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5 formas en las que las

familias católicas se
deben distinguir de las
demás

Las familias católicas están llamadas a amarse los


unos a otros con el amor que fluye del corazón de
Dios

Se supone que las familias católicas


tienen que ser distintas a las demás?

Me gustaría sugerir cuales son las


cinco marcas más importantes que
deben distinguir a una familia
comprometida que vive la visión
católica de la vida familiar.
1.- Las familias católicas
adoramos juntos a Dios
La Eucaristía es la fuente de un
profundo amor e intimidad que las
familias católicas están llamadas a vivir.

Para celebrar esto, las familias


católicas asistimos a Misa juntos todos
los domingos y los días festivos (y en
otras ocasiones en que seamos
capaces) y participamos activamente
en la vida sacramental de la Iglesia.

Además, reconociendo que a veces,


nosotros luchamos por amarnos como
deberíamos, las familias católicas
asistimos regularmente a la
confesión (mensualmente
recomendada) para buscar la sanación,
la gracia y la inspiración de Dios para
amar aún más y de una forma mejor.
2. Las familias católicas
oran juntas
Las familias católicas están llamadas
a amarse los unos a otros con el amor
que fluye del corazón de Dios. Sólo
podemos hacer esto si juntos le
pedimos a Dios que nos enseñe lo que
realmente significa esto.

Por tanto, además de tener una vida de


oración individual y una adoración con
nuestras comunidades parroquiales,
nos reunimos para la oración en familia
todos los días.

Utilizamos nuestro tiempo diario de


oración familiar para:

 Alabar y dar gracias a Dios por


todas sus bendiciones.
 Pedir perdón por las veces en que
no amamos como debiéramos.
 Pedimos a Dios la gracia de amar
a los demás y por tener un mundo
mejor.
 Oramos tanto por nuestras
necesidades como por las
necesidades de todas las familias
de Dios.
 Buscamos hacer la voluntad de
Dios en nuestra vida.
 Tratamos a la oración en familia,
no como un deber o una tarea,
sino como la clave de una
 verdadera intimidad y alegría en
nuestro hogar

3. Las familias católicas


están llamadas a la
intimidad
Lo más importante de una vida cristiana
es la llamada a la comunión íntima (cf.
Jn 17,21). Las familias católicas
servimos a este objetivo por ser
escuelas de amor (CIC 1657) donde
aprendemos a amar a Dios y a los
demás con todo nuestro corazón,
mentes, alma, y fuerza (Lc. 10,27).

Para ello, buscamos constantemente


nuevas maneras de ser más abierto en
el amor del uno con el otro, como
esposo y esposa, padres e hijos.

Por ejemplo: los niños son el signo


visible de la unión amorosa entre
marido y mujer. Las familias católicas
vivimos esto, tanto en nuestra apertura
a la vida, así como en el esfuerzo por
trabajar en la calidad de nuestras
relaciones con los demás.

Para ello, cultivamos hábitos en el


matrimonio y la crianza de los hijos que
hacen que cada miembro de la familia
se sienta amado y valorado y practique
a su vez todas las virtudes que nos
ayudan a vivir la vida como un regalo

Por ejemplo: Nos gusta orientar la


disciplina que enseña la virtud y el buen
comportamiento en lugar de
simplemente castigar la falta.

Programamos algunas horas con cada


miembro de la familia para que
podamos llegar a conocer los
pensamientos, sentimientos y los
deseos del corazón de cada uno en el
nivel más profundo posible.

4. Las familias católicas


saben que la Familia es
primero.
Debido a que nuestras relaciones
familiares son el principal medio que
Dios usa para ayudarnos a ser las
personas que Él quiso que fuésemos,
tratamos la vida familiar, en sí, como la
actividad más importante en nuestra
semana.

Las familias católicas creamos y


protegemos nuestros hábitos familiares,
como las reuniones y comidas
familiares, el tiempo para la oración y la
adoración, las noches de juegos
semanales, el "día de la familia", y las
horas programadas regularmente para
la comunicación y la construcción de
relaciones.

Todo esto, nos da un tiempo precioso


para trabajar, jugar, hablar y orar
juntos. Llevamos a cabo estas
actividades como unos rituales
sagrados de la iglesia doméstica y los
valoramos sobre todas las demás
actividades que traten de competir con
ellos.

5. La familia católica es
Testigo y Signo.
Reconocemos que Dios quiere cambiar
el mundo a través de nuestras familias.
Nosotros, participamos activamente en
este plan de dos maneras.

a. En primer lugar, trabajamos duro


para ser testigos del amor, la
alegría y la intimidad que cada
corazón humano anhela.
Compartiremos este amor en las
buenas y en las malas, en la
enfermedad y la salud, en la
riqueza y en la pobreza.

b. En segundo lugar, este amor


familiar lo esparcimos fuera del
hogar sirviendo a nuestra
comunidad de una manera que
mantiene a la familia unida.
Intencionalmente practicamos las
obras corporales y espirituales de
misericordia, tanto en nuestra
casa como fuera de ella.
Regularmente hablamos de cómo
podemos hacer un mejor trabajo
viviendo nuestra misión de familia
para ser un signo del amor de
Dios en el mundo

Éstas tan sólo han sido cinco marcas


sugeridas, y quizás puedan convertirse
en tema de conversación para que
salgan a relucir otras más.

¿Qué puedes hacer tú y tu familia para


marcar la diferencia de ser una familia
realmente católica con respecto a las
otras?

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