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BODEGON PUBLICITARIO

DGP Iván Álvarez


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Fotografiar objetos es común en el ámbito
publicitario. Controlar la iluminación, reflejos,
efectos, materiales, medios, siempre con la
máxima calidad, adaptándote al cliente. Obtener
imágenes con acabados profesionales en el
sector del bodegón publicitario de producto es
nuestro objetivo.
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En un bodegón publicitario todo está al servicio del objeto:


• Se muestra de una manera exhibicionista en todos su esplendor.
• El aislamiento acentúa la pretensión del objeto único.
• El producto puede ser arropado por objetos difíciles de poseer de manera que ese sea el
único accesible.
• En este se utiliza un plano de simbolización muy bajo pero de comprensibilidad muy alto.
• Suele ir acompañado por elementos verbales (aunque se pueden minimizar al mínimo)
• Estamos ante un género que la imagen ha de ser autosuficiente y comprensiva.
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Ciertamente, el bodegón es una disciplina compleja. Exige un alto conocimiento de la
iluminación de estudio y, generalmente, requiere de un equipo de luces bastante costoso. El
decir que un bodegón hecho con el flash integrado de la cámara no será, con toda
probabilidad y salvando honrosas excepciones, una obra de arte. Pero si en casi todos los
campos nuestras compactas digitales siempre han llevado todas las de perder, hoy tenemos
una ventaja que el carrete no tenía: el mejor rendimiento de una cámara digital cuando la luz
es escasa.
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El "qué" y el "cómo”
Si para hacer una fotografía en condiciones, es bueno
reflexionar detenidamente sobre qué es lo que queremos
capturar, así como analizar lo que tenemos e intentar
prever lo que finalmente obtendremos, en la fotografía de
bodegón la importancia de este proceso se multiplica. No
basta con colocar y disparar.
Lo primero a pensar es el "qué" de la foto. Los
bodegones los podemos entender de múltiples maneras,
si difuminamos un poco la definición más o menos exacta
del concepto. Podemos hacer bodegones de comida, de
complementos de moda, de material de oficina... De
múltiples cosas, en definitiva, y probablemente cada uno
y una de nosotros tendrá en mente una idea diferente en
cuanto a su iluminación, el punto de vista a tomar , el
encuadre, etc. Hemos de tenerlo todo previsto, antes
siquiera de desenfundar la cámara, ya que en este tipo de
fotografías la improvisación no es una buena aliada.
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El "qué" y el "cómo”
Luego viene el "cómo". No es lo mismo un frasco de perfume para el catálogo de un gran
almacén que el mismo frasco para la página dos de la revista Vogue. Todo depende de lo que
queramos transmitir y de los recursos que tengamos para hacerlo.
Es evidente, pues, que no debemos cerrar nuestras miras y pensar: "esto es un perfume" o
"esto es un zapato", y punto. Debemos ir más allá y ver si ese zapato ganaría en glamour si
lo viéramos como un perfume.
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Cuestión de iluminación
Veamos, en primer lugar, cuáles son los errores más comunes que se cometen en los
bodegones y tratemos de ponerles remedio. El primero y principal es el de la iluminación. En
iluminación, como ya sabemos, existen dos tipos de luz: luces duras y luces blandas. La luz
dura es una luz intensa, y proyecta fuertes y profundas sombras sobre el bodegón. Puede ser
útil para efectos dramáticos o fotografías de objetos a los que les vaya este tipo de luz, pero
para retratos o bodegones suele ser un auténtico desastre. Así pues, para empezar, vamos a
olvidarnos de nuestros flashes integrados, pop-up y similares. Los flashes directos -los de
nuestras cámaras- producen haces generalmente secos y concentrados, que van
irremediablemente acompañados de antiestéticas sombras para un bodegón.

Por contra, la luz blanda apenas produce sombras, consiguiendo tonos suaves y difuminados.
Es muy indicada para el retrato y en los bodegones, justo donde queríamos llegar.
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Siguiendo una regla un poco general, distinguimos entre un par de tipos de bodegón:
• Los sencillos, con iluminación global y un diseño poco elaborado.
• Los complejos, con un diseño mucho más cuidado y una iluminación múltiple más
detallada.
Podemos encontrar los primeros en revistas de venta por catálogo, por ejemplo; los
segundos, en los anuncios publicitarios de una revista, sin ir más lejos.
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No es lo mismo la foto de un clip de
oficina que la de un diamante de bodas.
No es lo mismo. Pero vayamos por
partes. Si nuestro producto a retratar
puede comercializarse por ser lo que
es, no vamos a necesitar disfrazarlo
con luces. Por ejemplo, un rollo de cinta
adhesiva ya lo podemos iluminar con
doce flashes y un foco, si queremos,
que si no nos interesa adquirir cinta
adhesiva no vamos a dejarnos tentar
por tan sugerente toma.
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Este tipo de bodegones, muy comunes en los catálogos de los grandes almacenes, se
iluminan con lo que se denomina "baño de luz", esto es, una luz difusa que no deja sombras y
que permite apreciar con detalle todas las características del producto. Precisamente por
esto, los planos se abren lo suficiente para que el producto se vea en su totalidad, los fondos
suelen ser neutros -nada de colores llamativos que desvíen la atención- y la profundidad de
campo ha de impedir la aparición de zonas fuera de foco. Con respecto al último requisito, si
la presencia de zonas desenfocadas se debiera a motivos puramente técnicos, el reto sería
entonces lograr mantener enfocadas las partes más importantes del producto.
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Puede ocurrir, no obstante, que nuestra intención sea potenciar alguna característica del
producto. Esto suele suceder con los artículos de alimentación, por ejemplo. No es lo mismo
ofrecer el cadáver de un pollo quemado y servido en una pedazo de cartón, que ofrecer un
suculento pollo tostado y humeante, con apetitosas gotas de salsa resbalando por los muslos
y servido en una bandeja de plata. No es lo mismo.
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En fotografía, esta diferencia se multiplica por diez. Hay detalles que debemos potenciar y
otros que debemos ocultar, y es aquí cuando tenemos que echar mano de nuestros
conocimientos fotográficos. Algunos se pueden camuflar mediante sombras (aunque
podemos emplear las sombras para ocultar defectos, es preferible aplicar, igual que en el
ejemplo anterior, un baño de luz, de tal forma que todo el producto quede uniformemente
iluminado), otros con desenfoques y otros simplemente los sacamos del encuadre. Y con
respecto a los detalles que pueden potenciarse, basta con no sacarlos mal. De todos modos,
usar una iluminación que favorezca específicamente esos detalles no está de más.

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