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Por contra, la luz blanda apenas produce sombras, consiguiendo tonos suaves y difuminados.
Es muy indicada para el retrato y en los bodegones, justo donde queríamos llegar.
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Siguiendo una regla un poco general, distinguimos entre un par de tipos de bodegón:
• Los sencillos, con iluminación global y un diseño poco elaborado.
• Los complejos, con un diseño mucho más cuidado y una iluminación múltiple más
detallada.
Podemos encontrar los primeros en revistas de venta por catálogo, por ejemplo; los
segundos, en los anuncios publicitarios de una revista, sin ir más lejos.
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No es lo mismo la foto de un clip de
oficina que la de un diamante de bodas.
No es lo mismo. Pero vayamos por
partes. Si nuestro producto a retratar
puede comercializarse por ser lo que
es, no vamos a necesitar disfrazarlo
con luces. Por ejemplo, un rollo de cinta
adhesiva ya lo podemos iluminar con
doce flashes y un foco, si queremos,
que si no nos interesa adquirir cinta
adhesiva no vamos a dejarnos tentar
por tan sugerente toma.
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Este tipo de bodegones, muy comunes en los catálogos de los grandes almacenes, se
iluminan con lo que se denomina "baño de luz", esto es, una luz difusa que no deja sombras y
que permite apreciar con detalle todas las características del producto. Precisamente por
esto, los planos se abren lo suficiente para que el producto se vea en su totalidad, los fondos
suelen ser neutros -nada de colores llamativos que desvíen la atención- y la profundidad de
campo ha de impedir la aparición de zonas fuera de foco. Con respecto al último requisito, si
la presencia de zonas desenfocadas se debiera a motivos puramente técnicos, el reto sería
entonces lograr mantener enfocadas las partes más importantes del producto.
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Puede ocurrir, no obstante, que nuestra intención sea potenciar alguna característica del
producto. Esto suele suceder con los artículos de alimentación, por ejemplo. No es lo mismo
ofrecer el cadáver de un pollo quemado y servido en una pedazo de cartón, que ofrecer un
suculento pollo tostado y humeante, con apetitosas gotas de salsa resbalando por los muslos
y servido en una bandeja de plata. No es lo mismo.
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En fotografía, esta diferencia se multiplica por diez. Hay detalles que debemos potenciar y
otros que debemos ocultar, y es aquí cuando tenemos que echar mano de nuestros
conocimientos fotográficos. Algunos se pueden camuflar mediante sombras (aunque
podemos emplear las sombras para ocultar defectos, es preferible aplicar, igual que en el
ejemplo anterior, un baño de luz, de tal forma que todo el producto quede uniformemente
iluminado), otros con desenfoques y otros simplemente los sacamos del encuadre. Y con
respecto a los detalles que pueden potenciarse, basta con no sacarlos mal. De todos modos,
usar una iluminación que favorezca específicamente esos detalles no está de más.