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Relación vanguardia-modernidad-romanticismo.
Romanticismo-->piedra de toque de la modernidad
Estos dos conceptos van unidos y de ellos se deriva la relación del artista, el público y el
futuro. Esta relación se puede pensar con esta idea de precursores: artista como aquel que
anuncia, que del presente dispara algo del orden del futuro frente a un público que aún no
lo puede ver. Propone otro orden que no es lo que está establecido.
Poggioli presenta los cuatro momentos de cualquier vanguardia. Estos cuatro momentos
no se suponen sucesivos sino que todos los movimientos de vanguardia tienen algún
aspecto de cada uno de estos momentos (no en la misma intensidad). No es un desarrollo
en el tiempo ni de sucesión. Sirven para esquematizar las condiciones básicas de la
vanguardia. Estos son:
Dos primeros del orden de lo racional, parecen representar la ideología de la vanguardia
precisamente porque establecen los medios y los fines de acción, así como el concepto más
general del movimiento y la idea misma de vanguardia parecen representar la mitología.
Es donde aparecen los primeros manifiestos:
Relacionado también con el dinamismo que puede estar puesto en cuestión con el cuerpo
humano mismo. Cuestión mecánica: sobrevaloración del vehículo, la velocidad, de los
grandes transatlánticos, el progreso tecnológico. El activismo o dinamismo psicológico, no
excluye el culto del dinamismo físico ni el dinamismo mecánico. Del primero deriva la
exaltación del deporte, predilecta del vanguardismo italiano y del Futurismo. Del segundo
procede la exaltación del automóvil, del tren, del aeroplano, esto es, no tanto la idolatría de
la máquina, sino de la máquina-vehículo: "un automóvil rugiente, dice Marinetti, es más
bello que la Victoria de Samotracia". (escultura griega del 190 a.C., representa a Niké la
diosa de la victoria).
El vanguardismo se interesó más por el movimiento que por la creación, por el gesto más
que por el acto: su creación aparece con frecuencia como una vulgar variante del
esteticismo.
2) Antagonismo-lo que más se conoce de la vanguardia. Es el rechazo a la institución
arte, a la tradición, al museo a la Academia, al público (bofetada al gusto del público).
Estética hermética que no se propone ser inteligible para todo el mundo sino, todo lo
contrario, se propone ser bastante obstaculizante justamente para ir en contra de la cultura
de masas. Propone algo del orden de la dificultad e imposibilidad a nivel estético. Esta
característica del antagonismo es lo que a la vez reúne y aísla: reúne el grupo en sí, esa
pequeña sociedad vanguardista, y aísla del gran público, de la sociedad en general. Esto
también es un rasgo propio de la modernidad porque un rasgo propio de ella es que el
artista sea alguien que está fuera de su propia clase, alguien que se define con elecciones
del orden de lo estético y lo tecnológico pero no pertenece a un colectivo más amplio.
Calinescu dice que lo propio de la modernidad es: el gran desarrollo económico y social
(capitalismo marchando, acumulando poder económico y produciendo cambios en la vida
urbana) y el desarrollo cultural que se caracteriza justamente por rechazar todo lo que
representa esa expansión económica del capitalismo.
Los otros dos presentan con más fuerza rasgos de irracionalidad. El 3er y 4to momento no
son pensables más que en las dimensiones del tiempo y de la historia. He aquí por qué los
dos primeros momentos constituyen por sí mismos la lógica, mientras que con la
intervención suplementaria de los otros dos, llegan a dar lo que se llama la dialéctica de los
movimientos.
También tiene que ver con el concepto de tiempo el viraje del concepto de tiempo le
permite pensar a la modernidad algo que decir respecto del pasado, se piensa que a su vez
el futuro va a ser superior al presente y por lo tanto aparece la consciencia de transición.
Ya no estamos detenidos en el pasado, podemos valorar el presente pero necesariamente
ese presente se va a rendir frente a la idea de futuro: lo que vendrá va a ser mucho más.
Esta es la misma idea de Miakovski.
Más allá o más acá de este sacrificio agónico al futuro se debe decir que los artistas de
vanguardia se dejan a veces seducir completamente por un Agonismo casi gratuito, por el
sentido del sacrificio y por un gusto morboso del dolor presente, todavía no concebido, en
función del propio holocausto a las generaciones del porvenir. Bontempelli (italiano,
introdujo el surrealismo en Italia) dice que "el espíritu mismo de los movimientos de
vanguardia es espíritu de auto sacrificio y auto consagración a los que nos seguirán".
Este holocausto de sí mismo a la gloria del arte futuro es tomado no sólo como sacrificio
anónimo y colectivo, sino también como autoinmolación de la personalidad creadora
aislada. El sacrificio agónico llega a ser así sentido como fatal deber del individuo artista,
no del movimiento que le guía ni la corriente histórica que el arrastra.
Futurismo:
Precisamente porque el futurismo está presente en todas las vanguardias, las mejores
definiciones son las que provienen de testimonios externos al movimiento específico. Uno
de ellos es Bontempelli: "a las vanguardias correspondería la función de crear la condición
de primitivismo de la cual puede llegar a nacer el creador que se encuentre en el principio
de la nueva serie". Lo que quiere decir que en la psicología y en la ideología del arte de
vanguardia la manifestación futurista representa la fase profética y utópica, el estadio, si no
de la revolución, de la agitación y de la preparación de la revolución anunciada.
Trotsky dirá luego que "el futurismo previó todo esto (las crisis sociales y políticas
inminentes, las explosiones o catástrofes de la historia por venir) en la esfera del arte".
Este sentido de pertenecer a un estadio intermedio (un presente distinto del pasado, y un
futuro en potencia que sólo es válido en función de lo que será en acto) explica el origen en
la idea de transición.
Decadentismo no quiere decir más que complacencia morbosa en sentirse ir siendo pasado:
sentimiento que inspira inconscientemente también el holocausto de las vanguardias a la
cultura futura. Es por esto que el crítico de izquierda, es decir de doctrina marxista, tienda
a confundir decadencia y vanguardia. Se trata de una confusión, no de una identificación;
se niegan a concebir una vanguardia que no sea decadente. El momento agonista tiene algo
de decadentismo. Sin embargo, el artista de vanguardia se considera a sí mismo lo opuesto
del artista decadente, precisamente porque mantiene como misión reavivar o renovar
radicalmente una cultura hoy día enferma o senil; y que, por otra parte, rechaza como una
ofensa el epíteto de burgués, cuando el crítico de izquierdas le declara expresión extrema
de la degeneración y de la burguesía.
El problema que queda por resolver es cuál de los dos está en lo cierto: si el crítico de
izquierda al proclamar al artista de vanguardia decadente y burgués o el artista de
vanguardia al declararse antidecadente y burgués. La respuesta, según Poggioli, es que en
un cierto sentido los dos tienen razón y los dos se equivocan.
El crítico de izquierda tiene razón al suponer una relación entre decadencia y vanguardia,
pero se equivoca al no ver que se trata de una relación de negación y no de
correspondencia recíproca. El crítico de izquierda está en lo cierto cuando sostiene que la
decadencia es una predeterminante de la vanguardia, el artista de vanguardia está en lo
cierto cuando afirma que su misión es renegar o trascender esta predeterminación.
-de difusión: o difusión fracasada, es decir, que es sólo práctica. Depende de causas
materiales y formales.
Este género de popularidad que hemos llamado mediata no es del todo ajeno al arte mismo
de vanguardia.
Resulta que una popularidad y una impopularidad absolutas no existen, o bien que una y
otra no se manifiestan más que bajo una especie relativa: sólo en modo empírico se puede
hablar de la popularidad o la impopularidad de una forma estética o de un movimiento
artístico. En ese sentido, el Romanticismo fue popular y el arte de vanguardia impopular
comparado con el primero.
Poggioli dice que hay que examinar la relación recíproca que existe entre Romanticismo y
vanguardia: el primero queda, de hecho, reconocido como iniciador de lo que podemos
llamar popularismo estético mientras que el segundo es considerado como el arte
impopular por antonomasia. "todo el arte joven es impopular" dice Ortega.
Propone hablar de "impopularidad accidental" e "impopularidad sustancial". La
popularidad del Romanticismo no fue más que un accidente.
2) Romanticismo y vanguardia
No todos los protagonistas, autores y sustentadores o espectadores bien dispuestos del arte
de vanguardia han negado tal filiación. Los pocos que la han reconocido la han limitado a
algún caso o movimiento particular, como por ejemplo en la relación entre Romanticismo
y Surrealismo, viendo en el segundo una lógica y extrema consecuencia del estado de
ánimo ya expresado por el primero. Herbert Real no concibe esa relación en sentido
histórico, en forma de herencia natural y directa, sino más bien como un libre retorno hacia
aquel sistema de valores eternos de los que el mismo Romanticismo habría sido una
expresión.
El más digno de ser escuchado entre los críticos que hayan puesto su sanción teórica al anti
romanticismo de la vanguardia es Ortega y Gasset. Sanción dictada por la observación, no
por el prejuicio anti romántico. "El ejemplo que suele aducirse de la irrupción romántica es
un precedente falaz, porque fue como fenómeno psicológico". El Romanticismo conquistó
rápidamente al pueblo, para el cual ya no era digerible el arte viejo. El enemigo con quien
tuvo que luchar fue precisamente una minoría selecta, que había quedado anquilosada en
las formas arcaicas del antiguo régimen poético". Volvemos a la impopularidad o
popularidad del arte.
Ortega identifica los conceptos de pueblo y público, cosa que ya había hecho el
Romanticismo. Confusión originada por el hecho de que mientras el público del arte
clásico había sido la aristocracia, el público del arte moderno estaba volviéndose un ala
avanzada de la pequeña burguesía. EL único enemigo auténtico contra el cual haya tenido
que luchar el Romanticismo es el público académico y el de la cultura profesional, es decir
la elite intelectual del antiguo régimen. La situación en que llegan a encontrarse los
anunciadores de la revolución romántica es análoga a esta en que se encuentran los
vanguardistas de hoy día, que luchan contra una variante contemporánea del mismo
público.
En el terreno tanto estético como sociológico, arte clásico, arte romántico y arte de
vanguardia, no son más que culturas de minoría: mientras el primero se contenta con
distinguirse él mismo y su propio público de la bárbara mayoría, inculta y analfabeta, el
arte romántico y el arte de vanguardia no pueden menos de mostrar un cierto interés
positivo o negativo, por la masa que es hoy día relativamente iletrada.