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Máster de Formación del Profesorado de Enseñanza Secundaria 1

Materia: Sociedad, familia y educación.


Bloque 1. Sociedad y educación: la perspectiva sociológica. Prof. Lourdes López Calvo
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BLOQUE 1
SOCIEDAD Y EDUCACIÓN: LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA
1. El objeto de la sociología. Características de la Sociología como ciencia.
Tradiciones teóricas de la sociología.
1.1. Definición y objeto de la Sociología. La relación dialéctica entre “estructura
social” y “acción humana”.
1.2. La “imaginación sociológica”: una perspectiva que va más allá del sentido
común.
1.3. Los rasgos de la sociología como ciencia.
1.4. El objeto de la Sociología de la educación. Sociología de la educación y
Ciencias de la educación.
1.5. Principales tradiciones teóricas de la sociología: “sociología del consenso”.
“sociología del conflicto” y “sociología de la acción”.

2. Teorías sociológicas de la educación: el debate sobre la relación entre resultados


escolares y procedencia sociocultural de los alumnos.
2.1. La sociología del consenso: la teoría funcionalista de T. Parsons.
2.2. La sociología del conflicto y crítica: la teoría de la reproducción social y
cultural de P. Bourdieu y J.C. Passeron.

INTRODUCCIÓN
La pregunta inicial que debemos hacernos es ¿por qué estudiar Sociología de la
educación?. ¿Qué contribución puede hacer la sociología de la educación a la formación
de un profesor de secundaria?.
Aunque la respuesta se va a ir concretando con el desarrollo de esta materia, este primer
bloque pretende dar alguna orientación básica sobre ello.
La sociología es una ciencia que estudia la sociedad y trata de construir un
conocimiento objetivo suficientemente contrastado, sobre cómo funciona la sociedad y
sus instituciones. Como estudio científico de la realidad social y educativa, trata de
superar las “apariencias”, es decir, los lugares comunes del pensamiento común o del
pensamiento oficial (Fernández Palomares, 2003, p. 6).
Dado que la perspectiva sociológica analiza las pautas que regulan las instituciones
escolares, puede contribuir a que los profesores tomen conciencia de la realidad social y
educativa que define su trabajo y permite construir un ‘saber reflexivo’. Por ello, la
mayor contribución que puede hacer la Sociología de la educación a la formación de un
profesor es lograr que trabaje con objetivos propios y conscientes (en la medida de lo
posible), es decir, que la realidad educativa sobre la que trabaja sea comprendida y
explicada y esté sometida en todo momento a discusión y debate.
En el mismo sentido, Fernández Enguita (1991) señala: “Lo que la sociología puede
aportar a la práctica del docente, sea desde fuera (desde el libro leído hasta el
asesoramiento específico) o desde dentro (desde la formación inicial o permanente de
aquél) es precisamente su capacidad de señalar con el dedo ‘lo social’ allá donde no
salta a la vista; eso es, su capacidad de mostrar que son productos y constructos
sociales, susceptibles por tanto de ser transformados por la actividad humana
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consciente, tantos y tantos aspectos del funcionamiento de la institución escolar que
tendemos a ver como figuras inmutables, indiscutibles, simple resultado de necesidades
técnicas y organizativas”.
Con este objetivo, en este primer tema es obligado comenzar precisando algunos
elementos claves de la fundamentación epistemológica de la sociología como ciencia, es
decir, algunos presupuestos teóricos y prácticos de análisis con las que se trabaja en este
campo científico.

1.1. Definición y objeto de la Sociología: la relación dialéctica entre “estructura


social” y “acción humana”.
La Sociología es una Ciencia Social que tiene por objeto analizar la sociedad humana y,
más en particular, los diversos grupos e instituciones que los humanos forman (Giner,
1997).
Ello significa que la sociología no estudia una sociedad abstracta o universal, sino
realidades sociales concretas, situadas en determinados contextos históricos,
económicos, políticos, etc.
La Sociología no estudia a un hombre abstracto sino que estudia al hombre como ‘ser
social’, es decir, las conductas de hombres concretos que se desarrollan en determinados
contextos históricos y socioculturales. La sociología estudia al hombre, como una parte
inseparable de una sociedad, de una cultura y de una época histórica específica.
Para la sociología, la relación entre ‘individuo’ y ’sociedad’ es una relación dialéctica,
es decir, existe una continua relación mutua entre la estructura social (el mundo social
‘hecho’, dentro del cual nacemos, con normas, instituciones, etc. dadas) y la acción
individual de los seres humanos.
Por un lado, desde que nacemos, la estructura social (con roles, normas, instituciones,
culturas... definidas o establecidas) determina o configura al individuo.
Por otro lado, al mismo tiempo, la sociedad o estructura social se va configurando o
construyendo a través de las acciones de los individuos y de las relaciones que
mantienen entre sí.
En resumen, Macionis y Plummer (1999) señalan que el análisis sociológico debe
remitirse tanto a los “individuos” como a las “estructuras sociales”:
 ESTUDIO DE LA ESTRUCTURA SOCIAL. La Sociología toma como
referencia para su análisis el hecho de que las personas nacen en sociedades que
ellas no han hecho. Nacemos en familias, en comunidades, en naciones sobre las
que tenemos sólo cierto control o ninguno. Esto significa, por ejemplo, que
nuestras vidas están en gran parte influenciadas por la clase social a la que
pertenecen nuestros padres, por el color de nuestra piel, por haber nacido
hombre o mujer, por las normas y roles establecidos, etc.
Respecto a cada uno de estos elementos estructurales, no hemos tenido una
completa posibilidad de elección y serán pues condiciones o datos que siempre
tendremos en cuenta (muchas veces no somos conscientes de ellos) a la hora de
tomar decisiones importantes. Por ello, Macionis y Plummer dicen que van a
marcar nuestra estructura de oportunidades. Metafóricamente, son caminos o
mapas de carreteras que tenemos abiertos o cerrados. Por eso, el que quiera
analizar sociológicamente la realidad tiene que prestar atención a las estructuras
sociales, que ordenan expectativas y pautas sociales.
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 ESTUDIO DE LOS INDIVIDUOS. La sociología estudia a los individuos en su
dimensión social, es decir, como personas orientadas a la acción social, autores y
constructores de la historia y de los entornos sociales en que viven. Una
sociedad no viene dada desde el principio de los tiempos, sino que es el
resultado de las acciones que emprendieron muchas personas. Los seres
humanos hacen su historia y sus sociedades.

1.2. La “imaginación sociológica”: una perspectiva que va más allá del sentido
común.
Junto a otras dimensiones claves (psicológica y pedagógica), la formación de un
profesor ha de contar con el conocimiento de la dimensión sociológica de la educación.
Eso implica, en cierta manera, desarrollar un estudio sistemático, riguroso y científico
que le permita descubrir las múltiples ‘estructuras sociales’ que conforman la
organización de las instituciones escolares y que explican las acciones cotidianas de un
profesor.
Ahora bien, el análisis sociológico se topa con una dificultad inicial –la “reflexividad”-
derivada de su carácter como ciencia “social”. Como señala Guerrero (1996, p. 16) “al
vernos reflejados nosotros mismos como sujetos y objetos de estudio, como estudiosos
y estudiados, podemos caer en los espejismos que genera lo que aparece como
incuestionable y se da por sentado en una sociedad: el llamado sentido común. (…). En
estos términos, el sentido común aparece como un reto para la sociología como ciencia,
al tener que hacer frente a actitudes y valoraciones acerca de su campo de estudio que
están muy enquistadas en la mentalidad social”.
Por ello, Charles Wright Mills señala que la aplicación de la perspectiva sociológica al
análisis de la realidad requiere desarrollar la ‘Imaginación Sociológica’ (I.S.), que
aporta una forma particular de ver el mundo y contribuye al desarrollo de la sociología
como ciencia.
El análisis sociológico requiere distanciarnos de nuestras experiencias personales que
vivimos como naturales. La I.S. implica ponernos a distancia de la realidad que vamos a
analizar y ver las cosas desde un ángulo diferente, de modo que, lo que nos es familiar o
damos por supuesto se nos aparece como algo distinto. Así, se hace posible un análisis
más objetivo. En relación con esta perspectiva, Berger dice que el primer enunciado de
la sociología es que las cosas no son como parecen. Siempre hay que preguntarse por lo
que hay debajo o detrás de lo que vemos.
Para Wright Mills, la I.S. consiste en tomar distancia de las propias costumbres,
hábitos, comportamientos rutinarios, creencias de sentido común… para poder
analizar e interpretar la realidad social como si fuera algo nuevo y construir un
conocimiento más riguroso. En definitiva, se trata de conectar la “experiencia
particular” con las formas de “organización regular” que afectan a la vida de las
personas.
Partiendo del supuesto de que “individuo” (acciones individuales) y “sociedad”
(estructuras sociales) mantienen una relación dialéctica continua, la Imaginación
Sociológica puede suponer entre otras cuestiones:
 Explicar las conductas individuales desarrolladas en situaciones cotidianas y
rutinarias teniendo en cuenta los “símbolos” establecidos. Se trata de ir más allá
de lo que se ve porque en el marco de las relaciones sociales, las “personas”,
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“gestos”; “objetos materiales”, “espacios físicos”, etc. están asociados a
determinados significados sociales.
 Poner en cuestión algunas afirmaciones o creencias consideradas de sentido
común que mucha gente da por supuestas. A menudo, las cosas no son como
parecen y lo que consideramos como natural o verdadero no es así. La
sociología, al aplicar la I.S., pretende mostrar que ciertas creencias de sentido
común deben ser matizadas y explicadas.
 Explicar las “decisiones individuales” en el contexto social en que se producen
porque muchos aspectos de nuestra vida privada están condicionados por fuerzas
que están más allá del control individual.
Muchas de nuestras decisiones o elecciones personales están modeladas por
fuerzas sociales. Hay que cuestionar la idea de que las personas hacen lo que
‘deciden’ (individualmente) hacer, así como, admitir que lo que las personas
hacen y piensan viene en parte determinado por la sociedad en la que viven.
Con ese objetivo, la perspectiva sociológica trata de ver lo “general” en lo
“particular” (Berger, 1963). Los sociólogos reconocen que cada individuo es
único, pero también reconocen que las experiencias vitales de los individuos
serán unas u otras según las “categorías sociales” a que pertenecen (edad,
género, nivel educativo, clase social, etc.).
 Tratar de comprender la influencia que han tenido los cambios a lo largo de la
historia en nuestra situación actual, lo cual se hace posible utilizando materiales
de otras ciencias, historia, antropología, economía, etc..
 Analizar lo específico de nuestro comportamiento y nuestra sociedad frente a la
diversidad de comportamientos de otras sociedades y culturas.
Explicado ya lo que es tanto la sociología como la imaginación sociológica, un tercer
paso para tener aún más claro lo que supone el pensamiento sociológico es definir sus
límites, exponiendo aquello que este no hace o no es. Por eso, pasamos a revisar una
serie de creencias o “presupuestos ideológicos” (empirismo, ni esencialismo, ni
idealismo, ni psicologismo) que a menudo son empleados para analizar la realidad
social y a los que la sociología se enfrenta poniéndolos en cuestión (Lerena, 1986).

* EMPIRISMO
Con esta perspectiva se observa y analiza la realidad social mostrándola tal y como se
presenta. Se hace una mera descripción de datos que justifica el funcionamiento de la
sociedad tal y cómo es.
Se acepta y conserva la realidad tal cual es y se desemboca en el discurso justificativo
y resignado del ‘lo que es, es inevitable’.
Por el contrario, para la sociología, la realidad social no es tal como se presenta.
Hay que desvelar por qué es cómo es y explicarla en el marco de teorías
sociológicas.
No hay fatalismo; “lo que es, no es inevitable”. Existen leyes sociales, pero hay
leyes sociales en la medida que, y hasta cuando el conjunto de los hombres
quieran cambiarlas, y hasta cuando consigan cambiarlas.
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* ESENCIALISMO
Supone que las personas tienen cualidades puramente “individuales” (aptitudes,
capacidades, inteligencia, vocaciones, talentos…), totalmente independientes del
contexto histórico y sociocultural en que viven. Bajo esta idea, se legitima y consagra
la desigualdad básica entre las posiciones sociales (desigualdades económicas,
educativas, etc.) como una desigualdad individual.
Para la sociología, de otro modo, la persona no nace ya hecha, sino que se va
haciendo a lo largo de la vida en unas condiciones de existencia concretas, es un
producto histórico y social.
Diversas condiciones de vida hacen que los individuos no tengan la misma
estructura de oportunidades en distintos aspectos de su vida (escolar, profesional,
etc.).
* IDEALISMO
Desde el idealismo se utiliza la noción de “naturaleza humana” para hacer referencia a
la existencia de un ‘hombre universal’ y de una ‘cultura universal’.
Por el contrario, la sociología considera que no hay una sociedad, ni una cultura,
ni un hombre, ni una educación que sean universales. Todos estos elementos sólo
pueden comprenderse en determinados contextos socioculturales e históricos que
apuntan a la existencia de una diversidad de culturas (culturas familiares, culturas
económicas, culturas juveniles, culturas escolares, etc.).
Asimismo, con esos conceptos abstractos, se oculta la existencia de relaciones de
conflicto entre una diversidad de culturas y el hecho de que son los grupos,
pueblos o países que en un momento dado ocupa una posición dominante en el
sistema de relaciones de fuerza (económico, político o cultural), los que lograrán
establecer su modelo cultural como la “cultura auténtica”.
* VOLUNTARISMO
Supone que los individuos son los que eligen y saben lo que eligen, es decir, poseen
voluntad libre y consciencia de lo que piensan y de sus acciones.
Sin embargo, la sociología considera que, en las relaciones sociales, los
individuos que eligen y actúan están situados en distintas posiciones sociales y,
por tanto, tienen distinta capacidad de movimiento en la vida. Además, el sentido
de las acciones de los individuos muchas veces escapa a su control consciente.
Esta concepción es muy importante para comprender el funcionamiento de las
“instituciones” y las acciones de los actores en ellas.
* PSICOLOGISMO
Supone que la sociedad es una suma de individuos y las relaciones sociales son
relaciones interindividuales y de comunicación.
La sociología entiende que las relaciones sociales son ‘relaciones objetivas’, es
decir, no son meras relaciones interindividuales. Supone que en la vida humana
los hombres contraen relaciones determinadas, necesarias, independientes de su
voluntad.
Al considerar las relaciones sociales como simples relaciones interpersonales,
quedan anulados los diversos marcos de intereses y las contradicciones entre
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diversas posiciones sociales. El poder y las relaciones de dominación quedan
convertidos en un problema de comprensión y voluntad de comunicación entre las
personas.
En síntesis, la sociología del conflicto y crítica hace una revisión general de todas esas
creencias porque no analizan la diversidad de modos de vida, de culturas y ocultan la
existencia de conflictos sociales, relaciones de dominación y desigualdades sociales
presentes en la sociedad.
Igualmente, las creencias ideológicas analizadas describen y justifican el
funcionamiento “establecido” de la economía, de la educación (normas económicas,
educativas…) como natural o inevitable. Se oculta que es producto de conflictos
sociales y resultado de intereses de grupos con más poder. En definitiva, legitiman
ciertas explicaciones de lo que ocurre en la realidad e impiden dar otras:
 El ‘esencialismo’ se centra en las aptitudes individuales para explicar los
diversos rendimientos escolares y no considera los determinantes sociales ni la
influencia de la propia escuela en ello.
 El ‘psicologismo’ impide ver las ‘relaciones sociales objetivas’ que marcan la
vida en los centros escolares (los profesores y los alumnos no siempre son los
que eligen ni saben lo que eligen).
 El ‘idealismo’ considera que existe una ‘cultura universal’, por lo que, en
realidad no considera al analizar el sistema escolar que diversos grupos de
alumnos llegan a la escuela con distintos modos de vida y distintas culturas de
referencia. Asimismo, desde una perspectiva idealista, no se analiza la relación
diferente establecida entre esas diversas culturas de clase con la “cultura
escolar”, que no es una cultura neutra ni universal.

1.3. Los rasgos de la sociología como ciencia.


La Sociología como ‘ciencia’ es una forma sistemática de observar la realidad,
interpretándola de forma objetiva, buscando relaciones de causa-efecto y aportando un
orden sistemático a nuestra comprensión de los hechos a través de la teoría.
Su primer objetivo es descubrir y describir el plano de los datos y fenómenos que se
muestran a través de la observación o de la experiencia. Se pregunta cómo se comportan
las personas, cómo piensan, sienten, etc. Se hace preguntas fácticas. La sociología
utiliza ciertas técnicas de investigación o procedimientos concretos para producir los
datos. Pueden ser técnicas cuantitativas (encuestas, cuestionarios a través de las que se
obtienen datos cuantificables, expresables en números con los que se puede operar) o
técnicas cualitativas que elaboran o manejan ideas, discursos… (entrevistas abiertas,
grupos de discusión).
En todo caso, la sociología no se limita a recopilar datos sobre los hechos sociales
observables, sino que, debe explicar. Se pregunta por qué las personas o grupos se
comportan, piensan o sienten de cierta manera, por qué la sociedad funciona de un
modo y no de otro, etc. Se hace preguntas teóricas.
El fin de la sociología es elaborar teorías sobre la realidad social, que son explicaciones
causales de los fenómenos sociales. Con la previa recopilación, recuento y descripción
de los datos, se trata de dar una explicación causal mediante la referencia de dichos
datos a algún principio o generalización ya establecidos (conceptos o teorías
sociológicas ya dadas) o a algún principio o generalización nuevos. Se pueden crear
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teorías nuevas. No hay que olvidar que la simple lectura o descripción de unos datos no
supone hacer sociología.
La Sociología forma parte del grupo de disciplinas que se denominan Ciencias sociales
o humanas. Todas ellas estudian la vida social o humana. Algunas ciencias sociales
ponen el énfasis en algún aspecto concreto del comportamiento del hombre (por
ejemplo, la economía en la conducta económica y procesos de intercambio de bienes;
ciencia política en comportamientos políticos; la antropología en los aspectos más
culturales y simbólicos de la conducta, etc.).
Respecto a esas otras ciencias sociales, la Sociología se caracteriza por su alto grado
de ‘generalidad’ y ‘heterogeneidad’. Estudia la estructura y los procesos de
desarrollo de la sociedad humana en general (generalidad) y establece las
interrelaciones que existen entre los diferentes aspectos del comportamiento social o
entre distintos aspectos o niveles de la vida social históricos, económicos…
(heterogeneidad).
Por ello, la sociología se presta al trabajo interdisciplinar y se sirve de los datos
obtenidos por otras disciplinas para establecer ‘interrelaciones’ entre los distintos
fenómenos sociales (se sirve de los análisis económicos, demográficos, culturales,
políticos…).
Las características de la sociología como ciencia son las siguientes.
Es EMPÍRICA porque obtiene el conocimiento de la realidad a través de observaciones
y experiencias de las sociedades concretas. La sociología como ciencia utiliza ‘datos’
sobre la realidad (estadísticas, ideas, discursos, etc), que ha construido utilizando
técnicas cuantitativas o cualitativas. Este rasgo se asocia con el objetivo de describir.
Advierte Peter Berger (1976) que hay que cuestionar la imagen del sociólogo como
un mero recolector de datos o estadísticas porque los datos, en sí mismos, no son
sociología. Se convierten en ‘hechos sociológicos’ cuando son interpretados y
colocados dentro de un marco de referencia teórico que sea sociológico. Por ello, no
existe prácticamente sociología en muchos informes que sólo describen datos. Lo
cual no quiere decir que los datos de esos estudios no puedan resultar importantes
para la comprensión sociológica.
Es TEÓRICA porque construye explicaciones causales de los hechos sociales, o sea,
construye teorías. Este rasgo se asocia con el objetivo de explicar. Las teorías son
interpretaciones generales conectadas de forma lógica y ordenada que permiten explicar
la realidad social.
Como otras disciplinas científicas, la sociología ha definido las herramientas
conceptuales con las que explica e interpreta la realidad. Señala Berger (1989) que,
en el caso de las ciencias sociales, hay que precisar de forma especial la
terminología, porque la materia que se trata es muy conocida y la gente la usa en el
lenguaje cotidiano.
Las teorías sociológicas no son ‘verdades inmutables’ sino que deben ser
continuamente confirmadas o refutadas (rechazadas por no válidas) a través de
continuas investigaciones empíricas.
Por esa razón, la sociología es ABIERTA y ACUMULATIVA. Está siempre abierta a
su reexamen, a revisiones metodológicas, teóricas y a comprobaciones empíricas que
conducen a la acumulatividad de su conocimiento.
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La sociología es acumulativa en la medida en que las nuevas teorías van reforzando,
rectificando (en parte o totalmente) las antiguas teorías. En todo caso, el saber social
se va enriqueciendo.
Es MORALMENTE NEUTRA, es decir, a la hora de interpretar la realidad, la
sociología no debe aprobar ni reprobar lo que ocurre en la realidad. La sociología no
emite juicios de valor ni construye discursos morales o políticos.
El científico social debe controlar sus convicciones, valores y prejuicios personales.
El profesor que pretenda poner en práctica la perspectiva sociológica exenta de
valores, debe separar este papel de otros roles personales.
En relación con esta característica, hay que aclarar que los ‘problemas sociales’ no
son lo mismo que los ‘problemas sociológicos’. Ante un ‘problema social’ se realiza
un juicio valorativo o moral sobre sus consecuencias, pues se considera que hay
víctimas que los padecen y se pretende evitarlos o erradicarlos.
Pero la sociología se interesa por el estudio de estos problemas como ‘hechos
sociales’, planteando problemas sociológicos, es decir, preguntas teóricas sobre estos
hechos para analizar e interpretar sus causas. Establecer ‘problemas sociológicos’
supone preguntarse por qué se produce un cierto fenómeno social, en el marco de qué
condiciones o contextos socioestructurales se desarrolla, etc.
Sobre el papel neutral del sociólogo ante los hechos que estudia, Berger destaca
también que la función de un sociólogo no es ser un participante en la acción o en el
trabajo social.
La sociología no es una “práctica”, es decir, no debe señalar cómo debe funcionar la
sociedad o un sector de ella, pues eso depende del juego de relaciones de fuerza entre
diversos grupos sociales que tienen distintas visiones sobre cuál puede ser el mejor
plan de intervención. Por tanto, no se trata de una “ciencia normativa” (Guerrero,
1996, p.14) que pretenda establecer normas de comportamiento o actuación, aunque
cada cual pueda sacar las conclusiones que precise para su práctica racional (políticas
educativas, programas de intervención social, etc.).
La Sociología es una ciencia social que pretende comprender causalmente los hechos
y fenómenos que existen y ocurren en la sociedad y en sus instituciones.
La sociología puede ser CRÍTICA en varios sentidos, cuando:
A) Replantea creencias de sentido común o hechos sociales que aparecen como
dados y que parece que no hay que cuestionar.
B) Es independiente de los intereses creados. Los sociólogos no deben
comprometer la objetividad de sus estudios para satisfacer los intereses de los
organismos que los financian (partidos políticos, asociaciones…).
C) Pone en cuestión el puro empirismo. Es decir, la sociología supone que ‘lo que
es, no es inevitable’. Presenta un importante potencial de análisis crítico de las
instituciones vinculadas a la sociedad industrial, partiendo del supuesto de que
existen ‘formas o vías alternativas de vida’ a las establecidas. El hecho de que las
cosas “son como son” (desigualdades sociales), no significa aceptar sin crítica que
no pueden ser de otra forma. No hay que olvidar que la realidad es el producto de
procesos complejos, en los que entran en juego muchas variables (relaciones de
poder), que hay que analizar en el contexto de los conflictos entre los humanos.
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D) Es crítica con los propios resultados de sus investigaciones. Por ello, está
abierta a críticas teóricas y metodológicas y a verificaciones empíricas continuas
que es lo que permite la acumulatividad del conocimiento y la objetividad.

1.4. La Sociología de la educación como rama de la Sociología y como ciencia de la


educación.
La Sociología de la educación es una rama o especialidad de la sociología. Es ante
todo ‘sociología’. Teniendo en cuenta todos los presupuestos epistemológicos señalados
hasta aquí, podemos señalar que esta ciencia social aborda el análisis de la educación
del siguiente modo:
1º) Tiene a la ‘educación’ como objeto común de estudio con otros profesionales de la
educación (pedagogos, políticos...), pero no aborda el estudio de los procesos
educativos de la misma manera.
No establece planes de acción sino que pretende describir y explicar lo que ocurre en
la realidad educativa de cara a construir teorías sociológicas y sin un objetivo de dar
una orientación sobre cómo debe ser la educación.
Por tanto, el objeto de la sociología no es establecer proposiciones normativas. La
sociología no trata de “arreglar” la realidad social. La sociología no es una práctica
social:
“Entre un sociólogo de la educación y un concejal de ayuntamiento encargado de
asuntos de educación no hay paralelismo, ni en la definición del objeto que ambos
trabajan, ni en los límites que alcanza su campo. Hablan de la misma cosa pero no se
refieren al mismo objeto. El sociólogo no tiene como objetivo que la sociedad (la
educación) funcione mejor -¿desde qué objetivos?, que funcione mejor, ¿para qué
grupos?. No es una atribución de la Sociología que la sociedad (la educación) funcione
mejor, sino comprender cómo funciona y en qué aspectos o procesos basa la lógica de su
funcionamiento, la cual bajo otros supuestos podría funcionar de otra manera distinta y
siguiendo otras leyes diferentes” (Lerena, C. 1983).
2º) No contrapone ‘lo individual’ y ‘lo social’. Teniendo en cuenta que existe una
continua relación dialéctica ‘individuo-sociedad’, el análisis sociológico considera que
en lo que se llama educación, todo es social.
Existen estructuras objetivas establecidas (normas, roles, instituciones…) que
definen formas de relación social objetivas impuestas a los individuos y hacen que
las ‘acciones individuales’ puedan ser analizadas dentro de regularidades sociales.
3ª) La “educación” se entiende como un proceso de producción o de construcción de
hombres que desde fuera implica una coacción o imposición. La sociología no concibe
la educación como una ayuda al individuo para el desarrollo de cualidades, capacidades
o aptitudes individuales. Como señaló Durkheim, la educación en un proceso externo de
creación social del sujeto.
4ª) Como para la sociología no existe un hombre universal, sino hombres y mujeres que
viven en sociedades y momentos históricos concretos, tampoco se concibe la existencia
de una educación universal.
Bajos estos supuestos, el objetivo de la sociología de la educación es analizar los
procesos socialmente organizados o estructurados que tienen como fin el que las
personas vayan adquiriendo ciertos hábitos en sus formas de pensar, sentir y actuar (o
sea, el fin es la adquisición de una cultura).
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En un sentido amplio, estudia los procesos de socialización de diversos marcos:
mass-media (socialización difusa); sindicatos, empresas, partidos políticos
(socialización instrumental); escuela, la familia, la iglesia (socialización explícita).
El objeto de estudio más especifico de la sociología es la ‘educación
institucionalizada’ (‘sistema educativo’), la educación que se lleva a cabo en ciertas
instituciones educativas por una serie de agentes preparados al efecto (familia, iglesia
y escuela).
La Sociología de la educación se ha centrado más en el análisis de la ‘práctica
educativa escolar’ –desarrollada en el ‘sistema de enseñanza’ o ‘sistema escolar’-
porque es el tipo de práctica educativa que ha alcanzado un mayor grado de
autonomía y ha especializado más sus funciones dentro del campo educativo.
Como ciencia de la educación, esta ciencia debe ser también una “sociología para la
educación”, es decir, una ciencia vinculada a un servicio práctico en el sistema
educativo, es decir, una ciencia aplicada al campo educativo.
Como ciencia aplicada, la mayor contribución que puede hacer la sociología de la
educación a la formación de un/a profesor/a que tiene asignada una labor práctica, es
lograr que este profesional trabaje con un conocimiento científico de la realidad
educativa, que trabaje con objetivos propios y conscientes (en la medida de lo posible),
o sea, que el funcionamiento de la realidad educativa sobre la que trabaja sea
comprendido y explicado y esté sometido en todo momento a discusión y debate.
Hay que preguntarse y debatir sobre los objetivos educativos que asumimos, sobre los
contenidos, los métodos de enseñanza, sobre las acciones cotidianas en la escuela:
 Hay que salir de una simple visión ‘empirista’ de lo que ocurre en el sistema
de enseñanza, para pensar que las cosas pueden ser de otra forma en la
realidad educativa.
 Hay que romper con una visión reduccionista demasiado centrada en el aula,
puesto que la educación es algo mucho más amplio que involucra todo un
conjunto de instituciones sociales y de procesos sociales complejos.
En definitiva, “la sociología de la educación aporta como propio y de suyo un conocimiento
teórico, profundamente renovador, de la Escuela como institución social que se construye y
reconstruye en el seno de la historia y resultado de las dinámicas de intereses que mueven la
misma y que, en cada momento concreto del desarrollo de la sociedad, funciona como una
institución social más, relacionada con el sistema social global y cada una de sus partes:
poder, ideología, desigualdad, economía y división del trabajo, etc. y donde tiene como función
específica la producción social de las identidades de los individuos. Dada la naturaleza plural y
conflictiva de nuestras sociedades, esta producción puede hacerse de muchas maneras y en
muchos sentidos pero nunca fuera y desvinculada de los cambios sociales globales de la
sociedad” (Fernández Palomares, 2003).

1.5. Principales tradiciones teóricas de la sociología: “sociología del consenso”.


“sociología del conflicto” y “sociología de la acción”.
Para poder comprender las “tradiciones teóricas de la sociología” que se desarrollan en
las investigaciones sociológicas actuales, hay que conocer el contexto histórico de los
orígenes de la Sociología como ciencia y su relación con el contexto social actual.
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La sociología es una ciencia relativamente joven. La sociología, como disciplina
autónoma e independiente de anteriores formas de pensar lo social, se va configurando a
lo largo del S. XIX y principios del S.XX.
El origen de la sociología como ciencia hay que vincularlo al nacimiento de un
nuevo tipo de sociedad. En sus inicios, la sociología pretende comprender la
transición fundamental de una sociedad tradicional a una sociedad moderna.
En el contexto de crisis que viven las sociedades europeas occidentales, la sociología
pretende comprender y explicar el surgimiento de un nuevo orden social de tipo
urbano, democrático, industrial, capitalista, burocrático y secular.
Desde sus orígenes, la ‘sociología’ y el ‘cambio social’ son dos elementos muy unidos.
En un nuevo contexto de cambio (ruptura del sistema soviético, extensión de formas de
comunicación global, globalización económica, incremento de las desigualdades
sociales,...) sigue necesitando de nuevos análisis y explicaciones sociológicas.
Igualmente, desde sus inicios, la Sociología tuvo planteamientos plurales. Diversos
sociólogos parten de diversas perspectivas y elaboran distintas teorías y explicaciones
de esos cambios. Por ello, se puede señalar que desde sus inicios hasta la actualidad la
sociología es una ciencia multiparadigmática.
Aunque la pluralidad de enfoques puede “dificultar” el logro de una visión unitaria y
lineal de la realidad social, añade en todo caso “una riqueza para el conocimiento de
nuestro entorno social, más que una complicación, ya que, lo ilustra y le da una
amplitud de miras” (Guerrero, 1996, p. 17).
Partiendo de las teorías de los sociólogos clásicos, en la actualidad se desarrollan tres
perspectivas o marcos teóricos sociológicos: 1) La sociología del orden o del
consenso. 2) La sociología del conflicto. 3) La sociología de la acción.
1) LA SOCIOLOGÍA FUNCIONALISTA (SOCIOLOGÍA DEL ORDEN O DEL
CONSENSO).
El funcionalismo considera que la sociedad es un sistema complejo cuyas partes encajan
entre sí, produciendo el equilibrio y la estabilidad social.
Para el funcionalismo, nuestras vidas están orientadas según la dirección que
marcan ciertas “estructuras sociales” entendidas como pautas relativamente
estables de relaciones sociales.
La sociología del orden supone que la sociedad funciona de una manera ordenada,
bajo un “orden social” o “cohesión social” que se logra porque existen toda una
serie de “estructuras sociales” (normas, roles, instituciones…) que organizan la
vida social y hacen posible ese orden.
Emile DURKHEIM (1858-1917) es uno de los primeros sociólogos que desarrolla esta
perspectiva sociológica. Consideró a la sociedad como un “todo organizado” en el que
cada norma o institución no ha surgido al azar, sino que cumple una función de
mantenimiento de un orden social de la sociedad en su conjunto.
Por un lado, esto significa comprender que las relaciones sociales cotidianas en
que nos vemos envueltos (relaciones familiares, conductas ritualizadas en
encuentros espontáneos en la calle, profesores y alumnos en la clase…) implican
comportamientos que no son aleatorios sino estables y predecibles.
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Materia: Sociedad, familia y educación.
Bloque 1. Sociedad y educación: la perspectiva sociológica. Prof. Lourdes López Calvo
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Por otro lado, el funcionalismo analiza las estructuras sociales en relación con las
“funciones sociales” que cumplen, por las consecuencias que tienen para el
funcionamiento global de la sociedad. En este sentido, el funcionalismo se centra
en analizar las relaciones entre el “sistema escolar” y las “necesidades” del
sistema social, destacando que: 1) Contribuye a las necesidades del sistema
económico al cumplir la función de formación y cualificación técnica de recursos
humanos; 2) Cumple la función de selección y distribución de estos recursos
humanos (meritocracia), contribuyendo a la división del trabajo y a la
estratificación social: 3) Contribuye a la necesidad de “cohesión social”
socializando a las nuevas generaciones en los modelos culturales establecidos.
Herbert Spencer también analiza la sociedad desde esta perspectiva, estableciendo un
paralelismo entre el funcionamiento biológico y el funcionamiento de la sociedad.
Señala que, de modo similar al cuerpo humano que está compuesto por diversos
órganos con diversas funciones que contribuyen a su funcionamiento correcto y
ordenado; en la sociedad, las ocupaciones y funciones sociales interdependientes de
diversos grupos logran una sociedad ordenada y sin conflictos.
La sociología del consenso analiza las “estructuras sociales” tal y como están definidas
en la sociedad y considera que producto de acuerdos. De esta forma, se justifica o
legitima el orden social existente.
El conflicto social, las desigualdades, las relaciones de poder… no son objeto de
atención o estudio de los sociólogos funcionalistas.
2) LA SOCIOLOGÍA DEL CONFLICTO
Esta perspectiva analiza la sociedad desde el punto de vista de la desigualdad, el
conflicto y el cambio social. Explica la fragmentación y los conflictos sociales
vinculados a la desigualdad social.
Karl MARX (1.818-1.883) es el sociólogo clásico más importante que desarrolla este
enfoque sociológico.
Para la sociología del conflicto, las relaciones de poder, los conflictos sociales, las
desigualdades sociales forma parte del funcionamiento de la sociedad.
Esta perspectiva considera que las estructuras sociales (normas, roles, instituciones…)
se construyen y desarrollan en un marco de desigualdades y conflictos sociales.
A diferencia del funcionalismo, supone que las estructuras sociales (normas, roles,
instituciones,...) no hacen que las sociedades funcionen como un todo armonioso sino
que lo que hacen es perpetuar una distribución desigual de los recursos económicos y
del poder entre la población.
Por ello, este paradigma se interesa por las relaciones de dominación entre países,
culturas, clases sociales, géneros...
3) LA SOCIOLOGIA DE LA ACCION
Mientras los enfoques anteriores tienen una orientación macro -su nivel de análisis parte
de las grandes estructuras sociales- la sociología de la acción tiene una orientación
micro porque su nivel de análisis se centra en las interacciones entre las personas en
específicos contextos sociales.
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Materia: Sociedad, familia y educación.
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Max Weber (1.864-1.920) es el sociólogo clásico que se interesó por entender y explicar
lo que ocurre en la sociedad teniendo en cuenta los motivos y fines que tienen los
actores sociales.
El paradigma de la acción analiza cómo los actores sociales dan significado al mundo
que les rodea. La sociología de la acción analiza las percepciones que tienen
determinados grupos sociales sobre una situación social que están viviendo. Las
acciones de los individuos y el significado que ellos le dan a sus acciones van
configurando la sociedad.
2. Teorías sociológicas de la educación: el debate sobre la relación entre resultados
escolares y procedencia sociocultural de los alumnos.
Del conjunto de marcos interpretativos de la sociología de la educación, analizaremos
dos teorías que nos permiten apreciar el carácter multiparadigmático de la sociología de
la educación, con una representación de la sociología del consenso (teoría funcionalista
de Talcott Parsons) y otra de la sociología del conflicto y crítica (teoría de la
reproducción social y cultural de Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron).
Estas teorías están presentes en los debates actuales que tratan de explicar la relación de
los ‘resultados escolares’ con las variables económicas y socioculturales de las familias
de los alumnos.
El conocimiento que aportan estos sistemas de referencia teóricos se encuentra sometido
en la actualidad a un continuo proceso de discusión.
2.1. La Sociología del consenso. La teoría funcionalista de T. Parsons.
Para comprender la aportación de la sociología de la educación funcionalista, hay que
tener presente que la sociología de la educación va consiguiendo su autonomía como
especialidad a mediados del siglo XX, coincidiendo con el período de reconstrucción de
los países occidentales tras la segunda Guerra Mundial.
“Es un momento en el que la lógica meritocrática de las sociedades occidentales se
traslada del mercado a la escuela, a la búsqueda de un mecanismo de selección y
asignación de posiciones sociales en una sociedad presuntamente abierta. En este
contexto, la universalización de la escolarización, la prolongación del período
obligatorio, la expansión de los servicios públicos, el desarrollo del estado de bienestar,
la ideología de la igualdad de oportunidades… son formas de crear un consenso básico
en la sociedad” (Fernández Enguita, 1989, p. 50).
Así, puede decirse que el comienzo de la sociología de la educación tiene un contenido
claramente funcionalista. Parsons, como autor fundamental de esta perspectiva, analiza
las funciones sociales de la educación escolar en la sociedad norteamericana.
Este autor considera que el sistema educativo, en el marco de expansión de las
sociedades industriales, responde a las necesidades del sistema social en su
conjunto y especialmente a las nuevas necesidades socioeconómicas.
Respondiendo a las nuevas necesidades del sistema productivo, la educación constituye
un mecanismo institucional que consigue la adscripción de las personas más capacitadas
a las posiciones sociales con mayor conocimiento y responsabilidad.
Esta teoría supone que los individuos tienen distintas cualidades o capacidades
personales que les habilitan para desempeñar distintas funciones sociales.
La institución escolar realiza una selección justa de las personas con mayores
méritos, capacidad y talento para ocupar las posiciones socioeconómicas más altas.
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Se configura así un sistema de estratificación social justo con individuos situados en
distintas posiciones socioprofesionales según sus méritos personales, originando una
jerarquía de remuneración, prestigio y valoración social.
En un sentido más amplio, para Parsons la educación es un proceso funcional que tiene
como objetivo último la integración de las nuevas generaciones en el sistema social de
dos formas. La educación desarrolla tanto un ‘aprendizaje cognitivo’ de información y
destrezas, como un ‘aprendizaje moral’ que implica la formación de una ciudadanía
responsable.
A través de estos dos tipos de aprendizaje, la educación responde a dos necesidades
del sistema social:
1. A las necesidades económicas y la compleja división del trabajo de las
sociedades industriales modernas (FUNCIÓN DE DIFERENCIACIÓN).
Selecciona y distribuye a los individuos para los distintos puestos (ocupaciones,
niveles de capacitación y tipos de responsabilidad que requiere la sociedad
industrial) según el mérito individual (capacidad, motivación y esfuerzo
personal).
2. A la cohesión de la sociedad transmitiendo el núcleo de valores centrales que
predominan en la sociedad (FUNCIÓN DE HOMOGENEIZACIÓN).
En su artículo “El aula como sistema social: algunas de sus funciones en la sociedad
americana”, Parsons señala que las dos dimensiones principales de la socialización en el
aula son:
1) Una socialización instrumental y preprofesional. Selección y distribución de
alumnos en la estructura funcional de la sociedad adulta, diferenciando a los
alumnos según niveles de rendimiento, bajo el principio de Igualdad de
oportunidades.
2) Una socialización moral e ideológica. El alumno se va identificando con los
estructuras sociales básicas (valores, normas…) establecidas en la sociedad.
Supone la adopción de una serie de actitudes que implican la aceptación de los
valores básicos imperantes en la sociedad, así como, la disposición favorable al
desempeño de una función en la sociedad.
La primera dimensión –o sea, la selección y distribución de los recursos humanos en
función de la estructura funcional de la sociedad adulta- supone establecer una
diferenciación entre los alumnos de la clase en función del rendimiento respectivo y de
la distinta valoración de tal rendimiento.
Según esta teoría, los alumnos van siendo diferenciados a partir del ‘logro’ individual
pues en la escuela todos los alumnos son tratados del mismo modo, se les asignan los
mismos deberes y son evaluados siguiendo criterios objetivos.
Según Parsons, la base fundamental sobre la que se apoya el proceso de
diferenciación del alumnado en el aula es “el reconocimiento de la legitimidad del
sistema que premia de modo distinto los diferentes niveles de rendimiento, siempre y cuando
haya existido una igualdad de oportunidades y siempre y cuando la retribución al mejor
rendimiento consista en que los mejores obtengan oportunidades de éxito a más alto nivel”
(p. 186).
Aún constatando en estudios realizados por él mismo que el status socioeconómico
familiar del alumno es una variable independiente que explica en parte las diferencias
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en el rendimiento escolar, Parsons concluye que la escuela es un cauce institucional
neutral y existe una igualdad formal de todos los niños ante el proceso educativo.
La evaluación del rendimiento en la escuela no se basa en el status socioeconómico
del niño sino en criterios neutros como son los méritos individuales vinculados a las
capacidades intelectuales individuales: “Llegados a este punto, es imprescindible que la
existencia de un criterio común de evaluación del rendimiento sea una realidad para células
que disfrutan de status distinto dentro del sistema. Este criterio se materializa saltando
sobre las diferencias de status socioeconómicos de las familias. Es necesario que exista en
realidad una igualdad de oportunidades y que el profesor actúe ‘imparcialmente’ premiando
el mejor rendimiento de cualquier alumno. Existe un hecho fundamental y es que la
distribución de aptitudes entre los alumnos, aunque guarda cierta relación con los
respectivos status familiares, está claro que no coincide completamente con estos últimos.
Es perfectamente posible efectuar un genuino proceso selectivo dentro de una serie de
normas que constituyen las ‘reglas del juego’” (pp. 186-187)
La sociología del conflicto pone en cuestión los supuestos de análisis de la teoría
funcionalista porque asume la neutralidad del funcionamiento del sistema escolar y el
supuesto de que el sistema de enseñanza logra una distribución “justa” de la población
en el sistema ocupacional conforme a una lógica estrictamente meritocrática.

2.2. La sociología del conflicto y crítica. La “teoría de la reproducción social y


cultural” (P. Bourdieu y J.C. Passeron).
Desde finales de los sesenta y principios de los setenta, la sociología de la educación
desarrolla nuevas teorías que cuestionan la neutralidad del sistema de enseñanza. En
concreto, diferentes autores tratan de explicar el papel que juega la educación en la
reproducción de la estructura social (instituciones, normas y grupos sociales
estratificados). Por eso, a todos ellos se les engloba bajo el nombre de teorías de la
reproducción.
En este marco, el objetivo de la teoría de Bourdieu y Passeron –la cual hay que entender
en cierto modo como reacción a un contexto dominado entonces por la sociología
funcionalista- es analizar los mecanismos mediante los cuales la institución educativa
reproduce la cultura de los grupos o clases dominantes, a la vez que mantiene las
estructuras sociales de dominación de unas clases sobre otras.
Pasamos a continuación a exponer sintéticamente la “teoría de la reproducción social y
cultural”, pero para ello antes es necesario describir lo que Bourdieu entendía por
capital cultural, un concepto clave en esta teoría al ser señalado en ella como un
importante factor explicativo de las desigualdades educativas.
De igual modo que desde la economía y otras ciencias sociales se hablaba del capital
económico para referirse a los recursos económicos que posee una persona u
organización, Bourdieu detectó la creciente importancia que, según él, tenía en las
sociedades avanzadas otro tipo de recursos no relacionados con lo material, sino con
elementos culturales y simbólicos. Así, concebía el capital cultural como aquellos
recursos que las personas encuentran en las ideas, estilos, gustos o hábitos culturales
que adquieren. Ideas, estilos, gustos o hábitos que, como en el caso del capital
económico, son indicadores claves de la clase social de una persona.
Para entender mejor este concepto quizás resulte adecuado conocer cómo ha sido
operacionalizado, es decir, cómo ha sido definido por los investigadores cuando estos
han pretendido cuantificar objetivamente el capital cultural que poseen las personas y,
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más concretamente, el que poseen los estudiantes. Así, el capital cultural de los
estudiantes ha sido medido por medio de:
- Las actividades culturales que realizan ellos o sus padres. Por ejemplo, su hábito
lector y el de sus padres, o la frecuencia con la que asisten a actividades
culturales (museos, obras de teatro, al cine, a conciertos, etc.).
- Los recursos educativos y culturales que tienen en su hogar (tenencia de:
periódicos, enciclopedias, diccionario, ordenador, nº de libros en casa, Internet,
si disponen de un sitio tranquilo para estudiar, etc.).
- Las actividades extraescolares de contenido cultural que pudieran realizar (clases
de música, de arte, danza,…).
Explicado el concepto de capital cultural, nos encontramos ya en disposición de
entender el papel de éste como factor explicativo de las desigualdades educativas según
la teoría de Bourdieu y Passeron.
Para estos autores, el capital cultural se transmite en el seno de la familia, de padres a
hijos, al inculcar los primeros a los segundos esas ideas, gustos y hábitos culturales
vinculados a la clase a la que pertenecen. Así, del mismo modo que al entrar en la
escuela los estudiantes llegan con las diferencias económicas que reflejan los distintos
orígenes sociales de los que proceden, sus distintos orígenes sociales les llevan también
a ser diferentes en cuanto al capital cultural que poseen.
Bourdieu subraya así que las clases sociales no son sólo un indicador de recursos
económicos desiguales, sino también de formas de pensar, sentir y actuar diferentes
(habitus de clase).
Entre los estudiantes existen diversos “habitus de clase” que son sistemas de
disposiciones sobre cómo pensar, sentir y actuar que indican su pertenencia a
distintos grupos sociales y que se construyen en el marco de las condiciones
objetivas de existencia de cada clase social.
Los ‘habitus de clase’ diferencian a los alumnos por su “capital cultural”, es decir,
por un conjunto de competencias culturales o lingüísticas que los individuos
aprenden a través de su socialización en unos ámbitos familiares de clase
(conocimientos previos, formas de lenguaje, capital de las relaciones sociales y de
prestigio, información sobre el sistema escolar, etc). Según Bourdieu y Passeron
estas diferencias en el capital cultural son claves para entender el desigual logro
educativo que existe entre alumnos de distintas clases sociales.
El hecho es que el sistema de enseñanza establece ciertos elementos culturales (hábitos,
actitudes, valores, comportamientos, conocimientos, lenguaje...) como legítimos.
El proceso de imposición del capital cultural de las clases más favorecidas en el
sistema educativo es el que estos autores identifican como violencia simbólica, que,
de forma general, puede entenderse como el modo de ejercer el poder imponiendo
significaciones y haciéndolas ver como legítimas, camuflando, con ello, las
relaciones de fuerza que están en la base de dicho poder. En este marco, se reconoce
la Autoridad Pedagógica del profesor y la validez de lo transmitido.
Bajo una imagen de neutralidad, se oculta que la selección que hace el sistema
escolar de ciertos elementos culturales, para ser establecidos como “cultura escolar”
universal, se realiza en el marco de relaciones de poder entre diversos grupos
sociales y modelos culturales.
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Por tanto, la cultura escolar no es una cultura neutra ni universal, sino un “arbitrario
cultural” vinculado a un “poder arbitrario” (el poder de los grupos dominantes) y que
refleja los intereses, materiales y simbólicos, de las clases dominantes.
Así, la escuela elige y valora más unas ciertas capacidades, un tipo de lenguaje, ciertos
conocimientos, ciertas actitudes, unas ciertas destrezas y no otras, etc. En conjunto, la
escuela opta por considerar como ‘la’ cultura o cultura legítima a la subcultura de las
capas medias y altas urbanas con un elevado nivel de educación formal.
Al reforzar el habitus de las clases más favorecidas, la escuela hace que se reproduzcan
las desigualdades sociales. Así se explican las importantes regularidades estadísticas
descubiertas desde los años sesenta por la sociología del conflicto que ponen de relieve
la correlación directa entre los resultados educativos de los alumnos (nivel de estudios,
puntuaciones en competencias, calificaciones escolares…) y su origen sociocultural. El
sistema educativo reproduce así la estructura de clases en la sociedad.
Lo crucial es que este proceso no es reconocido por la lógica de una institución escolar
que parte de la igualdad formal de todos los alumnos, quedando incapacitada para
reconocer otras desigualdades que no sean las desigualdades de talento y de capacidades
individuales. De esta forma, la escuela naturaliza y oculta las desigualdades sociales.
En efecto, Bourdieu y Passeron consideran que el sistema de enseñanza está
impregnado de creencias esencialistas que, entre otros aspectos, dan lugar a ciertas
clasificaciones de los alumnos.
Por un lado, se cataloga a ciertos alumnos como “brillantes” por su facilidad de
expresión, manejo saberes previos, terminología intelectual, actitud de seguridad
hacia la enseñanza; estudiantes seguros de su vocación y de sus aptitudes, etc.. La
cuestión radica en que se les ve como alumnos ‘dotados’ porque todos esos rasgos y
actitudes no son analizadas como producto de un determinado ‘habitus de clase’ sino
que son vistas como resultado de dotes individuales (‘ideología del don’).
Por otro lado, la escuela clasifica a otros como “alumnos trabajadores” que son
aquellos que deben esforzarse en adquirir la cultura y que la escuela infravalora
como grupo que como máximo aprenden la cultura general.
En todo caso, más allá de su crítica al funcionamiento del sistema de enseñanza,
Bourdieu y Passeron resaltan el gran valor que tiene la escuela para los individuos de
los estratos menos favorecidos, porque “la Escuela sigue siendo la principal vía de
acceso a la cultura en todos los niveles de escolarización”.
Por ello, señalan que si el sistema de enseñanza quiere desarrollar una igualdad de
oportunidades real debería tener en cuenta las desigualdades culturales de partida.
Eso significaría hacer una evaluación del aprendizaje del alumno de acuerdo con su
mérito real, es decir, según los obstáculos vencidos.
En definitiva, una ‘democratización real’ del sistema escolar requiere que, todo lo
que se exige en el sistema de enseñanza, sea enseñado allí donde los más
desfavorecidos pueden adquirirlo: en la propia escuela.
Bourdieu y Passeron también subrayan la necesidad de visibilizar la “dimensión social”
del sistema escolar porque se nos muestra sobre todo su función interna y visible
(enseñar e instruir). Pero no se muestra su función externa e invisible (establece una
jerarquización del alumnado que se traducirá en una estructura de relaciones entre clases
sociales). De esta forma, el sistema de enseñanza logra la apariencia de un “juez
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neutral” (independiente o autónomo del sistema económico, social y político) que
establece unas legítimas diferencias escolares.

BIBLIOGRAFIA
LECTURA OBLIGATORIA
FERNÁNDEZ PALOMARES, F. (2003). “El estudio sociológico de la educación”, en
Fernández Palomares, F. (Coord.). Sociología de la educación. Madrid: Pearson.
Prentice Hall; pp. 1-34.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
APPLE, M. (1986), Ideología y currículo. Madrid: Akal.
BOURDIEU, P. y PASSERON, J. C. (1967). Los estudiantes y la cultura. Barcelona:
Labor.
FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (1989). “¿Hacia dónde va la sociología de la
educación?”, en F. Ortega et.al. (comps.), Manual de Sociología de la educación.
Visor. Madrid, pp. 50-58.
FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (1997). Sociología de las instituciones de educación
secundaria. Barcelona. Ed. Horsori.
FERNÁNDEZ ENGUITA, M. (1998). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.
GUERRERO SERÓN, A. (1996). Manual de sociología de la educación. Madrid: Ed.
Síntesis.
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Barcelona: Ariel.
MACIONIS, J. y PLUMMER, K. (1.999). Sociología. Madrid: Prentince Hall.
PARSONS, T. (1990) “El aula como sistema social: algunas de sus funciones en la
sociedad americana”, en Educación y Sociedad, nº 6; pp. 173-195.

ANEXO 1
Algunos informes y análisis sociológicos sobre la relación entre resultados
escolares y origen socioeconómico y cultural del alumnado.
 Linnakylä, P. y Välijarvi, J. “Rendimento de los estudiantes finlandeses en
PISA. Las claves del éxito en lectura”, en Revista de Educación. Extraordinario
2006, pp. 227-235 (acceso internet)
 Martínez García, José S. “Clase social, género y desigualdad de oportunidades
educativas”, en Revista de Educación, nº 342, Enero-Abril, 2007; pp. 287-306
(acceso en internet)
 Martínez García, José S. “Fracaso escolar, clase social y política educativa”, en
Viejo Topo, nº 238, Noviembre, 2007; pp. 44-49 (acceso en internet)
 Martínez García, José S. “Fracaso escolar, PISA y la difícil ESO”, en Revista de
la Asociación de Sociología de la Educación, vol. 2, nº 1, enero 2009; pp. 56-
85 (acceso en internet)

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