeñas localidades de la Provincia de Buenos Aires 2006< en ejecución>
2
Carballeda , Alfredo J. “Políticas de Reinserción y la integración de la sociedad. Una mirada desde las Políticas Sociales”.
En Margen Nº 39. 2005.www.margen.org
3
En este aspecto es conveniente revisar el concepto de Anomia desde los trabajos de Robert Merton en función de
adaptarlos a las circunstancias actuales.
2
emergen una serie de derechos subjetivos <con grandes dificultades para alcanzarlos>,
en un marco de crisis del Imperativo Categórico Kantiano.
A su vez, la idea de futuro como incertidumbre, la incidencia de nuevas formas de
la pobreza, la pérdida de espacios de socialización y las nuevas formas de los movimientos
migratorios < más ligados a la desesperación que a la inserción>, muestran un mundo
sumamente complejo que demanda a la Intervención Social nuevas miradas y
propuestas.
4
Ver Plan Provincial de Intervención en Problemáticas Sociales Complejas. Provincia de Río Negro. Argentina. 2005.
Mimeo.
5
Carballeda , Alfredo Juan Manuel .Salud mental y Cuestión Social. Una mirada desde la Intervención. Ponencia en
Jornadas Nacionales de Salud Mental. Mendoza. 2005.
3
En otras palabras, las Problemáticas Sociales Complejas, también se caracterizan
por su movilidad y permanente metamorfosis. Así de en una internación en un hospital
pueden surgir interrogantes, inconvenientes y urgencias que trascienden la esfera
institucional del campo de la salud. Lo mismo ocurre con la Escuela, donde el espectro de
la intervención va desde la educación, pasando por la violencia urbana, doméstica, las
adicciones o la alimentación.
Estas cuestiones muestran la necesidad de pensar la Intervención en escenarios
complejos atravesados por múltiples lógicas y con la preeminencia de una u otra desde
planos muchas veces azarosos.
Otra vía de entrada a este tema es el concepto de “pérdida de solidaridad
sistémica”6 entre las instituciones. Este tema remite a aspectos fundacionales de las
mismas. En otras palabras, desde la construcción de las instituciones típicas de
intervención la que las sostenía era una relación solidaria entre ellas. Así el sujeto que
construía o producía una institución era articulado y aceptado por la otra, en la actualidad
esta relación se presenta a la inversa, donde el sujeto que proviene de una institución,
posiblemente sea rechazado por otra.
Es más, en una institución se pierde muchas veces la solidaridad sistémica dentro
de ella misma.
Las dificultades del Estado en las últimas décadas se observan también en este
aspecto dado que este era la garantía de la construcción y puesta en acto de esa
expresión de la relación interinstitucional e intra institucional. De este modo se altera el
concepto de institución si es entendida como:"... una red simbólica, socialmente
sancionada, en la que se combinan, en proporción y relación variables, un componente
funcional y un componente imaginario... la sociedad vive sus relaciones con sus
instituciones a la manera de lo imaginario, dicho de otra forma, no reconoce en el
imaginario de sus instituciones su propio producto". (Castoriadis; 1983, p. 227-228; Vol.
I).
Las instituciones modernas son en definitiva una forma de expresión de la
sociedad. Pero siempre formando parte de una maquinaria donde articula mecánicamente
con otras instituciones, coordinadas, reguladas sistematizadas y organizadas por el Estado.
“Cada institución se considera como productora exhaustiva de los sujetos que necesita en
la situación que los necesita” (Lewkowicz, Ignacio p. 44). Ocurre en la actualidad que esa
forma de relación no se presenta, incluso la solidaridad puede ser transformada en
hostilidad. Los sujetos que produjo una institución no son <<necesitados>> por la otra,
no hay un encadenamiento y necesidad de una institución con respecto a la otra. La
fragmentación también se entromete en las relaciones interinstitucionales y en la
institución misma.
Allí, en el terreno de la intervención, es donde algunos postulados básicos de la
modernidad comienzan a mostrar algunas dificultades, tanto desde su dimensión interior
como en su expresión hacia fuera. Pareciera que cada institución construye su propia
esfera y lógica en algunos casos con una fuerte desarticulación con las otras instituciones
o con la sociedad misma. Así, esta no produce sujetos para otra institución, ni acepta
“tomar” los sujetos que otra construye.
6
Ver Lewkowicz, Ignacio. Pensar sin Estado. Editorial Paidós. Buenos Aires 2004.
4
surgen de distinta forma comprensiva explicativa, no solo de los problemas sociales, sino
de las Instituciones en si mismas.
De allí que la Intervención en tanto dispositivo, entendiéndolo desde la perspectiva
de Michel Foucault,7 sería una trama de relaciones que se pueden establecer entre
componentes diversos. De este modo la Intervención da cuenta de una importante
capacidad para articular y generar diálogos entre diferentes instancias, lógicas y actores
institucionales.
Teniendo en cuenta, además, que el carácter normativo de las lógicas de las
institucionales se encuentra en crisis dado que la superposición de problemas las hace
heterogéneas y muchas veces incomprensibles. Por ejemplo a partir de la aplicación de la
lógica judicial en una institución sanitaria se genera el embate de diferentes formas de
comprender y explicar un problema. Como efecto de la fragmentación social, el escenario
institucional también se retrae y fragmenta. Estas cuestiones, para las instituciones
generan circunstancias imprevistas, difíciles de comprender y explicar, dado que no
concuerdan con sus mandatos fundacionales.8
La crisis de lo normativo, a nivel institucional interpela desde su dificultad o
imposibilidad de aplicación. Entender las relaciones intra institucionales e
interinstitucionales desde el concepto de dispositivo puede ser útil en la medida que este
permite una mirada mas amplia y la posibilidad de hacer actuar formas de acción desde
diferentes nociones, recuperando el concepto dispositivo trama de relaciones
Las diversas expresiones de la crisis impactan en circunstancias y cuestiones
institucionales que se hace necesario abordar. La idea de “tiempo” hoy se presenta como
heterogéneo tanto desde la perspectiva del sujeto de la práctica sobre el que se interviene
como en los diferentes espacios institucionales e interinstitucionales.
La noción de tiempo no es la misma para el sector Educación que para el sector
Salud de ahí que las expresiones conflictivas, los reclamos y la dificultad de relación e
interacción sistémica, tal vez tenga que ver con la pérdida de una instancia que las
aglutinaba, pero que, marcaba desde un lugar de autoridad y legitimidad el sentido de
éste. Esa instancia era el Estado Nación.
Desde la Intervención se hace necesario repensar diferentes perspectivas
instrumentales desde las mismas, es posible que se construyan en el diálogo de distintos
campos de saber con una perspectiva orientada hacia ella pero, básicamente en relación
de su “sentido”.
Es frecuente observar disímiles formas de expresión de la intervención en lo social
donde los desarrollos de esta culminan en metas u objetivos limitados.
La intervención, si bien puede pensarse en relación a metas, propósitos, etc, debe
definirse en relación a sus fines últimos. Allí la historia marca algunas cuestiones que
pueden ser interesantes. El surgimiento de las Ciencias Sociales, tal como las conocemos
en la actualidad, hacia fines del siglo XIX va acompañado de la aparición del Trabajo
Social, disciplina que surge con el mandato de intervenir desde el conocimiento en lo
social. 9
En otras palabras se intentaba conocer sistemáticamente la sociedad para
intervenir sobre ella. En ese período sobresalía la preocupación por la integración de la
sociedad por la amalgama de ésta, agotado el modelo económico de la segunda
revolución industrial y el liberalismo.
7
Ver noción de Dispositivo en Michel Foucault.
8
Políticas de Reinserción y la integración de la sociedad. Una mirada desde las Políticas Sociales. Op.Cit.
9
Carballeda, Alfredo.Prólogo del libro “La dimensión técnico instrumental en Trabajo Social” Travi Bibiana. Editorial
Espacio. Buenos Aires 2006.
5
Con el siglo XX surgen Estados que se caracterizarán por su centralidad en la
relación con la sociedad. Desde allí, se construyen dispositivos de intervención con la
forma de instituciones que comienzan a estar en crisis a partir del desmoronamiento del
Estado de Bienestar. El origen de las intervenciones modernas en lo social, pueden
ubicarse en ese contexto donde algunos atravesamientos fundacionales ligados a los
pensamientos hegemónicos de esa época como el positivismo y el liberalismo económico
siguen aún presentes, dialogando con otras formas de entender lo social, tal vez mas
ligadas al lazo social , a una perspectiva de comunidad.
La intervención no pude desprenderse de la sociedad a la que pertenece de allí que
en la misma se entrecrucen diferentes miradas y discursos que, en este contexto de
complejidad es conveniente analizar. En este aspecto, desde las miradas más sencillas
vinculadas con lo epistemológico interpelan a la intervención en si misma. En otras
palabras, muchas veces la Intervención, es pensada y puesta en acto desde una
perspectiva cercana a la relación causa efecto que vincula a esta actividad más con las
ciencias naturales que con las sociales.
De esta forma se construyen determinismos subjetivos que atraviesan a todos los
actores del escenario de la intervención. De allí se produce una visión, si se quiere
“fatalista”, que anuncia el resultado o el fracaso del programa, política o plan que se está
gestando. Pensar la intervención desde condicionantes y no determinantes, nos lleva al
terreno de lo probabilístico, donde la singularidad y la subjetividad suben a la escena
ahora con papeles relevantes. La intervención en lo social es una acción básicamente Inter
– Subjetiva y fuertemente discursiva. De allí que la palabra, la mirada y la escucha sigan
siendo sus elementos mas sobresalientes.
Desde una perspectiva académica cabe preguntarse el “lugar” de la intervención
social como episteme en tanto si se construye como conocimiento a priori o a posteriori.
La intervención en lo social básicamente se vincula con el conocimiento a posteriori, su
saber proviene de la práctica cotidiana, la intervención se funda en el hacer y es desde allí
de donde debe abrevar el conocimiento y especialmente las preguntas a otros campos de
saber.
De este modo, surgen algunas cuestiones relacionadas con el acceso a la
subjetividad, a pensar las representaciones sociales del problema que se quiere abordar, y
como esas representaciones atraviesan el momento de la intervención. Tal vez una mirada
a las modalidades de registro de cuenta de cómo es tratada esa singularidad o si ésta es
ocultada detrás de casilleros que solo buscan construir cuestiones a mensurar a
cuantificar.
Una vía de acceso posible es la utilización de la noción de “trayectoria”, como
historia social de vida, en una aplicación que trate de ubicar diferentes accidentes
topológicos en la historia de ese sujeto, entendido como sujeto histórico social. En este
aspecto, la memoria como instrumento de intervención confiere un carácter singular a
ese otro en el diálogo con el propio relato colectivo que lo rodea.
A partir de los acontecimientos ocurridos ya mencionados, y las nuevas
expresiones de la cuestión social enunciadas como “Problemáticas Sociales Complejas”, la
intervención en los escenarios actuales se puede orientar hacia la reparación, hacia la
recuperación de capacidades y habilidades que fueron, posiblemente obturados por las
circunstancias que generaron la desigualdad.
Desde esta perspectiva, el concepto de re inscripción llevado a la Intervención
Social, implica la de - construcción de procesos de estigmatización, desde un abordaje
singular de padecimiento objetivo y subjetivo. Pero, básicamente, re inscripción significa
recuperar la condición socio histórica del sujeto. De allí la Intervención se enuncia como
posible dispositivo de reconstrucción de subjetividades, entendiendo a la necesidad como
producto de derechos sociales no cumplidos, considerando a la intervención como un
6
medio y no un fin en si misma, dado que contribuye a la integración de la sociedad desde
una perspectiva inclusiva. La Intervención se transforma en un hacer de tipo
anticipatorio, en la medida que pueda recuperar su carácter estratégico. Dado que la
principal característica de su escenario es ser el lugar de encuentro entre lo macro y lo
micro social.
5- El Sentido de la Intervención
10
Carballeda, Alfredo . “La Política Social Como estrategia”. Artículo Publicado en www.margen.org
7
Bibliografía
Carballeda, Alfredo El trabajo Social desde una mirada histórica centrada en la intervención. Editorial
Espacio. Buenos Aires. 2006
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Míguez, Daniel. Los pibes Chorros. Estigma y Marginación. CI. Buenos Aires. 2004
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Universidades latinoamericanas
I Compromiso, praxis e innovación
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1
Introducción
Hace ya más de una década que en el ámbito universitario, en los temas de investigación
de las ciencias sociales se expresan preocupaciones por las condiciones de vida de los
sectores populares atravesados por procesos de fuerte empobrecimiento como producto
de políticas de corte neoliberal que en los últimos 15 años han dejado a gran parte de la
población fuera de las redes de contención del Estado o de la integración que produce el
trabajo, población que queda sujeta a programas focalizados que la colocan en una
situación de extrema fragilidad en tanto dependientes de esas políticas.
Los científicos sociales, desde sus posturas más críticas, deben dar respuesta a estas
situaciones ya que son o deberían ser productores de un conocimiento que le sirva a la
gente.
Ahora bien. ¿Cuales han sido las formas concretas de implementación de esta
perspectiva de trabajo en el momento de formación del CIDAC?
En tercer lugar, la construcción del vínculo con áreas del Estado con despliegue de
políticas compartidas por los objetivos del centro. En este sentido, se ha avanzado de
manera importante con el MTESS en la implementación del Programa Obra Pública
Local con aporte de materiales.5 Esta política de capacitación en obra, permite ir
construyendo las aulas del centro de formación profesional del Cidac en Barracas al
tiempo que se trata del primer trayecto formativo del mismo.
Otra cuestión, que está muy ligada a la forma clásica de concebir a la etnografía es
considerarla como el estudio de lo micro, la pequeña aldea, la pequeña comunidad. Y
parecería ser, que su conformación como metodología clásica de la antropología está
elaborada para este tipo de abordaje. Lo que queremos transmitir aquí es que, la
etnografía, a partir de su relación con la teoría trasciende el marco de lo micro, del
análisis de lo local. Porque a partir de la teorización es posible hacer un estudio local,
pero después generalizar a partir del análisis de los procesos contextuales en los que se
inscribe el estudio.
La etnografía además, presupone un trabajo artesanal, complejo, que tiene que ver con
esta articulación teoría y método. Cuando se está formulando el armado de un proyecto,
una inmersión en el campo, incluso de un diagnóstico, ya debe tenerse un
conocimiento de esa realidad y entonces, se comienza el trabajo de campo también con
un marco teórico.
Elena Achilli (1985), cuando habla de la relación teoría/método, la define como relación
dialéctica. Esta relación se da a partir de las categorías teóricas, analíticas con las que se
está interpretando el campo, y también con la relación con las categorías sociales que se
encuentran en el campo, que producen los sujetos con quienes se está trabajando. Al ser
dialéctico implica una continua relación y transformación entre las categorías de análisis
5
y las categorías sociales. Las categorías sociales son las que producen los sujetos, las
categorías analíticas son aquellas que permiten producir un conocimiento sobre el
campo.
Otra cuestión importante es la historización de los procesos sociales, así como también
lo es la recuperación de los sujetos sociales, sus representaciones y sus prácticas. Lo que
planteamos es trascender los debates clásicos acerca de la relación sujeto/estructura, la
determinación del sujeto por la estructura, o esas perspectivas más posmodernas de un
análisis social sin sujeto. Lo que pretende el enfoque socioantropológico es recuperar la
voz de los sujetos, de los protagonistas. Recuperar los sentidos y las representaciones
que tienen en torno a sus prácticas, pero a la vez dimensionarlas en tanto, estos sentidos
puedan ser sentidos contradictorios. Es decir, recuperar la heterogeneidad del sujeto y
de las propias contradicciones por las que puedan estar atravesando. Muchas veces, los
sentidos de los sujetos están atravesados por procesos hegemónicos y sus
significaciones de lo social tienen que ver con esos procesos hegemónicos. Ahora bien,
en términos de Menéndez (2002), es necesario tener un alerta, ya que en tanto la
centralidad está puesta sólo en los sujetos podemos terminar pensando que esa realidad
que nos cuentan, es la realidad. Esto nos tiene que llevar a un debate en torno a lo que el
autor plantea como la cultura como verdad; este debate es central a la hora de realizar
trabajos de investigación participativa o de intervención social ya que el enfoque
etnográfico, permite recuperar el carácter conflictivo, contradictorio de la realidad
social. Nadie es pobre porque le guste ser pobre, hay relaciones de desigualdad que
marcan el lugar en el que está cada uno. Incluso relaciones de desigualdad al interior de
los mismos grupos populares.
Dadas estas características del enfoque, nos hemos propuesto en nuestro trabajo en el
espacio del CIDAC y en la formación de los futuros antropólogos, tratar de conjugar la
investigación etnográfica y acciones en territorio con el objetivo de producir
conocimientos sobre la realidad social en la que estamos inmersos. Producir, además,
conocimiento con el otro, proceso que permite develar la realidad, dar cuenta de
procesos de alienación, de desigualdad social. Pero al conjugar investigación con
formas particulares de acción social lo que pretendemos es romper con formatos
descriptivos de la realidad, la cuestión no es enumerar ni describir las condiciones de
vida de los pobres sino que nuestro objetivo es producir teoría, ya que es la teoría sobre
los procesos sociales la que nos tiene que permitir denunciar y habilitar a pensar por qué
nuestra sociedad es una sociedad fuertemente desigual.
Las así llamadas formas particulares de acción que estamos llevando a cabo en el Barrio
de Barracas reconocen antecedentes históricos no sólo en nuestro país, sino también en
la región latinoamericana y también en Europa.
Nos preocupan especialmente estos procesos y porque pensamos como ya se dijo que
las acciones no son antagónicas con la teorización que las sustenta y las entiende
configurando ambas – la acción y la teoría - una relación dialéctica, sino que por el
contrario estas pueden ganar en alcance y eficacia si se sostiene un vínculo adecuado
entre teoría y acción, tratando de coherentizar nuestro quehacer, tomamos la decisión de
realizar una investigación sobre los trabajos de acción comunitaria que estamos
realizando, comenzando en un primer momento con la indagación y análisis del
proceso de construcción de la sede del Cidac por 12 trabajadores desocupados del barrio
a través del marco de un Programa conveniado con el Ministerio de Trabajo ( ver citas 4
y 5).
El área de Formación para el Trabajo del Cidac cuenta con un Proyecto de Voluntariado
Universitario presentado y aprobado oportunamente (convocatoria del Ministerio de
Educación 2008-2009). Parte del grupo de estudiantes voluntarios de dicho proyecto es
el que va a constituir el equipo de investigación que se forma para llevar adelante la
tarea, coordinados por la responsable del área, Profesora Anahí Guelman (educadora) y
por Mirtha Lischetti ( antropóloga), cada una de las cuales coordina específicamente las
tareas de dimensionar lo teórico y las tareas de trabajo de campo, respectivamente.
del Cidac. Los contenidos de esta capacitación tienen que ver con conocimientos de
matemáticas, de lengua, y de trabajo corporal, este último para facilitar el uso
inteligente y conciente del cuerpo en obra. Si bien los marcos normativos del Programa
del Ministerio de Trabajo señalan la obligación de evaluar según el marco de
“competencias”, en este caso de los conocimientos teóricos-prácticos de la construcción,
la Profesora Anahí Guelman preparó un informe , que puso a consideración del
Ministerio, en el que analizaba la pertinencia de brindar una capacitación integral y no
sólo específica a los trabajadores-estudiantes, situación esta , que también nos permite
observar la relación entre un organismo estatal de “funcionarios” y otro organismo
estatal en el que es dable desarrollar el “ pensamiento crítico”.
El equipo que realiza los registros acude al campo una vez por semana cada uno para
realizar sus observaciones. Las reuniones orientadoras, también son semanales y son
coordinadas por las dos profesoras mencionadas.
Si bien están resultando relevamientos interesantes entre lo que se ve y lo que se
escucha, todavía no estamos en condiciones de poder exponer resultados dado el corto
tiempo ( dos meses ) que lleva nuestro trabajo.
A modo de cierre
9
Muchos de ellos reclaman en su formación la ausencia de las prácticas etnográficas, las que ha pesar de
los esfuerzos y las posibilidades que brindan algunas cátedras, no alcanzan a llegar a la totalidad de los
alumnos
9
Nos interesaba poner ante la consideración de Uds. esta experiencia formativa que sale
de los marcos habituales y que conlleva experiencias de interdisciplinariedad en la
acción comunitaria, dando por tierra de manera concreta con la excesiva especialización
y con la desarticulación teoría-práctica, situaciones, estas últimas que tienden a aislar el
desarrollo del conocimiento del contexto histórico-social, alejado de los problemas que
nuestra realidad plantea.
Referencias Bibliográficas
CUADERNO Nº 44
1
INDICE DE CONTENIDOS
Contenidos Páginas
3. El diagnóstico comunitario 7
2
1. Significado y utilidad del diagnóstico en intervenciones sociales1
1
Este docuemnto está basado en el fascículo 2 de la serie Construyendo Comunidades, un aporte
metodológico, que la autora escribió en el marco de la Iniciativa Oportunidades Educativas
Comunitarias, de la Fundación ARCOR, en 2006. Otro antecedente relevante aunque referido a
diagnósticos multisectoriales, con características multidisciplinares y multiactorales (o participativas)
es el capítulo 3 de Nirenberg, Olga; Brawerman, Josette y Ruiz, Violeta. 2003. Programación y
Evaluación de Proyectos Sociales: aportes para la racionalidad y transparencia. Colección Tramas
Sociales. Volumen 19. Ed. Paidós. Buenos Aires, Argentina.
3
A eso se hace referencia cuando se dice que los diagnósticos permiten
fundamentar las hipótesis de trabajo, puesto que para formular dichas hipótesis
debe tenerse, además de una fotografía acerca de la situación actual (un “corte
transversal”), información acerca de las tendencias históricas (qué cambios o
permanencias hubo a través del tiempo) a la vez que una explicación basada en
teorías vigentes acerca de los factores y mecanismos que producen ese tipo de
situaciones, es decir, cómo suceden las cosas o cuáles son los problemas que
deben resolverse para introducir cambios para que las cosas sucedan de otro
modo en el futuro.
Así visto, puede decirse que el diagnóstico es el primer momento del proceso de
planificación / programación.
2
Se quiere decir “sin intervención”, pues se sabe que los procesos sociales no se desarrollan
azarosamente sino como consecuencia de acciones más o menos intencionales de los múltiples
agentes implicados.
4
siendo o ha sido llevado a cabo. Vale decir que el diagnóstico inicial será
importante para la evaluación en sus diferentes momentos ya que servirá como
línea de base o parámetro comparativo con el que se contrastarán las
informaciones que se obtengan en los diferentes momentos evaluativos,
particularmente en la evaluación final. En la evaluación ex ante permitirá
apreciar la pertinencia de las actividades planteadas y el dimensionamiento de
las mismas, así como la adecuación de las estrategias y modalidades de
intervención, en función de las características y magnitud del/los problemas y su
contexto. En la evaluación de procesos, durante la ejecución del proyecto, servirá
para ver en qué y en cuánto se ha modificado la situación inicial, lo que permitirá
rectificar o ratificar los rumbos de acción que se han venido desplegando. En la
evaluación final servirá para contrastar la situación de llegada con la del punto de
partida, para poder sacar conclusiones acerca de la eficacia del proyecto y de la
modalidad de trabajo adoptada para el abordaje de la situación problemática.
5
En tal sentido, los principales productos3 que se obtendrán, de alta importancia
para la formulación de toda intervención social, son:
3
Como se verá luego, no son esos los únicos productos emergentes de un diagnóstico que
fundamentan en forma completa su significado y utilidad, ya que la generación – o el
fortalecimiento – de un espacio de interacción de actores diversos, que asumirá roles diferentes a
lo largo del ciclo de la gestión del proyecto, así como el comienzo de la colocación del tema en la
agenda pública son resultados estratégicos y relevantes del proceso diagnóstico.
6
intervención se sigue profundizando en el conocimiento de la realidad en la que
se interviene. De modo que puede agregarse que además de los recortes
espacial/territorial, poblacional y temático, un diagnóstico de situación es
también un recorte temporal.
3. El diagnóstico comunitario
4
Véase Alipio Sánchez, Ética de la Intervención social, Editorial Paidós, 1999.
5
También existen otras formas de agrupación comunitaria que son relevantes y que no tienen al
territorio como componente definitorio. En efecto, con el término “comunidad” se suele hacer
alusión a los agregados comunitarios que se desarrollan dentro de matrices institucionales como
empresas, escuelas, organismos no-gubernamentales, o aquellos colectivos que tienen una relación
menos estrecha con su territorio como las tribus urbanas (barras bravas, movimientos de rock,
religiosos, etc).
7
intercambios, de los acuerdos y controversias, de la materialización de los
resultados, del hacer mancomunado. Cuando se habla de comunidad se hace
referencia a sujetos que recorren espacios comunes en la vida cotidiana y sus
complejas alternativas, a relaciones que conectan desde lo distinto y aún desde
lo contradictorio. La comunidad en este sentido se construye en arduos procesos
de consensos siempre provisorios y contingentes, que necesitan de permanentes
redefiniciones y concertaciones explícitamente trabajadas.
8
− El aprendizaje colectivo y el empoderamiento institucional y comunitario,
pues como se anticipó, implica aprendizaje para los actores que se
involucran, permite dejar capacidades instaladas y facilita incorporar
modalidades de reflexión – autorreflexión para la transformación.
Es en ese sentido que puede afirmarse que el diagnóstico es útil además para la
construcción de la viabilidad futura de los proyectos. Resulta estratégico para
conseguir adhesiones y apoyos por parte de funcionarios y de otros actores que
tienen poder de decisión o influencia sobre recursos necesarios para la resolución
de las situaciones problemáticas y para llevar adelante las acciones previstas; de
modo que sirve también para construir, desde el mismo inicio de las acciones, su
ulterior sustentabilidad.
Por todo ello, un diagnóstico tiene que ser comunicable, para que pueda
convertirse en una herramienta de abogacía, en la medida que sus resultados
sean difundidos por los medios masivos locales (emisoras de radio y TV y prensa
escrita), haciendo referencia en los mensajes y gacetillas a los procedimientos
por los cuales se llevó a cabo, con énfasis en el protagonismo de los actores. En
tal sentido, los miembros del grupo responsable de las actividades diagnósticas
deben estar disponibles para brindar notas periodísticas junto con pobladores y
otros actores locales que se hayan involucrado; si las autoridades locales (por
ejemplo el intendente o autoridad comunal) se hubieran involucrado – lo cual es
altamente recomendable –, las entrevistas que ellas otorguen a la prensa son de
suma importancia; no cabe duda, que en esos casos, el diagnóstico local se
constituye en herramienta política.
9
El término abogacía usado en el párrafo previo traduce la palabra
inglesa advocacy, que alude a las acciones que se desarrollan en favor de una
causa, para colocarla en forma relevante en la agenda pública y en las políticas
gubernamentales. Por ejemplo, en el caso de la infancia: las prácticas de crianza
para el desarrollo infantil, los derechos de los niños, el valor de la educación y la
inserción en el sistema educativo como influyentes de trayectorias futuras, entre
los más relevantes.
6
En el capítulo 3 de Nirenberg, O. et al, 2003, Programación y Evaluación de Proyectos Sociales,
aportes para la racionalidad y la transparencia, Colección Tramas Sociales, vol. 19, Ed. Paidós, se
exponen los aspectos a considerar en diagnósticos relativos a población adolescente.
10
− Indicadores de pobreza en la población general (personas NBI y por
debajo de líneas de pobreza e indigencia).
. Sexo
. Mortalidad materna.
− Trabajo infantil
11
− Niños fuera de sus familias, institucionalizados (con causas penales o
no) o bajo modalidades alternativas de atención (pequeños hogares,
familias sustitutas, etc.).
Un actor social puede ser una organización formal, pública o privada; una
asociación de la comunidad, un grupo comunitario, grupos particulares de
interés, sectores socioeconómicos, clases de individuos (definidos según algún
atributo o rol específico dentro del campo de intervención) e incluso individuos
que intervengan en la dinámica comunitaria en forma relevante.
− Instituciones académicas.
7
Se piensa acá en actores orientados a población infantil, sin embargo, algunos son también
significativos para la población general.
8
Cabe distinguir aquellas que tienen mayores niveles de formalización y las que son organizaciones
o grupos de base sin formalizar (entidades culturales, sociales y religiosas, centros vecinales,
asociaciones de familiares o padres, etc.).
12
Se reitera que la identificación de los actores irá ampliándose progresivamente, a
medida que se avanza en el conocimiento de las relaciones dentro del territorio
de intervención.
En especial, cuando se muestra y analiza la relación entre los actores, debe tener
un lugar importante el tipo de vínculos que se establece con los actores públicos,
y viceversa.
Como se mencionó previamente, los actores se distinguen entre sí por una lógica
particular de comportamiento o racionalidad, por una percepción propia acerca
de la realidad y por el tipo de recursos en los que tienen injerencia. Estos
aspectos definen una determinada posición de cada actor en la comunidad y
específicamente con respecto al tema de interés.
13
La caracterización que se realiza inicialmente de los actores sociales permitirá
durante el diagnóstico disponer de información para reconocer sus fortalezas y
debilidades como se explicó previamente; pero además sirve para conocer
progresivamente la posición que cada actor asume frente a los problemas
identificados y las soluciones propuestas.
9
En el esquema del Marco Lógico se llama a ese poder “mandato” de los actores, refiriéndose a la
autoridad formal que tienen los actores para proporcionar un servicio o cumplir una función
determinada, es decir, a la jurisdicción que tienen en cuanto al problema bajo consideración.
14
− Reconocer la importancia que tienen para el proyecto determinados
actores que tienen una posición de indiferencia o de oposición.
− Valorar la relevancia que tienen los actores que están a favor del proyecto,
en función de los recursos que disponen o controlan.
En general, el análisis de los actores y sus posiciones debe ser uno de los
criterios para priorizar y seleccionar el/los problemas; y posteriormente, un
criterio también para seleccionar una alternativa viable para intervenir.
Un problema social plantea una brecha entre lo que existe y lo que es deseable
por parte de un conjunto significativo de actores sociales.
15
Las situaciones problemáticas implican por lo general carencias o dificultades de
acceso y participación efectiva en relación con servicios o bienes sociales. En el
caso de la iniciativa OEC los problemas se relacionan con los obstáculos
existentes para que los chicos accedan a oportunidades educativas tendientes a
su desarrollo integral. Dichos problemas deben ser delimitados socialmente
(población que está afectada) y territorialmente (espacio geográfico donde se
ubica).
A través del diagnóstico los problemas deben ser priorizados; los criterios más
relevantes para realizar esa priorización y seleccionar el problema central o focal,
son:
Debe plantearse una explicación del problema focal en función de los factores
explicativos directos, indirectos y estructurales. Esos factores son, a su vez,
problemas asociados, causas, o determinantes, relacionados con el problema
focal o central que se seleccionó; este es el componente “explicativo” del
diagnóstico, que antes se mencionó. Además, deben señalarse los problemas o
consecuencias o efectos que se derivarían de la no resolución del problema focal,
el cual constituye el componente “pronóstico” del diagnóstico, que se anticipó.
10
Véase El marco lógico: Una guía de gerentes para diseñar y evaluar proyectos en forma
científica. Management Systems Internacional. Washington DC. Mimeo. (Sin fecha) y Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). Curso sobre Marco Lógico; www.iadb.org, 2002.
16
Esquema de árbol de problemas (Marco Lógico)
EFECTOS
PROBLEMA
FOCAL
CAUSAS
17
tiendan a corregir o resolver los problemas que afectan la situación de la
población objetivo en la temática considerada11.
11
Robirosa Mario, Cardarelli, Graciela y Lapalma Antonio. 1990. Turbulencia y Planificación Social.
Lineamientos metodológicos de gestión de proyectos sociales desde el Estado. UNICEF, Siglo XXI
de España, Ed., Buenos Aires, Argentina.
12
En algunos casos se podrán recoger las opiniones de las familias o pobladores en el marco de
talleres, o bien mediante la aplicación de sencillas encuestas de opinión (que no tienen porqué
basarse en muestras representativas estadísticamente), fácilmente procesables y analizables.
18
ANEXO: MATRIZ PARA EL MAPEO DE ACTORES
Grado de poder sobre recursos
Grado de adhesión a la intervención
Tipo de actor (organización y posición Tema/s del/los que se ocupa en estratégicos*
Nº
que ocupa en la misma) relación con la infancia Baja/
Alto Medio Bajo Alta Media Opositor
Indiferente
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
* Detallar en la matriz siguiente y en cada caso los recursos sobre los que se ejerce control:
Nº de Detalle de los recursos sobre los que se ejerce control
actor
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
19
Serie: Documentos de apoyo a los proyectos estudiantiles Nº 1
Unidad de Proyectos
Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio
Universidad de la República
Mayo de 2009
extensión
r\
Proyectos
Univaritdad da la RapwbIMa
* tOiién OiMoto
*
El presente material fue elaborado por: Agustín Cano, Alicia Migliaro y Blanca Acosta,
docentes del Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio (SCEAM) y del
Programa Integral Metropolitano (PIM) de la Universidad de la República.
Unidad de Proyectos
Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio
UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA
Brandzen 1956 Piso 2 | Tel: (02) 4033782
Correo: proyectos@extension.edu.uy
Montevideo, Uruguay
Presentación …................................................................................................................. p. 4
Todos los capítulos del presente número buscan contribuir a visualizar los contenidos de un
proyecto social, así como su lógica interna de ordenamiento y presentación. Se trata de un
material de apoyo formativo en el marco de los talleres sobre formulación de proyectos que
realizaremos en la etapa preparatoria previa al cierre de la convocatoria. Es importante
recordar que a los efectos del llamado en curso los proyectos deben presentarse de acuerdo
a lo estipulado exclusivamente en las Bases y Formularios pertinentes al llamado.
Los invitamos a participar de esta Convocatoria y a construir entre todos una extensión
universitaria crítica y transformadora, cada vez más vinculada a nuestra formación
universitaria curricular.
Paulo Freire
La palabra proyecto habita un territorio pautado por la idea de tránsito; vincula las
temporalidades de pasado, presente y futuro. El término proyecto remite siempre a un futuro
imaginado desde una situación presente. Conlleva una determinada representación de una
situación nueva respecto a la situación de partida, la cual será posible fruto de determinadas
acciones concebidas y organizadas a tales fines. El proyecto es entonces el medio para
concretar una idea, para transformar una realidad. Podríamos decir que el proyecto es el
camino que recorremos desde que imaginamos la situación nueva hasta que la vemos
realizada. Un proyecto es entonces, en primera instancia, organización de la voluntad de
cambio.
Existen variaciones en los modos de concebir lo que se llama “el ciclo de vida de un
proyecto”. Para algunos autores (Cejas, Olaviaga, Kremer: 2006), el ciclo de vida de un
proyecto consta de cuatro fases:
Otros autores visualizan además de las etapas reseñadas otros momentos en el ciclo de
vida de un proyecto; pero en todo caso, lo que nos interesa aquí señalar es que la vida de
un proyecto no comienza en el momento en que se inicia su ejecución, sino ya desde el
momento de su gestación, concepción, y formulación. Estos momentos iniciales contienen
además una serie de procesos de una importancia fundamental, tanto para lo que será
ulteriormente el desarrollo del proyecto, como por lo que implican en sí mismos ya como
intervención. Nos detendremos un momento en la primera etapa del ciclo de vida de un
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No nos detendremos mayormente en este punto, simplemente señalaremos que existen diferentes
perspectivas de planificación en función de cómo éstas integran o no las transformaciones e
imprevistos que ocurren en la práctica “a pesar de” lo que inicialmente fue planificado por el proyecto.
Así por ejemplo, se suele diferenciar entre “planificación normativa” (rígida, con poco márgen para
integrar las transformaciones del contexto) y “planificación estratégica” (una planificación con mayores
posibilidades de permeabilidad y capacidad de integración de la dimensión de la incertidumbre propia
de los procesos sociales) (Lapalma: 2001)
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Esta perspectiva de trabajo tiene además que ver con la dimensión ético-metodológica de la
extensión universitaria, donde tan importante como lo “qué” se haga, es el “cómo” se haga. Y ese
“cómo”, en la extensión, parte de concebir a la comunidad no como objeto de intervenciones
universitarias, sino como sujeto protagonista de los procesos de transformación que ocurren en su
interior. Ahora bien, en lo que respecta al presente llamado a proyectos, puede ocurrir que no exista
el tiempo necesario para generar procesos de construcción de demanda previo al cierre del llamado.
En dichos casos, sugerimos que el equipo incorpore dentro de su plan de acción y su cronograma de
actividades la realización de procesos de este tipo como punto de partida de la etapa de ejecución de
los proyectos.
A continuación veremos los pasos necesarios para elaborar un árbol de problemas, y luego
incluiremos un ejemplo que ayude a visualizar mejor el instrumento.
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En ocasiones en lugar de partir del problema central, se estructura el árbol de problemas partiendo
de un problema cualquiera, ubicando luego otros problemas relacionados según sean causas o
efectos del problema inicial. Una vez finalizado el ejercicio se elige un problema focal de intervención,
por lo que en esta perspectiva el problema central sería resultado y no inicio del árbol de problemas
(FORMEZ: 2002).
3- Avanzar hacia abajo preguntándose por las causas de las causas. Una vez
identificadas y colocadas las causas directas del problema central, se pasa a buscar y
describir las causas de las causas, que se irán colocando debajo de las causas identificadas
primariamente. Se busca así representar explicaciones multicausales del problema central.
Se pueden utilizar líneas para vincular la relación entre causas (causas que lo son de más
de un problema).
4- Avanzar hacia arriba preguntándose por los efectos. Una vez identificadas las causas,
se pasa a la búsqueda de los efectos o consecuencias del problema central. Tal como se
hizo respecto a las causas, se ubican en la primera línea los efectos directos del problema
central, y luego se avanza hacia arriba ubicando efectos y consecuencias indirectos o
relacionados con los efectos primarios.
5- Revisar el esquema completo y verificar las relaciones causales. Una vez obtenida
una primera representación gráfica del árbol de problemas, se analiza colectivamente el
resultado y se revisan las relaciones entre problemas y sus relaciones causales. En la
técnica del árbol de problemas, tan importante como el resultado (que si es bueno ayuda a
la definición de la opción estratégica sobre los problemas que se abordarán) es el proceso
de discusión (que permite complejizar la visión inicial sobre la problemática, comprenderla
mejor, y consolidar consensos grupales vinculados a la definición del problema).
Altos índices de
PROBLEMA CENTRAL contaminación
de la zona X
t
Bajo nivel de
t
Bajo nivel de
t
Escasez de servicios
educación ambiental responsabilidad de e infraestructura
en la ciudadanía las industrias estatal para el
tratamiento de los
desechos
t
Escasez de canales
t
Baja eficacia de los
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Planeamiento
de información y organismos de ambiental deficiente
campañas estatales control del Estado desde el municipio
para la
concientización del
ciudadano
ADVERTENCIA:
El esquema que presentamos a continuación fue elaborado de acuerdo a los contenidos del
Formulario de presentación de proyectos de la “Convocatoria a Proyectos Estudiantiles de
Extensión Universitaria”. Por tal motivo hemos obviado algunos elementos que suelen estar
presentes en los manuales de construcción de proyectos, y hemos introducido contenidos
nuevos.
TÍTULO
El titulo ayuda a diferenciar un proyecto de otro, al tiempo que permite caracterizar su
temática y anticipar una idea sobre su contenido. Se sugiere que sea breve, informativo y/
o evocativo, es decir: que brinde una idea sintética de lo que se quiere hacer.
Eventualmente se pueden incluir subtítulos
AUTORES
Brindar información sobre los autores del proyecto, su encuadre institucional, y el contexto
en que es presentado el proyecto.
RESUMEN
Brindar en forma breve la información esencial sobre el proyecto: qué tipo de proyecto es,
sus objetivos, destinatarios, localización, duración, las macro-acciones que se planean
realizar y el costo total del proyecto. El resumen debe ser breve.
ANTECEDENTES
Hacer una breve “historia” de cómo y porqué nació el proyecto. Reseñar, si las hubiese,
las acciones ejecutadas en la zona y con la población por parte del equipo o de alguno de
sus integrantes. Reseña de otras actividades realizadas por la Universidad pertinentes al
proyecto, sea por similitud temática y/o territorial (es decir, sea porque se desarrollaron en
el mismo territorio en el que se propone trabajar el proyecto; o sobre la misma temática
que procura atender el proyecto).
JUSTIFICACIÓN
Fundamentación de la pertinencia del proyecto y las razones que lo vuelven oportuno y/o
necesario. Para fundamentar el punto se podrá incluir resultados de eventuales estudios o
proyectos realizados anteriormente sobre la temática o el territorio en cuestión.
Responder a la pregunta: ¿por qué se quiere hacer este proyecto?
Describir:
a) La importancia o la urgencia del problema de intervención.
b) Porqué es éste proyecto (y no otras soluciones) la respuesta más adecuada para
resolver el problema (sea por razones técnicas, o políticas, u otras).
CONSTRUCCIÓN DE LA DEMANDA
Caracterización de las problemáticas que se propone abordar así como del proceso por el
cual estas problemáticas fueron definidas.
DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA
Encuadre y caracterización territorial del proyecto: en qué lugar, área, territorio se
desarrollará.
Se puede distinguir entre la “localización” del proyecto (el lugar donde se desarrollará
efectivamente) y la “cobertura” (que sería el área de influencia del proyecto) (Rebonato:
2007). Si es necesario, se pueden incluir mapas y gráficos que ayuden a visualizar el área.
REFERENCIAS TEÓRICAS
Soporte teórico – metodológico del proyecto. Encuadre teórico de los dispositivos de
intervención propuestos.
ESTRATEGIA DE INTERVENCIÓN
Descripción de las acciones que se desarrollarán para el cumplimiento de los objetivos del
proyecto, de su ubicación temporal, así como de la relación de estas acciones entre sí.
Descripción de los encuadres y metodologías específicas que organizan las acciones del
proyecto.
Relación entre problemática definida – objetivos del proyecto – acciones y actividades.
Confección de una tabla de actividades – cronograma.
FACTORES EXTERNOS
Análisis de los factores de la coyuntura que podrían incidir sobre el desarrollo del proyecto,
sea como obstáculos o como generadores de condiciones favorables al cumplimiento de
los objetivos del proyecto.
Especificar, si existieran, cuales son los factores de contexto de los cuales pudiera
depender significativamente la viabilidad del proyecto.
FINANCIAMIENTO
La solicitud de financiamiento deberá realizarse de acuerdo a lo estipulado en los
formularios del llamado.
• Ander-Egg, E y Aguilar Idáñez, MJ: Cómo elaborar un proyecto. Guía para diseñar
proyectos sociales y culturales, Editorial LUMEN / HVMANITAS, Buenos Aires, 2006.
El siguiente cuadro presenta una breve descripción de los elementos de evaluación que
componen los criterios de pertinencia, consistencia y viabilidad.
Criterio Concepto
Pertinencia del proyecto respecto a las Bases del Llamado: relación del
proyecto con los objetivos de la convocatoria. Promoción de intervenciones
interdisciplinarias, articulación con espacios o actividades de enseñanza y/
o producción de conocimiento, articulación con espacios universitarios
curriculares, promoción de intervenciones respetuosas de las comunidades
Pertinencia
con las que se trabaja, orientadas al protagonismo de la población
involucrada y sustentadas en una ética de la autonomía y el diálogo de
saberes. En los casos en que el proyecto se inscriba en un determinado
Programa universitario se evaluará su pertinencia respecto a los objetivos
de dicho Programa.
Consistencia teórico metodológica del proyecto. Relación entre:
Problemática definida/demanda – Objetivos planteados – Marco teórico-
metodológico adoptado y Dispositivos de intervención propuestos. Análisis
del proceso de construcción de demanda. Consistencia de los dispositivos
Consistencia
de evaluación propuestos. Relación entre objetivos – acciones- resultados
esperados – indicadores y medios de verificación. El proyecto considerado
como propuesta global: coherencia interna entre los diferentes
componentes del proyecto.
Viabilidad técnica y económica del proyecto. Relación entre la formación y
experiencia del equipo universitario y los dispositivos de intervención
propuestos. Conocimiento, vínculos y/o acuerdos de trabajo existentes con
población que participará en el proyecto. Niveles de participación de la
población en las acciones, incluida la evaluación. Caracterización territorial
Viabilidad
del proyecto. Relación entre la demanda que se plantea abordar y la
estrategia con que se propone hacerlo. Organización del equipo
universitario, roles y tareas de acuerdo al cronograma de acciones
planteado. Relación entre: Problemática definida – Objetivos planteados –
Cronograma de acciones y Recursos disponibles.
• Ander-Egg, E y Aguilar Idáñez, MJ: Cómo elaborar un proyecto. Guía para diseñar
proyectos sociales y culturales, Editorial LUMEN / HVMANITAS, Buenos Aires, 2006.
• Ander-Egg, E; Introducción a la planificación estratégica, Editorial LUMEN / HVMANITAS,
Buenos Aires, 2007.
• Camisaza, E; Guerrero, M; De Dios, R; Planificación Estratégica: metodología y plan
estratégico de las organizaciones comunitarias, Capacitación a distancia en gestión de
organizaciones comunitarias.
• Cejas, C; Olaviaga, S; Kremer, P: Manual para la formulación de proyectos de
organizaciones comunitarias, Centro de Implementación de Políticas Públicas para la
Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), Buenos Aires 2006.
• Centro de Investigación y Desarrollo Integral de la Comunidad (CIDIC); El Plan de
Desarrollo Comunitario, Curso de Planificación Participativa Comunitaria, Guía de
Aplicación Nº 3, CIDIC – KAS, La Paz, Bolivia, 2004.
• Fernández Lorenzo, A y Quintana Martínez, O; El enfoque prospectivo en la planificación
estratégica de las comunidades en Cuba,
• Nirenberg, O; Brawerman, J; Ruiz, V; Programación y evaluación de proyectos sociales.
Aportes para la racionalidad y la transparencia, Paidós, Buenos Aires, 2006.
www.extensionuniversitaria.blogspot.com y en www.universidad.edu.uy
(Próximamente:www.extension.edu.uy)