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1° SEMANA

Grassi. Desvíos, bordes y desbordes

Estudiar el “estar creciente” queda incluido en un contexto de problemáticas más


amplias, porque el crecimiento, y sobre todo en términos de crecimiento saludable,
incluye distintas instancias y estados. Estado de un proceso problemático, con
obstáculos, interferencias, demoras, complicaciones, actuaciones, inhibiciones, etc.
Proceso al cual son inherentes los conflictos, regresiones y progresiones, dudas e
incertidumbres, con finales abiertos, inciertos. Transita por bordes, desbordes y
desvíos, más que por logros y metas claras, fijas, predeterminadas y prefijadas.

Estudiar el desarrollo saludable en el creciente, implica tener en cuenta sus demoras, sus
detenciones, sus progresiones y regresiones, sus relaciones con medio ambiente y la cultura.
Sabiendo que hay operaciones o trabajos psíquicos universales por los cuales todo creciente va a
tener que pasar. Teniendo en cuenta sus contextos históricos, condiciones sociales,
institucionales, familiares, subjetivas, sus vínculos, que forman parte del proceso.

Las fronteras entre salud y patología no se terminan de ordenar y consolidar en la


niñez/adolescencia, sino hasta que el aparato psíquico de señales claras de lo avanzado de su
conformación y la división de sus instancias (Freud 1915).

Grassi y Córoba toman a Gutton para plantear lo puberal, lo adolescente y la juventud como tres
grupos de trabajos psíquicos al transitar este período de crecimiento.

La adolescencia es vista como el periodo de mayor creatividad espontánea, no dirigida,


posibilitada por la irresponsabilidad, es decir no significada, ni puesta al servicio de un proyecto ya
definido, ni dependiente de la valoración del adulto.

En el proceso de crecimiento, no-responsabilidad y creatividad, se entrelazan y son potencialidad


propia y específica del creciente.

Si hay proceso congelado, fijado, repetición de mecanismos de defensa, uso reiterado y exclusivo
de sus modos de enfrentar conflictos, si hay progresiva pérdida de las capacidades lúdicas, y
creativas, si el impulso, el deseo y el placer por crecer están deteriorados, si el sufrimiento en
distintos grados, gana las escenas adolescentes, sí hay detenimiento y amenaza de agotamiento
de los recursos propios, diremos que hay anuncios de patología en puerta.

Puntuaciones a tener en cuenta para un estar creciente saludable en la adolescencia:

I. Se toma el desvío (creatividad mediante, dirigirse a la salud) de la no-responsabilidad. . la


no-responsabilidad tiene el sentido de un soltarse, deshacimientos, desanudamientos
transitorios. Soltarse pero soltarse amarrado. Re-anudarse. La angustia como señal pone
un límite y es allí un indicador clínico fundamental.
II. El primer lugar donde se crece es en el deseo, en la fantasía, en el juego, en la creación
artística, deportiva, en las acciones, actuaciones y mostraciones. En el humor.
III. La creación de espacios de grupalidad en los cuales experienciar la novedad no asilado,
sobre todo la novedad del nuevo cuerpo con sus nuevas sensaciones.

NIÑEZ Y ADOLESCENCIA. NUEVOS PARADIGMAS, SUS NOMBRES Y ESCRITURA – GRASSI


Con la llegada del PSA, el sujeto queda del lado del pensamiento inconciente. Al introducir sujeto del
inconciente, el PSA se abre a la cuestión de las relaciones que el término guarda con el deseo. El
sujeto es sujeto de deseo inconciente. El ICC es más bien algo vivo, susceptible de desarrollo, y
mantiene con el PRCC toda una serie de relaciones. Esta idea de movilidad acompaña al concepto de
sujeto. Sujeto psíquico es actividad de intercambios entre los sistemas de la organización del aparato
psíquico, pero también, intercambio con el medio, con la cultura.

Sujeto e historización

- Lacan traza diferencias entre sujeto y yo. El yo forma parte del orden imaginario, el sujeto es parte
del orden simbólico.

- Aulagnier propone un modelo de aparato psíquico complejizado y otorga nuevas funciones al yo,
entre las cuales destaca la de historización. La función del yo como constructor de una historia
libidinal de la que extrae causas que le hacen parecer cohabitar el mundo exterior. Es una necesidad
de su funcionamiento anclar una historia que sustituye un tiempo vivido y perdido. Esta función de
historizador es propia del yo. Es una necesidad de su funcionamiento situarse y anclar en una historia
q sustituye un tiempo vivido y perdido por la version q el sujeto se procura merced a su
reconstruccion de las causas q lo hicieron ser, q dan razón de su presente y hacen pensable e
investible un eventual futuro.

- Winnicott destaca, con relación a la inmadurez adolescente, que lo único que la cura es el paso del
tiempo. El yo requiere de inscribir y dar continuidad a su existencia a través del paso del tiempo. Ahí
la subjetividad trabaja, inscribiendo tiempo e hilando entre pasado, genealogía y proyecto
identificatorio. La inscripción psíquica de la temporalidad como “cura”. Nos referimos a la inscripción
de lo pasado, lo vivido como perdido, el paso del tiempo como límite. La inscripción del presente
como fugacidad, como algo q tiene fin, q no dura siempre y, a la vez, la necesidad de construir un
porvenir, entonces es cuando la adolescencia se liga a la juventud. Inscripción subjetiva del tiempo,
subjetivación de la temporalidad. En ese periodo resuenan frases características q aluden a no tolerar
más la pérdida de tiempo.

El cuerpo respeta una cronología y depende del medio para que esto se posibilite y estimule. La
maduración neurológica y endocrinológica, de la motricidad, etc. requiere para su funcionamiento
normal, años de maduración. Además requieren de intercambios con el medio ambiente e
intervenciones de las funciones parentales. Así cuerpo erógeno y psiquismo se van constituyendo
entrelazados.

Cuando todo transcurre por los carriles de la salud (es decir, si no hay patología grave o fracasos
importantes en su organización), todo el aparato esta en intercambio en sus procesos de
constitución, organización y reorganización, desde los inicios de la vida pasando por la pubertad-
adolescencia y más allá de la misma.

El nexo entre la cronología del desarrollo y la función que esta cumple en el psiquismo está dado por
el trabajo de la subjetividad. La estructuración psíquica en el niño/adolescente depende
relativamente de su desarrollo corporal, como también de los sentidos diversos que provienen del
Otro familiar. El yo pendiente del crecimiento está tomado desde los inicios por la búsqueda alienada
y, más tarde, por la transformación de las identificaciones que lo modelan.

Si bien pendiente del cuerpo, de lo parental, del medio ambiente, no quiere esto decir determinado
por alguna de estas instancias. Falta aun el producto de un trabajo combinatorio, personal; trabajo q
es potencial despliegue de una capacidad q lleva al sujeto, sobre todo en la niñez/adolescencia “de
una dependencia absoluta a una dependencia relativa”, y luego hacia una “relativa independencia”.

Subjetividad y adolescencia:

La adolescencia implica una crisis de identidad. Lo propio del sujeto en la adolescencia es crear
sentidos que enriquezcan al yo, en un juego de identificaciones-desidentificaciones. La adolescencia
transcurre en lúdica adquisición de nuevas identificaciones y cancelaciones de otras caducadas,
obsoletas. Cuando este juego es obstaculizado, vemos el alto precio pagado por el niño/adolescente
por su alienacion con el otro, con la fijeza de identificaciones reactivas y/o defensivas. La pregunta
¿quién soy?, signo de q existen procesos adolescentes en marcha, se refiere a las identificaciones q
habitan al yo y q comienzan a estar cuestionadas por el sujeto.

LA PRIMAVERA DEL SIGNIFICANTE – CORDOVA

El significante adolescencia connota para el mundo adulto, además de su significación vital, el


amenazante sentido de anunciar el advenimiento inexorable del recambio generacional. Los
adolescentes al crecer, agitan los espectros de tres figuras de la alteridad en su versión más radical: el
extranjero, la muerte y la sexualidad.

La palabra adolescencia ha sido objeto de manipulaciones lingüísticas q dieron lugar a verdaderas


“sustracciones etimológicas”. Estas manipulaciones generaron una falsa relación del término
adolescencia con adolecer, muy extendida en ámbitos culturales y científicos. Adolecer ha venido a
significar carecer, faltar algo, doler, caer enfermo… Esta muy difundida y errónea definición
constituye una malversación lingüística q tiende a desmentir el potencial transformador y creativo
del adolescente. El significado “adolecer” pone en juego una concepción ideológica con
consecuencias fácticas en los ámbitos legislativo, judicial, de la salud. La interpretación de la
adolescencia como derivada de adolecer es el fundamento de ciertas ideologías de corte
discriminatorio y teorías evolucionistas dogmáticas, q consideran a los niños y a los adolescentes
como seres inacabados, imperfectos, a medio camino respecto a un ideal de perfección y completud,
al cual se arribaría en la adultez, según un programa de desarrollo predeterminado, seleccionado en
rígidas etapas cronológicas.

La adolescencia es la novedad radical q arriba al contexto familiar y social en una oleada


generacional. Grassi sostiene que los procesos puberal y adolescente se ponen en juego en lo que
denomina el “entretiempo de la sexuación”. Afirma que la adolescencia es urgencia de transformar y
crear, es puesta en desorden del cuerpo, de la identidad infantil, del orden familiar y la posición
generacional.

En esta dirección aportaremos que la urgencia de transformar y crear, y el imprescindible empuje a la


puesta en desorden de sí y del contexto, se verifican también en el campo del lenguaje. Al
adolescente le urge poner en desorden el lenguaje. Desordenan el lenguaje. En respuesta al
silencioso embate de la pulsión y las vertiginosas transformaciones en lo real del cuerpo, necesitan
recurrir a significantes propios, a veces inéditos para apalabrar e inscribir ese íntimo acontecimiento
y subjetivarlo.

Con esta finalidad, trabajan para des-ordenar las convenciones del lenguaje adulto y des-alienarse de
los significantes parentales del tiempo de la infancia, q no dan respuesta ni les permiten expresar sus
intimas, inéditas e inexplicables vivencias. El adolescente debe recurrir a su creatividad no exenta de
hostilidad para transgredir los códigos preestablecidos y explorar nuevas palabras y nuevos sentidos.

El adolescente no cuenta con un “discurso apropiado”, está en proceso de desasimiento y


desalineación del Otro parental, debe entonces crear recursos expresivos en la grupalidad, para
representar ciertos estados emocionales q devienen del encuentro cara a cara con lo real inaccesible
al lenguaje. Tampoco encuentra muy a menudo en el adulto la escucha q le otorgue legitimidad y
sentido a esos estados para poder figurarlos y ligarlos. Desordenan el lenguaje escandalizando a los
adultos, al exhibir crudamente la arbitrariedad de la relación significante/significado.

Una operación característica “en” la adolescencia es la manipulación de las sílabas y fonemas,


creando apócopes y acortamiento a veces originales, que configuran lo que se denomina
metaplasmos: alteraciones de la escritura o pronunciación de palabras sin modificación del
significado (“na, bolu”).

Juegan con las palabras y las frases, las desordenan y las vuelven a ordenar, generando nuevos
sentidos de características insondables para los adultos. Se trata de un momento del trabajo creativo
de puesta en desorden y apropiación de un lenguaje al q han permanecido sujetados y alienados.

2º SEMANA

Mesa redonda: diálogos sobre Adolescencia

Adrián Grassi:

Psicoanálisis. La pulsión guarda relaciones con el cuerpo y con lo psíquico. Cuerpo y psiquismo
son dos caras de la pulsión. Pulsión no es cuerpo (biológico) pero no es sin el cuerpo. La
imagen del cuerpo no se produce sin el Otro, sin el otro, y sin la cultura. Lacan: Estadio del
Espejo, y su función en la constitución de Yo.
Waserman introduce el término de vértice. El cuerpo tiene dos vértices. Uno es el somático y
el otro es el del cuerpo.
P.Aulagnier: lo originario.
Nasio: segundo estadio del espejo. Plantea una re visita del espejo por parte del púber.
También se construye con otro, no con el Otro materno, sino con el otro/a en tanto
compañero/a sexual en los intercambios y exploraciones corporales.

Nasio:

Imagina el cambio del adolescente que va desde que termina la niñez hasta el comienzo de la
edad adulta con una línea en zigzag, es decir, bajo y alto, bajo y alto, bajo y alto.
Lacan: estadio del espejo: bebé de 16 meses acompañado por un adulto que lo pone frente al
espejo y el infante se pone muy contento de ver la imagen, entonces, empieza a golpear el
espejo de la alegría. La emoción que domina este estadio del espejo es el júbilo. El bebé se
siente triunfador, como quien domina la imagen. El niño se da vuelta y mira al adulto que lo
sostiene como para pedirle confirmar que la imagen corresponde bien a él.
Segunda teoría del espejo: en el adolescente no hay júbilo. Cuando se mira en el espejo, está
solo, no está acompañado. Cuando mira al espejo, para horas mirándose. Cuando se mira al
espejo, mira todos los defectos del cuerpo. No está contento, está como con vergüenza.
Vergüenza de él mismo.
Goethe: el adolescente está en una posición de asimilar y hacer suyo lo transmitido por el
padre y si eso que percibe no puede transformarlo en algo creativo deviene una carga. Si el
adolescente acumula lo recibido del padre sin restituirlo, recreándolo, es muy probable que el
hijo o la hija se sientan culpables. Esa carga es la culpabilidad que podría transformarse en
agresividad.

Eduardo Mandet:

Importancia de la oportunidad de la experiencia psicoanalítica en la adolescencia, teniendo


como articuladores los conceptos de lazo social y el valor de la palabra, en el marco de las
instituciones.
Rassial: importancia para el adolescente de compartir un mismo rebaño, de la construcción de
lazo social con otro, padres, maestros, pares y otras figuras significativas.
Lacan: sostiene que en la época disciplinaria, el padre, con su orden simbólico, daba lugar a un
ordenamiento en relación al goce.
Freud: (La psicología del colegial) separación y desidealización de la figura paterna en la
adolescencia, dando lugar a una modificación en el vínculo.
P. Aulagnier: en la adolescencia se efectiviza la apropiación subjetiva de una historia. Se
construye una historia desde un presente que toma trozos de un pasado que se constituye
como material posible.

Waserman:

Lo central de la adolescencia está en el proyecto. No en el pasado, sino en el porvenir,


siempre acompañado por una nostalgia del pasado que aunque impone su talante no es
central. El adolescente está más preocupado por conseguir una novia que por permanecer
al lado de su madre.
Eje central: adolescente que explora.
3 perturbaciones de la exploración: 1- inhibiciones y fobias. 2- vacío por dejar de desear. 3-
frente al mandato de ser grande, el sujeto se desarma, colapsa, se rompe y entra en una
confusión de la que no puede salir.
Otro concepto teórico: corte-circuito. En la adolescencia aparece un mandato que obliga al
sujeto a cortar los circuitos que está habituado a recorrer y se ve obligado a recorrer otros
nuevos. El adolescente debe circular ahora por un nuevo circuito escolar con códigos
distintos en sus grupos de amigos, por un nuevo circuito en su relación con sus padres y un
nuevo circuito con su propio cuerpo.

¿CÓMO ACTUAR CON UN ADOLESCENTE DIFICIL? – NASIO

La adolescencia es un pasaje obligado, el pasaje delicado, atormentado pero también creativo, que se extiende
desde el fin de la infancia hasta las puertas de la madurez. El adolescente es un muchacho o una chica que poco
a poco deja de ser un niño y se encamina difícilmente hacia el adulto que será.

Nasio define la adolescencia desde tres puntos de vista diferentes pero complementarios:

 Desde la perspectiva biológica, sabemos que la adolescencia corresponde a la pubertad, más


exactamente el principio de la adolescencia corresponde a la pubertad, a ese momento de la vida en el
que el cuerpo de un niño de 11 años es abrasado por una sorprendente llamarada hormonal. La pubertad
designa justamente el periodo en el que se desarrollan los órganos genitales, aparecen signos distintivos
del cuerpo del hombre y de la mujer, y se produce un impresionante crecimiento de altura así como una
modificación sensible de las formas anatómicas. Biológicamente hablando, la adolescencia es sinónimo
del advenimiento de un cuerpo maduro, sexuado, susceptible de procrear.
 En cuanto a lo sociológico, el vocablo “adolescencia” abarca el periodo de transición entre la
dependencia infantil y la emancipación del joven adulto. En nuestra sociedad los jóvenes conquistan su
autonomía muy tardíamente, dados la extensión de los estudios y el desempleo masivo, factores que
mantienen la dependencia material y afectiva del adolescente respecto de su familia. Un adulto joven de
cada dos sigue viviendo en el domicilio de los padres a los 23 años, gozando no sólo del techo por
tiempos cada vez más prolongados, sino también de su sostén económico que, muy a menudo, se
extiende incluso más allá. Puede afirmarse que la pubertad signa su entrada hacia los 11 o 12 años,
mientras q la emancipación puntúa su salida alrededor de los 25 años.
 Punto de vista psicoanalítico: el joven de hoy es un ser trastornado que, alternativamente, se precipita
alegre hacia delante en la vida, luego de pronto se detiene, agobiado, vacío de esperanza, para volver a
arrancar inmediatamente llevado por el fuego de la acción. Todo en él son contrastes y contradicciones.
Puede estar rebelde como conformista, intransigente y decepcionado; en un momento entusiasta y de
golpe inactivo y desmoralizado. A veces, es muy individualista y exhibe una vanidad desmesurada o, por
el contrario, no se quiere, se siente poca cosa y duda de todo. Los únicos ideales a los que adhiere son los
ideales de su grupo de amigos. A sus padres les manifiesta sentimientos que son la inversa de lo que
siente realmente por ellos: los desprecia y les grita su odio, mientras que el niño que subsiste en el fondo
los ama con ternura.

El impulso creador del adolescente:

El adolescente, sin ninguna duda, es un ser que sufre, exaspera a los suyos y se siente sofocado por ellos, pero
es, sobre todo, el que asiste a la eclosión de su propio pensamiento y al nacimiento de una fuerza nueva; una
fuerza viva sin la cual en la edad adulta ninguna obra podría llevarse a cabo. Todo lo que construimos hoy está
erigido con la energía y la inocencia del adolescente que sobrevive en nosotros. La adolescencia es una de las
fases más fecundas de nuestra existencia. El cuerpo se acerca a la morfología adulta y se vuelve capaz de
procrear; por otro lado, la mente se inflama por grandes causas, aprende a concentrarse en un problema
abstracto, a discernir lo esencial de una situación, a anticipar las dificultades eventuales y a expandirse ganando
espacios desconocidos. El adolescente conquista el espacio intelectual con el descubrimiento de nuevos
intereses culturales; conquista el espacio afectivo con el descubrimiento de nuevas maneras de vivir emociones
que ya conocía, pero q nunca antes había experimentado de esa manera; y por ultimo, conquista el espacio
social al descubrir, más allá del circulo familiar y del escolar, el universo de los seres humanos en toda su
diversidad. Ante la creciente importancia que la sociedad reviste ahora en su vida, comprende muy pronto que
nada puede surgir de una acción solitaria. Nos damos cuenta de cuan vital es el otro biológica, afectiva y
socialmente para cada uno de nosotros, cuanta necesidad tenemos del otro para ser nosotros mismos.

La mayor parte del tiempo, lo que se presenta ante nosotros es un adolescente en estado de desasosiego; un
joven al que le cuesta expresar su malestar con palabras. No sabe o no puede verbalizar el sufrimiento difuso
que lo invade y es a nosotros, adultos, a quienes nos compete soplarle las palabras que le faltan, traducirle el
mal-estar que siente y que habría expresado el mismo si hubiera sabido reconocerlo.

El adolescente no siempre sabe hablar de lo que siente pq no sabe identificar bien lo que siente. Si el
adolescente no habla no es pq no quiere comunicar, sino pq no sabe identificar lo que siente, y mucho menos
verbalizarlo. Se ve lanzado a actuar mas que a hablar y que su mal-estar se traduce más por medio de los actos
que de las palabras. Su sufrimiento, inconsciente, está más expresado mediante comportamientos impulsivos
que conscientemente vivido y puesto en palabras.

El sufrimiento inconsciente del adolescente puede manifestarse de tres maneras diferentes:

- por medio de una neurosis de crecimiento (sufrimiento icc moderado): La adolescencia es una neurosis sana,
necesaria para volverse adulto.

- por medio de comportamientos peligrosos (sufrimiento icc intenso): Estos comportamientos peligrosos son
interpretados como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente. Por ejemplo: comportamientos
depresivos, aislamiento, intentos de suicidio y suicidio, adicciones, consumo de drogas duras, alcoholismo,
pornografía invasiva, anorexia y bulimia, distanciamiento escolar y ausentismo, vandalismo, violencia contra los
otros y contra sí mismo, ciberdependencia y uso abusivo de chats.

- por medio de perturbaciones mentales (sufrimiento icc extremo): Perturbaciones mentales, principalmente la
esquizofrenia, los TOC, las fobias, la depresión, los desórdenes alimentarios crónicos y las perversiones
sexuales, que revelan un sufrimiento inconsciente.

Nasio dice que para crecer, nos hemos visto obligados a soportar dos neurosis: la primera entre los tres y seis
años, una neurosis infantil durante el Edipo; y más tarde, la segunda entre los once y dieciocho años, una
neurosis juvenil durante la adolescencia. Estas dos neurosis de crecimiento son neurosis sanas porque son
pasajeras y se resuelven por sí mismas.

La adolescencia es un duelo de la infancia: el joven debe perder a la vez su universo de niño, conservar en sí
mismo sus sensaciones y emociones infantiles, y conquistar la edad adulta.

El segundo aspecto del abordaje psicoanalítico entiende el periodo de la adolescencia como un lento y doloroso
proceso de duelo y renacimiento. Detrás de los comportamientos angustiados, tristes o rebeldes del
adolescente neurótico, se esconde en lo más profundo de él un lento, doloroso y sordo trabajo interior de
alejamiento progresivo del niño que ha sido, pero también de construcción igualmente progresiva del adulto
por venir.

El adolescente debe perder, conservar y conquistar a la vez: perder el cuerpo de niño universo familiar en el
cual creció; conservar todo lo que sintió, percibió, quiso desde su primer despertar, en particular su inocencia
de niño; y conquistar finalmente la edad adulta.

El duelo es un tiempo, tiempo que hace falta para aceptar vivir con la ausencia definitiva de aquel a quien
amamos y que acabamos de perder. Aceptar vivir con la ausencia significa, de hecho, aprender a amar de otro
modo a aquel que ya nunca más volverá a estar, aprender a quererlo de otra manera que cuando estaba vivo.

No es fácil para un adolescente amar al niño que hay en él, de hecho tiene horror a sentirse tratado como un
niño porque eso sería un signo de debilidad, por eso rechaza todo lo que de su infancia vuelve en él. Pero sólo
podrá crecer asumiendo, lo quiera o no, su infancia pasada. Para hacernos adultos, felices de serlo, aún
necesitamos amar al niño que hemos sido.

El pasado infantil resurge en la vida concreta del joven sin que el sea consciente de ello. Al amar a una pareja
de la misma edad, al descubrir un país desconocido, al crear una cuenta en fb o al reírse con los amigos, el
joven de hoy revive sin saberlo la ternura y la sensualidad del primer amor que de pequeño sintió por su madre,
la sorpresa de sus primeros descubrimientos, la pasión de sus primeros juegos infantiles.

Para dejar atrás la infancia el adolescente debe volver a ella sin cesar y sin cesar revivirla en la frescura de los
nuevos encuentros. Cada retorno al pasado marca un paso hacia delante.

Sin ignorar que ser adulto es más un ideal inalcanzable que un estado bien definido, reconocemos, empero, dos
indicadores de madurez afectiva que muestran que el adolescente ha abandonado la adolescencia, ya no vive
bajo la presión del superyó asfixiante y, por consiguiente, se ha vuelto más conciliador consigo mismo y con el
mundo. Primero, el joven adulto ya no se avergüenza de jugar como un niño; ha comprendido intuitivamente
que ser un hombre o una mujer es permitirse regresar a la infancia cuando se quiere y como se quiere, sin por
ello sentirse rebajado. Y el segundo indicador es que ya no le molesta mostrarse obediente frente a la
autoridad. Puede responder a las órdenes de un superior jerárquico o plegarse a una disciplina sin sentirse
indigno. Creer que es ridículo mostrarse niño o creer que es humillante obedecer son susceptibilidades que
revelan que el joven adulto no terminó de atravesar su pasaje adolescente; sigue habitado por el miedo
histérico e infantil a ser humillado. Entonces, dos principales indicadores de madurez afectiva: ser adulto es
vivir sin temor de jugar como un niño y sin vergüenza de mostrarse obediente. Seguramente hay muchos
indicadores más, además del indicador social de cuando ya no es dependiente económicamente de sus padres.
Nasio piensa tres indicadores psíquicos elocuentes: ser apto para reconocer las propias imperfecciones y
aceptarse tal como se es; estar cómodo consigo mismo y, por ende, disponible con los otros; y, haber
aprendido a amar al prójimo y a amarse a sí mismo de otra manera que cuando se era un niño.

Las crisis de la adolescencia tienen lugar las más de las veces entre los doce y dieciséis años, durante los
primeros años del secundario. El indicio más evidente del surgimiento de una crisis es un cambio brutal de la
conducta habitual en el adolescente. En general, el adolescente en crisis es un adolescente desescolarizado
desde hace más de dos meses, desocupado, a veces suicida, con frecuencia encerrado en su cuarto, obnubilado
por la computadora, o en el otro extremo, vagando por la calle. No es lo mismo hablar de crisis de la
adolescencia, que de un adolescente en crisis.

EL ESTADIO DEL ESPEJO EN EL NIÑO Y EN EL ADOLESCENTE – Entrevista a Nasio

Nuestra vida late al ritmo de la repetición q el inconsciente nos impone. La repetición es positiva, cuando ella
nos permite aprender, crear, y afirmar nuestra identidad a lo largo de nuestra existencia. Pero la repetición
puede tmb mostrarse patológica cuando ella nos hace revivir, sin q nos demos cuenta, los traumatismos de la
infancia, o nos hace multiplicar las rupturas amorosas, o aun nos hace sufrir los ritos obsesivos compulsivos. La
repetición es igualmente el mecanismo q nos hace depender de una droga, del juego, del sexo, y es el
mecanismo q nos hace fracasar repetidamente en los mismos proyectos o las mismas iniciativas q
emprendemos en la vida. Es el inconsciente el q esta detrás de la repetición. La repetición estabiliza, estructura
y permite el crecimiento. Pero tmb existe una repetición patógena de aquello q ha sido patógeno, una
repetición patógena de aquello q ha sido históricamente traumático, de aquello q ha sido difícil en nuestra
infancia o en nuestra preadolescencia o adolescencia. Hay repeticiones sanas q permiten el desarrollo y
repeticiones enfermas q crean situaciones de crisis en la evolución del ser humano.

Nasio plantea crisis necesarias para el crecimiento del niño y del adolescente:

Cada crisis se define para él como la expresión final de tres movimientos q convergen: lo q el niño perdió, lo q
el niño gano, y lo q el niño conserva. Perdida, ganancia y conservación, he aquí las tres experiencias que,
cuando son simultaneas, instalan una crisis de desarrollo.

Siete crisis del crecimiento:

1. Nacimiento

2. El destete entre 3 y 6 meses

3. El descubrimiento de la marcha y la aparición del lenguaje entre 1 y 3 años

4. La primera escolarización entre 2 y 5 años

5. El descubrimiento de la vida interior entre 6 y 7 años

6. El descubrimiento del amor por fuera de la familia entre 13 y 15 años

7. La salida del hogar entre 18 y 25 años

En el estadio del Espejo se oponen dos parámetros: uno es el cuerpo real de un bebé (10 a 16 meses) q siente y
vive la experiencia turbulenta, tumultuosa de sus propias sensaciones internas y externas. El otro parámetro es
visual y virtual. El mismo bebe, desbordado por ese real corporal tumultuoso, percibe una imagen global y
globalizante q el espejo le devuelve. Tenemos dos parámetros: un cuerpo real sentido y vivido como
despedazado, fragmentado. En frente de este real caótico tenemos la imagen especular que es una imagen
redonda, entera y unificante, pq le da al niño la posibilidad de sentirse una unidad en relación a si mismo, y una
entidad diferente de las otras personas q lo rodean. Una unidad y una entidad todavía relativas pero ya
presentes.

En el caso del adolescente tenemos entonces un cuerpo, q no es un cuerpo despedazado como el del bebe pero
es un cuerpo enloquecido por las múltiples e intensas fuerzas pulsionales, en particular sexuales y agresivas. El
adolescente sufre del choque entre dos intensidades: la intensidad de un cuerpo que vibra al ritmo de
pulsiones que reclaman furiosamente convertirse en actos impulsivos e imprevisibles; y al mismo tiempo la
intensidad del superyó rígido e inflexible q reprime las pulsiones con tanta violencia como la violencia q las
anima. Frente a esas dos fuerzas antagonistas: un superyó intransigente que quiere aplacar con mucho rigor
dichas pulsiones, y las pulsiones que con mucho fervor, mucha furia quieren manifestarse, frente entonces a
esas dos fuerzas opuestas entre sí, aparece una imagen en el espejo. Una imagen q es tmb una imagen unitaria,
pero con la particularidad de ser ante todo una imagen de seducción.

La diferencia entre el estadio del espejo, donde aparecen dos parámetros, y el estadio del adolescente donde
tenemos tres parámetros, reside sobre todo en el tercer personaje; que no aparece en el caso del bebe, que es
el superyo. Para mí el elemento mayor, típico de la adolescencia es sin lugar a dudas, el superyo. Lo q marca
esencialmente el periodo de la adolescencia, es la presencia del superyo. Es decir, la presencia del pudor, o del
impudor. El superyo es el pudor, es el nombre psicoanalítico q le damos al pudor. Y el adolescente vive en esa
lucha entre pudor e impudor, entre reserva y salvajería, entre retención y osadía. Es en esa constante
contradicción inherente al antagonismo entre superyo y pulsiones q caracteriza al ser adolescente.

Esta importancia q le doy al superyo, me lleva a agregar una nueva diferencia entre el estadio del espejo y el
estadio de la adolescencia. En el caso del bebe, el sentimiento q domina es la alegría, el jubilo de verse
reflejado en una imagen redonda y unificadora. En el caso del adolescente, el sentimiento q domina es la
vergüenza o, su contrario, la omnipotencia. Para mi el sentimiento mas importante en la adolescencia es la
vergüenza. Y por supuesto, la vergüenza con su par antagonista q a veces toma la figura de la insolencia, la
rebeldía o hasta la violencia. La violencia del adolescente es una exteriorización de un superyo furioso.
Cualquiera sea el contexto social. Siempre hay un superyo brutal en el adolescente, q provoca inhibición, o al
contrario, comportamientos agresivos y antisociales.

El superyo puede ser agresivo con el propio sujeto, o puede retornarse hacia fuera y convertirse en violencia
destructiva.

La adolescencia es una etapa de conflicto permanente, compleja; un periodo difícil, tanto para el adolescente
como para su medio familiar. Es difícil para ambas partes: padres e hijos. Se instala allí lo q llamamos una
neurosis. Una neurosis es justamente esta tensión dolorosa entre un cuerpo q reclama exteriorizarse y una
cabeza, un superyo, q inhibe, impide esa exteriorización. Esa lucha crea comportamientos contradictorios, en
primer lugar frente a aquellos q están en primera línea, q son los padres. Entonces el adolescente está mal
primero consigo mismo a causa de esta tensión interna q le impide sentirse interiormente coherente. Y esta
incoherencia interna va a manifestarse a través de comportamientos q son igualmente incoherentes frente a
los padres. Esta situación define exactamente una neurosis. Una neurosis es una incoherencia de sentimientos
y de comportamientos, incoherencia entre el cuerpo y la cabeza del joven, y una incoherencia en la relación de
él con los otros. Los otros de los cuales depende.
La relación de una adolescente por ejemplo con sus padres de quien depende es seguramente conflictiva. En
cambio la relación de la misma con sus abuelos, con los amigos de su familia, con terceros cercanos, es
indiscutiblemente mas calma. El problema de la neurosis es el hecho de amar y odiar a aquel de cual dependo.
Si no hay relación de dependencia no hay neurosis.

Durante la adolescencia existe naturalmente una dependencia afectiva y material q favorece la neurosis. Por
ello la adolescencia se acaba (y la neurosis tmb) cuando el joven ya no vive mas en una relación de dependencia
financiera con sus padres. En ese momento, cuando el joven adulto puede irse de la casa y comenzar a ganar
dinero, la relación cambia. Se termino la adolescencia y la neurosis como neurosis de crecimiento. Ese periodo
largo de la adolescencia q comienza con la pubertad y termina con la emancipación financiera del joven, esos
largos años (unos diez años) son de neurosis, de crisis y de conflictos. Sin embargo, ese periodo es
indispensable para comenzar luego la nueva época de “la juventud/adulta” de una manera más armada y mejor
vacunados contra ciertas dificultades. Un joven q ha sabido atravesar la adolescencia y el problema de
dependencia con sus padres y ha terminado bien esa relación a pesar de las dificultades, tendrá ciertamente
una muy buena relación con sus jefes y con la autoridad. Autoridad con la q estamos todos confrontados en la
vida. Por eso digo q es una neurosis necesaria, pero tmb, sana. Sana pq se disipa inevitablemente sin
tratamiento psicológico ni medicamentos.

El complejo de Edipo se manifiesta en una serie de conductas eróticas, eminentemente infantiles, totalmente
normales, q comienzan a los 3 años y terminan hacia los 6. Mas tarde, a los 6/7 años, aparece este componente
psíquico q es tan importante en la adolescencia: el superyo. Es decir q aparece el pudor. El pudor es la
expresión exterior del superyo. Aquel niño de 6 años capaz de mostrarse desnudo mientras los padres están
cenando con amigos, dos años mas tarde se vuelve completamente tímido e incapaz de mostrar su cuerpo.
Surgió el pudor, la vergüenza y la necesidad de esconderse. El fenómeno del Edipo es un fenómeno neurótico.
Pq el niño edipico tmb siente interiormente una desunión profunda, una fuerza q lo empuja y otra q le impide
tener comportamientos transgresivos.

Estamos entonces frente a dos neurosis sanas: una q se instala entre los 5 y 6 años; y la otra q se instala entre
los 11 y 23 años. Son dos periodos cruciales en la evolución del ser humano. La repercusión negativa o positiva
de estas neurosis infantil y juvenil en vida adulta del individuo, dependerá mucho de la reacción de los padres
frente a los comportamientos difíciles del niño edipico y del joven adolescente. Si bien es cierto q se trata de
neurosis sanas y necesarias puede ocurrir q dichos periodos sean la base de futuras neurosis graves en el
adulto. Por eso tenemos q saber q son sanas y necesarias a condición q la reacción del medio familiar sea
relativamente adecuada y permita al joven q las sobrepase sin herida q cicatricen mal. Estas dos neurosis
pueden terminar brutalmente y dar lugar a conflictos durables en la vida adulta. Para los psicoanalistas, el
Edipo es el núcleo, el nudo de toda futura neurosis en un adulto. El origen de la formación de una neurosis en
un adulto es preciso buscarlo en el final del Edipo.

LAS METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD – FREUD

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces autoerótica; ahora halla al objeto
sexual. Hasta ese momento actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que,
independientemente unas de otras, buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual.
Ahora hay una nueva meta sexual, y para alcanzarla todas las pulsiones parciales cooperan, a la par que las
zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital. La nueva meta sexual asigna a los dos sexos
funciones muy diferentes. El desarrollo sexual en el hombre es el más consecuente, en cambio en la mujer, se
presenta como una involución. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta
coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexuales: la tierna y la sensual.

La nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos. La pulsión sexual se
pone ahora al servicio de la reproducción, se vuelve altruista. Todas las perturbaciones patológicas de la vida
sexual han de considerarse como inhibiciones del desarrollo.

El primado de las zonas genitales y el placer previo

Se ha escogido como lo esencial de los procesos de la pubertad, el crecimiento de los genitales externos, que
durante el período de latencia había mostrado una relativa inhibición. Al mismo tiempo, el desarrollo de los
genitales internos ha avanzado hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos, para la
gestación de un nuevo ser.

Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos, esto se logra por tres caminos: desde el mundo
exterior, por excitación de las zonas erógenas; desde el interior del organismo; y desde la vida anímica. Por
estos tres caminos, se provoca un estado que se define como “excitación sexual” y se da a conocer por dos
clases de signos anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un particular sentimiento de tensión; los
signos corporales son las alteraciones en los genitales, la preparación.

Un sentimiento de tensión debe conllevar el carácter de displacer. Opera pulsionalmente, lo cual es por
completo extraño a la naturaleza del placer sentido. Pero, sin embargo, siempre la tensión producida por los
procesos sexuales va acompañada de placer; aún en las alteraciones preparatorias de los genitales puede
reconocerse una suerte de sentimiento de satisfacción.

Mecanismo del placer previo  las zonas erógenas se conjugan para brindar, mediante su adecuada
estimulación, un cierto monto de placer; de este arranca el incremento de la tensión, la cual a su vez tiene que
ofrecer la energía motriz necesaria. El placer provocado por la excitación de las zonas erógenas se designa
como placer previo; y el producido por el vaciamiento de las sustancias sexuales, placer final. El placer previo es
lo mismo que ya podía ofrecer (aunque en escala reducida) la pulsión sexual infantil; el placer final es nuevo y
depende de condiciones que se instalan en la pubertad, es la expulsión de las sustancias genésicas. Es evocado
enteramente por la descarga, un placer de satisfacción y con él se elimina temporariamente la tensión de la
libido.

Las exteriorizaciones infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones respecto de
la vida sexual normal, sino el de su conformación normal.

Papel de las sustancias sexuales  hipótesis: la acumulación de los materiales sexuales crea y sostiene a la
tensión sexual. Los puntos débiles de esta doctrina, es q fue creada para explicar la actividad genésica del
hombre maduro, y no toma en cuenta tres situaciones cuyo esclarecimiento debería brindar al mismo tiempo.
Son las situaciones de los niños, de las mujeres y de los varones castrados. En ninguno de estos tres casos
puede hablarse de acumulación de productos genésicos.
Teoría Química:

Las glándulas de la pubertad tienen normalmente una disposición andrógina. Este descubrimiento biológico
viene a sumarse a lo que ya sabemos acerca del papel de la tiroides en la sexualidad. Estamos autorizados a
pensar que en el sector intersticial de las glándulas genésicas se producen ciertas sustancias químicas que,
recogidas por el flujo sanguíneo, cargan de tensión sexual a determinados sectores del sistema nervioso
central. Desde la teoría química empieza a haber algo del metabolismo que da cuenta de lo sexual. Es lo que le
permite pensar a Freud la teoría de la libido.

La teoría de la libido

Libido como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, que podría medir procesos y trasposiciones en
el ámbito de la excitación sexual. Al separar la energía libidinosa de otras clases de energía psíquica, damos
expresión a la premisa de q los procesos sexuales del organismo se diferencian de los procesos de la nutrición
por un quimismo particular.

La libido yoica se vuelve cómodamente accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico en
la investidura de objetos sexuales, vale decir, cuando se ha convertido en libido de objeto. La vemos centrarse
en objetos, fijarse a ellos o bien abandonarlos, pasar de unos a otros y, a partir de estas posiciones, guiar el
quehacer sexual del individuo, el cual lleva a la satisfacción, o sea, a la extinción parcial y temporaria de la
libido. En cuanto a los destinos de la libido de objeto: es quitada de los objetos, se mantiene fluctuante entre
los estados de tensión, y por ultimo es recogida en el interior del yo, con lo cual se convierte de nuevo en libido
yoica. A esta, por oposición a la libido de objeto, se la llama también libido narcisista. La libido narcisista o libido
yoica aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a
replegarse; y la investidura libidinal narcisista del yo, como el estado originario realizado en la primera infancia,
q es solo ocultado por los envíos posteriores de la libido, pero se conserva en el fondo tras ellos.

La libido tiene un fin particularmente sexual. Es una sola, con transformaciones en lo psíquico, la sede de ésta
se encuentra en el yo. Pero uno la identifica cuando es libido objetal. Mientras está en el yo es libido
yoica/narcisista.

Diferenciación entre el hombre y la mujer

Solo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y femenino, una oposición
que después influye de manera más decisiva que cualquier otra sobre la trama vital de los seres humanos.

En la niñez, el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad (vergüenza, asco, compasión) se cumple primero
en la niña y con menores resistencias que en el varón. En general, parece mayor en ella la inclinación a la
represión sexual, adoptan de preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de las zonas erógenas
es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una diferencia entre los sexos
como la que se establece después de la pubertad. Tesis: la sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter
enteramente masculino. La libido es regularmente de naturaleza masculina, ya se presente en el hombre o en
la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer.
Los conceptos de masculino y femenino en la ciencia se cuentan entre los más confusos y tienen al menos tres
direcciones. Se los emplea en el sentido de actividad y pasividad, o en el sentido biológico, o en el sociológico.
La libido tiene siempre un comportamiento masculino, en términos de que es siempre activa. Lo pulsional es
siempre activo

Zonas rectoras en el hombre y la mujer  en la niña la zona erógena rectora es el clítoris y por lo tanto, es
homóloga a la zona genital masculina, el glande.

La pubertad, que en el varón trae aparentado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la muchacha
por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris. Es un sector de vida
sexual masculina el que cae así bajo la represión.

La mujer desmiente su sexualidad. Toda vez que logra transferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la
vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la conserva
desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de la pubertad,
que por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a
la neurosis, en particular a la histeria. En la mujer hay una mudanza con el advenimiento de la pubertad del
clítoris a la vagina.

El hallazgo de objeto

En Freud, el hallazgo de objeto es siempre un reencuentro. En la pubertad el hallazgo de objeto es un


reencuentro, porque ya hubo un objeto previo que coincide con esa primera experiencia de satisfacción. Las
pulsiones se apuntalan sobre las necesidades en el acto de nutrición. Freud plantea dos modalidades de
hallazgo de objeto:

- Modelo por apuntalamiento: buscar el objeto según los modelos de la infancia. Se busca en el objeto rasgos
similares con los primeros. Se busca algo que tenga relación con esos primeros objetos de amor. Madre nutricia
y padre protector.

- Modelo narcisista: encontrar en el objeto de amor al si mismo. Un encuentro según lo que uno es, lo que uno
busca o querría ser (ideal del yo).

No es tajante la división entre los dos modelos. Puede haber una conjunción entre ambos modelos. Siempre
hay una búsqueda ilusoria de la completud. Puede haber un tercer modelo de hallazgo de objeto, el modelo por
alteridad. Hallar algo nuevo, diferente a lo ya inscripto. Estos dos modos de hallazgo que son puro reencuentro
dejan por fuera la alteridad.

Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, varón y mujer tienen metas
diferentes. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, preparado desde la más
temprana infancia. Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la
pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió solo mas tarde, quizás
justo en la época en que pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano
que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser, autoerótica, y sólo luego de superado el
período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño del
pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo (encuentro) de objeto es
propiamente un reencuentro.

Objeto sexual del período de lactancia  de estos vínculos sexuales, los primeros y los más importantes de
todos, resta aún luego de que la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable, que ayuda
a preparar la elección de objeto y, así, a restaurar dicha perdida. A lo largo de todo el período de latencia, el
niño aprende a amar a otras personas que remedian su desvalimiento y satisfacen sus necesidades. Lo hace
siguiendo en todo el modelo de sus vínculos de lactante. El trato del niño con la persona que lo cuida es para él
una fuente continua de excitación y de satisfacción a partir de las zonas erógenas, y tanto más por el hecho de
que esa persona dirige sobre el niño sentimientos que brotan de su vida sexual, lo acaricia, lo besa, lo mece, y
claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno derecho.

Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino, pues apresurará su maduración sexual; y
también “malcriará” al niño, lo hará incapaz de renunciar temporariamente al amor en su vida posterior, o
contentarse con un grado menor de este. Uno de los mejores preanuncios de la posterior neurosis es que el
niño se muestre insaciable en su demanda de ternura de los padres. Son casi siempre padres neuropáticos los
que se inclinan a brindar una ternura desmedida, y contribuyen en grado notable con sus mimos a despertar la
disposición del niño para contraer una neurosis.

El periodo de latencia se caracteriza por la prohibición del incesto, diques de la moral.

Angustia Infantil  los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por las personas que los
cuidan tuviera la naturaleza del amor sexual. La angustia no es originariamente nada más que la expresión de
su añoranza de la persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia, tienen miedo de la
oscuridad porque en esta no se ve a la persona amada y se dejan calmar si pueden tomarle la mano.

En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer la libido, la muda en angustia; y a
la inversa, el adulto, cuando se ha vuelto neurótico por una libido insatisfecha, se porta en angustia como un
niño: empezará a tener miedo apenas quede solo (es decir, sin una persona de cuyo amor crea estar seguro) y a
querer apaciguar su angustia con las medidas más pueriles.

La barrera del incesto  cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la
pulsión sexual prematuramente y despertársela con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de
manera inequívoca hasta el sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este niño
llegado a la madurez, hasta la elección del objeto sexual. Lo más inmediato para el niño sería escoger como
objetos sexuales justamente a las personas a quienes desde su infancia ama. Pero, en virtud del diferimiento de
la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del
incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresadamente de la elección de objeto,
por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El respeto de esta barrera es
sobre todo una exigencia cultural de la sociedad: tiene que impedir que la familia absorba unos intereses que le
hacen falta para establecer unidades sociales superiores, y por eso en todos los individuos, pero especialmente
en los muchachos adolescentes, echa mano a todos los recursos para aflojar los lazos que mantienen con su
familia, los únicos decisivos en la infancia.
Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación; y es difícil que la vida sexual del joven que
madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea, representaciones no
destinadas a ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones
infantiles, sólo que ahora con un refuerzo somático. Y entre estas, la moción sexual del niño hacia sus
progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto.

Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma


uno de los logros psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el
desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición tan importante para
el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua.

Un número de individuos se queda retrasado en cada una de las estaciones de esta vía de desarrollo que todos
deben recorrer. Así, hay personas que nunca superaron la autoridad de los padres y no les retiraron su ternura
o lo hicieron sólo de modo muy parcial. Son casi siempre muchachas: conservan plenamente su amor infantil
mucho más allá de la pubertad. Esto enseña que el amor a los padres, no sexual en apariencia, y el amor sexual
se alimentan de las mismas fuentes; vale decir, el primero responde solamente a una fijación infantil de la
libido. Estas personas están enamoradas en el sentido corriente del término, de esos parientes.

Efectos posteriores de la elección infantil de objeto  el hecho de que el primer enamoramiento del joven, se
dirija a una mujer madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco de
esta fase del desarrollo: el varón persigue la imagen mnémica de la madre y armoniza plenamente con ello que
la madre se revuelva contra esta renovación suya y le demuestre hostilidad. Dada esta importancia de los
vínculos infantiles con los padres para la posterior elección del objeto sexual, es fácil comprender que cualquier
perturbación de ellos haga madurar las más serias consecuencias para la vida sexual adulta.

Por otra parte, podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven amistades apasionadas
entre personas del mismo sexo. La disposición a la perversión es originaria de la pulsión sexual, y a partir de ella
se desarrolla la conducta sexual normal. Así, a expensas de las mociones sexuales perversas y con ayuda de la
educación, se edifican en la infancia los poderes destinados a mantener la pulsión sexual dentro de ciertas vías.
Otra parte de estas mociones escapa y puede exteriorizarse como práctica sexual.

TEÓRICO:

Primer objeto: pecho materno

Pérdida de objeto: el pecho no le pertenece a él.

Autoerotismo

Período de latencia: el autoerotismo no desaparece del todo; sublimación (nuevo fin de los impulsos sexuales
que la sociedad aprovecha para encauzarla hacia situaciones intelectuales) por prohibición ligada al superyo.

Amigo íntimo: previo al hallazgo de objeto


Hallazgo de objeto: apuntalamiento y narcisismo. Los objetos van cambiando y se van alejando de los objetos
primarios (los padres). Unión de la corriente tierna y sensual con la genitalidad; nueva meta sexual; unificación
de las pulsiones parciales bajo el primado genital; encuentro con el otro.

Alteridad (lo agrega la cátedra)  encuentro con el deseo del otro que me hace ver mis propios deseos. Me
encuentro con la diferencia.

Procesos que se inician en la pubertad:

o Emergencia y primado de la pulsión genital


o Nueva meta
o Nueva zona erógena
o Unificación de las pulsiones tiernas y sensuales
o Reedición genital del complejo de Edipo
o Reorganización psíquica y de las instancias ideales
o Hallazgo de objeto. A partir de la ausencia y renovación de la elección infantil de objeto
o Masculino/femenino
o Placer final
o Desasimiento de la autoridad de los padres por caída y búsqueda personal del sujeto que no coincide con los
valores de los padres.

El fin de la pulsión siempre es la satisfacción, no la reproducción. La pulsión humana, a diferencia del instinto
animal se caracteriza por la búsqueda de la satisfacción. La pulsión sexual, su descarga, puede esperar. Puede
ser reemplazada con otro objeto. A diferencia del instinto de hambre que no puede esperar.

Se diferencia la pulsión también del interés. Energía propia del yo que también tiene que ver con la motivación,
pero a nivel del yo.

- Primera teoría pulsional:

Pulsiones sexuales vs. Pulsiones de autoconservación (yoicas)

- Segunda teoría pulsional:

Pulsiones del yo (libido yoica) vs. Pulsiones de objeto (libido de objeto)

- Tercera teoría pulsional:

Pulsiones de vida (eros) vs. Pulsiones de muerte (tanatos)

El niño tiene una sexualidad perversa polimorfa. Perversa porque se aparta del fin reproductivo. Y polimorfa
porque tiene tres zonas erógenas (oral, anal y fálica), porque puede satisfacerse de diversas formas. La pulsión
sexual nace apuntalada en las funciones de nutrición. En el quehacer biológico van naciendo, se van
apuntalando. El apuntalamiento no es en una sola dirección sino que es mutuo. Si a un niño no se le da más de
comer muere, pero si no se le da más amor también. Si no se le da amor no quiere comer. Pictograma de fusión
/ pictograma de rechazo. Si no se da esa fusión entre madre y bebe no hay apuntalamiento. No hay fusión y
sexualidad sin las funciones de nutrición y tampoco hay nutrición sin la fusión entre madre e hijo.

A partir de la pubertad emerge la pulsión sexual genital que va a primar sobre las otras. Comanda el quehacer
sexual. La pulsión sexual genital es altruista (a diferencia de la infantil autoerótica). No le alcanza la satisfacción
en el propio cuerpo como al bebe, sino que busca al objeto de satisfacción. Es altruista porque busca al objeto
por fuera del cuerpo, va a buscar al altero, al otro. Todo este recorrido no es tan lineal, sino que hay avances,
retrocesos, detenciones, etc. El desorden de la adolescencia implica la posibilidad de un cambio en la cadena
generacional. Porque ese adolescente puede ser padre, ergo su padre puede ser abuelo…

Acometida sexual bifásica:

Vida sex infantil Conformación normal definitiva


Pulsiones parciales Primado genital
Complejo de Edipo, represión y latencia Reedición, elaboración y disolución del Complejo
de Edipo
Polimorfismo pre-genital Organización sexual genital
Autoerótica Hallazgo de objeto
Placer previo Placer final propio

La finalización o el sepultamiento del complejo de Edipo no existe en realidad en la clínica.

A partir de la pubertad recién se establece la diferencia entre lo masculino y lo femenino. No es lo mismo la


identidad sexuada que la identidad de género.

- lo biológico (macho/hembra)

- lo social: lo que tienen que querer los nenes y lo que tienen que querer las nenas según la cultura, la sociedad.
Por ejemplo, los nenes deben jugar a una cosa y las nenas a otra.

- lo que es activo y lo que es pasivo: lo masculino esta más ligado a lo activo y lo femenino a lo pasivo. Eso esta
ligado a las sustancias genésicas.

El entretiempo de la sexuación tiene que ver con esa no confluencia de la sexualidad infantil y la adulta.
Entretiempo donde hay algo de la sex infantil y algo de la sex adulta.

El avance de la civilización esta relacionado con el desafío de la autoridad de los padres. Es muy difícil que el
adolescente se integre con sus propias ideas y ponga algo de lo nuevo si esto no pasa. El desasimiento a la
autoridad de los padres es diferente a un chico maleducado. Todo sujeto tiene que realizar esto. Es necesario
para la formación de su alteridad. Para lograr la identidad es condición oponerse a alguien, desprenderse,
soltar, con todo el dolor que eso conlleva. Hay diferencia entre el desasimiento totalmente necesario y la pura
oposición a los padres. Oponerse distinto de oposicionismo.
GUÍA PARA LA LECTURA DE TRES ENSAYOS:

SOBRE TEORÍAS DE PULSIONES – DUEK:

Freud alude a la libido como energía de la pulsión sexual: aspecto cuantitativo cuya manifestación dinámica
muestra a las magnitudes en juego en conflicto con la otra energía, la de las pulsiones yoicas y de las pulsiones
de autoconservación; el interés. El conflicto energético quedaba así definido entre la libido sexual y el interés.

En “tres ensayos” define la pulsión como un concepto límite entre el soma y la psique, que posee un fin: la
descarga; una fuente: el cuerpo erógeno; y objeto/s en los que descargar la tensión psíquica; mas adelante, la
define como un empuje que representa una presión que fuerza el trabajo psíquico del sujeto.

Dice Freud que lo autoconservativo se opone a la pulsión sexual y posee características diferenciadas:

 Pulsiones sexuales  tienen plasticidad, la capacidad de cambiar de vías sus metas dejándose sustituir una
satisfacción pulsional por otra.

 Pulsiones de autoconservación  son inflexibles, no admiten diferimiento, son imperativas de manera muy
diversa y tienen una relación enteramente distinta tanto con la represión como con la angustia.
Habría en las pulsiones autoconservativas, una meta prefijada, un ciclo consumatorio y un objeto bien preciso,
(mas ligado al concepto de instinto q de pulsión); manteniéndose en esta primer teorización, en un polo del
conflicto el grupo de las pulsiones de autoconservación y las pulsiones yoicas; y en el otro polo, las pulsiones
sexuales.

Narcisismo

El cuerpo llega a ser, todo, en su conjunto, una gran zona erógena y sobre las bases de este cuerpo erógeno se
constituirá el yo. Sin embargo, Freud plantea que hace falta “un nuevo acto psíquico” para que el yo sea
unitario y se constituya como instancia psíquica, teniendo como sostén al cuerpo erógeno. Pasaje del
autoerotismo al narcisismo.

La libido no inviste solamente los objetos externos sino que se deposita en el yo mismo. El abordaje de la vida
amorosa muestra como hasta el mismo objeto de deseo, puede investirse en libido narcisista, por lo cual se
halla dentro del grupo de las pulsiones sexuales: libido yoica (sexual) y libido de objeto (sexual).

En la nueva teoría pulsional, el dualismo es entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte. Si bien, sitúa
las pulsiones sexuales en las pulsiones de vida, la sexualidad se bifurca en esta teoría. Hay sexualidad en el
amor y también en el odio y la destrucción. Sin embargo, habría una oposición pulsional y fundamental entre el
polo que ama y aquel que rompe y destruye. Eros (pulsiones de vida) y Tánatos (pulsiones de muerte), son en
última instancia fuerzas que en el sujeto se presentan juntas y que sólo teóricamente son separables, y que se
ocultan tras las pulsiones manifiestas, pulsiones del yo y pulsiones de objeto. La pulsión de vida procura ligar,
complejiza la vida psíquica, ya que crea unidades cada vez mayores; en cambio, la pulsión de muerte desliga la
energía psíquica, destruye nexos y procura un retorno al estado inorgánico.
SOBRE LA PULSIÓN EN LA PUBERTAD – SLIPAK

Freud señala lo que para él es la representación en la opinión popular, acerca de la naturaleza y propiedades de
la pulsión sexual:

 Faltaría en la infancia
 Advendría en la época de la pubertad siendo su meta la unión sexual (genital) o por lo menos las acciones
que tiendan hacia ello.
Freud sostiene que esta idea está plagada de errores, imprecisiones y conclusiones apresuradas. Sostiene la
disposición “originaria y universal”, de la pulsión sexual de los seres humanos. A partir de esta disposición y a
consecuencia de alteraciones orgánicas (el conjunto de transformaciones que experimenta el cuerpo del púber)
e inhibiciones psíquicas, se desarrolla en el curso de la maduración, la conducta sexual normal.

Objeto sexual y meta sexual son los conceptos que le permiten a Freud hablar sobre las perversiones y la
sexualidad infantil, para dar cuenta del trayecto de la pulsión sexual hasta la pubertad. La disposición a las
perversiones es la disposición originaria y universal de la pulsión sexual en los seres humanos.

Así Freud se sitúa en la niñez intentando descubrir esa disposición originaria y ahí ya destaca la emergencia de
aquello que circunscribe la orientación de la pulsión sexual. Los llama diques morales de la pulsión: la
vergüenza, el asco, la compasión y las construcciones sociales de la moral.

Señala un destiempo en términos de la sexualidad infantil, la práctica sexual no se desarrolla al ritmo de sus
otras funciones, se discontinúa con la latencia donde la excitación sexual no se suprime sino que se emplea
para otros fines diferentes de los sexuales.

Siguiendo con la infancia, es preciso señalar a una única meta donde las excitaciones influyen de diversas
fuentes y persiguen por separado su meta (la ganancia de placer) que en la niñez la pulsión no está centrada y
al principio carece de objeto (o por decirlo de otro modo, el objeto está/es el propio cuerpo) o sea, es
autoerótica.

El temprano el florecimiento de la vida sexual infantil hace madurar también una elección de objeto y veremos
que este hecho no es sin consecuencias, ya que la fase que se le asocia y le corresponde ha de apreciarse como
importante precursora de la organización sexual definitiva.

Transformaciones que experimenta la sexualidad infantil con la emergencia de la pubertad: la subordinación de


todas las fuentes originarias de la excitación sexual a la zona genital y el hallazgo de objeto.

La subordinación se consuma por el mecanismo de aprovechamiento del placer previo, o sea, los actos sexuales
autónomos resultantes de la conjugación de excitación y placer pasan a ser actos preparatorios para la nueva
meta sexual, que él señala es el vaciamiento de los productos genésicos. El logro de esta meta pone fin a la
excitación sexual.

Si el fin de la excitación sexual es el vaciamiento de los productos genésicos y esto es en el hombre, ¿cuál es el
equivalente en la mujer? La mujer requiere de una nueva represión que suprime un sector de la virilidad infantil
y prepara a esta para el cambio de la zona genital rectora.
Diferencias entre placer previo y placer final: el placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer aunque en
escala reducida, la pulsión sexual infantil. El placer final es plenamente el placer de satisfacción de la actividad
sexual genital.

La subordinación de todas las fuentes al primado de la zona genital, y el hallazgo de objeto, sumado a esto a la
maduración de sus órganos sexuales, los genitales, nos permiten pensar en una nueva función que aparece en
el púber: la aptitud para la reproducción. La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se torna altruista.
Aquí es donde se precisa diferenciar la categoría de progenitor de la de madre/padre. La primera involucra la
capacidad procreativa, la segunda es una adquisición simbólica: el ejercicio de las funciones materna y paterna.

DOS CORRIENTES DE LA PULSIÓN – GRASSI:

La pulsión tiene:

o Cuatro elementos: objeto - meta - empuje - fuente


o Cuatro destinos:
- la sublimación,

- la represión,

- la transformación en lo contrario, y

- la vuelta hacia la persona propia.

o Dos corrientes: la corriente tierna y la corriente sensual


La constitución de la sexuación tiene como fundamento un carácter bifásico: sexualidad infantil (propia del
complejo de Edipo) y sexualidad adulta (caracterizada por el hallazgo de objeto). Lo puberal-adolescente
aparece como interfase, un entretiempo.

Freud plantea que la normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de las
dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual. La corriente tierna proviene de la
primera infancia, se ha formado sobre la base de los intereses de la pulsión de autoconservación. Corresponde
a la elección infantil primaria de objeto. La ternura de los padres y personas a cargo de la crianza, que rara vez
desmiente su carácter erótico contribuye en mucho a acrecentar los aportes del erotismo a las investiduras de
las pulsiones yoicas en el niño.

En la pubertad se adiciona a la pulsión sexual, la poderosa corriente sensual, que ya no ignora sus metas
(penetrar/ser penetrada) ni su objeto (genitales del sexo opuesto instaladas en la categoría de
femenino/masculino). Esta corriente constituye el erotismo genital, que nunca deja de investir con montos
libidinales más intensos los objetos de la elección infantil primaria. Pero como tropieza ahí con los obstáculos
de la barrera del incesto y los diques morales de la pulsión, construidos en la latencia, exteriorizará el afán de
hallar lo más pronto posible el paso de esos objetos inapropiados en la realidad hacia los objetos ajenos, con
los cuales pueda cumplirse una real vida sexual.

El encuentro de las dos corrientes de la pulsión en el (nuevo) objeto y con la (nueva) meta (penetrar/ser
penetrada) de la pulsión en la pubertad, es una perfecta coincidencia
Lo puberal-adolescente aparece como momento de rehistorización de lo infantil ligándose con las inscripciones
de lo nuevo. Es un momento de bisagra, de ligadura.

La pulsión y el altruismo:

Una de las posibilidades de inscripciones diferenciales tiene que ver con la categoría de lo altero. Lo altero hace
referencia a la alteridad y al altruismo.

“La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se torna altruista”

1) En la infancia, el niño (perverso polimorfo) crece entre autoerotismo, narcisismo y elección infantil de
objeto. Hay una orientación (hetero u homosexual) en la elección de objeto. Pero la elección de objeto en
pleno sentido, implica una renuncia al autoerotismo y al narcisismo, como a la elección infantil de objeto, y tmb
implica una relación de vincularidad; se trata tmb de encontrar el máximo placer en el orgasmo en relación al
compañero, generar placer en el otro. Este es un sentido del hecho que la pulsión deja de ser egoísta y se
vuelve por así decir altruista. La alteridad se está constituyendo junto con el erotismo (concepto de la cátedra).
2) Si la pulsión se pone al servicio de la reproducción y esto entonces abre a la cuestión de la relación del
sujeto con un interés que no es exclusivamente individual sino de la “humanidad”, también aquí asistimos a la
transformación de la pulsión hacia el altruismo: la consideración por lo altero es el acoplarse a un interés
colectivo.
3) El progenitor/a se agrega en una cadena generacional que lo enlaza de una manera muy particular al otro
(altero) del nuevo ser objeto de afecto, el hijo/a.

SEXUALIDAD, PERVERSIONES Y NEOSEXUALIDADES: de Freud a McDougall (CORDOVA)

“Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan a la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva”. Esta frase sugiere que un sector de la vida sexual infantil, más allá de los
cambios de la pubertad, continuará vigente con su carácter polimorfo en la sexualidad genital adulta. La
normalidad sexual, desde el pensamiento de Freud es alcanzada a veces mediante un trabajo de adaptación
cuyo costo inevitable es la neurosis.

En cuanto a las aberraciones sexuales, Freud se refiere a las perversiones ordenándolas de acuerdo a las
desviaciones de la pulsión sexual respecto a la meta y al objeto o ambas.

Freud alteró la tajante y tranquilizadora frontera normalidad-perversión al afirmar que el perverso actúa lo que
el neurótico fantasea, en tanto que los síntomas neuróticos son una forma de satisfacción sustitutiva, correlato
de la represión de deseos sexuales inadmisibles para la conciencia del sujeto y las normas epocales. La neurosis
es un negativo de la perversión y la disposición a las perversiones es la disposición originaria de la pulsión
sexual humana. En ningún hombre normal falta una agregación de carácter perverso al fin sexual normal, y esta
generalidad es suficiente para hacer notar la impropiedad de emplear el término “perversión” en un sentido
peyorativo.

El psicoanálisis actual no puede soslayar la diversidad sexual de la posmodernidad expresada por las
neosexualidades, el transgénero y las familias homoparentales entre otros nuevos significantes que cuestionan
la lógica “natural” de las polaridades masculino/femenino, heterosexualidad/perversión,
paternidad/maternidad. Nos encontramos ante profundos cambios sociales y culturales, y nuevos paradigmas
interdisciplinarios abiertos a lo complejo, que problematizan los modos de pensar la sexualidad y
consecuentemente también los criterios de salud y procesos saludables.

Para McDougall el niño está expuesto a traumas universales, a realidades difíciles de aceptar como la alteridad,
la diferencia sexual y generacional y la inevitabilidad de la muerte. Ante estas situaciones conflictivas las
soluciones encontradas dependerán del modo de elaboración de los padres de estas mismas realidades. Otros
traumas infantiles se deberán a la “patología parental” (ambiente traumatizante continuo). Estos niños
lucharán desesperadamente por encontrar un sentido para preservar su existencia. Sus soluciones pueden ser
consideradas patológicas o perversas, pero responden a la “meta positiva” de sobrevivir.

McDougall propone redefinir y delimitar claramente las nociones de perversión y acto perverso, y pensar desde
la teoría en articulación con la clínica aquellas “creaciones” que se denominan “neosexualidades”, modalidades
que introducen “soluciones” y alternativas ante trabajos psíquicos fallidos en la infancia. La alteridad para
ciertos sujetos es altamente desestabilizante. Las neosexualidades como solución “cumplen la finalidad de
mantener no solo la homeostasis libidinal, sino tmb la homeostasis narcisista…”

PROBLEMATIZANDO EL CONCEPTO DE PERVERSIÓN (SOLER)

McDougall propone otros criterios para definir la perversión:

1- Se separa de la connotación peyorativa de la palabra perversión, a la cual se asocia “perversidad,


inclinación al mal” o “aberración, desviación de la pulsión” según Freud.
2- Tampoco la define según la práctica sexual, ya que aunque resulten insólitos, complicados o de naturaleza
heterodoxa, los guiones sexuales que un sujeto presente, si no implican sufrimiento para sí mismo o para el
otro, no los considera perversos. Incluso señala que el analista no tiene ninguna razón para desearle a estos
pacientes otras metas; y que si esa es la ambición del analista el problema es suyo, no del paciente.
3- El criterio que ella propone en este capítulo implica diferenciar al sujeto de las formaciones clínicas. Dice
que no hay que designar a una persona con su singularidad propia como “neurótico”, “psicótico”, “perverso”,
etc., pues cada una de las categorías clínicas encierra un número infinito de variantes. Estas etiquetas deberían
aplicarse a los síntomas, más bien que a las personas.
Las preferencias sexuales solo son un problema para analizar cuando el sujeto vive su forma de sexualidad
como fuente de sufrimiento, y por lo tanto no totalmente conforme a su sí-mismo.

Dentro de las neosexualidades, propone reservar la categoría de “perversión” para ciertas formas de relación,
las relaciones sexuales impuestas por un individuo a otro no consintiente (voyeurismo, violación, abusos,
violencia) o no responsable (niño, adulto mentalmente perturbado). Hay que subrayar que estos actos
perversos además están condenados por la ley. Y define como perversiones aquellas formaciones psíquicas
donde está fallida la constitución de la categoría de la alteridad. Poder construir la categoría de la alteridad
implica poder reconocer al otro en dos sentidos: el otro como cuerpo separado, y el otro como sujeto de deseo.
Esta categoría empieza a constituirse en los primeros tiempos de la infancia y es en la adolescencia y con el
hallazgo de objeto que se vuelve a poner en cuestión.
TRANSFORMACIONES FISIOLOGICAS PUBERALES (SALADINO)

La palabra pubertad procede del latín “pubes” (que quiere decir pelos) y, en efecto, la aparición del vello es uno
de sus signos. Los cambios se suceden a lo largo de unos años e implican una enorme transformación en el
sujeto.

A partir de los 10 años y hasta los 12 o 13 (con variaciones individuales), estos cambios se traducen en un
mayor crecimiento y maduración destinados ambos a crear nuevas funciones. Los cambios se dan en ambos
sexos aunque con algunas diferencias; este proceso se pone en marcha por la acción de determinadas
glándulas (hipófisis, testículos, ovarios) que, ya maduras, segregan las hormonas que modifican los órganos
para los cuales están destinadas. A partir de estos cambios los jóvenes están en condiciones de procrear.

Hay un rápido aumento de la talla q lleva a un crecimiento desordenado (crecen primero los pies y las manos).
El crecimiento puberal es en principio disarmónico y con sustanciales diferencias en varones y mujeres, en
comparación con la etapa anterior en la cual el crecimiento era armonioso y similar en ambos sexos. En los
varones el mayor crecimiento se da a partir de los 13, y en la mujer se da antes de la menarca y luego
disminuye el ritmo.

Hay cambios en la estructura ósea. Se produce en el varón un aumento del tamaño de los hombros y dorso, y
en las mujeres crece predominantemente la cintura pelviana.

También hay crecimiento del vello, y cambios en los genitales en el varón y mamas en la mujer que llevan a una
clasificación de la madurez puberal.

El desarrollo mamario se da alrededor de los 10, desarrollándose primero una sola mama, y que luego de unos
meses se iguala con la otra. En los varones se produce frecuentemente el aumento de tamaño de las mamas
que luego retrogradan casi siempre espontáneamente.

En el varón la propulsión de la laringe hacia delante (nuez de Adán) da como resultado la voz más grave.

Con la metamorfosis de la pubertad, la sexualidad infantil se integra en la sexualidad adulta bajo el primado
genital; se reorganiza lo que había y se agrega algo nuevo: el placer final. La pubertad impone un trabajo a la
psique, apropiarse de ese cuerpo capaz de procrear y, al mismo tiempo, es la reorganización de una antigua
lógica del placer, ahora bajo el dominio de la genitalidad adquirida.

Re-emerge la masturbación, primero como descarga de tensión, luego como prueba, como ensayo, esta
precede lo que será el trabajo adolescente: la salida a la búsqueda-creación del objeto por fuera del cuerpo
propio, y por fuera del cuerpo familiar, trabajo que se inscribe como “creación” propia. Puesta en escena de
una sexualidad que, satisfaga también las necesidades de ternura. Rodulfo dice, “la iniciación sexual en la
adolescencia es el verdadero pasaje de lo fálico a lo genital, la función del orgasmo es una acontecimiento
estructurante”. Algo se termina de escribir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfacción.

- Freud  La sexualidad bifásica:

o Sexualidad infantil
o Conformación normal definitiva
- Bleichmar los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos fases de una misma sexualidad,
sino a dos sexualidades diferentes:

Una desgranada de los cuidados precoses, implantada por el adulto, productora de excitaciones que
encuentran vías de ligazón y descarga bajo formas parciales
Y otra con primacía genital, que se establece con la consideración de la maduración del aparato genital
como condición aunque no como su causa.
Nuestro planteo  La relación entre una y otra forma no es la de una continuidad, ni reedición, por lo cual:

ENTRETIEMPO PUBERAL-ADOLESCENTE-JUVENTUD

Sexualidad infantil:

Momento de implantación por el adulto de la sexualidad en el niño.

Pregenital en el niño – Genital sublimada en el adulto

El complejo de Edipo proviene del otro adulto y cobra su forma invertida en el deseo del niño

Pulsión: concepto limite-cuerpo erógeno- proceso originario

Pulsión parcial: forman parte de una organización más amplia, a la vez que funcionan en forma
independiente, autónomas, desligadas unas de otras que tienden a unirse con las diferentes organizaciones
libidinales

El objeto si bien es el yo (narcisismo) y en la elección del objeto edípico se prefigura un esbozo de reunión
de las pulsiones parciales, aun no ha tomado el estatuto de “otro” como sujeto de deseo, ni reúne en si la
corriente tierna y sensual de la pulsión. La pulsión es autoerótica.

Autoerotismo - Narcisismo - Constitución del yo - Complejo de Edipo - Prohibición del incesto-


Sepultamiento del complejo de Edipo - Latencia - Pubertad

Entretiempo puberal-adolescente-juventud. Trabajo de frontera:

Revisitas-repeticiones-nuevas salidas y nuevas inscripciones.

Momento de exploraciones

Empuje: llegada la pubertad la sexualidad ya no puede diferirse. A la corriente tierna de la infancia se


adiciona la corriente sensual. Hay sumatoria pero aun no integración de la corriente tierna y la erótica de la
pulsión.

Fuente: constitución del cuerpo genital. Momento de resignificación, recambio y nuevas inscripciones
corporales. No hay implantación de la sexualidad por parte del adulto, hay co-operaciones con los pares en
la inscripción del nuevo cuerpo genital. Nuevos pictogramas que hacen a la constitución del cuerpo
erógeno puberal/adolescente.

Duelo por el cuerpo infantil. Integración en la imagen especular (yo) del nuevo cuerpo y la genitalidad.

Objeto: duelo por los padres de la infancia. Se va constituyendo el espacio de lo extra-familiar. Objeto como
medio para la confirmación de la identidad sexual. El otro, como medio o instrumento de la afirmación
narcisista.

Fin: la nueva meta sexual asigna a los dos sexos funciones diferentes. Confirmación del potencial sexual y
de la propia identidad sexual y ser progenitor/a como modo de salir de la dependencia hijo/a.

Lo puberal instituye una genitalización de las representaciones incestuosas. Una vez q se presento lo
puberal, debe ser pensado en relación con su anclaje en lo real biológico, q ejerce una presión sobre las
tres instancias y choca con la barrera del incesto ligada por lo edipico infantil.

Lo adolescente es un trabajo elaborativo concomitante o retrasado. Es exclusivamente realizable sobre la


base del material puberal. Utiliza los procedimientos de la idealización, del ideal del yo y la identificación.
Su fin es la desexualización (sublimación) de las representaciones incestuosas, conduce a la elección de
objeto potencialmente adecuado.

La juventud: con la juventud ya aparece la dimensión del otro como alteridad y la dimensión del futuro
como posible.

Conformación Normal Definitiva:

Zona: predominancia genital con organización psíquica en torno a las categorías de la genitalidad

Objeto: hallazgo de objeto. Objeto no incestuoso. Extrafamiliar. Creación de objeto con bocetos de infancia
e incorporación de nuevos rasgos.

Dos modos en el hallazgo de objeto:

- Tipo Narcisista: a lo q uno mismo es, a lo q uno mismo fue, a lo q uno querría ser, a la persona q fue parte
del si mismo propio.

- Tipo del apuntalamiento: a la mujer nutricia, al padre protector.

- Por alteridad: en consideración por el otro como sujeto autónomo de deseo.

La pulsión se hace altruista. Se pone al servicio de la reproducción como función simbólica. La pulsión se
hace altruista en tres sentidos: se pone al servicio de un interés q es además de individual, vital para el
colectivo social; el hijo como altero; y producir placer al otro.
Normalidad: exacta coincidencia de las dos corrientes de la pulsión dirigidas al objeto y al fin o meta: la
tierna y la sensual.

3º SEMANA

LO ORIGINARIO – GRASSI

Lo originario nos ubica en la perspectiva de los movimientos iniciales del psiquismo, de su fundación.

Representar-Metabolizar

Una función fundamental que tiene el aparto psíquico es la actividad de representación. Representar es
metabolizar. Igual que en la respiración por ejemplo, el organismo incorpora elementos heterogéneos a sí, los
incorpora, los transforma a su propia estructura, a la vez que él mismo se modifica por este proceso. Además,
produce un desecho, expulsando lo que no le sirve de aquellos elementos incorporados. Lo “heterogéneo”
debe ser incorporado y transformado en una materia “homogénea”. El aparato psíquico va a tener que
metabolizar el efecto de un doble encuentro: del bebé con la madre, y de este naciente aparato psíquico con
su propia corporeidad.

Metabolizar la madre-metabolizar el hijo

En los primeros encuentros del bebé con la madre hay un predominio de los contactos cuerpo a cuerpo. Esto es
acompañado de palabras, susurros, cantos, etc. que conforman los primeros significantes. Los primeros
contactos que se dan con el cuerpo materno, en verdad lo son con los procesos psicosomáticos despertados en
ella a partir de la presencia en su psiquismo de la representación “hijo”. El encuentro del aparato psíquico
naciente, es con los procesos psicosomáticos que se han despertado en la madre a partir del estado de afecto
(presencia o ausencia) en su psiquismo de esta representación. Para el deseo materno, el naciente es un
elemento heterogéneo a sí, que tendrá que metabolizar.

El encuentro del bebé con la madre es un encuentro con los procesos psicosomáticos maternos a partir del
trabajo de metabolización. Implica tener que representar la presencia de un elemento heterogéneo a ella, que
es el propio hijo, y de cómo sea la relación establecida por ella con dicha representación, qué tipo de afectos
(amor, odio, placer, displacer) la acompañan. El concepto de cuerpo imaginado es el que da cuenta de cómo se
inicia en la madre este proceso representación-hijo. Estos primeros encuentros bebe-madre, son con los
procesos psicosomáticos despertados en la madre a partir de cómo ella viene procesando la representación
hijo en su psiquismo, lo cual le produce respuestas a éste que se transmiten en el cuerpo a cuerpo de la
alimentación, las caricias y los cuidados corporales. La representación-hijo en el psiquismo materno transmitida
vía “caricia-mirada-palabra” (hablada, susurrada y/o cantada) es un elemento a metabolizar por el niño.

Metabolizar el cuerpo propio

El otro elemento heterogéneo a sí a metabolizar o representar por parte del naciente aparato psíquico es el
“propio cuerpo”. El bebé va a metabolizar su cuerpo a partir de las sensaciones corporales y así la corporeidad
propia va a quedar representada en el psiquismo naciente. El devenir la mismidad en el Yo corporal irá
mostrando el estado del proceso de representación corporal.

Freud había propuesto un modelo para comprender la puesta en marcha de la vida psíquica y el aparato
psíquico a partir del concepto de anaclisis, apoyo o apuntalamiento. Planteó que la actividad psíquica nace
apoyada en la satisfacción de una necesidad, el hambre. Es lo q dio a llamar Primer Vivencia o Experiencia de
Satisfacción. La satisfacción de la necesidad sirve de apoyo para que se monte el aparato psíquico. La pulsión
nace apoyada en la satisfacción de una necesidad biológica.

El concepto de pulsión como primera actividad psíquica constituyó una ruptura epistemológica con el saber
científico imperante de comienzos del siglo XX. El cuerpo se va erogenizando con el desarrollo de la libido q
“evoluciona y progresa” lineal y mecánicamente siguiendo el ritmo de la maduración biológica de lo oral hacia
lo genital. El bebe se relaciona con el pecho materno por la alimentación, su primera necesidad vital,
estableciéndose la relación boca-pecho, apoyo de la pulsión oral, luego cuando los esfínteres están maduros lo
anal, y luego lo fálico…

La satisfacción del hambre en los primeros momentos de la vida es el puente, la vía privilegiada de la relación
entre el bebe y su madre por lo vital de esta necesidad. La satisfacción de esta necesidad vital para la vida del
bebe fue el soporte para q Freud pensara el psiquismo naciente dando un paso importantísimo en tanto se
abría al escenario de lo psíquico por sobre el cuerpo.

De lo simple a la complejidad

El acto alimentario y los cuidados maternos no pueden reducirse ni a la relación boca-pecho, ni a la circulación
exclusiva de alimento. La experiencia alimentaria y de cuidados en general y lo q tiene de fundante para el
psiquismo, permite destacar recorridos que más que lineales y unidireccionales, constituyen un sistema de
entrelazamientos:

1) Intervienen del lado del niño una multiplicidad de sentidos. Por medio de las sensaciones corporales el
naciente psiquismo va a incorporar el alimento, el pecho, la madre, en un entramado que se parece más a una
red que una línea.
2) La experiencia alimentaria y los cuidados no tiene una sola dirección, es de mutualidad, es una experiencia
envolvente.
3) Pudo investigarse la importancia que tiene la representación “cuerpo imaginado”, primeras
representaciones psíquicas del hijo en el cuerpo materno, y como retorna al bebe en su relación con la madre,
en su manera de sostenerlo, de alimentarlo, de hablarle, de acariciarlo, de cantarle, de soñarlo…
En principio el Placer

Para el psiquismo naciente es vital el contacto sensorial con la madre, el Otro Primordial pq los distintos
sentidos q intervienen en esos primeros contactos corporales de alimentación y cuidados, con los procesos
psicosomáticos maternos, van a informar sobre el estado afectivo del encuentro. Es una información libidinal,
que muestra la presencia o ausencia del principio del placer en el encuentro del aparato psíquico naciente y el
aparato psíquico materno. La presencia/ausencia es fundamento de la puesta en marcha del proceso de
representación, esto quiere decir, que el principio de placer es una condición de inicio y ha de estar presente en
ambos cuerpos (niño-madre). El principio de placer ha de estar presente en las dos partes que integran este
encuentro, en el cuerpo del niño y en los procesos psicosomáticos maternos. Para lo originario, las primeras
representaciones de lo corporal se denominan pictogramas, que son las marcas del principio del placer en el
cuerpo.

Integración psiquesoma: el enraizamiento

Es importante señalar que con la introducción del concepto de lo originario y su representación, “el
pictograma”, se introducen diferencias que replantean una mirada diferente sobre el modelo de
apuntalamiento que Freud introdujo.

Desde un punto de vista, la idea de apoyo implica que dos entidades o unidades, se contactan entre sí. Una se
apoya en la otra, son dos entidades diferenciadas que se contactan por sus bordes. Una entidad ya constituida
(el cuerpo) sirve de apoyatura para que la otra (lo psíquico) se constituya.

Con el concepto de lo originario y el pictograma, se propone un modelo diferente para pensar la relación
entre lo psíquico y lo somático. Ya no se plantean dos entidades bien delimitadas y diferenciadas en que una
de ellas se presta para que la otra se monte en sus bordes. El concepto de representación pictogramática
propone un modelo por el cual no se podría decir que lo psíquico por constituirse se apoyará en el cuerpo ya
constituido. Hay razones que justifican esta diferencia:

1) Lo psíquico más que apoyado está enraizado en lo somático. No va a ser fácil la delimitación de las 2
entidades, porque las raíces (psíquicas de la subjetividad) penetran y se hunden, se expanden y bifurcan cada
vez más arraigados en el soma.
2) Diferencia soma-cuerpo. Al nacer un bebé nace un soma; éste no es aún un cuerpo. Devendrá cuerpo
libidinizado, erogenizado. No hay un cuerpo antes que se preste a lo psíquico. Se dirá que el proceso originario
es pasaje del soma al territorio, al estado de lo psíquico.
3) El proceso originario y su forma de representación (pictograma) produce un pasaje del soma al estado de
cuerpo erógeno; y así comienza la integración psicosomática. La presencia del principio del placer es la
condición para que el soma, el recién nacido, pase a otro territorio, y quede inscripto como cuerpo erógeno.
El Pictograma

La representación correspondiente al trabajo de representación de lo originario cuando está regulada por el


principio del placer es el “pictograma de fusión”. Pictograma de fusión es principio de placer corporizado.
Cuando existen fracasos en la constitución del pictograma de fusión, producto de que no se dieran ciertas
condiciones relativas a la participación del principio del placer en el proceso del encuentro, se produce un
efecto que llamaremos “pictograma de rechazo”. Su incidencia se hace notoria en procesos de patologías
graves.

¿Y que fusiona pictograma?:

- Lo somático y lo psíquico. su efecto es la integración psicosomática. La subjetividad es esta integración.


- Objeto y zona. El pecho forma parte de la boca para el proceso originario, para el pictograma de fusión la
boca y el pecho están fundidas.
- Representación y afecto. Para lo originario la representación es el afecto y el afecto es la representación. El
cuerpo erógeno lleva inscriptas las marcas de su pasaje por el principio de placer.
NASIO – MI CUERPO Y SUS IMÁGENES:

Hay dos imágenes del cuerpo complementarias e interactivas. La que se ve y siente, la visible en el espejo; y la
que está grabada en su conciencia.

Lacan – concepto de Imagen Especular

El yo, el sentimiento inefable de ser uno mismo, no es otra cosa q la fusión intima de nuestras dos imágenes del
cuerpo. La Imagen del Cuerpo es la sustancia misma del yo.

La Imagen Inconsciente del Cuerpo es uno de los conceptos centrales del psicoanálisis contemporáneo. Doltó lo
acuño desde dentro de su propia práctica con niños y lo retomó constantemente, de diferentes maneras, a lo
largo de su reflexión. Doltó definió y trató este concepto, en sus múltiples aspectos, a menudo muy diferentes,
pero siempre complementarios.

La IIC es una imagen de las sensaciones. Es la huella imborrable dejada por las impresiones más conmovedoras
de nuestra infancia. El psicoanalista habla la lengua de la IIC de su paciente.

Tres componentes de la imagen inconsciente del cuerpo (IIC):

 la Imagen de Base,
 la Imagen Funcional, y
 la Imagen Erógena.
La IIC formada en la psique de un niño pequeño, continúa estando activa durante toda la vida.

Todo ser humano, sea quien fuere e independientemente del sufrimiento que lo aqueje, quiere hablarle al otro.
Si tuviéramos q definir al ser humano según Doltó, diríamos: un ser humano es aquel q tiene el deseo
irreducible, la voluntad tenaz, de comunicarse con otro ser humano. El deseo de unirse y comunicarse con la
madre q lo protege en su seno. El otro ya esta ahí mucho antes del nacimiento, como el interlocutor inmanente
a nuestra humanidad.

El niño espera comunicarse. Espera impacientemente comunicarse, encontrar a su otro. Quiere encontrar a
alguien q le diga esas palabras expresivas y resonantes, las palabras q el pronunciaría si pudiera enunciar su
sufrimiento. Quiere encontrar a alguien q lo reconozca como sujeto, tal como es y allí donde se encuentra.

Postulamos q detrás de las palabras, los dibujos, los juegos y las actitudes del niño, existe un lenguaje muy
especial q permite una comunicación intima entre el psicoanalista y el pequeño paciente. Creemos q las
sensaciones experimentadas por ese niño cuando era bebe han quedado grabadas en su inconsciente y se
organizaron en un lenguaje interior, corporal y mudo q los analistas podemos llegar a captar, traducir y hablar.
Se trata de un lenguaje de las sensaciones experimentadas por todo niño desde su vida fetal hasta los tres años,
un lenguaje arcaico y olvidado q el niño de hoy habla sin saber q lo habla. Y lo habla sobre todo a través de los
síntomas. Todos hablamos el lenguaje de las sensaciones vividas alguna vez en nuestro pequeño cuerpo de
niño, lo hablamos sin cobrar conciencia nunca de ello. La IIC es un código íntimo, propio de cada individuo, un
lenguaje q los psicoanalistas debemos aprender a hablar si queremos tener acceso al icc de nuestros pacientes.
4° SEMANA

ADOLESCENCIA: REORGANIZACION Y NUEVOS MODELOS DE SUBJETIVIDAD:

El des-orden:

El título del trabajo anticipa la adolescencia como momento de transformaciones y cambios. Reorganización
implica q un orden o “estado de la cosa” es cambiado, transformado por reacomodamientos, reordenamientos,
por des-orden de lo existente. El caos es una posibilidad de organización. El desorden en los procesos de la
adolescencia forma parte de un proceso de subjetivación, de algo a alcanzar.

Para el pensamiento de los sistemas complejos, un orden organizacional puede nacer a partir de un proceso q
produce desorden. La complejidad de la relación orden/desorden/organización surge cuando se constata
empíricamente q fenómenos desordenados son necesarios en ciertas condiciones para la producción de
fenómenos organizados.

Desorden no es mera oposición al orden. Diferenciamos desorden de desorganización. Desorden no es


producto de una carencia del sujeto. Desorden es meta a alcanzar mediante un esfuerzo de trabajo psíquico y
su realización comporta un rédito positivo en la producción de subjetividad.

Lo puberal-lo adolescente:

La vida psíquica encuentra distintos momentos en los cuales se trata de inscribir, incorporar, metabolizar lo
heterogéneo y así re-organizar, des-ordenar lo previo. En su devenir, la subjetividad trabaja la adolescencia
produciendo transformaciones. Estos trabajos denominados lo puberal-lo adolescente implican un potencial
saludable de cambio. Lo puberal-adolescente, al encontrar condiciones de desarrollo, es una puesta en des-
orden del status quo promotor de neoorganizaciones.

Desorden, reorganización y neoorganizaciones aparecen ante la incorporación de lo nuevo, de lo distinto, de lo


hetero; lo puberal-adolescente entonces trabaja para su incorporación y homogenización, lo proveniente de
distintas fuentes:

a) Un campo intrasubjetivo o intrapsiquico: Como son los campos corporales y las vicisitudes de la historia
personal. Desorden del cuerpo. Trabajo de integración psicosomática, como integrar un nuevo cuerpo al
sistema de representaciones.

b) Un campo intersubjetivo: Que abarca las relaciones familiares, el vínculo con los otros, los pares, y un círculo
más amplio, con quienes comparte un periodo histórico-político-social

c) Un campo transgeneracional: Vía transmisión generacional de la vida psíquica, toma una dimensión trans-
subjetiva q conecta con las generaciones precedentes. Potencialidad del adolescente de ser padre/madre
(progenitor/a). Hay algo a desordenarse y ser elaborado. Como reorganizar los sistemas de filiación.

Crecimiento y desarrollo q jaquean la identidad:


Los cambios corporales relativos al desarrollo y nuevo funcionamiento endocrino y hormonal, q producen el
crecimiento del cuerpo y la aparición de los caracteres sexuales secundarios, imponen al psiquismo un trabajo
de simbolización. La maduración biológica q irrumpe en ambos sexos entre los 12 y 16 continuando durante
varios años, replantea en simultaneo las identidades enraizadas a lo somático. A su vez, el crecimiento del
aparato genital, la maduración de sus órganos sexuales internos y externos son elementos q anuncian al
psiquismo un trabajo de metabolización de las diferencias de genero sobre el desarrollo de la identidad sexual.
La maduración biológica con todo este nuevo funcionamiento endocrino y hormonal, el crecimiento corporal
con sus transformaciones y metamorfosis son la materia prima a metabolizar.

Los cambios corporales piden una revisita de la imagen especular. Un nuevo pasaje por el estadio del espejo
como formador de la función del yo, el cual no es sin su imagen corporal, anuncia la importancia q toma la
mirada, el tacto y el tiempo dedicado a decorar sus cambios. Se registran nuevas vivencias, experiencias y
sensaciones q requieren de inscripciones psíquicas para su significación.

La subjetividad demanda encontrar nuevos ordenamientos, re-ordenar, des-ordenar las relaciones del cuerpo
infantil con la propia historia, con los padres de la infancia, con la infancia de los padres, con su lugar en el
circuito de deseo familiar. Demanda replantear las identificaciones infantiles enraizadas en lo somático y en la
familia. Se requieren nuevas organizaciones q signifiquen, q den sentido al crecimiento y la genitalidad. La
simbolización del crecimiento del cuerpo con su naciente genitalidad implica trabajos psíquicos en relación con
el estadio del espejo y sus categorías, y del Complejo de Edipo q comprometen toda la estructura del aparato
psíquico.

Los trabajos de duelo en la infancia son paradojales. El fin de la infancia requiere de una caída, una muerte,
pero a la vez de una conservación superadora, transformación de lo infantil. Algo se pierde pero los
referentes simbólicos de la identidad son resignificados (nombre, apellido, filiación, pertenencia a un sexo, a
un grupo de origen, a una generación).

Dada esta peculiaridad de la sexualidad humana de constituirse en dos tiempos o fases, cabe preguntarse por la
relación entre la sexualidad infantil y la sexualidad adulta con su hallazgo de objeto y procreación como nuevo
fin.

Lo puberal-adolescente es el entretiempo de la sexuación, en la medida en q la culminación de la sexualidad


infantil no se produce automáticamente y deviene en su conformación normal definitiva. Requiere de
estaciones de recambio de su identidad infantil, de des-orden del cuerpo, del objeto familiar, de
reposicionamiento generacional. Entre re-edición y repetición, lo puberal adolescente tiene urgencia de
transformar y crear. Urgencia por la inscripción de un cuerpo q conlleve una identidad diferenciada de lo
infantil, de lo conocido y de lo parental, con rasgos originarios y q contenga el deseo genital ligado a un
objeto no-familiar. Entre repetición de lo viejo e inscripción de lo nuevo, lo puberal adolescente demanda un
proceso identificatorio q se debate entre principio de permanencia y principio de cambio.

En la adolescencia no habría necesariamente una mera transferencia o desplazamiento automático de libido


desde los objetos incestuosos de lo familiar hacia el afuera de lo familiar. Con la aparición del deseo genital, se
requiere de nuevas inscripciones, de nuevas organizaciones psíquicas. Dicha operatoria, sepultamiento del
complejo de Edipo mediante, no se produce sin conflicto, no sin las marcas de la historia familiar libidinal
infantil y no sin la consideración por lo nuevo y no familiar del objeto. El conflicto se expresa en términos de un
cuerpo pre-genital q conlleva las marcas del deseo del otro familiar, la sexualidad del adulto inscripta en el
cuerpo del niño y q ahora, con el devenir puberal adolescente, el cuerpo constituye deseo genital en un vinculo
no-familiar. Lo puberal-adolescente es ese entretiempo de trabajos específicos, lugar de transformación e
inscripción del cuerpo pre-genital en cuerpo genital y de objeto familiar en objeto de deseo no-familiar.

Tanto en la inscripción del cuerpo genital como en este pasaje a la elección de objeto heterofamiliar, “el
vinculo al otro” compañero sexual, sujeto de deseo, es marca q inaugura. La iniciación sexual marca un antes y
un dsp, un hito en los procesos de subjetivación, el cual no es sin “el otro”. El otro, a la vez par y extraño, en
su función de compañero sexual, en presencia y diferencia, con su participación coopera en la inscripción del
cuerpo genital. Esto no es sin una profunda angustia, en la inscripción de la categoría misma de la alteridad
de objeto (objeto heterofamiliar).

El reacomodamiento q la adolescencia implica por sus posibilidades de fecundación y procreación impone al


psiquismo un trabajo de simbolización de un nuevo emplazamiento generacional. El corrimiento y reubicación
generacional deviene des-orden no por el inexorable paso del tiempo. El potencial pasaje de hijo/a y su
proyección como padre/madre, y consecuentemente el pasaje de padres a abuelos, es un corrimiento
generacional cuya metabolización implica un deseo de muerte y asesinato de los padres como operaciones
simbólicas. La elección de la formulación “deseo de muerte de los padres” guarda la suficiente ambigüedad
como para dar lugar a la consideración de que los procesos de crisis y duelos son EN la adolescencia, a la vez
que DEL adolescente; es decir, que se producen en un campo que es de intersubjetividad. Si los padres tienen
que sobrevivir al asesinato (simbólico), deseo de muerte del cual son objeto por parte del hijo/a, los hijos
también han de sobrevivir a los deseos destructivos e incestuosos en las distintas formas que puedan tomar de
los padres respecto de su progenie. Lo puberal de los padres es un desarrollo conceptual que sitúa las crisis en
la adolescencia, y no sólo en la doble vertiente de los trabajos psíquicos de hijos y padres, sino sobre todo en su
mutua, relativa o absoluta dependencia.

DEL PICTOGRAMA AL PENTAGRAMA – CORDOVA

El rock expresa poéticamente las vivencias adolescentes. El rock les otorga cierta consistencia identitaria,
comienzan a crear sus propias manifestaciones artísticas colectivas. Lo puberal somete al sujeto adolescente al
ardor, es el exceso de sensualidad que se derrama creando representaciones incestuosas que dan sustento a
una intensa actividad autoerótica. Lo puberal genera el exceso de sensualidad que infiltra al adolescente,
mientras que lo adolescente enternece ese plus, lo apacigua. Lo puberal activa el Edipo genital, lo adolescente
permite su elaboración. Lo puberal permanece cercano al yo ideal como anhelo narcisista de retorno; lo
adolescente crea las condiciones para la primacía del ideal del yo, como proyecto identificatorio y horizonte
que señaliza un posible camino de salida para el sujeto adolescente.

Ejemplo de canción de Calamaro “me arde”, metáforas de los procesos puberal y adolescente. Lo puberal crea
los materiales sobre los que trabaja lo adolescente. Lo puberal es la presencia ardiente de la sexualidad
genital que activa la interpretación de la sexualidad infantil, creando representaciones incestuosas y
fantasmas de seducción.
El cuerpo púber se encuentra tomado por un proceso de transformación entre dos litorales: lo aún niño y lo ya
adulto. Con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital-puberal, seduce al cuerpo todavía niño. Lo puberal
habita en el centro de los procesos adolescentes.

El adolescente tendrá que dejar algo de si en el camino; en principio el cuerpo infantil. Abandonar los restos
del yo ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en funciones al ideal del yo como guía.

Se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal y los trabajos separadores de lo
adolescente.

Lo originario puberal en su expresión mas tajante

“Durante los procesos de la pubertad, se afirma el primado de las zonas genitales y en el varón, el ímpetu del
miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual: penetrar una cavidad del cuerpo que excite la
zona genital. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo del objeto”. Freud plantea una
simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación sexual genital y el trabajo psíquico del hallazgo
del objeto. Sabemos ahora que hay un largo recorrido y un tiempo que Grassi denomina entretiempo de la
sexuación, para arribar en el mejor de los casos a ese hallazgo.

Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro.

Queremos retomar la frase de Freud, “luego de superado el periodo de latencia se reestablece la relación
originaria” para señalar que esta afirmación nos conduce al territorio de lo originario-puberal.

Recordaremos que lo puberal es inundación, saturación sexual genital incestuosa. Pulsa por el retorno a la
unidad narcisista originaria (puberal), el narcisismo originario entre madre y lactante. La pubertad, trauma
narcisista por excelencia, derrumbe de la omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una solución sexual
para su curación. La solución positiva a lograr es el hallazgo de un compañero genital cooperativo, de un estado
amoroso compartido.

En los primeros tiempos, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del genital complementario, en
relación con el genital del otro sexo. Pene y vagina, son ahora tan fusionalmente complementarios como otrora
lo fueran la boca y el pecho. Son tratados inicialmente como objetos parciales.

Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del reestablecimiento de la unidad


narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que la figura paternal no se presente seductora e
inadecuadamente solicita con el hijo/a. En este caso dificultaría el desasimiento y la exploración de un afuera
que demarque un recorrido pulsional suficientemente alejado.

En ciertos casos, bordeando los límites de lo patológico, el encuentro del objeto complementario, la fantasía de
retorno a la mítica unidad narcisista originaria se sitúa en el plano oral de los actos compulsivos de consumo: el
exceso de alcohol, la droga, la comida. Todo aquello que inunda sensorialmente anulando ilusoriamente la
experiencia, a veces intolerable, de agujereamiento, de dolor insondable y vacío; obra del trabajo en negativo
del pictograma de rechazo.
El descubrimiento del coito es una conocimiento ligado a lo nuevo y lo esta inscribiendo desde lo originario,
como una experiencia placentera, en forma de pictograma de fusión.

Lo puberal en su versión originaria, es una tendencia anti-separadora, búsqueda de la repetición de toda


experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en cambio, es una fuerza separadora, promueve la
búsqueda de lo nuevo; es tendencia a la creatividad.

Muchacha ojos de papel: corriente tierna derivada de la sexualidad de fin inhibido, donde predominan las
marcas de la sublimación y la creatividad, la desexualización de lo genital incestuoso y, finalmente, cierta
idealización del objeto amoroso en proceso de creación y siendo hallado.

El adolescente va creando/hallando el objeto con elementos nuevos y retazos insignificantes de objetos


pertenecientes a su pasado, lo que Aulagnier denomina “fondo de memoria”. El hallazgo, dirá Freud, se
completa primero en la fantasía

LA CREACION DEL CUERPO ADOLESCENTE - CORDOVA

Con la pubertad se producen vertiginosas transformaciones, que serán tramitadas e integradas en el


entretiempo de la sexuación. El encuentro de la psique con el nuevo cuerpo y la genitalidad produce un
trabajo de inscripción. En cierto modo, el cuerpo infantil deviene parcialmente soma. Para adueñarse
activamente de este cuerpo ahora genital, el adolescente deberá crearlo como tal, en un trabajo de apropiación
subjetiva, propiciado por el encuentro intersubjetivo con el otro no familiar.

La constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo psíquico/erógeno, que
denominaremos “corpsi”. El cuerpo en sus inicios es un soma. Y lo seguiría siendo de no mediar su encuentro
con el Otro, de no ser tocado. Al soma del infante se lo designa con un nombre, se lo sueña, se lo dota de
atributos imaginarios. Luego la madre va activando libidinalmente la superficie, sexualiza. En estos “albores de
lo originario” el corpsi se va constituyendo en un doble encuentro: con el propio cuerpo y con los procesos
psicosomáticos maternos. Las representaciones de lo originario se materializan por medio de pictogramas, que
van a inscribir la zona con el objeto complementario, ambos fusionados, unidos.

El cuerpo es inicialmente vivenciado por el infante como fragmentado. La representación narcisista unificada
del cuerpo y del yo se construirá a partir de la identificación a la imagen especular del otro en el estadio del
espejo. Por ese encuentro, donde era el soma, un cuerpo ha de advenir.

El viviente advendrá la condición de infante a partir de ese encuentro humanizante que configura lo que
Laplanche denomina “situación antropológica fundamental”, caracterizada por una simetría madre-hijo que
deviene estructurante.

Lenguaje del Otro materno, quien con sus sonidos, olores, imágenes y texturas corporales, su voz, etc. va
trazando en ese cuerpo naciente una geografía erógena y activando libidinalmente el cuerpo. La pulsión es
convocada por la sexualidad icc de la madre. Bleichmar sostiene que la madre sexualiza y da indicio al proceso
de suaxuación del infans.
En este tiempo fundante que situaremos como los albores de lo originario, el corpsi, se va constituyendo en el
doble encuentro originante con el propio cuerpo y los procesos psicosomáticos maternos. Las
representaciones de lo originario van a materializarse por medio de pictogramas, que van a inscribir la zona con
el objeto complementario, ambos fusionados, unidos. Por eso el infans va constituyendo su boca fusionada con
el pecho.

La estabilidad de la constitución imaginaria del cuerpo estará dada por una sutura simbólica, que proviene de la
mirada y asentimiento del otro. En esa operación estructurante devienen las identificaciones originantes del yo
ideal (identificación imaginaria) y del ideal del yo (identificación simbólica). No se trata aquí de la construcción
del cuerpo erógeno, ya iniciada, sino de un nuevo acto psíquico: la estructuración narcisista que funda la
imagen cohesionada del cuerpo y del yo como instancia corpórea.

Con la llegada de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente en un territorio invadido y


gobernado por la sexualidad genital. El cuerpo, otrora infantil y familiar, se transforma en un extraño
heterogéneo para la psique. El resultado de esta mutación es un cuerpo-soma de bordes sinuosos y
cambiantes, que impone un trabajo de familiarización. En este proceso crítico existe el riesgo de ruptura del
sentimiento de continuidad existencial al yo. El espejo, en tanto función del otro, permitirá una nueva
asunción del yo en el orden imaginario de las transformaciones operadas en lo real del cuerpo. Entrelazar ese
real corporal con las dimensiones imaginaria y simbólica permitirá la asunción de una imagen del cuerpo
unificada y estable. El espejo, inicialmente corporizado por la mirada significante materna, es ampliado luego
por el juego de miradas familiares. Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su supremacía y dar
lugar a la creación de otros grupos y otros espejos. La función del espejo generacional va configurando una
imagen reunificada del cuerpo por medio de contactos corporales, miradas, gestos, y adquiere entonces una
importancia decisiva. Este apuntala al adolescente en su proceso de desasimiento y des-identificación de lo
familiar, infantil y favorece la creación de ideales y modelos identificatorios de relevo.

El cuerpo propio genital, se ira creando en la adolescencia mediante las inscripciones e identificaciones
resultantes de los encuentros con el otro cuerpo y con el cuerpo genital de los otros, en una dialéctica
constitutiva del si mismo y la alteridad.

La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, también en proceso de escritura
de lo propio en el otro y por el otro; dado que lo propio no es sin la otredad.

La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene una dimensión de envoltura
corporal. El adolescente utiliza ropas viejas y gastadas, zapatillas sucias y olorosas que representarían partes de
su antiguo cuerpo niño yaciente en el cuerpo adolescente.

El acopio de ropas en descomposición que caerán cuando finalice el proceso de creación del nuevo cuerpo,
podría ser el equivalente del acto de retener y de figurar el duelo por las partes del cuerpo infantil perdido.

Lenguajes y escrituras del cuerpo

Durante el entretiempo de la sexuación, el arduo trabajo de creación/apropiación del cuerpo se expresa de


diversos modos:
1) Conversiones
- Transformaciones corporales propias de la adolescencia.

- Proceso de histerización, que crea síntomas conversivos transitorios, escenas de seducción ofrecidas a la
mirada del otro.

2) Somatizaciones

- El soma es un espacio no inscripto y por lo tanto, no representado por el psiquismo.

- El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios, sensaciones dolorosas, temores hipocondríacos, etc.

- Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de un proceso patológico.

Creación del “cuerpo propio”, alteraciones y alteridad

Experimentar la alteridad no siempre es posible y tolerable, porque en ciertos adolescentes no se ha


constituido adecuadamente tal categoría y los cambios del cuerpo genital no llegan a ser metabolizados. En
consecuencia, el yo no los incorpora. Cuando fracasan se producen importantes alteraciones, el cuerpo genital
o sectores del mismo son rechazados y mudan a la condición de cuerpo extraño. Entonces lo familiar se torna
siniestro.

La estrategia del sujeto adolescente frente a estas perturbaciones se verificara en intentos de atacar, suprimir o
controlar el cuerpo vivido como perseguidor, mediante ciertas mutilaciones, accidentes, conductas anoréxicas,
y finalmente la tragedia del suicidio, como intento extremo de desembarazarse del objeto incorporado (soma)
que anida, sin representación metabolizante, como una bestia informe cuya alteridad es inasimilable, en el
interior exterior de la psique.

La construcción de la categoría subjetiva y ética de la alteridad es una adquisición compleja que implica
poder sostener la condición de sujeto deseante ante otro sujeto deseante, sin que este encuentro suponga
destrucción. Convivir como otro y con el otro equivale a convivir con el “propio cuerpo” como alteridad y
convivir con la alteridad de los “otros cuerpos”. Hacer propio el cuerpo no significa avasallar su alteridad, ni
borrar su resto de amenidad. El cuerpo propio no nos exime de responsabilidades, consideraciones, de
encuentros y placeres compartidos, de rechazos mutuos, etc.

5º SEMANA

WINNICOTT. CONCEPTOS CONTEMPORÁNEOS SOBRE EL DESARROLLO ADOLESCENTE.

Si en la fantasía del primer crecimiento hay un contenido de muerte, en la adolescencia el contenido será de
asesinato. Puede que resulte necesario hacer frente a agudos problemas de manejo, dado que crecer significa
ocupar el lugar del padre.

La rebelión corresponde a la libertad que se ha otorgado al hijo, al educarlo de tal modo que exista por derecho
propio. “sembraste un bebé y recogiste una bomba”.
En la fantasía inconsciente total correspondiente al crecimiento de la pubertad y la adolescencia existe la
muerte de alguien. En la psicoterapia del adolescente, la muerte y el triunfo personal aparecen como algo
intrínseco del proceso de maduración y de la adquisición de la categoría de adulto.

Es posible que de pronto un niño de cualquier edad necesite hacerse responsable, quizá por la muerte de uno
de sus padres o por la separación de la familia. Ese niño será prematuramente viejo y perderá espontaneidad y
juegos, y el alegre impulso creador. Es distinto cuando deben adquirir cierta responsabilidad, como votar, por
cumplir la mayoría de edad, a que los adultos deleguen la responsabilidad en el menor.

El adolescente es inmaduro. La inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia. No hay más


que una cura para ella, y es el paso del tiempo y la maduración que este puede traer.

La sociedad necesita ser sacudida por las aspiraciones de quienes no son responsables. Si los adultos abdican, l
adolescente se convierte en un adulto en forma prematura, y por un proceso falso.

Por el bien de los adolescentes y de su inmadurez, no les permita adelantarse y llegar a una FALSA MADUREZ,
no le entreguen una responsabilidad que no les corresponde, aunque luchen por ella.

Lo característico de la adolescencia es su inmadurez y el hecho de lo ser responsable.

Sólo con el paso del tiempo y la experiencia puede un joven aceptar poco a poco la responsabilidad por todo lo
que ocurre en el mundo de la fantasía personal.

Una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es su idealismo. Todavía no se ha hundido en la
desilusión, y el corolario de ello consiste en que se encuentran en libertad para formular planes ideales.

LA ADOLESCENCIA ES ALGO MÁS QUE PUBERTAD FÍSICA. IMPLICA CRECIMIENTO, QUE EXIGE TIEMPO. Y
MIENTRAS SE ENCUENTRA EN MARCHA EL CRECIMIENTO LAS FIGURAS PATERNAS DEBE HACERSE CARGO DE LA
RESPONSABILIDAD. SI ABDICAN, LOS ADOLESCENTES TIENEN QUE SALTAR A UNA FALSA MADUREZ Y PERDER SU
MÁXIMO BIEN: LA LIBERTAD PARA TENER IDEAS Y PARA ACTUAR POR IMPULSO.

WINNICOT-REALIDAD Y JUEGO (CAP. 11):

La dinámica es el proceso de crecimiento que cada individuo hereda. Se da por sentado un ambiente facilitador.
Hay genes que van a determinar pautas pero nada se produce si no es en relación con un ambiente, que tiene
que ser lo suficientemente bueno.

¿Enfermedad o salud?

La sociedad abarca a todos sus miembros (cuando están psiquiátricamente sanos), pero la sociedad también
debe contener a aquellos que se encuentran enfermos como:

- Los inmaduros (en edad),

- Los psicopáticos (producto final de privaciones),

- Los neuróticos (acosados por una motivación y ambivalencia ICC), etc.


Winnicott estudiará la sociedad como si estuviese compuesta por personas sanas en el plano psiquiátrico. Los
individuos sanos para su realización personal, necesitan de su lealtad a una zona delimitada de la sociedad.

Tesis principal

En la teoría del cuidado del niño, la continuidad de dicho cuidado ha llegado a ser un rasgo central del concepto
de ambiente facilitador. Gracias a eso el nuevo bebé puede gozar de continuidad en la línea de su vida. Si los
hijos llegan a encontrarse a sí mismos, buscarán la totalidad: ello incluirá también agresión y elementos
destructivos.

Las recompensas que los padres obtengan vendrán en la riqueza del potencial personal de cada joven. Las
recompensas llegan de modo indirecto, por supuesto, no recibirán agradecimiento.

El término paterno aparece mucho más tarde que materno. El padre se convierte poco a poco en un factor
importante, y luego viene la familia, cuya base es la unión del padre y la madre. Gracias a la continuidad del
cuidado del niño, y solo con ella, puede el bebé, en situación de dependencia, gozar de continuidad en la línea
de su vida.

Muerte y asesinato

En la época de crecimiento de la adolescencia los jóvenes salen, en forma torpe y excéntrica, de la infancia, y se
alejan de la dependencia para encaminarse hacia su condición de adultos. El crecimiento no es una simple
tendencia heredada, es un entrelazamiento de suma complejidad con el ambiente facilitador. Si se puede usar
la familia, se la usa, y mucho, sino se puede es preciso que existan pequeñas unidades sociales que contengan
el proceso de crecimiento adolescente.

Los mismos problemas que aparecían en las primeras etapas, van a renacer en la pubertad. Si en la fantasía del
primer crecimiento hay un contenido de muerte, en la adolescencia será de asesinato. Aunque el crecimiento
en el período de la pubertad progrese sin grandes crisis, puede que resulte necesario hacer frente a agudos
problemas de manejo, dado que crecer significa ocupar el lugar del padre. Y lo significa de verdad, en la
fantasía inconsciente, el crecimiento es intrínsecamente un acto agresivo.

Se puede observar el juego de “soy el rey del castillo”. Es un juego de la primera etapa de la latencia, y en la
pubertad se convierte en una situación de la vida. Es una formulación de existencia personal. Es una
consecución de crecimiento emocional individual, una situación que implica la muerte de todos los rivales o el
establecimiento del dominio. Si se quiere que el niño llegue a adulto ese paso se logrará pasando por encima
del cadáver de un adulto.

La rebelión va a corresponder a la libertad que se le ha otorgado al hijo. En la fantasía inconsciente total


correspondiente al crecimiento de la pubertad y la adolescencia existe la muerte de alguien. Mucho puede
lograrse en el juego y con los desplazamientos, y sobre la base de las identificaciones cruzadas; pero en la
psicoterapia del adolescente, la muerte y el triunfo personal aparecen como algo intrínseco del proceso de
maduración y de la adquisición de la categoría de adulto. Esto plantea grandes dificultades a padres y tutores.
También las presenta a los propios adolescentes, que llegan con timidez al asesinato y triunfo correspondientes
a la maduración en esta etapa crucial. El tema inconsciente puede hacerse manifiesto como la experiencia de
un impulso suicida, o como un suicidio real. Los padres están en condiciones de ofrecer poca ayuda, lo mejor
que pueden hacer, es sobrevivir, mantenerse intactos y sin abandonar ningún principio importante.

Punto central: la inmadurez del adolescente. Los adultos maduros deben conocerlo, y creer en su propia
madurez como nunca creyeron hasta ahora ni creerán después.

Es posible que de pronto un niño de cualquier edad (digamos de seis años) necesite hacerse responsable, quizá
por la muerte de uno de los padres o por la separación de la familia. Ese niño será prematuramente viejo y
perderá espontaneidad y juegos, y el alegre impulso creador. Es más frecuente que se encuentre en esa
situación un adolescente que debe hacerse cargo de su familia por ejemplo por problemas económicos. Caso
distinto es cuando los adultos delegan tal responsabilidad, hacer esto es una forma de traicionar a los hijos: la
rebelión ya no tiene sentido, el adolescente triunfa demasiado temprano, preso de su propia trampa. Si los
adultos abdican, el adolescente se convierte en un adulto en forma prematura por un proceso de falsa
madurez. Se pierde toda la actividad imaginativa y los esfuerzos de la inmadurez.

El adolescente es inmaduro, la inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia. La única


cura para ella es el paso del tiempo y la maduración que este puede traer. La inmadurez contiene los rasgos
más estimulantes del pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva vida. Se
podría aconsejar a la sociedad que por el bien de los adolescentes y de su inmadurez, no les permitan
adelantarse y llegar a una falsa inmadurez, no les entreguen una responsabilidad que no les corresponde. Lo
característico de la adolescencia es su inmadurez y el hecho de no ser responsable. Esto es una prioridad que
cada individuo debe perder cuando llega a la inmadurez.

En la adolescencia, la fantasía de muerte pasa a ser una fantasía de asesinato, inconsciente, se da en el plano
de lo psíquico. Tiene que ver con el crecimiento del cuerpo. Asesinar para poder ocupar su lugar. Esta fantasía
hace a la constitución psíquica. Requiere de un adulto capaz de sostener, de dejarse asesinar, capaz de
confrontar, de habilitar la palabra, la escucha, choque generacional.

Niñez  Fantasía de muerte

Adolescencia  Fantasía de asesinato

Hay algo de la cadena generacional que se pone en cuestión. Se deja de pensar en el mito fundacional. La
adolescencia viene a romper con esto. Cada uno es un eslabón más en la familia, no se arranca de cero. Los
padres dejan de ser idealizados, pasan a ser falibles y mortales. Se da una modificación del vínculo. Hay algo de
este padre real que empieza a romper ese ideal. Reconstrucción de ese vínculo y búsqueda del adolescente de
otros referentes que puedan ser tan infalibles e incuestionables como lo eran los padres de la infancia:
idealismo, fanatización.

Naturaleza de la inmadurez

No hay que esperar que los adolescentes tengan conciencia de la inmadurez o conozcan sus características. Lo
que importa es que se salga al encuentro del reto de los adolescentes.
Los cambios de la pubertad suceden a distintas edades. La espera supone una gran tensión, en especial a los de
desarrollo tardío. La tensión corresponde a la fantasía inconsciente del sexo, y a la rivalidad vinculada con la
elección del objeto sexual. El adolescente, no puede hacerse cargo aún de la responsabilidad por la crueldad y
el sufrimiento. El sentimiento de culpa es enorme. La madurez corresponde a un periodo posterior y no es
posible esperar que el adolescente vaya más allá.

Se puede decir que una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es su idealismo. Todavía no se han
hundido en la desilusión, por ello tienen un gran idealismo. Tienen libertad de ideas y suelen actuar por
impulso.

El cambio físico de la pubertad no es un cambio sexual únicamente, sino también hay un cambio físico y de la
adquisición de verdaderas fuerzas; aparece un verdadero peligro, que otorga a la violencia un nuevo
significado. Junto con las fuerzas llegan también la astucia y los conocimientos para usarlas. Existe una fuerte
propensión a la agresión que se manifiesta en forma suicida, la alternativa es que aparezca como una búsqueda
de la persecución, que constituye un intento de alejamiento de la locura y la ilusión.

Hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan vida y vivacidad. La confrontación se refiere a una
contención que no posea características de represalia, de venganza; pero que tenga su propia fuerza.

La madurez corresponde a un período posterior de la vida, y no es posible esperar que el adolescente vea más
allá de la etapa siguiente, la de comienzos de su tercera década de vida.

Lo principal es que la adolescencia es algo más que pubertad física, aunque en gran medida se basa en ella.
Implica crecimiento, que exige tiempo. Y mientras se encuentra en marcha el crecimiento las figuras paternas
deben hacerse cargo de la responsabilidad.

LA DIFICIL TAREA DE SER JOVEN – BLEICHMAR

Pensar la juventud no como categoría cronológica, sino como un tiempo psíquico donde los proyectos se
inscriben en un futuro posible. La idea de futuro es imposible pensarla por fuera de las instituciones y lo social.
Habla de la problemática del universo caótico donde no hay futuro (Argentina 2000).

Incidencia de la sociedad y la problemática social ligada a la forma en que el adolescente construye su


subjetividad. La juventud tiene que ver con proyectos, con futuro, dar significado a las situaciones. Se necesita
tiempo, capacidad de pensar.

La categoría “juventud” no remite a una simple cuestión cronológica, si bien se define en el marco de esa etapa
de la vida que está entre la adolescencia y algo posterior (la vejez para algunos, la madurez para otros). En su
definición siempre se hace alusión a la energía, vigor, frescura, que constituyen sus rasgos principales. Por eso
“juventud” alude inevitablemente a la posibilidad de goce y futuro. “Perder la juventud” puede ser tanto del
orden del desaprovechamiento del tiempo de construcción de una perspectiva de vida como la ausencia de
placer, de los aspectos lúdicos que la acompañan. Frases como “me robaron la juventud”, o “yo no pude
aprovechar mi juventud” dan cuenta del posicionamiento con el cual alguien se confronta a esa etapa q
considera del orden de la temporalidad q acontece y a través de la cual transcurre la vida.

No es absurdo preguntarse cuánto de juventud atraviesa esta etapa de quienes hoy tienen en la Argentina la
edad que se supone su ejercicio, su apropiación, su disfrute, reducidos a la inmediatez de la búsqueda de
trabajo o inmersos en una vida universitaria cada vez más costosa desde el punto de vista moral y económico,
nada garantiza que el tiempo permita el devenir de algo que culmine o dé curso a una perspectiva de avance.
Entre la conservación de lo insatisfactorio y el temor a perderlo pq nada augura su relevo por algo mas fecundo
o placentero, no hay postergación sino vacío, ya que tampoco hay garantías de que los tiempos que vienen se
constituyan realmente en futuro.

El éxodo que está en el horizonte mítico de toda la sociedad argentina no es sólo un síntoma de la ausencia de
salida, sino del abandono de su búsqueda. El proceso de desidentificación se acelera, y el sentimiento de
pérdida de referentes abarca a todos los grupos, sean sociales o generacionales.

Ejemplo De la Rúa que ante el éxito de los jóvenes futbolistas del Sub 20, dijo sentirse contento pq ahora ellos
tendrían oportunidades en el exterior. Con su discurso convalidaba la idea presente en la mayoría de q la única
salida posible era irse al exterior.

Lo brutal de los procesos salvajes de deshumanización consiste en el intento de hacer q quienes los padezcan
no solo pierdan las condiciones presentes de existencia y la prorroga hacia delante de las mismas, sino tmb
toda referencia mutua, toda sensación de pertenencia a un grupo de pares q le garantice no sucumbir a la
soledad y la indefensión. Y es allí, en esta renuncia a la pertenencia, a la identificación compartida, donde se
expresa de manera desembozada la crisis de una cultura, y la ausencia en ella de un lugar para los jóvenes.

Llegó la hora de la liquidación de la juventud: contratos laborales q llegan a su renovación mensual, ausencia de
perspectivas post-universitarias; jornadas de 14 y 15 horas de trabajo que no dejan margen ni para el café con
los amigos, ni para la vida social que llenaba antes las horas del ocio productivo en las cuales se complementa
la formación de un joven, para aquellos que aún tienen trabajo actual o futuro. Y el resto que se pudra entre
tetrabrik y la deambulación marginal.

Nos han habituado a la propuesta de pensar desde un reduccionismo financiero a partir del cual parecería q
todo lo q es del orden de la aspiración social, de los sueños y deseos colectivos por un futuro mejor es pura
imaginería carente de principio de realidad. Es acá donde se opera el mayor despojo padecido: no ya el de los
proyectos, sino el del derecho a soñar con una perspectiva distinta en la cual no se trate solo de perder menos
sino de permitirse aspirar a más.

Conocemos los dos grandes peligros que acechan al psiquismo en situaciones como la presente: la pérdida de
investimientos ligadores al semejante, que dejan al sujeto sometido al vacío y lo sumen en la desesperanza
melancólica del desarraigo de sí mismo, y la desidentificación de sus propios ideales.

Es desde este lugar que podemos, tal vez, contribuir junto a otros a recuperar el concepto de “joven”, no ya
como una categoría cronológica, ni por supuesto biológica, sino como ese espacio psíquico en el cual el tiempo
deviene proyectos, y los sueños se tornan trasfondo necesario del mismo.
6º SEMANA

CONDENADO A EXPLORAR – WASERMAN

La clínica de la adolescencia puede ser considerada desde el punto de vista de la psicopatología de la


exploración. El punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a explorar. La
exigencia exploratoria le viene de la metamorfosis de su propio cuerpo, del cual debe apropiarse, sino también
le viene del medio social, que lo expulsa del protectorado donde residía bajo la protección de sus padres. La
metamorfosis de la pubertad origina una neurosis esperada, la neurosis propia del adolescente. El derivado de
esta neurosis es la constitución del fantasma, que es el que regula las relaciones con el goce. Winnicott dice
que la adolescencia es una enfermedad que se cura con el tiempo. Enfermedad que es natural y puede ser
atravesada de distintas formas.

Un proceso de investidura es consecuencia o coincide con un proceso de exploración. El trauma puberal


condena al sujeto a explorar. Esta exigencia exploratoria le viene del cuerpo (debe explorarlo y apropiarse de
él, como si se tratara de un terreno desconocido) y del medio social (debe encontrar en él su cobijo, lejos del
hogar paterno). El otro sexo también debe ser explorado. La exploración se hace acompañado de objetos
internos, objetos transicionales (winnicott) y grupo de pares todos ellos cumplen una función de
apuntalamiento. Hay en la adolescencia un deseo de recuperar el apuntalamiento perdido, a través del objeto o
el grupo de pares de la latencia, que también se perdió.

El adolescente puede producir un objeto transcicional apuntalador, cuya función ya conoció en la infancia (el
espacio entre el objeto subj-la ilusión, y el obj. Objetivo, la realidad). Un objeto que lo acompaña en el mundo
externo, una parte de él que es no-yo; “Habitar” la transicionalidad posibilita habitar psíquicamente el cuerpo
que cambia para metabolizar lo desconocido del propio yo. Ej.: diario intimo, zapas, guitarra viajera, representa
al sujeto ante los demás.

Las estructuras psicopatológicas y la exploración

Las problemáticas de la exploración se pueden dar en un contexto neurótico, psicótico o perverso ya que todos
están condenados a explorar; y es con mucha frecuencia que la puesta en acto de la exploración lo que
desencadena el episodio psicótico.

Los resultados de la exploración

En cuanto al fin de la adolescencia, está socialmente ligado a los ideales culturales, y estos ideales se vinculan
especialmente al área de la independencia económica y la constitución de la familia. Se produce una detención
del desarrollo en la adolescencia con consecuencias futuras cuando se produce un tropiezo en el proceso de
exploración.

La exploración y los apuntalamientos

La exploración es una experiencia personal e intransferible que se hace acompañado de distinta clase de
objetos cuya presencia es beneficiosa para el recorrido exploratorio. Estos objetos son internos como los
objetos narcisistas que sostienen al yo, objetos transicionales, el grupo de pares y el objeto complementario.
Todos estos cumplen una función de apuntalamiento.

En su búsqueda de ayuda exploratoria el púber adolescente debe aprender a apuntalar sus apuntalamientos. El
sostén necesita de la investidura. Los procesos de desinvestidura se dirigen especialmente al sostén. En el
aislamiento se dirigen al grupo, en los trastornos del cuerpo se dirigen al sostén de la libido.

Kaes es otro referente. En su búsqueda de ayuda exploratoria, el púber adolescente debe aprender a apuntalar
sus apuntalamientos. El sostén necesita de la investidura. Los procesos de desinvestidura se dirigen al sostén. El
gran secreto del apuntalador es lograr que el sujeto se convierta en “apuntalador del apuntalamiento”. La
transferencia es una reedición de una relación de apuntalamiento que atraviesa procesos diversos.

Hay en la adolescencia un deseo de apuntalamiento. Un deseo de recuperar el apuntalamiento del objeto que
se está perdiendo, y de recuperar el apuntalamiento del grupo de pares de la latencia, ya que el grupo de pares
cuya gestación se produce en la latencia se pierde al entrar en la adolescencia.

El concepto de apuntalamiento de Kaes se enriquece con las ideas de Meltzer. Podríamos decir que el yo no
sólo se reconstruye sino que sufre un proceso que me gustaría llamar de inflación, es decir que el self se
expande y el yo trata de incluir dentro de sí toda esa expansión y asimismo distribuir partes en su entorno
grupal.

La función apuntaladora del objeto transicional

En muchos casos el adolescente produce un objeto apuntalador cuya función ya conoció en su infancia. Es el
objeto que es parte de él y parte de un objeto exterior. Está presente cuando la ausencia es más punzante, y lo
representa a él ante los otros. Por ejemplo el diario íntimo, las zapatillas que nunca deja de usar. Los objetos
transicionales, los espacios y tiempos transicionales son conceptos que nos ayudan a comprender el mundo
adolescente.

La función apuntaladora de la sustancia adictiva

El uso de la misma sustancia lleva al sujeto a emprender un viaje, viaje que representa la exploración
adolescente. Muchos de ellos, a través de la adicción, hacen un viaje llevados por el despliegue de la excitación
sensorial que sienten los conduce a la exploración de mundos diferentes. Esta exploración de un nuevo
autoerotismo a veces inhibe toda salida al mundo y se transforma en un sostén que captura al yo hasta hacerlo
desaparecer. En muchos otros casos, es una exploración metafórica que transita únicamente el mundo
sensorial y brinda una satisfacción alucinatoria en un tiempo de espera.

Sublimación y apuntalamiento

Hay fenómenos regresivos que permiten la instalación temporal de un área de ilusión reencontrada, que
apoyan asimismo la creación de objetivos sublimatorios y de espacios intermedios en los cuales la vida puede
ser vivida de un modo no amenazante. Se trata de la instalación del sujeto a partir de la adolescencia en
mundos cuya función es de consuelo (mundo de la música, la danza), son espacios derivados del área
transicional que el niño transitó cuando deambulaba por el mundo del juego. En muchos adolescentes la droga
es vivida como instrumento para entrar a ese otro espacio definido como de ilusión reencontrada, cuyo
abandono se hace muy difícil cuanto más agudo es el temor a la desilusión.

La exploración y la cultura

Debemos diferenciar un espacio intrasubjetivo donde el sujeto debe iniciar una exploración de su cuerpo para
construir una nueva representación de él, y el espacio vincular e intersubjetivos donde la cultura interviene de
un modo diverso.

El permiso a los accesos exploratorios al mundo adulto son proporcionados por el entorno cultural. La sociedad
señala los caminos. Estos caminos de acceso que el sujeto nunca antes recorrió están más fijados en ciertos
marcos culturales que en otros.

En las sociedades modernas y posmodernas aparece el llamado mundo adolescente y es éste, el que fija los
modos de exploración y transición, modos que cuestionan tajantemente las propuestas que el mundo adulto
propone para convertirse en uno de ellos. Los tránsitos exploratorios posmodernos se vinculan a la trasgresión
por factores vinculados a los procesos históricos sociales y a las ideologías vinculadas a la función paterna y su
alcance. En cambio, en las sociedades lineales los caminos de pasaje a la adultez están marcados por ritos, y
estos ritos que acompañan la elección y hallazgo de objeto están fijados por la cultura de un modo estricto. Es
un reglamento ancestral que representa la ley del padre y asegura el modo de la sustitución exogámica. En la
sociedad lineal el púber acepta sin cuestionar los caminos de la transición.

En una sociedad posmoderna llega a haber absoluto cuestionamiento a la ley del padre. En la juventud
moderna hay un ataque de la trasgresión, momento al mismo que se considera intrínseco a nuestra
adolescencia. El mundo adulto acepta pacientemente esa bravuconada, esperando que ceda con el tiempo,

¿Metamorfosis o transformación?

Metamorfosis y transformación son dos términos que pueden ser usados para definir dos procesos
diferenciables cuyas características pueden ser inferidas por las producciones del sujeto, es decir por la
sintomatología que acompaña a uno u otro proceso. Para algunos sujetos el cambio puberal es vivido como un
cambio radical, una ruptura, un desgarramiento, una fragmentación del cuerpo. El niño asiste atónito al
desarrollo de una metamorfosis imprevisible.

Para otros sujetos lo que predomina son procesos de transformación, se conserva algo del orden de lo
invariante. El cuerpo sufre transformaciones, pero estas son derivadas del mismo cuerpo que le pertenecía al
yo desde su asunción y el sujeto se puede reconocer en él y espera la constitución de una imagen aceptable.
Las vivencias de fragmentación no son extremas. Son menos temidas por el yo porque los modelos establecidos
en el imaginario del sujeto son menos terroríficos. Cierto grado de metamorfosis está siempre presente aunque
predomine la transformación y viceversa.

Exploración del cuerpo y de género

Hay en el primer campo exploratorio un interés agudo por el desarrollo genital, aparición del vello pubiano,
desarrollo de las mamas, etc. estos centros de interés inundan al yo. Cada uno de estos signos certifica la
pertenencia al género o la aleja. Cualquier deficiencia en los rasgos primarios que el sujeto constate en su
exploración lo arroja al foso de la castración y al riesgo de la pérdida de su identidad sexuada. Por el contrario
su desarrollo reasegura el narcisismo en los dos sexos más allá de la presencia o no del falo, en eso se
diferencia de la sexualidad infantil. Castrado o fálico se resignifican adquiriendo el segundo y final término con
la significación de masculino-femenino.

El sujeto está condenado a explorar su propio cuerpo que abarca los caracteres tanto primarios como
secundarios. Lo hace mirando la mirada del otro que adquiere una dimensión de apuntalamiento o de
derrumbe. Aparece en estos momentos la pasión por la estética, la obsesión del espejo, etc.

Desfiguración, pérdida de la forma en el proceso de transformación/metamorfosis es donde el yo debe


reconocerse, o sea, volver a conocerse. Es en la adolescencia donde a veces se asiste a la asunción delirante de
una identidad ajena como si realmente apareciese otro que ocupase el lugar del sujeto. En su metamorfosis el
sujeto se ha perdido completamente, su nuevo cuerpo es la prueba de la emergencia de otra persona.

El hallazgo de objeto

Hay dos procesos, dos campos exploratorios, uno es la búsqueda y encuentro de la cavidad excitadora de la
zona genital, otro es el objeto que se ha venido construyendo desde la temprana niñez y cuyo retorno se
anhela.

La cavidad excitadora para el varón debe ser hallada y también debe ser hallada en la mujer, vía una regresión
del clítoris a la zona anal y de ahí a la vagina. Esta búsqueda se hace primero en la fantasía, y sigue allí un
recorrido donde encuentra un goce limitado y alucinado.

La necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto a una exploración del mundo porque ese objeto, no
puede ser compensado suficientemente por una parte del propio cuerpo ni por la satisfacción alucinatoria que
condena al sujeto al aislamiento y a la pérdida del encuentro amoroso. En ese encuentro con el otro es donde
se inscribe un nuevo pictograma vinculado al nuevo cuerpo ahora regenitalizado.

La exploración de la identidad de género se hace más allá del cuerpo real, y se vincula a la exploración escénica
de gestos y actos que se imitan del ideal estético y conductual de la época. Actúa el personaje de un modo
anticipatorio, en un movimiento exploratorio de afuera hacia adentro que se diferencia y se conecta a veces a
la investigación del cuerpo.

Hallar un objeto adecuado para sus nuevas posibilidades sexuales. Freud concluye que el objeto buscado es el
objeto perdido, de lo que fundamentalmente se trata es de su búsqueda. Y es esa búsqueda la que condena al
sujeto a la exploración. Freud afirma que lo que empuja al sujeto lejos de sus padres, lo que lo condena a la
exploración, es fundamentalmente el peligro de la consumación del incesto. Buscando el objeto perdido, debe
alejarse lo más posible de él. En ese alejamiento exploratorio es donde es posible encontrar el objeto
adecuado. Va entonces desde las cercanías del objeto incestuoso, al objeto nuevo: el exogámico.

Mas q reencuentro en el hallazgo de objeto es algo neo, algo nuevo, algo a descubrir. Pq para ser hallazgo tiene
q ser algo a descubrir. Es el hallazgo de objeto apuntalado en ese nuevo cuerpo (cuerpo genitalizado). Hallazgo
de lo nuevo, de lo altero, del otro, de la otredad.
En la pubertad prevalece lo originario. La pulsión siempre va a buscar la descarga directa. El proceso
adolescente, en la medida q comienza a buscar el objeto por fuera de los objetos incestuosos ya q son
inadecuados y se busca el objeto en lo extrafamiliar, fuera de lo endogámico y lo edípico, hay una “huida feliz”
del C de Edipo q más q un sepultamiento es una superación. Hay un antes del encuentro con el objeto, donde
no hay objeto, y el encuentro con dicho objeto representa algo prohibido. Por eso la huida. Y es necesaria la
capacidad de idealizarse el objeto. Requiere nuevas búsquedas y nuevas exploraciones.

Ensueño y realidad

Este recorrido tiene un momento imaginario, masturbatorio, donde los objetos incestuosos y nuevos desfilan
incesantemente y todas las formas de sexualidad son exploradas. El placer alucinatorio no se abandona por
completo, y representa el remanente autoerótico que se retiene como una reserva de placer ante las
vicisitudes del vínculo real. Una parte de la sexualidad se conserva pues, autoerótica. Pero, se muestra
insuficiente, empujando al sujeto al mundo real.

La errancia y el movimiento exploratorio

En nuestra civilización, es poderoso el mito de la adolescencia como errancia casi necesaria. Puede errar en el
amor, en el pensamiento, en el lugar. Social y psicológicamente se libera del aporte parental y familiar
narcisista, permitiendo el régimen del intercambio inter e intrageneracional. Ese tiempo de moratoria culmina
en una elección: de profesión, de pareja, por nacimiento, real o fantaseado, de un hijo. En la adultez tendrá
nostalgia por este momento de errar. Este tipo de subjetividad adolescente es producto de una determinada
construcción social, pero si el adolescente no se constituye en esa subjetividad queda como un producto
paralizado de esa época.

A la errancia psíquica de buena ley en cuanto a su capacidad de desarrollo se opone dialécticamente la errancia
repetida.

Exploración y elección vocacional

Se deviene lo que se elige, lo que uno elige no es un envoltorio intrascendente. Antes de la adolescencia el
sujeto se encuentra en un estado de alienación donde el deber ser se lo marca el otro, a menos que esté
embarcado en el más terco de los oposicionismos. El adolescente, exigido socialmente de una elección, se
desorienta más de lo que estaba anteriormente. Y allí aparece en la superficie la búsqueda de una orientación
vocacional que va más allá de una orientación profesional. La orientación vocacional plantea en su profundidad
el asunto del ser. Allí se plantea la cuestión si va a ser el otro el que diga para que sirvo yo, para que estoy acá y
me instruya para aquello que soy apto, o si se trata, en cambio, de algo que atañe a mi propia decisión, más allá
del plano de la necesidad, de la oferta y de la demanda, y de lo bien visto. Este problema se plantea en la
adolescencia, que se emparenta con los senderos de la sublimación y es por eso que constituye un campo
exploratorio de gran importancia. Su no desarrollo es factor de graves consecuencias con el pasar de los años.
La desinvestidura de los espacios vocacionales y laborales despoja al medio social de todo atractivo,
dificultando toda salida hacia el mundo y encerrando al sujeto en un espacio cada vez más regresivo.
Condenado a investir

Cuando Waserman habla de exploración esta hablando de investir. (P. Aulagnier – condenado a investir). La
exploración es consecuencia de la investidura. Es el momento paradigmático de la exploración al mundo.

Piera: “Estás condenado por y para toda la vida a una puesta en pensamientos y en sentido de tu propio
espacio corporal, de los objeto-meta de tus deseos, de esta realidad con la que deberás cohabitar, que les
asegure para siempre permanecer como soportes privilegiados de tus investiduras.” “Para conservarse vivo
está condenado a preservar una relación de investidura con su propio cuerpo, con el Yo de esos otros cuyo
deseo se revela siempre autónomo y a veces antagónico al suyo, con esa realidad que nunca corresponderá
totalmente a la representación que él desearía darse de ella” “ese cuerpo, ese otro investido por él, esa
realidad serán periódica e inevitablemente fuente de sufrimiento, provocando por lo tanto un movimiento de
desinvestidura, un deseo de fuga”.

Es tan valida la capacidad de estar con otros como la capacidad de estar solos en el adolescente. Hay un fuerte
fervor del adolescente de encerrarse en su cuarto, de estar solo, y es muy importante desarrollar esa capacidad
de poder estar solo. También hay una fuerte necesidad por crear grupos, por estar con otros, la categoría del
“nosotros”, del pertenecer…

Campos exploratorios:

- una tiene q ver con el cuerpo como territorio a ser explorado

- otra tiene q ver con el mundo social

- y otra tiene q ver con el otro sexo

El cuerpo se presenta como un territorio, como un campo a ser explorado. Hay algo q tiene q darse también en
el plano psíquico, búsqueda del otro como sujeto no solo como objeto parcial en relación a quien porta ese
objeto complementario. Para Waserman este trabajo es impersonal, intransferible y se hace siempre
acompañado por unos objetos q funcionan como apuntalamiento.

Objetos de apuntalamiento:

1) objetos internos o narcisistas: q son generalmente los propios padres. El adolescente necesita del amor de
sus padres para poder realizar este camino exploratorio. Para poder reforzar su narcisismo. Toda exploración
conlleva un peligro. Cuando ese peligro es mayor, aparece un refugio. Hay padres q dañan ese narcisismo mas q
apuntalarlo.

2) objetos transicionales: en el adolescente por ejemplo las mismas zapatillas. El objeto transicional se juega en
el adolescente como algo q lo representa ante el mundo exterior. Algo q no es el yo, es no-yo, no forma parte
del yo, pero a la vez lo representa ante la sociedad. También puede ser un espacio, un lugar donde apuntalarse
para arrancar ese camino exploratorio. Puede ser un espacio transicional cargado de una significación q se
construye en ese encuentro con los otros. Por ej: la plaza como lugar de encuentro.
3) el otro objeto de apuntalamiento q señala Waterman es el “otro complementario”. Aquello q completa. Ese
encuentro complementario con el otro sexo. Aquello q apuntala. Estar capacitado para tener relaciones no
significa estar capacitado para el recorrido exploratorio del otro en cuanto sujeto.

4) el otro objeto es el grupo de pares. Esta necesidad de hacerlo todo en grupo (por ejemplo irse de vacaciones
10 adolescentes en un monoambiente).

SOLER: EL OTRO PORVENIR

Antes de nacer un niño, el grupo familiar imagina y simboliza anticipando el cuadro posible de esa subjetividad
por venir. Piera Aulagnier ha conceptualizado categorías como cuerpo imaginado, sombra hablada, q dan
cuenta de este trabajo anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Así, en un proceso saludable, el
infans se confronta desde el primer sabor de la leche materna con un mundo simbólico y fantasmático q le
proyectan los otros. El hijo es el soporte narcisista del grupo: el concepto de contrato narcisista ubica
claramente q la función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo a la cadena generacional,
proyectándole ideales, valores q porta el grupo. Contrato q implica para el hijo la función de continuar la
trascendencia del grupo en una nueva generación. Un otro capaz de sostener, de cobijar, de apuntalar. El grupo
recibe al bebe y lo inviste libidinamente.

La diferencia cualitativa q existe entre el concepto de contrato y pacto entre la familia y el hijo, implica cuanto
de la potencialidad vinculante porta el grupo como función. Si el espacio intersubjetivo está regido por la
violencia secundaria, el niño es candidato a ser tomado como objeto de proyección de los otros y el espacio
intersubjetivo deviene relación de objeto. Pacto donde el hijo tiene solo el destino posible de la inmovilidad de
una mariposa pinchada con alfileres, pq sus movimientos subjetivos solo podrán repetir lo proyectado por otros
sin tener permiso a crear un vuelo propio y diferente. La subjetividad por-venir, quedaría reducida a repetir un
cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores, sin q hubiera permiso para la transformación. (La violencia
secundaria no es necesaria. Es cuando la madre se apropia del psiquismo de su hijo, y quiere que haga lo que
ella desea. Ejemplo: pq estudiaste medicina si yo quería que estudiaras… No reconoce que el hijo es algo
diferente de sí. Decide y piensa por su hijo).

Por el contrario si la violencia primaria o anticipatoria es la que rige el contrato narcisista, además de ser
objeto de múltiples proyecciones de figuras ya pintadas; el grupo transmite también al niño la potencialidad
vinculante inherente a todo vínculo. Potencialidad vincular implica una capacidad, un recurso, una posibilidad
con q cuenta el grupo de no definir el vinculo por lo anterior, lo preestablecido; sino descompletar el saber de
lo q “se ha sido” y dejar en suspenso la posibilidad de q el niño sea diferente, altero… imposible de definirse ya
q esta “por-venir”. (La violencia primaria es constitutiva del aparato psíquico del bebé. Es una violencia
necesaria donde la mamá desde su psiquismo significa lo que quiere el bebé. La madre se pone en la piel del
hijo. Y el bebé va tomando al otro como sentimiento de sí. Violencia necesaria y constitutiva).

El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede advenir relación de
objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones de los otros; mientras que el vínculo
deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja a la subjetividad naciente como
un sistema abierto.

Al portar el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la esencialidad del
sujeto: su falta. La transmisión de la potencialidad vinculante conlleva la transmisión esencial de la falta
inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento deseante de búsqueda y construcción. La falta del sujeto,
del ser, es el motor de toda producción subjetiva.

Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que realizar muchos
trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y conquistar las categorías de vínculo y
de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que pueda considerar al otro en su
diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente. Implica asumir la diferencia del otro y la propia.

La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático, de sensaciones
corporales. Es función del otro sostener la presencia, y tmb la diferencia, condición necesaria para la búsqueda
del placer en la vida. En la continuidad del vínculo de apego es imprescindible que se ponga en juego la
diferencia, la ausencia, la distancia del cuerpo del otro inaugurando una falta, un movimiento q descompleta y
posibilita la creación de la fantasía y el deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al modo de una
diferencia sensorial.

Lo extraño

La constitución de la categoría del extraño implicaría una primera simbolización de la diferencia, de la alteridad
del sujeto. Se conceptualizan 3 momentos:

1) El primer tiempo del proceso de reconocimiento de uno mismo es el de no tener rostro. La falta implica
todo el vacío de constitución.
2) El segundo tiempo es el de tener el rostro de la madre. Este momento está fundado en inclusiones
recíprocas. El sujeto es lo que percibe. No hay distancia ni diferencia entre el sujeto y el otro (la madre).
3) El tercer tiempo se define por la percepción del rostro del otro como otro. Ya se percibe y registra la
diferencia. Esto inaugura la posibilidad de ser diferente de la madre.
Estadio del espejo

Cuando el sujeto llega a reconocerse en la imagen especular, ya porta con la experiencia de la teoría del rostro,
con la constitución de la categoría de lo extraño. Esta imagen no crea la alteridad, sino que confirma al sujeto
en su alteridad primordial. A través de ésta vuelve a convertirse en el otro que fue antes y que nunca dejó de
ser.

La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente

El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los padres, de los otros. El trabajo
puberal-adolescente desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo sexuado interrumpe como algo
extraño. El adolescente podrá investir su cuerpo, tatuarlo, pintarlo y vivenciarlo con placer. Podrá contar con el
grupo de pares como soporte de la función del espejo: otros en quienes reconocerse e identificarse.
Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la emergencia de algo
monstruoso q aterra, desgarra o fragmenta el cuerpo. Esto daría cuenta de un fracaso en la constitución de la
categoría de lo extraño, y todo lo ajeno o lo altero de si mismo o del otro produciría desorganización y
angustias masivas. En cambio cuando predominan en la subjetividad procesos de transformación, los cambios
del cuerpo se vivencias con inquietud y extrañeza, pero sin perder la mismidad del sujeto.

La vulnerabilidad caracteriza a la subjetividad durante el entretiempo del proceso puberal-adolescente.


Sentirse ajeno a sí mismo y al otro. Esto puede leerse en cualquier producción saludable adolescente. La
extrañeza q les genera darse cuenta de q ya no son lo q eran, no saben aun como van a ser. El viejo caparazón
podría entenderse como la imagen del cuerpo infantil q ya no le sirve al joven, y del cual él y la familia deben
desprenderse. El nuevo caparazón seria el cuerpo sexuado, cuerpo vincular q solo se construye en el
encuentro con el otro.

Cuerpo sexuado vincular:

El entretiempo puberal-adolescente implica trabajos psíquicos y un trayecto de recorrido de encuentros y


desencuentros con los otros donde el adolescente se confronta con la oportunidad de retomar todas las
categorías transmitidas y conquistadas en la infancia y apropiarse de una nueva categoría q las suplementa: el
cuerpo sexuado vincular.

La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la subjetividad. Es un acontecimiento


donde con el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de satisfacción se transforma en vivencia del
orgasmo, y se escribe la alteridad del otro: sus diferencias corporales, de género y desiderativas. Encuentro
vincular con el otro donde aquella originaria diferencia q inauguro la categoría del extraño en la infancia
(tener un cuerpo, un rostro diferente y separado del otro); se revisita, des-ordena, y supera inaugurando
diferencias más complejas inherentes a la verdadera intersubjetividad: el otro se constituye en su alteridad
como sujeto de deseo. Pero esto no ocurre de una vez y para siempre, ni en un solo encuentro, sino q requiere
de una búsqueda, una conquista y un pasaje donde los encuentros con el otro, en la potencialidad saludable,
dejan de ser relaciones de objeto y devienen vínculo.

El puber-adolescente realiza un arduo trabajo de desinvestir a los padres y ponerlos en falta: los contradice,
los desautoriza, los confronta. Primer movimiento q se produce no sin angustia, q intenta bordear la falta q
habilita al sujeto. Salen al espacio relacional extrafamiliar ávidos de crear vínculos nuevos y diferentes q
releven a lo familiar; pero paradójicamente buscan con urgencia encontrar en las parejas y en los amigos,
otros q los completen, q pueda borrar la angustia q anuncia la emergencia de la falta inherente a todo sujeto.

Dentro de la lógica del proceso originario, no se registra al otro en su alteridad, sino q la urgencia pulsa por
capturar al otro como objeto, desprovisto de subjetividad. Pero en un proceso saludable, la fuerza de lo
originario puberal q pulsa, se entrelaza con el trabajo psíquico del adolescente, q contrariamente pulsa por
sublimar, simbolizar aquello enigmático q enamora del otro marcando su alteridad y su subjetividad.

En un proceso saludable se construye la categoría de cuerpo sexuado vincular cuando el encuentro


intersubjetivo con el otro deviene vínculo, y esto sólo es posible si ambas subjetividades inscriben algo de la
falta que los define como sujetos. Inscribir la falta, la alteridad del otro y de si mismo como sujeto, no se
produce sin angustia; pero es un pasaje necesario para acceder al deseo y a la dimensión ética q implica el
reconocimiento del otro como sujeto.

Este pasaje entre relación de objeto y vínculo, entre tomar al otro como cuerpo objeto de goce o como provisto
de subjetividad; es lo q señala la diferencia entre sexualidad saludable y lo patológico de la perversión:
considerado el ejercicio del goce sobre el cuerpo del otro desubjetivado. El perverso, hace uso del cuerpo del
otro, gozando del sufrimiento y desbastando su subjetividad

+ OTROS TEXTOS ÚTILES.

DERECHO A DETENERSE (ADURIZ)

 Ejercicio de un derecho adolescente que contribuye a encontrar la causa de su deseo, a madurar sus
objetivos, repensar sus esquemas, esperar la llegada del camino singular que no es el de los demás,
sino el propio.
 DETENCIÓN: tiempo lógico con duración cronológica variada, dependiendo de cada adolescente. A
partir de ese tiempo se forma el propio camino.

EL DESAFÍO DE LA COMPLEJIDAD (NAJMANOVICH)

 Posición de la cátedra: mirada desde el pensamiento complejo con conceptos del psicoanálisis.
 Hay otro pensamiento (el hegemónico) que conceptualiza al sujeto como separado (mente/cuerpo).
Pensamiento mecanicista que considera a la persona como ser aislado del medio.
 Pensamiento complejo: sujeto como unidad que se va formando en un constante intercambio con el
medio. Esto también es llamado “pensar en red”, pensar al sujeto como aquél que no es sin el medio y
viceversa. Se alimentan mutuamente. No se puede pensar al sujeto sin esa conexión con sus
experiencias, subjetividad que va formando lo que lo rodea.

METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD: EL HALLAZGO DE OBJETO – GRASSI (LIBRO)

Freud dice que “existen dos caminos para el hallazgo de objeto: en primer lugar el que se realiza por
apuntalamiento en los modelos en la temprana infancia y en segundo lugar el narcisista”. La cátedra agrega
otra forma de encuentro, la alteridad del objeto, por su amenidad y extrañeza, extraño por lo que conlleve
de no conocido.

Nuevamente en el texto de Freud, dice que “la pulsión tenia un objeto por fuera del cuerpo propio: el pecho
materno. Lo perdió mas tarde. Después la pulsión sexual pasa a ser autoerótica y solo después de superar el
periodo de latencia se vuelve a la situación originaria. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un
reencuentro”. La cátedra abre así, una polémica acerca de este encuentro.

Hallazgo no es encuentro
Hallazgo implica la actividad que hace aparecer un objeto mediatizado por la creatividad del sujeto. Es
descubrir con ingenio algo hasta entonces no conocido. Por lo cual, hallazgo no es tanto la acción de encontrar,
como una cualidad de la actividad subjetiva. Si el encuentro de objeto es un hallazgo, lo es porque el proceso
estuvo comandado por la creatividad del sujeto.
Hallazgo y re-encuentro
El bebé se encuentra con un objeto exterior a sí, fuera de su cuerpo, aunque él no experimente nada aún de la
exterioridad del mismo, y esa exterioridad hace al objeto “no-yo ajeno”. Que en los comienzos esa ajenidad
esté al servicio del bebe y de la ilusión de objeto propio, depende de que la función materna sea
suficientemente adecuada. Se reduce así, la exterioridad del objeto y pictograma de fusión mediante, la
pulsión pasa a ser regularmente autoerótica; el objeto toma cuerpo en el niño. Luego, y una vez que alcanza la
representación del objeto por fuera de la propia corporeidad, se producirá la elección infantil de objeto. Es
necesario tener en cuenta que cuando Freud habla de objeto, se refiere a representaciones psíquicas de los
objetos y no al objeto del mundo exterior.
Se crean e inician diferencias yo-no yo, sujeto objeto, interno externo, dentro fuera, y la representación global
de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Proceso este que no se da de una
vez y para siempre, sino que a lo largo de toda la estructuración psíquica vuelve y re-vuelve desde el pecho y lo
oral, y todos los momentos de la constitución del psiquismo en la niñez/adolescencia. Modelo que no va a ser
ajeno a la genitalidad y al hallazgo de objeto.

El cuerpo puberal

Llegada la pubertad, la sexualidad (genitalidad) ya no puede ser diferida. Una vez instalada la barrera de la
prohibición del incesto y los diques morales que hacen al sujeto de la ética y la búsqueda de alteridad propia de
la pulsión genital con la pulsión puberal, al psiquismo le urgen trabajos específicos.

El cuerpo puberal, con sus reorganizaciones y neoorganizaciones, requiere de nuevas inscripciones y nuevos
circuitos pulsionales. El objeto, para terminar de constituirse como tal (exterior-ajeno-extraño), requiere de
tiempos y espacios donde hacerlo, de ensayos y exploraciones. Le urge que el objeto sea investido siguiendo las
vías corrientes tierna y sensual de la pulsión por el olor, la mirada, el tacto, la voz, por todo lo no corporal
propio, por todo lo no familiar ya conocido y con mucho gusto intergeneracional.

Hallazgo es fundamentalmente nueva inscripción e inscripción de lo nuevo, creatividad propia, por fuera del
cuerpo familiar. Objeto marcado a fuego con la angustiosa extrañeza del afuera. Re-encontrar la exterioridad
del objeto es reencontrar su recreación.

Apuntalamiento plataforma y momento de salida adolescente, el cuerpo requiere de nuevas inscripciones con
el objeto que es reinventado en la alteridad, se adiciona así el otro modo de elección por alteridad y radical
diferencia (subjetiva) del (sexo) objeto.

El trabajo clínico de procesos adolescentes se detiene como uno de sus lugares privilegiados en el especial uso
del cuerpo puberal. Y esto tanto en el campo de los procesos saludables como en las patologías graves
(accidentes frecuentes, desarrollo de enfermedades psicosomáticas, procesos adictivos que comprometen de
manera muy importante funciones vitales como en la anorexia y bulimia, actuaciones que recaen sobre el
cuerpo con cortes y amputaciones que sin ser necesariamente intentos de suicidio ponen en riesgo su
integridad, temores hipocondríacos, cambios bruscos de peso, obesidad), además de todos los ropajes que
acompañan el cambio de piel, con sus dibujos, adornos y perforaciones.
Se llega a lo descrito como vivencia de extrañamiento corporal. El sentimiento de extrañeza (bajo la forma de
angustia no mentalizada) asociado al cuerpo puberal, la pérdida de los reparos y los límites corporales llevan al
adolescente a tratar su cuerpo como un “objeto externo (extraño)”. Este cuerpo tratado como ajenidad y el uso
de defensas paradojales que supone traen resonancias en dirección de la autodestructividad y el masoquismo.

Los conceptos de originario y originario puberal abren perspectivas donde situar la problemática del objeto
inscripto en lo corporal y sus tratos. Si los cambios corporales toman importancia con relación al hallazgo de
objeto es porque “las reestructuraciones objetales y narcisistas encuentran su origen en las capas más
profundas del inconciente inscriptas en la máxima proximidad de lo somático”. Son las inscripciones
pictogramáticas. La pubertad por su anclaje en lo biológico es un momento privilegiado y cualitativamente
inédito de este fenómeno.

Por el trabajo de lo originario puberal, la pulsión busca el objeto (complementario) inscripto en el propio
cuerpo erógeno.

La elaboración psíquica de lo originario puberal transforma la búsqueda de objeto acoplado al cuerpo propio.
Lo originario puberal repite y busca que en el objeto (narcisista) se reinsista al yo y reduplique la mismidad. Su
elaboración es trabajo de no identificación de la propia yoidad en el objeto, búsqueda de la alteridad corporal
subjetiva al objeto.

Pero también, lo originario puberal insiste y nuevamente busca repetir los modelos vividos ya conocidos,
investidos a lo largo de la historia de las identificaciones corporales, incestuosas familiares (lo cual constituye
otra derivación psicopatológica). Elaboración de lo originario puberal de no repetición en el hallazgo de objeto,
de identificaciones infantiles familiares. Trabajo de des-identificación del objeto con los modelos familiares,
búsqueda de lo altero en un espacio extrafamiliar.

Una de las condiciones para el hallazgo de objeto, una primera condición es la creación de la espacialidad
exterior al propio cuerpo (transformación del autoerotismo y del narcisismo) y espacialidad extrafamiliar donde
hallarlo. Otras condiciones serán hacer de lo extrafamiliar lo heterofamiliar y que en el vínculo el objeto se deje
crear.

El hallazgo de objeto no es sin el pasado historizado, no es sin la re-interpretación de la historia infantil, no es


sin su construcción, sin su ligadura con la genealogía.

Lo puberal, empuja al autoerotismo, al narcisismo, a los objetos incestuosos, a lo familiar conocido. Lo


adolescente que ataca la prohibición del incesto (con las barreras morales de la pulsión), es trabajo de
simbolización, de elaboración de lo puberal, de creatividad-hallazgo de objeto por fuera del propio cuerpo
familiar.

Por lo originario puberal, la repetición pulsa. La creatividad adolescente, la libido altruista va más allá,
diferencia, crea, es hallazgo, encuentra objeto otro, es alteridad. Entro lo puberal y lo adolescente, la
repetición, la creatividad.
SOBRE LOS INTERESES LIBIDINALES DE LOS JOVENES Y LA SUBJETIVIDAD EN DEVENIR – GRASSI

Los intereses en la vida de un individuo son una construcción que responde a múltiples variables y que en los
jóvenes es un proceso que toma un carácter particular. Esto se articula a dos cuestiones: una es la que tiene
que ver con que cada sociedad produce su propio discurso sobre sus modelos y valores. La otra es que los
intereses, llevan también las marcas de un circuito desiderativo particular. Se plantea cuáles son los márgenes
de elección y libertad que le competen al sujeto en la producción de sus intereses.
El punto de vista del psa implica preguntarse sobre cómo cada sujeto produce sus investiduras libidinales, en
tanto determinan la dirección de sus elecciones.
Hay una doble implicancia de los intereses q considera dos aristas diferenciaras, entrelazadas: el sujeto como
constructo social, y el sujeto como efecto de la particularidad de una historia y una trama desiderativa q se fue
orientando desde sus origenes mismos. El sujeto construye sus intereses acorde a las investiduras libidinales q
realiza, entre las dimensiones social, familiar, su historia q es historia sexual infantil, como su historia vincular
actual, y su genealogia. La complejidad en la construccion de sus intereses libidinales, tmb asienta y hecha
raices en una dimension q es la del “sujeto del Icc”.

La juventud y el acceso a su incierto proyecto identificatorio:


Si bien en la construcción de sus intereses intervienen enunciados sociales, parentales, institucionales,
grupales, el ser del sujeto (del icc) es responsabilidad: ser su actor y autor. El fin de la infancia, está marcado
por el acceso a un proceso de historización.

Una larga historia de identificaciones con enunciados del discurso del conjunto social y familiar, y desde esos
primeros y largos años en que transcurría por el complejo de Edipo, llevan al joven a una estación de recambio
y desidentificaciones en la pubertad y adolescencia. Distintas alteraciones marcan al Yo. El sentido de plantear
las alteraciones del Yo esta dado por la importancia q toma para la subjetividad con la adolescencia y la
juventud, la categoria de lo altero como radicalizacion de las diferencias. Junto con su cuerpo se renuevan sus
enunciados, sus ideales, sus intereses, se replantean sus objetos privilegiados, sus vínculos con los otros, su
relación con el pasado y el porvenir. A partir de allí, nuevas referencias modelarán la imagen que quiere y
espera para si.

Con las marcas impresas de la historia infantil, de la pubertad y adolescencia, lo que caracteriza la juventud, es
su proyección esperanzada en un futuro. La esperanza y promesa futura no ilusoria, aunque incierta, permite la
salida de las satisfacciones de lo inmediato y de las conformaciones propias de lo adolescente.

La juventud es fundamentalmente interés libidinal expectante, anticipación de un proyecto posible,


concretable, pacificador, articulado a un futuro y a una identidad q están igualmente investidos socialmente.
Marcado por una espera no pasiva, lúdica y gozosa de realización del Yo, en un proyecyo peculiar del sujeto y a
la vez colectivo, pq es inclusión y aporte solidario al conjunto social.

Un trabajo de la juventud sublimando la pulsividad adolescente, es su inserción anticipada en representaciones


de lo que será su proyecto identificatorio, con marcas desiderativas propias, articulando al Otro social. También
se mide allí, la capacidad del “conjunto social de ofrecer significaciones específicas que estructuren las
representaciones del mundo que constituyen el marco en el cual se designan los fines de la acción y se definen
los tipos de afectos característicos”.
La proyeccion expectante del futuro q es busqueda anticipada de la identidad como fundante de la subjetividad
en la juventud, es algo peculiar y singular, propio de cada sujeto, pero q se co-construye y sostiene socialmente,
con lo cual es imposible considerar la identidad sin el marco de las relaciones solidarias con otros. La juventud
es busqueda de identidad en el seno del grupo exogamico. Comienza a tener importancia la categoria del
nosotros como grupo.

Apuesta esperanzada en el futuro y los vinculos con otros, como expectativa y lugar de potenciales
realizaciones. Confiabilidad por lo venidero y en co-construccion con otros, pq uno de los pilares del psiquismo
son los vinculos intersubjetivos. Pensar la esperanza no implica una posición de fe, no constituye solamente
una expectativa. Su acepción se analoga con lo venidero y ahora ausente, con lo posible de la acción propia y
del conjunto. La capacidad de la esperanza implica tmb una capacidad de espera, de expectativa y de registro
posible de la experiencia.

Es preciso que en términos individuales pero además en el conjunto social se produzca la realización de
operaciones que impliquen un proceso de desidentificación con la desesperanza y la desconfianza en el otro,
del otro. Se tornan necesarios espacios de identificación compartida, q transformen la significación del otro
social no confiable o amenazante.

La subjetividad en devenir en la juventud golpea la puerta del otro social, demanda confiabilidad en un futuro
que aunque incierto esperanzador. Un espacio hospedante donde no sentirse extranjero.

EL PENSAMIENTO DE LO COMPLEJO

Cuando un niño nace se encuentra con un nombre, alguien, otro, otros pusieron un nombre, y eso es algo
fundacional.

El evolucionismo como teoría científica tiene una relación muy estrecha con la biología y las ciencias naturales.

De lo simple a lo complejo

El establecimiento de secuencias de formas de organización q van de lo simple a lo compuesto, a lo complejo.


Formas de evolución simples q “evolucionarían” a formas de organización mas complejas. El evolucionismo
piensa en términos del desarrollo que va hacia su complejización y completamiento hacia el logro de estadios o
estados superiores, que son de una complejidad y completud mayores. El desarrollo es una línea q tiene una
dirección progresiva hacia el mejoramiento de sus formas de organización.

Ortogénesis

Uno de los principios del evolucionismo es la ortogénesis, que quiere decir al menos dos cosas: que el
desarrollo es recto y se dirige hacia una finalidad y; que lo que va a venir, la etapa posterior, está
predeterminada por un estado anterior.

En el terreno de la psicología se ha tomado ese principio en el sentido que se progresa a un estado superior de
maduración. El niño es menos maduro q el adolescente, el adolescente es menos maduro q el adulto, entonces
hay una idea q se progresa hacia formas mas complejas, mas maduras.
El evolucionismo plantea la idea de la superación de los estadios inferiores. En el pensamiento evolucionista lo
anterior es inferior, esta en menos, carece de algo respecto a lo posterior. Los que vendrán son más complejos
y completos, superiores en cuanto a su organización.

La falta

Con la idea del progreso, del perfeccionamiento a estructuras más complejas, con la idea de q se va
ascendiendo, en alguna medida, se desprende q las formas anteriores de algo carecen en relación a las
superiores. El niño carece en relación al adolescente, y el adolescente carece en relación al adulto. El
adolescente carece de la madurez. Por eso es importante el concepto de Winnicott donde él no está
planteando que la inmadurez carece de algo en relación a la madurez. Que el adolescente inmaduro carece en
relación al adulto maduro mas completo. Lo que plantea es que hay un valor positivo en eso que es la
creatividad y que por otra parte, hay que darle tiempo al proceso que se está dando. O sea, la variable de ese
apuro del cual les hablaba no está presente, ya que encuentra un valor positivo en la inmadurez y no algo que
hay que abandonar por ser en sí malo. Se introduce esa dimensión de la espera que requiere un proceso y no
del apuro por finalizarlo o completar.

Tradicionalmente, la adolescencia misma esta definida como carente, por lo q no tiene. De lo q adolece en
relación al adulto. Hay un prejuicio en la definición del término adolescencia en la medida en q se lo asocia a
adolecer. Dos palabras q suenan iguales adolescente y adolecer q por homofonía quedan ligadas, quedan
asociadas, pero hay un prejuicio por un error, ya q la etimología de una y de otra son diferentes. Ambos
términos tienen etimologías distintas. El término adolescencia viene de “adolescere” y remite justamente a
crecer y no a sufrir, padecer, o carecer. En el caso de adolecer, en su etimología contiene la idea de
sufrimiento, de padecimiento, de estar en menos. Y asociarlo a adolescencia por homofonía es producir un
desplazamiento de sentido. Lo q produce es llenar de prejuicios el termino adolescencia.

No nos interesa definir la adolescencia en términos evolucionistas, en relación de lo q le falta. Nos interesa
seguir la idea de cómo se da este proceso, y no cuanto hay q apurarlo para q salga de ahí o cuanto hay q
compararlo con otro mas completo, mas maduro, superior.

Lo que plantea este pensamiento evolucionista es que se define un lugar superior del desarrollo desde donde
se piensan las etapas anteriores. El evolucionismo define la adultez como lugar de llegada y desde ahí se piensa
entonces la adolescencia, por eso decimos que es un pensamiento adultocéntrico.

Desde el psicoanálisis se piensa el desarrollo de otra manera. Freud plantea el desarrollo libidinal como un
movimiento con avances y retrocesos. Los retrocesos son en función de poder seguir avanzando, hasta con más
fuerzas. Igualmente Winnicott ve algo positivo en las regresiones en la adolescencia, se regresa para volver
sobre cuestiones que quedaron pendientes y así luego seguir avanzando. Se piensa el desarrollo en una suerte
de alternancia entre regresión y progresión. Plantea una alternancia entre dependencia relativa y la
independencia. De estados de independencia, se vuelve a estados de independencia relativa para lograr luego
la independencia. La adolescencia misma es vista como un tiempo que requiere de una espera, un tiempo en el
cual se esta dando un proceso q tiene su tiempo de maduración el cual no es conveniente apurar. Winnicott
plantea que el mejor remedio para la adolescencia es la espera. Esto iría en contra de la idea evolucionista del
desarrollo progresivo, sin pausas ni retrocesos.
Transformaciones corporales

Pubertad es un término que va muy de la mano con adolescencia. Cuando se piensa en los inicios de la
adolescencia que tiene que ver con las transformaciones del cuerpo, los cambios propios de la pubertad. Y uno
de los cambios fundamental es la aparición tanto en muchachos como en muchachas, de los caracteres
sexuales secundarios, la maduración de los órganos genitales. La aparición en las mujeres de la menstruación y
en los hombres, del líquido seminal, con toda una serie de cambios hormonales y corporales q acompañan a
esta maduración del aparato genital.

Con la maduración de los órganos genitales, lo primero que aparece es la posibilidad de establecer relaciones
sexuales. Ahora el adolescente está en condiciones físicas para establecerlas, no así con anterioridad. Está en
condiciones de tener lo que es la experiencia (nueva) del orgasmo genital. Junto con el establecimiento de las
relaciones sexuales y lo orgásmico, esta la posibilidad concreta de la reproducción. Esta la posibilidad de “ser
progenitores”, no se dice “ser padres”, ya q es un poco distinto. Padre y madres son funciones simbólicas, no
todos quienes son progenitores llegan a ser padres y algunos q son padres no son progenitores. Por ejemplo,
quienes adoptan pueden ser muy buenos padres y no ser progenitores. El ser padres es una función simbólica.
La de procreación es una consecuencia de la pertenencia a un sexo y el establecimiento de relaciones sexuales
con el otro sexo, pero q no implica directamente la función simbólica de ser padre/madre.

Consecuencias:

- Relaciones sexuales

- Procreación

- Capacidad de puesta en crisis o desorden del sistema familiar. Hay adolescentes que transcurren su
adolescencia y no son capaces de hacer entrar en crisis nada, esos son los que se adaptan rápidamente, los que
están en posición de un falso-self, se adaptan o someten. No ponen en crisis el sistema familiar.

Lo que aparece con las posibilidades del adolescente de tener relaciones y de reproducción es la apertura a la
sucesión generacional, se abre a una cadena q es generacional, el hijo q era hijo puede ser padre/madre (en el
sentido de progenitor/a) y el q era padre puede ser abuelo. La idea de crisis adolescente tiene una dimensión q
es intergeneracional. Con la adolescencia del hijo algo toca a los padres en relación primero con la posibilidad
de ser abuelos y después algo en relación a la vejez y a la muerte.

Hay adolescentes q transcurren por la pubertad y por la adolescencia tan inhibidos q no pueden conmover
nada del orden de lo familiar, q no pueden hacer entrar en crisis, por ejemplo a los padres, no toleran q los
padres se angustien por temas relativos a ellos mismos. De lo cual no se diría q eso es un desarrollo saludable,
no diríamos eso sino q diríamos q ahí hay un falso-self, hay un adaptarse rápidamente a un orden
preestablecido, el deseo del otro.

La adolescencia es un fenómeno grupal q tiene al menos dos o tres perspectivas o dimensiones. Una es
intrapsiquica, es decir, lo q acontece al sujeto consigo mismo, la dimensión de lo individual. Otra es la línea de
lo intersubjetivo, este fenómeno grupal/familiar/extrafamiliar. Por otro lado, eso de lo “intra”, eso de la propia
subjetividad no se da “por fuera de”, sino q se da en un contexto q es familiar e intergeneracional. Entonces,
son tres dimensiones: lo intrapsiquico o intrasubjetivo; lo intersubjetivo, es decir, lo q tiene q ver con la familia,
padres, hermanos, los pares, etc. Y dp lo intergeneralcional. Pq esa familia tmb tiene una proveniencia de una
genealogía.

Estas tres dimensiones a su vez están enmarcadas en un momento historico-politico-social.

ADOLESCENCIA: CONFLUENCIA DEL BIFASISMO EN EL ENTRETIEMPO DE LA SEXUACION – CORDOVA

En “Tres ensayos” (1905), Freud plantea la existencia de la sexualidad infantil, conceptualización radicalmente
novedosa que será uno de los pilares de la teoría psicoanalítica. Introduce también la idea de una acometida en
dos tiempos de la sexualidad, noción que será conocida como el bifasismo de la sexualidad humana. El primer
tiempo corresponde a la sexualidad infantil caracterizada por las pulsiones parciales y el autoerotismo; y el
segundo, iniciado con el advenimiento de la pubertad con sus decisivas transformaciones que supondrán el
primado de la sexualidad genital y el arribo a una “conformación normal definitiva”.

Esto implicó sostener un pensamiento nuevo que rompe con la idea de un tiempo cronológico y una evolución
lineal del desarrollo sexual. Freud avanza en la idea de la aproximación del desarrollo y caracterización de la
sexualidad infantil a la sexualidad adulta. Esta variante condujo a pensar que la sexualidad genital adulta no
sería entonces otra cosa que una extensión de la sexualidad infantil.

Consecuentemente, la noción del bifasismo sexual, perdió peso en el corpus teórico del psicoanálisis y el
segundo tiempo correspondiente a la pubertad quedo opacado, postergado por el valor otorgado al estudio de
lo infantil. Una tendencia fue considerar desde una lógica lineal, determinista y evolucionista que la sexualidad
genital adulta era la resultante, el punto de llegada a la “normalidad”, la “meta genital natural” de la evolución
de una sexualidad infantil cuasi-genital.

Bleichmar, retomando el tema del bifasismo sexual, consideró de suma importancia recuperar el concepto de
sexualidad infantil, como un placer reductible a la autoconservación, y por otra parte, destacar la importancia
de rescatarla de una “banalización” que tiende a reducirla a una genitalización instalada en forma precoz. Ésta
no responde a las características del polimorfismo infantil, debe ser considerada una perturbación.

De este modo se abre una línea teórica que recupera el peso teórico de la noción de bifasismo de la sexualidad
y abre el camino a la consideración y estudio de la adolescencia.

Laplanche  teoría de la seducción generalizada, la sexualidad inconsciente parental, primordialmente la


madre a partir de sus cuidados, será implantada en el infans a través de significantes verbales y no verbales
implícitos en los actos, gestos y palabras que acompañan la crianza. Los llama “significantes enigmáticos” dado
que portan sentidos tan desconocidos para la madre como para el niño.

Este es uno de los aportes más importantes y poco destacados de “tres ensayos”: la incidencia de la sexualidad
del Otro en la constitución del sujeto psíquico.

La sexualidad infantil, entonces nace prematuramente, o precozmente despertada por la sexualidad inconciente
genital y paragenital (no genital) parental.
Bleichmar  “los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos fases de una misma sexualidad,
sino a dos sexualidades diferentes: una implantada por el adulto, y otra con primacía genital, establecida en la
pubertad y ubicada en el camino madurativo que posibilita el ensamblaje genital”.

La sexualidad se constituye como un complejo movimiento de ensamblajes y resignificaciones y es necesario


entonces darle a cada elemento su peso específico.

Considerando la noción freudiana de la acometida en dos tiempos del desarrollo sexual, a partir del
advenimiento de la pubertad se dará lo que definimos como “la confluencia del bifasismo sexual en el
entretiempo de la sexuación”.

La noción de un entretiempo de la sexuación, estación de recambio en la q se juegan los procesos psíquicos


correspondientes a los tiempos lógicos puberal, adolescente y juventud, se sostiene como interpretación y
aporte novedoso que parte del postulado freudiano, de la acometida en dos tiempos del desarrollo sexual del
ser humano.

El segundo tiempo del bifasismo se jugará en el entretiempo de la sexuación, y se caracteriza por el proceso
que denominamos “confluencia de la sexualidad infantil y la genital” que adviene como acontecimiento
radicalmente nuevo.

La aparición novedosa de la pubertad genital no decreta la desaparición de la sexualidad infantil, lo nuevo


ejerce un efecto de fascinación que eclipsa, vela, lo anterior, generando un ocultamiento por represión q puede
ser interpretado erróneamente como desaparición de lo previo, la sexualidad infantil.

Aporta para el segundo tiempo, la noción de tres momentos lógicos: puberal-adolescente-juventud que
configuran el entretiempo de la sexuación, dado que la sexualidad infantil, en el mejor de los casos, no culmina
automáticamente en una “conformación definitiva adulta”. Se requieren estaciones de recambio. Entre re-
edición y repetición, Grassi ubica como sustancial para esa transformación a la “urgencia de transformar y
crear”.

Existe una delimitación entre la sexuación endogámica enlazada a la sexualidad familiar con los primeros
cuidados q prolonga lo infantil, de la sexuación exogámica propia de lo adolescente, creada en el espacio
extrafamiliar a partir de la nueva vincularidad. La puesta en acción del cuerpo sexuado vincular inaugura una
historia singular y configura la adolescencia delimitándola de la infancia en el campo de la historia familiar.

Al crear un vínculo, el adolescente inventa un pasado. Establece un límite entre dos historias y enlaza dos
sexualidades. La historización del adolescente no es una historización para recordar, sino para crear nuevos
sentidos. La adolescencia es el tiempo de historizar un futuro.

DOLTO: EL CONCEPTO DE LA ADOLESCENCIA

La adolescencia es una fase de mutación. Los padres van a dejar de ser su valor de referencia. El joven va a ser
vulnerable a las observaciones de otros adultos que tienen papel de mandar a los jóvenes. En esta etapa de
“mutación” se produce la fragilidad del bebé que nace, todos los juicios surten efecto. El papel de las personas
ajenas a la familia es muy importante. Se hace analogía con el estado de inopia, la época donde las langostas
pierden su concha y se ocultan, y si reciben golpes quedan heridos para siempre. En este momento de extrema
fragilidad los jóvenes se van a defender mediante depresión o un estado de negativismo que agrava aún más su
debilidad. En estas crisis se va a oponer a todas las leyes, porque le parece que alguien que representa la ley no
le permitía ser ni vivir. La sexualidad podría ser un recurso para ellos. Aún no tienen vida sexual sino es a través
de la imaginación: la masturbación. Los muchachos están decididos a excitar la zona que les dará fuerzas y
valor, y de ese modo la masturbación que puede ser remedio de su depresión, se vuelve una trampa. Trampa
porque así se descargan nerviosamente y tienen mayor dificultad para afrontar la realidad. Cuando un joven
comienza a tener ideas propias, algunos lo desalientan cuando deberían darle una palabra. Puede ser que el
padre no quiera que su hijo empiece a ser escuchado, porque así perdería su supremacía. No quieren que al
muchacho se le preste la misma atención que a ellos. En este momento los chicos tienen la necesidad se ser
fortalecidos, aquí cumplen un papel importante los educadores, los cuales van a pedir la voz al niño, buscando
su opinión. Se trata de una edad frágil pero maravillosa porque ellos ven todo lo positivo que se hace, aunque
no lo manifiesten, esta persona se convierte e muy importante para ellos. La época difícil es el momento de la
preparación para la primera experiencia amorosa. El joven siente que hay en ello un riesgo, lo desea y lo teme
al mismo tiempo. El riesgo es experimentado como la muerte de la infancia. El hecho trascendental es la
posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad, en relación con la situación edípica. A los 11 años se
manifiestan los primeros indicios de una sexualidad que se anuncia con un componente imaginario: esto
corresponde en el muchacho a las primeras emisiones involuntarias de esperma, y en las mujeres a las primeras
reglas. Estallará a esta edad el problema latente: es su segunda vida imaginaria, y siguen teniendo a los padres
como referencia. Van a contar con la familia como un valor-refugio pero ya no necesitará de sus modelos.
Pondrá su empeño en triunfar socialmente, le atraerán bandas de jóvenes más grandes que el. Un individuo
joven va a salir de la adolescencia cuando la angustia de sus padres no le produce ningún efecto inhibidor. Los
hijos han alcanzado el estado adulto cuando son capaces de liberarse de la influencia paterna. En nuestra época
la edad adulta está relacionada con la independencia económica. Dejar de recibir dinero de los padres no
resuelve el problema, si lo sigue recibiendo igualmente de otro adulto. Esto va a culpabilizar mucho más, ya que
esta donación no será devuelta. La fidelidad hacia esta persona externa a la familia que nos subvenciona es
mucho mayor, naturalmente, a la familia se le es infiel, esa es la ley.

GRASSI: NUEVOS PARADIGMAS, NOMBRES Y ESCRITURAS

Sujeto y psicoanálisis. Desde una tópica pre-freudiana el yo piensa y no duda de su propia existencia por la
conciencia del pensar. Yo toma existencia, y en ese nivel se ubica el sujeto. Con Freud, el sujeto queda del lado
del pensamiento inconsciente. El ICC es más bien algo vivo, susceptible de desarrollo, y mantiene con el PRCC
toda una serie de relaciones. Esta idea de movilidad acompaña al concepto de sujeto. Sujeto psíquico es
actividad de intercambios entre los sistemas de la organización del aparato psíquico, pero también, intercambio
con el medio, con la cultura.

Sujeto e historización

Lacan traza diferencias entre sujeto y yo. El yo forma parte del orden imaginario, el sujeto es parte del orden
simbólico. Aulagnier propone un modelo de aparato psíquico complejizado y otorga nuevas funciones al yo,
entre las cuales destaca la de historización. La función del yo como constructor de una historia libidinal de la
que extrae causas que le hacen parecer cohabitar el mundo exterior. Es una necesidad de su funcionamiento
anclar una historia que sustituye un tiempo vivido y perdido. Winnicott destaca, con relación a la inmadurez
adolescente, que lo único que la cura es el paso del tiempo. El yo requiere de inscribir y dar continuidad a su
existencia a través del paso del tiempo. Ahí la subjetividad trabaja, inscribiendo tiempo e hilando entre pasado,
genealogía y proyecto identificatorio.

Sujeto es función psíquica, entidad no corpórea

Según Freud, el yo deriva en última instancia de sensaciones corporales. Cabe considerarlo como la proyección
psíquica de la superficie del cuerpo. Teniendo en cuenta que el desarrollo corporal es una transformación
constante, le impone al psiquismo un trabajo. Hablar de cuerpo erógeno en psicoanálisis implica hablar de
cuerpo erógeno, del yo y de su imagen. Entonces, la función del sujeto es trabajo de integración. Integración
de: Un trabajo de integración psicosomática. El crecimiento corporal impone al psiquismo una ligazón
constante entre la proyección de la imagen del cuerpo, la propia mirada, las sensaciones corporales y la mirada
del otro. Un trabajo de integración en relación a la fantasía correlativa del crecimiento. Amor-odio por la
destructividad implica crecer. Un trabajo de integración del aparato en cuanto a la fantasía ICC.

El cuerpo respeta una cronología y depende del medio para que esto se posibilite y estimule. La maduración
neurológica y endocrinológica, de la motricidad, etc. requiere para su funcionamiento normal, años de
maduración. Además requieren de intercambios e intervenciones parentales. Así cuerpo erógeno y psiquismo
se van constituyendo entrelazados.

Constitución del aparato psíquico:

1) Proceso originario, que pone en marcha la actividad psíquica en relación con las primeras
inscripciones corporales (pictogramas).
2) Luego, el proceso primario con la constitución de lo ICC. Poco tiempo después se pone en
funcionamiento el proceso secundario y la constitución del yo.
3) El estadio del espejo y la constitución del yo como funciones que comienzan a instalarse entre
el 8vo mes y el 1er año de vida, y por lo cual se vuelve a pasar con las transformaciones de la
pubertad.
4) El superyó con sus imperativos que son herencia del complejo de Edipo (3-4 años) hasta su
sepultamiento (7-9 años). Su revisita con el nuevo cuerpo puberal, la exploración de un
período homosexual, en adelante, ampliando diferencias genitales.
5) Las transformaciones del yo ideal en ideal del yo propias del adolescente.

+ TEXTOS RECUPERATORIO

LA INV. HIST. FAMILIAR. GRASSI

Piera entiende que las preguntas de los niños por el origen tienen un papel fundante en la
constitución psíquica en la medida que remiten a la construcción de una escena de sus orígenes,
ubicando el deseo de sus padres como causa de su existencia. La investigación histórica familiar
puede también denominarse investigaciones genealógicas y va a estar al servicio de la
identificación del niño con el grupo; la transmisión y la herencia son necesarias para su puesta en
marcha. Intereses por los orígenes del Yo, de la historia que lo antecede, de las vivencias del
grupo.

El “saber sobre los orígenes” puede tener un desarrollo favorable, como también puede encontrar
obstáculos. Hay herencia que crean condiciones y promueven la investigación histórica familiar,
dejando curiosear en el pasado, en los mitos de origen, en la historia de los ancestros, así como
hay otras que los inhiben y la obstaculizan. Presentando secretos se genera la prohibición de
preguntar respecto a lo silenciado. En la adolescencia, toma una inflexión particular la des-
identificación, inventar un futuro ligado a ese pasado.

CONSTRUIRSE UN PASADO. ALAUGNIER..

El proceso de historización sirve para armar la temporalidad, para organizar una continuidad entre
pasado presente y futuro. La historia se va construyendo a lo largo de toda la vida, siempre está
abierta. Va tomando materiales desde la infancia, en principio se construye con la contribución de los
padres. El sujeto va a tener que apropiarse de los materiales de su historia para hacerla propia, va a
tener que resignificar los sucesos significantes. El sujeto arma su autobiografía, formando un cofre
de recuerdos de representaciones significantes (fondo de memoria).

Entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la adolescencia, Piera
considera que tiene un rol determinante ese trabajo de poner en memoria y de poner en historia
gracias al cual, un tiempo pasado, y como tal perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y
por esta autobiografía, obra de un Yo historiador. Autobiografía que jamás es terminada, en la cual
pueden hacerse modificaciones y también desapariciones.

En el curso del tiempo de la infancia el sujeto deberá seleccionar y apropiarse de los elementos
constituyentes de ese fondo de memoria gracias al cual podrá componer su autobiografía.

Piera separa el recorrido que sigue el adolescente en dos etapas:

a) Una primera durante la cual deberán seleccionarse, ser puestos al amparo del olvido, los
materiales necesarios para la constitución de ese “fondo de memoria” garante de la permanencia
identificatoria de lo que uno deviene y de lo que continuará deviniendo, y por allí de la singularidad de
su historia y su deseo

b) Una segunda que prepara la entrada a lo que se califica de edad adulta. La puesta en lugar, a partir
de ese pasado singular del panorama de sus elecciones y de los límites.

Tanto una como otra son dependientes, son el corolario de este otro trabajo psíquico que las
acompaña: la constitución de lo reprimido. Lo recordado y lo recordable de la infancia son función del
éxito o el fracaso del trabajo que incumbe a la instancia represora.

Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el niño establece
con el adulto que lo asiste. La madre (o quien cumpla esa función), a través de un vínculo de
amor y dependencia, fija las normas de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje
psíquico comienza a desarrollarse. En la niñez, y también en la adolescencia, el aparato psíquico
está en vías de constitución.

La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres procesos: originario,
primario y secundario. Estos tres modos de funcionamiento psíquico no están presentes desde un
primer momento, sino que se suceden temporalmente y cada uno de ellos incide en los
posteriores. Están vigentes durante toda la vida.

 Proceso originario: Es el primer proceso que comienza a funcionar en el recién nacido a


partir de la necesidad psíquica de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los
estímulos que le llegan. El tipo de información que le llega a partir de los sentidos es una
información libidinal: presencia o ausencia de placer. Este proceso se rige por el postulado del
autoengendramiento, es decir, que la vivencia del bebé, es que él es quien crea el estado de
placer y el objeto causante del mismo: el pecho materno.
La actividad que representa al proceso originario es el pictograma: pintura, sello de este
encuentro inaugural del recién nacido con la madre, y el encuentro de este naciente aparato
psíquico con su propia corporeidad. El concepto de pictograma conlleva una equivalencia
entre representante y representado, en donde no hay diferenciación entre zona y objeto. El
pictograma es una representación zona-objeto complementaria, ej: boca-pecho. Es la
representación de la experiencia inaugural de placer que deja marcas de procesamiento
psíquico. Si las marcas se instauran bajo el signo de placer, zona y objeto se fusionan, (boca-
pecho) y se inscribe un pictograma de fusión, pictograma de signo positivo que promueve
un efecto de ligadura e integración psicosomática, bajo la representación de Eros. Por el
contrario si prevalece el displacer, originado en la ausencia del objeto, o en su inadecuación
por exceso o por defecto, lleva a la inscripción de un pictograma de rechazo. Pictograma de
signo negativo que conlleva un desinvestimento de la representación zona-objeto
complementaria. Desligadura. Tánatos.

 Proceso primario: En este segundo momento de organización del psiquismo, la actividad


representativa preponderante es la fantasía. Es una actividad psíquica que se caracteriza por
la realización imaginaria de deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del
vínculo inicial constituyente (juego del carretel Fort-Da). La separación y el reconocimiento del
mundo externo se concreta cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro
lugar, distinto al lugar que se le otorgó al niño. Así, le impone al niño la existencia de otros
espacios. Mediante la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce, y
considera que los posee. Este proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de
reconocer la existencia de un espacio separado del propio. Durante el proceso primario, las
funciones parentales son las únicas referencias certeras. Sin embargo, para que el yo pueda
advenir y acceda a un mayor nivel de autonomía se requiere un quiebre de éstas.
 Proceso secundario: Este tercer momento de constitución del psiquismo del niño se
caracteriza por la aproximación del mismo a una diversidad de acontecimientos sociales, como
el contacto con pares, los conocimientos escolares, etc. La representación que caracteriza
este periodo es la representación ideica o enunciado. Aquí se instalan el desarrollo del
lenguaje y del pensamiento. El pensar, como actividad representativa compleja, es
comprendido como un proceso que tiende a la reedición de situaciones placenteras. El
movimiento libidinal inaugural es el que marca el sentido que adquieren los sucesivos
movimientos de investimento que se concretan en el campo socio-cultural.
Se reconocen tres dimensiones de la subjetividad:

- intrapsíquica conjunto de representaciones inconscientes que conforman el mundo interno del


sujeto

- intersubjetiva-intergeneracional intercambio vincular que se establece entre padres e hijos y


pares, el mundo relacional del sujeto

- transgeneracional lazo de unión con la cadena generacional, abuelos.

La pertenencia a una familia, la inscripción a una genealogía, implica la puesta en marcha de ciertos
trabajos psíquicos que tienden a promover la investigación histórica familiar, entre ellos se
mencionan:

o La construcción de la escena originaria: Conjunto de operaciones psíquicas que realiza el niño


para poder historizarse ligado a los padres, ubicándose como causa y consecuencia, une a los padres
entre sí y con él mismo. La escena originaria se constituye como una alianza simbólica que une dos
líneas genealógicas distintas. Es una construcción imaginaria que realiza el niño de modo
anticipatorio, respecto de la unión entre ambos padres y de la relación de ambos con él.
o Trabajo de filiación - afiliación: Un trabajo elaborativo de aquello recibido, heredado, y entonces
también un desasimiento. El niño debe metabolizar que los padres forman parte de un grupo que los
antecede, y que ese grupo tiene una historia a la cual debe articular la suya.
o Contrato narcisista: Provee referentes a partir de los cuales el proceso identificatorio se define.
Es una operación simbólica cuya función está vinculada al encadenamiento generacional. Cada sujeto
es eslabón de una cadena generacional. Se definen dos funciones, que hacen referencia a la
temporalidad, las figuras del Ancestro y el Sucesor.
Dos dimensiones de la historización: por un lado, la figura del Ancestro, categoría simbólica que
agrupa los mitos de origen, que se transmiten desde una generación a otra, por ejemplo valores,
ideologías, emblemas. Por otro lado, el Sucesor, representado en la figura del porvenir (el hijo que
advendrá). Estos mitos de origen, se constituyen como anclajes, le permiten al grupo tener una
referencia compartida al pasado, un lugar de memoria en común. Se signa un contrato que garantiza
que los nuevos integrantes reproduzcan los mitos en común, promoviendo la continuidad del grupo al
cual pertenecen; a cambio, el grupo le otorgará al sucesor un lugar en el entramado familiar que lo
anuda a las generaciones precedentes. Al inscribirse esta categoría, el niño obtiene una certeza sobre
el origen y accede a la historicidad.

El hijo es el soporte narcisista del grupo: el concepto de contrato narcisista ubica claramente que la
función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo a la cadena generacional,
proyectándole ideales, valores que porta el grupo. Contrato que implica para el hijo la función de
continuar la trascendencia del grupo en una nueva generación.

PORTAVOZ:

Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, vocera de los enunciados
identificatorios. La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al padre, es portavoz
del discurso sociocultural al que pertenece la pareja parental y sus propias familias de origen.
Los enunciados emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen el yo parental.
Cuerpo imaginado o sombra hablada:

Para Piera, la dimensión de la historia se inicia antes del nacimiento del niño. Antes de nacer un niño,
el grupo familiar imagina y simboliza anticipando el cuadro posible de esa subjetividad por venir. Piera
Aulagnier ha conceptualizado categorías como cuerpo imaginado o sombra hablada, que dan cuenta
de este trabajo anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Son conceptos que toma la
autora para dar cuenta del conjunto de enunciados que son testimonio del anhelo maternal
concerniente al niño. La madre inviste al niño representándolo; arma una envoltura psíquica
indispensable y necesaria para ubicarse como tal. No hay cuerpo psíquico sin esa historia, que
es su sombra hablada.

Esto nos lleva a otro concepto que Piera denomina VIOLENCIA PRIMARIA, que es constitutiva del
aparato psíquico del bebé. Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el
niño puede conocer de ellos. La madre siempre anticipa lo que necesita su bebé. Piera
conceptualiza como violencia esta acción anticipatoria y necesaria dado el grado de
dependencia, que presenta el recién nacido y su imposibilidad de autonomía subjetiva. Este
acto materno es estructurante para el devenir subjetivo del niño. La violencia primaria es la que rige el
contrato narcisista: el grupo transmite al niño la potencialidad vinculante inherente a todo vínculo.
Potencialidad vincular implica una capacidad con que cuenta el grupo de no definir el vínculo por lo
preestablecido, y dejar en suspenso la posibilidad de que el niño sea diferente, altero, imposible de
definirse ya que está “por venir”.

La VIOLENCIA SECUNDARIA representa un exceso perjudicial y nunca necesario para el


funcionamiento del yo. Se le impone al niño una elección, un pensamiento, motivados por el deseo
materno. Este exceso si se consuma, anula la capacidad de pensamiento autónomo del niño.
Este acto materno implica una imposibilidad de reconocer al otro en su dimensión de alteridad.
El psiquismo del niño es colonizado por un imperativo materno arrasante. Conlleva a la
instalación de ciertas condiciones para el desarrollo de la enfermedad. En este caso, el niño es
candidato a ser tomado como objeto de proyección de los otros y el espacio intersubjetivo deviene
relación de objeto. La violencia secundaria no es necesaria. La madre se apropia del psiquismo de su
hijo, y quiere que haga lo que ella desea. Ejemplo: pq estudiaste medicina si yo quería que
estudiaras… No reconoce que el hijo es algo diferente de sí. La subjetividad por-venir quedaría
reducida a repetir un cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores, sin que hubiera permiso
para la transformación.

El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede advenir
relación de objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones de los otros;
mientras que el vínculo deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja
a la subjetividad naciente como un sistema abierto.

Al transmitir el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la


esencialidad del sujeto: su falta, la falta inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento
deseante de búsqueda y construcción. La falta del sujeto, es el motor de toda producción subjetiva.

Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que realizar
muchos trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y conquistar las
categorías de vínculo y de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que
pueda considerar al otro en su diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente. Implica
asumir la diferencia del otro y la propia.

La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático, de
sensaciones corporales. Es función del otro sostener la presencia, y tmb la diferencia, condición
necesaria para la búsqueda del placer en la vida. La distancia del cuerpo del otro posibilita la creación
de la fantasía y el deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al modo de una diferencia
sensorial.

La categoría del tiempo en la adolescencia:

Para crear un proyecto futuro es necesario anclar en el pasado infantil. El devenir del sujeto no es sin
historia. Investir el pasado para enfrentar el futuro es una tarea del yo en la adolescencia. La creación
de la propia historia implica un trabajo psíquico de pasaje de firma, de desasimiento del discurso
de los progenitores. Un pasaje de firma, de la escritura de los padres, a la construcción de la propia
biografía. En la infancia la identidad se construye con los padres como coautores de la biografía, en la
adolescencia, el yo es el único autor de su historia. Si hubiera dificultades, podría explotar una
patología.

Piera conceptualiza la existencia de tareas de reorganización, trabajos de poner en memoria y en


historia el tiempo pasado. Hay un permanente trabajo de construcción y reconstrucción de un pasado
vivido, a cargo de un “yo historiador”. El adolescente descubrirá que, al igual que su padre, es un
eslabón más de la cadena genealógica. El adolescente sólo podrá construir un futuro si ha
podido investir su pasado. Las identificaciones que cobran importancia en la adolescencia
dependen de encuentros extrafamiliares: tiempo de apertura hacia lo exogámico.

Piera postula la creación de un FONDO DE MEMORIA como un conjunto de representaciones


psíquicas que remite a aquello conservado en la memoria del sujeto de la historia infantil. El
fondo de memoria, se presenta como un cofre que guarda aquellas experiencias valiosas, por la
intensidad afectiva que conllevan, para evitar el desinvestimiento, el olvido de las mismas.

El fondo de memoria:

- Es el garante del registro identificatorio: le garantiza al yo certezas que le asignan un lugar en el


sistema de parentesco y el orden genealógico al cual pertenece, dándole mismidad y continuidad al
yo a pesar del cambio permanente.

- También le garantiza un capital fantasmático: el cual está conformado por un caudal de


representaciones que Piera denomina conclusivas. Las mismas se fijan y depositan en la memoria
bajo la forma de recuerdo. Los recuerdos son las inscripciones psíquicas que se construyen a partir
del encuentro con el otro.

Se define a este capital fantasmático, como el conjunto de improntas afectivas, producto de las
primeras experiencias a las cuales el sujeto va a recurrir para investir lo nuevo. Es un anclaje afectivo,
que posibilita la conformación del espacio relacional; donde se ubican las elecciones de objeto por
fuera del mundo familiar. El capital fantasmático decidirá lo que formará parte de su deseo y lo que
quedará rechazado.

La subjetividad se constituye a partir del encuentro con otros. El registro identificatorio y el espacio
relacional se acompañan interactuando en una dialéctica permanente. Ambos constituyen lo
reprimido.

La constitución de lo reprimido, es el trabajo psíquico que define lo recordable de lo no recordable. El


fondo de memoria por otra parte, marcará lo modificable y lo no modificable en el psiquismo, a
través de dos principios: PRINCIPIO DE PERMANENCIA y PRINCIPIO DE CAMBIO. Ambos
funcionan en alianza, están entrelazados y rigen el registro identificatorio y el espacio relacional.

En el armado del proyecto identificatorio hay pilares fijos, sobre los cuales el yo edifica su historia,
sirviéndose de las identificaciones simbólicas, que funcionan como certezas inamovibles que remiten
a los orígenes familiares, y vinculan al sujeto con su historia familiar e infantil (principio de
permanencia). Pero otra parte de la biografía es móvil, está abierta a descubrir y explorar lo nuevo.
Los nuevos espejos en los cuales poder mirarse están representados por el mundo relacional del
sujeto adolescente, son identificaciones cambiantes, móviles, acordes a un entretiempo puberal-
adolescente volcánico e inquieto (principio de cambio).

El proceso identificatorio, regido por los principios de permanencia y cambio, comienza antes del
nacimiento, con la anticipación de la familia; los enunciados identificatorios (que provienen del
portavoz: madre).

De la genealogía al proyecto identificatorio:

El adolescente realizará un trabajo de investigación histórica familiar. Se requiere hacer base en la


cadena generacional. Este trabajo de historización se funda en una creación-interpretación del
pasado para dirigirse hacia el trazado del porvenir. El grupo familiar deberá ser contextuado en lo
socio-cultural.

Piera define el proyecto identificatorio como los enunciados por los cuales el sujeto define su
anhelo identificatorio, su ideal, lo que se propone de sí mismo. El proyecto identificatorio remite al
armado del ideal del yo; el cual se ha constituido por identificación a los progenitores. El adolescente
interiorizará propuestas identificatorias modeladas desde los padres y desde lo epocal. Del grupo de
pares extraerá nuevas propuestas identificatorias.

La transmisión de la vida psíquica entre las generaciones posibilita la conservación del capital cultural
y de la historia (vertiente saludable que refiere a una herencia positiva), pero también en algunos
casos, impone al psiquismo el trabajo de tener que elaborar lo no tramitado por generaciones
anteriores (vertiente patológica, herencia negativa vinculada a la incorporación de contenidos
encriptadas).

Sobre la transmisión psíquica-Duek:


Piera sostiene que al analizar Freud las teorías sexuales infantiles, demostró el papel decisivo que
juegan las preguntas acerca del origen de los niños, descubrimiento que lo conduce a otra: la propia
posibilidad de esconder al otro una parte de los propios pensamientos.

El derecho a mantener pensamientos secretos debe ser una conquista del yo, el resultado de una
victoria de autonomía del niño, la inevitable contradicción del deseo materno a su respecto. Lucha que
se dirime en el proceso puberal-adolescente. Ciertos pensamientos secretos tienen como único fin
aportar al yo la prueba de autonomía de los otros.

Los secretos familiares, como episodios ocurridos en la historia transgeneracional o en el presente de


una familia, información compartida por los miembros y silenciada. Algunas familias quedan
estructuradas en torno a secretos grupales, sus miembros nunca deben referirse a lo que saben,
evitando así la desintegración familiar. Se sabe que pasa algo, pero no se tiene la posibilidad de
mencionarlo. La información secreteada tenderá a transmitirse y retornar, produciendo efectos en el
seno de la pareja o la familia.

La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente (Soler):

El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los padres, de los otros. El
trabajo puberal-adolescente desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo sexuado
interrumpe como algo extraño. El adolescente podrá investir su cuerpo, tatuarlo, pintarlo y
vivenciarlo con placer. Podrá contar con el grupo de pares como soporte de la función del espejo:
otros en quienes reconocerse e identificarse.

Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la emergencia


de algo monstruoso q aterra, desgarra o fragmenta el cuerpo. Esto daría cuenta de un fracaso
en la constitución de la categoría de lo extraño, y todo lo ajeno o lo altero de si mismo o del
otro produciría desorganización y angustias masivas. En cambio cuando predominan en la
subjetividad procesos de transformación, los cambios del cuerpo se vivencias con inquietud y
extrañeza, pero sin perder la mismidad del sujeto.

La vulnerabilidad caracteriza a la subjetividad durante el entretiempo del proceso puberal-


adolescente. Sentirse ajeno a sí mismo y al otro. Esto puede leerse en cualquier producción saludable
adolescente. La extrañeza q les genera darse cuenta de q ya no son lo q eran, no saben aun
como van a ser. El viejo caparazón podría entenderse como la imagen del cuerpo infantil q ya
no le sirve al joven, y del cual él y la familia deben desprenderse. El nuevo caparazón seria el
cuerpo sexuado vincular q solo se construye en el encuentro con el otro.

Cuerpo sexuado vincular:

El entretiempo puberal-adolescente implica trabajos psíquicos y un trayecto de recorrido de


encuentros y desencuentros con los otros donde el adolescente se confronta con la oportunidad de
retomar todas las categorías transmitidas y conquistadas en la infancia y apropiarse de una nueva
categoría q las suplementa: el cuerpo sexuado vincular.

La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la subjetividad. Es un


acontecimiento donde con el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de satisfacción se
transforma en vivencia del orgasmo, y se escribe la alteridad del otro: sus diferencias corporales, de
género y desiderativas. Encuentro vincular con el otro donde aquella originaria diferencia q
inauguro la categoría del extraño en la infancia (tener un cuerpo, un rostro diferente y
separado del otro); se revisita, des-ordena, y supera inaugurando diferencias más complejas
inherentes a la verdadera intersubjetividad: el otro se constituye en su alteridad como sujeto
de deseo. Pero esto no ocurre de una vez y para siempre, ni en un solo encuentro, sino q requiere
de una búsqueda, una conquista y un pasaje donde los encuentros con el otro, en la
potencialidad saludable, dejan de ser relaciones de objeto y devienen vínculo.

El puber-adolescente realiza un arduo trabajo de desinvestir a los padres y ponerlos en falta: los
contradice, los desautoriza, los confronta. Primer movimiento q se produce no sin angustia, q
intenta bordear la falta q habilita al sujeto. Salen al espacio relacional extrafamiliar ávidos de crear
vínculos nuevos y diferentes q releven a lo familiar; pero paradójicamente buscan con urgencia
encontrar en las parejas y en los amigos, otros q los completen, q pueda borrar la angustia q anuncia
la emergencia de la falta inherente a todo sujeto.

Dentro de la lógica del proceso originario, no se registra al otro en su alteridad, sino q la urgencia
pulsa por capturar al otro como objeto, desprovisto de subjetividad. Pero en un proceso saludable, la
fuerza de lo originario puberal q pulsa, se entrelaza con el trabajo psíquico del adolescente, q
contrariamente pulsa por sublimar, simbolizar aquello enigmático q enamora del otro marcando su
alteridad y su subjetividad.

El pasaje entre relación de objeto y vínculo, entre tomar al otro como cuerpo objeto de goce o como
provisto de subjetividad; es lo q señala la diferencia entre sexualidad saludable y lo patológico de la
perversión. El perverso, hace uso del cuerpo del otro, gozando del sufrimiento y desbastando su
subjetividad.

HIST. DE LA ADOLESCENCIA.

Puget sugiere que la adolescencia no necesariamente corresponde a una edad cronológica, y de


alguna manera es adolescente quien puede serlo. La adolescencia es tal porque se origina a partir de
una marca a la cual es posible pensar como primitiva. Puget no ubica a la adolescencia como una
etapa de transición, ni tampoco dentro de las metáforas que la hacen ingresar en una suerte de
psicopatología general. Ubica la adolescencia como un momento de la vida de un sujeto que
inaugura una historia basada en la puesta en acción de un cuerpo sexuado vincular, que es
diferente a la puesta en acción que otorga al cuerpo su característica de cuerpo erógeno
autoerótico, correspondiente a la sexualidad infantil. El cuerpo erógeno constituye un espacio
intrasubjetivo.
Esta puesta en acción en realidad es el comienzo de una práctica posible, la de una sexuación dentro
de un vínculo de amor con posibilidades de procreación. Es un momento en el que la estructura
familiar se abre sin poder volverse a cerrar nunca, y deja de ser origen para uno o varios miembros de
la familia.

En esto se separa de Piera que habla de dos etapas que el adolescente debe recorrer: una en la que
selecciona y mantiene a resguardo el olvido de los materiales necesarios para la construcción del
fondo de memoria; y otra caracterizada por la organización del espacio relacional. Cuando una pareja
o un vínculo en vías de ser pareja hace ingresar la historia familiar de cada uno.

La adolescencia, para ser tal, debe realizar un doble trabajo de historización: el que se construye a
partir de una nueva marca que adquiere significado en la vida vincular; y otro trabajo simultáneo en el
que sigue perteneciendo a una historia de la que es portador. O sea que son dos historias.

La adolescencia tiene que ver con las prácticas relacionales con un cuerpo sexuado; se trata de un
cuerpo sexuado esencialmente vincular. No es un cuerpo singular sino un cuerpo inherente a una
vincularidad que es la que le da su cabal significación. El cuerpo erógeno del bebé no necesita de otro
para constituirse, y en sí está completo. El cuerpo sexuado de la adolescencia se determina con otro
que es condición. En general se piensa al revés, se piensa que el cuerpo del chico es un cuerpo
incompleto y que el cuerpo del adulto es completo, Puget lo piensa del otro lado: del lado de la
significación.

El cuerpo de la adolescencia es un cuerpo que no puede ser anticipado por el encuadre familiar.
Aquella formulación según la cual los padres desean que el hijo tenga un proyecto, el de construir un
futuro, que incluye construir una pareja y ser padres, tal vez comporte una paradoja: la de suponer
posible desear algo no anticipable.

Una de las características de la adolescencia es que el cuerpo de la adolescencia es un cuerpo que


no puede ser anticipado por encuadre familiar, o por la mirada de las figuras parentales. La historia
del adolescente ya no pertenece a la historia familiar, sólo podrá historizar la familia a partir de los
datos aportados por el adolescente. El adolescente en su espacio “inter” que sella su adolescencia,
crea un vínculo que inventa un pasado; en forma paralela se produce otra historización, la de recordar
el pasado clásico para nosotros, que es siempre ilusorio ya que no se lo recuerda como fue y tan sólo
se lo reinterpreta.

Puget propone pensar en una sexuación de carácter endogámico, según la cual se intenta reproducir
la sexualidad de la estructura familiar, y por otro lado una sexuación propiamente dicha novedosa,
que se inscribe en el marco de la exogamia. En un caso, es prolongación de la infancia, en el otro es
entrada en la adolescencia.

La marca fundamental de la adolescencia es la de crear un nuevo espacio extrafamiliar, signado por


el lugar que la adolescencia da al proyecto de pareja, o a la pareja sexual misma.

Siguiendo con eso se podría pensar en un autoerotismo, y un erotismo correspondiente a la


sexuación que tiene dos vertientes: endosexuación de carácter incestuoso, cercano al deseo de los
padres, que lleva a que la elección sea coincidente con el modelo parental; y otro exoerotismo o
sexuación propiamente dicha. Al endoerotismo le corresponde por ejemplo aquellas familias que
incorporan al novio de la hija como un hijo más, y al exoerotismo aquellas familias para las cuales la
pareja abre el sistema familiar sin jamás completarlo.

Para el sistema familiar o la estructura familiar inconsciente, la producción de un adolescente


propiamente dicho es un acontecimiento, algo así como que la estructura misma queda abierta e
incompleta definitivamente.

La no complementariedad del adolescente con su familia de origen hace síntoma cuando la


adolescencia se manifiesta bajo la forma de pareja; en ese caso los conflictos giran en torno al hecho
de que uno de los miembros de la familia ya no se hace presente en alguna reunión familiar. Ejemplo
del joven que tenía una novia que representaba todo lo opuesto a las costumbres, ideologías y
proyectos de la familia parental. A él lo consideraban retraído. También el hijo con su retraimiento
intentaba conservar un mismo lugar en su familia.

La adolescencia puede requerir de un lugar extraterritorial iniciador de la exogamia, según el cual es


imposible que la comprensión provenga de los padres. Elegir una pareja que pueda ocupar el lugar
pensado por los padres o elegir por oposición, es una manera de seguir una continuidad histórica y
causal, por lo tanto determinada por el pasado infantil.

La adolescencia impone una nueva marca y no una resignificación de marcas anteriores, y dicha
marca inicia una historización que sólo pertenece a esta nueva modalidad vincular, o sea, la que se
inicia a partir de la pertenencia de un hijo-hija a un otro vínculo sexuado.

La adolescencia se organiza cuando la experiencia de la sexuación pasa a ser posible, y se registra


como un acontecimiento que se torna origen de un proyecto. Se trata de un sistema vincular que no
es anticipable por la familia a la cual llamamos de origen, pero que ya no es origen para esa nueva
marca. Esta nueva marca sólo puede ser construida con un otro en una relación en la que la
sexuación, o sea la intervención del cuerpo significado sexualmente, es la que va a dar su impronta a
esta nueva organización vincular.

Se producirá un nuevo tipo de parentesco, el que se establece como ampliación del que proviene de
la nueva pareja, la que se concreta en algún momento pero que se inicia como marca con las
primeras elecciones de pareja sexuada del adolescente.

El adolescente se equipara con adolecer, algo así como padecer de una falta de soporte, el que
incumbe a una nueva marca. El adolescente es entonces el que sufre de una falta de historia, y que
tan sólo inicia algo que luego podría ser historia.

La adolescencia se puede explicar dentro de una continuidad, aunque discontinua con la


historia familiar. Una historización en la que se superponen dos modelos: uno ligado a la
familia que dio un origen y otro fuera de dicha historia, que habrá de construirse en otro
espacio, el de la vincularidad del adolescente.

GUIA PARA LA LECTURA DE PIERA.

1) CONSTRUIRSE UN PADRE
Construcción de un pasado: trabajo de historización
El trabajo de construcción y reconstrucción del pasado resulta imprescindible para que el sujeto
pueda investir un presente, a la vez que proyectar un futuro. Contará finalmente con puntos de
referencia estables para generar un sentimiento de continuidad psicosomática. Principio de
permanencia y principio de cambio sostienen este proceso. Un concepto central es el de
modificación, noción relacionada con la respuesta del aparato psíquico a los cambios en la escena
de la realidad y en su propia escena somática, se refiere al organizador de aquellos mecanismos de
aceptación o rechazo.

El principal trabajo en la adolescencia es el proceso psíquico de puesta en historia y puesta en


memoria, apelando a los registros de la infancia que aporta el “fondo de memoria”.

Genealogía, transmisión y filiación: el ascenso al árbol de los ancestros

El adolescente descubrirá que al igual que su padre, es un eslabón más de la cadena genealógica.
El adolescente dirigirá su atención a los orígenes. Los abuelos cobran mucha importancia, en tanto
dan testimonio de una historia.

El descubrimiento de estar en un lugar que precederá a una nueva generación imprime un


sentimiento de responsabilidad que los adolescentes no siempre logran sobrellevar. Para incluirse
definitivamente en la cadena, habrá que abandonar los ropajes narcisistas y asumir
subjetivamente su potencialidad engendrante.

El tiempo de concluir

El final de la adolescencia puede signar el desencadenamiento de un episodio psicótico a causa de


un primer fracaso (sexual, examen, trabajo). En ese caso, no cuenta con una estructura
psicosomática integrada que sostenga ese acto de pasaje sin quiebres en su sentimiento de
continuidad.

Estos procesos que denominamos “construirse un padre” conducirán a su plena inscripción en una
cadena genealógica y la apropiación definitiva de los significantes de la paternidad y maternidad.
Es asumir paulatinamente un deseo de paternidad
2) VISITANDO A PIERA AULAGNIER

El psiquismo y su complejidad

Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el niño establece con el
adulto que lo asiste. La madre (o quien cumpla esa función), a través de un vínculo de amor y
dependencia, fija las normas de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico
comienza a desarrollarse. En la niñez y también en la adolescencia, el aparato psíquico está en vías
de constitución.

La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres procesos: originario,
primario y secundario. Éstos están vigentes durante toda la vida, y se distinguen por una actividad
que los representa.

* Proceso originario: comienza a funcionar en el recién nacido a partir de la necesidad de la psique


de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos. Los sentidos le van a dar al
psiquismo naciente información libidinal.

La actividad que representa este proceso es el PICTOGRAMA, que es el sello de este encuentro
inaugural del recién nacido con la madre, y el encuentro del naciente aparato con su propia
corporeidad. El concepto de pictograma implica que no hay diferenciación entre zona y objeto; si
las marcas se instauran bajo el signo de placer, zona y objeto se fusionan, boca-pecho (pictograma
de fusión). Por el contrario si prevalece el displacer, lleva a la inscripción de un pictograma de
rechazo.

* Proceso primario: la actividad preponderante es la FANTASÍA. Se caracteriza por la relajación


imaginaria de deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del vínculo inicial
constituyente. La separación del mundo externo se concreta cuando la mirada y el placer de la
madre se depositan en otro lugar. Así, le impone al niño la existencia de otros espacios. Mediante
la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce, y considera que los posee. Este
proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de la psique de reconocer la
extraterritorialidad del objeto.

* Proceso secundario: se caracteriza por la aproximación a acontecimientos sociales, como el


contacto con pares, escolares, etc. La actividad que caracteriza este periodo es la
REPRESENTACIÓN ideica o enunciado. Se instalan el desarrollo del lenguaje y del pensamiento.
Conceptualizaciones para una teoría de la intersubjetividad

Se piensa a la subjetividad como una integridad psicosomática contextuada en una genealogía,


entendiendo al sujeto como activo. Se reconocen 3 dimensiones: intrapsíquica (conjunto de
representaciones icc que conforman el mundo interno del sujeto), intersubjetiva –
intergeneracional (intercambio vincular que se establece entre padres e hijos y pares),
transgeneracional (lazo de unión con la cadena generacional).

El grupo familiar es una instancia que provee al niño de las funciones primordiales para la
constitución de procesos psíquicos saludables. Se tiende a promover la investigación histórica
familiar, entre ellos se mencionan:

* La construcción de la escena originaria: conjunto de operaciones psíquicas que realiza el niño


para poder historizarse ligado a los padres. La escena originaria es una construcción imaginaria
que realiza el niño de modo anticipatorio, respecto de la unión entre ambos padres y de la
relación de ambos con él.

* Trabajo de filiación – afiliación: un trabajo elaborativo de aquello recibido, heredado; y también


un desasimiento. El niño debe metabolizar que los padres forman parte de un grupo que los
antecede, y que ese grupo tiene una historia a la cual debe articular la suya.

* Contrato narcisista: es una operación simbólica cuya función está vinculada al encadenamiento
generacional. Se definen dos figuras: del ancestro y del sucesor. La figura de ancestro agrupa los
mitos de origen, por otro lado, el sucesor, es representado en la figura del porvenir (el hijo que
advendrá). Los mitos de origen se constituyen como anclajes, le permiten al grupo tener una
coherencia, un lugar de memoria en común. Se va a signar un contrato que garantiza que los
nuevos integrantes reproduzcan mitos en común, promoviendo la continuidad del grupo al cual
pertenecen; a cambio, el grupo le otorgará un lugar en el entramado familiar.
Al inscribirse esta categoría, el niño accede a la historicidad.

* Portavoz: Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, de los enunciados
identificatorios. La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al padre, es portavoz del
discurso sociocultural. Los enunciados emitidos por la voz materna son tomados por el niño y
constituyen el yo parental.

* Cuerpo imaginado o sombra hablada: son enunciados que se anticipan a la enunciación que el
propio niño hace de sí mismo. La madre inviste al niño representándolo. No hay cuerpo psíquico
sin esa historia, que es su sombra hablada. Esto nos lleva a otro concepto que Piera denomina
Violencia Primaria: sería la acción mediante la cual se instala en la psique del niño una forma de
circulación y descarga del placer, motivados en el deseo que impone la madre. Esta acción es
estructurante para el devenir subjetivo del niño. La Violencia Secundaria representaría un exceso
perjudicial para el funcionamiento del yo. Este exceso si se consuma, anula la capacidad de
pensamiento autónomo del niño.

La categoría del tiempo en la adolescencia

Recibir una herencia es un punto de partida de un trabajo psíquico. Aquello que recibimos,
adquiere un nuevo sentido. Para crear un proyecto futuro es necesario anclar en el pasado infantil.
Investir el pasado para enfrentar el futuro es una tarea del yo en la adolescencia.

La creación de la propia historia implica un pasaje de firma, del yo parental (yo infantil), a la
construcción de la propia biografía. Piera conceptualiza la existencia de tareas de reorganización,
trabajos de poner en memoria y en historia el tiempo pasado. Podemos pensar la memoria como
un sistema múltiple de huellas que se reactualizan y se retraducen, un sistema afectivo libidinal. La
historia y la memoria se entraman en una red libidinal interpelando al sujeto con experiencias
psíquicas y afectivas. Hay un permanente trabajo de construcción y reconstrucción de un pasado
vivido, a cargo de un “yo historiador”.

Piera postula la creación de un fondo de memoria como un conjunto de representaciones


psíquicas que remite a un memorizable afectivo de la historia infantil. El fondo de memoria,
guarda aquellas experiencias valiosas, por la intensidad afectiva que conllevan, para evitar el
desinvestimiento, el olvido de las mismas. El fondo aporta dos funciones a la historización:

* Ser garante en el registro identificatorio: referencia al sujeto al sistema de parentesco


(genealogía) al cual pertenece, garantizándole mismidad y continuidad al yo a pesar del cambio y
movimiento permanente.

* Construcción del capital fantasmático: el cual está conformado por un caudal de


representaciones que Piera denomina conclusivas. Las mismas se fijan y depositan en la memoria
bajo la forma de recuerdo. Los recuerdos son las inscripciones psíquicas que se construyen a partir
del encuentro con el otro.
Se define a este capital, como el conjunto de improntas afectivas, producto de las primeras
experiencias a las cuales el sujeto va a recurrir para investir lo nuevo. Es un anclaje afectivo, que
posibilita la conformación del espacio relacional; donde se ubican las elecciones de objeto por
fuera del mundo familiar.

Registro identificatorio y espacio relacional se acompañan, ambos constituyen lo reprimido. La


constitución de lo reprimido, es el trabajo psíquico que define lo recordable de lo no recordable. El
fondo de memoria por otra parte, marcará lo modificable y lo no modificable en el psiquismo, a
través de dos principios: de permanencia y de cambio.

En el armado del proyecto identificatorio hay pilares fijos, sobre los cuales el yo edifica su historia,
sirviéndose de las identificaciones simbólicas, aquellas que funcionan como certezas inamovibles
para la subjetividad. Pero otra parte de la biografía es móvil, está abierta a descubrir. Los nuevos
espejos están representados por el mundo relacional del sujeto.

El yo elige un proyecto identificatorio para desplegarse en su potencialidad, y sólo puede efectuar


ese trabajo si acepta padecer activamente sus consecuencias: querer cambiar su relación con su
mundo es deber imponerse la labor de re-pensar, re-organizar, etc.

3) CONSTRUCCIÓN E HISTORIA EN EL PROCESO ADOLESCENTE

Existen en el adolescente tareas de reorganización, entre ellas se encuentra el poner en memoria y


el poner en historia el tiempo pasado. Le servirán al sujeto para el armado de su edificio
identificatorio y de su espacio relacional.

Se trata de poner en historia el tiempo de la infancia. A todo este trabajo psíquico se liga el
concepto de fondo de memoria, aquello que subsiste del tiempo pasado, las experiencias
privilegiadas en función a la intensidad del afecto que las acompañaron.
El yo será el encargado del trabajo de historización y de interpretación del proyecto identificatorio.
Debe construir una versión de su historia libidinal e identificatoria, a su vez tiene que anclar en
una historia que sustituya ese tiempo anterior a su existencia por una reconstrucción que de razón
de su presente y le haga posible pensar en un eventual futuro.

En la adolescencia tendría que producirse ese trabajo psíquico de pasaje de firma, de desasimiento
del discurso de los progenitores. Si hubiera dificultades, podría explotar una patología.

Modificación: está relacionado con la reacción del aparato psíquico ante los cambios en la escena
de la realidad y en su propia escena somática, esta reacción es un organizador de los mecanismos
a los que recurre para aceptar, rechazar o desmentir esos movimientos de lo imprevisto.

5) LA PSICOPATOLOGÍA DE PIERA AULAGNIER


Metapsicología
Considera 3 puntos de vista (desde Freud):

- Dinámico: considera los fenómenos psíquicos como sedimentos del conflicto y de la


composición de fuerzas pulsionales que ejercen un determinado empuje.
- Tópico: supone una diferenciación del aparato en cierto número de sistemas dotados
de características diferentes, y dispuestos en un determinado orden entre sí.
- Económico: lo relacionado con la hipótesis según la cual los procesos psíquicos
consisten en la circulación y distribución de una energía cuantificable, susceptible de
aumento, etc.

Piera suma 3 particularidades:

- Dinámico: se centra en el conflicto Eros – Tánatos.


- Tópico: considera tres procesos psíquicos: originario, primario y secundario.
- Económico: la instancia yoica se encuentra condenada a ligar su energía al propio
cuerpo, a objetos. Espacios en los cuales el yo podrá hallar fuentes de placer o
sufrimiento.

Constitución de lo reprimido

Si la constitución de lo reprimido no puede ser llevada a cabo de manera exitosa, producirá una
reducción en las elecciones de sujeto. Cuando la represión es exitosa lo que hace es preservar la
posibilidad de investir objetos y metas novedosas. Se van a reprimir los deseos eróticos hacia los
objetos incestuosos, y se abrirá el campo por fuera de lo familiar para habilitar la elección de
objetos nuevos.

La represión secundaria no puede ser llevada a cabo por un sujeto en ausencia de dos aportes
exteriores:

- Las interdicciones pronunciadas por la instancia parental (prohibición del incesto y del
asesinato).
- Estas prohibiciones deben formar parte de lo ya reprimido en el psiquismo de los
padres.

En este sentido toma suma importancia la transmisión de lo reprimido de sujeto a sujeto, a lo


largo de las generaciones. El discurso parental ejercerá una anticipación sobre lo que el niño
habría de reprimir. El trabajo de represión impuesto al hijo por los padres resguarda a éstos del
retorno de lo reprimido en ellos.

El otro sin pecho


El padre como representante de lo cultural y por lo tanto de la ley universal, sería el primer
representante del discurso del conjunto en el ámbito de lo familiar. El otro sin pecho es fuente de
placer y fuente de afecto.

Será a través del hijo que el padre invista al sujeto futuro que le ofrece un reaseguro en lo
referente a su función paterna y a su rol de transmisor de la ley. La hija mujer corre menos riesgo
de provocar el anhelo de odio reprimido. El padre puede sentir que a su muerte, no será la hija
quien ocupará su lugar.

Del lado de lo materno

El término madre designa a un sujeto con las siguientes características:

- Una represión exitosa de su propia sexualidad infantil.


- Un sentimiento de amor hacia el niño.
- Su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que pertenece dice
acerca de la función materna.
- La presencia junto a ella de un padre del niño, por quien la mujer tiene sentimientos
principalmente positivos.

El concepto de potencialidad

Potencialidad remite a las posibilidades del yo de ocupar diferentes posiciones identificatorias


luego que la infancia ha terminado.

En la infancia se hace uso de una variedad de defensas, lo que Piera denomina polimorfismo
defensivo. Al no quedar fijadas, no estructuran ningún cuadro psicopatológico. Las posiciones
defensivas que se instalan a partir de la adolescencia dan como concluida la psicopatología infantil
polimorfa. A la salida de la adolescencia será donde se instale la potencialidad en el armado del
funcionamiento psíquico. El aparato “elige” una serie de defensas. El tipo de defensas hablarán de
la conformación de cada psiquismo singular.

Está dentro de las tareas del yo el inventar respuestas frente a las modificaciones del entorno
psíquico que lo rodea, pero no estará en su poder el inventar defensas cuando fallan ciertas
condiciones. Una de éstas es la transmisión de lo reprimido. Las alteraciones en la transmisión de
lo reprimido darán cuenta de una potencialidad neurótica, psicótica o heteróclita:
- Neurótica: refiere a un conflicto que habla de deseo, de amor, de prohibición, de
castración. Se trata de una conflictiva que reside entre el yo y sus ideales. Puede
afirmarse que se logró la instalación de la represión secundaria.
- Psicótica: la prohibición recae sobre toda postura de deseante-pensante que no quede
bajo la protección de un poder absoluto impuesto por aquellos que han sido
consignatarios de la historia infantil del sujeto.
- Heteróclita: reúne una serie de cuadros que van desde la perversión a la somatización,
teniendo cada uno apelación a distintas defensas y por lo tanto, un distinto
funcionamiento psíquico.

El pasaje de potencialidad a manifestación puede suceder como producto de un encuentro que


posea un efecto develador. Dicho acontecimiento puede resultar tanto organizador como
desorganizador del funcionamiento psíquico. Esto aludiría a una falla identificatoria que ya había
tenido lugar en forma previa, y que sólo es develada a partir del encuentro del momento presente.
Encuentros significativos en lo actual pueden develar fisuras que remiten a los cimientos de la
construcción identificatoria.

INTRO. TRANSMISION DE LA VIDA PSIQUICA. KAES

El autor plantea en que tanto la diferenciación entre los sexos como la diferencia de las generaciones
son estructurantes para el psiquismo humano, puesto que nos enfrenta con la sucesión y con la
precesión (antecesores).

Lo que nos dan lo incorporamos a nuestra propia subjetividad, pero para hacerlo lo tenemos que
reconstruir, despedezar. La herencia que traemos de otras generaciones, cuando llega no es punto de
llegada, sino de partida, en base a eso que recibimos debemos hacer procesos psíquicos. A veces
heredamos contenidos que no nos sirven o nos dañan pero podemos transformarlos en algo positivo,
otros pueden generarnos síntomas, etc.

La afiliación tiene que ver con hacer nuevos miembros (de un club – de la sociedad). El contrato
narcisista es un contrato simbólico que muestra el encadenamiento generacional, enlazando al
infans, la familia y el grupo social. El contrato narcisista es un contrato simbólico que muestra el
encadenamiento generacional; se relaciona con la afiliación, puesto que para poder afiliar nuevos
miembros, siendo genitores, el sujeto debe primero estar seguro de su propia filiación. Está regulado
por la ley de la prohibición del incesto inter-generacional.

La sucesión generacional ubica al sujeto: en el lugar de hijo, reconociéndose como engendrado


y con la posibilidad de ser capaz de engendrar. Por este contrato el sujeto deberá cumplir con ciertas
pautas:

- El grupo deberá ser catectizado, o sea continuar las voces de aquellos que ya no pueden hablar, la
voz de los muertos.
- A cambio de prolongar esa voz, el sujeto pide pertenecer en el grupo social que le garantiza que no
quedará esclavizado al veredicto parental (hace que la familia se abra al grupo social).

Cuando este contrato no se cumple, por insuficiencia o desviación, será responsable de una carga
incestuosa que produce un vínculo de ambigüedad en las relaciones entre las generaciones. Su falta
de cumplimiento marca a los vínculos con un sesgo de ambigüedad, de confusión entre las
generaciones, donde no se registran las diferencias, la alteridad, dificultándose la posibilidad de
transformación de lo recibido.

Cuando sí se cumple lo que pasa a regular los vínculos es la ambivalencia. La ambivalencia está
relacionada con la confrontación, amor que va junto con el odio, o él o yo, también con la alteridad,
posibilidad de transformación de lo legado. Para que la herencia sea heredada y la transmisión
transmitida, la herencia debe ser tomada y transformada.

Freud y la herencia

En “Introducción al Narcisismo” Freud señala como el narcisismo de los hijos se apuntala en el


narcisismo de los padres. Podemos decir que hay un sujeto dividido: en un ser para sí mismo, y un
ser sujetado, un eslabón más de una cadena intersubjetiva que lo nombra como heredero,
beneficiario y servidor.

La transmisión de la culpabilidad y de las prohibiciones. Tótem y tabú.

Kaes indica que no podemos ser puestos en el mundo sin el grupo, no se nos da esa opción, de la
misma forma que no se nos da la opción de no tener un cuerpo. El mundo es cuerpo y grupo.
Venimos al mundo por más de un Otro, por más de un sexo. Somos sujetos del inconsciente, de la
herencia y del grupo (de más de un grupo).

Dentro de esta cadena de sujetos que nos sujetan, algunos son más privilegiados, pero no olvidemos
que también nos hacen herederos de sus sueños no realizados.

Es imposible no transmitir. Lo que se transmite son referencias, identificaciones, mecanismos de


defensa, ritos, mitos, discursos sociales, etc.

Kaes diferencia una doble vertiente en cuanto a la Identificación:

Vertiente positiva  Introyección

Vertiente negativa  Incorporación

Del mismo modo que hay una urgencia por transmitir, también a veces se presenta la urgencia por
interrumpir la transmisión.

El sujeto sujetado, sostenido por una cadena generacional, una red de significantes, hace
imprescindible la transmisión. Si bien a veces se anhela interrumpirla.

El grupo que nos precede, en particular algunos de sus miembros que son para el infans sus
representantes, este grupo nos sostiene y nos mantiene en una matriz de investiduras y de cuidados,
predispone signos de reconocimiento y convocación, asigna lugares, presenta objetos, ofrece medios
de protección y de ataque, señala límites, enuncia prohibiciones. En este conjunto que lo recibe, lo
nombra, lo ha soñado, lo invistió, lo ubica y le habla, el sujeto del grupo deviene sujeto hablante y
sujeto hablado.

Tenemos las dos vertientes. No habría cultura sin transmisión (+), y por otro lado puede ser legada
una carga. Tiene otra dificultad el superar lo que no pudo ser elaborado por generaciones anteriores.
(-)

Objetos transformables (+)

Objetos internos que se trasmiten de generación en generación. La generación siguiente lo


transforma al modo de una arcilla que se despedaza y lo incorpora de forma homogénea.
Objetos no transformables (-)

Son aquellas vivencias traumáticas, aquello que es un objeto de otro que incorporamos sin ningún
desmenuzamiento, sin transformación, algo que no podemos digerir y queda enquistado. Estos
objetos fueron transmitidos en bruto, sin ser elaborados, sin ser puestos en palabra. Kaes dice que es
una "transmisión de cosa". Es un afecto, un significante en bruto, que no se puede metabolizar. Por
tanto, en lugar de transformarse en un objeto propio, queda enquistado. Si aparece algo en sesión
producen una ruptura muy violenta, una sensación de extrañamiento. Suelen tener que ver con
secretos, culpas, vergüenzas de alguna generación anterior callados, transmitidos de ICC a ICC.

Transmisión  3 tipos:

 Intrapsíquica: transmisión de un contenido de una parte de la psique a otra, dentro del mismo
sujeto (icc – precc – cc: 1era tópica). Por ej.: las formaciones del icc: sueños, síntomas,
fallidos, etc.
 Intersubjetiva: transmisión de un sujeto a otro, entre sujetos. Por ej.: de la madre al infans.
 Transpsíquica: transmisión entre muchos sujetos donde por una especie de contagio mental
se transmite algo. Por ej: hipnosis a una masa o un líder de masas.

La necesidad de transmitir y la violencia de la herencia.

La urgencia es la de transmitir y también la de interrumpir una transmisión. Habrá huellas, al menos


en síntomas que continuarán ligando a las generaciones entre sí, en un sufrimiento del cual les
seguirá siendo desconocida la apuesta que sostiene.

Esta violencia de la transmisión se establece más acá del sentido accesible por el lenguaje de las
palabras y de los actos de habla: es una trasmisión de cosa. Por esta razón todo lo que toca a lo
heredado y a la procreación define una zona interhumana violentamente frágil donde se cristalizan las
angustias más arcaicas y que cede la palabra a las creencias más enigmáticas.

En la cura, no es extraño que el descubrimiento del anudamiento intersubjetivo del síntoma sea vivido
como la revelación de una violencia: la de un cierto desposeimiento de la subjetividad del sujeto, se
produce una herida narcisista.
El análisis muestra que la negociación psíquica de una herencia tiene un aspecto positivo,
constructivo de una realidad que da cuenta del sufrimiento y de los orígenes, y de un aspecto
negativo, por el hecho de la destructividad que vehiculiza.

CAP 1. INTRO. EL PSA ANTE… EL PSIQUISMO ANTE LA PRUEBA… TISSERON.

La palabra “transmisión” presenta el riesgo de hacer creer que algunos contenidos mentales pueden
“transmitirse”. Cuando la realidad psíquica de los padres modela la de los hijos, esta nunca es
modelada en forma pasiva. La vida psíquica de todo recién nacido se construye en interrelación con la
vida psíquica de sus allegados. Esta dinámica hace intervenir indirectamente la constitución interna
sin que en ningún momento se trate de “transmisión” propiamente dicha.

Tisseron evitará la palabra “transmisión” y utilizará la palabra “influencia”, que designa una acción
que una persona ejerce sobre otra, ya sea voluntaria o involuntaria, concientes o inconscientes,
morales, intelectuales o psíquicas. El término influencia deja lugar a la interpretación del mensaje
por parte del receptor.

Los complejos vínculos que ligan a cada uno con las generaciones que lo precedieron influyen en sus
relaciones con sus parientes colaterales y próximos. Pero sobre todo estas influencias son
considerables en la relación con los propios hijos. Se ejercen según mecanismos concientes, pero
también en gran parte inconcientes, y en sus aspectos tanto positivos como negativos. Si las
herencias psíquicas garantizan la conservación de las adquisiciones y del potencial espiritual de la
humanidad, también transmiten a los hijos la carga de superar las cuestiones que quedaron en
suspenso en el inconciente de sus padres y ancestros.

Cuando en una generación, después de un traumatismo que puede ser un duelo, pero que también
puede ser cualquier tipo de experiencia traumatizante, no se hace el trabajo de elaboración psíquica,
resulta en consecuencia un clivaje que va a constituir para las generaciones ulteriores una verdadera
prehistoria de su historia personal.

Así como existe una necesidad de trasmitir a las generaciones subsiguientes. También existe una
necesidad de interrumpir una transmisión. No es que no se transmite, sino que se transmite en
negativo, se transmite algo no inscripto, no simbolizado, no metabolizado.

Toma de Abraham y de Torok los conceptos de cripta y fantasma.

El concepto de “cripta” tiene que ver con la transmisión de formaciones inconcientes de un sujeto a
otro en el que se enquistan como un fantasma. Lugar donde se esconde lo inconfesable, lugar de los
muertos vivos, donde queda lo no dicho, lo INDECIBLE. Queda en la cripta. Esto es transmitido a la
generación siguiente, quien algo supone, pero percibe un peso y una prohibición a saber, a preguntar.
Entonces, ese indecible se transmite y en ese hijo (criado por padres portadores de un traumatismo
no elaborado) se configura un fantasma en primera generación. En este sujeto, el contenido (que
en su padre era indecible) es INNOMBRABLE, la diferencia es que en el hijo éste contenido ya no
tiene una representación verbal (en su padre sí era conciente), se transmitió como otra cosa:
transmisión de cosa y no de palabra; y puede ser motivos de síntomas, sobre todo de aprendizaje.
Este chico puede tener dificultades en su pensamiento, aprendizaje por la congruencia entre lo que se
dice y lo que se demuestra, esto también puede traer fobias o terrores.

En la generación siguiente (que es la del fantasma en segunda generación), los acontecimientos de


que se trata, que corresponden ahora a la generación de los abuelos, se han vuelto IMPENSABLES.
Es decir, que si el hijo criado por padres portadores de un traumatismo no elaborado, a su vez
transmite esto a un hijo, ese hijo recibirá un contenido que ahora es impensable, pudiendo provocar
sintomatologías más graves de pensamiento, auto-mutilaciones, trastornos psicosomáticos. Aquí se
ignora la existencia misma de un secreto que pesa sobre un traumatismo no superado. El niño, luego
el adulto que llega a ser, puede percibir en sí mismo sensaciones, emociones imágenes, o
potencialidades de acciones que no se explican por su propia vida psíquica o familiar. Un hijo
capturado en una configuración de transmisión como esta puede desarrollar síntomas aparentemente
desprovistos de todo sentido, tanto en el campo de los aprendizajes como en el de los trastornos
mentales, especialmente conductas toxicomaníacas, alcoholismo y delirios. El riesgo de trastorno
psicótico se vería particularmente acentuado cuando las dos generaciones parentales, paterna y
materna, son portadoras de un secreto grave. (El encriptado es una de las formas del proceso de
incorporación).

Después de la tercera generación, algunos traumatismos cuya existencia es de aquí en más


completamente ignorada, pueden subsistir solamente en forma de comportamientos o de reacciones
afectivas incongruentes, desprovistos de valor adaptativo, e incluso a veces en total ruptura con las
pertenencias sociales de la familia y la tradición que ésta invoca.

Freud veía la continuidad transgeneracional en la constitución del Superyó, el cual se constituye sobre
el modelo del Superyó del padre. Por estas instancias psíquicas los padres consideran a sus hijos
herederos de sus deseos irrealizados a la vez que de sus propias inhibiciones y prohibiciones.

Abraham y Torok plantean la distinción entre influencias intergeneraciones (entre generaciones


adyacentes en relación directa) y las transgeneracionales (marcadas por el funcionamiento psíquico
de sus ancestros que no han conocido pero cuya vida psíquica ha marcado la de sus padres).

Existen muchas situaciones que necesitan reelaboraciones psíquicas importantes, cuando esto se
realiza de forma satisfactoria se llama introyección, y se realiza en tres etapas:

1) Algo nuevo desconocido llega del exterior o surge en mí (bueno o malo).

2) Me familiarizo con eso a través del juego, la fantasía, la proyección y la infinita variedad de
procedimientos semi-concientes. Me apropio de esto.

3) Tomo conciencia de eso que me llegó y del encuentro progresivo con esa cosa.

Cuando la introyección no es posible, de ello resulta un sufrimiento psíquico. Este sufrimiento


corresponde a un “traumatismo” en el sentido de que el funcionamiento psíquico no logró elaborar un
acontecimiento y apropiárselo. La inclusión es el mecanismo puesto en juego cuando la introyección
es imposible. En la “cripta” el símbolo psíquico es partido en dos fragmentos y se manifiesta en
fantasías de incorporación. Un niño en contacto con un padre portador de cripta se ve afectado en un
“trabajo del fantasma en el seno del inconsciente”, el fantasma resulta de un sujeto de la cripta de
otro, es decir, de su secreto inconfesable. Los traumatismos no superados pueden ser de naturaleza
personal, pero también estar ligados a la historia colectiva. Los hijos de los padres portadores de
traumatismos no elaborados pueden desarrollar dificultades de pensamiento, de aprendizaje o
temores inmotivados, fóbicos u obsesivos.

El símbolo psíquico comprende cuatro aspectos: representativos, afectivo, motor y verbal.

Los momentos de las transmisiones  La vida psíquica conoce varios tiempos difíciles en la
evolución del sujeto y de la familia:

1) Las primeras influencias del entorno sobre la vida psíquica comienzan desde el estado fetal.
2) Un segundo momento corresponde a las relaciones precoces del niño con su primer entorno.
Laplanche propuso calificar como “significantes enigmáticos” el mundo adulto está completamente
infiltrado de significaciones inconscientes y sexuales cuyo código el mismo adulto no posee. Mediante
la forma como una madre sostiene a su hijo, como lo acuna, como lo alimenta.
3) Un tercer momento importante en la vida psíquica se organiza en torno de las identificaciones del
niño con cada uno de sus padres o del entorno familiar en el momento de la entrada al lenguaje. Se
puede identificar con deseos de sus padres (CC o ICC).
4) Los momentos del nacimiento y de la muerte son también momentos privilegiados.
5) A cualquier edad, distintos acontecimientos pueden provocar efectos psíquicos que perturben sus
relaciones con su entorno. En forma general, todas las experiencias nuevas.
6) Por último, las transferencias de objetos materiales de una generación a otra pueden ser
portadores de formas de simbolización. El objeto transgeneracional puede ser un abuelo, un
antepasado, un ancestro.

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