En cierta ocasión, Pedro escribió acerca de las
Algunos
cartas de Pablo diciendo que “hay algunas cosas
en ellas que son difíciles de entender” (2 Pedro
3:16). Pero, la verdad es que, ¡podríamos decir
lo mismo de las cartas de Pedro! Miren, por
ejemplo, la declaración que ha mantenido
perplejos a sus lectores:
“Porque también Cristo padeció una sola vez
por los pecados, el justo por los injustos, para
llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en
la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual
también fue y predicó a los espíritus
encarcelados, los que en otro tiempo
desobedecieron, cuando una vez esperaba la
paciencia de Dios en los días de Noé, mientras
se preparaba el arca, en la cual pocas personas,
es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (1
Pedro 3:18-20, VRV 1960).
En el versículo 18, Pedro habla de la muerte
y resurrección de Cristo. Jesús fue “muerto en la
carne”, es decir, murió en su humanidad. Luego
fue resucitado, es decir, “vivificado en espíritu”.
1
Pero, ¿qué es “el espíritu” aquí?
intérpretes lo consideran el alma humana de
Jesús. Otros dicen que es el lugar donde el Jesús
resucitado ahora vive. Nosotros creemos que el
emparejamiento de la resurrección de Jesús con
“el espíritu” indica que Pedro se está refiriendo
al Espíritu Santo (véase Romanos 8: 4–11).
Jesús, dice Pedro, fue resucitado en el poder del
Espíritu Santo. (Cfr. 1 Pedro 3:18-20 en la
Nueva Versión Internacional)
PROCLAMADO A LOS ESPÍRITUS EN
PRISIÓN (O ESPÍRITUS OPRIMIDOS)
Si Pedro dice en el versículo 18 que Jesús resucitó
de entre los muertos por el poder del Espíritu
Santo, entonces está diciendo al comienzo del
versículo 19 que “en el [Espíritu] [Jesús] fue y
predicó a los espíritus encarcelados”. Muchos
intérpretes han llegado a decir que Pedro se refiere
a que, entre su muerte y su resurrección —o
incluso después de eso—, Jesús emprendió una
campaña de predicación en el infierno.
 ¿Quiénes se dice que son los objetos de la
predicación de Jesús?, “los espíritus
encarcelados” que “en otro tiempo
desobedecieron”. Pero ahora, ¿quiénes son estos
“espíritus”? Según algunos, serían las almas de
los creyentes del Antiguo Testamento, a quienes
Jesús jabría liberado del cautiverio y traído
consigo al cielo. El mensaje que Jesús proclama
—su muerte y resurrección— habría sido, por lo
tanto, una buena noticia para ellos.
Otros han tomado a estos “espíritus” como
las almas condenadas que habrían rechazado a
Noé varios milenios antes. Para tales individuos,
Jesús habría confirmado su condena al
proclamar su victoria sobre ellos y todos sus
enemigos en su muerte y resurrección. (Algunos
intérpretes han visto a Jesús ofreciendo una
oportunidad post mortem de fe y
arrepentimiento a estos “espíritus
encarcelados”).
ENTONCES, ¿QUÉ HIZO JESÚS?
Estas interpretaciones tienen al menos una cosa
en común. Ven a Jesús haciendo algo después
de su muerte y entierro, pero antes de su
ascensión a los cielos. Sin embargo, un
problema con tales interpretaciones es que
afirman una actividad de Jesús que no aparece
en ningún otro lugar de las Escrituras.
Deberíamos ser cautelosos al presentar tal
declaración sin un testimonio bíblico más claro.
Otro problema con tales interpretaciones se
deriva de la descripción de Pedro de estos
“espíritus” como aquellos que “en otro tiempo
desobedecieron […] en los días de Noé,
mientras se preparaba el arca” (v. 20). ¿Por qué
Jesús liberaría sólo a algunos santos del Antiguo
Testamento del cautiverio en el infierno? (¿Y
por qué Pedro describiría a los santos del
Antiguo Testamento de esta manera?) O, ¿por
qué Jesús proclamaría la condenación a una sola
generación de almas en el infierno, y no a otras?
Cada una de estas interpretaciones también
conlleva sus propias responsabilidades. No hay
un testimonio claro en las Escrituras de que los
creyentes del Antiguo Testamento, al morir,
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fueran confinados al limbus patrum (“el limbo
de los padres”) hasta el momento en que Cristo
los liberó en su resurrección.
La enseñanza de Jesús en la parábola de
Lázaro y el hombre rico apuntaría en una
dirección contraria. A su muerte, las almas de
los creyentes del Antiguo Testamento entrarían
inmediatamente a la presencia de Dios (Lucas
16:22). A parte de que ya hemos demostrado
que la idea de que los muertos justos se van
inmediatamente a la presencia de Dios no es
bíblica, no hay ninguna razón clara por la cual
Cristo viajaría al infierno para proclamar su
victoria a cualquier alma humana condenada. Y
ciertamente no hay una orden bíblica para una
oferta de salvación para aquellos que ya han
muerto (ver Hebreos 9:27). El juicio final,
después de todo, tomará en cuenta solo lo que
uno ha hecho en esta vida, no nada hecho en el
más allá (1 Pedro 1:17; 2 Corintios 5:10;
Hebreos 9:27).
Aún otros han tomado estos “espíritus” como
ángeles malvados sobre los cuales Cristo habría
triunfado en su resurrección. Se dice que Jesús
habría anunciado su conquista de la resurrección
sobre los poderes y autoridades espirituales, que
estarían atados al cautiverio infernal. Este punto
de vista puede implicar una proclamación de
victoria en el infierno, pero no es necesario. Si
bien es cierto que la resurrección de Jesús
declaró la victoria sobre sus enemigos
espirituales y demoníacos (ver versículo 22), es
dudoso que Pedro tuviera esa victoria en mente
en el versículo 19. Pareciera que Pedro estuviera
entiendo que los “espíritus” del versículo 19 son
seres humanos cuando dice que fueron
desobedientes “en los días de Noé, mientras se
preparaba el arca” (v. 20).
UNA MEJOR INTERPRETACIÓN
Hay otra forma de interpretar las palabras de
Pedro que evita estas dificultades y explica el
contexto de estos versículos dentro del
argumento del apóstol: el que proclama el
versículo 19 no es el Jesús resucitado. Es Jesús
quien predica, sin duda, pero lo hace en el en el ministerio de proclamación de Noé, y el
Espíritu Santo, mediante su Espíritu. Espíritu por el cual Cristo resucitó de los
muertos. Nuestra tarea no es inútil. Jesús
El momento de esta proclamación no es la
resucitado ha ganado la victoria (1 Pedro 3:21–
ventana entre la muerte y la ascensión de
22). No debemos temer ni desesperar (1 Pedro
Jesucristo. Es durante la vida de Noé. Cristo
3:14). Más bien, deberíamos “santifica[r] a Dios
predicó a través de Noé.
el Señor en vuestros corazones" al contarles a
Entonces, ¿qué dice Pedro? Él está diciendo otros acerca de él (1 Pedro 3:15).
que Noé, en el curso de la construcción del arca,
Es bueno saber que nuestro Salvador ha
dio testimonio del juicio venidero de Dios. Noé
ganado la victoria, ¿no es cierto? Pedro nos
era el “pregonero de justicia”, como dice Pedro
recuerda que no vivamos en vista de lo que
en su segunda carta (2 Pedro 2:5). Noé predicó
nuestros sentidos nos dicen, sino por lo que
en el poder del Espíritu Santo, el Espíritu a
sabemos por fe que es verdad. Jesús es rey y
quien Pedro llamó antes “el Espíritu de Cristo"
está trabajando entre y a través de nosotros
(1 Pedro 1:11). Pero los hombres y mujeres de
mediante su Espíritu. Seamos fieles y
la generación de Noé, a pesar de “la paciencia
sirvámosle en medio de nuestra generación
de Dios” para retrasar el juicio, rechazaron esa
perversa.
proclamación porque estaban “presos” o
“encarcelados” o “sometidos” a la voluntad de
los espíritus malvados y demoníacos que los “Por una fe inteligente…”
poseían y los controlaban.
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PREPARÉMONOS PARA DAR RAZÓN
a.h.toledo@hotmail.com
Estas palabras habrían traído un tremendo
estímulo pastoral a los primeros lectores de
Pedro. Muchos de ellos eran gentiles, que
habían sido redimidos de vidas inútiles y
malvadas (1 Pedro 1:18, compárese con 4:3–4;
cf. Efesios 2:12). Estos creyentes ahora estaban
siendo perseguidos por su fe, una realidad
explícitamente abordada en 1 Pedro 3:8–17. A
pesar de esta persecución, siempre debían estar
“preparados para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo el que os
demande razón de la esperanza que hay en
vosotros” (1 Pedro 3:15-16).
¿Cómo pueden los creyentes hacer este arduo
trabajo? En 1 Pedro 3:18–20, Pedro nuevamente
nos señala la muerte y resurrección de Cristo
para los pecadores. Los creyentes de hoy, como
Noé en la antigüedad, están llamados a dar
testimonio de la esperanza del evangelio ante un
mundo gobernado por Satanás y sus huestes
espirituales que se burla y nos desprecia con su
incredulidad. Pero lo hacemos en el poder del
Espíritu Santo: el Espíritu de Cristo que actuó