Priscilla Pope-Levison. Building the Old Time Religion.
Women Evangelists in the Progressive Era. New York, New York University Press, 2013. 23 × 15,5 cm, x-267 p., 12 ill. nb. USD 49. ISBN 978-0-8147-2384-5. En las últimas décadas, el mundo cristiano se ha visto sacudido por debates respecto de la posibilidad de oficiar matrimonios de pa- rejas del mismo sexo, la situación de pastores y obispos abiertamente gay, y al rol de las mujeres como oficiantes del servicio religioso y/o autoridades eclesiásticas. Nuevas percepciones sobre la justicia, la igualdad, lo femenino y lo masculino, el pecado y la caridad han trastornado las prácticas de muchas iglesias. Ante este panorama, algunas teólogas, pastoras y estudiosas pro- testantes han comenzado a producir un cuerpo de bibliografía que busca rastrear y rescatar el rol religioso de las mujeres en tiempos en los que aún no se reconocía su capacidad de liderazgo a la par de los hombres. En este marco explícito podemos ubicar a esta obra de P. P.-L., profesora de teología y directora asistente de Estudios de la Mujer en la Seattle Pacific University, y ministra ordenada por la United Methodist Church. En este libro se propone analizar casos de mujeres que entre los años 1890-1920 (etapa conocida en los Estados Unidos como la era progresista por su crecimiento económico, sus reformas sociales y su activismo de sentido reformista) se dedicaron a construir insti- tuciones religiosas que ellas mismas organizaron y sobre las cuales legislaron con mano de hierro y acusado personalismo. En estas ins- tituciones, que incluían tanto a mujeres como a hombres, las fun- dadoras ejercían roles de liderazgo y prédica, que teóricamente las iglesias no permitían. Al mismo tiempo, P. P.-L. hace notar que sus perspectivas eran teológicamente muy conservadoras, y esta- ban profundamente convencidas de la necesidad de la conversión y la santificación (términos cuyos variables significados son discutidos en detalle, en un aporte realmente valioso), y de la necesidad de la inspiración bíblica de su accionar. Lo que caracterizaba a estas mujeres no era solo que ocuparan el púlpito (esto ya lo habían hecho mujeres predicadoras en los inicios del siglo XIX), sino que construyeran instituciones, una tendencia que parece haber sido general en los Estados Unidos del período, donde se observa el paso del predicador itinerante que luego dejaba a su auditorio de conversos en manos de Dios a los constructores de denominaciones, que buscaban mantener una presencia. Esta tenden- cia no se limitó al terreno religioso. El crecimiento acelerado de las asociaciones era una característica de la época. Sin embargo, como bien señalara Weber, las iglesias estaban entre las más importantes de esas asociaciones voluntarias que permitían ubicar socialmente al individuo en una sociedad sin jerarquías duras, con mucha inmigra- ción y enorme movilidad geográfica y socio-económica.
RHE_2015_3-4_12-CR 137 / 157 CULTURA • WETTEREN 14/09/2015 08:27:03
138 comptes rendus
En solo cuatro capítulos, a los que se suma una introducción ex-
tensa y una conclusión, la A. va pasando revista a los diferentes tipos de instituciones, a las que ilustra con múltiples ejemplos : organiza- ciones evangelísticas (Tents, Autos, Gospel Grenades), iglesias y deno- minaciones (Mothers, Saints, Bishops), escuelas de entrenamiento para la predicación (Biblical, Practical, Vocational) y hogares y misiones de rescate urbanas (Soap, soup, salvation). Buena parte de la conclusión está dedicada a probar que estas instituciones sirvieron de modelo y de espacio formativo para la figura de Aimee Semple McPherson, una reconocida evangelista de la generación siguiente. También exa- mina los motivos del fin de esta etapa de construcción institucional femenina a mediados del siglo XX, entre los que se incluye el hecho de que la mayoría de las mujeres cuya obra examina no se ocuparon de pasar la antorcha a otras mujeres y la aparición de nuevas opor- tunidades en la medida en que se fueron abriendo a ellas los canales habituales de formación y ordenación de predicadores en las diversas iglesias ya existentes, e incluso donde eso no sucedió (como entre las denominaciones más conservadoras o fundamentalistas), la progre- siva incorporación de mujeres en roles considerados netamente feme- ninos, como maestras, artistas, asistentes pastorales, etc. De esta manera, la A. traza una línea directa entre las actividades de las mujeres examinadas en el libro y la posterior obtención de espacios para la prédica y la actividad evangelística por parte de las mujeres de generaciones posteriores...ella misma incluida. Teniendo esto último en cuenta, resulta muy meritorio el esfuer- zo hecho por no idealizar a estas mujeres, que no resultan personal- mente simpáticas en la descripción : son seres humanos con fallas, tiránicas, egocéntricas, convencidas de ser superiores a los demás, maltratan a sus esposos o a sus hijos, se dejan maltratar por ellos, tienen una serie de divorcios en su haber. Al mismo tiempo, P. P.-L. destaca sus esfuerzos, sus dotes organizativos y oratorios, su fe, su carisma y sus éxitos. El resultado es atractivo porque nos presenta a mujeres de carne y hueso antes que a heroínas, y esto salva al libro de caer en la hagiografía. Sin embargo, el texto suscita algunas dudas respecto al objeto que construye. Los casos que la A. compara son enormemente diversos : instituciones que nunca evolucionaron más allá de dos o tres parti- cipantes y otras que contaban con miles de miembros ; algunas que eran mixtas y otras exclusivamente femeninas ; aquellas fundadas y encabezadas por mujeres y la organización de Billy Sunday, admi- nistrada por su esposa, Helen ; instituciones que han perdurado en el tiempo y otras que murieron con su fundadora ; algunas de enorme influencia y otras desconocidas. Se impone la pregunta sobre si es lícito reunirlas en una misma exposición solo por tener mujeres en un rol fundacional o de dirección, sobre todo si la transición de las mujeres de la prédica itinerante a la construcción de instituciones no hace más que seguir la tendencia general de todo el cristianismo norteamericano.
RHE_2015_3-4_12-CR 138 / 157 CULTURA • WETTEREN 14/09/2015 08:27:03
xxx 139
Una pregunta adicional es si no debería hacerse hincapié en las
diferentes situaciones en las que se encontraban aquellas mujeres que pertenecían a las iglesias más tradicionales (episcopales, católicas, presbiterianas, metodistas, etc.), que oficialmente no permitían la ordenación ni la prédica femenina en aquella época, en contraste con la posición de quienes revistaban en las filas pentecostales o en las de los cuáqueros, por ejemplo, que eran más igualitarias y admitían el acceso de mujeres al rol pastoral. Por otra parte, el libro no se ocupa de analizar cuáles eran los roles habitualmente ocupados por mujeres en los Estados Unidos en el siglo XIX, por lo cual resulta difícil para el lector saber si la reli- gión constituía o no un ámbito privilegiado en el sentido de abrir espacios de poder femeninos. ¿Eran las mujeres norteamericanas más libres de desempeñarse en este tipo de roles a fines del siglo XIX que a principios de siglo, o que en la Europa o América Latina de este período ? ¿Ocupaban este mismo tipo de roles en ámbitos laicos, como sociedades voluntarias, educación, salud, activismo político ? Finalmente, este período está cruzado por la primera guerra mun- dial, y resulta extraño que su impacto (que por supuesto fue menor en los Estados Unidos que en Europa) no se analice más sistemáti- camente, al igual que el vínculo con el movimiento sufragista, dado que el voto femenino quedó consagrado en la constitución norteame- ricana a través de su 19° enmienda en 1920. Esto no impugna lo he- cho en este libro, pero resulta una oportunidad perdida, que subraya cuánto queda por hacer en este campo. Paula Seiguer CONICET-Universidad de Buenos Aires
RHE_2015_3-4_12-CR 139 / 157 CULTURA • WETTEREN 14/09/2015 08:27:03