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reflejó esa arquitectura fue una manifiesta obscenidad, donde nada podía ocultarse, nada
podía crecer, ni hacer las necesidades más profundas y espirituales del ser humano.
Desde una antropología básica, la casa posee un carácter uterino y se manifiesta como un
símbolo feme- nino relacionado con la tumba, el regazo, la matriz, el cobijo y, por tradición,
ha devenido el reducto y el territorio de la mujer.4
La mujer aprecia mejor la totalidad pues percibe más rápidamente todos los detalles,
mientras que éstos pueden generar al hombre un elevado desconcierto debido a su
percepción por lenta superposición de los mismos.
● CASA MATRILINEAL
La mujer en casa es un hombre que piensa como tal
Se organiza basada en geometría dura, es pensada previamente
Vida en comunidad
Totalidad unitaria integral y sintética
Elementos son modulados
Se coincide una sola vez
Es compleja no puede tomarse elementos aislados.
Crea espacios urbanos define un lugar hay relación externó interno pero gradualmente
● CASA PATRILINEAL
El padre doméstico es una madre que construye y actúa como lo haría, una mujer.
Vida individualista
Acumulación de elementos no modulados sin planificación
Esta va adecuándose según las necesidades que van surgiendo
Esta puede tomarse elementos aislados y entre ellos se crean las conexiones
Es más orgánica no lo convierte en lugar es mimética y externo interno se pasa sin darse
cuenta
Bachelard comenta que “parece que la casa repleta de cuidados se reconstruye desde el
interior, se renueva por el interior. En el equilibrio íntimo entre las paredes y los muebles,
puede decirse que se determina la conciencia espacial de una casa construida por la mujer.
Los hombres sólo saben construir las casas desde el exterior, no conocen en absoluto la
civilización de la cera”.
Existen elementos arquitectónicos que han sido provocados y pensados más desde el
interior que desde el exterior:
● El balcón. Femenino ventanas masculino
La intimidad fue debidamente valorada hasta el siglo XX ya que se descubrió en una de las
principales torturas de los campos de concentración era la falta de intimidad.
Con la llegada del siglo XX, el rol tradicional de la mujer como la encargada de mantener la
imagen de la casa y de los demás miembros de la familia se diluye, porque los grupos
culturales no aceptaban la familia monógama.
Lo que se consideraba femenino antes cambia a la individualidad y la libertad manifestadas
en la utilización de los espacios privados y públicos.
De la cocina al boudoir