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Esta monografía aborda la sentencia del Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca en la
causa ‘González Chipont Julio Guillermo y otros s/ Privación ilegal de libertad (Art.144
bis inc.1) (Lesa Humanidad), por la que en octubre de 2017 se condenó a treinta
personas por delitos de lesa humanidad cometidos en esa jurisdicción en perjuicio de
105 víctimas. El tribunal sostuvo que los hechos, por los que se impusieron 21 penas
de prisión perpetua y otras nueve de entre tres y catorce años a oficiales y suboficiales
del Ejército, la Policía Federal, el Servicio Penitenciario Bonaerense y la Policía de Río
Negro, se produjeron “en el marco del genocidio sufrido en nuestro país durante
la última dictadura cívico-militar”, de manera que, al menos en este proceso judicial,
se consideró aplicable la figura en relación al aniquilamiento de una parte del grupo
nacional.
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Bahía Blanca: "Se develó un sistema represivo que en otros juicios no pudimos mostrar".
https://www.fiscales.gob.ar/lesa-humanidad/bahia-blanca-se-develo-un-sistema-represivo-que-en-otros-ju
icios-no-pudimos-mostrar/
Una parte de nosotros
En primer lugar es conveniente destacar, como se adelantara, que los jueces Jorge
Ferro y Martín Bava mencionaron expresamente, en el punto 41 de la parte resolutiva,
que los delitos descritos en el fallo “fueron perpetrados en el marco del genocidio
sufrido en nuestro país durante la última dictadura cívico-militar”, de acuerdo al
artículo II de la “Convención para la Prevención y Sanción del delito de genocidio”. En
ese sentido, repararon en que “la cuestión central que se discute sobre el análisis
normativo es si puede aplicarse el concepto de genocidio en el caso de nuestro país
debido a la exclusión que tanto la convención (como el Estatuto de Roma) hacen de la
categoría de ‘grupo político’”. Esa exclusión, recuerdan, fue criticada por la bibliografía
especializada en el tema.
Los magistrados citan a Feierstein e indican que “existen dos formas de interpretar el
concepto de genocidio. Una que se vincula con ‘odios ancestrales’, ‘discriminaciones
irracionales’, es decir, aquella que imposibilita aplicar el concepto de ‘destrucción
parcial del grupo nacional’ cuando se refiere al propio grupo, y una segunda forma de
interpretar el concepto, que tiende a analizarlo como ‘una tecnología de poder cuyo
objetivo radica en la destrucción de las relaciones sociales de autonomía y
cooperación y de la identidad de una sociedad, por medio del aniquilamiento de una
fracción relevante (sea por su número o por los efectos de sus prácticas) de dicha
sociedad y del uso del terror, producto del aniquilamiento para el establecimiento de
nuevas relaciones sociales y modelos identitarios”. Ferro y Bava, evidentemente, se
inclinan por la segunda acepción.
Según el mismo autor “la comprensión del aniquilamiento en tanto destrucción parcial
del propio grupo, también permite ampliar el arco de complicidades en la
planificación y ejecución del terror, al obligarnos a formular la pregunta acerca de
quiénes resultaron beneficiarios no solo de la desaparición de determinados grupos
sino, fundamentalmente, de la transformación generada en el propio grupo por los
procesos de aniquilamiento, sectores empresariales o políticos que en muchos
procesos genocidas han quedado impunes e invisibles, ya que la responsabilidad se
suele vincular sólo a los ejecutores materiales directos: militares, fuerzas de seguridad,
policías o miembros del partido gobernante”. Más allá de las responsabilidades penales
que pudieran caberle a las personas físicas -según las investigaciones que con poco
éxito tramitan en la justicia federal-, la intervención de un importante periódico regional
como La Nueva Provincia puede analizarse, justamente, desde esta perspectiva que
amplía las responsabilidades en la ejecución del terror, como intentaré reseñar más
adelante.
Por su parte, la socióloga Malena Silveyra -en el trabajo “El genocidio argentino y sus
representaciones. Aportes de los procesos judiciales en la construcción de la memoria
colectiva”- afirma que la realidad histórica no es un objeto aprehensible, “sino una
interpretación particular de un conjunto de hechos sociales a los que les asignamos
una importancia y significado específico en el presente”; y en ese sentido añade que
“las representaciones sobre el pasado serán determinantes para comprender nuestro
presente”. Cabe preguntarse, entonces, sobre el status de las publicaciones
cuestionadas en el juicio a la luz de la actualidad. ¿La divulgación de noticias falsas
operaron como un factor pensado para una incidencia de puro presente? O más aún,
¿el terrorismo de Estado ya preveía por entonces la utilización de las publicaciones
como las de La Nueva Provincia como archivos de consulta para la posterior
interpretación histórica de los sucesos?
Sobre ello es pertinente recordar que de acuerdo a la periodización del caso argentino
que Feierstein realiza en El genocidio como práctica social, la etapa de “realización
simbólica” implicó una narrativa por la que las víctimas eran “tan sólo algunos grupos
de ‘delirantes’ que tomaron las armas, sin conexión con la sociedad”. Esa negación de
identidad de la militancia intentó ser estructurada racionalmente por los discursos de
transferencia de la culpa, que para el sociólogo citado operó con el accionar
contestatario del “demonio de izquierda” que provocó la reacción del poder militar. Esa
reacción sería luego enmascarada como desmesurada y excesiva, pero sólo en
relación a las víctimas “inocentes”. Considero que las operaciones realizadas por La
Nueva Provincia encajan en este esquema, por cuanto tendían a justificar la respuesta
de la represión frente a esos “delirantes”.
Para el TOF de Bahía Blanca, la conducta del matutino por fuera del derecho a la
libertad de expresión tuvo como rasgo fundamental la “inducción de culpa sobre la
propia víctima, sus familiares y amigos, la persuasión al silencio de toda la población y
la incitación a considerar a los opositores como inadaptados sociales, que conduce a la
deshumanización del grupo humano que es contrario al ‘estilo de vida argentino’”. “Con
el hábil manejo de información tergiversada (compuesta con sucesivas supuestas
‘oleadas de acciones terroristas’ en las que se combinaron asesinatos, tortura y
desapariciones, ajenas a la verdad), se ha logrado en distintos períodos paralizar el
cuestionamiento por parte del cuerpo social a la violación del estado constitucional,
plasmando una supuesta irreductible lucha que imbuía terror en la población,
silenciándose así la perpetración de crímenes hasta ahora impunes”, continúa el fallo.
Resolución y reparación
El TOF de Bahía Blanca, en el punto 52 de la parte resolutiva del fallo, ordenó -para
cuando quede firme- que el diario La Nueva Provincia de esa ciudad publique la
rectificación, “como acto moralmente reparatorio y de reconstrucción de la memoria, de
la publicación oportunamente vertida en la que se informaba a la ciudadanía que
Fernando Jara, Daniel Guillermo Hidalgo, Olga Silvia Souto Castillo, Daniel José
Bombara, Rubén Ruiz, Julio Ruiz, Mario Medina, Pablo Victorio Boholavsky, Víctor
Benamo y Orlando Luis Stirneman fueron detenidos o abatidos en enfrentamientos
militares cuando quedó acreditado en este proceso que fueron objeto de secuestro,
tortura, y en su caso, fusilamiento por parte del personal militar de la época, haciendo
expresa mención de la fecha, página y sección en la que fueran vertidas esas noticias”.
De esa manera hizo lugar de manera parcial al pedido del Ministerio Público Fiscal y
las querellas. La Fiscalía había considerado que con su petición “se construye la
verdad y la memoria como costados importantes de estos procesos, formando parte del
cumplimiento por parte del Estado Argentino de la obligación de reparar las
consecuencias de las violaciones a los derechos humanos cometidas por el
aparato estatal en complicidad con, en este caso, un medio de comunicación”.
“Para conocer la verdadera historia de los desaparecidos y muertos en este juicio, para
enmendar las historias de las víctimas que en sus páginas todavía figuran como
delincuentes y a fin que esta ciudad, sus localidades vecinas, sus familiares y amigos
sean reparados aunque sean en forma minúscula La Nueva Provincia deberá publicar
(...) que los asesinos y torturadores han sido condenados y los nombres de aquellas
personas que fueron distorsionados en sus historias de vida como una manera de
fortalecer la libertad de información que obliga a puntualizar que el público en general
tiene derecho a que la misma sea abierta, pública, accesible pero, fundamentalmente,
verdadera”, concluyeron los jueces.
Blaustein, Eduardo y Zubieta, Martín. “Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso”.
⎥Colihue ⎥1era edición. 2da reimpresión (2006).
_Duhalde, Eduardo Luis. “Una reflexión sobre el bloque civil del terrorismo de Estado”.
En “Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el Proceso”.
Silveyra, Malena. “El genocidio argentino y sus representaciones. Aportes de los procesos
judiciales en la construcción de la memoria colectiva”. Revista Crítica Penal y Poder
⎥Universidad de Barcelona ⎥Nº10, marzo de 2016 ⎥ páginas 28-52.
Causa ‘González Chipont Julio Guillermo y otros s/ Privación ilegal de libertad (Art.144 bis
inc.1). Los fundamentos de la sentencia se pueden consultar en
https://www.cij.gov.ar/nota-28788-Lesa-humanidad--difunden-fallo-que-conden--a-prisi-n-perpet
ua-a-21-acusados-en-un-juicio-oral-en-Bah-a-Blanca.html