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Integrismo

Integrismo
Año XV, Nº 27, Octubre 2019 - Director : Pbro. Héctor Lázaro Romero
Integrismo

Imagen de tapa: El P. Bernard Langlet, nuevo sacerdote del IMBC, junto a sus hermanas de familia,
Sor Elisabeth y Sor Jeanne, religiosas del IMBC.

REVISTA INTEGRISMO Nº 27
Sumario
Editorial......................................................................................................................................................2
La cuestión del Papa Honorio…………………………………………..….................................................................4
Una nouvelle théologie…...........................................................................................................................12
Ordenaciones Sacerdotales......................................................................................................................14
Los artículos del Credo..............................................................................................................................15

Editorial
D
urante el mes de junio próximo pasa-
do tuvieron lugar dos acontecimientos
que seguramente son de los más im-
portantes del año: se trató de dos ordenacio-
nes sacerdotales.
Para un católico una ordenación es un
hecho trascendental: es una nueva vocación
entregada completamente a Dios, un alma
transformada por el carácter conferido por
el Sacramento del Orden, que recibe una
participación de la gracia sacerdotal de Cris-
to, convirtiéndose en su instrumento, obran-
do, consagrando, perdonando, bendiciendo
Cristo mismo a través de su ministro. Por
intermedio de él nuevas almas serán bauti-
zadas, absolvidas, confortadas en el lecho de
sus sufrimientos y, sobre todo, recibirán las
gracias del Sacrificio de la Cruz renovado
en los altares y podrán alimentarse espiri-
tualmente con la Sagrada Eucaristía.
Si un tal hecho fue siempre tan feliz,
cuánto más lo es en la situación actual, Primera Misa Solemne del P. Caleb Sons
puesto que desgraciadamente se han vuelto
no muy comunes los actos de perpetuación expresan la fe católica en su integridad, sino
del verdadero y santo Sacerdocio de Nues- que expresan afanes ecuménicos, en parti-
tro Señor Jesucristo. cular respecto de los protestantes. Se des-
Aparentemente los sacerdotes continúan mantelaron los ritos, en particular aquellos
ejerciendo su ministerio en las parroquias y por los que se transmite el sacerdocio. En
capillas de las diócesis, aparentemente con- su lugar, la Iglesia del Vaticano II creó una
tinúan ordenándose nuevos sacerdotes en nueva misa y un nuevo sacerdocio confor-
esos medios (aunque cada vez menos). Pero mes a ella. De ese modo se perdieron las
en realidad, los enemigos de la Iglesia in- certezas que solo la fe y los ritos de la Igle-
filtrados en ella reemplazaron la santa doc- sia ofrecen.
trina por sus doctrinas modernistas con el A esta situación se le opuso la reacción
Vaticano II, y lo hicieron especialmente re- del llamado movimiento tradicionalista, en-
emplazando los santos ritos litúrgicos de los cabezado por la Fraternidad San Pío X. Se
sacramentos por otros nuevos, que ya no formó así en sus seminarios un clero que

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sacerdotes combaten y rechazan toda comu-


nión con el modernismo conciliar, predican
una doctrina íntegra, sin acusar a la Iglesia
(la preconciliar o la posconciliar tenida por
tal) de error o herejía, al contrario, defienden
a la Iglesia contra sus enemigos infiltrados
(los de los sínodos destructores de doctrina,
culto, familia, los de la inculturación), perpe-
tuando la Oblación pura de cualquier men-
ción de ellos. La Iglesia continúa, las almas
continuarán siendo bautizadas, absolvidas,
confortadas, alimentadas espiritualmente, tal
como debe suceder hasta el último día del
Ordenación Sacerdotal del P. Bernard Langlet mundo por la promesa de Cristo. La gracia
continúa transmitiéndose a las almas, que
celebrara exclusivamente la liturgia tradicio- continuarán viviendo de la fe, de la caridad,
nal y rechazara los errores conciliares. Pero de la esperanza teologales. Vivir de la cari-
pronto perdieron de vista que el rechazo de dad, del amor a Dios, defender a la Iglesia
la legitimidad de las reformas incluía, lógi- contra sus enemigos, son los afanes de las
ca y necesariamente, el rechazo de la legiti- almas bien dispuestas, de las vocaciones co-
midad de la autoridad que las promulgó e mo las de estos nuevos sacerdotes, de los
impuso. Así esta incoherencia inicial generó seminarios e instituciones en que ellos se
muchas otras igual o más graves: se preten- formaron, son también los ideales y objeti-
dió rechazar la comunión con la “Iglesia vos de nuestra revista, y en particular del ar-
conciliar”, pero al mismo tiempo se conser- tículo que presentamos a continuación.
vaba alguna comunión, reconociendo autori- La Verdad permanece en las almas que
dad a esa “Iglesia conciliar” y proclamán- continúan amándola, estudiándola, difundién-
dose la comunión con esa “autoridad” du- dola, tanto en el plano religioso, como en el
rante la misma liturgia tradicional; echando plano político, histórico o en otros planos.
mano además a los argumentos de los cis- Las masas engañadas sufrirán las consecuen-
máticos de todos los tiempos, al acusar a la cias de su engaño, verán la sociedad plagada
autoridad reconocida como legítima de he- de todo tipo de inmoralidades, de asesinatos
terodoxia, atacando y coartando su infalibi- de niños inocentes en el seno materno, y
lidad, señalando ellos los límites de la obe- tarde o temprano pagarán por haber publi-
diencia a la “autoridad” y la concordancia o citado o aprobado a quienes estas cosas di-
no con la Tradición (casi nunca existente) fundían. Nuestra Patria paga y pagará el de-
de las enseñanzas de dicha “autoridad”. Con mocratismo, el liberalismo, de izquierdas o
estos errores, desgraciadamente, ni la fe en- de derechas…
señada por este clero es pura ni tampoco Luchar contra el error por amor a la
la Oblación que ofrecen. Verdad, defender la Verdad, defender a la
Algo similar se diga del clero que ce- Iglesia, con todas las fuerzas posibles hasta
lebra la liturgia tradicional pero acepta pú- la muerte, es la gracia que pedimos insis-
blicamente la legitimidad de la reforma y tentemente a Aquel que es la Verdad mis-
de los reformadores conciliares, siendo ade- ma.
más “ordenados” por quienes fueron “orde-
nados” y “consagrados” con los ritos re-
formados…
Revista Integrismo
Las dos ordenaciones sacerdotales de las Integrismo es una publicación doctrinal que
aparece por vía electrónica. Si conoce otras perso-
que hablamos nada tienen que ver con todas nas que pueden estar interesadas en nuestra publi-
estas cosas: la primera fue la del P. Bernard cación, puede enviarnos las direcciones de mail; las
ingresaremos a nuestro fichero y Ud. habrá realiza-
Langlet, en el Instituto Mater Boni Consilii, do una obra apostólica.
el 1ro de junio próximo pasado; la segunda Si desea contactarnos escríbanos por co-
fue la del P. Caleb Sons, en el Most Holy rreo electrónico:
Trinity Seminary, el 27 de junio próximo feintegra@gmail.com
integrismo@yahoo.com.ar
pasado. Ambas instituciones son bien cono-
Visite nuestro blog:
cidas por nuestros lectores. Estos nuevos integrismo.over-blog.com
Si desea ayudarnos económicamente: Pue-
de contactarnos y hacernos llegar su ayuda según
3 sistema que indicaremos (también para transferen-
cias internacionales).
Integrismo

Presentamos aquí la refutación de uno de


los grandes “argumentos” de los enemigos
de la Iglesia y de la infalibilidad, falso tanto
doctrinal como históricamente. No existe un
“magisterio papal erróneo” (“conciliar”, “a-
mazónico”, o como se lo quiera llamar) que
el católico deba rechazar, a no ser el de una
“autoridad” sólo con apariencias de legitimi-
dad.

LA CUESTIÓN DEL
PAPA HONORIO

D ejamos hablar directamente a los au-


tores católicos ortodoxos. Ante todo, el
historiador, P. Bernardino Llorca S.J., explica
los hechos sobre “El monotelismo y el Con- El Papa Honorio
cilio VI ecuménico, III de Constantinopla,
680-681”: unos y otros a que no se trataran aquellas
cuestiones, dando de paso su opinión sobre
(…) “a) Principio del monotelismo. El ellas. Estas dos cartas son la base de la cues-
Papa Honorio. El autor de la nueva herejía tión del Papa Honorio. Con estas cartas, Ser-
fue Sergio, Patriarca de Constantinopla (610- gio y los suyos quedaron sumamente enva-
638). Según él, a consecuencia de la unión lentonados. En cambio, Sofronio quedó lle-
personal en Cristo, existía en él una sola e- no de preocupación. Por esto envió a Roma
nergía, una sola voluntad. Por esto se llamó a un hombre de su confianza con el objeto
a esta doctrina monotelismo (de μόνος y de informar debidamente al Papa. Pero al
θέλημα). Con esto creía Sergio que se satis- llegar éste a Roma, Honorio había muer-
facía a los católicos, pues se admitían las to.
dos naturalezas, y se complacía a los mono- b) El monotelismo en su mayor apogeo.
fisitas [herejes que admitían una sola natu- Entretanto, Sergio y la nueva doctrina se-
raleza en Cristo, n.d.r.], pues esta única ener- guían su carrera triunfal. En 638 el empera-
gía y voluntad de Cristo era el símbolo de la dor Heraclio publicó el edicto llamado Ek-
perfecta unidad que en El existe. thesis, compuesto por Sergio, en que se pro-
El emperador Heraclio (610-641) inició ponía claramente el monotelismo. Mientras
inmediatamente una campaña para obligar a en Oriente lo suscribieron casi todos, los
todos a aceptar la nueva fórmula de concor- occidentales lo rechazaron con toda decisión
dia. Pero ni los monofisitas rígidos, ni me- y unanimidad.
nos los católicos, le dieron buena acogida. Nueva complicación trajo a este asunto
Por otra parte, entre los católicos, se levantó el emperador Constante II (641-668). Insti-
inmediatamente el monje palestinense So- gado por el nuevo Patriarca de Constantino-
fronio. Éste tuvo noticia de la nueva doc- pla Paulo, publicó en septiembre de 647 un
trina, y sin saber de dónde provenía, dirigió- nuevo edicto, el Typos, en el que se prohibía
se al mismo Sergio para llamarle la atención que se hablara de una o de dos voluntades.
sobre el peligro que contenía. Sergio se a- El Papa Martin I (649-655) en un sínodo de
larmó e hizo lo posible para acallarlo; pero Roma de 649 rechazó expresamente la Ek-
Sofronio inició una ardorosa polémica. thesis, el Typos y el monotelismo, excomul-
Entonces Sergio trató de atraerse al Papa gando juntamente a sus más significados
Honorio (625-638), para lo cual le escribió defensores, Sergio, Pirro y Paulo. El Empe-
exponiéndole el estado de la cuestión y pro- rador se enfureció, hizo prender al Papa
poniéndole a Sofronio como un perturbador Martín I y llevarlo a la isla Naxo, donde
de la paz. Por desgracia, el Papa Honorio padeció lo indecible durante año y medio;
cayó en el lazo de Sergio, y así, entendien- luego fue conducido a Constantinopla, acu-
do que toda aquella cuestión era más bien sado de toda clase de crímenes, maltratado
de palabra, escribió las dos célebres cartas y por fin arrojado a Querson, donde murió
a Sergio, en las cuales trataba de inducir a en 655, mártir de los sufrimientos. Semejan-

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tes atropellos y mayores crueldades tuvo El siguiente texto [desde aquí los énfasis
que sufrir S. Máximo, gran defensor de la en negrita nos pertenecen, n.d.r.] que servirá
verdadera doctrina en todo este período, y de introducción a la cuestión, del teólogo,
sus discípulos los dos Anastasios. Dom Mauro Cappellari O.S.B. Cam., más
c) El VI Concilio ecuménico. Sólo con la tarde Papa Gregorio XVI, comenta así la o-
muerte del Patriarca Paulo y del emperador ración de Cristo por Pedro:
Constante fue calmándose el fanatismo. Su (…) “Aunque Cristo contempló entonces
sucesor, Constantino IV Pogonato (668-685), la cabeza de la Iglesia en la persona de Pe-
de convicciones ortodoxas, terminó por fin dro; todavía siguiendo a la tradición convie-
tan enconada contienda. Inmediatamente in- ne que veamos un doble efecto de esta ora-
vitó al Papa a enviar legados para un Con- ción, correspondiente a las dos relaciones
cilio. El Papa Agatón (678-681) celebró un que había en Pedro de persona privada y de
sínodo en Roma y compuso un documento cabeza futura. Considerado Pedro bajo el
dogmático para que sirviera de pauta en las primer respecto obtuvo la indeficiencia en
discusiones del Concilio. la fe, o sea la perseverancia final; y bajo el
Celebróse, pues, el VI Concilio ecuméni- segundo la absoluta infalibilidad: y he aquí
co, III de Constantinopla. (…) Duró desde el sentido en que deben tomarse los testi-
noviembre de 680 a septiembre de 681. A- monios de los Padres que dicen que por a-
sistieron ciento setenta y cuatro prelados, quellas palabras se concedió a Pedro el don
presididos por los legados del Papa. La ba- de la perseverancia. Lo consiguió en efecto
se de la discusión fue el documento ponti- a pesar de haber negado a Cristo tres ve-
ficio, y así, se declaró solemnemente la ces, porque no por eso perdió totalmente la
doctrina de las dos voluntades, condenando fe, como dice el Crisóstomo: Non omnino
el monotelismo. Fuera de esto, el Concilio Petri fides interior evanuit [“el Señor no pe-
condenó a Sergio, Paulo y otros representan- día que no le negase su Apóstol, sino que
tes de la herejía, y finalmente al Papa Ho- no le faltase su fe, no puede decirse que esta
norio. Esta condenación del Papa Honorio, desapareció enteramente en Pedro”] (Hom. 3
hecha por el Concilio, forma la segunda par- in Math.), sino que conservó interiormente
te de la cuestión sobre este Pontífice. Con la semilla y la raíz, aunque con sus nega-
esto terminó el Concilio y poco a poco se ciones se cayeron las hojas, como se explica
fueron calmando los ánimos”. (…) (P. B. Teofilacto: Quamvis brevi tempore concu-
Llorca, “Manual de Historia Eclesiástica”, tiendus sis, habes tamen recondita fidei se-
ed. Labor, Barcelona, 1951, págs. 173-175). mina: ut etiamsi folia abjecerit spiritus in-
vadentis, radix tamen vivat, et non deficiat
San Máximo el Confesor fides tua [“Porque aunque San Pedro había
de sufrir grandes agitaciones, tenía, sin em-
bargo, escondida la semilla de la fe; y así,
aun cuando cayesen las hojas a impulsos de
la tentación, sin embargo, quedaría la raíz”]
(In c. 22 Lucæ)”. (…) (D. Mauro Cappellari,
“El triunfo de la Santa Sede y de la Iglesia
contra los ataques de los novadores”, Cap.
IV: Se examina la oración de Cristo: Ego
rogavi… Imprenta Piñuela, Madrid, 1834,
págs. 181-182).

Más adelante, en la misma obra, se estu-


dia entonces la cuestión:

“…la célebre carta de San Agatón, es-


crita al Emperador, y leída y aprobada por
el sexto concilio Ecuménico, en la cual el
Pontífice después de haber declarado la doc-
trina católica sobre las dos voluntades, divi-
na y humana, que hay en Cristo, protesta
francamente que esta fue siempre la fe de

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por la gracia del Dios todopoderoso, nunca


será convencida de haberse apartado del sen-
dero de la tradición de los Apóstoles, ni de
haber caído en la depravación de las innova-
ciones heréticas. Tal como ha recibido la fe
de sus fundadores, los Príncipes de los A-
póstoles de Cristo, tal la ha conservado sin
la menor mancha, en virtud de la promesa
divina que el mismo Jesús, nuestro Salva-
dor, hizo en los santos Evangelios al Prínci-
pe de sus Apóstoles: Pedro, Pedro, he aquí
que Satanás ha pedido cribaros a todos…”]
[*]. (Nota del autor: Es muy fuerte este ar-
gumento a favor de la ortodoxia de Hono-
rio, porque si los Padres del Concilio y si
el Emperador hubieran sospechado de su
fe no hubiera atestiguado San Agatón la
pureza de la creencia de sus predecesores
con tanta seguridad, y sin nombrar siquie-
ra a aquel Pontífice. Me ha parecido pre-
venir sobre esto a los lectores para que no
les pare la dificultad que se funda en el
hecho de Honorio, y que disolveremos con
El Papa Gregorio XVI más extensión en otra parte). Luego para
este Santo Pontífice es efecto y consecuen-
la Silla Apostólica, la cual como está soste- cia de aquella oración de Cristo que la Silla
nida por la mano invisible de Dios, y dirigi- Apostólica nunca se desvíe del sendero de
da por aquella luz indeficiente con que Dios la tradición, no ceda a las novedades y he-
la ilumina, nunca se apartó del camino recto rejías, sino que conserve y defienda victo-
de la tradición, ni se conmovió con los ata- riosamente las doctrinas reveladas. Con que
ques de la inconstante herejía, sino que co- se podrá decir con verdad que cuando Cristo
mo una inmóvil roca en medio del furor de rogó por Pedro rogó también por sus suce-
las olas jamás puede ser separada de su ba- sores, para quienes no menos que para Pe-
se, esto es de la profesión de aquella fe que dro alcanzó una perpetua asistencia con
recibió al principio de sus fundadores, y en que caminen seguros por la senda de la tra-
virtud de la promesa que hizo el Redentor dición Apostólica, sin sucumbir al error, y
a San Pedro, cabeza de la Iglesia, de que ja- conservando puro e intacto el depósito de la
más faltará en su fe: Hæc est vera fidei re- fe católica”. (…) (“El triunfo de la Santa Se-
gula, quam et in prosperis et in adversis ve- de y de la Iglesia”, Cap. V: Si antes de Ca-
raciter tenuit ac defendit hæc spiritalis Ma- yetano infirieron los Padres y teólogos de la
ter vestri tranquillissimi imperii, apostolica referida oración de Cristo la infalibilidad
Christi Ecclesia, quæ per Dei omnipotentis pontificia , págs. 197-198).
gratiam a tramite apostolica traditionis num-
quam errasse probabitur, nec hæreticis no- [*] N.d.r.: La traducción española de San
vitatibus depravata succubuit; sed ut ab e- Agatón está citada en la obra “El Concilio
xordio fidei christianæ percepit ab auctori- Ecuménico del Vaticano” (A. Bravo y Tude-
bus suis Apostolorum principibus, illibata fi- la, Madrid, Imprenta Universal, 1871, pág.
de hactenus permanet, secundum ipsius Sal- 117). En la página anterior (116), casi inme-
vatoris Domini pollicitationem, quam suo- diatamente antes de este texto, se lee: “En
rum Apostolorum principi in sacris Evange- esa misma carta, que fue leída en pleno
liis fatus est, Petro inquiens: Ecce Satanas Concilio, aclamada por todos los Obispos e
expetivit vos, etc. [“Os enviamos, pues, la inserta en las actas y decretos oficiales de
regla de la verdadera fe que, en el seno de la aquel santo Sínodo, el Papa Agatón añade
paz o en medio de las tempestades, ha sido estas graves palabras: ‘Pedro ha recibido del
conservada y defendida enérgicamente por Salvador de todos, por una triple recomen-
la Iglesia apostólica de Jesucristo, la que, dación, el encargo de apacentar las ovejas

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espirituales de la Iglesia. Por la poderosa a-


sistencia de San Pedro, esta Iglesia apostóli-
ca, que es la suya, nunca se ha apartado de la
senda de verdad, en ninguna parte del error’.
(Notemos de paso que San Agatón hablaba
así, pocos años después de la pretendida caí-
da del Papa Honorio)”. En la página siguien-
te (117), finalizando la cita papal, se lee:
“‘Considere, pues, Vuestra Clemencia Sere-
nísima, que, del Salvador del mundo, del Se-
ñor es de quien viene la fe, que ha prome-
tido que la fe de Pedro no desfallecerá , y
que le ha recomendado que afirme en ella a
sus hermanos. Esto es lo que, como todo el
mundo sabe, han hecho siempre con toda
seguridad los Pontífices romanos a quienes
yo he sucedido’. Esta admirable carta de San
Agatón forma parte, como ya hemos dicho,
de las actas del Concilio ecuménico”.
El autor habla aquí de “la pretendida caí-
da de Honorio”, de la misma manera que el
futuro Gregorio XVI habla de “la supuesta
prevaricación de Liberio y Honorio” en la o-
bra ya citada (pág. 264).
Estatua del Papa San Agatón en Palermo, Italia
El mismo futuro Papa profundiza el pun-
to en el Capítulo XVI de su libro, donde “Se in illis coercendis [concluimos entonces que
examinan los dichos del concilio quinto, y el Honorio fue condenado por el sexto sínodo
hecho de Honorio, demostrando que nada se no como hereje, sino por haber favorecido la
prueba ni por aquellos ni por este contra la herejía y los herejes, y por haberse hecho
infalibilidad del Papa”. Allí señala que “no culpable de negligencia al no reprimirlos]
pueden sacar mayores ventajas los contra- (Sæc. 8, diss. 2, prop. 3): tal es el supuesto
rios del hecho de Honorio, con que piensan Bossuet, quien refutando a los referidos Be-
alcanzar un triunfo completo”; pasa luego a larmino y Baronio raciocina de esta manera:
mencionar las diferentes opiniones existentes Quid autem iniqui est in decreto synodali?
para explicar tal hecho: que las actas del Nempe inquiunt (los dos purpurados): Ho-
concilio sexto fueron falsificadas (Belarmino norius non erat monothelita. Quid tum pos-
y Baronio); que pudo engañarse el concilio tea? quasi hæretici tantum, ac non etiam hæ-
en cuanto al hecho; que Honorio fue conde- reticorum fautores defensoresque damnentur
nado por herejía como doctor particular. [¿Qué tiene de malvado el decreto del síno-
Y añade: “…solo diré que fue excomul- do? Dicen, por supuesto, que Honorio no
gado como hereje, pero no formal sino sola- era monotelita, ¿y qué se sigue? Como si
mente indirecto; esto es, por haber fomenta- solo los herejes, y no también los favorece-
do el impío monotelismo con imponer silen- dores y defensores de los herejes, debieran
cio. En esta interpretación no me podrán de- ser condenados] (Defens., 8 c. t. 2, p. 3, l. 7,
cir que uso de distinciones ridículas y sin c. 26): tal es Herminier, que responde a los
fuerza, como acusa Guadagnini a Bolgeni, o contrarios con la siguiente distincion: Con-
que sigo a los autores de mi partido; pues cilii patres Honorium damnaverunt ut hæ-
solo me apoyo en la autoridad de los que reticum conniventia et patrocinio, concedo;
no pueden ser sospechosos de adulación ha- dogmate et scientia, nego [Los padres del
cia la Silla Apostólica. Tal es Natal Alejan- Concilio condenaron a Honorio por conni-
dro, que después de haber expuesto las razo- vencia y apoyo a los herejes, concedo; por
nes para juzgar así: concludamus itaque, di- enseñar y a sabiendas, niego] (De Incarn.
ce, Honorium a sexta synodo damnatum non App. de Honorii sent.): alegando la autoridad
fuisse ut hæreticum, sed ut hæreseos et hæ- de los Padres y escritores contemporáneos,
reticorum fautorem, utque reum negligentiæ que le atribuyen únicamente esta culpa, y

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que podían conocer mejor que nadie la misma fórmula que a los Heresiarcas, y na-
mente del concilio. Efectivamente, León II da distingue; luego si la pena es la misma,
que lo confirmó, si Honorio hubiera sido también el delito es el mismo. ¿Nada distin-
excomulgado como hereje formal, no hubie- gue? Lo veremos.
ra dado por causa de su excomunión la si- Y primeramente obsérvese que en nues-
guiente: Quia flammam hæretici dogmatis tro caso habiendo autores contemporáneos o
non, ut decuit Apostolicam auctoritatem, in- inmediatamente posteriores, a quienes no po-
cipientem extinxit, sed negligendo confovit día ser desconocida la intención de aquellos
[faltando a los deberes que le imponía su au- Padres, y que sin oponerse estos testifican o
toridad apostólica, en lugar de apagar la lla- suponen que no tuvieron intención de decla-
ma de la herejía, la fomentó con su negli- rar hereje formal al Pontífice, basta que la
gencia] (Epist. ad Episcopos Hispan.). Donde fórmula de la condenación no excluya esta
es de notar aquel Apostolicam auctoritatem distinción, tanto más si parece que la exige.
en vez de Apostolicam Sedem. No dijo Se- Pues así es: el Emperador mismo que nada
dem, en cuyo caso se podría entender de al- replicó a la carta que le escribió León en su
guna manera la doctrina, sobre la cual ver- edicto puesto después de la sesion 8ª, dis-
sa solamente la infalibilidad, sino auctori- tingue a Honorio de los demás herejes: Ad
tatem, porque olvidándose casi de su abso- hæc et Honorium, horum hæreseos in omni-
luta autoridad para reprimir a los herejes, bus fautorem, concursorem, atque confirma-
se dejó intimidar del modo más vil e in- torem [y también Honorio, que fue en todo
digno por los mismos herejes y por la vio- el favorecedor, el auxiliar y el confirmador
lencia del Emperador que los protegía, has- de su herejía]. Hasta el mismo concilio hace
ta el punto de concederles el silencio que esta distinción; porque habiendo condenado
pretendían sobre la una o las dos operacio- ya a los autores y defensores formales de la
nes en Cristo. ¿Y cómo podía el mismo herejía, excomulga separadamente al Pontí-
León, al tiempo de confirmar el concilio, fice, no confundiéndole con los demás: A-
escribir al Emperador Constantino Pogona- nathematizari præcipimus et Honorium, eo
to a la faz del mismo concilio, que Hono- quod invenimus, per scripta quæ ab eo fac-
rio fue condenado solo porque hanc Apos- ta sunt ad Sergium, quia in omnibus ejus
tolicam Ecclesiam non Apostolicæ traditio- mentem secutus est, et impia dogmata con-
nis doctrina ilustravit, sed profana proditio- firmavit [Llegamos a la conclusión de ana-
ne immaculatam maculari PERMISIT? [no tematizar también a Honorio... porque en-
ilustró esta apostólica Iglesia con la doctrina contramos que en los escritos que escribió
de la apostólica tradición, sino que PERMI- a Sergio siguió en todo la mente de éste,
TIÓ, con traición profana, que la inmacula- y confirmó sus impíos dogmas] (Act. 13).
da fe padeciese mancilla]. Constantino, pues, le llama fautor, coopera-
¿Pero de qué sirven, se dirá, tantos tes- dor y confirmador del monotelismo; el con-
timonios contra la evidencia de las expre- cilio le anatematiza separadamente, dando
siones del concilio? Es verdad que por ellos por razón de la excomunión, que en su car-
se manifiesta otra cosa, pero no la mente ta a Sergio in omnibus ejus mentem secutus
del concilio. Este condenó a Honorio con la est; es decir, porque condescendió con sus

El Tercer
Concilio de
Constantinopla,
fresco de
Cesare Nebbia
(1585-90)

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que es reo de una herejía formal, les recor-


daremos a Teognis y Eusebio de Nicomedia
en el concilio Niceno, a Teodoreto y Juan,
etc., en el Calcedonense, referidos por Bol-
geni; y verán que también se llaman así ge-
neralmente los fomentadores, y defensores o-
cultos de la herejía” (El triunfo… Cap. XVI,
págs. 316-319).

Luego de este desarrollo teológico, vol-


vemos a los historiadores. Creemos que el
P. Llorca (citado al comienzo), en sus ma-
nuales, ofrece el juicio y conclusión perti-
nentes.

El emperador Constantino IV Pogonato y su séquito


(…) “Cuestión del Papa Honorio. Basán-
(mosaico de basílica San Apolinar de Rávena, Italia) dose en estas dos cartas de Honorio, se ha
presentado la actuación de este Papa como
pretensiones, miras e intenciones; aunque ig- una dificultad gravísima contra la infalibili-
noraba el fin que aquel se proponía, pues le dad pontificia. Como en su conducta impuso
ocultaron el misterio de la herejía con el silencio a los defensores de la ortodoxia y
velo de un celo ortodoxo; y porque confir- dio, al menos aparentemente, la razón a Ser-
mó las doctrinas impías con haber impuesto gio y a sus partidarios, se supone que erró
silencio. ¿No se quiere admitir esta explica- dogmáticamente, por lo cual no se puede
ción? ¿Pues porqué añade el concilio: et decir que el Papa sea infalible. Este argu-
impia dogmata confirmavit? Si el haberse mento lo han esgrimido y lo siguen esgri-
conformado con la intención de Sergio sig- miendo hasta nuestros días todos los ene-
nificase haber abrazado sus herejías, era migos del Pontificado, y es bien conocido
superfluo añadir que confirmó sus impíos que, cuando se discutió en el concilio Va-
dogmas. El que abraza la herejía, la con- ticano I el dogma de la infalibilidad ponti-
firma en el mismo hecho de abrazarla; sien- ficia, la cuestión del papa Honorio fue
do así que se puede confirmarla indirecta- una de las más agitadas y de las que pro-
mente, por falta de cautela, sin error del porcionaron armas constantemente a los
entendimiento, y de consiguiente sin abra- impugnadores de la definición de este dog-
zarla. ¿Con qué fundamento se pretende ma.
pues que la intención del concilio fue con- Ahora bien, ¿qué solución cabe dar a es-
denar al Papa como hereje formal? Pero te problema? Algunos apologistas han que-
esta interpretación la necesitaban los nova- rido resolverlo negando a estas cartas el ca-
dores para probar que estaba lejos el con- rácter de documentos dogmáticos o ex ca-
cilio de tener al Papa por infalible, y auto- thedra. Según esta solución, como la infa-
rizar al mismo tiempo con este ejemplo el libilidad pontificia sólo se extiende a los
erróneo sistema de la falibilidad de la Igle- documentos emanados ex cathedra, no pue-
sia en los hechos doctrinales. Por lo demás, den estas cartas ofrecer dificultad ninguna
se prueba que es inasequible la empresa de al dogma. Aunque contuvieran algún error,
los contrarios, sin necesidad de recurrir a la éste sería muy de lamentar en un papa, pero
profesión de fe que hacían los electos Ro- sería puramente error personal, un error pri-
manos Pontífices a la faz de la Iglesia, ex- vado, sin consecuencias para la infalibilidad
comulgando en ella auctores novi hæretici pontificia.
dogmatis… una cum Honorio, qui pravis eo- Pero esta solución no puede admitirse.
rum assertionibus silentium impendit [a los La razón que suele darse para quitar el ca-
autores del nuevo dogma herético… y con rácter ex cathedra a estas cartas es que van
ellos, Honorio, que ofreció el silencio a sus dirigidas sólo a Sergio o que no contienen
doctrinas depravadas] [ Diurn. Pontif.]. Si anatema ninguno y dan solamente normas
los contrarios se empeñan en que la voz he- prácticas de conducta, como es el silencio
reje se debe tomar siempre en un sentido impuesto sobre aquellas discusiones. Este ar-
tan riguroso, que nunca signifique sino el gumento resulta en verdad inconsistente, y,

9
Integrismo

si bien se advierte, echaría abajo una buena Solución de la cuestión del papa Hono-
parte del magisterio eclesiástico pontificio rio. Descartada, pues, esta solución y par-
primitivo. Para que se pueda decir que el Pa- tiendo de la base de que las dos cartas de
pa habla ex cathedra no es necesario que Honorio son documentos doctrinales y, en
emplee un tipo especial de documentos, ya tales condiciones, que deben ser considera-
se llamen bulas, ya encíclicas, privilegios o das como declaraciones ex cathedra, debe-
decretos, en los que con toda solemnidad de- mos afirmar que no contienen error ninguno
fina alguna verdad revelada. Lo importante dogmático. Por consiguiente, no ofrecen di-
es que hable como Papa y maestro de la ver- ficultad ninguna contra la infalibilidad pon-
dad, determinando con autoridad suprema al- tificia. Lo único que debemos conceder es
gún punto referente al depósito de la fe. que el papa Honorio no estuvo acertado en
Aunque esta enseñanza la publique en forma el modo como resolvió el asunto, al imponer
de carta, breve o rescripto, no deja de tener silencio a las dos partes. Fue un error de tác-
el carácter de documento ex cathedra . tica de graves consecuencias para la Iglesia,
Si no se admite este principio, debería- pero no un error doctrinal, que es lo único
mos decir que la Epístola dogmática de San que comprometería la infalibilidad.
León a Flaviano, por ejemplo, no tiene ca- Efectivamente, la expresión “unde et u-
rácter dogmático. Evidentemente, detrás de nam voluntatem fatemur Domini nostri Iesu
Flaviano, a quien se dirige la carta, veía San Christi” [confesamos una sola voluntad en
León a toda la Iglesia, como detrás de San Jesucristo] y otras semejantes que se em-
Cirilo veía el papa Ceferino a todos los fie- plean, si se estudia bien el contexto, se re-
les, y, en nuestro caso, el papa Honorio, al fieren a la unidad moral de las dos volun-
dirigirse a Sergio y Sofronio, enseñaba a to- tades de Cristo, no a la unidad física, que es
da la Iglesia. Por lo demás, no se trataba en lo que defendían los monoteletas. Cierta-
nuestro caso únicamente de cuestiones prác- mente era una expresión que engendraba
ticas o disciplinares, sino que se debatía un confusión; pero el sentido que tenía en la
punto dogmático de importancia fundamen- mente de Honorio era plenamente ortodo-
tal en la doctrina cristológica. Así lo enten- xo: unidad moral. Por esto habla de un úni-
dían de hecho todos los que intervinieron en co operante, de dos naturalezas unidas en un
la discusión. solo Cristo; dos naturalezas que obran lo

S.S. el Papa Juan IV (640-642)

De la Carta Dominus qui dixit,


al emperador Constantino (de 641, Dz. 253)

...Uno solo es sin pecado, el mediador de Dios y de los hombres, el


hombre Cristo Jesús (1 Tim. 2, 5), que fue concebido y nació libre entre
los muertos (Ps. 87, 6). Así en la economía de su santa encarnación,
nunca tuvo dos voluntades contrarias, ni se opuso a la voluntad de su
mente la voluntad de su carne... De ahí que, sabiendo que ni al nacer ni
al vivir hubo en él absolutamente ningún pecado, convenientemente
decimos y con toda verdad confesamos una sola voluntad en la hu-
manidad de su santa dispensación, y no predicamos dos contrarias,
de la mente y de la carne, como se sabe que deliran algunos here-
jes, como si fuera puro hombre. En este sentido, pues, se ve que el
ya dicho predecesor nuestro Honorio escribió al antes nombrado
Patriarca Sergio que le consultó, que no se dan en el Salvador, es
decir, en sus miembros, dos voluntades contrarias, pues ningún vicio
contrajo de la prevaricación del primer hombre... Y es que suele suceder
que donde está la herida, allí se aplica el remedio de la medicina. Y, en
efecto, también el bienaventurado Apóstol se ve que hizo esto mu-
chas veces, adaptándose a la situación de sus oyentes; y así a ve-
ces, enseñando de la suprema naturaleza, se calla totalmente sobre
la humana; otras, empero, disputando de la dispensación humana,
no toca el misterio de su divinidad... Así, pues, el predicho predece-
sor mío decía del misterio de la encarnación de Cristo que no había
en El, como en nosotros pecadores, dos voluntades contrarias de la
mente y de la carne. Algunos, acomodando esta doctrina a su pro-
pio sentido, han sospechado que Honorio enseñó que la divinidad y
la humanidad de Aquél no tienen más que una sola voluntad, inter-
pretación que es de todo punto contraria a la verdad...

10
Integrismo

Máximo en sus encarnizadas luchas contra


los monoteletas, como se verá después. Por
otra parte, él, contemporáneo de los aconte-
cimientos, podía estar muy bien enterado del
verdadero sentido de las palabras del papa
Honorio, tanto más cuanto que nadie le con-
tradijo de hecho en todo este razonamien-
to.
A la misma conclusión llegaríamos si
consideramos la manera como más tarde se
condenó al papa Honorio. En todas las fór-
mulas de condenación y anatema contra él
no se le atribuía ningún error dogmático ni
se afirmaba que hubiera defendido ninguna
herejía, sino únicamente que había sido ne-
gligente en el desempeño de su oficio y que
no había sido bastante enérgico, fomentando
con su descuido la herejía”. (…) (“ Historia
de la Iglesia Católica”, PP. Llorca, García Vi-
lloslada, Montalbán S.J., tomo I, ed. B.A.C.,
Madrid, 1976, págs. 744-747).
El Papa Honorio
Encontramos aquí el mismo juicio de
que les es propio sin confusión ni separa- manera más resumida: “…la prueba más cla-
ción, pero en unidad moral perfecta. Todo ra de que en realidad Honorio no opinaba
esto, que es doctrina expresada por Honorio como los monoteletas es que ellos mismos
en sus cartas, no es otra cosa que el dogma en sus discusiones no lo solían presentar co-
ortodoxo católico. El que Sergio y sus se- mo partidario suyo. Además, los grandes
cuaces interpretaran en favor suyo la expre- defensores de la ortodoxia de aquel tiempo
sión de única voluntad en Cristo, como si presentan al Papa Honorio como contrario
Honorio defendiera una sola voluntad física, al monotelismo, y no hay duda que ellos
no debe inducirnos a error. También en otro podían conocer bien su verdadera opinión.
tiempo los adversarios de San Cirilo, los Así Juan IV (640-642) defiende que Hono-
nestorianos, interpretaban algunas expresio- rio sólo habla de una voluntad humana en
nes de sus anatematismos como si fuera Cristo, lo cual es correcto. Igualmente S.
partidario del monofisitismo, y, en realidad, Máximo Confesor, mártir de la ortodoxia,
sus palabras daban pie para esta sospecha; expresó esta misma opinión, diciendo que
pero, si se atiende al conjunto de su doc- Honorio sólo excluye dos voluntades huma-
trina, aparece claramente que no contienen nas en Cristo. Todo esto indica que ya des-
ningún error. de el principio la doctrina del Papa Honorio
No de otra manera opinaban sobre el era considerada como ortodoxa, si bien la
sentir del papa Honorio los prohombres de explicación que parece más conforme con
la causa católica que intervinieron en estas todo el contexto es que, al hablar de una vo-
discusiones. Todos ellos lo presentaban co- luntad, entiende una voluntad moral o con-
mo autoridad en favor de sus ideas contra cordia entre la voluntad divina y humana de
los monoteletas, sin temor de que nadie Cristo, que es lo que defiende la ortodoxia
los contradijera. Así, el más insigne de to- católica” (Llorca, “Manual de Historia Ecle-
dos, San Máximo Confesor, afirmaba que, siástica”, 1951, págs. 175-176).
en las conocidas cartas, Honorio solamente
había querido “explicar que jamás de ningu- Está claro entonces cual fue la verdadera
na manera la naturaleza humana, concebida falla de Honorio: “En cambio, no puede li-
virginalmente, fue de hecho arrastrada por la brarse el papa Honorio de una conducta de-
voluntad de la carne”; es decir, que única- sacertada y verdaderamente dañina a la cau-
mente quiere salvar la unidad moral de las sa católica. Se dejó prender demasiado fácil-
dos voluntades. Precisamente esta argumen- mente en las redes de Sergio, como en otro
tación era la que más fuerza daba a San tiempo el papa Zósimo en las de Pelagio y

11
Integrismo

Celestio. Creyó con demasiada facilidad en y este sentir es el que impuso luego al con-
las falacias de este hombre astuto, por lo cilio.
cual tomó aquella medida desacertada de En esta forma quedó luego durante toda
imponer silencio a los defensores de la ver- la Edad Media la condenación del papa Ho-
dadera causa. Este sistema no podía favore- norio, que repetía la Iglesia en diferentes o-
cer más que al error, el cual podía de este casiones, y es lo que resume el Liber Diur-
modo extenderse sin que nadie se le opusie- nus con estas palabras: ‘Anatematizamos a
ra, y esto por obra del que debía haberle cor- Honorio, porque con su negligencia fomentó
tado los pasos” (“Historia de la Iglesia”, el crecimiento de los falsos asertos de los
Llorca, Villoslada, Montalbán, tomo I, pág. herejes’”.
747). Y en su “Manual de Historia” (pág. 176),
Respecto del concilio sexto ecuménico, concluye el autor, “sólo esta condenación de
en la misma obra, más adelante (en las págs. Honorio por su descuido y negligencia re-
758 y 759), afirma Llorca que “el concilio cibió la sanción de los Romanos Pontífi-
sexto sólo recibió el privilegio de infalibili- ces”.
dad cuando el papa León II le mandó su a-
probación y en tanto en cuanto fue aproba-
do por el Romano Pontífice”. El cual, al a- Una nouvelle théologie
probarlo no dio como razón del anatema
Como recordó el Padre Hervè Belmont en
conciliar “que Honorio hubiera seguido el uno de sus artículos, durante el Concilio, frente a
error de Sergio, sino porque ‘hanc aposto- la marea inundante de modernismo, algunos de-
licam Sedem profana proditione immacula- fensores de la ortodoxia católica trataron de erigir
tam fidem maculari permisit’, es decir, por- un dique de obstrucción. Empresa meritoria, pero
que permitió que la Sede Apostólica fuera viciada por el hecho de que, en la prisa, han utili-
afeada con una traición herética. zado argumentos equivocados para justificar el
rechazo del Concilio y, algunos años después, del
Y continúa el autor: “Por tanto, la con- Novus Ordo Missae. Y después de algún tiempo,
denación del concilio sexto, que recibe la a- inevitablemente han aparecido las primeras grie-
probación del Papa, y, por consiguiente, el tas.
privilegio de infalibilidad conciliar, tiene co- De hecho, frente a los errores enseñados por
mo fundamento un grave descuido del Papa, Pablo VI, en vez de reafirmar en toda su integri-
una falta grave de vigilancia, su negligencia dad la autoridad papal y sacar las debidas con-
en no cortar los pasos a la herejía. Es lo clusiones (es decir, la vacancia de la suprema
autoridad, al ser imposible que un verdadero Pa-
que expusimos en su debido lugar. Tal vez pa contradiga la enseñanza de sus predeceso-
erraron los Padres del concilio, creyendo e- res), han comenzado a disminuir cada vez más
llos erróneamente que Honorio había segui- la función y autoridad del Papa. Con la inten-
do la doctrina del monotelismo; pero el de- ción de preservar la Fe de los errores de Pablo
creto definitivo del concilio, después de la VI, han golpeado así al mismo Papado, roca so-
aprobación pontificia, no contiene este error, bre la cual Cristo fundó Su Iglesia. Si el papa Pa-
sino que se ajusta exactamente a la realidad blo VI yerra, pensaron, hay que concluir que un
Papa puede efectivamente errar en la enseñanza
de los hechos. doctrinal sin que afecte a la divina constitución de
Todo esto se confirma teniendo presente la Iglesia. Como si en el Concilio las puertas del
la siguiente observación: las instrucciones infierno hubieran, temporaria y misteriosamente,
que los legados pontificios habían recibido prevalecido.
del papa Agatón contenían lo que acabamos La situación en la Iglesia después del Conci-
de indicar: ‘Quæ (Ecclesia Romana) per Dei lio era tan única en su género y tan confusa que
podía determinar una valoración inicialmente e-
Omnipotentis gratiam a tramite Apostolicæ
quivocada; pero después de esta primerísima fa-
Traditionis numquam errasse probabitur, nec se, se podía y se debía llegar a la solución católi-
hæreticis novitatibus depravata succubuit’: ca del problema.
‘Nunca podrá probarse que la Sede Roma- Por el contrario, el error inicial se agravó: de
na, ayudada de la Omnipotencia divina, se las consideraciones ad hominem, retóricas o de
haya apartado de la tradición o doctrina a- naturaleza práctica, se quisieron tomar argumen-
postólica o sucumbido a ninguna novedad tos doctrinales, formando así una verdadera y
propia nouvelle théologie sobre la Iglesia y el Pa-
herética’. Bien claramente se manifiesta el pado, con toda una serie de bizantinismos sobre
sentir del Romano Pontífice, que excluye to- el magisterio ordinario y extraordinario, sobre la
do error de todos los Romanos Pontífices; naturaleza de un concilio ecuménico, sobre la va-
por consiguiente, también del papa Honorio;

12
Integrismo

lidez de la promulgación de un rito y, más recientemente, sobre la infalibilidad de las


canonizaciones. En particular fue introducido el concepto de que el magisterio del Papa
es tal solamente si es conforme a la Tradición, negando que el Papa sea la regla próxi-
ma de nuestra fe e intérprete auténtico de la Tradición.
Así entonces se invocaron los presuntos “errores” de los Papas del pasado en
materia de Fe, pasando del campo de la enseñanza dogmática de los Papas al de las
decisiones diplomáticas o políticas realizadas por la Sede Apostólica. Está cada vez
más difundido y enraizado en los ambientes de la FSPX [y no solo en esos ambien-
tes...], sobre todo entre el clero y los fieles más jóvenes, un modo de pensar según el
cual los Papas también se habrían equivocado en el pasado; nada de extraño entonces
que también se equivoquen hoy. Se vuelve así normal atribuir a la Iglesia, Esposa de
Cristo, Madre y Maestra de todos los fieles, la promulgación de una Misa nociva para
la Fe o sacramentos francamente inválidos (como el nuevo rito de la Confirmación).
Comprobados estos límites de “Roma”, en los prioratos de la FSPX se enseña que no
es importante saber si hay o no un Papa al cual someterse (“cuando estemos ante San
Pedro no se preguntará si J.P. II [B. XVI o Francisco] es o no es Papa”: los cismáti-
cos orientales estarían contentos con esta especie de revelación privada); pero sí saber
que hay obispos (obviamente de la FSPX, únicos depositarios de los carismas de Mons.
Lefebvre) capaces de discernir entre lo bueno y lo malo que la Iglesia daría hoy a sus
hijos.
En esta óptica, se pone en guardia de quien ama demasiado a los Papas (“No
hay que exagerar el culto debido a Roma, al papa...”, escribe el Padre Michel Simoulin
en el opúsculo “1988: el cisma inhallable”), de quien exagera la infalibilidad pontificia
(argumento frecuentemente utilizado por la revista Sí sí, no no); en suma, de quien está
embebido de “papolatría” (neologismo de moda en Ecône), un error que estaría pre-
sente sobre todo en los pueblos de más profunda tradición católica, que son acusados
de ser demasiado... ¡católicos! La consecuencia más nefasta de este amor exagerado
por el Papado sería obviamente el sedevacantismo, o conjunto de aquellos individuos
que debiendo escoger en algunos puntos capitales de la Fe Católica entre la enseñan-
za de la Iglesia y la de la FSPX, prefirieron la primera a la segunda.
Como se ha hecho notar en otras ocasiones, la FSPX [et alia…] termina por ense-
ñar el mismo error de los modernistas sobre la presunta falibilidad de los Papas,
con la diferencia de que los modernistas la atribuyen a los Papas del pasado (con lo s
consiguientes mea culpa de J.P. II); en cambio, la FSPX la aplica sobre todo (pero como
hemos visto, no solo) a quienes considera como Papas en la reciente historia de la
Iglesia (en espera de un futuro mea culpa reparador).
Son fruto de este pensamiento las declaraciones sobre el Papa anticristo, so-
bre el Papa que debe convertirse a la Fe, sobre el Papa enemigo de la Iglesia, afirma-
ciones que serían normales en labios de un luterano o de un cismático griego,
pero no en los de un católico. Es elocuente, a este respecto, la desenvoltura mani-
festada en una famosa viñeta, ideada personalmente por Mons. Lefebvre, que represen-
ta a un demonio que se presenta silbándole a J.P. II e invitándolo a seguirlo al infierno.
La situación se ha vuelto grotesca. De hecho, J.P. II [B. XVI o Francisco] sería ver-
dadero Papa, luego verdadero sucesor de San Pedro, verdadero Vicario de Cristo en la
tierra, verdadero depositario del poder petrino, pero al mismo tiempo se equivocaría
cuando enseña doctrina, cuando escribe encíclicas, cuando celebra cotidianamente la
Misa, cuando promulga una ley universal como el nuevo derecho canónico, cuando ex-
comulga a obispos consagrados contra su voluntad, cuando canoniza santos, cuando
permite la celebración de la Misa de San Pío V... Pero es Papa... y quien lo niegue es
enemigo de la Iglesia y (¿sobre todo?) de la FSPX.
A la luz de la nouvelle théologie de la FSPX se vuelve entonces normalísimo escan-
dalizarse si un obispo como Mons. Rifán pretende someterse a aquel que, como la
FSPX, considera como Vicario de Cristo, prefiriendo estar en comunión con J.P. II más
que con Mons. Fellay. También es escandaloso, siempre en esta óptica, si Mons. Rifán
asiste al rito que es celebrado cada día por J.P. II, cuyo nombre es mientras tanto cita-
do cotidianamente en las Misas celebradas por miembros de la FSPX. Este es el jue-
go acostumbrado: hay que estar en comunión con J.P. II [Francisco], pero sin es-
tarle sometido, sin su enseñanza, sin su Misa... Es decir, pretender ser católico pres-
cindiendo de la persona que se reconoce depositaria del Poder de las Llaves.

(P. Ugo Carandino, “Con Pedro o contra Pedro: una trágica necesidad de opción”,
Sodalitium nº 58, Integrismo nº 5).

13
Integrismo

Ordenaciones Sacerdotales
Imágenes de las Ordenaciones y primeras Misas de los PP. Bernard Langlet
(en el IMBC, 1/6/2019) y Caleb Sons (en el Most Holy Trinity Seminary, 27/6/2019).
Ad multos annos.

14
Integrismo

LOS ARTÍCULOS DEL CREDO


(continuación de “Integrismo” n° 25)

ARTÍCULO VII
DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS
VIVOS Y A LOS MUERTOS.
Los sufragios.
Podemos socorrer a las benditas Ánimas, y aún librarlas del purgatorio, con oraciones, in-
dulgencias, limosnas y otras buenas obras, y, sobre todo, con la Santa Misa.
Se llaman Sufragios las obras buenas que se hacen a favor de las benditas Animas del purgatorio.
Los sufragios son sólo a manera de súplicas, que la divina justicia acepta en la medida que cree
conveniente.
Por esto un alma no siempre obtiene infaliblemente todos los efectos de los sufragios aplicados a
ella especialmente.
La Santa Iglesia aprueba que se repitan los sufragios para un mismo difunto.
Hacen muy mal los que no se acuerdan de aliviar con sufragios a las almas de los difuntos.
Algunos sólo procuran que el entierro sea muy suntuoso, y nada o muy poco hacen para el alivio
del alma.
El dogma de los sufragios es motivo de alegría, no sólo para los ricos, sino también para los po-
bres.
Los ricos hacen muy bien en ordenar sufragios; éstos les abreviarán mucho las penas en el purga-
torio.
Los pobres tienen una madre tiernísima, que es la Santa Iglesia, la cual ruega especialmente por
ellos, que son sus hijos queridísimos.
La devoción a las benditas Animas del purgatorio es utilísima, porque hace practicar muchas obras
buenas, causa grande gozo en el cielo y ayuda en gran manera a conseguir la salvación de quien prac-
tica esta devoción.
El voto de Animas consiste en ceder para siempre a favor de las benditas Ánimas del purgatorio,
toda la parte satisfactoria de nuestras buenas obras, y todos los sufragios que otros hicieren por noso-
tros.
Seamos, pues, muy devotos de las benditas Animas del purgatorio.
Procuremos socorrerlas, oyendo Misa y comulgando muy a menudo, aun diariamente, si nos es
posible; recemos el Santo Rosario, el Via Crucis, etc.
Esta es devoción buena y práctica, con la cual libraremos a muchas almas del purgatorio y las
haremos entrar en el cielo.

Limbo de los niños.


Va al limbo de los niños el que muere con el solo pecado original.
El que muere antes del uso de razón sin el bautismo, muere con el solo pecado original.
En el limbo no se sufre nada; se goza la felicidad natural.
Dios hizo, pues, un gran beneficio a los que están en el limbo, dándoles la existencia; podría ha-
berles dejado en la nada de donde los sacó. Los que mueren después del uso de razón van al cielo o la
infierno, según que hayan o no cumplido la ley de Dios.

El infierno.
Va al infierno el que muere con el pecado mortal.
El infierno es el lugar en donde se padecen penas eternas.

15
Integrismo
Estas penas son de daño y sentido.
La pena de daño es la privación de la vista de Dios, Sumo Bien.
Es la mayor pena de los condenados.
Cuando el alma se separa del cuerpo se dirige hacia Dios con un ímpetu irresistible, con mucha mayor vehemencia
que el pez busca el agua o el que está en el fuego procura salir de él; pero Dios rechaza eternamente al alma que está en
pecado mortal.
La pena de sentido es el tormento del fuego y todo mal, sin bien alguno.
En el infierno los demonios son los verdugos.
Basta un solo pecado mortal para merecer el infierno.
En el infierno la pena es proporcionada a la cantidad y calidad de los pecados cometidos.
Es cierto que hay infierno.
Nuestro Señor Jesucristo, que es Verdad infalible, lo dice muchas veces en el santo Evangelio.
Dios prohíbe el mal moral y debe castigar al que lo comete.
La ley, para que los hombres sean compelidos a cumplirla, debe tener señalada una pena a los transgresores.
Los transgresores de la ley humana son justamente castigados; con mayor razón deben ser castigados los transgreso-
res de le ley divina.
Nadie puede quebrantar impunemente la ley de Dios.
Dios es infinitamente justo; así como premia a los buenos con felicidad eterna, castiga a los malos con pena eterna.
El pecado mortal es una ofensa grave a la majestad infinita de Dios; por consiguiente, merece un castigo infinito.
El pecador no puede sufrir un castigo infinito en la intensidad, pero sí en la duración.
Las penas del purgatorio son poco temidas porque son temporales.
Dios, como sabio legislador, debía establecer un castigo, que de veras apartase del pecado mortal; tal es el castigo
eterno del infierno.
El temor del infierno es una de las causas de que se cumpla la ley de Dios y las almas se salven.
¿Por un solo pecado que se comete en un momento castiga Dios con una eternidad de penas?
El castigo se mide por la gravedad de la ofensa, no por el tiempo que se emplea en cometerla.
Aun la justicia humana castiga con cárcel perpetua, y hasta con la muerte, el crimen que se ejecuta en un momento.
Dios es Padre de misericordia para los buenos; mas, para los que mueren en pecado mortal, es juez terribilísimo.
Los pecadores no deben confiar en que por ser Dios bueno y misericordioso, no los ha de condenar al infierno, pues
es también infinitamente justo.
Tan bueno y misericordioso como ahora era Dios cuando de un golpe arrojó al infierno a millares de ángeles.
Por ser Dios infinitamente bueno, ama infinitamente la virtud y aborrece infinitamente el pecado: por esto nadie premia
o castiga tanto como Dios.
Si porque Dios es bueno y misericordioso no debiera castigar con el infierno, por la misma razón no debiera permitir
los males sin número que existen sobre la tierra.
Dios, en el gobierno del universo, no se rige por el sentimentalismo de los hombres.
En este mundo, lugar de prueba y no precisamente de premios y castigos, Dios, con sabiduría y justicia infinitas, per-
mite catástrofes horrendas, dolores acerbísimos, que alcanzan a buenos y malos.
N.S. Jesucristo, los santos mártires, hijos queridísimos de Dios, sufrieron tormentos tan atroces que horroriza el pen-
sarlo.
¿Qué no exigirá la divina justicia que sufra el pecador rebelde obstinado en el mal?
Los que mueren en pecado mortal quedan reducidos a la misma condición que el demonio, de quien no sentimos com-
pasión.
Va al infierno quien quiere, pues Dios a todos da gracia abundante para no caer en el pecado; y a los pecadores,
mientras viven, les ofrece siempre generoso perdón.
Nadie se condena sino por su propia y libre voluntad, cometiendo culpa grave.
Aun los salvajes que nunca han oído hablar de la religión cristiana, si se condenan es por su culpa; pues a donde no
llega la voz del hombre llega la voz de Dios.
¿Quieres que no haya infierno, sino cielo para ti? Vive siempre en gracia de Dios; y si tienes la desgracia inmensa de
perderla, procura recobrarla cuanto antes.

El fin del mundo.


Para cada uno de nosotros el mundo se acaba en el momento de la muerte; pero llegará un día en que el mundo se
acabará para todos.
Nadie sabe cuándo será el fin del mundo. Nuestro Señor Jesucristo, preguntado sobre este punto, no lo quiso decir; no
obstante, indicó algunas señales que lo precederán.

Resurrección.
Un ángel con una voz a manera de trompeta dirá: ¡Levantaos, muertos, y venid a juicio!
Al fin del mundo, los buenos irán al cielo y los malos al infierno, con el cuerpo y con el alma.
Dios quiere que el cuerpo acompañe al alma en el premio o castigo eternos.
En la vida presente el cuerpo acompaña al alma en la práctica del bien o del mal; es muy justo que la acompañe tam-
bién en el premio o castigo en la vida futura.
Ahora los buenos están en el cielo y los malos en el infierno solamente con el alma.
El alma, aunque esté sin el cuerpo, goza de la felicidad infinita del cielo, o sufre los tormentos horribles en el
infierno.
En nosotros lo principal es el alma; un cuerpo sin alma no sufre ni goza.
Si el cuerpo sufre o goza, es por razón del alma; o mejor dicho, es el alma que sufre o goza en el cuerpo.
Jesús y María están en el cielo en cuerpo y alma.
Es creencia piadosa que también están San José y los santos que resucitaron, cuando resucitó Jesús.
Al fin del mundo todos hemos de resucitar.
Para Dios nada hay imposible.
Todos, buenos y malos, tendremos el mismo cuerpo que tenemos ahora.
El cuerpo de los buenos resucitará hermosísimo; el de los malos feísimo.
Después de la resurrección, los cuerpos de los buenos y de los malos serán inmortales, esto es, no podrán morir ja-
más.
(“Instrucción religiosa”, P. Galo Moret, 1931, con Imprimatur).

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