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ara la imaginación espacial de los liberales del siglo XIX, Bogotá, como capital
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Celebrar la indisciplina: Candelario Obeso
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Felipe Martínez Pinzón
antes bien, se constituye a partir de su ausencia. Presentada a los letrados, Cantos los
coloca frente a la desazón de no poder leer (que es la materialización del no querer
oír) la voz de sus conciudadanos. Cantos no solamente se presenta como aquello que
no quiere ser disciplinado, sino que se encumbra como materia desde la cual es
posible construir la cultura nacional. Ahí está su gesto radical máximo, postula la
indisciplina, la diferencia inasimilable, como base de la cultura nacional.
La “Advertencia del autor” a Cantos, antes que hacer diáfana y legible la
lectura, ahonda la brecha y hace de la incomprensión una poética y una política de
lectura. En efecto, el texto que precede a los poemas devela a medias las
convenciones de lectura del poemario y por eso es, a sabiendas, insuficientemente
pedagógico. Su intencionada incompletitud es visible no solamente en su brevedad
sino en su manifiesto alejamiento de un lenguaje académico para describir los
cambios fonéticos: “El [sonido] de la articulación j, cuando suple a la s, es por
extremo breve i un tanto cuanto oscuro” (Cantos 8) escribe Obeso a manera de
explicación sin ahondar mucho más en estatuir detalladas instrucciones de
traducción de la lengua oral del Bajo Magdalena a un español estándar. Por ello,
antes que enseñarle a traducir las composiciones por venir, le deja saber al lector
bogotano la magnitud de su ignorancia de un país que en las composiciones de
Obeso se devela como trabajosamente legible. La presunta ilegibilidad de las
composiciones propone combinar el trabajo de desciframiento con el ocio de la
lectura para prometer la ganancia de un conocimiento distinto sobre la espacialidad
de la nación. Si los glosarios son máquinas por medio de las cuales la lengua traduce
una espacialidad reterritorializándola (Montaldo 131); a pesar de brindarnos algunas
pocas claves para adaptar el dialecto caribe a la norma estándar de lenguaje, la
“Advertencia del autor” en Cantos es una máquina de la interrupción—un champán
de río y no un vapor trasatlántico—que despliega su insuficiencia como un plus y no
como una carencia. El viaje de la lectura, nos dice, es conocimiento y no tránsito.
El blanco en silencio
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“Arió” escenifica constantes comparaciones entre las tierras frías y las tierras
calientes—por ejemplo, “mi paisana son pacdita’ / La re uté son colorá” (31)—a
través de las cuales se revela que la novedad está en lo propio y no en lo ajeno, de
tal manera que se aprende de sí mismo a través de los otros y no de los otros (los
europeos) para imitarlos: “Siempre er sitio onde se nace / Tiene ciecta noverá; . . . /
Yo no jallo la alegría / Lejo ér má / La panela re este pueblo / Ej esauta a la re allá; /
Pero a aquella la meccocha / L’aire ér má”. Así, quienes cantan en las composiciones
de Obeso establecen una relación de circularidad entre movimiento y asentamiento
que permite inscribir los lugares que habitan, y que otros textualizaron como de
tránsito, en espacios de cultura si la entendemos a ésta como “sites of dwelling and
travel” (cursiva en el original), que piden tomarse en serio el conocimiento producto
del viaje (Clifford 31). En este sentido, el viaje pide no fetichizar la experiencia de
otros, sino vivir espacio-temporalmente el territorio por el que se viaja y en el que,
producto de ello, se vive. En Cantos, lo que vale oro no es el tiempo sino el espacio.
¿Movimiento sin movimiento?
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a su materialidad: la ley es puro papel para ser usado cómo y por quién lo necesite.
“Versión castiza” es una traducción plagada de puntos suspensivos que callan,
de manera cómplice, lo que el poema anterior celebra humorísticamente: la
profanación de la ley y la celebración del valor salvador de la amistad como
antinormativa. “Versión castiza” muestra que el buen hablar y la práctica correcta de
la letra no son garantía de virtuosismo, de inteligencia, de legalidad y de verdad; lo
cual es ya de por sí un gran cuestionamiento a las políticas de educación liberales que
fantaseaban con “utopías lingüísticas” (Pratt) donde la letra anulara los conflictos
raciales y de género revelando que la escritura normativa no logra nunca
homogeneizar y aplanar las comunidades imaginadas (González Stephan 447). Por
otra parte, las manifiestas carencias de “Versión castiza” impelen a sus lectores a
volver sobre el poema dialectal, “Espropiacion re unos corigos’. Paradójicamente, así,
la traducción hace imprescindible al poema original, volviéndolo inasimilable. Estos
dos textos, como caso de estudio en particular, dejan en claro la desconfianza de
Obeso frente a la traducción de las voces nacionales a un español normativo y su
condena de ésta como receta para el alisamiento de una diversidad comunitaria tan
heterogénea como la colombiana.
Al igual que las otras composiciones de Cantos, estos poemas plantean oír la
diversidad a través de la lectura, lo cual lleva a seguir el camino contrario a la
pedagogía liberal según la cual no se oye a quien no sabe escribir. Oír pero también
leer, forzosamente, implica insubordinarse frente a la disciplina que quiere callar,
disciplinar, desde la indisciplina de la versión que no tiene modelo; es decir, una
versión no castiza, sino personal, descorsetada de una historia pretendidamente
objetiva—la de la nación—que nunca existió sino como la narrativa de quien más
poder tuviera, de quien pudiera hablar más duro y de quien lograra callar al otro.
Notas
1
Miguel Samper Agudelo (1825–99) nació en las tierras calientes andinas de Guadas. Economista, político
e intelectual del Partido Liberal, llegaría a ocupar varios cargos públicos, hasta llegar a ser el candidato a la
presidencia por el Partido Liberal en 1898. Como su hermano, José María Samper participaría en primera
fila de las reformas librecambistas auspiciadas por los gobiernos liberales que se sucedieron luego de
1848, tomando parte en el boom tabacalero de la década del 1850, y haciendo fortuna con él. Miguel
Samper ha dejado dos textos centrales para leer las ansiedades de las élites librecambistas frente a los
altibajos de la economía capitalista. Uno es “La miseria en Bogotá” (1867), una narración de la resaca
de la bonanza tabacalera de los años cincuenta. El otros es “Retrospecto” (1896), un ensayo que re-lee
su texto de 1867 desde otro boom: el de las importaciones de manufacturas europeas y el lujo de las élites
bogotanas en las ciudades como Bogotá.
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Hermano de Miguel Samper y nacido en tierras cálidas del Alto Magdalena, en Honda, José María
Samper (1828–88) es tal vez, junto con su esposa Soledad Acosta de Samper, el escritor más prolífico
del romanticismo colombiano. Empresario, político, periodista, poeta lírico, novelista costumbrista e
inclusive militar en la guerra de 1854, Samper es el ejemplo del intelectual civilizador—a la manera de
Sarmiento—que concentró las contradicciones del pensamiento liberal, homogeneizante y
disciplinador, en un medio cultural y ambientalmente diverso como el de Colombia. Estas
contradicciones las vivió el propio Samper al hacer su conversion política, en la década del sesenta,
desde un agnosticismo religioso a un catolicismo hispanista que lo llevaría a pasar del Partido Liberal al
Conservador en cuestión de pocos años. Su producción literaria y política da cuenta de ese cruce entre
ascendiente educador, pensamiento racial y religiosidad democrática.
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Prócer de la independencia, naturalista, geógrafo e ingeniero militar, Francisco José de Caldas
(1767–1816) hace parte del santoral republicano de Colombia. Nacido en las tierras frías de Popayán,
de padre español y de madre criolla, Caldas es el intelecual fundador del mapa ideológico de la nación
de acuerdo con el cual las tierras frías son el epicentro de la civilización que debe irradiar con su luz
vivificante otras áreas tenidas por “verdaderamente tropicales” en las altillanuras y hoyas riberanas de
baja altura. Ver su influyente: “Del influjo del clima sobre los seres organizados” (1808).
4
Considerado el padre de la sociología colombiana, Salvador Camacho Roldán (1827–1900) fue un
influyente intelectual del Partido Liberal, economista, político y escritor de costumbres. Para la historia
cultural colombiana es de suma importancia como cronista de viajes y memorialista. Ha dejado unas
memorias del ascenso de los liberales al poder en 1848 que son imprescindibles para entender a los
radicales de medio siglo, vistos desde la derrota de finales del XIX a manos de los conservadores. Ver
sus Memorias (1897) y sus Notas de viaje (1890).
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A pesar de su indiscutido asiento dentro del canon nacional (su poema más emblemático “La canció
der boga ausente” ya aparece en el Parnaso colombiano de 1886), Cantos ha producido muy poca crítica
sustancial. Sintomáticamente, el primer estudio crítico sobre Obeso lo hizo un extranjero, Lawrence
Prescott, en su importante Candelario Obeso y la iniciación de la poesía negra en Colombia (1985). Pocos
estudios han seguido su esfuerzo. Los de mayor relevancia son los de Carlos A. Jáuregui (1999, 2007),
Amir Smith Córdoba (1984) y George Palacio (2010). La demás bibliografía sobre Candelario Obeso es
más o menos anecdótica y carece de formulaciones serias sobre su impacto dentro de la cultura nacional
o latinoamericana. Es el caso de El negro Obeso (apuntes biográficos) de Vicente Caraballo (1948),
“Candelario Obeso” de Julio Añez (1886) y “Candelario Obeso” (1886), escrito por sus amigos Juan de
Dios Uribe y Antonio José Restrepo poco después de su muerte en 1884.
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En adelante Cantos.
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En clara resistencia a la movilidad que la guerra ordena—o más bien, que ordenan quienes de ella se
benefician (usualmente los cachacos, los del interior andino)—una de las voces de Cantos dice:
“¿Quieren la guerra / Con los cachacos? / Yo no me muevo, / Re aquí e mi rancho; . . . / Si acguno
intenta subí a lo arto, / Buque ejcalera, / Poc otro lao! . . .” (“Serenata”).
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Jáuregui ha llamado “periodo extraño” al que va desde 1877 a la muerte del poeta en 1884, debido a
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Obras citadas
Braun, Bruce. “Towards a New Earth and a New Humanity: Nature, Ontology, Politics”. David Harvey:
A Critical Reader. Eds. Noel Castree y Derek Gregory. London: Blackwell, 2006.
Caraballo, Vicente. El Negro Obeso (apuntes biográficos y escritos varios). Bogotá: Editorial ABC, 1942.
Castro-Gómez, Santiago. La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada,
1750–1816. Bogotá: Instituto Pensar, 2005.
Clifford, James. Routes: Travel and Translation in the Late Twentieth Century. Cambridge: Harvard UP, 1997.
Coetzee, J.M. White Writing: On the Culture of Letters in South Africa. New Haven: Yale UP, 1988.
Foucault, Michel. Society Must Be Defended: Lectures at the College de France (1975–1976). New York:
Picador, 1997.
González, Florentino. “Polémica sobre el Río Magdalena”. Crónica Grande del Río de la Magdalena. Ed.
Aníbal Noguera. Bogotá: Ediciones Sol y Luna, 1980.
González Stephan, Beatriz. “Modernización y disciplinamiento: la formación del ciudadano: del espacio
público y privado”. Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América Latina. Eds.
Graciela Montaldo y Maria Julia Daroqui. Caracas: Monteavila, 1993.
Guillén Martínez, Fernando. El poder político en Colombia. Bogotá: Planeta, 2008.
Jáuregui, Carlos. “Candelario Obeso: Entre la espada del romanticismo y la pared del proyecto
nacional”. Revista Iberoamericana LXV.188–89 (1999): 567–90.
——. “Candelario Obeso, la literatura ‘afronacional’ y los límites del espacio literario decimonónico”.
Chambacú, la historia la escribes tú: ensayos sobre la cultura afrocolombiana. Ed. Alba Lucía Ortiz.
Madrid: Iberoamericana, 2007.
Maglia, Graciela, ed. Si yo fuera tambó: poesía selecta de Candelario Obeso y Jorge Artel. Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana y Universidad del Rosario, 2010.
Montaldo, Graciela. Ficciones culturales y fábulas de identidad en América Latina. Buenos Aires: Beatriz
Viterbo, 1999.
Obeso, Candelario. Cantos populares de mi tierra. Bogotá: Imprenta de Borda, 1877.
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