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Realidad y juego winnicott


Objetos y fenómenos transicionales
(D.W.Winnicott, 1993) parte como primera hipótesis a la que llama la primera posesión,
donde el recién nacido usa parte de sus manos como los dedos, pulgares y puño, para
estimular la zona erógena oral (boca) donde el podrá satisfacer los instintos de la misma.
Posteriormente él bebe encontrara un placer al jugar con sus muñecas.
La madres en su momento darán al bebé un objeto con el cual se espera que se aficione a él
(chinesco, sonajas, peluches, etc.). Existirá una relación entre estos dos grupos de
fenómenos, separados por un intervalo de tiempo. (D.W.Winnicott, 1993)

Los objetos transicionales y fenómenos transicionales se introducen como términos para


designar una zona intermedia de experiencia entre su pulgar y el objeto dado por la madre.
Esto será la relación entre el erotismo oral y la verdadera relación de objeto.
Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la
base de la iniciación de la experiencia. Esa primera etapa de desarrollo es posibilitada por la
capacidad especial de la madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo cual le
permite forjarse la ilusión de que lo que él cree existe en realidad. (D.W.Winnicott, 1993)
La zona intermedia de experiencia, no discutida respecto de su pertenencia a una realidad
interna o exterior (compartida), constituye la mayor parte de la experiencia del bebe, y se
conserva a lo largo de la vida en las intensas experiencias que corresponden a las artes y la
religión, a la vida imaginativa y a la labor científica creadora.
Por lo general el objeto transicional del bebe se descarga poco a poco, en especial a medida
que se desarrollan los intereses culturales. Es claro que lo transicional no es el objeto; este
representa la transición del bebe, de un estado en que se encuentra fusionado a la madre a
uno de relación con ella como algo exterior y separado. (D.W.Winnicott, 1993)
Posteriormente el niño con un desarrollo adecuado llegara a ser una unidad, donde existirá
un limitante exterior e interior, es decir poseerá una realidad interna, un mundo interior,
siendo esta la tercera parte de la vida de un ser humano, es una zona de experiencia a la
cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior (D.W.Winnicott, 1993)
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Relación del objeto transicional con el simbolismo


Al igual que el pecho materno existirán otros objetos como una cobija (o lo que fura) que
simbolizara un objeto parcial. Cuando el simbolismo es empleado en el niño ya se distingue
con claridad entre la fantasía y los hechos
Es cierto que un trozo de frazada (o lo que fuera) simboliza un objeto parcial, como el
pecho materno. Pero lo que importa no es tanto su valor simbólico como su realidad.
Cuando se emplea el simbolismo el niño ya distingue con claridad entre la fantasía y los
hechos, éntrelos objetos internos y externos. (D.W.Winnicott, 1993)

(D.W.Winnicott, 1993) menciona que el objeto transicional refiere al proceso de


adquisición de la capacidad para aceptar diferencias y semejanzas. Existiendo así un
simbolismo en el tiempo que describe el viaje del niño desde lo subjetivo puro hasta la
objetividad, será el objeto transicional lo que vemos como un proceso hacia la experiencia.

Ilusión – desilusión
El niño no tiene posibilidad de pasar del principio del placer al de la realidad, si no existe
una madre lo bastante “buena”, siendo ella la que lleva acabo la adaptación activa a las
necesidades del niño y a su vez también las disminuye secuencialmente.
El niño tendrá una creciente capacidad para enfrentar al sentimiento de fracaso en materia
de adaptación para tolerar los resultados de la frustración.
A su vez él bebe cuenta con medios para enfrentar ese retiro materno como:
Su experiencia, una creciente percepción del proceso, comienza la actividad mental, usa las
satisfacciones auto eróticas; acude al recuerdo, fantasías, sueños; integración de pasado,
presente y futuro.
Si él bebe puede hacer el correcto uso de estos medios puede incluso llegar a sacar
provecho de la experiencia de su frustración, debido a que la adaptación incompleta a la
necesidad hace que los objetos sean reales ya sean estos tanto odiados como amados.
Como consecuencia él bebe puede resultar perturbado por una adaptación estrecha a la
necesidad, cuando esta adaptación continua por prolongado tiempo y no se permite su
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disminución natural , debido a que en un adaptación exacta el objeto que se comporta a la


perfección no es mucho más que una alucinación.

La ilusión y su valor
En un comienzo por una adaptación de casi 100%, la madre puede ofrecer al bebe la
oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él. Posteriormente la madre
deberá desilusionar al bebe de forma gradual, pero esto no se lograra si el principio no le
ofreció suficientes oportunidades de ilusión. (D.W.Winnicott, 1993)
Se desarrolla en él un fenómeno subjetivo que llamando pecho materno. En otros términos
él bebe se alimenta de un pecho que es parte de él y la madre da leche a un bebe que forma
parte de ella, así se crea una zona de ilusión (D.W.Winnicott, 1993)
La tarea principal de la madre, aparte de ofrecer la oportunidad para una ilusión, consiste en
desilusionarlo. Si las cosas salen bien en ese proceso de desilusión gradual, queda
preparado el escenario para las frustraciones que da el denominado destete. Si la ilusión y
desilusión toman un camino equivocado, él bebe no puede recibir algo tan normal como el
destete, ni dará una reacción a este.
La simple terminación de la alimentación a pecho no es un destete. En los fenómenos
transicionales inician las primeras etapas del uso de la ilusión, donde sin ellas no tiene
sentido para el ser humano la idea de una relación con un objeto que se percibe como
exterior. (D.W.Winnicott, 1993)

El Juego:
(D.W.Winnicott, 1993) dice que el juego es la primera instancia preocupante para el niño,
pero luego se transforma en una región difícil de abandonar.
Esta zona de juego no es una realidad psíquica interna sino que se encuentra fuera de él,
pero no es el mundo exterior. El niño reúne objetos o fenómenos de la realidad exterior,
cuando al jugar manipula fenómenos exteriores al servicio de los sueños.
Hay un desarrollo que va desde los fenómenos transicionales al juego compartido.
El niño comenzará a descubrir el mismo su propio juego y con los otros necesitando una
confianza para poder realizarlo comprometiendo así su propio cuerpo debido a la
manipulación de objetos. (D.W.Winnicott, 1993)
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En estos se vinculan extremadamente la excitación corporal que se presenta en el juego y


también a los sentimientos del niño en relación con los demás.
Los instintos son el principal peligro tanto para el juego como para el “yo” ya que algún
agente exterior explota los instintos del niño. En esencia, el juego es satisfactorio. Esto es
así cuando conduce un grado de ansiedad, la cual en un momento resulta insoportable para
el niño destruyendo el juego, llevándolo a la culminación frustrada con un sentimiento de
confusión mental. (D.W.Winnicott, 1993)
Una confusión alternativa como por ejemplo la provocación de la reacción de los padres,
nos lleva a decir que el juego llega a un punto de saturación debido a la acumulación de
experiencias.

El juego y la masturbación
El juego ha sido vinculado con la masturbación y con las distintas experiencias sensoriales.
Cuando presenciamos algún tipo de juego nos preguntamos cual es la excitación física
relacionado con el tipo de juego que estamos observando. Cuando el niño juega y no existe
el elemento masturbatorio o la excitación física el juego queda totalmente eliminado. Existe
una diferencia entre el sustantivo “juego” y el verbo “jugar”. (D.W.Winnicott, 1993)
Cuando un niño juega falta en esencia el elemento masturbatorio, es decir que cuando el
compromiso instintivo se hace evidente, el juego se detiene.

El jugar en el tiempo y en el espacio


Para asignar un lugar al juego, (D.W.Winnicott, 1993) postula la existencia de un espacio
potencial entre el bebe y la madre, que varía en gran medida según las experiencias vitales
de aquel en relación con esta figura materna y su enfrentamiento con el mundo interior y la
realidad exterior.
Lo universal es el juego y corresponde a la salud. Este facilita el rendimiento y por lo tanto
esta lo conduce a las relaciones de grupo. Puede ser una forma de comunicación en
psicoterapia y por último el psicoanálisis que se ha convertido en una forma de juego al
servicio de la comunicación consigo mismo y con los demás. (D.W.Winnicott, 1993)
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La psicoterapia y el juego:
Existe una relación entre paciente y psicoterapeuta donde se los ven como dos personas que
juegan juntas. Cuando el juego no es posible, la labor del terapeuta es llevar al paciente de
un estado en que no puede jugar a uno en que le es posible hacerlo.
(D.W.Winnicott, 1993) afirma que el juego debe ser estudiado como un tema por si mismo,
complementario del concepto del sublimación del instinto. El análisis infantil se centra en
el juego del niño, Melanie Klein cuando se ocupa del juego en sus escritos se refiere casi
siempre al uso de éste, el terapeuta busca la comunicación del niño y sabe que por lo
general no posee un dominio tal del lenguaje que le permita transmitir las sutilezas que
pueden hallar en el juego.
Según (D.W.Winnicott, 1993) todo lo que siga sobre el juego de los niños, rige también
para los adultos, se manifiesta por ejemplo en la elección de palabras, en las inflexiones de
la voz y en el sentido del humor.
El jugar tiene un lugar y un tiempo, no se encuentra adentro, pero tampoco afuera, es decir
no forma parte del mundo repudiado, el no-yo, lo que el individuo ha decidido reconocer
como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio, para dominar lo que está
afuera es preciso hacer cosas, no solo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo, por lo
tanto jugar es hacer. (D.W.Winnicott, 1993)
Lo universal es el juego y corresponde a la salud: facilita el crecimiento y por lo tanto esto
conduce a relaciones de grupo, puede ser una forma de comunicación en psicoterapia, lo
natural es el juego, y el fenómeno altamente refinado del siglo XX es el psicoanálisis.

(D.W.Winnicott, 1993)describe una secuencia de relaciones vinculadas con el proceso de


desarrollo del juego:
• El niño y el objeto se encuentra fusionados, la visión que tiene primero tiene del objeto es
subjetiva y la madre se orienta a hacer real lo que el niño está dispuesto a encontrar
• El objeto es repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva, esto depende de que
exista una madre dispuesta a participar y devolver lo que se ofrece, es decir que se
encuentra en un “ir y venir” que oscila entre ser lo que el niño tiene la capacidad de
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encontrar y ser ella misma, la confianza en la madre constituye un campo de juegos


intermedio, en el que se origina la idea de lo mágico, pues el niño experimenta la
omnipotencia, todo esto se relaciona con la formación de la identidad (Erikson) lo cual
(D.W.Winnicott, 1993) denomina campo de juego, porque el juego empieza en él, es un
espacio potencial que existe entre la madre y el hijo y los une.
• La etapa siguiente consiste en encontrarse solo en presencia de alguien, el niño juega
sobre la base del supuesto de que la persona a quien ama y que por lo tanto es digna de
confianza se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, después de
haberla olvidado. (D.W.Winnicott, 1993)

• La próxima etapa consiste en permitir una superposición de dos zonas de juego y disfrutar
de ella, primero es la madre quien juega con el bebé, tarde o temprano introduce su propio
modo de jugar y descubre que los bebés varían según su capacidad para aceptar o rechazar
la introducción de ideas que les pertenecen, así queda allanado el camino para jugar juntos
en una relación.
El juego por sí mismo es una terapia, cuando se consigue que los niños jueguen en
psicoterapia hay que considerar a sus juegos como parte de un intento de evitar los aspectos
aterradores del jugar.
Cuando los niños juegan tiene que haber personas responsables cerca, pero ello no significa
que deban intervenir en el juego. El juego es una experiencia siempre creadora, y es una
experiencia en el continuo espacio – tiempo. (D.W.Winnicott, 1993)
El juego tiene que ser espontáneo, o de acatamiento o aquiescencia, si se desea avanzar en
la psicoterapia.
Al jugar manipula fenómenos exteriores al servicio de los sueños
Hay un desarrollo que va de los fenómenos transicionales al juego
El juego implica confianza y pertenece al espacio potencial entre el bebe y su mama
El juego compromete al cuerpo
La excitación corporal en las zonas erógenas amenaza a cada rato al juego
El juego es satisfactorio
El juego llega a su propio punto de saturación que corresponde a la capacidad para contener
experiencias
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Bibliografía
D.W.Winnicott. (1993). Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.

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