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Instituto Salesiano de Valdivia

Lengua y Literatura
Prof. A. Paredes Monasterio

“La santidad también es para ti” Guía N° 14


3° medio A-B

LAS NOVELAS POR ENTREGAS: EL FOLLETÍN

En el siglo XIX se produjo la aparición de una multitud de publicaciones periódicas, que con la intención de
aumentar el número de ejemplares vendidos y llegar a todo tipo de público, introdujeron en sus páginas una sección
literaria especial: los folletines y las novelas por entregas. Las novelas así publicadas se convertían en auténticos
best-seller de la época y cada nueva entrega era esperada ansiosamente por sus lectores.
Este tipo de literatura, se define, por lo tanto, como un subgénero popular de novela cuya creación y auge
corresponde al siglo XIX. Al extenderse la alfabetización hacia las clases humildes gracias a las conquistas sociales de
las revoluciones burguesas, se experimentó la necesidad de una literatura escapista de consumo masivo y barato coste,
de forma que pudiese ser adquirida por los sectores menos favorecidos de la sociedad. En consecuencia, los periódicos
incluyeron en su parte final pequeños capítulos de novelas que se sucedían cada día. La innovación fue todo un éxito y
permitía la venta masiva de periódicos. Después, muchas de esas obras narrativas se publicaban en formato libro o sin
pastas caras. La exigencia estética de este tipo de literatura no era muy acusada; a veces se hinchaba el estilo o se
alargaban los diálogos con monosílabos para ocupar más y más folios, ya que se pagaba a los autores por folio escrito.
Aunque la denominación de novela por entregas y folletín habitualmente se consideran sinónimos, existe un
rasgo que les diferencia, según algunos estudiosos. Esta diferencia radicaría en que la primera era una obra escrita de
antemano en su totalidad, generalmente por un autor reconocido, aunque se publicaba en partes como suplemento
fijo de algún órgano de prensa; mientras que la segunda se dice que era una obra que se escribía un capítulo tras
otro a medida que se publicaba, y su extensión variaba de acuerdo con el impacto que tuviera con el público.

La Literatura Masiva

En el siglo XIX se produjo la aparición de una multitud de publicaciones periódicas. Junto a la prensa política,
orientada a la propaganda y defensa ideológica, surgieron periódicos nuevos, con mentalidad industrial que con la
intención de aumentar el número de ejemplares vendidos y llegar a todo tipo de público, introdujeron en sus páginas
una sección literaria especial: pequeños cuadernillos o folletos (de ahí el nombre de folletín). Estos marcaron el
comienzo de lo que se ha denominado lectura de consumo masivo, producida con el propósito declarado de llegar a un
amplio público, por lo que presupone la existencia de medios que aseguraran la masividad de su difusión. El primer
paso lo dio el periódico francés Le Press en 1842, que redujo el precio de suscripción, vendió espacios publicitarios y
aumentó el tiraje, utilizando como gancho las obras, cuyos capítulos llegaban a los lectores en forma dosificada.
La idea fue más exitosa de lo previsto, así, otros diarios parisinos — como Le Siècle, Journal des Debats y
Constitutionnel — siguieron los pasos de Le Press. De acuerdo con los investigadores, el primer éxito editorial que tuvo
el folletín perteneció al escritor Eugenio Sue, quien entre 1842 y 1843, escribió Los misterios de París. A partir de ese
momento los principales autores no sólo franceses sino del resto de Europa, adoptaron la fórmula e incursionaron en el
género. Entre la lista se cuentan personajes como Honoré Balzac, Emile Zolá, Alfred de Musset, Francois René
Chateaubriand o el que ha sido considerado, no el mejor novelista de su tiempo, sino el más exitoso folletinista: Alejandro
Dumas, quien — con obras como Los tres mosqueteros o El Conde de Montecristo — logró trascender en el tiempo
y permanecer en el gusto del público.
En el Reino Unido, destacan Robert Louis Stevenson, publicando en 17 entregas en el periódico Young Folks
su novela La flecha negra, luego reunidas en volumen en 1888; igualmente, Charles Dickens y William Wilkie Collins
publicaron de esta forma muchas de sus novelas. Quizás el más reconocido hoy en este tipo de literatura sea Arthur
Conan Doyle, que dio vida a uno de los detectives más importantes de la historia de la literatura: Sherlock Holmes.
En Rusia, fueron folletines Crimen y castigo y Los hermanos Karamázov de Fiódor Dostoievski y Guerra y
paz de León Tolstói, todas ellas publicadas en El Mensajero Ruso.
El folletín, llamado en italiano romanzo d'appendice, fue la forma en que Emilio Salgari publicó sus novelas
sobre el príncipe malayo Sandokán o Carlo Collodi La aventura de Pinocchio.
En España, Benito Pérez Galdós, Enrique Pérez Escrich y el padre Luis Coloma recurrieron a esta forma de
divulgar sus obras.
Este tipo de novelas no llegaban al lector en una obra completa, sino por capítulos, en cuadernos o pliegos.
Mientras se vendían al público estaban en vías de producción. Eran novelas abiertas, en las que se podía añadir en
cada momento lo que se deseaba; en ellas eran frecuentes las improvisaciones, y el propio autor no sabía nunca cómo
acabaría su obra.
Esto fue lo que le ocurrió a Arthur Conan Doyle, quien tuvo que cambiar el final de su historia y revivir al detective
Sherlock Holmes, con trucos literarios que rayaban en lo absurdo, tras las protestas de sus lectores, quienes aún
querían más aventuras del protagonista.
En el campo de la novela por entregas el autor no era importante. Muchas de ellas se publicaron anónimas. A
veces eran debidas a más de un autor, o a sucesivos autores que continuaban lo que su antecesor había dejado
abandonado por diversas razones.

El Proceso De Producción

Al editor de la novela por entregas no le interesaba la literatura sino la economía: su finalidad era ganar dinero.
Era, por lo tanto, el que hacía la inversión inicial, según el número de suscripciones (o abonos para recibir esta
publicación periódica). Solía recuperar con creces su dinero.
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El primer paso era buscar una idea novedosa y un título sensacionalista y llamativo que atrajera al público. Una
vez definido éste, el editor contrataba a un autor a quien le dictaba los elementos que debía introducir en la novela y a
quien pagaba una cierta cantidad por cada entrega. El autor podía ser sustituido por otro en cualquier momento, no era
un elemento importante y, de hecho, muchas novelas- como dijimos- aparecieron de forma anónima.
El segundo paso era realizar una especie de campaña publicitaria para promocionar la obra:
 Se pegaban grandes carteles anunciadores en las paredes de las calles.
 Se editaba una primera entrega, muy breve, que recibía el nombre de prospecto, y que se repartía
introduciéndola bajo las puertas de las casas. En ella se transcribía un pequeño texto de la obra, que servía
de “gancho” para captar el interés del potencial lector, y que acababa en una situación de misterio.
 Se colocaban anuncios de la obra en los periódicos y boletines de librería, en los que se indicaba las
páginas, el tipo de papel, el precio de la suscripción, las características de las ilustraciones, etc.
La forma de difusión determinaba que cada parte terminara en un suspenso o clímax que provocara el interés
por un nuevo capítulo (recurso utilizado hoy por las teleseries). La historia principal se cortaba continuamente por
episodios secundarios para dar interés y acción al relato. Tras la pequeña inversión inicial, el editor sabía el número de
suscripciones que la novela había conseguido, y ajustaba la inversión posterior.
Las novelas por entregas se dirigían a un nuevo grupo social: las masas asalariadas, llegadas del campo a las
zonas urbanas, lectores con bajo nivel cultural y escaso poder adquisitivo, y, en su mayoría, mujeres.

Características

El que el público fuese mayoritariamente femenino determinó algunas de las características de las novelas por
entregas: predominaba en ellas el tema amoroso: solían aparecer conflictos como el matrimonio y el adulterio, los hijos
abandonados de padre y madre desconocidos, etc.; el estilo era muy sencillo; tenía poco texto escrito con grandes
caracteres, con mucho diálogo (que hacía avanzar la acción con rapidez y aliviaba el trabajo del autor) y en líneas
separadas, para facilitar la lectura. El texto se acompañaba de grandes ilustraciones a todo color.
Eran obras con una estructura fija a la que se acomodaba la historia. No existía evolución interna de los
personajes: estos aparecían totalmente definidos desde el principio: buenos, malos, héroe, heroína, etc.; el estilo era
sencillo; en él predominaba la denotación y apenas existían descripciones.
Solían ser novelas de aventuras, en las que el protagonista (el héroe) luchaba contra un antagonista (el malo).
Las peripecias eran sencillas y quedaba bien diferenciada la trama principal de los episodios secundarios.
Los protagonistas principales eran los héroes: hombre o mujer jóvenes, por lo general de clase baja, llenos de
valor, capaces del mayor sacrificio. La acción se desarrollaba por la intervención de tres personajes principales: la
víctima, generalmente una inocente mujer; el traidor, a quien se presentaba al principio de forma misteriosa y
desdibujada, y el salvador, que vencía al traidor y salvaba a la víctima.

Evolución Del Folletín En Los Mass Media

Las mujeres probaron ser un excelente mercado para las historias seriadas, lo que derivó, por una parte, en el
género literario de la novela romántica y, por otra, en el serial radiofónico, cuyo modelo narrativo puede considerarse
como el antecedente más cercano del serial televisivo.
En Francia, durante la época del cine mudo, hubo una gran profusión de seriales, algunos inclusive prestigiosos,
como el celebérrimo Los vampiros (Les vampires, 1915), de Louis Feuillade. Este tipo de cine serial (o serial
cinematográfico), hoy día apenas visto, tuvo su época de mayor auge entre 1935 y 1945. El cine serial no debe ser
confundido con la serie cinematográfica (trilogías, sagas, etc.), en la que varias películas comparten personajes,
escenarios y situaciones comunes, pero no son necesariamente continuación unas de otras.
En los años treinta del siglo XX se comenzaron a emitir en Estados Unidos en radio soap operas como Painted
Dreams. Los años treinta y cuarenta son también la época dorada del serial cinematográfico, destacando las
producciones de la Republic Pictures Corporation, como la celebérrima Fu-Manchú.
En 1949 debutó en NBC These Are My Children, la primera soap opera de la televisión estadounidense, que
no duró más de un mes. Guiding Light ha sido, en cambio, la de mayor duración, con más 15000 episodios desde su
estreno el 25 de enero de 1937 en NBC Radio y el 30 de junio de 1952 en televisión por CBS. Un serial televisivo o
telenovela americana (no confundir con la serie televisiva o serie de televisión) es una modalidad de folletín que se
difunde a través de la televisión en forma de entregas periódicas habitualmente diarias. Presenta dos características
principales: por un lado, sus episodios no poseen unidad argumental en sí mismos, sino que las tramas quedan abiertas
para los capítulos siguientes; y, por otro, la producción arranca sin un calendario previsto de cierre. La exaltación de los
sentimientos, la multiplicidad de tramas y el uso de personajes estereotipados son otros rasgos que definen a este tipo
de serial. En sus orígenes, estaba orientado sobre todo a un público femenino, pero, en los últimos tiempos, las cadenas
se han apoyado en este género para segmentar a la audiencia. Es el caso de los llamados seriales juveniles. En
Hispanoamérica son llamadas telenovelas o teleseries y en Asia doramas.
A partir de los años noventa, muchas de las series de televisión incorporan de forma sistemática elementos
del serial, como la continuidad de algunas tramas (sobre todo las referidas al desarrollo del personaje) durante varios
episodios o una temporada entera, o el énfasis en el drama y los sentimientos. Ejemplos de esta tendencia son Beverly
Hills, 90210 (1990-2000, FOX, Estados Unidos) y ER (desde 1994, NBC, Estados Unidos).
Actualmente, plataformas de streaming como Netflix, Amazon, HBO Go, Fox y otras, se especializan en entregar
seriales que cautivan audiencias alrededor del mundo, estrenando temporadas completas sin tener que esperar el
espectador semana tras semana cada capítulo. Es el caso de Stranger Things, The Boys, Breaking Bad, Sherlock,
Ripper Street, etc.

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