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-La mina ensucia mucho- le decían- … y tú lo dejas todo tan blanco… como tu
propio nombre…- destacaban engolando la voz. -Además… zurces tan bien…- le
adulaban. -Y no digamos nada de lo bien que guisas…- añadían, a la vez que se
relamían de gusto, anticipándose a la sabrosa sopa de la cena.
~1~
Blancanieves, aunque princesa por cuna y linaje, era, como la inmensa mayoría de las
niñas de su época, totalmente analfabeta.
Su madre, muerta prematuramente siendo ella muy pequeña, había sido muy
avanzada para su tiempo, como prácticamente lo son todas las madres del mundo, y
había decidido matricularla por su cuenta en la Escuela Pública Comarcal del Reino
para que recibiera una sólida formación sin distingos de clases sociales. Pero su padre,
que estaba chapado a la antigua y no acababa de ver esa importancia que su bien amada
primera esposa otorgaba a la educación en las niñas (¡total para casarse después!),
sumido además en una profunda depresión post viudedad sin diagnosticar, mantuvo a su
hija a su lado, cuidándola y sobreprotegiéndola pensando (como muchos buenos pero
equivocados padres solían hacer) en que ella, pasado el tiempo, le cuidara a él , puesto
que estaba convencido de que eso era lo que todas las buenas hijas de todos los tiempos,
sean o no princesas, hacen, han hecho y deberán seguir haciendo, generación tras
generación.
Habían transcurrido varias semanas, tal vez unos cuantos meses o incluso puede
que algún que otro año desde que la recogieran moribunda y exhausta. Sin relojes ni
calendarios era difícil saberlo con exactitud. Durante largas jornadas la habían cuidado
y mimado con esmero hasta que pudo recuperar la tersura nívea de su piel y el color
sonrosado de sus hermosas mejillas. El tiempo, en la cabaña del bosque, transcurría
plácido sin sobresaltos ni preocupaciones, pero sin futuro.
Día tras día, a la vez que realizaba cuidadosamente las diferentes faenas
domésticas asignadas, se preguntaba qué iba a ser de su vida. ¡Cuánto echaba de menos
las dulces y sabias palabras de su madre!:
~2~
Blancanieves musitaba suspirando:
-¡Si supiera leer y escribir… descifraría esas palabras que sólo son garabatos sin
sentido para mí… …comprendería lo que pone en los papeles que el viento arrastra…
vería en ellos algo más que complicados jeroglíficos de extrañas figuras… …podría
interpretar mapas, saber dónde me encuentro en este enmarañado bosque y lograría salir
de este frondoso laberinto. Pero consciente de su realidad y de que no estaba en
situación de acudir a la escuela como hubiese deseado, ideó una estrategia de
aprendizaje que, poquito a poco, sorbito a sorbito, daría sus buenos resultados.
- “la pe con la a hace pa, la ele con la a hace la y las dos juntas hacen pa - la” -
“la ce con la a… ca, la erre con la e… re (pero, ojito, en medio de palabra se escribe dos
veces, le decían), la te con la i… ti, la ele doble con la a… lla y si juntamos todas las
sílabas… ca – rre – ti - lla”.
Las siete raciones servidas le sirvieron para escribir su despedida: ¡Gracias por
todo! ¡Volveré a visitaros cuando complete mi educación! ¡Un abrazo, o mejor que uno,
siete! ¡Y qué aproveche la sopa! Blancanieves.
~4~