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Nancy Deffebach
San Diego State University
Frida Kahlo utilizó el arte precolombino del Occidente de México para crear una
narrativa en la que ella asume una posición dentro de la historia del arte mexica-
no. Kahlo representó al menos un objeto precolombino en siete pinturas, y en
cinco de ellas, el objeto es una pieza de cerámica del Occidente de México. Estas
pinturas comprenden cuatro autorretratos y una naturaleza muerta y fueron
creadas entre 1932 y 1951. Las pinturas son Autorretrato en la frontera entre México y
los Estados Unidos (1932), Cuatro habitantes de la Ciudad de México (1938), La mesa
herida (1940), Autorretrato con changuito (1945) y Naturaleza muerta (1951).
En cada una de estas pinturas, la pieza de cerámica del Occidente de
México se basa en un objeto real y cumple una función significativa en la pin-
tura. Kahlo siempre empleaba objetos del Occidente de México para construir
una narrativa o desarrollar el tema de la pintura; la pieza de cerámica puede
representar un estado emocional, expresar una idea conceptual, o ambos. Este
ensayo explorará por qué Kahlo tenía un interés especial en el arte del Occi-
dente de México, identificará los objetos precolombinos que representaba, y
examinará el papel de las piezas de cerámica en las pinturas.
La presencia de la cerámica del Occidente de México en la obra de Kahlo
es testimonio de su profundo aprecio por el arte del antiguo México y la im-
portancia que le otorgaba al arte precolombino. Al mismo tiempo, utilizó los
objetos del Occidente de México para asumir una posición dentro de la historia
del arte indígena mexicano y proclamar su propia autenticidad. Por supuesto,
el término autenticidad es altamente problemático. En la película Todo sobre mi
madre de Pedro Almodóvar, el personaje de Agrado, un travesti que ha invertido
mucho dinero en cirugía plástica para crear la cara y el cuerpo que quiere, le
dice a la audiencia: “Que cuesta mucho ser auténtica, señora. Y en estas cosas no
hay que ser rácana. Porque una es más auténtica cuanto más se parezca a lo que
se ha soñado de sí misma”.1 Kahlo utiliza la cerámica del Occidente de México
1
Estas palabras fueron pronunciadas por el personaje de Agrado en la película Todo sobre mi
madre (1999) de Pedro Almodóvar.
[157]
158 Nancy Deffebach
2
Joan Borsa, “Frida Kahlo: Marginalization and the Critical Female Subject”, en Third Text
12 (otoño de 1990), p. 26.
3
Janis Bergman-Carton, “Like an Artist” en Art in America 81 (enero de 1993), p. 37.
4
Diego Rivera citado por Adelina Zendejas, “Diego, el millonario guardador de tesoros”, en
El Gallo Ilustrado, suplemento dominical de El Día, 20 de septiembre de 1964.
Frida Kahlo y el Occidente de México 159
México eran tarascas, así que esta historia establece un vínculo directo entre el
naciente interés de Rivera por el arte precolombino y las culturas del Occidente
de México. Guadalupe Rivera Marín, la hija de Rivera, opina que su padre em-
pezó a ser un serio coleccionista del arte del Occidente de México en fecha pos-
terior. Según Guadalupe Rivera Marín, cuando sus padres viajaron por primera
vez a Guadalajara para conocer a su familia materna, los hermanos de su madre,
Federico y Francisco Marín “estaban muy enterados de toda la cultura de Occi-
dente. Ya en casa de mi abuela había piezas muy bellas de Occidente, y mi padre
las vio y se empezó a interesar por ir a los estados que están en el Occidente”.5
Años después, Guadalupe Rivera Marín viajaría con su padre a Colima para com-
prar piezas de arte prehispánico.
En 1941, se publicó una antología de las piezas de la colección de Rivera
en Art of Ancient Mexico: Selected and Photographed from the Collection of Diego Ri-
vera.6 Si bien el libro incluye una mescolanza de objetos olmecas, zapotecas,
toltecas, mixtecas y mexicas, aproximadamente 60% de los objetos eran de
Nayarit y Colima, revelando así la predilección de Rivera por el arte del Occi-
dente de México.7 Tres de las esculturas precolombinas que Kahlo representó
en sus pinturas están reproducidas en este libro.
En 1946, tuvo lugar la primera exposición importante dedicada exclu-
sivamente al arte del Occidente de México en el Palacio de Bellas Artes de la
Ciudad de México.8 La colección de Rivera constituía el núcleo de la exposi-
ción. Muchos de los otros coleccionistas que aportaron piezas a la exposición
eran artistas: Manuel Álvarez Bravo, Roberto Montenegro, Carlos Orozco Ro-
mero, el arquitecto Manuel Parra, Jesús Reyes Ferreira y Juan Soriano. Salvador
Toscano, Paul Kirchhoff y Daniel F. Rubín de la Borbolla contribuyeron con
ensayos para el catálogo de la exposición. Dos de las esculturas precolombinas
que Kahlo representó en sus pinturas están reproducidas en el catálogo.
Con los años, Rivera amasó una enorme colección de arte precolombino.
En 1941 empezó a construir un local para su colección, que denominó Ana-
huacalli (o Casa del Valle de México en náhuatl), en el Pedregal de San Pe-
dro Tepetlapa. Según el mismo Rivera, el edificio tiene “una combinación de
5
Guadalupe Rivera Marín, entrevista con la autora, 9 de junio de 2006, Ciudad de México.
6
Gilbert Medioni y Marie-Thérèse Pinto, Art in Ancient Mexico: Selected and Photographed from
the Collection of Diego Rivera, Nueva York, Oxford University Press, 1941.
7
La cultura formativa de Tlatilco fue otro de los focos de la colección de Rivera. El antiguo
cementerio de Tlatilco fue descubierto debajo de una fábrica de ladrillos en las afueras de la
Ciudad de México en 1936. Rivera y Miguel Covarrubias iban con frecuencia a Tlatilco en busca
de figurillas, máscaras, vasijas, sellos y otros objetos. Covarrubias encabezó la primera excavación
científica de Tlatilco en 1942 y después publicó artículos sobre el sitio. Con el tiempo, los artefac-
tos de Tlatilco pasaron a ser una parte importante de la colección de Rivera pero, inexplicable-
mente, en Art in Ancient Mexico no hay representados objetos de este sitio.
8
Salvador Toscano, Paul Kirchhoff y Daniel F. Rubín de la Borbolla, Arte precolombino del
Occidente de México, México, Secretaría de Educación Pública, 1946.
160 Nancy Deffebach
9
Diego Rivera con Gladys March, Mi arte, mi vida, México, Editorial Herrero, 1963, p. 195.
10
Rivera con March, Mi arte, mi vida, op. cit., pp. 195-196.
11
“Anahuacalli: Museo Diego Rivera”, número especial de Artes de México, núms. 64/65, año
12, 1965, p. 34.
12
Barbara Braun, Pre-Columbian Art and the Post-Columbian World: Ancient American Sources of
Modern Art, Nueva York, Harry N. Abrams, 1993, p. 235.
13
La excepción a esta afirmación es que los artefactos de Tlatilco están bien representados
en Anahuacalli, pero no aparecen en Art of Ancient Mexico.
Frida Kahlo y el Occidente de México 161
14
Barbara Braun, “Western Mexican Art and Modern Artists”, en Ancient West Mexico: Art
and Archaeology of the Unknown Past, Richard Townsend (ed.), Nueva York, Thames and Hudson /
Art Institute of Chicago, 1998, p. 268; Braun, Pre-Columbian Art and the Post-Columbian World, op.
cit., pp. 240-241.
15
Braun, Pre-Columbian Art and the Post-Columbian World, op. cit., p. 241.
16
Furst viene proponiendo interpretaciones shamanísticas del arte mesoamericano, por lo
menos, desde 1978. Peter T. Furst, The Ninth Level: Funerary Art from Ancient Mesoamerica: Selections
from the Gerald and Hope Solomons Collection, catálogo de exposición, Iowa, Museo de Arte de la Uni-
versidad de Iowa, 1978, pp. 26-27, pp. 42-43.
17
Judy Sund afirma que son los “aspectos caricaturescos de las estatuillas de Nayarit, Jalis-
co, y Colima” los que motivaron que Rivera evitara referencias frecuentes a ellos en sus murales.
Aunque considero que esta parte del argumento de Sund se ve influido por su comentario sobre
los anuncios de Kahlúa, los cuales realmente presentan a las estatuillas del Occidente de México
como cómicas, es válida y perspicaz su observación sobre la relativa rareza de las referencias a
artefactos del Occidente de México en los murales de Rivera. Judy Sund, “Beyond the Grave: The
Twentieth-Century Afterlife of West Mexican Burial Effigies”, en Art Bulletin 82, núm. 4, dic. de
2000, pp. 734-767.
18
Sund, “Beyond the Grave: The Twentieth-Century Afterlife of West Mexican Burial Effi-
gies”, op. cit., p. 744.
19
En artículos publicados sobre varios aspectos del arte mexicano, Rivera usó los adjetivos
“extraordinarios”, “maravillosas”, y “portentosa” para describir el arte cerámico del Occidente
de México. Rivera citado por Sund, “Beyond the Grave: The Twentieth-Century Afterlife of West
Mexican Burial Effigies”, op. cit., p. 744.
162 Nancy Deffebach
20
Arturo Estrada, entrevista con la autora, 13 de junio de 2006, Ciudad de México.
21
Guillermo Monroy, entrevista con la autora, 7 de junio de 2006, Cuernavaca, México.
22
Fernando Gamboa, entrevista con la autora, 27 de julio de 1984, Ciudad de México.
23
Fernando Gamboa, entrevista con la autora, 20 de agosto de 1984, Ciudad de México.
24
Nancy Deffebach, “Frida Kahlo: Heroism of Private Life”, en Heroes and Hero Cults in Latin
America, Austin, University of Texas Press, 2006, pp. 185-189.
25
Esta afirmación sobre los hombres inventando dioses en su delirio, la hizo Kahlo de pasada
en su ensayo “Retrato de Diego”. Sus palabras exactas son: “La forma de Diego, es la de un monstruo
entrañable, al cual la abuela, Antigua Ocultadora, la materia necesaria y eterna, la madre de los hom-
bres, y de todos los dioses que éstos inventaron en su delirio, originados por el miedo y el hambre,
la mujer, entre todas ellas –yo– quisiera siempre tenerlo en brazos como a su niño recién nacido”.
Frida Kahlo, “Retrato de Diego” en Diego Rivera: 50 años de su labor artística: exposición de homenaje na-
cional, México, Departamento de Artes Plásticas, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1951, p. 38.
26
La literatura reciente que identifica imágenes de shamanes y gobernantes en la cerámi-
ca del Occidente de México incluye los estudios de Peter Furst y Mark Miller Graham. Peter T.
Frida Kahlo y el Occidente de México 163
Furst, “Shamanic Symbolism, Transformation, and Deities in West Mexican Funerary Art”, y Mark
Miller Graham, “The Iconography of Rulership in Ancient West Mexico”, en Ancient West Mexico,
pp. 169-189 y 191-203.
27
Hayden Herrera, Frida: Una biografía de Frida Kahlo, México, Diana, 1985, p. 134.
28
Betty Ann Brown, “The Past Idealized: Diego Rivera’s Use of Pre-Columbian Imagery”
en Diego Rivera: A Retrospective, Nueva York, Founders Society of Detroit Institute of Arts / W.W.
Norton, 1986, pp. 142-143.
164 Nancy Deffebach
1. Frida Kahlo, Autorretrato en la frontera entre México y los Estados Unidos, 1932, óleo
sobre lámina, 31.8 x 34.9 cm. Colección de María Rodríguez de Reyero, Nueva York.
Foto: Nancy Deffebach. D.R. © 2012 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso
relativo a los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo. Av. 5 de Mayo No. 2, Col. Centro,
Del. Cuauhtémoc 06059, México, D.F. Reproducción autorizada por el Instituto
Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2012.
29
Jacinto Quirarte, “Mexican and Mexican American Artists in the United States:1920-1970”,
en The Latin American Spirit: Art and Artists in the United States, 1920-1970, Nueva York, Bronx
Museum of the Arts/Harry N. Abrams, 1988, p. 53.
Frida Kahlo y el Occidente de México 165
vación de Malinalco no empezó sino hasta 1936, así que la similitud es pura
coincidencia o basada en información previa a la excavación del sitio.30
Por otro lado, Kahlo pintó con tal precisión dos de los objetos precolombi-
nos en Autorretrato en la frontera entre México y los Estados Unidos que se puede identi-
ficar la pieza original (el tercer objeto es una calavera que es demasiado genérica
para poder ser identificada).31 La figura femenina al extremo izquierdo de la
pintura representa a una mujer desnuda que sostiene con la mano izquierda
un tazón de comida y con el brazo derecho carga cerca de su pecho a un bebé. La
figura es la copia exacta de un objeto de Jalisco de la colección del Museo Nacio-
nal de Antropología de la Ciudad de México (fig. 2). La estatuilla de la colección
del museo está dañada: falta la cabeza del bebé, un defecto del que Kahlo tomó
nota minuciosamente y probablemente alude a su reciente aborto.32
El otro objeto identificable en Autorretrato en la frontera entre México y los
Estados Unidos es una vasija antropomorfa de Casas Grandes, que aunque no es
del Occidente de México es importante mencionarla, pues muestra la inten-
cionalidad de Kahlo en la selección de los objetos que representaba. La vasija
antropomorfa, propiedad de Rivera y posteriormente reproducida en Art of
Ancient Mexico, representa a una mujer y está decorada con llamativos patrones
geométricos.33 Casas Grandes está ubicado en el noroeste de México, a unos
160 kilómetros al sur de la frontera entre México y Estados Unidos. Del 1150 al
1400 d.C., esta zona era el centro del comercio entre Mesoamérica y el sudoes-
te de Estados Unidos.34 La decisión de Kahlo de elegir un objeto proveniente
de un lugar que siempre ha abarcado ambas culturas contribuye al foco que
pone la pintura en las fronteras internacionales y las diferencias culturales.
Tanto el objeto como la representación que hizo Kahlo de él, enfatizan los
genitales de la mujer de manera pronunciada, sugiriendo la importancia que
le daban tanto Kahlo como la cultura de Casas Grandes a cuestiones de sexua-
lidad y fertilidad. Así, el tema del objeto y la procedencia contribuyen a los
conceptos que toca Autorretrato en la frontera entre México y los Estados Unidos.
30
La excavación de Malinalco se hizo bajo la dirección de José García Payón de 1936 a 1939.
José García Payón, Los monumentos arqueológicos de Malinalco, México, Biblioteca Enciclopédica del
Estado de México, 1974, p. 5.
31
Si bien el artefacto con forma de calavera es demasiado genérico para identificar sus
orígenes específicos, está representado con una punta debajo de la calavera, lo cual sugiere que la
calavera estuvo alguna vez incrustada en una pared. Fausto Ramírez, conversación con la autora,
3 de diciembre de 2008, Lima, Perú.
32
Kahlo sufrió un aborto el 4 de julio de 1932. Empezó a pintar Autorretrato en la frontera
entre México y los Estados Unidos el 31 de agosto de 1932. Hayden Herrera, Frida: A Biography of Frida
Kahlo, Nueva York, Harper and Row, 1984, pp. 141 y 152.
33
Medioni y Pinto, Art in Ancient Mexico: Selected and Photographed from the Collection of Diego
Rivera, op. cit., fig. 208.
34
Stephen H. Lekson, “Dating Casas Grandes”, en The Kiva 50, núm. 1, 1984, pp. 55-60.
166 Nancy Deffebach
35
Lucienne Bloch, carta a la autora, 26 de abril de 1990.
36
Esta pintura aparece bajo el título The Square is Theirs en la exposición individual de Kahlo
en la galería Julien Levy de Nueva York en 1938 y como Le square est à eux en la exposición Mexique en
la galería Pierre Colle de París en 1939.
Frida Kahlo y el Occidente de México 167
En 1939, cuando Kahlo conversó sobre las imágenes de esta pintura con
Parker Lesley, la artista le dijo que la niñita era ella. Describió al esqueleto
sonriente como “la muerte, muy contenta y bromista”, y le dijo que incluyó al
jinete de juguete “porque es débil y al mismo tiempo tan elegante, porque es
muy fácil de destruir”.37 No dijo nada de la figura del hombre con el overol,
pero es un judas, una efigie cubierta de petardos que se quema el sábado antes
de Pascua. Kahlo y Rivera coleccionaban judas y uno similar a éste, que repre-
senta a un hombre en overol azul, está a la entrada del Museo Frida Kahlo.
La estatuilla de la mujer embarazada de Nayarit está justo al centro de la
composición y es este objeto lo que la niñita Frida mira maravillada haciendo un
gesto instintivo de asombro: se cubre la boca con la mano. La estatua es de arcilla
rojiza y representa a una mujer en el noveno mes de embarazo, con los pechos
henchidos y su vientre pletórico de vida. Para esta imagen Kahlo se basó en una
37
Frida Kahlo en el registro hecha por Parker Lesley de su conversación del 27 de mayo de
1939, citada por Hayden Herrera en “Frida Kahlo’s Art”, en Artscanada, núms. 230-231, octubre-
noviembre de 1979, pp. 25-28.
168 Nancy Deffebach
38
Medioni y Pinto, Art in Ancient Mexico, op. cit., fig. 60.
39
Kahlo citada por Hayden Herrera en Frida: Una biografía de Frida Kahlo, México, Diana,
1985, p. 279.
Frida Kahlo y el Occidente de México 169
40
Toscano, Kirchhoff y Rubín de la Borbolla, Arte precolombino del occidente de México, op. cit.,
figura 7, página sin numerar.
170 Nancy Deffebach
41
La pareja de arcilla de Nayarit también aparece en fotografías de Kahlo en su estudio
tomadas por Nickolas Muray y Fritz Henle a principios de la década de los cuarenta. Frida Kahlo:
Portraits of an Icon, Madrid, Turner/Throckmorton Fine Arts, 2002, fig. 43; I Will Never Forget You:
Frida Kahlo and Nickolas Muray; Unpublished Photographs and Letters, San Francisco, Chronicle Books,
2006, fig. 45.
Frida Kahlo y el Occidente de México 171
42
Médioni y Pinto, Art in Ancient Mexico, op. cit., fig. 151; Toscano, Kirchhoff y Rubín de la
Borbolla, arte precolombino del Occidente de México, op. cit., fig. 1.
172 Nancy Deffebach
43
Museo Dolores Olmedo, México, Museo Dolores Olmedo, 2007, p. 89, Mary Miller y Karl
Taube, An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya, Nueva York,
Thames and Hudson, 1993, p. 80.
44
Diego Rivera citado por Raquel Tibol, Frida Kahlo: Crónica, testimonios y aproximaciones,
México, Ediciones de Cultura Popular, 1977, p. 106.
Frida Kahlo y el Occidente de México 173
ventó una manera de comunicar la totalidad del ciclo de la vida al conectarse con
animales que en la era precolombina eran asociados con la fertilidad y las artes, la
muerte y el inframundo. En esta pintura, la pieza del Occidente de México pare-
ce ser el álter ego de Kahlo, expresando su reflexión sobre el ciclo de la vida.
En 1951, Kahlo pintó Naturaleza muerta para su dentista, Samuel Fastlicht.
Al centro de la composición se ve una pequeña estatuilla de color castaño gri-
sáceo que representa a un perro de Colima rodeado de un arco iris de frutas
y vegetales. Hay un limón colocado juguetonamente en la boquilla que sale
de la cabeza del perrito de cerámica. Una bandera rosada que ondea en un
palito plantado en el melón proclama: “Soy de Samuel Fastlicht. Me pintó con
todo cariño, Frida Kahlo, en 1951. ~ Coyoacán ~”. Otra banderita en un palo
tiene los colores de la nación mexicana. El perrito de arcilla le pertenecía a
Kahlo con toda seguridad y uno similar aparece representado en Art in Ancient
Mexico.45 En el antiguo México tanto perros reales como estatuillas de cerámica
que representaban perros se colocaban en las tumbas para que este animal pu-
diera guiar a su amo a través del inframundo. El perro de Colima nos recuerda
la transitoriedad de la vida, pero Naturaleza muerta no es un verdadero bode-
gón vanitas. Como marxista que pensaba que la gente inventaba o imaginaba
dioses por temor, Kahlo nunca habría producido una pintura cuyo objetivo
principal era meditar sobre el carácter transitorio de los placeres mundanos y
la necesidad de darle prioridad a la salvación del alma. El mensaje de Kahlo es
disfrutar de los placeres de la vida mientras podamos, en lugar de reprender-
nos para que salvemos nuestra alma.46
Si vemos en conjunto las cinco pinturas en las que Kahlo representó piezas
del Occidente de México, emergen varios patrones. La predilección de Kahlo
por el arte del Occidente de México se basaba en el aprecio por este arte que
compartía con su esposo, las cualidades estéticas del trabajo, el tema doméstico
y la falta de deidades. Si bien ella escogió objetos que no representan dioses,
hay un componente espiritual en todas las pinturas que representan ceramios:
cada pintura incluye referencias a la vida y la muerte.47 En Autorretrato en la
frontera entre México y los Estados Unidos, los objetos representados son una madre
cargando a un bebé sin cabeza, una efigie antropomorfa de fertilidad de Casas
Grandes y una calavera de origen desconocido. En Cuatro habitantes de la Ciudad
de México, aparecen una mujer embarazada de Nayarit y el esqueleto, y en La
mesa herida, pone a niños junto a un esqueleto. En Autorretrato con changuito,
45
Médioni y Pinto, Art in Ancient Mexico, op. cit., fig. 160.
46
Nancy Deffebach, “Picantes pero sabrosas: las naturalezas muertas de Frida Kahlo” en
Imágenes perdidas: Censura, olvido, descuido, Buenos Aires, Centro Argentino de Investigadores de
Arte, 2007, pp. 271-83.
47
Estoy en deuda con Fausto Ramírez por hacerme notar las referencias a la vida y la
muerte en otras pinturas además de Autorretrato con changuito. Fausto Ramírez, conversación con
la autora, 3 de diciembre de 2008, Lima, Perú.
174 Nancy Deffebach
Kahlo se pinta con animales que los mexica asociaban con el sexo y la muerte,
mientras que la estatuilla funeraria del perro en Naturaleza muerta (1951) está
rodeada de frutas y vegetales frescos con los colores del arco iris. La persistente
asociación que hace Kahlo entre las estatuillas del Occidente de México y el
ciclo de la vida se asemeja mucho al interés de Rivera en la “franca expresión de
la muerte y el sexo” en estos objetos, como observa Barbara Braun.
Los objetos del Occidente de México que representa Kahlo son tipos
muy conocidos; el antiguo arte del Occidente de México incluye incontables
ejemplos de madres amamantando, mujeres embarazadas, parejas casadas,
personas en actitud pensativa y perros. Si bien Kahlo escogió tipos bastante co-
nocidos del arte del Occidente de México, representó objetos específicos. En
algunos casos, se puede identificar con precisión el objeto en el que se basó,
y usualmente proviene de la colección de Rivera. Kahlo seleccionó cada una
de las piezas del Occidente de México por el tema que tocaba (y a veces por
su condición) y la manera en que podía contribuir a la narrativa o tema de su
pintura. El que escogiera la estatuilla de una madre cargando a un bebé cuya
cabeza se había quebrado y a una mujer embarazada con pies rotos, no son
coincidencias sino referencias a problemas en su vida. Sin embargo, la selec-
ción de su trabajo no se limita al ámbito personal. La estatuilla precolombina
pensativa en Autorretrato con changuito simboliza su reflexión sobre el ciclo de
la vida, y la figura embarazada de Nayarit que aparece en Cuatro habitantes de la
Ciudad de México personifica su convicción de que el arte del antiguo México
sigue siendo una fuente fértil de inspiración para el futuro.
Kahlo hizo uso de la cerámica precolombina del Occidente de México
para contar su propia historia y proyectar sus ideas. La historia que narra es in-
separable de la historia del arte mexicano, de manera que coloca su trabajo en-
tre el arte que más admira: el arte popular y el arte precolombino de México.
En un artículo de 1942, Rivera escribió que Kahlo era el núcleo de un pequeño
pero magnífico grupo de jóvenes pintores entre los que estaban Antonio Ruiz,
Juan O’Gorman y Fernando Castillo. Según Rivera, estos pintores “se pueden
llamar definitivamente mexicanos, porque se engastan magníficamente en la
tradición que viene desde los remotos y extraordinarios tarascos de Colima y
Nayarit”.48 Rivera expresó esta opinión después de que Kahlo ya había creado
tres autorretratos en los que incorporaba un objeto del Occidente de México
en la composición, así que lo que dijo fue a raíz del contenido de las pinturas
de la artista.
Como el personaje de Agrado en Todo sobre mi madre, Kahlo construyó una
imagen de sí misma que se asemejaba a la versión idealizada que tenía de ella.
Para Kahlo, esa idealización estaba inevitablemente ligada a las tradiciones in-
48
Diego Rivera, “Antonio Ruiz” en Diego Rivera: Textos de arte, colección de Xavier Moyssén,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 251.
Frida Kahlo y el Occidente de México 175
dígenas de México, cuyos orígenes se remontan a las antiguas culturas del Occi-
dente de México.
Traducido por Rosamaría Graziani
Agradecimientos
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