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Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz
que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral.
¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos
se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo
más e imploró llamas y ardimos.
II
Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar
entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio.
Escucho tu dulcísimo llanto florecer mi silencio gris.
III
La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de
decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.
(Alejandra Pizarnik, de La extracción de la piedra de la locura, 1968)
CONTINUIDAD
No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetación
lujuriosa. Pero quién habla en la habitación llena de ojos. Quién dentellea con una boca de
papel. Nombres que vienen, sombras con máscaras. Cúrame del vacío --dije. (La luz se
amaba en mi oscuridad. Supe que ya no había cuando me encontré diciendo: soy yo.)
Cúrame --dije.
(Alejandra Pizarnik, de La extracción de la piedra de la locura, 1968)
6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.
9
Estos huesos brillando en la noche
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón solo misterioso.
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ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada
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no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
da flor que se abre al viento
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explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome
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cuando vean los ojos
que tengo en los míos tatuados
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(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las sombras
y las obligan a rendir cuentas del silencio
estos hilos unen la mirada al sollozo
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la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente
23
Esta mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.
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Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de silencio in-
genuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.
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en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
a Alain Glass
(Alejandra Pizarnik, 1965)
FORMAS
no sé si pájaro o jaula
mano asesina
o joven muerta entre cirios
o amazona jadeando en la gran garganta oscura
o silenciosa
pero tal vez oral como una fuente
tal vez juglar
o princesa en la torre más alta
(Alejandra Pizarnik, de Los trabajos y las noches, 1965)
MADRUGADA
He aquí lo difícil:
caminar por las calles
y señalar el cielo o la tierra.
Poema
Comunicaciones
Mendiga voz
Nombrarte
No el poema de tu ausencia,
sólo un dibujo, una grieta en un muro,
algo en el viento, un sabor amargo.
Solo un nombre
Alejandra Alejandra
debajo estoy yo
Alejandra
de
ÁRBOL DE DIANA
LA CARENCIA
Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.
La jaula
La enamorada