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Los isleños han implementado muchas formas de recolección de agua desde sus
orígenes. En la época colonial, los españoles construyeron en Tierra Bomba un
pozo o también llamado aljibe muy cerca al mar, que les permitió recolectar el
agua lluvia y a veces agua dulce de acuíferos subterráneos. Opciones que no
brindaban, ni brindan seguridad para su salud, pero que definitivamente
calmaban su sed. Aunque han pasado 463 años desde la construcción de este
aljibe, que ahora parece más un botadero de basura, sigue siendo utilizado por
los habitantes para recolectar agua, especialmente para ser usada en el aseo
personal.
Así como el aljibe o los otros métodos de recolección del agua no son para nada
seguras ni saludables. Las aguas contaminadas son el mayor peligro para una
población que está en constante crecimiento, la formación de enfermedades por
culpa de la contaminación del agua recolectada para el consumo es muy regular
en la isla, la necesidad conlleva a las personas a utilizar cualquier método de
recolección de agua, llegando al extremo de en casos utilizar el agua salada del
mar, lo cual causa una reacción negativa en toda la población.
El tratamiento del agua salada para el consumo es una de las medidas que más
conviene a una población rodeada de agua salada y que mantiene una lucha
constante para no morir de sed. El tratamiento del agua salada se ve de manera
lógica, como el escape a la problemática que viven los habitantes de
Tierrabomba.
El agua en esta zona se maneja como un negocio que sin duda beneficia a unos
pocos y pone en riego a muchos más, el día que llega el bongo a Tierra Bomba.
Todos los domingos, este barco transporta desde Cartagena a la isla el recurso
hídrico. Por medio de unas mangueras, el bongo abastece las albercas que son
en su mayoría privadas. Los isleños deben pagar entre 800 y 1.000 pesos por
cada pimpina de agua a los propietarios de las albercas, convirtiendo este
recurso en un negocio.
Sin duda es la única forma en que los isleños tengan agua totalmente potable en
sus hogares, pero debemos tener en cuenta que la población pobre que oscila
en esta zona es de una mayor magnitud en relación con el tamaño de la
población. El pago mensual del servicio oscila entre 200.000 y 250.000 pesos
por domicilio, partiendo de que un solo galón cuesta 800 o 1000 pesos,
dependiendo de circunstancias surrealistas de modo, tiempo y lugar, y del poder
adquisitivo, que aquí constituye el drama del día a día. Sin duda es una cifra
exorbitante que tienen que pagar una de las poblaciones más pobres de toda
Colombia que está siendo dejada en el olvido de los entes gubernamentales.
Se expone el papel del Estado frente a la escasez de agua potable en la isla. Por
medio del informe ‘El derecho al agua’ de la Organización Mundial de la Salud y
la ONU fundamentamos que es el gobierno el encargado de suplir este recurso
a las comunidades. Es por ello que, hablamos de lo que ha hecho la Alcaldía de
Cartagena, sus proyectos y desaciertos frente a la situación, y así mismo, de la
función de Aguas de Cartagena (Acuacar), empresa encargada de suministrar
los servicios de acueducto y alcantarillado en la capital de Bolívar.
Uno de los primeros intentos del Distrito de Cartagena por llevar agua potable a
la isla de Tierra Bomba fue la construcción de un tanque de almacenamiento
comunitario con una capacidad de 125 metros cúbicos, que hoy por hoy se
encuentra en los distintos corregimientos. Sin embargo, su construcción no
cumplen con los requisitos de salubridad para almacenar agua y ahora estas
edificaciones son "elefantes blancos"
Otro intento por garantizar el agua potable a la isla la realizó el ex alcalde Manolo
Duque, quien prometió la instalación de plantas desalinizadoras en cada uno de
los corregimientos, un proyecto que se finalizaría en su último año de mandato y
que no llegó a comenzarse, pues Duque fue suspendido de su cargo.
Por ahora, los habitantes seguirán viviendo con las falsas promesas de los
nuevos alcaldes que aseguran se realizarán inversiones para garantizar el
acceso al agua potable a todos los habitantes de la isla de Tierra Bomba, un
pueblo que se resiste a morir de sed y cuya única solución que han encontrado
es unir fuerza y empoderarse de su situación.