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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio de Educación Cristiana


Asambleas de Dios de Venezuela
Instituto Bíblico Juan Alfaro
Maracay – Estado Aragua

Los Manuscritos del Mar Muerto

Profesora: Migdalia Hernández Alumnos: Arias Elizabeth

Delgado María

Hernández Carluis

Orellana David

Rondón Larry

Maracay 19 de Mayo del 2014

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Introducción

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Los Rollos o Manuscritos del Mar Muerto

Los rollos del mar muerto fueron localizados en el valle Qumran, en el desierto de
Judea en Israel a orillas del mar muerto en 1.947, este valle escondía en sus cuevas una
biblioteca de gran valor histórico para la posteridad, y es uno de los capítulos más recientes
dentro de los estudios científicos de la historia bíblica, un hallazgo impactante para los que
defienden y para los que niegan la veracidad de las Escrituras Bíblicas.

Son el descubrimiento arqueológico más importante del siglo XX, ya que antes del
año 1.947 solamente teníamos copias de la biblia hebrea que databan de unos mil años
después de Cristo y muchas personas argüían que algunas de estas copias habían sido
acomodadas después de los eventos para tratar de responder a las profecías que los
cristianos aseguran que se habían cumplido en la vida de Jesús, por lo que los rollos del mar
muerto van a mover el piso de dichas personas confrontando sus ideas.

Los rollos se descubrieron accidentalmente en 1.947 por unos beduinos que andaban
circulando cerca de las cavernas que hay en las proximidades del mar, tomando en cuenta
que la geografía del mar muerto es muy accidentada, muy árida y tiene una especie de
murallones donde se encuentran las cuevas que hospedaban los rollos, además esa región es
la más baja de la tierra, a unos 423 metros bajo el nivel del mar, lo que favoreció la
conservación de los manuscritos debido a las condiciones geográficas y climáticas a favor
de la conservación.

El nombre “Rollos del Mar Muerto” se debe a que fueron encontrados en la orilla
noroccidental que es la desembocadura del río Jordán que nace en el Líbano y hace un
recorrido de unos 350 km aproximadamente terminando en el mar muerto. Los beduinos
cuando hicieron el primer hallazgo tomaron los rollos y los llevaron al mercado de
antigüedades en Jerusalén para venderlos, dando paso a sospechas sobre la existencias de
más antigüedades en la región, dando paso a un proceso de búsqueda por partes de expertos

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tales como el sacerdote francés Roland de Voux quien fue el principal excursionista como
investigador y arqueólogo en tal hallazgo.

Los rollos encontrados fueron 900 y 15mil fragmentos aproximadamente en once


cuevas, estaban constituidos el 80% papiro y 20% pergamino, escritos en hebreo, arameo y
griego, clasificados en tres grupos: Bíblicos, Apócrifos, y Sectarios. En primer lugar, los
bíblicos (la ley, los profetas y los escritos) son similares a los que tenemos en la biblia
hebrea o en el antiguo testamento de la biblia cristiana excepto el libro de Ester que no fue
localizado. En segundo lugar los escritos apócrifos o libros deuterocanonicos incluidos en
la biblia católica. Y en tercer lugar tenemos en rollos sectarios o escritos de una secta
llamado los Esenios que vivía en esa región en la parte suroeste del mar muerto.

Los esenios eran un grupo de eruditos que existieron entre 130 a.C. al 70 d.C. muchos
de ellos de descendencia sacerdotal que vivieron en comunidad e interpretaban que pronto
habría una guerra entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas, ellos que tenían que
prepararse, así que esta comunidad de hombres se dedicaban a escribir la biblia y escritos
apocalípticos los cuales hablaban acerca de una guerra entre el bien y el mal, fueron
exterminados durante la revuelta judía contra los romanos y más nunca retornaron a buscar
los manuscritos ¿Casualidad o parte del plan de Dios para la conservación de su palabra?

Los escritos originales de la Biblia no sobreviven hoy en día, ya que se desintegraron


con el tiempo, pues sus escritores no grabaron sus palabras en piedras o metales; si no que
utilizaron materiales perecederos, los más antiguos se escribieron sobre papiro y mucho
más tarde los pergaminos, estos dos materiales de escritura estaban amenazados por la
humedad, el moho y varios tipos de gusanos, teniendo a desaparecer con mayor facilidad el
papiro.

La transmisión de dichos escritos en el tiempo se ha hecho a través de tres tipos de


copistas profesionales que el pueblo Judío formó para difundir y conservar la palabra de
Dios, los más antiguos fueron los escribas que copiaron de los originales a copias siendo su

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época floreciente durante el exilio babilónico, Esdras fue uno de ellos (Esd 7:6), estos dan
paso a los soferim que heredaron sus técnicas de copia a copia desde la época
intertestamentaria hasta el año 500 d.C. y finalmente dan paso a los masoretas que fueron
los más recientes (500-1.000dC) copistas de copia a copia.

Los esenios ingresan a la línea de transmisión de los escritos bíblicos como copistas
no profesionales en comparación con los escribas, los soferim y los masoretas que si eran
profesionales, pero su obra fue la base para la confirmación de los escritos bíblicos que
utilizamos actualmente.

Es común que se cuestione como realmente era la cultura y la fe judía en el primer


siglo y ¿Que vinculo había con el cristianismo primitivo?, ¿Qué informaciones del
descubrimiento en Qumrán presenta sobre estos movimientos religiosos y su relación entre
ellos?
Este grupo nos habla más acerca del judaísmo que del cristianismo, nos habla en
cuanto a los diferentes movimientos, las diferentes sectas especialmente los movimientos
apocalípticos que había en el periodo intertestamentario entre los dos testamentos y durante
el tiempo del cristianismo cuando estaba gestándose en su infancia ya que el grupo termina
en el año 70.

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Hallazgo de Los Rollos

Actualmente se da por sentado que fueron un grupo de beduinos de la tribu ta´amireh


los que encontraron los primeros rollos en el año 1947. Este hallazgo tuvo lugar en una
cueva situada en la orilla noroccidental del mar Muerto, cerca del enclave que las tribus
beduinas llaman en árabe Khirbet Qumrán (ruinas de Qumrán).

Según la versión oficial, el beduino Mohammed Adh-Dhib, él y dos compañeros


suyos, encontraron en dicha cueva diez jarrones. En uno de ellos encontraron tres
manuscritos en hebreo escritos en cuero. Ni más ni menos que una copia completa del libro
bíblico del profeta Isaías, un pesher (deriva de la raíz hebrea ‫פשר‬, que significa
“interpretar”, es un comentario de textos religiosos judíos disponible solo para los expertos
en la materia. Generalmente se utilizaban para introducir un fragmento de las Escrituras y
hacer referencia con él a la historia presente, subordinando el sentido y el contexto original
a un significado actualizado) del libro bíblico del profeta menor Habacuc, y un texto
desconocido titulado La Regla de la Comunidad.

Días después, los beduinos volvieron y encontraron cuatro pergaminos más, tres en
hebreo y uno en arameo. Dichos textos son otra copia (en este caso fragmentada) del libro
de Isaías, un rollo de contenido escatológico (conocido oficialmente como Regla de la
Guerra o La Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas), un manuscrito
con himnos (en hebreo Hodayot), y una versión apócrifa del Génesis en arameo.

Tratando de conseguir algo de dinero, los beduinos vendieron los manuscritos a dos
anticuarios de Belén: Khalil Iskander Shahin y Faidi Salahi. En julio, cuatro de los siete
manuscritos fueron comprados por el archimandrita (abad superior al rango de obispo en
las iglesias ortodoxas) Mar Atanasio Y. Samuel, del monasterio sirio-ortodoxo de San
Marcos, en la ciudad vieja de Jerusalén, por la insignificante cifra de veinticuatro libras
esterlinas. A finales de ese año, y tras auténticas peripecias debido a la turbulenta e

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inestable situación de Palestina, el arqueólogo E. L. Sukenik, de la Universidad Hebrea de
Jerusalén, adquirió para dicha institución los tres rollos restantes.

A principios de 1948, el archimandrita se puso en contacto con el profesor Sukenik y


con John C. Trever del American School of Oriental Research (ASOR) para certificar la
autenticidad de los textos. Esta fue la primera ocasión en la que los manuscritos fueron
fotografiados. Sin embargo, durante el período de la guerra de Independencia, a lo largo de
ese mismo año, fueron sacados de Jerusalén por Mar Samuel, exponiéndolos en Estados
Unidos durante 1949-1951 en numerosas galerías de arte con el objetivo de venderlos.

Al fracasar en su empresa, el archimandrita decidió guardarlos hasta el 1 de junio de


1954, fecha en que anunció a través de The Wall Street Journal su venta: “Los cuatro rollos
del mar Muerto. Se venden manuscritos bíblicos que datan al menos de 200 a. C. Serían un
regalo ideal para una institución educativa o religiosa por parte de una persona o una
colectividad”. (DeSalvo, 2008: 40)

Afortunadamente, y como si de un acto del destino se tratase, Y. Yadín, hijo del


profesor Sukenik, se encontraba en Estados Unidos, por lo que pudo adquirir los
manuscritos en nombre del Estado de Israel por la suma de 250.000 dólares, y devolverlos a
su lugar de origen a comienzos de 1955. Así fue como los siete manuscritos iníciales
volvían a estar unidos. Aprovechando que se hacía público tal acontecimiento, el Gobierno
de Israel decidió crear en febrero de 1955 la Fundación del Santuario del Libro, parte del
Museo Nacional de Israel y encargada de la preservación, estudio y exhibición de los
textos.

Entre 1957 y 1965, los siete rollos fueron exhibidos en una diminuta sala del sótano
del edificio de la administración de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hasta ser
finalmente trasladados a su lugar de exhibición permanente, en el Santuario del Libro,
museo de original arquitectura, pues su estructura es similar a la de las vasijas en las que se
encontraron los manuscritos.

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Las Cuevas

Es preciso situarse una vez más a finales de los años cuarenta: Una vez terminada la
Guerra de Independencia y estabilizada la situación política, fue posible comenzar a
explorar la caverna encontrada por los beduinos. La región de Judea (incluyendo Qumrán)
había pasado a manos jordanas tras la guerra, por lo que fueron G. Lancaster Harding,
director del Departamento de Antigüedades de Jordania, y el padre dominico Roland de
Vaux, director de la Escuela Bíblica Francesa de Jerusalén, quienes llevaron a cabo la
prospección arqueológica de lo que hoy se conoce por los expertos como “cueva 1″. En
esta expedición, los arqueólogos hallaron cerca de seiscientos fragmentos provenientes de
setenta manuscritos, porciones adicionales de los siete rollos originales, así como cincuenta
piezas de cerámica y telas empleadas para proteger los rollos.

A partir de entonces, comenzó una competición entre arqueólogos y beduinos para


hallar nuevas cuevas con otros manuscritos. Gracias a los esfuerzos de ambas expediciones
enfrentadas, entre 1952 y 1956 se hallaron en la zona de Qumrán diez cuevas más con
diversos artefactos y documentos (mayormente pergaminos, papiros y óstracas) en hebreo,
griego y arameo. En este enfrentamiento arqueológico terminaron imponiéndose los
beduinos frente a los arqueólogos occidentales, aunque podría decirse que el auténtico
ganador fueron todos aquellos interesados por acercarse de primera mano a un período tan
desconocido como es el de la ocupación romana en Palestina.

En 1952, los beduinos descubrieron la “cueva 2″ (con fragmentos de 33


manuscritos), la “cueva 6″ (con fragmentos de 31 manuscritos, escritos principalmente en
papiro), y la joya de la corona de Qumrán: la “cueva 4″ (con 15.000 fragmentos de
aproximadamente 550 manuscritos, escritos en hebreo, arameo y griego). Los hallazgos
finalizaron en 1956 con la “cueva 11″ (poseedora de 25 manuscritos, en algunos casos casi
completos, siendo uno de los más famosos el Rollo del Templo).

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Por otra parte, los arqueólogos hallaron en 1952 la “cueva 3″ con unos catorce
manuscritos fragmentados y un manuscrito casi completo: el Rollo de Cobre (es el único
manuscrito de Qumrán escrito sobre planchas de dicho material, y detalla una lista de
tesoros ocultos diseminados por todo Israel) y la “cueva 5″ con veinticinco manuscritos.
Entre 1953 y 1955 hallaron las conocidas como “cuevas menores”, en las que había muy
poco material y todo muy fragmentario: en la “cueva 7″ había 19 manuscritos en griego, en
la “cueva 8″ se encontraron 5, en la “cueva 9″ solamente un papiro sin identificar y en la
“cueva 10″ se hallaba una pieza de cerámica escrita.

Tras años de expediciones, beduinos y arqueólogos descubrieron entre 1947 y 1956


cerca de 850 manuscritos de muy diverso contenido, en un estado de conservación muy
irregular, escritos a su vez sobre distintos materiales y en varias lenguas, en un total de once
cuevas cercanas a Khirbet Qumrán.

A pesar de los continuos esfuerzos llevados a cabo por los arqueólogos y beduinos,
desde 1956 no se han hallado nuevos manuscritos en la zona, pero sí otras cuevas con
artefactos de la época.

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Publicación de Los Manuscritos

Década de los cincuenta


La publicación es importante porque sale a la luz pública parte del hallazgo
arqueológico y se da inicio a un proceso de divulgación marcado por un acercamiento
rigurosamente científico. Se publican material procedente de la excavación de la cueva 1,
así como algunos fragmentos encontrados por los beduinos en la misma.

Década de los sesenta


Se publican materiales localizados en las cuevas 4, 7-10 bajo la dirección de Roland
de Vaux, en esta misma se publican el rollo de los Salmos y el de Ezequiel procedentes
ambos de la cueva 11

Década de los setenta


Se publica el rollo del templo

Década de los ochenta hasta hoy


Se publicó el libro de levítico procedente de la cueva 11 y se inició un movimiento
de opinión tendiente a ampliar el número de especialistas que tuvieran acceso a los
manuscritos y a concluir con la publicación de los mismos, el cual fue aumentado a
cincuenta. En el 2007 se publicó el último volumen.

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Importancia de Los Manuscritos

Los manuscritos encontrados en Qumrán han traído gran conocimiento sobre la


cultura y la fe del pueblo judío del primer siglo, también fueron importantes para confirmar
la presencia de los esenios en la región del mar muerto, pero, ¿Qué importancia tuvieron
estos escritos para la veracidad y la comprensión de la Biblia?,
Quizás lo que más aportaron estos rollos o manuscritos, es que justamente a través de los
años los científicos han puesto en duda en cuanto a ciudades, costumbres, y
acontecimientos ocurridos, y que hoy día , a través de esos manuscritos han sido
comparados con la Palabra de Dios, y afirman la veracidad y lo más importante sobre el
concepto que había en la época de Cristo sobre el Antiguo Testamento, que se creía y que
había en la cultura en cuanto a la verdad que se sostenía.

En realidad hacia atrás se tenían muy pocos manuscritos para saber cómo era la
Biblia, y la pregunta que siempre existía : ¿ cómo era la Biblia en los tiempos de Cristo ?,
entonces había como una inquietud por saber si la Biblia Hebrea en los tiempos de Cristo es
la misma en los tiempos actuales , es para el cristianismo digamos que es su base está
puesta en el Antiguo Testamento, aunque tenemos el Nuevo testamento , pero fue muy
bueno el hallazgo de los rollos del mar muerto, pues se logra comparar digamos toda la
escritura que se tenía hasta el año 1000 ( rollos más antiguos) con los rollos del mar muerto
que databan 200 años antes de Cristo o 100 años después de Cristo, logrando ver que la
Biblia que se tenía en los tiempos de Cristo es comparable con la Biblia desde el año 1000
hasta ahora, lo que testifica que estos rollos fueron parte de los escritos que el mismo
maestro Jesús leyó, y esa es la importancia que tienen estos rollos , son parte de la cultura,
de la teología, del ambiente cristiano, de la época de Cristo, cuando el maestro habla,
justamente el escrito estaba hablando del contenido de rollos similares o idénticos a estos
rollos que fueron descubiertos en 1947.

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¿Por qué son relevantes los manuscritos del mar Muerto?

Desde su hallazgo a finales de la década de los cuarenta, las referencias a los


manuscritos del mar Muerto constituyen una especie de ir y venir constante en los medios
de comunicación. Durante este tiempo casi no ha pasado un año sin que se anunciaran
sensacionales revelaciones conectadas con su presunto contenido o sin que se editaran
magníficos ejemplos de literatura amarilla en los que se manifestaba la pretensión de contar
toda la verdad que se nos está, supuestamente, ocultando. Ante conductas así es lógico que
el hombre de la calle se pregunte si los mencionados manuscritos son realmente
importantes o si, por el contrario, está siendo objeto de una sucesión de operaciones
comerciales de las que es involuntario copartícipe y, finalmente, víctima. Con los pies en el
suelo y los datos en la mano, ¿son tan relevantes los manuscritos del mar Muerto?
La respuesta resulta afirmativa y además es así por una serie de razones muy específicas.
Primeramente, habría que señalar que la importancia de los manuscritos va más allá de la
trascendencia que, ya de por sí, se supone a otros restos arqueológicos como pueden ser los
relacionados con el hallazgo de la tumba de Tut-Anj-Amón realizado por Howard Cárter y
Lord Carnavon o con los descubrimientos relativos a los mayas de Copan. Lejos de quedar
circunscrito su interés a los especialistas de ciertas disciplinas o a los aficionados a las
mismas, los rollos del mar Muerto trascienden ese radio de acción y, en buena medida,
alcanzan al ser humano de a pie. Esto es así porque los citados documentos llevan insertos
en sí mismos otros aportes de importancia especial y pocas veces comparable. Acotando al
máximo el alcance de esta afirmación, podría decirse que Qumrán reviste un interés
especial por tres aspectos muy concretos.

En primer lugar, el estudio de los manuscritos del mar Muerto nos proporciona la
posibilidad de analizar la transmisión del texto bíblico. No es extraño que personas
interesadas por el mundo de la Biblia se pregunten por la fiabilidad del texto que sostienen
en las manos ni tampoco es inhabitual que polemistas antisemitas o anticristianos insistan
en el carácter alterado de los documentos que componen las Escrituras de ambas fes. Puede
decirse sin temor a exagerar que los hallazgos de Qumrán han significado un golpe mortal

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para este tipo de especulaciones. Pese a que los documentos encontrados anteceden en
multitud de siglos al Antiguo Testamento hebreo-arameo del que disponíamos, lo cierto, sin
embargo, es que el contenido es semejante. Lejos, pues, de ser un semillero de revelaciones
que llevarían a tambalearse a las grandes religiones universales de corte monoteísta, en
realidad la biblioteca de Qumrán es un palpable testimonio de que las Escrituras del
Antiguo Testamento se han transmitido con una fidelidad extraordinaria a lo largo de los
siglos. No cabe duda de que ya por semejante circunstancia los restos de Qumrán tienen
una importancia trascendental, pero su relevancia va mucho más allá.

En segundo lugar, la literatura de Qumrán tiene una repercusión evidente en la


imagen que ha existido hasta hace relativamente poco tiempo en relación con el judaísmo
del Segundo Templo y el cristianismo primitivo. Para muchas personas, quizá ambos temas
carezcan de interés, pero lo cierto es que, prescindiendo de la postura que se tenga al
respecto, los dos siguen teniendo una importancia considerable para decenas de millones de
personas y precisamente esa circunstancia, proporciona un interés muy específico a los
rollos del mar Muerto. Para empezar, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el
judaísmo del periodo conocido como del Segundo Templo distó mucho de ser un bloque
monolítico. Ciertamente contaba con bases comunes —especialmente las referidas al
monoteísmo y a la Torah o Ley de Moisés —pero, a la vez, registraba una fecunda riqueza
de interpretaciones de la Biblia. Según se desprende de los documentos del mar Muerto, ya
eran muy comunes las referencias a cuestiones que a muchos les parecerán (erróneamente)
cristianas. Me refiero a la visión de un mesías que había de morir o que con su muerte
expiaría los pecados; me refiero a la noción de un Nuevo Pacto entre Dios e Israel; me
refiero a la mención ferviente del Espíritu Santo. Arrancando de la lectura directa del
Antiguo Testamento, los sectarios de Qumrán habían comenzado una fecunda tarea de
reflexión ideológica sobre estos aspectos anteriores cercanos a dos siglos al nacimiento de
Jesús. Conocer ese caldo de cultivo merece —poca discusión puede haber al respecto—
realmente la pena.

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Finalmente, y en tercer lugar, Qumrán reviste una especial importancia porque resitúa
al cristianismo original en su justo contexto. Por razones históricas, ha existido un cierto
interés en afirmar la absoluta originalidad del cristianismo como si hubiera, prácticamente,
surgido de cero. Las causas de tan equivocada pretensión han sido históricamente varias.
Para algunos integristas cristianos se trataba de «limpiarlo» de cualquier conexión con la fe
judía. Para los polemistas judíos significaba un intento de privar a la predicación de Jesús
de legitimidad histórica y teológica de cara a la nación de Israel. Para los enamorados del
mundo clásico era una oportunidad de deslindar el supuestamente zafio judaísmo del
presuntamente superior helenismo, helenismo en el que se insertaría la predicación de Jesús
y sus primeros discípulos. Para antisemitas y ocultistas (no pocas veces ambas categorías se
superponen) de todos los tiempos era la vía para seccionar al cristianismo de sus raíces y
para imponer interpretaciones del mismo propias y, sin lugar a dudas, disparatadas. Todas
esas visiones interesadas han carecido siempre de base pero quiebran de una manera
definitiva con los hallazgos de Qumrán. Ahora podemos afirmar más que nunca que Jesús
fue un judío que vivió, actuó y enseñó como tal y que lo mismo puede decirse de sus
primeros discípulos, incluido Pablo. La diferencia fundamental entre su enseñanza y el
judaísmo de su época no fue fundamentalmente ideológica —amplios sectores del
judaísmo, por ejemplo, creían entonces en un mesías que moriría de manera expiatoria por
los pecados del pueblo — sino personal. Donde el resto de los judíos esperaba, Jesús el
judío y sus seguidores judíos afirmaban: «ya ha llegado». Poca duda puede haber de que
estos tres aspectos mencionados van más allá de lo que, comúnmente, se deriva de ningún
hallazgo arqueológico. Precisamente por ello, constituyen un eje de interés específico que
se extiende más allá de las diversas disciplinas científicas y poseen una relevancia que
trasciende de lo meramente histórico para adentrarse en algunos de los terrenos más íntimos
y esenciales de la vivencia humana. Así pues, los manuscritos del mar Muerto son
importantes, aunque no porque en ellos se escondan revelaciones de supuestos
extraterrestres, antepasados de los Templarios o rosacruces, o enseñanzas ocultistas al estilo
de la Teosofía (esas y otras afirmaciones no pasan de ser burdos disparates) sino, entre otras
cosas, porque nos muestran la fidelidad de la transmisión del texto bíblico y también
porque nos permiten conocer mejor el judaísmo del Segundo Templo y a través de esa luz

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podemos captar más cabalmente las raíces del judaísmo posterior y del cristianismo
primitivo. Nunca se insistirá bastante en ello: sin conocer el judaísmo del Segundo Templo
es imposible captar lo que fue el cristianismo primitivo, pero para comprender aquel
judaísmo es imprescindible entender Qumrán. Eso es lo que vamos a intentar, siquiera a
breve vuelo de pájaro, en las páginas siguientes. Antes, sin embargo, de adentrarnos en la
identificación de la secta de Qumrán, en la trayectoria del fundador de la secta y en la
lectura de algunos pasajes de los manuscritos, debemos recalar a una distancia menor del
momento actual. Detengámonos siquiera por unos instantes, en las circunstancias que
rodearon el hallazgo de tan grandiosa biblioteca y en la aventura de su publicación.

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Conclusiones

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Bibliografía

Reina Valera. 1960. Biblia


Vidal M, Cesar. Diciembre 2002. Los Manuscritos del Mar Muerto
Broadman & Holman. 2001. Diccionario Bíblico Conciso Holman
Tidwelll-Pierson. 1942. Geografía Bíblica

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