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Negacionismo y Derechos Humanos.

El rol del derecho en la prevención de


crímenes de masa.

Facultad De Derecho – Universidad De Buenos Aires


Departamento De Derecho Penal Y Criminología
Ciclo Profesional Orientado
Cátedra Alagia
Comisión N° 1968
Prof. Adjunta: Valeria Thus

Alumno: Jerónimo Saralegui. DNI 33.208.539


Monografía: “La realización simbólica de las prácticas sociales genocidas: el
aporte de La Nueva Provincia en el caso argentino”.
La realización simbólica de las prácticas sociales genocidas: el aporte de La
Nueva Provincia en el caso argentino.

Esta monografía aborda la sentencia del Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca en la
causa ‘González Chipont Julio Guillermo y otros s/ Privación ilegal de libertad (Art.144
bis inc.1) (Lesa Humanidad), por la que en octubre de 2017 se condenó a treinta
personas por delitos de lesa humanidad cometidos en esa jurisdicción en perjuicio de
105 víctimas. El tribunal sostuvo que los hechos, por los que se impusieron 21 penas
de prisión perpetua y otras nueve de entre tres y catorce años a oficiales y suboficiales
del Ejército, la Policía Federal, el Servicio Penitenciario Bonaerense y la Policía de Río
Negro, se produjeron “en el marco del genocidio sufrido en nuestro país durante
la última dictadura cívico-militar”, de manera que, al menos en este proceso judicial,
se consideró aplicable la figura en relación al aniquilamiento de una parte del grupo
nacional.

El trabajo estará enfocado en torno a un tramo de la voluminosa resolución.


Concretamente, la que dispuso la rectificación, “como acto moralmente reparatorio y de
reconstrucción de la memoria”, de las publicaciones en la que el diario La Nueva
Provincia informó a sus lectores que diez personas fueron detenidas o abatidas en
enfrentamientos militares, cuando, por el contrario, quedó acreditado en el juicio que
fueron objeto de secuestro, tortura, y según el caso, fusilamiento. Se trata del segundo
pronunciamiento del Tribunal en ese sentido, que siguió al vertido en 20151.

Entiendo que la consideración de ese aspecto de la sentencia, la descripción de los


hechos y la forma de informar lo sucedido por parte de la publicación bahiense revisten
utilidad para el análisis de las etapas de implementación del genocidio, en particular de
la realización simbólica, desde la perspectiva del sociólogo Daniel Feierstein.

1
Bahía Blanca: "Se develó un sistema represivo que en otros juicios no pudimos mostrar".
https://www.fiscales.gob.ar/lesa-humanidad/bahia-blanca-se-develo-un-sistema-represivo-que-en-otros-ju
icios-no-pudimos-mostrar/
Una parte de nosotros

En primer lugar es conveniente destacar, como se adelantara, que los jueces Jorge
Ferro y Martín Bava mencionaron expresamente, en el punto 41 de la parte resolutiva,
que los delitos descritos en el fallo “fueron perpetrados en el marco del genocidio
sufrido en nuestro país durante la última dictadura cívico-militar”, de acuerdo al
artículo II de la “Convención para la Prevención y Sanción del delito de genocidio”. En
ese sentido, repararon en que “la cuestión central que se discute sobre el análisis
normativo es si puede aplicarse el concepto de genocidio en el caso de nuestro país
debido a la exclusión que tanto la convención (como el Estatuto de Roma) hacen de la
categoría de ‘grupo político’”. Esa exclusión, recuerdan, fue criticada por la bibliografía
especializada en el tema.

Los magistrados citan a Feierstein e indican que “existen dos formas de interpretar el
concepto de genocidio. Una que se vincula con ‘odios ancestrales’, ‘discriminaciones
irracionales’, es decir, aquella que imposibilita aplicar el concepto de ‘destrucción
parcial del grupo nacional’ cuando se refiere al propio grupo, y ​una segunda forma de
interpretar el concepto​, que tiende a analizarlo como ‘​una tecnología de poder cuyo
objetivo radica en la destrucción de las relaciones sociales de autonomía y
cooperación y de la identidad de una sociedad​, por medio del aniquilamiento de una
fracción relevante (sea por su número o por los efectos de sus prácticas) de dicha
sociedad y del uso del terror, producto del aniquilamiento para el establecimiento de
nuevas relaciones sociales y modelos identitarios”. Ferro y Bava, evidentemente, se
inclinan por la segunda acepción.

En “​El concepto de genocidio y la ‘destrucción parcial de los grupos nacionales’​” el


sociólogo argentino pone de resalto que el encuadramiento de los hechos como
genocidio “permite que el conjunto de la sociedad pueda interrogarse acerca de los
efectos que el aniquilamiento ha generado en sus propias prácticas, ​quebrando la
ajenización acerca de lo que aparecería inicialmente como el sufrimiento de los otros y
observando que los efectos de un genocidio implican transformaciones en la propia
identidad, en el conjunto de la sociedad que sufre el terror, a partir de la ausencia de
una parte de sí”. Lo ventilado en el debate oral y público en torno al análisis que aquí
se intenta cobra verdadera dimensión bajo la concepción del genocidio como “la
destrucción ​de una parte de nosotros”​, con el fin último, en palabras de Feierstein, de
“cuestionar la imposición de la identidad del opresor que constituye el objetivo
estratégico de los perpetradores”.

Según el mismo autor “la comprensión del aniquilamiento en tanto destrucción parcial
del propio grupo, también permite ampliar el arco de complicidades en la
planificación y ejecución del terror​, al obligarnos a formular la pregunta acerca de
quiénes resultaron beneficiarios no solo de la desaparición de determinados grupos
sino, fundamentalmente, de la transformación generada en el propio grupo por los
procesos de aniquilamiento, sectores empresariales o políticos que en muchos
procesos genocidas han quedado impunes e invisibles, ya que la responsabilidad se
suele vincular sólo a los ejecutores materiales directos: militares, fuerzas de seguridad,
policías o miembros del partido gobernante”. Más allá de las responsabilidades penales
que pudieran caberle a las personas físicas -según las investigaciones que con poco
éxito tramitan en la justicia federal-, la intervención de un importante periódico regional
como La Nueva Provincia puede analizarse, justamente, desde esta perspectiva que
amplía las responsabilidades en la ejecución del terror, como intentaré reseñar más
adelante.

Reconstruir el pasado desde el presente

Por su parte, la socióloga Malena Silveyra -en el trabajo ​“El genocidio argentino y sus
representaciones. Aportes de los procesos judiciales en la construcción de la memoria
colectiva”- afirma que la realidad histórica no es un objeto aprehensible, “sino una
interpretación particular de un conjunto de hechos sociales a los que les asignamos
una importancia y significado específico en el presente”; y en ese sentido añade que
“las representaciones sobre el pasado serán determinantes para comprender nuestro
presente”. Cabe preguntarse, entonces, sobre el status de las publicaciones
cuestionadas en el juicio a la luz de la actualidad. ¿La divulgación de noticias falsas
operaron como un factor pensado para una incidencia de puro presente? O más aún,
¿el terrorismo de Estado ya preveía por entonces la utilización de las publicaciones
como las de La Nueva Provincia como archivos de consulta para la posterior
interpretación histórica de los sucesos?

De acuerdo al trabajo de la investigadora citado, las Fuerzas Armadas fueron las


primeras en construir un relato sobre lo que sucedía en el país, al sostener desde el
comienzo del proceso represivo que la Argentina se encontraba en guerra con las
fuerzas locales del comunismo internacional. El objetivo del enemigo era destruir el “ser
nacional”, por lo que ​había que librar la batalla contra “la subversión” para salvar a
la Patria​. Para Silveyra, “este modo de explicación apelaba a la estigmatización de los
sectores militantes y a promover la delación, al separar de la sociedad al ‘enemigo’ así
definido”; se conducía, de esa manera, al remanido “por algo será”.

El abordaje de la influencia de los medios de comunicación en la conformación de la


opinión pública y la construcción del sentido es uno de los principales objetos de las
ciencias sociales, y por ello corresponde hacer una mención: hay teorías que le
endilgan efectos más poderosos que otras, pero sea cual sea con la que se comulgue,
Eduardo Blaustein señalaba en ​Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso
que “prácticamente desde el nacimiento de la investigación en comunicación masiva ha
sido demostrado que los medios colaboran fuertemente en la creación de la agenda de
temas que una sociedad pone en discusión”. En esa obra, que recoge más de 300
tapas, 2000 citas textuales, notas y artículos tomadas de diarios, revistas y agencias de
noticias se sopesa que probablemente los medios no sean “omnipotentes a la hora de
manipular”, pero tampoco “una sociedad sale indemne de siete años de horror, dolor,
vacío y manipulación”. Y añade que “los medios gráficos de la dictadura, los ‘serios’ [en
alusión a La Nación, Clarín y La Razón] hacen de correa de transmisión y amplificación
de los discursos monocordes y verticales de las fuerzas armadas”.

Un ejemplo de la realización simbólica de las prácticas sociales genocidas en


Argentina

Enmarcado en el diagnóstico reseñado en el párrafo anterior, ​Eduardo Luis Duhalde


expresaba ya en 1998 ​en un artículo aportado a ​Decíamos ayer que “la lectura de la
prensa en los días anteriores y posteriores al golpe del 76 es reveladora del
comportamiento de los mercaderes de ideas envueltos en el mensaje mediático,
posibilitantes ​a priori ​y legalizadores una vez sucedido, aportando a la construcción de
la realidad social dictatorial”. “Luego, durante el tiempo que duró la dictadura, no sólo
omitieron informar”, sino que “no ahorraron elogios al régimen dictatorial y a sus
personeros” y, en lo que incumbe a este trabajo, elaboraron un discurso justificatorio
del golpe para la “normalización disciplinaria de la Nación”. Esos despliegues,
agregaba Duhalde, “contribuyeron a crear las condiciones en la conciencia social para
la instauración del modelo de Estado Terrorista a través de la producción simbólica de
sentido común”. Una vez más, creo que estas definiciones explican el rol de La Nueva
Provincia en los hechos alcanzados en el debate oral y público en cuestión.

La cuestión introducida por Silveyra más arriba en torno a la construcción de un


enemigo puede ser ejemplificada con la exposición del Ministerio Público Fiscal en la
etapa de alegatos, que, en lo que aquí interesa, es tratada en los fundamentos de la
sentencia desde la página 1984 en adelante. La Fiscalía resaltó que en la época de los
hechos “el diario la Nueva Provincia manipulaba, escondía, encubría, tergiversaba,
deformaba y falseaba los hechos ocurridos en Bahía Blanca y que la conducta del
medio, lejos de ser el ejercicio legítimo del derecho a la libertad de expresión, fue un
acto perfectamente proyectado junto con los altos mandos militares, y que era esencial
e indispensable al plan criminal”.

Sobre ello es pertinente recordar que de acuerdo a la periodización del caso argentino
que Feierstein realiza en ​El genocidio como práctica social,​ la etapa de “realización
simbólica” implicó una narrativa por la que las víctimas eran “tan sólo algunos grupos
de ‘delirantes’ que tomaron las armas, sin conexión con la sociedad”. Esa negación de
identidad de la militancia intentó ser estructurada racionalmente por los discursos de
transferencia de la culpa, que para el sociólogo citado operó con el accionar
contestatario del “demonio de izquierda” que provocó la reacción del poder militar. Esa
reacción sería luego enmascarada como desmesurada y excesiva, pero sólo en
relación a las víctimas “inocentes”. Considero que las operaciones realizadas por La
Nueva Provincia encajan en este esquema, por cuanto tendían a justificar la respuesta
de la represión frente a esos “delirantes”.

Sin adentrarse en el debate sobre la cuestión de la verdad procesal, la verdad histórica


y el rol de los jueces, cabe destacar que el Tribunal dijo respecto a lo postulado por la
Fiscalía que “la expresión de la verdad en el estricto marco de lo acontecido en este
juicio, fue seriamente afectada por una comprobada campaña de desinformación y de
propaganda inexacta, destinada no solo a imponer la versión de los victimarios, sino
principalmente a colaborar en la creación de un estado tal de anomia legal en la
sociedad, que permitió el ejercicio brutal de violencia irracional y desatada por parte de
la estructura estatal”. No obstante, desde el planteo de Feierstein esa violencia no fue
tanto irracional o desatada, como sugeriría su juzgamiento sólo como crímenes de lesa
humanidad.

Para el TOF de Bahía Blanca, la conducta del matutino por fuera del derecho a la
libertad de expresión tuvo como rasgo fundamental la “inducción de culpa sobre la
propia víctima, sus familiares y amigos, la persuasión al silencio de toda la población y
la incitación a considerar a los opositores como inadaptados sociales, que conduce a la
deshumanización del grupo humano que es contrario al ‘estilo de vida argentino’”. “Con
el hábil manejo de información tergiversada (compuesta con sucesivas supuestas
‘oleadas de acciones terroristas’ en las que se combinaron asesinatos, tortura y
desapariciones, ajenas a la verdad), se ha logrado en distintos períodos paralizar el
cuestionamiento por parte del cuerpo social a la violación del estado constitucional,
plasmando una supuesta irreductible lucha que imbuía terror en la población,
silenciándose así la perpetración de crímenes hasta ahora impunes”, continúa el fallo.

Según el veredicto, las publicaciones de primicias sobre falsos “enfrentamientos con


elementos subversivos”, como “las comunicaciones del ejército con la población en
general, respondieron a ‘necesidades operacionales psicológicas’, acorde a lo
prescripto en el ‘Reglamento RC-5-1 (reservado) Acción Sicológica’ y era ‘La Nueva
Provincia’ el medio periodístico encargado de volcar tales falsedades a la población de
Bahía Blanca”. Eran, en definitiva, transcripciones de comunicados del V Cuerpo del
Ejército que encubrían “actos de naturaleza criminal”.

Los casos y la forma de reparación ordenada en la sentencia

Los jueces reseñaron que el método alcanzó “grados de depravación inusitados” en


casos como el de:

Fernando Jara. ​“El mismo día de su asesinato, La Nueva Provincia


publicó un artículo donde se lo señalaba con nombre y apellido como
integrante de un grupo de delincuentes subversivos y publicó la noticia
del enfrentamiento fraguado de Jara, señalando que no había podido
determinarse la filiación del terrorista. Jara fue inhumado como N.N. y
hasta el día de hoy sus restos están desaparecidos”. ​Jara, ​en realidad,
había estado detenido alrededor de seis meses en el centro
clandestino de detención “La Escuelita” previamente a su homicidio.
Daniel Hidalgo y Olga Souto Castillo. ​“Otro enfrentamiento fraguado; allí
también se encubría la verdadera identidad de la otra víctima del caso,
Olga Silvia Souto Castillo, que permaneció desaparecida por una
década, y sus restos pudieron identificarse recién en democracia”.

Daniel José Bombara. ​“La Nueva Provincia se acoplaba al método, y


difundía la noticia del supuesto robo del cadáver de la víctima y refería
a la desaparición de personas. Allí informaban los antecedentes como
terrorista de Bombara” y “haber recibido un llamado en el que el
secuestro del cadáver era autoadjudicado por una organización
subversiva”.

Ante “blanqueos” de secuestros, ​“en donde las víctimas que eran


puestas a disposición del Poder Ejecutivo, y continuaban en cautiverio
en sedes penitenciarias, eran denostadas frente [al público], como
sucedió en los casos de Bohoslavsky, Rubén Ruiz y Julio Ruiz, el de
los hermanos Bustos y Mario Medina, el de Benamo y de Stirnemann”.

Resolución y reparación

El TOF de Bahía Blanca, en el punto 52 de la parte resolutiva del fallo, ordenó -para
cuando quede firme- que el diario La Nueva Provincia de esa ciudad publique la
rectificación, “como acto moralmente reparatorio y de reconstrucción de la memoria, de
la publicación oportunamente vertida en la que se informaba a la ciudadanía que
Fernando Jara, Daniel Guillermo Hidalgo, Olga Silvia Souto Castillo, Daniel José
Bombara, Rubén Ruiz, Julio Ruiz, Mario Medina, Pablo Victorio Boholavsky, Víctor
Benamo y Orlando Luis Stirneman fueron detenidos o abatidos en enfrentamientos
militares cuando quedó acreditado en este proceso que fueron objeto de secuestro,
tortura, y en su caso, fusilamiento por parte del personal militar de la época, haciendo
expresa mención de la fecha, página y sección en la que fueran vertidas esas noticias”.

De esa manera hizo lugar de manera parcial al pedido del Ministerio Público Fiscal y
las querellas. La Fiscalía había considerado que con su petición “se construye la
verdad y la memoria como costados importantes de estos procesos, formando parte del
cumplimiento por parte del Estado Argentino de la obligación de reparar las
consecuencias de las ​violaciones a los derechos humanos cometidas por el
aparato estatal en complicidad con, en este caso, un medio de comunicación​”.

“Para conocer la verdadera historia de los desaparecidos y muertos en este juicio, para
enmendar las historias de las víctimas que en sus páginas todavía figuran como
delincuentes y a fin que esta ciudad, sus localidades vecinas, sus familiares y amigos
sean reparados aunque sean en forma minúscula La Nueva Provincia deberá publicar
(...) que los asesinos y torturadores han sido condenados y ​los nombres de aquellas
personas que fueron distorsionados en sus historias de vida como una manera de
fortalecer la libertad de información que obliga a puntualizar que el público en general
tiene derecho a que la misma sea abierta, pública, accesible pero, fundamentalmente,
verdadera”, concluyeron los jueces.

La relevancia de lo dicho por el Tribunal para la reparación de las víctimas, sus


familiares y amigos también es extensible a la ciudadanía en su conjunto en el sentido
propuesto por Elizabeth Jelin, si se concibe a este tipo de resoluciones como un aporte
de la memoria que quiebra la ajenización y el daño a “una parte del nosotros” producido
como consecuencia de la destrucción de las relaciones sociales y de identidad que
Feierstein le atribuye al genocidio.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

Blaustein​, Eduardo y ​Zubieta​, Martín. ​“Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso”.​
⎥Colihue ⎥1era edición. 2da reimpresión (2006).
_Duhalde​, Eduardo Luis. “Una reflexión sobre el bloque civil del terrorismo de Estado”.
En ​“Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso”​.

Feierstein​, Daniel. “​El concepto de genocidio y la ‘destrucción parcial de los grupos


nacionales’​”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales⎥ Universidad Nacional
Autónoma de México Nueva Época, Año LXI, núm. 228 ⎥ septiembre-diciembre de 2016 ⎥ pp.
247-266.
_“​El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia argentina”​ . ⎥
Fondo de Cultura Económica ⎥ 2da edición. 1era reimpresión (2014).

Silveyra​, Malena. ​“El genocidio argentino y sus representaciones. Aportes de los procesos
judiciales en la construcción de la memoria colectiva”.​ Revista Crítica Penal y Poder
⎥Universidad de Barcelona ⎥Nº10, marzo de 2016 ⎥ páginas 28-52.

Causa ‘González Chipont Julio Guillermo y otros s/ Privación ilegal de libertad (Art.144 bis
inc.1). Los fundamentos de la sentencia se pueden consultar en
https://www.cij.gov.ar/nota-28788-Lesa-humanidad--difunden-fallo-que-conden--a-prisi-n-perpet
ua-a-21-acusados-en-un-juicio-oral-en-Bah-a-Blanca.html

“​Repensando la relación entre memoria y democracia: entrevista a la socióloga argentina


Elizabeth Jelin”​ ⎥ Stockholm Review of Latin American Studies. N°7, diciembre de 2011.

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