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El autocontrol no tiene nada que ver con la “fuerza de voluntad”. Ya que se concibe como una
habilidad entrenable y, por tanto, adquirible en mayor o menor grado por todos los sujetos.
Manifestar autocontrol significa que el sujeto ha adquirido un conocimiento acerca de las relaciones
funcionales que controlan su comportamiento. Es entender que todo su comportamiento siempre
está regulado por unas variables y que ahora cambiamos esas variables para cambiar su
comportamiento.
1. Autoobservación: Para poder intervenir sobre una conducta, lo primero que se debe hacer es
detectarla, darse cuenta de su ocurrencia. El terapeuta tendrá que enseñar procedimientos de
registro. Pediremos a la persona que sea ella quien registre la conducta (por ej, lo que tarda en
vestirse, el número de veces que llora, el número de cigarrillos que se fuma, la cantidad y el tipo de
comidas que realiza…).
Sabemos que el hecho de registrar conductas afecta ya a éstas y que es fácil que se reduzcan las
conductas problemas por el simple hecho de ir registrándolas y viéndolas en gráficos.
2. Establecimiento de objetivos: El paciente habrá de decidir qué nivel de control quiere alcanzar sobre
la conducta problema (por ej, dejar de fumar completamente o sólo reducir el número de cigarros.
4. Aplicación de las técnicas en contexto real: Se pone en práctica en la vida real lo aprendido. Aquí se
seguirá el siguiente orden: (1) Autoobservación; (2) Aplicación de la técnica; (3) Autoevaluación; (4)
Autorrefuerzo o Autocastigo; (5) Autocorrección.
5. Revisión de las aplicaciones con el terapeuta: Una vez afrontadas las situaciones reales, en las
sesiones de terapia se revisarán las aplicaciones concretas, se analizarán las dificultades y se buscará
su solución.