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Preliminares
Se han encontrado espadas de piedra procedentes de la era Jomon (primeros pobladores del
actual Japón), y dejando de lado la mística asociada al príncipe Yamato que recupera de la cola
del dragón la espada que le permitirá unificar al Japón, la forma originaria de la espada
japonesa aparece tanto en el continente asiático como en el propio Japón. Fabricadas primero
en bronce y luego en hierro, las primeras hojas encontradas en dólmenes (lo que evidencia el
importante valor ritual de las armas) datan del 700 d. C. y se caracterizan por ser espadas
perfectamente lineales en su dorso y con un solo filo, fundidas en una sola pieza desde el
mango/empuñadura hasta su punta. La dimensión de las mismas es muy variable, y oscila
entre los 33,15 cm. de las espadas más cortas hasta los 90 cm. de los modelos más grandes.
Otras formas de espadas rectas de doble filo, profusamente recargadas con adornos aparecen
en Japón durante el período Nara (710-784), que se parecen a las espadas rituales
encontradas en Asia (territorios septentrionales de Asia: Nepal y Tíbet, así como en la China (la
propagación del budismo en Japón fue patrocinado previamente por el clan Soga en el siglo
VI).
A partir de este momento la espada adopta estas características, no sólo por el doble fijo, sino
también por una voluminosa y decorada empuñadora y la punta en forma de corazón; aunque
los modelos que se conservan forman parte de conjuntos histórico-artísticos propios de clases
altas poseen más valor simbólico que militar.
Desde el punto de vista arqueológico, puede concluirse que la espada constituía parte del ajuar
funerario del finado, generalmente noble y con importante posición en la tribu, como expresión
de una cultura panimista (en la que el fallecido accedía a un plano de existencia superior donde
precisaría de sus armas y objetos más preciados). A estas primeras espadas rectas se las
denomina chokuto y constituyen la forma más primitiva dentro del estadio evolutivo del arma.
Como ocurre con todos los aspectos de la cultura japonesa antigua, China proyecta su sombra
sobre la espada japonesa. El ejemplo más evidente se encuentra en el nombre mismo de las
armas, dado que numerosos investigadores sostienen que los ideogramas chinos chien
(espada de doble filo) y tao (cuchillo de un solo filo) son las raíces semánticas y fonéticas de
los kanjis japoneses ken y to. A partir de aquí surgieron, de un lado, el término katana (1),
expresivo del modelo estándar de espada japonesa y, de otro, el término to-ken, referido a la
espada en sentido genérico y abstracto.
De forma paralela, las espadas de un solo filo incorporaron muchos de los detalles
ornamentales de los modelos imperantes en Corea y China, como muestra de la influencia de
estos países en la fabricación de espadas. Esta influencia se hace especialmente patente
durante los siglos V y VI d.C, en los que se producen continuos enfrentamientos militares entre
Corea y Japón (especialmente intensos por el enfrentamiento que involucraba al clan Soga,
con intereses territoriales en Corea, frente a los clanes Mononobe y Nakatomi). Parece que
hubo un intervalo en la evolución del tipo ken recta, durante el cual su único filo dio lugar a la
fabricación de otra de doble filo. Así, esta arma recta de doble filo sufrió un cambio gradual en
su forma y en su material a mediados del periodo de Heian (794-1156), hasta que se convirtió
en la espada curva de un solo filo y forjada en acero.
DESARROLLO Y EVOLUCIÓN DE LA KATANA
La aparición de la espada con el característico estilo japonés surgió por mas de dos
circunstancias determinantes: en primer lugar, la espada cobraba cada vez mayor importancia
como arma de guerra frente a las armaduras de los adversarios; en segundo lugar, se produce
un traslado de la capital imperial desde Nara a Heian-Kyo (actual Kyoto) en el año 794 d.C.
Esta última circunstancia dotó al Imperio de suficiente estabilidad como para que los maestros
espaderos pudieran desarrollar su técnica y proporcionaran las primeras espadas
genuinamente japonesas. El especial carácter japonés de perfeccionamiento, sin duda, hizo
que aquellas primeras espadas dieran origen a una las armas más bellas y más letales de la
historia de la humanidad.
Es a partir de la Era Kamakura (a mediados del siglo XII d. C) cuando se puede hablar de la
katana propiamente dicha y cuando el arte de la fabricación de espadas cobra mayor
importancia para la clase militar o buke. Los siglos XII y XIII (aproximadamente hasta el 1400)
se consideran como las grandes épocas de los herreros japoneses. Durante estos siglos
destacan una serie de familias cuya notoriedad resulta más que destacable: los herreros de la
provincia de Bizen (Kanehira, Sukehira y Takahira), los de Kyoto (Yoshiie, Arikuni, Kanegana) y,
como no, los denominados “tres fabricantes maestros”: Masamune, Yoshimitsu y Yoshihiro.-
A partir del siglo s.XIV el permanente clima de guerra civil incidió en un progresivo deterioro de
la técnica herrera, puesto que los dirigentes militares exigían un mayor número de unidades en
detrimento de su calidad. Aparecen entonces espadas largas de gran tamaño (uchi-gatana) y
en la que se por primera vez se utilizan materiales ajenos al acero de alta calidad
(combinaciones de hierro y acero, por ejemplo).
Por si esto no fuera suficiente, la sede imperial se trasladó de Kyoto a Kamakura, con lo que se
desperdigó la rica tradición espadera reunida algunos siglos antes. Así, durante esta época lo
habitual era la producción de numerosas espadas cortas, dagas y estiletes (especialmente
kodachi y tanto) cuyo fin primordial es imitar a las espadas largas y dotar al propietario de
armas auxiliares de defensa personal. Igualmente, se produce una variación en la longitud de
las espadas que da lugar a una tipología amplia de las armas blancas, pero alejada de los
estándares tradicionales.
Existieron muchos tipos de katana, una de la derivaciones curvadas más antiguas de la ken fue
la larga y pesada jin-tachi que llevaba el ayudante del bushi normalmente. De aquí derivó el
tachi (61 y 76 cm), una espada que se colgaba del obi del guerrero con el filo hacia abajo. A
pesar de su tamaño se le consideraba katana si se sujetaba con cinto, pero se convertía en
tachi si esta se colgaba del mismo.
El samurai llevaba normalmente un conjunto de dos espadas denominado daisho, que sólo él
por ley tenía privilegio de llevar consigo. Las dos espadas eran la propia katana, más larga y,
otra más corta denominada wakizashi. Estas eran sus símbolos además, de posición social.
La espada larga podía ser muy larga (nodachi o dai-katana) o tener una longitud acorde a la
estatura del samurai o estándar en su caso (>=60 cm), el wakizashi podía medir entre 40 y 50
cm, la primera establecida para cortar y dar estocadas de diversas maneras, y la segunda
como arma auxiliar o encaminada a otros fines (digamos más propios o ajenos, en cuanto
donde sería insertado obviamente).
En el siguiente diagrama se muestra lo que podría ser el porte de estas espadas sobre el
samurai.
Puñales con guarda (tipo tanto y hamadashi, guarda grande y pequeña respectivamente) y
puñales sin guarda (aikuchi), estiletes (himogatana),
los cuchillos kozuka y la togai, una clavija con blasón que servía para identificar las muertes
originadas por el dueño de las mismas, ya que eran insertadas en los cadáveres dejados atrás.
Aparte de la medida, la espada japonesa puede ser clasificada también por su forma (o
sugata). En el siguiente gráfico mostramos la denominación de los diferentes tipos de katana
según su forma (nihonto sugata):
Ken
Moroha Zukuri
Shobu Zukuri