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Créditos
Traductoras Correctoras
Taly Taly
2
Cherry.lips Cherry.lips

Fabiola Fabiola

Angie Any

Estefi

Revisión y recopilación Diseño


Taly Cherry.lips
Índice
Sinopsis Capítulo 23

Dedicatoria Capítulo 24
3
Capítulo 1 Capítulo 25

Capítulo 2 Capítulo 26

Capítulo 3 Capítulo 27

Capítulo 4 Capítulo 28

Capítulo 5 Capítulo 29

Capítulo 6 Capítulo 30

Capítulo 7 Capítulo 31

Capítulo 8 Capítulo 32

Capítulo 9 Capítulo 33

Capítulo 10 Capítulo 34

Capítulo 11 Capítulo 35

Capítulo 13 Capítulo 36

Capítulo 14 Capítulo 37

Capítulo 15 Capítulo 38

Capítulo 16 Capítulo 39

Capítulo 17 Capítulo 40

Capítulo 18 Capítulo 41

Capítulo 20 Epílogo

Capítulo 21 Agradecimientos

Capítulo 22 Sobre la autora


Sinopsis
En algún momento es más seguro vivir en la calle que vivir en casa.

Joy Delamere está sofocada.


4
Del asma, de sus padres, y de su novio, deliciosamente peligroso, Asher quien
la asfixia de adentro hacia fuera.

Joy puede aceptar sus palabras – tiernas palabras, crueles palabras- hasta que
una noche van demasiado lejos.

Ahora, Joy todo atrás para encontrar al único que le ah ofrecido su ayuda, un
chico sin hogar llamado Creed. Ella se convertirá en alguien más. Ella
aprenderá a sobrevivir. Ella respirará… si es que puede llegar a Creed antes de
que sea demasiado tarde.
Dedicatoria
Para mi familia,

y para Amy, Pam, Deanna, Glynis, Kristine, y Alice-


5
hermanas no de sangre, pero por opción.

Y para Shiraz. Siempre, siempre para ti.


Capítulo 1
Traducido por Taly

E slyt. Eslyt.

El desliz del metal corta a través de la silenciosa noche, cintas de


cabello en forma de espiral caen al fregadero.

Pero mejor era el sonido de la tijera que el traqueteo de mis


pulmones. Una incorrecta respiración podría hacer sonar la alarma.
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Recogí las hebras y las metí en una bolsa de plástico, justo al lado de lo que
quedaba del kit decolorante Manic Panic y el saco lleno de tierra del jardín. Una
chica desconocida me devolvió la mirada en el espejo de mi cuarto de baño.
Blanca melena desmechada. Cejas pálidas, que de una manera extraña iluminan
su decolorada piel veraniega. Anillos negros alrededor de los ojos, la
transformación de ella… de mí… de una muchacha de los suburbios a un
espectro aterrador.

Esto es lo que soy, si tengo suerte. Invisible.

Y silenciosa. Tenía que serlo. Sólo había una oportunidad de escapar.

Destellos de luz entran por mi ventana abierta, poniéndome en estado de alerta.


Hoy, más temprano, mi madre me preguntó si necesitaba cortinas nuevas, ya
que con el trabajo de mi padre nuestra situación económica estaba yendo bien.
Como si las cortinas nuevas me hicieran olvidar esta hermosa jaula de pájaro,
sofocando el latir de mi corazón. Como si pudieran retenerme, ahora que había
llegado al límite.

No.

Ya había caído, y no hubo nadie que me atrapara. No aquí, de todos modos.

Tomé una fuerte bocanada de mi inhalador y suprimí la tos. Mientras me


mantuviera enojada, no sentiría miedo.

Incluso estando en agosto, hacía el suficiente frío en plena noche para ponerme
la franela de Asher sobre la camiseta y mis harapientos pantalones de PVC
grises que encontré en la tienda de segunda mano. Su olor a desinfectante para
las manos, cigarrillos y su esencia natural, todavía impregnaba las fibras.
Dejaría todo lo demás, pero al menos había rescatado la franela.

Pasé un pañuelo de papel por todo el fregadero para capturar cabellos


restantes. ¿Quién sabe a qué equipo forense podrían llamar cuando no me
encontraran? Esto sería peor que aquella vez cuando casi muero de neumonía.
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El único rastro que encontrarán será el que cuidadosamente he dejado, un roce
de lodo, una mancha en el alféizar de la ventana. Sin nota. Ni huellas dactilares.

Mis ojos recorren la habitación una vez más por cualquier cosa que pudiera
haber olvidado. La brisa entraba por mi ventana abierta y mi cama estaba
deshecha, como si apenas me hubiese levantado. El reloj marca la 1:26 am. Un
par de sucias botas de trabajo esperan al lado de mi vieja mochila, rellena con
botellas de agua, barras energéticas e inhaladores. Sólo tomé un puñado de
cada uno para que no se dieran cuenta de lo que faltaba.

Esas eran las cosas que había preparado, pero ahora que me iba, algo
inesperado me detuvo. No es el ordenador portátil o el armario lleno de ropa.
Ni siquiera el grupo de fotografías donde me encontraba con mi mejor amiga,
Neeta, haciendo caras graciosas o en la piscina. O aquellas con mis dos
hermanos, un trío de J: Jesse, Joy, y Jonah. Yo siempre salía apretujada entre
ellos, como si pudieran devolverle el aire a mis pulmones.

Eran un conjunto de posturas, como todo lo demás. Una cortina de humo,


ocultando la verdad.

Luego estaba la imagen de Asher.

Asher se me quedó mirando, echado hacia atrás, sus brazos cruzados, con una
mirada en blanco y desafiante al mismo tiempo. Aquella mirada que me hacía
doler con ardiente temor.

Neeta no podía saber por qué finalmente había cedido a un viaje de chicas, sólo
con ella. Las fotos no cuentan la historia real. No habíamos platicado realmente,
desde que estuve con Asher. Puedes conocer a alguien toda tu vida, y un año
más tarde, no sabe absolutamente nada de ti.

—Estas diferente, Joy —Neeta me había dicho en el camino de regreso.

Tal vez fue porque acabábamos de ir a ver al antiguo J en la universidad. Tal


vez fue porque yo había dejado detrás a Asher.
Pero cuando Neeta lo dijo, tuve que contener las lágrimas.

Mi yo en las fotos se burló de la que se reflejaba en el espejo: dos de nosotras,


divididas. J2. Joy. Ese nombre ya ni siquiera me quedaba. Me convertiré en
alguien que ella nunca podrá ser.

—Adiós, Joy —susurré—. Será mejor ahí afuera. Lo prometo. 8

Mi nuevo yo no se sentiría impotente. El plan iba a funcionar. Tenía que


hacerlo. Nadie creería que yo podría hacer esto, mucho menos Asher.

Realmente me sentía un poco mal por lo que estaba a punto de hacerle a la


alfombra.

J1 había estado fuera de casa desde hacía un año, su antiguo dormitorio era una
celda vacía. Él no tendría que cuidar de mí nunca más, ahora que el trabajo
pertenecía a Asher. J3 dormía como un tronco o como un exhausto niño de
cuatro años, su respiración constante y densa. Mis padres no tenían motivo que
los mantuviera despiertos durante la noche.

Aun así, contuve la respiración contra el olor a tierra, cuando me puse las botas
de trabajo y arrojé la bolsa de tierra, manchando desde la ventana a la cama y
luchando con mis almohadas. La suciedad podría provocarme un ataque de
asma, y eso traería a mis padres volando a mi cuarto. Guarde las botas en la
bolsa, y luego golpeé mis pies en el barro para dar la impresión de una lucha.
No dejaría ninguna otra huella. Pronto, la policía se arrastraría en este cuarto
buscando evidencias.

Y luego…

Un crujido

El dolor apuñaló a mi arco desnudo, me agarré el pie para evitar llorar a gritos,
un carro Lego1 de J3, que había dejado aquí para chantajear su camino a mi
habitación. El conductor aplastado colgaba lastimosamente. Él no tendría a
nadie que lo cuidara una vez que me fuera. Metí el pequeño hombre de Lego en
mi mochila antes de que pudiera hacerme cambiar de opinión.

***

1
LEGO es una empresa de juguetes danesa reconocida principalmente por sus bloques de plástico
interconectables.
Nadie se levantaría en nuestro barrio a esta hora, al menos en teoría. Pero eso
no significaba que no me descubriría algún tipo despierto hasta tarde con su
computadora portátil, que pensó ver el fantasma de una muchacha en la noche.
Lo que los vecinos ven y lo que pasa detrás de puertas cerradas son a menudo
dos cosas diferentes en el paraíso suburbano. Debería saberlo.
9
Pero no lo hice cuando conocí a Asher. Él me deslumbró tanto como a los
demás.

Para mis padres, él era el sustituto perfecto de un hermano mayor, mejor aún,
podía protegerme durante el resto de mi vida. De la neumonía, de la pobreza,
del abandono.

Para mí, él era un escape de la preocupación obsesiva de mis padres. Esto, y él


podía romperme y juntarme de nuevo con un solo suspiro delicado, y a la vez
electrizante dejándome jadeando por más. Delicioso peligro envuelto en un
paquete de seguridad total.

Sólo que había un precio por todo lo que me dio. Si Jesse no hubiera estado en
la universidad, si mamá no se hubiera consumido con los detalles de mis
medicamentos y horarios, si mi papá no hubiera estado desempleado durante
seis meses y Asher no le hubiera conseguido el trabajo en Empresas Valen. . . tal
vez alguien habría notado que dejé de respirar.

Ni siquiera me había dado cuenta, hasta la noche que llegamos al límite.

Neeta y yo fuimos a casa por nuestro viaje. Yo aún estaba conmocionada por el
rechazo de Jesse. Si podía contar con alguien, sería él. Sin embargo, él cerró la
puerta en mi cara.

Asher estaría enojado, eso lo sabía muy bien. Pero jamás podía haber adivinado el
castigo. Él me llevó a su apartamento como siempre lo hacía, sólo que esta vez
había una vela encendida. La calma en sus grises, sus grises ojos que entraban
en conflicto con el conjunto de su mandíbula, hecha aún más aguda por la luz
parpadeante. Él retiró las sábanas. Algo metálico brilló a la luz de las velas.

—No me importa si alguien más lo sabe. . . Sólo me importa si tú lo sabes, Joy.

Esa noche, me sacrifiqué en un altar de piel y cenizas. Pero no me vendría abajo.

Pasé rozando la oscuridad hacia la entrada de la comunidad: elegante durante


el día, punzante por la noche. Mi piel latía en aquel lugar secreto, un
recordatorio abrazador que todo lo que hizo Asher, bueno o malo, se trataba de
poder.

Mis padres siempre estaban quejándose de las chicas Hopkins que dejaban el
portón abierto para sus novios. Pero este nuevo yo contaba con ello. Me
deslizaría entre los barrotes antes de que alguien se diera cuenta que había
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escapado. No me atreví a mirar atrás.

Lo que me empujó hacia adelante fue un pensamiento vacilante y singular. Un


recuerdo, una promesa.

La ayuda estaba ahí afuera, si tan sólo pudiera encontrarlo a él.


Capítulo 2
Traducido por Taly

L
a punzada en mis pulmones era el menor de mis problemas mientras
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pasaba de sombra en sombra. Tendría que tomar un atajo por el
bosque para alcanzar el autobús de las 2:00 am… Si no lo alcanzaba,
estaba jodida por completo. El siguiente no llegaría hasta el amanecer.

Corrí a través del árbol de hoja perenne, donde Jesse y yo solíamos construir
fortalezas y donde conocí por primera vez a Neeta, mucho antes de que Jonah
fuera imaginado. J1, J2, J3.

Jesse fue a la universidad Westner el verano pasado. J1 estaría bien sin mí.
Mejor aun, él mismo lo dijo.

J3 me olvidaría pronto. ¿Qué es lo que siempre decía mamá sobre los


recuerdos? Los míos comenzaron cuando tenía 5 años. A Jonah aún le quedaba
un año de felicidad.

El arroyo casi secó en el fondo del barranco me sumió a través de más


recuerdos, pero yo los borraría con cada bocanada de aire cubierto de musgo.
Las sucias Vans2 que encontré en St. Vicente's dejarían las huellas de otra chica
en alguna otra vida, y me desvanecería en un aleteo de tierra y hojas.

1:52 am señala mi teléfono celular. Lo apagaría tan pronto llegué a la ciudad. Mi


vida estaría en una nueva zona horaria, sincronizada con un ritmo diferente de
fuga.

A las 2:02 de la mañana, el autobús 216 del metro, rodaba por el transitado
centro de Issaquah y yo estiré mi sudadera con capucha sobre mí, lista para la
acción.

La puerta del autobús decía abierto, iluminado por un resplandor fluorescente.


Tenía un billete arrugado en mi bolsillo, arrebatado del libro ahorros Eastside de
mis padres. Se lo tendí al conductor, que parecía como si hiciera mucho tiempo
no hubiera comido más que grasientos fideos de autoservicio.

2
Vans: Marca de zapatillas.
Adolescente fugitivo, pude leer en su rostro. Me pregunté si podía ver la
desesperación en el mío. Yo no la observé demasiado, oficial. Pero no, no puede ser
esta chica. Tenía el pelo rubio, no largo y oscuro, y los ojos. . . negros y vacíos.

El conductor miró con impaciencia mi mano extendida.

—Basta con colocarlo en la ranura —suspiró. Estúpida niña suburbana, ni siquiera 12

sabe cómo montar el autobús. ¿Cómo iba a sobrevivir en la calle?

Los únicos otros pasajeros eran una mujer inclinada sobre los asientos de
discapacitados y un ejecutivo en la parte posterior. Tomé asiento casi en la
mitad y me hice un ovillo en torno a mi mochila.

Todo lo que tenía que hacer era llegar a Bellevue, donde esperaría el primer
autobús con destino a Seattle. Luego tendría que tomar otro para llegar al barrio
de Capitol Hill, donde desaparecería en la amplia población de adolescentes sin
hogar. Hasta entonces, tenía que fundirme en el paisaje. Eso no sería muy
dificil. Nadie que conocía tomaba el autobús.

Viajamos lejos del estruendo del transitado centro hacia la autopista. Miré por
la ventana trasera, más allá del ejecutivo y en la oscuridad de mi vida
alejándose.

***

—Vallamos a dar un paseo —me había dicho Asher, hacía solo unos días.

No hablamos sobre lo que sucedió la noche anterior. Su ira se había disipado,


una vez que me quedé dormida en su apartamento y pase la noche delirando
con mucha fiebre y escalofríos. Él se hizo cargo de mí y me trajo de vuelta a la
vida. Vendó mis heridas y quitó el dolor. Ahora estábamos en el punto sensible,
la parte que anhelaba. Siempre fue muy amable después.

Pero esta vez, había llegado demasiado lejos. Mi piel palpitaba en la memoria.

—¿Dónde quieres ir? —le pregunté, una vez que se acomodó en su DeLorean,
minuciosamente cuidado cada semana para mantener su satinado y libre de
huellas dactilares. Él podía tener el coche que quisiera, pero escogió uno que
requería constante cuidado. Al igual que yo.

Levantó suavemente el cinturón de seguridad apartándolo de mi cadera y me


ofreció mi inhalador, luego inclinó su boca a modo que pudiera probar su
mezcla habitual de ahumado y dulce. Un escalofrío caliente se extendió a través
de mí, incluso después de las últimas veinticuatro horas, todavía podía tener
este efecto vertiginoso.

—¿Qué tal si escoges tú, Joy?

Normalmente este tipo de declaración sería una prueba. Si pudiera 13

desplazarme entre las minas terrestres, no sería castigada. No esta vez. Un par
de cuervos picoteando en el muerto camino nos dispararon miradas curiosas,
dándome un escalofrío espeluznante.

Escondí mi cabeza en el espesor de su hombro, sintiendo como se ablandaba


bajo mi peso. Él tocó mi pelo, mi hombro, en todas partes, excepto donde el
dolor estaba, como si tratara de consolarme. Eso había terminado ahora, y no
me escaparía con Neeta nuevamente sin decirle nada. Sería mejor… él estaría
cerca, vigilándome.

Si pudiera recorrer este equilibrio, todo volvería a ser como era antes.

Pasamos por un Starbucks en el camino de salida del barrio, donde solía ir con
Neeta. Ella podría estar allí ahora con Ellerie y Ari, sus nuevos amigos desde
que Asher llegó. Estarían tomando Frappuccinos, tal vez hablando sobre el
viaje. No había tenido la oportunidad de saber lo que Neeta quiso decir, si se
daba cuenta a pesar de todo. Estas diferente, Joy.

No podía arriesgarme a toparme con ellos mientras estaba con Asher. Siempre y
cuando permaneciera lejos, podría dar sentido a lo que había sucedido, primero
con mi hermano y luego ayer por la noche. Al ver a Neeta pondría todo en
peligro. Me desmoronaría con una mirada suya, que sólo empeoraría las cosas.

—Podríamos ir a la ciudad —le dije—. ¿Tal vez a comprar algo de comer?


Aunque la comida era lo más alejado de mi mente.

Él asintió con la cabeza, inclinando sus gafas de aviador sobre sus ojos. Solté el
aire capturado en mis pulmones. Era lo que él quería desde el principio.
Seattle se desplegó ante nosotros, Puget Sound3, las montañas y toda la ciudad
embutida en el bajo y amplio parabrisas. Las últimas gotas de la lluvia de
verano se esforzaban por mantenerse cuando nos sentamos en silencio.

—No hemos hablado mucho desde que volviste —dijo Asher. Acariciando con
sus dedos la pulsera de Tiffany que me había regalado, con un cuervo que
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colgaba por el extremo de la placa. Esto me identificaba donde quiera que fuese,
incluso a los confines de la tierra.

—No fue gran cosa. Es solo que… Neeta y yo no nos hemos juntado en un largo
tiempo, y ella pensaba que podríamos visitar a Jesse en Westner. —La verdad es
que ni siquiera sabíamos por qué íbamos a ver a mi hermano hasta que
llegamos allí.

Nos bajamos en la salida de Olive, que nos llevaba hacia Capitol Hill. Mientras
nos dirigíamos hacia Broadway, el paisaje cambiaba de brillante a áspero de
seda al cuero, de una boutique de moda a tienda de ropa usada. Aparcar en la
calle se hizo difícil, y dimos vueltas en círculo para encontrar un lugar.

—Pensé que no pasarías más el rato con Neeta —dijo Asher, con una pizca de
desdén. No era ningún secreto que no le gustaba Neeta. Las palabras molesta y
sabe-lo-todo vinieron a mi mente, aunque él siempre la tratara con extrema
cortesía.

—Estamos a punto de comenzar el último año juntas —le contesté—. A ella le


pareció que debíamos hacer un viaje. —Mi piel se sentía como si estuviese en
llamas, y traté de relajarme.

El DeLorean gruñó en una parada en la calle Olive y Harvard. Asher abrió la


puerta de alas y la dejó abierta mientras venía por mí, con falsa serenidad
notando la atención que esto atrajo.

—Entonces, ¿qué hacías allí? Tuvo que haber sido bueno si no querías hablarme
sobre ello. ¿Una fiesta? —Su pregunta me paralizó dejándome sin aliento.

Nos unimos a la corriente de peatones, esquivando a los estudiantes, las


personas que hablaban entre ellas y los niños sucios sin hogar que
probablemente no se habían cambiado de ropa en las últimas semanas. Cuando

3
El estrecho de Puget (o Puget Sound) es un profundo entrante del océano Pacífico localizado en la
costa noroccidental de los Estados Unidos. Administrativamente, sus aguas y costas pertenecen al
estado de Washington.
mi hermano todavía vivía en casa, él venía aquí a menudo, repartía alimento y
calcetines. Asher se mantuvo cerca protegiéndome del murmullo, el
tabaquismo y el flujo impredecible, la suavidad de su mano contradiciendo sus
palabras.

—No, ninguna fiesta —retrocedí—. Sólo nos detuvimos para ver a Jesse,
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paseamos, y regresamos. —Asher esperó algo más, para el punto en que me
delatara a mí misma. Como siempre, no vi mi error hasta que fue demasiado
tarde.

Lo que no podía decirle era que Jesse, el hermano que siempre me cuidaba, el
que me encontró cuando yo había dejado de respirar, no quería verme. Él
alimentaba a los desamparados y construía viviendas en México, pero ya había
tenido suficiente de mí. No obtendría ninguna ayuda de su parte.

—¿Pasearon? ¿Y no podías contarme eso? —Asher y yo nos detuvimos frente a


la tienda Smoke, el único lugar por aquí que vendía los cigarrillos que le
gustaban. Un grupo de cuervos bajaban en picada por un poco de papas fritas
tirada en la calle. El los miró con interés.

El aire raspaba en mi garganta como fragmentos. Tomé una inspiración lenta


para calmar mi voz. No iba a llorar. Busqué mi inhalador, y él lo estabilizó en
mi mano.

—No lo hagas —dijo, pasando su dedo a lo largo del contorno de mi mandíbula


y remontando hasta la esquina de mi ojo—. Sólo dime la verdad. ¿Por qué
saliste de esa manera?

—Mira Asher, lo siento, no pensé…

—Es cierto. No has pensado —me cortó. Luego sonrió, y no podría decir si la
sonrisa llegó a sus ojos bajo las lentes—. Sé que fue un error. Te perdono. —
Posó sus labios en los míos, recordándome ese lugar emocionante entre el amor
y el peligro. A penas podía sentir el dolor—. Solamente. . . Te echaba de menos.
Te amo, Joy.

Internamente, algo se liberó. No todo es malo, le diría a Neeta si pudiera. A veces


era increíble, increíblemente suave. También lo amaba.

Lo que sucedió anoche nunca tendría que volver a ocurrir.


—Esperame aquí —dijo—enseguida vuelvo. —Asher ingreso en la tienda y me
dejó sola en la acera. Sabía que no debía moverme.

Y fue entonces cuando lo vi a él. El muchacho.

No, lo oí…
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Lo conocí una vez, en un callejón de cristales rotos.

Esta vez pude verlo mejor a la luz. Probablemente era de mi edad, con cabello
castaño oscuro colgando en mechones. Los ojos de un profundo azul, piel
áspera y bronceada por la exposición, cuerpo con todos los miembros fibrosos.
Si se pusiera de pie, pensé, medirá más de un metro ochenta de altura.

Su voz suave, una fuerza de música de guitarra se extendía como una mano
atrayéndome en un abrazo.

Él sabe usar las cenizas… brilla con las cenizas...

Las palabras enviaron escalofríos por mi espina dorsal.

El muchacho se detuvo, mirándome a los ojos con una extraña clase de


conocimiento, como si hubiera sido parte de toda mi conversación con Asher. Él
debía haberme reconocido, también. Tal vez recordó lo que me dijo, aquella vez
cuando nos conocimos.

Vi cómo te trata. Si alguna vez necesitas ayuda, ya sabes donde encontrarme.

En el suelo, el chico parecía… inofensivo. A pesar de que las palabras que me


dijo aquella vez indicaban todo lo contrario. No lo sabía entonces, pero aquellas
palabras cambiarían todo.

Cuando Asher salió de la tienda, yo todavía estaba allí de pie, congelada,


mirando fijamente al muchacho, nuestras miradas fijas con una intimidad un
tanto incómoda como reconfortante. Al igual que me reconoció... ¿Podría ver a
través de mí?

Podría ver las heridas, formando cicatrices incluso ahora. Cenizas. Las palabras
de su canto hicieron eco en mi mente.

Y no estaba segura de querer ese tipo de conocimiento. Rompí el contacto visual


y me precipité por la puerta más cercana. Asher me siguió, y nos encontramos
en la tienda Hot Topic, rodeados de medias de rejilla y botas con clavos.
—¿Qué demonios fue eso? —silbó Asher, y me preparé. Hasta ayer por la
noche, eran sólo palabras.

Afortunadamente, una bota con tacones de diez centímetros lo distrajo. Pasó un


dedo lo largo de ellas, como si estuviera tocando mi piel.

—Estas se verían bien en ti. 17

Una cinta se apretó alrededor de mis pulmones. Al instante, odié aquellas botas.

—Quiero verte en ellas. —Lo cual, si hubiera sido dicho por alguien más,
podría haber sido completamente atractivo. Pero sabía lo esto significaba con
Asher. Volveríamos a su casa, y yo me las pondría. Él comenzaría por mi cuello
y trabajaría su camino hacia abajo, dejándo siempre la pulsera del cuervo.
¿Quitaría el vendaje? La idea de ello me dolió.

A través de la puerta, la fuerza de la música de la guitarra llegó y se enroscó a


mí alrededor como hilos de humo. ¿Con intención de ahogarme o ponerme en
libertad?

Él desearía poder curar las cicatrices. . .

Saqué mi tarjeta de crédito y recogí las botas. Asher se acercó lo suficiente como
para sentir su aroma a menta y nicotina. Sopló su suave aliento en mi cuello y
sus palabras en mi oído:

—No me gustó lo que hiciste ayer por la noche, Joy. Tendremos que arreglarlo.

Fue entonces cuando supe que no había manera de escapar.


Capítulo 3
Traducido por Taly

M
i vida se divide en tres partes: antes de Asher, después de
18
conocerlo, y después de marcharme.

Todo cambió esa noche el verano pasado, cuando mamá estaba


con gripe y papá me llevó a la recaudación de fondos del Parque Zoológico
Woodland en su lugar. Papá todavía tenía su trabajo en ese entonces,
recogiendo donaciones de empresas sin fines de lucro. Nadie discutió lo que
sería de mí una vez que Jesse se fuera a la universidad.

Incluso en su estado de debilidad, mamá le estaba dando a papá el discurso de


siempre antes de marcharnos. No te alejes de ella ni por un segundo, Peter. ¿Tienes
su inhalador de emergencia? ¿Estás seguro de que ustedes dos van a estar bien? Nadie
podía olvidar los paseos en ambulancia, o las veces que dejé de respirar. El
hecho de que había estado a punto de morir dos veces, se cernía sobre nuestra
familia como una sombra oscura, y estuve hospitalizada más veces de las que
podía contar. Mi padre sabía lo que le sucedería si no me traía a casa en una
sola pieza.

El tema de este año se destinó a las aves, a causa de la nueva exhibición del
zoológico, un flamenco de color rosa, donde una docena de ellos se esparcirían
alrededor del lodo y deslumbrarían a cada uno en el noroeste lluvioso. El
zoológico espera poder renovar la exposición de pingüinos de una isla falsa a
un verdadero palacio de pingüinos, si al menos los invitados pudieran
desprenderse de algunos fondos para ayudar.

Yo como que sentía pena por los pingüinos. Tenían alas, pero no podían volar.
Esta noche, yo no sería nada como ellos. Cualquier cosa podía pasar cuando me
sentía ligera como una pluma, libre como un pájaro.

En el jardín trasero del zoológico había brotado un elegante poblado de tiendas


de campaña, tres bares completos, tres o cuatro tiendas de campaña con
pasteles con forma de pájaro o salmón bruschetta4 emplumados, otro puesto de
artículos en subasta, y la gran carpa: la cena para 500, donde los huéspedes

4
Bruschetta: Plato originario de la cocina italiana. Consiste en rebanadas de pan tostado, saborizados,
con añadidos a gusto.
babearían y les ofrecerían fabulosos premios para mantener esos flamencos
fangosos y los pingüinos a flote.

Yo llevaba la seda roja Sari5 de Neeta, bastante parecido a un pajarillo, pero no


en exceso. Neeta me hizo prometer que no permitiría que algo le sucediera, o
ella nunca volvería a dejarme tomar algo prestado. La parte superior del sari
19
estaba sumergido en la parte delantera, y me imagine como sería si tuviera un
ataque de asma y un equipo de paramédicos tuvieran que rasgar a través de las
perlas y la delicada seda. Me vendría bien un poco de dramatismo. Ese
pensamiento envió una emoción peligrosa a través de mi pecho.

Papá y yo nos registramos y cada uno obtuvo una paleta con nuestro número
de licitador 235, el número perfecto para representar a nuestra familia: dos
padres, tres hijos, cinco voces de tumulto y caos.

—No hagas ofertas alocadas —dijo papá—. Pero puedes ofrecer en la tienda de
subasta.

—¿Cuál es mi límite?

—Hmmm. ¿Qué te parece cien dólares? Si quieres más, ven a buscarme y


hablaremos de ello.

Sabía que "hablaremos de ello" lo más probable es un "seguro", a no ser que


fuera totalmente disparatado. Un día de spa en el Lodge Salish. Cena para diez
en la torre Space Needle. Colección de vino de Bill Gates. Lo que sea.

Conseguí bebidas para ambos un gin-tonic para papá y la bebida destacada -


Yellow Bird6, para mí ("Con sólo un poco de ron y brandy", me prometió el
camarero). Papá discutió los puntos más delicados de la recaudación de fondos
filantrópicos con los vicepresidentes y sus esposas, que llevaban boas rosadas.

Resultaba extraño para mi verlos en persona, después de enterarme de todos


sus secretos, aventuras con estudiantes; cargos de lavado de dinero; niños en
rehabilitación. Cada uno de ellos parecía insensible, como si hubieran tomado
una inyección de Botox para el corazón.

—Voy a echar un vistazo a la tienda de subasta —le susurré mientras iniciaba


una discusión apasionada de canalización de fondos, o algo así.

5
El sari es un vestido tradicional usado por millones de mujeres del Subcontinente Indio.
6
Yellow Bird: Trago que contiene bacardi, Galliano(licor de hierbas), licor de banana, jugo de naranjas, y
juego de piña.
Papá me contempló con preocupación.

—¿Está segura?

—Papá. Hay miles de personas con teléfonos celulares alrededor. Si estuviera a


punto de morir, estoy segura que una de ellas puede llamar al 911.
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Me di cuenta de que estaba repitiendo las advertencias de mamá en su cabeza,
pero la conversación de los vicepresidentes lo sacaron de las mismas como un
rayo tractor.

—Sólo vuelve en media hora para el encuentro con los animales.

Afortunadamente, no escogimos el recorrido del flamenco y en su lugar


optamos por alimentar a las jirafas, una de mis actividades favoritas del
zoológico. En el extremo sur del parque, un puñado de ellos vagaba alrededor
de la versión de Seattle de África. El zoológico había plantado árboles y
arbustos para parecerse a la real sabana, en realidad, sólo aquellas plantas del
noroeste podrían sobrevivir diez meses de lluvia y hacer sentir a los animales
como en casa.

Bebí a sorbos mi zumo de naranjas, en su mayoría y comencé a sentir un poco


de cosquilleo. Mis tacones se hundían en la hierba húmeda con el sonido de un
beso.

Era fácil pasar de un artículo de subasta al siguiente. Como colecciones de


piezas de Café Shiraz, libros sobre animales de autores locales, pendientes de
cristal con un tipo de hilo delicado de abuela. Me detuve en una colección de
recuerdos de época de Kurt Cobain, sus archivos de Experiencia de Proyectos
Musicales –una primera edición en CD firmada, una camiseta de sus inicios, y
una foto firmada por Kurt y Courtney. Mi estómago se agitó un poco más con
sólo mirarlo. Ya había seis ofertas, de hasta $ 540. Oh bueno, de todos modos, no
importa.

Pase rozando junto a los últimos paquetes de manicura, la escultura del elefante
de arcilla, una cena para dos en la cocina de la Costa. Si yo tuviera a alguien con
quien ir, podría haber pujado7. Estaba todavía muy por debajo de cien dólares
por una noche de cocina regional y mística. Los juegos de mesa Cranium
captaron mi atención. Jesse y yo podríamos jugar Hoopla antes de que
despegara hacía Western y podría jugar Hullabaloo con Jonah, quien estaba a
7
Puja: Una oferta en una subasta (cantidad que ofrece un licitador)
punto de cumplir cuatro. Deje mi número debajo, 235, y deseé no perder en los
tres o los cinco por un solo momento.

Sentí una presencia cálida, y no venía desde el calentador que pasé. Era más
como calor mezclado con un escalofrío.

Sus ojos fueron la primera cosa que me golpeó: intenso y pálido gris, 21

mirándome. Un peligroso poder crepitaba en torno a él, con una fuerza que casi
quema mi piel.

Era esbelto y tosco de alguna manera, aunque impecablemente vestido con una
camisa abotonada y pantalones claros. Sus ojos recorrieron mi cuerpo hasta el
borde del sari sedoso de color rojo y alrededor de mis piernas, y sentí un
escalofrío nuevamente. Su mano descansaba en la camiseta Nirvana como la
que ya poseía. Luego se deslizó nuevamente en la corriente de cuerpos
compitiendo por el espacio en la tienda.

Me traslade al otro lado de la mesa, sintiendo aquellos ojos seguir mis


movimientos. Me detuve en una pulsera con santos pintados a mano y alcé la
vista. El muchacho estaba al otro lado de la mesa en el paquete de Cranium,
anotando su número. Él me miró con una tenue sonrisa, no era del todo una
sonrisa. Yo escribí mi número en la pulsera de los santos. Toma esto.

Pasando a la siguiente fila, no podía dejar de mirar atrás. Allí estaba él, en la
pulsera de los santos. ¿Memorizando mi número? ¿Tratando de robar mí
oferta? Bueno, yo no estaba dispuesta a perder. Miré a mí alrededor
salvajemente mientras él estaba de espaldas y me encontré con, una noche de
tragos y música en El Cloud Room8.

No importaba si era para mayores de veintiuno o más, de alguna manera me


colaba con Neeta y un par de los demás y teníamos una noche salvaje en la cima
del Hotel Camlin. 235.

Si iba a perder el paquete de Cranium, tendría que encontrar algo para Jonah.
Una fiesta en Castillos inflables. Por supuesto. 235. El muchacho me lanzó una
mirada oscura, mientras todos los demás parecían borrosos a nuestro alrededor.

8
The Cloud Room – Hotel Camlin: El Cloud Room se encuentra en el ático del Hotel Camlin, es un
bar/restaurante clandestino con las comodidades de un hotel cuatro estrellas, por el cual pasaron
numerosos rostros famosos.
Mis rodillas se estremecían donde la seda rozaba. Cada fibra parecía tomar mi
cuerpo de la más extraña manera de frío-calor. Escribió su número después del
mío, en un movimiento un tanto exasperante… y totalmente sexy. 101. Uno él y
Uno yo.

Por último, hice una oferta para un juego de cubre teteras hechos a mano. Esta
22
sería la prueba para separar la coincidencia del acoso. En el peor de los casos, se
lo presentaría a mi madre como un regalo por asistir a la fiesta del zoológico en
su lugar. La pregunta ahora era: ¿Pujaría él?

Doblé la esquina sobre la última fila de mesas. Más arte. Más cenas. Más joyería
que podría ser llevada por una tienda del zoológico llena de damas. Él se movía
hacia el juego de cubre teteras, echándome un vistazo y luego miró con frialdad
por encima de su hombro a la multitud, comiendo, bebiendo y siendo felices.
Mi vestido se pegaba en sitios donde la seda nunca debería pegarse. Llegó al
juego de cubre teteras y entornó los ojos en ellos.

Él reflexionó sobre ellos. Floreados. Cosidos a mano. Halagador, incluso para la


tetera más gorda. Lavable a máquina. En realidad, el regalo ideal. Levantó la
vista hacia mí, leyendo la pregunta en mi cara. ¿Al escoger los cubre teteras, me
escogería a mí?

Y entonces, todo terminó. Dejó caer el bolígrafo. No escribió nada en la parada


de los cubre teteras. Se dio la vuelta y salió de la tienda sin decir una palabra.
Me quedé sola, tan sólo a unos metros de distancia de la calefacción. Pero no
parecía necesitarla, ya que me quemé con el asombro y la humillación. ¿Fueron
los cubre teteras? ¿Hice una mala elección? ¿Estaba imaginando que me seguía
y tal vez incluso que coqueteaba conmigo? ¿Se ofendió?

Tomé una bocanada de mi inhalador.

Alguien en un altavoz anunció que se aproximaba el recorrido del encuentro de


animales, y me deshice del capullo de rechazo. Papá estaría esperándome, y lo
único que había logrado era pujar por un trío de cubre teteras. Se pondría en
duda no sólo mi gusto, sino también mi cordura.

Nuestro grupo se reunió alrededor de la mujer del zoológico con un cartel de


jirafa. Cada una de las esposas tenía una copa en la mano de Yellow Bird, y se
reían como si hubieran tomado ya, dos o tres. Si mi madre estuviera aquí, no
podría imaginarla participando. Cuando ella no estaba obsesionada con los
detalles de medicinas y repuestos, representaba las cuentas de algunos de los
mayores fondos en Seattle, así que no podía permitirse el lujo de reír. Puse mi
Yellow Bird en una de las mesas vacías.

Estábamos a punto de salir cuando él apareció… inexpresivo en su camisa


blanca y pantalones de lino, pero todavía mirando de algún modo oscuro, al
23
igual que esas ropas no eran su yo real, más de lo que mi sedoso sari rojo era mi
verdadero yo. Habló con la mujer del zoo:

—¿Podría unirme a su grupo?

—Asher. Oh, sí. Por supuesto.

Asher. Un nombre apropiado. Se puso de pie cerca mío, como si estuviéramos


juntos. Podía oler un suave aroma de cigarrillos en él.

Él me estaba dirigiendo esa mirada intensa, esta vez más palpable, como si sus
ojos fueran de alguna manera capaz de enviar ondas de adrenalina por todo mi
cuerpo. Lucho. Vuelo. Me derrito, allí mismo en el camino del zoológico. Mi
padre levanta la vista.

—Asher —dijo alegremente—. ¿Conoces a mi hija, Joy?

¿Mi padre lo conoce?

—En realidad, sí. Nos encontramos en la tienda hace unos minutos, pero quería
continuar nuestra conversación.

No me di cuenta que hubiéramos tenido una.


Capítulo 4
Traducido por Taly

Thunk.
24

Mi cabeza golpeó contra la ventana de parada de autobús por segunda no,


tercera vez desde que llegué a la estación de transbordo de Bellevue hacía ya
tres horas, y desperté sobresaltada. Bruma grisácea iluminaba el cielo de
manera uniforme, lo que hacía casi imposible saber si el día de hoy sería
nublado o despejado. El frío penetró mi piel a través de la franela de Asher y la
sudadera con capucha de la tienda de segunda mano, gastada y húmeda por el
rocío.

El antiguo reloj de imitación ubicado por encima de mi cabeza marcaba las 5:23,
menos de veinte minutos antes de que el primer autobús con destino a Seattle,
pasara lentamente y se dirigiera a la ciudad lleno de gente madrugadora. Solo
había tomado esta ruta una vez, cuando al coche de Neeta le cambiaron los
asientos de piel, y ella, Ellerie, y Ari querían ir a Nuemos por un concierto.

Tiré de la sudadera con capucha a mí alrededor, uniendo el universo de lo


visible y lo invisible. Un chorrito de valor se elevó por mis venas, como el aire
frío en mis pulmones.

En cuestión de horas, mis padres encontrarían mi habitación en caos. Lo


llamarían un estado de emergencia, sin darse cuenta de que ese estado había
estado construyéndose durante un año.

Registrarían a través de la evidencia, lo declararían un secuestro. Ellos podrían


recuperar sus vidas y yo podría escapar de la mía. Para salvarnos a todos,
desaparecería por completo.

Mis padres llamarían a Neeta en primer lugar, pero ella no tendrá nada que
contar. Desde que yo estaba con Asher, nos habíamos visto cada vez menos, al
principio, porque yo no podía conseguir lo suficiente de él. Más tarde, porque
me quería solo para él.

Ella había sido testigo de la tensión entre Jesse y yo cuando fuimos a verlo a
Western. Al abrir la puerta, la sorpresa pasó por su rostro y luego un ceño
fruncido. Pero eso podía significar cualquier cosa. De camino a casa, ella dijo
que yo había cambiado, aunque no podía decirme por qué.

Cuando no obtuvieran ninguna respuesta de Neeta, llamarían a Asher.

Sólo me importa si tú lo sabes, Joy.


25
El recuerdo me quemó. Ellos no sabían la clase de poder que realmente Asher
tenía sobre mí, o la manera en que sus palabras chamuscaban, incluso mis
pensamientos. Sólo esperaba que el rastro que dejé fuese suficiente.

Mi teléfono estaba en mi bolsillo, a pesar de que lo había apagado para que


nadie pudiera seguir mi señal. La investigación cautelosa sobre la tecnología
GPS y celular me lo dijo. Gracias, Wikipedia.

En los últimos veinte minutos, los viajeros salieron de la nada, la mayoría de


ellos con alguna variación programada de uniforme, pantalones caqui y una
camiseta. Una mujer hizo una llamada, mirándome directamente.

—Tenemos una emergencia —gritó en su teléfono.

¿Cómo podría saberlo ella? ¿Alguna vez la había visto antes? ¿Trabajaría para
el padre de Asher? Traté de mirar hacia otro lado, mi corazón latiendo con
fuerza en mi pecho. ¿Pero reconocería mejor mi perfil?

—La cuenta de McConnell es en lo profundo cerca de… —continuó—que


significa que usted y yo…

Desde luego que no, pensé. Tendría que tranquilizarme si pensaba lograrlo aquí
fuera. Para llegar a ser invisible, necesitaría un esfuerzo de mi parte.

***

Cuando mi autobús finalmente llegó a Capitol Hill, me estaba muriendo de


hambre, malhumorada, y tenía que orinar. Tenía un montón de barras
energéticas en mi escondite, que deberían durarme por lo menos una semana,
tal vez dos, si es que podía entrenarme para necesitar menos.

Las calles estaban relativamente vacías a excepción del Starbucks en la esquina.


El aroma de un café con leche doble inyección me llamó como una nube de
dibujos animados tentándome. Pero si quería hacer que los fondos durasen,
había cosas que tendría que dejar.
En los últimos días, había estado sacando dinero de mi cuenta de unos cuantos
billetes de veinte a la vez. Más los préstamos de mi madre. Asaltado el cuarto
de colección de mi padre. En total, tenía más de 200 dólares enrollados en mi
mochila, en mi zapato, en mis bolsillos. Uno nunca sabe quién podría estar
observando cuando lo sacas de tu escondite.
26
Sin embargo, la única cosa buena sobre la compra de un café con leche, era la
llave del baño. Neeta siempre tenía que ir, por lo tanto conocíamos todos los
baños en Broadway. El único público era un pequeño puesto metálico en la
calle cerca de Dick Drive-In9, por lo general manchado de suciedad, papel
higiénico y lleno de agujas. Por lo menos había una farmacia, sólo esperaba que
no me recordaran.

Me asomé por la ventana de la farmacia Rite Aid en la esquina de Broadway y


Olive. La chica detrás del mostrador no debía ser mucho mayor que yo,
delineador grueso perfilando sus ojos y su cuerpo luchaba contra su chaleco
azul de trabajo, reponiendo monedas en la caja. El letrero en la puerta
informaba que abriría a las siete, en nueve minutos, de acuerdo con el primer
reloj tecnológico intermitente de Washington. Seis cincuenta y uno, sesenta y
tres grados: Sería un día cálido en Seattle.

El baño se encontraba a través de la puerta por la esquina trasera, más allá de


unas cuantas cajas, y hacia la derecha. Neeta y yo habíamos estado aquí miles
de veces camino a Urban Outfitters, su tienda favorita. Neeta iba a comprar las
camisetas recortadas, con serigrafía de aves y cerezas, y las llevaría con faldas.
Yo compraría los pantalones cortos de muchacho, a sabiendas de que una sola
persona los vería a parte de mí.

***

Recordé la última vez que fuimos allí, Neeta y yo estábamos buscando un


regalo de Navidad para Asher, una de las pocas veces que habíamos estado
fuera desde que comencé a verlo.

—¿Crees que le gustará ésta? —había dicho Neeta, levantando una antigua
chaqueta de cuero marrón de textura crujiente.

Ella estaba intentándolo, lo sabía. Pero no sabía lo que podría gustarle a Asher.
Él era brutal sobre las cosas que no encajaban en su estética. Mi ropa, por

9
Dick Drive-In restaurante de comida rápida en Seattle.
ejemplo. En los seis meses que habíamos estado saliendo, el color se había
drenado de mi armario. Mi figura pasó de floja a elegante, a pesar de que yo
siempre estaba tirando de mis faldas, extrañas para mí, pero hermosas para él.
Esto se fue volviendo aún peor, ya que mi padre comenzó a trabajar en Valen.

—No va a gustarle —le dije.


27

Neeta suspiró.

—Bueno, ¿qué es lo que puede gustarle?

—Olvídalo —dije, y luego le ofrecí una sonrisa—. Él es imposible. Nosotras sólo


deberíamos ir a Cupcakes Trophy y acabar de una vez. Más tarde encontraré
algo para él.

—¿Estás segura? —Me di cuenta de que tenía sus dudas. El poder de las
magdalenas era fuerte para ella.

—Sí —dije—. Estoy segura.

Al final, le di el último teléfono móvil de uno de los clientes de mi madre.

—Ah. Privado —dijo, y me entregó una pequeña caja, el tono exacto de Tiffany
azul que no podría ser confundido por nada más.

Abrí la caja con cuidado, prudentemente. Era demasiado grande para contener
un anillo, también pequeña como para ser un jarrón de porcelana o una
lámpara. Esto era exactamente el tamaño correcto para una pulsera de
identificación de oro blanco, su placa plana grabada con su apodo cariñoso para
mí. Pajarito. Un amuleto colgaba a un lado, un pájaro con rubíes rojos como
ojos. Pero mirándolo más de cerca, era sin lugar a dudas un cuervo.

—Las pulseras con amuletos se originaron con los antiguos egipcios —dijo—.
Actuaban como identificación de los dioses del inframundo, quienes eran, su
estado, a quien pertenecían...

Me quedé mirando la pulsera, una media sonrisa congelada sobre mi rostro.


Todo lo que Asher hizo tenía un significado. Esta fue su manera de marcarme.
Si no hubiera sido metal liso, sospecharía que tenía un rastreador para siempre
saber dónde encontrarme.

***
La pulsera todavía tintineaba en mi muñeca, escondida bajo mi manga. Si la
hubiera dejado, ellos lo sabrían de inmediato. Nunca me quitaba la pulsera, ni
para dormir. Tenía que deshacerme de ella de alguna otra manera.

El graznido de un pájaro salvaje, me sobresaltó. La chica de Rite Aid ya había


terminado de poner el dinero en la caja registradora y se acercó para abrir las
28
puertas de vidrio. Me observó cuando entré y me dirigí más allá de la fila de
chocolatines, revistas, y maquillaje. Miré por encima de mi hombro para ver
cómo me seguían sus ojos, mientras que hablaba por teléfono en voz baja. De
cualquier manera. No tardaría mucho tiempo. Me di la vuelta y casi choqué con
un pecho azul que apareció de la nada.

—¿Qué crees que estás haciendo aquí? —Era un hombre alto y calvo de unos
cuarenta años que parecía poder jugar al Scrabble cuando no estaba acosando
adolescentes.

—Yo eh… uh…

—¿Y bien?

—Yo sólo… tengo que usar el baño. —¿Que puede hacer alguien en Rite Aid?

—Si claro —dijo—. Después de embolsar algún producto de Max Factor10 y


jarabe para la tos.

—¿Eh? —me alejé.

—¿Qué tienes en tu mochila? —Él comenzó a acercarse.

—¡Hey! ¡No me toques! —Di la vuelta a su alrededor, y la muchacha estaba


alcanzando el teléfono nuevamente. ¿Estaba llamando a la policía por mí?

—Usted no tiene que… ¡yo no estaba haciendo nada, lo juro!

El portero Sr. Scrabble todavía me seguía como una sombra.

—No, no estás haciendo nada, porque vas a salir de aquí. —Tropecé con un
enredo de campanas en la puerta y prácticamente caí a través de ella.

—¡Y dile a tus amigos que dejen de entrar y robar todo!

10
Max Factor: Marca reconocida de maquillajes.
De regreso en la calle, mis manos temblaban y mi vejiga estaba cerca de estallar.
Si yo era adicta a algo, era a mi estúpida botella de agua.

Starbucks, Neeta diría, tú eres mi única esperanza.

Caminaba de vuelta a la cafetería. Podría tragar mi orgullo. Podría pedir la llave


y esperar lo mejor. 29

El lugar estaba colmado de estudiantes y aficionados con ordenadores


portátiles, abrumados en la calidez comunal y el olor de los granos de café
tostados.

Me puse en la fila situada entre un tipo enviando mensajes de texto y una mujer
escuchando el correo de voz con el ceño fruncido en su rostro. Todo el mundo
en el café parecía estar umbilicalmente conectado a algún tipo de tecnología. El
bullicio era más del golpeteo colectivo de las teclas que de cualquier tipo de
comunicación verbal.

Cuando llegué al mostrador, el barista me miró más de una vez con aprecio,
pensé. Era más bien alto, de cabello castaño dorado volando en todas
direcciones y combinando con una camisa deshilachada en su estrecho recinto.
Parecía un estudiante de arte, tal vez, en algún lugar de Cornualles. El nombre
de su etiqueta, ligeramente torcida, decía BACH.

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Uh… sólo la llave del baño.

Su rostro se ensombreció, un contraste extraño para su nuez de Adán, ya que se


balanceaba de arriba hacia abajo.

—Oh. Tú eres uno de ellos.

—Espera —balbuceé, contando mentalmente mi cambio—. Compraré algo


cuando salga. —¿Qué dijo J1 que una persona sin hogar podía vivir con… un
dólar al día, si era cuidadosa? ¿Y yo estaba gastando tres con cincuenta en un
cuarto de baño limpio?

—Mira —dijo con la voz ligeramente más fuerte—. Los baños son solo para
clientes. —Pero él deslizó la llave en mi dirección—. Simplemente no te inyectes
allí, ¿está bien? —susurró—. Vas a hacer que me despidan. —A la chica que
vaporiza la leche, él le dijo —. Solo un café con leche pequeño, e inyectado de
almendra.

Así que él me estaba diciendo de inyectar almendras y no algo más.

—Gracias —murmuré, y me escabullí con la llave y la anticipación de las


almendras. Podría hacer esto, si solo tuviera aliados. 30

Pensé en el muchacho que había visto en Capitol Hill, su música penetrando en


mi corazón.

Si alguien podía ayudarme, era él.


Capítulo 5
Traducido por Taly

Q
uería continuar nuestra conversación, Asher había dicho aquella cálida
31
noche de verano que nos conocimos en el zoológico. Yo no sabía
entonces, cómo podía terminar la conversación.

La señora del zoológico, los vicepresidentes y sus esposas con boas de color
rosa no percibieron el intercambio silencioso que se produjo entre mi padre y
Asher. Mi padre asintió con la cabeza, y en ese momento, concedió el permiso a
Asher.

Papá se volvió hacia sus colegas, que estaban listos y entusiasmados por
alimentar a las jirafas. Y yo también lo estaba, hasta hacía solo un momento.
Mariposas, como la que estaban en exposición, se esparcieron en mi estómago.
Asher estaba a sólo unos pocos centímetros de distancia, pero se sentía como
que ya había quemado en mi torrente sanguíneo, más allá de cualquier defensa
que pudiera soportar. ¿Cómo podría saber ya cómo desequilibrarme?

A medida que el grupo seguía el camino de la sabana, nos asustó una bandada
de cuervos descontrolados, chillando y graznando indignados.

—Criaturas tontas e inmundas —murmuré para mis adentros. Por eso


estábamos aquí para salvar a un montón de pájaros sucios. Pero tal vez tenía
que dar las gracias por la cercanía de Asher. Podía sentir la sangre en mis venas.

—En realidad —él contestó—. Los cuervos son muy inteligentes. Casi tan
inteligentes como los seres humanos. —Más adelante un par de esposas
brindaron con sus Yellow Birds y sus carcajadas terminaron en un resoplido
brusco. Dejando un rastro de plumas color rosa a su paso.

—Tal vez aún más, en algunos casos.

—¿Lo dices enserio?

—Sí. De hecho, hay un par de investigadores córvidos en la Universidad de


Washington que ha etiquetado una bandada de varios años atrás. —El me
dirigió una mirada intensa, como si yo debiera estar impresionada.

—¿Así que…?
—Así que las aves marcadas están todas muertas ahora, pero sus descendientes
todavía caen en picada bombardeando a los investigadores cada vez que
caminan por el campus. Ellos tienen que salir disfrazados. —Cruzó sus
brazos—. Bastante impresionante para una especie de aves inmundas.

Necesitaba inventar algo para demostrar mi superioridad sobre los animales,


32
pero nada se me ocurría. Las aves fueron una prueba. Con mi silencio,
fracasaría.

—Entonces, cómo sabes tanto… ¿Cómo los llamaste? ¿Córvidos? ¿Son esos
cuervos?

—Cuervos, Córvidos. Ellos son ambos en la familia de los Corvid. —La


intensidad de su mirada fija cambió de nuevo a algunas muescas, retirándose
del apasionante e incómodo lugar que estaba. Sentí el vacío. Quería
impresionarlo, hacerlo ir más profundo. Pero no tenía idea de cómo hacerlo.

—Así que sabes acerca de córvidos. Háblame de ellos. —Estábamos quedando


cada vez más atrás del grupo achispado, solos en el sendero de la selva.

Él me dedicó la misma media sonrisa, la que yo no sabría decir si se estaba


riendo de mí o compartiendo una broma. En lo alto, una lámina de nubes
reflejaba la luz mortecina. El brillo envió a su rostro aún más en las sombras.

—Bueno, se podría decir que son muy parecidos a los humanos la mayoría de la
gente da el crédito correspondiente. O por lo menos, un cierto segmento de los
seres humanos. Chicas adolescentes, por ejemplo.

Una vez más, no estaba segura si estábamos compartiendo una broma ¿O era yo
el extremo de ella? Sus ojos brillaban. No podía creer como mi estómago estaba
montando una misteriosa montaña rusa que me era totalmente desconocida.

Había algo en él. Yo quería saber qué pensaba de mí, y si se dio cuenta de cómo
su cercanía me hacía sentir totalmente indefensa.

Doblamos alrededor del camino hasta que mis ojos se posaron en unas huellas
pintadas de… ¿Gacelas? ¿Lobos? Pequeñas huellas amarillas nos llevaron hasta
una aldea africana con vistas a la sabana. El parque estaba completamente en
silencio, excepto por unos pocos gritos al azar de los animales.

—La zona de alimentación es solo un poco más allá —dijo. ¿Qué tipo de
autoridad tenía aquí, que los cuidadores del zoológico y hasta mi papá sabían
su nombre? ¿Qué edad tendría? No era un adolescente, supuse. Parecía tener
por lo menos veinte años. Si el conocía a mi padre, tal vez sabía acerca de mí.
¿Sabría que sólo tenía quince años y sería carne de prisión durante los próximos
dos meses?

Si se dio cuenta de mi temblor, no lo demostró. Su presencia me hacía sentir


33
expuesta y eufórica al mismo tiempo. ¿Por qué los cuervos le hacia recordar a
las adolescentes? ¿El graznido? Yo no era muy escandalosa a menos que tosiera.
Pero apenas tenía la oportunidad de respirar, con mi familia sobre mí
observándome como halcones todo el tiempo.

Un atajo a través de los árboles de bambú nos empujó de nuevo al grupo,


reunidos alrededor de una alta verja de hierro. Más allá, la sabana se extendía
en colinas ondulantes y manantiales.

Mi padre conversaba con su jefe apartado mientras el cuidador del zoológico


explicaba los hábitos alimenticios de las jirafas. Las mujeres agitaban ramas
llenas de hojas. Dos animales se acercaron, el más grande probablemente podría
alcanzar una ventana del segundo piso. El brillo de su pelaje ondulado sobre
sus músculos, integrados con evidente poder. Desde lejos, parecían criaturas
tan apacibles. Pero podrían partir en dos a un depredador con una fuerte
patada.

Una segunda jirafa, un poco más pequeña, se acercó a la rama de Asher,


preparada para huir. A unos metros de distancia, una de las esposas se rio a
carcajadas cuando la jirafa grande, tiró de su rama, y la más pequeña se apartó.

—Ven aquí, muchacho —dijo Asher en voz baja—. Está bien. Ella no quiere
lastimarte, grandote. No es más que una idiota ruidosa. Totalmente inofensiva.

Asher me tendió su mano.

—Ven aquí. Inténtalo. En un par de minutos, tendremos una mejor


oportunidad.

Mientras sostenía las hojas, una cabeza manchada apareció sobre la curva de la
colina. Las voces se silenciaron:

La embarazada.

Asher estaba tan cerca que podía sentir su aliento detrás de mi cuello y
enviando un torrente a través de mis nervios. Miré a mi padre para ver si se dio
cuenta. Él sonrió y asintió con la cabeza, aun discutiendo los puntos más
delicados de las organizaciones no lucrativas. O no me estaba prestando
absolutamente ninguna atención, o Asher tenía algún tipo de poder sobre él
también.

Cautelosamente, la jirafa embarazada dio un paso adelante. Pronto pudimos


34
ver su cuello elevándose sobre la cima de la colina, a continuación, su cuerpo,
delgado pero abultado. Todos contuvimos la respiración para ver qué haría.

—Vamos, bebe —le susurró Asher. Incluso el grupo de esposas lo celebraron


juntas cuando Asher agarró una rama y la agitó encima de la valla.

La esposa achispada dejó su bebida Yellow Bird en el pavimento, y luego, agitó


un nuevo grupo de hojas a la jirafa más grande. El expertamente sacó y frunció
hoja por hoja, ajeno a lo que nos mantenía al resto de nosotros en trance: la
jirafa madre, caminaba de puntillas colina abajo, olfateando el aire, tentada por
las ramas en las manos de Asher.

Entonces, de repente la jirafa grande se abalanzó y la esposa achispada gritó


atropellando su bebida y rompiendo el cristal. El repentino estallido envió a la
jirafa madre lejos al galope.

Asher en un rápido y deliberado movimiento hizo la rama a un lado.

—Oh, Dios mío, oh Dios mío —la mujer estaba diciendo—. Yo pensé que estaba
a punto de morderme el dedo…

Asher le lanzó una mirada asesina.

—Bueno, eso se acabó —me dijo bajo su aliento—. Tal vez tenga que
reconsiderar mi opinión sobre el comportamiento de los cuervos, tal vez se
parece menos a chicas adolescentes y más como a esposas corporativas. —
Entonces, la media sonrisa regresa.

Y esta vez, yo sabía que quería decir que lo compartíamos.


Capítulo 6
Traducido por Cherry.lips

A
sher desapareció entre la multitud después de regresar del encuentro
35
con animales. Las subastas ahora estaban cerradas. Nunca tuve la
oportunidad de hacerle una oferta. Después de haberlo visto con las
jirafas, Asher me pareció el tipo de hombre al que no le gustaba perder. Bueno,
al menos tendría un trío de cubre teteras como resultado de mi salida nocturna
con papá.

Caminamos a través de la tienda de la cena hasta nuestra mesa, a tan sólo unos
metros del centro del escenario. Este año los treinta premios principales
figuraban en el Libro de subastas, cena para diez personas con los orangutanes,
una fiesta de Halloween en la zona de juegos, y el gran premio, un jet privado
para doce a Lake Powell con una semana en las cristalinas aguas azules. Estiré
el cuello para encontrar a Asher. No podía olvidar la fuerza de su mirada, o su
dulzura con los animales, o su aliento en mi cuello. O el fuego cuando sus
planes se vieron frustrados.

El resto de la mesa corría con frescas Yellow Birds, incluso la mujer que antes lo
derribó. Ella había sido perdonada y la jirafa olvidada.

La cena consistía en cuatro platos, era aún más emocionante porque no estaba
asfixiada por los chicos y su testosterona. Mamá y yo éramos las únicas que aún
consideraban las cosas básicas… como la ensalada.

Aquí en el zoológico, la ensalada se elevó a una forma de arte. Una fresca


cabeza de escarola había sido cortada en forma de rollo verde y rociada de
flores de calabaza, una pequeña hoja verde asomándose como una pluma de
pájaro.

Cuando el sommelier11 se acercó con el vino, papá ordenó ambos, rojo y blanco
y deslizó el blanco hacia mí.

—Shhh —dijo él—. Simplemente no se lo diga a tu madre —y me guiñó un ojo.

11
Sommelier o sumiller, es el experto en vinos que sugiere a la clientela de los grandes restaurantes el
vino apropiado para la ocasión.
Los chefs del zoológico eran demasiado elegantes para servir algo de categoría
avícola, así que nuestras opciones eran brochetas de cordero con tomillo y
limón, salmón asado con cedro, o la opción vegetariana que escogí: trufas
asadas con queso brie12, miel e higos. Ni los pájaros podrían oponerse a eso.

Para el momento en que llegamos a nuestra elección de helado de mora, pastel


36
de chocolate sin harina, o mi favorita, crème brûlée13, casi había olvidado que
estaba buscando a Asher. Casi. El vino corría por mis huesos y los hacía sentir
un poco como de goma. Mis labios y lengua no se comportaban del todo bien
cuando le pregunté a mi padre:

—Entonces, ¿cómo conociste a ese chico Asher?

Papá sonrió y deslizó la copa lejos de mí.

—Digamos que su padre tiene sus dedos en un montón de pasteles financieros,


incluyendo este evento para recaudar fondos. ¿Steven Valen? ¿Empresas Valen?

Contuve un grito ahogado. Incluso yo había oído hablar de Steven Valen, un


súper-mega-millonario local, conocido por sus amigos como un brillante
empresario y como un tirano despiadado por sus enemigos.

Mi padre continuó, pareciendo no darse cuenta de mi sorpresa. Estaba


acostumbrado a manejar gente con dinero todos los días.

—Asher ha estado cerca de este zoológico durante la mayor parte de su vida. Él


se graduara pronto de la Preparatoria View Ridge y realizará investigaciones de
animales en la Universidad antes de aplicar a las Hiedras14.

—Cuervos —dije, recordando nuestra conversación cuando estábamos solos en


el camino.

—Sí. Él es ayudante oficial de los córvidos, cuervos…

—Si, papá, ya lo sé.

—Oh. Bueno, los investigadores córvidos en la Universidad de Washington.


Sabes que reciben…

12
Brie es un queso de pasta blanda elaborado con leche cruda de vaca.
13
crème brûlée es un postre cremoso que consiste en una crema pastelera cuya superficie se ha
espolvoreado de azúcar con el fin de quemarlo y obtener así una fina capa crujiente de caramelo.
14
La Hiedras o las ocho antiguas: Grupo de universidades, que tienen en común unas connotaciones
académicas de excelencia, así como de elitismo por su antigüedad y admisión selectiva. Son ocho
universidades privadas del noreste de los Estados Unidos.
—Bombardeos en picada —terminé—. Cada vez que caminan por el campus.
Lo sé, Papá. Él me lo contó todo.

—Entonces tiene que haberte contado también que tienen una extraordinaria
jerarquía social. Esas aves pueden ser muy brutales.

—Sí —dije, y tomé un poco de mi crème brûlée. 37

Las luces se atenuaron mientras una conmoción en el escenario llamó la


atención de todo el mundo, una rubia y resplandeciente pareja iba camino hacia
el escenario y se presentaron a sí mismos como co-maestros de ceremonias.
Papá se inclinó y susurró:

—Estos dos están aquí todos los años, espera hasta que escuches la llamada de
subastas de este tipo.

Me acomodé en el cálido hormigueo del chardonnay y la introducción de los


personajes famosos y los grandes inversores.

—Ese es el padre de Asher —susurró el mio cuando una luz iluminó una mesa
al otro lado del escenario. El mítico Steven Valen parecía un poco básico, en
realidad. Era solo un hombre mayor con el cabello cuidadosamente arreglado y
con gafas de montura metálica, pero pude sentir la misma intensidad que sentí
con Asher.

Y ahí estaba él. No se encontraba solo. Una chica de cabello ondulado y


pómulos de estrella de cine se sentó junto a él, los dos riéndose de alguna
broma privada y su padre mirándolo indudablemente molesto. Asher me pilló
mirándolo y me observó por un momento, luego volvió su atención a la chica.

Los maestros de ceremonia seguían hablando de los ganadores de la subasta del


año pasado, el muchacho de Los Halcones Marinos15 en la audiencia, y la banda
escolar, ansiosa por tocar para nosotros. Entonces el subastador entro en ritmo
acerca de el producto numero uno, luego el diez, luego el dieciocho en un sinfín
de bla-bla-bla ¡cien-dólares-mas, cien-dólares-mas! Y en todo ese tiempo no pude
dejar de pensar acerca del calor que Asher me hizo sentir… o la forma en que
me demolió con una breve mirada.

15
Los Halcones Marinos o Seahawks, son un equipo profesional de fútbol americano con sede en
Seattle, Washington.
Era de noche cuando la cena y la subasta llegó a su fin. Todo el mundo caminó
atravesando el parque hasta la tienda de subastas, donde el personal del
zoológico repartió los artículos.

—¿Conseguiste algo? —pregunto mi padre.

—Uh, sí. Un regalo para mamá. 38

—Eso es un bonito detalle. —Se detuvo a buscar en su billetera la tarjeta de


crédito.

—Aquí, puedes tomar esto. —Él alejo los cabellos de mi frente como si acabara
de darse cuenta de cómo se enfadaría mamá si se enteraba de toda la libertad
que me había dado—. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda para llevar algo?

Negué con la cabeza. Probablemente podría llevar los cubre teteras por mí
misma. Pero aspiré un par de bocanadas rápidas de mi inhalador y contuve la
tos.

Me pare derecha envolviéndome con mis brazos. El calor del chardonnay


prácticamente se había disipado por el momento, así que me quede con solo el
frío. Personas todavía seguían riendo y hablando, a pesar de que el flujo de las
Yellow Birds se había detenido hacía tiempo. Ahora serían capaces no solo de
financiar el lodazal de los flamencos, sino también el nuevo hábitat de
pingüinos. Habíamos cumplido con nuestro deber como buenos ciudadanos y
podíamos volver a casa con el estómago lleno y el corazón feliz.

A Asher no se lo veía entre los merodeadores esperando el botín. Él conocía a


mi padre, así que me habría podido contactar si hubiese querido, si es que no
estaba ya con esa chica rubia de su mesa. Tal vez él sabía que yo tenía quince
años y solo estuvo jugando conmigo. Quizás debería concentrarme en el tercer
año de la preparatoria que se acercaba y todos los créditos que tendría que
conseguir para entrar en una escuela decente, asistir a la recaudación de fondos
del zoológico incluso podría contar para el servicio comunitario.

Le di mi número a la mujer en el mostrador: 235, bueno para un conjunto de


cubre teteras.

—Aquí tienes —dijo la señora del zoológico, y me entregó una bolsa de papel
con mi premio de consuelo ubicado en el interior. A mamá le encantará. O, más
probablemente, ella los volverá a regalar a la señora de la limpieza. Oh, bueno.
Por lo menos a alguien le gustará el diseño floral.

Abracé la bolsa contra mi pecho y me di la vuelta. Y allí estaba Asher,


Sosteniendo una bolsa de papel en cada mano. Mis artículos.

—Bueno, espero que los disfrutes —le dije, con un insulto leve en mi voz, 39

mientras me movía al acecho delante de él.

—Espera. Joy. —La forma en que dijo mi nombre, grave, pero con el mismo
toque de dulzura que había visto cuando alimentó a las jirafas, me detuvo.
Como si fuéramos las únicas dos personas en el universo, y todos los demás se
desvanecieran en el espacio a nuestro alrededor.

—¿Qué? —balbucee. Salió más parecido a un susurro. Maldita sea. Mi voz me


traicionaba.

—Esto es para ti —susurró. Podía imaginar como se sentirían esos labios,


después de la emoción de escucharlo decir mi nombre. Me tendió las dos
bolsas… —Y algo más —adelantó un paso hacia mí—. Aunque guardé una
parte para mi… —Nuestras manos se rozaron mientras tomaba las asas—
…porque pensé que no te quedaría bien. —Metió su mano derecha entre mis
brazos y costillas y la deslizó hasta mi cadera.

Abrí mi boca, pero nada salió. Sostuvo en alto la camiseta vintage de Nirvana.

—Oh, bueno, lo que sea. Nunca…

Y entonces sus labios se encontraron con los míos tan suavemente que mis
palabras todavía flotaban entre nosotros.

Pude probar el sabor ahumado de su boca y la miel de chocolate en su lengua.


Unos escalofríos se extendieron en mi cuerpo, hasta la punta de los dedos de
mis manos y mis pies y por la espalda.

—Nos vemos por ahí —dijo. Tuve que esperar un minuto para recuperar el
aliento. Dentro de las bolsas estaba todo, el conjunto de Cranium, la pulsera de
los santos, una fiesta en el castillo inflable. El álbum firmado de Nevermind, una
foto de Kurt y Courtney, y un sobre para una noche en El Cloud Room, con un
número de teléfono escrito en caligrafía nítida:

"Llámame".
Al parecer, tenía una cita.

40
Capítulo 7
Traducido por Cherry.lips

P
ensar en ese beso ahora dejó un mal sabor en mi boca, agravado por los
41
efectos persistentes del café con el estómago vacío. Terminé las últimas
gotas de café con leche y arrojé la taza en un contenedor de basura.

Muy bien, Capitol Hill. Es hora de despertar.

Justo ahora, J3 haría su camino a través de sus Legos y trenes Brio y caminaría
penosamente por las escaleras blancas, en busca de cereales. Mi mamá estaría
preparando los almuerzos, medicamentos, y las llaves antes de ir al trabajo,
cualquier cosa que le hiciera creer que tenía el control. Papá no estaría muy
lejos. A la salida, podría darse cuenta que alguien olvidó poner la alarma. La
señora de la limpieza llegaría al mediodía, cuando ella vería la suciedad en la
alfombra y la ventana abierta. Tal vez ella no piense nada de ello. Mamá y papá
llegarían a casa alrededor de las siete y asumirán que yo estaba con Asher. A las
diez, podrían empezar a preocuparse. Finalmente, Papá podría llamar a la
señora de la limpieza y averiguar acerca de la tierra y toda la evidencia
succionada por la aspiradora…

Sería entonces cuando todo el infierno se desataría.

El resto no quería imaginarlo. Habría consecuencias. Mis padres se pondrían


frenéticos y Jonah estaría asustado. Sabía que estaba dejando una pesadilla tras
de mí... esa idea hacia que mis pulmones dolieran. Me concentré en las cosas
que sabía: necesitaba un lugar para dormir. Tenía que encontrar a quien estaba
buscando. Necesitaba no mirar hacia atrás nunca.

Las iglesias y refugios estaban fuera de los límites. Luego había lugares en los
que había estado con Asher, o con mis amigos. Cualquiera de ellos podría
delatarme. En su lugar, me gustaría pasar de un mundo a otro, donde los
débiles se hacen fuertes.

Tendría que fortalecerme si quería lograrlo aquí afuera.

Los súper poderes serían muy útiles, pero me conformaría con los poderes de la
calle. Mi fuerza en las calles sería la invisibilidad. Me escondería en plena vista.
A pesar de que dudaba que alguien me reconociera, con veinte centímetros de
cabello nunca teñido cortado. Saqué el sobre dirigido a Locks of Love16 fuera de
mi mochila. Una página de sellos tenía que ser suficiente para enviar medio kilo
de pelo oscuro desde un anónimo buzón de correos de Seattle. Me sentía
extraña sin su luminosidad. Sin trabas.
42
Mi reflejo en el cuarto de baño incluso a mi me sorprendió, con el pelo de color
blanco algodonoso, tan blanco como dos kits aclarantes podían conseguir. Ojos
delineados de negro, corrido por la siesta en el autobús.

Incluso la persona que yo quería que me reconociera no lo haría ahora. Pensé en


su voz, siguiéndome, incluso después de haber eludido su mirada en Hot
Topic, penetrante e íntima. No como Asher, quien me hacía sentir desnuda y
vulnerable cada vez que me miraba. Este muchacho, quienquiera que fuese, me
hizo sentir vulnerable en una forma totalmente diferente. Si tenía un poder de
la calle, era la música. Le hablo a mi alma.

Sabía que era una locura pensar que él podía ayudarme, este muchacho con la
guitarra cuyo nombre ni siquiera conocía, sólo que sus ojos se encontraron con
los míos, prometiendo ayuda.

***

Cuando llame a Asher después de la fiesta del zoológico, no sabía que estaría
cambiando una prisión por otra. Yo sólo sabía que me estaba ahogando.

No en el sentido literal, mi familia se aseguró de ello. Desde que estuve a punto


de morir de neumonía cuando tenía cinco años, me vigilaban con el tipo de
atención que le darían a un pájaro bebé abandonado.

Yo había estado entrando y saliendo de hospitales en innumerables ocasiones


con la neumonía y los ataques de asma y otra experiencia cercana a la muerte a
los nueve años.

Todos sabíamos que hacer. Una molécula perdida de moho y el polvo me


enviaría en una espiral mortal, así que cuando mi mamá no estaba trabajando,
ella pasaba el resto de sus horas de vigilia asegurándose de que cada partícula
de aire en la casa fuera vaporizada, nebulizada y desinfectada. La señora de la

16
Locks of Love es un bien público sin fines de lucro que proporciona pelucas a niños con dificultades
financieras en los Estados Unidos y Canadá, menores de 21 años que sufre de largo plazo de la pérdida
del cabello médica de cualquier diagnóstico.
limpieza vino con tanta frecuencia en aquel entonces que una vez Jonah la
llamo mamá.

Nadie dijo nada, porque todo el mundo sabía los sacrificios que tuvieron que
hacer.

Jesse lo hizo muy bien. Antes de partir a Western, su trabajo consistía en evitar 43

que muriera, primero observándome en el patio de recreo y más tarde


llevándome a citas, farmacias, y a las clases. No podía realmente culparlo por
querer escapar. A veces me sentía tan atrapada, que deseaba dejar de respirar.

Esto, hasta que conocí a Asher. No sabía cómo alguien tan medido, tan
deliberado, podría hacerme sentir en el límite y fuera de control. Anhelaba que
las cosas estuvieran fuera de control, por una vez en mi vida.

Llamé al número que me había dado. Parecía distraído, como si no recordara


bien quién era yo.

—Nos conocimos en la fiesta de zoológico —le dije, un poco incrédula. ¿El


conoce, besa y compra bolsas de cosas de Nirvana a tantas chicas que no
recuerda quien soy?

—Joy —le dije—Joy Delamere.

—Joy —repitió, esta vez con una intimidad que me sorprendió. Podía hacer eso,
pasar de frío y distante a meterse dentro mi piel en un instante. Lamenté mi
tono enojado.

—Lo siento, estaba trabajando en algo —dijo, el calor nuevamente en su voz, al


igual que el gris de su mirada ardiendo en el zoológico—. Así que llamabas
para preguntarme sobre El Cloud Room.

Me eché a reír. Nunca había conocido a nadie tan seguro, tan rápido, que me
desquiciara con su audacia.

—Bueno, sí. Supongo que sí.

—No das la impresión de ser una chica que hace conjeturas —dijo—. Parecías
bastante segura de lo que querías en la fiesta del zoológico. Y… aquí estoy. Por
lo tanto, pregúntame.
No me veía a mí misma de esa manera, yo era la muchacha atrapada entre dos
hermanos, a merced de una respiración incorrecta. El hecho de que él me viera
tan segura envió una onda de placer a través de mi piel.

—Entonces —dije—. Conozco a alguien que me dio un vale de regalo para El


Cloud Room. Es para cuatro personas, así que estaba pensando…
44

—Ah —advirtió, y recordé la llamarada de fuego. Caliente. Muy caliente. Una


chica podría ser consumida con ese tipo de fuego.

—Yo estaba pensando —comencé de nuevo—. Tal vez los dos podríamos ir. . .

—Mmmm — murmuró. Aprobando.

—…y después, tal vez podríamos ir de nuevo en otro momento… —Esperaba


su voz para cortar a través de la estática. Era difícil adivinar lo que estaba
pensando cuando no podía ver su rostro.

—Hmmm —dijo, como si estuviera considerando mi propuesta—. Es una idea


interesante. ¿Por qué no lo intentamos una vez, y vemos cómo resulta?

Una semana después, estábamos en el techo del Camlin, yo con mi carné de


identidad falso y Asher inspeccionando los defectos. Él me contó más sobre su
trabajo con los cuervos, como el proyecto de máquinas expendedoras. Los
cuervos iban hacia la maquina por dulces, luego aprendieron que poniendo una
moneda en la ranura salían más. Finalmente, los cuervos aprendieron a hurgar
en busca del cambio para mantener la llegada de golosinas. El proyecto
prácticamente se pago solo.

—Las personas no son diferentes. Es extraordinario lo que llegan a hacer por


recompensas. Con el tiempo, se les puede dar cada vez menos. Incluso se les
puede castigar, pero ellos continúan regresando.

La comparación de los cuervos con las personas me hacía sentir incómoda.

—¿Vas a estudiar zoología? —pregunté.

—Por supuesto que no. Me estoy preparando para la política y la psicología.

—Pero yo pensaba…

Me besó suavemente, y tuve que recobrar el aliento en la chispa que pasaba


entre nuestros labios.
—Déjame Explicarte. Si puedes aprender a manipular las jerarquías sociales de
los animales, el siguiente paso natural son las personas. Ellos no son tan
difíciles de controlar.

Parpadeé, sintiendo por un momento el poder que ya tenía sobre mí. Se


precipitó a través de mí como un rayo.
45

Ese fue el comienzo de mi danza con fuego, el calor, el ardor, el placer de él


profundizando en mí, probándome, poniéndome a prueba, tirando,
presionando y moldeándome en su otra mitad, distante y frío en algunos
momentos y sorprendiéndome con su fuerza en otros. Y justo cuando creía
haber terminado, cansada de ser rechazada y luego acercada de nuevo al
consumo total de la misma, él hacia algo tan increíblemente dulce que olvidaba
lo que me llevaba a querer dejarlo. Porque allí, en su apartamento, en su coche,
en sus brazos, éramos dos, sólo dos, y yo era la cosa más importante en su
universo, no la niña aplastada por la preocupación constante de sus padres sino
el centro de la pasión de alguien.

Mis padres conocían a los padres de Asher. Ellos sabían del trabajo de Asher y
su reputación. Él terminaría su último año en la preparatoria View Ridge,
mientras yo era estudiante de penúltimo en Eastside, entonces él tomaría un
año para realizar investigaciones sobre cuervos antes de dirigirse a una
universidad prestigiosa. Él era un buen novio para mí, el perfecto guardián
ahora que Jesse se había ido. Ellos no sabían nada del fuego que me atrajo a él,
peligroso y seductor.

Todo cambió cuando mi papá perdió su trabajo. Incluso aún más, mi relación
con Asher.

Mi padre llegó a casa un día y nos dijo todo lo que había pasado.

—La gente simplemente no está invirtiendo en organizaciones no lucrativas en


estos días, no como antes. Es una economía difícil. —Ellos estaban " reduciendo
gastos, " y mi padre fue el primero en irse.

Cuando le conté a Asher, asintió con la cabeza, como si lo hubiera sabido desde
el principio.

—Sí. He oído que estaban pasando cierta información privilegiada…

—¿Qué quieres decir?


Asher me ofreció una sonrisa, palmeándome en la rodilla.

—No te preocupes por eso.

Pero realmente me preocupé por ello ya que las cosas se habían puesto más
estrictas en casa. Días se convirtieron en semanas y meses, viviendo del salario
de tiempo parcial de mi madre, mientras mi padre seguía buscando trabajo. 46

Entonces las horas de mi madre se redujeron. Estábamos a punto de perder la


casa, la escuela, el seguro médico. Todo esto sucedía mientras que el imperio de
la familia de Asher, parecía en expansión e incluso sacaba provecho de la
creciente recesión.

Papá se hundió en su propia depresión.

Mamá comenzó a buscar apartamentos.

Yo era la única que podría salvarnos, pidiéndole ayuda a Asher.

—¿Qué quieres que haga? —exigió Asher, y le pregunté—. ¿Podrías hacer que
mi padre consiguiera un puesto de trabajo?

Una semana más tarde, mi padre obtuvo una entrevista y Asher me llevó de
nuevo a su apartamento.

Fue mi primera vez, con él o con cualquier otro. Besó cada espacio en donde
estuvo mi ropa y tenía miedo pero estaba agradecida. Le debía tanto.

Él estuvo de acuerdo.
Capítulo 8
Traducido por Cherry.lips

C
apitol Hill era casi irreconocible durante el día. El eje de Broadway y
47
Pine consistía en clausurados clubes, un colegio, restaurantes, y una
telaraña de empresas en ruinas. Sólo tenía un pensamiento en mi mente:
encontrar un lugar para dormir. ¿Una casa vacía? ¿Un respiradero de
ventilación? Sólo un lugar seguro para esta noche.

Siempre había un montón de gente sucia dispersa por todo Broadway, tocando
la guitarra, cantando o actuando monólogos extraños y sin sentido, pidiendo
monedas. Mendigos, los llamaba mi hermano Jesse. Conocía bien el escenario de
personas sin hogar, después de todo su voluntariado. Apuesto a que nunca se
imaginó que su hermana sería uno de ellos.

Cuando venía aquí con Asher, seguíamos la regla tácita: Nunca establecer
contacto visual. Eso era tan bueno como decirles que tenías dinero para darles.

Ahora ellos tenían el poder, y yo no tenía ninguno. Ningún lugar donde


dormir. Nada que comer a excepción de las raciones de emergencia en mi
mochila. Las abrace con fuerza y me refugie más allá de un grupo de jóvenes
compartiendo una luz y hombres cuyos olores y hambre eran casi tangibles.
Otras personas pasaron por delante como si fuésemos invisibles. Éramos
invisibles.

—Tú eres nueva aquí. —Un hombre flaco y calvo de piel curtida, barbas y
oliendo como si durmiera en una alcantarilla, me bloqueó el paso. Traté de
caminar a su alrededor.

—Hey. —Su voz se estrelló tan duro como un ladrillo—. Te estoy hablando a ti.

Sólo ayer, habría estado tan oculta para a él como él para mí, protegida por una
armadura invisible. De repente, estaba más vulnerable que estando de pie
desnuda delante de Asher.

—Hey, ¿eres sorda, niña? —El hombre me alcanzó, y salí corriendo de su


camino. Su mano sucia cayó sobre mi hombro y rozó mi mochila. Los demás
observaban, esperando a ver qué sucedería. Uno de ellos, un muchacho grande
con cadenas y con su cabeza rapada en una cresta negra, dio una calada a su
cigarrillo. Él me miraba con una mezcla de fascinación y odio. La chica a su lado
no me miraba a los ojos.

—Déjame en paz —murmuré, y retrocedió. Más adelante estaba el hospital, el


Garaje, Atlas Clothing: áreas que conocí, cuando era Joy. Detrás de mí: Safeway,
Urban Outfitters, el Rite Aid que me echó esta mañana. Starbucks, donde un
48
tipo llamado Bach todavía podría estar trabajando. Este tipo aterrador no se
metería en Starbucks. Ellos llamarían a la policía, pero alguien… ¿llamaría a la
policía por mí?

Algo me hizo tropezar, el muchacho con la cresta y ojos ruines, y me tambaleé


hacia delante.

—Mejor vete a casa —dijo en voz baja.

Empecé a caminar rápidamente hacia Urban Outfitters. El tipo mayor


siguiéndome a un ritmo lento y amenazante, su hedor soplaba hacia mí
llenando mi nariz con miedo. El semáforo se puso rojo, pero no se detuvo. Un
fuerte claxon sonó a sólo unos pocos metros detrás de mí. Dos estudiantes
estaban en la esquina, mirando por encima y luego alejándose mientras me
acercaba. Invisible, exactamente como yo quería.

Miré por encima de mi hombro y él seguía allí, esperando a la luz, mientras que
un coche de policía pasaba. Escondí mi rostro. Ellos podrían estar buscándome
ahora. Si yo no hubiera hecho un buen trabajo con la tierra… si Jonah se había
escabullido a mi habitación por un abrazo de buenos días... si mi mamá había
comprobado mi cama para ver lo que estaba haciendo hoy… Fotos de mí ya
podrían estar siendo transmitidas a todos los BlackBerry de la policía. Todos los
policías en la ciudad podrían estar buscándome, sin embrago no veían la
verdadera persecución ocurriendo en sus narices

Llegué al Urban Outfitters en la esquina de Harrison y Broadway. Allí en la


parte delantera estaban los sofás y artículos para el hogar en mal estado, luego
los bastidores de vestidos de otoño, camisas y chaquetas de punto. Me deslicé
en el interior, con la esperanza de perder al aterrador hombre Apestoso aquí en
el laberinto del por menor.

Podría llamar a Asher, pensé, deslizándome entre los dos bastidores de jeans.
Vendría a buscarme y me llevaría a casa y yo podría explicarlo todo como un
gran mal entendido. Él se enojaría, y sabría que yo no estaba diciendo la
verdad, pero me atendría a mi historia como si mi vida dependiera de ello.
Todo lo que tenía que hacer era encender el teléfono.

Mi estómago gruñó, tanto de hambre como por la adrenalina. Las campanas


sonaron en la puerta violentamente. ¿Era Apestoso? ¿Estaría realmente
siguiéndome hasta la tienda?
49

Me escabullí más hacia el fondo más allá de los jeans. Podría llegar a la puerta
trasera dentro del centro comercial, pero tendría una oportunidad aun mejor si
pudiera llegar a la ropa para hombres.

En el centro de la tienda una escalera de metal se arrastraba hasta el segundo


piso.

Tendría que atravesar un gran camino para llegar allí. Me agaché para buscar
sus pies, que estarían muy sucios y harapientos. Mi cara estaba tan cerca del
suelo que podía sentir el zumbido del tráfico. Jeans y vestidos obstruían mi
punto de vista. Luego, dos pequeñas botas antiguas aparecieron, seguida de
una chica bajita de cabello castaño con un notable peinado pasado de moda.
Parecía demasiado amable para estar enojada, sin embargo, sus cejas se
fruncían en una combinación de rabia y miedo. ¿Por mí? ¿O estaba Apestoso
justo detrás de ella?

—¿Qué estás haciendo allí? —exigió. Intenté permanecer abajo, indicándole mi


urgencia de silencio. Cada palabra que pronunciaba ponía en peligro mi vida.

Ella dejó escapar un bufido molesto.

—¿Qué está pasando? —Ella comenzó a alcanzar el walkie-talkie en su cadera.

—No, espera —le dije, cuando un olor acre golpeo mi nariz. Ella hizo una
mueca y se dio la vuelta.

—¡Hey! —dijo con una sorprendente voz de autoridad—. Se supone que no


debes estar aquí —le dijo a Apestoso y se llevó el walkie-talkie a la boca.

—¡Seguridad! —gritó en un tono de aburrimiento.

Esta era mi oportunidad. Podría salir como una flecha detrás de las escaleras al
vestíbulo. La farmacia en el sótano tenía que tener una puerta trasera, o por lo
menos un cuarto de baño donde podría averiguar qué hacer a continuación.
Hice un movimiento y Apestoso me siguió, pero para entonces un par de
hombres de seguridad estaban bajando por las escaleras y agarrándolo por el
hombro.

—Solo estaba buscando a alguien —se quejó él.

—Siiiii, amigo. ¿Por qué no vuelve afuera? Sino tendrá que pasar la noche en la 50

cárcel. —Uno de los guardias sostuvo el walkie-talkie en su boca, listo para


decir la palabra.

—Yo no soy el que deberían estar buscando. ¡Ella va a robarles, están ciegos! —
Le oí gritar, pero ya me había deslizado por la puerta, agarrando mi mochila y
desviándome hacia el otro extremo del centro comercial. El olor a empanadas
del puesto de comida hindú golpeo mi nariz, recordándome lo hambrienta que
me encontraba, pero no podía darme el lujo de detenerme. Terminé mi camino
a través del vestíbulo hasta la esquina de la calle opuesta y pasé corriendo junto
a otro grupo de mendigos. Ninguno de ellos era el muchacho con la guitarra, el
único en quien confiaba para que me ayudara.

¿Dónde estaba? Sería difícil pasarlo por alto en este grupo. ¿Estaba loca
pensando que podría encontrarlo?

Tomé un desvío por una calle lateral mas allá de Broadway aterrizando en la
propiedad de las Hijas de la Revolución Americana -una casa del año 1900 -
algo, restaurada y reciclada en una histórica sala de recepción. Una hilera de
arbustos de camelias bordeaba el lado oeste, grande y sombrío, suficiente para
ocultar una pequeña chica de cabello blanco. Me deslicé en el espacio que había
en la superficie inferior, tomando dos respiraciones profundas con mi inhalador
de emergencia y esperando que se calmase mi corazón y pulmones. Se
escuchaban voces provenientes de la ventana del primer piso, un suave
murmurar. Si Apestoso me buscara aquí, al menos se escucharía mi grito.

Pero él no vino.

Mi teléfono se asomó en mi cadera, Quité el envoltorio de la barra energética.


Eran tal vez las dos de la tarde, y todavía no había averiguado dónde dormir.
Tal vez aquí, si pudiera acampar durante un tiempo. J1 me había dicho que las
personas sin hogar en su mayoría dormían durante el día y se quedaban
despiertos en la noche.

Ahora entendía el por qué.


Podría volver ahora mismo y nadie se enteraría, excepto por mi extraña nueva
apariencia. A Asher podría gustarle. Puede que incluso se riera cuando
averiguara lo ocurrido. Tú no podrías durar ni un día sin mí, solía decir. Y
entonces el verdadero castigo comenzaría.

No podía imaginarme que podría ser peor que lo que pasó esa noche, pero yo
51
estaba segura que Asher podría.

La pulsera del cuervo tintineaba en mi muñeca, donde él me había marcado al


igual que aquellos profesores etiquetaban la bandada de cuervos.

No me gustó lo que hiciste ayer por la noche, Joy…

Pero yo sería diferente ahora. Le demostraría que esto no era un juego. Que
podía dejar todo atrás, incluyendo las palabras que arrojó como dardos
envenenados.

En casa, me sentía impotente. Pero aquí, me volvería más poderosa de lo que él


podría imaginar.
Capítulo 9
Traducido por Cherry.lips

M
i brazo me dolía donde algo pequeño y duro lo estaba
52
presionando.

Me había quedado dormida, con la cabeza escondida en un


montón de hojas y mi mochila sujeta en mis brazos. Las
luces ahora estaban todas apagadas en la casa DAR, excepto
por la sobrecarga de farolas de la calle. Mi estómago pedía a gritos alimentos.

Capitol Hill se transformaba por la noche. La gente estaba por todas partes,
entrando en restaurantes, cafeterías, librerías de libros usados y clubes, como
figuras oscuras acechando en las puertas. Tenía que mantenerme en
movimiento.

A estas alturas, todo el mundo sabría que había desaparecido, primero mi


familia, después mis amigos. Luego, Asher.

Siempre y cuando creyeran que se trataba de un secuestro, todo podía quedarse


como estaba, sólo que sin mí. Mis padres podrían continuar y mirar hacia otro
lado, y papá podría mantener su trabajo. Asher no destruiría a mi familia con la
misma facilidad con la que me destruyó a mí.

Tiré de mi capucha alrededor de mi cuello. Mi poder de la calle podría hacerme


invisible para la población en general, pero tenía mucho que aprender acerca
de cómo ocultarme de la gente como Apestoso. Incluso el recuerdo de su olor
pinchaba en mi nariz.

Metí mis manos en los bolsillos y partí en busca de un lugar para pasar la
noche. Después de mi encuentro con Apestoso, la búsqueda del joven de la
guitarra era más urgente que nunca.

Cuanto más tarde se hacía, más fácil fue el esconderme en las sombras. Tenían
que ser las ocho o nueve y ya se hacía de noche a finales de agosto. Todavía
quedaban vetas grises y rosadas en el cielo.

Todos los buenos sitios parecían estar ocupados, los arbustos, cubos de
apartamentos, el callejón detrás de la escuela. Un montón de gente parecía que
entraba y salía de la iglesia, y el cálido aroma de algo ¿chili17, quizás? Flotaba
desde la puerta abierta. Si pudiera escabullirme en esa iglesia, debía de haber
un millón de lugares para esconderse. Pero no esta noche, cuando había tanta
gente entrando y saliendo. Perdería mi invisibilidad en el momento en que
cruzara el umbral por error.
53
Al final, termine nuevamente en Broadway, atraída por las luces y el aroma a
pasa fritas de Dick Drive-In.

La fila era larga, suficientemente larga que incluso Apestoso probablemente se


quedaría lejos. Un trío de chicos se apoyó contra la pared de ladrillo del banco,
y me resultaban familiar, una chica delgada, un tipo bajito y fibroso, y uno más
alto en la sombras. La chica fumaba un cigarrillo no mucho más delgado que
ella. Parecía necesitar algo de papas fritas, también.

No podía distinguir la cara del chico alto, pero algo en él me parecía aún más
familiar. ¿Podría ser el que yo estaba buscando? No llevaba una guitarra con él,
así que no podía estar segura. Y no me acercaría a él con los otros dos de pie a
su lado.

Tomé mis papas fritas y las engullí, bien tibias y saladas llenándome con coraje.
Los ojos del muchacho estaban sobre mí, mientras yo devoraba una papa tras
otra. No podía ser él, parecía enojado, y cada papa que ingería parecía
oscurecer su rostro aun más. Como Asher. Ya era hora de marcharme.

Al final, encontré un lugar para ocultarme, una caseta de jardín de un garaje en


alguna casa, llena de bolsas de plástico y lo suficientemente grande para que
una persona pudiera acurrucarse. Podía esperar hasta que los dueños de la casa
salieran a trabajar por la mañana, y regresar después de que se hubieran ido a
dormir por la noche. No era lo ideal, pero al menos podría esconderme de
Apestoso hasta encontrar lo que estaba buscando.

***

El día siguiente fue mejor, Apestoso había desaparecido, y me preguntaba si tal


vez se había ido. Me quede en el otro lado de la calle de Mohawk, así decidí
llamar al muchacho corpulento que me había hecho tropezar, y la muchacha
que se colgaba de su brazo. Los dos compartían cigarrillos, mientras que

17
Chili: plato tradicional en base a carne y chili picante.
intimidaban a cualquier persona que pasaba. Después de un rato, los policías
llegaron y les obligaron a retirarse, y yo encontré mi camino al Starbucks.

No fue tan fácil usar el baño en esta ocasión, Bach el barista no estaba allí, y la
muchacha que ahora estaba en el mostrador no me daría la llave hasta que
comprara algo. Así que invertí un dólar veinticinco en una galleta de avena y
54
un baño rápido en el fregadero. Una nueva capa de delineador de ojos me hizo
ver más como un estudiante que un vagabundo. Tal vez hoy pudiera encontrar
un cuarto de suministros en la escuela o la iglesia y planear mi futuro.

La policía recorría el barrio con regularidad, pero ninguno de ellos parecía estar
persiguiéndome. ¿Qué sucedería si encendía mi teléfono celular? ¿Habría un
centenar de mensajes de texto de Neeta y un correo de voz cortante de Asher
preguntándome qué diablos pensaba que estaba haciendo?

No podía correr ese riesgo. Un momento de debilidad, y podrían localizarme


por GPS a un kilometro de distancia. Entonces la policía estaría por todo el
vecindario. Esperaba, que comenzaran buscando a un secuestrador. Eso evitaría
que se arrestaran chicos de las calles.

Así fueron las cosas, parecía haber llegado a un acuerdo no verbal con los
demás. Permanecía lejos de ellos, y ellos se mantenían lejos de mí. Después de
unos días, comencé a orientarme. Tenía comida. Tenía un refugio. Tenía un
propósito.

Entonces, Mohawk apareció.

Él se elevaba sobre mí, con unas buenas dos cabezas más de alto y tres cuerpos
de ancho, como un refrigerador humano.

—Necesitas protección.

—¿Qué quieres decir? —le pregunté con recelo. Si necesitaba protección de


alguien, era de él. Él y Apestoso. De cerca, tenía un tic extraño a él, como algo
que se arrastraba bajo su piel. Parecía no poder mantener sus manos fuera de sí
mismo.

—Tal vez realmente no lo estas entendiendo todavía. Vi aquel viejo adicto


contigo. Él te ha estado buscando. Me preguntó por ti. Si quieres, yo podría
cuidarte. —Se acercó un paso y puso su mano sobre mi brazo—. Por supuesto,
tendrías que hacer algo por ello.
Di un paso hacia atrás.

—Aléjate de mí. —Por eso es que esas chicas pasaban el rato con él. ¿A qué las
obligaría para pagar el precio? De la nada, una foto mía en el apartamento de
Asher pasó por mi mente. Pero esto era diferente. Nada me haría querer estar
con alguien como Mohawk.
55

Se quedó clavado en el suelo, rascándose la parte posterior de su mano en un


movimiento rítmico.

—Si crees que vas a sobrevivir aquí sin protección, vas a pasarlo muy mal. —
Empecé a caminar rápido, y su voz se elevó.

—¡Él violará tu culo, perra estúpida! Entonces vendrás llorándome. —Crucé la


calle y me zambullí en la librería de libros usados, sus palabras todavía
resonaban en mis oídos.
Capítulo 10
Traducido por Cherry.lips

A
hora que me encontraba en la calle, me di cuenta que no tenía un plan y
56
sólo tenía una tenue comprensión de mis poderes de la calle. Si tuviera
que comprar algo en Starbucks todos los días para ir al baño, mi dinero
se agotaría rápido incluso más rápido en el otoño y el invierno, cuando
necesitara un abrigo, un par de botas y un lugar seco para dormir. Podría
mendigar, pero no iría a llorar a Mohawk, no importa lo desesperada que me
encontrase.

Para ese entonces, tal vez volvería a encontrar al muchacho de la guitarra. Me


reconocí a mi misma en su música. Ese recuerdo me dio esperanza.

Pasaron algunos días sin ver a Apestoso. Mohawk se quedó en su parte de la


calle, y yo me quedé en la mía. ¿Cómo podía permanecer tan enorme cuando yo
estaba perdiendo medio kilo por día? No lo sabía. Muy pronto sería tan delgada
como esa chica de pelo moreno que pasaba el rato con él.

Nadie me habló a excepción de una chica con la cabeza rapada y ojos


atormentados, quien me dijo:

—Espero que esto valga la pena. Este lugar va a comerte viva desde adentro
hacia fuera.

Así también la vida que dejé, pensé.

Por lo menos era capaz de respirar. Mi provisión de inhalador podría durar por
un tiempo si permanecía lejos de los factores desencadenantes y conservaba la
calma, pero mantuve uno en mi bolsillo por si acaso. Con el tiempo, tendría que
encontrar alguna manera de conseguir más.

Descubrí que la policía no estaba tratando de encontrarme, se dedicaban a


hostigarme en cualquier oportunidad que tenían.

—Hey tú —gritó uno desde una patrulla—. Fuera de aquí, vete a casa o te
arrestaré. —Las palabras de la chica atormentada regresaron a mí.

Justo cuando pensaba que estaba a salvo, Apestoso reapareció.


Pasé por el callejón detrás de Neumos, había aprendido que funcionaba como
una letrina para la población de la calle. Mi cabello, blanco y corto, se destacaba,
incluso en un día soleado. Él me localizó en un instante y sonrió con una
dentada sonrisa negra…

—Hola, cariño —susurró—. Te he estado buscando.


57

Eché a correr hacia el Safeway18 ningún camino era seguro, porque ellos
pensaban que yo pertenecía a la gente que robaba tiendas. Sus chalecos rojos
destacaban como uniformes de policía, y sus rostros por lo general amigables se
oscurecieron en el segundo en que atravesé la puerta…

—¿Puedo ayudarle en algo? —Uno de los Safe-bots19 me preguntó, luego en voz


baja agregó:

—Ve a un refugio, por qué no lo haces.

No tenía tiempo para eso. Me dirigí hacia la otra puerta a través de la sección de
frutas. Safe-bot debe haber pensado que iba a meterme las manzanas en mi
camisa, porque él me siguió, y de repente me sentí como si estuviera
arrastrando un tren loco y amenazante a mi paso. Me aferré a mi mochila y me
encamine hacia la otra puerta. Tenía que huir a través del estacionamiento y
hacia algún lugar… a cualquier lugar.

Las puertas abiertas derramaron una ráfaga de luz solar y aire caliente. Miré
detrás de mí para ver si el Safe-bot me seguía, y de pronto un bulto de tela,
sudor y miedo me atrapó en sus brazos. Mi grito fue amortiguado contra su
pecho, ahogándome con la tela y el hedor.

—Así es —susurró en mi oído Apestoso—. Ven con papi. —Luché, pero su


agarre era demasiado fuerte. Él comenzó a arrastrarme por el muro de la parte
trasera del edificio.

—¡Hey! Salgan de aquí —gritó el Safe-bot.

Apestoso me dio la vuelta para poder poner su mano sobre mi boca. El olor de
su piel se apoderó de mí, enviándome a un estado de pánico y náuseas. Debía
calmarme.

Safe-bot miró hacia atrás y adelante, entre Apestoso y yo.

18
Safeway: cadena de supermercados.
19
Safe-bots: es un juego de palabra, de guardia de seguridad del Safeway con robots.
Apestoso se rio entre dientes, con su caliente aliento en mi oído.

—Siento lo de mi hija —dijo él mientras yo luchaba por liberarme—. Espero que


ella no haya robado nada. —Apretó su agarre, usando mi mochila para sostener
mis brazos.

El Safe-bot estaba a punto de irse. Yo era invisible para él, un ser humano 58

desechable. No tenía otras opciones.

Mordí la palma de su mano sobre mi boca tan fuerte como pude, y Apestoso la
apartó. PISA SU PIE! gritó mi cerebro. Levanté mi talón y lo estrellé hacia abajo
con fuerza.

Él trastabillo hacia atrás, sin soltar mi mochila de sus manos.

Me escurrí de las correas y corrí por la calle pasando las piedras rojizas, los
árboles y la Catedral de San Marcos hasta el estacionamiento del Colegio de
Artes Cornualles y hacia las pesadas puertas de la escuela.

Los estudiantes de verano se arremolinaban por los laberintos de pasillos. No


me detuve hasta que hallé el baño de mujeres, donde conté mi respiración para
calmar el traqueteo hueco que podía sentir en aumento. Aparté la idea de que
Apestoso había tomado todo a excepción de uno de mis inhaladores. Por ahora,
lo único que tenía que hacer era respirar.

Debía parecer un fantasma, porque cuando encontré a una chica no mucho


mayor que yo con una mochila porta bebé atada a su pecho atrajo mi atención
en el espejo. Se dio la vuelta

—¿Estás bien? —preguntó. El bebé, escondido en su pecho y con un sombrero


de color rosa a rayas, me miraba con grandes ojos marrones.

—Ss… sí —le dije después de un momento. La chica se recuperó un poco, y el


bebé pateaba sus piernas.

—¿Estás Segura?

Pude verme en el espejo. Fantasmal, sí. Mi corazón latía con júbilo, gritando
viva, viva, viva. Ya no tenía más mi mochila, pero todavía respiraba. Tal vez esto
era una prueba, para ver si yo hablaba en serio.

—Sí. Gracias. —Desaparecí en uno de los compartimientos. Si permanecía aquí


el tiempo suficiente, tal vez pudiera averiguar qué hacer a continuación.
El teléfono celular en mi bolsillo forcejeaba contra mi cadera, rozando la marca
secreta del poder de Asher. No lo llamaría.

No me rendiría.

Iba a sobrevivir, sin importar cómo.


59
Capítulo 11
Traducido por Taly

C
hop Suey se veía totalmente diferente en el crepúsculo, mientras
60
caminaba de regreso a la caseta de jardín, era sólo un edificio de ladrillo
con ventanas oscurecidas y un cartel de anuncios, no como una
discoteca. Un cuervo serpenteaba de un lado a otro en la acera como un
centinela, cada vez que veía uno, esto enviaba un escalofrío por mi espina
dorsal.

—Tenemos que ir a Chop Suey este viernes. Freezepop estará tocando. —Había
dicho Neeta a principios de este verano, cuando me invitó a pasar el rato con
ella, Ellerie, y Ari. Asher estaba trabajando en el laboratorio de cuervo ese día,
así que no tenía excusa para decir que no.

Cuando Ari resopló y el resto de nosotras la miró sin decir nada, Neeta dijo:

—Ya sabes… ¿Rock Band20? ¿Frontload21? —Es un espectáculo para todas las
edades.

—Siii —arrastró Ari la palabra—. Eso es exactamente lo que me preocupa.

—Cállate —Neeta la fulminó con la mirada juguetonamente. Desde que estuvo


saliendo con Ellerie y Ari, su nueva pasión eran los juegos musicales. Al parecer
Ellerie tenía el Rock Band y cada secuela, y habían pasado los últimos seis
meses tocando melodías. En realidad Ellerie era bastante decente en la batería,
pero Arí menos que entusiasta con la guitarra, no podía superar la siguiente
tanda de canciones. Neeta poseía el micrófono, y no tenía miedo de usarlo.

En este momento, ella estaba cantando a todo pulmón "Frontload". Me haces


sentir increíble… toma el control sobre miiiii…

—Creo que será divertido —agregó Ellerie, golpeando las manos en el tablero
de instrumentos.

—¿Joy? —Neeta me miró con ojos suplicantes—. Asher puede venir, si quiere.

Si sólo ella supiera que poderes estaban controlándome.

20
Rock Band: es una serie de videojuego musical.
21
Frontload: Canción del grupo Freezepop.
—Sí, seguro. Le preguntaré —dije lentamente. Ya sabía lo que él diría.

Pero me sorprendió al decir que sí.

Unos días más tarde, con tan sólo un vestido ceñido y con la pulsera, me reuní
con las chicas en la acera frente a Chop Suey. Cada una de nosotras tomó un
café con leche espumoso de Stumptown Coffee, todas excepto Ari, que bebió un 61

refresco Italiano con una pajita apoyada sugestivamente entre sus labios color
rosa nacarado.

Asher estaría aquí en cualquier momento. Mis amigas quedaron impresionadas


con él. Asher Valen, asquerosamente rico muchacho de la preparatoria View
Ridge apasionado por los cuervos, que tenía de alguna manera un interés en mí.
Ellerie y Ari me bombardeaban con detalles de nuestro noviazgo mientras
Neeta trenzaba en silencio diminutas trenzas en su cabello. ¿Si había conocido a
su padre? ¿Cómo era él?

Había conocido a su padre, pero sólo en pocas ocasiones que involucraban a


cientos de personas en un evento u otro. El miraba hacia mi dirección con
frecuencia, eso, hasta que merecí una inspección más cercana. Cuando mi padre
estuvo en la entrevista de trabajo.

En el IMAX de Seattle lanzaban el estreno mundial de la última película de


ciencia ficción en 3-D. El director estaba allí, conversando con un grupo
exclusivo que había donado grandes sumas de dinero a las obras de caridad
educativas de su esposa. Tenía un nombre conocido y todos clamaban por
acercarse, incluso las personas relucientes, con estatus de estrellas de los suyos.
Ese es el tipo de Black Eyed Peas, susurró Asher sobre el mismo. Y esa es la esposa
del director. Señaló a una bella rubia. Así que me sorprendió cuando el director
se acercó al padre de Asher como si el señor Valen fuera la celebridad.

Más tarde, el Sr. Valen se acercó al lado de Asher y me echó un vistazo. Así que
tú eres Joy Delamere, él dijo. He estado evaluando a tu padre. Sus ojos eran tan
afilados y grises como los de su hijo, y sentí el mismo escalofrío que sentía
cuando Asher me evaluaba. Sólo que cuando su padre lo hizo, me sentí un poco
enferma. Había oído que expulsó a una chica de la preparatoria View Ridge.
Solo podía imaginar lo que podría hacer conmigo.
—Sí, he conocido a su padre —les dije a Ellerie y Ari—. Parece bastante
agradable. —Por suerte, él me consideró digna tanto a mí como a mi padre, y
nunca tuve que ser analizada por él nuevamente.

El tema pasó al atractivo de Asher.

—Él es muy sexy —señalo Ari, bebiendo un ruidoso sorbo de su refresco. 62

Me sonrojé con la sugerencia, porque era cierto. Él me derretía y me traía a la


vida, vertida en un nuevo molde. Así es como sabía que él me amaba.

Por eso, cuando Asher apareció en Chop Suey esa noche, con su andrajosa
camiseta Daft Punk sólo aumentó el aura que ya le rodeaba. Ari y Ellerie
sonrieron con timidez cuando él me abrazó.

Esa noche la multitud era una mezcla de jugadores, habitantes de los suburbios,
y chicos sin un lugar donde ir. Una masa ya se estaba construyendo para la
banda de apertura, Ming & Ping, que estaban tocando una mezcla frenética de
Hong Kong electro pop. Un muro de sudor de todas las edades nos golpeó
cuando entramos.

Una vez que estuvimos en el club, Ari se dirigió directamente a un trío de


muchachos callejeros. Un chico alto y con un estuche de guitarra al hombro
escondido en las sombras, a su lado un chico mas bajo y una chica delgada con
el pelo puntiagudo, que parecía que un soplo de humo podría llevársela lejos.

—¿Qué está haciendo Ari? —me susurró Neeta.

—¿Qué crees que está haciendo? —exhaló Asher, dirigiéndole una mirada
familiar para mí, aquella donde se suponía que ella debía llegar a la conclusión
que cada palabra que salía de su boca era equivalente a las salpicaduras de
parabrisas. Cuando Neeta no dijo nada, se lo explicó con paciencia—. Ella está
intentando conseguir algo con los Ave Rats.

Neeta frunció el ceño.

—¿Drogas?

Ellerie no estaba prestando atención, estaba demasiado ocupada buscando a


gente de la banda entre la multitud. Balloon Boy estaba aquí, un chico que se
presentaba en todos los espectáculos para todas las edades con una bolsa llena
de globos, que retorcía en figuras y arrojaba a la multitud. Yo pensaba que su
madre lo había abandonado.

Unos minutos después, Ari regresó haciendo pucheros. Los Ave Rats,
conocidos como la población menor de edad sin hogar, que viaja en grupo,
unidos más firmemente que la familia. Yo no podía entender el tipo de lealtad
63
en el que se compartían calcetines, agujas y sangre.

—Pobre niña rica ¿no encontró lo que buscaba? —la provocó Asher. Le dirigió
esa media sonrisa que me dedicaba, cuando él sabía que tenía el control.

—El grandote me dijo: Lo siento, no soy el tipo que estás buscando. —Ella imitó
una voz profunda y desdeñosa.

El chico bajito con el pelo negro nos miró. Podría haber sido guapo si se lavara
un poco. La muchacha miraba, delgada pero desafiante. No me gustaría
meterme con ella. No podía distinguir los rasgos del alto, pero sabía que
también estaba observando.

—¿Qué ha sido todo eso? —exigió Neeta—. ¿Intentabas comprar drogas?

Me encogí un poco avergonzada. Ari puso los ojos en blanco.

—Sólo quería ver si podía, Neeta. —Ella sorbió su refresco—. Al parecer, no es


esa clase de chico.

Asher ladeó la cabeza y la contempló con aprecio.

—Ah, así que ahora se descubre la verdad.

Ari alzó la barbilla.

—Tú no sabes nada acerca de mi verdad, chico cuervo —desafió ella. Yo no


podía imaginarme hablando con él de esa manera—. Sin embargo es bastante
sexi —dijo astutamente.

—Tal vez sea otra clase de chico. Quiero decir, podría ser totalmente su
proxeneta22. ¿Sabes la clase de cosas que pasan por aquí?

Ellerie regresó de buscar entre la multitud.

—¿Qué tipo de cosas?

22
Proxeneta: Persona que induce a la prostitución y vivie de las ganancias de una prostitúta.
Ari le dirigió una mirada de complicidad.

—Estamos hablando de personas sin hogar, proxenetas adolescentes.

Los ojos de Ellerie se agrandaron.

—¿Has visto uno?


64

—Shhhh —siseó Neeta. Ellerie estiró el cuello para obtener una mejor vista del
presunto proxeneta.

Ari rio coqueta y empujó a Asher.

—Somos cuatro mujeres y solo un hombre, Chico Cuervo. Tú puedes ser el


proxeneta.

El chico más bajo miró sobre su hombro otra vez, y la delgada chica Ave frunció
el ceño en nuestra dirección. El alto en las sombras se acercó más a los otros dos
como si estuviera protegiéndolos. Una luz roja parpadeó en su rostro, y sus ojos
se encontraron con los míos.

En ese momento supe, sin una sombra de duda que él no era un proxeneta.
Había algo tan cercano y conocido en ese aspecto. Vulnerable. Ningún
proxeneta podría ser así.

—Quiero decir, en serio —estaba diciendo Ari—. ¿Se imaginan que alguien
tenga ese tipo de control sobre su vida?

El muchacho alto salió a la luz, su mirada seguía fija en nosotros. En mí. Como
si estuviese escuchando mis pensamientos. Un escalofrío me atravesó, como si
estuviera haciendo un inventario y no le gustara lo que veía. Me acerque más a
Asher.

—Asher sería un buen proxeneta —dije, casi para mí misma.

Ellerie se echó a reír, y luego se detuvo en seco. Ari puso su mano sobre su
boca.

Mi corazón comenzó a latir en mi pecho. Intenté sonreír.

—Me refiero a que, podrías manejar a cuatro mujeres —dije bromeando—. No


es que yo quiera.
Pensé en cómo un fósforo apagado podría estallar en llamas con apenas un hilo
de humo. Un hilo de humo era todo lo que se necesitaría para asfixiarme.

No quería mirar la cara de Asher y ver su reacción. Él iba a explotar, y entonces


habría terminado. Todos lo notaron.

—Vamos, muchachos —dijo Neeta, rompiendo la tensión—. Vamos a bailar. 65

Miren, la banda se está preparando.

—Así que está el muchacho de los globos —resopló Ari. Ellerie rio.

Segundos después, un simpático chico del este de la India con gafas salió al
escenario, la multitud se acumuló en el centro, e incluso el muchacho de los
globos se calmó lo suficiente para oírle gritar:

—Esto. Es. ¡Freezepop!

Y dos segundos después, un hombre con un keytar23, otro con un secuenciador,


y una chica con un mechón fucsia salieron y comenzaron a rockear. Pero yo no
estaba escuchando. Estaba esperando el momento en que Asher estallara.

El bajito chico Ave se abrió paso hacia el frente, y volví a ver a al más alto. Su
pelo negro colgaba alrededor de sus ojos, pero él seguía atento a todos mis
movimientos.

—¿Estás bien? —preguntó Neeta, y me encogí de hombros. Asher no estaba


tocándome, pero podía sentir su calor hormigueando en mi piel.

—Sí. ¡Por supuesto! —grité, un poco demasiado fuerte sobre la música. Neeta
me observó durante un largo segundo y luego dejó que Ellerie la arrastrara
hacia la multitud.

La melodía animaba al gentío con su alegría electrónica, e incluso el cuerpo de


Asher comenzó a moverse al ritmo de los demás. Di un suspiro de alivio. Tal
vez no estaba molesto después de todo.

Un poco más tarde, Asher dijo en voz baja:

—Voy afuera a fumar. —Y a pesar de que la sala giraba con música, ruido y
baile, sus palabras desencadenaron una respuesta. Se refería a que lo siguiera.

23
Keytar: es un teclado o sintetizador relativamente ligero que se adapta a una correa alrededor del
cuello y los hombros, de forma similar a una guitarra.
Tan pronto como salimos del club, Asher encendió un cigarrillo. Él sabía que
podría provocarme un ataque de asma. Pero si lo hiciera, él estaría allí mismo
para llevarme a la sala de emergencias.

Lo seguí a la vuelta de la esquina por el callejón detrás del club. Bebió un último
trago de la cerveza en su mano y arrojó la botella violentamente contra la pared.
66
Apenas pude ver los fragmentos de cristal, romperse en mil pedazos, a través
de las lágrimas que brotaron repentinamente de mis ojos.

—Asher, lo siento —suspiré.

En una fracción de segundo él tomó control.

—Ahora lo sientes —dijo en voz baja—. Esperas hasta que esté molesto para
lamentarlo cuando deberías haberlo pensado antes de decir eso. ¿Qué
demonios, Joy?

—Asher, no fue mi intención molestarte…

Pero él fue hecho con mis excusas. En cambio, su voz se encaminaba a ese
peligroso, tono grave que conocía bien.

—¿Crees que tu familia estará contenta cuando les diga que no puedo cuidar
más tu patético culo? ¿Crees que lo sentirás cuando tu padre sea despedido y
no pueda conseguir un trabajo en toda esta ciudad de mierda?

El temor se enroscó alrededor de mis pulmones. Conté hasta tres, lentamente,


para intentar recuperar el aliento. Ojos cerrados. Calma. Una respiración, Dos
respiraciones, tres respiraciones.

—No estás mirándome —hervía Asher—. ¿Cómo podemos tener una


conversación cuando no estás mirándome?

Se acercó y atrapó mi mandíbula en sus manos, tan cerca que podía saborear el
azúcar y el humo en su aliento. Casi deseaba que me golpease, porque entonces
tendría una razón para pedir ayuda.

En su lugar, tomó un mechón de mi cabello y lo dejó caer entre sus dedos.


Suavemente. Tan suavemente.

—Poco a poco —dijo, ayudándome a respirar. Él me sostuvo hasta que mis


pulmones se recuperaron.
—No vuelvas a hacerlo —susurró, con la voz quebrada, como si el dolor de mi
traición lo hubiese lastimado. Me dio un beso en la mejilla, y me derretí en sus
brazos.

—Lo siento —murmuré—. Lo siento tanto.

Estuve a punto de desplomarme cuando me soltó y me apoyé en mis propios 67

pies.

—Voy a buscar el coche —dijo—. Espero que estés aquí cuando regrese.

Por supuesto que estaría aquí. Tan pronto llegáramos a su casa, le mostraría
cuánto lo sentía, y lo agradecida que estaba por su perdón. Parpadeé las
lágrimas que llegaron con facilidad, ahora que él se había ido y frenéticamente
traté de enjuagarlas.

Un sonido me sobresaltó, el zumbido de una melodía que no conocía. Cuando


me di la vuelta, el chico alto con la guitarra estaba allí de pie en la sombra de
una puerta. Me di cuenta por la mirada en sus ojos que él había sido testigo de
todo.

—Vi cómo te trata —dijo el muchacho.

A la vuelta de la esquina podía escuchar el rugido de un DeLorean que se


acercaba. Me sentí completamente destrozada, pero no podía desprenderme de
su mirada. En cualquier momento el coche estaría aquí.

—Si alguna vez necesitas ayuda, ya sabes dónde encontrarme.


Capítulo 12
Traducido por Taly

D
espués de su victoria en el Safeway, Apestoso desfiló por las calles
68
con mi mochila y se regodeó con sus premios. Había tomado la
mayor parte de mi dinero y suministros, y probablemente podría
hacer una fortuna con mis medicamentos, si no decidía utilizarlos él mismo.
Ahora solo dependía de un inhalador, y tenía que hacerlo durar.

Eso significaba que tenía que manejar la respiración por mi cuenta. Fuera de
Chop Suey con Asher fue la primera vez que había tenido que hacer eso en
mucho tiempo. Normalmente tenía tres inhaladores conmigo, más todos los
demás que tenía extras. Un ataque de asma aquí podría ser fatal.

Lo que no destruye, fortalece, diría Asher. Yo ahora era más fuerte que nunca.
Además, la mochila era una de las últimas cosas que me conectaba con mi vida
anterior. Sin ella, me sentía sin peso alguno. En cierto modo, Apestoso me
liberó.

Cuando Apestoso se ausentó por unos días, me dio un pequeño respiro. Yo


esperaba que él hubiera utilizado mi dinero en efectivo para tomar un autobús
fuera de la ciudad o beber hasta morir bajo un puente -¡Buen viaje!-. Pero
todavía tenía que averiguar qué hacer a continuación. Necesitaba dinero.
Necesitaba medicamentos. Necesitaba un mejor lugar para dormir. La caseta de
jardín funcionaba por ahora, pero cualquier día podrían atraparme. Mi tiempo
se estaba acabando rápidamente.

Aquellos jóvenes sin hogar, que había visto en dos ocasiones. ¿No significaba
algo?

Neeta lo creía. Si ves a alguien más de una vez, están destinados a cruzarse en el
camino. Eso es lo que ella dijo sobre nuestra amistad. Se había mudado a
Issaquah con sus padres cuando teníamos ocho años. Nos vimos dos veces en
aquel trecho de bosques entre nuestros barrios y éramos amigas desde entonces.

Ella me llamó después del incidente en Chop Suey, y yo evité cada llamada.
—¿Por qué te fuiste sin avisarme? —exigió en los primeros mensajes. Y luego,
cuando yo no contestaba, el tono cambió—. ¿Qué está pasando, Joy? ¿Por qué
no devuelves mis llamadas?

Quería contarle, pero no había nada que ella pudiera hacer, nada que yo
pudiese hacer, solo escapar, y eso significaba dejar a mi familia atrás. Él podría
69
seguir adelante con la amenaza contra el trabajo de mi padre. Y ¿qué otra cosa?
Recordé la botella que lanzó contra la pared, los miles de fragmentos de vidrio.

Ahora no eran más que palabras, y yo podría manejarlas. Además, pensé, esto es
algo pasajero. Contárselo a Neeta sólo empeoraría las cosas.

Cuando por fin me encontró unas semanas después de lo de Chop Suey, no


hizo ninguna de las preguntas que yo sabía se amontonaban mutuamente para
ser escuchadas. En cambio, dijo:

—Hagamos un viaje. Sin Asher, sin Ellerie, sin Ari. Solo tú y yo.

Dudé. Apenas habíamos hablado durante el último año, ya ni siquiera sabíamos


nada una de la otra. Estar atrapada en un coche durante horas podía hacer que
una persona dijera cosas que no quiere decir.

—Vamos —insistió—. Podríamos ir a algún sitio, cualquier lugar que desees.


Tal vez hasta Bellingham para ver a Jesse.

Mi respiración se atoró en mi garganta.

Neeta no podía ayudarme, pero tal vez Jesse podría.

Aquel pensamiento desesperado me acompañó todo el camino a Western con


ella, dos horas en coche. Me había marchado sin antes hablar con Asher, por lo
tanto sabía que él se pondría furioso. Sin embargo, no importó, ya que Jesse
podría ayudarme. Y entonces todos los secretos que había estado guardando
durante el último año podrían salir. Él siempre fue responsable, sabría qué
hacer sobre papá y Empresas Valen. Me diría qué hacer con Asher. Tal vez
incluso me dejaría quedar con él un tiempo.

Pero eso no fue lo que sucedió. Cuando Neeta y yo nos presentamos en la vieja
casa que compartía con un grupo de otros estudiantes, él casi cerró la puerta en
mi cara.

—¿Qué estás haciendo aquí?


Ya estaba oscureciendo, y Asher estaría saliendo del laboratorio justo en este
momento. Me llamaría pronto, reclamando a su pajarito, y yo no estaría allí.
Habría consecuencias, lo sabía.

Sólo verme en el umbral de la puerta de su casa fue suficiente para sacar a Jesse
de sus cabales.
70

—¡Tengo la escuela, tengo un trabajo, tengo una vida! —gritó, como si Neeta ni
siquiera estuviera allí—. Búscate la vida, Joy. Ya no soy responsable de ti, nunca
más.

Neeta y yo no hablamos mucho camino a casa, sólo lo esencial. ¿Qué si quería


detenerme en Dairy Queen o Taco Time? No me importaba. No podía comer.
Pero podía pretender dormir.

—Estas diferente, Joy —dijo Neeta en voz baja.

Cuando éramos pequeñas, nos reuníamos con un grupo de niñas y nos


alzábamos entre sí una por una con nuestras manos, cantando, ligeras como una
pluma, libres como un pájaro.

Ligera como una pluma, libre como un pájaro.

En realidad, nos habíamos convencido de que podíamos volar, hasta que sufrí
un ataque de asma en pleno vuelo y ellas me dejaron caer en estado de shock,
todas excepto Neeta, que seguía sosteniendo mi mano.

Estaba cayendo ahora, y ella estaba extendiendo su mano. Pero ya era


demasiado tarde.

***

Al caer la noche, me dirigí de nuevo a mi caseta de jardín. Hogar, dulce hogar.


Siempre y cuando llegase en la noche y me marchase antes del amanecer,
podría ser capaz de obtener unos pocos días más fuera de su alcance.

Con mis Vans raspando por la acera en una zona tranquila de Capitol Hill, y
tratando de no pensar en lo que estaría sucediendo en casa. Un colgajo de suela
se soltó, recordándome que pronto necesitaría mejores calzados. Me detuve a
arrojar la goma, y una roca se deslizó detrás de mí.

De repente, me encontraba totalmente en alerta.


Una figura extraña y voluminosa se encontraba aproximadamente a una
manzana atrás, su cara oscura en las sombras.

Aumenté el paso y consideré rutas alternativas. Broadway estaba a pocas


manzanas de distancia, y mi caseta de jardín parecía que se encontraba a diez.
Él me acompañaba a cada paso.
71

Estaba casi en la Duodécima. Podría girar mi cabeza a la derecha y ver si


realmente me estaba siguiendo, entonces tal vez podría regresar. Mohawk
estaría más que dispuesto a protegerme. ¿Cómo pude haber sido tan estúpida,
pensando que el muchacho de la guitarra lo haría?

El hombre detrás de mí, dobló la esquina en la Duodécima, igualando mí


velocidad. No podía verlo en la fuente de oscuridad, pero su olor me envió
nuevamente a la lucha para salir de Safeway. Aquel aroma encendió mi
adrenalina.

Apestoso.

Mi corazón palpitante desataría una reacción en cadena. Tuve que reducir la


velocidad. Uno. Dos. Tres.

El parque se encontraba más adelante y hacia la derecha, podría correr por el


campo, más allá de la fuente, y tal vez regresar a Broadway. Realmente no tenía
idea donde pasaba la noche Mohawk, pero sabía que él había añadido otra
chica a su harén.

Lo que el extraía por su protección, sólo podía adivinarlo… pero tenía que ser
tan malo o peor de lo que Apestoso tenía en mente. Me estremecí ante la idea.

El parque estaba resbaladizo bajo mis Vans, la humedad empapando por


primera vez la lona y luego mis pies. Una farola iluminaba la sonrisa en el
rostro de Apestoso. Resbalé y caí hacia adelante, rayando mis manos con la
hierba y el barro. No era lo suficientemente rápida. Sus botas pisoteando por el
parque a un ritmo ligero. Incluso si corriera, él estaba lo bastante cerca como
para abordarme. Olfateé las aguas residuales impregnadas en su piel, ropa y
aliento.

Entonces, de repente, alguien se abalanzó fuera de las sombras y abordó a


Apestoso, golpeándolo primero en la tripa y luego en su rostro, una forma
fibrosa, delgada y fuerte, con el pelo oscuro y ondulado cayendo sobre su
rostro. Quienquiera que fuese, no me detuve a averiguarlo. Me levanté de la
hierba y corrí a hacia Broadway. Me encontraba a una manzana cuando me
detuve a mirar hacia atrás, a la pelea. Apestoso se desplomó en un montón
sobre la hierba, y el otro se dirigió hacia mí, las luces de la calle rebotaron en su
figura e iluminaron su rostro.
72
Lo conocía.

Aquel que me hizo una promesa en el callejón, cuya música hizo promesas por
su propia cuenta.

Estaba aquí mismo, delante de mí, y acababa de salvar mi vida.


Capítulo 13
Traducido por Taly

—E
res tú.
73

Mis pulmones estaban aún ardiendo desde el encuentro


con Apestoso, pero no pude contener las palabras de
nuevo.

De cerca, era aún más alto de lo que recordaba, sus ojos más opacos, el pelo un
poco más largo. Le colgaban achocolatados mechones alrededor de sus ojos
azul océano, que me observaban con atención. Vestía la misma ropa que cuando
lo había visto fuera de Hot Topic, una chaqueta excedente del ejército, sucios
vaqueros, una camiseta y gastadas botas de combate negras. Todo en él parecía
familiar, como si ya nos conociéramos. Nos conocíamos.

Él me había ofrecido su ayuda.

Él desea poder curar las cicatrices, él le había cantado a la capa más profunda de
mí ser.

—¿Te conozco?

Era su voz, ni enojada ni condescendiente, pero… perplejo. Y sin aliento,


después de salvarme la vida.

Lentamente sentí la compresión de mi vías aéreas relajarse, y él esperó mi


respuesta. Yo seguía mirándolo fijamente, deseando que me reconociera. ¿No
me reconoce? ¿Cómo es que no recordaba?

—Yo… lo siento, no pretendía… quiero decir, gracias. Gracias por ayudarme


con Apestoso. —Sentí mi voz extraña en mi boca, y me di cuenta que no la
había usado durante varios días.

—¿Apestoso?

Sentí como me sonrojaba.

—Así es como lo llamo, de todos modos.

Se echó a reír, aunque no con dureza.


—Es un buen nombre como cualquier otro, olía a… espera, te he visto, pero
cómo lo sabes… —Se detuvo como si acabara de estrellarse contra un muro. Sus
ojos se estrecharon, estudiándome profundamente, y me sentí totalmente
expuesta—. ¿Cuál es tu nombre?

La palabra se atravesó en mi garganta. Joy era erróneo. No encajaba. Tristesse,


74
pensé, sería mejor. Tristeza.

—Triste —Parecía bastante acertado. Ya que había dejado atrás a Joy, al instante
en que le dije adiós en el espejo. No podría ser ella de nuevo.

Él me dirigió una mirada oscura, y luego asintió. Como si se hubiese dado


cuenta que era falso, pero satisfecho por ahora.

—¿Qué hay de ti?

Su rostro se ensombreció. ¿Me reconocería de Chop Suey, y la acera fuera de


Hot Topic? ¿Podría ver dentro de mí ahora de la misma manera que pudo en
ese entonces?

—Hemos estado observándote por días, eres nueva por aquí, ¿no es así?

La ropa y el cabello, habían sido suficiente para engañar a todos sobre mi vida
anterior, pero no a él.

—Sí —dije con cuidado—. Pero…

—Espera —interrumpió él lentamente—. Espera. Sé quién eres

Una burbuja de esperanza creció en mi pecho. Lo sabía.

—¡Me recuerdas! —exclamé. Yo estaba casi riendo, al decirlo, riendo con alegría
y alivio, de que pudiera reconocerme a través de mi patético disfraz.

Hasta que caí en la cuenta que el no reía. Todo lo contrario. Sus ojos se habían
vuelto tormentosos, con las manos sujetando su cabello lejos de su cara de tal
manera que las venas y la nitidez de la frente, se elevó en relieve.

—No. ¡Oh, no! —estaba diciendo—. Oh, no, no puede ser. Demonios.

Me quedé atónita. Creí, cuando lo conocí… que había algo allí. Una chispa. Él
tuvo que sentirla, también. Tan diferente a Asher, algo que no podía olvidar.

Él continuó mirándome con horror.


—¿Te conocí en Chop Suey?

Asentí con la cabeza, sin atreverme a mirarlo.

—Sí, y tú estabas… estabas fuera, llorando… no, no puedes estar aquí. ¿Qué
estás haciendo aquí?
75
—Pero tú dijiste…

—Sé lo que dije. —Él se paseaba ahora—. No, yo no sé lo que dije. No te dije
que huyeras. —Esto último lo murmuro para si mismo—. ¿Lo hice?

El hambre y la fatiga extrema después de haber estado aquí fuera durante días
y días me golpearon repentinamente como una inundación, un enorme muro de
decepción. Había cometido un enorme error. Su magnitud fácilmente podría
aplastarme.

—Sí —dije, con voz temblorosa—. Tú dijiste que si alguna vez necesitaba
ayuda, debía encontrarte. —No podía mantener el dolor fuera de mi voz. Metí
la mano en mi bolsillo y sentí las cicatrices a través de la tela, las que yo
pensaba que de alguna manera él podía ver.

Pero eso, ahora sabía, era completamente delirante.

—Pues, tienes que largarte de aquí —espetó, su rostro se ensombreció con la


misma rabia que vi por primera vez en el en Chop Suey, cuando me observaba
con mis amigos. Juzgándome, me daba cuenta ahora. No, a Asher y su
crueldad, sino a mí.

—Vete a casa —continuó—. Este no es lugar para alguien como tú.

Se sintió como una bofetada. Pero él había hecho una promesa, demonios. Las
lágrimas, las malditas lágrimas, que amenazaban con caer. Lo único que podría
pararlas ahora era conseguir enojarme.

—¿Qué se supone que significa eso? ¿Alguien como yo? —Había visto lo que
Asher me había hecho, primero con palabras y luego con fuego. ¿O no?

—Si tú supieras… —se calló, apretando los labios—. Mírate. Ni siquiera puedes
encontrar un lugar para dormir por tu cuenta. ¿Por cuánto tiempo has estado
aquí? ¿Estás comiendo basura todavía?

Debía tener una mueca en mi cara, porque su voz se quebró por la frustración.
—Porque eso es lo que se necesita para sobrevivir aquí. Será mejor que vuelvas
a casa, antes de que te suceda algo aún peor. Confía en mí.

Asher se reiría, si pudiera verme ahora… sin mis inhaladores, sin comida, sin
lugar a donde ir, perseguida por un aterrador vagabundo. Al igual que un
indefenso pájaro abandonado que había caído fuera de su jaula. Sabía
76
exactamente lo que qué ocurriría si me diera la vuelta ahora.

—No —dije—. No me voy a casa. ¿Y quién eres tú para decirme que tengo
hacer? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde duermes?

Él me lanzó una mirada dura, aun más ruda por el conjunto de su mandíbula.

—Por lo menos dime donde puedo ir —dije en voz baja—. Algún lugar seguro.

No sabría decir lo que estaba pensando, pero dejó caer sus hombros. Una gota
de lluvia aterrizó en su rostro, como una lágrima del cielo.

De pronto se volvió.

—Vamos.

—¿Huh?

—¡Vamos! A menos que quieras pasar otra noche en un cobertizo esperando a


que ese idiota regrese por ti.

¿Cómo sabía que había estado durmiendo en el cobertizo?

—Además —continuó—tarde o temprano, van a verte y llamarán a la policía.


Puedes venir conmigo, o podrías también entregarte en este momento.

Mientras estábamos hablando, ni siquiera me di cuenta que Apestoso se había


levantado y estaba cojeando a través del parque con ojos asesinos. Él
regresaría… no había duda en mi mente. Luego estaba Mohawk, quien no
podía esperar para poner sus manos sobre mí.

¿Podría confiar en él? Había estado tan equivocada antes.

—Primero, me gustaría saber tu nombre.

Él sonrió, rompiendo a través de la rudeza de su aspecto exterior y


brindándome una visión de la persona que yo creía conocer.

—Creed.
Creed. Al igual que un código de honor. Él extendió su mano, áspera y agrietada
por la suciedad.

No tenía más opción que tomarla.

77
Capítulo 14
Traducido por Cherry.lips

C
reed caminaba rápido, dando zancadas con sus largas piernas. Parecía
78
medir cerca de un metro noventa, más las botas. Junto a él, me sentí más
segura desde que dejé mi casa, como si ninguno de estos últimos días
hubieran sido reales. Sólo él era real.

—¿A dónde vamos? —pregunté.

—Ya lo verás. Pero presta atención. Tendrás que ser capaz de encontrar el
camino de regreso, si todos deciden que puedes quedarte.

—¿Todos? —Estaban los dos que había visto con él, pero ¿habían otros? ¿Qué
debería hacer para poder quedarme?

Doblamos por calles no tan familiares, hacia el valle donde la escuela


preparatoria Elna Mead se situaba sobre una sucesión continua de barrios ricos
y pobres del este de la ciudad. Muy pronto llegamos a una calle en ruinas. Yo
nunca habría venido aquí sin Creed. Cercas de alambre rodeaban casas
degradadas con sábanas atravesadas en las ventanas. Perros enormes ladraban
en los patios.

—Mantente alejado de esos —advirtió Creed—. Te harán desaparecer más


rápido que cualquier otra cosa.

—No es una mala idea, eso de tener un perro —le dije nerviosamente. Si yo
hubiera tenido uno, podría haberle dado un gran mordisco a Apestoso, aunque
eso significaría mendigar comida para dos.

Creed se detuvo y se quedó mirando a todo mi metro sesenta y dos de estatura.

—Oh, no. No tú, también. —Él comenzó a caminar de nuevo y me apresuré a


mantener el paso.

—¿Qué? —me reí—. ¿Qué?

Él soltó un gruñido.

—Con una mascota ya es suficiente.


—¿Alguien tiene una mascota? ¿Cuál? ¿Un perro?

Creed frunció el ceño y apuró el paso, pasando un parque oscuro con una serie
de alambradas bajas.

—No, no es un perro. Un hurón. —Lo dijo con un disgusto total, exactamente la


misma voz de mi padre cuando Jesse quiso tener una boa de mascota: de 79

ninguna manera voy a comprar cena de roedores para alguien que vive en esta casa.

—Un perro sería útil, por lo menos —murmuró—. En cambio, estamos


buscando comida para gatos para una rata demasiado grande que huele a…

Me reí, y me dirigió una mirada exasperante. La idea de eso me asombró, que


este muchacho que podía ver a través de la gente dedicara su tiempo a buscar
comida para alguien… para alguna otra cosa. No podría imaginar a Asher
haciendo eso por nadie, nunca.

—Sí —le interrumpí—pero hace bastante frío por la noche, y podría ser bueno
tener a un cálido y peludo individuo para acurrucarse con…

Puso los ojos en blanco.

—Suenas exactamente igual que Santos.

—¿Santos? ¿Es el bajito?

Él me dirigió una mirada, y mi garganta dejó de funcionar. Demasiadas veces


con Asher, dije las cosas mal. Aquí estaba mi oportunidad de comenzar de
nuevo.

—Nunca lo llames así. —Cuando sonrió, me relajé.

Dimos la vuelta en otra esquina y Creed se detuvo, una mirada más seria
apareció en su rostro.

—No sé que te ha traído hasta aquí, Triste, pero es necesario que entiendas:
Debes ser fuerte en la calle. No puedes ser débil. Si lo eres, nunca sobrevivirás.
Quizás desees pensar en eso cuando hayas comparado lo que está detrás de ti
con lo que está delante de ti.

Me pregunté qué le había llevado a las calles, ¿qué cosa espantosa podría llevar
a alguien tan fuerte sobre sus rodillas? Fuera lo que fuese, no podía imaginarlo.

—¿Dónde está tu guitarra? —pregunté.


Una vez más, se detuvo, obligándome a chocar con él. Su aroma, áspero y
sudoroso, pero aún sensual como el infierno, me llenó y me mareó un poco.
Llevó mi mano hacia su rostro para inspeccionarla en la débil luz de la calle. Mi
esmalte gris no se había saltado todavía.

Este era, el momento que temía. Él no comprendía por qué tuve que
80
desaparecer, por qué no podía simplemente dejar a Asher y empezar de
nuevo.

El miraría en mi alma, y odiaría lo que vio.

—Sabes sobre mi música —dijo en voz baja. Su mirada se suavizó. Vi


reconocimiento allí, no de mi rostro, sino de algo más profundo. Calidez que se
extendió desde mi mano hacia mi corazón—. ¿Cómo lo sabes?

Una sonrisa se dibujó en mis labios. Dos podrían ser misteriosos.

—Digamos, que te he estado observando. Y hay algunas cosas que también he


notado acerca de ti.

***

Creed me condujo por un estrecho callejón y se llevó el dedo a sus labios. Nos
arrastramos por una casa, tapiada y marcada con grafitis, la escalera rota y
podrida. Parecía una casa embrujada, por la forma en que se cernía sobre
nosotros. Vi un movimiento en el interior, tan rápido que no estaba segura de
haberlo visto en absoluto.

Creed se agachó debajo de la escalera y tiró de un panel para revelar un agujero


apenas lo suficientemente grande para una persona. La casa, probablemente de
un centenar de años, tenía un sótano. Todas las casas antiguas en Seattle lo
tienen.

—Cuidado —susurró—. Voy a entrar primero y luego te atraparé.

Mi adrenalina aumentó cuando se sentó en el suelo y se deslizó a través del


agujero.

—¡Vamos! —Sólo podía ver las puntas de sus dedos, esperando por mí—. No te
preocupes, ya te tengo.

Me senté en el borde, con cuidado de no golpearme la cabeza con las tablas


caídas de la escalera. Una buena herida me haría aterrizar en el hospital, y luego
me encontrarían seguro. Sus manos tocaron mis muslos, y me deslicé… hacia
abajo en sus brazos. La luz del agujero iluminó su rostro lo suficiente como para
ver sus ojos en mis labios. Mis brazos estaban alrededor de su cuello, mi
corazón palpitaba tanto que pensé que él podría sentirlo, también.

Me permitió apoyar mis pies sobre el suelo de cemento antes de soltarme.


81

—¿Estás bien? —Asentí con la cabeza, no del todo segura de si podría hablar
coherentemente cuando sus manos aún permanecían en mis caderas.

Una escalera destartalada nos llevaba a otro piso.

—Es seguro, pero es mejor caminar por el lado izquierdo. —Las tablas crujían
bajo nuestros pies hasta que llegamos a una puerta, apenas entreabierta e
iluminada con una luz extraña y parpadeante.

—Soy yo —llamó Creed, y oí a alguien suspirar de alivio.

—Mierda, amigo. Nos asustaste. —El chico bajito, aparentemente Santos,


sostenía una tabla con clavos gruesos y torcidos a través de él. Se relajó y la dejó
caer al suelo cuando llegué detrás de Creed—. Deberías haber… espera un
segundo. ¿Quién demonios es ella? —miró enojado—. ¿Recogiste Burbs24? ¿Qué
diablos estás pensando?

¿Burbs? Levanté la vista hacia Creed, cuyo rostro era una mezcla de vergüenza
y molestia.

—¡Cállate de una puta vez! —dijo—. Ella está con nosotros, al menos hasta que
averigüe lo qué quiere hacer.

Estábamos en medio de una pequeña cocina con papel pintado despegándose o


al menos era probable que antes fuera una cocina, antes de que alguien le
arrancara la mayor parte de los armarios y electrodomésticos y sólo dejara
algunos cables. Una vela gruesa parpadeaba en el mostrador. Santos estaba en
una puerta que conducía a lo que debió haber sido una vez un comedor. Pero lo
que más me afectó fue el olor a humedad, a moho, a antiguo, y como a que en
algún lugar de la casa, un caño de aguas residuales se hubiera reventado.

24
Burbs: es la palabra Suburbios abreviada.
—¿Recogiste otro callejero, Creed? —dijo una cantarina voz femenina desde
otra habitación—. Maldición. Justo cuando comenzaba a gustarme ser la única
chica por aquí. ¿Dónde demonios dormirá?

Santos se veía cada vez más agitado.

—¡Hey! —gritó a la otra habitación—. ¡Shhh! ¿Quieres que nos descubran por 82

ella?

Arrastrando los pies con pasos fatigados llegó. Era la chica de cabello oscuro y
puntiagudo, luciendo más delgada que nunca. De cerca, pude ver tenues
cicatrices moradas en su rostro y la opresión de la piel alrededor de sus
enormes ojos. Parecía un esqueleto andante.

Ella me echó una ojeada, también.

—Oh, eres tú. —Le dirigió una mirada fulminante a Creed—. Sabía que tarde o
temprano, te rendirías. Siempre tienes que proteger a todos, ¿no? Bueno,
siempre y cuando haya suficiente espacio para el resto de nosotros, puedes
quedarte con ella.

¿Quedarse conmigo? ¿Qué significaba eso?

Creed, una vez más llevaba una máscara de fastidio. Al parecer, era difícil
mantener a su pandilla bajo control.

Santos negó con la cabeza y rodo sus ojos hacia el techo mohoso.

—Ignórala. ¿Oyes eso, May? Le dije que te ignore.

—Como si me importara —respondió ella.

No estaba muy segura, pero me pareció ver a Santos sonreír. Algo se movió
dentro del pecho de su sudadera y una diminuta cabeza rayada se asomó, el
infame hurón. Se arrastró hacia arriba sobre su hombro en un movimiento
fluido y frunció su hocico hacia mí, como si yo fuera una apestosa. Santos lo
empujó hacia abajo.

—Oye —me dijo—. Necesitas la gran gira. —Los ojos de Santos vacilaron hacia
Creed—. Luego debo irme.

—Espera un momento —la chica, May, llamó desde la habitación contigua—.


¿Cuál es su nombre?
Santos me miró expectante.

—Triste —le dije lentamente.

—Triste —gritó Santos por encima de su hombro.

—Shhh, mantén la voz baja —susurró Creed.


83

—Sí, claro —May arrastró las palabras con su voz alta y chillona—. Bueno, me
agrada más Burbs.

Santos se echó a reír. Creed cerró los ojos, como si no pudiera creer lo que
estaba sucediendo.

—Ve —dijo Santos—. Simplemente ve.

—Le puedo dar la gira —dijo May.

—¡No! —Creed golpeó su mano sobre el mostrador agrietado—. Yo le daré la


gira.

—Está bien, pero ya sabes lo mucho que me gustaría mostrarle la habitación de


mierda. —dijo May. Santos dio un resoplido.

Creed abrió la puerta del sótano para Santos.

—Ten cuidado —dijo, y Santos me saludó con dos dedos antes de lanzarse por
las escaleras.

—No me esperen despiertos —gritó, y luego desapareció en la oscuridad. Creed


cerró la puerta detrás de él, tomó una vela de un cajón, y la encendió.

Otra puerta conducía hacia la parte delantera de la casa. El cristal de la entrada


hacía tiempo que había sido roto, con tan sólo unas pocas piezas encajadas aún
en el marco de la puerta. Todo estaba cerrado con tablas, y sólo un poco de luz
se colaba desde el exterior.

Por la esquina, una escalera de madera llevaba al segundo piso. Basura, madera
y yeso estaban desperdigados, como si quien solía vivir aquí hubiera
machacado a mazazos el lugar antes de marcharse de él para siempre. Me di
cuenta de que el horrible olor provenía de una puerta cerrada bajo las escaleras.

—¿Eso sería el…? —Mi voz fue desvaneciéndose, señalando hacia la puerta.

Creed parecía avergonzado.


—Uh, sí. Mi consejo: tomar una vela y contener la respiración. Esta casa es
antigua, sin agua corriente desde hace un tiempo, pero al menos es un techo. Te
alegrarás cuando llegue el invierno, si es que no nos echan antes.

Cuando llegue el invierno. Así que él ya me había tenido en cuenta en un futuro


lejano. La idea de eso me partió en dos, entre asustada y complacida. Con
84
Asher, nunca sabía lo que deparaba el futuro, o cuando su paciencia conmigo
finalmente se acabaría.

—Ten cuidado —dijo Creed mientras me guiaba hasta la amplia escalera,


suficientemente resistente para soportarnos, pero no lo suficiente como para
mantener el olor por debajo de filtrarse hacia arriba. Una vez más Creed parecía
avergonzado—. No es tan malo allá arriba.

Arriba, los olores de moho y polvo presionaron mis vías respiratorias. Pronto
tendría que conseguir más medicamentos. Mi inhalador no duraría mucho
tiempo en este entorno.

Había tres dormitorios, uno grande con un colchón y dos habitaciones más
pequeñas, con un montón de mantas y la misma clase de basura que había
abajo. Él me llevó a la habitación más grande, donde la maltratada funda de la
guitarra se encontraba sobre el colchón. La mayoría de las ventanas estaban
tapiadas.

—Hay que tener cuidado con la luz —explicó Creed.

El resplandor de la vela suavizó su rostro.

—Oye, lo siento por aquellos dos. Están un poco cansados, pero puedes confiar
en ellos.

Me llevó escaleras abajo y me enseñó la gran habitación en la planta principal,


finalizando el recorrido con un manchado y destartalado sofá y May, haciendo
la última cosa que esperaba de ella.

—¿Qué? —preguntó ella—. Me gusta Mujercitas. Como si nunca hubieras visto


en tu vida a una persona leyendo un libro, Burbs.

—¡May!

Ella resopló.

—Está bien. Triste. ¿Qué clase de nombre falso y pretencioso es ese?


—No es peor que May —le respondí, un poco sorprendida por mi propia
audacia.

—Hmmph. —Y ella volvió a su lectura a la luz de las velas. Un adhesivo de una


biblioteca envolvía el lomo del libro.

—¿Qué clase de persona roba de la biblioteca? —pregunté. 85

—Para tu información: Soy un miembro acreditado de la Biblioteca Pública de


Seattle —respondió ella.

Creed suspiró.

—Si ustedes dos piensan que pueden llevarse bien, podríamos ir a buscar algo
de comida. —Mi estómago gruñó en respuesta. Ya hacía unos días que
Apestoso había robado mi mochila. Lo único que me quedaba eran seis dólares
y el celular, esperando a que lo encendiese y llamase a casa.

—Ahora hay algo en lo que podemos estar de acuerdo —dijo May, deslizando
un folleto, uno de esos… ¿HAS VISTO A ESTA PERSONA DESAPARECIDA?
entre las gruesas páginas.

Ella me atrapó mirándolo.

—Ni te molestes —arrastró las palabras, cerrando el libro bruscamente—.


Todos nos hemos buscado en los folletos de las personas desaparecidas, pero la
verdad es, que a nadie le importa un carajo.

***

Los tres nos dirigimos hacia la oscuridad, escondidos como ratones hasta que
apresuramos el paso cinco o seis manzanas de distancia. Creed caminaba con
May, por un lado y yo por el otro.

—¿Qué tenemos esta noche? —preguntaba Creed—. ¿Pizza?

—Dios, Creed, siempre quieres pizza. ¿Nunca has comido nada que no implique
pan? —Creed sonrió, y sentí una punzada. Deseaba conocerlo bien como para
saber que comida le gustaba. Quería saber todo de ellos, incluso de May, si ella
me lo permitía.

Nos dirigimos por la colina hacia Madison.

—¿Qué les parece Café Flora?


Café Flora, lo conocía, era un lugar vegetariano elegante.

—¿Tienes dinero?

Ambos me miraron como si me hubiera brotado una cabeza de pescado.

—Oh. Mi... —May le dirigió a Creed una mirada—. ¿De dónde dices que
86
vienes? —Ella lo miró con asombro—. Ya sabes, si la hubieses dejado por unos
días más, podría haber muerto de hambre y le hubieras evitado a tus instintos
de héroe algunos problemas.

—May, cállate. No le digas estupideces.

—¿Estupideces? Oh, ya veo. Una nueva chica aparece y de repente tienes un


vocabulario intachable.

—Hey. No te dijimos nada de eso cuando apareciste.

—Eso es porque no he venido desde el puto Bellevue —murmuró. Pero luego


ella simplemente lo dejó—. ¿Entonces de donde vienes?

Puto Issaquah, pensé. . . tal vez incluso peor.

—De…

Creed me cortó.

—Dije que la dejaras tranquila, May. Ella nos lo dirá cuando esté lista.

Siempre que pueda.

Nos tranquilizamos al llegar a Café Flora, cuando May anuncio:

—Bien, entonces. Así que al parecer esta es la Avenida Rat 101. Creed y yo
vamos a enseñarte la sutileza del buceo en la basura. ¿Lo captas?

—Uh, sí —dije.

—No te preocupes, no arruinará tu dieta, aunque para ser sinceros, si fuera tan
gorda como tú, ya me habría matado.

Ella no acaba de decir eso, dijo Neeta en mi cabeza. Ya estaba en el extremo


inferior del índice de masa corporal y estaba bastante segura de que había
perdido unos cuantos kilos desde que partí de casa.
—Solo ignórala —dijo Creed, abriendo el primer contenedor de basura y
sacando una bolsa de plástico, mientras yo miraba con incredulidad—. No es
tan malo —dijo—. Confía en mí. Café de Flora tiene bastante buena basura.

—¡Si, nena! —dijo May desde el interior del segundo contenedor de basura—.
¡Lotería! ¡Tienen nuevamente tortellinis rellenos de calabaza! En serio —dijo,
87
entregándome una gigantesca bolsa Ziploc llena de pasta con salsa
completamente intacta—. Tienes que probar esto. Pero no mucho, un momento
en los labios, ¡toda una vida en las caderas! —Ella le guiño un ojo a Creed y ni
siquiera él pudo contener una sonrisa.
Capítulo 15
Traducido por Cherry.lips

M
ay se acurrucó en un montón de mantas en una de las
88
habitaciones más pequeñas, mientras que Creed y yo nos
sentamos en el colchón y hablamos por horas, acerca de todo,
desde nuestros libros favoritos y sueños hasta su música. Todo sobre el
presente, no sobre el futuro, o el pasado, nada acerca de donde habíamos
venido. A pesar de que Creed sabía sobre Asher, yo no quería hablar de él y
dejarlo controlar incluso esto. Me quedé con la pulsera del cuervo en lo alto de
mi brazo bajo la manga de mi franela.

—Entonces, ¿cómo sabías que era nueva en las calles? —pregunté—. ¿Fui tan
obvia?

Creed inclinó la cabeza hacia atrás en una risa silenciosa.

—Se podría decir eso.

—Oye —le dije—. Pensé que lo estaba haciendo bastante bien. —Si mis propios
amigos pasaran delante mí, ni siquiera me reconocerían—. ¿Fue mi ropa? ¿Mi
cabello? Vamos. ¿Qué me delató?

¿Y sería tan fácil para la policía y Asher ver a través de mi fachada como lo hizo
Creed?

Se encogió de hombros.

—No lo sé. Un montón de cosas. La ropa, el cabello, sí eso mismo, pero más la
manera en que andas. Caminas demasiado erguida. —Me incorporé, consciente
de cómo me había deslizado por la pared a su lado.

—Por lo tanto, ¿es mi postura? ¿Me estás diciendo que si me inclino un poco
más, podría encajar, sin problemas?

—Bien, bien, es más que eso. Quiero decir, bueno, se llega a saber quién está ahí
fuera, y es bastante fácil detectar a las nuevas personas. Pero, obviamente, lo
tuyo no es un asunto de crianza y no tienes idea de lo que estás haciendo.

—Me las arreglé para llegar hasta aquí, ¿no?


—Sí, y casi te arrastras a ti misma a un callejón para ser asesinada. Tienes suerte
de que Maul no se haya pegado a ti.

—¿Maul?

—Sí. El chico grande que siempre está ahí afuera, vendiendo a sus chicas. Así se
hace llamar en las calles, él piensa que es todo un malvado de Star Wars… 89

—Ah, te refieres a Mohawk. Así lo he estado llamando.

Creed de repente estaba en alerta.

—¿Qué sucedió? —Su cuerpo se tensó, como si estuviera listo para tirar abajo la
puerta de alguien y darle un puñetazo en el rostro. Si sólo supiera la manera en
que Asher ya me había marcado.

***

—Pero ya todo el mundo lo sabe —le dije a Asher, la noche que llegamos al
límite.

Sabía que llegaría el castigo, pero nunca imaginé que podría ser peor que sus
palabras.

—Llevo puesta la pulsera —le supliqué—. Nunca me la quité, ni una vez


mientras estaba fuera.

Pero me la podría quitar, y ese era el asunto.

Asher echó hacia atrás las sábanas y me acostó en la cama con mucho cuidado,
aunque su voz sonaba como el acero fundido. Él no dejaría a mi padre sin
trabajo, o a mi familia en la calle. Haría cualquier cosa por él, algo que hiciera
desaparecer todo esto. Entonces me perdonaría.

Algo brilló en su mano, su encendedor Zippo. Recuerdo haber pensado que era
extraño, porque el nunca fumaba en la cama. Sería demasiado peligroso, y él no
era imprudente.

Pero eso no era lo que estaba pensando. En su lugar, encendió una vela y
entonces vi algo más brillar en su mano.

—No me importa si alguien más lo sabe —dijo en voz baja—. Sólo me importa
si tú lo sabes, Joy. Tú me perteneces.
***

Creed me observaba como si estuviera esperando una respuesta, y me di cuenta


que su pregunta estaba colgando en el aire. ¿Qué pasó? ¿Maul me hizo algo?

—Nada, nada —le dije, tomando aire—. Mohawk… Maul… nunca me hizo
nada. —Pero yo sabía que no sonaba muy convincente. 90

—¿Cómo lo conociste? ¿El… te hizo daño? —Creed se deslizó hacia mí en el


colchón y me rodeó con un brazo, tan cerca que si giraba mi cabeza, nuestros
labios podrían tocarse.

—No —dije, despacio, para que no percibiera el temblor de mi voz—. Él no hizo


nada más que ofrecerme su protección. —Había una gran diferencia entre estar
aquí con Creed y lo que Maul ofrecía—. Y le dije no gracias.

Creed echó un vistazo por la puerta abierta hacia el lugar donde se encontraba
durmiendo May.

—Él no es bueno, confía en mí. Mantente alejada de él, ¿de acuerdo?

¿Maul le había hecho algo a May? La cara de Creed provocó una simple lectura.

—Así que, cuéntame acerca de los nombres callejeros —le dije, esperando poder
sacarlo fuera de la mar traicionero de sus pensamientos—. ¿Creed no es tu
verdadero nombre? —Como tampoco Triste era el mío, pero él no tenía que
saberlo todavía.

—Aquí fuera, tu nombre representa lo que eres, y cuando mas vulnerable eres,
más duro debe ser el nombre. Creed es lo que soy. Si yo tenía otro nombre, no
importa. Ya no soy esa persona.

Todas las preguntas que contestaba me dejaban con una nueva. ¿De dónde
había salido? ¿Quién había sido antes de convertirse en Creed? Yo no era más
Joy, lo sabía. ¿Pero mi nuevo nombre mostraría quien era ahora?

—¿Qué hay acerca de Santos? —Desde mi limitado conocimiento del español,


yo sabía que significaba dos cosas "santo" y "maldito".

—Tiene ese nombre por una razón.

Bajé la voz, a pesar de que estaba casi segura de que podía oír la suave
respiración procedente de la otra habitación.
—¿Y May? —No podía entender lo que su nombre pretendía identificar—. ¿Es
ese un nombre falso, también?

—Ese es su verdadero nombre —dijo Creed mientras bostezaba, acurrucándose


cerca mío en el frío de la noche—. Ella no tiene nada que ocultar.

*** 91

Santos llegó mucho después, cuando el resto de nosotros estaba durmiendo y


los primeros rayos grises se abrían paso por el cielo.

—Oye —dijo, haciéndome saltar.

Yo todavía seguía durmiendo junto a Creed. Santos parecía cansado, como un


espíritu muy antiguo atrapado en el cuerpo de un niño. No sabía dónde había
estado, y no quería preguntar.

—¿May está ahí dentro? —Hizo un gesto hacia la otra habitación.

Creed adormilado, asintió con la cabeza. Santos se deslizó y se acurrucó con ella
a la luz de la mañana, los dos como un par de cachorros abandonados.

—¿Son…?

—No —dijo Creed, como si fuera lo más extraño que jamás había oído—. Son
familia.

—Espera… ¿hermano y hermana? Pero… ¿cómo es eso posible? —May y


Santos no se parecían en nada.

—Todos somos una familia, la única familia que tenemos. No tiene por qué ser
de sangre.

—Pero, no lo entiendo… ¿no tienen una familia real? —Hice una mueca, incluso
mientras lo decía, pensando en la mía propia. Un destello atravesó su cara,
luego se fue, y un sentimiento familiar se deslizó en mi estómago. Mal, mal,
mal. Quería decir algo gracioso para romper la tensión. Pero Creed estaba serio.
Muy serio.

—No tienes que contarme —le susurré, deseando que mi tono transmitiera lo
que las palabras no podían. Daría cualquier cosa por saber cómo Creed llegó a
ser quien es.
Él no hablo. En su lugar, se deslizó más cerca de mí y me atrajo a sus brazos. Yo
estaba demasiado cansada para permanecer despierta, demasiado consciente de
sus brazos a mí alrededor y de su piel contra la mía y el ritmo de su respiración
para siquiera pensar en quedarme dormida.

92
Capítulo 16
Traducido por Cherry.lips

C
uando desperté estaba sola en el colchón con un fragmento de luz solar
93
que se colaba en la habitación. No tenía idea de qué hora era, sólo que
mi estómago pensaba que debía ser la del almuerzo y mi cabeza pensaba
que debía darme la vuelta y volver a dormir. Me sentí increíble para despertar
en algo plano y suave, incluso si los resortes se fueron asomando a través de
varias manchas parduscas no identificables. La guitarra también había
desaparecido.

Durante el día, era evidente que la casa había sido condenada por una razón.
Había yeso desgarrado en huecos irregulares, listones de madera pudriéndose
en una masa enorme. Remolinos de polvo siguiendo una corriente invisible
alrededor de la casa… un ataque de asma esperando a suceder.

Santos aún estaba acurrucado en el montón de mantas por lo tanto caminé


sigilosamente, manteniendo mi respiración lenta y apacible.

Desde la planta baja llegaba el bienvenido aroma del café. ¿Café? Ya no


cuestionaba las maravillas y comodidades que mis nuevos amigos eran capaces
de conjurar. Sólo esperaba que guardaran algo para mí.

May y Creed estaban tendidos en el sofá bebiendo en tazas para llevar de


Starbucks, las piernas de ella apoyadas sobre el regazo de él. Como una gran
familia feliz. Se volvieron hacia mí mientras yo me dirigía bajo las escaleras
dándoles tanto espacio como fuera posible. May se rió.

—¿Quieres un poco? Siento decir que no va a ser como uno de tus Macchiato
latte almendrado bajo en calorías y espumoso, y podrías tragar algunos granos
accidentalmente, pero, si me permites decirlo, no es del todo malo el café gratis.
—Tomó una taza humeante desde el suelo junto a ella y me la ofreció.

Abrí la parte superior para inspeccionar el contenido, agua de color marrón,


con unos pocos trocitos flotantes y un remolino de crema, y bebí un cauteloso
sorbo. Caliente, amargo y con una pizca de grava.

—No está mal —le dije.

—¿No está mal? Eso es un brebaje de calidad, Burbs.


Joy, casi dejo escapar.

—¿Cómo lo conseguiste?

—Secretos del comercio —respondió May con cansancio, estirando los dedos de
sus pies contra el estómago de Creed.
94
Él soltó un bufido.

—Granos de café usados, cualquier café tiene bolsas y bolsas de ello y lo acaban
de tirar. Luego, buscas una taza…

—Eso me recuerda —intervino May—, no rompas la taza, ahora es tú taza.

—…y el agua caliente y la crema son gratuitas. —Finalizó Creed.

May abrió una bolsa de papel grasoso y sacó un trozo de lo que parecía ser
bollo de arándanos.

—¿Quieres uno? —Ella me arrojó una bolsa marrón y la abrí para encontrar un
panecillo de salvado.

—Lo siento —dijo—, es el que siempre les queda. Siempre panecillos de


salvado. Como si necesitáramos más mierda por aquí…

Creed ladeó la cabeza y la fulminó con la mirada, lo cual, me di cuenta cada vez
más, que era parte de su rutina. Parte de convertirse en una familia era
encontrar su lugar en ella. Y a pesar del terrible ambiente, yo esperaba que
hubiera espacio para respirar en esta.

De repente, con un torbellino salvaje de piernas, May fue del sofá a mi cara.
Pensaba que teníamos la misma altura, pero ahora me daba cuenta de que me
alzaba sobre ella por unos buenos siete u ocho centímetros. Como hacía para
parecer más alta, era uno de los profundos misterios de May.

—Eso me recuerda —murmuró ella con la boca llena de panecillo—, tenemos


que hacer algo con tu cabello.

Traté de meterlo detrás de mí oreja, como lo hacía cuando era largo, pero los
extremos irregulares se deslizaron a través de mis dedos.

—Oh, no —dijo Creed. Se levantó del flácido sofá, el cual tenía una superficie
arrugada y marrón bajo la luz moteada—. Me largo de aquí, antes de que esto
se ponga feo. —Agarró su guitarra—. ¿May, te encargarás de ella hoy? —Fue
más una orden que una pregunta.

—Hmmph —gruñó May. Ella me examinó, tomando mechones de pelo y


dejándolos caer débilmente. Aparte de la ocasional y rápida fregada en un baño
público, no me había bañado desde que me marché de casa. ¿Hacía ya dos
95
semanas? Ya había perdido la cuenta.

Finalmente suspiró con irritación.

—¿Podrías… sentarte o algo, para poder verte mejor?

—Um, bien —dije, sintiendo que el asunto ya estaba resuelto mucho antes de
que llegara.

Creed desapareció doblando la esquina.

—Volveré más tarde —gritó, y luego escuché sus pasos bajando las escaleras
con su guitarra.

Me senté con la espalda recta en el sofá, May pasó sus dedos por el cuero
cabelludo, todavía sensible desde mi trabajo con el aclarante Manic.

—Oh, Dios mío. No me sorprende. ¿Te lo hiciste tú?

Asentí con la cabeza.

—Oh. Ouch. Tu cuero cabelludo está totalmente arruinado. —Ella peinó mi


cabello con sorprendente ternura—. Bueno, no hay nada que pueda hacer sobre
el color hasta que se cure, pero al menos te puedo dar un corte de pelo decente.
No me digas… también te lo hiciste tú.

Asentí con la cabeza nuevamente.

—Bueno, lo que sea de lo que estés escapando, tuvo que ser malo si tuviste que
darte el puto peor corte de pelo que he visto nunca. Espera aquí. —Un segundo
después, ella apareció con un par de tijeras.

—No le digas a los chicos que tengo estas, o las van a utilizar para sacar clavos
de sus botas o alguna mierda estúpida como esa. —Blandió las tijeras enfrente
de mi cara para enfatizar el punto.

—No hay problema —dije.


—Bien. Bueno, yo las mantengo ocultas de todos modos. Los chicos pueden
hacer las cosas más estúpidas y no tienen idea de lo que están destruyendo.
Ahora siéntate en el borde para que pueda llegar.

Me senté obediente y ella pasó sus dedos por mi pelo otra vez. El aclaramiento
había vuelto mi cabello de espeso y oscuro a blanco y ligero, como el algodón
96
de azúcar, más y más enredado cada día. Ella lo peinó con sus dedos hasta que
se lo sentí relajante.

Cuando éramos pequeñas Neeta y yo solíamos hacernos peinados una a la otra,


ella me hacía decenas de trenzas, y yo le hacía rizos. Mi madre nos permitía
hacer fiestas de pijamas siempre que queríamos, creo que ella se sentía mal
porque yo estaba muy aislada. Nunca me dejaron quedar en la casa de alguien,
por si acaso me enfermaba de neumonía o tuviera un repentino ataque de asma.
Neeta era como una hermana sustituta.

May levantó mi barbilla mientras arreglaba unos mechones en un sentido y


luego otro.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté.

—Estoy tratando de averiguar que te quedaría mejor. Quiero decir, tienes estas
mejillas regordetas. —Fruncí el ceño—. Pero entonces tienes esta gran línea
afilada de la mandíbula y los ojos grandes, como Natalie o como sea su
nombre…

—¿Portman?

—Sí, lo que sea, pero con el cabello blanco. Así que en realidad, si le damos la
forma correcta, podríamos arreglar este pelo de abuela.

—¿De abuela?

—¿Quieres que lo arregle o qué? No. No respondas. No podría ser peor, así que
podrías dejarme mejorarlo.

Segundos después, sentí las tijeras rasgándome el cabello que me quedaba, y


poco a poco, cayeron en el suelo mullidos mechones blancos. May se detuvo un
momento para observarlo todo, luego, arrastró las cuchillas a través de más y
más de mi pelo hasta que las dos oímos el suelo crujir detrás de nosotras. Santos
se frotaba los ojos con sus puños, recordándome a mi hermano pequeño, Jonah.
—¿Tienes café? —murmuró, tambaleándose aún más en la habitación. Su
sudadera y su camiseta estaban arrugadas y descoloridas, sus pantalones
colgaban alrededor de sus caderas.

—Ya está frío. —May le entregó la cuarta taza donde una "S" había sido rayada
en la superficie cerosa—. Hay panecillos de salvado en la cocina.
97

—Wow, bonito corte. Ella es Sid y Nancy25 ahora.

May rodo los ojos.

—No puede ser Sid y Nancy. Pero no se ve tan mal. Aquí, mírate. —Sostuvo un
trozo de espejo—. Podemos arreglar el maquillaje más tarde, pero mira el corte
y dime lo que piensas.

La rubia en el espejo me parpadeó, pelo rapado y poco espeso alrededor de mi


rostro justo por debajo de la mandíbula, a diferencia de los mechones
irregulares que había sujetado en una entera masa y cortado. Se veía elegante y
punk, malo y atrevido, al mismo tiempo, por lo que mis mejillas redondas
desaparecieron y mi barbilla parecía más pronunciada. De repente, parecía una
tipa dura. Crúzate conmigo si te atreves.

—Wow. Es el mejor corte de pelo que he tenido —dije, y lo dije en serio. El


poder de la calle de May claramente era el disfraz.

—Lo que sea —resopló ella—. Pero es mejor que el look de peluquería post-
Gene Juárez que tenías. Nadie va a llamarte Burbs ahora. —soltó una risita—
.Excepto tal vez nosotros, porque tú siempre serás Burbs para mí. Pero te ves
sexy ahora.

—Candente —coincidió Santos, masticando su bollo. Se tragó la mitad del café


y luego le dio un trozo de panecillo al hurón, que olfateó antes de tragar un
bocado del tamaño de la yema de sus dedos.

—Por lo menos nadie va a intentar patear tu culo —estaba diciendo May—.


Unas pocas semanas más, y realmente parecerá que perteneces aquí.

Tal vez me vería como si perteneciera aquí. Pero la verdadera pregunta era más
profunda, había dejado una familia y sólo accidentalmente encontré otra.
¿Habría espacio para mí en esta?

25
Sid y Nancy: Sid Vicious miembro de los Sex Pistols y Nancy Spungen la groupie con la que mantenía
una relación.
Capítulo 17
Traducido por Cherry.lips

—B
ien, así que lo primero que tienes que saber si vas a
98
sobrevivir en las calles es como ir de compras.

Santos y yo estábamos en el camino Martin Luther King


fuera del mercado Red Apple, donde él parecía mucho más cómodo que yo. Por
lo que podía ver, yo era la única persona blanca alrededor de un radio de cinco
kilómetros, y si las miradas pudieran hablar, ninguno de ellos pensaba que mi
cabello Sid y Nancy era tan asombroso como May y yo lo vimos esta mañana.

En el camino, él me contó todo sobre su hurón, Faulkner.

—Tiene el nombre de mi escritor favorito.

—¿William Faulkner? ¿Leíste a William Faulkner?

—Por supuesto —respondió, como si hubiera sugerido que no podía leer, en


vez de leer uno de los más difíciles autores asignados en mi clase de inglés del
año pasado—. ¿Lo leíste?

—Sí… pero yo no creí…

Santos se encogió de hombros.

—Obvio que leo, todo el mundo va a la biblioteca. Me gustó más El Sonido y La


Furia, todos esos secretos, y cómo las cosas en el pasado afectan a la gente, y
cómo las mismas historias suenan diferentes, dependiendo con quien las hables.
Y el único personaje que parece ser el más débil es el que lo sabe todo.

Ahora que estábamos frente al mercado Red Apple, Santos me gritó:

—No estás prestando atención.

Mis pantalones de PVC de la tienda de segunda mano eran demasiado calientes


para un día soleado, pero al menos había dejado la franela en la casa. El aroma
de Asher casi se había desvanecido por ahora.

—Eso es lo primero que hay que aprender, Triste, prestar atención. Porque si
ellos piensan que estás allí para tomar cosas, van a prestarte atención a ti. —Él
se agachó, con las manos en el suelo, mirando como una pantera al acecho—.
Tienes que ser rápida. Sigilosa. No permitir que ellos descubran lo que estás
haciendo.

—Pero eso es robar —protesté.

—Es sobrevivir —replicó—. Es como ese tipo, el que robó el pan y se quedó 99

atascado en la cárcel durante cien años… Gene Val-Gen.

—¿Jean Valjean? ¿De Los Miserables?

—Sí. Él. De todos modos, quién sabe si tú y yo tomando el pan nos llevará a ser
alcaldes algún día, y si eso daría lugar a una revolución, toda la gente sin hogar,
el sistema de crianza, los depredadores, la adopción… —sus ojos brillaban—.
Todo podría cambiar debido al pan que tú y yo estamos a punto de tomar.

Pensé que me encontraba en juicios simulados con Neeta, las dos éramos un
equipo imparable. Neeta era la estratega. Yo formulaba el argumento en contra.
Entonces, Neeta entraba a matar. Pero yo no podía pensar en un argumento en
contra para derribar el gran plan maestro de Santos para conseguir comida, yo
estaba a punto de ayudarle a robar.

Y de repente, supe cual era su poder de la calle con una claridad sorprendente:
Podía convencerte con sus palabras.

—Así que este es plan. Entras y te diriges al pasillo del pan, en realidad,
también me apetecen algunos Cheetos, así que si puedes, pasa por el pasillo de
aperitivos, ¿de acuerdo? Iré tras de ti y permaneceré en la sección de frutas. Si
ves a alguien, hazme una señal, como "una mirada hacia mis Vans," haz
chirriar tu zapato en el piso, y sabré mantener un perfil bajo. Pero si la costa esta
despejada, revienta un globo de chicle.

—Pero no tengo ninguno…

—Aquí —dijo, tomando la pieza que había estado masticando de su boca y


ofreciéndome el bulto morado grisáceo.

Ugh.

—¿No tienes más?

—Lo siento, es el último —se encogió de hombros—. ¡Pero todavía tiene un


poco de sabor! ¡Furia de uva! Vamos. ¿Estás dentro?
Dudé.

—Conseguiremos un nuevo paquete, te lo prometo. Todos los chicles están en


el pasillo de las revistas, pasando los helados.

—Mmm —dije involuntariamente.


100
—¿Te gusta el helado? —Sonrió al descubrir una de mis profundas y
perdurables debilidades—. Está bien, también podemos conseguir algo de eso.
¿Virutas de cereza? ¿Caramelo y nueces?

—Mmmm… —Me estaba ganando—. Espera un segundo. Nos estamos


quedando sin espacio. ¿Qué hay de Faulkner?

—¡Tienes razón! Aquí. Tú lo llevas. —En un movimiento fluido, sacó a la


criatura de su sudadera con capucha y lo sostuvo delante de mí. Las patas de
color rosa de Faulkner se extendían en el aire para descubrir qué era
exactamente lo que había sucedido.

Lo tomé, todavía caliente de la capucha de Santos y lo metí dentro de la mía.

El almizclado olor intenso de Fulkner inundó mi nariz cuando puso su cabeza


en la parte superior de mi pecho.

Santos sonrió.

—¿Ves? Él estará bien. Ahora, de vuelta al plan…

Tenía mi chirrido de mis Vans controlados y hacia mis señales. No era sólo por
el pan y los chicles, se trataba de la libertad y nuestro futuro y los riesgos que se
tienen que tomar para ser el cambio que queremos ver en el mundo.

Santos pasó a través de las frutas mientras que yo me concentré en el pasillo del
pan. Él se estaría guardando cacahuetes y unas cuantas manzanas, además de
aperitivos para Faulkner, quien tenía una debilidad por los pepinos. Mientras
tanto, Faulkner, metió sus patas rosas cosquillosas en mis costillas y se echó un
gas con un aroma que sólo una mamá hurón podría amar. Contuve la
respiración y eché a andar. Exactamente como Santos dijo, había un espejo por
encima de las góndolas de carnes y productos lácteos en la parte posterior,
oficinas detrás de un vidrio réflex y cámaras potencialmente en todas partes.
Tenía la esperanza de que mi corte de pelo escondiera mi cara como para no
aparecer en las noticias KING 5, la cámara me mostraría al lado de mi foto del
anuario y los periodistas lo declararían "una definitiva coincidencia." Ningún
trozo de pan valía la pena para esto, preferiría bucear en el basurero cuando
oscureciera.

Santos aclaró su garganta. Todo despejado en el pasillo de las frutas, esperando


mi señal para moverse.
101

Justo en ese momento, el carnicero dio la vuelta en el pasillo, tan alto como
Creed, pero mucho más… carnoso. Llevaba un delantal blanco con manchas
rosadas y me miró fijamente, como si estuviera a punto de llevarme a la parte
de atrás y mostrarme su colección de cuchillos.

Mis Vans chirriaron en el suelo. ¡Oh, no! ¿Era la señal para moverse o para
quedarse? Santos iba a matarme, yo era muy mala en esto. Todo fuera por ser el
cambio. Prácticamente salí disparada a los brazos del carnicero.

—Disculpe. —Me eché reír como una loca—. ¿Hay un baño aquí? —Peiné mi
cabello apartándolo de mis ojos, dejando colgar la pulsera. Tal vez la vería y se
daría cuenta que era solo alguien normal.

Él tiene una mirada extraña en su rostro, olfateó el aire.

¡Oh, no! Él olía a Faulkner. O peor aún. El pedo de Faulkner.

Puso su mano sobre su nariz, como si mi proximidad absorbiera el oxígeno de


sus pulmones.

—Sí, por esas puertas. —Él me saludó desde lejos y siguió caminando hacia la
parte delantera de la tienda—. Y date prisa.

Me abrí camino a través de las puertas dobles al almacén en la parte posterior,


desierta, excepto por mí y mi nuevo héroe, Faulkner. Directo delante de mí
había una caja de Cheetos ¡lotería! Agarré dos bolsas y las metí alrededor de
Faulkner, cuyos pies arañaban contra el plástico como si fuera su patio de
recreo.

—Ya basta—susurré. Mientras yo estaba aquí, bien podría tomar la mitad del
rollo de papel higiénico que se situaba en la parte posterior del tanque. Dios
sabía que necesitaba un poco.

Me asomé a través de las ventanas dobles del almacén. Santos estaría a un


pasillo de distancia, preguntándose qué había sucedido.
Sobre el escritorio había un paquete de chicles, abierto, y de canela, pero era
mejor que nada. Lo metí en mi bolsillo y salí por la puerta, esperando que nadie
se diera cuenta del movimiento súper veloz que había adquirido en los últimos
minutos.

Santos estaba en el pasillo del pan y los cereales, dirigiéndome la mirada de


102
“qué demonios”.

—Cambio de planes —murmuré mientras lo cubría del cristal réflex.

—Ya era hora —dijo—. Quiero decir, sé que la sala de la mierda es mala, pero…

—¡Fue Faulkner! —susurré, y luego imaginé como esta conversación sonaría en


un largo pasillo, y así como si nada, una risita salió, y luego otra, y luego
comenzó Santos y a continuación era casi imposible de detener. Pero
intentábamos, porque el carnicero dio la vuelta en el pasillo, mientras Santos
estaba metiendo el pan en su camisa y le gritó:

—¡Hey! —Se limpió sus gruesas manos en el delantal.

Santos y yo estábamos atrapados entre el carnicero y las puertas traseras. Lo


agarré del brazo y dije:

—¡Vamos! —Porque recordé una puerta entreabierta, donde el carnicero debía


tener sus descansos para fumar en medio de su trabajo cortando la carne en
trozos pequeños, y si corríamos en este momento, realmente podríamos
lograrlo.

Santos me siguió a través de las puertas giratorias y allí estaba, un rayo de luz.
Si teníamos suerte, no habría otro carnicero allí, pero no teníamos tiempo de
comprobarlo. El primer carnicero estaba comprometido en seguirnos el rastro.
Pero no era rápido como yo o ágil como Santos, que derribó una pila abierta de
Avena Quaker mientras nos deslizábamos por la puerta. Escuchamos al
carnicero maldecir cuando adelantamos todo el camino hasta la siguiente
manzana junto a los arbustos de la biblioteca.

—Sabes, eres una chica loca —jadeó Santos—. ¿Qué diablos…?

Esperé hasta que se nos pasara el susto, nunca me llevaría con él de nuevo. Casi
hago que nos atrapen e incluso que el carnicero nos asesine. Asher se reflejó en
mi mente. Me encogí, protegiéndome de lo que pudiera venir después.
Antes de darme cuenta, mi garganta se cerraba. Me faltaba el aire y sólo sentía
las partículas de polvo que se arrastraban en mi ropa y el pelaje de Faulkner y el
terror de la fuga y ahora la decepción de Santos. Disminuir mis respiraciones no
era suficiente.

Me iba a ahogar.
103

En un instante, saqué mi inhalador, que no era el de emergencia, pero tendría


que ser lo suficientemente bueno.

—Oye —dijo Santos, su voz era suave mientras el resto del mundo giraba a
nuestro alrededor—. Oye, ¿estás bien? —Estaba poniendo su brazo alrededor
de mi hombro, frotando mi espalda con su mano.

—¿Triste? ¿Triste, estás bien?

Me tomó un minuto responder.

—Fue Faulkner —dije, apenas en un gemido. Entonces todo salió de golpe—. El


carnicero estaba viniendo, y él se tiró un pedo.

—¿El carnicero?

Mi respiración estaba volviendo a la normalidad.

—¡No, no! Faulkner…

Santos se echó a reír.

—…y no sabía qué hacer, le dije que tenía que usar el baño, y yo estaba allí
atrás, pensando que estabas solo, y yo no quiero que pienses que me había
arrepentido del plan, oh, sí, entonces me tropecé…

La risa de Santos se calmó.

—Así que estás enferma —dijo en serio.

Maldita sea, pensé. No debería haber recurrido al inhalador.

—No realmente —mentí—. Solo tengo asma algunas veces.

Santos frunció el ceño como si no me creyera y apunto a mi inhalador.

—Sin embargo, tarde o temprano vas a quedarte sin esa mierda.


Faulkner asomó la cabeza por la parte superior de mi sudadera, haciendo crujir
la bolsa de Cheetos. Estaba agradecida por la distracción.

—Oh espera, ten —dije con un resoplido, sacando la bolsa—. Esto es para ti. —
Agarré el chicle de mi bolsillo—. Y esto, también.

Santos me arrebató la bolsa y el chicle como si le hubiese dado un regalo de 104

cumpleaños.

—¡Mierda, chica, eres la mejor! —Lo abrió allí mismo y se metió un puñado en
la boca—. Cualquier medicamento que necesites, puedo conseguírtelo. Solo
tienes que decírmelo. ¿Está bien?

Le dio un Cheeto a Faulkner, que trituró polvo nuclear anaranjado por toda mi
sudadera. Pero no me importaba. Porque a Santos no le importaba.

Santos iba a ayudarme.

Yo estaba dentro.
Capítulo 18
Traducido por Cherry.lips

L
e entregué una lista a Santos de los medicamentos que podría necesitar
105
para cualquiera y todas las eventualidades del asma, y apareció pocos
días después con un saco lleno de ellos: inhaladores de fluticasona, los
inhaladores de albuterol para casos de emergencia, esteroides orales
prednisona, la amoxicilina y la azitromicina en caso de bronquitis o
neumonía… todo ello etiquetado al azar y en cantidades variables, como si
todos hubieran escapado del cementerio de medicamentos.

—No le digas a nadie que conseguí esto —susurró, empujando la bolsa de


plástico en mis manos.

Examiné el contenido.

—¡Oh mi… esto es increíble! ¿Cómo los conseguiste?

Él sonrió, como si yo le hubiese dedicado un gran cumplido.

—Sabes que podría contártelo, pero entonces tendría que matarte —bromeó en
un acento gangsta26—. Además, no puedo dejarte morir cuando se supone que
debo enseñarte a vivir.

A partir de entonces, Santos se encargó de enseñarme cómo sobrevivir en las


calles.

—Es como ese libro El ratón y el hombre —declaró—. Esta Lennie, el tipo lento, y
George, que un poco, ya sabes, cuida de él, y Lennie tiene, como, esta cosa para
los conejos. Así que tengo que cuidarte y asegurarme de que no hagas que te
maten.

—Así que… ¿Soy Lennie en este escenario? Tú eres el del roedor.

—Hurón, no conejo. —Faulkner asomó la nariz haciendo ese sonido de su


especie—. Estás perdiendo el punto —añadió Santos.

—¿Que es…?

26
Gangsta es una pronunciación no rótica de la palabra gangster. El término "Gangster" se utilizaba para
los mafiosos, la delincuencia organizada, pero ahora se lo usa más para los miembros de las pandillas
callejeras.
—Tengo que cuidarte.

—Correcto —le dije—. Entonces ¿vas a dispararme cuando termines?

—Dudo que seas la primera en morir —dijo en voz baja.

Si fuera gorda como tú, me mataría, había dicho May. Debía haber mucho más en
106
su historia. Más de todas sus historias, si lo que dijo Santos era cierto.

Santos reclutaba a May y Creed en mi reeducación siempre que era posible. La


mayoría de los días ellos cayeron en una rutina, iban por caminos separados
durante el día, y luego regresaban juntos en el crepúsculo. Excepto Santos,
quien desaparecía la mayoría de las noches tan pronto oscurecía y no regresaba
a casa tal vez hasta las tres o cuatro de la mañana.

May arregló mi cabello, decolorando la capa superior con un blanco-blanco y


dando a la capa inferior un tono azul frío. Santos me enseñó a ser rápida e
invisible. Creed cuido de todos nosotros.

Creed nunca les explicó a Santos y May de donde había venido yo, y parecía
que ellos no me reconocieron del club. El acuerdo entre nosotros era sin
palabras: Creed se sentía responsable. Quedaría sólo entre nosotros. Y cuando
nos acurrucábamos juntos en el sucio colchón, pensaba en cómo me hacía sentir,
segura pero no ahogada. El cantaba para sí mismo, y ahora para mí, para
dormir.

Podría enamorarme de alguien así.

Mis amigos y todos los otros chicos en el Condado de King ahora estarían de
regreso a la escuela, lo que significaba que la rutina y el flujo de Capitol Hill
cambiarían a un flujo constante de estudiantes rumbo a la Universidad de
Seattle y al colegio comunitario. Por lo menos sería más fácil entrar en los
campus por lo fundamental, baño limpio y una ducha de vez en cuando.
Incluso Creed estaba empezando a darse cuenta de mi aroma a tierra.

—Está bien —dijo Santos un día cuando me estaba mostrando los lugares más
finos para la adquisición de los bienes necesarios: el jabón, gel para el cabello
(para él y May), calcetines, y dulces. Creed trajo a casa una mochila nueva para
mí después de que le contara que Apestoso me la había robado, aunque omití la
parte sobre los medicamentos. Lo último que quería era que mi salud se
convirtiera en una obsesión para él, también.
—Está bien, en algún momento —dijo Santos—, tienes que decidir qué vas a
hacer con tu vida.

—Alto, alto, espera un segundo. ¿Así que ahora estoy planeando mi futuro?

Estábamos caminando por Broadway hacia el Walgreens en busca de regaliz27,


no del tipo Twizzler28, pero difícilmente podríamos encontrar más de esas 107

cuerdas largas y rojas. Eran prácticamente imposibles de meter en una mochila


silenciosamente, pero Santos había dominado el arte y prometió enseñarme.

Santos sonrió.

—Bueno, todos hacemos algo. No podemos robar pan todo el tiempo, aunque
estás mejorando, lo admito. Durante un tiempo, me preocupaba que nos
echaran de todos los mercados de mi lista.

Sonreí ante el cumplido.

—Pero pensé que habías dicho que era un imperativo moral, ¿que robar pan era
el primer paso para cambiar el mundo?

Santos hablaba con sus manos cuando no estaba acariciando a Faulkner o


dándole de comer trozos de comida para gatos, y esta vez él hizo un gesto con
su dedo.

—No me malinterpretes. El pan es el primer paso. Tener un trabajo, ese es el


próximo paso. Todos contribuimos.

Creed no tocaba su guitarra en la casa a causa del ruido, pero regresaba todos
los días con una pila nueva de monedas en la funda de la guitarra.

—Así que… Creed hace música. ¿Qué hace May? —Ella podría ser peluquera,
claramente, pero yo no conocía ningún salón donde contratasen chicas de la
calle.

—Ella hace un montón de cosas —dijo Santos vagamente—. Creo que ella tiene
estudiantes de arte que le pagan por… tú sabes…

—¿Es una prostituta? Solté, luego me tapé la boca. Santos me miró ofendido.

27
Regaliz: caramelo de regaliz u orozús, es un dulce con una textura similar a la goma que se saboriza
con los extractos de las raíces de la planta del regaliz, así como también aceites de anís. Existe una gran
variedad de estos dulces a lo largo de todo el mundo.
28
Twizzlers: marca popular de caramelos de regaliz, reconocidos por su largo y color.
—¡No! Ella posa. Para que la dibujen o lo que sea. Es una modelo.

—Huh. Eso no suena tan mal.

—Sí. Bueno, tal vez ella pueda llevarte también. Probablemente necesiten a más
de una chica linda para dibujar. —Lo mire fijamente, estaba ruborizándose.
108
—Quiero decir, tú sabes, ustedes son…

—Lindas —terminé—. Las modelos para dibujar deben ser más que lindas. No
es como el porno, sabes.

Se echó a reír perversamente y miró hacia otro lado.

—De alguna manera, esto parece tan incestuoso —bromeé, pero se detuvo. Tal
vez yo estaba siendo presuntuosa, pensando que había penetrado en el círculo
familiar.

—Hey, baby —dijo con un falso acento Spanglish29 al coche de policía que
pasaba y se detuvo frente a nosotros—. ¿Le gustaría comprar a mi sister?

Yo rondaba detrás de Santos. La ventana de la patrulla bajó a una velocidad


inquietante. Él sostenía un folleto en sus manos con la cara de una chica
impresa. El rostro de Joy. Mi rostro.

El policía no parecía divertido. Levantó el folleto.

—¿Has visto a esta chica? Desapareció hace aproximadamente un mes. —Miré


hacia abajo a mis zapatillas.

—¿Ella se escapó? —preguntó Santos, cauteloso. Ninguno de nosotros éramos


amigos de la policía, que regularmente acosaba a los chicos de la calle.

—Podría ser —respondió el policía de mala gana—. ¿La has visto?

—Oye —me gritó, inclinándose hacia adelante para tener una mejor visión—.
¿Has visto a esta chica?

Me cubrí las mejillas con las manos, como si estuviera mirando de cerca la
imagen, pero en realidad estaba tratando de ocultar mi rostro. Eso y el salvaje
latido de mi corazón.

29
Spanglish es la fusión morfosintáctica y semántica del español con el inglés estadounidense. Este
idioma híbrido no es de uso oficial, sino de uso coloquial.
Aminoré mi respiración. Tenían que estar buscando una chica con asma. Un
inhalador me delataría al instante.

Era la foto del colegio del año pasado, tomada poco después de haber conocido
a Asher. Probablemente había perdido diez kilos desde entonces, cinco cuando
Asher pensó que debería, y cinco más desde que estaba en la calle. Ella ya no
109
era yo. Esas mejillas eran demasiado redondas, aun sonriendo e inocente.
Parecía un bebé.

Ella se merecía todo lo que obtuvo de Asher, y probablemente más.

—Parece una cabrona —observó Santos—. ¿Por qué la están buscando aquí?

El policía se encogió de hombros.

—¿Seguro que no la viste?

—Para nada —dijo Santos, un poco demasiado alto. Una pareja normal en la
esquina opuesta miró para ver lo que estaba sucediendo.

—Vamos, Triste. —El enlazó su brazo con el mío—. Oye, nosotros no te


molestamos, tú no nos molestes.

—Cuídate, Rat. —Escupió el policía por la ventana y siguió adelante.

—Larguémonos de aquí. —Santos seguía sosteniendo mi brazo mientras


caminábamos cada vez más rápido, lejos de Walgreens. El policía no nos siguió.
Ya había ido más allá del siguiente grupo.

Yo apenas podía respirar. Tenía que ser mucho más cuidadosa de ahora en
adelante.

Nunca fuimos en busca del regaliz.

***

Al caer la noche, Santos desapareció sin decir una palabra a ninguno de


nosotros.

—¿A dónde va? —Le pregunté a Creed, después de que May se había ido a la
cama y él y yo nos abrazamos para alejar el frio. Estar tan cerca era tanto una
bendición como una maldición.

—Realmente no habla de eso —murmuró Creed en mi cabello.


—Pero se ve peor cada vez que regresa. ¿No te preocupa?

Las últimas veces, había llegado de un color gris y agotado y parecía como si
alguien lo hubiera golpeado en la mandíbula, y luego dormía hasta media
tarde.

Creed dejó escapar un suspiro de frustración. 110

—No puedo controlarlo más de lo que puedo controlarte a ti.

Pero él podía, simplemente no lo sabía. Cada vez que me tocaba, sentía como si
mis nervios se despertaran de un largo sueño. Cuanto más tiempo estuviéramos
aquí juntos, peor se pondría.

Me moví para que nuestras frentes se tocasen y nuestra respiración se mezcló.


Nuestros ojos no podían evitar encontrarse. La luz de las velas parpadeaba en
su piel, irritada y sin afeitar hacía varios días. De cerca, sus ojos eran una
mezcla de azul, verde y topacio bajo unas espesas pestañas color marrón
oscuro.

—Tienes más control del que piensas que tienes —le dije. Sus labios estaban a
sólo unos centímetros de distancia. Él ni siquiera pestañeo, sólo me miró
fijamente, con el peso de algo que no pude comprender.

—No. —Una pausa. El momento se había roto—. No puedo controlar ni


siquiera las cosas que quiero. —Se dio la vuelta y apagó la vela.

—Simplemente tengo que dejarlo ir —dijo en voz baja. No me acercó


nuevamente.

Con Asher, siempre era tan claro. Después de haberme entregado a él, no había
vuelta atrás. Le gustaba que yo fuera virgen era una de las cosas que más le
gustaba de mí. Él podía enseñarme todo lo que necesitaba saber, que lo era
todo. Todos los días después de la escuela, él me recogía en su DeLorean y me
llevaba a su privado apartamento. Él trabaja en una investigación mientras yo
hacía mi tarea. Luego, cuando terminaba, me hacía cosas que nunca hubiera
imaginado que eran posibles, quitando una capa tras otra de lo que nos
separaba hasta que nada quedaba.

Incluso cuando se enojaba, siempre supe cómo llevar a Asher a ese lugar dulce.
Donde se olvidaba de mis palabras y se concentraba en mi cuerpo.
¿Que detenía a Creed?

111
Capítulo 19
Traducido por Taly

C
reed y yo bebíamos el café que May nos preparó esa mañana, mientras él
112
hojeaba el periódico que ella había arrebatado camino a casa. Yo evitaba
mirar los periódicos, como si evitándolos pudiera pasar por alto lo que
pasaba fuera de mi acogedor nuevo mundo.

—Lo peor que puede suceder —me dijo Santos una vez—, es perder tu
escondite.

—¿Ser atrapados por la policía? —Ese pensamiento me hizo temblar.

—O peor aún. Ser atrapado por alguna otra persona… si eso sucede, estás
jodido. Pierdes tu casa, pierdes tus cosas, y si tienes suerte, sólo pierdes un ojo.

Reflexioné sobre esto.

—No me digas. Yo tenía este amigo… de todos modos, que perdió un ojo, y no
fue bonito. Sangraba por todas partes...

Él se echó a reír, pero en el fondo, podía percibir la amenaza de que todo esto
podría evaporarse y dejarnos marcados de por vida.

Luego de nuestro café, Creed y yo cautelosamente salimos juntos del escondite.


Las noches se estaban volviendo frías, ya que estábamos a finales de
septiembre. Una capa de hielo rodeaba la entrada. A pesar de que aún no salía
ni entraba de la casa por mi cuenta, todavía miraba a su alrededor cada vez que
lo hacía. No podía soportar la idea de perderla. De perderlos a ellos.

Las hojas comenzaban a cambiar, incluso en este escaso vecindario de vallas


metálicas y jardines cutres e infestados de maleza. Más alto en la cima, se podía
ver la cascada de colores pasando de oro a naranja de naranja a rojo, hasta
llegar al color ciruela, exactamente igual que los árboles del jardín de mis
padres.

—Así que dime —le dije a Creed, con la esperanza de que me llevase con él—.
Santos mendiga. May modela y esas cosas. ¿Qué haces tú durante el día?
—Bueno… —Sonrió—. Creo que esto tendría que darte una pista. —Dio unos
golpecitos a su guitarra dentro de una funda maltratada y rota por fuera, pero
como nueva por dentro.

—Tenía el presentimiento, pero, ya sabes, no quería hacer ninguna hipótesis. —


Más que nada, quería oírle tocar de nuevo, tocar para mí… como lo había hecho
113
fuera de Hot Topic hacía mucho tiempo—. Entonces, ¿puedo ir contigo?

—¿Qué otra cosa planeabas hacer?

Pensé en lo que Santos dijo, que cada uno aportaba. Pero Creed no parecía
enojado. Si no lo conociera mejor, pensaría que estaba coqueteando conmigo.

—Bueno, yo estaba pensando en tal vez unirme a Maul y su pandilla… —Me


burlé.

—No es gracioso.

—Está bien, entonces… lo estoy haciendo bastante bien recogiendo


suministros…

—Me enteré de la catástrofe del pan.

—¿Qué hay de conseguir un empleo en Rite Aid? Ellos probablemente no me


echaran si puedo encontrar algo de ropa limpia y no robar nada. —Creed me
regaló una brillante sonrisa—. Puedo verme bien, lo juro.

Me miró curiosamente, lo que hizo preguntarme si también estaba recordando


mi viejo yo.

—¿De dónde vienes, Triste?

¡Zaz! Mi corazón, entrando en mi estómago. Me encogí de hombros.

—Tú sabes. Yo…

Creed se acercó, apoyando su brazo sobre mi hombro. La idea de eso… su piel


bajo la ropa al otro lado de mi ropa, mi piel… hizo que mis nervios explotaran.

—No tienes que contármelo, es sólo, hay algo sobre ti. Hay más, ¿no?

—Ya lo has visto —dije, empujando el recuerdo de aquella noche fuera de mi


mente—. Confía en mí, existe una razón por la que me fui.
Las cicatrices ahora casi habían sanado, escondidas debajo de mi ropa. Todo lo
que quedaba de ella y lo que ella dejó que llegara a ser.

Creed estaba observándome.

—¿Triste?
114
De repente, no había viento suficiente en la ciudad, ni suficientes pendiente en
los montes para contener todo lo que estaba sintiendo, Lo único que quería era
correr por Madison tan rápido como pudiera.

—¡Vamos! —Grité. Creed ahora estaba a un cuarto de manzanas detrás de mí.


Mi cabello volaba en todas direcciones, el aire fluía a través de mí, con su sol
casi tropical.

A mis espaldas, Creed se echó a reír y también comenzó a correr… una


desgarbada, elevada manera de correr, con sus largas piernas y el golpeteo de la
guitarra, los rayos del sol reflejando mechas color miel en su cabello.

—Espera un segundo —llamó—. ¿Siquiera sabes hacia dónde nos dirigimos?

Me detuve. Permitiendo que me alcanzase. Ambos recuperando nuestro aliento


frente a una brillante parada de autobús repleta de grafitis.

—No —dije, mi cara cerca de la suya. Animada, mi corazón latía con fuerza. No
lo suficientemente animada como para sostener su cara entre mis manos y
besarlo. Pero quizás algún día.

—Bueno, por lo tanto… —Creed tomó mi mano y la colocó en la curva de su


codo—. Voy a tener que mostrarte.

Tomamos el autobús gratuito del centro de la ciudad y se encaminó hacia el


nexo del comercio urbano, Westlake Center. Sabía exactamente dónde se
encontraba la tienda BCBG, Betsey Johnson en la esquina, Barneys New York.
Pero nunca había notado a todas las personas sin hogar vagando por las
escaleras y durmiendo la siesta en los bancos.

—Tengo un sitio determinado, justo fuera de la puerta de entrada —dijo


Creed—. Solía tocar en el patio de comidas hasta que los guardias me echaron.
Fueron conciertos bastante buenos mientras duró…
Estaba pensando en las veces que había estado aquí con Jesse y Neeta, antes de
conocer a Asher. No había prestado mucha atención a los músicos callejeros en
ese entonces. No fue sino hasta Creed.

Un graznido de cuervos me sobresaltó. Ellos perseguían palomas alejándolas de


un sándwich que un ejecutivo había dejado caer descuidadamente. Él nunca lo
115
recogería de nuevo, pero el grupo de desamparados miró el bocadillo como si
fuese caviar en un plato. Nadie hizo un movimiento, mientras la demanda
estaba allí. Sólo los cuervos graznaron y se zambulleron.

Los cuervos son algunas de las formas de vida más singularmente centradas, diría
Asher, creando jerarquías, historias, y su propia sociedad a través de un complejo
sistema de comunicación…

Verlos hizo que me dolieran los pulmones. Tenía que deshacerme de esa
pulsera de cuervo pronto.

—¿Estás bien?

—Sí... lo siento, fue solo… que percibí cosas que no había notado antes.

Creed asintió con la cabeza. Nos sentamos en los escalones y Creed comenzó a
desempacar su guitarra.

—Oye, no tienes que quedarte aquí si no quieres… quiero decir, si hay algo
acerca de este sitio…

—No. No, no es nada. Es solo… ya sabes. Recuerdos.

—Sé a lo que te refieres. —Él probó el acorde en la guitarra—. Pienso en ello


cada día. El precio de hacer lo que tienes que hacer.

—Sí. Exacto.

Cuidadosamente evitó el contacto visual conmigo mientras lo observaba afinar


las cuerdas.

—¿Tú has… dejado algo atrás?

Se encogió de hombros.

—Todos lo hicimos, ¿no? Lo malo y lo bueno.


Pensé en Jonah y el coche Lego y su conductor que había intervenido en la
noche que me fui. Apestoso lo tenía ahora.

Eso fue fácil de olvidar cuando Creed comenzó a tocar. Sus dedos, sucios y
harapientos como los míos, se convirtieron en algo más tocando la guitarra,
como si las cuerdas se estuvieran conectado ellas mismas a los lugares que
116
habíamos ocultado.

Su voz salió profunda y suave, como me imaginaba que sería su beso. Cantó
una canción que no conocía, una acerca de vivir como las olas en la cima del
agua, una nueva corriente contra las profundidades que estuvieron allí todo el
tiempo. Había soledad allí, e incertidumbre, y libertad. Todas las cosas que yo
había estado sintiendo, capturadas en un suspiro.

Fue la música. Su música le hablaba a mis más básicos componentes… nervios,


columna vertebral, corazón.

Yo no era la única. Personas se habían congregado a nuestro alrededor en las


escaleras de Westlake Center. Creed los capturaba antes de que pudieran
perderse. Él me capturó, antes de poder encontrarlo.

Mientras que la gente dejaba caer su cambio en el estuche de la guitarra, Creed


tocó otra canción, y luego otra.

Más tarde, él me compró un cono de helado sabor a chicle en Molly Moon's, por
lo que su sabor permanecería luego de que el helado se hubiera derretido.

—Debería traerte siempre. Es la mejor recaudación de estas últimas semanas.

Mi corazón tintineaba junto con las monedas.

—¿Qué vas a hacer con él?

—Guardarlo —dijo—. Puedo guardar la mayor parte de él, todo lo que no tenga
que utilizar para un abrigo y tal vez unas botas nuevas. —Le dio una patada al
poste de una señal de Stop, y me di cuenta del desgaste de sus suelas—. Eso me
recuerda… vas a necesitar algo más cálido. El escondite estará con goteras tan
pronto como llegue la lluvia. —Hizo una pausa, sumido en sus pensamientos,
como si el peso de nuestra supervivencia estuviera solo sobre sus hombros.

—¿Dónde más podríamos ir? —pregunté.

Se encogió de hombros, dando patadas a otra señal.


—Otro escondite, si logramos encontrar uno. A pesar de que he estado
buscando y no he encontrado nada vacío. Un refugio…

—¡No! Me refiero…

—No tienes que explicarte. Cuando llegue el momento, vamos a encontrar algo.
Sólo mantén tus ojos abiertos, ¿de acuerdo? Y no hables con Santos y May sobre 117

esto.

—¿Por qué no?

—Ellos han sufrido bastante. No quiero que tengan que preocuparse por esto,
también.

Saboreaba el último pequeño trozo de helado en mi cono. Su salado caramelo


ya había desaparecido.

Quería preguntarle más, pero se detuvo en seco en la acera y agarró mi mano


en la que tenía el cono de helado.

Lentamente, la llevó a su boca. Cerró sus ojos. Me pregunté si podía sentir mis
frenéticos latidos con sólo sostener mi mano. Él lo saboreó y dejó escapar un
suspiro de placer. Podía sentir el eco en mi propio cuerpo.

—Mmmm. No he probado chicle en mucho tiempo. —Mordisqueó un pedacito,


liberando mi mano. ¿Estaba nervioso, también?

—Escucha —dijo—. No quiero que te preocupes tanto. Vamos.

—¿A dónde vamos?

—Sólo tienes que confiar en mí.

Lo hacía. Mucho más de lo que pensaba.


Capitulo 20
Traducido por Angie

L
o ultimo de mi cono de helado había desaparecido cuando llegamos al
118
´´Experiencie Music Project’’, conocido como el EMP por los locales. El
museo, construido por el magnate Paul Allen de Seattle, era una
enorme masa ondulante de metales de colores en el exterior y retorcidos
ángulos reflectantes en el interior, supuestamente para imitar los redobles y
ondas de la música. Estaban hechos a partir de láminas de aluminio aeronáutico
remachadas entre si. Lo sabía porque Steven Valen era uno de los principales
donantes.

Pero Asher nunca me llevo allí. La música y cualquier sentimiento que pudiera
inspirar, era un misterio para él, y a Asher no le gustaban los misterios. Le
gustaban las cosas que pudiera sentir. Tocar. Manipular. Por lo tanto,
caminando hacia el EMP con Creed a mi lado, me sentí completamente libre.

—Sígueme. —Creed se dirigía hacia la entrada. Tuvimos que caminar por un


gigante pasillo con luces y una pantalla hecha de millones de pequeños trozos
como una cota de malla30, una amplia capa de armadura. El espacio convertido
era un club de baile para fiestas y eventos privados, pero ahora mismo tenía el
aire de una escena de Matrix hecha de colores y números.

—Espera Creed. No es tan barato el ingreso —protesté—. Me refiero, bueno,


tuviste un gran botín hoy, pero que pasa si…—Puso su dedo sobre mis labios
mientras quedábamos bajo la lluvia de luz… —. Yo…

No pude seguir. Era todo lo que podía hacer para no enamorarme de él.

—Shhh —susurró—. Solo sígueme.

Lo seguí hasta llegar al chico que vendía las entradas, un convertido adicto a la
música que llevaba una camiseta polo estampada con el logo EMP, pareció
iluminarse cuando vio a Creed. ¿Se conocían? Ellos compartieron una
conversación en voz baja, algo acerca de ‘’show´´ y ´´actuación´´ y ´´partitura´´.
Y antes de que pudiera preguntar algo, el chico miraba sobre su hombro y nos
hizo un gesto para que entráramos.
30
Cota de malla se denomina a la protección metálica conformada por anillas de hierro forjado, o acero,
dispuestas de forma que cada anilla está ensartada al menos a otras cuatro formando un tejido.
Nunca hubiera prestado mucha atención a la gigantesca escultura de guitarra
que colgaba del techo del corredor principal. Pero con Creed, se sentía como
llegar a un santuario. Había guitarras acústicas, eléctricas, y bajos de cada color
y de forma inimaginable. Un torbellino de instrumentos, montados en una red
de andamios, que parecía una escalera hacia el cielo. El cielo de Creed
119
Nos quedamos atónitos. Y comprendí, sin que él lo dijera, que aquí estaba la
razón por la cual haría cualquier cosa, iría al lugar que fuera necesario para
llegar donde estaba destinado.

—Algún día llegaras —dije rápido, como si cualquier cosa más fuerte rompería
la conexión entre el hombre y la música.

Algo cruzó en su rostro.

—Sí, eso espero.

Pasamos el siguientes par de horas recorriendo el museo al igual que


recorríamos las calles, saboreando cada pieza de música en cada salón. El salón
de Jazz, El salón de guitarra, el garaje de exhibición de rock, la historia de
Noroeste. Antes de Nirvana y Pearl Jam y Modest Mouse, estaba Jimi Hendrix,
Heart y Ray Charles.

Creed sabia más acerca de la música de Noroeste que cualquiera que hubiera
conocido, todo su camino hasta Oregon y lo que había en cada pared de La
Casa del Té Icky’s en Eugene, donde toneladas de bandas habían actuado antes
de conseguir su gran oportunidad.

—¿Cómo sabes tanto de Oregon? —le pregunté, lamiendo el último resto de la


pegajosidad en mis dedos.

Creed se encogió.

—Aprendes mucho de un lugar cuando has crecido en él.

Procesé esta última información tratando de encajar con lo que ya sabía de


Creed, lo que en realidad no era tanto.

—La verdad nunca te imagine en otro lado, solo aquí en Seattle.

—Todo el mundo tiene que empezar en alguna parte. Era Seattle u Olympia
para mí. ¿Puedes imaginarme en Olimpia?
Lo único que había hecho en Olimpia fue asistir a una cena de estado con Neeta
y su familia, mi madre me dio carta blanca para elegir el vestido perfecto en
Nordstrom y pasamos todo el tiempo coqueteando con un chico que resultó ser
un asistente de campañas casado.

—No, no puedo. ¿Que hay en Olympia?


120

—Bueno, Esta K Records, por un lado. Y Kill Rock Stars…

—¿Kill Rock Stars?

—Un sello discográfico, luego están todas las bandas que vienen de Olympia.
Bikini Kill, Sleater-Kinney, Some Velvet Sidewalk… todo el movimiento Riot
grrrl31, straight edge32 …

Mientras lo escuchaba hablar de eso, sentí una aprensión en mi corazón. Él tenía


algo más, una pasión. Una verdad. Al igual que santos y su contribución,
pero… muchos más.

Mi único instinto solamente había sido la seguridad. Me ponía nerviosa pensar


más allá de eso. ¿Vería Creed más profundo de lo que yo quisiera y se
decepcionaría?

—…pero pensé que tendría mejores oportunidades aquí. —Sus ojos brillaban
con esperanza hacia un futuro, y me dolía terriblemente pensar que lo podía
lastimar.

—Yo… te ayudaré en lo que pueda —balbuceé—. Ese tipo de sueño merece


volverse realidad.

Creed sonrió. Yo ni siquiera había notado la diminuta muesca en el borde de


un diente, y con los dientes más blancos de lo que cualquier chico sin hogar
debería. Incluso en el escondite, él siempre se aseguraba que todos tuvieran un
cepillo de dientes.

—Tengo una idea ¿puedes cantar?

—Uh, no.

31
Riot grrrl: es un movimiento musical feminista que alcanzó su fama en 1990 pero continuó con una
significativa influencia sobre la cultura musical alternativa del grunge.
32
straight edge: es un estilo de vida y un movimiento que inició dentro de la subcultura del hardcore
punk, de la cual, sus seguidores hacen un compromiso de por vida para abstenerse de beber alcohol,
usar tabaco, consumir drogas, y también abstenerse de ser promiscuo.
Agarró mi mano y me llevó a la majestuosa escalera de metal.

—No lo creo. Tu voz es música para mí.

Sus palabras penetraron en mi piel como rayos de sol.

—Espera, Creed. No es broma, No puedo cantar. No puedo es quedarse corto.


121

Él se reía, todavía tirando de mi mano, y lo absurdo de esto me impactó, dos


chicos de la calle, en el EMP en una cita. ¿Era esto una cita? Quizás, Si tan solo
pudiera impresionarlo con mis cuerdas vocales. Si de algún modo pudiera
convencerlo de que mi sueño era tan grande como el suyo. Fuera de la prisión
de Joy, quizás pudiera encontrar uno.

Entramos a un salón oscuro envuelto en una discordancia de sonidos, un


infante y sus padres grabando su voz en una esquina, un chico y su novia
cantando “Chopsticks” en otro cuarto. En mitad del salón había una mesa
gigante donde los niños y sus padres practicaban con una enorme batería
electrónica.

Creed me llevó a la pared opuesta, donde las cabinas de sonidos estaban


alineadas como cubículos de la biblioteca bajo luces teñidas de rojo. Cada salón
estaba equipado con instrumentos y temibles micrófonos.

—Oh, no —dije—. No me arrastraras allí.

—Te conozco. Estas siendo modesta.

—No, no, no. Nada de modestia. ¡Por favor!

Si no estuviera peleando por mi último vestigio de dignidad, me habría


detenido a disfrutar de las palabras: te conozco.

Pero él ya me había arrastrado y había cerrado la puerta, como si estuviéramos


en la preparatoria y nos estuviéramos escondiendo en el armario del conserje.
Estuve a punto de caer en su regazo ahí mismo con ímpetu y lujuria. De alguna
manera, aquí en esta pequeña habitación con una ventana, era diferente a estar
en un viejo y mohoso colchón. Travieso. Real. Puse mis manos alrededor de su
cintura, amenazando con atacar.

Él se deslizó de mi agarre y me llevó hasta su regazo, agarrando el micrófono.

—¡No lo hagas! —solté una risa—. ¡Salva tus oídos! ¡Sálvate!


—No. Vamos. Yo tocaré, y tú cantarás. —Todavía tenía un brazo a mí
alrededor, sujetándome en su regazo. Yo me retorcía hasta que mi cara casi
rozaba la suya. Apenas podía respirar.

—¿Cómo vas a tocar, si todavía estas aquí abrazándome? — Me di cuenta que le


estaba susurrando. Ni siquiera era capaz de mirar directo a sus ojos sino a
122
través de la protección mis pestañas. ¿Acaso me veía tan caliente como me
sentía?

Le llevó un segundo responder, cambiando mi peso de una pierna a la otra.

—Realmente no había pensado en eso todavía —Él también susurraba. Sus ojos
más azules y profundos que nunca, incluso bajo las luces rojas—. Tenía la
esperanza de que cantaras por tu propia voluntad. Tal vez eres una estrella de
rock y ni siquiera lo sabes. Podría descubrir tu talento.

Sus ojos se perdieron en mis labios. Los humedecí… esperando…

En cualquier momento. Oh dios…

Pero no lo hizo. En cambio, un destello de furia cruzó por su rostro, casi


imperceptible, pero ahí estaba. Me inclinó a su otra rodilla para tomar la
guitarra en sus brazos.

—Entonces, eh, ¿Que deberíamos tocar?

Tardamos unos minutos pensando en algo que ambos supiéramos. Él sabía


bastante de indie33, y yo sabía lo suficiente como para no revelar mi limitado
conocimiento del mundo de la música.

—Bueno, vayamos por algo básico. Como…

—I Will Follow You into the Dark —interrumpí.

—¿Death Cab for Cutie? —su ceja se alzó—. Ajá. Definitivamente Seattle indie.

La verdad era que la sabía de memoria, por Asher. No porque le gustara la


canción, sino porque se burlaba de ella, una canción que trataba acerca de amar

33
El término indie se suele usar incorrectamente, para referirse a un sonido nuevo presentado por un
músico. Originalmente está ligado a las condiciones de producción y circulación de su obra, refiriéndose
a aquellos músicos que producen su obra de manera independiente (palabra de donde deriva el
término) y no a un género musical.
tanto a alguien que lo seguirías a cualquier sitio y harías el máximo sacrificio.
Era algo que Asher nunca entendería.

—Si. ¡No te rías! Vamos, es algo auténtico de Seattle. Y conozco la letra.

—Muy bien. —Una sonrisa apareció en la esquina de su boca.


123
—¿Qué?

Sus ojos se suavizaron.

—Es solo que... también me gusta esa canción. —Comenzó a tocar, como si
supiese lo que yo elegiría, fácilmente, siguiéndome el ritmo cuando comencé a
cantar, no muy alto, no muy aguda, no exactamente en el tono.

Sabía la letra, pero la melodía era algo totalmente diferente. Mientras él tocaba
las notas con facilidad, yo cantaba, no, aullaba la letra

Había gente parada afuera, mirando hacia dentro en la cabina mientras Creed
pasaba su mano por de su desordenado cabello.

Hubiera sido maravilloso si pudiera haberlo sorprendido con mi canto. Y


supongo que en cierto modo lo hice.

—Sonaba mucho mejor en mi cabeza —dije.

Podía ver que estaba tratando ser amable, pero no estaba funcionando. El tono,
el gorjeo, lo absolutamente horripilante de esto, él no pudo aguantarlo mas, y
ambos acabamos riendo.

—Debí haberte escuchado. Eres mala.

—Terrible. ¡Te lo dije!

— Si, Lo hiciste —resopló—. Ha sido culpa mía. Debí haberte escuchado.

—No, espera —dije—, si quieres, puedo intentarlo otra vez.

—¡No!

—¡No, en serio!

—Detente. Por favor.

—Pero ¡podría ser una estrella de rock y no saberlo! —giré mi rostro para
mirarlo—. Podrías descubrir mi talento susurré, batiendo mis pestañas.
Él se puso rojo, más rojo que la oscilante luz de la cabina.

—Cierto.

Me sentí herida.

—Bueno, entonces. Enséñame como se hace, Sr. Estrella de rock.


124

El comenzó a tocar los acordes, luego la letra cantándola como siempre la había
escuchado en mi cabeza.

Su voz, suave y gentil, luego profunda y verdadera, acariciando las palabras,


mientras cerraba sus ojos. Si no hay nadie a tu lado cuando tu alma se embarque, te
seguiré en la oscuridad… Cuando terminó, él también estaba conteniendo su
respiración.

Pum pum pum.

—¡Oye!, ¡has estado ahí media hora! —Un fanático se cernía fuera de la
ventana, mirando a través de sus Buddy Holly’s34.

—¡Cálmate! —Grité a través del cristal, pero el momento se había estropeado.

***

Cuando salimos del EMP hacía más frío, y el estímulo del helado se estaba
disipando.

—¿Quieres conseguir comida? —pregunté. El mercado Pike Place, se


encontraba a una docena de manzanas de distancia, tenía filas de productos
frescos, muestras de queso e incluso chocolate.

—Si, algo caliente.

Me cubrí más con mi capucha, mientras Creed metió sus manos en los bolsillos.

—Podríamos buscar una esquina aquí cerca y tocar... yo podría cantar. —dije
sonriendo.

Creed también lo hizo.

—Eso está bien. Pero supongo que debemos conseguir comida para comer, no
para que nos la arrojen.

34
Buddy Holly’s: tipo de lentes que se hizo famoso, aludiendo a su nombre, por Buddy Holly
—Hey! Hey, hey. Ahora, eso estuvo totalmente fuera de lugar.

—Entonces lo tuyo es el canto.

—Tú insistías.

—Nunca más. —Negaba con la cabeza—. Nunca más.


125

Encontramos una panadería desechando emparedados del día anterior y nos


encaminamos hacia el parque. El sonido del viento que provenía de Puget
Sound advertía la llegada del otoño.

Debía estar tan enfocada en Creed porque ni siquiera estaba prestando atención
a mi propia respiración. Una corriente de aire frio atravesó mis pulmones
dándome una serie prolongada de tos. Traté de detenerla hasta que pensé que
iba a estallar, recordando las veces que me había magullado las costillas, tosido
sangre, y dejado de respirar por completo.

El inhalador de emergencia que Santos me había dado estaba en mi mochila y lo


saqué rápidamente para tomar dos desesperadas bocanadas.

Creed me miraba, primero con preocupación y luego con alarma.

—¿Te encuentras bien? ¿Vamos a un hospital? —Se quedó allí impotente


mientras yo trataba de recuperar el control, con su mano tocando mi espalda y
cuello.

Levanté mi mano para decir que no.

—No, estoy bien —dije sin aliento, tan pronto como pude volver a hablar—. Me
sucede de vez en cuando, no es gran cosa.

Él no sabía nada de mi historia, por lo que pareció aceptar la mentira


fácilmente.

—¿Donde conseguiste eso? —preguntó, señalando el inhalador que seguía


sosteniendo en mi mano—. ¿Santos? ¿Él te consiguió eso?

Asentí, y el gruño.

—Hmm.

Esta conversación iba en una dirección peligrosa.


—Estuviste asombroso hoy —le dije—. Me refiero, a tu música. Realmente le
habla a la gente. —Saqué mi sándwich y cuidadosamente lo metí en mi boca.

Creed se sonrojó, y aunque mi elogio fue verdadero, me sentí un poco culpable


por distraerlo. Caminamos a través del mercado hacia una franja de parque
oscilando en el borde del centro del acantilado. Los buques de carga y ferrys se
126
alejaban de Puget Sound dejando largos rastros blancos en su estela.

—Entonces, ¿cual es tu habilidad? —preguntó Creed.

—¿Habilidad? —Pensé en los poderes de la calle: la música, el disfraz, la


invisibilidad.

—Si. Todos tienen uno. Necesitas uno para sobrevivir. Yo puedo cantar. Tú…

—¡No lo digas!

—… no puedo. ¿Cual es entonces?

Lo pensé durante un momento. El sacrificio era una habilidad. Lo hice con


Asher, sacrificándome hasta que no quedó nada. Ahora lo estaba haciendo de
otra manera, toda mi vida anterior desapareció. Pero ser capaz de sacrificarse
no era exactamente el tipo de habilidad que él estaba buscando.

—Tendría que pensarlo. Pero diría que… escapar.

El asintió, como si supiera con exactitud de lo que hablaba.

—Si. Ese es un talento que todos tuvimos que perfeccionar.

Encontramos un lugar en el parque y comimos nuestros sándwiches.

—Así que… procedes de Oregon y terminaste aquí —comencé. El sol se


ocultaba detrás de las Montañas Olímpicas a través de Sound, un puñado de
nubes en el cielo, el tipo de día que me hacía pensar que Seattle era el lugar más
hermoso del mundo.

—Si. Olympia es agradable, pero no es lo mismo. Nunca superará estas aguas.

Lo comprendí. Mi casa en los suburbios, a treinta millas al este y ubicada en las


pequeñas y verdes montañas, no se podía comparar. Todo concentrado en el
centro de Seattle, el agua, las montañas, el cielo, te hacía sentir que podrías vivir
fuera para siempre, incluso sí estuvieras debajo de un puente.
Creed le dio otro mordisco a su sándwich.

—Conocí un caballo. Callisto, llamado así en honor a una ninfa de Artemis.

—Diosa de la caza —agregué.

—Si. Era tan hermosa, de color miel, con profundos ojos negros. Ella amaba
127
correr por la playa, excepto que siempre se dirigía al agua. Una y otra vez, esto
sucedía. La llevaba a correr por la playa, y ella intentaba galopar directamente
al océano.

Me di cuenta que ya ni siquiera comía, no sentía el frío, solo el rítmico galopeo


de un caballo llamado Callisto.

—¿Y que pasó?

—Un día se lo permití.

—¿La dejaste ir al océano?

—Si. Solo sostuve las riendas y la deje ir donde ella quisiera.

—¿Y?

—Ella siguió su camino. Dentro del océano, más y más lejos, luchando contra el
agua hasta que le llegó al cuello. No podía nadar. Solo seguía trotando, tratando
de ir donde sabia que estaba destinada a ir.

Tal como Creed y su música, luchaba en contra de las olas. Como yo, luchando
contra el asma y las riendas que mi familia y Asher me pusieron a causa de ello.
En algún punto el caballo debía detenerse y dejar de luchar, volviendo a la
playa o muriendo. Pero por ahora, ella dejó sus riendas atrás.

—Siempre reflexiono sobre eso, cuando pienso acerca del porqué estoy aquí —
dijo Creed.

El sol estaba casi completamente detrás de las montañas, excepto por una
pequeña franja dorada. Era hermoso, pensé que podría llorar.
Capitulo 21
Traducido por Angie

S
antos, Creed, y May estuvieron susurrando todo el día.
128

—No sé de lo que hablas —dijo May cuando le pregunté que


pasaba. Creed se encogió de hombros, y Santos tenia una enorme
sonrisa en su rostro.

—¿Qué? —Empujé a Santos, pero se deslizó fuera de mi alcance.

Era el día después de que hubieran ido al refugio New Horizons para una
buena ducha y cambio de ropa.

—Yo no iré —dije.

Una comida caliente, prometió May a pesar de que, según ella, yo tenía un
largo camino por recorrer antes de quedar escuálida. Una ducha, insinuó Creed.
Nuevos zapatos y ropa de abrigo, prometió Santos.

—Hablan de Jesús y toda esa porquería, pero New Ho’s está bien. Al menos,
dan comida decente. —Él dijo. Y la semana pasada, volvió a casa con una
chaqueta, calcetines nuevos, y ropa interior.

Pensé en mi hermano mayor, Jesse, el buen samaritano. Él siempre estaba


recolectando ropa para los refugios. Probablemente encontraría mi propia ropa
allí, restos de otra vida. Si pensaron que escape, seria el primer lugar que
revisarían. ¿Habría carteles de chicos desaparecidos? ¿Habrían avisado a la
policía?

Incluso si no lo hacía, había otros peligros. Si me desnudaba frente a May, vería


la pulsera. Y más.

—No puedo.

—Oh, vamos —Santos trataba de engatusarme mientras pasaba la mano por el


pelaje liso de Faulkner—. Quiero decir, yo no quería decir nada, pero te estás
poniendo un poco maloliente…

—¡Dije que no!


May elevó sus cejas. Santos parecía dolido. Creed me examinó pensativo.

—Bien —dijo Santos—. No tienes que ir…

Creed se apartó de la pared.

—Déjala. Si ella no quiere ir, no tiene por qué hacerlo. Todos tenemos cosas de
129
las que preferimos no hablar.

Sentí una punzada en el estómago. May tenía sus cosas. Santos tenía las suyas.
Si supieran acerca de mis cosas, me echarían más rápido de lo que podría robar
una barra de jabón de la farmacia. Si supieran de mis amigos, mi casa, mis
padres… Todavía no sabían nada de mí.

Solo Creed sabia de Asher, y él no había visto la peor parte.

—Está bien, yo me quedaré con ella —se ofreció May—. Podría ayudarte con tu
decoloración, tienes un centímetro de raíces crecidas y estás empezando a
parecer un jodido zorrillo.

Después de que los chicos se marcharan, May dijo:

—Voy a salir a conseguir materiales. Tú espera aquí.

—¿No quieres que vaya contigo? Está oscureciendo.

Ella me fulminó con la mirada.

—No le tengo miedo a la oscuridad, si es a lo que te refieres.

—No, eso no fue lo que quise decir. Yo…

—No te preocupes, volveré en diez minutos. En serio, me enteré lo sucedido en


el mercado Red Apple. No quiero que me echen de la farmacia más cercana. —
Ella se rio mientras desaparecía por las escaleras del sótano—. ¡Pero gracias por
el papel higiénico!

No había mucho que hacer, sola en la casa. May y Santos tenían montones de
libros de la biblioteca en su cuarto -A Brief History of Time, Dragon’s Keep, Speak,
Crime and Punishment. May había terminado de leer Mujercitas y estaba con
Mansfield park. Santos tenía The Oxford Companion to Greek Mythology, abierto por
la mitad y desparramado en las sábanas. Eran notablemente buenos lectores,
pensé, para ser personas sin hogar.
Tomé Dragon’s Keep y lo llevé a nuestra habitación con la vela ya casi terminada.
Necesitaríamos más pronto.

Diez páginas más tarde, May todavía no había regresado. Las palabras
comenzaron a desdibujarse hasta que me encontraba leyendo la misma frase
una y otra vez y cerrando los ojos, y entonces oí a los chicos que subían las
130
escaleras, riéndose de algún muchacho en el refugio tratando de aferrarse a sus
cosas mientras él tomaba una ducha. Todo volvió a la realidad.

Creed de pie en el umbral de la puerta, tan grande a la luz de la vela


parpadeante, todo limpio y afeitado con su cabello todavía húmedo. En un
momento, se recostaría junto a mí, así podría enterrar mi nariz en él y oler su
piel. Sonreí mientras me daba vuelta.

—Te traje algo. —Lanzó un par de calcetines en mi dirección.

—Me quedé dormida —murmuré, tratando de alcanzar las medias—. ¿May


regresó?

La cara de Creed cambió al instante.

—¿La dejaste salir? ¿En que estabas pensando?

—Hey, amigo —intervino Santos desde el otro cuarto—. No es culpa suya, ella
no lo sabe.

Creed cerró sus ojos. “Arreando gatos,” mi madre solía decir cuando quería
llamar la atención de todos en casa.

Creed parecía que arreaba algo mucho más escurridizo que gatos. Ave Rats.

—Sea lo que sea —dije—. No es tu responsabilidad. May es una chica grande,


ella puede cuidar de si misma. —Ahora estaba parada, un poco inestable. May
podía ser pequeña, pero no se parecía en nada a esas chicas con ojos muertos
que vi con Maul, o las que estaban paseándose por la acera y durmiendo bajos
los puentes con sus novios. Desearía ser tan fuerte como May.

—No sabes de lo que estás hablando. —dijo Creed de nuevo.

—Podría, si me lo contaras.

Creed suspiró.

—Probablemente te enterarás pronto.


May apareció unas horas después actuando como mi hermano pequeño antes
de una fiesta de cumpleaños, hiperactiva y feliz, cargada de decolorante y cosas
para el cabello, lista para arreglarlo en ese momento. Solo que era media noche,
y Creed y yo ya estábamos durmiendo. Santos estaba fuera. Volvimos a la cama
pero podía escucharla caminando abajo, luego bajando las escaleras hacia la
calle. 131

Por la mañana, ella se derrumbó en el montón de mantas, y Creed no me


miraba a los ojos. Los secretos, seguir el rastro de quién escondía qué, estaba
empezando a ser agotador.

Luego Santos regresó con café y May durmió hasta la tarde, y de repente los
tres estaban murmurando y hablando sobre los planes para esta noche como si
nada hubiera pasado.

***

Ahora, alrededor de media noche, los cuatro corríamos por toda la oscura
ciudad.

—¿A dónde vamos? ¿A la Ave? —"La Ave" era la abreviatura de University


Way, una calle cerca de la Universidad de Washington, donde miles de
adolescentes sin hogar pasaban el rato. Era otro de los refugios de mi hermano,
y el último lugar al que quería ir. Santos le echó un vistazo a May.

—No. No vamos a allí.

Me relajé. Caminábamos arduamente a través de otro barrio donde yo había


estado antes, al norte de nuestros lugares habituales y mucho más tranquilo.
Las casas y los patios tenían más espacio entre ellos, y no había ninguna piedra
rojiza en kilómetros. De vez en cuando un coche pasaba por allí.

—Te va a encantar —seguía diciendo Santos—. Es mejor que el refugio.

Incluso Creed estaba sonriendo, aunque veía su preocupación cada vez que él
miraba a May.

May era como una sombra de lo que había sido la noche anterior, cansada y
encogida, manteniendo un suéter agujereado alrededor de ella. Cuando ella me
sorprendió observándola, sonrió incómoda.
—¿Estas bien? —pregunté. Parecía cinco años más joven en ese momento, una
niña pequeña en su metro y medio.

—Si. Bien, gracias. —Y se apresuró hacia adelante para unirse con los chicos.

—Justo ahí —susurro Santos, señalando a un enorme edificio detrás del cartel
del parque de la ciudad: Centro Comunitario Maplewood, situado en la parte 132

superior de seis metros de escaleras de hormigón. Las luces estaban apagadas a


excepción de una lámpara de estacionamiento.

—Ve adentro, y yo vigilaré con las chicas —dijo Creed a Santos, quién subió
por la cerca y desapareció.

—¿Vamos a entrar? —susurré.

—No se puede ver desde la calle —susurró May a mi espalda—. El crimen


perfecto.

El brazo derecho de Creed se deslizó a mi alrededor mientras sostenía a May


con el otro. Sus dedos descansaban en el borde inferior de mi sudadera, a una
porción de piel expuesta. Contuve la respiración, deseando que sus dedos
encontraran su camino bajo la tela.

Santos apareció detrás de las puertas de cristal y las destrabó.

—Adelante, HDPS35—gritó mientras nos deslizamos al interior uno por uno. Él


ya estaba sacándose su camiseta, dejando al descubierto una espalda tensa y
con tatuajes.

—Por aquí. —Santos pasó por unas puertas dobles a una enorme sala, haciendo
eco. Sólo un haz de luz provenía de una farola, iluminando una enorme piscina.
Creed comenzó a quitarse la ropa en cuanto llegamos a una nube de cloro.
Santos se lanzó de cabeza, mientras que Faulkner caminaba silenciosamente por
el lateral. May encendió el interruptor de luz de la piscina, enviando un
resplandor verdoso desde el agua.

Me di cuenta que no podía mirar a Creed sin darle todo. Pero lo mire de todos
modos

Todas las veces que había estado envuelta en su cuerpo, había imaginado como
sería. Pero no estaba ni siquiera cerca de la realidad. Lo que yo pensaba que era

35
HDPS: Hijos de Putas.
flaco resultó ser fuerte y delgado. Allí, en el borde de la piscina e iluminado por
el resplandor líquido, fue suficiente para despertar cada uno de mis nervios.

—No mires tanto —murmuró May, me gire rápidamente, ruborizada y


aturdida. Una parte de mí, la parte más profunda, tenía un insoportable y loco
deseo. El resto ardía con vergüenza.
133

Comencé a quitarme la sudadera y desabrochar la franela de Asher. Todavía la


llevaba aunque estaba perdiendo cada vez más su dominio sobre mí. Hubo un
tiempo, en que Asher me hizo sufrir de esta manera, también, antes de que el
sufrimiento se convirtiera en dolor. Deslicé la pulsera en mi bolsillo antes de
que alguien pudiera verla.

May se quitó solo su holgada camiseta. La tiró hacia abajo para cubrirse, pero
no pudo disimular los moratones en sus brazos y piernas, flacos como palos.
Me quité la ropa y quedé en camisola y ropa interior, pero no más de eso. Había
cosas que no quería que vieran, nadie.

Los chicos nadaban de un extremo de la piscina al otro, cortando el agua y


dejando estelas de luz. May bajó con cautela por las escaleras, como si la piscina
fuera un caldero líquido en ebullición.

Me sumergí y empecé a nadar tan lejos como pude hasta donde aguantaba la
respiración y salía a la superficie en un estallido de pulmones y agua. Cuanto
más nadara, más podría lavar el sudor y la suciedad y el ardor de ver a Creed.

Pero allí estaba, en mi camino, oculto sólo por un remolino de corriente entre
nosotros. Agité el agua antes de que pudiera chocar con él, y mi piel tocara su
piel y otros lugares que deseaba tocar…

Pero en cambio, mantuvo un foso de espacio personal entre nosotros, flotando


en el agua delante de mí.

—¿Fuiste buceadora en tu antigua vida?

Rayos. Incluso las cosas más naturales me podrían delatar.

—No —dije, no era exactamente verdad. No estaba en el equipo de natación


desde hacía años, no desde la preparatoria, cuando una temporada fui a parar
al hospital durante semanas con una severa neumonía. Solo el hecho de estar
aquí con Creed era una cacheteada en el rostro de mi vida pasada.
Sus ojos penetraron los míos, leyendo todo lo que podía, y luego oscilaron
yendo por mi cuello y mi mojada camisola más cercana a transparentarse en el
agua. El resplandor de la piscina iluminaba mi piel por debajo.

—Aquí —él dijo, estirando sus manos para secar mis ojos, habría
probablemente círculos negros que bajaban por mis mejillas como lágrimas de
134
carbón. No podía dejar de mirar su boca, preguntándome como sabría. Salada,
cálida, y quizás un poco dulce.

Bajo el agua, mi pie rozó el suyo, y los dos saltamos.

De nuevo, un reflejo de molestia paso por su rostro, tan rápido que no estaba
segura de haber visto algo.

—Nadas como una profesional. —A continuación Creed siguió nadando.

Santos, totalmente desnudo, saltaba hacia arriba y abajo en el trampolín.

—¡Mira esto! ¡Mira esto! —Él saltó en una salvaje zambullida lateral.

Floté hasta May, que todavía estaba en el extremo poco profundo de la piscina.
Sus brazos y piernas brillaban en la aguamarina con excepción de un moretón
fresco, dando vueltas su brazo como si fuera una enorme mano. Marcas de
dedos se destacaron moradas contra el blanco de su piel.

Di un grito ahogado.

—¿Que le pasó a tu brazo?

Se dio la vuelta.

—Nada. No es tu jodido asunto —espetó.

Dos segundos después, ella salía de la piscina hacia la puerta, cruzando el brazo
contra su cuerpo, mientras gotas de agua corrían por sus piernas.

—May, mira esto —llamaba Santos, dando un salto hacia atrás. Pero ella no
estaba observando. Ella apagó la luz, enviando la oscuridad a la piscina.

—¿Porque hiciste eso? —farfulló Santos, volviendo a la superficie.

Creed se estaba moviendo hacia él.

May regresó a la piscina sentándose a un lado.


—Me asusté —ella dijo—. Alguien puede ver la luz. —Su cara, iluminada por la
luz de la calle, me rogaba que no dijera nada. Si Creed se enteraba, mandaría a
alguien al infierno. ¿A mí? ¿A May? ¿A quién sea que le hubiera hecho ese
moretón? Debía haber sucedido cuando estaba en mi cuidado, por lo que era
tanto culpa mía como de la persona que se lo hizo.
135
Al menos, yo temía que fuera así como él lo vería.
Capitulo 22
Traducido por Angie

—N
o quiero ir a casa —dijo May. Ella se inclinó hacia Creed,
136
quién tarareaba una vieja canción de REM que yo conocía:

“Nightswimming.” Aunque él le daba un sonido mas


ronco.

La ropa mojada que tenía bajo mis prendas me hizo temblar. El restaurante
IHOP seria un buen lugar en este momento, los invitaría, si tuviera algo de
dinero. Pero no tenía.

—Tengo una idea. —Santos saltaba sobre un pie, tratando de arrancarle una
sonrisa a May. La cabeza de Faulkner se balanceaba arriba y abajo desde la
parte delantera de su sudadera—. Una palabra. Fogata.

Una especie de media sonrisa se dibujó en el rostro de May.

—¿Jardines de Oro?

La playa bordeaba el extremo noroeste de la ciudad donde se unía con Puget


Sound. Durante todo el verano, la gente se reunía allí para disfrutar de las seis
semanas de sol que podíamos llegar a tener en Seattle. Estaría desierta a estas
horas de la noche, salpicada sólo con restos carbonizados.

Quince minutos después, estábamos en un autobús rumbo al oeste, cómo


íbamos a pagar por ello, nadie lo sabía, pero Santos sacó un billete de diez
mientras salíamos en la última parada.

Descendimos unos quince metros de escaleras hasta el nivel del mar bajo una
cubierta de árboles de hoja perenne. Al fondo, una playa de arena blanca se
extendía bajo una luna creciente.

Mis pulmones se llenaron de aire fresco, como si me estuviera limpiando de


adentro hacia afuera.

Pronto Santos y Creed tuvieron el fuego encendido. Y arrastraron una banca


poniéndola de lado como camuflaje. Faulkner se mantenía investigando las
llamas mientras Santos lo hacía regresar.
Creed se apoyó contra la banca frente a mi. Después de lo ocurrido en el agua,
no confiaba en mi misma para hablar con él.

May temblaba, y Santos la cubrió con su cuerpo como si fuera una manta. Él le
acarició el cuello con ternura. En un primer momento, no reconocí el
sentimiento en mi estómago, hasta que noté que Creed los estaba observando
137
con los mismos ojos. No celoso o triste pero…. con nostalgia.

May se quedó mirando las llamas.

—Vi a mi madre ayer.

Santos la aferró con más fuerza y Creed tocó su hombro. May me miró de reojo.

—Espero que se muera en las calles este invierno. Si no, tendré que matarla yo
misma o conseguir a Ma… — ella se detuvo. Creed aspiró aire bruscamente, y
pude ver que se estaba reteniendo. ¿Que puede tener que ver May con Maul?

—¿Que sucedió? —susurré.

Santos apoyó su barbilla sobre el hombro de May.

—Deberías contarle —dijo suavemente.

—Puedes decírselo, me importa un carajo —replicó ella. Capas de comprensión


pasaron entre ellos. Luego se relajó en sus brazos—. Está bien, puedes contarle.

—Su madre es una madre de la calle —dijo Santos, como si yo debiera saber lo
que eso significaba.

—¿Que es una madre de calle?

—Es una maldita drogadicta —dijo May entre dientes.

Cuando ella no continuó. Santos dijo:

—Ella es como una madre para un montón de niños de la calle Ave.

—Sí. —dijo May enojada—. No para mí. Después de que su novio descargara su
mierda sobre mi y me jodie… ella me abandonó por ese maldito bastardo y sus
pertenencias, y luego, cuando la echó a patadas a la calle, encontró una nueva
hija, una puta familia nueva, un montón de miserables y lameculos Ave Rats…

May continuó hablando entre dientes y maldiciendo y noté que ella estaba al
borde del llanto mientras que Santos rozó sus labios en su mejilla y le susurró:
—Hey. May. Somos tu familia real. Ella no es nadie. Nunca te cuidó como lo
hacemos nosotros.

Los puños de Creed recogían arena y la liberaban una y otra vez…

—¿Y tu padre? —pregunté.


138
—¿Quién carajo es? —replicó May—. De todas formas, estoy harta de hablar
sobre mí. Hablemos sobre alguien más. Creed, cuéntale tu historia.

Hasta el momento no sabía casi nada de Creed. Él era de Oregón. Amaba la


música. Él era lo que yo deseaba ser.

Todos nos congelamos ante el sonido de un coche. Santos salpicó arena en el


fuego hasta que fue disminuyendo a un fuego lento de un bajo crepitar.

—No es gran cosa —murmuró Creed—. No como May.

May hizo un sonido de pffff.

—Todos tenemos nuestras razones para estar aquí.

Creed sacudió su cabeza negando, la luz de las llamas capturaban sus rasgos
más destacados como la luna reflejada en las olas.

—Es sólo… no es nada como May, por lo que no pretendo que sea algo como
eso —comenzó.

May rodó sus ojos.

—Simplemente escúpelo, ¿quieres?

Creed era tan reacio a hablar mientras que yo estaba ansiosa por escuchar cada
palabra, cada sílaba me acercaría más profundamente a quien era él. ¿Porqué
estaba aquí?

—Realmente, es muy simple. Mi padre es un idiota.

Esperé una réplica al estilo de May. Por lo menos tienes un padre. Pero ella estaba
en silencio.

—Él quería que fuera a la escuela, lo que esta bien. Realmente, me gustaría ir a
la escuela, pero no para lo que él quiere.

—Música —dije.
—Si. Por supuesto. Siempre he querido música, y mi madre, siempre que me
defendía… —Se contuvo—. Mi madre, realmente no tenía mucho de que decir.

—Ella podría hablar si su padre no la hubiera golpeado tanto —interrumpió


May—. Aunque si yo fuera tu madre, probablemente seguiría hablando para
que tratara de matarme y así meter su trasero en la cárcel…
139

—Y te fuiste —dije suavemente. Se escapó, mientras todavía era posible,


mientras él todavía estaba de una sola pieza. ¿Su padre también lo golpeaba?

Creed me miró a través de sus pestañas, casi con timidez.

—Vine aquí a encontrar una nueva familia. Y para hacer música. Música que le
hable a la gente acerca de la verdad y convicción. Lo que es real.

Quería contarle, que sus primeras palabras abrieron una puerta para mí, pero la
música me condujo. Lo conocía incluso antes de que el me conociera. Cada
noche cuando me dormía a su lado, nuestra conexión era más profunda que la
piel.

Todo lo que quedaba era para que nuestra piel se tocara.

—Lo escuchó en tu voz cada vez que cantas —le dije.

Creed parecía a punto de llorar, si eso era posible.

—Odio haber dejado a mi madre, ella nunca se defendía de él. No como yo. Ella
solo se desvanecía…

Quizás por eso él siempre nos cuidaba, debido a los otros que no pudo
proteger, se hacía cargo de los que podía.

—Tú nunca le harías daño a alguien a propósito —dije en voz alta—. No


como… —dejé que mi voz se desvaneciera. May frunció el ceño, y la mirada de
Santos se posó en mí con la fuerza de todo su corazón.

—¿Alguien cercano a ti? —preguntó Santos—. ¿Alguien te lastimó?

Los ojos de Creed se llenaron de preocupación y rabia, enviando una calidez


por mi cuerpo. Pero él no dijo nada. El me dejaría contar mi propia historia.

Solo había una historia que diría, si pudiera.


Capitulo 23
Traducido por Angie

—P
ero todos ya saben que soy tuya —le dije a Asher esa
140
noche.

Me sentí aliviada cuando devolvió mis llamadas. Su


silencio era mas aterrador que cualquier cosa que
pudiera decir.

—Eres mía, Joy —dijo, cuando me recogió en su auto, brillante y elegante en el


crepúsculo. Casi podía ver mi rostro en él, el reflejo de mi temor.

—No vuelvas a hacerlo.

Asher me llevó de vuelta a su apartamento y no prendió las luces.

Lentamente, como si me estuviera seduciendo, empezó a desnudarme pieza por


pieza hasta que estuve completamente expuesta. Sólo la pulsera del cuervo
rodeaba mi muñeca, fría contra mi piel desnuda

—Llevo puesta la pulsera. Nunca me la he quitado, ni una sola vez —supliqué,


esperando que todo esto de las velas que él estaba encendiendo, la manera
deliberada en que echó hacia atrás las sábanas de su cama, comenzara y
terminara solo con palabras. Palabras coléricas, palabras cortantes, palabras que
me reducirían a la vergüenza… pero solo palabras. Y luego me llevaría en sus
brazos y me abrazaría con perdón.

Sus manos tan dulces, sus movimientos calculados me hipnotizaron e incluso


envió un estremecimiento en mis más recónditos lugares. Este elaborado ritual
tenía que ver con lo mucho que me amaba. Él no estaría tan enojado si no lo
hiciera.

Me besó con fuerza, con tanta fuerza que mis labios dolieron. Luego puso su
brazo a mí alrededor y cuidadosamente me llevó a la cama.

El Zippo brilló en su mano, y fruncí el ceño ante lo extraño de que él encendiera


un cigarrillo en la cama.
En su lugar, encendió otra vela y sacó algo del cajón, una varilla delgada que
nunca había visto antes. La hizo girar constantemente a través de la llama.

—No me importa si alguien lo más sabe —dijo—. Solo me importa si tú lo


sabes, Joy. Me perteneces.

Él calentó la varilla, dándole vueltas y vueltas. Sobre un extremo eso tenía un 141

mango. Cuando el metal resplandeció, presionó el mango en mis dedos. Él


quedó esperando.

Negué con la cabeza y tiré de la sábana un poco más a mí alrededor, a pesar de


que era una noche de calor pegajoso.

—¿Qué quieres que haga con esto?

Asher apartó la sabana, exponiendo las venas azules que corrían alrededor de
mi cadera. Posó su mano sobre las mías.

—Quiero que escribas.

Cuidadosamente, trazó las letras de su nombre con un dedo en mi cadera. Sus


movimientos tan suaves me dieron escalofríos, incluso con el metal caliente en
mi mano.

Leí sobre chicas que se hacían cosas a ellas mismas a propósito, cortándose o
quemándose y marcando su piel para liberar el dolor de vivir.

Pero esto era diferente. Él quería poseerme. No solo etiquetarme con una
pulsera al igual que los investigadores etiquetaban a los cuervos. Él quería
marcarme.

Quería que yo misma lo hiciera.

—Joy, sabes que me lo debes.

Lentamente asentí, lágrimas amenazaban con caer. Él no tenía que decir más.
Podría destruirme, a mi papá, a mi familia. Si no encontraba un modo de
complacerlo, esto solo sería el comienzo.

Y al mismo tiempo, yo sabía lo que tenía que hacer

Podía sentir el calor, el aroma a finos vellos quemados, pero no sentía otra cosa
más que la descarga eléctrica mientras trazaba la primera letra.
A.

Presionaba lo más cerca que podía sin tocar demasiado, sólo lamiendo el aire
por encima de mi piel, justo chamuscando la superficie.

—Cerca —dijo, acercándose a mí.


142
—No espera, lo puedo hacer —susurré, empujando el metal un poco más cerca.
Pude no haber oído el crepitar, si no hubiese contenido un grito

Entonces perfilé a fuego las letras de su nombre, una por una. Pude ver cómo
alguien podía volverse adicto a esto, negociando una especie de tortura por
otra. El dolor al rojo vivo ahogó el grito de mi espíritu.

S.

H.

Cada letra bordada y trazada con nervios despertando. La cara de Asher era
una mezcla de horror y fascinación. Fascinación por mi obediencia. Horror, tal
vez, de tener ese tipo de poder sobre mí.

E.

Cada línea burbujeaba cuando la sangre empezó a correr por la superficie,


inflamando las quemaduras en una rítmica y palpitante cadencia. No era sólo la
piel, eran los músculos, los tendones y por debajo de los huesos, la conexión de
los tejidos que llegaron hasta mis piernas, estómago y corazón. El sudor caía
por mi frente, contando cada segundo antes de quemar la última letra.

Entonces lo deslicé en una curva.

La expresión de Asher cambió de fascinación a rabia en una fracción de


segundo mientras golpeaba la aguja fuera de mi mano. Cayendo al suelo.

—¿No puedes deletrear mi nombre sin joderlo? —Gritó.

Se levantó y se dirigió al baño abriendo el grifo al máximo. De repente, el


completo alarido de mis nervios me golpeó mientras trataba de ponerme de pie.
Hielo. Agua. Mi garganta estaba demasiado seca para clamar por ellos.

—Sanará —supliqué, lagrimas caían por mi rostro—. Lo arreglaré. Lo intentaré


de nuevo.
Asher arrojó una toalla mojada en mi mano, y la sostuve contra mi cadera para
escapar de la negrura que bloqueaba mi visión. Él tenía una pomada para
quemaduras lista. Me envolvió con las sábanas y me dio agua, tal vez para que
no entrara en shock. La pomada redujo el dolor a una ampolla chamuscada. La
quemadura se curaría, pero dejaría una marca.
143
Más tarde, después de que Asher hubiera cubierto mi cadera con mordeduras y
besos, y se quedara dormido, recorrí con mis dedos las letras que había hecho.

ASHES.

Me había reducido a cenizas36

Y ahora me levantaría.

***

—¿Alguien cercano a ti? ¿Alguien te lastimó?

La pregunta de Santos flotaba en el aire, penetrando el tejido cicatrizado de la


vergüenza que ahora sentía. Había mentido por omisión porque la verdad seria
irrefutable. Si Asher me hubiera golpeado, tendría algo tangible.

Pero no lo hizo. Él nunca puso un dedo sobre mí, sólo palabras. Tan terribles
como pudieran ser, por mucho que me dolieran, sólo fueron palabras.

Asher no me lastimó esa noche. Lo hice yo misma.

—Mmm —respondí. No estaba lista para derramar mis secretos.

Hasta donde sabían, podría ser cualquier cosa o nada en absoluto. Yo quería
que siguiera siendo así.

—Puedes contárnoslo cuando estés lista —dijo Creed.

Incluso May tenía los ojos muy abiertos, como si ella pudiera imaginar lo que
llevaría a una chica como yo, Burbs, a las calles a vivir en la mierda, la basura y
el cambio considerable. Santos jugaba con los cordones de sus zapatos,
raspando un patrón de un lado como si estuviera tratando de limpiar sus
propios recuerdos.

36
Cenizas: hace referencia a ASHES (en inglés significa cenizas)
Pude ver el tipo de fuerza que operaba aquí que los mantenía a todos unidos.
En casa, habían cortado mis alas y luego me enjaularon, por lo tanto no podía
permanecer allí. Aquí ellos se vendaban las alas rotas los unos a los otros,
ayudándose a volar. Contarles la verdad haría que me echaran para siempre.

—Sí, alguien cercano a mí —dije, conteniendo mi respiración.


144

Creed asintió. Él ya sabía esta parte.

—¿Alguien te golpeó o algo así? —preguntó Santos suavemente—. ¿Más que


eso?

Seguro. También podría ser. Nadie creería que las palabras podrían ser tan
dañinas como los puños. Ni siquiera yo lo creía.

—Lo que vi fue suficientemente malo —dijo Creed suavemente.

Asentí.

Entonces Creed me llevó a sus brazos, su centro de gravedad y gracia. A


continuación todos me rodearon, llorando y sufriendo, unidos no por la sangre,
sino por el dolor.

—Carajo —susurró Santos. Él acurrucó su hurón cerca de su pecho y se quedó


mirando al fuego, como si estuviera reviviendo un recuerdo demasiado terrible
como para hablar.

Contuve mi aliento. Todos lo hicimos, esperando a que Santos dijera más,


quizás que contara su historia. Pero Santos se limitó a sacudir la cabeza y dejó ir
a Faulkner.

—Jodida… mierda.

Nadie hizo la pregunta, una que Santos no podría eludir con palabras rápidas o
pies rápidos.

Sin embargo, yo era diferente aquí. Puse mi cabeza en su hombro.

—Santos.

—¿Sí? ¿Qué pasa?

—¿A dónde vas, cuando sales por la noche?

Y ahí mismo, crucé la barrera invisible.


Creed resultaba ilegible en la llama ardiente. El rostro de May se congeló. El
código en la calle era respetar mutuamente los secretos. Y aquí estaba yo,
rompiendo el silencio.

Santos se puso de pie, recogiendo a Faulkner de la arena.

—Está jodidamente frío aquí afuera. —Ni una sola vez me miró mientras le 145

daba a la arena una fuerte patada en dirección al fuego. Luego se marchó hacia
el muelle.

—¡No tenias que rociarnos con la maldita arena! —gritó May—. Ahora
probablemente sea demasiado tarde para tomar un autobús —murmuró—. La
puta brillante idea de alguien.

Tenía hambre y estaba cansada y repentinamente no era ni remotamente capaz


de lidiar con todo esto. Solo quería salir de aquí. El momento que compartíamos
definitivamente se había esfumado mientras caminábamos por la colina y
contemplábamos los muchos kilómetros por delante.

***

Santos comenzó a regresar más y más tarde, con profundas ojeras y más
delgado a pesar de que May le ofrecía pasta de Café Flora y café con leche.
Dondequiera que él hubiera estado, no le pregunté.

Cuando May regresaba del trabajo de modelaje, me lanzaba:

—Sería bueno si encontraras alguna manera de contribuir en lugar de sentarte


sobre tu culo todo el día.

Creed ya ni si quiera me defendía. En cambio, excusaba a May.

—Ella sólo quiere que lo logres en la calle, ¿sabes? Hará frío pronto, y esta casa
será un bloque de hielo.

Era fácil pensar en todas las razones por las que debería defenderla. Se me
ocurrió una sola razón por la que podría querer defenderme, y no había nada
seguro en eso. Desde que habíamos estado juntos en la piscina, él no había dado
ninguna señal de que pensaba en mí como algo más que una hermana, y tal vez
otra boca que alimentar. Fruncía el ceño cada vez que me veía utilizando mi
medicamento, pero yo seguía diciéndole que no era gran cosa.

Él tenía razón.
Sabía lo siguiente que tenia que hacer.

146
Capítulo 24
Traducido por cherry.lips

—N
o estoy muy segura de esto —dijo May a medida que
147
caminaba delante de una hilera de piedras rojizas a la luz
del atardecer—. ¿Estás segura? Quiero decir, a ellos no les
importa que lleve a una chica más… de hecho, Julián se puso muy
emocionado…

Julián era el contacto de May para su trabajo temporal con estudiantes de arte.

—Estoy segura. —Mi madre tomó una clase de arte con modelo vivo, Así que
¿Qué tan malo puede ser?

—¿De todos modos, cómo te metiste en esto?

—Había un anuncio en la escuela, y lo respondí. “Estudiantes en busca de


modelos para arte anatómica, debe estar dispuesto a quitarse la ropa...”

—¿Quitarse la ropa?

Mi cicatriz. Verían mi cicatriz. Y May también lo haría.

—No dijiste nada acerca de quitarse la ropa.

—¡Bueno, por supuesto que tienes que quitarte la ropa, cabeza hueca! Es por
eso que lo llaman arte anatómica, tienes que hacerlo si quieres dibujar una
figura. ¿Sabes lo que significa desnudo, ¿no?

—Sí, pero no sabía que desnudo y yo jamás tendríamos algo en común frente a
una sala llena de gente.

—Son artistas —replicó ella—. A ellos no les importan tus pechos caídos.

—¡Yo no tengo los pechos caídos!

May se echó a reír.

—Oh, un punto sensible, ¿eh?

Alguien se asomó desde una ventana del segundo piso. Alentado por el insulto
de May, le grité:
—¡Métete en tus asuntos!

—Mira, no tienes que hacerlo. Puedes regresar en este momento y le diré a


Julián que eras demasiado cobarde, pero en serio, es buen dinero, y una ducha
gratis, y no es como si tuvieras que fo…

—Sí, pero lo bastante cerca. 148

—Está bien —dijo May—. Vuelve. Sólo te estoy llevando porque Santos y yo
pensamos que necesitas un trabajo, aunque a Creed no le importa un carajo si te
sientas a comer bombones todo el día. Él puede encontrarte un trabajo. Pero
tarde o temprano, sería bueno que ayudes en lugar de permanecer todo el rato
haciéndole ojitos a Creed.

—Yo no le hago ojitos —murmuré—. Es como un hermano. Al igual que tu y


Santos, ¿verdad?

—Sí. Claro. Sólo ten cuidado. No lo jodas y luego vuelvas a los suburbios. Si lo
haces, uno de nosotros va a matarte. —Cuando lo dijo, ella no parecía mala o
amenazante. Ella sólo miraba asustada.

—Santos y yo, tenemos algo más que sexo. Él es. . . nos cuidamos el uno al otro.
—May se detuvo, mirándome con una seriedad mortal—. Cuida a Creed, ¿de
acuerdo? Porque ninguno de el resto de nosotros puede. No como tú.

¿Cómo yo?

Pero estaba equivocada, nada había pasado entre nosotros desde la noche en
que fuimos a nadar. Aún dormíamos en el mismo colchón, pero en vez de
acurrucarse a mi lado como lo hacía antes, Creed dormía en el extremo más
alejado dándome la espalda. Cuando le pregunté más acerca de sus padres, él
respondió con un silencio sepulcral. No. May no podía estar más equivocada
acerca de Creed y yo.

—Por cierto —dijo ella—. Él no quiere que te traiga aquí, pero no te atrevas a
contarle que te lo dije. Tendría que suicidarme.

—¿Por qué te dices eso? —exigí, demasiado molesta como para considerar el
resto de lo que estaba diciendo—. ¿No te das cuenta lo mucho que hablas de
matarte?

May rodó los ojos.


—Dios, estás empezando a sonar como Creed. Sólo estoy bromeando.

—Bueno, no es gracioso. El suicidio no es una broma.

—Jódete. No me vengas con todo eso de líneas de ayuda al suicida.

Nos detuvimos en un edificio en forma de U, donde un tipo alto y flaco, con


149
ojos saltones y cabello rubio despeinado nos dejó entrar al apartamento del
primer piso, extrañamente brillante después de vivir a la luz de las velas.

—Hola —Él sonrió, sosteniendo la cara de May entre sus manos y dándole un
beso húmedo en la mejilla—. La trajiste. —Sus redondos y espeluznantes ojos
viajaron de arriba a abajo recorriéndome. Tuve un mal presentimiento sobre
esto.

—Tú debes ser Julián —le contesté, cruzando los brazos sobre mi pecho antes
de que pudiera echar un buen vistazo. Algo que sucedería muy pronto, supuse.

Le dio una palmadita en el culo a May cuando ella entró, y ella no respondió, ni
siquiera para darle la mirada fría que estaba acostumbrada a esperar. Una
mirada de Creed lo enviaría aullando como un perro golpeado. Los seguí
dentro del apartamento.

Una media docena de muchachos sudorosos desde estudiantes de primer año


con barba de chivo, hasta perpetuos seniors, amontonados en la sala de estar,
con blocs de dibujo cubriendo sus piernas. Julián puso su mano sobre el
hombro de May como si estuviera asegurándose que cumpliera con su
demanda. Pero la conocían, muy bien. Cada uno de ellos echó un frío guiño en
su dirección, entonces sus miradas aterrizaron en mí.

—¿Quién es tu amiga? —Un tipo regordete con un corte de cabello Fauxhawk37


y un anillo en el labio preguntó. Él no duraría ni diez segundos alrededor de
Maul, habría afeitado su pelo antes de que Fauxhawk pudiera llamar a gritos a
su mamita.

May me lanzó una mirada por encima del hombro como diciendo, No me
arruines esto. No sería ni la mitad de compasiva que Santos cuando hice que nos
echaran del Mercado Red Apple, pero tal vez más indulgente que Creed cuando
se enterara de que estuve aquí.

37
Fauxhawk: corte de cabello en forma de cresta larga
Julián comenzó a sacar el suéter de sus hombros, pero May lo esquivó.

—Primero una ducha.

Julián hizo una mueca, y el nivel de testosterona en la sala aumentó hasta lo


sofocante.
150
—¿Qué hay de tu amiga?

—Ella también se dará una.

Fauxhawk se inclinó hacia delante.

—¿Juntas?

—Vete a la mierda —dijo May. Tomó algo de la mano de Julián y luego se


dirigió hacia el vestíbulo—. Vamos, Triste.

Me alegré de salir de la bruma de ojos y detonaciones inminentes en la sala de


estar. El pequeño cuarto de baño olía claramente a muchacho y trajo una
avalancha de recuerdos. Mis hermanos. Pobre Jonah. No sabía qué era peor, su
creencia de que había sido secuestrada o que lo había dejado a propósito. ¿Qué
pensaría mi hermano mayor Jesse si me viera ahora?

May me dio la espalda. Ella hurgó en su bolso, agarró algo y lo acercó a su


rostro, inhalando fuertemente.

—¿Qué fue eso? —Ni siquiera estaba segura de haber visto algo. Ella volvió el
agua sumamente caliente.

—¿Qué? —Ella siguió desvistiéndose, vaqueros agujereados caídos alrededor


de sus caderas, camisola y bragas tres tallas más grandes. Huesos sobresaliendo
de su pecho como palillos de dientes, sostenidos por un collar de huesos
afilados

—Deja de mirarme —ladró.

No era de extrañar que pareciera gorda para ella. Una de sus piernas delgadas
podría partirse por la mitad con tanta facilidad como un pedazo de leña.

El espejo del baño se empañaba mientras ella entraba en la corriente caliente, y


me senté en el inodoro esperando mi turno.
—¿Qué esta llevando tanto tiempo? —gritó uno de los chicos a través de la
puerta, en medio de abucheos de los demás—. Chicas, no hagan nada que yo no
haría.

De repente recordé el apartamento de Asher. Siempre me duchaba después de


estar juntos, dejando que el vapor borrara mi imagen en el espejo y el agua me
151
quemara antes de desaparecer por el desagüe. Nadie me había visto alguna vez
desnuda a excepción de Asher.

Pero eso no era nada parecido a lo que estaba haciendo ahora.

Pronto llegó mi turno. Escondí la pulsera en mi pila de ropa y maniobre la


toalla para cubrirme hasta que me metí en la ducha. El agua caía sobre mi piel,
lavando un tipo de suciedad para poner otra. El calor pinchó mis cicatrices.

May estaba de pie con una toalla a su alrededor, untándose corrector.

—Ponte en movimiento. Cada minuto que estás ahí es dinero por el desagüe.

—Quiero estar limpia por fuera, por lo menos —repliqué. Ella no me hizo caso,
luego secó el vapor para poder delinearse los ojos de negro.

Alguien golpeó la puerta.

—¡Dense prisa allí dentro!

—¡Mantén tu maldita calma!

May me dio el delineador de ojos mientras me envolvía en una mullida toalla


pero con un ligero olor a moho.

—Bien, así que no tienes las tetas caídas. —Resoplé, y ella sonrió—. A ellos les
va a encantar.

El cumplido me revolvió el estomago.

Cuando salimos al vestíbulo, Julián le entregó un fajo de billetes a May. Ella


hojeó los billetes, y luego se los devolvió.

—Esto no es suficiente.

Me sentí aliviada. Yo sabía que no era lo suficiente para mí como para sacarme
esta toalla, no importaba lo grueso que fuera el fajo.
—Oh, vamos —Julián intentó persuadirla—. He añadido algo extra para tu
amiga, además de que un par de personas no están aquí esta noche… —Él me
dio una sonrisa lasciva.

—Eso es mentira. Veinte dólares.

¿Veinte dólares? ¿Estaba dispuesta a vendernos por sólo veinte dólares más? 152

—¿Estás bromeando? —solté—. ¡Cincuenta!

—Cállate —susurró May con los dientes apretados.

—Cuarenta —dijo Julian sin pestañear.

—Está bien, cuarenta —le dije. May me envió una mirada de entero
agradecimiento.

Julián volvió a los chicos para recaudar más dinero.

—Deben estar desesperados —me dijo en voz baja.

—Tal vez nunca pediste lo suficiente.

En la sala de estar, el equilibrio de poder inclinaba ligeramente por los cuarenta


dólares adicionales. Fauxhawk hizo un comentario estúpido de May y de mi en
una provocativa pose, cualquier pose provocativa. May le dijo que se fuera a la
mierda, no nos pagaron lo suficiente como para hacer eso. Julián le dirigió uno
de esos silenciosos mensajes de, cierra la puta boca, y eso quedó resuelto.

Los chicos pusieron una canción emo que haría a Creed romper su guitarra
contra la pared, y Julián estableció la desbastada lámpara halógena para
proyectar sombras extrañas… Había una colchoneta de yoga en el centro de la
habitación, claramente sólo lo suficientemente grande como para una de
nosotras o una persona delgada y otra a punto de desaparecer.

Observé como la cara de May pasaba de molesta a en blanco. En la piscina con


Creed y Santos, May nadaba con su camiseta, pero aquí, ella se quitó la toalla
tan fácilmente como si lo hubiera hecho mil veces.

Más dinero no lo hacia más fácil para mí. La música tronaba y gemía, y los
chicos apenas podían contenerse. Ellos estaban contentos con un poco de carne
fresca. Una vez que deje caer la toalla, mantuve mi mano sobre mi cadera hasta
que Julián dijo:
—Oye, ¿puedes mover eso?

Lo hice.

Y hubo susurros de: perverso, y maldita sea, y eso es hardcore.

Incluso May miró para ver lo que tenia a todos los chicos irritados. Sus ojos se
153
agrandaron cuando cayeron sobre mi cadera, cicatrizado pero aún crudo y
rosado.

No dije nada, cuando nos estábamos preparando para marcharnos, o cuando


May recogió otros diez dólares de Julián, quién dijo:

—Trae a tu amiga de nuevo la próxima vez.

Nos vestimos en el baño, la mezcla emo todavía golpeaba mis oídos. La


sensación sucia estaría allí incluso si fregaba, fregaba y fregaba. El delineador
de ojos se había corrido, pero por lo demás parecía exactamente lo mismo, un
fantasma, destripado de adentro hacia afuera.

May no dijo nada cuando vomité en el baño o cuando tomé dos grandes
bocanadas de mi inhalador. Ella no me preguntó acerca de las palabras que
ardían en mi piel. Pero ella sabía lo suficiente como para asumir que un imbécil
en mi pasado me lo había hecho. Ella no sabía que fui yo el imbécil.

Cuando salimos, todos se habían ido a excepción de Julián y algunos otros,


Fauxhawk no, pero un igual de entusiasta seudo-artista que metió sus manos en
los bolsillos y no dejaba de mirar entre May y yo y sus zapatos. Tal vez quería
una mirada más cercana de mi cicatriz. Bueno, él no tendría suerte.

Me dirigí a la puerta sin reconocer a ninguno de ellos. May no me siguió.

En cambio, ella se reunió con Julián y susurraba con urgencia. Esta vez no.
Espera. Ella susurraba entre dientes, y Julián estaba inquieto como un resorte. El
otro perdedor siguió examinando sus cordones, con las piernas temblando,
como si de un momento a otro saltaría sobre mí, mientras May discutía con
Julián, con voces más fuertes ahora. Julián quería que se quedara, no, quería
que las dos nos quedáramos, y pagarían extra. Una gran cantidad extra, y May
podría agradecerme a mí y a mi negociación por eso. Deberíamos estar
agradecidas de que no llamaran a la policía, ya que probablemente acabaríamos
con una hoja de antecedentes penales de un kilómetro de largo si él hubiese
levantado el teléfono.
—Vamos, May, regresemos a casa.

Julián soltó un bufido.

—Como si tuvieran un hogar a donde ir. ¿Duermes bajo un puente en estos días
May?
154
—¡Vete de aquí, Triste! ¡Sólo vete! —May no me miró.

La conversación cambió y ella comenzó a negociar los términos.

—Olvídate de ella. Sólo olvídala. Así que son ustedes dos. ¿Cuánto dinero dices
que tienes?

Entonces ya había salido. Estaba vomitando de nuevo, ahora en los arbustos


delante de alguna casa de ladrillos y empecé a toser como si mis costillas
estuvieran camino a agrietarse.

No tenía idea hacia dónde iba, simplemente sabía que no quería estar allí con
ella, con lo que sea que podría suceder después.
Capitulo 25
Traducido por Estefi

M
e propuse pasar a través de las oscuras calles de Capitol Hill.
155
Cada sombra formaba la silueta de Apestoso, aunque no lo había
visto desde que Creed pateó su culo en el parque. Pero ahora me
sentía muy vulnerable como el día en que llegué.

Era viernes por la noche, por lo que Broadway estaba eufórica. Creed podría
estar aquí en algún lugar, tocando en las calles o en uno de los clubes.
Probablemente estaría en Neumos, quizá en White Lava o Chop Suey.

El callejón oscuro detrás de Chop Suey pasó por mi mente, y mi memoria


destrozada como la botella que Asher había roto contra la pared. La única pieza
que quedaba era Creed, sus palabras impresas en mi mente para siempre.

Lo encontré, pero me convertí en su responsabilidad, al igual que había sido la


de Asher, y antes de eso, de Jesse. Lo que realmente quería, era no ser una carga
para nadie. Solo ser real y verdaderamente libre.

Santos estaría fuera, también, aunque no tenía idea de dónde empezar a buscar.
Tomé aire y me dirigí hacia las luces.

Los mendigos estaban en masa, pidiendo monedas de cinco y diez centavos


mientras los peatones pasaban. Una de las chicas que creí haber visto con Maul
estaba cerca de la salida de la farmacia sonriéndole a cualquier chico que
pasaba por delante y, en ocasiones a las chicas, también. La sensación de
pesadez se alojó en mis pulmones mientras pensaba que podría llegar a estar
haciendo May de regreso en lo de Julián. Habíamos hecho mucho dinero ¿no es
así? ¿Porqué ella pensaba que debía hacer más?

El torbellino de mis pensamientos casi me cegó de Maul, rodeado de su


pandilla. Una de su harem se acercó, una chica nueva de no más de catorce
años, flaca y pecosa y todavía con ropa limpia, le susurró al oído.

Ella no lo vio venir, y yo tampoco. Su mano cruzó su cara de un golpe lo


suficientemente poderoso como para noquearla.
Me sentía aturdida, como si acabará de golpearme a mí. Observé para a ver si
alguien haría algo, llamar a la policía o por lo menos decirle a Maul donde se
podría ir.

Entonces, un sentimiento extraño se apoderó de mí, una envidia que me


impactó.
156

Todo estaba tan claro para ella, ¿no lo entendía? Podía irse y nadie la culparía.
Las cosas nunca habían sido tan sencillas para mí.

Pero no lo hizo. Era como si nada hubiera sucedido, o como si Maul le hubiera
hecho una broma. La niña no lloraba. Ni siquiera reaccionaba. Ella simplemente
se puso de pie en sus piernas pecosas y le susurró al oído nuevamente.

Tenía que encontrar a Creed

Maul y su pandilla bloqueaban mi camino, así que tomé el callejón, lleno de


botes de basura y gente demasiando drogada como para fijarse en mí. Estaba
más oscuro aquí, la luna se reflejaba en los charcos de agua que chasqueaban
cuando pisaba con mis zapatillas. El agua penetró a través de los agujeros, y un
pensamiento aislado osciló por mi mente: Tendría que preguntarle a Santos si
podría conseguirme otro par de calcetines.

Y así como así, vi su cuerpo en el callejón, más adelante, apoyado en una puerta
e iluminado por el halo de la luna.

—¿Santos? —dije, avanzando hacia él—. ¡Santos! Estoy tan contenta de que
estés aquí.

Entonces vi que había otra persona.

La figura saltó. Ambas saltaron. Bajo la luz de la luna. Con mi voz aun haciendo
eco en el callejón, ellos desaparecieron dentro del edificio como dos oscuros
fantasmas.

Llegué a la puerta, y estaba cerrada, tal vez era la entrada de algún club, cerrada
desde el interior.

Golpeé la puerta.

—¿Santos? Soy yo, Triste. ¿Estás ahí?


—¡Cierra la puta boca! —gritó alguien, y un objeto pasó zumbando junto a mi
hombro. Una botella de vidrio estalló en el pavimento a unos metros de
distancia, la etiqueta todavía se aferraba patéticamente a los fragmentos.

—¿Que esta pasando aquí? —Un policía o Maul, quien sabe, pero me largué, sin
parar a preguntarme si realmente había visto a Santos o si se trataba de un
157
producto provocado por la adrenalina. Más allá de la universidad, más allá de
la hilera de puertas con multitudes de personas, pasando cafés y bares, pasando
toda la noche borrosa. El teléfono celular que había apagado hacía mucho, de
repente comenzó a sentirse pesado en mi bolsillo. Podría hacer una llamada y
poner a fin a todo esto.

Si tan solo no significara renunciar a Creed.

No me detuve hasta que oí la música, tristes acordes de guitarra respaldados


con un duro rasgueo de graves, que habló a mi corazón con tanta claridad como
si Creed hubiese pronunciado mi nombre. Me encontraba aquí, fuera de Chop
Suey. De alguna manera mis pies habían conocido el camino, incluso si mi
cerebro no lo hacía. No había fila, sólo un aburrido seguridad que me echó un
vistazo y sacudió la cabeza.

—Estoy buscando a mi amigo —le dije, sin aliento.

—Sí, claro. Eso es lo que todos dicen.

—No, de verdad. ¿Conoces a Creed?

—¿El chico alto? ¿El que toca la guitarra?

—Sí. ¿Esta allí dentro? —Mi corazón latía tan rápido, que podría haber
agarrado al gorila de seguridad y quitarlo de mi camino. Su indiferencia era
exasperante.

Se encogió de hombros.

—Estaba. No sé si todavía está allí.

—Sólo necesito hablar con él. Si no está, saldré de nuevo.

Él gruñó, y luego me dejo entrar al caluroso club.

Al principio, no pude ver a nadie, las luces en el interior eran de color rojo y
destellaban alrededor de la sala a un ritmo frenético. El latido de mi corazón
coincidía con el ritmo de los graves, mientras buscaba a Creed. Sería por lo
menos un cabeza más alto que cualquier otra persona.

Me pareció ver el tipo del EMP. Por lo tanto, este era el show del que Creed
tanto hablaba, ¿la razón por la cual el tipo de la entrada nos dejo entrar gratis?
Tendría que preguntarle más tarde qué clase de conexiones tenía con la escena
158
musical underground38 de Seattle. Más de lo que pensaba.

Mientras exploraba la multitud vi una cara conocida, pero no era la que yo


estaba buscando.

Mi pulso cambio de agitado a cámara lenta al ver ese rostro.

Asher.

Empecé a preguntarme si tal vez era yo quien había inhalado algo en lo de


Julián, si me estaba cayendo en un agujero de conejo y en una pesadilla.

Y al lado de Asher, estaba Neeta.

Permanecían juntos en la roja penumbra, se veían exactamente igual como lo


hicieron hace seis meses cuando vinimos aquí juntos, al igual que el pasado y el
presente y el futuro, colisionando en caos.

Todo el aire se fue de la sala, mis pulmones estaban en una jaula de hierro.

La pulsera del amuleto de cuervo parecía apretarse alrededor de mi muñeca.


Pajarito. Incapaz de volar. Los dioses del inframundo me identificarían en sus
garras.

Tenía otro lugar adonde ir. Me di la vuelta y choqué con un pecho familiar, un
cuerpo que conocía y un alma que buscaba.

Era Creed. Caí en sus brazos, llorando y respirando con dificultad, como si todo
en mi cuerpo entero estuviera rompiéndose.

38
Underground: es un término de origen inglés con el que se designa a los movimientos contraculturales
que se consideran alternativos, paralelos, contrarios o ajenos a la cultura oficial.
Capítulo 26
Traducido por Taly

C
reed me abrazó con fuerza. Su cuerpo me protegió de Asher, del club, de
159
todo, excepto de su propia voz.

—Shhh —continuaba susurrando, en mi cabello, mi oído, mi frente y


dejando frotar sus labios contra mi piel. El alivio me inundó, llevándose todas
las emociones que había experimentado en las últimas veinticuatro horas.

Él me sacó de la lucha.

—Vamos —dijo suavemente—. Ven conmigo

Tropecé a ciegas hacia la parte posterior de la sala, mirando sobre mi hombro


para ver a Neeta y Asher en la multitud. ¿Estaban solos? Asher parecía
enfadado. Atento. Sujetando los brazos de Neeta como si ya le perteneciera. Ella
era mi inocente amiga, demasiado inteligente para involucrarse con alguien
como él. ¿Qué estaba pensando Neeta? ¿Iba a hacer con ella lo que había hecho
conmigo?

Creed me condujo por una puerta trasera que nunca había visto antes, por el
callejón, donde un remolque se equilibraba sobre una formación de bloques de
cemento agrietados. Bajo la luz de la luna, me quedé sin aire y tomé dos
desesperadas bocanadas de mi inhalador de emergencia, luego expectoré hasta
creer que iba a vomitar.

Los brazos de Creed todavía me abrazaban cuando nos metimos en el


remolque, iluminado por una pequeña lámpara color verde oliva. Había
aperitivos por todo el suelo, botellas vacías de cerveza y botellas de agua
cubrían el mostrador. Me acomodó en un destartalado sofá, que olía a sudor y
alcohol, pero se sentía confortable y acogedor con Creed a mi lado.

Cuando mis sollozos cesaron, él puso gentilmente su dedo debajo de mi


barbilla. Yo había estado esperanzada y esperando por esto desde el principio,
pero ahora que estaba aquí, no podía creer que estaba ocurriendo.

Su corazón latía lento y constante debajo de mi mano, el cable entre nosotros


tan tenso como una cuerda de guitarra. Moría por romperse.
Mi aliento salió en espirales irregulares. Estábamos completamente solos en el
remolque, sin aire, solo nuestra propia respiración, la música amortiguada por
la puerta y flotando en el remolque como una bruma.

Él me miraba. Midiendo el momento. ¿Podía sentir la tensión enrollada en mi


interior, a la espera de ser puesta en libertad?
160

—Triste —la manera en que Creed, dijo mi nombre, sonaba como una plegaria.
—. Triste. ¿Qué pasó? ¿Por qué no estás con May? ¿Dónde estabas?

No confiaba en mí para responder. No cuando estábamos aquí, en este sofá,


juntos, cuando yo deseaba tanto poder saborearlo. Sus ojos permanecían en mí.

Y entonces la historia se precipitó en una avalancha. Cómo yo no estaba


contribuyendo, cómo me había marchado con May a lo de Julián, cómo la había
dejado allí, o tal vez ella me había dejado. No podía decir más, sólo que no
podía quedarme. No pude. Y le conté lo que Maul hizo, y como vi a Santos, en el
callejón, sólo que no estaba realmente segura de si era Santos, y él me dejó sola
y asustada y luego estaba corriendo al club y directo a Creed.

Pero había obviado la parte más importante: haber visto a Asher.

Después de lo que conté en la playa, sabía lo que Creed haría si ahora veía a
Asher por ahí. Él ya había peleado por mí una vez y lo volvería a hacer si yo se
lo pidiera.

La escena se desarrollaba en mi cabeza, mitad sueño, mitad pesadilla: Creed


arremetiendo fuera de este tráiler y en el club con una solo cosa en su mente.
Matar a Asher.

Y yo quería eso.

¡No, no quiero eso!

Porque entonces Asher sabría que yo estaba aquí. Y tendría que regresar. . . .

No.

Las cicatrices quemaron debajo de mi ropa. La pulsera se cerró en mi muñeca,


como si supiera que Asher estaba a sólo a un centenar de metros de distancia.
Mientras la llevara puesta, él tendría algún tipo de dominio sobre mí.
Creed no dijo nada, pero me di cuenta de que su cuerpo tenía una pesadez en
él, también, otra especie de desesperación y deseo.

—¿Por lo tanto May se encuentra todavía con Julián?

—Sí, eso creo.


161
Sus labios se apretaron en una delgada línea.

—Creed —dije en voz baja —. ¿Quieres que me quede?

Sus labios se entreabrieron. Podía sentir su corazón palpitar contra mi pecho. Él


estaba tan cerca.

—¡Creed!

Golpes en la puerta me sobresaltaron, y Creed se apartó como si lo hubiera


quemado. Un tipo redondo con unos cuantos días de barba asomó la cabeza por
la puerta

—Oh. Uh, lo siento. Tú sigues en un par de minutos.

Creed asintió con la cabeza hacia él y luego se volvió hacia mí con un


movimiento torpe.

—Sí, se supone que tengo que tocar con la banda esta noche. Es bastante genial,
están buscando a alguien para que toque con ellos en los espectáculos locales…

Mi aturdimiento me hacía difícil escuchar. Escondida en este remolque con él,


podría fingir que nada de esto estaba sucediendo. Él no había estado a punto de
besarme.

—¿No te gustaría venir a verme? ¿Lo harías? Hay un área de camerinos detrás
de la cortina, por lo que podrías pasar el rato allí…

Asher todavía estaba allí. Por lo tanto también mi mejor amiga.

—Puedes ver el escenario y la multitud —estaba diciendo Creed—. Nadie


podrá verte…

Limpió una lágrima debajo de mi ojo y luego me condujo hasta los bastidores.
Estaba envuelta en la oscuridad, a salvo por ahora.

Creed estaba en su elemento, con una guitarra eléctrica prestada atravesando su


estómago y sus dedos encontrando la melodía. Su voz inundando el micrófono
como un cálido líquido penetrando profundamente en mi sediento y congelado
cuerpo. No fueron las palabras que dijo, sino el modo en que las decía, como si
todo en su corazón estuviera saliendo, amplio, hermoso, verdadero y
tocándome en el lugar que yo quería que él conociera, pero no podía
enseñárselo.
162
Para él, ese lugar estaba aquí, sobre el escenario, haciendo música. Y de repente
pude ver lo que su futuro le deparaba, donde su camino se dirigía.

Él ya conocía su primer amor. ¿Por qué me necesitaría?


Capítulo 27
Traducido por Taly

E
sa noche, cuando Creed envolvió sus brazos a mí alrededor antes de
163
dormirme, me obligué a apartarme. May llegó más tarde. Santos no
llegó en absoluto.

A la mañana siguiente, encontré a Santos tragando su café y alimentando con


aperitivos del día anterior y rosquillas a Faulkner.

—Oye —le dije, mi boca se movía como algodón.

—¿Estas…?

—¿Dónde está Creed? —me interrumpió.

—No lo sé. Él no estaba aquí cuando desperté.

Fue entonces cuando recordé. Hoy, tenía una misión.

—Oye, Santos, necesito tu ayuda con algo. ¿Conoces alguna buena casa de
empeño?

***

Santos y yo nos dirigimos a la Plaza Pioneer, la parte más antigua de Seattle,


donde los edificios de la época de la Fiebre del Oro competían con los nuevos y
relucientes rascacielos y la población sin hogar prácticamente superaba lo
normal.

—Nunca debes ir al mismo lugar dos veces —aconsejó—. Hay numerosas


tiendas, y la última cosa que quieres es ser recordado.

Cuando llegamos a la tienda, le entregué la pulsera.

—Santa mierda… un ojo de la cara —susurró, sosteniendo la pulsera de oro


blanco. Valdría más en la caja de Tiffany, pero esto es todo lo que tenía.

El cuervo se burló de mí con sus ojos de rubí. Estaba contenta de deshacerme de


él… de deshacerme del dominio de Asher en mí… para bien. Esperaba que ese
maldito elemento no volviera a atormentarme, al igual que los cuervos que aún
bombardeaban en picada a los investigadores de la Universidad de
Washington.

Santos lo examinó más de cerca, leyendo la etiqueta de pajarito en la placa.

—Sí, puedo obtener buen dinero en efectivo por esto.


164
Esperé fuera y traté de mezclarme con el paisaje. Cualquiera podría
identificarme, la chica de cabello blanco-azulado y negros ojos, incluso si nadie
sabía mi nombre.

Después, caminamos por la costa.

—Yo quería preguntarte —comencé con nerviosismo—. ¿Te vi anoche? ¿En el


callejón?

Santos desvió la mirada y se encogió de hombros, su rostro ilegible hasta que vi


sus manos… marrones y fibrosas, las venas parecían a punto de estallar con lo
que sea que estaba escondiendo.

—Tal vez. Estaba mendigando en Broadway…

Le estreché la mirada.

—Anduve casi todo el camino por Broadway y no te vi… sin embargo vi a


Maul.

—Sí. Ese imbécil —murmuró, confirmando el sentimiento que todos nosotros


teníamos sobre él—. También lo vi.

Comenzó a caminar más rápido, pero igualé su paso.

—No te había visto allí.

—Quizás estaba tomando un desvío en el callejón o algo así. —Puget Sound se


extendía por debajo de nosotros y envió viento con aroma a pescado en
nuestros rostros.

—Pasé por el callejón para evitar a Maul —le dije—. Yo estuve ahí. Te vi.

De repente, Santos pateó un gigante buzón azul de correo, causando que el


público que nos rodeaba diera un salto hacia atrás.

—¡Tú no has visto un carajo! Sólo déjalo como está, ¿sí?


Retrocedí tambaleándome. Creed estaba en lo cierto. Había secretos que
guardar, incluso en la familia.

Realizamos nuestro camino de regreso a Broadway sin decir mucho. Había casi
olvidado lo de la casa de empeño cuando Santos metió su mano en el bolsillo.

—¡Bueno, así que… no vas a creer esto! —Él se detuvo, justo en el cruce de la 165

calle Pine, y me tendió un fajo enorme de billetes de diez y veinte.

—¡Me dieron casi trecientos malditos dólares por tu pulsera! Lo que significa,
que es como una cuarta parte de lo que realmente cuesta. ¿Dónde demonios
conseguiste eso?

—Um, alguien me lo regaló. —Mi muñeca parecía mucho más ligera ahora que
ya no estaba. El dinero no se sentía tan pesado, ya que sabía exactamente qué
hacer con él.

—Si tienes a alguien que simplemente te entrega algo como eso, no entiendo
por qué andas con nosotros.

Pensé en la pregunta.

—Pues, ¿Dime por qué tu estas con nosotros?

—Mejor que estar bajo la tutela del Estado. —Lo dijo como si fuese un título, no
mejor que la basura en la calle—. Obviamente, tú nunca has estado en acogida.

Negué con la cabeza.

—Entonces tienes suerte.

—¿Cómo es?

Santos lanzó un silbido.

—Yo viví como en diez sitios diferentes en dos años… ninguno de ellos bueno.
Es como la esclavitud infantil, eso es lo que es. Maldito abuso infantil. Y lo peor
es que te mueven o te envían de regreso con tus jodidos padres en un
santiamén. Prefiero vivir en el abismo del infierno con mi familia callejera que
perderme en esa pocilga otra vez.

El olor de Dick`s a papas fritas flotaba en nuestra dirección. Por lo general,


Maul y su pandilla pasaban el tiempo fuera del stand, pero hoy no se los veía.
Faulkner metió su rosada nariz en la capucha de Santos para tomar una larga
bocanada.

—Amigo, tienes suerte de que no cobren honorarios de un buscador —dijo


Santos sonsacado—. De lo contrario estaría yendo allí a comprarme una
montaña de esas papas.
166

Le sonreí, había sido perdonada, eso esperaba.

—Vamos, compraré algunas.

Media hora después, Santos y yo estábamos comiendo nuestras papas fritas y


trepando por el agujero debajo de las escaleras. Fue entonces cuando
escuchamos los gritos.

—¿Qué diablos estabas pensando? —gritó Creed—. ¿Qué crees que quería?

La voz de May replicó aguda y temblorosa.

—¡Ella ha estado aquí sentada sobre su culo todo el día y no hace un carajo para
contribuir!

Una pausa.

—¡Ella quería hacer algo, Creed! ¿Cuál diablos es tu problema? No eres su


dueño.

Algo se estrelló.

—¡No eres dueño de ninguno de nosotros!

Botas pisando fuerte por el suelo.

—No tenías derecho.

—¡Vete a la mierda! Sólo porque no puedes proteger a tu madre no significa


que puedes controlarnos.

Seguí a Santos por las escaleras e irrumpió en la cocina, pero los gritos habían
cesado.

Los encontramos en la sala de estar. Creed inclinado sobre May, quien era un
ovillo pequeño en el sofá, con sus ojos hinchados y enrojecidos.

—¿Qué está pasando? —exigió Santos—. Vas a alertar a todo el vecindario.


—Creed piensa que es mi maldito padre —atacó May desde su posición.

Yo sabía de qué se trataba. Era sobre mí, y lo que había sucedido anoche en lo
de Julian.

—Creed, escucha —comencé.


167
—¿Qué? —Él explotó, y me di cuenta que nunca lo había visto estallar por algo.

—¿Vas a decirme que querías desnudarte para un grupo de perdedores y luego


follarlos? ¿Eso es lo que querías?

Fue como si me hubiera golpeado. Al igual que las palabras que utilizaba
Asher. Sentí un ardor en la garganta.

—¡No!

—Entonces, ¿qué?

Ahora era el momento.

El fajo de billetes sobresalía en mi bolsillo. Lo saqué rápidamente y lo arrojé en


medio de todos nosotros, dólares revolotearon al suelo en un montón mientras
todo el mundo observaba la pila sin aliento.

—Oh, Dios mío —dijo May.

Lo que sea que habían estado discutiendo había llegado a su punto final.

—¿De dónde viene eso? —demandó Creed.

—No importa de dónde viene… es mi contribución.

Estaban demasiado aturdidos para decir algo, también fascinados por el


montón de dinero para gastar.

—Tal vez, por una vez podamos comer algo que no proceda de un cubo de
basura —dije con cansancio.

—Tengo al menos la mitad —dijo de May, cuando encontró nuevamente su


voz—. He estado a tu disposición durante semanas.

Santos:

—De ninguna maldita manera, he estado mostrándole todo el lugar,


consiguiéndole sus calcetines, y enseñándole como vivir aquí.
Creed:

—Santos, ¿qué hiciste? ¿Dónde diablos pudo conseguir tanto dinero?

Santos comenzó a dar marcha atrás, y la conversación se dirigió en una


dirección totalmente nueva con ellos tres yendo en ella.
168
¡Es su contribución!

Tú la trajiste aquí, es tu responsabilidad.

Deberías haberle dicho simplemente que no podías esconderla aquí desde el principio.

Ella nos lo debe.

Esperen, todo el mundo, sólo deténganse.

—Me cansé de todo esto —dije.

Todavía estaban luchando cuando me fui a la habitación. Discutiendo sobre mí.

La voz de May era aguda y chillona, la de Creed como el ruido sordo de una
línea grave y la de Santos interpuesta. Las palabras desaparecieron en una
confusión de sonidos, me tumbé en el desnudo colchón y observé las partículas
de polvo elevarse en el aire. La nitidez mohosa pinchado mi nariz, los peligros
de vivir en una casa usurpada con goteras. La pelusa negra creciendo en los
rincones húmedos estaba comenzando a afectarme.

Tomé un largo suspiro de mi inhalador, luego lo cambié por uno nuevo. El peso
de todo presionó sobre mi pecho.

El cansancio se apoderó de mí, y perdí la noción de la discordia de abajo hasta


que algo punzante y fuerte me sobresaltó. ¿Golpes en puerta?

Luego voces masculinas, no de Creed o de Santos.

Casi me atraganté con el aire. Más gritos seguidos de un lento crack, como
huesos en flexión y luego rotura.

Un grito… May, ¿May estaba gritando? ¿Qué estaba pasando?

—¿Creed? —Llamé por las escaleras.

—¡No! —Alguien gritó en medio de una riña. Algo golpeó la pared con un
repugnante ruido sordo.
Tuve que obligar a mis pies moverse… hacia abajo por las escaleras, sobre las
tablas podridas donde pude ver la sala de estar. No era Creed y Santos en
absoluto.

Pensé que deshaciéndome de la pulsera me libraría de la maldición, en lugar de


eso sólo trajo una nueva.
169

Oh, Dios mío. ¿Cómo nos encontraron?

Maul y su pandilla llenó la sala de estar y Maul tenía a Creed clavado en el


suelo.
Capítulo 28
Traducido por Taly

L
a sala era un caos total. Una sangrienta mata de pelaje yacía en un
170
cúmulo contra la pared, inmóvil. Maul retenía a Creed hacia abajo
mientras uno de los otros le daba puñetazos en el estomago a Santos.
Otro se apoderó de May, mientras ella pateaba y gritaba. El dinero estaba por
todas partes… bajo Creed, en el suelo.

Una delgada muchacha con el cabello marrón y grasiento, ¿A quién Maul


golpeó? Estaba reuniendo, dólar por dólar, en una pila marchita.

—Ah, mira quién está aquí —dijo Maul cuando me vio. Un escalofrío se
arrastró por mi columna. ¿Lo habíamos conducido hasta aquí? La idea me hizo
jadear con miedo.

—Te lo dije —dijo en voz baja—. Deberías haber venido cuando lo pedí
amablemente. Ahora tendrás atenerte a las consecuencias.

—¡Mantente jodidamente lejos de ella! —gritó Creed. Él era todo brazos,


piernas y fuerza, intentando levantarse del suelo como un cangrejo volcado,
pero no era rival para la fuerza bruta de Maul. Maul alzó el puño y lo dejó caer
con fuerza contra el costado de la cabeza de Creed. Sentí el dolor en mis
entrañas.

Antes de darme cuenta, yo estaba yendo a la carga directamente a por Maul,


como una guerrera chica ninja dispuesta a darle una patada en la cabeza.
Alguien salió de la nada y me sorprendió en pleno salto, pero la sorpresa de eso
fue suficiente para dejar a Maul fuera de balance. Creed se escurrió por debajo
de él y agarró una tabla de la suciedad de esquirlas en el suelo.

¡Paf! Golpeó la cabeza de Maul con un terrible crujido.

Trastabilló por el golpe, pero él era como un árbol golpeado con sólo una rama.

—No deberías haber hecho eso, Creed.

El muchacho que estaba sosteniéndome apretó sus manos, presionando las


cadenas de su chaqueta en las hendiduras de mi columna. De pronto me sentí
entumecida, al igual que mi cerebro estaba sacudiéndose fuera de mi cabeza.
Un estallido se produjo por encima de mi oreja y en mi ojo, mi cráneo, mi
mandíbula. Él me golpeaba. La negrura estaba envolviéndome. En cualquier
momento me desmayaría por la impresión. Mi visión se convirtió en un haz de
luz y sonido, dando vueltas.

Creed estaba mirándome. Le sostuve la mirada forzando lejos a la oscuridad, a


171
pesar de que ahora sentía un hilo caliente a causa del estallido.

No te dejes ir, me dijeron sus ojos. Lo escuché.

Vagamente, me espabiló Santos luchando con alguna otra rata de Maul,


gritando puta madre, pero incluso su destreza no podía ayudarle a escapar. May
estaba inerte como una muñeca de trapo en los brazos de su captor. Tal vez ya
ni siquiera trataba de conseguir liberarse.

La chica harapienta de Maul terminó de recoger el dinero, todo lo que quedaba


de los dominios de Asher sobre mí. Quizás era lo mejor para deshacerme de él
por completo.

—Puedes quedarte con el escondite —oí decir a alguien—. Simplemente déjalos


ir. —Era Creed. Aun tratando de protegernos, incluso cuando era totalmente
impotente.

Maul se echó a reír, con una tos cruel. Esto hizo que el zumbido en mi cerebro
se contrajera.

—Sí, tomaremos el escondite, pero no vas a salir tan fácilmente. Otro violento
golpe y Creed estaba en el suelo, sosteniendo su cabeza. Mi propio dolor se
convirtió en un bajo bramido de pánico.

—Eso debería mantenerte durante un tiempo —Maul se paseó en mi dirección.

—¿Te crees tan difícil? Sí, va a ser divertido dañarte, niña invisible.

Me resistí a la tentación de arrancar su dedo con mis dientes. El líquido de mi


frente rodaba hacia mi barbilla y goteaba sobre las tablas del suelo.

—Tu cabello luce bonito. ¿Te lo hizo May? —La voz de Maul era como un clavo
oxidado raspando mi piel lentamente—. Ella es buena en eso —se rio—. Hay
tantas cosas en la que May es buena. O tal vez no te diste cuenta. Quizás ella
intenta pasar de página, pasando el rato con ustedes compositores.
Especialmente tú —escupió en dirección a Creed.
¿Creed todavía permanecía en el suelo… noqueado? ¿Planificando un ataque?
No sabría decir. Había cuatro de nosotros y cinco de ellos, pero había sólo una
chica. Sabía que ella no aguantaría mucho en una pelea. Los demás, cada uno
de ellos apresando uno de nosotros, eran tan grandes como Maul.

Maul tocó mi mejilla.


172

—May solo viene a mi cuando quiere algo al instante… que es más de lo que
crees, Miss Sunshine. No estoy tan seguro de querer más su lealtad, ahora que
tú estás aquí.

—¿Lo dices enserio? —Sonaba la voz de May, dura, como la noche que la
conocí. Sarcástica. Uno a uno, levantó los brazos del chico con arrogancia,
mientras que él la dejaba caer al suelo.

—Estoy hasta la médula de estas porquerías. De hecho, puedes quedarte con


esta mierda de casa, incluso me quedaré contigo.

—May —advirtió Santos.

—¡Cierra la puta boca, Pantsos39! Estoy harta de tu maldita auto-justicia cuando


estás tan lleno de mierda que ni siquiera es gracioso. Eres tan malo como Creed.
Me enfermas, eso es lo que haces. Así que ni siquiera intentes mandarme.

A través del espeso túnel, vi el rostro de Santos, el dolor ondeando en mi cabeza


reflejado en sus ojos.

—¿Qué estás haciendo, May? —Era mi voz, pequeña e insignificante.

May resopló.

—Eso sí que es gracioso, Burbs. Tú defendiendo a alguien además de tu propio


y patético culo gordo.

Se volvió hacia Maul, que la miraba con una amplia sonrisa, y le dio un beso
lento y mortífero.

—Por favor, dime que no va a quedarse. Ella es la persona más jodidamente


molesta que he conocido en mi vida. Si ella se queda… en serio, Maul, tienes
que deshacerte de ella. Ella es un maldito parásito.

Él le devolvió el beso, con hambre, y luego golpeó su rostro. Fuerte.

39
Nombres como Pantsos se dan por falta de razones hereditarias.
—No me diga qué hacer.

Una marca reluciente, florecía en un lado de su rostro, pero sólo parecía


extenderse por su mejilla.

—¿Quieres que me quede? Entonces sácalos de aquí.


173
Creed se levantaba del suelo, apenas firme sobre sus rodillas.

—May.

—¡Tú cállate la boca, Creed! Eres el más grande hipócrita de todos nosotros.
¿Crees que nos estás protegiendo cuando ni siquiera puedes proteger a tu
propia madre. Ella está allí y tú estás aquí, fingiendo como si fueras un salvador
en un caballo blanco y dirigiendo a todos como si fueras el propio Jesucristo y
jugando con nuestras emociones. Ni siquiera puedes contar la verdad porque
estás demasiado asustado. ¿Qué clase de idiota hace eso?

La mandíbula de Creed cayó abierta como si le hubiera asestado un golpe.

May arrastró a Maul hacia las escaleras con una mirada que reconocía, la misma
que había visto en las chicas de Maul cuando acampaban en las calles, haciendo
pucheros y sonrientes. ¿Era verdad o mentira? ¿Cada vez que ella salía de la
casa, Creed y Santos se habían preocupado de que volviera drogada o peor. Ella
tiene una historia con Maul, Santos había dicho. Ahora lo estaba viendo de
primera mano.

La pandilla de Maul nos rodeaba no muy seguros de qué hacer con nosotros.

La chica harapienta se apoyó contra la pared como si estuviera contenta de no


ser ella quien subía las escaleras.

—Maul, ¿qué quieres que hagamos? —gritó el chico que sostenía a Santos.

Maul y May doblaron la esquina en el dormitorio donde estaba el colchón, en el


que había dormido con Creed durante los últimos dos meses. Ahora
desaparecería.

Todo lo que conocíamos, desaparecería.

—¡Sáquenlos de aquí! —Rugió Maul. Seguido de una risita ahogada.

—Aquí, llévense sus mierdas —llamó May por las escaleras, deslizando la
funda de la guitarra de Creed desde un rincón con su pie.
La mano de Maul aterrizó sobre su rostro, golpeando su cabeza contra la pared
con un Crack.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo?

—Lo siento, yo…


174
—¿Alguien necesita una guitarra?

La pandilla lanzó un gruñido. La chica harapienta levantó la vista como


queriendo hablar. Lo que ella quiso decir se perdió, debido a un movimiento
rápido y despiadado, Maul abrió la funda y pateó su contenido por las
escaleras, donde chocó y se agrietó y, por último se detuvo.

Creed y yo continuábamos mirando los pedazos de la guitarra cuando Santos


nos tomó por los brazos.

—¿Qué diablos están esperando? ¡Nos están dejando ir!

Sonidos de risas ahogadas y gemidos flotaba desde el dormitorio como


partículas de polvo, pasando por el nauseabundo aroma del cuarto de mierda y
la arrebatada cocina y las desvencijadas escaleras que conducían al sótano y
fuera de la casa abandonada que nunca volvería a ver…

La voz de May se escurría tras nosotros, y finalmente conocí su poder de la


calle.

Ella acababa de utilizarlo para traicionarnos.


Capítulo 29
Traducido por Cherry.lips

C
on Creed entre nosotros, Santos y yo lo arrastrábamos hacia algún lugar,
175
cualquier lugar, para que pudiera recuperarse de la brutal paliza de
Maul. Su boca había dejado de sangrar, pero ahora un moretón negro se
extendía sin cesar por su mandíbula. ¿Dónde iríamos ahora?

Mi cabeza aún palpitaba por el golpe, pero no me sentía tan mal como parecía
Creed.

—Como te decía —dijo Santos—. Tendríamos que llevarlo al New Ho´s. Él


podría quedarse un tiempo allí, tienen un médico.

—No —se quejó Creed—. No iremos al refugio.

—¿Qué carajo? —Santos tropezó y casi perdió su control sobre Creed, que era
tan pesado como Santos y yo juntos.

—No —tosió Creed como si uno de sus pulmones hubiera colapsado. Sangre
fresca brotaba de un corte en su labio—. Triste —dijo con voz ronca—. Ella no
estará a salvo allí.

—¡Al diablo Triste, amigo! ¡Necesitas ayuda!

—Creed, escúchame —le dije, esperando que no pudiera oír la desesperación en


mi voz—. No tengo que ir. Santos puede llevarte, y puedo esperar por ti. Puedo
pasar el rato… —¿Dónde podría pasar el rato? ¿Todavía tenía el poder para
ocultarme a simple vista, ahora que tantos enemigos me habían visto?

—Tal vez deberías volver a casa —susurró Creed.

Lo ignoré. Ya no se trataba más acerca de volver casa. Ahora se trataba de él.


Regresar a casa significaría perderlo para siempre.

No. Se necesitaría mucho más que ser echados a patadas del escondite para
separarnos.

—Podrías ir al refugio, al menos por un tiempo. Puedo cuidar de mi misma.


Miré sus manos, las mismas que habían rasgueado suavemente su guitarra y
me envolvían hace sólo unas horas atrás. Estaban temblando, como si todo se
desmoronara a su alcance.

—Eso es todo lo que necesito —suspiró—. Primero May, luego tú.

—A la mierda May—la voz de Santos se quebró a través del aire lluvioso con 176

un sollozo—. Ella se puede ir al infierno, si ella quiere quedarse con Maul en


lugar de con nosotros. Ella puede… —su voz se apagó, perforando el mismo
sentimiento guardado dentro de mi. ¿Qué pensaba que estaba haciendo? A
Maul no le importaba si vivía o moría. ¿Ella no sabía eso?

—Ella lo hizo por nosotros —dijo Creed en voz baja.

Santos escupió en el suelo, mirando en otra dirección, pero no antes de que


viera las lágrimas que estaba tratando de ocultar. Faulkner estaba muerto. Su
mejor amigo, su familia, lo había traicionado.

—Eso es puro teatro, y tú lo sabes. Ella ha estado escabulléndose y saliendo con


él desde hace semanas. Tal vez no has estado prestando atención. Has estado
demasiado ocupado tratando de sacudir la casa con Triste aquí.

Creed no dijo nada, sólo cerró sus ojos, con dolor o vergüenza, no lo podría
decir. Nadie sabía mejor que yo que Santos estaba equivocado. Pero Santos no
había terminado.

—Todo lo que sabemos, es que May los llevó directo a nosotros.

— ¡Basta! —Gritó Creed, antes de caer débilmente entre nosotros.

Cuando llegamos al autobús que se dirigía el centro, la gente abrió paso a tres
inadaptados empapados por la lluvia y el espíritu quebrantado. Santos se sentó
en su propio banco, mientras que yo me acurruqué con Creed, intentando y
fracasando para mantenerlo caliente. El temblor se extendía ahora, mientras lo
sostenía, su cabello chorreaba sangre y lágrimas.

El refugio estaba a sólo unas cuadras de distancia de la Space Needle 40 y el


EMP, donde Creed me había llevado. Parecía tan lejano ahora, incluso los
alocados colores brillantes y metálicos del santuario de todas las cosas
musicales, parecía gris bajo el cielo otoñal.

40
Space Needle: es una torre en Seattle, Washington y es un símbolo de esa región del país.
Una multitud ya se estaba formando fuera del refugio, niños que había visto en
Capitol Hill y otros que no, algunos de ellos parecían carne fresca. Rechonchos
y limpios, con los ojos muy abiertos en el enfrentamiento, los tropezones y la
gran nube de humo elevándose por encima del grupo. ¿Parecía tan ingenua,
cuando vine por primera vez?
177
Se notaba quienes eran los voluntarios, a pesar de que trataban de mezclarse
con ropa de segunda mano y una postura sencilla. Un adulto con una camisa de
franela y pantalones vaqueros se acercó. Parecía como si hubiera visto una
buena cantidad de mierda. Uno de sus ojos vagaba en todas direcciones detrás
de sus gafas Rockabilly41, como si hubiese sido noqueado y ahora se mantenía
en la búsqueda de un lugar para quedarse.

—Hola, Ron. —Creed asintió con la cabeza hacia él, tratando de ponerse de pie
por su cuenta. Escondí mi rostro antes de que el hombre pudiera verme mejor.

—Hola —dijo Ron—. ¿Cómo va la música?

Creed se encogió de hombros.

—Va bien. —Creed era un terrible mentiroso. Ron se limitó a mirarlo, con sus
locos ojos errantes. Era como un cíclope. Me di cuenta que no iba a conseguir
mucho más allá de él.

—Estás tan lleno de mierda —dijo Santos, golpeando a Creed en el brazo—.


Oye, Ron. No vas a creer la mierda que nos ha pasado hoy. —Y Santos se lanzó
a su manera de hablar rápidamente, mientras que el hombre escuchó.

—Maul… y le dio una paliza… Creed pateo su trasero… Y la guitarra se hizo


añicos… echados del escondite… y ahora él está completamente jodido. —Todo
menos lo que ocurrió con May.

Pero Ron debía saber que algo estaba pasando, porque aquí estaba Creed y
Santos conmigo en lugar de May. Los tres eran inseparables.

—Sandy esta dentro con ropa limpia y comida para las chicas —dijo Ron hacia
mí—. Puedes situarte en la fila justo ahí. Así podrás limpiarte, y echarle un
vistazo a ese corte.

Toqué el costado de mi rostro y salió un hilo de sangre.

41
Rockabilly: es uno de los primeros subgéneros del rock and roll. Contribuyó enormemente al
desarrollo de su estilo.
—Uh, gracias. —¿Cuántos segundos se necesitarían para que alguien me
reconociera de mi vieja foto?

Quería quedarme con Creed, pero ahora no había nada que pudiera hacer por
él.

Santos debía haber leído mis pensamientos. 178

—No te preocupes, voy a cuidar de él.

El ojo vagó hacia mí y me estremecí. Ese ojo podía ver cosas. Tenía que salir de
allí ahora.
Capítulo 30
Traducido por Cherry.lips

R
egresé a Capitol Hill. Era peligroso, pero familiar. Sabía dónde no ir
179
para estar fuera del camino de Maul. Evitaría Broadway, sin lugar a
duda, el estaría allí y sus chicas saldrían a atraer una captura para la
noche. Me estremecí al pensar en May. ¿Estaría por ahí, también, o Maul la
conservaría para si mismo?

¿Quieres que me quede? Entonces sácalos de aquí.

El dolor estaba tan mezclado con el shock, que recordé cada palabra. Ella quería
morir, lo decía todo el tiempo. ¿Esta era su manera de terminar el trabajo?

La única cosa que tenía que hacer era ir donde Maul jamás iría.

La iglesia detrás de la universidad de la comunidad estaba iluminada como un


árbol de Navidad. Era domingo por la noche, Jesús descansaba en las iglesias
de todo el país. Mis hermanos y yo habíamos asistido a la iglesia miles de veces,
escuchábamos hablar de los discípulos, de personas sin hogar que
deambulaban por los alrededores sanando a los enfermos y resucitando a los
muertos.

Aquellos eran poderes que realmente podrían hacer algo en la calle.

Había una obra de construcción en el próximo lote, casi terminada, y de repente


me di cuenta que tenía el mismo logo de New Horizons en un cartel: futuro
sitio de refugio para adolescentes de vivienda transitoria.

Maldición. Estas personas estaban por todas partes.

Si me quedaba lo suficientemente cerca de la pared de ladrillo de la iglesia,


podría evitar el goteo constante de la lluvia. Una tos intensa me envolvió. La
capucha de mi sudadera no era suficiente para mantener la humedad y el frío
de la lluvia, pero era suficiente para protegerme de la corriente de gente que
entraba y salía por la puerta lateral de la iglesia, mientras me acurrucaba para
esperar la noche.

Creed estaría bien, me dije. Estaba casi de pie cuando me marché. Santos le estaba
hablando a Ron que era todo oídos, escuchando cada historia más escandalosa
que la anterior. Las historias eran la moneda de la calle, aunque la verdad no lo
era, y Santos tenía en abundancia.

Una mujer salió de la iglesia, una típica madre, baja, con una cara redonda y
cabello gris desordenado, me descubrió con una sola mirada.

—¿Quieres entrar? —preguntó con una sonrisa, una irresistible que sería mi 180

perdición si lo permitiera.

Negué con la cabeza y tosí.

—No, gracias.

Ella asintió con la cabeza.

—Bueno, si decides quedarte, hay sopa y galletas dentro. —Ahora que lo


mencionaba, podía sentir el aroma a tomate tibio flotando por la puerta abierta.
Ella se detuvo, probablemente esperando a que cambiara de opinión. Ron y esta
señora de la iglesia, eran la clase de persona que harían perder mi invisibilidad
y me guiarían directamente a lo que había dejado. No, gracias.

Unos minutos más tarde, salió con un paquete de servilletas y una taza
humeante. La servilleta estaba llena de galletas de chocolate con crema, los
bocadillos favoritos de Jonah. La taza estaba llena de sopa minestrone42 y olía
tan bien que podría llorar.

Tragué la sopa y las galletas, pero ella aún no se marchaba. Mi madre hubiera
salido, dejado la comida y retirado con elegancia. Pero esta madre se quedó
observándome con una mirada de cuervo.

—Aquí enfrente, eso será un refugio pronto. ¿Sabías algo al respecto?

Asentí con la cabeza.

—Uh-huh.

—Pero hasta entonces, hay un par en el Distrito Universitario y otro no muy


lejos de aquí.

Yo sorbía la sopa, esperando a que terminara y se fuera.

—Gracias.

42
Minestrone: es una especialidad de la cocina italiana similar a una sopa elaborada con vegetales de la
época del año.
—Puedes lavarte aquí, si quieres. Hay un cuarto de baño al final del pasillo.

Plomería real, ahora eso si me atrajo.

La seguí al interior del edificio, veinte grados más cálidos que en el exterior, y
se detuvo en un armario de madera para sacar un edredón color gris oscuro de
tela que se parecía más a una bolsa de papas que a un abrigo. 181

—Puedes tener esto también. El baño está justo allí.

Todo sobre esto me resultaba tan familiar y casi reconfortante, ofreciendo la


otra mejilla y preguntándome qué haría Jesús. Yo sabía que él vino a liberar a
los cautivos.

Después de escapar de la seducción acogedora de la iglesia, me acurruqué fuera


en un respiradero de un apartamento. El abrigo era lo suficientemente
espacioso para acurrucarse, con un bolsillo secreto para guardar el teléfono y el
inhalador que había logrado agarrar antes de que Maul y su banda se
presentase.

Me dormí con el sonido de gritos y sirenas y el aroma embriagador de la


frescura del Snuggle43, recordándome a J3 y la forma en que se arrastraba a mi
cuarto después de haber tenido un mal sueño y llenaba mi nariz con una mezcla
de pelo sudoroso y suavizante para ropa. Teníamos la ropa limpia, los martes y
los viernes, como un reloj. Incluso nuestra colada sirvió para confinarnos.

Un cuervo graznó meciéndose desde un cable de teléfono, depositando su


inmundicia antes de lanzarse a por un poco de algo sobre la calle. Pero las cosas
han cambiado, le dije silenciosamente al cuervo. He cambiado.

Algunas de las personas sin hogar abordaron trenes y emigraron, lo sabía. Sin
embargo, se necesitarían cientos de kilómetros y dólares para ir a donde nunca
fueran encontrados. Donde nunca me encontraran, y a Creed, y a Santos. ¿May?
Ella había hecho su elección de vivir con los chicos malos en vez de morir con el
bien. Tal vez ella estaba escogiendo la muerte de cualquier manera.

Cuando desperté, Regresé al refugio New Ho´s. Era lo suficientemente


temprano como para ver el cielo rojo del amanecer, presagio de un día
tormentoso.

43
Snuggle: Nombre comercial de un suavizante para telas.
Creed estaba sentado solo en la acera, con sus brazos en la postura de la
guitarra. Sin ella, se veía como una sombra, la pantomima44 su poder anterior de
la calle. Ver una parte de su pérdida trajo lágrimas a mis ojos. Contuve otra tos.

Apenas me reconoció con el abrigo de papas, pero cuando lo hizo, se sintió


aliviado de verme.
182

—¿De dónde sacaste eso?

Sonreí cuando me senté a su lado.

—De una mujer de la iglesia.

—¿Te dio un abrigo gratis? ¡Inscríbeme! Tal vez tienen una guitarra de
repuesto. —Se echó a reír, un pobre intento de cubrir el hueco dejado por su
ausencia—. O podrías comenzar a cantar conmigo. Porque sabes que la gente
paga buen dinero para escuchar a alguien cuya voz está en un nivel
fantásticamente, apestoso, ¡Ay!

Él retrocedió ante mi falso golpe y se froto un punto en sus costillas. Podría


pelear con Apestoso por su cuenta, pero enfrentarse a Maul y toda su pandilla
era un asunto diferente.

—¿Estás bien? ¿Algo roto?

Él negó con la cabeza, y me di cuenta de lo limpio que estaba, afeitado y oliendo


a jabón. Tenía mejor aspecto luego de pasar una noche en una verdadera cama.

—Nah. El médico dijo que sólo tengo un par de contusiones en las costillas, ojo
magullado, mandíbula magullada, mano magullada, ego herido…

Él me enseñó su mano, el negro y el púrpura de sus nudillos se extendía a sus


dedos.

—Por lo menos no tendrán que tocar durante un tiempo, porque esto duele
como el infierno. Vamos, salgamos de aquí.

Caminamos durante unos minutos sin hablar antes de darme cuenta que faltaba
algo.

—¿Dónde está Santos?

44
Pantomima es un trabajo dramático que se enfoca a la representación de una línea o historia
mediante la mímica-(expresiones, gesticulaciones y movimientos corporales).
Creed se envolvió más en su campera guerrillera.

—Se fue.

—¿Te dejó? ¿Después de que Maul te cagara a golpes?

—Bueno, no me cagó a golpes, exactamente.


183

—¿Dónde se fue?

—A trabajar.

Tosí con disgusto.

—¿Qué demonios?

—¿Cagar? ¿Demonios? Te estás volviendo tan grosera en estos días.

—¡Cállate!

—Sólo comentaba. Entonces, ¿Dónde pasaste la noche? ¿En la iglesia? —Él


estaba conteniendo una sonrisa.

—¡No! De ninguna manera. Afuera en un respiradero de alguien, en realidad.


Un edificio de apartamentos.

La sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.

—No puedes hacer eso. Es demasiado peligroso. Alguien podría encontrarte


y… no quiero ni pensar en lo que alguien podría hacerte. Podríamos ir a un
refugio. Podrías quedarte aquí, Triste, no es estatal, no hacen preguntas. Nadie
te va a entregar, nadie lo va a hacer.

—¿Cómo sabes eso? Ni siquiera sabes de lo que estoy huyendo. —Cuando lo


dije, sentí un cosquilleo de culpabilidad en los límites de mi conciencia y lo
empujé lejos, a veces ni siquiera estaba segura de mí misma—. ¿Por qué es tan
peligroso para mí? ¿Cómo si Santos saliendo a mitad de la noche no lo fuera?
Dime eso.

—Es diferente.

—¿Por qué es diferente? ¿A dónde se dirige? ¿Qué me dirías, si pudieras?

—No puedes preguntarme eso.

—¿Por qué no?


—Porque.

—¿Por qué, qué?

Creed se detuvo en el medio de la calle. El centro se estaba despertando, los


coches veloces iban aquí y allá en el laberinto de calles de un solo sentido en la
masa de tráfico confusa de Seattle. El olor del café recién hecho emanaba de un 184

Starbucks con los normales que entraban y salían de la bruma matutina. Creed
me miraba fijamente, un mundo de verdad en sus ojos.

—Porque no te pido que me cuentes todo. Confío en ti. Y voy a proteger a


Santos sin importar lo que pase. —Se inclinó más cerca, lo suficientemente cerca
para sentir su aliento en mis labios—. Al igual que te protegeré a ti.
Capítulo 31
Traducido por Taly

C
reed no me preguntó más acerca de los refugios nuevamente, pero
185
encontrar un sitio seguro para dormir era lo principal en nuestras
mentes. Además, los centros nos separarían, en chicas y chicos. Y no
quería separarme nuevamente de Creed.

No había muchas otras opciones. La música y la invisibilidad, no fueron de


mucha ayuda a la hora de encontrar un lugar cálido y seco. Apostamos por
nuevos posibles escondites, pero podría llevar semanas e incluso meses poder
encontrar algo sin una reclamación previa. Las construcciones abandonadas son
difíciles de conseguir a menos que tengas una banda para luchar por ellas, y
nosotros éramos tres, a veces, sólo dos. Había puentes para dormir bajo ellos,
parques, hasta que fuésemos expulsados por la policía, contenedores de basura
detrás de los edificios, todos ellos impregnados con la incesante lluvia de
Seattle.

Mi tos fue empeorando. Cuando no pude ocultarla por más tiempo, Creed
aceptó mi explicación, le dije que tenía un resfriado, lo cual era bastante común
en las calles. Además, él se centró en la búsqueda de un lugar donde vivir.
Consiguiendo suficiente dinero para comprar una caja de papas fritas por aquí
y un panecillo por allí. Evitando a Maul, que podría cambiar de idea y
perseguirnos hasta matarnos.

Apestoso estaba de regreso en escena y me sonrió desde lejos, con mi vieja


mochila en su hombro. Parecía sentir las cosas a su favor.

Vimos a May en las calles una noche mientras las nubes amenazaban con
estallar. Se veía más delgada y amarilla. ¿Moretones? ¿Drogas? Ella fingió no
vernos mientras se pavoneaba paseando con una nueva chaqueta y pantalones.

Antes que Creed pudiera detenerme, la llamé por su nombre.

Los tacones de sus botas rechinaron y se detuvieron. Se dio la vuelta, su cara


muerta, excepto por el odio ardiendo en sus ojos.

—Sólo vuelve a casa, Burbs. Es increíble que todavía no hayas conseguido que
te maten. No vuelvas a hablarme.
Limpió su nariz, dejando al descubierto su muñeca salpicada de pequeñas
heridas punzantes. Abrí la boca para decir algo, pero Creed habló primero.

—No te preocupes. No te molestaremos más. Pero tú sabes dónde encontrarnos.

—Debajo de un sucio puente por ahora —se burlaba ella—. Bueno, creo que
tomé la decisión correcta en su momento. —Miró por encima de su hombro, y 186

su postura cambió por completo, de desafío a deshecha en un santiamén—. Solo


déjenme en paz —susurró. Luego, los tacones volvieron cliquear en el
pavimento, más y más rápido hasta que se encontraba al otro lado de la calle y
en la misma cuadra, dirigiéndose a los clubes.

Sin May, Santos parecía a la deriva.

—Ella puede irse al carajo, o con Maul o quien sea con quien ella lo esté
haciendo en estos días —dijo, pero eso no cambió su expresión habitual, o la
forma en que comenzó a evitarme a mi y a Creed, y nuestro nuevo lugar
seguro, que cambiaba casi todas las noches, bajo el puente de la Universidad o
el caballete, escondido detrás de los viejos apartamentos de piedra rojiza.
Teníamos un mantel de plástico que Santos robó de algún restaurante en
Broadway, además de los últimos ejemplares de The Stranger o Seattle Weekly
que nos protegería del frío hasta que pudiéramos encontrar algo permanente.

Una noche Creed y yo temblábamos bajo el puente de la calle Olive. Abrí la


cremallera del abrigo de papas y su abrigo del Nuevo Ho`s y deslicé mis
brazos alrededor de sus costillas, más delgadas que nunca. Él también había
empezado a toser.

Puse mis labios cerca de su oído, esperando que mi aliento lo calentase.

—Desde el principio, no parabas de decirme que volviera a casa. ¿Qué piensas


ahora?

—Sigo pensando que deberías irte a casa. Si pudiera, te llevaría yo mismo.


Tiene que ser mejor que aquí.

Mi antigua vida parecía tan lejana, todo lo que estaba aquí, ahora, se había
apoderado. Esa muchacha que era entonces, Joy, ya no existía. ¿Fue la razón de
Creed de acabar en la calle mejor que la mía?

—¿Qué hay de ti? —le pregunté con voz ronca, tomando pequeños respiros
para evitar otra tos—. ¿Por qué no vuelves a casa?
Creed me jaló más cerca de él por lo que nuestros abrigos cerrados nos rodeaba,
como mantas. Nuestros rostros se tocaban, frente con frente, casi haciendo que
todo lo que nos rodeaba desapareciera bajo esta carpa de plástico, periódico,
cabello y aliento.

—He pensado en ello —dijo—. Podría ir a casa y vivir con ese idiota y mi madre
187
y todo volvería a ser como antes, y probablemente iría a la escuela y tocaría en
mi tiempo libre hasta también terminar como un imbécil, que toca la guitarra en
los cafés los fines de semana y golpea a su mujer por diversión. Entonces algún
día podría tener un niño pequeño para patear y tratar como la mierda así puede
crecer y ser igual que yo.

Se detuvo. Contuvo el aliento, y yo el mío. Por debajo de los abrigos, nuestros


corazones latían con el mismo ritmo salvaje como la sobrecarga de tráfico en
vibración.

—O…

—¿O qué? —susurré. Sus palabras hacían cosquillas en mis labios.

—O… podría quedarme aquí y cambiarlo todo. Contigo.

Fue entonces cuando sucedió.

Todo y nada, como lo había imaginado, como la primera vez que lo vi y vi el


futuro, todo envuelto en su cuerpo, contra mi cuerpo, labio inferior, labio
superior, piel, lengua y así todos, urgente, a la búsqueda, profundo y yendo
donde nunca habían ido antes.

Sus manos pasaban por mi cabello, suavizando mi piel y los lóbulos de mis
orejas, mientras que yo tocaba, su cara, su cuello y su cabello, todos aquellos
lugares que había estado esperando ver, sentir, probar. Podía sentir como
soltaba lo que llevaba consigo, encadenándolo con fuerza a su pasado de la
misma manera que se encadenaba el mío. Él ya no estaba tratando de
protegerme… incluso de sí mismo.

Ambos estábamos dejando que todo se liberara, como globos hacia el cielo,
estallando como los besos que me dio una y otra y otra vez.

Bajo el puente, el tráfico por encima de nosotros y los abrigos a nuestro


alrededor, corazones palpitando con la perfección estable de este momento,
pensé en cada palabra que nunca me había atrevido a pensar con él.
Futuro. Esperanza.

Y amor, mientras la lluvia disminuía a un goteo brumoso a través de la larga y


hermosa noche.

188
Capítulo 32
Traducido por Taly

D
espués de esa noche, todo sobre estar aquí, en la calle, encajó en su
189
lugar. Tal vez estábamos durmiendo bajo puentes y detrás de
contenedores de basura.

Tal vez nos estábamos congelando y mis pulmones estaban empeorando, pero
podía sentir mis capas de protección caer.

Creed también estaba diferente. Besándome había derribado el último muro


que había mantenido entre nosotros. A medida que nos acercábamos, ya no
podía ocultar las palabras que fueron grabadas en mi carne hace apenas unos
meses, a pesar de que eso fue hace toda una vida de distancia.

Cenizas.

Él las descubrió por primera vez con sus dedos. Suavemente trazado las letras,
ahora rosadas contra el trasfondo de mi tono de piel mientras yo contenía la
respiración, esperando por su juicio.

Y a continuación.

A continuación, las besaba, cada letra más suave que la anterior, hasta que cada
cicatriz fue tocada por él.

Le dejé creer que alguien me hizo esto, porque era demasiado doloroso contarle
la verdad.

Él no me preguntó de donde habían venido, solo se limitó a decir:

—Hay cicatrices que se pueden ver, y otras que no. Sabía que las tenías, Triste.

Luego me tomó en sus brazos, y lloré.

Me desperté con las mejillas de Creed presionadas contra las mías, con los
cuerpos entrelazados y cálidos entre ropa y abrigos. Ya era sábado. Sabíamos lo
que teníamos que hacer.

Los fines de semana, asistíamos a conciertos en los clubs Neumos, Chop Suey,
incluso al viejo local Crocodile, un club legendario que había lanzado un
montón de bandas de Seattle antes de su cierre y recientemente reabrió sus
puertas. Creed podía conseguir tocar en un concierto con el equipo de la banda
aquí y allá, y si tenía mucha suerte, el club le dejaba reemplazar a alguien. Los
rumores en las calles decían que Creed podía improvisar cualquier canción
después de oír sólo unas notas, al igual que mis amigos que te dejaban perplejo
tocando canciones del Rock Band para desbloquear la siguiente partida, pero de 190

verdad.

Me escondí en las sombras de los clubes, temerosa de ver una vez más a Asher
y aún desesperada por saber si le había hecho algo a Neeta.

Nos encontramos con Santos, que rezumaba de emoción, por el Croc45.

—Oye —dijo entusiasmado—. ¿Han encontrado un sitio donde dormir para


Halloween? He oído que va a haber esta gran fiesta en el almacén del distrito,
algún espacio alquilado con un DJ y bandas. Tal vez podamos colarnos en ella,
Creed, ¿tienes algún contacto?

Halloween. En estos días los escaparates de las tiendas a lo largo de Broadway


tenían de todo, desde peinados afros color rojo a esclavos en las ventanas,
Navidad para los monstruos y bichos raros. Ni siquiera había pasado por mi
cabeza, excepto que cuando más húmedo y más frío se volvía afuera, más loco
Capitol Hill estaba y más peligrosa la vida sería para mí. Santos me había
conseguido más medicamentos, pero no estaba segura si eso sería suficiente
para evitar la bronquitis, o peor aún, la neumonía.

Durante el día, Creed reunía experiencia e investigaba el panorama mientras yo


mendigaba por unos pocos dólares para conseguirnos alimentos hasta el
próximo concierto, que sería en una fiesta en una casa enorme donde
podríamos pasar la noche, o en uno de los remolques del club, con cojines
llenos de agujeros y pringoso, pero mil veces mejor que dormir bajo la lluvia.
Semanas pasaron de esta manera.

Santos nos acompañaba a veces, pero mayormente el encontraba otro sitio


donde dormir.

—Ustedes sigan adelante —nos dijo una noche—. Yo iré al refugio.

Creed no dijo nada, sólo lo miraba sombríamente.

45
Croc club Crocodile abreviado.
—¿Qué? —gritó Santos—. No me miren de esa maldita manera. Me largo de
aquí. —Se metió la mano en el bolsillo, y un paquete pequeño, cuadrado fucsia,
se deslizó de él.

Lo recogí y leí la etiqueta: proteger a Estados Unidos. www. plannedparenthood.com.

Me sonrojé un poco pensando en Creed, los besos, la piel y la cercanía, sin 191

embargo, seguía siendo inocente. No me había presionado en absoluto. Nada


parecido a Asher.

Santos lo arrancó de mi mano, y le sonreí.

—¿Así que es eso? —bromeé.

—¿Es por eso que no has estado con nosotros? ¿Tienes novia? ¿Qué hay de
May?

Recordé la forma en que se veía, la última vez que la vimos. Delgada y nerviosa,
pero vestida de punta en blanco. Ella había abandonado a nuestra familia. La
sangre tira más que el sexo o por lo menos, yo pensaba que así era.

Los ojos de Creed se encontraron con los míos, como si estuviera dándome una
advertencia.

Santos no nos miraba.

—Sí. Eso es todo. No se lo digas a May, ¿de acuerdo? Porque estamos un


poco… al carajo. Me largo de aquí.

Creed y yo nos dirigimos a Broadway por un par de cafés gratis y pan de limón
del día anterior de Starbucks, mi favorito en la calle o no, y caminamos hacia
abajo en dirección a Chop Suey para comprobar las filas. De Gravity Echo.
Universal Hall Pass. Symbion Project.

Dado que el tiempo había cambiado, los servicios sociales y personas de la


Iglesia estaban en pleno vigor con artículos de aseo y paquetes de alimentos,
bufandas y guantes elásticos defectuosos. Los sábados eran lo mejor. Siempre
había alguien repartiendo botellas de agua y latas de atún. Cuando Jesse aún
vivía en casa, habría estado entre ellos.

—Voy a ir a la universidad y ver si puedo colarme en las duchas —le dije a


Creed, tomando un buen mordisco de mi pan de limón.
Algunas migajas aterrizaron en mi labio, y él las apartó besándome.

—Sí. Sólo mantente fuera del camino de Maul, ¿de acuerdo? —Asentí con la
cabeza.

—Oye, vi algunas personas repartiendo calcetines y jabón por allí, ¿tal vez
podrías detenerte y conseguirnos un poco? Gran grupo. Niños de iglesia o 192

algo, parecía algo bastante sencillo.

Le estreché mis ojos y tomé otro mordisco.

—Sí, como tú no lo eres. Actúas todo duro, pero en el fondo yo sé exactamente lo


que estas a punto.

— ¿Ah, sí? ¿Qué es eso?

Lo mismo que él siempre estuvo a punto de hacer, desde el momento en que lo


vi. La idea de eso me aturdía, lo mucho que confiaba en él.

—Bueno —respondí—. Ahora mismo estás todo acerca de conseguir el


concierto en el Croc. Así que quiébrate una pierna.

Me dirigí hacia la escuela, envuelta en la capa de papas, que había tomado


ahora un brillo gris negruzco. Suprimí la tos, sabiendo lo que significaba.
Podría comenzar con bronquitis, y con el tiempo se convertiría en mucho más.

La idea de acercarme al grupo me aterrorizó. Mi hermano no estaría con ellos,


pero todavía quedaba la posibilidad de que uno de sus viejos amigos me
reconociera. Nunca había dominado la rapidez como Santos u ocultarme como
May, pero debía intentarlo. Un coche de la policía vigilaba en la esquina, con las
sirenas a todo volumen. Policías se agruparon en torno al grupo de jóvenes.

—¡Tiene su mochila! —gritó un chico. Él debía haber sido uno de ellos, ya que
los policías estaban escuchándolo realmente. Un vagabundo se había caído al
suelo, rodando y gritando:

— ¡No sé nada! ¡Déjenme en paz!

La gente estaba mirándolo, los normales, gente de la calle, policías y todo el


mundo, por lo que no me prestaban atención, era como una chica fantasma
desfilando entre ellos.
Había un olor familiar de sudor y orina y una combinación imposible de
identificar de sustancias químicos y putrefacción.

Al acercarme, comprendí de quien se trataba: Apestoso, extendido en la acera y


rodeado de policías. Con mi mochila entre sus brazos. El pequeño piloto de
Lego rodó hacia fuera y se partió en dos. El chico no paraba de gritar mientras
193
personas normales y de la calle observaba con interés.

Conocía esa voz. Era la última voz que yo esperaba.

¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Qué estaba haciendo en casa y no en Western?

J1.

Mi hermano Jesse.
Capítulo 33
Traducido por Taly

J
esse, que se suponía estaba a dos horas al norte de aquí, se encontraba a
194
sólo unos metros de distancia.

Olas de quien yo era se estrelló contra la amargura de quien estoy siendo,


girando en un remolino vertiginoso. ¿Me habría visto? ¿Sería yo invisible para
alguien que me había conocido desde su nacimiento? ¿Debería correr? Y ¿qué
estaba haciendo aquí, ahora, después de darme la espalda cuando más lo
necesité?

Si yo hubiera estado viva y presente, habría utilizado mi poder de la calle para


desaparecer. Pero me quedé paralizada, fusionada a un sitio en concreto, con
los gritos de Apestoso rugiendo mudo en mis oídos. La policía comenzó a
espantar lejos a todo el mundo.

—Retrocedan, dennos un poco de espacio aquí.

Uno de los policías puso su rodilla en la espalda de Apestoso, fijándolo en el


suelo. Él se sacudió violentamente hasta que el policía sujetó sus muñecas con
un par de esposas. Otro policía estaba tratando de calmar a mi hermano, que
gritaba con voz ronca:

—¿Dónde está mi hermana? ¿Qué has hecho con mi hermana?

Todo el mundo observaba, embelesado, a medida que más sirenas se unían al


estridente sonido.

A través de la multitud, vi a la única persona que no estaba mirando a mi


hermano o a Apestoso.

Santos. Él me estaba mirando directamente.

Un pensamiento salvaje pasó por mi cabeza, ¿Había estado allí, o no, cuando el
primer policía realizaba búsquedas en las calles con mi foto del anuario? La
imagen de Joy, que ya no se parecía en nada a mí. ¿Santos lo sabía? ¿Había
estado guardando mi secreto todo este tiempo?
Los policías se llevaron a Apestoso en un coche y a mi hermano en otro. Ahora
que Jesse se había calmado un poco, estaba con su teléfono celular,
probablemente llamando a nuestros padres. Mi propio teléfono estaba
escondido. Ni siquiera Creed lo había descubierto en nuestras nuevas y
frenéticas exploraciones.
195
La multitud se dispersó, dejándome a solas con Santos. Podía verlo en sus ojos,
dolor, decepción, vergüenza. Volví a ser Burbs, la fugitiva que no pertenecía a
este lugar con Creed o con cualquiera de los demás. Mi historia no significaba
nada en comparación con lo que ellos habían pasado. Yo lo sabía, y él
probablemente también lo sabía.

Pero aún quería la oportunidad de explicarle. Me sostuvo la mirada mientras yo


caminaba hacia él.

—Santos.

Él no respondió.

—Santos, yo…

—Sea lo que sea, no me lo digas —dijo.

—Pero, espera —dije con desesperación. ¿Qué debería decirle?—. Deberías


saber…

—Te lo dije, no quiero saber. Las cosas no siempre son como parecen. Somos
una familia, eso es lo único que importa.

—¿Aunque ya no estemos juntos? ¿A pesar de que ni siquiera tenemos un lugar


seguro para dormir y May esta con Maul? ¿A pesar de que cada vez que
desapareces y reapareces, hay un poco menos de ti, y yo ni siquiera sé por qué?

Santos no habló por un momento, sólo me miró como si él ya se hubiera


marchado hace mucho tiempo.

—Todos tenemos nuestros secretos —dijo—. Será mejor que encuentres a Creed
antes que los tuyos empeoren.

Santos estaba en lo cierto. Empeoró.


De repente, todo el barrio era un hervidero de policías publicando mi imagen e
interrogando a cualquier persona en la calle. ¿Si habían visto a esta chica? ¿Si la
habían visto con un indigente?

Fotos de Joy, mi foto, acabó en la primera plana del Seattle Times en todos los
puestos de venta de periódicos de aquí hasta el lado Este.
196

NUEVA INFORMACIÓN SOBRE LA DESAPARICIÓN DE LA JOVEN DE


ISSAQUAH

Nueva información ha surgido en el caso de Joy Delamere, de 17 años, que desapareció


de su casa en Issaquah hace dos meses, el 17 de agosto.

Su madre y su padre, Peter y Elena Delamere, ambos trabajan en la industria


financiera- ella como asesor financiero y el como consultor de donaciones sin fines de
lucro empleado por Empresas Valen, propiedad del magnate de los locales Valen Steven.

Después que el hijo de Valen, un amigo de la muchacha, fue absuelto de participación, se


creía que ella podría haber sido secuestrada para pedir rescate debido a las conexiones de
sus padres con el alto nivel de riqueza de Seattle.

Sin embargo, nueva evidencia ha salido a la luz vinculando su desaparición a la


población sin hogar en el barrio de Capitol Hill de Seattle. Los expertos estiman que
hasta un cuarto de la población del barrio son delincuentes sexuales, incluyendo a un
sospechoso que ha sido detenido y puesto bajo custodia. El perspicaz hermano de la
joven, Jesse Delamere, de 19 años, vio su mochila en poder del hombre indigente, lo que
provocó la investigación policial.

Una pieza de joyería perteneciente a la joven fue recuperada de una casa de empeño en el
centro de la ciudad de Seattle. El propietario, Alyana Ivanova, indicó estar segura de no
haber visto al sospechoso en relación con el tema. —Rechazo objetos robados todo el
tiempo—dijo la Srta. Ivanova—. Aunque es imposible reconocerlos a todos.

El alcalde Marcus Ballentine, gracias al cual se le dio el nombre de Marcusville al


refugio para la población de indigentes, dijo en un comunicado:

—Estamos haciendo todo lo posible para devolver a la joven a su familia de la manera


más segura y rápida posible.

***
El resto de la noticia estaba doblada en la máquina expendedora, pero la
imagen se burló de mí en cada esquina de la calle.

El barrio estaba funcionando con un alto nivel de entusiasmo mientras la Fiesta


de Halloween en Capitoll Hill se acercaba. Todos estarían allí, en el Concierto
Musical de Seattle, músicos, bandas, groupies, un par de estaciones de radio, y
197
la multitud de sellos discográficos independientes por la cual Seattle fue
conocida, por ese motivo Creed estaba tan emocionado. Tenía un concierto
oficial como un roadie46 y podría tener la oportunidad de hacer un par de
canciones por su cuenta.

Creed y yo nos acurrucamos bajo las gradas del parque mientras llovía
torrencialmente. Si había notado mi retirada cuando la policía recorrió Capitol
Hill, no dijo nada. Sólo esperó pacientemente, con mucha dulzura, como los
besos que ahora me concedía con abandono.

Comíamos pasteles del día anterior que encontramos en el contenedor de


basura de Starbucks, calabaza de grosella. No era mi favorito, pero no iba a
quejarme.

—May probablemente vendrá —dijo Creed.

—¿Por qué te importa si ella estará allí? —le exigí—. Ella nos abandonó,
¿recuerdas?

—Ella estaba tratando de salvarnos.

—Seguro. —No quería oír hablar acerca del sacrificio de May—. ¿Y por eso ella
aún permanece con él y toma sus drogas y prácticamente escupe en tus zapatos
cada vez que te ve? Ella estuvo jugando durante todo ese tiempo con tu
compasión, teniéndote como su gran protector hasta que encontró a alguien
mejor. No puedo creer que no lo veas. —Metí más del panecillo en mi boca.

Creed limpió una gota de lluvia de mi mejilla.

—¿Qué está pasando contigo? Has estado actuando como una extraña
últimamente. —Me besó suavemente, y yo esperaba que no pudiera oír el
traqueteo en mis pulmones, aumentando cada día—. ¿Estás bien?

46
Roadie: persona encargada de transportar y montar el equipo de un grupo musical en gira.
No, yo estaba cualquier cosa excepto bien. Eso se estaba haciendo más y más
evidente, mis días estaban contados, días los cuales atravesar sin enfermarme,
de dejar el pasado atrás, de dejar a Asher. De cualquier tipo de futuro con
Creed.

Una luz repentinamente amaneció en sus ojos.


198

—Estás celosa. Estás celosa de May.

—No, no lo estoy. —No podía mirarlo a los ojos mientras lo decía. Así que tal
vez estaba celosa, aunque eso era sólo una pequeña gota en el océano que
amenazaba con ahogarme—. No puedo entender por qué quieres seguir con
ella cuando ella nos abandonó totalmente, quiero decir, a ti y a Santos. Tú
hablas sobre la familia.

—Si piensas que hay algo entre May y yo, entonces no sabes nada de mí.

—No es eso lo que quise decir.

—¿Qué quisiste decir?

¿Qué podía decirle, que quería que él me protegiera sólo a mí? Sabía que no era
justo. No era quien Creed fue, pero no me impidió anhelarlo. Podía sentirlo
esforzándose contra mis expectativas, al igual que aquel caballo en el océano.
Resultó una llave en mí, un clic silencioso que sólo yo podía sentir.

—Tal vez May tenía razón —dije en voz baja—. Si eres un protector, entonces
¿por qué no protegiste a tu madre?

Al segundo que lo dije, me arrepentí. Lo que fue la llave en mí fue un cuchillo


en él. La cercanía que había sentido de él hace unos momentos se retiró,
dejando un vacío. Sus ojos azules pasaron a tormentoso. El alma de él, escrita
allí mismo en su cara para mí desde la primera vez que lo había visto en la
oscuridad del club, retrocedió y se retiró hacia la cámara cerrada de su corazón.

—Creed, lo siento. No fue mi intención…

Pero ya era demasiado tarde. Estaba alejándose de mí, en cuerpo y espíritu.

—No sabes nada de mi madre. Ni de May. Ni de mí. Nada.


Capítulo 34
Traducido por Charry.lips

L
a noche de la fiesta de Halloween, todo el mundo desde los normales a
199
la mayoría de los nerviosos hipsters47 estaban apretados en un edificio
de depósito abandonado de lo que seguro seria una fiesta épica.

Pedían identificaciones y cubrían la puerta, pero Creed tenía un pase de


backstage, él manejaba equipos para las tres bandas que se harían cargo del
escenario, si se podía llamar de esa manera. Hojas de madera contrachapada
dispersas por algunos bloques de hormigón deterioradas, con una maraña de
cables y extensiones.

Creed vestía su habitual camiseta desgastada, vaqueros y una chaqueta


excedente del ejército, a pesar de que había tomado prestado un delineador
negro de ojos para completar su look, ya fuera de zombie o estrella de rock
muerta. No le pregunté. No hablábamos mucho desde la pelea.

Yo llevaba un número de tiras de encaje negro que había sacado


clandestinamente de San Vicente bajo la capa de papas. Mi piel se había
blanqueado mientras mi tos avanzaba, las ojeras se extendían bajo mis ojos.
Apenas podía mantenerlos abiertos algunos días.

Esa noche, escondí un inhalador y mi celular contra mis costillas antes de


esconder el abrigo en un arbusto. Corrí a través de la lluvia en un universo
totalmente diferente, un poblado con un maniaco popurrí de personajes
extraños de lo clandestino.

Una tos me pilló con la guardia baja y me sacudió violentamente. Hacía frío
aquí y luego calor, sin suficiente aire para los cientos de personas entrando.

—¿Cómo me veo? —Apareció Santos, con una brillante falda de piel artificial y
un bustier48 con un enorme y extraño collar de segunda mano, medias de red y
tacones. Tuve que mirarlo dos veces. Él casi parecía May, sólo que sin rastros de
marcas y la palidez fantasmal. Llevaba mucho maquillaje, largas y exageradas

47
Hipsters: es una subcultura contemporánea donde se destacan por intentar marcar un sello individual
en su personalidad y tratar de estar fuera de la moda.
48
Bustier: es una prenda femenina similar a un corsé que se usa tradicionalmente como ropa interior.
pestañas y labios color sangre. En realidad, parecía una chica más guapa que
May.

—Te ves sexy, en realidad.

Santos sonrió.
200
—¿Sí?

Me reí.

—Sí. Representas a una bonita chica fumadora.

Santos me agarró de los hombros y plantó un loco beso en mis labios.

—Tú, también, hermosa. Sabes que te quiero. ¡Oh!, eso me recuerda. —Él hurgó
en su bolsillo y me dio un frasco medio lleno de amoxicilina en la mano—. Me
fue difícil de conseguir esta vez, siento haber tardado tanto.

En silencio ofrecí una oración de agradecimiento. Esto mantendría a la


inundación en mis pulmones bajo control por un poco más de tiempo, hasta que
supiera que hacer.

Cuando Santos volvió a desaparecer entre la multitud, toqué mis labios y me fui
con una raya de color rojo en mis dedos. Mi piel todavía se estremecía, como si
ese beso hubiera sido una especie de despedida. Una oleada de pérdida surgió
en mi pecho, la falta del escondite. La falta de Santos subiendo la escalera en
medio de la noche y acurrucándose como cachorros con May y Faulkner. Falta
de la simple bondad del café hecho con granos viejos. La falta de Creed.

El DJ hizo magia en la gente, en primer lugar los tranquilizó con ritmos


hipnóticos, luego los animaba con interminables cadenas de desgarradores
sonidos distorsionados de guitarra. Parecía que todas las personas menores de
veinticinco años estaban aquí, sudando, besando y palpitando en esta retorcida
noche. Era ilegal fumar en restaurantes y edificios públicos en Seattle, pero en
este sucio almacén las luces rebotaban en un asfixia de niebla.

Al principio pensé que Creed no me había visto, él estaba tan concentrado en su


trabajo. Pero entonces él me vio en los círculos exteriores de la sala. Me saludó
con la cabeza, y luego volvió a su trabajo.

La primera banda subió tarde al escenario, comenzando a tocar sus


instrumentos con el estilo típico del indie de Seattle. Nadie se inmutó mientras
me dirigía hacia el barril y obtenía una cerveza gratis. Creed no bebía, lo cual
me hizo desear un trago frío aún más. Él se recostó contra la pared detrás del
escenario, cerrando sus ojos como si estuviera escuchando una canción de cuna.
Incluso cuando la música sonaba como si viniera de un garaje, a lo mejor podía
oír la belleza oculta de la misma, tejida entre las notas. Bebí el último trago de
mi cerveza y volví a llenarlo del grifo. 201

Santos se estaba entreteniendo en la multitud, riendo y hablando con una


gruesa figura en un atuendo completo de servidumbre. Mis ojos seguían
vagando hacia él con su traje. Se veía lo más parecido a una chica de verdad
como May o yo y nada como el chico desnudo que recordaba de la piscina,
desnudo y tan querido para mí como cualquiera de mis propios hermanos.

Eso parecía tan lejano ahora. Esa fue la noche que por primera vez les mentí y
he estado mintiendo desde entonces.

Por fin, la banda terminó su serie de canciones. Creed entró en acción, una
figura alta moviéndose en la oscuridad. El DJ retomó al pulsante tecno.

Hice mi camino de regreso entre los cuerpos, en busca de aliados y enemigos a


cada paso. Un tipo con un espeluznante atuendo de payaso me agarró del culo.

—¿Qué harías por veinte dólares? —me preguntó con una sonrisa lasciva.

¿Qué diría May, ahora que le había dado todo su poder a Maul? No le hice caso
y me abrí paso con mi cerveza en la mano.

Creed frunció el ceño cuando me vio. Él miró hacia el mar de cabezas.

—May esta aquí —gritó entre la multitud de sonidos—. Tal vez puedas
encontrarla y fijarte si ella se encuentra bien.

Lo miré fijamente. Una réplica murió en mis labios. Para Creed, comprobar si
May estaba bien era sólo eso: saber si estaba bien, nada más. De pronto me sentí
avergonzada de pensar en otra cosa. Se lo diría, tan pronto como la fiesta
terminara. Tal vez le contara la verdad… acerca de todo.

Por ahora, sólo asentí con la cabeza.

La segunda banda se puso en marcha, incrementando la música a un nivel


superior. A Neeta le habría encantado. Ella estaría situándose en torno a la
mesa de ventas tan pronto como el espectáculo hubiera terminado, charlando
fácilmente con la banda. La mesa, con montones de camisetas, CDs, y pins,
estaba custodiada por un hombre lobo y una clase de mutante punk de algún
videojuego listo para dar batalla si alguien como Santos tratara de hurtar una
pegatina.

Creed hablaba a gritos bajos con uno de los organizadores, la banda estaba
202
reduciendo su corto espectáculo debido a una cierta discusión entre el cantante
y el baterista. Traté de llamar la atención de Santos, pero él había desaparecido.
El chico de servidumbre que había estado hablando con él no estaba a la vista.

Me deslicé alrededor de los bordes de la horda de humo, la sala giraba un poco


mientras me iba. El ruido de la secuencia de altavoces gigantes llenaba el
espacio donde los cuerpos cálidos, vestidos extrañamente no lo hacían.

Nadie notó a una chica esquelética vestida con una enagua, mientras se
tambaleaba hacia atrás y adelante, sonriendo con una maniática sonrisa antes
de dejar caer la tira de su hombro y empujarse contra un hombre, y luego otro.

Nadie, excepto yo.

May me vio observando y dejó caer su sonrisa.

—¿Qué carajo quieres? —Ella gentilmente depositó un beso en el hombro


desnudo de un hombre tatuado y pronunció las palabras Vuelvo enseguida.

A medida que se tambaleaba acercándose mí, podía oler el tufo de su aliento,


como una tumba abierta. Miraba a su alrededor, pero era imposible reconocer a
alguien entre los fuertes sonidos y la oscuridad. Maul podría estar en todas
partes y en ninguna, como Dios o el diablo. No importaba si él estaba mirando,
siempre y cuando sintiéramos como si lo estuviera haciendo. Al igual que
Asher.

La agarré contra mí.

—May…

Pero ella me interrumpió con una alta y frenética voz.

—Vas a hacer que me maten, Burbs. ¿No lo entiendes? Maul va a matarme, y


todo lo que quieres es calmar tu conciencia. ¡Sólo mantente lejos de mí!

El tipo de los tatuajes dio un paso mas cerca y puso su brazo alrededor de May,
con el ceño fruncido hacia mí.
—¿Estás bien? No quiero participar en una pelea de gatos.

May se tambaleó y casi cayó al suelo.

—Aléjate —balbuceó ella—.Voy a necesitar un arreglo después de esto.

—May, no lo hagas. Por favor. —Hacia tanto calor aquí. Mi aliento salía en
203
inhalaciones cortas y dolorosas.

—Por favor. Tienes tan malditos buenos modales, Burbs. Tu y Creed pueden ir a
cuidarse el uno al otro en la puesta de sol mientras Santos y yo caemos por el
borde de este planeta de mierda. Entonces, será mucho más fácil para ti. —Se
dio la vuelta hacia el hombre tatuado con una sonrisa fantasmal—. Vamos,
larguémonos de aquí. ¿Tienes algo para aliviar mi dolor, o tengo que seguir
adelante?

—Sí, tengo algo. —Metió su mano en el bolsillo y le mostró una bolsa de color
blanco.

—¿May?

Pero ella ya no me estaba prestando atención, sólo a la oferta colgando delante


de ella y lo que sea que esperaba devolver a Maul. Invisible o no, había fallado.
Capítulo 35
Traducido por Cherry.lips

C
reed se paró en la oscuridad con una guitarra eléctrica, practicando para
204
el momento en que se presentaría sobre el escenario. Él no tenía que
escuchar de May ahora o acerca de las drogas. Le diría todo más tarde,
después de que hubiera tenido su momento de brillar.

Mientras la cerveza fluía con mayor abundancia y el dinero y diversas


sustancias cambiaban de manos, la multitud se transformó en un frenesí de
espera por las estrellas, Gravity Echo y su nuevo éxito de estreno "Countdown
to Fate." Ahí estaban los fanáticos, los únicos que sabían que Gravity Echo se
habían iniciado en un remolque y tocaban en fiestas grungy49 en casas y en el
Croc mucho antes de que tocaran en Neumos, Chop Suey, y luego en Showbox,
el lugar cumbre para bandas de Seattle. Luego estaban las groupies que acababa
de descubrir "Countdown to Fate", después de un anuncio general en la radio y
MTV, y quienes estaban de repente obsesionados con el peinado del líder y la
bebida preferida del baterista (Tanqueray50 y tónico, lo sabía por Neeta)

Me paré de puntillas para ver si Santos había vuelto, pero no podía verlo. Todo,
las luces, las caras, el escenario, se había vuelto borroso y brillante.

—Por favor, deja a Creed ser genial —susurré. Había gente de la música aquí.
Sellos discográficos. Las estaciones de radio. Una sola palabra de alguno de
ellos, y podría vivir su sueño.

¿Dónde me dejaría eso? Había poderes de la calle, pero no para mí. Lo que
necesitaba eran habilidades concretas de supervivencia, y no tenía ninguna.

Extrañas imágenes vinieron a mi cabeza, la dama de la iglesia con el saco de


papas y un puñado de sopa y galletas. El hombre de New Ho’s con el ojo
zigzagueante. Creed y Santos confiaban en él. Ellos tenían habilidades, viviendo
en contacto con la tierra, pero no en las calles. ¿Era eso posible para mí? ¿Había
algún punto intermedio que me estaba perdiendo?

49
Grungy: es un subgénero del rock derivado del rock alternativo influenciado por el Noise Rock.
50
Tanqueray: es una marca británica de ginebra fabricada en Escocia.
La multitud estalló, en éxtasis volando con cosas naturales y no naturales,
cuando la segunda banda terminó su última canción. El chico con el que Creed
había estado hablando, subió al escenario y gritó:

—¡Babel Sky, todo el mundo! ¡Un aplauso para Babel Sky!

Una ovación se elevó junto con el humo y cenizas y una oleada fría me recorrió 205

nuevamente. Una gota de sudor rodó en mi ojo, recordándome a la sangre que


había goteado por mi cara cuando Maul me golpeó.

La banda comenzó a empacar sus equipos con la ayuda de Creed. El baterista se


quedó atrás y el bajista se demoró, esperando a ver lo que sucedería, si el
muchacho de los equipos podría hacer más que enrollar cables y mecanismos
de tracción.

Entonces, el animador gritó a la multitud:

—Ahora tengo algo totalmente diferente para ustedes, un muchacho local que
ha sido parte del panorama musical desde hace mucho tiempo, a pesar de que
nunca han oído hablar de él. Este muchacho llegará lejos, gente. Por lo tanto
presten atención y recuerden el nombre: Street Creed. ¡Son los primeros en
escucharlo, pendejoooos!

Creed estaba solo en el escenario mientras que la sala entera, quinientas


personas, tal vez más, contenían el aliento para comprobar si este chico alto y
delgado, tenía algo que decir que nadie hubiera escuchado antes. Él estaba
sucio como el infierno, con el cabello colgando en su cara, pero sus ojos
brillaban como la luz penetrando la oscuridad. Apenas podía escuchar porque
estaba tratando de digerir la tensión en mi garganta.

Creed se quedó allí, asimilándolo todo. Comencé a ponerme nerviosa por él. En
cualquier momento, la multitud dejaría escapar el aliento de aire en un quejido,
y él perdería la oportunidad de deslumbrar a esta peligrosa y eléctrica multitud.
El sistema de sonido chirrió, enviando una onda a través del público.

Entonces sus ojos se posaron en mí, y él sonrió.

—Triste —su voz sonó como un susurro, recordándome la primera vez que
había dicho mi nombre—. Esto es para ti.

Creed cargó la guitarra eléctrica prestada con la intensa vulnerabilidad que


había visto cuando estábamos juntos, y ahora había invitado a quinientas
personas a entrar. La exhalación de la multitud nunca llegó, sólo un grito de
asombro, más y más profundo a medida que se daban cuenta de lo que estaban
formando parte. Algo verdadero, fresco y completamente nuevo.

Y entonces comenzó a cantar.

Ni siquiera yo pude anticipar la crudeza de su voz o la manera en que podía 206

hechizar a una audiencia, a pesar de haberlo oído tocar en la calle y cantar para
mí, solos en el colchón del escondite. Cantó sobre el color de la piel, y de la
añoranza, y de polvo cayendo. Cantó sobre los besos y las cenizas.

Él estaba cantando acerca de nosotros.

Cuando terminó, clamaron por otra. Creed ocultó una sonrisa, como si hubiera
estado esperando por esto, cientos de personas, todos ellos a la espera de
escuchar lo que saldría de él después.

Yo quería saberlo durante el resto de mi vida.

La música me hipnotizó, me regocijó, me estranguló, y me dejó respirar de


nuevo todo en la misma frase. Era rudo y luego suave, íntimo e intocable. Me
dio un escalofrío al saber que lo sabía. Que pertenecía aquí, con él.

Por un segundo no pude sentir mi cuerpo, y lo siguiente que supe era que
alguien se aferraba a mi hombro bruscamente, uñas se clavaban en mi carne y
me giraban en la oscuridad de la multitud.

Allí estaba May, como si una tumba la hubiera tragado y escupido de regreso.

—Trissssste, tienes que venir conmigo —arrastró las palabras, tragando la


saliva en la esquina de su boca.

La voz de Creed tropezó, pero siguió cantando. ¿Me había perdido en la


multitud? La idea me mareaba.

—May, ¿qué estás haciendo aquí? Justo…

—No, esscucha. Tiennes que… jussto… ahora. — Su demanda salió


entrecortada y confusa.

Se tambaleó un poco y se sostuvo contra un soldado de asalto, que fríamente


removió su brazo y volvió a mirar a Creed, exactamente lo que yo quería hacer.
—Estás drogada —le escupí—. Ve a buscar a Maul o a quien sea que estés
seduciendo ahora, solo déjame.

—No entiendeess… Algo sucedió… tienes que venir. Por favor —Ella agarró mi
hombro nuevamente con una fuerza sorprendente—. Ve por Creed, también.

La ira estaba bombeando por mis venas, donde las palabras de Creed habían 207

estado hace un momento, y sentí la pérdida de ellas gravemente.

—Por si no te has dado cuenta, él está en el escenario tocando su música para


toda esta gente. Escogiste los amigos equivocados. Así que no, no pienso ir
contigo en este momento.

—Cierra el pico —gruñó el soldado de asalto—. Llévala a otro sitio.

Sequé el sudor de mi frente. De repente. Estaba tan frío aquí.

May no me soltaba, ella estaba cavando más profundo y tirando de mí hacia la


puerta.

— ¡Por favor! Sssss. . . antossss! ¡Tienes que venir!

La sala se sacudió hasta detenerse y me dieron ganas de vomitar.

—¿Santos? ¿Qué pasó?

—Tienes que venir. M-m-m-mucha sangre.

Santos. Oh, Dios.

La figura de servidumbre, y Santos meciendo su estrecha falda y bustier antes


de desaparecer entre la multitud, pasó por mi cabeza.

Seguí a May, decidida a acompañarla. Ella tropezó y se estrelló sobre el


hormigón en medio de un círculo de figuras oscuras que dieron un paso atrás
para evitar su caída. La ayudé a ponerse de pie, sintiéndome cada vez más
desesperada. Ya no podía oír la música de Creed, sólo los latidos de mis
tímpanos.

Santos.

Sangre.

May se tambaleó hacia el exterior y dentro de la red de callejones que conectan


la zona de depósitos.
Una figura pequeña y peluda se lanzó en nuestro camino, salpicado de grava y
charcos turbios. Tarimas y muebles podridos cubrían el camino. Me estremecí
con el frío y deseé tener el abrigo de papas ahora. En cualquier segundo podría
empezar a llover de nuevo, y yo estaba casi desnuda con el vestido negro de
tiras.
208
May me arrastró detrás de un montón de basura maloliente donde una figura
yacía en el suelo.

No reconocí el rostro. Estaba golpeado de tal manera que incluso en la


oscuridad, pude ver donde se encontraban los huesos y la piel machacada se
abría en una piscina de color negro. El cuerpo estaba desplomado, piel
magullada y desgarrada en direcciones nada naturales.

Pero lo peor era la boca. Los labios estaban agrietados y los dientes rotos, donde
no había palabras para describirlo, no importaba que tan rápido o furiosamente
se distribuyeran.

Conocía esa falda, esas piernas, terminando en un par de zapatos rojos en mal
estado.

Un sollozo escapó, y me di cuenta que era mío. Y de May, también.

—Tenemos que llamar a Creed —ella se ahogó—. Tenemos que llamarlo


teneeemos que llamarloooo.-- Sus palabras desaparecieron en sollozos—. Voy a
volver, voy a ir por él. Tú quédate aquí. Tal vez podamos. Quiiizaz haya
tiempo, puedes…

RCP51. Sabía RCP. ¿Estaba todavía vivo? ¿Habría quedado suficiente de él como
para ayudarlo a respirar de nuevo?

Me arrodillé y toqué su piel. Todavía caliente. No había mucho de su nariz para


agarrarse. No era mucho lo que podía hacer. Puse mis dedos en su cuello,
rezando, Por favor Dios, que esté bien. Presionando contra su pecho, deseando
que se moviera arriba y abajo.

May colapsó en el suelo.

Nadie iba a venir.

51
RCP siglas de reanimación cardio pulmonar. (primeros auxilios)
La sangre se filtraba fuera de Santos, en un charco aceitoso y se extendía como
el humo. Y entonces lo noté.

En el suelo junto a sus pies había un paquete de color rosa desgarrado abierto y
un tubo de látex blanco enrollado, recubierto de rojo.

—¿Qué sucedió? —pregunté. No quería verlo con repentina y terrorífica 209

claridad.

Me sentía cansada, muy cansada. Y caliente, a pesar de que sabía que haría frio,
aquí en la noche.

May se volvió hacia mí con la fuerza de un animal acorralado.

—Todo este tieeempo me has estado juzgando, juzgándome todo el tiempo, y


solooo estoy manteniéndome viva, y aquí está Santos, delante de tus narices.
¿Dónde crees… crees que él iba? ¿Crees que eres taaan mucho mejor que todos
los demás, Burbs? No sabes una mierda.

Las palabras me traspasaron, no porque fueran crueles, sino porque eran


verdad.

Detalles pasaron por mi mente, todos ellos apuntando a la misma cosa, las
largas noches, la forma en que se veía destrozado cuando regresaba a casa, los
secretos que él estaba dispuesto a mantener. Por sí mismo. Para mí.

Santos sabía mi secreto… él había visto a Jesse buscándome. Podría morir


sabiéndolo y yo nunca tendría que perder a Creed.

Si eres tan protector, ¿por qué no proteges a tu madre?

Las palabras que le dije hacían eco en mi mente. Nunca tendría la oportunidad
de decirle la verdad. El miraría hacia la multitud, y yo me habría ido.

Pero él tendría que averiguarlo. Santos se estaba muriendo. Sólo había una cosa
que podía hacer.

Saqué mi teléfono y lo encendí.

Sesenta y cuatro mensajes.

Quedaba una barra.

Me sirvió para marcar el 9-1-1.


Capítulo 36
Traducido por Cherry.lips

—¿J
oy?
210

Era extraño oír pronunciar su nombre. Era incluso más


extraño escucharlo de una voz que yo había conocido
desde mi nacimiento. Antes de nacer, incluso.

—Joy, ¿eres tú?

Al instante sentí como si tuviera seis años, el tiempo que me separé de mi


familia en el zoológico, caí por las escaleras de hormigón y me golpeé la cabeza.
Hubo sangre por todas partes, exactamente igual que ahora, sólo que esta vez
no era mi sangre.

Aquí estaba mi madre al igual que aquel día, abrazándome y sosteniéndome


fuerte, llenando mi nariz con el olor de su cabello, limpio y aterciopelado, y
presionando contra mi piel, sucia y manchada de sangre de Santos.

Esperaba no sentir nada cuando viera a mi familia, no este horrible desgarro en


dos, entre el miedo y alivio. Ellos estacionaron detrás de una patrulla de la
policía así como los paramédicos envolvieron a Santos apenas respirando en
mantas. Sabía que por salvar a Santos, yo volvería al cautiverio.

No esperaba que las lágrimas cayeran al ver a mi hermano más pequeño


nuevamente. Jonah saltó del coche y corrió hacia mí mientras mis padres
observaban a los médicos levantar el cuerpo de Santos en una camilla.

Pero una cosa esperaba. Mientras la ambulancia se alejó con Santos y May a su
lado, ella me miraba desde la ventana, sus ojos se llenaron con una mezcla de
envidia y odio.

Ella tenía razón, después de todo. Yo era solo Burbs, una chica de Issaquah,
jugando a ser una persona sin hogar. Iba a volver, y ella iba al hospital con
Santos, quien quizás no sobreviviera.

Mis padres estaban llorando y abrazándome. Papá aplastando mi cabeza contra


su pecho, y Jonah se aferraba a mi cintura y casi me hicieron caer. Una parte de
mí odiaba que estuvieran aquí, y la otra parte sólo quería que ellos me
abrazaran hasta dormir.

¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué sucedió? ¿Fuiste secuestrada? ¿Escapaste? ¿Estás
bien? ¿Cómo te encontraron? ¿Alguien te lastimó?

Las preguntas seguían llegando, una encima de la otra en medio de abrazos y 211

lágrimas y asfixia. Tocaban mi cabeza y mi rostro, para saber que era real
enfrente de ellos.

No invisible. Tal vez nunca lo había sido.

Mi madre me acarició suavemente el cabello, el blanco y azulado lavado y


raíces oscuras, traicionando mi verdadera identidad.

—¿Él te hizo esto?

Se refería a Apestoso. Eso era lo que pensaban, que él me había tenido todo este
tiempo. Ellos no sabían nada en absoluto acerca de Asher.

Ella estaba llorando suavemente, sus manos nunca rompieron el contacto.

—Acaso él… cómo lo… ¿Él te lastimó?

—Elena… —La voz de mi padre era una advertencia.

—Quiero decir… no tienes que hablar de ello ahora mismo. Ahora que estás
aquí, estás a salvo. —Ella me aferró en sus brazos.

—Está temblando —mi madre llamó a los oficiales de la policía.

Pero hace calor, pensé. Aunque no tenía la fuerza para hablarles. Mis ojos se
estaban desenfocando por el calor, luego frío.

La policía produjo una manta pequeña plateada de emergencia, lejos de ser


suficiente para mantener fuera el frío. Mi abrigo de papas estaba en la calle,
todavía metido en un arbusto. Debía de haberme visto como el infierno en mi
vestido de tiras de encaje negro, con fuerte delineador en mis ojos y diez o
quince kilos menos que cuando me había marchado.

—Joy, ¿qué pasó? —Estaba diciendo mi madre—. ¿Estás bien?


Un sollozo no permitió salir las palabras. No podía obtener suficiente aire para
hablar. Fluido desplazándose a través de las profundidades, como si me
estuviera ahogando.

Mi padre silenció a todo el mundo.

—Déjala en paz —susurró, abrazándome fuerte—. No sabemos lo que ha 212

pasado. Que tenga la oportunidad de respirar. Podemos enterarnos de todo


más tarde. —Él apartó suavemente a Jonah lejos de mí y tocó a mi madre en el
hombro.

—Aquí, nena, toma esto. —Mi madre presionó un inhalador nuevo con mi
nombre, mi propio nombre, en él—. He estado guardando todas las medicinas
en el coche, en caso de encontrarte…

Pero no pudo terminar la frase. Era demasiado, que yo estuviera aquí.

La música flotaba por el aire frío de la noche que había cambiado


dramáticamente en los últimos minutos, lo que indicaba a la banda titular
subiendo al escenario, y Creed… Creed estaría buscándome.

—Espera, tengo que volver —le supliqué, empujando las palabras a través del
dolor cegador que tenía de repente envuelto en mi cabeza.

—¿De qué estás hablando? —exigió mi madre desesperadamente. Empujó sus


labios en mi cabeza y los soltó. Dios mío, Peter, le oí decir. Ella está ardiendo. Mira
su piel ¡está blanca como un fantasma!

La tos que había estado conteniendo explotó fuera de mí mientras me esforzaba


para llenar mis pulmones, que se sentían como si estuvieran llenos de
inundación y fuego.

Creed no me encontraría. Desaparecería sin dejar rastro, y con solo May para
decirle lo que había sucedido, si es que alguna vez ella lo volvía a ver. Quién
sabría lo que Maul le haría ahora.

—Necesitamos llevarla a la comisaría —estaba diciendo el policía. Trató de dar


un paso entre mis padres y yo, y mi madre se volvió hacia él a cámara lenta.

—Que cree que esta haciendo —ella gritó a través de la cascada precipitándose
en mis oídos—. Ella no irá a la comisaría. Ella irá al hospital.
Miré hacia la escena a mis espaldas y la capturé como una fotografía viviente,
grava y basura esparcida por todo el callejón, los charcos de la lluvia y la
sangre, los golpes de la banda titular flotando por el aire y estableciéndose en
mí como una lágrima.

Peter, gruñó mi mamá, ayúdame a subirla en el coche para que podamos llevarla a la
213
sala de emergencias.

Pero no puedo, dije miserablemente, sintiendo a mis rodillas doblarse.

Ahora no había ningún escape, Joy. ¿Estaría Asher esperándome? Alambre de


púas se apretaba en mi pecho.

¿Dónde estaba Creed?

Mi papa me condujo al coche, y yo seguía mirando sobre su hombro. Hacia el


almacén, donde Creed estaría buscándome.

Yo era buena en irme, le había dicho. Pero no pensé que lo estaría dejando a él.

Una figura alta emergió de la oscuridad, cálido aliento bombeando niebla en el


aire gélido y creando un halo de luz alrededor de su cabeza. Creed.

La puerta del coche se cerró con un ruido sordo, y mi padre se metió en el


asiento delantero. Todas las miradas siguieron la mía, a donde estaba Creed en
el paisaje de concreto, su rostro afligido. Con confusión. Con traición. Con
dolor.

Y tal vez un destello de terrible comprensión mientras nos observaba


alejándonos.
Capitulo 37
Traducido por Estefi

M
i primer recuerdo fue del día que dejé de respirar.
214

Tenía cinco años. Éramos solo Jesse y yo en ese entonces. Se


suponía que íbamos a ir de compras, para el jardín de
infantes solo que yo estaba enferma nuevamente, y mi
mamá había estado junto a mí con el nebulizador lleno con
medicamentos de extraño sabor que hicieron que mi lengua se sintiera
entumecida y mi comida tuviera un sabor extraño.

Sólo que esta vez fue diferente. Ahí fue la tos, tos que no pude parar.

Estaba bajo el agua y todo era un sueño. Un sueño cansado, donde apenas
podía aspirar el aire y Jesse entraba y salía de mi habitación para ver cómo me
encontraba, y no podía comer. No podía dormir. Entonces, no había otra opción
que dormir, y luego estaba soñando nuevamente con las botas rosa que quería
vestir en mi primer día de clases.

Y entonces me estaba ahogando.

No sabía donde estaba mi madre, ni porqué ella no había visto el agua


aumentando en mi habitación hasta que no pude enfocar las letras de mi
nombre en la pared:

J-O-Y.

Al igual que la canción, sólo que no podía respirar lo suficiente para cantarla.
Los dedos de mis manos y de mis pies comenzaron a hormiguear y temblar.

Las letras se volvieron oscuras y mi piel muy fría.

Fue entonces cuando Jesse me encontró.

El resto fue una pesadilla del viaje en ambulancia hacia el hospital, y luego
tubos y monitores y olores acres mientras mis padres se cernían sobre mi cama.

Jesse me susurró al oído—: No voy a dejarte morir. Nunca volveré a dejarte.


Ese día, todo el mundo hizo una promesa a los dioses del inframundo: Ellos me
envolvieron suavemente, me mantuvieron en una jaula y velaron por mí como
si mi vida dependiera de ello. Ellos sofocaron mi espíritu para salvar mi cuerpo
y luego entregaron las llaves a Asher, quien grabó nuestro voto en una pulsera
con un cuervo colgando.
215
Sólo que había roto su promesa, y ahora los dioses estaban aquí para
reclamarme.

En el momento en que llegamos a la sala de emergencia, mamá ya había hecho


llamadas para hacerles saber que estábamos llegando.

—¡Se está volviendo azul, Peter! ¡Date prisa!

Papá me llevó, envuelta en una manta plateada, como una ofrenda. La patrulla
se detuvo detrás de nosotros en un loco ángulo.

Nos recibieron en la puerta con una camilla. Me dejé caer agradecida en la


limpia blancura, Incluso mientras luchaba por el aire.

Sobre el resto, no pude distinguir entre la realidad y el recuerdo de lo que había


ocurrido cuando tenía cinco años. Los médicos entraban y salían de la pequeña
habitación, tapándome la boca con una mascara, tenía un sabor amargo con un
vapor nebuloso de las drogas.

Había tubos y agujas y una succión breve de oxigeno antes de que la tos
regresara nuevamente, profunda y húmeda en mis pulmones, como si estuviera
nuevamente en mi habitación de la infancia sintiendo el aumento de las
inundaciones.

—Ella dejó de respirar —dijo mi madre histérica, y el hormigueo en mis manos


y pies se extendieron hasta los brazos y las piernas. Habría tenido un ataque de
pánico, pero no podía obtener suficiente aire para gritar.

—¿Cuánto tiempo ha estado así? —preguntó un medico, y mis padres no tenían


ninguna respuesta.

—Ella fue secuestrada, la policía acaba de encontrarla, rastrearon su llamada al


9-1-1... Ella ha estado ausente por mas de dos meses —Estaban hablando entre
ellos cuando el oficial de policía apareció.

El oficial—: No creemos que fuera secuestrada.


Mi madre, enojada—: ¿Qué? ¿Qué hay sobre ese hombre sin hogar?

No quería escuchar. Me sentía como si fuera a vomitar. Me faltaba el aire


mientras una enfermera me preparaba para una intravenosa y me inyectaba con
otra aguja.

—Él fue puesto en libertad esta mañana, señora —dijo el oficial—. Su hija ha 216

estado viviendo en las calles desde hace varios meses…

—¿Pueden ustedes hablar sobre eso afuera? —Era el médico, con una voz
profunda y dominante. Él era alto y delgado, como Creed. Tal vez podría
salvarme, si no era demasiado tarde.

Mis pulmones silbaban y crujían mientras me hundía en el río de las drogas,


sacándome del estado de sueño el tiempo suficiente para la tos como si mis
costillas se rompieran. Me sentí como si fuera levantada por las manos de la
muchedumbre de un partido y luego me estrellaran contra el pavimento con un
despiadado golpe. Ligera como una pluma, libre como un pájaro. Entonces me
estaba cayendo, hasta que choqué contra el fondo como vidrio estrellándose.

Me esforcé por oír a mis padres y al oficial en el exterior. Él estaba diciendo algo
acerca de una alerta AMBER52.

¿Hubo una alerta AMBER? ¿Cuándo ocurrió eso?

Eso es lo que hubiera querido, para que creyeran que había sido secuestrada.
Todavía podría, si no hubiera hecho la llamada para salvar a Santos. Él podría
estar en esta misma sala de emergencia, sólo a unas pocas habitaciones de
distancia.

—Ella ha estado viviendo con una banda de fugitivos sin hogar.

¿Quería decir Creed, Santos y May?

—No son una banda —Intenté susurrar, pero el médico no parecía estar
escuchando. Él estaba conectándome a algún otro monitor, mientras que una
enfermera introducía un tubo en mi garganta.

—Uno de ellos es una conocida adicta a las drogas y una prostituta con una
madre sin hogar relacionándose en el Distrito Universitario…

52
La Alerta Amber es un programa para recuperar a menores de edad desaparecidos, extraviados o
sustraídos.
May.

—Uno de ellos se prostituye fuera de los clubes, ha sido expulsado del sistema
de crianza, y ha sido arrestado por hurto y robo…

Santos.
217
—Uno de ellos no tiene un registro, pero creemos que es el protector, que es el
proxeneta de las chicas en su círculo.

¿Creed? ¡NO! ¡No fue así!

—Le sugiero que su hija se haga una prueba de drogas, y enfermedades de


transmisión sexual... Cualquier número de cosas podría haber recogido
mientras trabajaba en las calles.

¡No! Me quejaba, pero no podía conseguir decir ni una palabra más allá del
tubo, lo que estaba haciendo a mi garganta tener convulsiones.

—Shhhhh —dijo la enfermera—. Descansa ahora. —Y volvió a inyectar algo en


mi vía intravenosa y en tan solo unos segundos, me había enviado a la
oscuridad total.
Capitulo 38
Traducido por Estefi

D
ías y noches pasaron como sueños o pesadillas, dependiendo de
218
donde yo estaba en el ciclo de las drogas, o tos, o la lucha contra mis
vías respiratorias, llenas de agua y, sin embargo seca como el cristal
crujiente.

No me gustó lo que hiciste ayer por la noche Joy, me dijo Asher mientras dormía.
Tendremos que arreglarlo.

Me faltaba el aire, enviando al monitor de oxigeno en un pitido insistente.

Alguien empujó una mascara en mi rostro, con el sabor amargo de la medicina.


Tenía cinco años nuevamente, cuando este torbellino de terror familiar había
comenzado oficialmente. Tal vez terminaría aquí, mientras enfrentábamos
nuestro peor miedo juntos.

Si no moría, tendría que hacer frente a Asher.

A través de la red de la enfermedad, un sonido familiar hizo que los bellos de


mi nuca se pusieran de punta. Un estruendo. El rugido distintivo de un
DeLorean, como si Asher estuviera fuera de esta habitación de hospital,
esperándome.

¿Ya había estado aquí? ¿Mis padres lo dejaron entrar? Pero yo había oído decir
que nadie podía visitarme, sólo mi familia. Eso no podría ser.

Abrí mis ojos para ver un rayo de luz a travesar la pared, por un extraño
momento, no sentí otra presencia en la sala, ni de mi madre o padre, o el
personal del hospital hurgando o nebulizando o comprobando mis placas de
rayos X.

Me acerqué a la ventana, esperando ver la baja y plateada sombra del coche de


Asher en la luz de la luna, mis opciones parpadearon ante mis ojos como si
estuviera a punto de morir. Pero no había nada, solo arbustos bajo la ventana,
bañados por el pálido resplandor de las nubes.

Una enfermera se acercó una mañana y comenzó a hacerme preguntas a través


de la bruma.
¿Estaba involucrada con Asher Valen? ¿Estaba viviendo con prostitutas en la
calle? ¿Cómo sobreviví tanto tiempo fuera si mi asma era tan grave?

Tosí en respuesta. ¿Por qué me preguntaba estas cosas? ¿Dónde estaba mi


madre?

Otra enfermera vino a verme y le gritó a la otra enfermera. ¡Le dije a usted y al 219

resto de la prensa que permanezcan fuera de aquí! Voy a llamar a seguridad…

La prensa, Oh, dios.

Si pudiera ocultarme aquí para siempre, pensé fugazmente, la realidad no se


derrumbaría.

Pero luego fui mejorando.

***

Mis padres estaban junto a mi cama en cada momento del día, mientras la
neumonía daba un vuelco. Estaba débil todavía, como si me hubiera caído de
tres pisos de altura y roto todos los huesos de mi cuerpo. Todos los músculos
me dolían.

Había sido vestida con una bata de hospital. La cicatriz… alguien la había visto.
¿Mi madre? No, ella todavía creía que había sido secuestrada, a pesar de todas
las pruebas que indicaban lo contrario. Ella no podía lograr que su mente
aceptara la verdad.

—Ellos van a atrapar a ese criminal —había susurrado.

Me encontraba en una habitación privada ahora, rara vez sola, excepto durante
la noche, cuando mis padres volvían a casa para cuidar de Jonah, y yo estaba
bajo la mirada vigilante del personal de la noche. Habían empezado a dejarme
dar paseos cortos para reconstruir mi fuerza. Y fue entonces cuando me las
arreglé para escapar.

Los recuerdos de Santos esa noche hicieron eco en mi mente, él tenía que estar
en cuidados intensivos, si aún estaba vivo. El pasillo de la UCI53 estaba al final
de un largo pasillo y a través de varios conjuntos de puertas blancas. Señales
metálicas instruían cubrir nuestra boca al toser y lavarse bien las manos para
prevenir la propagación de la infección.

53
UCI: siglas de Unidad De Cuidados Intensivos.
Encontré la sala de espera de la UCI, un espacio abierto con sillas, una pecera, y
una chica solitaria. Delgada y destrozada figura esperando en un rincón,
acurrucada alrededor de una almohada. Su cabello disparado en todas
direcciones, y se veía frágil como una ramita.

May.
220

No se porque no imaginé que ella estaría aquí. O que mi identidad como Joy y
mi identidad como Triste colapsarían. ¿Quién sería yo ahora?

May levantó la mirada, sus ojos manchados de negro, con falta de sueño y tal
vez rendida. Se veía completamente presente, nada como la última noche que
la había visto. Ella concentró todo su veneno en mí.

—¡Fuera de mi vista, Burbs! Tú no perteneces aquí.

Al parecer May no se había dado cuenta que yo vestía una bata de hospital.

—Vine a ver cómo se encuentra Santos.

—Llegas un poco tarde —escupió May—. Hace a una semana se encuentra


aquí.

—Lo sé. —Pero ella no tenía ni idea de que yo también acababa de pasar una
semana aquí—. ¿Está mejor?

—Si tú puedes llamar mejor a un estado de coma, entonces sí. Están allí
reordenando su rostro, pero al menos no está muerto. Dijeron que permanecerá
aquí por lo menos otro mes, y entonces, ¿quién demonios sabe? Pero su vida
esta acabada, gracias a ti.

Las paredes se movieron un poco en dirección a mi estómago.

—Soy quien llamó al 9-1-1 ¿cómo puede ser mi culpa?

—¿Estás bromeando, verdad? ¿Reformatorio? ¿Acogida temporal? ¿Al


asqueroso imbécil que le hizo esto? Dondequiera que vaya, él estará jodido.

Pensé que lo estaba salvando, llamando al 9-1-1. No sabía qué pensar ahora,
pero May estaba en lo cierto. El estado de coma era mejor que muerto.

—Creed va a tener el corazón destrozado, si no es que ya lo tiene.

—¿Creed? ¿Con el corazón destrozado?


May se atragantó con una carcajada y luego tosió desgarradoramente, como si
fuera ella quien tuviera neumonía.

—¿Que esperabas? Nos engañaste completamente, nos mentiste, y luego te


metiste en un coche de policía y regresaste a tu casa, a tu cálida y cómoda casa.
¿Fue algún tipo de experimento? ¿Ver si podrías soportarlo? Bueno, parece que
221
no puedes. Nunca debería haber tratado de salvar tu culo, no cuando luego
vas corriendo a casa de mamá y papá.

La vieja ira burbujeaba, la misma sensación que tenía cada vez que hablaba de
sí misma y cómo se mataría si ella se pareciera a mí. Ella se mataría si hubiera
sido una chica de los suburbios. Ella se suicidaría antes de ir a ver a su mamá.
Ella valora a May tanto como yo a Joy, que no era nada en absoluto.

—El culo que debes salvar es el tuyo —dije.

May resopló.

—Como sea. De todos modos estoy muerta desde el segundo en el que deje este
hospital. Tan pronto como camine fuera de aquí, Maul va a matarme.

Comprendí, tal vez por primera vez. Que yo estaba esperando lo mismo, a que
Asher me mate.

—¿No es eso lo que quieres? —le pregunté en voz baja.

—¿De que mierda estas hablando?

—Estoy hablando de ti. Cada vez que hablas de ti misma, es de lo mucho que
deseas morir.

Me miró fijamente, desafiándome a decir más.

—May, no tiene por qué ser así.

—¿En serio? ¿Cómo puede ser Burbs? ¿Cómo puede ser para alguien que ha
pasado toda su vida en las calles, con una adicta al crack de madre y sin un
padre, y mi único amigo de verdad, está a punto de estirar la pata en la
habitación de al lado? —Una enfermera caminando la miró, pero a May no
pareció importarle—. La única cosa que puedo hacer para evitar ser él es
revolcarme con alguien para ganarme la vida, y en cuanto salga por esa puerta,
ni siquiera podré hacer eso porque Maul estará allí. No tengo a nadie, Burbs.
Así que dime, ¿cómo puede ser para alguien como yo?
Todos los poderes de la calle se habían ido al infierno, todos estaban en mi
cabeza. Habilidades de supervivencia, que es lo que Creed tuvo en su música.
Santos podía convencer a su manera para salir de casi cualquier cosa, hasta que
no pudo salvarse a sí mismo. May, podía controlar a la gente con su cuerpo,
hasta que alguien tomó el control del de ella.
222
Y yo, yo pude haberme escondido, pero ni siquiera puedo esconderme de mi
misma.

—Tú crees que lo único que tiene valor es tu cuerpo, pero te equivocas, May.
¿Qué pasa con esto? —Señalé mi pelo, con su corte irregular y blanco por sus
tintes—. ¿Qué pasa con esto? —Señalé su cabello—. ¿Qué pasa con Creed y
Santos? Podrías disfrazar a cualquiera. Podrías disfrazarte a ti misma, si
quisieras.

Ella no respondió.

—No tienes que volver con Maul, ni siquiera tienes que quedarte en Seattle,
podrías ir a cualquier sitio.

May bajó la mirada, y me preguntaba si se estaba preparando para un nuevo


asalto, recopilando su energía. Todo estaba tranquilo antes de una tormenta
determinada.

Entonces cayó una gota, una gota que no esperaba. Una lágrima, caía sobre la
espiga azul de su silla.

—Pero ¿Qué hay sobre mi mamá? ¿Quién cuidaría de ella si me voy?

Sentí un golpe en mi espíritu.

Quería echar mis brazos alrededor de ella y decirle que todo iba a estar bien.
Para darle las gracias por el sacrificio que hizo, aunque eso significó sacrificarse
a si misma. Pero no pude, había un campo invisible entre nosotras, no
importaba cuánto lo intentara penetrar.

—¿Que hay de New Ho´s? Ron podría ayudarte, ellos están construyendo ese
refugio frente a la iglesia. ¿O el refugio de mujeres? ¿O Mary’s Place54? Tiene
que haber algún sitio donde estés a salvo… —Mi voz se fue apagando mientras
ella me miraba.

54
Mary’s Place: es un refugio para mujeres y niños.
—No hay esperanza para mi, Burbs. No importa a donde vaya, no importa lo
que haga, la muerte siempre va a estar ahí, esperándome. Puede que incluso
nos encontremos a medio camino.

223
Capitulo 39
Traducido por Estefi

C
uando volvimos a casa, fue como un espejismo, enorme, luminoso y
224
limpio, cerniéndose enfrente de mí. Era surrealista. De nuevo en mi
propia habitación, todas mis ropas estaban en mi armario, la cama
hecha, artículos de higiene organizados, como si fuéramos a tener invitados.

La invitada, era yo.

Ahora tenía aire puro para respirar y un suministro interminable de agua


caliente y almohadas, pero mis padres vigilaban todos mis movimientos. Jonah
se aferró a mí como una segunda piel, temiendo que me fuera de un momento a
otro y jamás regresara.

Miré por la ventana buscando a Asher, preguntándome lo mismo de siempre.


Cuando sonó el teléfono, salté. Cada motor, cada sombra hizo que mi cicatriz
quemara con su proximidad. Era sólo cuestión de tiempo.

Mi mamá decidió tomarse un tiempo fuera del trabajo hasta que las cosas se
estabilizaran.

Ellos intentaban aparentar a que todo era normal, aunque nuestras vidas no lo
eran.

—No tienes que dejar el trabajo, mamá —le dije un día después de dejar a Jonah
en el prescolar.

—¿Qué se supone que debo hacer? ¿Dejarte aquí sola?

—¿Qué piensas que voy a hacer? —Yo sabia exactamente lo que haría, iría
directamente al hospital y buscaría a Creed.

Mi mamá se detuvo en la luz roja, y yo instantáneamente comprobé los espejos


retrovisores para ver si Asher nos estaba siguiendo. ¿Sabía que me escapé?
¿Cuánto tiempo pasaría hasta que todos se enteraran que había regresado?

—No es sobre lo que tú vayas a hacer Joy, es sobre lo que podría pasarte —Se
volvió hacia mí con ternura y apartó un mechón de cabello de mi rostro—. No
te preocupes, ¿si? las cosas van a estar bien. Todo volverá a la normalidad muy
pronto. Llamé a Jesse. Él esta regresando a casa.

Jesse llegó esa noche, a pesar de que fue un miércoles y Acción de Gracias
estaba todavía a una semana de distancia. Si había estado enojado cuando me
presenté en la puerta de su casa con Neeta, ahora estaría furioso.
225

—¿Por qué estás aquí? —le pregunté, recordando la última vez que lo había
visto.

— ¿No es obvio? Estoy aquí para cuidar de ti.

Paso junto a mí caminando hacia su antigua habitación mientras mamá lo


recibía en las escaleras. Jonah llegó a toda velocidad desde la habitación de la
sala de estar, gritando el nombre de Jesse y dejando un rastro de piezas de
Lego.

Jesse se paseaba furioso por toda la casa, mamá me preguntaba como estaba
cada cinco minutos, Jonah estaba a punto de construir una metrópolis de Lego y
yo estaba acurrucada en un sueño cuando papá llego a casa con nuevas noticias.

—¡Peter! ¿Que sucede? —pregunto mamá

Una vena estaba palpitando en el cuello de mi padre.

—Renuncié a mi trabajo.

—¿Qué?

Asher. Asher lo hizo. Mi garganta comenzó a contraerse.

—Jonah, ¿por qué no subes a tu habitación a jugar con eso? —dijo mamá en voz
baja.

—¡Pero no estoy haciendo nada! —se quejó Jonah desde la sala de estar.

Papá lanzó la edición del diario de hoy el Seattle Times sobre la mesa frente a
nosotros. El titular decía, MUCHACHA LOCAL VICULA A EMPRESAS
VALEN CON UN FALSO SECUESTRO -Como la novia fugitiva, pero peor, ya
que me había juntado con un narcotraficante, un proxeneta, una prostituta y
varios otros personajes. Ellos sabían que yo estaba conectada con Asher, a pesar
de que su padre decía que solo era una conocida y que su hijo había terminado
su relación conmigo antes de escapar.
Asher iba a saber que yo había vuelto a casa.

—Esto está mal —susurró mi madre, sacudiendo la cabeza—. Ese, ese hombre,
¡Jesse encontró la mochila! ¡Vimos la tierra, Peter! —Ella estaba casi llorando.

Mi padre gruñó:
226
—Ella no fue secuestrada, Elena. Déjalo ir.

—¡Estaba en el hospital! ¡Casi muere a causa de ese hombre! —Lágrimas corrían


por su rostro y se limpió con un papel—. Es por eso que he llamado Jesse. Tal
vez pueda volver a casa de Western para el trimestre…

—¡Claro que no! —Gritó Jesse—. ¡No vendré a casa para cuidar de ella!

—¡Jesse! Mi madre hizo un gesto señalando a Jonah.

Pero Jesse no se detuvo.

—¡Ustedes! Ustedes tienen que hacer frente a sus problemas. Son los padres
aquí.

—¡Estas en negación, Elena! —Gritó papá

—Asher nos dijo lo que sucedió —Oh, Dios. No quería saber lo que les había
contado. Mi cicatriz ardía en su memoria.

Papá continuó hablando.

—Cuando la policía estaba investigando, la primera persona a la que


recurrieron fue a Asher. Así fue como nos enteramos que él rompió contigo.

—¿Qué?

—Pensamos que habías sido secuestrada, no queríamos creer que huiste a causa
de una ruptura… —Así que eso es lo que él les había dicho. Es por eso que no
había llamado. Estaba demasiado aturdida para hablar.

Entonces surgió una avalancha mixta de ira y alivio, ira por que había mentido
para salvar su propio culo, y alivio de que tal vez todo hubiera terminado.
Quizás no había escuchado su coche fuera de mi ventana en el hospital, y había
sido sólo mi imaginación. Tal vez, si me dejo ir, por fin podría ser libre.

Mi voz se había reducido a un susurro.


—No fue por la razón que creen —Todos se volvieron hacia mí enojados y
asustados.

Algo cambió, como la luz que se filtraba en el dormitorio que había compartido
con Creed e iluminaba las partículas de polvo, imperceptibles en la oscuridad.

Podría quedarme aquí y cambiarlo todo, contigo. 227

Pero yo tenía una oportunidad, aquí con mi familia, de decir la verdad. Había
una ventana de claridad, un hueco, donde las palabras pueden hacer una
diferencia.

O una palabra podría.

—Miren —dije.

Cenizas se esparcía a lo largo de mi cadera.

Y ellos lo vieron.

Las letras eran gruesas y de color rosa y retorcidas ahora, pero sobresalían de
mi piel.

Mis padres entraron en confusión total.

—¿Quieres decir que todo esto se trataba de Asher?

Mi padre miró a mi madre, tratando de comprender lo que había dicho.

Yo estaba agotada, todo mi ser molido en partículas como arena. Ellos no sabían
nada acerca de él, no realmente.

—Me estaba sofocando—les dije.

Jesse asintió con la cabeza, como si entendiera.

—¿Él te hizo eso? —Papá quería saber—. ¿Te hizo daño? —El dolor en su rostro
era casi insoportable.

Dañar era una palabra relativa. Creed tenía mucho dolor, él tuvo que dejar a su
abusivo padre y a su madre valiéndose por si misma. Santos había soportado
años de dolor, y ahora estaba pendiente de un hilo. La propia madre de May la
había rechazado y ella se castigó a si misma cada vez que Maul la golpeaba,
cada vez que ella daba su cuerpo a cambio. ¿Asher me hizo daño?
Si él me hubiera golpeado, eso hubiera sido algo, Algo a lo que podría apuntar.

Las palabras, las palabras no eran nada. Pero cada palabra suya me enseñó a
temerle a él, a sus amenazas, a su tacto y a su recordatorio constante de que me
había rescatado a mí y a mi familia. Al igual que una niña de cuento de hadas
que se sacrificó para salvar a su padre, sólo que en esta historia el príncipe
228
resultó ser la bestia, quien quería despedazarla con sus garras de adentro hacia
afuera. Incluso hizo que la chica se lastimara a si misma.

¿Fueron las palabras suficientes para que contaran como daño?

Mi padre se acercó, poniendo sus brazos a mí alrededor, como si yo fuera su


niñita nuevamente.

—Sí —susurré—. Asher me hizo daño, quiero decir, él nunca me golpeó. El me


lastimó de otras maneras. Él me amenazó...amenazó con el trabajo de papá. Y él
hizo otras cosas…

—Él te… ¿Él te hizo eso? —preguntó mamá.

Sentí el familiar miedo en mi pecho que ardía en deseo de mantener mis


propias palabras adentro. Había fallado cuando le pregunté a Santos, donde iba
de noche. Mis palabras no ayudarían a May cuando volviera a la calle con
Maul. Lo peor de todo, mis palabras alejaron a Creed, pocos minutos antes de
que yo lo abandonara.

Pero las palabras tenían poder. Necesitaba aprender a usarlas.

—Yo lo hice —dije—. Él me hizo hacerlo, como castigo, y… luego hizo más. —
Eché un vistazo a Jesse, sus ojos se llenaron de tristeza. Él lo sabía.

—Él nunca me gustó realmente —murmuró Jesse, y lo dejé pasar. Ese era su
trabajo, saberlo todo. Mi hermano mayor.

Mi madre se nos unió, incluso Jesse puso su mano en mi espalda mientras Jonah
se lanzaba sobre mí abrazándome. Luego podríamos hablar de como ellos
también me estaban sofocando, como alejarme de morir me alejaba de vivir.

Pero esto era suficiente por ahora.


Capítulo 40
Traducido por Fabiola

H
ubo algo liberador al perderlo todo. Cuando sucede lo peor y aun
229
así sobrevives, te libera del miedo. No teníamos capacidad de
supervivencia, pasábamos nuestra vida dependiendo de los demás
y ahora era tiempo de aprender por nosotros mismos.

Mi familia se amoldaba a mi nueva imagen del mismo modo que yo me


acostumbraba a mi vida, vieja pero nueva ahora. Yo había cambiado, tal y como
dijo Neeta.

Las clases ya estaban en marcha desde hacía un par de meses, así que me
esforcé para ponerme al día en casa con clases por internet. No me importaba
mucho, porque me mantenía fuera de la atención mientras el infierno de la
prensa y el cotilleo cesaba.

Mientras tanto, resistimos a la tormenta.

Podría haberme quedado en la seguridad de mi habitación para siempre si


Neeta no hubiera llamado a mi madre para rogarle que me dejara reunirme con
ella en Starbucks, donde siempre acudíamos alguna noche.

Mi madre vaciló.

—Al fin y al cabo —dijo—. Si pudiste sobrevivir en las calles durante dos
meses, probablemente puedas manejar Starbucks.

Me senté en una mesa vacía en la parte posterior de la cafetería, animada, por la


escuela nocturna, llena de chicos que conocí, cuando era ajena a otra Joy. Una
imagen de Asher y Neeta cruzó por mi mente, le agarraba el brazo con fuerza.
¿Estaría ella flaqueando ante él incluso ahora?

Observé a Neeta aproximarse desde el otro extremo del aparcamiento y recordé


lo que Asher solía decir de ella: molesta, nerd sabe-lo-todo. Para nada, ella no era
de esa clase que se involucraba con alguien como él. Podía advertirlo al menos,
aunque ya no tuviéramos una gran amistad.
Un nuevo corte de cabello enmarcaba su cara. ¿Asher lo aprobaría? Nunca me
permitió cortarme el mío, decía que largo y oscuro me hacía parecer más alta y
más delgada. ¿Qué pensaría de la corta melena clara que llevaba ahora?

Neeta me localizó en un rincón y empezó a esquivar las mesas y otros


estudiantes. Me sentaba en el asiento de la ventana, con una almohada y un café
230
con leche por protección. Empujé el otro café con leche que había comprado,
hacia ella, corto, desnatado y con doble aderezo de canela, además de agitado.
Su favorito.

—Hola.

—Hola.

Me dirigió una ojeada, aunque la mayor parte de mí, estaba oculta por las
almohadas. Ella se aproximó para abrazarme, entonces debía de haber
cambiado de opinión.

—Llevas nuevo peinado —le dije.

Se echó a reír, la misma risa que escuché desde que nos conocimos. Ligera como
una pluma, libre como un pájaro. No descubrimos hasta más tarde que lo
decíamos mal. Debía ser "ligera como una pluma, rígida como una tabla." Pero
jamás lo hubiéramos dicho de esa manera.

Me preguntaba si se acordaba del intento de agarrarme cuando me caí. Si


podría llegar hasta ella ahora.

—Creo que te llevarás el premio de nuevo peinado —resopló

Podríamos hablar de cosas estúpidas, de la escuela, de Ari y Ellerie, de ¿cómo


demonios había estado desde que hui de casa? Pero en este momento sólo había
una pregunta real entre nosotras, si tuviera el valor de preguntarle.

—¿Cuándo comenzaste a ver a Asher?

—¿Huh?

—Te vi en Chop Suey con él, hace un par de meses.

Ella me miró, estupefacta.

—Pero... espera. ¿Estabas allí?


Asentí lentamente. Esto no iba bien. Sonaba celosa y mezquina. Lo que
realmente deseaba era advertirle.

Ella volvió a su acento de la infancia, algo inconsciente, no lo había hecho desde


hacía años.

—La policía y todo el mundo pensaba que habías sido secuestrada, había barro, 231

la ventana estaba abierta y sin ningún aviso. Nadie podía entender por qué
podrías escapar, excepto Asher. Él es el único que pensó que estarías allí. Así
que me preguntó si quería acompañarlo. Pensaba que si yo estaba allí, te
acercarías. Pero no lo hiciste. ¿Por qué?

—Oh —dije en voz baja—. Él sólo estaba utilizándote, entonces. —Por supuesto
que lo hacía. Él haría cualquier cosa para obtener el control de la situación.
Incluso usar a mi mejor amiga en mi contra—. ¿Entonces no están saliendo?

—Oh, Dios mío, no Joy. Incluso si no hubiera sido tu novio, yo nunca saldría
con él. —Ella hizo una mueca—. Además, pensé... en lo que dijo, cuando la
policía comenzó a investigarlo, les dijo que había terminado contigo... y me
alegré, porque nunca creí que fuera bueno para ti…

No sé por qué me sorprendió que le mintiera también a ella. Todo lo que me


dijo o hizo fue hecho en secreto. Abracé la almohada más cerca alrededor de mi
cuerpo, una armadura de algodón y seda.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Claro.

—Cuando fuimos a ver a Jesse... cuando nos dirigíamos a casa… dijiste que yo
estaba diferente. ¿Qué quisiste decir?

Tragó saliva con dificultad y cuando volvió a hablar, el acento había


desaparecido por completo.

—Cambiaste, cuando conociste a Asher.

Las palabras me golpearon en el estómago.

—Quiero decir, que fue terrible cuando estabas con él. Nos preocupábamos por
ti, en especial cuando pensaba que estaba haciéndote algo. Tenía la esperanza
de que si te llevaba a ver a Jesse, obtendrías alguna ayuda. Estaba tan
sorprendida como tú cuando él te dio la espalda.
¿Neeta lo sabía?

—Pero si te ayudó a alejarte de Asher —continuó—entonces, tal vez fue bueno


que te marcharas. Pensé que huiste, pero luego todo el mundo decía que habías
sido secuestrada. Y luego Asher quería encontrarte...

—Pero espera —le dije sin aliento—. Espera. ¿Cómo cambie? ¿Qué viste? 232

Su rostro parecía concentrado.

—No lo sé... es difícil de explicar. No se lo que sucedió, pero no eras... tú. Te


encogiste, como si estuvieras bajo su sombra o algo así. Pero después te parecías
tanto a él. Pensé que quizás me había equivocado.

Sentí escalofríos al escuchar la verdad de sus labios. Yo sabía que a ella le


gustaría conocer la verdad de los míos.

Ella tomó un sorbo de su café con leche.

—Hey, sé que tenemos que hablar, pero pensé que te gustaría hacer algo
divertido. Ellerie nos ha invitado para un poco de…

—¿Rock Band?

Ella sonrió.

—¿Quieres venir?

Cinco minutos más tarde, caminábamos a través del estacionamiento para


buscar su coche.

—Tuve que aparcar prácticamente en Sammamish, hay muchos coches afuera


esta noche —se quejó Neeta, hurgando en su bolso.

Ella se detuvo.

—Mierda, creo que se me cayeron las llaves dentro, pero el coche está justo allí.
¿Me esperas?

Caminé hacia su coche, mirando hacia la sobrecargada nubosidad. No hacía


mucho tiempo, esto habría significado pasar la noche en una lavandería o
debajo de un puente con Creed. Lo había dejado allí y él todavía no sabía qué
había sucedido con…

Un lento chirrido de unos pasos en la grava alertó mis sentidos.


—Hola Joy.

Una sensación de angustia se infiltro en mi estómago. ¿Cómo sabía que estaba


aquí?

—Te he echado de menos.


233
Cuando apareció ante mi vista no pude evitar que mi cuerpo respondiera. Era
una sombra, un vórtice oscuro que rasgaba mis pulmones por el miedo y
alguna otra emoción que había confundido una vez por amor.

—Asher —susurré.

Y de pronto el aparcamiento estaba vacío, Neeta se encontraba a un millón de


kilómetros de distancia y él sostenía una correa invisible para todos menos para
mí.

Venía hacia mí. Sus ojos me quemaban con su intensidad. Con odio, con deseo,
con algo parecido a la tristeza.

—He intentado llamarte —dijo. Yo estaba clavada en el suelo, no podía hablar.

Él extendió la mano para tocar mi cabello primero, luego mi cuello y después


pasó un dedo por el costado de mi chaqueta hasta que rodeó mi muñeca.
Pajarito.

—Escuché que vendiste la pulsera. ¿Estabas tratando de hacerme daño?

Cerré mis ojos, deseando que se marchara. Recordé la primera vez que me besó,
exactamente así. Tan cerca, sin tocarlo, luego atrapándome con un roce de sus
labios. Oh, lo estúpida que fui. Lo estúpida que era ahora, pensando que no me
seguiría.

Debí suponer que lo haría.

Asher frotó su cara hacia arriba junto a la mía para que yo pudiera sentir el roce
de su barba y oler su usual perfume y sus cigarrillos. Una parte de mí se perdió
estando bajo su hechizo.

—Quería que supieras —dijo en voz baja—: que estoy dispuesto a darte otra
oportunidad, pero existe un precio. Te he visto en las calles, con el grupo que
estabas saliendo. Te observé con ellos, Joy. —Su respiración era caliente sobre
mi cuello—. Tal vez tengan que pagar, por apartarte lejos de mí.
Creed. Santos. May. Me estaba ahogando en la posibilidad, tan profunda que casi
no vi la luz.

Pero entonces lo hice.

—Las chicas con las que estaba. Prométeme que te mantendrás alejado de
ellas... 234

Asher se echó a reír.

—Oh, tú sabes que no voy a permanecer lejos de esas chicas. Puedes estar
segura de eso.

—Chica —le dije.

—¿Qué?

—Era sólo una chica —le dije, con más confianza. La luz se hizo más brillante,
mi respiración más fuerte—. Eres un mentiroso.

El rostro de Asher se hundió en las sombras mientras se alejaba de mí,


entrecerrando los ojos.

—¿De qué estás hablando, Joy?

Él no tenia nada sobre mi familia, sobre mi padre. Sólo tuvo algo sobre mí.

Neeta saludó mientras salía de Starbucks y me dio más coraje.

—Eres un mentiroso —le dije de nuevo—. No sé por qué te he escuchado. —


Arranqué mi muñeca de su agarre y me miró atónito—. Adelante, arruina la
carrera de mi padre, si puedes. Pero no tienes poder sobre mí.

El único poder que había tenido sobre mí fue el que yo le di. Y me convirtió en
su víctima.

Neeta se aproximó arrojando sus llaves al aire, luego se detuvo cuando lo vio.

—¿Qué está pasando? —exigió, con una voz que nunca había oído en ella—.
¿Joy?

—Nada —le dije—. Sólo un asunto pendiente, pero se terminó. ¿Nos vamos? —
Ella asintió, y me reuní con ella bajo la farola, la luz nos iluminó como un
bautismo.
No tenía que intentar ser invisible, nunca más.

235
Capítulo 41
Traducido por Fabiola

D
espués de eso, Asher no me buscó nuevamente. Le decía a todo el
236
mundo que ya había cortado con la loca fugitiva libertina y, ya era
hora. Sólo Neeta y yo sabíamos la verdad: ya no tenía nada de qué
avergonzarme.

Ella fue a Capitol Hill conmigo, primero visitamos a Santos y luego a ver si
conseguíamos un tatuaje.

—¿De qué? —preguntó, después de que yo le mostrara mis cicatrices y le


contase todo.

—Un ave fénix —le dije. Sabía exactamente dónde colocarlo.

Santos todavía estaba en la UCI, pero estaría moviéndose pronto. Por ahora,
podía tener unos pocos visitantes.

—¡Heeey, Burbs! —llamó dirigiéndose a mí con una voz ronca, tratando de


sonreír a través de los vendajes en la cara y el cuerpo. Tuve que contener las
lágrimas, al verlo así. Dijeron que algunos daños serían permanentes y esto era
sólo el comienzo—. May ha dicho es culpa tuya que esté aquí, así que supongo
que esto quiere decir que te debo un café, chica. ¡La comida aquí es de lo mejor!
Tienen gelatina, lasaña… no creerás el pastel de chocolate que me espera. El
glaseado, es como, traído del paraíso. ¿Quién es tu amiga?

Neeta le dirigió a Santos una sonrisa tímida y pude ver como algunas partes de
su cara se sonrojaban, ¡se ruborizó! Nunca me lo hubiera creído.

—Esta es mi amiga Neeta, ella es... nos conocemos desde pequeñas.

Una expresión de nostalgia pasó a través de la mirada de Santos. Nostalgia, y


tal vez anhelando el perdón, también.

—Los amigos son como una familia, ¿sabes? —dijo en voz baja—. Ustedes... ya
sabes, May y Creed...

—Vi a May, la última vez que vine, cuando todavía te encontrabas bastante mal.
¿Está bien?
Santos trató de asentir, luego hizo una mirando hacia atrás por el dolor.

—Sí, ella estará bien. Cuando salga de aquí, cuidaremos el uno del otro. —Él se
mantuvo hablando de los planes con una voz esperanzadora, pero ambos lo
sabíamos muy bien. Cuando saliera, él regresaría al sistema y desde allí de
vuelta a las calles. ¿Quién sabía lo que le ocurriría a May?
237

—¿Qué sabes de Creed, lo has visto?

Neeta me miró bruscamente. Has cambiado, Joy, me dijo cuando se lo conté todo.
Ya no tienes miedo. Supe que podía confiar en ella ahora.

Santos desvió la mirada y no quería reunirse con la mía.

—Sí, pero no se lo ah visto mucho, no desde...

No tuvo que terminar la frase. Yo podía terminarla por él -no desde que yo había
desaparecido.

—¿No dijo nada sobre mí?

Santos se encogió de hombros y luego se quejó nuevamente por el esfuerzo del


movimiento.

—En realidad no. Pero es probable que ya se haya marchado.

—¿Marchado?

Por supuesto que sí. ¿Cómo podía esperar que se despidiera de mí si lo había
dejado sin ninguna explicación?

—Pero, ¿cómo pudo abandonarte? —le exigí.

—Supongo que se dio cuenta que yo estaba bien aquí. Me dijo que tenía ciertas
cosas que hacer. Así que volvió a Oregón.

Oregón. Por lo tanto, se terminó.

***

Durante los próximos dos meses, la vida fue cambiando hasta la nueva
normalidad. Volví al colegio como un héroe clandestino y comencé a rellenar
las solicitudes de las universidades. Tenía mucho que contar en mis ensayos,
tras mi experiencia en las calles.
Organicé una campaña de abrigo en la escuela, prácticamente conseguí que se
quitaran las prendas de encima para llevar tres enormes bolsas de basura llenas
a New Ho’s.

El hombre del ojo de vidrio, Ron, aceptó las bolsas con una gran sonrisa en su
rostro y me dirigió una mirada sospechosa. Ese ojo tenía poderes callejeros, yo
238
estaba segura de ello. Pero si me reconoció, nunca dijo nada.

Mi madre continuó trabajando tantas horas como pudo y mi padre comenzó a


buscar otros empleos. Cuando nos quedáramos sin ahorros, tendríamos que
poner la casa en venta, pero al menos nos enfrentábamos a nuestros temores de
frente.

Asher se mantuvo lo más lejos posible de mí. Conservé el peinado, una fusión
de Triste y Joy, a pesar de que nadie podía dejarlo de la misma forma que May.
Mis raíces oscuras crecieron tan rápidamente que parecía más un zorrillo que
punk.

Santos fue dado de alta y desapareció. Y yo no había sido capaz de averiguar


nada sobre May y no sabía qué podría haber hecho para ayudarla. Sin embargo,
nunca dejé de pensar en ellos.

O en Creed.

Una tarde, mamá contestó una llamada del teléfono de casa.

—No, no hay nadie aquí con ese... un minuto.

Ella me llamó.

—¿Joy? Hay alguien en el teléfono. Creo que puede ser para ti.

No había tenido esta sensación en meses, estar expuesta y vulnerable, pero lo


sentía en ese momento.

—¿Quién es?

Un segundo más tarde.

—Un tal Joel.

Mis pies con calcetines resonaron al bajar por las escaleras alfombradas. Yo no
conocía a nadie llamado Joel.
—No crees que sea Asher...

Mi madre se encogió de hombros.

—No lo creo. No es su voz. Es alguien con una voz agradable.

Tragué saliva para evitar temblar mientras cogía el teléfono.


239

—¿Hola?

Silencio.

—¿Hola?

—Triste.

El suelo cedió debajo de mí.

—Creed.

—Hola.

—Creed, lo siento... por favor, lo hice para salvar a Santos, no tenía intención de
dejarte de esa manera...

—Triste. Está bien. Llamé porque... ¿podemos reunirnos?

Mi madre estaba por allí, observando mi cara cambiando desde el terror a


desecha, a la esperanza y tal vez hasta el éxtasis.

—Sí —dije con rapidez, entonces—: No. Quiero decir, espera un segundo. —
Apoyé el teléfono contra mi estómago—. Mamá, ¿puedo usar el coche, por
favor?

Mi madre asintió dándome una mirada cautelosa.

—Sí —dije al teléfono—. Sí. ¿Dónde estás? ¿Dónde quieres que nos reunamos?

—¿Qué tal en el Molly Moon’s en Capitol Hill? —Fue el lugar de nuestra


primera cita, donde me compró un helado.

—¿Estás aquí? —casi grité—. ¿Estás en Seattle? Pero pensaba...

Creed se echó a reír

—¿Puedes verme allí?


Una media hora y veinte millas por hora sobre el límite de velocidad más tarde,
caminé por la esquina hacia Molly Moon´s. Continuaba alisado mi ropa, unos
vaqueros y un suéter con un abrigo echado encima, mi pelo blanco apuntando
en todas direcciones, golpeando las botas sobre el pavimento húmedo y
provocando el mismo sonido que May hacía mucho tiempo atrás.
240
¿Qué pensaría de mí ahora, limpia, con frescor a menta y llevando suficiente
ropa para mantener el calor durante un año entero en las calles?

Me abrí paso hasta la tienda y me golpeó una nube de calidez y aroma


azucarado. Eché un vistazo alrededor de la sala, en busca de Creed. Recordando
su pecosa piel bronceada, sus tempestuosos ojos azules, una mata de oscuro
pelo irregular.

Él no estaba aquí. Y supongo que debería haberlo esperado.

Entonces un muchacho levantó la vista del banquillo con el cabello bien


peinado hacia atrás, llevaba un grueso abrigo, pantalones vaqueros limpios y
un suéter grueso y oscuro.

Mis ojos se posaron en él, en este muchacho que apenas reconocí, no hasta que
sonrió, se levantó y caminó hacia mí. Envolvió sus brazos alrededor de todo mi
cuerpo y me levantó del suelo, delante de toda la sala, en este mundo privado
que compartimos juntos.

—Te extrañé —murmuró en mi pelo, rosando sus labios en mi oído, mi mejilla,


mi boca. Él sabía a crema y a Creed, el sabor que había añorado mas que a la
mantequilla de cacahuate y la gelatina, gomitas ácidas y cualquier otra cosa que
pudiera imaginar.

—Pensé que te habías ido para siempre —dije entre beso y beso, sin importarme
que la gente a nuestro alrededor estaba mirando y sonriendo—. Tenía miedo de
no volver a verte de nuevo, que te hubieras ido a Portland para no volver jamás.

—¿Portland? ¿Por qué Portland?

—Bueno, Santos dijo Oregón, y es allí donde van todos los músicos de Seattle,
¿verdad? Así que pensé... después de mí partida aquella noche, tenía miedo...

Creed se echó a reír, con los dientes tan blancos y perfectos, excepto por una
diminuta muesca.
Terriblemente perfecto, para un muchacho que había vivido en las calles. Me
besó una vez más, luego, agarró dos copas de helado que nos esperaban en la
mesa, uno salteado con caramelo y otro de chicle.

—Ven conmigo.

El aire era vigorizante y frío en el exterior, pero genial con un cielo azul y con 241

nubes típicas en un cielo de enero en Seattle. Caminamos abrazados por la calle


Broadway, no del todo normales y no del todo Ave Rats, montados entre los
dos mundos, sin pertenecer a ninguno de ellos.

Perteneciendo sólo el uno al otro.

—Fui a Oregón —Creed-Joel dijo—. Aunque no a Portland. Regresé a casa en


Astoria.

Un nudo de culpabilidad brotó en mi interior, cuando recordé las coléricas


palabras que dije antes de la fiesta de Halloween, palabras que nunca tuve la
oportunidad de retirar.

—¿Creed… Joel? —Sentí el nombre extraño en mi boca y no estaba segura de


acostumbrarme a ello—. No tuve oportunidad de decirte... que lo siento mucho.
Nunca debí haber dicho lo que dije acerca de proteger a tu madre. No tenía
derecho…

Nos detuvimos junto a un grupo de niños sentados a lo largo de un edificio,


fumando y pidiendo monedas. Ni siquiera nos miraron.

—Pero tenías razón. Por eso regresé.

Le di un mordisco al helado, así no tendría que hablar.

—Sin embargo no lo creerás, cuando llegué, mi padre se había ido. Supongo


que cuando me fui, mi madre se dio cuenta de que no podía protegerla siempre
y tal vez lo necesitaba para empezar a protegerse a sí misma. Así que solicitó el
divorcio y una orden de alejamiento, y se estará mudando a Seattle. Regresaré a
la escuela…aquí.

Jadeé.

—¿Aquí en Seattle? —El asombro de esto casi me deja sin aliento. Estaría cerca
de mí, cerca de Santos y May...
—¿Y May? No la he visto desde hace meses, no después de que dejara de
acampar en la sala de espera del hospital. ¿La has visto?

Una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios.

—Todo lo que le dijiste debió de causarle una gran impresión, ella dijo, y citó
textualmente “esa jodida Burbs, parece pensar que la única manera que tengo 242

de salvarme es cortando cabello. Así que estoy demostrando que esta llena de
mierda. ”

Lo miré, sorprendida.

—Entonces, ¿dónde está ahora?

—Bueno, por fin acabaron esos apartamentos de New Ho´s construidos tras la
universidad comunitaria. Hablamos con Ron y se metió como inquilina con su
primera paga, que logró haciendo peinados y, probablemente, quejándose todo
el tiempo. Ron está ayudando con la documentación para que Santos obtenga la
emancipación y pueda salir del sistema. Cumplirá diecisiete en unos pocos
meses, así que tiene una muy buena oportunidad, siempre y cuando se
mantenga fuera de problemas.

Caminamos, evitando los charcos y mendigos, aunque Creed se detuvo para


repartir unas monedas. El sol se asomó por detrás de una nube, transformando
toda la calle en un alternativo brillante mundo, uno con sombras oscuras, pero
también con destellos de mayor esperanza.

—¡Oh! Eso ni siquiera es la mejor parte. No vas a creer lo mejor.

—¿Qué?

—Dos palabras: Grabación. Contrato.

—¿De la fiesta de Halloween? Oh, Dios mío, ¿de la fiesta de Halloween? ¿Te
escucharon? ¿Qué pasó? Quiero decir, que estuviste asombroso esa noche,
pero...

Mi corazón de pronto se sacudió. ¿No querría saber por qué me había escapado
en el primer lugar? Y tendría que confesarle, cada mentira y cada verdad.
Tendría que contarle lo de las cicatrices, aunque ahora yo misma sabía la
verdad sobre ellas.

Esperaba... sabía que lo entendería.


—Creed siento haberte dejado, Santos... tuve mi celular todo ese tiempo y no te
lo dije... hay muchas cosas que necesito contarte... tanto que he retenido...

Me interrumpió con un beso.

—No iré a ningún sitio, excepto ahora que vamos a un lugar. Juntos.
243
Doblamos en una esquina hacia la iglesia de ladrillos antiguos y el nuevo
edificio de apartamentos sobre el estacionamiento.

—¿Vamos a ver a May? ¿Está allí ahora?

Creed asintió.

—Podemos ir, pero sólo si me prometes que me dirás una cosa.

—¿Qué es eso que debo decirte?

Me levantó en sus brazos y me retuvo con su mirada, igual que el primer


momento en que lo vi, sólo a una manzana más o menos de donde nos
encontrábamos ahora. Habíamos vivido toda una vida, desde entonces y
todavía teníamos una entera frente a nosotros.

—¿Qué? —Me reí—. ¿Qué quieres saber?

Creed asentó mis pies de regreso en el suelo.

—Quiero saber tu nombre real.

Sonreí, besándolo locamente y sintiendo el futuro salvaje expandiéndose en


cada respiración.

—Es Joy. Ahora mismo, simplemente Joy.


Epílogo
Traducido por fabiola

"Llega un momento en que un fugitivo decide que es más seguro vivir en las
244
calles, que vivir en su casa."

Eso es lo que el Presidente del Consejo en el real New Horizons me contó sobre
los adolescentes sin hogar cuando estuve investigando esta novela. Desde ese
momento, la historia de Joy cambió irrevocablemente.

Desearía que las experiencias de May, Santos, Creed y Joy jamás pudieran
suceder, pero ocurren y de hecho todos los días.

Más de 1,6 millones de jóvenes huyen cada año en los Estados Unidos, una gran
mayoría a consecuencia de abuso físico o emocional. A las setenta y dos horas,
los innumerables adolescentes en la calle han sido asaltados. Las drogas se
convierten en una forma de afrontamiento y muchos consideran el intercambio
de sexo por alimentos, refugio y ropa. A partir de la redacción de esta novela,
Seattle cuenta con una de las mayores poblaciones de adolescentes
desamparados en el país, junto a muchos otros millones en todo el mundo.

¿Qué se puede hacer para ayudar?

Comenzar en su vecindario, como Joy hizo. Buscar oportunidades para donar


artículos de aseo y productos esenciales, o ser voluntario en un albergue
juvenil. Si tienes un amigo en dificultades, puede ser más importante de lo que
crees. Anima a tu amigo a buscar ayuda. La verdadera amistad brilla a través de
la adversidad y existe esperanza al otro lado.

Encontrar maneras de contribuir con www.hollycupala.com/hope


Agradecimientos
Traducido por Fabiola

Mi más profundo agradecimiento a las numerosas personas que ayudaron a


245
crear esta novela:

Para Catherine Onder, Sarah Dotts Barley, Tara Weikum, el increíble equipo de
Harper Collins, y mi amigo y agente Edward Necarsulmer, por su apoyo cálido
y gran contribución al recorrido de Joy y el mío.

A mis amigos escritores fieles a sus ideas y conocimientos: Martha


Brockenbrough, Janet Lee Carey, Molly Blaisdell, Jolie Stekly, Peggy King
Anderson, Katherine Grace Bond, Judy Bodmer y Dawn Knight; y al
readergirlz, por inspirarme con sus generosos corazones e invitarme a formar
parte de todo esto.

Para los bibliotecarios, libreros, bloggers y amantes de YA, que me han colmado
con su apoyo y entusiasmo. Estoy profundamente agradecida por ello.

Para Jack Brace, que nos invitó a dar las mochilas y calcetines y me dio el
pedernal para esta historia, a Verónica Bandin por ayudar a darme la voz de
Santos, a Bo Gilliland por revelar secretos del escenario musical underground
de Seattle, para Gena García por mostrarme lo que se siente al no respirar, a
Josefina en la tienda de cuentas por proporcionar valiosa inteligencia de la vida
en Capitoll Hill, y Pam Longston y New Horizons, por traer la verdad a la
experiencia de Joy y por trabajar tan incansablemente en el albergue de
adolescentes sin hogar.

Para mamá, papá, Ginger y John por creer en mí desde el primer día y ser mi
maravillosa familia y para mis queridos amigos que son como familia.

Por encima de todo a Shiraz, Lyra y el Único que nos unió con el amor.
Sobre su Autora

Holly Cupala
Autora de Tell me a Secret. Cuando no está 246
escribiendo o haciendo arte, explora Seattle con
su esposo e hija. Una parte de sus ingresos va
hacia la ayuda de muchachas víctimas de
explotación sexual en el mundo.

Visite su web en:

www.hollycupala.com

Para extras de la novela visita:


www.dontbreatheaword.com
247

¡Visítanos!

http://moonlightvampireclan.blogspot.com

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