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UNIVERSIDAD ESPECIALIZADA DE LAS AMÉRICAS

FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIAL Y PEDAGOGÍA

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN ESPECIAL

¿CUÁL ES EL MEJOR AMBIENTE PARA DESARROLLAR LA EDUCACIÓN


ESPECIAL?

NATACHA GARCÍA

8-715-606

PRÁCTICA UNIVERSITARIA II

MGTR. REYNA RODRÍGUEZ

22 DE OCTUBRE DE 2019
¿CUÁL ES EL MEJOR AMBIENTE PARA DESARROLLAR LA EDUCACIÓN
ESPECIAL?

Hoy en día la Educación Especial no esta basada en la categorización de las


deficiencias; ahora se promueve el respeto a las necesidades educativas
especiales particulares, haciendo ajustes razonables con el objetivo de
alcanzar un desarrollo personal de cada niño de acuerdo a sus capacidades y
desafíos. Todas estas transformaciones se llevan a cabo en el aula y el entorno
escolar, que es el área de comunidad y convivencia por excelencia, es el
espacio que conforma un ambiente apto para la educación especial.
Etimológicamente hablando, ambiente es todo lo que nos rodea; lo tangible y lo
intangible.

En primera instancia, los niños necesitan poder acceder a su aula, al baño y los
entornos circundantes como el patio o el comedor, si los hubiera, tanto como
sea posible. Se entiende pues que lo que discapacita al niño no es su
deficiencia sino las barreras de acceso y participación que encuentra, en
detrimento de su aprendizaje, porque es bien sabido que el entorno adecuado
tiene un impacto positivo en la adquisición de conocimientos y habilidades.
Yendo de lo superficial a lo profundo, es recomendable pintar las paredes del
aula en tonos pasteles para favorecer la creatividad y la disposición al
aprendizaje; además, es conveniente colocar en ellas material colorido con
mensajes a los niños con discapacidad auditiva, intelectual y autismo (estos
últimos requieren permanentemente de carteles explícitos). En tanto, quienes
tengan discapacidad visual, trabajarán con estímulos táctiles, sonoros y
olfativos para potenciar sus sentidos remanentes.

En cuanto a las dimensiones del salón, el espacio ha de ser amplio, donde las
sillas se distribuyan de manera que se promueva la participación (en círculo o
en isletas), agrupando a los estudiantes según los ajustes razonables que
requieran y no por su discapacidad per se. Debe haber espacio suficiente para
deambular y rincones para la estimulación oportuna y la relajación. El mobiliario
debe ser específico para la edad y la condición de cada alumno, a fin de
favorecer la buena postura (tronco vertical, pies firmes) que permita la atención
de todos, especialmente de los alumnos con mayor compromiso motor.
Adicionalmente, han de contar con recursos que permitan su comunicación,
cuando ésta se vea afectada; sin olvidar que la educación especial es un
trabajo conjunto de un equipo multidisciplinario compuesto por logopedas,
fisioterapeutas, trabajadores sociales psicólogos, que asisten al niño en su
formación integral, en apoyo al docente, para que lleve a cabo rutinas y
actividades de forma individual y lo más normalizado posible en función de sus
competencias.

Debe ser un entorno limpio y ordenado, en beneficio de todos los niños y que
sirva para formarlos en cuanto a rutinas para crear hábitos de autocuidado y
socialización. No pueden faltar los materiales didácticos, que deben ir
gradualmente de lo concreto a lo abstracto, de lo general a lo específico, para
facilitar la comprensión global, como parte de los ajustes curriculares
pertinentes. Todos los niños, en algún momento y sin excepción, aprenden
mediante sus sentidos; por ello, el aula debe contar con cajas y libros
sensoriales individuales. De igual forma, los alumnos con discapacidad visual
contarán con material teflotécnico y recursos audibles y táctiles. En todos los
casos y siempre que sea posible, será una ventaja contar con juegos didácticos
(software) que los niños puedan usar para aprender por cuenta propia, en un
entorno virtual, donde las limitaciones pasan a un segundo plano.

Habiendo establecido de manera general como debe ser el entorno físico del
aula de educación especial, vale la pena enfatizar que se educa especialmente
para la vida, para desarrollar fortalezas que garanticen la autonomía del niño
con discapacidad; por lo tanto, en el aula de educación especial debe
trabajarse con la certeza de que todas las personas son competentes para
aprender, en ambientes cooperativos y solidarios, mediante el trabajo activo
orientado hacia la resolución de problemas, valorando las diferencias físicas,
intelectuales y culturales de los pares para que exista así, una real inclusión y
no el mero cumplimiento de una disposición legal. Es ahí donde entra el juego
el docente especial, quien, primero que nadie, ha de estar convencido del
potencial de cada niño con diversidad funcional, y en consecuencia, ha de estar
dispuesto a generar sutiles dinámicas que propicien su interacción armoniosa y
efectiva con los estudiantes del aula regular, eliminando las barreras de
participación, asumiendo que el respeto a las diferencias como un valor
inalienable que más temprano que tarde, reditúa a ambas partes.
INFOGRAFÍA

https://www.redalyc.org/pdf/551/55130175.pdf

file:///C:/Users/PC/Downloads/Dialnet-
AmbientesDeAprendizajeIncluyentesReflexionesDesdeU-5750758.pdf

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