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IMPUNIDAD"
VII
TEMA:
“CRIANZA DE LOS NIÑOS DE LA TEORÍA A LA PRACTICA Y
SON ÚTILES LAS ESCUELAS PARA PADRES”
PRESENTADO POR:
DOCENTE:
Dr. MEZA OLIVERA, MAURO PABLO
Tumbes – Perú
2019
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
En los procesos de crianza los primeros encargados de establecer pautas son los padres,
si bien los diferentes profesionales que pueden aportar al proceso son importantes, pero
su función es orientar y acompañar a los padres, en el descubrimiento del propio
desarrollo del niño.
Cuando se habla de desarrollo implica todas las etapas por la que pasa un ser humano
desde el momento de la concepción, pero en el proceso de crianza juega un papel
importante la forma en que fueron criados los padres y por tanto como fue su desempeño
como hijos.
En este sentido las prácticas de crianza pueden tener efectos no solo inmediatos sino
también duraderos en el desarrollo infantil; asegurar el desarrollo de los niños y niñas
requiere que los padres y/o cuidadores enfrenten el reto de buscar un equilibrio entre sus
competencias y habilidades parentales. De esta manera, en el presente artículo
desarrollamos algunos resultados acerca de las diversas prácticas de crianza utilizadas
en dos municipios del departamento de Caldas, resultados que pretenden ser un punto
de partida para la comprensión entre las relaciones y las narrativas familiares frente a la
crianza durante la primera infancia y su relación con los comportamientos pro sociales,
como base para el diseño de una intervención educativa que potencialice las
competencias y habilidades parentales.
A mediados del siglo XX, se dio mayor énfasis al estudio de los estilos de crianza parental
hasta convertirse hoy en un término utilizado en diferentes disciplinas como la psicología,
pedagogía y sociología. El término estilos de crianza ha existido desde la antigüedad, sin
embargo, los estudios de dicha variable se caracterizan por los constantes giros y
cambios de terminologías que se dan como consecuencia de los cambios culturales y
sociales a lo largo del tiempo (Álvarez, 2010).
Hablamos de “estilo” cuando las conductas tienen permanencia y estabilidad en el
transcurrir de los años, aunque puedan sufrir modificaciones, ya sea por la edad y/o etapa
de desarrollo de los hijos (Climent, 2009).
En este sentido, Darling y Steinberg (1993) señalan que el estilo de crianza parental
puede ser entendido como una constelación de actitudes hacia los hijos, que le son
comunicadas y que crean un clima emocional perjudicial o beneficioso de acuerdo al
estilo que el padre aplique, donde se manifiestan los comportamientos de los padres.
Estos comportamientos incluyen tanto las conductas con las que desarrollan sus propios
deberes de paternidad, como cualquier otro tipo de comportamientos como gestos,
cambios en el tono de voz, expresiones de afecto, etc.
Comellas (2003) indica que los estilos de crianza son formas de actuar y que derivaban
de criterios propios de la familia, donde se identifican las respuestas que los adultos dan
a sus hijos ante cualquier situación cotidiana, toma de decisiones o su forma de proceder.
En tal sentido, Céspedes (2008); Papalia, Wendkos, Duskin (2005) y Sordo (2009)
coinciden en señalar que los estilos de crianza parental son un conjunto de conductas
que ejercen los padres en los hijos; siendo los padres los principales responsables de
brindar cuidado y protección, valores, actitudes, roles y hábitos desde la infancia hasta la
adolescencia. De esta manera ejercen su función biológica, educativa, social, económica
y de apoyo psicológico durante el proceso de desarrollo.
El Instituto Nacional de Salud Mental (2009) define al estilo de crianza como un conjunto
de conductas y actitudes que ejercen los padres hacia sus hijos en las diferentes etapas
de desarrollo, donde son evaluadas a través de experiencias pasadas.
Finalmente, Jiménez y Muñoz (2005) mencionan que los estilos de crianza parental son
la conglomeración del actuar de los padres frente a las conductas de sus hijos y que estos
influyen en la toma de decisiones y resolución de conflictos en el futuro; de manera que
crean un modelo que ayuda a regular las conductas y a marcar los límites.
Esta clasificación surgió a partir de una investigación con 134 niños y niñas menores de
3 años, en la cual se buscaba conocer los estilos de educación familiar y las
consecuencias de estas en la personalidad de los niños. Esta investigación evidenció que
los estilos familiares promueven la madurez y el autocontrol, fomentan en los niños más
madurez y competencia que las pautas de padres autoritarios y disciplinados, con
abundantes restricciones, o con ausencia total de normas.
1.3.1 Autoritario.
Teniendo en cuenta los planteamientos de Baumrind, los padres autoritarios son rígidos
y controladores, exigen mucho y no ofrecen suficiente calidez ni responden a las
necesidades del niño, es decir, “el niño tiene que hacer lo que se le dice”. Si el niño
pregunta por qué, la respuesta es: “Porque yo lo digo”. Los padres se basan en la
disciplina firme, y el niño tiene muy poco control sobre su vida, lo que genera en él
inseguridad y dificultad para completar las tareas. Estos niños pueden ser difíciles,
retraerse socialmente y no formar relaciones de confianza con facilidad. Baumrind afirma
que los hijos adolescentes de padres autoritarios son propensos a tener dificultades en
la escuela, carecen de iniciativa y podrían ser hostiles hacia sus compañeros.
1.3.2 Democrático.
Los padres democráticos establecen altas expectativas, sin embargo, a diferencia del
padre autoritario, estos son sensibles a las necesidades de sus hijos. Estos padres son
flexibles, escuchan y dan consejos. Baumrind afirma que los hijos de padres
democráticos son los más probables de los tres estilos de tener resultados positivos.
Estos niños son autosuficientes, tienen una alta autoestima y son populares entre sus
compañeros. Los padres democráticos animan a sus hijos a ser independientes y firmes,
además de ser respetuosos con los demás. Estos padres se basan en la razón y no en
la fuerza, explican las reglas y escuchan a sus hijos estableciendo expectativas
razonables. El estilo de crianza autoritario tiene en común con el estilo democrático que
ambos son ricos en el establecimiento de límites y en sus expectativas de
comportamiento maduro; sin embargo, difieren en la comunicación y calidez que
promueve este estilo contrario a la contundencia de los padres autoritarios.
1.3.3 Permisivo.
Los padres permisivos ofrecen cantidad de calidez, pero no fijan límites. Dejan que sus
hijos hagan lo que quieren, y así estos niños pueden crecer sin la comprensión de la
sociedad que busca imponer límites a su conducta. Como resultado de esto, los niños de
padres permisivos a menudo crecen frustrados por sus intentos de funcionar dentro de
las expectativas de la sociedad. Según Baumrind, el efecto que tienen los padres
permisivos en estos niños es el de convertirlos en impulsivos, sin el manejo del
autocontrol, y podrían no tener experiencia en el moldeo de sus deseos a las expectativas
de los demás, lo cual dificulta la adaptación a la vida adulta.
Al relacionar las tres dimensiones, Steinberg planteó cinco estilos de crianza parental que
a continuación se desarrollará:
b. Autoritario: Estos padres controlan mucho a sus hijos, pero les ofrecen poco
apoyo emocional. Imponen normas rígidas, afirman su poder sin cuestionamiento,
a menudo usan la fuerza física como coerción o como castigo. Cabe señalar que,
para estos padres la obediencia y el respeto son los valores más importantes de
la vida. Además, son altamente exigentes, demandantes y directivos, y muestran
bajos niveles de expresiones afectivas. Están orientados hacia la afirmación del
poder y la búsqueda de la obediencia conllevándoles a ser altamente intrusivos.
c. Permisivo: son padres que permiten que los hijos regulen sus propias actividades
con poca interferencia. El grado de afectividad y responsabilidad es mayor al grado
de exigencia y disciplina que brindan a los hijos. Generalmente no imponen reglas,
los hijos toman sus propias decisiones sin consultar usualmente a los padres.
d. Negligente: son aquellos padres que muestran poco o ningún compromiso con su
rol. No ponen límites a sus hijos porque no hay un verdadero interés por hacerlo.
Les faltan respuestas afectivas o de control conductual en situaciones diarias y/o
en aquellas en que se requieren.
a) Modelo de Diana Baumrind (1971). Una de las pioneras en el estudio de los estilos
de crianza fue Baumrind, licenciada en filosofía y psicología, quien realizó diversas
investigaciones en preescolares y sus padres con el objetivo de conocer el impacto de
pautas de conducta familiares en la personalidad del niño. Menciona la existencia de tres
variables paternas básicas en la formación de los hijos: el control parental, la
comunicación e implicación afectiva (Barrero, Calle y De la Espriella, 2012; Berger, 2016).
Además, Baumrind (1967) realizó un estudio longitudinal en 134 niños y niñas menores
de 3 años escolarizados. Los datos fueron obtenidos a través entrevistas a los padres y
madres, al mismo tiempo y a través de la observación de la conducta de sus hijos. Para
ello dividió a los niños en tres tipos de estructura personal según su conducta:
2. Padres autoritarios: se caracterizan por ser menos cuidadosos y atentos con sus
hijos en comparación con otros grupos. Además utilizan medidas de castigo o de
fuerza colocándolos en un papel subordinado que restringe su autonomía.
3. Padres permisivos: son afectuosos y atentos, sin embargo establecen poco
control y escasas demandas de madurez en sus hijos, dotando al menor de gran
autonomía. Además, los límites son escasos y evita el uso de restricciones y
castigos.
c. Permisivo – indulgente: en este estilo los padres ejercen un control laxo, sin
embargo hay implicación afectiva.
En 1991, Steinberg, Mounts, Lamborn y Dournbusch (citado por Jiménez y Muñoz, 2005)
realizaron un estudio en adolescentes entre 14 y 18 años, los clasificaron de acuerdo a
los cuatro estilos de crianza parental definido por MacCoby y Martin, a diferencia de éstos
autores, Darling y Steinberg (1993) consideraron las variables de desarrollo psicosocial,
logro escolar, destrezas interiorizadas y conductas problemáticas. Los resultados
encontrados demostraron que los adolescentes que percibían a sus padres como
autoritativos mostraban elevadas puntuaciones en competencias psicosociales y más
bajas en conductas problemáticas; a diferencia de los hijos que percibieron a sus padres
como negligentes. En cuanto a los adolescentes con padres autoritarios se evidenció
medidas razonables de la obediencia a los adultos, pero con autoconcepto desvalorado.
Por el contrario, se halló que los adolescentes de padres indulgentes presentaron un
fuerte autoconcepto, pero con mayor tasa de abuso de sustancias tóxicas y de malas
conductas escolares.
Beatriz Vega, coordinadora de Trabajo con Familias del Programa Nacional Cuna Más,
nos aclara sobre las creencias más frecuentes que afectan en la crianza de los niños y
que se trasladan en la familia y en la sociedad, sin saber que estos pueden generar
severas consecuencias en su desarrollo.
1.6.1 Mito 1: “deja que tu bebe llore para que se desarrollen sus pulmones y sea
más fuerte”
La única forma de comunicación del bebé es a través del llanto que ocurre cuando le
duele algo, esté mojado, con frío, hambre o sueño, o ante cualquier necesidad
insatisfecha. Al dejarlo llorar solo contribuye a aumentar el estrés del bebé y a desarrollar
su inseguridad.
Este artículo nace de la apuesta por construir una cultura del buen trato en la que los
principales beneficiarios sean los niños, las niñas y sus familias, logrando un efecto
protector frente a la violencia. En este sentido, las prácticas de crianza se constituyen en
el conjunto de acciones que los sujetos adultos (madres, padres, cuidadores) realizan
enmarcados en una cultura específica para orientar y direccionar el desarrollo de los
niños y niñas que, por su condición de menores de edad, necesitan de dicho
acompañamiento. Estas prácticas de crianza responden a sistemas de creencias y
costumbres que se han legitimado en pautas de comportamiento a seguir. Así, lo que
para unas culturas es normal para otras, no lo es; de allí la importancia de identificarlas
y reconocerlas como fundamentales en el proceso del desarrollo infantil, ya que la crianza
condiciona el desarrollo posterior del niño y la niña. Se hace necesario realizar estudios
que permitan establecer parámetros claros que debe tener en cuenta el adulto en los
primeros años de vida de sus hijos e hijas.
La crianza implica tres procesos: las pautas de crianza, las prácticas de crianza y las
creencias acerca de la crianza. Partiendo de la premisa que, si bien las prácticas hacen
referencia a las acciones que realizan las personas, las pautas, por el contrario,
constituyen las ideas que circulan en una cultura sobre lo que debe hacerse y la forma
en que las conductas se deben llevar a cabo, por ejemplo, con respecto a la crianza de
los niños y las niñas. Las pautas, en este sentido, tienen que ver con las normas ideales,
y las prácticas, con acciones, con comportamientos aprendidos de los padres que se
exponen para guiar las conductas de los niños y las niñas.
(Darling & Steinberg, 1993). En efecto, las prácticas de crianza son los patrones de
comportamiento de los adultos enfocados en satisfacer las necesidades de supervivencia
de los niños y niñas y que aseguran una buena calidad de vida. Las acciones adoptadas
por padres, abuelos y otros cuidadores, se asocian con el estado de salud, nutrición y
desarrollo físico y psicológico de los niños y niñas, especialmente en edades tempranas.
Lo anterior implica que los patrones de cuidado fungen como protectores de desarrollo
en la mayoría de los casos.
1.10 OBJETIVOS.
Objetivo General.
Nuestro objetivo en el presente trabajo es presentar el papel importante que
desempeñan las prácticas de crianza, dentro de la educación familiar, por su
contribución al desarrollo de los hijos.
Objetivo Específico.
Brindar información a padres y cuidadores de la importancia del buen manejo de
pautas de crianza ya que ellos son los primeros formadores para una nueva
generación
a. Nuclear: Integrada por la pareja con o sin hijos, o los hijos con uno de los padres.
c. Extensa: Integrada por una pareja o uno de sus miembros, con o sin hijos, y otros
integrantes, parientes o no.
e. Monoparental: Uno de los progenitores, con uno o más hijos, y otros parientes.
f. Amplia: (o familia compuesta) una pareja o uno de sus miembros, uno o más hijos,
y otros miembros.
n. Amalgamada: Encuentran felicidad en hacer juntos, esto hace que los hijos se
conviertan en personas inhibidas, con tensión por no querer separarse, sin libertad
son inseguras.
o. Centrada en los hijos: Este tipo de padres, busca la compañía de los hijos y
depende de estos para su satisfacción.
p. Con un solo padre: En esta familia uno de los hijos, casi siempre el mayor y en
especial el del sexo contrario al padre presente, hace el rol del papel del padre
ausente y en ocasiones sustituye el rol de las parejas faltantes.
La socialización es un proceso que dura toda la vida, en la cual las personas aprenden a
convertirse en miembros de un grupo social. Un individuo adquiere creencias, actitudes,
costumbres, roles y valores propios de una cultura, así como conocimientos e
información; saber llegar a ese grupo exige aceptar y cumplir las reglas o normas sociales
del mismo ya sea en la familia o amigos.
El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad
y en la responsabilidad comunitaria. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse
de los riesgos y degradaciones que amenazan a las sociedades humanas. Por lo tanto
deben iniciar el proceso de enseñanza aprendizaje en las relaciones padres e hijos donde
juntos fomentan esta relación. La familia es célula original de vida social, en que el
hombre y la mujer son llamados a proyectar el don de sí en el amor. Dentro de vida de
relación del seno familiar, constituyen los fundamentos de la libertad, seguridad,
fraternidad que desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, de iniciación
a la vida en sociedad. El ser humano nace con capacidades y características biológicas,
psicológicas individuales diferenciadoras, se desarrolla y convierte en un ser social.
Por lo tanto aporta dos aspectos fundamentales para la participación adecuada y eficaz
en la sociedad en la que se vive. El sujeto necesita ser adaptado y adaptarse a su medio
social. La sociedad se conforma a través de los factores de su entorno que la constituye
y se mantiene a través de la transmisión de valores desde la familia que protege los
principios éticos de convivencia de generación en generación.
La familia que vive construye cada día una red de relaciones interpersonales, internas y
externas, se convierte en la primera escuela de socialidad, ejemplo de relaciones
comunitarias en un clima de diálogo, respeto, justicia y amor.
Tierno, (2008). Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión
del tono moral cultural, afectivo y social en que se vive. Son manifestaciones que se
proyectan a través de las cualidades que posee cada persona.
En un mundo tan acelerado que cada vez se hace más difícil cimentar los valores, por lo
tanto la sociedad necesita la familia, con una formación integral en la que se reflejen y se
pongan en práctica los valores. La familia debe ser portadora y transmisora de valores
desde los primeros años, a través de los medios con que cuenta: afectividad, filialidad,
dependencia de respecto a los papás, comensalidad, convivencia, formación intencional,
con objetivos claros y puestos en común.
La transmisión de los valores se ve afectada por los elementos y factores del entorno
cultural que vive cada persona. A través de la historia se observan variaciones en la
implementación de los valores, marcados por los cambios acelerados de las últimas
décadas, sin embargo se nota la influencia de los antepasados en la promoción y vivencia
de los valores que han sido una riqueza para cada generación hasta el día de hoy. A
pesar de tanto individualismo que vive la sociedad cada día, que hace que los valores en
la familia se deterioren.
Por lo tanto las familias son las primeras en formar y cimentar los valores, cristianos,
morales, éticos, religiosos, culturales y espirituales en cada uno de sus hijos. Las madres
y los padres deben educar, vivir junto con los miembros de la familia, los valores que les
ayudarán a fortalecer la confianza y la serenidad a lo largo de su vida.
Responsabilidad: Dentro de cada familia es importante que desde los primeros años se
impulsen actividades donde se reflejen y se asuman responsabilidades de acuerdo a la
edad de los hijos; para que a lo largo de la vida sean ellos los responsables de sus propias
decisiones.
Gervilla, (2008). Los padres de familia son los principales responsables de fomentar los
valores en cada uno de sus hijos, con su ejemplo ayudan afianzar en sus vidas valores,
desde que son pequeños para socializarlos cuando sean más grandes. La familia desde
su cultura, debe fortalecer los valores para ser más coherentes en su vida, para
compartirlos en las relaciones de su entorno y complementan la educación desde una
formación integral.
Personalidad: El niño debe ser lo que es, y no lo que los padres quieren que sea, el niño
creativo, es el que con más facilidad llega a ser él mismo.
Educación crítica: Los niños desde su razón y según su temperamento despiertan, son
críticos, algunas veces lo harán con gestos, palabras o con el silencio. Permitirles criticar
y ser criticados les forma, para que ellos sepan discernir qué es lo mejor.
Uno de los aspectos más importantes de las relaciones entre las personas es la
comunicación, ya que a través de ella se logra intercambiar ideas, experiencias y valores;
que ayudan al cambio de actitudes, sentimientos que permite conocer más en la
experiencia diaria. Desde la infancia se palpa ese encuentro con el mundo de la
socialización a través de la experiencia en las relaciones interpersonales que se implanta
y dentro de ella se da una relación de mayor intimidad con la familia.
Gallegos, (2003). Existen seis relaciones fundamentales que son necesarias reforzar e
integrar en la educación de los padres y en las escuelas:
1. Relaciones entre pensamiento e intuición: El objetivo es restaurar un balance
entre pensamiento e intuición.
6. Relación del individuo consigo mismo: La relación con uno mismo es apoyada
ampliamente en la educación holista, esto implica un profundo autoconocimiento
de uno mismo, estar atento a la vida interior y a los propios intereses, necesidades
y metas.
Gervilla, (2008). Afirma que las relaciones de la familia, los lazos que se van entrelazar
son importantes por la participación activa o pasiva en la educación de los hijos, con lo
que marca la unidad en la relaciones interpersonales entre los hijos y los padres; las
motivaciones que se tienen para estimular la vida afectiva.
Duran, et.al, (2004). La crisis dentro de la familia se hace cada vez más patente, el
ambiente en los hogares muchas veces se ve influenciado por el individualismo en
algunos de los integrantes y eso provoca, discusiones, pleitos, daños psicológicos y
físicos con algunas agresiones que pueden perjudicar el ambiente familiar.
Los problemas en los hogares actualmente han condicionado de ser una familia que
compartía, dedicaba el tiempo para hablar, escucharse y sobre todo para conocerse;
actualmente los padres se pasan la mayor parte fuera de sus hogares por dedicarse a su
trabajo remunerado, para ofrecer lo mejor para sus hijos, eso hace que los matrimonios
no tengan el tiempo para hablar, escucharse y por lo tanto no comparten lo vivido durante
el día, estas y otras situaciones facilitan el alejamiento entre la pareja, y dan origen a la
desintegración familiar.
La crisis familiar tiene una especial incidencia en los hijos sobre todo en las familias
reducidas que cuentan con un solo hijo a la hora de socializarse e integrarse. Los hijos
proyectan sentimientos de inseguridad o inferioridad, los padres que les han dado todo
quieren exigirles, con una disciplina exigente, son muy estrictos; esto puede generar en
los niños conflictos en la relación de los hijos y familia finalmente uno de los errores es la
coacción afectiva en las decisiones.
Cada vez más se incrementan los problemas en las familias y es lamentable que muchos
hogares se vean afectados por las situaciones dentro de cada uno de sus miembros;
algunos factores que provocan los problemas familiares son:
La familia es el primer medio de formación natural para la educación de los hijos, los
padres son los que se comprometen para la implementación de los valores en un clima
educativo donde padres e hijos progresen y se desarrollen de manera integra a la vida
familiar. Los esposos tienen la misión de cooperar desde el amor. Por eso, con el diálogo
cercano en lo humano y cristiano, se esfuerzan por formarse un juicio y así atender su
propio bien personal, al de sus hijos, discernir las circunstancias de los tiempos, el bien
de la comunidad familiar y de la sociedad.
Ser conscientes que los hijos no son propiedad de los padres; son seres humanos que
hay que respetarles su libertad; los padres tienen la obligación de orientarlos en su
formación y ser su guía. El cuidado en la formación de valores en los hijos, que es lo que
se debe sembrar con buenos cimientos para el futuro. La educación por parte de los
padres debe ser desinteresada para el bien de los hijos. La intuición por parte de los
padres, para ver la diferencias y necesidades de cada uno de los hijos en la formación
porque cada uno es un ser único.
La tarea de los padres de familia es proporcionar una educación, que ayude a sus hijos
a que sean ellos mismos, que desarrollen su propia personalidad, que crezcan en libertad
para que ellos tomen sus propias decisiones; la mejor transmisión es educarlos con el
ejemplo.
Duran et.al, (2004). Los seres humanos viven cambios en la vida que inician a través de
un recorrido por etapas: niñez, adolescencia, juventud y madurez. En cada una de estas
etapas se experimenta y se forma de tal manera que se van adquirir cambios de
mentalidad y de comportamientos a lo largo de la vida.
Los padres y madres también descubren nuevos cambios que les ayudan para la
formación de los hijos. Con las diferentes ciencias que aportan en la transformación de
la sociedad. A las familias del siglo XXI, se les atribuye la base para la sociedad por la
gran tarea que tiene de formar a sus hijos en esta sociedad que cada vez más vive en
una profunda crisis de valores como el consumismo, placer, el dejar pasar, acomodarse,
violencia entre otros.
El mundo de hoy ofrece muchas ventajas y también muchos retos. Uno de ellos es la
familia, que tiene la función dentro de la sociedad ya que cada vez más el divorcio está
a la orden del día, porque cada quien busca su propia felicidad no importa las personas
que están de por medio; la competencia en el trabajo, las exigencias económicas, el
endeudamiento que por aparentar se endeudan, los deseos de realizarse y los problemas
derivados del mundo hedonista donde la persona busca su propio placer sin importarle
dañar su propia dignidad, todo esto influye en las familias .
La forma de vida en la familia puede alimentar las necesidades afectivas que, durante
toda la vida, serán auténticos cimientos y apoyos de una fe viva. El deber de los padres
consiste en potenciar en sus hijos ser personas integras.
Para que la comunicación sea más efectiva: en los hogares deben formar la práctica del
diálogo con sus hijos, enseñar reglas para intercambiar sentimientos y deseos, cuidar
siempre la relación entre ellos. Los padres de familia deben buscar espacios donde se
pueda compartir y tratar temas con sus hijos de una manera más adecuada; para que la
participación en el intercambio de ideas sobre sus sueños, esperanzas, ideales y metas
les ayude a crecer entre las familias.
Duque y Viaco, (2007). La organización del tiempo es importante para crear espacios
dentro de los hogares y fomenta las relaciones intrafamiliares que integran padres e hijos
para lograr que la formación tenga eco en cada uno de los miembros y exista una relación
más estrecha que fortalezca la unidad familiar.
Las relaciones de padres con los hijos son de vital importancia en el proceso de
aprendizaje para expresar sentimientos, pensamientos, vivencias que van a contribuir a
establecer fases de comunicación a distintos niveles. Muchas veces se vive en un clima
de violencia y agresión que va a crear un ambiente de miedo, inseguridad y temor, que
impide comunicarse con libertad y conduce a aislarse en los propios problemas.
Al llegar a la edad escolar, los maestros y los amigos empiezan a desempeñar un papel
tan importante en el proceso de socialización del niño como el que tenían los padres en
la edad preescolar. Es este período surge una tendencia a establecer relaciones más
constantes y limitadas con amigos escogidos.
Los padres promuevan en sus hijos una relación cálida que favorezca las relaciones de
confianza y cercanía entre ellos, también ese clima de escucha, para que cada niño o
niña comente lo que ha vivido durante el día, saber dedicarles el espacio es muy
importante para el crecimiento de los hijos, motivándolos en todos los sentidos.
Duran et.al, (2004). La formación en actitudes de escucha activa tiene dos factores muy
importantes que los padres deben de conocer e implementar con los hijos: la parte
racional: que es el conjunto de ideas, pensamientos, creencias y conocimientos y otra la
parte emocional: conjunto de sensaciones, sentimientos y emociones. Si se maneja esto
va influir en los hijos cuando tengan que escuchar las ideas, lo que los padres les quieren
informar comunicar.
La posibilidad de reflexionar varios temas ayuda a la realidad de cada uno de los hogares,
al compartir con otros grupos y otras parejas se enriquecen con nuevos aprendizajes y
experiencias propias de la educación de los hijos. La formación busca, ser más eficiente
y eficaz reconocer lo que uno tiene individualmente, las riquezas y debilidades para tratar
de cambiar por actitudes que le permitan ser mejores en todo lo que realiza, ver los
conflictos de diferente manera y darles solución. Provocar una actitud positiva para los
demás, estimular un comportamiento diferente, en las relaciones familiares.
Crecer como parejas y como padres, respetar el tiempo del proceso de maduración en la
escuela de padres, los hábitos, conductas y sobre todo la parte humana sin esperar nada
a cambio; luchar día a día por poner en práctica lo que se conoce de tal manera que el
proceso de enseñanza aprendizaje se refleje en la tarea de educadores y formadores de
los hijos, es un trabajo que requiere paciencia.
Se ha de contar, con una verdadera organización, en la que exista una junta directiva de
escuela de padres, así como unas comisiones que tengan tantas especialidades como
tipos de actividades se organicen. El objetivo deseable, es el logro de una mutua
formación padre centro escolar, pues los miembros de la institución educativa, al recibir
sugerencias y experiencias de los padres, también se forman; pueden enriquecer los
programas educativos de la institución docente.
La importancia que tiene la escuela de padres, para la formación en las diversas facetas
relativas en función educadora familiar. Deben esforzarse al máximo para su propio
perfeccionamiento. La escuela constituye una de las instituciones que con más interés se
debe preparar para realizar la tarea de la formación pedagógica de los padres.
El director de la institución.
Un equipo directivo de la escuela.
Una serie de personas capaces de integrar los diferentes aspectos que encierra la
función de establecer directrices y normativas que posibiliten el cumplimiento de
los objetivos propuestos.
Los profesores fijos o personas especialistas pueden impartir a los padres y
madres de familia las distintas materias fuertes del programa y distintas personas,
a modo de animadores.
Los miembros de la escuela de padres, los que se benefician de la misma, son la
totalidad de padres y madres de los alumnos que integran la institución escolar.
Los monitores de la escuela de padres, es una tarea importante a desarrollar; se
deben formar integralmente el equipo de monitores para la partida de la escuela
de padres y madres.
2.12 ESCUELA DE PADRES: ¿QUÉ ES?, ¿PARA QUÉ SIRVE? Y ¿CÓMO AYUDA EN
LA EDUCACIÓN FAMILIAR?
La familia es el primer agente socializador de los hijos por lo que educar bien es un reto,
una responsabilidad y una de nuestras mayores satisfacciones. Como apuntaba
Mafalda, “padres e hijos reciben el título el mismo día, pero ninguno de ellos ha asistido
a un curso para ejercer su profesión, Ser madres y padres es complejo, continuo y
gratificante, pero al mismo tiempo difícil porque no tenemos las herramientas necesarias
para este trabajo ni “el manual de instrucciones” para afrontar cada situación; se trata de
desarrollar un aprendizaje ensayo-error acompañado de sentido común, paciencia,
cariño y dedicación.
Los padres necesitan de información y formación previa. Aquí es donde una Escuela de
Padres les ayude a conocer herramientas y orientaciones útiles que les permitan
enfrentar con mayor capacidad la tarea sobrellevar una familia. En muchas ocasiones los
padres intentamos educar a nuestros hijos siguiendo pautas semejantes a las que
recibimos nosotros cuando éramos niños, sin embargo, en la actualidad la sociedad ha
cambiado vertiginosamente y la familia se ha visto implicada, no ha quedado ajena a
estos vaivenes sociales: publicidad, avances tecnológicos, crisis económica,
desestructuraciones familiares.
Objetivo general:
Compartir una formación integral que permita ser personas, padres y educadores
responsables de la formación de los hijos, conocer y practicar herramientas de
crecimiento humano y cristiano; para vivir en armonía en la familia y construir una
sociedad que viva los valores del Reino de Dios.
Objetivos específicos:
Valorar nuestra vida como personas, como mamá, papá o responsable del
estudiante, compartir el don de SER hijos de Dios, aprender y enseñar a vivir
desde la fe en Dios, practicar experiencias de oración que permitan ser luz en vida
ordinaria.
Colaborar con la vivencia familiar armoniosa que permita ser felices en familia y
conservar la unidad familiar, asumir y realizar el proyecto de vida personal, y el
proyecto familiar como parejas y como padres o educadores de los hijos.
Constituye una institución que puede ser de diverso carácter en relación con los
centros educativos y en la que, mediante conferencias, reuniones, cursos y otros
elementos formativos análogos, se pone a los padres al día sobre la problemática
de la educación de sus hijos y de su actividad para los mismos.
CONCLUSIONES
Crianza de los niños de la teoría a la práctica.
De León V. & Torres M. (2007). Estilos de crianza y plan de vida en adolescentes. (Tesis
de Licenciatura, Universidad Rafael Urdaneta). Recuperado de
http://200.35.84.131/portal/bases/marc/texto/3201-07-01053.pdf
Franco, N., Pérez, M. y De Dios, M. (2014). Relación entre los estilos de crianza parental
y el desarrollo de ansiedad y conductas disruptivas en niños de 3 a 6 115 años. Revista
de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes, 1(2), 149-156. Recuperado de
file:///C:/Users/VANESSA/Downloads/DialnetRelacionEntreLosEstilosDeCrianzaParenta
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Valenzuela, E, (2002). Escuela para padres de familia. Tesis inédita. Universidad Rafael
Landívar. Campus de Quezaltenango. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Guatemala.
ANEXOS