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Grupo: 28
Breve análisis de “Navidad En los Andes”. Ciro Alegría.
De la narrativa empleada se puede señalar que es intimista y autobiográfica; y que la voz del
narrador es la de alguien que atiende con resistencia al paso inexorable del tiempo en su
descripción histórica, ello se hace notorio sobre todo en el último párrafo. Asimismo, la
simbología manifiesta que trae consigo la Navidad es transversal a la lectura, pues ella es capaz
de borrar, -al menos por un instante-, las diferencias de dos sistemas socioculturales opuestos
(servidos y servidores) y posibilitar la convivencia igualitaria, “el cristianismo hondo estaba en
una jubilosa aceptación de la igualdad”, señala el autor. Otro conflicto, que de alguna manera
también se ve apaciguado por el regocijo navideño es el que ocupa la postura religiosa del padre,
pues aunque para la comunidad sea un cristiano, la realidad es otra; aun así, el amor a sus hijos
y la tradición le hacen abrazar la fecha.
Aunque cabe la posibilidad que la voz del relato sea una voz infantil, ello no queda del todo
seguro. La historia se desarrolla con la pobreza, la necesidad y sobre todo el hambre como telón
de fondo, pero este no es cualquier hambre, es un hambre que parece más una condición vital
que un estado del cuerpo.
Visión del indio en “La agonía de Rasu Ñiti”. José María Arguedas.
Es esta lectura el papel del indio está inserto en su tradición, no sabiéndose tanto un hacedor
de historia sino parte de la misma, no toma distancia de ella. La conexión y conocimiento de
este con el medio que lo rodea se da en un sentido más analógico que analítico, por ejemplo,
cuando avizora que el corazón está listo o que el mundo avisa existe una correspondencia
directa entre él y su mundo. La ritualidad en las postrimerías de la vida del artista Rasu Ñiti y su
conducta, sólo se entiende con su visión de la muerte en la que en vez de esperanzarse en una
instancia distinta del mundo que conoce, espera la posesión del espíritu del Wamani con la que
se integre para ser renacido, cosa que finalmente obtiene.
Rasu Ñiti, en su representación de lo indígena, nunca pone entredicho los pilares de su fe. Su
preocupación por el sol, o por el carácter sagrado que atribuye a su propia práctica (la danza de
las tijeras) están matizados por el sentido animista que inyecta al mundo. Este texto saca a
relucir el deber con lo venerable que caracteriza al indio, que se rehúsa a secularizar su agonía.
Llama la atención que contrario al indio, lleno de sabiduría y valor, y que es capaz de ver al
Wamani, estén las figuras de las hijas, jóvenes, inexpertas e incapaces de notarlo.
El Indio al menos en este relato, es varón, adulto y capaz de leer las señales del mundo a través
de su cuerpo.