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Título I. El proceso civil de declaración.

Tema 1. El objeto del proceso civil.


I. La acción afirmada como objeto del proceso.
Determinar cuál es el objeto del proceso civil es una cuestión de capital importancia no sólo por la
incidencia que tiene en el proceso de que se trata, sino también por la influencia que va a tener en otros
procesos que puedan entablarse.

El proceso civil empieza con una pretensión, entendida en el sentido concreto de que se dicte una sentencia
con un determinado contenido. La pretensión envuelve una afirmación de una acción, pues con ella el
demandante afirma que tiene derecho a algo, con independencia de que se tenga o no, de manera que el
objeto del proceso civil es la acción afirmada al formular la pretensión, el cual, en base al principio
dispositivo que rige en el proceso civil, lo delimita el demandante pues el demandado en realidad lo único
que puede hacer es o bien dejar sin objeto el proceso, allanándose, o bien duplicarlo, reconviniendo. En
todo caso y según dispone el art. 412 LEC una vez establecido el objeto del proceso las partes no podrán
alterarlo posteriormente.

La determinación y fijación del objeto del proceso resulta de capital importancia para resolver determinar:

• Qué jurisdicción es la competente.


• Si el tribunal tiene competencia objetiva.
• La clase de procedimiento a seguir.
• La necesidad o no de postulación.
• Resolver si procede o no la acumulación de acciones o de acumulación de autos.
• Resolver si procede o no la reconvención.
• Establecer si existe o no litispendencia o cosa juzgada.
• La congruencia de la sentencia.

Lo que constituye el objeto del proceso es la afirmación de la acción, y esto es lo que conocemos como
pretensión. La pretensión es un acto y la acción es un derecho subjetivo público frente al Estado para que
este conceda una tutela jurisdiccional concreta.

II. Elementos identificadores de la acción.


Tres son los elementos delimitadores del objeto del proceso: los sujetos que van a ser parte, lo que se pide
o petitum, y la causa petendi o causa de pedir. Para que un proceso pueda ser considerado como idéntico,
los tres elementos deben coincidir.

1. Sujetos. Por lo que a las partes se refiere, deberán reunir una serie de presupuestos procesales,
como son, la capacidad para ser parte, la capacidad procesal, la legitimación y la postulación
cuando es necesaria. Ahora bien, no hay que confundir el concepto de parte con el de persona o
sujeto, pudiendo ocurrir por un lado que una de las partes no esté integrada por un solo sujeto
individual sino por varias personas, por otro lado, que intervengan en el proceso personas que no
tengan la condición de parte, dando lugar a los supuestos de intervención procesal, y por otro, que
sobrevengan circunstancias durante el proceso que determinen la sustitución de las personas con
quienes se hubiere constituido inicialmente la relación jurídica procesal dando lugar al cambio de
partes. No obstante hay casos en los que, pese a que los sujetos no coinciden nominalmente, se
considera que hay igualdad de identidades como son:
o Cuando hubo una pluralidad de personas en una de las partes y el segundo proceso no se
dirige contra todos ellos.

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o Cuando en el segundo proceso actúa uno que actuó en el primero a través de representante.
o Cuando el que demanda en el segundo proceso es sucesor del demandante en el primer
proceso.
o Cuando la parte en el segundo proceso es sustituto del que actuó en el primero.
o Si quien litiga en el segundo proceso es litisconsorte necesario de aquel frente al que se
dictó la sentencia.
2. El petitum. El petitum viene constituido por tutela jurisdiccional concreta que se solicita a través
del proceso, siendo necesario que la demanda lo delimite cualitativamente, es decir que en la
demanda se exprese la cosa o prestación que se solicita, y cuantitativamente sin que la alteración
posterior del valor de los bienes implique modificación de la cuantía del proceso. La cuantía del
proceso puede resultar relevante en aspectos como la clase de juicio, la postulación o el acceso al
recurso de apelación o casación.
3. Causa petendi. La causa petendi o causa de pedir, se puede definir como el conjunto de hechos
jurídicamente relevantes en los que se funda la pretensión. Sin embargo, la causa petendi no se
extiende los fundamentos jurídicos aducidos por las partes de modo que dos procesos tendrán el
mismo objeto aunque las normas alegadas sean diversas, si coinciden los sujetos, el petitum y la
causa de pedir.
Con respecto a ella la LEC obliga en el art. 399 con la carga de alegar los hechos y fundamentos
de derecho, si bien el problema surge al tratar de determinar que es lo relevante, si el hecho o el
fundamento de derecho.

III. Clases de acciones en función del petitum. Examen


Hay que tener en cuenta, por un lado el tipo de tutela que se interesa y por otro la concreta pretensión que
se formula. Pues bien desde el punto de vista de la tutela que se interesa, el art. 5 LEC define los tipos de
tutela que el particular puede pretender del órgano jurisdiccional. Desde el punto de vista procesal, cabe
distinguir las siguientes clases de acciones:

A. Acciones meramente declarativas. Son aquellas en las que el demandante solicita una
declaración del juez sobre la existencia o inexistencia de un determinado derecho, relación jurídica
o situación jurídica. La tutela que se solicita del juez se agota con la declaración, no constituyendo
un título ejecutivo, pero serán susceptibles de ejecución impropia.
B. Acciones constitutivas. Aquellas en las que la tutela que se solicita va dirigida a conseguir la
creación, modificación o extinción de una relación o situaciones jurídica, es decir, a lograr un
efecto jurídico que sólo se puede obtener a través de una resolución jurisdiccional, bien porque la
ley prohíbe que el mismo se alcance por la voluntad de las partes o bien porque una de las partes
se opone. Tampoco las sentencias que estiman una acción constitutiva dan lugar a un título
ejecutivo pero sí a la ejecución impropia consistente en las actuaciones propias para adaptar la
realidad al contenido de la sentencia.
C. Acciones de condena. El actor solicita que se declare la existencia de una prestación a cargo del
demandado y se le ordene su cumplimiento. En caso se constituye el título ejecutivo.

Un mismo derecho o relación puede dar lugar a distintos tipos de acciones. El art. 399.1 y 5 LEC, al
regular la demanda, exige ante todo, que se fije con claridad y precisión lo que se pide, aunque sin sujeción
a unos requisitos formales. Si la petición no queda perfectamente fijada, las partes podrán alegar la
excepción procesal del art. 416.5 LEC de “defecto legal en el modo de proponer la demanda”. Este defecto
podrá ser subsanado en la audiencia previa, pero si no lo fuese, se producirá el sobreseimiento del pleito.

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IV. Identificación de la causa petendi: teorías.
Una vez que el art. 399 LEC establece la necesidad de que tanto el demandante como el demandado
aleguen los hechos y los fundamentos de derecho, no ha sido pacifico en la doctrina determinar si lo que
debe prevalecer para su determinación son los hechos en los que se sustenta, o por el contrario son los
fundamentos de derecho, surgiendo así dos teorías contrarias:

La de la individualización, para la cual la causa de pedir no puede quedar reducida a los hechos
que se alegan, sino que es preciso tener en cuenta el título jurídico que se invoca, que es lo que
identifica la acción.
La de la sustanciación, para la cual lo que importa, lo que identifica la acción, son los hechos y
no el título que se invoca, de manera que un cambio en los hechos, supone un cambio de objeto
del proceso.

Aunque pudiera parecer irrelevante, la cuestión resulta importante en cuanto que se opte por una o por otra,
afectará a la congruencia o a la cosa juzgada, si bien en la actualidad la LEC ha privado de eficacia a dicha
cuestión, en cuanto que en el art. 400 establece que “cuando lo que se pida en la demanda pudiera fundarse
en diferentes hechos o en diferentes fundamentos o títulos jurídicos, deberán expresarse todos aquéllos
que resulten conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponer la demanda sin que pueda reservarse
parte de ellos para su alegación en un proceso posterior”.

A la luz de dicho precepto y como defiende De La Oliva, en la actualidad se puede hablar de dos tipos de
objeto del proceso:

a) Objeto actual o real. Este, constituido por lo que se plantea en el proceso que se está siguiendo y
sobre lo que se va a resolver. (Art. 209.3º y 4º LEC y art. 218.1º LEC) viene determinado por
las pretensiones de las partes y su fundamento, es decir por los sujetos, “lo que se pide” y la causa
de pedir.
b) Objeto virtual. Este es aquello que, aunque deriva del objeto y trasciende fuera del proceso, ni la
actividad de las partes, ni la del juez, se proyectan sobre él. (Art. 400.1º y 2º LEC y art. 222.2º
y 3º LEC). Lo determinan los sujetos y lo que se pide, y todo aquello que “se haya podido aducir
aunque no se haya hecho”.

V. Acción, pretensión y demanda.


La acción es el derecho subjetivo público dirigido frente al Estado para obtener una concreta tutela jurídica
cuando se ha producido la vulneración de un derecho subjetivo privado. Con respecto a ella hay dos teorías
opuestas, una que la configura como el derecho a la tutela y por tanto a obtener una sentencia sea cual sea
su contenido, (teoría abstracta de la acción) y otra que la configura como un derecho no a una sentencia
cualquiera sino a una sentencia favorable.

La pretensión es el acto a través del cual se ejercita y afirma que se tiene derecho a la tutela que se pretende.

Ambas se diferencian en que:

• Mientras que la pretensión se dirige al obligado, la acción se dirige al Estado.


• La acción se satisface aunque la pretensión quede sin satisfacer.
• La acción es el medio para el fin del derecho material pero no es el mismo derecho. Puede haber
derechos sin acción (obligaciones naturales) y acciones sin derecho (subrogatoria, art. 1111 CC).

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La demanda es el instrumento formal a través del que se formula la pretensión y se inicia el proceso. En
relación con ella, el art. 399 LEC establece que el juicio principiará por demanda en la que, consignados
los datos y circunstancias de identificación del actor y demandado y el domicilio o residencia en que
puedan ser emplazados, se expondrán numerados y separados los hechos y los fundamentos de Derecho y
se fijará con claridad y precisión lo que se pida.

VI. Procesos con pluralidad de objetos.


En ocasiones puede ocurrir que varios objetos que podrían dar lugar a procesos distintos, se ventilen en un
solo proceso, dando lugar a lo que se conoce con el nombre de acumulación. Ahora bien, para que ello
tenga lugar es preciso que entre los diferentes objetos exista algún punto de conexión que justifique la
acumulación. Dicho punto de conexión puede ser cualquiera de los elementos identificadores de la acción,
es decir, los sujetos, el petitum o la causa de pedir.

Si la conexión es con respecto a los sujetos estaremos ante una acumulación subjetiva, mientras que si es
con respecto al petitum o a la causa de pedir, estaremos ante una conexión objetiva. Por el momento en
que tiene lugar dicha acumulación de procesos puede ser:

1. Inicial. Cuando con la demanda se ejercitan varias acciones.


2. Sobrevenida. Cuando una vez presentada la demanda se acumula un objeto distinto, lo que a su
vez tiene lugar en los siguientes casos:
a. Por una ampliación de la demanda.
b. Porque el demandado reconvenga.
c. Porque un consumidor o usuario intervenga en un proceso iniciado por una asociación de
consumidores.
d. Por una acumulación de procesos.

VI.I. Acumulación de acciones. Examen

La acumulación de acciones, podemos definirla como aquella situación jurídica que se produce cuando un
conjunto de acciones son discutidas en un mismo procedimiento y resueltas en la misma sentencia. La
acumulación de acciones se justifica por razones de economía procesal y seguridad jurídica con el fin de
evitar que se dicten resoluciones contradictorias en procesos distintos cuando éstos compartan ciertos
elementos comunes.

VI.I.I. Clases.

Hay que distinguir:

A. Acumulación objetiva. Dicha acumulación puede ser:


i. Simple. Cuando un demandante ejercita varias acciones contra un demandado. Con
respecto a ella el art. 71.2 LEC dispone que ésta tendrá lugar cuando el actor ejercite en
el mismo proceso cuantas acciones le competan frente al mismo demandado aunque las
mismas provengan de diferentes títulos y siempre que no sean incompatibles entre sí (art.
71.3 LEC).
ii. Eventual. La acumulación eventual se produce cuando se ejercitan varias pretensiones
incompatibles entre sí, con el fin de que el Juez sólo se pronuncie sobre las formuladas
subsidiariamente, para el caso de que las formuladas con carácter preferente sean
desestimadas. Al respecto el art. 71.4 LEC dispone que la acumulación eventual de
acciones incompatibles entre sí, sólo se admitirá en el caso de que el actor precise cuál sea
la acción principal y cuál o cuáles se ejercitan para el caso de que la principal no fuese
estimada.

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iii. Alternativa. Tiene lugar cuando se formulan varias pretensiones con el fin de que el Juez
sobre cual procede, condenando a la satisfacción de una de ellas. Esta clase de
acumulación no es posible en nuestro proceso civil, pues atenta contra el principio
dispositivo.
B. Acumulación objetiva-subjetiva. Como establece el art. 72 LEC ésta tiene lugar cuando un solo
demandante ejercita las diversas acciones que le competan frente a varios demandados o cuando
varios demandantes ejercitan las distintas acciones que les competan frente a un solo demandado,
o varios demandantes contra varios demandados. Para su admisión es preciso que entre las
acciones exista un nexo por razón del título o de la causa de pedir, entendiéndose que el título o la
causa de pedir son idénticos o conexos cuando las acciones se funden en unos mismos hechos.
C. Acumulación necesaria (art. 73.2 LEC). Tiene lugar cuando la acumulación no la interesan las
partes sino que la dispone de oficio el órgano judicial, por establecerlo así la ley. Es el caso de las
demandas de impugnación de acuerdos sociales adoptados en una misma junta u órgano colegiado
de administración, presentadas dentro de los 40 días siguientes a la primera demanda.

VI.I.II. Requisitos procesales de la acumulación (art. 73 LEC).

1. Que el Tribunal que deba conocer de la acción principal tenga también jurisdicción y competencia
objetiva por razón de la materia y por razón de la cuantía para conocer de todas las acciones
acumuladas, si bien se permite la acumulación a un juicio ordinario de un juicio verbal.
En cuanto a la competencia territorial, se permite su alteración en cuanto que el art. 53 LEC
establece que cuando se acumulen acciones será competente, en primer lugar, el órgano que deba
conocer de la acción que sirva de fundamento a las demás, en segundo lugar el órgano que deba
conocer del mayor número de ellas, y en tercer lugar el órgano que deba conocer de la más
importante cuantitativamente. Si hubiese varios demandados conocerá el órgano judicial a elección
de demandante.
2. Que las acciones acumuladas no deban ventilarse por razón de la materia en juicios de diferente
tipo.
3. Que la acumulación no venga prohibida por la ley. El art. 71 LEC dispone que la acumulación no
será posible cuando las acciones sean incompatibles entre sí en el sentido de que se excluyan
mutuamente o la elección de una impida o haga ineficaz el ejercicio de la otra o cuando las acciones
deben sustanciarse en procesos diferentes por razón de la materia o por razón de la cuantía. Por lo
que respecta al juicio verbal, el art. 437.4 LEC dispone que sólo se admitirá en los siguientes
supuestos:
• Primero, cuando se trate de acciones basadas en unos mismos hechos y proceda el juicio
verbal en relación con todas ellas.
• Segundo, cuando se trate de una acción de resarcimiento de daños o perjuicios con otra
acción que sea prejudicial de ella.
• Tercero, cuando se trate de acciones de reclamación de pago de rentas o cantidades
análogas vencidas y no pagadas siempre que se trate de juicios de desahucio por falta de
pago o expiración del plazo con independencia de la cantidad que se reclame.
• En los procedimientos de nulidad separación divorcio y de eficacia civil de las
resoluciones eclesiásticas, las acciones de división de la cosa común cuando se tenga en
indiviso ordinario, pudiendo, si son varios bienes, considerarlos en conjunto para así
formar lotes o adjudicarlos.

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VI.I.III. Tratamiento procesal de la acumulación indebida de acciones.

En cuanto al examen de oficio, el art. 73.3 LEC dispone que si el Secretario estimare que se han
acumulado varias acciones indebidamente, él mismo requerirá al actor antes de admitir a trámite la
demanda para que subsane el defecto en el plazo de 5 días manteniendo aquellas acciones cuya
acumulación sí fuere posible. Si el actor no subsanare el defecto en dicho plazo, el Secretario Judicial dará
cuenta al Tribunal para que el mismo resuelva sobre la admisión de la demanda.

En cuanto al examen a instancia de parte, hay que señalar que el demandado podrá oponerse a
la acumulación en la contestación a la demanda o en la vista del juicio verbal, resolviendo el Tribunal la
cuestión en la audiencia previa al juicio ordinario (art. 419 LEC) o en la misma vista del juicio verbal.

VI.I.IV. Acumulación sobrevenida o pendiente el proceso: la ampliación de la demanda.

Ésta podrá tener lugar por dos vías como son la ampliación de la demanda y la reconvención del
demandado, sometiéndose a los mismos presupuestos que la acumulación inicial con algunas
especialidades.

Ampliación de la demanda. El art. 401 LEC dispone que el actor podrá ampliar la demanda con
el fin de acumular nuevas acciones a las ya ejercitadas siempre que lo haga antes de que el
demandado conteste a la demanda inicial. La acumulación deberá formularse mediante un nuevo
escrito de demanda o escrito de ampliación de la demanda.
Reconvención del demandado. Tiene lugar cuando el demandado, además de contestar a la
demanda, formula una reconvención frente al demandante, con lo que el proceso pasa a tener dos
objetos distintos, invirtiéndose las posiciones procesales.
Intervención de consumidores y usuarios. Tiene lugar cuando un consumidor o usuario intervine
en un proceso iniciado por una asociación de consumidores, ejercitando la acción individual
homogénea con la ya ejercitada por ésta.

VII. Acumulación de procesos (arts. 74-98 LEC). Examen


La acumulación de autos tiene lugar cuando varios procesos pendientes se reúnen en uno solo y se
resuelven en la misma sentencia. Su fundamento no es otro que la conveniencia de que dos o más procesos
sean tramitados conjuntamente cuando existe una conexión entre ellos con el fin de que el Juez perciba en
su integridad el conflicto de intereses planteado en cada uno de ellos. Según el art. 76 LEC, dicha
acumulación tiene lugar cuando:

1. Cuando la sentencia que haya de pronunciarse en uno de los procesos pueda producir efectos
prejudiciales en el otro, que pueda ser un antecedente lógico para el otro.
2. Cuando exista tal conexión entre el objeto de cada uno de los procesos que, en caso de tramitarse
por separado, podrían dictarse sentencias con pronunciamientos o fundamentos incompatibles,
contradictorios o mutuamente excluyentes.
3. Cuando se trate de procesos para la protección de los derechos o intereses colectivos o difusos de
los consumidores y usuarios siempre que la sentencia que haya de pronunciarse en uno de los
procesos pueda producir efectos prejudiciales en los otros y que la diversidad de los procesos no
se haya podido evitar mediante la acumulación de acciones o la intervención prevista en el art. 15
LEC.
4. Cuando se trate de la impugnación de acuerdos sociales adoptados en una misma junta o asamblea
o en una misma sesión del órgano colegiado de administración en cuyo caso se acumularán todos
los procesos iniciados en virtud de demandas en las que se solicite la declaración de nulidad o
anulabilidad de dichos acuerdos siempre que se hubieren presentado en un plazo no superior a
cuarenta días desde la presentación de la primera.

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5. Cuando se trate de procesos en los que se sustancie la oposición a resoluciones administrativas en
materia de protección de un mismo menor, tramitados conforme al art. 780 LEC, siempre que en
ninguno de ellos se haya iniciado la vista.

VII.I. Requisitos de los procesos acumulables (art. 77 LEC).

1. Que todos los procesos se encuentren en primera instancia y que en ninguno de ellos haya
concluido el juicio.
2. Que todos ellos se sustancien por los mismos trámites o que su tramitación pueda unificarse sin
pérdida de derechos procesales, si bien podrá acumularse un juicio verbal a un ordinario pero no
a la inversa.
3. Tratándose de procesos pendientes ante distintos tribunales, que el Tribunal que conozca del
proceso más antiguo tenga competencia objetiva por razón de la materia y por razón de la cuantía
para conocer de los procesos acumulados.
4. Tratándose también de procesos pendientes ante distintos tribunales, que la competencia territorial
del Tribunal que esté conociendo del proceso más moderno no venga fijada por normas
imperativas.

Por el contrario, el art. 78 LEC dispone que no procederá la acumulación en los siguientes casos:

1. Cuando el riesgo de sentencias contradictorias pueda evitarse mediante la excepción de


litispendencia, esto implica una identidad de objetos.
2. Cuando no resulte justificada la imposibilidad para las partes de promover mediante la demanda
inicial, la ampliación de la demanda o la reconvención un proceso con pretensiones
sustancialmente iguales a las suscitadas en los procesos cuya acumulación se pretenda.

Estas prohibiciones no serán aplicables a los procesos para la protección de los derechos o intereses
colectivos o difusos de los consumidores y usuarios.

VII.II. Presupuestos.

En cuanto a sus presupuestos, el art. 75 LEC dispone que la acumulación podrá ser solicitada por quien
sea parte en cualquiera de los procesos cuya acumulación se solicita o bien acordada de oficio por el
Tribunal en los casos previstos en la ley. En cuanto a la acumulación de oficio, el art. 76 LEC dispone
que la acumulación de autos deberá ser acordada necesariamente en los siguientes supuestos:

• Primero, cuando la sentencia que haya de pronunciarse en uno de los procesos pueda producir
efectos prejudiciales en el otro.
• Segundo, cuando exista tal conexión entre el objeto de cada uno de los procesos que, en caso de
tramitarse por separado, podrían dictarse sentencias con pronunciamientos o fundamentos
incompatibles, contradictorios o mutuamente excluyentes.
• Tercero, cuando se trate de procesos para la protección de los derechos o intereses colectivos o
difusos de los consumidores y usuarios siempre que la sentencia que haya de pronunciarse en uno
de los procesos pueda producir efectos prejudiciales en los otros y que la diversidad de los procesos
no se haya podido evitar mediante la acumulación de acciones o la intervención prevista en el art.
15 LEC.
• Por último, cuando se trate de la impugnación de acuerdos sociales adoptados en una misma junta
o asamblea o en una misma sesión del órgano colegiado de administración en cuyo caso se
acumularán todos los procesos iniciados en virtud de demandas en las que se solicite la declaración
de nulidad o anulabilidad de dichos acuerdos siempre que se hubieren presentado en un plazo no
superior a cuarenta días desde la presentación de la primera.

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VII.III. Tratamiento procesal (incidente de acumulación).

La acumulación podrá ser solicitada por quien sea parte en cualquiera de los procesos cuya acumulación
se solicita o bien acordada de oficio por el Tribunal en los casos previstos en la ley, en todo caso, se
solicitará siempre al Tribunal que esté conociendo del proceso más antiguo. En cuanto al trámite hay que
distinguir según que los procesos pendieren ante el mismo o diferentes Tribunales.

1. Supuesto de que los procesos pendieren ante el mismo Tribunal (arts. 81-85 LEC). La
acumulación se solicitará por medio de escrito haciendo constar los procesos cuya acumulación se
solicita, el estado en que se encuentren y las razones que la justifiquen. La solicitud no suspenderá
el curso de los procesos pero el Tribunal no podrá dictar sentencia en ninguno de ellos hasta que
se decida sobre la acumulación. De la solicitud, se dará traslado a las partes en todos los procesos
cuya acumulación se solicita para que presenten sus alegaciones. Si todas las partes estuvieren
conformes en la acumulación, el Tribunal la acordará y, en caso contrario, el Tribunal resolverá lo
que estime procedente.
Efectos de la resolución, hay que distinguir dos supuestos:
a. Si el Tribunal aceptare la acumulación, ordenará que los procesos más modernos se unan
a los más antiguos para que todos ellos continúen sustanciándose en un mismo proceso.
Si los distintos procesos no estuvieren en la misma fase de tramitación se acordará la
suspensión del que estuviere más avanzado hasta que los demás procesos se hallen en el
mismo o similar estado de tramitación.
b. Si el Tribunal denegare la petición, los juicios continuarán tramitándose por separado.
2. Supuesto de que los procesos pendieren ante distintos Tribunales (arts. 86-97 LEC). Si el
Tribunal al que se solicite la acumulación lo acordare así, mandará requerir a los Tribunales que
estuvieren conociendo de los restantes procesos para que se los remitan. Recibido dicho
requerimiento, se dará traslado a las partes para que presenten sus alegaciones y el Tribunal
resolverá sobre la procedencia del requerimiento. Si el Tribunal requerido aceptare el
requerimiento, el Secretario lo comunicará a las partes para que comparezcan ante el Tribunal
requirente y le remitirá los autos para que sigan tramitándose ante él. Sin embargo, si el Tribunal
requerido no aceptare el requerimiento, lo comunicará al Tribunal requirente y ambos someterán
la decisión al órgano superior común para que resuelva.
3. Supuesto de acumulación de más de dos procesos (art. 96 LEC). Resuelve el superior común.
4. Supuesto de procesos singulares a procesos universales (art. 98 LEC). Tiene lugar en los casos
en los que se acumula un proceso singular a un proceso universal como son el procedimiento
concursal o el sucesorio.

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Tema 2. La fase de alegaciones en los procesos declarativos.
El proceso ordinario se desarrolla en tres fases: Una primera fase, que es la de alegaciones, en la cual las
partes, como su nombre indica, exponen ante el órgano judicial, sus pretensiones, aduciendo los hechos y
los fundamentos de derecho en que las sustentan; otra fase probatoria, en la que las partes deberán acreditar
y probar la realidad de los hechos por ellas afirmados; y una tercera fase, que es la decisoria en la que el
Tribunal se pronuncia dictando la resolución definitiva que corresponda, normalmente una sentencia.

I. En el juicio ordinario. Demanda y contestación. Posibles conductas del demandado.


I.I. Demanda. (Examen)

Se puede definir la demanda como aquel acto de iniciación del proceso a través del cual el actor deduce su
pretensión ante el órgano jurisdiccional. Además de ser el acto iniciador, sirve de vehículo formal al
ejercicio de la acción. Es por ello que delimita el objeto del proceso, conformando así los elementos
subjetivos, causa de pedir y petitum. Así el art. 399 LEC establece que el juicio principiará por demanda
en la que, consignados los datos y circunstancias de identificación del actor y demandado y el domicilio o
residencia en que puedan ser emplazados, se expondrán numerados y separados los hechos y los
fundamentos de Derecho y se fijará con claridad y precisión lo que se pida. Desde un punto de vista formal
la demanda tiene 4 partes fundamentales:

1. Encabezamiento. En él se expresarán datos de identificación del actor y del demandado,


domicilio, identidad del Abogado y Procurador, y una mención genérica del objeto del proceso y
la clase de juicio. Más complicada puede suponer la identificación del demandado, ya que pueden
desconocerse algunos de estos datos que, por otro lado, son absolutamente necesarios: 1) Al
tratarse de la primera comunicación, habrá de identificarse plenamente al demandado; 2) en cuanto
a la determinación del domicilio, se designará a efectos del primer emplazamiento uno o varios de
estos: domicilio que aparezca en el padrón municipal, el que conste oficialmente a otros efectos,
el que aparezca en registro oficial… Ahora bien, una vez que el demandado se persona, podrá
designarse un domicilio distinto a efectos de comunicaciones.
2. Antecedentes de hecho. Los hechos han de narrarse de forma ordenada y clara, debiendo
realizarse esta narración separando cada hecho que tenga entidad independiente en un párrafo. Ello
implica una narración ordenada de los diferentes elementos fácticos que conforman la historia del
conflicto. Dicho orden y claridad también se exige para designar los documentos que se aportan,
como prueba de la veracidad de cada uno de los hechos narrados. Igualmente, se permite realizar,
en función de los documentos aportados, valoraciones que sirvan para la defensa del litigante.
3. Fundamentos de derecho. En esta parte, el actor debe alegar las normas concretas o
razonamientos jurídicos que sirvan de base a su pretensión —aquellas dónde puedan subsumirse
lo hechos alegados— y que a su vez recojan como consecuencia jurídica la pretendida por el actor.
Ésta es, pues, la parte de la demanda que enlaza los hechos con el suplico o petitum. Además, la
LEC requiere que si lo que se pide puede llegar a fundamentarse en diferentes hechos o
fundamentos, habrán de invocarse todos los posibles en la demanda. Si no, se le tendrá al actor por
precluido en su derecho de alegarlos. Este requisito tiene como fin impedir la interposición de
sucesivas demandas, entre los mismos sujetos y con el mismo petitum, pero en la que se
modifiquen sólo los elementos fácticos o jurídicos. Hay que destacar, además, que los fundamentos
requeridos no se refieren solamente a la cuestión de fondo, sino también a los aspectos puramente
procesales.
4. Pretensión o suplico. En esta parte ha de concretarse la tutela que efectivamente se solicita. La
práctica forense denomina a esta parte de la demanda “Suplico”. Si son varias las pretensiones,
habrá de concretarse separadamente cada una, y las que se incluyeran como subsidiarias habrán de
señalarse ordenadamente.
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Las peticiones que sean accesorias se realizan en la práctica separadamente del suplico, mediante
la fórmula forense de “Otrosí”. En todo caso cada otrosí deberá ir acompañado de su
correspondiente suplico.

Aparte de ello y aun cuando el art. 399 LEC no lo dice, con arreglo a lo dispuesto en el art. 253 LEC el
demandante deberá fijar la cuantía de la pretensión. Al final se fechará y se firmará por letrado y
procurador, si bien lo relevante en cuanto a la fecha, es el del día en que se presente ante el órgano judicial
y no la fecha en que la parte la redacta.

I.I.I. Documentos que deben acompañarse con la demanda. (Examen)

1. Procesales. Son los del art. 264 LEC, en concreto:


• El poder notarial conferido al Procurador siempre que éste intervenga en el proceso y la
representación no se confiera apud acta.
• Los documentos que acreditan la representación que el litigante se atribuya.
• Los documentos o dictámenes que acrediten el valor de la cosa litigiosa a efectos de
determinación de la competencia y la clase de juicio.
• Justificante de haber pagado las tasas. Solo pers. jurídicas
La omisión se éstos documentos, constituye un vicio subsanable, pero si el defecto no fuere
subsanado en el plazo concedido, el Tribunal acordará la inadmisión a trámite de la demanda si el
defecto fuere imputable al actor o la declaración en rebeldía si lo fuere al demandado.
2. Materiales o relativos al fondo. Son los del art. 265 LEC, en concreto:
• Los documentos en que las partes funden su derecho.
• Los medios de reproducción del sonido, la palabra y la imagen así como los instrumentos
que permiten archivar, conocer o reproducir palabras, datos, u otros relevantes para el
proceso.
• Las certificaciones y notas de cualesquiera asientos registrales o sobre el contenido de
libros registro o expedientes.
• Los dictámenes periciales en que las partes funden sus pretensiones sin perjuicio de su
posible aportación en una fase posterior.
• Los informes de profesionales de investigación privada legalmente habilitados sobre
hechos relevantes para la pretensión.
Sólo si las partes no tuvieren a su disposición los documentos, medios o instrumentos señalados
en los tres primeros apartados al tiempo de la demanda o la contestación, podrán limitarse a
designar el archivo, o lugar donde se encuentren o el registro, o expediente del que se pretenda
obtener una certificación (art. 265.2 LEC). Si no se presentase alguno de estos documentos, en su
momento procesal oportuno, la parte no podrá presentarlos después ni solicitar que se traigan a los
autos pues precluye la posibilidad de presentarlos, salvo en los casos del art. 270 LEC.
3. Casos especiales. Son los del art. 266 LEC. Hay que aportarlos con la demanda, pero a diferencia
de los del art. 265 LEC, si no se aportan, la demanda no se admite. En concreto son:
• Tratándose de demandas de alimentos, los documentos que justifiquen el título en cuya
virtud se piden.
• Tratándose de demandas de retracto, los documentos que constituyan un principio de
prueba sobre los hechos en que se funden así como los que acrediten la consignación del
precio de la cosa.
• Tratándose de demandas por las que se solicite la posesión de ciertos bienes adquiridos en
virtud de título de herencia, los documentos en que conste la sucesión mortis causa en
favor del demandante y la relación de testigos que puedan declarar sobre la ausencia de
un poseedor a título de usufructuario o propietario.

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• Por último, cualesquiera otros legalmente exigidos para la admisión de la demanda.

I.I.II. Excepciones al principio general (posibilidad extemporánea de presentación de documentos).

Aunque la ley establece la necesidad de que los documentos se presenten con la demanda o con la
contestación, no obstante hace una serie de excepciones que son:

1. Sólo si las partes no tuvieren a su disposición los documentos, medios o instrumentos señalados
en los tres primeros apartados al tiempo de la demanda o la contestación, podrán limitarse a
designar el archivo, o lugar donde se encuentren o el registro, o expediente del que se pretenda
obtener una certificación (art. 265.2 LEC).
2. El demandante podrá presentar en la audiencia previa los documentos, medios o instrumentos
relativos al fondo del asunto que guarden relación con las alegaciones del demandado al contestar
a la demanda (art. 265.3 LEC).
3. Se podrán presentar documentos, relativos al fondo del asunto, con posterioridad a la demanda,
contestación o a la audiencia previa cuando fueren de fecha posterior a aquéllas, cuando la parte
justifique no haberlos conocido anteriormente o cuando no hubiera sido posible obtenerlos por
causas que no imputable a ella, siempre que hubiere designado el archivo, registro o lugar donde
se encontraren (art. 270 LEC).
4. Las sentencias o resoluciones judiciales o de autoridad administrativa, dictadas o notificadas en
fecha no anterior al momento de formular las conclusiones, siempre que pudieran resultar
condicionantes o decisivas para resolver en primera instancia o en cualquier recurso (art. 271.2
LEC).

I.I.III. Admisión de la demanda.

Una vez presentada la demanda el Secretario la examinará y dictará decreto admitiéndola, dando traslado
de la misma al demandado para que presente contestación en el plazo de 20 días. No obstante, el Secretario
dará cuenta al Tribunal para que resuelva sobre su admisión si estimare que el mismo carece de jurisdicción
o competencia o si la demanda adolece de defectos formales no subsanados

El Tribunal sólo inadmitirá la demanda en los casos y por las causas previstas en la ley, como es que no
vengan acompañada de los documentos legalmente exigidos o que no acrediten haberse intentado las
conciliaciones o realizado las reclamaciones, consignaciones o requerimientos exigidos.

I.II. La contestación a la demanda. Posibles conductas del demandado. Examen

Una vez que al demandado se le da traslado de la demanda a fin de que proceda a contestarla, éste, como
no tiene obligación ni de personarse ni de contestar y solo la carga procesal de hacerlo, podrá adoptar
cualquiera de las siguientes posturas:

En primer lugar, el demandado puede abstenerse de comparecer (arts. 496 y ss. LEC) en el juicio en
cuyo caso procederá la declaración de rebeldía. La rebeldía no presupone ni el allanamiento ni la admisión
de hechos por el demandado, razón por la que el demandante deberá probar los hechos alegados por él,
salvo casos singulares como son el juicio verbal de desahucio y los instados por el titular de un derecho
real inscrito, en los que si no contesta se le tiene por allanado o admitidos los hechos. Una vez notificada
la resolución en que se declare la rebeldía, al demandado no se le notificarán más resoluciones hasta la
sentencia. El demandado rebelde podrá personarse en cualquier momento, si bien no podrá realizar
aquellos actos para los que haya precluido el plazo.

En cuanto a los recursos, si le fue notificada la sentencia podrá interponer únicamente el recurso de
apelación a contar, si le fue notificada personalmente, desde que se le notifico, y si no se le notifico
personalmente, desde que se publicaron los edictos.

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Aparte de ello el demandado que haya estado rebelde en todo momento, podrá interesar la rescisión de la
sentencia a través del procedimiento de audiencia al rebelde, cuya finalidad es dejar sin efecto la sentencia
y reabrir el juicio en el que no fue oído, a fin de que pueda defenderse y dictarse una nueva sentencia.

En segundo lugar, puede personarse pero no contestar a la demanda, el demandado se personaría en


forma, lo que requeriría la postulación procesal necesaria, con los gastos que ello conlleva, decidiendo no
actuar en su defensa, es decir, no realizar la principal actividad alegatoria para él: contestar a la demanda.
Puede suceder que el demandado, aunque no conteste a la demanda, pueda realizar otra serie de actividades
alegatorias, como pueden ser la de interponer declinatoria, o la de allanarse. El allanamiento previo a la
contestación de la demanda evita la condena en costas.

En tercer lugar, puede comparecer en el procedimiento y contestar a la demanda, pudiendo definir la


contestación como aquel acto procesal por el cual el demandado ejercita el derecho de defensa frente a la
demanda, debe contestar en un plazo de 20 días. Formalmente considerada, el art. 405 LEC establece que
se redactará en la forma prevista para la demanda, es decir, encabezamiento, antecedentes de hecho,
fundamentos de derecho y petitum, debiendo acompañar los documentos de los arts. 264 y 265 LEC.

En orden al contenido de la contestación, con carácter general, el demandado puede, al contestar, adoptar
cualquiera de las siguientes posturas procesales:

a) Allanarse a la pretensión del demandante. Si el allanamiento es total se dictará sentencia en


conformidad con la demanda. Si es parcial y se permite un pronunciamiento separado podrá
dictarse auto acogiendo la pretensión respecto a la cual se allanó el demandado. Al ser una
declaración de voluntad expresa en la que el demandado considera como ciertos los hechos y
fundamentos aducidos por el actor, en virtud del principio dispositivo, el proceso ha de terminar
en ese momento, dictándose sentencia. Este allanamiento, sin embargo, no es común que se dé en
el cuerpo de la contestación a la demanda, ya que si se realiza con anterioridad tiene el efecto de
liberar al demandado de la condena en costas.
b) Oponerse a la demanda. Dicha oposición a su vez, podrá consistir en:
1. Admitir los hechos de la demanda pero negar la consecuencia jurídica. En este caso la
consecuencia procesal no es otra que el hacer innecesaria la práctica de prueba y en
consecuencia el acto del juicio, quedando el asunto para sentencia.
2. Negar los hechos, en cuyo caso cada parte vendrá obligada a probar los que alegue en su
favor, teniendo en cuenta en todo caso que las respuestas evasivas o el silencio, podrán
considerarse como admisión tácita de los hechos que le sean perjudiciales.
3. Alegar hechos nuevos que enerven, dejando sin efecto, los alegados por el demandante.
4. Alegar excepciones bien procesales, que obstaculicen la prosecución del proceso evitando
una sentencia sobre el fondo o bien materiales, que permitan, si se estiman la absolución
del demandado.
5. Reconvenir, en cuyo caso el demandado introduce un nuevo objeto en el proceso al deducir
una nueva pretensión contra el demandante con el fin de que ambas pretensiones sean
resueltas en la misma sentencia.

I.II.I. Excepciones que puede oponer el demandado.

Se pueden definir las excepciones como los hechos aducidos por el demandado con el fin de impedir que
la pretensión del demandante sea estimada. La actual LEC se limita a enumerar una serie de excepciones,
que se pueden clasificar en materiales y procesales. Son materiales las que afectan al fondo de la cuestión
que se discute y a través de las cuales se trata de obtener una sentencia desestimatoria de las pretensiones
del actor y son procesales las que hacen referencia a la falta de presupuestos o requisitos procesales
impidiendo la continuación del juicio y el pronunciamiento de sentencia sobre el fondo del asunto.

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A. Excepciones materiales. Supone la alegación de nuevos hechos por el demandado que tiendan a
desvirtuar la pretensión de fondo del actor: no se trata sólo de negar los hechos aducidos por éste,
sino de contraatacar alegando circunstancias materiales que impidan que se dicte sentencia
favorable al demandante. Hemos diferenciar entre hechos:
• Hechos impeditivos, son aquéllos que privan de eficacia al hecho constitutivo desde su
origen de manera que éste no llega a nacer. Son hechos pues coetáneos a los hechos
constitutivos del demandante. Ejemplo de ello es la falta de alguno de los elementos
esenciales del contrato del art. 1261 CC.
• Hechos extintivos, son aquéllos que privan de eficacia al hecho constitutivo con
posterioridad a su nacimiento como por ejemplo ocurre con el pago. Su diferencia con los
hechos impeditivos es que los extintivos son posteriores al hecho constitutivo.
• Hechos excluyentes, son aquéllos que niegan la eficacia del hecho constitutivo en base a
un contra-derecho que alega el demandado y que impide la eficacia del alegado por el
demandante. Ejemplo de ello es la prescripción adquisitiva o el beneficio de excusión.
B. Excepciones procesales. Se trata de aquéllas que hacen referencia a la falta de presupuestos o
requisitos procesales que, impidiendo la continuación del juicio, deben ser resueltas previamente
al juicio por el Tribunal. Tratándose del juicio ordinario, las excepciones procesales serán resueltas
en la audiencia previa al juicio. Sin carácter exhaustivo, las enumera el art. 416 LEC. Dichas
excepciones se alegaran al contestar a la demanda y se resolverán en la audiencia previa.
Alegadas una o algunas circunstancias, su debate y resolución se remiten a un momento posterior
al de la audiencia previa. Su estimación conllevará establecer un plazo para subsanación o, en su
defecto, el archivo de las actuaciones, no quedando prejuzgado el fondo del asunto y, por tanto,
quedando abierta la posibilidad al actor de interponer demanda corrigiendo dicho defecto.

II. En el juicio verbal.


Tras la reforma operada por la Ley 42/2015, se admiten las siguientes clases de demandas:

1. Demanda ordinaria. Tiene lugar cuando se actúe con abogado y procurador, aplicándose lo
dispuesto en el art. 399 LEC para el juicio ordinario, siendo también de aplicación lo dispuesto
en dicho juicio en materia de preclusión, alegaciones y litispendencia.
2. Demanda sucinta. Cuando no se actúe con abogado y procurador. En este tipo de demanda se
consignarán los datos y circunstancias de identificación del actor, del demandado y el domicilio
en que puedan ser citados, fijando con claridad y precisión lo que se pide. Por tanto, la demanda
sucinta no contendrá una exposición de hechos y fundamentos jurídicos, si bien deberá expresar
los datos imprescindibles para identificar la pretensión con el fin de que el demandado pueda
ejercitar su derecho de defensa.
3. Reconvención (art. 438 LEC). Tras establecerse la posibilidad, salvo en los juicios verbales que
concluyan por sentencia sin valor de cosa juzgada, de que el demandado, cuando hay conexión
entre los objetos, formule reconvención, se establecen las siguientes reglas:
o Si reconviniese se dará traslado al demandante para que la conteste en 10 días.
o Aún sin reconvenir el demandado podrá alegar un crédito compensable en cuyo caso a su
vez pueden darse dos supuestos:
i. Que por su cuantía no corresponda al juicio verbal, en cuyo caso el Tribunal tendrá
por no realizada dicha alegación y advertirá al demandado para que ejercite su
derecho por los trámites que correspondan.
ii. Que corresponda a juicio verbal en cuyo caso se aplicara el art 408, es decir el
demandante podrá interesar que se le permita contestar como si hubiese formulado
reconvención.

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4. Postulación y competencia. En orden a la postulación los arts. 23 y 31 LEC disponen que no
será necesaria la intervención de Abogado y Procurador en los juicios verbales cuya cuantía no
exceda de 2.000 euros. En cuanto a la competencia objetiva, el art. 47 LEC dispone que el Juzgado
de Paz conocerá en primera instancia de los asuntos civiles de cuantía no superior a 90 euros y que
no se hallen incluidos en el ámbito del juicio verbal, por razón de la materia. Por otro lado, en
cuanto a la competencia territorial, el art. 54 LEC dispone que no se admitirá la sumisión expresa
o tácita en los asuntos que deban tramitarse por el juicio verbal.
5. Admisión de la demanda. Examinada la demanda, el Secretario la admitirá o dará cuenta al
Tribunal para que resuelva sobre su admisión si estimare que el mismo carece de jurisdicción o
competencia o si la demanda adolece de defectos formales y el actor no los hubiere subsanado en
el plazo otorgado.
6. Contestación a la demanda. Una vez admitida la demanda, el Secretario dará traslado al
demandado para que la conteste el plazo de 10 días, advirtiendo al demandado para cuando sea
posible actuar sin Abogado y Procurador, de la posibilidad de utilizar los impresos normalizados.
7. Necesidad de vista. Si ninguna la parte lo interesa y el Tribunal no lo considera necesario, dictará
sentencia sin más trámites. Si alguna parte lo interesa deberá celebrarse una vista, no obstante lo
cual si alguna de las partes desiste de la celebración se pondrá en conocimiento de la contraria y
si ésta no se opone o formula alegaciones, quedaran los autos para sentencia. La vista se celebrará
en el plazo máximo de un mes.
8. Inasistencia de las partes a la vista.
o Inasistencia del actor (art. 442 LEC). Si el actor no comparece en la vista y el demandado
no alegare interés legítimo en la continuación del proceso a fin de que se dicte sentencia
sobre el fondo, se le tendrá por desistido, imponiéndole las costas con la indemnización
de los daños y perjuicios causados al demandado si éste lo solicitare.
o Incomparecencia del demandado. El Tribunal le declarará en rebeldía, prosiguiendo el
juicio en su ausencia.
o Incomparecencia de ambas partes. La LEC no contempla el supuesto, no obstante lo cual,
hay que entender que el Tribunal tendrá por desistido al actor y ordenará el archivo de las
actuaciones.
9. Desarrollo de la vista (art. 443 LEC). Visto que el juicio verbal refunde en el acto de la vista lo
que en el ordinario es la audiencia previa y el juicio, el desarrollo de la vista, una vez que
comparecen las partes y se comprueba que subsiste el litigio es el siguiente:
i. Si manifiestan que han llegado a un acuerdo o se disponen a llevarlo a cabo, podrán
desistir del proceso interesar que el Juez homologue el acuerdo; dicha homologación
atribuye al acuerdo los efectos de la transacción judicial constituyéndose en título
ejecutivo, si bien puede ser impugnado por los motivos de la transacción judicial. Podrán
pedir de común acuerdo la suspensión del proceso para someterse a una mediación,
debiendo el Tribunal de examinar si las partes tienen capacidad jurídica y poder de
disposición. Si la mediación no prospera una vez se comunique al Tribunal, continuara
el proceso. Si prospera y se llega a un acuerdo se archivará el proceso, pudiendo pedirse
la homologación judicial del acuerdo.
ii. Si no hay acuerdo, el Tribunal resolverá sobre las circunstancias que pueden impedir la
continuación del proceso, singularmente las cuestiones procesales, continuando el
proceso si no se alegan o se desestiman las alegadas. Si se hubiese impugnado la cuantía
al contestar a la demanda se resolverá con carácter previo y antes de conocer del fondo.
iii. A continuación se dará la palabra a las partes para llevar a cabo aclaraciones y para fijar
los hechos en los que exista contradicción.
iv. A continuación se propondrán y practicaran las pruebas que se hayan admitido, pudiendo
completarse conforme establece el art. 429 LEC.
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v. Practicadas las pruebas el Tribunal podrá conceder un turno de palabra a las partes para
que formulen oralmente conclusiones, dando a continuación por finalizada la vista y
dictando sentencia en 10 días salvo en los juicios de desahucio de finca urbana que la
dictara en 5 días, convocando además a las partes, si no estuvieren representadas por
procurador o no procediere medios telemáticos, para su notificación.
vi. Contra las resoluciones sobre inadmisión de pruebas o admisión de las pruebas, podrá
interponerse recurso de reposición, que se sustanciará y se resolverá en el acto, y si se
desestimare podrá formularse la correspondiente protesta a efectos de ejercitar su
derecho en la segunda instancia.

III. La litispendencia. Efectos procesales y materiales. Examen


Una vez presentada la demanda, el letrado de la Admón. de Justicia dictará decreto admitiendo la misma,
lo cual según establece el art. 404 LEC es lo procedente, salvo los supuestos específicos en que la ley
dispone que puede no admitirse “ad limine litis”. Comienza el proceso, generándose lo que se denomina
litispendencia, situación que impide la incoación de nuevo proceso con el mismo objeto que aquél que
estuviere actualmente tramitándose. La litispendencia puede producirse cuando se trata de dos procesos de
los que conocen tribunales españoles o cuando de uno de ellos conoce un tribunal extranjero y uno español,
dando origen a la litispendencia internacional.

Pues bien, dejando a un lado esta última, podemos decir lo siguiente, en cuanto al momento en que
comienza dicha situación, se han sostenido varias teorías, si bien la Ley establece que la litispendencia se
produce desde la interposición de la demanda, si después es admitida. Por tanto, la admisión es condición
sine qua non para entender que el proceso ha comenzado: que la litis está pendiente ante los tribunales. La
situación de litispendencia terminará cuando el proceso concluya por resolución firme. Datar el momento
de la litispendencia es importante, pues a partir de él se producen una serie de efectos jurídicos.

En cuanto a los efectos que genera la litispendencia son dos tipos, unos materiales y otros procesales:

A. Efectos procesales. La litispendencia propiamente dicha (art. 410 LEC), en cuanto supone que
mientras esté pendiente un proceso, no podrá interponerse otra demanda con el mismo objeto, y si
se interpone se archiva el segundo proceso.
El art. 411 LEC contempla la llamada “perpetuatio iurisdictionis” al disponer que las alteraciones
que se produzcan en el domicilio de las partes, la situación de la cosa litigiosa y el objeto del juicio
después de iniciado el proceso no afectarán a la jurisdicción y competencia del Tribunal.
El art. 412 LEC contempla la prohibición de la “mutatio libelli” al disponer que una vez fijado lo
que sea objeto del proceso las partes no podrán alterarlo posteriormente. Este efecto procesal tiene,
sin embargo, una excepción: la LEC permite al actor la acumulación de acciones hasta un momento
posterior al de la litispendencia, que es la contestación de la demanda.
El art. 413 LEC contempla la llamada “un lite pendente nihil innovetur”, es decir, mientras esté
pendiente un proceso, no se tendrán en cuenta las alteraciones que las partes o terceros introduzcan
en el estado de cosas o de las personas que hubiesen dado origen a la demanda, salvo si dicha
innovación priva de interés legítimo a las pretensiones deducidas. No obstante este efecto tiene
alguna excepción en la medida en que hay cambios que sí han de ser tenidos en cuenta, como por
ejemplo la incapacidad sobrevenida de una parte.
o Tratamiento procesal. La excepción de litispendencia puede estimarse de oficio o alegarse
por la parte, resolviéndose en la audiencia previa (art. 421 LEC), de tal manera que si se
estima se sobresee el segundo proceso.
B. Efectos materiales. Produce la interrupción de la prescripción adquisitiva (art. 1.945 CC) y de la
extintiva (art. 1.973 CC). Los derechos pasan a ser litigiosos (art. 1.535 CC). El deudor incurre
en mora (art. 1.100 CC).
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Se produce el anatocismo legal (art. 1.109 CC) de manera que los intereses vencidos devengan el
interés legal desde que son judicialmente reclamados. Si se ha anotado en el Registro de la
Propiedad enerva la fe público registral desde la fecha de la anotación.

IV. La reconvención (arts. 406-409 LEC). Examen


La reconvención tiene lugar cuando el demandado modifica el objeto del proceso al deducir una pretensión
nueva contra el actor dentro del mismo procedimiento con el fin de que ambas pretensiones sean resueltas
en la misma sentencia. Se trataría de una demanda sobrevenida, en la que el actor es el inicial demandado
y el demandado el inicial actor; además supone un supuesto de acumulación de acciones sobrevenida.

No obstante, aunque lo normal es que el demandado formule las pretensiones que tenga por convenientes
respecto al demandante mediante la reconvención, el art. 406 LEC dispone que la reconvención también
podrá dirigirse contra personas distintas del demandante siempre que puedan considerarse litisconsortes
voluntarios o necesarios de aquél por su relación con el objeto de la demanda reconvencional.

IV.I. Requisitos de la reconvención.

Que el Juzgado que conozca de la demanda principal tenga jurisdicción y competencia objetiva
por razón de la materia y de la cuantía para conocer de la reconvención y que ésta deba tramitarse
en la misma clase de juicio (art. 406.2 LEC). Como excepción, la ley establece que podrá
acumularse a un juicio ordinario una reconvención que en razón de la cuantía hubiera de ventilarse
por juicio verbal, aunque la tramitación de ésta seguirá los cauces del juicio ordinario empezado.
Que exista conexión entre las pretensiones deducidas por el demandado en la reconvención y las
que fueren objeto de la demanda principal.
Que la reconvención se formule a continuación de la contestación a la demanda con los requisitos
del art. 399 LEC. Se prohíbe pues, lo que se conocía como reconvención implícita y que según la
jurisprudencia era toda aquella pretensión del demandado que no se limitaba a interesar la
absolución, no obstante lo cual hay dos excepciones que recoge el art. 408 LEC, que serían dos:
compensación de deudas con el actor o nulidad del negocio jurídico en que se fundamenta la
pretensión del actor.
También será aplicable a la reconvención lo dispuesto en el art. 400 LEC respecto a la demanda.
Es decir, que cuando lo que se pida en la demanda pudiera fundarse en diferentes hechos o en
diferentes fundamentos o títulos jurídicos, deberán expresarse todos aquéllos que resulten
conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponer la demanda sin que pueda reservarse parte
de ellos para su alegación en un proceso posterior.
Tratamiento procesal de la reconvención. El Tribunal dará traslado al actor de la reconvención
para que el demandante conteste en el plazo de veinte días en la misma la forma prevista para la
contestación a la demanda. Tratándose del juicio verbal, se dará traslado al actor de la
reconvención con una antelación mínima de cinco días a la fecha de la vista y el actor podrá
contestar dentro de la propia vista. Finalmente, la sentencia se pronunciará sobre estas cuestiones
y los pronunciamientos de la misma tendrán eficacia de cosa juzgada.

IV.II. Tratamiento procesal de la alegación de compensación y nulidad del negocio jurídico en que
se funde la demanda.

En el art. 408 LEC se establece una excepción a la necesidad de que la reconvención sea explícita y no
implícita, dándole un tratamiento específico y que son:

• Si el demandado alegare la existencia de un crédito compensable frente a la pretensión de condena


dineraria, el demandante podrá impugnar la alegación de la forma prevista para la contestación a
la reconvención aunque el demandado sólo pida la absolución y no la condena.

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• Del mismo modo, si el demandado alegare la nulidad absoluta del negocio en que se funde la
pretensión del actor, este podrá solicitar al Secretario contestar a dicha alegación de la forma
prevista para la contestación a la reconvención y el Secretario lo acordará.

IV.III. La reconvención en el juicio verbal.

La Ley 42/2015 ha actualizado los términos de la reconvención en el caso del juicio verbal. La
reconvención no es posible en los juicios verbales que deban finalizar por sentencia sin efectos de cosa
juzgada. En los demás casos, se admitirá la reconvención siempre que no determine la improcedencia del
juicio verbal y exista conexión entre las pretensiones de la reconvención y las que sean objeto de la
demanda principal. Admitida la reconvención, se regirá por las normas previstas en el juicio ordinario,
salvo el plazo para su contestación, que será de diez días.

El demandado podrá oponer en la contestación a la demanda un crédito compensable, siendo de aplicación


lo dispuesto en el art. 408 LEC. Si la cuantía de dicho crédito fuese superior a la que determine que se
siga el juicio verbal, el tribunal tendrá por no hecha tal alegación en la vista, advirtiéndolo así al
demandado, para que use de su derecho ante el tribunal y por los trámites que correspondan.

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Tema 3. La audiencia previa.
I. Marco procesal y características (arts. 414-430 LEC).
La audiencia previa, se puede definir como aquel trámite exclusivo procesal del procedimiento ordinario
que tiene lugar entre la contestación de la demanda y la celebración del juicio ordinario. Así el art. 414
LEC establece que una vez contestada la demanda y, en su caso, la reconvención o transcurridos los plazos
para hacerlo, el Letrado de la Admón. De Justicia convocará a las partes para una audiencia que deberá
celebrarse en el plazo de 20 días desde la convocatoria.

Asistencia de las partes, se dispone lo siguiente:


o Si no compareciere ninguna de ellas, el Letrado de la Admón. de Justicia levantará acta y
el Tribunal dictará auto de sobreseimiento y ordenará el archivo de las actuaciones.
o Si no compareciere el actor pero el demandado alegare interés legítimo en la continuación
del proceso, la audiencia continuará con su presencia. Por el contrario, si el demandado
no formulare dicha petición, el Tribunal dictará auto de sobreseimiento y ordenará el
archivo de las actuaciones.
o Si quien no compareciere es el demandado, la audiencia continuará con el demandante
pero dicha incomparecencia no se estimará como allanamiento ni como admisión de los
hechos.
Postulación, es precisa obligatoriamente la asistencia de Abogado, pues si no comparece se
producirán los mismos efectos que la incomparecencia de la parte. En cuanto a la asistencia de
Procurador, si las partes no asisten personalmente, deberán otorgar poder especial para renunciar,
allanarse o transigir en su nombre, pues si no lo hacen se le tendrán por no comparecidas.
Desarrollo de la audiencia. Una vez abierto el acto, con la asistencia debida de las partes en la
medida que se ha visto anteriormente, y tras comprobarse por el Tribunal que subsiste entre ellas
el litigio, lo primero que se hará es intentar que lleguen a un acuerdo. Si no se logra éste, la
audiencia previa continuará para el cumplimiento de las otras funciones, resolviéndose a
continuación sobre las cuestiones procesales que se hayan suscitado y que, de admitirse, puedan
obstaculizar la continuación del procedimiento. Si ninguna de las cuestiones procesales obstaculiza
la continuación, se pasará a la fijación del objeto, requiriéndose a las partes para que manifiesten
sobre que hechos hay conformidad o disconformidad. Una vez fijado el objeto, el tribunal
exhortará a las partes para que lleguen a un acuerdo que ponga fin al litigio. Si no se llegase a un
acuerdo se procederá a la proposición de las pruebas y a resolver sobre su admisión por parte del
tribunal. Hecho lo anterior se fijará la fecha del juicio, y se dará por concluido el acto.

II. Funciones. Examen


Las finalidades de la audiencia previa al juicio, según establece el art. 414 LEC son las cuatro siguientes:

1. Función de evitación del proceso con el fin de que les partes puedan alcanzar una transacción o
acuerdo que ponga fin al proceso.
2. Función sanadora del proceso con el fin de examinar las cuestiones procesales que pudieran
impedir la válida prosecución del mismo y el pronunciamiento de sentencia sobre el fondo del
asunto.
3. Función delimitadora del objeto con el fin de fijar los extremos de hecho y de Derecho sobre los
cuales versa la controversia.
4. Función delimitadora de la prueba consistente en la propuesta y admisión de las pruebas que
deban emplearse en el juicio.

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II.I. La audiencia previa como escenario de conciliación (acuerdo entre las partes). Examen

El legislador siempre ha intentado que los procesos civiles terminen mediante una resolución consensuada
por las partes. La LEC ha querido incardinar la opción de alcanzar un acuerdo previo (art. 415 LEC) como
una de las finalidades de la audiencia previa. Recordemos que rige, por regla general, el principio
dispositivo, por ello la voluntad de las partes puede poner fin al proceso, o culminarlo con un acuerdo, que
en todo caso vinculará al órgano jurisdiccional. De este modo, si se llega a un acuerdo, no hará falta seguir
con la audiencia y se dictará, en su caso, resolución que homologue el mismo y le dote de eficacia ejecutiva.
El juez debe informar a las partes de la posibilidad de recurrir a negociación, pudiendo instar a las partes
a que al menos acudan a una sesión informativa sobre la misma (art. 428 LEC). En relación a este intento
conciliatorio, se contemplan dos posibles terminaciones exitosas de esta primera parte de la audiencia:

• Por un lado, las partes podrían desistir del proceso, esto es, apartarse de la continuación del mismo
para intentar llegar a un acuerdo; al tratarse de un desistimiento bilateral, su declaración de
voluntad pondría fin al proceso inmediatamente, no dejando prejuzgada la acción y quedando
abierta la posibilidad de acudir nuevamente a la vía jurisdiccional.
• Por otro lado, si existe acuerdo, éste puede ser presentado al juez para su homologación,
obteniéndose una resolución con eficacia de cosa juzgada y ejecutiva.
• Existe una tercera posibilidad que sería solicitar la suspensión del proceso —por un plazo máximo
de 60 días— para intentar un acuerdo por vía de la mediación, contemplada en la Ley 5/2012.

Al resolver sobre la homologación, el Tribunal examinará la capacidad de las partes y el poder de


disposición de éstas y resolverá lo procedente. El acuerdo homologado constituye título ejecutivo y
cualquiera de las partes podrá exigir su cumplimiento por los trámites de la ejecución de sentencias. Por el
contrario, si las partes no llegaren a un acuerdo ni se mostraren dispuestas a alcanzarlo de inmediato, la
audiencia continuará para el resto de sus finalidades.

II.II. Las excepciones en la audiencia previa (cuestiones procesales).

La función sanadora del proceso, consiste en examinar aquellas cuestiones que pudieran impedir la válida
prosecución del proceso y el pronunciamiento de sentencia sobre el fondo del asunto. En cuanto a las que
pueden impedir la válida prosecución del proceso, el art. 416 LEC contempla las siguientes, aunque no es
un numerus clausus. El orden para resolverse viene indicado en el art. 417 LEC.

1. La falta de capacidad o representación de los litigantes (art. 418 LEC). El demandado ha


debido alegarla en la contestación a la demanda, y si la alega el actor, en la misma audiencia. Si el
defecto alegado es insubsanable, el juez decretará el sobreseimiento del proceso (rebeldía si afecta
al demandado). Si es subsanable, podrá ser arreglado en plazo de 10 días, con suspensión
entretanto de la audiencia.
2. Inadecuada acumulación de acciones (art. 419 LEC). Si el demandado se ha opuesto a la
acumulación de acciones pretendida por el actor, ha de alegarlo en la contestación de la demanda,
y, en la audiencia previa, el juez, oyendo al actor, decidirá sobre si dicha acumulación es o no
correcta, resolviendo oralmente en el acto. El proceso continuará con las acciones que se estimen.
3. La falta del debido litisconsorcio (art. 420 LEC). Si el actor estuviere conforme, presentará
escrito en la AP dirigiendo la demanda contra las personas que el demandado considere que deban
ser sus litisconsortes; así, si el tribunal estima que efectivamente falta el litisconsorcio, lo declarará
y mandará emplazar a los nuevos demandados para que contesten a la demanda; mientras, la
audiencia quedará en suspenso. Si el actor no estuviese conforme con la alegación del demandado,
el tribunal dará audiencia a las partes y dictará resolución en el acto o en un máximo de 5 días. Si,
estimada la excepción, el actor no integra la litis, se dará por concluida la audiencia y se procederá
al archivo de las actuaciones. Si se desestima, se pondrá fin al proceso.

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4. La cosa juzgada o litispendencia (art. 421 LEC). Se trata de la existencia de un proceso con el
mismo objeto que el tramitado en este momento. Su existencia quedará acreditada con la
presentación de la sentencia firme que contenga pronunciamiento sobre idéntico objeto procesal,
mientras que en caso de la litispendencia habrá que acreditar la pendencia de un proceso con
idéntico objeto. Si el Tribunal la estima, dictará auto de sobreseimiento en 5 días. Si no la estima,
la AP continúa. Si la cuestión fuese compleja de modo que el tribunal no pudiera decidirlo en la
propia audiencia, podrá posponerse su resolución, siguiendo la audiencia y quedando pendiente la
resolución, que deberá realizarse en los 5 días siguientes a la terminación de la misma.
5. La inadecuación del procedimiento. Al respecto hay que distinguir entre:
Inadecuación por razón de la cuantía (art. 422 LEC), puede deberse a que el demandado difiere
en el valor dado a la cosa litigiosa o en que existe, a su juicio, un error a la hora de calcular el
interés económico del pleito. Si se trata del primer supuesto, puede darse un acuerdo entre las
partes que zanje la cuestión y, en su caso, si el valor sigue siendo superior a los 6.000 euros,
proseguirá la tramitación del juicio ordinario y de la audiencia. Si el acuerdo recoge un valor
inferior, habrá de tramitarse el asunto a través del juicio verbal. Si no existiese acuerdo, el tribunal,
en la misma audiencia, decidirá oralmente lo que proceda, teniendo en cuenta los documentos y
elementos de valoración aportados. En caso de que la excepción se fundamente en un error de
cálculo al aplicar las reglas legales de valoración, la LEC dispone que el tribunal oirá a las partes
y decidirá en la audiencia lo que proceda.
Inadecuación por razón de la materia (art. 423 LEC), no cabe el acuerdo de las partes para
solventar la cuestión. Por ello, en todo caso será el criterio del tribunal el que decida si se está ante
un procedimiento inadecuado o no. Decidido en el acto, o pospuesta la decisión por su
complejidad, a los 5 días siguientes a la terminación de la audiencia proseguirá el juicio ordinario
o, en su caso, quedarán citadas las partes para juicio verbal.
6. El defecto legal en el modo de proponer la demanda o reconvención por falta de claridad o
precisión en la fijación de las partes o de la petición (art. 424 LEC). Si el demandado considera
que la demanda ha sido realizada de forma defectuosa por estas razones, o si el juez de oficio
apreciare unos u otros defectos, en la audiencia podrán aclararse dichos extremos oscuros.
La falta de aclaración, unida a la estimación por el juez de que no es posible determinar en qué
consisten las pretensiones o frente a qué sujetos se formulan, conllevará el sobreseimiento del
proceso. Si se aclaran y se precisan correctamente, la audiencia continúa.

Dicho catálogo no tiene carácter exhaustivo por lo que el Tribunal podrá admitir, según establece el art.
425 LEC, otras circunstancias análogas, por ejemplo la falta de reclamación previa en vía administrativa,
excepto la falta de jurisdicción o competencia del Tribunal ya que éstas sólo pueden denunciarse mediante
declinatoria en la forma prevista por el art. 39 LEC. Si las excepciones alegadas fueren varias, se resolverá
por el orden que establece la ley, incluyendo la indebida acumulación de acciones.

II.III. La delimitación del objeto del proceso (otras funciones de la Audiencia Previa).

Consiste en fijar el objeto del proceso y los hechos y fundamentos jurídicos sobre los que versa la
controversia. En este sentido, el art. 412 LEC dispone que establecido lo que sea objeto del proceso en la
demanda, en la contestación y, en su caso, en la reconvención, las partes no podrán alterarlo
posteriormente. No obstante dicha prohibición de alterar el objeto, no impide que las partes puedan, en la
audiencia previa y según establece el art. 426 LEC, presentar nuevas alegaciones, o presentar nuevas
peticiones, con arreglo a las siguientes reglas:

1. Alegaciones complementarias o aclaratorias (art. 426 LEC). En primer lugar, las partes podrán
hacer alegaciones complementarias en relación con lo expuesto por la parte contraria siempre que
no se alteren sustancialmente las pretensiones deducidas con anterioridad ni su fundamento.

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En segundo lugar, las partes podrán aclarar las alegaciones que hubiesen formulado anteriormente
y rectificar extremos secundarios de sus pretensiones siempre que no alteren éstas ni sus
fundamentos.
En tercer lugar, las partes podrán alegar cualquier hecho relevante que hubiese ocurrido o hubiese
llegado a su conocimiento tras la demanda o la contestación.
En todo caso, el Tribunal podrá requerir a cualquiera de las partes para que realicen las aclaraciones
o precisiones necesarias respecto de hechos o argumentos incluidos en la demanda y la
contestación.
2. Presentación de nuevas peticiones accesorias o complementarias. Las partes podrán realizar
peticiones accesorias o complementarias de las formuladas en sus escritos siempre que la parte
contraria se muestre conforme y el Tribunal estime que el planteamiento de tales cuestiones no
impide a la parte contraria ejercitar su derecho de defensa en condiciones de igualdad.

II.IV. Proposición y admisión de la prueba.

En cuanto a la función delimitadora de la prueba, el art. 428 LEC dispone que las partes fijarán con el
Tribunal los hechos sobre los que exista conformidad o disconformidad.

Una vez fijados los hechos controvertidos, el Tribunal podrá exhortar a las partes para que lleguen a un
acuerdo. Si las partes no alcanzaren un acuerdo y la discrepancia quedare reducida a cuestiones jurídicas,
el Tribunal dictará sentencia en el plazo de veinte días.

Si la discrepancia no es solamente jurídica se procederá a la proposición de las pruebas, dentro de la cual


hay que distinguir entre la presentación de documentos en la misma audiencia previa y la proposición de
prueba a practicar en el acto del juicio, así:

1. Presentación extemporánea de documentos. Cuando se admita la alegación de hechos nuevos o


alegaciones complementarias, las partes podrán aportar documentos y dictámenes en relación con
dichas alegaciones complementarias, peticiones y los hechos nuevos, debiéndose las partes de
pronunciarse sobre los documentos aportados por la contraria hasta ese momento para lo cual
manifestarán si los admiten, los impugna, los reconoce o propone alguna prueba sobre su
autenticidad.
2. Proposición de prueba a practicar en el juicio. Con arreglo a lo dispuesto en el art. 282 LEC
las pruebas se practicarán a instancia de parte por lo que el Tribunal solamente podrá acordar de
oficio que se practiquen determinados medios de prueba en los casos previstos por la ley. No
obstante, el art. 429 LEC dispone que el Tribunal podrá manifestar que las pruebas propuestas
son insuficientes para el esclarecimiento de los hechos controvertidos en cuyo caso indicará cuales
pueden verse afectados por esta insuficiencia, pudiendo señalar las pruebas que considere
convenientes, y a la vista de ello las partes podrán modificar o completar sus proposiciones de
prueba. En todo caso las pruebas que se admitan se practicarán en el acto del juicio.

Una vez practicado todo lo anterior, si no procede el sobreseimiento del procedimiento o el dictado de la
sentencia, se procederá a señalar día para la celebración del juicio que en principio deberá tener lugar
dentro del plazo de 1 mes. Además, habrá de preverse si se podrá celebrar en una única sesión o en varias.

Hay una excepción a la celebración del juicio. Cuando las únicas pruebas que hayan propuesto las partes
sean la documental (no impugnada) y/o informes periciales ya presentados y ninguna de las partes haya
solicitado la ratificación de los peritos en su informe, terminada la audiencia previa, directamente sin
necesidad de celebración de juicio, el tribunal dictará sentencia en plazo de 20 días. En cuanto a la forma,
el art. 429.1 LEC señala que aunque se habrá de proponer de forma verbal las partes están obligadas a
aportar en el acto escrito detallado de la misma, si la parte no realiza dicha presentación puede hacerlo
dentro de los 2 días siguientes.
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Tema 4. La prueba y su procedimiento en el proceso civil.
I. Concepto, objeto y carga de la prueba. Los medios de prueba.
I.I. Concepto.

La prueba se define como aquella actividad procesal que desarrollan las partes ante el juez para que éste
adquiera el convencimiento sobre la certeza, positiva o negativa, de unos hechos controvertidos, alegados
por las partes. La prueba tiende a proporcionar al juez material fáctico que servirá de base a la sentencia.

La iniciativa de la actividad probatoria en el proceso civil y salvo en determinados procedimientos


especiales, en que el órgano judicial puede proponer y practicar pruebas de oficio, corresponde a las partes
según establece el art. 282 LEC.

I.II. Objeto (arts. 281-283 LEC).

Se identifica el objeto de la prueba con los hechos que guarden relación con la tutela judicial que se
pretenda obtener en el proceso; concretamente, con las afirmaciones realizadas por las partes sobre los
hechos controvertidos y, excepcionalmente, sobre la costumbre, el Derecho extranjero y las máximas de
la experiencia que eventualmente puedan aplicarse. Para saber qué tipo de hechos y de Derecho son objeto
de prueba, hemos de acudir a distintos criterios:

1. El primero se refiere al Derecho aplicable para resolver sobre el objeto del proceso. Así,
destacan:
a. Los hechos fundamentales corresponden directamente al supuesto de hecho de la norma
jurídica aplicable.
b. En sentido contrario, los hechos accesorios tienen una relación indirecta con la cuestión
principal: hacen referencia a aspectos secundarios del objeto del proceso.
2. El segundo de los criterios se dirige a precisar los hechos que están exentos de prueba.
Encontramos:
a. Hechos admitidos. Son aquellos hechos alegados por alguna de las partes del proceso
sobre los que existe plena conformidad. La propia ley reconoce el silencio de una parte
ante alegaciones fácticas de la otra o la negativa a responder o la respuesta evasiva como
formas de admisión tácita de los hechos.
b. Hechos notorios. La exención de prueba no es absoluta, sino que lo que se afirma es que
pueden considerarse no necesitados de prueba. Puede definirse la notoriedad como la
cualidad que el tribunal atribuye a un hecho en razón de su general conocimiento como
positiva o negativamente cierto y por la cual considera innecesaria toda prueba sobre ese
hecho. La LEC establece unos requisitos excesivamente amplios para que la notoriedad
pueda excluir la actividad probatoria, exigiendo que sea absoluta y general (en el sentido
de posesión de saber por la generalidad de las personas de cultura media).
c. Hechos favorecidos por una presunción legal. Según el art. 385 LEC, la parte favorecida
por una presunción queda exenta de probar el hecho presunto, si bien ha de probar el hecho
que se deriva de éste.
3. En cuanto al Derecho español o supranacional directamente aplicable en España, no tiene que
ser objeto de prueba porque el juez se encuentra vinculado por el principio iura novit curia.
4. En los casos en que deba aplicarse una norma material extranjera, las partes tienen que probar
su contenido y vigencia. En cuanto a él, por un lado, el art. 281.2 LEC, dispone que el derecho
extranjero deberá ser probado en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo valerse el
Tribunal de cuantos medios de averiguación estime necesarios para su aplicación.

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Por otro lado el art. 33 Ley 29/2015 establece que los Tribunales españoles determinarán el valor
probatorio de acuerdo con las reglas de la sana crítica, pudiendo con carácter excepcional y cuando
no haya podido acreditarse el contenido y vigencia, aplicarse el derecho español.
En todo caso ningún informe o dictamen nacional o internacional tendrá carácter vinculante para
los Tribunales españoles.
5. En cuanto a la costumbre, la LEC establece que no será necesaria su prueba cuando las partes
estuviesen de acuerdo en su existencia y contenido y sus normas no afectasen al orden público.

I.III. Carga de la prueba (art. 217 LEC).

Se trata de determinar cuáles de los hechos relevantes del proceso deben ser probados por cada una de las
partes, pues si llegado el caso un hecho no ha sido probado, la parte que tenía la carga de probarlo sufrirá
las consecuencias de la falta de prueba. La LEC regula la carga de la prueba en sede de sentencia. La
necesidad de recurrir al concepto de carga de la prueba surge ante la circunstancia de que, una vez
practicada la prueba y determinados hechos permanezcan dudosos, pueda determinarse a quién perjudica
la falta de prueba sobre los mismos.

No obstante, para la aplicación de las normas sobre carga de la prueba, el Tribunal tendrá en cuenta la
disponibilidad de los medios de prueba y la facilidad probatoria existente para cada una de las partes.

Así, respecto a la carga material, es una regla de Derecho cuya aplicación se produce en el momento de
la sentencia, permitiendo determinar a quién perjudicará el carácter finalmente dudoso de un hecho
relevante o, quién debe soportar el fracaso de la prueba de un hecho controvertido.

Respecto a la carga formal, el demandante o el reconviniente tiene la carga de acreditar los hechos
constitutivos de su pretensión. Por otra parte, al demandado o al reconvenido le incumbe la carga de probar
los hechos impeditivos, aquellos que privan de eficacia al hecho constitutivo desde su origen; extintivos,
los que le privan de eficacia por un hecho posterior; y excluyentes, los que no niegan el hecho pero oponen
otro que le priva de eficacia.

Hay una regla especial de la carga de la prueba para procesos sobre competencia desleal y publicidad
ilícita, y es que corresponde al demandado la carga de la prueba de la veracidad de las indicaciones y
manifestaciones realizadas y de los datos que la publicidad exprese. Igualmente, en aquellos
procedimientos en los que las alegaciones de la parte actora se fundamenten en actuaciones
discriminatorias por razón del sexo, corresponderá al demandado probar la ausencia de discriminación en
las medidas.

I.IV. Los medios de prueba (art. 299 LEC).

No es lo mismo fuente de prueba que medio de prueba, así mientras que fuente de prueba es todo elemento
de la realidad apto para producir la convicción de un hecho; medio de prueba es la actividad procesal de
las partes y del juez para incorporar al proceso una fuente de prueba. En cuanto a los medios de prueba, el
art. 299 LEC dispone que los medios de prueba de que podrán hacer uso las partes son los siguientes:

1. Interrogatorio de las partes (1º).


2. Los documentos públicos y privados.
3. Dictamen de peritos (3º).
4. Reconocimiento judicial (4º).
5. Interrogatorio de testigos (2º).
6. También se admitirán como prueba los medios de reproducción de la palabra, el sonido y la imagen
así como los instrumentos que permiten archivar, conocer o reproducir palabras, datos, cifras y
operaciones matemáticas realizadas con fines contables u otros fines relevantes para el proceso
(5º).
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Aparte de los anteriores, el Tribunal podrá también admitir cualquier otro medio de prueba que no se halle
previsto si permite obtener la certeza de los hechos relevantes. Además de los anteriores se encuentran las
presunciones, si bien en éstas el objeto de la prueba en sí no es la presunción, sino el hecho del que se
deduce la presunción. En cuanto al orden en que han de ser practicadas las pruebas el art. 300 LEC
establece el orden, pero permite al Tribunal alterarlo.

I.V. Valoración de la prueba.

Se trata de una actividad jurisdiccional atribuida al juez y dirigida a la determinación del valor concreto
que ha de atribuirse a cada uno de los medios de prueba practicados. Conviven dos sistemas de valoración:

• Valoración tasada o legal de la prueba, cuando dicho valor viene aplicado por la propia ley.
• Valoración libre, cuando el valor se somete al criterio razonado del juez sin que existan otros
criterios legalmente establecidos. Este criterio excluye la arbitrariedad, aplicándose las reglas de
la sana crítica.

En la Ley existe un predominio de los medios de prueba de valoración libre, reservándose el sistema de
valoración legal o tasada para los documentos públicos y privados no impugnados. Lo normal es que cada
uno de los medios de prueba practicados se valore de forma individualizada, aunque en ocasiones puede
ser necesario acudir a la llamada valoración conjunta de la prueba, instrumento habitual, que se descarta
cuando se persiga desplazar el valor legal de las pruebas legales.

Además, debe existir una suficiente motivación de la valoración de la prueba por parte del tribunal de
instancia. Es decir, se recogerá en la sentencia el resultado conjunto y articulado de todas las pruebas
practicadas, pero sobre la base de un análisis previo y singular de cada uno de los medios.

I.VI. Procedimiento probatorio.

1. Proposición de los medios de prueba. Conforme a los principios dispositivo y de aportación de


parte característicos del proceso civil, incumbe a las partes proponer los medios de prueba de que
pretendan valerse. Así, el art. 282 LEC dispone que las pruebas se practicarán a instancia de parte
por lo que el Tribunal sólo podrá acordar de oficio que se practiquen determinados medios de
prueba en los casos previstos por la ley, como por ejemplo ocurre en los procedimientos de
incapacidad o en materia de familia, o incluso en el procedimiento ordinario en que el careo puede
acordarse de oficio.
Al proponer la prueba el proponente expresará separadamente los medios de prueba de que
pretenda valerse haciendo constar el domicilio o residencia de las personas que deban ser citadas.
En el procedimiento ordinario, salvo alguna excepción, se propondrán en la audiencia previa y se
practicarán en el acto del juicio, salvo algunas pruebas que como veremos e proponen con la
demanda. No obstante el art. 286 LEC permite que si precluidos los actos de alegación, y antes
de comenzar el plazo para dictar sentencia, tuviese lugar o se conociese un hecho relevante, las
partes podrán alegarlo por medio de escrito de ampliación de hechos.
2. Admisión de los medios de prueba (art. 285 LEC). Una vez propuestas, el Tribunal resolverá
sobre su admisión. Para que una prueba sea admitida deberá de reunir los siguientes requisitos:
• Ser lícita, toda vez que el art. 11 LOPJ dispone que no surtirán efecto las pruebas
obtenidas directa o indirectamente violentando los derechos o libertades fundamentales.
Al respecto el art. 287 LEC establece que si alguna de las partes estimare vulnerados sus
derechos fundamentales en la obtención u origen de alguna de las pruebas, deberá alegarlo
de inmediato sin perjuicio de que el Tribunal pueda apreciar esta circunstancia de oficio.
• Ser pertinente, es decir que las pruebas hagan referencia a hechos relevantes para la
decisión que deba dictarse en el proceso.
• Ser útiles, es decir que resulten aptas para acreditar el hecho que se pretende probar.
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Por ello el art. 283 LEC establece que no se admitirán las pruebas impertinentes, inútiles o
prohibidas por la ley. Contra la resolución judicial cabe únicamente recurso de reposición. En caso
de desestimación, la parte perjudicada podrá formular protesta.
3. Práctica de la prueba. Tiene lugar en el juicio oral (juicio ordinario) o en la vista (juicio verbal),
y cada uno de ellos tiene su propia regulación. Como normas generales aplicables, cabe señalar:
• Contradicción y publicidad. Todas las pruebas deben practicarse con plena intervención
de las partes, a cuyo efecto han de ser citadas. La Ley distingue según la prueba se
practique en juicio; en momento distinto, pero en sede de tribunal; fuera de ésta; por medio
de exhorto. En cuanto a la publicidad, todas las diligencias de prueba se practicarán en
audiencia pública, aunque se admite excepcionalmente su práctica a puerta cerrada.
• Oralidad. Predominio de la forma oral, lo que conlleva la documentación de las
actuaciones. Si no fuese posible, se exige la documentación de la vista por medio de acta
realizada por el secretario judicial.
• Concentración. Los medios de prueba deben practicarse en unidad de acto. En el proceso
ordinario se identifica con el acto del juicio oral y en el juicio verbal, con la vista. Existen
excepciones: actos que la ley permite celebrar fuera del juicio, interrupción de juicio o
vista por causas legales previstas, pruebas practicadas en lugar distinto de sede del
tribunal.
• Inmediación. El juez que deba dictar sentencia tiene que haber practicado las pruebas. Se
distinguen dos supuestos: 1) determinados medios de prueba exigen presencia judicial; 2)
otros exigen presencia del Letrado de la Admón. de Justicia, sin perjuicio de un examen
posterior del tribunal.

II. Interrogatorio de partes (arts. 301-316 LEC).


Medio de prueba consistente en declaraciones de las partes, e incluso determinados terceros, dirigidas a
convencer al órgano jurisdiccional sobre la existencia o inexistencia de hechos y circunstancias de las que
tengan noticia y guarden relación con el objeto del juicio. Así el art. 301 LEC establece que cada parte
podrá solicitar el interrogatorio de las demás sobre hechos y circunstancias de los que tenga noticia y que
guarde relación con el objeto del juicio. En relación con los hechos, pueden clasificarse:

A. Hechos personales. Se le pregunta a la parte sobre hechos personales y relevantes para el objeto
del proceso (art. 301 LEC).
B. Hechos no personales. En este caso, habrá de responder según sus conocimientos, dando razón
del origen de estos. Tendrá conocimiento personal de los hechos, por sus relaciones con el asunto.

II.I. Sujetos que intervienen en el interrogatorio.

Hay que hacer una primera distinción entre:

a) Personas físicas:
Interrogatorio de la parte contraria. Tanto el demandante como el demandado pueden
interrogar y ser interrogados (art. 301.1 LEC).
Declaración de la parte colitigante, supuesto de litisconsorcio. Para ello se exige que
exista oposición o conflicto de intereses entre ambos (art. 301.1 LEC).
Declaración de un tercero. Cuando la parte legitimada actuante en juicio no sea el sujeto
de la relación jurídica controvertida o titular del derecho en cuya virtud se acciona (art.
301.2 LEC), o cuando el interrogatorio no se refiera a hechos personales del que contesta
(art. 308 LEC).

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b) Personas jurídicas:
Persona jurídica o ente sin personalidad. Cuando tenga que declarar una persona jurídica
y su representante no haya intervenido en los hechos, deberá alegarlo en la audiencia
previa y facilitar el nombre de la persona que intervino en los hechos. Si dicha persona no
forma parte ya de la persona jurídica podrá interesarse que declare como testigo. Si declara
el representante, pero alguna pregunta se refiere a un hecho en el que no intervino
personalmente, deberá de manifestar quien fue el que intervino, a fin de que declare, y si
se manifiesta que no se conoce, podrá considerarse la manifestación como respuesta
evasiva.
Administración Pública. Referido a la declaración del Estado, CA, EELL u otro
organismo público. El interrogatorio se realizará así: sin esperar al juicio o a la vista, se
les remite una lista con las preguntas de la parte proponente declaradas pertinentes para
que sean respondidas por escrito. Las respuestas serán leídas en el juicio o vista, pudiendo
formularse preguntas complementarias que serán respondidas oralmente. En caso de
negativa a responder, se considerará la valoración como ficta confessio.

II.II. Procedimiento probatorio.

El interrogatorio se compone de preguntas concretas, que se formularán de forma oral en sentido afirmativo
y con claridad y precisión en el mismo acto del juicio o de la vista. No pueden incluir valoraciones ni
calificaciones. Las preguntas han de versar sobre hechos personales del declarante, y si alguna se refiriese
a hechos no personales, éste podrá o bien responder con sus propios conocimientos o bien proponer que
sobre tales hechos declare el tercero que tenga conocimiento personal de ellos, si bien para que se admita
esta sustitución habrá de aceptarlo la parte que propuso la prueba, y si no la acepta, el declarante podrá
interesar que dicha persona declare como testigo, decidiendo sobre ello el tribunal.

Modo de responder: La parte interrogada responderá por sí misma, sin valerse de ningún borrador de
respuestas, pero se le permite consultar documentos o notas, cuando sean convenientes. Las respuestas
habrán de ser afirmativas o negativas, y si ello no es posible, se exige precisión y concreción. No obstante,
el declarante podrá agregar las explicaciones que estime convenientes.

Finalizado el trámite de respuesta, se abre la posibilidad del interrogatorio cruzado, que se producirá
cuando los abogados de las demás partes y el de la que declara puedan por este orden formular nuevas
preguntas que reputen conducentes para determinar los hechos. Incluso podrán realizarlo las propias partes
cuando no sea preceptiva la intervención de abogado. El tribunal de oficio puede interrogar a la parte
llamada a declarar, pero únicamente para obtener aclaraciones y adiciones.

Negativa a contestar: Si el llamado a declarar se niega a hacerlo, o contestase con evasivas o de forma
inconcluyente, el tribunal lo apercibirá en el acto de que, salvo que concurra alguna excusa legal que le
permita guardar secreto, podrá tener por reconocidos como ciertos los hechos a que se refieren las
preguntas, siempre que hubiese intervenido personalmente en ellos y su fijación le fuese perjudicial. Es lo
que se llama la “ficta confessio”.

Incomunicación: Cuando sobre unos mismos hechos hayan de declarar dos o más partes o en caso de
litisconsortes, se adoptarán las medidas necesarias para evitar que puedan comunicarse y conocer
previamente el contenido de preguntas y respuestas (art. 310 LEC).

Lugar en que se practica: En principio, al igual que toda actuación procesal, se practica en la sede del
tribunal, no obstante la LEC contempla la posibilidad de poder practicarla fuera de ella en dos supuestos:

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• Interrogatorio domiciliario. En caso de enfermedad que lo impida o por otras circunstancias
especiales del declarante, podrá, a instancia de parte o de oficio, plantearse el interrogatorio en su
domicilio (art. 311 LEC). Podrán acudir a él las demás partes y sus abogados, pero, si las
circunstancias lo aconsejaran, el interrogatorio se celebrará a presencia del tribunal y del secretario
judicial, presentando pliego de preguntas.
• Interrogatorio mediante auxilio judicial (art. 313 LEC). Para cuando el declarante reside fuera
del territorio del Tribunal y su comparecencia en la sede judicial resultare imposible o muy gravosa
por razón de la distancia, de la dificultad del desplazamiento, de las circunstancias personales o
por cualquier otra circunstancia de análoga entidad

II.III. Valoración de la prueba (art. 316 LEC).

En cuanto a la valoración de la prueba, se establece que el Tribunal estimará ciertos los hechos perjudiciales
para una de las partes que ésta hubiere reconocido siempre que hubiere intervenido personalmente en ellos
y no sean contradichos por el resultado de otras pruebas.

Si la parte citada para el interrogatorio no compareciere al juicio, el tribunal podrá considerar reconocidos
los hechos en que dicha parte hubiese intervenido personalmente y cuya fijación como ciertos le sea
enteramente perjudicial, además de imponerle la multa prevista (art. 301 LEC). Lo mismo ocurrirá si la
parte llamada a declarar se negase a hacerlo, salvo que concurra una obligación legal de guardar secreto.

En todos los demás supuestos, el sistema que rige es el de valoración libre de la prueba, es decir, según las
reglas de la sana crítica.

III. La prueba documental (arts. 317-334 LEC).


Los documentos, en sentido estricto podemos definirlos como cualquier soporte material que exprese o
incorpore declaraciones de voluntad, ciencia o conciencia realizadas por una o varias personas y que pueda
ser incorporado al proceso, si bien en sentido amplio puede entenderse no solo como el soporte que
incorpora un pensamiento, sino también que refleja un estado de cosas. Las normas que regulan la prueba
documental se encuentran no solo en la LEC, sino también en el CC (arts. 1216 a 1230).

III.I. Clases de documentos.

a) Documentos auténticos, indubitados y legalizados. Son auténticos aquellos en los que el autor
real coincide con el aparente; son indubitados aquellos sobre los que no hay ninguna duda de su
autoría; son legalizados aquellos a los que se pretende dar valor a través de ciertos trámites legales.
b) Documentos públicos. Aquel autorizado por un notario o empleado público competente, con las
solemnidades requeridas por la ley.
Documentos judiciales. Resoluciones y diligencias judiciales y testimonios de las mismas
expedidas por secretarios judiciales.
Documentos referentes al tráfico jurídico privado, civil y mercantil, que emanan de
quienes están autorizados para dar fe pública en estos ámbitos: los autorizados por notario,
intervenidos por corredor de comercio colegiado…
Documentos administrativos, expedidos por funcionarios públicos legalmente facultados
para dar fe, bien en lo que se refiere al ejercicio de sus funciones, bien de las disposiciones
y actuaciones de los órganos del Estado, de las AAPP u otras entidades de Derecho
público.
Documentos públicos extranjeros, documentos extranjeros que, en virtud de tratados o
convenios internacionales o leyes especiales, hayan de atribuírseles la fuerza probatoria
prevista en la Ley.

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En defecto de tratado se contemplan varios requisitos: que en la confección del documento
se hayan observado los requisitos del país de otorgamiento para que el documento haga
prueba en juicio, que el documento contenga la legalización o apostilla y demás requisitos
para su autenticidad en España…
c) Documentos privados. Aquellos que no reúnen solemnidades especificas ni están autorizados por
funcionario competente. La LEC sigue un concepto negativo diciendo que son aquellos que no
sean públicos.
d) Documentos electrónicos. Son aquellos expedidos o archivados en forma electrónica y
susceptibles e identificación y tratamiento diferenciado. Se regulan en la Ley 59/2003. Para
considerarlos documentos públicos se exige que estén firmados o bien por funcionario que tenga
la facultad de dar fe pública, o que estén expedidos por funcionarios en el ejercicio de sus
funciones.

III.II. Procedimiento probatorio.

El procedimiento es sencillo: se reduce prácticamente a la presentación del documento por la parte


procesal. Si no dispone de ellos, se acude a la exhibición de documentos.

III.II.I. Momento de presentación.

Como regla general, cuando la parte dispone del documento que va a presentar debe acompañarlo a la
demanda o contestación. Si no lo hace en ese momento, no podrán presentarlo en otro momento posterior
(preclusión). Hay excepciones:

Podrá el actor presentar en la audiencia previa los documentos cuya relevancia se haya puesto de
manifiesto a consecuencia de las alegaciones efectuadas por el demandado al contestar a la
demanda.
Cualquiera de las partes podrá presentar fuera del momento preclusivo anterior, pero después del
juicio o vista, los documentos que se encuentren en alguna de estas circunstancias:
o Ser de fecha posterior a la demanda o contestación o incluso de la audiencia previa,
siempre que no se hubiese podido obtener antes.
o Tratarse de documentos, medios o instrumentos anteriores a la demanda o contestación, o
audiencia, cuando se justifique desconocimiento de su existencia.
o No haber sido posible obtenerlos con anterioridad por causas no imputables a la parte.

III.II.II. Forma de presentación.

En cuanto a la forma en que han de ser aportados, hay que distinguir según se trate de documentos públicos
o privados.

Documento público (art. 267 LEC), deberá presentarse copia auténtica o certificación o
testimonio, quedando el original en un protocolo correspondiente, expedidas por el funcionario
público competente. Excepcionalmente se presenta el original en caso de póliza de contratos
mercantiles. La LEC también prevé la posibilidad de presentar copia simple, que surge pleno valor
probatorio salvo que sea impugnada. Además, con la Ley 41/2007 también puede presentarse dicha
copia simple en soporte electrónico.
Documento privado (art. 268 LEC), se presentará el original o copia autenticada por el fedatario
público competente. Se admite también copia simple con los mismos efectos que el original,
mientras no sea impugnada. Si se encuentra en un expediente, archivo… se presentará copia
auténtica o se designará el archivo, protocolo o registro. También es posible su presentación
mediante imágenes digitalizadas.

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III.II.III. Impugnación de documentos (art. 427 LEC).

El documento puede ser impugnado por la parte contraria. Las partes han de pronunciarse sobre los
documentos aportados en la audiencia previa (o vista en juicio oral), en los que ha de manifestar si los
admite, impugna o reconoce, o si propone prueba acerca de su autenticidad.

En el caso de los documentos públicos, la impugnación puede referirse a aspectos diferentes: 1)


correlación de la copia auténtica, certificación o testimonio con el original; 2) falsedad del documento
original, bien se haya presentado por la parte, bien se trate del que consta en protocolo o archivo.

En lo que respecta a documentos privados, se presentan normalmente en original. La impugnación se


referirá a su carencia de autenticidad. Formulada la impugnación, debe acudirse al cotejo de letras o
cualquier otro medio de prueba pertinente al efecto. Ahora bien, al impugnarse la autenticidad de un
documento electrónico se procederá con arreglo a lo establecido en art. 3 LFE.

Contemplamos también un supuesto de impugnación de copias reprográficas, dibujos, fotografías,


mapas… Se cotejará con el original y, si no es posible, se determinará su valor probatorio según las reglas
de la sana crítica.

III.II.IV. Exhibición de los documentos.

a) Exhibición de documentos entre partes (art. 328 y 329 LEC). La LEC recoge este deber de
forma expresa. Cabe solicitar la exhibición siempre y cuando la parte solicitante no disponga de
ellos y tengan relación con el objeto del proceso. A la solicitud deberá acompañarse copia simple
del documento, o indicarse su contenido si no se dispusiere de ella.
En caso de negativa injustificada a la exhibición, el tribunal podrá atribuir valor probatorio a la
copia simple o a la versión dada del contenido del mismo, tomando en consideración las restantes
pruebas o formulando requerimiento para que los documentos sean aportados al proceso.
b) Exhibición de documentos por terceros (art. 330 LEC). Únicamente se les requerirá a los
terceros no litigantes la exhibición de documentos de su propiedad cuando, pedida por una de las
partes, el tribunal entienda que su conocimiento resulta trascendente a los fines de dictar sentencia.
Para ello, el tribunal ordenará la comparecencia de aquel en cuyo poder se hallen y, previa
audiencia, resolverá lo procedente. En algunos casos (voluntariedad, no querer desprenderse del
documento), el secretario judicial acudirá a su domicilio para expedir testimonio.
c) Exhibición por parte de entidades oficiales (art. 332 LEC). Estas entidades oficiales tienen el
deber de expedir las certificaciones y testimonios que sean solicitados por los tribunales y exhibir
los documentos que obren en sus dependencias y archivos, salvo que se trate de documentación
legalmente declarada o clasificada como reservada o secreta. También se reconoce esta excepción
respecto de las entidades y empresas que realicen servicios públicos o estén encargadas de
actividades del Estado.
d) En caso de dibujos, fotografías, mapas… que no incorporen predominantemente textos escritos,
en caso de que sólo exista el original, podrá solicitar la parte que en la exhibición se obtenga copia,
a presencia del secretario judicial.

III.III. Valoración de la prueba.

Hay que distinguir según se trate de documentos públicos o privados.

Documentos públicos (art. 319 LEC). La intervención de un fedatario público determina que este tipo de
documentos haga prueba plena del hecho que documenten, de la fecha en que se produce y de la identidad
de los fedatarios y demás personas que intervengan. Esta eficacia se condiciona a la forma de presentación
(original, copia o certificación fehaciente sin que se impugne la autenticidad o copia simple sin
impugnación).
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Documentos privados (art. 326 LEC). Si la autenticidad resulta probada, tácitamente por la no
impugnación o expresamente como resultado de la prueba de cotejo de letras o de cualquier otra, harán
prueba plena en el proceso. Cuando no se pueda deducir su autenticidad, o no se hubiere propuesto prueba
alguna, el tribunal los valorará libremente conforma a las reglas de la sana crítica.

En lo que respecta al valor probatorio del documento electrónico, nos remitimos a la Ley de Firma
Electrónica. Con respecto a los libros de los comerciantes, se estará a lo establecido en el Código de
Comercio —verificación en despacho o escritorio donde se hallen—, aunque la LEC dispone que con
carácter excepcional podrán presentarse ante el tribunal en formato físico o informático. En cuanto a
dibujos, fotografías, mapas… tendrán valor de prueba plena si se cotejan positivamente con el original. Si
no fuera posible, se determinará su valor probatorio conforme a las reglas de la sana crítica.

IV. La prueba pericial (arts. 335-352 LEC).


La prueba pericial es aquel medio de prueba que se caracteriza porque una persona con conocimientos
especializados elabora y transmite al tribunal una información especializada y necesaria para la valoración
de los hechos y circunstancias fácticas relevantes en el proceso. En general, en cuanto al modo de
practicarse dependerá de si el perito es de parte, es decir si emitió el dictamen a instancia de parte con
anterioridad al proceso, o si el perito es judicial, es decir designado durante el proceso.

IV.I. El perito.

Es un tercero (persona ajena al proceso) con conocimientos técnicos especializados que pone a disposición
del juez. Distinguimos a los peritos según este triple aspecto:

a) Peritos titulados y no titulados. Los peritos deberán poseer título oficial que corresponda a la
materia objeto del dictamen. Si las materias objeto de análisis no están comprendidas en títulos
profesionales oficiales, habrán de ser nombrados entre personas entendidas en las mismas.
b) Persona física o jurídica. La LEC permite pedir informe a una academia, institución cultural o
científica o persona jurídica legalmente habilitada que se ocupen del estudio de la materia objeto
de pericia.
c) Peritos de parte o designados judicialmente.

El perito tiene derecho a cobrar honorarios por la elaboración del dictamen, o derechos conforme a arancel.
A este respecto, se articulan dos medidas: solicitar la provisión de fondos, antes de iniciar sus tareas, a
cargo de la parte que solicita el dictamen, siempre que ésta no goce del derecho a la asistencia jurídica
gratuita; por otro lado, una vez declarada la condena en costas, procederán a la exacción de la misma por
el procedimiento de apremio, si la parte condenada no la hubiera satisfecho. Está prevista la impugnación
por excesivas. En cuanto a los deberes, destaca la obligación de elaborar el dictamen, el deber de
comparecer en juicio o en la vista para el que han sido nombrados y el deber de jurar o prometer decir
verdad.

IV.II. Procedimiento probatorio.

IV.II.I. Modalidades de prueba pericial.

En primer lugar, son las partes las que principalmente aportan a los autos este medio de prueba; en segundo
lugar, el perito puede ser nombrado por el juez, bien a instancia de parte o bien de oficio. El tratamiento
legal para cada modalidad es diferenciado, y sólo se mantienen como reglas comunes las relativas a la
solicitud, admisión y contenido de la intervención en juicio de los peritos y la valoración por el tribunal
del dictamen.

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1. Dictámenes periciales aportados por las partes (art. 338 LEC). Se pretende que se aporten al
inicio del proceso, en cuanto les sea posible. Se especifican tres momentos procesales:
1. con la demanda o contestación;
2. antes de la audiencia previa o de la vista, cuando no han podido aportar el dictamen con
antelación, debiéndolo anunciar en las mismas;
3. antes del juicio, cuando la necesidad del dictamen se ha puesto de manifiesto a causa de
las alegaciones del demandado en la contestación a la demanda o de las alegaciones o
peticiones complementarias admitidas en la audiencia previa siempre que lo haga con al
menos cinco días de antelación a la celebración del juicio o de la vista.
Una vez aportados los dictámenes, las partes deberán manifestar si desean que los peritos
comparezcan en juicio.
2. Peritos designados por el tribunal (art. 339 LEC). La designación trae causa o bien de petición
de alguna de las partes o bien de oficio por el propio tribunal. Este último caso se circunscribe a
procesos especiales: declaración o impugnación de la filiación, paternidad, maternidad, capacidad
de las personas y procesos matrimoniales.
Cuando se produce a instancia de parte según el art. 339 LEC, se exige la concurrencia de alguna
de estas circunstancias:
1. si cualquiera de las partes es titular del derecho a asistencia jurídica gratuita, deberá
anunciarlo en la demanda o contestación a los solos efectos de que se proceda a la
designación judicial de perito. Si se trata de juicios verbales, el demandado deberá solicitar
la designación con al menos diez días de antelación a la vista.
2. A propuesta de las partes en la demanda o contestación o con la antelación prevista antes,
cuando lo consideren conveniente a sus intereses (se solicita en audiencia previa o vista),
o por alegaciones o peticiones complementarias, no contenidas en la demanda. En este
último caso, ambas partes deberán mostrarse de acuerdo. Se designará un único perito por
cuestión.

IV.II.II. Designación y nombramiento por el tribunal.

La designación judicial de perito se realizará en plazo de cinco días desde la presentación de la contestación
a la demanda. Si ambas partes hubiesen pedido dicha designación, el tribunal podrá designar un único
perito que emita el informe solicitado. Cuando las partes estén de acuerdo en la designación judicial —
persona o entidad concreta—, el juez así lo acordará.

• Si no hay acuerdo, en lo que respecta a los peritos titulados, en el mes de enero de cada año se
interesará de los Colegios profesionales o instituciones similares el envío de una lista de colegiados
o asociados dispuestos a actuar como peritos. La primera designación de cada lisa se efectuará por
sorteo realizada en presencia del secretario judicial.
• En cuanto a los no titulados, se seguirá el procedimiento anterior, en base a listas de personas
solicitadas de sindicatos, asociaciones apropiadas, etc. Si sólo hubiese una persona, se recabará el
consentimiento de las partes para su designación.

El perito designado debe manifestar antes de nada si acepta el cargo. Si lo hace, se efectuará nombramiento
y el perito realizará la manifestación, bajo juramento o promesa. En caso contrario —causa justa que
impida aceptación— se pasará al siguiente de la lista. La LEC recoge la imposibilidad, salvo acuerdo de
las partes, de solicitar dictamen a un perito que hubiera intervenido en una mediación o arbitraje
relacionados con el asunto. En cuanto a la emisión del dictamen, el perito lo formulará por escrito y lo hará
llegar al tribunal en el plazo señalado. La nueva Ley señala su presentación en forma electrónica.

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Si el perito concurre al juicio o a la vista, el juez podrá formularle preguntas y requerir de ellos
explicaciones, pero sin que ello suponga una ampliación. Las partes también pueden solicitar actuaciones:
exposición, formulación de tachas, etc. Finalmente, el tribunal sólo podrá denegar las solicitudes de
intervención que hayan de estimarse impertinentes o inútiles, o cuando existiera un deber de
confidencialidad.

IV.III. Cotejo de letras (art. 349 LEC).

Es una prueba pericial cuyo objeto es la verificación por la apariencia externa de la procedencia, autoría y
autenticidad tanto de la letra como del contenido de un documento. Su utilidad se circunscribe a dos
supuestos: cuando la autenticidad de un documento privado se niegue o se ponga en duda, y cuando se
niegue o discuta la autenticidad de cualquier documento público que carezca de matriz o copias
fehacientes, siempre que dicho documento no pueda ser reconocido por el funcionario que lo expidió o por
fedatario.

La LEC exige al litigante que solicita el cotejo que designe el documento indubitado necesario para su
práctica, enumerando los siguientes: documentos reconocidos como tales de común acuerdo por las partes,
escrituras públicas y las que consten en archivos públicos relativos al DNI, escritos impugnados… A falta
de estos documentos podrá solicitarse que se forme un cuerpo cierto de escritura: escritura, de puño y
letra, de unas líneas dictadas por el tribunal por parte de la parte a la que se atribuye el documento
impugnado. Si se niega, el documento impugnado se considerará reconocido. En caso de fallecimiento o
ausencia, el juez apreciará el valor del documento conforme a reglas de la sana crítica.

IV.IV. Valoración de la prueba: recusación y tacha del perito.

La prueba pericial es libremente valorada por el juez. La misma valoración se produce para el caso
particular del cotejo de letras. Se combinan en la LEC dos regímenes distintos para los peritos: uno de
abstención y recusación —para peritos designados por el tribunal— y otro de tachas —para los demás
peritos.

IV.IV.I. Recusación.

El régimen de recusación impide la emisión o valoración del dictamen. Ésta puede únicamente recaer en
peritos designados por el tribunal mediante sorteo, siempre que se justifique la concurrencia de algunas de
estas causas:

a) Haber sido defensor o representante de alguna de las partes, emitido dictamen sobre el pleito o
causa como letrado, o intervenido en él como fiscal, perito o testigo.
b) Haber dado anteriormente sobre el mismo asunto dictamen contrario a la parte recusante, ya sea
dentro o fuera del proceso.
c) Haber prestado servicios como tal perito al litigante contrario o ser dependiente o socio del mismo.
d) Tener participación en sociedad, establecimiento o empresa que sea parte del proceso.

Proposición de la recusación: Se distinguen dos momentos. 1) Si la causa de recusación fuese anterior a


la designación, deberá presentarse en los dos días siguientes a la notificación del nombramiento. 2) Si fuese
posterior, pero antes de la emisión del dictamen, el escrito podrá presentarse antes del día del juicio o de
la vista, o al comienzo de las mismas. Después del juicio no puede recusarse al perito, pero podrán
manifestarse al tribunal antes de dictar sentencia y en caso de imposibilidad, al tribunal competente en
segunda instancia.

Práctica: Se inicia mediante escrito firmado por abogado y procurador, expresando la causa de recusación.
Del escrito se da traslado al perito recusado y resto de partes, debiendo manifestar ante el secretario si
considera o no cierta la causa de recusación.

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Si la reconoce y el secretario considera fundado el reconocimiento, se le reemplazará por el suplente. Si la
niega o no se aceptare su reconocimiento, el secretario ordenará a las partes que comparezcan a presencia
del tribunal el día señalado con las pruebas que intenten valerse. Todo ello sin perjuicio del derecho de las
partes a plantear la cuestión en la instancia superior. Por último, si no compareciere el recusante, el
secretario judicial le tendrá por desistido en la recusación.

IV.IV.II. Tacha del perito.

Las causas por las que puede justificarse una tacha son:

1. Ser cónyuge o pariente por consanguinidad o afinidad, dentro del cuarto grado civil de una de las
partes o de sus abogados o procuradores.
2. Tener interés directo o indirecto en el asunto u otro semejante.
3. Estar o haber estado en situación de dependencia o de comunidad o contraposición de intereses
con alguna de las partes o sus abogados o procuradores.
4. Amistad íntima o enemistad con cualquiera de las partes o sus procuradores o abogados.
5. Cualquier otra circunstancia debidamente acreditada.

Proposición: Las tachas están sometidas a un plazo preclusivo. En los juicios verbales no pueden
formularse después de la vista, y en los ordinarios, se propondrán en la audiencia previa al juicio. Al
formular la tacha, se podrá proponer prueba conducente a justificarla, salvo la testifical.

Práctica: Cualquier parte interesada podrá dirigirse al tribunal a fin de negar o contradecir la tacha,
aportando los documentos pertinentes a tal efecto. Si la tacha menoscabara la consideración profesional o
personal del perito podrá solicitar éste del tribunal que, al término del proceso, la declare carente de
fundamento. Sin más trámites, el tribunal tendrá en cuenta la tacha y su eventual negación o contradicción
en el momento de valorar la prueba. Si apreciase temeridad o deslealtad procesal en la tacha, podrá imponer
a la parte responsable, con previa audiencia, sanción de 60 a 600 euros.

V. Reconocimiento judicial (arts. 353-359 LEC).


Consiste este medio de prueba en la percepción por parte del juez, de una forma directa, de los hechos que
son objeto de prueba. La percepción del juez se puede obtener con cualquiera de sus sentidos, aunque
tradicionalmente se alude a la inspección ocular. Este reconocimiento puede caer sobre todas las cosas y
personas relacionadas con los hechos relevantes para el proceso. El procedimiento probatorio es el
siguiente:

1. Proposición y admisión de la prueba. La proposición se realiza a instancia de parte interesada,


debiendo expresar los extremos principales sobre los que debe recaer la prueba e indicar si pretende
concurrir al acto con alguna persona técnica o práctica en la materia. La LEC contempla la
posibilidad de que la otra parte pueda ampliar el objeto del reconocimiento judicial. Además, el
tribunal tiene reconocida la facultad de admisión y determinación del objeto del reconocimiento
judicial.
En cuanto al momento procesal, en el juicio ordinario, se propondrá, junto a los demás medios de
prueba, en la audiencia previa y, en el juicio verbal, en el acto de la vista. El Letrado de la Admón.
de Justica deberá señalar con al menos cinco días de antelación el día y la hora que haya de
practicarse el reconocimiento.
2. Práctica de la prueba. La LEC prevé una doble modalidad. Por un lado, práctica en la sede del
tribunal, normalmente cuando se trate de reconocer cosas muebles. Por otro, práctica fuera de la
sede, habitual cuando el objeto a reconocer sea un bien inmueble o uno mueble cuyo traslado a la
sede presente dificultades.

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Además, hay que tener en cuenta que si la cosa o persona a reconocer se encuentra fuera del
término jurisdiccional, el tribunal podrá constituirse en cualquier lugar del territorio de su
circunscripción, o incluso acudir al auxilio judicial. La LEC contempla una serie de medidas
complementarias:
a. Permitir que el juez acuerde cualesquiera medidas que sean necesarias, incluida la de
ordenar la entrada en el lugar que debe reconocerse. En estos casos debiera exigirse
resolución motivada, ya que se viola el derecho a la inviolabilidad del domicilio.
b. Las partes, sus procuradores y abogados podrán concurrir al reconocimiento judicial y
formular verbalmente al juez las observaciones que estimen oportunas. Si el juez
considerare conveniente oír las observaciones o declaraciones de las “personas
entendidas”, les recibirá previo juramento o promesa de decir verdad.
La Ley dedica especial atención al reconocimiento judicial de personas, ordenando que el
reconocimiento se practique a través de un interrogatorio realizado por el juez, que podrá
practicarse si fuera necesario a puerta cerrada o fuera de la sede del tribunal. Las partes podrán
intervenir si el juez no decide lo contrario.
Es posible la práctica del reconocimiento judicial combinado con la práctica de otras pruebas. En
primer lugar, conjuntamente con la prueba pericial —se exige que se practiquen en un solo acto;
también, conjuntamente con la prueba testifical —sólo podrá acordarse a instancia de parte y a su
costa, y cada medio de prueba conserva su autonomía.
3. Documentación y valoración de la prueba. Del reconocimiento judicial practicado se levantará
por el Letrado de la Admón. de Justicia acta detallada, consignándose en ella las percepciones del
tribunal, las observaciones hechas por las partes, el resultado de las demás actuaciones de prueba…
Igualmente, está previsto la posibilidad de utilizar medios de grabación de imagen y sonido u otros
instrumentos semejantes para dejar constancia de lo que sea objeto del reconocimiento judicial,
pero no se omitirá la confección del acta. Cuando sea posible la copia auténtica de lo grabado o
reproducido, la parte a quien interese, a su costa, podrá pedirla y obtenerla.
No existe en la LEC norma alguna referida al sistema de valoración de esta prueba: ha de
entenderse valoración libre por la misma naturaleza del medio de prueba.

VI. Interrogatorio o prueba de los testigos (arts. 360-381 LEC).


Se trata de un medio de prueba a través del cual, determinadas personas, que no son parte en el proceso,
pueden prestar declaración por haber tenido noticia directa o indirecta sobre hechos controvertidos
relativos a los que sea objeto del juicio. Inicialmente, el testigo se identifica como un tercero, es decir,
persona ajena al proceso, que declara sobre unos hechos que ha presenciado, visto u oído, o que le han
contado. Así, se contemplan ciertos requisitos de capacidad:

a) Cualquier persona puede ser testigo, salvo que se halle permanentemente privada de razón o del
uso de sentidos respecto de hechos sobre los que únicamente quepa tener conocimiento por dichos
sentidos.
b) Los menores de 14 años pueden declarar como testigos, siempre que a juicio del tribunal posean
el discernimiento necesario para conocer y declarar verazmente (art. 365.2 LEC).

La LEC reconoce expresamente la figura del testigo-perito, en casos en que el testigo realice sus
manifestaciones en virtud de conocimientos científicos, técnicos, artísticos… que posea sobre la materia a
que se refieran los hechos del interrogatorio. Se podrán proponer cuantos testigos estime la parte
necesarios, pero los gastos de los que excedan de tres serán a cargo del proponente. No obstante cuando
sobre un hecho hayan declarado tres testigos y el tribunal se considere ilustrado sobre él, podrá prescindirse
de los demás.

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Las partes podrán solicitar que alguna persona jurídica pública o privada responda por escrito sobre hechos
relevantes para el proceso siempre que tales hechos guarden relación con la actividad de la entidad y no
sea posible o necesario individualizar a las personas físicas que puedan declarar sobre ellos. Admitida la
prueba, el Tribunal requerirá a la persona jurídica para que le remita sus contestaciones.

VI.I. Derechos y deberes del testigo.

• Deber de comparecer, bajo sanción de multa y apercibimiento de proceder penalmente contra él


por desobediencia a la autoridad (art. 292.1 y 2 LEC).
• Deber de prestar juramento o promesa de decir verdad. El testimonio se presta siempre así,
con comunicación de incurrir en el delito de falso testimonio en causa civil (art. 458 CP), a
excepción de los menores de edad penal, a quienes no se les exige este juramento.
• Deber de declarar. El testigo ha de responder a las preguntas formuladas. Lo hará de forma
separada y sucesivamente, por el orden en que vinieran consignadas, salvo que el tribunal
considere motivo para alterarlo. No se comunicarán entre sí, ni podrán asistir a declaraciones de
otro. Las excepciones a este deber son:
o cuando por su estado o profesión el testigo tenga el deber de guardar secreto (el tribunal
considerará el fundamento y resolverá);
o si los hechos por los que se le pregunta pertenecen a materia legamente clasificada como
de carácter reservado o secreto.
• Deber de veracidad (art. 365.1 LEC). Deber sancionado penalmente, porque, en caso de
incumplimiento, puede incurrir en el delito de falso testimonio (art. 458 CP).

La LEC contempla, además, el derecho del testigo a reclamar, de la parte que lo propuso, indemnización
por los gastos y perjuicios que la comparecencia le haya originado, cuyo importe fijará el secretario
judicial. Si las partes no cumplen con su obligación indemnizatoria, el testigo, una vez concluida su
declaración. Dispone de un título ejecutivo que le permite acudir directamente a la vía de apremio.

VI.II. Procedimiento probatorio.

Proposición y admisión de la prueba. La prueba se propone en el juicio ordinario en la audiencia previa,


debiendo indicarse la identidad de los testigos, con indicación de su nombre y apellidos, profesión,
domicilio… En la misma audiencia se acuerda la citación. En el juicio verbal, las partes deberán indicar
las personas que han de ser citadas, identificándolas, en el plazo de tres días siguientes a la recepción de la
citación para la vista.

Práctica de la prueba. Una vez realizado el juramento o promesa, la práctica de la prueba se inicia con
las preguntas generales al testigo. Estas preguntas tienen como finalidad identificar a los testigos, así como
obtener elementos de juicio sobre su relación con las partes, su credibilidad…

Una vez formuladas, se inicia el verdadero interrogatorio, en el que las preguntas de las partes se
formularán oralmente y con la debida claridad y precisión. No pueden incluirse valoraciones ni
calificaciones. La decisión sobre la admisión de las preguntas la toma el juez acto seguido a su formulación,
admitiendo las que puedan resultar conducentes a la averiguación de los hechos controvertidos. Se
inadmitirán las preguntas que no se refieran a los conocimientos propios de un testigo. Las partes tienen la
posibilidad de impugnar las preguntas formuladas por las partes contrarias, instando su inadmisión.

El testigo responderá por sí mismo, de palabra, sin valerse de ningún borrador de respuestas. No obstante,
si la pregunta se refiere a cuentas, libros… se le permite previa consulta antes de responder. Una vez
respondidas las preguntas formuladas por el abogado de la parte que propuso la prueba testifical, podrán
los abogados de cualquiera de las demás partes plantear al testigo nuevas preguntas que reputen
conducentes para determinar los hechos —se repelerán las impertinentes o inútiles—.

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Cabe la intervención de oficio del tribunal con la finalidad de obtener aclaraciones y adiciones. Las
declaraciones testificales deberán documentarse. Ante la eventualidad de contradicciones entre testigos y
entre éstos y las partes, la LEC tiene previsto el careo, que puede ser acordado de oficio o a instancia de
parte. A través de este se pretende distinguir al testigo veraz de aquel otro que aporta datos falsos.

VI.III. Valoración de la prueba. Tacha de testigos.

Valoración libre. La LEC prevé un sistema de valoración libre para la prueba testifical, conforme a las
reglas de la sana crítica. En esta valoración, el juez podrá ayudarse de una serie de instrumentos:

• Necesidad de que el testigo justifique su declaración, es decir, cuál es la fuente de conocimiento,


si se trata de conocimiento directo o bien por referencia.
• Circunstancias que concurran en la persona del testigo: habilidad del testigo para captar los hechos
controvertidos y capacidad de reconstrucción de los mismos (nerviosismo, contradicciones…).
• Las preguntas generales de la ley en el sentido de que puedan derivarse determinadas
circunstancias subjetivas que disminuyan la credibilidad de su declaración.
• Las tachas a su imparcialidad.

Tachas. Hacen referencia a la imparcialidad del testigo, evidenciando circunstancias que hacen sospechosa
su parcialidad. No produce efecto de exclusión del proceso, pero sí que deberá ser tenida en cuenta por el
juez para conceder o no credibilidad a la declaración. Las causas tasadas de tacha son:

a) Ser o haber sido cónyuge o pariente por consanguinidad o afinidad dentro del cuarto grado civil
de la parte que lo haya presentado o de su abofado o procurador, o hallarse relacionado con ellos
por vínculo de adopción, tutela o análogo.
b) Ser el testigo, al prestar declaración, dependiente del que lo hubiere propuesto o de su procurador
o abogado o estar a su servicio o hallarse ligado con alguno de ellos por cualquier relación de
sociedad o intereses.
c) Tener interés directo o indirecto en el asunto.
d) Ser amigo íntimo o enemigo de una de las partes o de su abogado o procurador.
e) Haber sido el testigo condenado por falso testimonio.

Puede proponer la tacha la parte contraria a quien lo ha propuesto. Sin embargo, también se admite por
parte de quien lo ha propuesto si, con posterioridad a la proposición, llega a su conocimiento la
concurrencia de alguna de las causas. El momento procesal para formular la tacha es desde el momento en
que se admite la prueba testifical hasta que comience el juicio o vista. Deberá proponerse cualquier medio
de prueba que justifique la tacha, excepto la testifical. Cabe oposición de las demás partes. La ausencia de
la misma equivale a reconocimiento del fundamento de la tacha.

Existe un mecanismo distinto a la tacha a través del cual las partes pueden poner de relieve determinadas
circunstancias personales de los testigos que, al hilo de las respuestas generales, se revelen como motivos
de sospecha de su falta de imparcialidad. Este sistema, a diferencia de la tacha, se sitúa justo después de
que el testigo haya respondido a las preguntas generales.

VI.IV. Supuestos especiales.

VI.IV.I. Interrogatorio acerca de los hechos que consten en informes escritos (art. 380 LEC).

Se hace referencia a los informes elaborados por profesionales de la investigación privada legalmente
habilitados, sobre hechos relevantes.

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Si se hubiesen aportado a los autos informes sobre hechos y éstos no hubiesen sido reconocidos como
ciertos por todas las partes a quienes pudieran perjudicar, se interrogará como testigos a los autores de los
informes. Será en la audiencia previa donde se ponga de manifiesto la discrepancia con el documento
presentado, sin perjuicio de la presentación posterior del documento como consecuencia de las alegaciones
complementarias, aclaraciones… en cuyo caso, como pueden aportarse hasta cinco días antes del juicio, el
tribunal deberá conceder un plazo a la parte para que se pronuncie sobre su conformidad. En el juicio
verbal, la conformidad se pondrá de manifiesto en la vista.

Una vez suscitada discrepancia, el juez citará al autor de los informes para que declare sobre su contenido,
de acuerdo a estas reglas: 1) no procederá la tacha del testigo por razón de interés en el asunto, cuando el
informe hubiese sido elaborado por encargo de una de las partes; 2) el autor del informe habrá de
reconocerlo y ratificarse en su contenido; 3) el interrogatorio se limitará a los hechos consignados en el
informe.

VI.IV.II. Respuestas escritas a cargo de personas jurídicas y entidades públicas (art. 381 LEC).

Tradicionalmente denominada “prueba de informes”, se contemplan dos opciones para su admisión:

• Que no se pueda individualizar en personas físicas determinadas el conocimiento de lo que para el


proceso interese.
• Que no se considere necesaria esta individualización —valorado por el tribunal.

El tribunal, oídas las partes, resolverá sobre la pertinencia de la propuesta, requiriendo a la persona jurídica
o entidad para que preste declaración en el tiempo establecido (diez días anteriores a la vista),
apercibiéndole de multa y proceder, por desobediencia, contra quien resultare responsable de la omisión.
Recibidas las respuestas, se dará traslado a las partes. El tribunal podrá disponer, de oficio o a instancia de
parte, que sea citada a juicio la persona física cuyo testimonio sirva para aclarar la declaración de la entidad.
También podrán admitirse pruebas pertinentes para contradecir tal declaración. Todo esto no será aplicable
a entidades públicas cuando, tratándose de conocer hechos relevantes a su actividad, pudieran obtenerse
de aquellas certificaciones o testimonios susceptibles de aportarse como prueba documental.

VI.IV.III. Declaración domiciliaria (art. 364 LEC).

Puede acudirse a ella o bien por enfermedad que impida traslado del sujeto al juzgado o bien por las causas
recogidas en la LEC: distancia, dificultad en el desplazamiento, circunstancias personales del testigo o
causa análoga. Esta modalidad de declaración quiebra los principios rectores de la actividad probatoria:
principio de unidad de acto y principio de inmediación. La LEC prevé que puedan asistir a la declaración
las partes y sus abogados y, si no pudieran comparecer, podrán presentar interrogatorio por escrito. Podrá
incluso plantearse nuevas preguntas complementarias en el plazo de tres días.

Es posible la toma de declaración por auxilio judicial (domicilio fuera de la circunscripción territorial del
tribunal competente), cuando resulte imposible o muy gravosa la comparecencia de la persona citada.

VII. Reproducción de la palabra, sonido e imagen (arts. 382-384 LEC) / Instrumentos que
permiten archivar y conocer o reproducir palabras, datos o cifras.
Por lo que respecta a los medios de reproducción del sonido y la imagen, en el art. 382 se dispone que las
partes podrán proponer como prueba la reproducción ante el Tribunal de palabras, imágenes y sonidos
captados mediante aparatos de filmación, grabación u otros semejantes así como acompañar trascripción
literal de las palabras recogidas.

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La parte proponente podrá aportar los dictámenes y medios de prueba instrumentales que tenga por
convenientes, pudiendo la contraria aportar dictámenes y medios de prueba con el fin de cuestionar la
exactitud o autenticidad de lo reproducido.

La reproducción se solicita en la Audiencia previa o vista. De todo ello se levantará el acta correspondiente,
custodiando el Letrado de la Admón. de Justicia el material que contenga la palabra, el sonido o la imagen.
El material que contenga la palabra, imagen o sonido reproducidos habrá de conservarse por el Letrado de
la Admón. de Justicia, de modo que no sufra alteraciones.

Igualmente las partes podrán aportar como prueba instrumentos que permitan archivar, conocer o
reproducir palabras, cifras, datos y operaciones matemáticas realizadas con fines contables u otros
relevantes para el proceso, los cuales serán examinados directamente por el Tribunal, pudiendo aportar las
partes los dictámenes y medios de prueba instrumentales que estimen convenientes así como alegar lo que
convenga a su derecho. La documentación del acto se hará del modo más apropiado, bajo la fe del Letrado
de la Admón. de Justica, que adoptará las medidas de custodia que fueren necesarias.

Dicho medio probatorio, se valorará conforme a las reglas de la sana crítica (art. 382.3 LEC).

VIII. Anticipación y aseguramiento de la prueba.


VIII.I. Anticipación de la prueba (arts. 293-296 LEC).

Como su nombre indica, la anticipación de la prueba, tiene lugar cuando por razón de la personas o del
estado de las cosas, sea de temer que los actos de prueba no puedan realizarse en el momento procesal
oportuno, constituyendo así una excepción al principio de concentración procesal, en tanto en cuanto la
prueba se va a practicar en un acto distinto al que corresponde y con independencia del resto de las pruebas.

Podrán pedir dicha anticipación probatoria, quien se proponga iniciar un proceso, como quien sea parte en
uno ya iniciado, haciéndolo por escrito y expresando las razones en que se funde la petición. Por lo que
respecta a su tramitación hay que distinguir dos supuestos, según el momento en que se interese, así:

1. Solicitud anterior al proceso. En este caso el Tribunal competente será el que lo sería para
conocer del asunto principal, si hubiese comenzado, el cual examinará de oficio su jurisdicción,
competencia objetiva y competencia territorial, cuando ésta venga fijada por normas imperativas,
no admitiéndose la declinatoria. Una vez admitida, se citará a las personas de los futuros
demandantes para que puedan intervenir en la prueba. El resultado de la prueba y demás piezas de
convicción quedarán en custodia del Secretario, remitiéndolos al Tribunal que corresponda. Dicha
prueba no tendrá valor probatorio si el solicitante, salvo fuerza mayor, no interpusiere su demanda
en el plazo de 2 meses desde la fecha de aquéllas.
2. Solicitud durante el proceso. El Tribunal competente será que esté conociendo del asunto, el cual
si estimare fundada la petición, accederá a ella y acordará que la prueba se practique antes del
acto del juicio, pudiendo intervenir las partes, y quedando su resultado bajo la custodia del Letrado
de la Admón. de Justicia. La prueba practicada anticipadamente, podrá reiterarse en el momento
procesal oportuno siempre que ello sea posible y alguna de las partes lo solicite en cuyo caso el
Tribunal valorará tanto la prueba anticipada como la realizada con posterioridad según las reglas
de la sana crítica.

VIII.II. Aseguramiento de la prueba (arts. 297-298 LEC).

Al contrario que con la prueba anticipada, con el aseguramiento de la prueba no se trata de practicar una
prueba, sino de solicitar una serie de medidas con el fin de asegurar que en su momento procesal oportuno
pueda practicarse la prueba, lo cual puede interesarse cuando, como consecuencia de hechos humanos o
naturales, se puedan destruir o alterar objetos materiales o estados de cosas.

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En cuanto a la competencia, se aplicarán las normas previstas para la prueba anticipada, y al igual que en
ésta, se podrán interesar una vez iniciado el proceso o con anterioridad a él, en cuyo caso quedarán sin
efecto si el solicitante no interpusiere su demanda en el plazo de 20 días desde la fecha de su adopción.
Para poder adoptar dichas medidas es preciso que:

• La prueba sea lícita, pertinente y útil al tiempo de solicitar la medida.


• Que existan motivos para temer que la prueba no pueda practicarse en su momento si no se adoptan
dichas medidas.
• Que la medida solicitada o las que el Tribunal estime preferibles sean idóneas, y puedan llevarse
a cabo en tiempo breve y sin perjuicios graves o desproporcionados para las personas que deban
soportarla o para terceros.

Las medidas se adoptarán en principio, con audiencia de la persona que deba soportarlas y del demandado
cuando se soliciten una vez iniciado el proceso, teniendo en consideración el ofrecimiento del actor de
prestar garantía de los daños y perjuicios que pudieran originarse por la medida.

La oposición podrá fundarse, bien en la inexistencia de riesgos de daños irreparables que impidan la
práctica futura de la prueba, bien en la posibilidad de acordar otras medidas menos gravosas o bien en la
sustitución por una caución, ya que el art. 297.3 LEC autoriza a que la persona que deba soportar la
medida, pueda ofrecer una caución, con el fin de responder de la práctica de la prueba en sustitución de la
medida de aseguramiento solicitada.

Se podrán acordar sin audiencia de dichas las personas cuando ello pudiere causar daños irreparables al
derecho del solicitante o existiere riesgo de destrucción de pruebas o de que resulte imposible su práctica,
no siendo recurrible la providencia que así lo acuerde, si bien la persona que deba soportarlas o el
demandado, podrán formular oposición en el plazo de 20 días desde la notificación de dicha providencia.

IX. Pruebas obtenidas ilícitamente (art. 287 LEC).


Por prueba ilícita hay que entender aquella que se ha obtenido violando lo dispuesto en la Ley, si bien para
cuando dicha violación haya sido de un derecho fundamental, establece el art. 11 LOPJ que “no surtirán
efecto las pruebas obtenida, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades
fundamentales”. En este caso, en el art. 287 LEC, se regula un incidente específico para resolver acerca
de la ilicitud de la prueba obtenida

Dicho incidente podrá interponerse a instancia de parte o de oficio por el Tribunal cuando, en la obtención
u origen de alguna de las pruebas, se estimare vulnerados sus derechos fundamentales, para lo cual deberá
alegarse de inmediato.

Dicho incidente se sustanciará en el acto del juicio ordinario o la vista del juicio verbal antes de iniciarse
la práctica de las pruebas, para lo cual el Tribunal oirá las alegaciones de las partes, practicará las pruebas
oportunas y dictará resolución, la cual, será recurrible y resuelta en el mismo acto. Si el recurso fuere
desestimado, podrá reproducirse su impugnación en el recurso de apelación que se interponga contra la
sentencia definitiva. Para cuando la ilicitud no afecte a un derecho o libertad fundamental, habrá que estar
a las normas generales y en consecuencia, tenerse en cuenta a la hora de valorar la prueba.

X. Las presunciones como método de prueba.


Podemos definir una presunción como aquella operación lógica que consiste en estimar probado un hecho
desconocido a partir de otro que se encuentra plenamente justificado. Unas veces dicha operación la hace
la ley, denominándose presunciones legales y otra el Tribunal, denominándose presunciones judiciales o
de hombre. A su vez unas admiten prueba en contrario, denominándose presunciones iuris tantum y otras
no, denominándose presunciones iures et de iure. Distinguimos 3 elementos:
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• Afirmación base, hecho base o indicio. El punto de apoyo de toda pretensión. Lo decisivo es que
el indicio esté fijado en el proceso, que resulte probado (art. 385 LEC).
• Hecho presunto. Es una consecuencia que se deduce del hecho base, que ha de ser afirmado
también por la parte y que es el supuesto de hecho de la norma cuya aplicación se está pretendiendo
en el proceso civil.
• Nexo lógico entre ambos. Es lo que hace posible la formación de presunciones. En unos casos, la
presunción viene fijada por la ley y, en otros, se forma directamente por el juez (art. 386.1 LEC).

Debemos hacer también una distinción entre las clases de presunciones:

a) Presunciones legales. Son aquellas en las que el nexo lógico entre ambos hechos aparece prefijado
en la ley. Son, a su vez, objeto de doble clasificación: presunción legal iuris et de iure, cuando no
admite prueba en contrario, y presunción legal iuris tantum, que admite prueba en contrario y es
la que se utiliza como regla general. La presunción legal sólo dispensa a la parte que favorezca la
presunción, de la prueba del hecho presumido, pero el hecho indiciario ha de ser probado. Una vez
que el juez lo entienda probado, la norma legal de presunción da por cierto el hecho presumido, si
bien es posible actividad probatoria en contrario.
Las presunciones que la ley establece dispensan de la prueba del hecho presunto a la parte que este
hecho favorezca. Lo que trata de afirmar la ley es que se invierte la carga de la prueba, ya que el
indicio o afirmación base hay que probarla siempre y se admite prueba en contrario.
b) Presunciones judiciales. En ellas, el enlace o nexo lógico entre el hecho base o indicio y la
afirmación o hecho presumido no lo indica la ley sino directamente el juez. En enlace efectuado
le permite presumir la certeza de otro hecho, si entre el admitido o demostrado y el presunto existe
un enlace preciso y directo según las reglas del criterio humano —razón o lógica.

Valoración.

En cuanto a las presunciones judiciales o de hombre, la LEC establece que el Tribunal podrá presumir la
certeza de un hecho a partir de otro hecho admitido o probado siempre que, entre el hecho demostrado y
el hecho presunto, exista un enlace preciso y directo en función de las reglas del criterio humano (art.
386.1 LEC), es decir, las reglas de la razón o de la lógica.

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Tema 5. Terminación del proceso: la sentencia.
I. Conclusiones e informes.
En el juicio ordinario, el art. 433.1 LEC dispone que concluida la práctica de las pruebas, las partes
expondrán oralmente sus conclusiones ante el Tribunal manifestando en forma ordenada, clara y concisa
si los hechos relevantes han sido o deben considerarse admitidos o, si deben estimarse probados o inciertos.

Las conclusiones (art. 433.2 LEC) consisten en una exposición oral, clara y concisa, de si los hechos
relevantes han sido o deben considerarse admitidos y si los hechos controvertidos han quedado probados
o por el contrario siguen siendo inciertos. A tal fin, las conclusiones deben materializarse a través de un
breve resumen de cada una de las pruebas practicadas, con remisión a los autos del juicio. Si se considerase
que algún hecho debe ser tenido por cierto en virtud de alguna presunción, deberá ser puesto de manifiesto.
Igualmente, será en este momento cuando las partes deben indicar a quién perjudica la no acreditación de
un determinado hecho. Las partes concluyen también sobre los hechos aducidos por la parte contraria.

Tras la formulación de éstas, cada parte podrá emitir los informes (art. 433.3 LEC), que consisten en la
exposición oral de los argumentos jurídicos en que se apoyan sus pretensiones. No obstante, las mismas
no podrán ser alteradas en este momento —prohibición mutatio libelli, que también se extiende a los
hechos alegados en las conclusiones. Tanto conclusiones como informes constituyen la última oportunidad
que la ley otorga a las partes para ser oídos. Finalmente, la Ley otorga al tribunal la facultad de conceder
a las partes la palabra cuantas veces estime necesario si no se considera suficientemente ilustrado a la luz
de las conclusiones e informes. Tras la formulación de éstas, el tribunal deberá dictar sentencia en el plazo
de veinte días.

Todo esto hace referencia al juicio ordinario. En el verbal, la LEC establece que, practicadas las pruebas,
el tribunal podrá conceder a las partes un turno de palabra para formular oralmente conclusiones. A
continuación, se dará por terminada la vista y se dictará sentencia en el plazo de 10 días.

II. Diligencias finales (arts. 435-436 LEC).


Las diligencias finales, es un instrumento a través del cual, las partes, una vez concluido el juicio y antes
de que el órgano judicial dicte sentencia, pueden interesar la práctica de pruebas que no se han practicado
en el momento procesal oportuno. Contempladas únicamente en el procedimiento ordinario, sólo podrán
ser acordadas, como regla general, a instancia de parte —aunque en supuestos excepcionales el tribunal
podrá acordarlas de oficio— y para la práctica de pruebas que, por distintas circunstancias expresamente
tasadas en la Ley, no pudieron ser practicadas en el momento procesal oportuno. No se podrán practicar
como diligencias finales las pruebas que hubiesen podido proponerse en tiempo y forma por las partes,
pero sí:

• Aquellas pruebas, propuestas en tiempo y forma, que no hubieran podido practicarse durante el
juicio por causas no imputables a las partes.
• Aquellas que se refieran a hechos nuevos o de nueva noticia que se pusieren de manifiesto cuando
el estado del proceso ya no permitiera la práctica de prueba.
• Con carácter excepcional, la LEC establece que el tribunal, de oficio o a instancia de parte, podrá
acordar diligencias finales para la nueva práctica de prueba sobre hechos relevantes oportunamente
alegados, cuando los actos de prueba anteriores no hubieran resultado conducentes a causa de
circunstancias ya desaparecidas o independientes de la voluntad de las partes, siempre que existan
motivos fundados para creer que las nuevas actuaciones permitirán adquirir tal certeza. La Ley
exige que la resolución que acuerde dichas pruebas se motive especialmente.

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La solicitud de la parte de la práctica de diligencias finales suspende el plazo de veinte días del que dispone
el tribunal para dictar sentencia. Una vez admitida por el tribunal, la práctica de la diligencia probatoria
tendrá que realizarse en el plazo de veinte días y en la fecha que señale al efecto el secretario, tras los
cuales las partes tienen un nuevo plazo de cinco días para presentar escrito de conclusiones e informes.
Tras este acto, se volverá a computar el plazo de veinte días para dictar sentencia definitiva sobre el fondo.
Concluido este plazo, comenzará a computarse el plazo de veinte días para dictar sentencia.

III. La sentencia.
III.I. Concepto y forma.

III.I.I. Concepto.

La sentencia es aquella resolución que, como dice el art. 206.1.3º LEC, pone fin al proceso en primera o
segunda instancia una vez que haya concluido su tramitación ordinaria. No obstante, también se resolverán
mediante sentencia los recursos extraordinarios y los procedimientos para la revisión de sentencias firmes.

No obstante, es necesario hacer precisiones. En primer lugar, que por sentencia sólo terminará el proceso
que se pronuncie sobre el fondo del asunto. En segundo lugar, hay supuestos en los que, aunque no se haya
cumplimentado la tramitación ordinaria prevista en la ley, se dictará sentencia. Así los casos de
allanamiento del demandado o renuncia del actor.

Existen reglas especiales para tres tipos de sentencias.

Sentencia con reserva de liquidación, el art. 219 LEC dispone que no se admitirán las demandas
meramente declarativas del derecho del actor al pago de una suma determinada de dinero, frutos
o rentas, sino que deberá solicitarse también la condena del demandado al pago para lo cual
deberá cuantificarse el importe de la reclamación o las bases para su liquidación de manera que
ésta pueda obtenerse mediante una simple operación aritmética y sin que pueda solicitarse la
determinación en fase de ejecución de la sentencia. La sentencia determinará el importe exacto de
las cantidades de que se trate o fijará con claridad y precisión las bases para su liquidación que
deberá consistir en una simple operación aritmética. No obstante el demandante podrá solicitar y
el Tribunal acordar la condena del demandado al pago de una suma de dinero, frutos o rentas,
cuando ésta sea la única pretensión planteada y se dejen para un pleito posterior los problemas de
liquidación de las cantidades.
Condenas de futuro, el art. 220 LEC dispone que cuando se reclame el pago de intereses o
prestaciones periódicas, la sentencia podrá condenar al demandado al pago de los que se
devenguen a partir del momento en que se dicte.
Procesos promovidos por asociaciones de consumidores y usuarios, el art. 221 LEC contempla
una serie de especialidades como son que si los actores pretendieran la condena del demandado al
pago de una cantidad de dinero o una prestación de dar, hacer o no hacer y la sentencia fuere
estimatoria, ésta determinará individualmente a los beneficiarios. Sin embargo, si ello no fuere
posible, se fijarán los datos y requisitos necesarios para instar la ejecución. Si se hubieren
personado en el procedimiento consumidores y usuarios individuales, la sentencia deberá
pronunciarse expresamente sobre las pretensiones.

III.I.II. Forma de la sentencia (art. 209 LEC).

Aun cuando el art. 245 LOPJ dispone que el Juez podrá dictar sentencia oralmente en los casos previstos
por la ley, en la jurisdicción civil no es posible pues el art. 210 LEC dispone que las sentencias civiles
serán siempre escritas. Las sentencias constaran de 4 partes que son:

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1. Encabezamiento. Se exige que la sentencia se encabece en nombre del Rey, señalando la fecha y
lugar de la resolución y la composición del órgano jurisdiccional cuando sea colegiado. En él se
expresará los nombres de las partes así como la legitimación o representación en la que actúen, los
nombres de los Abogados y Procuradores y el objeto del juicio. En este momento se hace constar
el tipo de procedimiento que se ha llevado a cabo con referencia específica a la acción ejercitada.
2. Antecedentes de hecho, en ellos se expresarán en párrafos separados y numerados y con toda la
claridad y concisión posibles las pretensiones de las partes, los hechos en que se funden siempre
que hubieran sido alegados en el proceso y que guarden relación con las cuestiones que deban
resolverse, las pruebas practicadas y, en su caso, los hechos probados.
3. Fundamentos de Derecho, en ellos se expresarán en párrafos separados y numerados los puntos
de hecho y de Derecho fijados por las partes así como los que ofrezcan las cuestiones
controvertidas y deberán expresar los fundamentos legales del fallo con expresión concreta de las
normas jurídicas que resulten aplicables, así como la valoración de la prueba.
4. Fallo o parte dispositiva. Ha de contener párrafos separados y numerados que recojan los
pronunciamientos correspondientes a las pretensiones de las partes, aunque la estimación o
desestimación de todas o algunas de las pretensiones pudiera deducirse de los fundamentos
jurídicos. De igual modo, toda sentencia deberá contener un pronunciamiento sobre las costas
procesales. Con la exigencia de pronunciamiento expreso, el legislador proscribe el fenómeno de
la desestimación tácita.

Todos los Magistrados que intervengan en la votación de una sentencia o auto definitivo firmarán lo
acordado aunque disientan del parecer de la mayoría en cuyo caso podrán emitir voto particular
anunciándolo en el momento de la votación o de la firma. El voto particular se notificará a las partes junto
con la sentencia y también se adjuntará a la misma cuando fuere preceptiva la publicación de ésta.

El Letrado de la Admón. de Justicia de cada Tribunal llevará un libro de sentencias en el que se recogerán
todas las sentencias y los autos definitivos con los votos particulares que se hubieren formulado y que se
ordenarán de forma correlativa por su fecha.

III.II. Requisitos internos de la sentencia. Especial referencia a la congruencia.

Establece el art. 218 LEC, como requisitos de las sentencias que éstas deberán ser claras, precisas y
congruentes con las pretensiones de las partes.

1. Claridad. Implica que los razonamientos y la decisión del Tribunal deberán ser comprensibles sin
necesidad de especiales disquisiciones intelectuales.
2. Precisión. Esta supone que los razonamientos del Tribunal se deberán atener a los problemas que
hubieran sido objeto del debate.
3. Exhaustividad. Obliga al juez a pronunciarse sobre todos los puntos litigiosos objeto del debate,
salvo que estime la falta de algún presupuesto procesal que le impida conocer sobre el fondo del
asunto. Si no se cumple, la sentencia no es incongruente sino que es incompleta, pudiéndose
subsanar el defecto a través de un escrito de subsanación o complementación del art. 215 LEC.
El procedimiento varía si es promovido a instancia de parte o de oficio. Si es a instancia de parte,
ésta tendrá que dirigir solicitud al tribunal en el plazo de cinco días a contar desde la notificación
de la resolución y previo traslado al resto de partes para alegaciones escritas por otros cinco días;
se procede entonces a dictar un auto en el que se resolverá sobre la cuestión. No obstante, si el
defecto es observado de oficio, el plazo será único de cinco días para que el juez dicte la resolución
complementaria sin necesidad de dar previa audiencia a las partes. Esta resolución quedará
integrada en la resolución completada, por lo que no será susceptible de recurso independiente de
los que quepan contra la sentencia, aunque se interrumpirá el plazo para la interposición de estos.

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4. Motivación. Es un requisito con rango constitucional pues el art. 120.3 CE dispone que las
sentencias serán siempre motivadas y se pronunciarán en audiencia pública, el deber de motivación
de las sentencias constituye una manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24.1
CE, por lo que la infracción de este deber podrá ser alegada en el recurso de amparo ante el TC y
en el recurso de casación que se interponga contra la sentencia.
Aparte de ello el art. 218 LEC dispone que la motivación de las sentencias comprenderá los
razonamientos fácticos y jurídicos que conduzcan a la apreciación y valoración de las pruebas y a
la aplicación e interpretación del Derecho del Tribunal.
La jurisprudencia ha declarado que la motivación de las sentencias cumple dos misiones como son
las de permitir al ciudadano conocer las razones en las que se basa la estimación o desestimación
de sus pretensiones y permitir el ejercicio del derecho de defensa y el control jurisdiccional de las
resoluciones judiciales por parte de los Tribunales superiores a través del sistema de recursos
previsto por la ley, ello no obstante este deber de motivación no exigirá una respuesta
pormenorizada a cada una de las alegaciones de aquéllas sino que bastará que el Juez exprese las
razones que le han llevado a adoptar su decisión pudiendo hacerlo mediante una motivación
sucinta ya que no existe un derecho fundamental a una determinada extensión de la motivación.
Sin embargo, no será admisible la desestimación tácita deducida del silencio de la sentencia.
5. Congruencia. Se define como aquella correlación que debe existir entre el debate celebrado en
juicio y el fallo de la sentencia. En este sentido, la congruencia constituye una manifestación del
derecho a la tutela judicial efectiva del art. 24 CE por lo que su infracción puede ser alegada en
recurso de amparo. Hay que distinguir tres clases:
a) Incongruencia infrapetitum. Tiene lugar cuando la sentencia concede menos de lo pedido
por las partes o deja de resolver alguna de las pretensiones que hubieren sido formuladas
por éstas, si bien en este último caso, el tratamiento purgatorio del defecto será a través de
un escrito de subsanación o complementación. Ahora bien si el conceder menos de lo
pedido obedece a la estimación de una defensa de la parte contraria, no habrá
incongruencia. Tampoco existirá incongruencia omisiva si el Juez se limitare a dictar
sentencia absolutoria en la instancia por falta de algún requisito procesal que impida el
pronunciamiento de una sentencia sobre el fondo.
b) Incongruencia ultrapetitum. Esta tendrá lugar cuando la sentencia concede más de lo
pedido por las partes.
c) Incongruencia extrapetitum. Tiene lugar cuando la sentencia resuelve sobre algo que no
se corresponde con lo pedido o lo hace por un título distinto, quebrantado el principio
dispositivo y de aportación de parte “iudex Iudice secundum alegata et probata partium”.
Para determinar esta incongruencia habrá que delimitar claramente el objeto del proceso
a través de sus tres elementos definidores, sujetos, petitum y causa de pedir, si bien no se
dará por el hecho de que el tribunal resuelva con arreglo a una norma jurídica distinta de
la invocada por la parte pues el principio iura novit curia se lo permite, es decir el tribunal
está vinculado por el fundamento de la pretensión pero no por la fundamentación, que se
refiere solo a los preceptos legales y a los principios jurídicos y doctrina (art 218.1 LEC)
Así, no hay incongruencia:
Cuando se cita mal una norma jurídica porque lo que se pide se apoya en otra.
Cuando el negocio jurídico se califica erróneamente.
Cuando se entremezclan unas normas pero se deduce por los hechos la que
procede.

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Tema 6. Los recursos en el proceso civil.
Con carácter general el art. 448 LEC dispone que contra las resoluciones de los Tribunales y los
Secretarios, las partes podrán interponer los recursos previstos en la ley. El recurso no es sino un
instrumento de impugnación de una resolución procesal que no es firme, pues la firmeza excluye la
recurribilidad, pudiendo ser definido como el acto procesal de una de las partes que, frente a una resolución
impugnable y perjudicial, solicita la actuación de la ley a su favor.

Por eso los medios contemplados en los arts. 214 y 215 LEC (escritos de aclaración subsanación y
complementación) no son recursos pues con ellos no se está impugnando ninguna resolución sino que
simplemente lo que se interesa es que se aclare o complemente la resolución dictada, y es a la vista del
resultado de lo que se interese en dichos escritos cuando la parte recurra o no la resolución cuya aclaración
o complementación se interesó.

La existencia de un régimen de recursos se funda en la fiabilidad humana y en consecuencia en la


necesidad de asegurar una administración de justicia correcta que reduzca al mínimo los errores inherentes
a toda actividad humana.

Ahora bien, el que ello sea así no conlleva que toda resolución judicial pueda ser revisada a través de un
recurso, pues el derecho al recurso no lo cubre el art. 24 CE, hasta el punto que como ha tenido ocasión
de establecer el TC no hay obligación del legislador a garantizar el derecho a obtener dos resoluciones
judiciales a través de la doble instancia, pues lo único que cubre el art. 24 CE es el derecho a utilizar un
recurso previsto en la ley. Es decir, no hay derecho al recurso frente al legislador, el cual es libre de
determinar que resoluciones son recurribles o no, pero si frente al juez, ya que si el recurso está establecido
por la ley, debe admitirse hasta el punto que, en la duda acerca de si cabe o no el recurso, hay que decantarse
a favor del mismo, debiéndose interpretar las causas de inadmisibilidad restrictiva y razonadamente.

Precisamente para garantizar y hacer efectivo el derecho a utilizar los recursos establecidos, el art. 208
LEC regula el derecho de información, estableciendo que al notificarse una resolución se hará saber a las
partes, si es recurrible o no y, si lo es, que recurso cabe, ante que órgano y el plazo para interponerlo.

I. Recursos y medios de impugnación.


Dentro del concepto genérico de medios de impugnación de una resolución procesal, hay que distinguir
entre lo que es un recurso y un medio de impugnación de sentencias firmes.

Mientras que los recursos son aquellos medios establecidos para poder volver a conocer de una cuestión,
con respecto a la cual ha recaído una resolución aún no firme, a fin de que sea sustituida por otra favorable
al recurrente. Los medios de impugnación en sentido estricto, son aquellas formas de impugnación
establecidas para poder revisar una resolución procesal que ya ha ganado firmeza y que por tanto son
irrecurribles. Dichos remedios son: el juicio de revisión, la audiencia al rebelde y la nulidad de actuaciones,
caracterizándose, además de por lo anterior, es decir por la firmeza de la resolución a la que atacan, porque
su objeto no es el volver a conocer de la cuestión de fondo, sino simplemente de enjuiciar si procede dejar
sin efecto los efectos jurídicos que en principio debiera producir, para posteriormente y si prospera poderse
conocer nuevamente de dicha cuestión.

Partiendo de lo anterior los recursos son: el de reposición, el de revisión, el de apelación, el de queja, el


de casación y el de infracción procesal.

Los remedios procesales son: la revisión, la audiencia al rebelde y la nulidad de actuaciones.

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Aparte de ellos existe un tipo de recurso que es el llamado en interés de ley, cuya finalidad es el poder
unificar la doctrina que sobre cuestiones procesales hayan establecido los distintos Tribunales Superiores
de Justicia, y que por su objeto es difícilmente catalogable en las clases anteriores, por lo que cabe
calificarlo de tertium genus.

II. Clases de recursos.


Por lo que respecta a las clases de recursos, se pueden manejar distintos criterios de clasificación.

a) Por el órgano que lo resuelve. Se distingue entre recursos devolutivos y no devolutivos según se
resuelvan por el órgano superior jerárquico del que dictó la resolución impugnada o por este mismo
órgano. Son recursos devolutivos los recursos de revisión, apelación, casación, extraordinario por
infracción procesal y en interés de ley. Son no devolutivos el recurso de reposición.
b) Por la motivación del recurso. Se distingue entre recursos ordinarios y extraordinarios. Son
recursos ordinarios los que pueden fundarse en cualquier causa o motivo y extraordinarios los que
únicamente puedan fundarse en las causas o motivos previstos por la ley.
c) Por la eficacia del recurso. Se pueden distinguir recursos en un solo efecto o en ambos efectos.
El recurso será en ambos efectos cuando, además del efecto devolutivo, produce un efecto
suspensivo de la ejecución de la resolución recurrida en tanto en cuanto no se resuelva el recurso.

III. Presupuestos de los recursos.


1. La resolución debe ser susceptible de algún recurso, en concreto, de aquel que se esté
planteando. Es la ley la que establece qué resoluciones son recurribles y qué recursos se pueden
plantear. Ahora bien, la regla general para la recurribilidad de las resoluciones depende de la forma
que éstas adopten.
2. Que la resolución haya causado un gravamen o perjuicio al recurrente. Aunque, en principio,
quienes pueden recurrir son el demandante o el demandado y aunque no es necesario, siquiera, que
estén personados cuando se dicte la resolución puesto que eso no es obstáculo para que puedan
personarse posteriormente y recurrir en plazo, es necesario un plus, y ese algo más es que es
imprescindible que la persona que vaya a recurrir haya sido perjudicada por la resolución recurrida.
Este perjuicio se funda en las siguientes notas:
a) debe ser efectivo;
b) existirá gravamen aunque la discordancia entre lo solicitado y lo concedido en la
resolución se refiere a cuestiones accesorias o costas,
c) y el perjuicio no tiene por qué ser estrictamente económico.
3. Que no haya transcurrido el plazo para recurrir y que la resolución no sea firme. La ausencia
de firmeza es lo que permite diferenciar al recurso del medio de impugnación. Son resoluciones
firmes aquéllas contras las que no cabe recurso alguno bien por no preverlo la ley, bien porque,
estando previsto, ha transcurrido el plazo legalmente fijado. Los plazos para recurrir se contarán
desde el día siguiente al de la notificación de la resolución que se recurra (o de su aclaración o
denegación). No obstante, si el recurso se interpuso dentro de plazo, pero ante órgano
incompetente, se concederá un nuevo plazo de cinco días para la correcta interposición o anuncio
del recurso.
4. Que se cumplan todos los requisitos formales referidos a la competencia del órgano
jurisdiccional, a la capacidad de postulación y los de carácter objetivo.
5. Que se consigne el correspondiente depósito para recurrir establecido como obligatorio en
la Ley. La cuantía varía en función de si estamos ante un recurso contra sentencias o autos que
pongan fin al proceso o si se trata de recursos contra resoluciones dictadas por el juez o tribunal o
secretario que no pongan fin al proceso ni impidan su continuación.

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En el primer caso, habrá que consignar 30 euros cuando intentemos hacer uso del recurso de queja,
y 50 euros cuando se trate del recurso de apelación, extraordinario por infracción procesal,
casación, unificación de doctrina, o rescisión de sentencia firme a instancia de rebelde.
La revisión en el orden jurisdiccional civil requiere acreditar que se ha realizado el depósito de
300 euros regulado en la LEC.
Por otro lado, para la interposición de recursos contra resoluciones dictadas por el juez o tribunal
o por el secretario que no pongan fin al proceso ni impidan su continuación, será precisa la
consignación como depósito de 25 euros.
La estimación total o parcial del recurso, o la revisión o rescisión de la sentencia, supondrá la
devolución de la totalidad del depósito. Los depósitos no devueltos por estas circunstancias, más
los rendimientos de la cuenta de depósitos, se destinarán a cubrir las necesidades derivadas de la
actividad del Ministerio de Justicia.

IV. Recurso de reposición (arts. 451-454 LEC).


Se define como un recurso ordinario, no devolutivo y sin efecto suspensivo, que puede interponerse frente
a las resoluciones interlocutorias de los Tribunales civiles y los decretos y diligencias de ordenación del
Letrado de la Admón. de Justicia.

Resoluciones recurribles. Son las providencias y los autos no definitivos dictados por cualquier
clase de tribunal, y las diligencias de ordenación y los decretos no definitivos dictados por el
secretario judicial, salvo frente a aquellos contra los que la ley permita directamente recurso de
revisión.
Procedimiento. Hay que interponerlo en los 5 días siguientes a la notificación de la resolución,
mediante escrito firmado por abogado y procurador, si su intervención es preceptiva, en el que se
exprese la infracción estimada por el recurrente. Junto al escrito habrá de acompañarse documento
acreditativo del depósito de 25 euros necesario.
El incumplimiento de ambos requisitos determinará la inadmisión mediante providencia
irrecurrible (frente a providencia y auto) o decreto revisable (diligencias y decretos). Una vez
admitido, se concede a las demás partes un plazo de cinco días para que presenten oposición. Esta
oposición puede ir dirigida a la inadmisión del recurso por incumplimiento de requisitos o a la
desestimación del mismo, por adecuación de la resolución a la norma jurídica.
Tras las alegaciones, el órgano jurisdiccional o el secretario (si se recurren diligencias de
ordenación y decretos), sin más trámites, resolverá dictando un auto o un decreto, que estimará o
no la reposición. Si se estima, se repondrá la resolución y se anularán las actuaciones posteriores,
retrotrayéndolas al momento previo al vicio.
Contra el auto o decreto no cabe ningún recurso; no obstante, la Ley recoge la posibilidad de que
las partes puedan reproducir la cuestión objeto de impugnación. Los cauces de esta reproducción
varían.
Si la resolución judicial fue dictada en 1ª Instancia, la cuestión que fue objeto de reposición debe
alegarse en el escrito de interposición del recurso de apelación, bien solicitando la subsanación del
defecto procesal producido o bien solicitando la nulidad de lo actuado incorrectamente. Cuando la
resolución judicial definitiva haya sido dictada en segunda instancia, el recurso en que puede
reproducirse la cuestión objeto de recurso de reposición es en el extraordinario por infracción
procesal.
La reproducción de la cuestión objeto de impugnación de un decreto se realizará en la primera
audiencia que se realice ante el tribunal tras la toma de la decisión.

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V. Recurso de revisión (art. 454.bis).
El recurso de revisión es un recurso ordinario, devolutivo y carente de efectos suspensivos, sin que, en
ningún caso, se pueda actuar en sentido contrario a lo que se hubiese resuelto.

• Resoluciones recurribles. El recurso de revisión se podrá interponer directamente frente a


aquellos decretos del Letrado de la Admón. de Justicia por los que se ponga fin al procedimiento
o impidan su continuación o contra aquellos frente a los que la ley expresamente lo prevea.
• Procedimiento. El recurso de revisión debe ser interpuesto en plazo de 5 días mediante un escrito
en el que deberá citarse la infracción en la que se hubiese incurrido. Junto a él, habrá que
acompañar el documento acreditativo de haber realizado el depósito de 25 euros. Si no se
cumpliesen estos requisitos, corresponderá al tribunal inadmitir el recurso mediante providencia,
no susceptible de recurso alguno.
Si se cumplen los requisitos, el Letrado de la Admón. de Justicia lo admitirá a través de una
diligencia de ordenación, concediendo a las demás partes un plazo de cinco días para que puedan
impugnarlo, solicitando su inadmisión o desestimación.
Transcurridos estos cinco días, el tribunal resolverá sin más trámite, procediendo a dictar un auto
en plazo de cinco días. Contra este auto sólo cabrá recurso de apelación cuando ponga fin al
procedimiento o impida su continuación.

VI. Recurso de queja (arts. 494-495 LEC).


El recurso de queja es un recurso devolutivo y ordinario, pero tiene un carácter instrumental en la medida
en que existe en nuestro ordenamiento como consecuencia de la estructura de los recursos devolutivos. En
efecto, los recursos devolutivos tienen una doble fase que se tramita ante órganos distintos: la fase de
interposición, que se realiza ante el órgano que dictó la resolución recurrida —órgano a quo— y la fase de
sustanciación y resolución, que se celebra ante el órgano ad quem —el que por competencia tiene que
conocer del recurso. Por tanto, en la medida en que el órgano a quo es el que debe pronunciarse sobre la
correcta interposición del recurso, es necesario arbitrar un sistema de revisión de estas decisiones para
evitar que este órgano tenga el control absoluto sobre la recurribilidad de sus decisiones.

Resoluciones recurribles. Son recurribles en queja los autos en los que el tribunal haya dictado
la resolución que se pretende recurrir denegare la interposición de un recurso de apelación,
casación o extraordinario por infracción procesal.
Procedimiento. El recurso de queja se interpondrá directamente ante el órgano competente para
conocer del recurso inadmitido en el plazo de diez días desde la notificación de la resolución que
deniega su tramitación. Junto al escrito de interposición ha de acompañarse copia de la resolución
recurrida y la acreditación de haber realizado el depósito de 30 euros exigido por la Ley.
Una vez presentado el recurso junto con la copia de la resolución, el tribunal dictará auto en cinco
días resolviendo. Este auto es irrecurrible. Si el Tribunal considerase bien denegada la tramitación
del recurso, mandará ponerlo en conocimiento del tribunal correspondiente para que conste en
autos.

VII. Recurso de apelación (arts. 455-467 LEC).


Lo primero que hay que señalar es que, aunque la ley se refiera indistintamente a apelación y a segunda
instancia, ambas constituyen realidades diferentes. Así pues, la segunda instancia supondría el
sometimiento de una cuestión litigiosa a un órgano jurisdiccional superior al que conoció del asunto por
primera vez, mientras que la apelación es el recurso a través del cual se produce la apertura de la segunda
instancia.

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Sin embargo, no siempre que se interpone un recurso de apelación se produce la apertura de la segunda
instancia, como sucede en los supuestos en que recurrimos resoluciones interlocutorias o de dirección
procesal.

El recurso de apelación es un recurso ordinario y devolutivo que procede frente a sentencias dictadas en
cualquier clase de juicio y frente a ciertos autos dictados en primera instancia por Juzgados de Paz, de
Primera Instancia o aquellos otros autos que señale la ley. En virtud de este recurso podrá perseguirse que
se revoque un auto o sentencia y que, en su lugar, se dicte otro favorable al recurrente, mediante nuevo
examen de las actuaciones llevadas a cabo ante aquel tribunal y conforme a la prueba que se practique en
segunda instancia.

VIII. La segunda instancia (arts. 455-467 LEC).


La segunda instancia es una nueva fase del proceso de declaración que se realiza ante un órgano
jurisdiccional superior y que se abre mediante el recurso de apelación contra la sentencia final de la primera
instancia. Tradicionalmente, han existido dos sistemas para configurar esta segunda instancia: uno que la
configura como un nuevo juicio y otro, como una revisión de la anterior sentencia. Nuestro ordenamiento
ha optado por una construcción intermedia: tradicionalmente, nuestras leyes la han configurado como una
revisión de la primera instancia tanto en sus aspectos fácticos como en los jurídicos, pero, con carácter
general sobre la base de los materiales y las pruebas practicadas en la primera instancia —aunque
excepcionalmente se pueda admitir la introducción de hechos y medios de prueba nuevos— y sin que se
admita un cambio sustancial del planteamiento del caso.

Concretamente el art. 456 LEC establece que en virtud del recurso de apelación podrá perseguirse, que se
revoque un auto o sentencia y que, en su lugar, se dicte otro u otra favorable al recurrente mediante nuevo
examen de las actuaciones llevadas a cabo ante aquel Tribunal.

Competencia, Los Juzgados de Primera Instancia conocerán de los recursos de apelación contra
resoluciones de los Juzgados de Paz de su partido. La Audiencia Provincial conocerá de los recursos de
apelación contra las resoluciones de los Juzgados de Primera Instancia, Juzgados de lo Mercantil y
Juzgados de Violencia sobre la Mujer en materia civil de su provincia.

La Audiencia Provincial de Alicante conocerá en segunda instancia de los procesos sobre marca
comunitaria y dibujos y modelos comunitarios a cuyo efecto extenderá su competencia a todo el territorio
nacional. En cuanto a la competencia funcional, podrá ser examinada de oficio o a instancia de parte.

VIII.I. Alegaciones en segunda instancia.

Las alegaciones deberán efectuarse en el escrito de interposición del recurso y si bien el objeto de la
apelación será el conocer acerca de la pretensión del apelante, de manera que en principio nunca podrá
salir del recurso en una posición más gravosa que aquella en la que entró, pues lo contrario supondría
contravenir el principio de la prohibición de la “reformatio in peius”, ello puede verse alterado cuando el
apelado no solo se opone al recurso sino que impugna a su vez el mismo y con ello la sentencia, - lo que
anteriormente se llamaba adhesión a la apelación- en cuyo caso éste ampliará su objeto.

Dicha impugnación a la apelación es sino la posibilidad de que el apelado no se limite a oponerse el recurso
de apelación, sino que a su vez lo impugne, apelando alguno de sus pronunciamientos, asumiendo la
posición de apelante por lo que podrá presentar nuevos documentos y proponer pruebas de la misma forma
que el apelante principal.

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En cuanto al contenido concreto de la alegaciones cabe decir que, aunque el recurso de apelación permite
la revisión tanto de cuestiones procesales como de cuestiones materiales a diferencia de otros recursos
como el de casación, en el que las facultades revisoras del Tribunal no comprenden la revisión de los
hechos salvo en casos excepcionales, ello no quiere decir que el tribunal ad quem no tenga que sujetar su
actuación a determinados límites. Así, el tribunal ad quem, verá su actuación, constreñida por lo siguiente:

1. Por las pretensiones deducidas por las partes en primera instancia, de manera que éstas no podrán
introducir hechos o fundamentos jurídicos nuevos respecto de los que ya fueron discutidos en una
instancia anterior.
2. Por las pretensiones de los recurrentes de modo que el Tribunal sólo podrá extender su
conocimiento a las cuestiones que hubieren sido impugnadas pero no a aquéllas con que los
apelantes estuvieren conformes.
3. Por la prohibición de la “reformatio in peius” o prohibición de que el recurrente obtenga en la
resolución del recurso un resultado menos favorable que el que hubiera obtenido en la resolución
impugnada a menos que esta última hubiera sido recurrida por la parte contraria.

No obstante dichos principios pueden verse excepcionados cuando:

• Cuando la sentencia de apelación examina alguna cuestión que deba ser valorada de oficio como
sucede con la falta de jurisdicción o competencia funcional.
• Cuando el Juez conceda aquello que la ley establece de forma imperativa aunque no hubiera sido
solicitado expresamente.
• Tratándose de supuestos de acumulación de acciones, puede suceder que el órgano de primera
instancia haya estimado la acción principal y no haya entrado a conocer la acción acumulada en
cuyo caso, el Tribunal ad quem que desestime la primera deberá examinar esta última aunque
ninguna de las partes lo haya solicitado.

VIII.II. La prueba en segunda instancia.

El enjuiciamiento que tiene que realizar el órgano ad quem en segunda instancia está limitado al análisis
de las actuaciones realizadas por el órgano que dictó la resolución recurrida. No obstante, la Ley permite
que se puedan practicar nuevos medios probatorios de forma excepcional, de acuerdo con los siguientes
supuestos podrán aportarse los siguientes documentos:

Podrán aportarse al escrito de interposición los documentos previstos en el art. 270 LEC que no
hayan podido aportarse en la primera instancia, hace referencia al caso de que los documentos,
medios o instrumentos que sean de fecha posterior a la demanda, la contestación a la demanda o
la reconvención o a que la parte que los presente justifique no haber tenido conocimiento de su
existencia anteriormente o que no hubiera sido posible obtenerlos por causas que no le sean
imputables siempre que se hubiere designado el archivo, registro o lugar donde se encontraren.
Las que no hubieran podido practicarse en primera instancia ni siquiera como diligencias finales
pese a haber sido propuestas y admitidas por causas que no sean imputables al recurrente.
Las que hubieren sido indebidamente denegadas siempre que se hubiere interpuesto el
correspondiente recurso de reposición contra la denegación o se hubiera formulado la
correspondiente protesta.
Las que se refieran a hechos relevantes para la decisión del pleito que hubieran ocurrido después
del comienzo del plazo para dictar sentencia en la primera instancia o antes de dicho plazo si el
apelante acreditarse que ha tenido conocimiento de tales hechos con posterioridad.

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Tratándose del demandado en situación de rebeldía, se establece que si no hubiera podido
personarse en los autos después del momento establecido para la proposición de pruebas en
primera instancia por causa que no le sea imputable, podrá solicitar en la segunda instancia todas
las pruebas que convengan a su derecho.

VIII.III. La sentencia en segunda instancia.

La sentencia que se dicte en apelación deberá pronunciarse sobre los puntos y cuestiones planteados en el
escrito de interposición y, en su caso, en los escritos de oposición o impugnación, lo que significa que debe
ser exhaustiva y congruente. Para ello, habrá de estarse a los pronunciamientos de primera instancia
recurridos. Una manifestación de esta exigencia de congruencia es la prohibición de la reformatio in peius,
que implica que la sentencia en segunda instancia no puede ser más gravosa para el apelante inicial que la
sentencia de primera instancia, salvo que se estime la impugnación de la sentencia realizada por el otro
litigante (ya sea mediante recurso de apelación o por adhesión a la apelación).

El Tribunal resolverá mediante auto cuando el recurso se hubiere interpuesto contra un auto y mediante
sentencia cuando se hubiere interpuesto contra una sentencia en el plazo que se dispone según haya habido
o no vista.

Si los motivos de apelación fueren de naturaleza procesal, cabe distinguir los siguientes supuestos:

• Si la infracción se hubiere cometido al tiempo de dictar sentencia en primera instancia, el Tribunal


revocará la sentencia y resolverá sobre las cuestiones que fueren objeto del proceso.
• Si la infracción no se hubiere cometido al tiempo de dictar sentencia y fuere de las que originan
la nulidad de todas o parte de las actuaciones, el Tribunal ordenará retrotraer las actuaciones al
estado en que se cometió la falta.
• Si la infracción pudiere ser subsanada en la segunda instancia, el Tribunal concederá plazo para su
subsanación. Subsanado el defecto, el Tribunal dictará sentencia sobre las cuestiones que sean
objeto del pleito.

VIII.IV. Procedimiento del recurso de apelación.

Resoluciones recurribles. 1) Las sentencias dictadas en primera instancia, salvo cuando se hayan dictado
en juicios verbales por la cuantía inferiores a 3.000 euros, ya se pronuncien sobre cuestiones procesales o
de fondo; 2) Los autos definitivos, que son aquellos que finalizan el proceso antes de que concluya su
tramitación ordinaria. Estos autos pueden ser de dos clases: los que estiman la existencia de un óbice
procesal o los que se dictan cuando la terminación viene provocada por la producción de hechos jurídicos
o la realización de actos de parte que conducen a que el proceso se dé por concluido; 3) Los autos frente a
los que la ley reconozca expresamente este recurso.

Órgano competente. Conocerán los jueces de primera instancia de los recursos planteados frente a
resoluciones dictadas por los Jueces de Paz (caso imposible, ya que la competencia objetiva por razón de
la cuantía de éstos está limitada a los 90 euros, y no está permitido recurrir sentencias recaídas en juicios
verbales por la cuantía inferiores a 3.000 euros). Conocerán las Audiencias Provinciales de los recursos
cuando la resolución sea dictada por los Jueces de Primera Instancia (y Juzgados de lo Mercantil, según
LOPJ).

Las fases de los recursos devolutivos son tres: interposición, sustanciación y resolución. La interposición
se tramitará ante el órgano a quo y las fases de sustanciación y resolución serán conocidos por el órgano
ad quem.

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1. Interposición del recurso de apelación. El recurso de apelación se interpondrá ante el Tribunal
que haya dictado la resolución que se impugne dentro del plazo de veinte días. El escrito debe:
contener las alegaciones en que se base la impugnación; citar la resolución apelada y los
pronunciamientos que se impugnan; acreditar que se ha realizado el depósito de 50€ a nombre del
juzgado o tribunal; acreditar que se ha liquidado la tasa correspondiente; solicitar los medios de
prueba que estime conveniente.
Junto al escrito se acompañarán aquellos documentos de los que el recurrente intente valerse. El
secretario judicial, en tres días, tendrá por interpuesto el recurso si la resolución es apelable, éste
se ha interpuesto en plazo y se ha consignado el depósito. Si considera que no concurren los
requisitos, lo pondrá en conocimiento del tribunal para que se pronuncie sobre la admisión del
recurso, que podrá rechazarlo por auto sólo susceptible de recurso de queja. Contra la resolución
que admita el recurso no cabrá recurso alguno, aunque la parte recurrida podrá alegar
inadmisibilidad de la apelación en el trámite de oposición del recurso.
El Letrado de la Admón. de Justicia dará traslado del escrito a las demás partes para que en plazo
de diez días realicen las alegaciones que estimen convenientes. El alegado puede optar por
oponerse o bien puede impugnar el recurso. La oposición a éste supone solicitar la desestimación
del mismo; por el contrario, la impugnación supone plantear un recurso de apelación independiente
—apelación sobrevenida o adhesión a la apelación. Si el apelado impugna el recurso, el secretario
dará traslado al apelante inicial para que realice alegaciones en plazo de diez días. Tras ello, el
secretario remitirá los autos al órgano ad quem, emplazando a las partes para que comparezcan en
plazo de treinta días. Si el apelante no compareciere en plazo el secretario declarará desierto el
recurso.
2. Sustanciación. Remitidos los autos al órgano ad quem, éste deberá pronunciarse sobre la
admisibilidad o no de las pruebas propuestas y acordar la celebración de la vista, que procederá
cuando se haya propuesto y admitido prueba, cuando lo haya solicitado una de las partes y
aprobado el tribunal, o cuando el propio tribunal de oficio lo haya estimado. La vista se celebrará
en el plazo de un mes por los cauces de la vista del juicio verbal. Tras ella, el tribunal debe dictar
sentencia en plazo de diez días. En los casos en que no se celebre vista, el tribunal deberá resolver
en plazo de un mes.
3. Resolución. La sentencia puede tener doble contenido. Si desestima el recurso, se confirmará la
resolución impugnada. Si la sentencia es estimatoria, el efecto variará en función de si se fundó en
la infracción de normas procesales o de fondo. Si el recurso se fundó en la infracción de normas
procesales, los efectos varían según el momento en que la infracción se produjo: a) si ésta se
produjo en la sentencia de primera instancia, se revocará la sentencia apelada y se resolverá sobre
las cuestiones que fueran objeto del proceso; b) si la infracción se produjo durante la tramitación,
se declarará la nulidad radical y se repondrán las actuaciones al estado en que se hallaren cuando
la infracción se cometió (salvo que sea posible subsanación del defecto en segunda instancia). Si
los motivos alegados son de fondo, el tribunal procederá a dictar una nueva sentencia, que deberá
pronunciarse sobre los puntos y cuestiones planteados en los escritos de interposición, y oposición
u impugnación si los hubiere.
4. Los recursos extraordinarios. Dentro de las distintas clasificaciones que de los recursos que
pueden interponerse contra una resolución procesal, y atendiendo a los motivos por los que pueden
interponerse, se encuentra aquella que diferencia entre recursos ordinarios y extraordinarios.
Caracterizándose éstos porque únicamente pueden interponerse aduciendo alguno de los motivos
tasados que la ley establece, de manera que si el motivo que la parte aduce, no encaja en ninguno
de los establecidos, el recurso será inadmitido. La LEC contempla: el recurso extraordinario por
infracción procesal; recurso de casación; recurso en interés de ley.

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IX. Recurso de casación (arts. 477-489 LEC).
El recurso de casación se puede definir como aquel recurso extraordinario y devolutivo que puede
interponerse frente a ciertas sentencias de las AP y por mediación del cual se examinan los errores en la
aplicación del Derecho. Su finalidad, si bien en general es la de proteger la norma, es variada constituyendo
por un lado una mecanismo para la tutela de los derechos individuales, por otro una función nomofiláctica
de protección de la norma y por otro crear jurisprudencia.

Son características del mismo, el ser un recurso extraordinario, devolutivo, que permite únicamente la
alegación de infracciones sustantivas, no permitiendo la revisión de los hechos ni el planteamiento de
cuestiones que no se hubiesen discutido en la instancia. Además es un recurso alternativo al recurso por
infracción procesal ya que el litigante no podrá ejercitar simultáneamente ambos recursos.

IX.I. Resoluciones recurribles (art. 477 LEC).

El recurso podrá interponerse contra las sentencias dictadas por la Audiencia Provincial en segunda
instancia, cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:

• Que se hubieren dictado para la tutela civil de los DDFF salvo los previstos en el art. 24 CE.
• Que la cuantía del litigo exceda de 600.000 euros.
• Cuando la cuantía no excediere de 600.000 euros o este se haya tramitado por razón de la materia,
siempre que, en ambos casos, la resolución del recurso presente interés casacional. Se considerará
que hay interés casacional, cuando la sentencia se oponga a doctrina jurisprudencial del TS o
resuelva cuestiones sobre las que exista doctrina contradictoria de las Audiencias Provinciales o
aplique normas que no lleven más de 5 años en vigor siempre que no exista jurisprudencia del TS
sobre normas anteriores de igual o similar contenido.

Si la resolución del recurso correspondiere al TSJ, se entenderá que existe interés casacional cuando la
sentencia se oponga a doctrina jurisprudencial o no existiere dicha doctrina del Tribunal Superior sobre
normas del Derecho Civil Foral o Especial de la Comunidad Autónoma.

IX.II. Motivos.

El recurso deberá fundarse como único motivo en la infracción de normas aplicables para resolver las
cuestiones objeto del proceso, siendo indiferente que la infracción se oponga a leyes, costumbres o
principios generales del Derecho.

IX.III. Competencia (art. 478 LEC).

La competencia, corresponde a la Sala de lo Civil del TS. Sin embargo, la competencia corresponderá a la
Sala de lo Civil y lo Penal del TSJ cuando se trate de recursos contra sentencias dictadas por órganos del
orden civil con sede en la Comunidad Autónoma siempre que el recurso se funde en infracción de normas
del Derecho Civil Foral o Especial y que el Estatuto de Autonomía hubiera previsto esta atribución de
competencia.

En todo caso, si un mismo recurrente interpusiere recursos de casación ante el TS y el TSJ contra la misma
sentencia, se tendrá por no presentado el primero de estos recursos desde que se acredite dicha
circunstancia.

Si uno de los litigantes interpusiere recurso por infracción procesal y el otro interpusiere recurso de
casación autonómico, los dos se sustanciarán y resolverán conjuntamente si bien la sentencia sólo se
pronunciará sobre el recurso de casación si el recurso por infracción procesal fuere desestimado.

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IX.IV. Procedimiento.

Distinguimos tres fases: interposición, sustanciación y resolución. La primera se tramitará ante el órgano
a quo y las otras dos fases serán conocidas por el Tribunal Supremo o el TSJ.

1. Interposición (art. 479 LEC). El recurso de casación se interpone mediante escrito dirigido a la
AP que hubiese dictado la sentencia en plazo de veinte días. El escrito debe: identificar la
resolución recurrida; acreditar el depósito de 50 euros; exponerlos fundamentos del recurso;
acreditar la liquidación de la tasa; aducir por qué motivo es recurrible en casación la sentencia; y
pedir la celebración de la vista.
Junto al escrito de interposición se acompañará certificación de la sentencia impugnada. Así pues,
en este escrito, el recurrente tendrá que exponer razonadamente por qué la sentencia es recurrible
en casación, sobre todo cuando se base en el interés casacional.
El Letrado de la Admón. de Justicia tendrá por interpuesto el recurso si comprueba que la
resolución impugnada es susceptible de recurso y que éste ha sido presentado en plazo. En caso
contrario, lo pondrá en conocimiento del tribunal para que se pronuncie sobre su admisión. Si
finalmente el tribunal declara, mediante auto, su inadmisión, éste sólo será susceptible de recurso
de queja. Contra la resolución que admite el recurso no cabrá recurso alguno, pero la parte recurrida
podrá oponerse a la admisión al comparecer.
Una vez presentada y admitida la interposición del recurso, el Letrado de la Admón. de Justicia
debe remitir las actuaciones al órgano ad quem en plazo de cinco días, con emplazamiento de las
partes por término de treinta días. Si el recurrente no compareciere dentro de plazo, el Letrado
judicial declarará desierto el recurso.
2. Sustanciación (arts. 483-486 LEC). El TS debe pronunciarse de nuevo sobre la admisibilidad o
no del recurso de casación. La inadmisión se producirá:
a. Si el recurso fuese improcedente (resolución no recurrible u otro defecto de forma no
subsanable).
b. Si el escrito de interposición no cumpliese los requisitos establecidos.
c. Si el asunto no alcanzase la cuantía requerida o no existiere interés casacional por
inexistencia de oposición a doctrina jurisprudencial, por falta de jurisprudencia
contradictoria o si la norma llevase vigente más de cinco años o existiese ya doctrina sobre
ella. También se inadmitirá cuando el TSJ correspondiente considere que ha sentado
doctrina sobre la norma discutida u otra anterior igual o similar.
d. Si el recurso careciere manifiestamente de fundamento o se hubiesen resuelto ya en fondo
otros recursos sustancialmente iguales.
Admitido el recurso de casación, el Letrado de la Admón. de Justicia dará traslado a las partes del
escrito de interposición para que realicen las alegaciones oportunas en plazo de veinte días. El
contenido de las alegaciones sólo podrá ser de oposición. Si todas las partes hubiesen solicitado la
celebración de vista, el Letrado de la Admón. de Justicia señalará día y hora para su celebración.
De igual modo se procederá cuando el tribunal la haya considerado conveniente. En caso contrario,
se señalará día y hora para la votación y fallo del recurso.
3. Resolución (art. 487 LEC). Dentro de los veinte días siguientes a la celebración de la vista o al
día señalado para la votación y el fallo, la Sala dictará sentencia. Si el TS desestima el recurso, la
sentencia de 2ª instancia deviene firme. Si la sentencia es estimatoria, se casará en todo o en parte
la sentencia recurrida y se resolverá el fondo del litigio. Si el recurso se fundó en un interés
casacional, el TS deberá expresar cuál es la línea jurisprudencial correcta.

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X. Recurso extraordinario por infracción procesal (arts. 468-476 LEC).
El recurso por infracción procesal se puede definir como aquel recurso extraordinario y devolutivo que
puede interponerse contra las resoluciones definitivas dictadas por las AP en segunda instancia, por
infracción de normas procesales o vulneración de los derechos fundamentales del art. 24 CE, siendo sus
características las siguientes:

1. Se trata de un recurso extraordinario.


2. Se trata de un recurso devolutivo.
3. Se trata de un recurso que permite sólo la alegación de cuestiones procesales a diferencia del
recurso de apelación que permite alegar toda clase de cuestiones.
4. Se trata de un recurso alternativo al recurso de casación ya que el litigante no podrá ejercitar
simultáneamente ambos recursos.

X.I. Resoluciones recurribles.

Según dispone el art. 468 LEC el recurso podrá interponerse contra las sentencias y contra los autos
definitivos de la Audiencia Provincial que pongan fin a la segunda instancia.

X.II. Motivos del recurso.

El art. 469 LEC contempla los siguientes:

• La infracción de normas sobre jurisdicción y competencia objetiva y funcional. En este motivo


queda también integrado: la infracción de normas imperativas de competencia territorial reguladas
en el art. 52 LEC y la infracción de las cláusulas de sumisión de la cuestión a arbitraje.
• La infracción de normas procesales reguladoras de la sentencia. En este motivo deben
entenderse incluidas: la vulneración de las normas que regulan la forma, contenido, invariabilidad,
subsanación y complemento de la sentencia; la infracción del art. 218 LEC en lo que se refiere a
claridad, precisión, exhaustividad y congruencia de la sentencia; la infracción de las normas que
regulan las sentencias con reserva de liquidación y las que contienen condenas de futuro o han sido
dictadas en procesos para la defensa de los derechos o intereses difusos o colectivos de
consumidores o usuarios.
• La infracción de normas legales que rigen los actos y garantías del proceso cuando la
infracción determine la nulidad conforme a la ley o hubiere podido producir una situación de
indefensión. Se refiere a cualquier defecto procesal, para ello se habrá tenido que hacer la denuncia
en el momento procesal oportuno.
• La vulneración de derechos fundamentales del art. 24 CE.

X.III. Presupuestos.

En cuanto al Tribunal, será necesario que éste tenga jurisdicción y competencia. En cuanto a las partes,
solamente podrán interponerlo quienes éstas hayan intervenido como parte en el proceso y hubieran
experimentado algún perjuicio o gravamen como consecuencia de la resolución impugnada.

X.IV. Competencia.

Ésta corresponderá a la Sala de lo Civil y lo Penal del TSJ de la Comunidad Autónoma en cuyo ámbito
territorial se hubiere dictado la resolución impugnada, si bien y en la actualidad, merced a lo dispuesto en
la Disposición final 16ª todavía seguirá conociendo la Sala 1ª del TS.

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X.V. Procedimiento.

Para que pueda admitirse el recurso es preciso que la infracción haya sido denunciada previamente, en el
momento en el que se produjo y, si el defecto era subsanable, que se hubiese solicitado la misma. Así, si
la infracción se produjo en 1ª Inst., la parte debió interponer recurso de reposición o denunciarla en 2ª Inst.
Si la infracción se produjo en 2ª Inst., la misma debió ser denunciada por vía de recurso de reposición o
cualquier otro medio legal y, además, se debió solicitar la subsanación. El único supuesto en que cabe
aceptar el recurso directamente es cuando la infracción la haya cometido la Audiencia Provincial.

1. Interposición (art. 470 LEC). El recurso tendrá que presentarse en plazo de veinte días desde la
notificación de la resolución definitiva ante la Audiencia Provincial que hubiese dictado la
resolución objeto del recurso. Este escrito tendrá que contener: la identificación de la resolución
recurrida; la exposición razonada de los motivos en que se fundamente; la justificación de haber
denunciado previamente el defecto procesal; la acreditación de haber realizado el depósito de 50€;
acreditar la liquidación de la tasa; la solicitud de la práctica de la prueba que se considere
imprescindible para probar la infracción; y la solicitud de celebración de la vista.
Si concurren los presupuestos, el secretario tendrá por interpuesto el recurso. Si, por el contrario,
entendiera que no se cumplen, lo pondrá en conocimiento del tribunal para que sea éste el que se
pronuncie sobre su admisión. Si el Tribunal entendiese que no se cumplen los requisitos, dictará
auto de inadmisión susceptible de recurso de queja. Si se admite, no cabrá recurso alguno.
Una vez admitido el recurso, el secretario debe remitir las actuaciones al órgano ad quem con
emplazamiento a las partes ante él por término de treinta días. Si el recurrente no comparece en
plazo, se declarará desierto el recurso.
2. Sustanciación (arts. 473-475 LEC). Recibidos los autos por el TSJ, éste deberá pronunciarse de
nuevo sobre la admisibilidad o no del recurso, procediendo a inadmitirlo si apreciara la falta de
algún presupuesto o si el recurso careciera manifiestamente de fundamento. Si, por el contrario, lo
admite a trámite, dará traslado a las demás partes para que presenten escrito de oposición en plazo
de veinte días, con alegaciones sobre los motivos y la admisibilidad del recurso.
Presentado el escrito de oposición o transcurrido plazo para ello, el tribunal señalará, dentro de los
treinta días siguientes, fecha para la celebración de la vista, que procederá si se hubiera admitido
la práctica de alguna prueba o si, la Sala, de oficio o a instancia de parte, lo considera conveniente.
3. Resolución (art. 476 LEC). El tribunal dictará sentencia en los veinte días siguientes a la vista.
Los efectos de la sentencia varían en función del motivo alegado y si la sentencia fue estimatoria
o desestimatoria. Si es desestimatoria, supondrá la devolución de las actuaciones al órgano a quo
y se decretará la firmeza de la resolución. Si la sentencia es estimatoria, los efectos cambian:
a. Si la causa de estimación es que se ha observado la infracción de normas sobre jurisdicción
y competencia, habrá que ver si la infracción se ha producido porque: 1) se ha actuado con
falta de competencia o jurisdicción, en cuyo caso se decretará la nulidad de todo lo
actuado, pudiendo las partes ejercitar la pretensión ante quien corresponda; 2) el órgano a
quo apreció erróneamente su falta de jurisdicción o competencia: en este caso, se le
ordenará continuar con la tramitación del proceso.
b. Si la estimación se funda en cualquier otro motivo, se mandará retrotraer las actuaciones
al estado y momento en que se hubiese cometido la infracción.
Contra la sentencia dictada en infracción procesal no se prevé ningún otro recurso, dejando la
posibilidad de usar el recurso en interés de ley ante la Sala Civil del TS.

Sustanciación de los recursos extraordinarios cuando los litigantes opten por recursos distintos (arts.
488 y 489 LEC). Aunque los recursos extraordinarios son alternativos y excluyentes, la ley prevé,
expresamente, aquella situación en la que cada uno de los litigantes del proceso interpone un recurso
extraordinario distinto.

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a) Si el recurso de casación tiene que ser conocido por el TS, el recurso extraordinario por infracción
procesal será tramitado con carácter preferente por el órgano competente. No obstante, el recurso
de casación se tramitará hasta que el TS se pronuncie sobre su admisión y después quedará en
suspenso. Si el recurso por infracción procesal finaliza con una sentencia desestimatoria, se elevará
la suspensión y se seguirá con la tramitación del recurso de casación. Si, por el contrario, es
estimado, el recurso de casación interpuesto quedará sin efecto.
b) Si el recurso de casación debe ser conocido por el TSJ por versar sobre cuestiones de derecho foral
o propio de la Comunidad, los recursos se acumularán y se sustanciarán conjuntamente,
decidiéndose en la misma sentencia. No obstante, el TSJ sólo podrá pronunciarse sobre el recurso
de casación si hubiera desestimado el extraordinario por infracción procesal.

X.VI. Régimen transitorio del sistema de recursos extraordinarios (Disposición Final 16ª).

El sistema de recursos extraordinarios no está en vigor, en la medida en que todavía no se ha producido


una reforma de la LOPJ dirigida a atribuir a las Salas Civil y Penal de los TSJ el conocimiento de los
recursos extraordinarios por infracción procesal. Por ello, hasta que se produzca la reforma, la tramitación
del recurso extraordinario por infracción procesal se sujetará a lo establecido en la Disp. Final 16ª LEC.
Una de las especialidades de este régimen transitorio es la posibilidad de que una misma parte procesal
pueda presentar ambos recursos, alterándose la regla que en el régimen ordinario impide que un mismo
litigante pueda interponer distintos recursos extraordinarios.

Competencia. Será competente para conocer del recurso por infracción procesal el TS, salvo que
la competencia del recurso de casación esté atribuida al TSJ. La regla es que va a ser el mismo
tribunal el que resuelva los motivos procesales y de fondo.
Resoluciones recurribles. Serán susceptibles, cuando se presente acumuladamente al recurso de
casación, las resoluciones dictadas por la AProv. en segunda instancia que sean susceptibles de
casación en aplicación del art. 477 LEC cuando concurra alguno de los motivos del art. 469 LEC
(infracción de normas sobre jurisdicción y competencia, de las normas reguladoras de la sentencia,
etc.) Para poder recurrir exclusivamente por infracción procesal es necesario que la resolución
dictada por la AProv. sea susceptible del recurso de casación bien porque el objeto del proceso fue
la vulneración de un derecho fundamental (salvo art. 24 CE), bien porque el valor del objeto del
proceso sea superior a 600.000€.
Procedimiento. Cuando un mismo litigante pretenda recurrir una resolución tanto en casación
como por infracción procesal, tendrá que interponer ambos recursos en el mismo escrito, en un
único proceso. Si los distintos recursos son presentados por distintos litigantes, se acumularán. Si
son admitidos ambos, se debe resolver primero, siempre, el de infracción procesal, y sólo si se
desestima se resolverá el de casación. Ambas resoluciones se contendrán en una misma sentencia.
Contra las sentencias que resuelvan no cabrá recurso alguno.

XI. Recurso en interés de ley (arts. 490-493 LEC).


Es un expediente procesal que pueden usar el Ministerio Fiscal, el Defensor del Pueblo y otras personas
jurídicas de Dº Público interesadas para que la Sala Primera del TS pueda pronunciarse y unificar la
doctrina jurisprudencial de las Salas Civil y Penal de los TSJ cuando mantengan criterios discrepantes
sobre la interpretación de normas procesales, ya que éstos tendrán atribuido el análisis de los recursos por
infracción procesal cuando se produzca la reforma de la LOPJ, motivo por el cual el recurso en interés de
ley no ha entrado aún en vigor. La sentencia que dicte el Supremo no afectará en ningún caso al fallo de la
sentencia recurrida ni al de los fallos de las sentencias alegadas para acreditar la existencia de criterios
discrepantes.

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Resoluciones recurribles (art. 490 LEC). Sentencias dictadas por los TSJ resolviendo recursos
extraordinarios por infracción procesal cuando las distintas salas de los TSJ mantengan criterios
discrepantes en la interpretación de normas procesales.
Procedimiento.
o Interposición. El recurso se interpondrá ante la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo en
el plazo de un año desde que se dictó la sentencia más moderna. Dicho escrito irá
acompañado de testimonio de las sentencias que pongan de manifiesto la discrepancia que
se alegue y certificación del TC haciendo constar que no se ha interpuesto recurso de
amparo contra ninguna de las sentencias alegadas una vez transcurrido el plazo legal para
ello.
Igualmente, al escrito se acompañará copia de la escritura del poder de representación y
del documento que acredite la representación de quien comparezca en nombre de la
institución que promueva el recurso.
Por último, el escrito no podrá limitarse a expresar la discrepancia entre sentencias ni a
solicitar que se fije la interpretación correcta sino que deberá expresar las razones por las
que el recurrente estime más correcta una de dichas interpretaciones.
o Sustanciación. Una vez interpuesto, el Secretario conferirá traslado del escrito a todas las
personas que hubieren sido parte en los procesos en los que hayan recaído las sentencias
objeto del recurso para que puedan formular alegaciones en el plazo de 20 días, a fin de
que las partes puedan formular alegaciones expresando los criterios jurídicos que estimen
más fundados.
o Sentencia (art. 493 LEC). La sentencia respetará en todo caso las situaciones jurídicas
creadas como consecuencia de las sentencias invocadas en el proceso, y cuando fuere
estimatoria, el fallo, expresará la interpretación jurisprudencial que se estime adecuada,
publicándose en el BOE. Dicho fallo complementara el ordenamiento jurídico y vinculará
a los Jueces y Tribunales inferiores de este orden jurisdiccional con excepción del TS.

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Tema 7. La cosa juzgada y su impugnación.
I. Concepto, fundamento y funciones.
La cosa juzgada, surge como consecuencia de la necesidad de dotar al sistema jurisdiccional de seguridad
jurídica, de manera que una controversia no se prolongue indefinidamente o que vuelva a plantearse un
proceso sobre el objeto que ya se discutió en otro, lo que hace que su fundamento no sea otro que la
necesidad de dotar a las relaciones entre los individuos de una seguridad jurídica.

En consecuencia, puede definir la cosa juzgada como aquélla fuerza que el ordenamiento jurídico atribuye
a los resultados alcanzados en un proceso y que determina que éstos sean obligatorios e inalterables para
cualquier persona.

Dentro de este concepto, la doctrina distingue entre cosa juzgada formal y la cosa juzgada material. Se
entiende por cosa juzgada formal – que no hay que confundir con la firmeza – aquella cualidad que una
resolución judicial adquiere en un cierto momento, que consiste en la imposibilidad de interponer recurso
alguno contra ellas y que autovincula al Tribunal que la dictó. Se entiende por cosa juzgada material aquélla
virtualidad que caracteriza a determinadas sentencias que consiste en la imposibilidad de ser contradichas
en otro proceso.

II. Clases de cosa juzgada. Examen


II.I. Cosa juzgada formal (art. 207 LEC).

Aunque firmeza y cosa juzgada en sentido formal pudiesen parecer sinónimos, en realidad no lo son. La
firmeza, se contempla en el art. 207 LEC al disponer que son resoluciones firmes aquéllas frente a las
cuales no puede interponerse recurso alguno, bien porque la ley no lo prevea o, porque previéndolo, ha
transcurrido el plazo legalmente previsto sin que ninguna de las partes legitimadas lo hubiere interpuesto.
Existen resoluciones que gozan de firmeza desde el momento en que se dictan como por ejemplo las
sentencias del Tribunal Supremo por las que se resuelve el recurso de casación

Por el contrario, y como hemos dicho, firmeza y cosa juzgada formal no son conceptos sinónimos, pues
mientras que la firmeza se refiere únicamente al hecho de que una resolución pueda ser sustituida por otra,
la cosa juzgada implica además que el Tribunal que la dictó ha de estar a lo dispuesto en ella. En
consecuencia se puede decir que la firmeza es un presupuesto necesario para que se dé el efecto de la cosa
juzgada en sentido formal.

Efectos de la cosa juzgada formal: se reducen al carácter inatacable de la resolución como consecuencia
de la imposibilidad de interponer recurso contra ella. Se extiende al contenido íntegro de la resolución por
lo que la interposición de un recurso impedirá que esta alcance firmeza no sólo respecto de los aspectos
impugnados sino con respecto a todos ellos todos ellos.

Dicho efecto se produce al mismo tiempo para todas las partes en el proceso, por lo que el recurso
interpuesto por cualquiera de ellas impedirá que la resolución alcance firmeza respecto de todas las demás,
aunque éstas no hubieren interpuesto recurso alguno.

II.II. La cosa juzgada material (art. 222 LEC).

La cosa juzgada material, se trata de un efecto que solo se predica de las resoluciones que se dictan sobre
el fondo del asunto y que ya gozan de la cosa juzgada formal. El fundamento es la preservación de la paz
y de la seguridad jurídica a través de la fijación de las consecuencias jurídicas declaradas en la sentencia.
Ello supone que la cosa juzgada material, en el proceso civil, se proyecte de dos formas distintas:

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Función negativa o excluyente (art. 222.1 LEC). Supone la imposibilidad de celebrar un
segundo proceso sobre el mismo objeto que hubiere sido materia de otro proceso anterior. Dicho
efecto se deriva de la imposibilidad de que pueda abrirse un nuevo proceso con un objeto idéntico
al que lo fue en otro proceso anterior (principio de “non bis in idem”). En estos casos, el juzgador
ha de poner fin a este segundo proceso, no sólo por inútil, sino también por perjudicial e injusto.
Función positiva o prejudicial. Supone la vinculación del órgano judicial que esté conociendo
sobre una determinada relación jurídica a lo declarado en relación con ella por una sentencia
anterior, así el art. 222.4 LEC dispone que la decisión adoptada en la sentencia firme que ponga
fin a un proceso con eficacia de cosa juzgada vinculará al Tribunal que conozca de otro proceso
posterior cuando aquella decisión aparezca como antecedente lógico de la que deba adoptarse en
el nuevo proceso, siempre que los litigantes sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos
por disposición legal.

III. Teorías de la cosa juzgada material.


En cuanto a su naturaleza jurídica, han manejado distintas posturas doctrinales:

• Teoría jurídico-material. Parte de considerar que la realidad jurídica es configurada, reformada


o creada en virtud de la sentencia con fuerza de cosa juzgada material. La vinculación de los
tribunales respecto de una sentencia sería, en consecuencia, una vinculación a las situaciones
jurídico-materiales entre las partes configuradas con arreglo a lo dispuesto en la resolución con
fuerza de cosa juzgada.
Esta teoría ha sido objeto de múltiples críticas, como la que le atribuye un excesivo judicialismo
en la medida en la que parte de la afirmación de que “las cosas son o se convierten en lo que los
tribunales dicen que son”. Si partiésemos de ello, tendríamos que concluir que las sentencias
erróneas o injustas no existen, lo que va en contra de toda lógica y contra la previsión de un sistema
de recursos, incluso de impugnación de sentencias firmes. Por último, esta teoría convierte a todas
las sentencias en constitutivas, eliminando la diferencia con las declarativas y las de condena.
• Teoría jurídico-procesal. Surge como respuesta a las críticas planteadas a la teoría jurídico
material. Esta teoría parte de considerar que existe una clara distinción entre lo material y lo
procesal, de tal modo que la sentencia firme sobre el fondo no afecta a la realidad jurídica material,
sino que se limita a producir una vinculación de los tribunales que posteriormente puedan entrar
en relación con la materia sobre la que recayó la sentencia en proceso anterior. En efecto, la cosa
juzgada consiste sólo en una determinada eficacia procesal: vinculación de los tribunales que
posteriormente tuviesen que pronunciarse sobre una materia que ya ha sido objeto de un proceso.

IV. Delimitación de la cosa juzgada.


Para que exista cosa juzgada será necesario que:

a) Que la sentencia hubiere alcanzado firmeza o eficacia de cosa juzgada formal.


b) Que la sentencia resuelva sobre el fondo del asunto. Por tanto, no producen eficacia de cosa
juzgada las sentencias absolutorias en la instancia por falta de algún presupuesto procesal ya que
el actor podrá reproducir su petición en otro proceso.
c) Que la sentencia se dicte en proceso plenario, por lo que no producen eficacia de cosa juzgada las
sentencias dictadas en procesos sumarios en que las partes están sometidas a ciertas limitaciones
en cuanto a los medios procesales de ataque y defensa.

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Así, art. 447 LEC dispone que no producirán efectos de cosa juzgada las sentencias dictadas en los juicios
verbales relativos a la tutela sumaria de la posesión de una cosa o derecho, aquellos en que se pretenda la
efectividad de los derechos reales inscritos frente a quienes se opongan a ellos o perturben su ejercicio sin
disponer de título inscrito que les autorice, juicios de desahucio de fincas urbanas o rústicas por falta de
pago de rentas o alquileres y cualesquiera otros que la ley califique como sumarios.

IV.I. Resoluciones que producen cosa juzgada.

La cosa juzgada material se predica de las sentencias firmes sobre el fondo, es decir, aquellas que se hayan
pronunciado sobre las pretensiones de las partes. Este efecto también cabe atribuírselo a aquellos autos o
decretos por los que se acuerde la terminación del proceso, cuando por circunstancias sobrevenidas
desaparece el objeto de la controversia (conciliación exitosa, por ejemplo). Tradicionalmente se han
suscitado dudas sobre si este efecto era predicable de las resoluciones de fondo dictadas en procesos
sumarios o cuando la resolución versaba sobre cuestiones procesales.

Procesos sumarios son aquellos que se caracterizan por tener limitados los posibles contenidos
de los actos de alegación y prueba. Con base en esa limitación se permite la posibilidad de que
sobre la misma cuestión pueda abrirse, posteriormente, un proceso plenario. Por tanto, de su propia
definición se deduce la exclusión de los efectos de cosa juzgada material en sus dos funciones.
Además, esta exclusión tiene su reflejo en la propia LEC, que establece que no producirá el efecto
de cosa juzgada aquellas sentencias que pongan fin a juicios verbales sobre tutela sumaria de la
posesión, las que decidan sobre la pretensión de desahucio o recuperación de finca, rústica o
urbana, dada en arrendamiento por impago de la renta o alquiler y sobre otras pretensiones de
tutela sumaria.
En aquellos casos en los que el proceso finaliza sin una resolución sobre el fondo por la apreciación
de la falta de algún presupuesto procesal o por la existencia de un impedimento procesal,
evidentemente, no se va a impedir que se abra un nuevo proceso sobre los mismos hechos, desde
el momento en el que la cuestión objeto de debate ha quedado imprejuzgada. Ahora bien, la
cuestión es si se debe impedir en el nuevo proceso que se vuelva a analizar la concurrencia del
mismo requisito de admisibilidad. La LEC limita el efecto de cosa juzgada a aquellas resoluciones
que versen sobre el fondo, por lo que estas resoluciones no van a producir el mencionado efecto.

IV.II. Límites de la cosa juzgada.

La doctrina ha sostenido tradicionalmente que, para que la sentencia dictada en un proceso tenga eficacia
de cosa juzgada en otro proceso posterior, será necesaria la concurrencia de tres identidades como son la
identidad de las partes, la identidad de las pretensiones y la identidad de los hechos en que se funden dichos
pretensiones.

IV.II.I. Límites subjetivos (art. 222.3 y 4 LEC).

La regla general es que la cosa juzgada despliega sus efectos sólo entre aquellos que han sido partes en el
proceso en que se produjo la sentencia. Por ello, la vinculación sólo opera si las partes de los distintos
procesos son las mismas. En caso de que se permitiese que la resolución afectase a quien no ha tenido
oportunidad de ser oído, se vulneraría el principio de audiencia. Ahora bien, existen excepciones a la regla
general:

a) Los herederos y causahabientes de las partes, así como aquellos que, sin ser parte en el proceso,
fueren titulares de los derechos en que se funde la legitimación de las partes.

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b) A todos (erga omnes) cuando nos encontremos con sentencias que versen sobre estado civil,
matrimonio, filiación, paternidad, maternidad o incapacitación. Esta eficacia ultra partes responde
a la lógica de que nadie puede tener un estado civil en relación con determinadas personas y carecer
del mismo respecto a otras; también cuando se trate de procesos seguidos para la impugnación de
acuerdos societarios, la sentencia que se dicte afectará a todos los socios aunque no hubieran
litigado.
c) A terceros ajenos al proceso, primero, cuando sean titulares de los derechos que fundamenten la
legitimación de las partes conforme al art. 11 LEC: hacemos referencia a un supuesto de
legitimación extraordinaria en procesos de consumidores y usuarios, en donde la cosa juzgada se
extendería no sólo a aquellos que han litigado en nombre e interés propio por un derecho ajeno,
sino también a los titulares de esos derechos.

IV.II.II. Límites objetivos (art. 222.2 LEC).

La cosa juzgada se extiende a lo que es el objeto del proceso, es decir, a las pretensiones deducidas en la
demanda y la reconvención, de tal manera que la sentencia pronunciada en un proceso sólo producirá
eficacia de cosa juzgada en otro proceso distinto cuando el objeto coincida en ambos procesos.

A tal efecto hay que recordar que los elementos delimitadores del objeto son el petitum y la causa petendi,
si bien para que se del efecto negativo de la cosa juzgada es preciso que entre ambos procesos exista una
identidad absoluta, para que se del efecto positivo, no es preciso tal identidad absoluta sino que basta con
que el segundo proceso este comprendido en el objeto del proceso anterior de manera que éste constituya
un antecedente lógico del segundo proceso.

Por otro lado, aunque no es cuestión clara ni en la LEC ni doctrinalmente, podemos considerar que, si bien
la regla general ha de ser que la cosa juzgada debe quedar circunscrita a lo dispuesto en la parte dispositiva,
en aquellos casos en que la cuestión prejudicial haya sido resuelta respetando los principios de
contradicción y defensa, cuando el órgano judicial tenga jurisdicción y competencia, deberá extenderse la
cosa juzgada a dichas cuestiones prejudiciales.

En cuanto a las excepciones, habrá que distinguir entre las procesales, a las cuales no le alcanza la cosa
juzgada, no así en las materiales que si le alcanza en cuanto a la de compensación y nulidad del negocio.

IV.II.III. Límites temporales (art. 222.2 LEC).

Desde un punto de vista temporal la cosa juzgada se proyecta ad futurum sin limitaciones temporales. Por
lo que al hablar de límites temporales, lo que se refiere es a la posibilidad de que alcance a hechos acaecidos
con posterioridad. En cuanto ello, el art. 222 LEC dispone que sólo se estimarán hechos nuevos los
acaecidos con posterioridad a la preclusión de las alegaciones. Dicha alegación debe producirse en los
escritos iniciales (demanda y contestación).

Por tanto, la cosa juzgada se extiende no sólo a los hechos aducidos en un proceso sino también a los que
hubieren podido alegarse en el mismo antes de la preclusión de nuevas alegaciones, con el fin de evitar
que un mismo actor pueda entablar distintos procesos frente a un mismo demandado y con una misma
pretensión pero basándose en diferentes títulos.

En cuanto a los hechos posteriores a los escritos iniciales, podrán alegarse a través, o bien de alegaciones
complementarias en la audiencia previa, o en el juicio si no se altera el objeto del proceso, de lo que se
infiere que el momento preclusivo para introducir hechos nuevos se inicia con el plazo para dictar
sentencia, de tal manera que cualquier hecho que hasta entonces pudo alegarse y no se alegó, se verá
afectado por la cosa juzgada, no así los posteriores.

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V. Tratamiento procesal de la cosa juzgada.
El tratamiento procesal varía en función de si hacemos referencia la función negativa o a la positiva. Si
alegamos la primera, lo que pretenderemos es la finalización de un segundo proceso en el que la aleguemos,
mientras que, si intentamos hacer valer la función positiva, pretenderemos que el tribunal que esté
conociendo del segundo proceso quede vinculado, a la hora de resolver, por la resolución dictada en aquel
que alcanzó cosa juzgada.

Tratamiento procesal de la función negativa (art. 421 LEC). Esta función negativa puede ser apreciada
tanto de oficio como a instancia del demandado en la contestación. No obstante, es más fácil que el tribunal
la conozca porque la haya alegado una de las partes que por conocerla directamente. Es por ello que la ley
establece que corresponde a quien alega la excepción la carga de acompañar la sentencia en la que se funde.

El legislador ha optado por un sistema en que esta cuestión es resuelta en la audiencia previa. Así, apreciada
de oficio o a instancia de parte la excepción de cosa juzgada, el tribunal deberá dar por finalizado el proceso
en plazo de cinco días dictando auto de sobreseimiento. No obstante, si por su complejidad no fuese posible
pronunciarse sobre esta cuestión en el mismo acto de audiencia, el tribunal deberá resolver mediante auto
en los cinco días siguientes a la finalización de la audiencia, prosiguiendo ésta. El auto será susceptible de
recurso de apelación y, posteriormente, por infracción procesal. Si el tribunal no considerare existente la
cosa juzgada, mandará que continúe la audiencia. Este auto no será susceptible de recurso, aunque habrá
que hacer constar la oportuna protesta si se pretende fundamentar el recurso de apelación contra la
sentencia de fondo en la vulneración del principio non bis in idem.

Tratamiento procesal de la función positiva. La alegación de la función positiva puede interesar a


cualquiera de las partes. Por tanto, deberá ser puesto de manifiesto en el escrito de alegaciones
correspondiente, acompañándose la sentencia en que se funde esta cuestión prejudicial. La existencia de la
función positiva no podrá ser apreciada en la audiencia previa, y no podrá provocar la finalización
anticipada del proceso. En estos casos, será cuando se dicte la sentencia en el segundo proceso cuando
tendrá que manifestarse la vinculación del tribunal a la resolución con fuerza de cosa juzgada.

VI. Medios de impugnación de sentencias firmes.


La LEC ha introducido un nuevo sistema para la impugnación de las sentencias de los Tribunales civiles
basado en la distinción entre los recursos y las acciones autónomas de impugnación. A diferencia de los
recursos, las acciones autónomas de impugnación se caracterizan porque al darse contra sentencias firmes,
no pueden ser calificadas como recurso. Tres instituciones permiten atacar sentencias firmes: la revisión
de sentencias firmes; la audiencia al rebelde; el incidente de nulidad de actuaciones.

VI.I. La revisión de sentencias firmes (arts. 509-516 LEC).

No hay que confundirla con el recurso de revisión. Podemos definirla como aquel medio extraordinario
que tiene por objeto la impugnación de una sentencia firme en virtud de descubrimiento de hechos
posteriores que determinan o hacen sospechar que la resolución que se dictó fue injusta. La doctrina
sostiene que no se trata propiamente de un recurso sino de una acción autónoma de impugnación ya que
ninguna sentencia firme puede ser objeto de recurso.

Resoluciones recurribles. Sentencias firmes dictadas por cualquier órgano judicial civil, dictadas
en un proceso plenario, nunca en los sumarios. Quedan excluidos los autos definitivos ya que,
generalmente, tienen un contenido estrictamente procesal.
Motivos de revisión (art. 510 LEC).
1. Cuando después de pronunciada la sentencia, se obtuvieren o recobraren documentos
decisivos de los que no hubiera podido disponer por fuerza mayor o por obra de la parte
en cuyo favor se hubieren dictado.
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En cuanto a dicho motivo hay que señalar por un lado, que para que un documento pueda
considerarse decisivo es preciso que tenga una influencia esencial en la sentencia que
debió dictarse en el proceso y en la que deba dictarse en el juicio rescisorio y por otro lado
que será necesario que los documentos no hayan podido obtenerse o recobrarse por causa
de fuerza mayor o por obra de la parte que hubiere resultado favorecida por la sentencia,
habiendo declarado la jurisprudencia que no podrán estimarse como tales los que
constasen en un Registro público o hubieran estado a disposición del recurrente durante la
tramitación del proceso. En todo caso la carga de la prueba de la fuerza mayor o de la
culpa de la parte favorecida en la sentencia corresponde al recurrente.
2. Cuando la sentencia hubiese dictado en virtud de documentos que una de las partes
ignoraba que se hubiesen declarado falsos en un proceso penal o cuya falsedad se
declare posteriormente.
En cuanto a dicho motivo será necesario que la falsedad haya sido declarada en proceso
penal y que, si la declaración tuvo lugar antes de la sentencia, el recurrente acredite que
no tuvo conocimiento de ella durante la celebración del proceso.
3. Cuando se hubiese dictado en virtud de prueba testifical o pericial y los testigos o peritos
hubiesen sido condenados por delito de falso testimonio dado en las declaraciones que
sirvieron de fundamento para la sentencia.
En cuanto a dicho motivo será necesario que la misma haya sido declarada en un proceso
penal mediante sentencia condenatoria por delito de falso testimonio, así como que exista
relación de causalidad entre la falsedad y la sentencia impugnada.
4. Cuando se hubiese dictado en virtud de cohecho, violencia o maquinación fraudulenta.
En cuanto a dicho motivo la doctrina sostiene que la revisión sólo procederá cuando dichas
circunstancias hubieren sido relevantes en el sentido de afectar al contenido de la
sentencia. Por lo que se refiere al cohecho será necesario que sea declarado en sentencia
condenatoria firme contra el Juez o cualquiera de los Magistrados de la Sala que hubiere
dictado la sentencia impugnada.
En cuanto a los casos de violencia, será indiferente que ésta hubiere sido sufrida por el
Juez o por alguna de las partes o su Abogado o Procurador.
En cuanto a los casos de maquinación fraudulenta, comprenderá cualquier acto de una de
las partes que hubiere colocado a la otra en una situación de indefensión o hubiera
provocado el error del órgano jurisdiccional al tiempo de dictar sentencia.
5. Cuando el TEDH haya declarado que la resolución judicial ha sido dictada con
violación de alguno de los derechos reconocidos en el Convenio Europeo de protección
de los DDHH, siempre que, por su naturaleza y gravedad, entrañe efectos que no
puedan cesar sino a través de una revisión y sin que pueda perjudicar a derechos
adquiridos por terceros de buena fe.
Legitimación (art. 511 LEC). Podrán ser partes en el proceso de revisión aquellos que lo hubiesen
sido en el proceso a revisar o sus causahabientes siempre que acrediten la existencia de un
gravamen o perjuicio. En cuanto al motivo relacionado con el TEDH, la revisión sólo podrá ser
solicitada por quien hubiera sido demandante ante dicho Tribunal.
Competencia (art. 509 LEC). La competencia, corresponderá a la Sala de lo Civil del Tribunal
Supremo o la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia, si la sentencia hubiere
sido dictada en materias de Derecho Civil Foral o Especial propio de la Comunidad Autónoma.
Plazos (art. 512 LEC). En ningún caso podrá solicitarse la revisión transcurridos cinco años desde
la fecha de publicación de la sentencia que se pretenda impugnar. Dentro de este plazo absoluto,
existe otro relativo: se podrá solicitar la revisión siempre que no hayan transcurrido tres meses
desde el día en que se descubrieren los documentos nuevos, el cohecho, la violencia o el fraude o
en que se hubiere declarado la falsedad.
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En cuanto a la revisión motivada en una sentencia del TEDH, la solicitud deberá formularse en
plazo de un año desde su firmeza.
Procedimiento. El proceso de revisión se inicia con una demanda en la que se ejercita la acción
que solicita la rescisión. Junto a ella se acompañarán los documentos procesales, los documentos
de fondo y la acreditación del depósito de 300 euros necesario. Este depósito constituye un
presupuesto de la admisibilidad de la demanda de revisión que, de ser incumplido, puede ser
subsanado. Su finalidad es la de evitar que el proceso se plantee con ánimo dilatorio. Presentada
la demanda y admitida a trámite, el secretario judicial solicitará que se remitan al tribunal todas
las actuaciones del pleito cuya sentencia se impugne y emplazará a las partes para que contesten a
la demanda en plazo de veinte días. A partir de este momento, sigue la tramitación por los cauces
del juicio verbal, citándose a las partes a una vista donde podrán alegar y probar lo que a su derecho
convenga. Antes de resolver, el Ministerio Fiscal tiene que informar sobre la revisión.
Resolución. Hay que distinguir dos supuestos:
a) Si la sentencia fuere estimatoria, el Tribunal rescindirá la sentencia impugnada y devolverá
las actuaciones al Tribunal del que procedan, para que las partes puedan usen de su derecho
en el proceso que corresponda, que deberá tomar como base las declaraciones formuladas
en la sentencia de revisión.
b) Si la sentencia fuere desestimatoria, el Tribunal condenará al actor al pago de las costas y
perderá el depósito.
Contra la sentencia de revisión no podrá interponerse recurso alguno.

VI.II. La audiencia al rebelde (arts. 496-508 LEC).

La audiencia al rebelde es un expediente procesal por el que se permite que aquel demandado que ha estado
en constante rebeldía por causas ajenas a su voluntad, pueda solicitar y obtener la rescisión de la sentencia
firme y se le dé la posibilidad de ser oído. El proceso de audiencia al rebelde se construye sobre una doble
fase: juicio rescindente —análisis de si la rebeldía ha sido involuntaria y si procede la rescisión de la
sentencia firme— y juicio rescisorio —en el que se da audiencia al rebelde.

Competencia (art. 501.1 LEC). Será competente para conocer de la rescisión (juicio rescindente)
el tribunal que haya dictado la resolución que devino firme —en cualquier instancia; en aquellos
supuestos en que el juicio rescindente finalice con una sentencia estimatoria, el juicio rescisorio se
tramitará ante el órgano que conoció del asunto en primera instancia.
Supuestos en que procede (arts. 501-503 LEC). Haber permanecido en constante rebeldía, pues
si el algún momento el rebelde se personó en el proceso, eso supondría que tuvo conocimiento de
la pendencia del mismo. Es preciso también que el rebelde no haya hecho uso de los recursos frente
a la sentencia dictada en su ausencia. Que la sentencia firme tenga efecto de cosa juzgada. Se
excluyen las dictadas en procesos sumarios. El demandado rebelde podrá pedir la rescisión de la
sentencia firme si concurre una de las siguientes circunstancias:
1. Fuerza mayor ininterrumpida que le hubiere impedido comparecer aunque haya conocido
la existencia del pleito.
2. Desconocimiento de la demanda y del pleito cuando el emplazamiento o la citación se
hubieren realizado mediante cédula pero ésta no hubiese llegado a poder del demandado
por causa que no le sea imputable.
3. Desconocimiento de la demanda y del pleito cuando el emplazamiento o la citación se
hubieren realizado mediante edictos pero el demandado hubiere estado ausente del lugar
donde se hubiere seguido el proceso y de cualquier otro lugar en cuyo DO se hubiesen
publicado los edictos.
Supuestos excluidos. La rescisión de la sentencia no procederá en el caso de aquéllas que carezcan
de eficacia de cosa juzgada.

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Plazos (art. 502 LEC). Estos plazos varían en función de cómo se haya notificado la sentencia.
Si la notificación de la sentencia firme se hubiese practicado personalmente, la rescisión de
sentencia firme se tendrá que solicitar en los 20 días siguientes. Si la notificación se realizó por
edictos, el plazo de solicitud es de 4 meses. No obstante, estos plazos pueden ser prorrogados hasta
los 16 meses cuando subsistiera la causa de fuerza mayor que hubiese impedido al rebelde la
comparecencia.
Procedimiento. El procedimiento de la audiencia al rebelde, tiene dos fases, la fase rescindente
que tiene por objeto comprobar la concurrencia de los requisitos necesarios para la rescisión y la
fase rescisoria que tiene por fin la celebración un nuevo proceso sobre el mismo objeto.
1. Fase rescindente (arts. 504-506 LEC). El objetivo de esta fase es determinar si procede
o no oír al rebelde. La pretensión de rescisión se interpone mediante demanda que se
tramitará por el cauce del juicio ordinario, en el que estará legitimado activamente el
rebelde, y pasivamente todos los demás sujetos que intervinieron en el proceso. No
obstante, la interposición de la demanda no va a producir automáticamente la suspensión
de la ejecución, salvo que así se aconseje y lo solicite una de las partes. En estos casos, se
exigirá la prestación de caución por el valor del litigio más daños y perjuicios. Antes de
pronunciarse sobre la suspensión de la ejecución, habrá que oír al Min. Fiscal.
Junto a la presentación de la demanda habrá que acompañar documento acreditativo de
haber realizado el depósito de 50 euros necesario para recurrir. Durante la tramitación del
juicio rescindente, habrán de practicarse las pruebas pertinentes para acreditar la
concurrencia de las causas que justifican la rescisión. En cuanto a la sentencia, si ésta es
desestimatoria, dejará invariada la sentencia impugnada y se le impondrán las costas al
demandante. Si, por el contrario, fuese estimatoria, se rescindirá la sentencia firme, con
remisión de certificación de la sentencia al tribunal que hubiera dictado la sentencia en
primera instancia. En este caso no habrá imposición de costas y el demandado rebelde
podrá pedir la suspensión de la ejecución.
2. Fase rescisoria (arts. 507-508 LEC). La finalidad de esta fase es dar al rebelde la
oportunidad de hacerse oír con respecto a lo que fue objeto del juicio al que no pudo asistir.
El órgano que conoció del asunto en primera instancia es el competente para conocer de
este juicio. Recibido por éste la certificación de la sentencia estimatoria, éste entregará los
autos por diez días al demandado para que pueda exponer y pedir lo que estime
conveniente. Las posibilidades defensivas del rebelde son amplísimas, puesto que puede
hacer uso, incluso, de los medios que hubiera debido utilizar con carácter previo a la
contestación (ej.: declinatoria), así como valorar y rebatir pruebas que se practicaron en
su ausencia.
De este escrito se dará traslado a la parte contraria, para que alegue lo que estime
conveniente. A partir de este momento, la tramitación sigue el cauce del procedimiento
declarativo que corresponda hasta dictar sentencia. Contra esta sentencia se podrán
interponer los recursos procedentes. Ahora bien, si el rebelde no formula las alegaciones
se entenderá que renuncia a ser oído y se dictará sentencia con el mismo contenido que la
rescindida.

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VI.III. La nulidad de actuaciones (arts. 241-ss. LOPJ / arts. 228-ss. LEC).

La nulidad sólo podrá decretarse cuando se haya producido una situación de indefensión real y efectiva.
En este sentido, el TC ha declarado que la indefensión no se produce por la mera infracción de una norma
procesal sino que será necesario que dicha infracción conlleve una merma sustancial del derecho de defensa
en el sentido de que se produzca una pérdida de posibilidades de alegación y prueba para alguna de las
partes.

En cuanto a dicho incidente, el art. 228 LEC dispone que no se admitirán con carácter general incidentes
de esta naturaleza. Sin embargo, las personas que fueren parte legítima en un proceso o hubieran debido
serlo podrán excepcionalmente solicitar la nulidad de las actuaciones por cualquier vulneración de un
derecho fundamental de los previstos en el art. 53.2 CE, siempre que no hubiera sido posible denunciar
los defectos antes de dictarse la resolución que ponga fin al proceso y que la misma no sea susceptible de
recurso ordinario ni extraordinario.

En cuanto a su naturaleza jurídica, la doctrina sostiene que no se trata propiamente de un incidente sino
que se trata de una acción autónoma de impugnación de resoluciones firmes semejante a la rescisión de
sentencias firmes.

a) Competencia. El órgano competente va a ser aquel que conoció de la resolución que adquirió
firmeza, incluso aunque no fuese el que cometió el defecto causante de la indefensión.
b) Plazo. La nulidad de actuaciones habrá de ser solicitado en el plazo de 20 días a contar desde que
la resolución firme es notificada o bien desde que se tuvo conocimiento del defecto causante de
indefensión. No obstante, existe un plazo absoluto de 5 años desde la notificación de la sentencia
o resolución.
c) Legitimación. Ésta corresponderá a las personas que fueren parte legítima en un proceso o
hubieran debido serlo.
d) Procedimiento. La nulidad de actuaciones se inicia con un escrito, que puede adoptar la forma de
demanda, al que se acompañarán los documentos que acrediten la vulneración del derecho
fundamental en que se funde y los documentos en que se acredite el momento en que se conoció
dicha vulneración.
El tribunal se pronunciará sobre la admisibilidad de la nulidad y, si se cumplen los requisitos, se
admitirá a trámite y se dará traslado a las demás partes para que presenten sus alegaciones en cinco
días. La interposición de la nulidad de actuaciones no suspende automáticamente la eficacia de la
sentencia, aunque el tribunal podrá acordarla previa solicitud de parte. La ley no prevé la
posibilidad de que se abra un periodo probatorio, aunque éste se debe admitir, si fuese procedente,
convocándose a una comparecencia que se debería celebrar según lo dispuesto para la vista del
juicio verbal. El procedimiento finalizará con un auto contra el que no cabrá recurso alguno.
e) Resolución. El auto que se dicte puede tener un doble contenido. Si es desestimatorio, no se
rescindirá la sentencia firme que puso fin al proceso y se impondrá las costas al solicitante. Es
más, podría apreciarse temeridad en quien promovió el incidente, con multa de 90 a 600 euros. Si,
por el contrario, el auto es estimatorio, se reenviarán las actuaciones, reponiéndolas al estado
inmediatamente anterior al defecto y se seguirá el procedimiento legalmente establecido.

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Título II. Proceso de ejecución y medidas cautelares.
Tema 8. Las medidas cautelares y su procedimiento.
I. Concepto y naturaleza jurídica.
Las medidas cautelares, podemos definirlas como aquellas prevenciones que el órgano jurisdiccional puede
adoptar a instancia de parte en el seno de un proceso con el fin de asegurar la efectividad de la sentencia
que pueda dictarse en el mismo. El art. 5.1 LEC, dispone que se podrá pretender ante los Tribunales, entre
otras, la adopción de medidas cautelares.

En cuanto a su finalidad, las medidas cautelares cumplen ordinariamente una función de aseguramiento
consistente en garantizar la efectividad de la sentencia que eventualmente pudiera dictarse en un proceso.
No obstante, en ocasiones, pueden cumplir también una función de anticipación del fallo o de conservación
de situaciones jurídicas en el caso de que se dirijan a mantener el status quo anterior al conflicto.

El art. 721.1 in fine LEC las define como aquellas medidas necesarias para asegurar la efectividad de la
tutela judicial que pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria que se dictase. La LEC contempla las
siguientes características:

• Instrumentalidad respecto del proceso principal, cuyo posible pronunciamiento favorable


pretender asegurar el demandante con la adopción de la medida. De este carácter instrumental
esencial se extraen dos manifestaciones: 1) las medidas cautelares sólo pueden adoptarse si existe
un proceso principal iniciado o a punto de iniciarse; 2) su instrumentalidad también implica su
extinción al finalizar el proceso principal —provisionalidad de las medidas.
• Las medidas también se caracterizan por su finalidad y contenido. Existen dos grandes corrientes
doctrinales divergentes. Partiendo de un concepto estricto de medida cautelar, debemos resaltar su
finalidad de aseguramiento de la futura ejecución forzosa, es decir, sólo tendría sentido para
asegurar un posible pronunciamiento de condena. Consecuencia de esta teoría es su
homogeneidad, es decir, las medidas cautelares deben ser homogéneas a las medidas ejecutivas
que se podrían realizar durante el posterior proceso de ejecución pero no pueden ser idénticas. Esta
corriente niega el carácter autónomo del procedimiento cautelar respecto de los procesos de
declaración y ejecución en los que se integra y trata de asegurar.
Según un concepto amplio, estas suponen una actividad jurisdiccional distinta a la declarativa y a
la ejecutiva. Se afirma que esta actividad implica la existencia de un proceso autónomo. Deben
incluirse en este tipo de tutela, aquellas que aseguren la efectividad de las sentencias de condena,
constitutivas y también las meramente declarativas.

II. Presupuestos (art. 728 LEC).


La LEC regula los presupuestos, con carácter general, para la concesión de medidas cautelares,
independientemente de que existan medidas cautelares que, además de éstos, exijan para su adopción que
concurran otros de carácter más específico.

1) Apariencia de buen derecho o fumus boni iuris (art. 728.2 LEC). En cuanto a dicho requisito
se dispone que el solicitante deberá presentar con su solicitud los datos, argumentos y
justificaciones documentales que permitan al Tribunal realizar un juicio provisional e indiciario
favorable a su pretensión sin necesidad de prejuzgar el fondo del asunto. En defecto de
justificación documental, podrá aportar otros medios de prueba.
La pretensión principal del solicitante deberá fundarse pues en un principio de prueba si bien no
será necesario que dicho principio de prueba alcance a formar una convicción absoluta del Juez
acerca del éxito de dicha pretensión sino que bastará que aquél considere probable su estimación.
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2) Peligro por la mora procesal o periculum in mora (art. 728.1 LEC). El solicitante
deberá acreditar que, en el caso de no acordarse las medidas solicitadas, podría producirse alguna
situación durante la pendencia del proceso que impida o dificulte la efectividad de la tutela que
pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria que eventualmente pudiera recaer.
Sin embargo, el Tribunal no adoptará las medidas cuando el solicitante pretenda alterar una
situación de hecho que hubiera consentido durante largo tiempo a menos que justifique
cumplidamente las razones por las que no hubiera solicitado las medidas anteriormente.
3) Prestación de caución. Las medidas cautelares constituyen una forma de injerencia en el
patrimonio del demandado por lo que será necesario que el solicitante preste caución con el fin de
responder de los perjuicios que pudieran ocasionarse a aquél en el caso de que la medida deba ser
revocada. Por ello se dispone que el solicitante de la medida deberá prestar caución suficiente
para responder de los daños y perjuicios que pudieran causarse al patrimonio del demandado salvo
que la ley disponga otra cosa.
En cuanto al importe, será fijado por el Tribunal función de la naturaleza de la pretensión principal
y la valoración que el propio Tribunal realice acerca del fundamento de la misma, debiendo ser
suficiente para responder de los daños y perjuicios causados al patrimonio del demandado.
La caución podrá prestarse en cualquiera de las formas previstas en el art. 529 LEC, por lo que
se admitirá tanto el depósito de dinero como el aval solidario de duración indefinida y pagadero a
primer requerimiento. El Tribunal podrá dispensar el pago cuando se trate de procedimientos en
que se ejercite la acción de cesación en defensa de los intereses colectivos o los intereses difusos
de los consumidores y usuarios. Para finalizar, cabe señalar que el reconocimiento del derecho a
la asistencia jurídica gratuita no exime del deber de prestar caución.

III. Medidas cautelares específicas (art. 727 LEC).


Aunque en principio pudiera concluirse que solamente son medidas cautelares aquellas que tienen como
finalidad actuar sobre los bienes y derechos del demandado a fin de hacer posible la efectividad de la tutela
judicial que pudiera otorgarse en una eventual sentencia estimatoria, al establecerse que con carácter
temporal, provisional y condicionado el tribunal podrá acordar como tales las que consistan en órdenes y
prohibiciones de contenido similar a lo que se pretenda en el proceso, puede concluirse que se sigue un
numero apertus y en consecuencia son medidas cautelares no solamente las que traten de asegurar el
cumplimiento de una sentencia de condena sino también de una declarativa o constitutiva, en consecuencia
las medidas cautelares que se relacionan en el art. 727 LEC tiene carácter ejemplificativo. Dichas medidas
son:

1. Embargo preventivo. Su finalidad es evitar que durante el proceso el demandado dilapide o alce
sus bienes, haciendo imposible la tutela judicial por ser insolvente, para lo cual se sujetan
determinados bienes o derechos del deudor con el fin de evitar que el mismo se coloque en una
situación de insolvencia que impida la ejecución de la sentencia que pueda dictarse.
La deuda puede ser en moneda nacional o extranjera, pero tiene que ser una deuda vencida y no
sometida a condición, si bien puede darse sobre una condena de futuro. No tiene que ser líquida
pues puede darse en obligaciones de hacer, no hacer o entregar cosa determinada. Lo que hace el
embargo es afectar los bienes a la satisfacción del crédito. Si es un embargo de un bien inmueble
se puede pedir que se anote en el registro.
El embargo tiene por fin asegurar la efectividad de la sentencia que pueda eventualmente
pronunciarse y supone una limitación de las facultades del demandado sobre determinados bienes
pero no de la titularidad de los mismos.
Lo que hace el embargo es afectar los bienes a la satisfacción del crédito. Si es un embargo de un
bien inmueble se puede pedir que se anote en el registro.

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El embargo preventivo tiene por objeto asegurar la ejecución de sentencias por las que se condene
al pago de una cantidad de dinero, frutos, rentas o cosas fungibles computables a dinero, no
obstante, también procederá cuando la medida resulte idónea y no pueda sustituirse por otra
igualmente eficaz y menos gravosa para el demandado.
2. La intervención o administración de bienes productivos. Cuando se pretenda la condena del
demandado a entregar bienes productivos y se trate de mantener o mejorar la productividad o
cuando sea necesario garantizar la productividad de los bienes para asegurar la efectividad de la
condena que pueda recaer. La intervención consiste en el nombramiento de una persona que debe
autorizar los actos de administración del demandado, mientras que la administración consiste en
que dicha persona realice dichos actos. La LEC derogó el decreto 18/1969 que regulaba la
intervención de empresas.
3. El depósito de cosa mueble. Cuando se pretenda la condena del demandado a entregarla y la
misma se encuentre en posesión del demandado. La finalidad que persigue es evitar el deterioro u
ocultación física del bien mueble o incluso su transmisión a un tercero haciéndola irreivindicable.
Puede adoptarse como medida preliminar para preparar el proceso del art. 256 LEC.
4. La formación de inventarios de bienes. Es útil para cuando se vaya a derivar la entrega de un
conjunto de bienes integrantes de un patrimonio, por ej. una herencia.
5. La anotación preventiva de demanda. Cuando ésta se refiera a bienes o derechos susceptibles
de inscripción en Registros públicos. La finalidad que persigue es que un tercero que adquiera el
bien no pueda alegar la buena fe frente a lo que constaba en el registro. El art. 42.1 LH dispone
que podrá pedir anotación preventiva de su derecho en el Registro correspondiente el que
demandare en juicio la propiedad de bienes inmuebles o la constitución, declaración, modificación
o extinción de cualquier derecho real. Aparte de las demandas que se refieran a la propiedad de
bienes inmuebles o la constitución, declaración, modificación o extinción de cualquier derecho
real, también puede pedirse la anotación de aquellas en que se ejerciten acciones que entrañen
trascendencia real ya se trate de acciones reales o personales, como la de revocación de donaciones
por ingratitud del donatario, la de separación de bienes entre cónyuges o la de impugnación de
acuerdos de las sociedades anónimas entre otras.
6. Las demás anotaciones registrales en los casos en que la publicidad registral sea útil, para el
buen fin de la ejecución.
7. El cese provisional una actividad o la abstención temporal de llevar a cabo una conducta o la
prohibición temporal de interrumpir o cesar en la realización de una prestación que viniera
llevándose a cabo. Es una medida anticipatoria del fallo y su finalidad no es solo de aseguramiento
pues da al demandante lo que puede obtener con la sentencia, si bien de una manera provisional y
temporal.
8. La intervención y depósito de ingresos obtenidos mediante una actividad de apariencia ilícita así
como la consignación o depósito de cantidades reclamadas en concepto de remuneración de la
propiedad intelectual. Es una medida similar a un embargo seguido de un depósito en garantía del
mismo.
9. El depósito de obras u objetos que se reputen producidos con infracción de las normas sobre
propiedad intelectual así como del material empleado en su producción.
10. La suspensión de acuerdos sociales impugnados cuando el demandante o los demandantes
representen, al menos, el 1 o 5% del capital social según que la sociedad demandad hubiere emitido
o no valores que, en el momento de la impugnación estuvieren admitidos a negociación en un
mercado secundario oficial.
11. Cualesquiera otras medidas que prevean expresamente las leyes para la protección de
determinados derecho o que se estimen necesarias para asegurar la efectividad de la tutela judicial
que pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria.

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IV. Procedimiento.
Las medidas cautelares deben adoptarse, como regla general, a instancia de parte, salvo lo dispuesto para
los procesos especiales, se puede evitar la adopción de una medida cautelar si el demandado ofrece una
contracautela o caución sustitutoria. La LEC regula su competencia distinguiendo para ello el momento
en que éstas sean solicitadas. Así, si las medidas se solicitan con la demanda o estando pendiente el proceso
principal (art. 723.1 LEC), conocerá de las mismas el tribunal que esté conociendo del asunto en primera
instancia. Si el proceso todavía no hubiera comenzado (art. 723.1 LEC), será competente para su adopción
el que lo fuera para conocer de la demanda principal.

En segunda instancia, o en recursos extraordinarios (art. 723.3 LEC), será competente para su adopción
el tribunal competente en la segunda instancia o el competente para conocer de los citados recursos. Si las
medidas se solicitan durante la pendencia de un proceso arbitral o la formalización judicial del arbitraje
(art. 724 LEC), la competencia se atribuye al juez del lugar donde deba ser ejecutado el laudo arbitral y,
en su defecto, donde dichas medidas produzcan su eficacia. Para la adopción de medidas cautelares en
procesos pendientes ante tribunales extranjeros serán competentes los tribunales españoles si dicha
competencia la tienen atribuida por razón de Tratados y Convenios o por normas europeas que sean de
aplicación o, en su defecto, según lo previsto en la LOPJ.

Momento para solicitar las medidas cautelares. Como regla general las medidas cautelares se
solicitarán:

• con la demanda principal;


• antes de interponer la demanda, siempre que se aleguen razones de urgencia. Si se solicitan y se
adoptan antes de presentar la demanda, las medidas cautelares quedarán sin efecto si en los veinte
días siguientes a su adopción no se presenta la demanda. Si no lo hace, el Letrado de la Admón.
de Justicia, de oficio, dictará decreto alzándolas, condenando en costas al solicitante y declarando
su responsabilidad por los daños y perjuicios que hubiera causado a quien sufrió la adopción de
las medidas.
• También cabe solicitar la adopción de las medidas cautelares después de presentada la demanda e,
incluso, pendiente recurso, pero sólo cuando los hechos y las circunstancias justifiquen la solicitud
en dicho momento.

Forma de solicitud. No se exige para la solicitud de las medidas forma de demanda, aunque sí ha de
cumplir sus requisitos formales. Se exige también claridad, precisión y justificación de la concurrencia de
los presupuestos legales exigidos. La solicitud debe hacerse en forma escrita, y a ella se deberán acompañar
los documentos que acrediten los presupuestos exigidos legalmente y, en su defecto, se ofrecerá la práctica
de otros medios de prueba para su acreditación. Se ofrecerá también la prestación de caución indicando
qué tipo y justificando su importe.

Como regla general, las medidas cautelares se adoptarán previa audiencia de las partes; sin embargo, cabe
su adopción inaudita altera parte, justificando razones de urgencia o efectividad de la medida (art. 733
LEC).

1) Adopción de medidas previa audiencia del demandado. Recibida la solicitud, el Letrado de la


Admón. de Justicia, mediante diligencia y en plazo de 5 días desde la notificación de la solicitud
al demandado, convocará a las partes a una vista, que se celebrará dentro de los 10 días siguientes
(art. 734 LEC). En dicha vista las partes realizarán sus alegaciones y se practicarán las pruebas
que se puedan efectuar, excepto el reconocimiento judicial, que se podrá realizar en los cinco días
siguientes. También se podrán realizar alegaciones respecto al tipo y cuantía de la caución y el
demandado podrá ofrecer caución sustitutoria (art 746-747 LEC).

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Celebrada la vista, el juez resolverá en plazo de cinco días mediante auto y si se otorga la caución
sustitutoria en cualquier manera contemplada por el art. 529.3 LEC, se fijará la forma, tiempo y
cuantía de la misma. Contra el auto estimando la adopción de las medidas cautelares el demandado
podrá interponer recurso de apelación, que no suspenderá los efectos del auto decretando las
medidas cautelares. Si es desestimatorio, el que solicitó las medidas puede recurrir en apelación
(art 736.2 LEC). En ambos casos, contra el auto resolviendo apelación no cabe recurso alguno.
2) Adopción de medidas cautelares sin audiencia del demandado. Sólo se acordará la medida
cautelar sin audiencia previa cuando se acrediten razones de urgencia y peligro respecto a su
efectividad. Para garantizar el principio de contradicción, se permite al demandado que formule
oposición en el plazo de 20 días desde la notificación del auto acordando la medida (art. 739
LEC). La oposición (arts. 740-742 LEC) se tramita mediante un incidente legal que no prevé
motivos específicos de oposición, sino que el demandado puede alegar cualquier hecho y razón
que considere contrario a la adopción de la medida.
El demandado debe presentar su escrito de oposición en forma de demanda. Junto a éste, presentará
los documentos que acrediten los requisitos y los motivos alegados junto con la proposición de
prueba. De este escrito se da traslado por el secretario judicial al solicitante de la medida cautelar
con citación para la vista, que se celebrará en los diez días siguientes. En ella las partes realizarán
sus alegaciones y se practicarán las pruebas pertinentes. También se podrá alegar respecto al tipo
y cuantía de la caución, así como ofrecer caución sustitutoria.
El juez resolverá en plazo de 5 días, en forma de auto, contra el que cabe recurso de apelación sin
efectos suspensivos. Si el juez resuelve a favor del demandado, ordenará el levantamiento de la
medida acordada, condenando al demandante al pago de los daños y perjuicios que su adopción
provocó (art. 742 LEC). Contra el auto desestimatorio, cabrá interponer recurso de apelación.

V. Modificación y alzamiento de las medidas cautelares.


Las medidas cautelares se podrán modificar cuando se aleguen y se prueben hechos y circunstancias que
no se pudieron tener en cuenta a la hora de su adopción o durante el plazo de oposición a las mismas.
Podrán solicitar la modificación tanto el demandante como el demandado por hechos nuevos o
sobrevenidos, o hechos anteriores de los que no tenía conocimiento la parte que solicita su modificación.

El procedimiento para la modificación es el previsto para la solicitud de la medida cautelar con audiencia
previa del demandado. Los arts. 745-746 LEC regulan expresamente el alzamiento de las medidas
cautelares por circunstancias sobrevenidas que afecten a los presupuestos de adopción de la medida.
Podemos distinguir dos momentos esenciales para el alzamiento de las mismas:

a) Tras la sentencia definitiva. Cuando la sentencia sea estimatoria en todas las pretensiones del
demandante, las medidas cautelares se mantienen, excepto que se despache ejecución provisional
(art. 731 LEC). En caso de estimación parcial, el juez decidirá sobre el mantenimiento, alzamiento
o modificación de la medida cautelar a instancia del demandado y previa audiencia de la parte
contraria. El Letrado de la Admón. de Justicia, en cambio, ordenará el alzamiento de las medidas
cautelares adoptadas en caso de sentencia desestimatoria, excepto si la parte que recurre solicita
que se mantengan o solicita la adopción de otra medida diferente en el momento de interponer
recurso contra la sentencia. Tras la audiencia a la parte contraria, el tribunal, al que se dará cuenta
en este caso, podrá mantenerlas atendiendo a la subsistencia de los presupuestos y circunstancias
que justifiquen el mantenimiento o la adopción de dichas medidas (art. 744 LEC).
b) Tras sentencia firme. En caso de sentencia firme absolutoria, las medidas cautelares pierden
sentido y el LAJ debe decretar su alzamiento condenando también al demandante al pago de los
daños y perjuicios ocasionados con la adopción de la medida (art. 745.1 LEC). Si se dicta
sentencia firme estimatoria, las medidas se alzarán cuando se solicite el despacho de la ejecución.

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Tema 9. Los procesos de ejecución: actividad ejecutiva.
I. Concepto y notas características: regulación de la ejecución en la LEC.
Según el art. 117.3 CE, el ejercicio de la potestad jurisdiccional consiste en “juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado”. Esta función de los órganos jurisdiccionales se corresponde con el proceso de declaración y el
proceso de ejecución, respectivamente.

Cabe realizar algunas matizaciones. En primer lugar, no todo proceso de declaración necesariamente va
seguido de un proceso de ejecución, dado que existen sentencias que ponen fin a un proceso de declaración
que no requieren posterior proceso de ejecución. Así, el art. 521 LEC prohíbe expresamente del despacho
de la ejecución de las sentencias meramente declarativas y de las constitutivas. La posible actuación que
pudieran requerir estas resoluciones (art. 522 LEC) es lo que se conoce como ejecución impropia.

En segundo lugar, tampoco todo proceso de ejecución requiere previamente el desarrollo de un proceso
declarativo, pues existen determinados supuestos en que se atribuye fuerza ejecutiva a ciertos
documentos siempre que cumplan los requisitos previstos en las leyes.

En cuanto al proceso civil de ejecución o ejecución civil forzosa, es el instrumento necesario para la
realización del Derecho, de tal modo que a través del proceso de ejecución la persona favorecida por la
sentencia obtiene el mismo resultado que si el condenado cumpliera voluntariamente con su contenido.
Esta actividad ejecutiva se caracteriza por su iniciación necesariamente a instancia de parte. También se
caracteriza el proceso de ejecución porque el órgano jurisdiccional sustituye a la voluntad del ejecutado
entrometiéndose en el patrimonio del mismo, realizando sobre el mismo aquello que éste debía haber
realizado voluntariamente. Son lícitos los pactos que ejecutante y ejecutado hayan hecho.

De todo ello se deduce una serie de limitaciones en la actividad ejecutiva, puesto que el tribunal no puede
hacer más de lo que podría hacer el ejecutado. Por otro lado, el ejecutado puede poner fin al proceso de
ejecución en cualquier momento, cumpliendo lo contenido en el título ejecutivo. Además, las costas del
proceso corren siempre a instancia del ejecutado, salvo excepciones previstas en la ley. La ejecución
finalizará con la total satisfacción del ejecutante.

Por último, no basta con afirmar que el proceso de ejecución no siempre requiere un previo proceso de
declaración, sino que se afirma que dicho proceso de ejecución implica el ejercicio de un derecho procesal
y de un derecho material.

II. Ejecución singular y ejecución concursal. Ejecución propia y ejecución impropia. (Clases
de actividad ejecutiva). Examen
La ejecución singular, en la que rige el principio de prioridad en el tiempo, es aquella en la que la actividad
ejecutiva se dirige sobre bienes determinados del deudor ejecutado. Un acreedor frente a un deudor, tendrá
que existir un título ejecutivo. Mientras que el proceso concursal va dirigido a la totalidad del patrimonio
del deudor, hay comunidad en las pérdidas, puede iniciarse también a instancia del deudor. La ejecución
forzosa universal es la que trae como consecuencia un proceso concursal, pero el proceso concursal no es
un proceso de ejecución universal, ya que, aunque despliega sus efectos sobre todo el patrimonio del
ejecutado, no siempre tiene por qué ser ejecutivo.

Por otro lado, se habla de ejecución propia aquella derivada del incumplimiento de una sentencia firme
de condena independientemente de su naturaleza dineraria o no dineraria. La ejecución propia es el proceso
civil de ejecución. La ejecución impropia hace referencia a la actividad que requieren las sentencias
meramente declarativas y las constitutivas, contra las que no se puede despachar ejecución (art. 521 LEC),
pero que, a veces, para que desplieguen plenos efectos, requieren determinadas medidas, como la
inscripción de la sentencia en el Registro, por ejemplo (art. 522 LEC).
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III. Acción ejecutiva y título ejecutivo.
III.I. Acción ejecutiva.

Partiendo de la teoría concreta de la acción, la acción ejecutiva supone un derecho subjetivo público a
una tutela ejecutiva concreta, es decir, no se tiene derecho a cualquier actuación ejecutiva, sino a unos
actos ejecutivos concretos de los que resulten la completa exacción de la responsabilidad.

La acción civil ejecutiva implica, siempre que se cumplan ciertos presupuestos, el derecho al comienzo
de un proceso de ejecución, y a su desarrollo de manera que el titular de dicho derecho logre un resultado
lo más parecido posible al que hubiera obtenido si el ejecutado hubiera cumplido voluntariamente con el
contenido del título ejecutivo.

El derecho subjetivo público en que consiste la acción civil ejecutiva es distinto de los derechos
subjetivos privados que han sido infringidos por el sujeto pasivo de la ejecución. También hay que
distinguir esta acción ejecutiva de la declarativa, puesto que aquélla no supone una parte de ésta, ya que es
posible solicitar y obtener tutela jurisdiccional ejecutiva sin solicitar previamente la declarativa.

Los presupuestos de la acción ejecutiva son tres:

1. La infracción de un deber jurídico.


2. Una lesión injusta que convierta al que la sufra en legitimado para solicitar la tutela jurisdiccional;
la lesión sufrida debe ser, además, patrimonial o de valoración patrimonial.
3. Un título ejecutivo que acredite suficientemente un deber jurídico.

Lo más normal es que el titular de la acción ejecutiva sea el que haya padecido dicha lesión injusta y tenga
en su poder un título ejecutivo y que la ejercite frente al productor de la lesión. Existe una estrecha relación
entre la acción ejecutiva y el título ejecutivo. Sin embargo, no todo poseedor de un título ejecutivo tiene
acción ejecutiva, pero no se puede tener acción ejecutiva sin título ejecutivo.

Respecto a la relación entre la acción ejecutiva y el comienzo del proceso de ejecución, se puede afirmar
que el comienzo de éste no puede depender de la existencia de la acción ejecutiva. El derecho al proceso
de ejecución depende de la concurrencia de una serie de presupuestos, entre ellos la existencia de un título
ejecutivo y otros presupuestos relativos a los sujetos y a la presentación de la demanda.

Por último, cuando el ejecutante no ha visto satisfechas sus pretensiones, la acción ejecutiva no se
extingue, de tal modo que cabe reanudar el proceso de ejecución si con ello se puede lograr la reparación
del comportamiento ilícito del ejecutado (art. 239 LEC).

III.II. Título ejecutivo (art. 517 LEC).

Generalmente, el título ejecutivo consiste en un documento acreditativo de un acto jurídico que


contiene un deber de prestación y al que la ley le atribuye fuerza ejecutiva. Los documentos ejecutivos
deben cumplir una serie de requisitos:

• Deben servir de base para la imposición de sanciones, acreditando la existencia de un deber


jurídico que, además, ha sido infringido.
• En el título debe constar quién puede solicitar tutela jurisdiccional ejecutiva y frente a quién se
puede solicitar (legitimación activa y pasiva).
• Debe incluir la delimitación del contenido y sentido de la actividad ejecutiva, es decir, la
cantidad de dinero determinada (responsabilidad pecuniaria) o el bien o cosa que deba entregarse
al acreedor en caso de responsabilidad no pecuniaria, por ejemplo.

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El título ejecutivo es presupuesto necesario para iniciar el proceso de ejecución. Si, además, se cumplen
los requisitos en cuanto a las partes (arts. 538-ss. LEC) y se presenta la demanda ejecutiva en forma ante
el tribunal competente (art. 545-ss. LEC), el tribunal dará inicio a la actividad ejecutiva.

Existen documentos que, a pesar de ser necesarios, no son suficientes para dar inicio al proceso de
ejecución, sino que para lograr tal fin requieren otros documentos: es el supuesto de los títulos ejecutivos
complejos, que requieren varios documentos y comportamiento comprobable y comprobado.

IV. Títulos ejecutivos procesales y títulos ejecutivos no procesales. Los títulos ejecutivos
extranjeros (art. 517 LEC). Examen
Debemos clasificar los títulos ejecutivos según se trate de una resolución del órgano jurisdiccional y del
Letrado de la Admón. de Justicia (títulos ejecutivos procesales) o no (títulos ejecutivos no procesales).

IV.I. Títulos ejecutivos procesales (art. 517.2 LEC).

a) Las sentencias firmes de condena (art. 517.2.1º LEC). Resoluciones judiciales que ponen fin al
proceso declarativo resolviendo sobre el fondo del asunto e imponiendo al demandado cumplir
con una determinada prestación. Para que constituyan título ejecutivo se exige que sean firmes,
independientemente de que puedan impugnarse (recurso de revisión, p. ej.). Las sentencias firmes
de condena dineraria, para adquirir la condición de título ejecutivo, deben ser líquidas o fácilmente
liquidables. Las ilíquidas sólo se permiten cuando la liquidación se lleve a cabo en un proceso
declarativo posterior (art. 219.3 in fine LEC).
b) Laudos o resoluciones arbitrales y acuerdos de mediación (art. 517.2.2º LEC). Los primeros
adquieren la condición de título ejecutivo sin haber alcanzado firmeza, sin olvidar que el régimen
de ejecución será diferente según que el laudo sea firme o no. Los acuerdos de mediación, para
adquirir carácter de título ejecutivo, deberán haber sido elevados a escritura pública.
c) Resoluciones judiciales que aprueben u homologuen transacciones judiciales y acuerdos (art.
517.2.3º LEC) logrados en el proceso (acuerdos en la audiencia previa del proceso ordinario).
Incluye el acuerdo o transacción de las partes y la resolución judicial que homologa o aprueba la
transacción. Para que adquiera firmeza, de la transacción debe derivar cualquier tipo de prestación.
d) El auto de cuantía máxima reclamable en concepto de indemnización (art. 517.2.8º LEC),
dictado en los supuestos previstos por la ley en procesos penales incoados por hechos cubiertos
por el Seguro Obligatorio de Responsabilidad civil derivada del uso y circulación de vehículos a
motor. Supone un pronunciamiento de un juez penal cuando el proceso penal termine con sentencia
absolutoria o en caso de fallecimiento.
e) Las resoluciones procesales que, por disposición de la LEC u otra Ley, lleven aparejada
ejecución (art. 517.2.9º LEC). El legislador ha evitado crear una lista cerrada incluyendo esta
norma de remisión general.

IV.II. Títulos ejecutivos no procesales (art. 517.2 LEC).

Dichos títulos tienen que cumplir los requisitos del art. 520 LEC, es decir, tener una cantidad superior a
300 euros y determinada en dinero efectivo, moneda extranjera convertible o cosas computables en dinero,
pudiéndose obtener dicho límite mínimo mediante la acumulación de varios títulos. Dichos títulos son:

a) La primera copia de las escrituras públicas o la segunda si está dada en virtud de


mandamiento judicial y con citación de la persona a quien debe perjudicar, o de su causante, o
se expide con conformidad de todas las partes (art. 517.2.4º LEC). Documento típicamente
notarial que acredita la existencia de un deber de pagar una determinada cantidad de dinero. Sólo
la primera copia adquiere la condición de título ejecutivo.

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b) Las pólizas originales de contratos mercantiles (art. 517.2.5º LEC) firmadas por las partes y
por corredor de comercio colegiado que las intervenga, con tal de que se acompañe certificación
en la que dicho corredor acredite la conformidad de la póliza con los asientos de su libro registro
y la fecha de éstos. Llevará aparejada ejecución el testimonio del original de la póliza que se
conserva en el libro-registro de operaciones del notario, o bien por la copia de la póliza que se
conserva en el protocolo ordinario, autorizado por el notario.
c) Los títulos al portador o nominativos (art. 517.2.6º LEC), legítimamente emitidos, que
representen obligaciones vencidas y los cupones, también vencidos, de dichos títulos, siempre que
los cupones confronten con los títulos y éstos, en todo caso, con los libros talonarios.
d) Los certificados no caducados expedidos por las entidades encargadas de los Registros
contables (art. 517.2.7º LEC) respecto de los valores representados mediante anotaciones en
cuenta a los que se refiere la Ley del Mercado de Valores, siempre que se acompañe copia de la
escritura pública de representación de los valores o, en su caso, de la emisión, cuando tal escritura
sea necesaria, conforme a la legislación vigente. El título ejecutivo lo constituye la certificación
de la anotación en cuenta junto con copia de la EP de representación de valores, o de la emisión.
e) Otros documentos a los que la Ley otorgue expresamente la cualidad de título ejecutivo, porque
expresamente disponga que llevan aparejada la ejecución (art. 512.2.9º LEC).

IV.III. Los títulos ejecutivos extranjeros.

Las resoluciones o documentos con fuerza ejecutiva dictadas por tribunales extranjeros no tienen
directamente eficacia en España. Es necesario que estas resoluciones judiciales se sometan a un control
jurisdiccional para determinar si se les dota o no de eficacia en nuestro territorio. El art. 523 LEC reconoce
fuerza ejecutiva en nuestro territorio a las sentencias firmes y a los demás títulos ejecutivos extranjeros,
regulando, asimismo, el procedimiento que se ha de seguir y diferenciando para ello el convencional del
legal. Hay que mencionar que, por un lado, se puede solicitar el reconocimiento de resoluciones judiciales
extranjeras y, por otro, que, además, se autorice su ejecución. El reconocimiento se refiere a los
presupuestos y requisitos necesarios para que la resolución tenga eficacia en España. La ejecución, por su
parte, no presenta especialidad alguna una vez que ha obtenido previamente el reconocimiento.

IV.III.I. Procedimiento convencional.

Hay que tener en cuenta que son numerosos los convenios internacionales y reglamentos comunitarios
suscritos por España; por tanto, éste régimen convencional es de carácter preferente al régimen interno,
y es autónomo respecto a éste.

Convenios internacionales. España es parte en tres clases de convenios sobre reconocimiento y


ejecución de resoluciones judiciales extranjeras: los convenios multilaterales generales, los
convenios multilaterales específicos y los convenios bilaterales generales.
Reglamentos comunitarios sobre reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales. Son
fundamentalmente tres: Reglamento comunitario 1346/2000 sobre procedimientos de insolvencia;
Reglamento comunitario 2201/2003 sobre competencia, reconocimiento y ejecución de
resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental, y Reglamento
1215/2015 sobre competencia judicial internacional y reconocimiento de decisiones en materia
civil y mercantil.

IV.III.II. Régimen legal interno.

En defecto de reglamento comunitario o de convenio internacional será de aplicación el procedimiento de


la ley de cooperación judicial internacional en materia civil. Este procedimiento comprende, a su vez, dos
tipos de procedimientos: el sistema de reciprocidad y el de condiciones o de control interno
independiente, que se aplican con carácter subsidiario.
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El procedimiento resulta aplicable sólo a las resoluciones firmes derivadas de procesos contenciosos,
aunque también a las resoluciones extranjeras definitivas adoptadas en un procedimiento de jurisdicción
voluntaria.

Reconocimiento. Se reconocerán en España las resoluciones extranjeras que cumplan con los requisitos
previstos en la Ley 29/2015. En virtud del reconocimiento la resolución podrá producir en España los
mismos efectos que en el Estado de origen. No se reconocerán las resoluciones:

Contrarias al orden público.


Dictadas con manifiesta infracción de los derechos de defensa de cualquier de las partes.
Que se hubieren pronunciado sobre una materia respecto a la cual fueren exclusivamente
competente los órganos jurisdiccionales españoles o, respecto al resto de materias, si la
competencia del juez de origen no obedeciere a una conexión razonable.
Que fueran inconciliables con una resolución dictada en España o con una resolución dictada con
anterioridad en otro Estado.
Cuando existiera un litigio pendiente en España entre las mismas partes y con el mismo objeto.

En ningún caso la resolución extranjera podrá ser objeto de una revisión en cuanto al fondo.

En lo que respecta al procedimiento, la competencia para conocer de las solicitudes de exequátur


corresponde a los Juzgados de primera instancia del domicilio de la parte frente a la que se solicita el
reconocimiento o ejecución, o de la persona a quien se refieren los efectos de la resolución judicial
extranjera, aunque existen formas subsidiarias de determinar la competencia territorial. También podrán
ser competentes los Juzgados de lo Mercantil.

El procedimiento, en el que las partes deberán estar representadas por procurador y abogado, se iniciará
mediante demanda con forma del art. 399 LEC, a la que se podrá acumular la solicitud de ejecución. Podrá
solicitarse la adopción de medidas cautelares, y la demanda se habrá de dirigir a aquella parte o partes
frente a las que se quiera hacer valer la resolución judicial extranjera. Admitida por el Secretario judicial,
éste dará traslado a la parte demandada para que se oponga en plazo de treinta días. Formalizada la
oposición o transcurrido el plazo, el órgano jurisdiccional resolverá mediante auto en plazo de diez días.
El Ministerio Fiscal intervendrá siempre en estos procesos. Contra el auto de exequátur sólo cabe
interponer recurso de apelación (extraordinario por infracción y casación en 2ª Inst.).

V. Título ejecutivo europeo.


El título ejecutivo europeo, se puede definir como un sistema dirigido a la ejecución inmediata de
determinados títulos extranjeros no impugnados sin necesidad de procedimiento previo alguno, y se
encuentra regulado en el Reg. 805/2004 UE. Se aplica solamente a créditos de naturaleza civil o mercantil,
excepto estado y capacidad de las personas físicas, régimen económico matrimonial, testamentos,
sucesiones, así como cuestiones fiscales, aduaneras, administrativas, seguridad social y arbitraje.

Sólo podrán obtener la certificación como título ejecutivo europeo aquellas resoluciones y documentos con
fuerza ejecutiva que contengan una deuda dineraria, líquida y exigible. Además, sólo podrán obtener la
certificación las resoluciones y documentos con fuerza ejecutiva sobre créditos no impugnados: aquellos
con los que el deudor haya manifestado expresamente su acuerdo; o que el deudor no haya impugnado
nunca; o si el deudor no ha comparecido ni ha sido representado en la vista relativa al crédito después de
haberlo impugnado inicialmente; o, por último, si ha sido aceptado expresamente por el deudor en
documento público con fuerza ejecutiva.

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El régimen jurídico varía si se trata de resoluciones judiciales, por un lado, o de transacciones judiciales y
documentos públicos, por otro. En el caso de las resoluciones judiciales, el título ejecutivo se integra con
la propia resolución judicial, siempre que sea ejecutiva en el estado de emisión, junto a la certificación
como título ejecutivo europeo.

El título ejecutivo europeo se integrará, por su parte, con la transacción judicial con fuerza ejecutiva en
el Estado donde ésta se llevara a cabo, que irá igualmente acompañada de la certificación de dicha
transacción como título ejecutivo europeo. Por último, en el caso de los documentos públicos con fuerza
ejecutiva, el título ejecutivo europeo se integrará con dichos documentos más la certificación del título
ejecutivo europeo emitida por los órganos que, según el Derecho interno del país de origen, estén
habilitados para ello.

En cuanto a la ejecución del título, en primer lugar, debemos señalar que el procedimiento de ejecución se
desarrollará atendiendo a las normas del Estado de ejecución. No se prevé la posibilidad de impugnar la
ejecución del título ejecutivo europeo en cuanto al fondo, pues, una vez obtenida la certificación, queda
acreditada la fuerza ejecutiva. No obstante, se prevé una excepción para las resoluciones judiciales que se
pretendan ejecutar en otro Estado miembro distinto del de emisión y resulte incompatible con resolución
judicial anterior.

VI. La ejecución provisional (arts. 524-537 LEC).


VI.I. Concepto y fundamento.

Aquella actividad procesal que tiene por objeto la ejecución inmediata de una sentencia condenatoria no
firme y que queda condicionada a que dicha sentencia alcance firmeza.

No hay que confundir la ejecutabilidad con la firmeza, pudiéndose dar una sin la otra, así, mientras que
hay resoluciones judiciales firmes que no son ejecutables (por ej. una sentencia que no entre en el fondo o
las sentencias declarativas o constitutivas, en las que se habla de ejecución impropia) hay otras que no
siendo firmes son ejecutables.

La ejecutabilidad de una sentencia firme deriva directamente de la CE como parte del derecho a la tutela
judicial efectiva, sin embargo para que sean susceptibles de ejecución, requieren el carácter de firmeza. El
legislador va a permitir en determinados supuestos la ejecución forzosa de resoluciones que todavía no han
adquirido firmeza. En estos casos dicha ejecución será, en todo caso, provisional, pues la sentencia puede
ser objeto de modificación. No podemos olvidar que se trata de simple política legislativa, no existe un
derecho constitucional a ejecutar sentencias definitivas.

VI.II. Resoluciones susceptibles de ejecución provisional (art. 524.2 LEC).

Se podrán ejecutar provisionalmente las sentencias de condena que no sean firmes. Se excluyen, por tanto,
las sentencias meramente declarativas y las sentencias constitutivas, que no son susceptibles, en general,
de ejecución forzosa, sino de impropia. Además, aunque la Ley diga expresamente sentencias de condena,
se entiende que también son susceptibles de ejecución provisional los autos no firmes. El art. 525 LEC
determina que no son provisionalmente ejecutables:

a) Las sentencias dictadas en los procesos sobre paternidad, maternidad, filiación, nulidad de
matrimonio, separación y divorcio, capacidad y estado civil, oposición a las resoluciones
administrativas en materia de protección de menores, así como sobre las medidas relativas a la
restitución o retorno de menores en los supuestos de sustracción internacional y derechos
honoríficos, salvo los pronunciamientos que regulen las obligaciones y relaciones patrimoniales
relacionadas con lo que sea objeto principal del proceso. Se trata de sentencias meramente
declarativas y constitutivas y no pueden ser objeto de ejecución provisional, solo de la impropia.

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b) Las sentencias que condenen a emitir una declaración de voluntad. Las sentencias de este tipo se
hallan incluidas entre las sentencias de condena de hacer y tienen un régimen especial de ejecución
(art. 708 LEC).
c) Las sentencias que declaren la nulidad o caducidad de títulos de propiedad industrial.
d) Las sentencias extranjeras no firmes, salvo que expresamente se disponga lo contrario en los
Tratados Internacionales vigentes en España. Recordar que el Reg. 44/2001 permite la ejecución
provisional de las decisiones judiciales extranjeras.
e) Los pronunciamientos de carácter indemnizatorio de las sentencias que declaren la vulneración
de los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Ya que favorece
al demandado en tanto en cuanto la ejecución provisional afectaría al derecho a la libertad de
expresión en el caso de que el condenado no tenga recursos económicos para hacer frente.

VI.III. Procedimiento.

El procedimiento para la ejecución provisional se regirá supletoriamente por las normas previstas para la
ejecución forzosa ordinaria (art. 524.2 LEC). Por otro lado, la ejecución provisional no sólo es posible
frente a sentencias definitivas dictadas en primera instancia, sino también frente a las dictadas en segunda
instancia. En los arts. 524-537 LEC se prevé un procedimiento pormenorizado.

Competencia (arts. 524.2 y 535.2.2º LEC). Atribuida al tribunal competente para la ejecución ordinaria,
es decir, el tribunal que haya conocido del asunto en primera instancia, con independencia de que la
sentencia ejecutada provisionalmente haya sido dictada en primera o segunda instancia. Esta norma se ve
reforzada por lo previsto para el recurso de apelación (art. 462 LEC): el tribunal que dictó la resolución
recurrida sólo podrá realizar, entre otras, las actuaciones relativas a la ejecución provisional de la
resolución apelada.

Legitimación (art. 526 LEC). La tienen reconocida aquellos que hayan obtenido un pronunciamiento
favorable en sentencia de condena. Así, ambas partes pueden estar legitimadas para instar la ejecución
provisional en caso de vencimientos parciales.

Solicitud de la ejecución provisional. Se realizará por persona legitimada ante el tribunal competente en
forma de demanda o por simple solicitud. La ley remite a lo previsto para la demanda ejecutiva (art. 549
LEC). La demanda deberá ser suscrita por letrado y procurador e ir acompañada de los documentos del
art. 550 LEC. Se puede solicitar en cualquier momento desde la notificación de la resolución que tenga
por interpuesto el recurso de apelación o desde el traslado a la parte apelante del escrito del apelado
adhiriéndose al recurso, y siempre antes de que recaiga sentencia resolviendo dicho recurso.

Si la solicitud se formula antes de la remisión de los autos al tribunal competente para resolver en apelación,
el Letrado de la Admón. de Justicia expedirá testimonio de lo que sea necesario para la ejecución. Si se
formula después, el solicitante tendrá que obtener previamente de éste dicho testimonio y acompañarlo a
la solicitud.

Se podrá solicitar la ejecución provisional en segunda instancia en cualquier momento desde la notificación
de la resolución que tenga por preparado el recurso extraordinario por infracción procesal o el de casación,
siempre antes de la sentencia resolviendo dichos recursos. El solicitante deberá acompañar la certificación
de la sentencia cuya ejecución provisional se pretende y un testimonio de cuantos particulares se estimen
necesarios (art. 535.2 LEC).

Despacho de la ejecución. Solicitada en tiempo y forma, el tribunal tendrá que despachar ejecución,
excepto si la sentencia no contuviera un pronunciamiento de condena favorable al solicitante o si solicitara
la ejecución provisional de algunas de las resoluciones a las que el art. 525 LEC excluye de ser
provisionalmente ejecutables.

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Si el juez deniega el despacho lo hará por medio de auto susceptible de apelación con tramitación preferente
(art. 527.3-527.4 LEC). El tribunal podrá denegar la ejecución cuando falte algún otro presupuesto. Si
éste fuera subsanable, dará un plazo para la subsanación. Cuando se den todos los presupuestos, el juez
dictará auto despachando la ejecución contra el que no cabe recurso. Sin embargo, en el plazo de 5 días
desde la notificación, el ejecutado podrá formular oposición (art. 527.4 LEC).

VI.IV. Oposición.

El ejecutado podrá formular oposición en el plazo de 5 días desde la notificación del auto despachando
ejecución. Los motivos por los cuales el ejecutado puede presentar su escrito de oposición varían según
que la sentencia sea de condena dineraria o no dineraria; además, existen motivos comunes a toda
oposición.

VI.IV.I. Motivos.

Comunes a toda oposición. El ejecutado se puede oponer a la ejecución provisional denunciando


que la sentencia no sea provisionalmente ejecutable o que no contenga un pronunciamiento de
condena a favor del solicitante (art. 527 LEC). No obstante, hay que entender que cabrá oposición
por parte del ejecutado cuando se hayan vulnerado los requisitos sobre la solicitud y despacho de
la ejecución.
Si se ejecutó provisionalmente una sentencia infringiendo el art. 527 LEC, se tendrá que
suspender la ejecución y, como consecuencia, anular todas las actuaciones ejecutivas realizadas
con el consiguiente levantamiento de embargo (art. 530.1 LEC).
Asimismo, se prevé la existencia de pactos o transacciones que se hubieran convenido y
documentado en el proceso para evitar la ejecución provisional. En este caso, la oposición se
tramitará conforme a lo previsto para la ejecución ordinaria (art. 528.4 LEC).
Motivos de oposición a la ejecución provisional de condenas no dinerarias. Imposibilidad o
extrema dificultad de restaurar la situación anterior a la ejecución provisional o compensar
económicamente al ejecutado resarciéndole por los daños y perjuicios que la ejecución provisional
le pudiera ocasionar si la sentencia fuera posteriormente revocada (art. 528.2.2º LEC). También
podrá el ejecutado fundar su oposición en el cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, siempre
que lo justifique documentalmente.
Motivos de oposición a la ejecución provisional de condenas dinerarias. El ejecutado podrá
oponerse a actuaciones ejecutivas concretas del procedimiento de apremio, siempre y cuando
entienda que esas actuaciones pueden causar una situación absolutamente imposible de restaurar
o de compensar económicamente mediante el resarcimiento de daños y perjuicios. El ejecutado
deberá indicar otras medidas ejecutivas posibles que no causen los efectos perjudiciales citados.
También debe prestar caución para responder de la demora en la ejecución si las medidas
alternativas no son aceptadas por el tribunal y se confirmara la sentencia de condena dineraria. Si
el ejecutado no indica tales medidas alternativas ni ofrece prestar caución, no podrá ser admitida
su oposición a la ejecución provisional y así se decretará por el secretario judicial. Contra este
decreto cabe recurso directo de revisión sin efectos suspensivos. La LEC también permite al
ejecutado fundar su oposición en el pago, que tendrá que justificar documentalmente.

VI.IV.II. Procedimiento de la oposición.

El ejecutado presentará el escrito de oposición ante el tribunal encargado de la ejecución dentro de los 5
días siguientes a la notificación de la resolución que acuerda el despacho de la ejecución (art. 529.1 LEC).
Se dará traslado al ejecutante para que, en plazo de 5 días, alegue lo que considere oportuno (art. 529.2
LEC).

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En caso de oposición a la ejecución de una sentencia de condena no dineraria, el ejecutante podrá ofrecer
caución suficiente para garantizar la compensación o restauración. Tras las alegaciones de las partes, el
tribunal resolverá sobre la oposición a la ejecución provisional. Si el juez estima la oposición basada en
motivos comunes (art. 527 LEC), dictará auto declarando no haber lugar a la ejecución provisional y se
alzarán las medidas que se hubieran podido adoptar. Lógicamente, si se desestima la oposición, el auto
acordado mandará continuar con la ejecución provisional.

El auto estimando la oposición a la ejecución provisional de condena no dineraria dejará en suspenso la


ejecución. Sin embargo, se mantienen los embargos y medidas de garantía que se hubieren adoptado. Si el
juez desestima la oposición de condenas no dinerarias aceptando el ofrecimiento de caución del ejecutante
y fijando su cuantía y cualidad en el propio auto, la ejecución provisional continuará.

Si la oposición es a medidas ejecutivas concretas, en la ejecución provisional de condenas dinerarias, el


juez dictará auto estimando la oposición si considera posibles y de similar eficacia las medidas alternativas
señaladas por el ejecutado o si considera suficiente la caución ofrecida, cuando además considera que
exista una absoluta imposibilidad de restaurar la situación anterior a la ejecución o de compensar
económicamente. Podrá el juez, pues: 1) aceptar las medidas alternativas propuestas por el ejecutado,
revocando las medidas ejecutivas adoptadas; 2) denegar dichas medidas pero aceptar la caución ofrecida
por el ejecutado, se revocará la concreta actividad ejecutiva y no se sustituirá. En caso de desestimar la
oposición de condenas dinerarias, la ejecución continuará su curso.

VI.V. Suspensión de la ejecución provisional.

El ejecutado podrá solicitar la suspensión de la ejecución provisional en caso de condenas dinerarias


líquidas en cualquier momento, con independencia de que se haya opuesto previamente (art. 531 LEC).
Para ello tiene que entregar al ejecutante la cantidad por la que se despachó ejecución, más los intereses
que correspondan y las costas. En caso de condenas ilíquidas, sólo cabe suspensión con posterioridad a la
liquidación de la condena por medio del incidente de los arts. 712 y ss. LEC.

De esta suspensión se encargará el Letrado de la Admón. de Justicia mediante decreto y, tras la puesta a
disposición del juzgado de la cantidad de dinero a la que fue condenado el ejecutado, más los intereses y
las costas, también el LAJ decidirá sobre la continuación o el archivo de la ejecución. Contra este decreto
cabe recurso directo de revisión (art. 531 LEC).

VI.VI. Revocación o confirmación de la sentencia provisionalmente ejecutada.

La ejecución va a depender de la resolución de un recurso, confirmando o revocando la sentencia


provisionalmente ejecutada. En caso de confirmación de la sentencia, hay que distinguir, por un lado,
según que la sentencia confirmatoria devenga firme o no y, por otro, según que la sentencia sea total o
parcialmente confirmatoria. Si la sentencia confirmatoria adquiere firmeza, la ejecución provisional
continúa pero con el carácter de definitiva. Por el contrario, si la sentencia confirmatoria no es firme
porque es objeto de recurso, la ejecución sigue tramitándose como tal, es decir, como ejecución provisional.
En caso de que la sentencia sea parcialmente confirmatoria, continúa la ejecución sobre la parte de la
condena que ha sido confirmada.

Los problemas surgen en el caso de revocación de sentencias, trae como consecuencia la restitución o la
compensación económica al ejecutado. Distinguimos según que la condena sea dineraria o no dineraria.

a) Revocación de condenas al pago de cantidad de dinero. Si la revocación es total y la sentencia


es firme, se sobresee por el Letrado de la Admón. de Justicia la ejecución provisional, de tal modo
que el ejecutante devolverá al ejecutado la cantidad que recibió. Si el ejecutado hubiera hecho
pago de las costas, dichas cantidades también se las devolverá el ejecutante junto con el
resarcimiento por los daños y perjuicios (art. 533.1 LEC).
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En caso de revocación parcial, el ejecutante sólo devolverá la diferencia entre la cuantía que
hubiera percibido y la que resulte de la confirmación parcial, más el tipo de interés legal del dinero
aplicado a dicha diferencia anualmente desde el momento en que lo percibió (art. 533.2 LEC).
Se podrá acudir a la vía de apremio para solicitar ambas cantidades ante el tribunal que despachó
la ejecución provisional cuando la sentencia revocatoria no sea firme. Es decir, que, cuando la
sentencia sea a su vez recurrida por el ejecutante provisional, el que fue ejecutado y ahora tiene
una sentencia de condena a su favor puede, a su vez, solicitar la ejecución provisional de ésta. El
ahora ejecutado provisionalmente podrá oponerse a las actividades ejecutivas concretas.
b) Revocación de condenas no dinerarias. El art. 534 LEC distingue los siguientes supuestos:
a. Si se trata de revocación de sentencias de condena a la entrega de un bien determinado,
el ejecutante tendrá que devolvérselo al ejecutado junto con las rentas o frutos, o el valor
pecuniario de su utilización. Si dicha restitución resulta imposible, el ejecutado puede
pedir que se le indemnicen los daños y perjuicios.
b. Si la condena es a hacer y ésta se ha realizado, el ejecutado podrá solicitar que se deshaga
lo hecho y una indemnización por los daños y perjuicios causados.
También la ley prevé la posibilidad de la revocación provisional de la condena no dineraria e
igualmente ofrece al ejecutado la posibilidad de revocar lo provisionalmente ejecutado. Al mismo
tiempo, el ejecutante podrá presentar escrito de oposición a dicha revocación provisional según el
art. 528 LEC.

VI.VII. Ejecución de sentencias de condena dictadas en segunda instancia.

Ésta se ajustará a lo dispuesto en los artículos anteriores, pudiendo interesarse la ejecución en cualquier
momento pero siempre antes de que haya recaído sentencia en el recurso.

Dicha solicitud se dirigirá al Tribunal que hubiere conocido del proceso. Si la confirmación se extendiese
a todos los pronunciamientos la ejecución proseguirá como definitiva. Sin embargo, si la sentencia fuese
revocada, se estará a las normas de los arts. 533 y 534 LEC.

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Tema 10. El proceso de ejecución ordinario.
I. Normas de competencia en la ejecución (arts. 545-547 LEC).
La ejecución forzosa es una actividad que corresponde exclusivamente al Estado y que ha de realizarse a
través de un proceso, por lo que es preciso delimitar con claridad la competencia, para ello se establecen
en el art. 545 LEC las siguientes reglas generales:

Ejecución de resoluciones procesales, transacciones y acuerdos homologados, conocerá el


Tribunal que conoció el asunto en 1ª instancia o el que homologó o aprobó la transacción o
acuerdo. Se trata de una norma de competencia funcional.
Ejecución de laudos arbitrales o acuerdos de mediación, conocerá el juzgado de 1ª instancia
del lugar en que se dictó el laudo o se firmó el acuerdo de mediación. La competencia para el
reconocimiento de los laudos arbitrales extranjeros corresponde a la Sala de lo Civil y de lo Penal
del TSJ de la Comunidad Autónoma del domicilio o lugar de residencia de la parte frente a la que
se solicita el reconocimiento o del domicilio de la persona a quien se refieren los efectos de
aquéllos, existiendo formas subsidiarias de determinar la competencia territorial. La ejecución
corresponderá al Juzgado de 1ª Instancia con arreglo a los mismos.
Ejecución de títulos extrajudiciales. Corresponde a los Juzgados de primera instancia. Para la
competencia territorial el legislador da a elegir al ejecutante entre diferentes fueros:
o Los previstos en los arts. 50 y 51 LEC con carácter general;
o El lugar del cumplimiento de la obligación, según el título;
o Ante el de cualquier lugar en que se encuentren bienes del ejecutado que puedan ser
embargados;
o Si son varios los ejecutados, la competencia se atribuye al tribunal que, con arreglo a lo
anterior, lo sea respecto de cualquier ejecutado, a elección también del ejecutante.

Se prohíbe expresamente la sumisión expresa y tácita. En los procesos de ejecución sobre bienes
especialmente hipotecados o pignorados, la competencia se determinará según lo dispuesto en el art.
684 LEC. Por el contrario, para la determinación de la competencia en procesos de ejecución basados en
el auto de cuantía máxima hay que partir de las normas de ejecución basada en títulos no judiciales.

I.I. Tratamiento procesal.

La falta de competencia puede denunciarse:

a) De oficio (art. 546.1 LEC). El tribunal examinará de oficio su competencia territorial y, si


entendiere que no es competente, lo declarará así, señalando el Tribunal al que deba dirigirse la
demanda; una vez despachada la ejecución, el Tribunal no podrá revisar de oficio dicha
competencia. Esto podrá recurrirse en apelación (art. 552.2 LEC).
b) A instancia de parte. El ejecutado podrá proponer declinatoria en el plazo de 5 días desde la
primera notificación. El procedimiento seguirá los trámites ordinarios (art. 547 LEC).

II. Partes de la ejecución en sentido estricto. Supuestos especiales del art. 538 LEC.
Son partes en el proceso de ejecución las personas que solicitan el despacho de la ejecución y aquéllas
frente a las cuales se despacha la misma. Puede haber terceros, que son aquellos que no siendo parte en la
ejecución, ésta les puede afectar en sus derechos, al igual que existen supuestos en que la condición de
parte se reconoce a otras personas distintas.

La demanda de ejecución debe de identificar a las partes y estas deben personarse en forma, si bien el
ejecutado, puede personarse en cualquier momento pues no se le emplaza.

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En todo caso, deben de tener la postulación necesaria excepto en dos casos:

1. Si no era necesaria en el proceso.


2. Si es un procedimiento monitorio sin oposición y por menos de 2.000 euros.

La legitimación, como regla general, viene determinada en el título ejecutivo, de modo que el órgano
jurisdiccional no despachará ejecución a instancia de quien no aparezca legitimado en el título —
legitimación activa— ni frente a quien no conste como legitimado en el mismo —legitimación pasiva (art.
538.2 LEC). No obstante, el art. 519 LEC articula un supuesto de extensión de la legitimación activa:
aquellas personas que no constan en la sentencia de condena cuando se trate de condenas de consumidores
y usuarios sin determinación (arts. 11 y 221 LEC). También se prevé la ampliación de la legitimación
pasiva, ya que se podrá despachar ejecución frente a quien no conste en el título ejecutivo como deudor
(art. 538.2 LEC) en una serie de supuestos:

a) Quien responda personalmente de la deuda, ya sea por disposición legal o en virtud de


afianzamiento acreditado mediante documento público.
b) El propietario de los bienes especialmente afectos al pago de la duda en cuya virtud se procede,
siempre que dicha afección sea legal o venga acreditada por documento fehaciente. La ejecución
se despachará sobre los bienes especialmente afectos.

II.I. Legitimación en caso de sucesión (art. 540 LEC).

Se extiende tanto la legitimación activa como la pasiva a los sucesores de los que figuren en el título
ejecutivo como ejecutante y ejecutado. Si la sucesión se acredita con documentación fehaciente ante el
tribunal y éste los considera suficientes, despachará ejecución a favor o frente al que conste como sucesor.
Si no resultara acreditada dicha sucesión, el tribunal mandará al Letrado de la Admón. de Justicia que dé
traslado de la petición que deduzca el ejecutante o ejecutado cuya sucesión se haya producido, a quien
conste como ejecutado o ejecutante en el título y a quien se pretenda que es su sucesor, dándoles audiencia.
Tras las alegaciones, o transcurridos 15 días, el tribunal decidirá lo que proceda.

Dado que la resolución de este incidente sobre sucesión en el ejecutante o en el ejecutado tiene valor a los
meros efectos del despacho de la ejecución, si ésta se llevara a cabo, el ejecutado podrá oponerse a la
ejecución impugnando la falta de sucesión. Por otro lado, si se denegase el despacho de la ejecución, el
ejecutante podrá acudir al proceso declarativo ordinario según la cuantía para discutir sobre la sucesión.

II.II. Ejecución en bienes gananciales (art. 541 LEC).

Se prohíbe el despacho de la ejecución frente la comunidad de bienes gananciales (art. 541 LEC), es decir,
la ejecución deberá ir dirigida frente a los bienes del cónyuge que aparezca como deudor en el título
ejecutivo.

En el caso de que la ejecución vaya dirigida contra deudas que ha contraído únicamente uno de los
cónyuges, pero de las que responde la sociedad de gananciales, la demanda ejecutiva irá dirigida
únicamente frente al cónyuge deudor. Sin embargo, el embargo de bienes gananciales debe ser notificado
a ambos cónyuges. El cónyuge no deudor dispondrá del plazo ordinario para oponerse a la ejecución por
los mismos motivos que el ejecutado, y además podrá alegar que la ejecución no debe dirigirse frente a los
bienes gananciales, pudiendo solicitar la disolución de los gananciales si no resulta acreditada la
responsabilidad de la sociedad de gananciales.

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En el supuesto de que la ejecución se despache frente a deudas propias de uno de los cónyuges y se persigan
bienes comunes, pero por falta o insuficiencia de bienes privativos del deudor, además de notificar al
cónyuge no deudor del embargo, éste podrá optar por pedir la disolución de la sociedad de gananciales, y
el tribunal, oídos los cónyuges, decidirá sobre la misma, pudiendo ordenar que se lleve a cabo a través del
procedimiento de liquidación del régimen matrimonial, que suspende la ejecución durante la tramitación.

Además, el cónyuge no deudor puede interponer los recursos y medios de impugnación de los que
dispone el cónyuge ejecutado para defender la comunidad de gananciales.

II.III. Ejecución frente al deudor solidario (art. 542 LEC).

Se despachará ejecución únicamente contra quien aparezca en el título ejecutivo como deudor. Es decir,
no se podrá despachar ejecución frente a los deudores solidarios que no hayan sido parte en el proceso
declarativo previo o en el proceso arbitral y no consten en la resolución (art. 542.1 LEC). En estos
supuestos se garantizará la deuda en su conjunto con todos los bienes embargados de dichos deudores
solidarios ejecutados.

Si en el título ejecutivo constan varios deudores solidarios, el ejecutante podrá solicitar el despacho de la
ejecución por el importe de la deuda junto con los intereses y costas frente a uno, varios o todos ellos (art.
542.3 LEC).

En caso de que el título ejecutivo no fuera judicial, sólo se permite el despacho de la ejecución frente al
deudor solidario que aparezca como tal en el mismo o en otro documento acreditativo de la solidaridad de
la deuda y que tenga atribuida por ley fuerza ejecutiva (art. 542.2 LEC).

II.IV. Asociaciones o entidades temporales (art. 543 LEC).

En caso de aparecer como deudores en el título ejecutivo una asociación o entidad temporal, cabe despachar
ejecución frente a la agrupación en cuestión y también, aunque no aparezcan en el título como deudores,
frente a sus socios, miembros o integrantes. En este último supuesto se exige que respondan
solidariamente de los actos de la agrupación, independientemente de que la solidaridad sea legal o pactada
(art. 543 LEC). También, si la responsabilidad no es solidaria sino subsidiaria por disposición legal, será
posible despachar ejecución frente a los miembros de la agrupación.

II.V. Entidades sin personalidad jurídica (art. 544 LEC).

Cabe solicitar directamente el despacho de la ejecución frente al ente sin personalidad. Sin embargo, se
extiende la legitimación activa a sujetos que no aparecen como deudores en el título ejecutivo: se podrá
despachar la ejecución frente a los socios, miembros o gestores que actuaron en nombre de la entidad,
siempre que se acredite la condición de socio, miembro o gestor y su actuación frente a terceros en nombre
de la entidad (art. 544 LEC).

Este régimen no resultará aplicable a las comunidades de propietarios de inmuebles en régimen de


propiedad horizontal, que sólo admite despacho de la ejecución contra la propia comunidad representada
por su presidente. Para poder dirigir la ejecución frente a estos, es necesario que la demanda del proceso
de declaración también se dirigiera frente a ellos y en la sentencia resultaran también condenados (art. 22
LPH). Hay que tener en cuenta que la responsabilidad de los comuneros es de carácter subsidiario y resulta
necesario requerirles previamente de pago y que el requerido de pago tenga la posibilidad de oponerse a la
ejecución acreditando que no tiene pendiente ninguna cuota de la comunidad en el momento del
requerimiento.

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II.VI. Pluralidad de partes en el proceso de ejecución.

Cuando existe una pluralidad de ejecutantes o ejecutados, ya sea por una previa pluralidad de partes en el
proceso de declaración anterior o como consecuencia de un título ejecutivo extrajudicial en el que constan
varios acreedores y/o deudores, distinguimos varios supuestos. Si existe una pluralidad de ejecutantes,
distinguimos:

a) Que dicha pluralidad provenga de la actuación conjunta como demandantes en el proceso previo
de declaración o que consten como acreedores en el título ejecutivo y sean acreedores de una
misma deuda.
b) Que la pluralidad sea consecuencia de una acumulación de ejecuciones. Para acumular procesos
de ejecución de varios acreedores frente a un deudor, lo tiene que solicitar cualquiera de los
ejecutantes (arts. 74-ss LEC) y que el secretario judicial competente para conocer del proceso
más antiguo considere que es lo más beneficioso para todos los acreedores (art. 555.2 LEC).
c) Las tercerías de mejor derecho también dan lugar a una pluralidad de ejecutantes, pues permiten
la entrada en el proceso de ejecución, como ejecutante, a un acreedor que no es el que inició el
proceso y que, además, intenta cobrar con carácter preferente al que lo inició.

La pluralidad de ejecutados no plantea problema alguno. Puede ser consecuencia del despacho de la
ejecución frente a varios condenados o puede incluso producirse una vez iniciado el proceso; sería el
supuesto del propietario de un bien especialmente afecto al pago de la deuda. También daría lugar a una
pluralidad de ejecutados la petición de personación en el proceso del tercer poseedor (art. 538.2 y 662
LEC).

II.VII. Los terceros en el proceso de ejecución.

Aquellos terceros que, no siendo partes del proceso de ejecución, tienen algún tipo de interés en el mismo
y se encuentran en una situación que el legislador considera que debe proteger, articulando mecanismos
para ello. Son, por tanto, aquellas personas que, sin ser parte del proceso de ejecución, son dueños de
los bienes que han quedado afectos a la ejecución.

Hemos de distinguir dos supuestos. Por un lado, aquellos terceros que han visto embargados sus bienes
de forma errónea. En este caso, cuando ha habido un error en la apreciación de loa propiedad sobre la
que se realiza la actividad ejecutiva, el legislador articula la llamada tercería de dominio. Por otro lado,
cuando el bien embargado no pertenece al ejecutado, pero es un bien especialmente afecto al pago de la
deuda, el tercero no tiene derecho a evitar la ejecución: hablamos de los terceros poseedores de bienes
hipotecados (art. 538.3 LEC). Si el ejecutante, al interponer su demanda ejecutiva, tiene conocimiento de
la adquisición del bien del deudor por un tercero, entonces la dirigirá solicitando el despacho de la
ejecución frente al tercero que adquirió el bien gravado (art. 538.2.3 LEC). Si, como en la mayoría de los
casos, no es consciente de la adquisición, solicitará el despacho de la ejecución frente al deudor con
independencia de que, una vez iniciada la actividad ejecutiva, su verdadero propietario pueda personarse
y hacer uso de los medios de defensa que correspondan al ejecutado.

Especial interés presentan los terceros acreedores del ejecutado que pretenderán cobrar antes que el
ejecutante, si su crédito fuera preferente, y si no lo fuera tendrán interés en cobrar después con el sobrante,
si lo hubiera. Tendrán que hacer uso de la tercería de mejor derecho los terceros que no han iniciado
ningún proceso de ejecución, pero tienen un derecho de crédito contra el deudor común, que resulta
preferente.

Si los terceros no tienen un crédito preferente sobre el del ejecutante, se permite cobra cobrar su crédito
respecto del deudor común con la cantidad sobrante tras pagar al ejecutante.

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III. El objeto de la ejecución: ejecución dineraria y ejecución no dineraria o in natura.
El objeto de la ejecución es la pretensión del acreedor ejecutante frente al deudor ejecutado, esto es,
la petición que el ejecutante realiza ante el órgano jurisdiccional respecto del ejecutado. No obstante, la
sola petición no constituye la pretensión, sino que ésta debe ser fundada. Por tanto, en el proceso de
ejecución también hablamos de petitum y de causa petendi.

Respecto al petitum, partimos de la prestación prevista en el título ejecutivo que da lugar al despacho de
la ejecución. Dicha prestación consistirá, según el art. 1089 CC, en un comportamiento del deudor que se
traducirá en dar, hacer o no hacer. En función de la clase de pretensión, y una vez dictado auto por el juez
o magistrado, el secretario judicial adoptará las medidas ejecutivas adecuadas para que el deudor realice o
deje de realizar la actividad debida; si la prestación es de entregar un bien, el secretario judicial llevará a
cabo las medidas necesarias para poner el bien en manos del ejecutante, y, por último, si la prestación es
dineraria, el secretario judicial ordenará el embargo y la realización forzosa de los bienes del ejecutado que
sean necesarios (art. 552 LEC).

En cuanto a la causa petendi, en el proceso de ejecución, ésta siempre es el título ejecutivo.

IV. Inicio del proceso de ejecución.


IV.I. La demanda ejecutiva. Contenido y documentos (art. 549 LEC). Examen

Las primeras actividades del proceso de ejecución, la demanda ejecutiva y el despacho de la ejecución,
son comunes a todo tipo de procesos de ejecución.

El proceso de ejecución civil se rige por el principio dispositivo, y su primera manifestación consiste en la
necesaria instancia de parte para el inicio del proceso. Respecto a la demanda ejecutiva, el art. 549
LEC indica que cuando el título ejecutivo sea una resolución del Letrado de la Admón. de Justicia o una
sentencia o resolución dictada por el tribunal, la demanda ejecutiva se limitará a la solicitud del despacho
de la ejecución, identificando la sentencia o resolución cuya ejecución se solicita. Los requisitos (art. 399
LEC) de la demanda ejecutiva son:

1. Identificación de las partes. El encabezamiento de la demanda con la identificación del ejecutante


y de su abogado y procurador, así como la identificación del ejecutado.
2. Fundamentación jurídica. Por regla general basta con la referencia al título ejecutivo que supone
la causa de pedir, los artículos de la LEC que sustentan la competencia del órgano jurisdiccional,
el carácter ejecutivo del título, la legitimación de las partes y la procedencia del despacho de la
ejecución (arts. 549.1.1º, 517, 538, 545, 551 LEC).
3. Las peticiones concretas. Debe incluir la solicitud del despacho de la ejecución y debe expresar
con claridad y precisión la tutela jurídica que se pretende en función del contenido del título
ejecutivo, así como la cantidad que se reclama en caso de ejecución dineraria (art. 538.2º LEC).
Si se trata de ejecución no dineraria, el ejecutante deberá precisar en su demanda la prestación
correspondiente, independientemente de que la prestación solicitada pudiera sustituirse por el
equivalente económico o por una indemnización de daños y perjuicios.

El ejecutante no podrá pedir más de lo previsto en el título ejecutivo. No obstante, sí podrá pedir menos.
Además, también podrá realizar otras peticiones: puede designar los bienes concretos cuyo embargo
pretenda, y puede solicitar que se lleven a cabo las medidas de localización e investigación previstas en el
art. 590 LEC. La demanda deberá ir firmada por abogado y procurador, salvo que su intervención no sea
preceptiva. A toda demanda ejecutiva acompañarán los siguientes documentos (art. 550 LEC):

• El que acredita la representación del procurador.

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• El título ejecutivo, salvo que la ejecución se funde en sentencia, decreto, acuerdo o transacción
que conste en los autos.
• Documentos que acrediten los precios o cotizaciones aplicados para computar en dinero deudas
no dinerarias, si los datos no son oficiales o de conocimiento del público.
• Los demás documentos exigidos por la ley (art. 550.1.4 LEC).
• Los documentos que el ejecutante considere útiles o convenientes para el mejor desarrollo de
la ejecución y que tenga datos de interés para su despacho (art. 550.2 LEC). Estos documentos
son de aportación voluntaria.
• En caso de ejecución de laudo arbitral, a la demanda ejecutiva deberá acompañarse el convenio
arbitral y los documentos que acrediten la notificación del mismo a las partes (art. 550.1.1 LEC).
• Los acuerdos de mediación elevados a escritura pública deberán ir acompañados de la copia de las
actas de la sesión constitutiva y final del procedimiento.

IV.II. Orden general de ejecución y despacho de la ejecución (arts. 551-553 LEC). Examen

Presentada la demanda ejecutiva, el tribunal resolverá sobre la orden general de ejecución y el despacho
de la misma. El despacho de la ejecución tendrá lugar sin audiencia del ejecutado; no obstante, el tribunal
debe comprobar si se cumplen los presupuestos del art. 551 LEC:

1. Presupuestos y requisitos procesales (jurisdicción y competencia del órgano, así como los
aspectos relativos a la personación de las partes).
2. Regularidad formal del título ejecutivo, que será diferente según provenga del órgano
jurisdiccional y del Letrado de la Admón. de Justicia o, por el contrario, se trate de un título
ejecutivo extrajudicial. En el caso de títulos ejecutivos complejos, habrá que controlar la
aportación de los documentos y conductas ejecutivas.
3. Que la tutela ejecutiva que se pretenda sea conforme con la naturaleza y contenido del título.
4. El tribunal deberá controlar el cumplimiento tanto del plazo de caducidad de la acción ejecutiva
derivada de una sentencia judicial como del plazo de espera de 20 días para la ejecución de títulos
ejecutivos procesal o arbitral o de acuerdos de mediación.

El tribunal dictará auto denegando el despacho de la ejecución ante la falta o incumplimiento de


presupuestos o requisitos procesales, frente al cual podrá interponer el ejecutante recurso de reposición, o
bien recurso de apelación. Denegado el despacho de la ejecución con carácter de firme, sólo cabe acudir a
un posterior proceso declarativo ordinario, quedando a salvo el posible efecto de cosa juzgada. Asimismo,
cuando el tribunal aprecie que alguna de las cláusulas incluidas en cualquiera de los títulos ejecutivos del
art. 557.1 LEC pudiera ser calificada de abusiva, dará audiencia a las partes por quince días y resolverá
lo procedente.

Por el contrario, el tribunal dictará auto conteniendo la orden general de ejecución y despachando la misma,
contra el que no cabe recurso alguno, siempre que concurran los presupuestos y requisitos procesales. No
obstante, el ejecutado podrá presentar escrito de oposición frente al auto.

Contenido del auto autorizando y despachando ejecución:

1. Identificación del ejecutante y del ejecutado. Se trata de determinar la persona que solicita y
frente a la que se solicita dicho despacho.
2. Contenido de la ejecución según se trate de una ejecución dineraria o no dineraria. Si se
solicita el despacho de ejecución dineraria, el art. 551.2.3º LEC exige la determinación de la
cantidad por la que se despacha ejecución.
3. Las precisiones que sea necesario realizar tanto en relación a las partes como al contenido de la
ejecución, atendiendo al art. 538 LEC.

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Notificación del auto: El procedimiento de notificación será distinto atendiendo a que la ejecución sea
procesal o no procesal. En el primer caso, la notificación del auto se realiza a través del procurador. En
caso de títulos ejecutivos no procesales, la notificación se realizará mediante el procedimiento general de
notificaciones del art. 155 LEC.

Decreto del Letrado de la Admón. de Justicia: Ha de incluir: 1) aquellas medidas ejecutivas concretas que
resulten procedentes; 2) se incluirán las medidas de localización y averiguación de los bienes del ejecutado
(arts. 589-590 LEC); 3) el contenido del requerimiento de pago que deba hacerse al deudor, en los casos
en que la ley lo establezca y si este se efectuara por funcionarios del Cuerpo de Auxilio Judicial o por el
procurador de la parte ejecutante, si lo hubiera solicitado. Contra este decreto cabe recurso directo de
revisión sin efectos suspensivos.

IV.III. Acumulación de acciones.

El art. 555.1 LEC regula la posibilidad de acumular ejecuciones tanto a instancia de cualquiera de las
partes como de oficio, para lo cual se exige que las ejecuciones que pretenden acumular sean del mismo
ejecutante frente al mismo ejecutado. A instancia del ejecutante se podrán también acumular varios
procesos de ejecución que se sigan frente al mismo ejecutado, aun cuando sean varios los ejecutantes. En
este caso, se exige que el Letrado de la Admón. de Justicia competente en el proceso más antiguo lo
considere conveniente (art. 555.2 LEC).

Hay dos supuestos de acumulación de ejecuciones: 1) cuando un acreedor ejecutante tiene varios procesos
de ejecución frente a un único deudor ejecutado; 2) cuando existan varios procesos pendientes contra un
único ejecutado pero sean varios los ejecutantes. En este caso sólo podrán pedir la acumulación cualquiera
de los ejecutantes.

La forma de solicitar la acumulación de ejecución será la prevista en los arts. 74 y ss. LEC.
Específicamente, el art. 555.4 LEC sólo permite la acumulación de ejecuciones sobre bienes
especialmente hipotecados a otros procesos de ejecución para hacer efectivas otras garantías hipotecarias
sobre esos mismos bienes.

V. Oposición a la ejecución e impugnación.


Los motivos de oposición a la ejecución afectan a las partes y a los terceros. Para estos están como remedios
procesales las tercerías, por lo que aquí vamos a referirnos a los motivos de oposición de las partes. De una
manera general se puede decir que el ejecutado, ante la ejecución puede adoptar las siguientes posturas:
No oponerse, oponerse (alegando motivos procesales o motivos de fondo) alegar unos y otros o impugnar
medidas ejecutivas concretas.

V.I. Oposición a la ejecución (arts. 556-561 LEC).

A través del incidente de oposición, el ejecutado puede alegar, por un lado, la falta de presupuestos
procesales en la ejecución, y, por otro, puede alegar motivos de fondo o materiales. La sustanciación de la
oposición por defectos procesales es de carácter preferente a la oposición a la ejecución por motivos de
fondo. El ejecutado, en un mismo escrito, puede alegar motivos procesales y materiales, dando lugar esta
oposición a dos incidentes, en cuyo caso, primero se resolverá la oposición por motivos procesales y, una
vez resuelta, se entrará a resolver sobre la oposición por motivos de fondo.

V.I.I. Oposición por motivos procesales (art. 559 LEC). Examen

Los motivos procesales son comunes para la ejecución basada tanto en resoluciones procesales o arbitrales
o de los acuerdos de mediación, como en títulos extrajudiciales.

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1. Carecer el ejecutado del carácter o representación con que se le demanda. El ejecutado podrá
alegar su falta de legitimación pasiva. En cuanto a la representación, se refiere a aquellas personas
que necesitan representación.
2. Falta de capacidad o de representación del ejecutante o no acreditar el carácter o
representación con que demanda. El ejecutado podrá alegar cualquier defecto procesal sobre la
personalidad del ejecutante.
3. Nulidad radical del despacho de la ejecución por no contener la sentencia o el laudo arbitral
pronunciamientos de condena, o por no cumplir el documento presentado, el laudo o acuerdo de
mediación los requisitos legales para llevar aparejada ejecución, o por infracción de lo dispuesto
en el art. 520 LEC.
4. Falta de autenticidad del laudo arbitral no protocolizado.

Procedimiento. En el plazo de 10 días desde la notificación al ejecutado del auto despachando ejecución,
éste podrá formular por escrito su oposición por motivos procesales. Del mismo se dará traslado al
ejecutante para que alegue lo que crea conveniente en plazo de 5 días.

Si el tribunal estima la existencia de algún defecto de carácter subsanable, mediante providencia, dará un
plazo de 10 días para subsanarlo y, si se subsana, continuará la ejecución. Si en dicho plazo no se subsana,
el tribunal dictará auto dejando sin efecto la ejecución con condena en costas al ejecutante. Si el defecto
procesal fuera insubsanable, el tribunal dictará auto poniendo fin a la ejecución con condena en costas para
el ejecutante. Por último, el tribunal puede desestimar la oposición del ejecutado por motivos procesales,
dictará auto desestimatorio mandando continuar la ejecución y condenando en costas al ejecutado.

V.I.II. Oposición por motivos de fondo.

Se prevén diferentes motivos de oposición según se trate de títulos ejecutivos procesales o extrajudiciales.
En este sentido, cuando la ejecución esté fundada en títulos ejecutivos procesales o arbitrales, el legislador
sólo permitirá la oposición al ejecutado sobre hechos posteriores al proceso declarativo. Se trata de no
permitir alegar lo que ya alegó o pudo alegar en el proceso anterior.

A. Títulos ejecutivos procesales o arbitrales (art. 556.1 LEC).


• Pago o cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, que deberá justificarse
documentalmente. Debe ser posterior a la fase de alegaciones.
• La caducidad de la acción ejecutiva, caduca a los 5 años desde la firmeza de la sentencia
o resolución (art. 518 LEC).
• Los pactos y transacciones que se hubiesen convenido para evitar la ejecución, si
constan en documentos públicos.
Existen unas normas especiales de oposición para el auto de cuantía máxima (art. 517.2.8º LEC).
También se podrán alegar los motivos de oposición para los títulos ejecutivos extrajudiciales y,
además, 3 motivos específicos (art. 556.3 LEC): culpa exclusiva de la víctima, fuerza mayor
extraña a la conducción o funcionamiento del vehículo y concurrencia de culpas.
La oposición basada en títulos ejecutivos judiciales por defectos de fondo no suspende el curso de
la ejecución, excepto en el caso de la oposición a la ejecución del auto de cuantía máxima.
B. Títulos ejecutivos no judiciales (art. 557 LEC).
• Pago acreditado documentalmente.
• Compensación de crédito líquido que resulte de documento con fuerza ejecutiva.
• Pluspetición o exceso en la computación a metálico de las deudas en especie.
• Prescripción y caducidad.
• Quita, espera o pacto o promesa de no pedir, que conste documentalmente.
• Transacción, que conste en documento público.

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• Que el título contenga cláusulas abusivas.
La alegación de estos motivos suspenderá el curso de la ejecución (art. 557.2 LEC), excepto la
alegación de pluspetición o exceso, que no suspenderá la ejecución a no ser que el ejecutado ponga
a disposición del tribunal la cantidad que considere debida (art. 558.1 LEC).

V.I.III. Procedimiento.

La tramitación del incidente es la misma independientemente de la naturaleza de los motivos alegados,


primero se resolverá sobre los defectos procesales y, si se desestimaran éstos, sobre los de fondo. El
incidente de oposición comienza con un escrito en forma de demanda que se podrá presentar en 10 días
desde la notificación del auto despachando ejecución. Junto con la demanda se presentarán los documentos
previstos en los arts. 264 y 265 LEC y, en la misma, el ejecutado podrá proponer práctica de la prueba.

Diferencia importantísima es el efecto suspensivo que causa la formulación de oposición por el ejecutado.
La oposición por motivos de fondo a la ejecución de títulos procesales no suspende la ejecución (excepto
auto cuantía máxima), mientras que la oposición por motivos de fondo a la ejecución de títulos
extrajudiciales sí suspende el proceso (excepto alegación de pluspetición).

En el plazo de 5 días desde la notificación de la resolución sobre los defectos procesales o desde el traslado
del escrito de oposición por motivos de fondo, el ejecutante puede impugnar dicha oposición del ejecutado
(art. 560.1º LEC). En el escrito de impugnación podrá solicitar la celebración de la vista (art. 560.2º
LEC).

La vista se celebrará si alguna de las partes lo solicita y siempre que el tribunal considere oportuna su
celebración para la práctica de las pruebas propuestas. Si no se celebrase vista, el tribunal procederá a
resolver la oposición. Si se celebrase, se seguirán los trámites de la vista del juicio verbal, teniendo en
cuenta que, si el ejecutado no comparece a la misma, se entenderá que desiste de la oposición, con la
consiguiente condena en costas e indemnización de daños y perjuicios. En caso de incomparecencia del
ejecutante, la ejecución sigue su curso en su ausencia y el tribunal resuelve sin oírle.

La vista finaliza con una resolución del tribunal en forma de auto (art. 561 LEC). En este auto el
tribunal declarará procedente la continuación de la ejecución o, por el contrario, tras estimar algún motivo
de oposición o porque considera fundada la pluspetición (art. 558 LEC), declarará improcedente la
ejecución. En caso de apreciarse una o varias cláusulas abusivas, el auto determinará las consecuencias
de tal carácter además de decretar: la improcedencia de la ejecución o el despacho de la ejecución sin
aplicación de las cláusulas consideradas abusivas (art. 561.1.3º LEC).

Si el tribunal desestima los motivos de oposición de fondo, ordenará que la ejecución siga su curso por la
cantidad por la que se despachó ejecución, si la desestimación es total, y con la correspondiente condena
en costas para el ejecutado (art. 394 LEC). Si el motivo de oposición alegado fuera la pluspetición y ésta
fuera parcialmente desestimada, la ejecución continuará únicamente por la cantidad que corresponda (art.
561.1.1º LEC).

Contra el auto resolviendo la oposición por motivos de fondo cabe recurso de apelación, sin efectos
suspensivos cuando la resolución recurrida fuera desestimatoria. Si el recurso es contra el auto que estima
la oposición, el ejecutante puede solicitar que los embargos y medidas de garantía adoptadas se mantengan
(art. 697 LEC). El tribunal aceptará la solicitud del ejecutante si éste presta caución suficiente para
garantizar los daños y perjuicios que pudiera causar al ejecutado. La cuantía de la caución del ejecutante
la fijará el tribunal en la propia resolución.

Este incidente de oposición por carácter de fondo tiene carácter sumario y el auto que decide sobre la
oposición carece de efecto de cosa juzgada material.

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Tanto el ejecutante como el ejecutado podrán iniciar posteriormente un proceso declarativo de carácter
plenario para discutir aquellos hechos y actos no incluidos en las causas de oposición a la ejecución.

V.II. Impugnación de actos ejecutivos concretos (arts. 562 y 563 LEC). Examen

El ejecutado puede oponerse a determinadas actividades ejecutivas que se realizan a lo largo del proceso
de ejecución. En este caso, se solicita la modificación o anulación de dichos actos ejecutivos concretos.
Esta oposición puede fundarse en dos motivos.

a) Infracción de normas procesales (art. 562 LEC). Cualquiera de las personas incluidas en el art.
538 LEC puede denunciar esta infracción de normas procesales.
o Cuando la infracción conste o se cometa en resolución judicial del tribunal de ejecución
o del secretario judicial, a través del recurso de reposición.
o Cuando expresamente lo indique la ley, las partes podrán indicar recurso de apelación.
o Si no hay resolución expresa, la parte podrá dirigir al tribunal un escrito expresando con
claridad la resolución o actuación que se pretende impugnar.
o Mediante el incidente de nulidad de actuaciones (arts. 225-ss. LEC), si la infracción
entraña la nulidad de actuaciones o el tribunal así lo estimase.
b) Infracción del contenido del título ejecutivo. Ni el tribunal ni el Letrado de la Admón. de Justicia
podrán adoptar medidas ejecutivas que no sean acordes con el contenido del título, ni podrán dejar
de adoptar aquellas medidas que sean necesarias atendiendo al propio título. Siendo posible, pues,
la infracción del contenido del título ejecutivo por parte tanto del órgano jurisdiccional como del
LAJ, el art. 563 LEC prevé el mecanismo adecuado para que las partes así lo denuncien.
Cuando el tribunal provea en contra del título ejecutivo de carácter judicial, la parte perjudicada
podrá interponer recurso de reposición y, en caso de ser desestimado, podrá interponer el de
apelación. Si la resolución que infringe el contenido del título la dictó el LAJ, contra ella el
perjudicado podrá interponer recurso de revisión ante el Tribunal, previa reposición, y si se
desestimara aquél, recurso de apelación. El recurso no tiene efectos suspensivos; sin embargo, la
parte recurrente puede solicitar la suspensión del acto ejecutivo impugnado.
El legislador no regula la infracción del contenido de títulos ejecutivos extrajudiciales, por lo
que debe entenderse que, para denunciar estas infracciones, se estará a lo dispuesto en el art. 562
LEC, como si de cualquier otra infracción procesal se tratara.

V.III. Suspensión de la ejecución (arts. 565-570 LEC).

Como regla general, sólo se suspenderá la ejecución cuando la ley lo ordene expresamente o por
acuerdo de todas las partes personadas en la ejecución. Si se decreta la suspensión, las medidas de
garantía de los embargos acordados se podrán adoptar o mantener y los embargos acordados se practicarán.

Como regla general también, la interposición de recursos ordinarios no suspende la actividad ejecutiva.
No obstante, el ejecutado puede solicitar la suspensión de la actuación que haya sido recurrida prestando
caución suficiente y siempre que se acredite que la resolución recurrida le produce un daño de difícil
reparación. Además, se regula una serie de supuestos especiales (arts. 566-569 LEC):

a) Suspensión en casos de rescisión y revisión de sentencia firme. Se acordará a instancia de parte,


previa audiencia del MF, habrá de prestarse caución por el valor de lo litigado y daños y perjuicios.
b) Suspensión en caso de situaciones concursales (art. 568 LEC).
c) Suspensión por prejudicialidad penal. El tribunal, previa audiencia de las partes y del MF,
suspenderá la ejecución cuando exista causa criminal pendiente en la que se investiguen hechos
de apariencia delictiva que determinarían la falsedad o nulidad del título o la invalidez o ilicitud
del despacho de la ejecución. El ejecutante podrá prestar caución suficiente para que la ejecución
continúe.
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Tema 11. Ejecución dineraria.
I. Determinación de la cuantía de la ejecución.
La ejecución dineraria es aquella en la que el título ejecutivo condena a entregar una determinada cantidad
dinero. Es la ejecución más utilizada en la práctica, porque en ocasiones la ejecución no dineraria acaba
convirtiéndose en dineraria ante la imposibilidad de cumplir la prestación contenida en el título. El objetivo
de la ejecución dineraria consiste en obtener la cantidad de dinero que el deudor debe al acreedor. Dicha
cantidad será la que conste en el título ejecutivo. Hay que distinguir:

Los títulos ejecutivos que contienen una deuda líquida son aquellos que expresan una cantidad
determinada de dinero a través de letras, cifras o guarismos comprensibles, y también cuando no
incluyen una cuantía determinada, pero sí las bases que permiten determinarla (art. 517.1 LEC).
Los títulos ejecutivos que no contienen deuda líquida son aquellos que no contienen una
prestación dineraria, sino prestación de dar, hacer o no hacer, y también aquellos que, conteniendo
una prestación pecuniaria, no determinan la cantidad exacta a la que asciende la deuda ni incluyen
las bases para su obtención. En caso de prestaciones no dinerarias, la ejecución se puede convertir
en dineraria determinando previamente el equivalente económico de la prestación, por medio de
un incidente de liquidación, el ejecutado podrá oponerse (en 10 días), dando lugar a una vista.

En la demanda de ejecución dineraria basada en títulos de los que resulta una deuda líquida (art.
575 LEC), deberá constar la cantidad que se reclama en concepto de principal e intereses ordinarios —
consecuencia de la voluntad de las partes o fijados por la ley (y moratorios) tienen su origen en el
incumplimiento de lo pactado— vencidos y, en segundo lugar, se incluirá la cantidad aproximada a la que
ascenderán los intereses que se devenguen. El legislador permite al ejecutante incluir una cantidad
aproximada, pero la cuantía a la que asciendan los intereses de la mora procesal junto a las costas no puede
ascender del 30% de la cuantía total reclamada, salvo que el ejecutante justifique una cuantía superior. En
caso de ejecución de viviendas habituales, al deudor ejecutado no se le podrán exigir costas que superen el
5% de la cantidad que se reclame en la demanda ejecutiva.

El juez dictará auto despachando ejecución por la cantidad determinada solicitada por el ejecutante en su
demanda ejecutiva, siempre que no supere la prevista en el título. Si el tribunal entendiera que la cantidad
a la que asciende la deuda es otra, no podrá denegar el despacho de la ejecución, habrá que estar a la
oposición del ejecutado por pluspetición. Si el título ejecutivo que da lugar al despacho de la ejecución es
procesal, al ejecutante le bastará con la solicitud del despacho de la ejecución y será el tribunal el que
determine la cuantía determinada por la que se despacha ejecución.

I.I. Ejecución por saldo de operaciones (arts. 572-573 LEC).

La LEC permite despachar ejecución por la cantidad resultante del saldo de operaciones derivadas de
contratos formalizados en escritura pública o en póliza intervenida por corredor de comercio colegiado.
Los requisitos para ello son:

• Se exige que se haya pactado previamente en el título que se despachará ejecución por la
cantidad resultante de la liquidación realizada unilateralmente por el acreedor.
• Debe constar en el propio título la forma de hacer dicha liquidación.
• Antes de proceder al despacho de la ejecución, el acreedor tendrá que acreditar notificación previa
del resultado de dicha liquidación tanto al deudor como al fiador.
• Acreditación notarial de la liquidación conforme a lo dispuesto en el título.

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Los documentos que deben acompañar a la demanda ejecutiva en estos supuestos, además de los del art.
550 LEC, son (art. 573 LEC): el documento en que conste la cantidad resultante de la operación realizada
por el acreedor, así como intereses aplicados; el documento que pone de relieve que la liquidación se
realizó de acuerdo con lo pactado en el título; aquel documento que acredite que el deudor y el fiador han
sido notificados de la cantidad resultante de la liquidación; justificantes de distintas partidas de cargo y
abono.

En estos casos el tribunal sólo podrá denegar el despacho de la ejecución cuando en la demanda no consten
los cálculos necesarios y si falta algún documento. Cabe oposición por parte del ejecutado deudor alegando
pluspetición. Si el acreedor duda acerca de la realidad o de la exigibilidad de alguna de las partidas o sobre
su importe, puede pedir el despacho de la ejecución por la cantidad sobre la que no tiene dudas. A la vez
podrá, o no, iniciar proceso declarativo ordinario por la cuantía sobre la que tuviera dudas (art. 573.3
LEC).

I.II. Intereses variables (arts. 574-575 LEC).

En el supuesto de intereses variables habrá que estar, a la hora de la determinación de la cantidad exigible,
a las variaciones del tipo de interés, así como a las variaciones de la paridad de la moneda extranjera
en que se ha concedido el préstamo respecto a la moneda nacional. Tanto los índices de referencia como
las paridades de las divisas más fuertes se publican de manera oficial. En caso de índices de referencia sin
publicación oficial, el acreedor tendrá que aportar documentos que acrediten las variaciones de dicho
índice. Asimismo, en caso de préstamos en moneda que no tenga cotización oficial (art. 577 LEC), el
cálculo se realizará aplicando el cambio que el tribunal considere conveniente. Para la liquidación de estas
cantidades la LEC exige unos requisitos (art. 574 LEC):

• Que el ejecutante obtenga un documento que fehacientemente acredite que la liquidación se


ha realizado conforme a lo previsto en el título.
• Que el ejecutante acredite también haber notificado al deudor y al fiador, si lo hubiere, la
cantidad exigible.
• El ejecutante tendrá que incluir las operaciones de cálculo que arrojan como saldo la cantidad
determinada por la que se solicita el despacho de la ejecución.

Si no se acompañan los documentos se denegará la ejecución. Si el acreedor tuviere dudas sobre la realidad,
exigibilidad o cuantía de alguna partida, podrá proceder de la manera señalada para el saldo de operaciones.

I.III. Intereses por mora procesal (art. 576 LEC). Examen

Son aquellos que nacen desde que se ha dictado una sentencia o resolución en primera instancia
condenando al pago de una determinada cantidad de dinero líquida. Este interés devengado a favor del
acreedor equivale en su cómputo anual al interés legal del dinero incrementado en dos puntos o el que
corresponda por pacto entre las partes o disposición legal especial. En caso de revocación parcial, el
tribunal será el que determine los intereses de demora procesal según su prudente arbitrio.

Estas normas sobre los intereses procesales rigen para cualquier tipo de resolución procesal, laudos
arbitrales y acuerdos de mediación que condenen al pago de una cantidad líquida. No obstante, cabe reseñar
que los intereses procesales no se hacen constar habitualmente en la resolución de condena, lo que no
impide que éstos sean solicitados por el acreedor en la ejecución. Será, pues, preciso su determinación en
los supuestos en que la resolución no los mencione, para lo que basta conocer la fecha de la resolución en
primera instancia, la cuantía a la que asciende la condena y el tipo de interés aplicable.

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En relación con los intereses moratorios, éstos sólo proceden cuando han sido solicitados en el proceso
de declaración junto al capital principal y han sido, además, estimados en la sentencia. La jurisprudencia
entiende que la reclamación de ambos intereses (procesales y moratorios) es incompatible, por lo que
encontramos varias opciones:

a) Si los intereses moratorios del CC no han sido reclamados en el proceso de declaración, no surgen
problemas.
b) Reclamado el importe de los intereses moratorios en la demanda y estimados en la resolución
condenando al deudor a su pago, caben dos posibilidades:
o Que no se haya pactado ningún interés moratorio entre las partes ni exista disposición
legal especial, en cuyo caso se parte del interés legal del dinero. Existen dos opciones: 1)
se puede entender que se extingue el derecho a reclamar los intereses procesales (art. 576
LEC); 2) se podría considerar que, a partir de la resolución dictada en primera instancia,
los únicos intereses que se generarían serían los intereses procesales.
o Que los intereses moratorios hayan sido expresamente pactados o exista disposición legal
especial al respecto. En este caso, el interés devengado será el pactado o el dispuesto por
la norma, y aquí radica la diferencia: dichos intereses se producirán desde que el deudor
se constituye en mora hasta que termine el proceso de ejecución con el correspondiente
cumplimiento de la resolución (art. 576 LEC).

Por último, en cuanto a la determinación de estos intereses, el ejecutante puede fijar su cuantía en la
demanda ejecutiva. Los intereses moratorios ya devengados podrá incluirlos en su reclamación principal,
y sobre los intereses procesales podrá hacer un cálculo aproximado junto a las costas que se puedan
producir durante el desarrollo del proceso de ejecución.

I.IV. Deuda en moneda extranjera (art. 577 LEC).

Cuando el título contenga una deuda en moneda extranjera, se despachará ejecución para obtenerla y
entregarla. Sin embargo, hay que distinguir las cantidades que se reclamen como principal, intereses y
costas, pues la cuantía principal que se reclama junto a los intereses ordinarios y moratorios pactados
deben ir expresados en moneda extranjera; mientras que los intereses de la mora procesal y las costas
se reclaman y abonan en moneda nacional.

El tribunal, para obtener y entregar al acreedor una determinada cantidad de dinero en moneda extranjera,
necesitará una referencia en moneda nacional para efectuar la actividad ejecutiva, para lo cual deberá
realizar una conversión de carácter provisional de dicha cantidad en moneda extranjera a moneda
nacional. Para realizar dicha conversión hay que distinguir según que la moneda extranjera tenga o no
cotización oficial. Si cotiza oficialmente, la conversión a moneda nacional se practica según el cambio
oficial del día en que se despacha ejecución (art. 577.2 LEC); si la moneda extranjera no cotiza
oficialmente, para su cómputo se atenderá al cambio que el propio tribunal determine (art. 577.2.2º LEC).

Si durante el curso de la ejecución se producen variaciones significativas en el cambio de la moneda deberá


corregirse adoptando las medidas procedentes.

I.V. Ampliación de la ejecución (art. 578 LEC).

Para que el tribunal despache ejecución es necesario no solo que la deuda sea líquida, sino que también
tiene que ser exigible y estar vencida. En este sentido, hay que analizar el supuesto de aquellos títulos
ejecutivos en los que se ha pactado el pago aplazado de la deuda. En estos casos, el vencimiento de
cualquiera de los plazos de la deuda da derecho al acreedor a solicitar el despacho de la ejecución, pero
sólo sobre las cantidades vencidas y no pagadas, nunca frente a las no vencidas, salvo que se hubiera
pactado el vencimiento anticipado de la deuda por impago de algún plazo.

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Iniciada la ejecución por las cantidades vencidas, es habitual que durante el desarrollo del proceso de
ejecución venzan otros plazos, o incluso la totalidad de la deuda. El art. 578 LEC permite al ejecutante
ampliar la ejecución, de modo que en el mismo proceso de ejecución puede reclamar los nuevos plazos
vencidos y sin retrotraer el procedimiento. La ampliación se puede obtener de dos modos:

1. Bien en la propia demanda ejecutiva, de manera que se le advierte al ejecutado que se entenderá
ampliada la ejecución automáticamente si, llegada la fecha del vencimiento de los nuevos plazos,
no se consignan judicialmente las cantidades correspondientes.
2. Bien solicitando la ampliación de la ejecución según vayan venciendo los nuevos plazos y el
deudor no cumpla la obligación de pago vencida.

La ampliación de la ejecución será razón suficiente para la mejora del embargo y se podrá hacer constar
en la anotación preventiva de éste (art. 613.4 LEC). No obstante, estas medidas no se adoptan de forma
automática como consecuencia de la ampliación de la ejecución, sino que el ejecutante tiene que solicitarlas
tras cada vencimiento no satisfecho.

I.V. Ejecución de títulos que condenan a cantidad ilíquida (art. 712 LEC).

Para que se despache ejecución en un proceso de ejecución dineraria se requiere que la cantidad sea líquida
o, al menos, liquidable. En el caso de los títulos que contengan deudas pecuniarias ilíquidas, éstas, en las
que al principio se desconoce la cantidad determinada a la que ascienden, podrán ser objeto de ejecución
siempre que se proceda a su liquidación. Puesto que estamos en un proceso de ejecución, se exige la
existencia de un título ejecutivo en el que conste una deuda ilíquida. El art. 520 LEC prohíbe la iliquidez
de deudas en los títulos ejecutivos no procesales. También se procederá a la aplicación de este incidente
cuando a lo largo de un proceso de ejecución, se dicten resoluciones que condenen a entregar una cantidad
de dinero sin cuantificar.

El procedimiento para la liquidación de deudas ilíquidas se inicia a instancia de parte, y la liquidación se


puede obtener por acuerdo de las partes o con la oposición del deudor. Según el art. 712 LEC el incidente
de liquidación es aplicable a:

1. Liquidación de daños y perjuicios (art. 713 LEC). El acreedor presentará un escrito solicitando
la liquidación de los daños y perjuicios en el que debe incluir la relación detallada de éstos y su
valoración. De este escrito se dará traslado al deudor para que, en plazo de diez días, conteste
dando su conformidad u oponiéndose. Si el deudor presta su conformidad, el secretario judicial,
mediante decreto, aprobará su importe, procediéndose a la ejecución. Si el deudor se opone
motivadamente, se procederá a su liquidación por los trámites previstos para el juicio verbal. A
instancia de parte o de oficio, el tribunal podrá nombrar a un perito para que realice dictamen sobre
la efectiva producción de daños y perjuicios. La vista oral tendrá lugar en diez días desde el
siguiente al traslado del dictamen a las partes. Tras ella, el tribunal resolverá por auto. Si el deudor
deja pasar el plazo de oposición o si se opone de manera genérica, se le tendrá por conforme.
2. Determinación del equivalente dinerario de una prestación no dineraria (art. 717 LEC). El
solicitante de la determinación presentará una propuesta estimando la cantidad a la que asciende
dicha prestación, así como las razones que la fundamenten. Junto a esta solicitud, el acreedor
también acompañará los documentos que estime oportunos. Trasladada dicha petición al deudor,
éste, en plazo de diez días, contestará estimando o no su conformidad con la misma, siguiendo los
trámites del supuesto anterior.
3. Liquidación de frutos y rentas (art. 718 LEC). El legislador exige que sea el deudor el que, a
requerimiento del secretario judicial, deba presentar la liquidación. El plazo para ello dependerá
de las circunstancias concretas del caso. En este supuesto, al ejecutante le basta con presentar el
escrito de solicitud de liquidación, sin que deba acompañar ningún tipo de propuesta.

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Si el deudor presenta en plazo, se dará traslado de la liquidación al acreedor, ante la cual podrá
prestar su conformidad, en cuyo caso el secretario judicial la aprobará por decreto irrecurrible. Si,
por el contrario, el acreedor se opone, se seguirán los trámites atendiendo a lo previsto en el juicio
verbal. En caso de que el deudor no presente la liquidación en plazo, el tribunal requerirá al
acreedor para que presente su propuesta, de la que dará traslado al deudor ejecutado.
4. Rendición de cuentas de una administración (art. 720 LEC). La LEC remite al procedimiento de
liquidación de frutos y rentas. En este caso, la liquidación requerida al deudor se entenderá hecha
al administrador. La diferencia estriba en que los plazos pueden ampliarse por el secretario judicial
si lo estima necesario.

II. El embargo ejecutivo. Examen


II.I. Previo requerimiento de pago y concepto (arts. 580-581 LEC).

En cualquier momento, tras el vencimiento de la deuda, el acreedor podrá requerir de pago al deudor sin
necesidad de acudir a un proceso de declaración o a un proceso de ejecución si ya posee un título ejecutivo.
No resulta necesario requerir de pago al deudor en estos casos:

1. Cuando el título ejecutivo consista en resoluciones del secretario judicial, resoluciones judiciales
o arbitrales que aprueben transacciones o convenios, o acuerdos de mediación, que obliguen a
entregar cantidades determinadas de dinero.
2. En caso de títulos ejecutivos extrajudiciales si a la demanda ejecutiva se acompaña acta notarial
acreditando haberse requerido de pago al ejecutado con al menos 10 días de antelación (art. 581.2
LEC).

La existencia de un requerimiento de pago extrajudicial excluye la necesidad de requerir judicialmente de


pago al ejecutado, procediéndose de manera inmediata al embargo de sus bienes.

Respecto al lugar donde deba realizarse el requerimiento de pago, la LEC establece que será el lugar del
domicilio del ejecutado que constare en el título ejecutivo y, a petición del ejecutante, se podrá requerir de
pago también en cualquier lugar en él que aquél pudiera ser hallado. En caso de no encontrarse el ejecutado
en su domicilio, a instancia del ejecutante, se podrá practicar el embargo de los bienes. Las posibles
conductas del ejecutado requerido de pago serán las siguientes:

a) Atender al requerimiento pagando en el acto, o antes del despacho de la ejecución, la cantidad que
el acreedor le reclama, en cuyo caso dicha cantidad de dinero se pone a disposición del ejecutante.
Se da por terminada la ejecución con condena en costas al deudor, salvo causas no imputables a él
que le impidieron el pago anterior de la deuda.
b) La consignación de la cantidad por la que se ha despachado ejecución con el fin de evitar el
embargo o de alzar los que ya han sido realizados (art. 585 LEC). Dichas cantidades quedan
depositadas en las cuentas del juzgado en tanto en cuanto se resuelve la oposición del ejecutado
(art. 586 LEC).
c) El ejecutado puede que no pague ni tampoco consigne las cantidades reclamadas, lo que provocará
el embargo inmediato de sus bienes.

II.I.I. Concepto y objeto del embargo. Supuestos de inembargabilidad.

El embargo es aquella actividad procesal llevada a cabo en el proceso de ejecución, eligiendo los bienes
del ejecutado que deben sujetarse a la ejecución y a afectarlos concretamente a ella, engendrando en el
acreedor ejecutante una facultad meramente procesal a percibir el producto de la realización de los bienes
afectados, y sin que se limite jurídicamente ni se expropie la facultad de disposición del ejecutado sobre
dichos bienes.

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El tribunal dicta la orden general de ejecución y el despacho de la misma pero será el decreto del LAJ el
que contendrá la medida ejecutiva del embargo. El objetivo de éste es la determinación de bienes
suficientes del ejecutado para proceder a su realización forzosa, adoptando para su efectividad las medidas
de aseguramiento de los bienes embargados necesarias y proceder al pago de las cantidades adeudadas.

En cuanto al objeto del embargo, el deudor va a responder del cumplimiento de sus obligaciones con todos
sus bienes presentes y futuros. Por tanto, pueden ser objeto de embargo todos los bienes que forman el
patrimonio del deudor, aunque hay que matizar:

En la patrimonialidad de los bienes embargados al ejecutado, el embargo no recae sobre su


patrimonio entendido en su conjunto, sino de manera individualizada sobre los bienes que lo
componen, al contrario de lo que ocurre en la ejecución concursal. Son absolutamente
inembargables aquellos bienes carentes de contenido patrimonial.
En cuanto a la alienabilidad, si los bienes o derechos embargados no pueden ser válidamente
transmitidos, el embargo carecería de sentido, ya que no cabría la realización forzosa de los
mismos. La inalienabilidad de los bienes y derechos puede ser causa de una disposición legal (art.
605.1 LEC) o por la imposibilidad de su enajenación al formar parte de otro bien o derecho
principal (art. 605.2 LEC). Resultan inalienables:
o Bienes públicos (art. 132.1 CE). Bienes de dominio público y los comunales. Son
inalienables e inembargables. Entre ellos: bienes de uso público del Estado, bienes que
pertenecen al Estado privativamente, bienes de dominio público de las CCAA…
o Bienes privados. Son inalienables los derechos de uso y habitación, el derecho de
arrendamiento de viviendas y fincas rústicas y el derecho a alimentos. Por su carácter
accesorio, son inalienables las servidumbres; los derechos de tanteo y retracto legales; los
bienes inmuebles por incorporación; el derecho de copropiedad sobre elementos comunes
en el régimen de propiedad horizontal, y la prenda, hipoteca y anticresis. Pero, además,
los bienes del patrimonio del ejecutado, para poder ser objeto de embargo, no han podido
ser declarados inembargables. La inembargabilidad puede ser absoluta (art. 606.1 y 2
LEC) o relativa (art. 607 LEC).
Resultan inembargables absolutamente (art. 605 LEC):
o Los bienes que hayan sido declarados inalienables.
o Los derechos accesorios que no se pueden transmitir independientemente del principal.
o Los bienes declarados inembargables en otras leyes, como los bienes del patrimonio del
Estado, o de las CCAA, los del Patrimonio Nacional; los bienes afectos a transporte
público de carretera, ferrocarril y buques…
Resultan relativamente inembargables (art. 606 LEC):
o El mobiliario y menaje de la casa, las ropas del ejecutado y su familia y los bienes que, a
juicio del tribunal, sean imprescindibles para la subsistencia del ejecutado y las personas
que de él dependen.
o Los libros e instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión, arte u oficio a que
se dedique el ejecutado (art. 606.2 LEC).
o Los bienes sacros y los dedicados al culto (art. 606.3 LEC y art. 17 CE).
o Los bienes y cantidades declarados inembargables por tratados ratificados por España
(art. 606.5 LEC).
Sueldos y pensiones (art. 607.1 LEC). La LEC prevé una serie de limitaciones a la hora del
embargo de sueldos, salarios, pensiones y retribuciones equivalentes. En este sentido, la
inembargabilidad es de carácter parcial, pues sólo recae sobre la cuantía que no exceda del salario
mínimo interprofesional. Partiendo de dicho límite mínimo, pueden embargarse las cantidades que
la superen, pero atendiendo a una escala progresiva.

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Para la aplicación de esta escala progresiva habrá de tenerse en cuenta los ingresos netos del
ejecutado y las percepciones de su cónyuge, así como el régimen económico matrimonial. El LAJ,
a la vista de las circunstancias y cargas familiares del ejecutado puede determinar que la parte de
los ingresos embargables según la escala legal se reduzca entre un 10 y un 15% (art. 607.4 LEC).
En caso de sentencias que condenen al pago de alimentos como consecuencia de una disposición
legal, no resultan aplicables las limitaciones del embargo de los ingresos. El embargo realizado
sobre bienes declarados inembargables es nulo de pleno derecho.

II.II. Localización de los bienes: manifestación de bienes y medidas de investigación judicial. Examen

El ejecutante puede incluir en su demanda ejecutiva una relación de los bienes del ejecutado susceptibles
de embargo de los que tuviera conocimiento y si los considera suficientes para el fin de la ejecución. En
este caso, el secretario judicial dictará decreto en el que incluirá la orden de embargo de bienes concretos.

Ahora bien, cuando el ejecutante no ha incluido en su demanda ejecutiva la relación de los bienes del
ejecutado susceptibles de embargo (si los desconoce, p. ej.) o cuando los designados no sean suficientes
para cubrir la cantidad por la que se despacha ejecución, el ejecutante podrá indicar igualmente cuáles son
las medidas de localización e investigación que solicita al secretario judicial para la localización de los
bienes. El secretario podrá adoptar las siguientes medidas:

• Manifestación de bienes del ejecutado (art. 589 LEC). El secretario judicial, de oficio, puede
requerir al ejecutado, mediante diligencia de ordenación, para que haga una manifestación de sus
bienes y derechos que resulten suficientes para cubrir la cuantía de la ejecución. El ejecutado
deberá poner en conocimiento del secretario judicial la existencia de cargas y gravámenes que
existan sobre los mismos, y en caso de bienes inmuebles deberá manifestar si están ocupados. Este
requerimiento se realizará con apercibimiento de desobediencia grave si no presenta dicha relación
o lo hace de manera incorrecta, ocultando bienes, no desvelando cargas, etc. Además, el secretario
podrá imponer multas coercitivas de carácter periódico por no atender al requerimiento.
• Investigación judicial del patrimonio (art. 590 LEC). El ejecutante podrá solicitar al secretario
que adopte una serie de medidas de localización de bienes del ejecutado. Para que el secretario
judicial se dirija a las entidades financieras, organismos, registros públicos y personas físicas y
jurídicas que el ejecutante indique para facilitar la relación de bienes y derechos, deben cumplirse
dos requisitos: 1) que sea el ejecutante el que lo solicite, motivándolo; 2) que los datos no puedan
ser facilitados por el ejecutante o su procurador.
Para facilitar la investigación judicial del patrimonio, se reconoce el deber de colaboración de las
personas y entidades en las actuaciones ejecutivas, entregando al secretario judicial los
documentos y datos que consten en su poder, sin vulnerar los derechos fundamentales y otros que
expresamente determinen las leyes. Las personas o entidades que no cumplan con este deber de
colaboración se podrán ver sancionadas.

II.III. La afección de bienes: el embargo. La orden de embargo.

Localizados los bienes embargables del ejecutado, se procede a su embargo. Debe entenderse que, según
vayan apareciendo bienes embargables del ejecutado, se procederá a su embargo. El problema surge
cuando el ejecutante ha incluido en la demanda ejecutiva varios bienes del ejecutado, o cuando es el propio
ejecutado el que presenta la relación de los mismos o, por último, cuando son varios los bienes del
ejecutado localizados tras investigación. En este caso, en primer lugar, hay que tener en cuenta que no se
pueden embargar más bienes de los que resulten suficientes para cubrir la cantidad por la que se
despachó la ejecución. En segundo lugar, para seleccionar los bienes del ejecutado habrá que estar al orden
previsto por el art. 592 LEC.

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a) Límite cuantitativo (art. 584 LEC). La ley prohíbe embargar bienes cuyo valor previsible exceda
de la cantidad por la que se haya despachado ejecución, excepto si en el patrimonio del ejecutado
sólo existen bienes que superan dicha cuantía y su afección es necesaria.
b) Orden de embargo (art. 592 LEC). La Ley permite a las partes ponerse de acuerdo sobre el
orden de los bienes a embargar. En este caso, el secretario judicial tendrá que respetar la voluntad
de las partes, salvo en una serie de casos: 1) Si los bienes son inembargables, 2) si no existen
indicios que permitan atribuir de forma razonable la titularidad de los bienes al ejecutado. No es
habitual que el acuerdo entre las partes sea expreso. Por regla general será tácito (no impugnación
de los bienes señalados por el ejecutante, aun existiendo otros bienes embargables).

En ausencia de pacto, el LAJ tendrá que determinar los bienes del ejecutado a embargar, para lo que
atenderá a dos criterios:

• La mayor facilidad de enajenación y menor onerosidad de ésta para el ejecutado.


• Ante la imposibilidad de aplicación de estos criterios, el secretario se acogerá al orden previsto en
el art. 592.2 y 3 LEC.
1. Dinero o cuentas corrientes de cualquier clase.
2. Créditos y derechos realizables en el acto o a corto plazo, y títulos, valores u otros
instrumentos financieros admitidos a negociación en mercado secundario oficial de
valores.
3. Joyas y objetos de arte.
4. Rentas en dinero.
5. Intereses, rentas y frutos de toda especie.
6. Bienes muebles o semovientes, acciones, títulos o valores no admitidos a cotización oficial
y participaciones sociales.
7. Bienes inmuebles.
8. Sueldos, salarios, pensiones e ingresos procedentes de actividades profesionales
9. Créditos, derechos y valores realizables a medio y largo plazo.
10. Embargo de empresas (si es preferible al embargo de sus distintos elementos).

Los bienes embargados siguiendo este orden pueden ser susceptibles de modificación. En caso de
infracción de estas normas, no se produce la nulidad absoluta del embargo. Si existe infracción en cuanto
a la suficiencia de estos bienes, el ejecutante tiene dos opciones: a) solicitar la mejora del embargo; b)
interponer escrito solicitando el embargo de más bienes del ejecutado que no han sido embargados. Si
considera que el embargo ha sido excesivo, podrá solicitar la reducción del embargo o podrá impugnar la
resolución.

II.III.I. Afección de los bienes.

La afección es el elemento esencial del embargo, que constituye la declaración del secretario judicial por
la que se va a dirigir la actividad ejecutiva sobre un bien determinado. Para declarar la afección de un bien
al proceso de ejecución, el secretario, de oficio, debe vigilar:

a) Que el bien sea embargable;


b) Que no se vulnere el orden de embargo;
c) Que el valor del bien embargado no supere la cuantía por la que se despacha ejecución.
d) Que el bien pertenezca al patrimonio del ejecutado.

Para que el Letrado de la Admón. de Justicia ordene el embargo de los bienes localizados, basta con que
exista una apariencia externa de titularidad de los mismos a favor del ejecutado. La afección del bien
embargado con base en la titularidad aparente del mismo es válida aun cuando el bien no pertenezca
realmente al ejecutado.
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En este caso, el tercero propietario del bien deberá hacer valer su derecho oponiéndose previamente al
embargo o, posteriormente, interponiendo una tercería de dominio.

El acto en sí del embargo o la traba o afección de los bienes se pueden considerar realizados de dos formas
(art. 587 LEC):

• Mediante resolución del secretario judicial decretando el embargo de bienes determinados del
ejecutado.
• Por la reseña de la descripción del bien en el acta de la diligencia de embargo (art. 624.1.1º
LEC).

La afección de los bienes debe recaer sobre bienes embargables, suficientes, que pertenezcan al ejecutado
y respetando el orden del embargo. El control de estos presupuestos se podrá hacer de oficio y a instancia
de parte. Los efectos de la traba son dos:

1. El bien trabado se convierte en objeto de la actividad ejecutiva y, por tanto, se puede proceder a
su realización forzosa. Esto implica la venta del bien aun en contra de la voluntad del ejecutado
propietario del bien. No significa que el ejecutado pierda el poder de disposición sobre el bien,
por lo que podrá enajenarlo a tercero o gravarlo, pero en cualquier caso, el bien embargado
continúa a disposición del LAJ, es decir, que la transmisión a tercero del bien embargado no traerá
como consecuencia el levantamiento de la traba.
2. El ejecutante tendrá derecho a que se le entregue la cantidad obtenida con la realización forzosa
del bien embargado del ejecutado. Este derecho del ejecutante incluye el derecho a obtener, con la
realización del bien embargado, el importe de la deuda principal, los intereses y las costas de la
ejecución. No obstante, el embargo no convierte en preferente el crédito del ejecutante.

II.IV. Las medidas de garantía de la traba.

Ante el largo período de tiempo que, normalmente, transcurre entre la traba del bien o derecho hasta la
completa satisfacción del ejecutante con la entrega de la cantidad obtenida, se regula en nuestro
ordenamiento una serie de medidas que garantizan el efecto de la traba ante la posibilidad de la pérdida
del bien o derecho trabado o la disminución del valor de los mismos.

Para la adopción de estas medidas, el ejecutante atenderá a las circunstancias del caso valorando el gasto
que tales medidas comporten y el riesgo a que se pierda o disminuya el valor del bien o derecho trabado.
Las medidas de garantía de la traba varían según el bien o derecho trabado y se adoptan siempre a instancia
del ejecutante.

A. Anotación preventiva del embargo (art. 629 LEC). Cuando el embargo recaiga sobre bienes
inmuebles u otros bienes o derechos registrables, a instancia del ejecutante se procederá a la
anotación preventiva de embargo. El LAJ librará mandamiento, que se enviará al Registro
correspondiente, donde se extenderá el asiento de presentación, quedando en suspenso la práctica
de la anotación hasta que se presente documento original en los sesenta días siguientes,
retrotrayéndose los efectos a la fecha del asiento de presentación.
1. Para la anotación preventiva de embargo de bienes inmuebles u otros derechos
susceptibles de inscripción en el Registro de la Propiedad, habrá que estar a lo dispuesto
en la LH. Aunque el registro no es obligatorio, los efectos del embargo desde el punto de
vista registral sólo existirán desde que se lleve a cabo la anotación preventiva del mismo.
La anotación podría ser denegada por la concurrencia de obstáculos, y el secretario podrá
cancelarla con el alzamiento de la traba, con la enajenación del bien o cuando el inmueble
se venda en otra ejecución seguida por anotación o hipoteca anterior. La anotación tiene
una duración de cuatro años, aunque prorrogables.

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Sus efectos son que el bien seguirá vinculado a la ejecución pese a ser transmitido y que
la anotación del ejecutante adquiere preferencia a la hora de cobrar su deuda.
2. En la anotación preventiva de embargo de bienes muebles partimos de la Ley de Hipoteca
Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento. A este registro solo acceden las inscripciones de
ciertos gravámenes sobre bienes muebles. Los efectos son idénticos a lo anterior. En
cambio, la anotación preventiva de bienes susceptibles de prenda no mantiene la
vinculación del bien pignorado a la ejecución, lo que exigirá el depósito judicial.
B. Depósito judicial. El depósito judicial garantiza los efectos del embargo de bienes muebles o
semovientes. Puesto que esta clase de bienes puede desaparecer con cierta facilidad o se puede
hacer disminuir su valor, se prevé que los mismos, en caso de embargo, puedan quedar a
disposición judicial mediante la posesión de aquéllos en manos de la persona designada al efecto,
que los guardará y retendrá. El depositario puede ser el propio ejecutado, el ejecutante o cualquier
otra persona, aunque el art. 626 LEC determina a quién le corresponde serlo en casos concretos.
Las responsabilidades del depositario son: la conservación de los bienes de forma diligente a
disposición del tribunal; la exhibición del bien en las condiciones que el secretario judicial le
indique y entregar los bienes a la persona que el secretario determine. En caso de incumplimiento
por parte del depositario, de oficio o a instancia de parte, se le podrá remover de su cargo
designando a otro, sin perjuicio de su responsabilidad civil o penal. El depositario tiene derecho a
que le abonen los gastos que el depósito haya podido acarrear, el art. 628 LEC lo matiza.
C. Orden de retención. Se adopta esta medida para garantizar el pago de terceros desconocedores
del embargo del que es objeto su acreedor-ejecutado. El pago de tercero desconocedor del embargo
de su acreedor es válido y eficaz, y extinguiría el derecho del ejecutado embargado. De este modo,
el tercero retendrá las cantidades debidas al ejecutado o pondrá los bienes a disposición del
tribunal, impidiendo la extinción del derecho del ejecutado que ha sido embargado. Así, el tribunal
puede exigir al deudor la cantidad o bienes que le haya ordenado retener, sin que pueda alegar que
ya efectuó el pago al ejecutado. Los supuestos en que se adopta esta medida son: cuando se
embarguen saldos favorables en cuentas de cualquier clase; cantidades embargadas sobre sueldos,
pensiones…; intereses, frutos o rentas de toda clase; valores u otros instrumentos financieros;
participaciones en sociedades civiles, colectivas…
D. Administración judicial (art. 630 LEC). La administración judicial se puede adoptar:
1. Para garantizar el embargo de empresas así como acciones o participaciones que
representen mayoría del capital social, del patrimonio común o de los bienes o derechos
pertenecientes a las empresas, o adscritos a su explotación. El procedimiento para la
administración judicial en estos supuestos comienza con una comparecencia de las partes,
en la que podrán llegar a un acuerdo, o realizar las alegaciones y pruebas oportunas sobre
el nombramiento de administrador, pudiendo designar a la persona que debe desempeñar
el cargo. Si no hay acuerdo, se les convocará a una comparecencia ante el tribunal que
dictó la oren general de ejecución, que resolverá lo que estime procedente. Acordada la
administración judicial, el secretario debe nombrar un interventor designado por el titular
o titulares de la empresa o empresas embargadas. El nombramiento del administrador se
inscribirá en el Registro Mercantil. El contenido del cargo viene recogido en el art. 632
LEC. El ejecutado deberá cesar en la administración, dando paso a la nueva, que deberá
rendir cuenta final.
2. Para garantizar el embargo de frutos y rentas, cuando por determinadas circunstancias
no sea posible acordar una orden de retención. Distinguimos dos casos: 1) cuando la
naturaleza de los bienes y derechos, la importancia de los intereses, rentas o frutos… lo
aconsejen; 2) cuando se compruebe que la entidad pagadora o perceptora, o el mismo
ejecutado, no cumplen la orden de retención o ingreso de los frutos y rentas.

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II.V. Reembargo y embargo de sobrante.

Con el reembargo (art. 610 LEC), el legislador permite que bienes o derechos que ya han sido
embargados sean de nuevo objeto de embargo en distintos procesos de ejecución. Lógicamente, el nuevo
ejecutante tiene también derecho a obtener la satisfacción de su crédito con la realización del bien
reembargado, lo que da lugar a establecer un orden respecto al derecho de realización de dicho bien o
derecho objeto de varios embargos.

La regla general en el orden de preferencia radica en atender a la fecha de las distintas trabas, es decir, las
trabas de fecha anterior tendrán preferencia sobre las trabas de fecha posterior. Sin embargo, existen
excepciones: cuando los bienes embargados son inmuebles inmatriculados en el Registro de la Propiedad,
la preferencia del embargo vendrá determinada por la fecha de inscripción de la anotación preventiva de
embargo. A la hora de la realización del bien embargado, habrá que atender a dicho orden de preferencia,
de modo que no se podrá realizar el bien en función de la segunda traba en tanto no haya quedado
garantizado el derecho de realización del ejecutante que trabó en primer lugar el bien, o del que anotó en
primer lugar su traba. Sí cabe la posibilidad de acordar medidas de garantía de la traba si no entorpecen
la ejecución anterior y no resultan incompatibles con las que se adoptaron en función del que solicitó
primero el embargo.

Por otro lado, si el primer embargo ya se ha extinguido, habrá que atender a los motivos de extinción, de
tal manera que, si el embargo se extinguió porque se realizó el bien en la ejecución, lógicamente las trabas
posteriores quedan sin efecto, sin perjuicio de la posibilidad de éstos de cobrar su deuda con el sobrante
tras haber satisfecho el derecho del primer ejecutante. En caso de extinción por motivo distinto, la siguiente
traba adquiere la posición preferente. En caso de bienes inmatriculados en el Registro de la Propiedad, no
es aplicable este sistema.

Distinto del reembargo, pues, es el embargo del sobrante (art. 611 LEC), según el cual se puede pedir y
obtener durante un proceso de ejecución el embargo de la cantidad que sobre tras la realización forzosa de
los bienes embargados en otro proceso de ejecución. En este caso, existe un derecho sobre la cantidad que,
tras pagar al ejecutante, ha sobrado y, desde luego, si se levanta la traba en la primera ejecución, se pierde
el sobrante del embargo.

La cantidad que sobra tras la realización forzosa del bien embargado se ingresa en la Cuenta de
Consignaciones y depósitos para su disposición en el proceso donde se ordenó el embargo del sobrante.
Si se trata de bienes inmuebles, el sobrante se ingresará tras haber pagado no sólo al ejecutante sino también
a los acreedores con su derecho inscrito o anotado con posterioridad al ejecutante y preferencia al acreedor
que solicita embargo del sobrante.

II.VI. Modificación y alzamiento del embargo.

El legislador prevé la posibilidad de variar el embargo, siempre a instancia de parte, cuando lo embargado
no sea suficiente, por exceso o por defecto, para garantizar el pago de la deuda. Así pues, las partes podrán
solicitar la modificación del embargo mediante:

La mejora del embargo. Supone una nueva traba sobre otros bienes del deudor ejecutado que no
fueron embargados inicialmente. El legislador admite esta posibilidad tanto de manera genérica
(decide el secretario) como cuando se dan determinadas circunstancias: admisión de una tercería
de dominio (art. 598 LEC), previsión de intereses y costas superior o inferior a las cantidades
devengadas por estos conceptos (arts. 612.2 y 613.4 LEC), ampliación de la ejecución o de la
deuda (art. 578.3 LEC). En estos casos, el secretario tendrá que acordar la mejora.

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La reducción del embargo (art. 584 LEC). Si el bien, con el transcurso del tiempo, aumentara
de valor, el ejecutado podría solicitar la reducción del embargo, decidiendo el tribunal con arreglo
a su criterio.
La modificación del embargo. Es la sustitución de unos bienes ya embargados por otros. Es decir,
se alza el embargo de unos bienes del ejecutado y se procede a trabar en sustitución otros también
de su propiedad. La modificación se solicita a instancia de parte, y si la solicitasen ejecutante y
ejecutado de mutuo acuerdo, el secretario tendrá que admitir la modificación. También se podrán
modificar las medidas de garantía de la traba.
El alzamiento del embargo antes de la realización de los bienes embargados se puede producir,
en virtud de decreto del secretario judicial, por muy diversos motivos: cuando los bienes trabados
son enajenados durante la ejecución, la estimación de la oposición a la ejecución, la estimación de
una tercería de dominio…

III. El procedimiento de apremio (arts. 634-680 LEC).


III.I. Valoración de los bienes embargados: avalúo.

Todos los procedimientos para la enajenación del bien tienen como elemento común la necesidad de la
previa determinación del valor de los bienes embargados. Esta valoración del bien o avalúo puede
hacerse de dos formas:

• Por acuerdo entre el ejecutante y el ejecutado, ya sea mediante un acuerdo previo a la propia
ejecución u obtenido durante la ejecución (art. 637 LEC).
• Por dictamen pericial (art. 638 LEC), procedimiento éste que requerirá el nombramiento del
perito, la actividad de la peritación y la intervención de las partes y los acreedores en la tasación
(art. 639 LEC).

La valoración de bienes inmuebles, además, requerirá la deducción del importe de cargas anteriores al
derecho del ejecutante.

III.II. Los diferentes medios de realización forzosa.

Con la realización forzosa se pretende convertir en dinero los bienes del ejecutado que han sido
previamente embargados para satisfacer el derecho de crédito del ejecutante. Tradicionalmente, a la
realización forzosa se le ha llamado procedimiento de apremio. Si bien, normalmente, el procedimiento
de apremio es la fase del proceso de ejecución que sigue al embargo de bienes, no todo embargo necesita
del procedimiento de apremio a posteriori (prenda o hipoteca, p. ej.). Puesto que el objetivo del
procedimiento de apremio es la obtención del dinero necesario para satisfacer al ejecutante, esta fase no
resultará necesaria en dos supuestos concretos:

a) En caso de que lo embargado sea precisamente dinero u otros bienes con los que se efectúe
inmediatamente el pago.
b) En caso de ejecución que condene al pago de las cantidades debidas por incumplimiento de
contratos de venta a plazos de bienes muebles.

La LEC prevé los diferentes sistemas de realización forzosa: a) enajenación forzosa; b) adjudicación
forzosa, y c) administración forzosa.

III.II.I. Entrega directa al ejecutante (art. 634 LEC).

El LAJ, sin necesidad de realización forzosa, entregará directamente al ejecutante los bienes embargados
por su valor nominal en los casos previstos por la LEC:

• dinero en efectivo;
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• saldo de cuentas corrientes y otras de disposición inmediata;
• divisas convertibles, previa conversión;
• otros bienes cuyo valor nominal sea igual a su valor de mercado o que, siendo inferior, lo acepte
el acreedor;
• saldos en cuenta con vencimientos diferidos, siempre que se espere al vencimiento con la adopción
por parte del secretario de las medidas necesarias para asegurar su cobro.

III.II.II. Enajenación forzosa de valores (art. 635 LEC).

Es aplicable a dos tipos de valores: 1) los valores admitidos a negociación en mercado secundario y
aquellos bienes cuya venta pueda realizarse en mercados reglados o mercados con precio oficial; 2)
acciones o participaciones societarias de cualquier clase que no coticen en bolsa. Los primeros, una vez
embargados, se enajenarán por orden del secretario judicial conforme a las leyes que rigen estos mercados,
mientras que los segundos se enajenarán atendiendo a las disposiciones estatutarias y legales sobre
enajenación de estos valores y, especialmente, a los derechos de adquisición preferente. En su defecto, la
enajenación se realizará a través de notario o corredor de comercio colegiado.

III.II.III. Sistemas generales de enajenación forzosa.

Son tres: el convenio de realización aprobado por el LAJ, la enajenación por medio de persona o entidad
especializada y la subasta judicial, que se considera el sistema ordinario. Una vez embargados los bienes
por el LAJ, se practicarán las actuaciones precisas para la subasta judicial de los mismos, que se producirá
en el plazo señalado si antes no se solicita y se ordena, con arreglo a lo previsto en la Ley, que la realización
forzosa se lleve a cabo de manera diferente.

A. El convenio de realización (art. 640 LEC).

Permite la LEC que las partes o personas con un interés directo soliciten al secretario judicial la celebración
de una comparecencia para llegar a un acuerdo sobre la enajenación del bien. Siempre y cuando el
secretario judicial no considere que existan motivos para denegar la comparecencia solicitada por el
ejecutante, la acordará éste mediante diligencia de ordenación.

Si es el ejecutado el que pide la comparecencia, o un interesado, dependerá de la conformidad del


ejecutante la celebración de la misma. Acordada la convocatoria, que no suspende la ejecución, se cita a
las partes e interesados a comparecer.

El convenio puede aprobar cualquier medio de realización del bien o cualquier otra forma de satisfacer el
derecho, si cumple con las siguientes condiciones:

• No puede perjudicar a terceros o, si les perjudica, se exige que presten su conformidad.


• Si el convenio afecta a los acreedores o a terceros poseedores que han anotado o inscrito en el
Registro después del gravamen que se ejecuta, se requiere que éstos estén de acuerdo con el
convenio, salvo si el precio de venta cubre el crédito.
• Que exista persona dispuesta a comprar el bien por un precio superior al que se podría lograr en
subasta pública.

Dado que la convocatoria a comparecer no suspende la ejecución, si las partes no llegan a un acuerdo o
éste no es aceptado, el proceso de ejecución continúa su curso. Cabe la posibilidad de celebrar otra
comparecencia si se solicita en tiempo, el ejecutante lo acepta y es aconsejable atendiendo a las
circunstancias del caso.

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Por el contrario, si en la comparecencia se llega a un acuerdo, y el secretario judicial lo acepta, dictará
decreto suspendiendo la ejecución respecto del bien embargado y, cumplido el convenio, se sobresee la
ejecución.

En caso de incumplimiento del convenio, o si no se logra la total satisfacción del ejecutante, se podrá
pedir la suspensión de la ejecución y que el bien sea enajenado a través de subasta.

B. Enajenación por entidad o persona especializada (art. 641 LEC).

El bien embargado puede ser enajenado por persona o entidad especializada pero siempre a instancia de
parte. Si la petición procede del ejecutado, se exige consentimiento del ejecutante. El Letrado de la
Admón. de Justicia, atendiendo a las circunstancias del bien embargado, podrá acordar mediante diligencia
de ordenación la realización del bien:

• Por persona especializada que conozca el mercado en que se compra y vende esa clase de bienes.
En este caso deben concurrir los requisitos legales y se le exige caución para responder del
cumplimiento del encargo.
• Por entidad pública o privada especializada, en cuyo caso la venta se realizará conforme a las
reglas y costumbres de la entidad que lleve a cabo la subasta, si no son incompatibles con el fin de
la ejecución ni contrarios a los intereses de las partes. Si la entidad es de carácter público, no se
le exige prestación de caución.

Los Colegios de Procuradores pueden ser designados como entidad especializada en la subasta de bienes,
y no se les exigirá prestación de caución. En cuanto a la solicitud de enajenación por persona especializada,
debe incluir la designación de ésta. Distinguimos el procedimiento según bienes muebles e inmuebles.

Si los bienes objeto de enajenación son muebles, se fijarán de manera inmediata las condiciones
de la venta. Si no existe pacto sobre tales condiciones, será el secretario quien las acuerde, siempre
que no se venda el bien por precio inferior a la mitad del avalúo.
En caso de bienes inmuebles, el secretario judicial convocará a las partes a una comparecencia
para determinar cuál es la persona o entidad especializada más adecuada para realizar la venta.
Tras ella, el secretario resolverá mediante decreto, sin poder autorizar la venta por precio inferior
al 70% del avalúo, salvo que conste acuerdo de las partes y los interesados.

Tras la resolución, la persona o entidad especializada podrá aceptar o no el encargo. Si el encargo es


rechazado, habrá que proceder a la venta del bien siguiendo los trámites de la subasta judicial. Si es
aceptada, habrá de prestarse caución. La venta deberá realizarse en plazo de seis meses prorrogable otros
seis meses. De la cantidad obtenida con la venta habrá que descontar los gastos y la remuneración de la
persona o entidad que se encargó de la venta.

C. Subasta de bienes muebles (arts. 643-654 LEC).

Es un sistema que no requiere petición de parte, inmediatamente de embargar los bienes, comienzan las
actuaciones preparativas para la subasta de los bienes. Cabe que las partes soliciten la enajenación mediante
cualquiera de los sistemas de enajenación forzosa antes del día fijado para la subasta.

Actos de preparación de la subasta. Resulta necesario determinar el valor de los bienes, servirá
como referencia para aceptar, o no, el remate. El valor puede acordarse por ejecutante y ejecutado
antes de iniciar el proceso de ejecución, en caso de no hacerlo se procede a su avalúo por el LAJ
previo informe pericial, teniendo en cuenta lo alegado por las partes. Los bienes se venderán de
forma separada, conjuntamente o por lotes. Las partes tienen 5 días para alegar lo que consideren
oportuno sobre la formación de los lotes.

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Si los bienes carecen de valor relevante, no se realizaran si no se prevé obtener al menos la cantidad
de dinero suficiente para pagar los gastos de la subasta (art. 643.2 LEC).
Convocatoria de la subasta. Valorados los bienes, el LAJ, mediante decreto, acordará la
convocatoria de la subasta, que se celebrará, bajo su responsabilidad, de forma electrónica en el
Portal de Subastas (art. 644 LEC).
Publicidad. A las subastas se les dará publicidad en:
o BOE. Sirve de notificación al ejecutado no personado y contendrá exclusivamente la fecha
del mismo, la dirección electrónica de la subasta y la Oficina Judicial ante la que se sigue
el procedimiento de ejecución junto con su número de identificación y clase.
o Portal de la Administración de Justicia. A los solos efectos informativos. El edicto que
se incorpora al Portal de Subastas incluirá un pliego con las condiciones de la subasta,
además de datos que resulten relevantes. Se debe incluir también el avalúo (art. 646 LEC).
Tanto en el edicto como en el Portal de subastas debe constar que todo licitador acepta
como bastante la titulación existente o inexistente, así como las consecuencias cuando las
pujas no superen los porcentajes del tipo de la subasta (art. 650 LEC).
o A instancia de parte. Si el LAJ lo considera conveniente, se podrá dar a la subasta la
publicidad que sea razonable. Se permiten los anuncios realizados por otros medios (art.
645.2 LEC).
Los gastos de publicidad los pagará la parte que las haya solicitado, sin perjuicio de incluir en
costas los gastos que, por la publicación en el BOE, se hubieran generado al ejecutante. El art.
646.2 LEC establece que se acomodará a la naturaleza del medio que se utilice, procurando la
mayor económica de costes.
Depósito previo (art. 647 LEC). Para poder pujar es necesario estar en posesión de la
acreditación, hacer la consignación en la Cuenta de Depósitos y Consignaciones el 5% del valor
de los bienes. El ejecutante que quiera mejorar las posturas de los licitadores podrá hacerlo sin
necesidad de consignar cantidad alguna. El depósito se podrá realizar en cualquier momento
anterior al remate, pero lo perderá el rematante si no paga el precio ofrecido (arts. 652.2 y 653.1
LEC).
Celebración de la subasta (art. 648 LEC). La subasta electrónica se celebrará en el Portal de
Subastas dependiente de la AEBOE. Las Oficinas Judiciales tendrán acceso al sistema de gestión
del mismo que utilizarán medios telemáticos para el intercambio de datos. La subasta se abrirá
transcurridos 24 horas desde su publicación siempre que la información necesaria haya sido
remitida al Portal de Subastas. Se admiten pujas una vez abierta, cumpliendo las normas previstas.
Los interesados deben estar dados de alta como usuarios en el sistema (art. 648.4 LEC), para
asegurar la plena identificación de los licitadores. Los interesados tienen que estar en posesión de
la acreditación obtenida tras haber efectuado la consignación. La intervención del ejecutante es
posibles y está exento de realizar la consignación previa, sólo puede pujar cuando existan otros
licitadores e intervenga mejorando las posturas (art. 647.2 LEC). El acreedor puede hacer postura
reservándose la facultad de ceder el remate a un tercero. Dicha cesión deberá verificarse ante el
LAJ. Se exige que se realice el pago del precio del remate. También es reconocido al ejecutante
cuando solicite la adjudicación de los bienes embargados. Las pujas se envían telemáticamente
indicando si consiente a la reserva del depósito constituido para pujar por si el rematante no
entregara en plazo el resto del precio (art. 648.6 y 652 LEC). Las posturas se realización según el
art. 648.6 LEC. Terminada la subasta, el LAJ deja constancia de la misma indicando el nombre
del mejor postor y de su postura (art. 649 LEC).
Aprobación del remate y pago del precio. El LAJ, mediante resolución en forma de decreto,
aprobará el remate adjudicando el bien al mejor postor. A la hora de resolver, hay que tener en
cuenta:
o Que la mejor postura sea igual o superior al 50% (art. 650 LEC).
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o Si no existen posturas que alcancen el precio mínimo, se podrán tener en cuenta otras
ofertas que alcancen dicha cantidad, aunque el ofrecimiento sea a pagar a plazos con las
garantías suficientes. En caso de ofrecimiento de pago aplazado se pondrá en
conocimiento del ejecutante esta circunstancia para que, en 5 días, pueda pedir la
adjudicación del bien por el 50% de su valor.
o Si la mejor postura no alcanza el 50% del avalúo, la aprobación del remate habrá de tener
en cuenta:
Al deudor se le dan 10 días desde el término de la subasta para evitar que se
malvenda el bien presentando a un tercero que ofrezca el 50% del valor, o siendo
inferior al avalúo, que cubra los derechos del ejecutante.
Si el deudor no presenta a tercero, se dan 5 días al ejecutante para que solicite la
adjudicación del bien por la mitad de su valor de tasación o por cantidad inferior
si cubre la cantidad que se le debe, siempre que sea superior a la mejor postura.
Si no pide la adjudicación, el LAJ resolverá sobre el remate a favor de la mejor
postura si el precio ofrecido supera el 30% del avalúo o si fuera inferior pero
cubriera los derechos del acreedor. Si no cumple estas condiciones, el LAJ dará
audiencia a las partes para resolver si aprueba el remate. Contra el decreto cabe
recurso de revisión ante el tribunal que dictó la orden general de ejecución. Si lo
deniega, se alzará el embargo sobre el bien del ejecutado.
Aprobado el remate, se ingresará en la Cuenta de Depósitos y Consignaciones, en 10 días, la
cantidad resultante de restar al precio la cantidad depositada. Si es el propio ejecutante el que se
adjudicó el bien, habrá que tener en cuenta que el precio no tendrá que ingresarlo hasta que el LAJ
liquide la deuda. El acreedor es el único que puede adquirir con reserva del derecho de ceder el
remate a tercero (art. 647.3 LEC).
Falta de pago del precio y quiebra de la subasta. Aprobado el remate, las cantidades depositadas
se devolverán a los demás postores. Estos pueden solicitar que sus depósitos no sean devueltos
sino que se mantengan a disposición del tribunal por si el rematante no entregase el resto del precio.
Puede aprobar el remate a favor de los que le sigan (art. 652.1.2º LEC). Si el rematante no paga,
pierde el depósito (art. 653.1 LEC). Si con la cantidad se cubre el principal, la ejecución termina.
Si no lo cubre, se puede:
o Aprobar el remate a favor de los postores que solicitaron la retención de su depósito.
o Declarar en quiebra la subasta. Sucede: 1) cuando el 1er rematante no pago el precio y no
hay postores con depósito retenido. 2) Cuando, existiendo rematantes con el depósito
retenido, estos tampoco pagan. Habrá que realizar una nueva subasta.
El art. 652 LEC regula qué hacer con los depósitos de los rematantes que no pagaron el precio
del remate. El art. 654 LEC establece que el precio del remate se entregue al ejecutante a cuenta
de la cantidad por la que se hubiera despachado la ejecución. Satisfecho el ejecutante y pagadas
las costas, se entregará dicho remanente al ejecutado. Si no resulta suficiente para pagar la
cantidad, se imputará primero para los intereses remunitarios, luego para el principal, luego los
intereses monitorios y por último las costas.

D. Subasta de bienes inmuebles (arts. 655-675 LEC). Examen

Se sigue el procedimiento de la subasta de bienes muebles aunque con algunas especialidades.

Actos preparatorios de la subasta. Actuaciones encaminadas a obtener, fundamentalmente,


información sobre los bienes que se van a subastar. Hay que realizar una investigación sobre la
situación registral del bien, con el fin de averiguar las cargas. También quién ostenta la posesión
del inmueble a efectos de su ocupación inmediata.

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o Certificación de dominio y cargas y actuaciones derivadas de ella (art. 656 LEC). El
LAJ librará mandamiento al registrador a cuyo cargo se encuentre el Registro de que se
trate, para que remita al juzgado certificación en la que consten:
Titularidad de dominio y demás derechos reales del bien o derecho gravado.
Derechos de cualquier naturaleza que existan sobre el bien registrable embargado.
El art. 656.3 LEC establece la posibilidad de que sea el procurador del ejecutante el que
solicite la certificación de dominio y cargas. Se prevé una serie de actuaciones:
Alzamiento del embargo si el bien está inscrito a nombre de persona distinta del
ejecutado. Hay dos excepciones: 1) que la inscripción de dominio a favor de
persona distinta del ejecutado sea posterior a la anotación del embargo; 2) que,
siendo la inscripción anterior a la anotación de embargo que la traba, se efectuara
en un procedimiento por deudas de causante, actuando el heredero como tal.
Comunicación de la ejecución a los titulares de derechos sobre el bien embargado
inscrito o anotado con posterioridad a la anotación del embargo. Podrán intervenir
en la subasta o bien pagar al ejecutante y continuar con la ejecución, subrogándose
en su posición (art. 659.3 LEC). La venta del bien obligará al registrador a
comunicar la ejecución a los titulares de derechos posteriores a los del ejecutante
que figuren en la certificación de cargas.
o Presentación de los títulos de propiedad. El art. 34 LH protege las inscripciones
registrales ante la falta o insuficiencia del título del transmitente. Si el bien no está inscrito,
no se puede beneficiar de la protección y adquiere importancia la aportación de título de
propiedad para que se conozcan los problemas que pueden aparecer para la inscripción de
sus derechos y para que se puedan valorar los riesgos de evicción.
La ausencia títulos de propiedad no impide la celebración de la subasta. El acreedor puede
solicitar que los bienes salgan a subasta sin suplir la ausencia de falta de títulos de
propiedad, así se expresará en los anuncios (art. 665 LEC).
o Situación posesoria del bien inmuebles. Si el inmueble se hallara ocupado, habrá que
conocer previamente si se podría desalojar de manera inmediata o si la adquisición no
conlleva su posesión inmediata. Tras la transmisión del bien se puede proceder al desalojo
de sus ocupantes a través de un incidente sumario dentro del propio proceso de ejecución,
siempre y cuando aquellos resulten ocupantes de hecho o sin título suficiente. Si los
ocupantes poseen justo título para su posesión, habrá que acudir al proceso declarativo
que corresponda.
o Valoración de los bienes (art. 666 LEC). En los inmuebles hay que deducir del avalúo el
importe de las cargas anteriores al derecho del ejecutante, puesto que estas subsisten tras
la ejecución con la consiguiente subrogación del adquirente. El LAJ atenderá a la
certificación de dominio y cargas teniendo en cuenta las cargas inscritas con anterioridad
a la anotación de embargo del ejecutante. La valoración se podrá realizar:
Con la previa depuración de las cargas anteriores extinguidas o aminoradas a
instancia del ejecutante.
Sin la depuración ante la ausencia de contestación por parte del ejecutado y de los
acreedores a los que se le solicitó informa sobre la subsistencia actual del crédito.
Anuncio de la subasta (art. 646 LEC). Tiene como particularidad que los anuncios expresarán
lo previsto en el art. 668 LEC.
Depósito previo (art. 669.1 LEC). Se exige a los participantes el depósito previo de un dinero,
fijado en atención al valor dado al bien a efectos de ejecución. El depósito asciende al 5% del valor
del bien (art. 666 LEC).

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Celebración de la subasta. Si se declarara desierta porque no existan postores, el ejecutante tiene
la posibilidad de pedir la adjudicación de los bienes por el 70% del valor atribuido o si la cantidad
que se le debe por todos los conceptos es inferior, por el 60% de su valor de la tasación.
Aprobación del remate y pago del precio (art. 670 LEC). Se prevé la aprobación del remate,
mediante decreto del LAJ, cuando la mejor postura sea igual o superior al 70% del valor del bien.
Si no existen posturas que iguales o superen, pero se ofrece pagar a plazos una cantidad que igual
o supere el 70% del valor del bien, antes de aprobar el remate se comunicará esta circunstancia al
ejecutante para que, en 20 días, pueda pedir la adjudicación del bien por el 70%. Si el acreedor no
hace uso de esta faculta, se aprobará el remate a favor del postor que ofreció pagar a plazos (art.
670.3 LEC). Cuando la mejor postura sea inferior al 70%, habrá que atender a unas circunstancias:
o El deudor podrá presentar, en 10 días, a un tercero que mejore la postura, ofreciendo una
cantidad que supere el 70% del valor de tasación del bien o, si fuera inferior, que cubra
los derechos del ejecutante (art. 670.4 LEC).
o Si no presenta mejor postor, tendrá 5 días para solicitar la adjudicación del bien inmueble
por el 70% del valor, o por la cantidad que se le deba por todos los conceptos, siempre que
sea mayor al 60% de su valor de tasación y a la mejor postura. Si no lo hace, resolverá el
LAJ sobre si aprueba o no el remate.

III.II.IV. La adjudicación forzosa o adjudicación en pago.

El ejecutante no ha podido participar en la subasta porque no hay otros postores, o habiendo participado
no se aprobó el remate a su favor, tiene otra oportunidad para adquirir los bienes subastados por unos
precios prefijados, que variaran en atención al resultado de la subasta. Son supuestos de adjudicación de
los bienes al acreedor son posteriores a la finalización de la subasta. La LEC establece el precio de
adquisición en función del resultado de la subasta.

a) Subasta desierta (arts. 651 y 671 LEC). El precio es del 30% del valor del bien, si es inmueble,
el precio será una cantidad igual o superior al 60% del valor del mismo. Si el ejecutante renunciara
a su derecho, podrá solicitar el alzamiento del embargo, que el LAJ acordará.
b) Antes de aprobar el remate a favor de un postor que ofrezca un precio superior al 50% o
70%, pero con la condición de pagar a plazos (arts. 650.3 y 670.3 LEC).
c) Antes de resolver el LAJ sobre la aprobación del remate a favor de un postor que haya
ofrecido menos del 50% o el 70% (arts. 650.4.2º, 671.4.2º y DA 6ª.2º LEC).
d) Después que el LAJ haya denegado la aprobación del remate a favor de la mejor postura, en
atención a las circunstancias de los arts. 650.4.3º y 670.4.3º LEC.

La adjudicación se solicitaría igual que en caso de subasta desierta. La adjudicación en pago se realiza a
instancia del ejecutante y la aprobará el LAJ mediante decreto adjudicando el bien en su favor por la
cantidad que corresponda (art. 674 LEC). Se llevará a cabo una liquidación previa de la deuda por el LAJ
y, terminada esta, el acreedor ingresará la parte del precio que exceda del importe de la deuda.

III.II.V. La administración forzosa.

La puede solicitar el ejecutante en cualquier momento de la ejecución, siempre que los bienes afectos a la
ejecución sean productivos. Así puede satisfacer su derecho sin que resulte necesaria la enajenación forzosa
de los mismos, aplicando los frutos o rentas que produzcan al pago del principal, intereses y costas. Este
sistema se admite para todo tipo de bienes.

El LAJ la acordará previa audiencia a los acreedores posteriores y siempre que, a su juicio, sea aconsejable
en función de la naturaleza de los bienes (art. 676 LEC). Acordada la administración, se pondrá al
acreedor en posesión de los bienes. Aquellos que impidan sus labores de administración se podrán ver
apremiados con multas coercitivas.
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Acreedor y deudor podrán acordar cuáles sean las facultades del acreedor y las condiciones de la
administración, así como la forma y tiempo en que el acreedor deba rendir cuentas al deudor. Si no hay
acuerdo, se acudirá a la costumbre del país, y la rendición de cuentas del acreedor será anual (art. 678
LEC). Cuando se finalice la administración de los bienes del deudor, el acreedor realizará una rendición
de cuentas general ante el deudor (art. 680 LEC).

La administración forzosa puede finalizar de 3 modos:

a) Se pondrá fin a esta administración cuando el ejecutante haya cobrado, con el producto de los
bienes administrados, la totalidad de las cantidades debidas por todos los conceptos (principal,
intereses y costas).
b) Cuando el ejecutado, en cualquier momento, pague lo que falte de la deuda en atención a la última
rendición de cuentas que hizo el acreedor.
c) También cuando así lo solicite el acreedor para que, previa rendición de cuentas, se realicen los
bienes del deudor a través de otros sistemas (art. 680 LEC).

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Tema 12. Las tercerías.
I. La tercería de dominio (arts. 593-694 LEC).
Es la acción que puede ejercitar el verdadero propietario de los bienes embargados para solicitar que se
deje sin efecto el embargo, hay que recordar que el embargo de bienes que no son del ejecutado no es nulo
sino anulable. El objeto de la tercería es pues el alzamiento del embargo, por lo que no se permite ni
acumulación de otra pretensión ni reconvención. Es pues una acción constitutiva pues produce per se un
cambio jurídico. Es un incidente de la ejecución pues el embargo de bienes que no son del ejecutado no es
nulo sino, simplemente anulable.

El derecho del tercerista debe ser anterior al embargo y no se permite segunda o ulterior tercería fundada
en derechos que se poseía al interponer la primera.

I.I. Competencia (art. 599 LEC).

La tercería de dominio se presentará ante el Letrado de la Admón. de Justicia responsable de la


ejecución, y se resolverá por el tribunal que dictó la orden general y despacho de la ejecución.

I.II. Legitimación.

La legitimación activa la ostenta el tercero, ajeno al proceso de ejecución, cuyo bien ha sido embargado
bajo falsa apariencia de titularidad del ejecutado. El tercerista, pues, no podrá ser nunca el mismo
ejecutado. El actor de la tercería afirma en ella que el bien embargado le pertenece a él y no al ejecutado,
de modo que, de no haber existido error, nunca habría decretado su embargo (art. 565.1 LEC).

En cuanto a la legitimación pasiva, distinguimos dos supuestos:

a) Que la legitimación pasiva recaiga exclusivamente en el ejecutante. No obstante, el ejecutado


podrá intervenir en la tercería como una parte más (art. 600 LEC), aun sin ser demandado.
b) Si el bien ha sido embargado como consecuencia de la manifestación de bienes a la que es
requerido el ejecutado, o por acuerdo con el ejecutante, la tercería de dominio se podrá interponer
también frente a él y no sólo contra el ejecutante (art. 592 LEC).

I.III. Objeto.

El tercerista pretende obtener el alzamiento del embargo sobre el bien de su propiedad, sin que se le
permita incluir en la misma ninguna otra pretensión (art. 601.1 LEC). Por el contrario, el ejecutante (o
ejecutante y ejecutado) frente al que se dirige la tercería sólo podrá solicitar que se mantenga el embargo.
No se admite, por tanto, la reconvención.

Se prohíben (art. 597 LEC) posteriores tercerías sobre los mismos bienes fundada en títulos o derechos
que ya poseyera el que la interponga al tiempo de formular la primera.

I.IV. Procedimiento (art. 596 LEC).

Las tercerías de dominio se sustanciarán por los trámites del juicio verbal (art. 599 LEC). No obstante,
resulta necesario poner de relieve una serie de especialidades.

1. Respecto al momento de interposición de la tercería de dominio, la LEC determina que el


momento inicial a partir del que se puede interponer es la fecha del embargo. La fecha final
corresponde al momento en que se transmita, según la legislación civil, el bien al acreedor o al
tercero adquirente en subasta (art. 592.1 LEC).
2. Con la demanda de tercería, se exige la presentación de un principio de prueba por escrito que
fundamente la pretensión del tercerista (art. 595 LEC).

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Se trata de un requisito de admisibilidad de la demanda cuya ausencia determinará el rechazo de
la tercería (art. 596.2 LEC). Admitida la demanda por el LAJ, el tribunal, si lo considera necesario
y previa audiencia de las partes, puede condicionar la admisión de la demanda a que el tercerista
preste caución por los daños y perjuicios que pudiere sufrir el ejecutante (art. 529.3 LEC).
3. La admisión de la demanda produce los siguientes efectos: por un lado, se suspende la ejecución
del bien embargado objeto de tercería; por otro, cabe la posibilidad de que el ejecutante solicite y
obtenga la mejora del embargo.
4. Cuando el demandado no contesta, se consideran admitidos todos los hechos alegados en la
demanda (art. 602 LEC).
5. La tercería de dominio terminará con una resolución judicial en forma de auto resolviendo sobre
la procedencia o no del embargo del bien. Si se estima la demanda, se mandará alzar el embargo
y las medidas de garantía, que se mantendrán en caso de desestimación de la demanda (arts.
603.1º-604 LEC). En caso de ser necesario previamente pronunciamiento sobre la pertenencia o
no de los bienes al tercerista, puesto que no es objeto de la tercería, tal pronunciamiento es a los
meros efectos del proceso y, por tanto, carece de efecto de cosa juzgada.
6. El incidente en que consiste la tercería terminará con una resolución judicial motivada
susceptible de ser recurrida en apelación (arts. 599 y 455.1 LEC).
7. En cuanto a la condena en costas, se aplicarán las reglas generales sobre costas (art. 394 LEC)
para los procesos de declaración. Sin embargo, en el supuesto en que el demandado no conteste a
la demanda, no se le condena en costas, salvo que el tribunal aprecie mala fe.

I.V. La tercería registral.

Tanto la LEC como la LH prevén el levantamiento del embargo cuando conste mediante certificación
registral que el bien inmueble embargado está inscrito a nombre de persona distinta de la del ejecutado.
La inscripción registral debe ser anterior a la anotación preventiva del embargo, puesto que, si fuera
posterior, no provocaría de forma inmediata el levantamiento del embargo y el titular registral tendría que
intervenir en el proceso como tercer poseedor. En estos casos, el embargo se mantiene, pero el tercer
poseedor puede pedir la exhibición de los autos en secretaría, así como el alzamiento del embargo pagando
la cantidad que se le deba al acreedor en concepto de principal, intereses y costas.

II. Tercería de mejor derecho (arts. 613-620 LEC).


Dado que en ocasiones existen acreedores preferentes a aquel que solicitó el despacho de la ejecución
frente a un deudor común, el ordenamiento jurídico habilita la tercería de mejor derecho, que es la acción
de la que dispone dicho acreedor preferente para solicitar y obtener del tribunal que esté conociendo de la
ejecución que se le pague su deuda con el importe obtenido en ejecución con anterioridad a la satisfacción
del crédito del acreedor que inició el proceso de ejecución. Obviamente, el tercerista ha de acreditar la
preferencia de su crédito respecto al del ejecutante.

En la tercería de mejor derecho, el tercerista no pretende poner fin al proceso de ejecución, más bien al
contrario, pues, una vez reconocida la preferencia de su crédito, solicitará que se le paguen las cantidades
adeudadas con las cantidades obtenidas tras la ejecución forzosa.

II.I. Legitimación.

La legitimación activa la ostenta el tercero que, ajeno al proceso de ejecución y acreditando poseer un
crédito preferente, solicita entrar en dicho proceso de ejecución iniciado por el ejecutante para cobrar las
cantidades debidas por el mismo deudor ejecutado (art. 614.1 LEC). Dicha incorporación al proceso será
diferente en función de la existencia o no de título ejecutivo a su favor:

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• Si el tercerista posee título ejecutivo en el que conste su crédito, podrá intervenir en el proceso de
ejecución desde que la propia tercería sea admitida.
• Si su crédito no consta en un título ejecutivo, será necesario el reconocimiento de la existencia
de dicho crédito, por lo que sólo podrá intervenir en el proceso desde el momento en que se dicte
sentencia estimando la tercería (art. 616.2 LEC).

Al convertirse el tercero en parte del proceso y tras la acreditación de su crédito preferente, al ejecutante
originario puede interesarle abandonar la ejecución o bien continuarla y cobrar el remanente. Si la
abandona, estaríamos ante un cambio de partes en el proceso de ejecución, mientras que, si decidiera
seguir adelante, se produciría una acumulación de ejecuciones (art. 555.2 LEC).

En cuanto a la legitimación pasiva, de nuevo habrá que distinguir según que el tercerista tenga su derecho
documentado en un título ejecutivo o no. Si éste consta en un título ejecutivo, la tercería se ejercitará
solamente frente al ejecutante, puesto que lo que se discute en la tercería es exclusivamente la preferencia
de sus créditos. No obstante, el ejecutado, si lo estima conveniente, puede intervenir con plenos derechos
procesales en la tercería, debiendo ser notificado de la admisión a trámite de la demanda (art. 617 LEC).

Si el crédito del tercerista no consta en ningún título ejecutivo, solicitará en la tercería no solamente la
existencia de su crédito, sino también la condena del ejecutado a pagarlo; por tanto, la tercería se dirigirá
no solamente frente al ejecutante, sino también frente al ejecutado. Se trata de una acumulación de
acciones. La del tercerista frente al ejecutante, que sería una acción constitutiva en cuanto que se solicita
un cambio jurídico, y la del tercerista contra el ejecutado, que se trata de una acción de condena ordinaria.
Ambas acciones, obviamente, relacionadas entre sí.

II.II. Objeto.

El objeto de la tercería de mejor derecho consistirá en el reconocimiento del carácter preferente del
crédito del tercerista y el derecho a cobrar la cantidad debida, con anterioridad al ejecutante originario,
con lo obtenido tras la ejecución. Si el tercerista no tiene documentado su crédito en un título ejecutivo,
también podrá solicitar el reconocimiento de su crédito y que se condene al deudor ejecutado a pagarlo.
Se prohíbe expresamente la acumulación de posteriores tercerías fundadas en títulos o derechos que ya
poseyera el tercerista cuando interpuso la primera tercería (art. 614.2 LEC).

II.III. Procedimiento.

La tercería de mejor derecho se sustanciará también por los trámites del juicio verbal (art. 617 LEC). En
cuanto al momento para interponer esta tercería, el dies a quo dependerá de la naturaleza de la
preferencia de crédito. Si ésta es general, el momento inicial será desde que se despache ejecución, y si es
con relación a un bien mueble o inmueble concreto del deudor, se podrá interponer la tercería desde que
se embargue el bien concreto (art. 615.2 LEC). El momento final dependerá del sistema de realización
forzosa, de modo que, si se ejecutó forzosamente el bien, el dies ad quem será el día de la entrega al
ejecutante de la cantidad obtenida por tales medios o, en caso de adjudicación de los bienes, después de
adquirida la titularidad de los mismos (art. 615.2 LEC).

La tercería de mejor derecho se iniciará con la presentación de la demanda, en la que se afirmará un


derecho de crédito preferente al del acreedor ejecutante, y que deberá ir acompañada de un principio de
prueba por escrito. Sin este principio de prueba, la demanda de tercería no se admitirá a trámite.

En cuanto a los efectos de admisión, la ejecución sigue su curso, pero la cantidad obtenida con la
realización de los bienes no se entrega al ejecutante, sino que se deposita en la Cuenta de Consignaciones
y Depósitos del Juzgado en tanto en cuanto se resuelva la tercería (art. 616.1 LEC). Presentada la
demanda, el LAJ dará traslado a los demandados para que contesten por escrito en plazo de 20 días.

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El art. 619 LEC regula algunas especialidades respecto al allanamiento y desistimiento del ejecutante.

a) Si el tercerista tiene título ejecutivo. Si, dada esta circunstancia, el ejecutante se allana respecto
a la tercería, el tribunal pone fin a la misma con una resolución en forma de auto ordenando
continuar con la ejecución. Con lo obtenido en el proceso de ejecución se pagará al tercerista y, si
sobra, se pagará al ejecutante original. En caso de desistimiento del ejecutante, la tercería
terminaría con un decreto del secretario ordenando seguir adelante con la ejecución, y lo obtenido
se paga al tercerista. En este caso, el ejecutante originario no tendrá derecho al sobrante, dado que
ya no es parte del proceso (sólo podrá solicitar reintegro de costas).
b) Si el tercerista no tiene título ejecutivo. En caso de allanamiento del ejecutante, el ejecutado
tendrá que pronunciarse sobre el mismo de tal manera que, si está de acuerdo o si no se pronuncia,
se seguirán los trámites para el allanamiento del ejecutante cuando el tercerista posee título
ejecutivo. Si el ejecutado no está de acuerdo con el allanamiento del ejecutante, el tribunal dictará
auto teniendo por allanado al ejecutante, pero la tercería continúa con el ejecutado. El ejecutante
ya no forma parte de la tercería, pero sigue siendo parte del proceso de ejecución y conserva su
derecho a cobrar el sobrante si la tercería es exitosa. Si en la tercería el ejecutado vence al tercerista,
el ejecutante se mantendrá como único ejecutante. Si el ejecutante desiste del proceso, el secretario
judicial dicta decreto de desistimiento, dando por finalizada la ejecución, excepto si el ejecutado
solicita que la ejecución continúe para pagar el crédito del tercerista.

La tercería de mejor derecho se termina con una sentencia decidiendo acerca de la existencia de la
preferencia de crédito del tercerista y, si éste no consta en el título ejecutivo, se pronunciará sobre la propia
existencia del crédito del tercerista.

• Si la tercería ha sido estimada, la sentencia establecerá el siguiente orden de cobro de créditos:


1) el tercerista; 2) si hay sobrante, el ejecutante, y 3) después, por su orden, los demás titulares de
cargas sobre el bien embargado de fechas posteriores.
• Si la tercería es desestimada respecto al carácter preferente del crédito, el primero en satisfacer
su crédito será el ejecutante, junto con los intereses y costas de la ejecución; en segundo lugar, se
abonarán los créditos de los titulares de cargas posteriores al embargo, incluido el tercerista si
fuera uno de ellos; en caso de no serlo, se pagarán al tercerista las cantidades debidas antes de
entregar el sobrante al ejecutado.
• Si el tercerista no posee título ejecutivo en el que conste su crédito y la sentencia desestima la
tercería en este sentido, obviamente, el reparto de dinero obtenido con la ejecución se realiza sin
que el tercerista entre en el mismo.

En cuanto a las costas, si el tercerista ve rechazadas sus pretensiones se le condenará en costas. Si la


tercería, en cambio, es estimada por el tribunal, se condenará en costas al ejecutante, al ejecutado o ambos
por mitad, en función de sus intervenciones (art. 620 LEC).

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Tema 13. La ejecución no dineraria.
I. Ejecución de condenas no pecuniarias o “in natura”. Examen
La ejecución no dineraria, al contrario que la dineraria, tendrá por objeto satisfacer la pretensión del
ejecutante que no consista en entregar una cantidad de dinero, sino en entregar cualquier otra cosa distinta
a dinero, o en hacer o no hacer. El título ejecutivo, pues, contendrá una obligación de entregar cosa distinta
a dinero (mueble o inmueble) o una obligación de hacer o no hacer. Esta clase de ejecución tiene
reconocimiento constitucional en el art. 118 CE y también en el art. 18.2 LOPJ.

Hay que indicar la posible transformación de la ejecución no dineraria en ejecución dineraria ante la
imposibilidad de cumplir la obligación de carácter no pecuniario, en cuyo caso la actividad ejecutiva se
dirigirá precisamente a obtener el equivalente económico de la prestación no dineraria imposible de
realizar.

Por último, cabe señalar que no todos los títulos ejecutivos permiten iniciar un proceso de ejecución no
dineraria; sólo permiten el despacho de la ejecución no dineraria los títulos procesales. Los títulos
ejecutivos de carácter extrajudicial (art. 517.2 LEC) sólo pueden servir de fundamento a la ejecución
dineraria (también el auto de cuantía máxima).

II. Reglas comunes.


En cuanto a las disposiciones generales, aplicables a la ejecución no dineraria, éstas se encuentran tanto en
el CC como en la LEC, si bien nos referiremos solo a las de ésta última, arts. 699 y 700 LEC:

1. Requerimiento al ejecutado. El tribunal, en el auto despachando ejecución, requerirá al ejecutado


para que, en el plazo señalado por el propio tribunal, cumpla el contenido del título ejecutivo en
sus propios términos. Si el ejecutado no atiende al requerimiento, se le podrá apercibir sobre la
imposición de apremios personales o multas (art. 699 LEC).
2. Apremios personales, económicos y multas coercitivas. Podrán incluirse en el auto despachando
ejecución. Mientras que los apremios personales suponen el mandato del juez al ejecutado para
que cumpla con la obligación del título, los apremios económicos y las multas coercitivas imponen
al ejecutado la obligación de pagar dichas sanciones económicas, que no irán dirigidas a satisfacer
el equivalente económico del incumplimiento de sus obligaciones. La cuantía de las multas variará
dependiendo del precio o la contraprestación del hacer personalísimo acreditado en el título
ejecutivo (art. 711 LEC). En caso de que no conste, se atenderá al coste de la conducta en el
mercado, siendo así que las multas mensuales pueden alcanzar un 20% del precio, y las multas
únicas, un 50%.
3. Medidas de aseguramiento. Son medidas de garantía que aseguran la efectividad de la condena,
para casos en que el ejecutado no pueda cumplir de forma inmediata. Estas medidas, solicitadas
por el ejecutante, se adoptarán si el LAJ lo considera necesario. Junto a ellas se puede solicitar el
embargo de bienes del ejecutado en cantidad suficiente para garantizar el pago de las eventuales
indemnizaciones sustitutorias, así como las costas. El ejecutado podrá solicitar el alzamiento del
embargo de garantía si presta caución suficiente. En este caso, solicitado el embargo por el
ejecutante, éste debe ser acordado por el secretario judicial, aunque contra su decreto cabe recurso
directo de revisión sin efecto suspensivo.

III. Ejecución de condena a entregar cosa distinta a dinero (arts. 701-704 LEC).
Cuando se trata de entregar una cosa, hay que distinguir según se trate de cosa mueble determinada o
genérica o bienes inmuebles.

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Entrega de bien mueble determinado (art. 701 LEC). Si el ejecutado no pone a disposición del
ejecutante la cosa mueble cierta y determinada en el plazo concedido, el secretario judicial pondrá
al ejecutante en posesión de la cosa debida, para lo cual podrá emplear los apremios que considere
precisos. Para ordenar la entrada en lugares cerrados, el secretario judicial tendrá que solicitar
autorización al tribunal que ordenó la ejecución, pudiéndose auxiliar de la fuerza pública si fuese
necesario. En caso de bienes muebles registrables, se podrá actuar para la adecuación del
Registro a lo establecido en el título ejecutivo (art. 701.1 LEC).
El LAJ puede interrogar al ejecutado o a terceros sobre si la cosa está o no en su poder, o si saben
dónde se encuentra cuando se ignore su paradero. Se les apercibirá de la posibilidad de incurrir en
desobediencia. Sólo ante la imposibilidad de hallar la cosa debida, el legislador se plantea la
transformación del deber de entregar cosa determinada en ejecución dineraria.
Entrega de bien genérico o determinado (art. 702 LEC). Si el ejecutado no entregare la cosa en
el plazo concedido pero ésta pudiere adquirirse en mercados, el ejecutante podrá solicitar que se
le entregue su posesión o que se le autorice para adquirirla a costa del ejecutado en cuyo caso se
acordará el embargo de bienes suficientes para poder adquirirla.
Sin embargo, si el ejecutante manifestara que la adquisición tardía no satisface su interés legítimo,
tendrá derecho a obtener su equivalente pecuniario con indemnización de los daños y perjuicios
causados que se liquidarán en la forma prevista por el art. 712 y ss. LEC.
Entrega de bienes inmuebles (arts. 703-704 LEC). Una vez despachada la ejecución, se
acordarán de inmediato las medidas procedentes para el cumplimiento de la condena y ordenará
los asientos necesarios en el Registro de la Propiedad. Para el supuesto de que surjan determinadas
eventualidades, la LEC dicta una serie de normas:
o Si el inmueble contuviere cosas que no sean objeto del título, se requerirá al ejecutado
para que las retire en el plazo señalado y, de no hacerlo, se estimarán bienes abandonados
pudiendo ser susceptibles de ocupación.
o Si el ocupante del inmueble reivindicare la propiedad de bienes inseparables, el Tribunal
resolverá lo procedente sobre el abono de su valor.
o Si el ejecutante denunciare la existencia de desperfectos provocados por el ejecutado o los
ocupantes, el Tribunal podrá acordar la retención y depósito de bienes suficientes para
responder de los daños y perjuicios causados.
o Si se tratase de una sentencia dictada en un procedimiento de desahucio de finca urbana y
el demandado entregare la posesión de la finca antes de la fecha fijada para el lanzamiento,
se declarará ejecutada la sentencia, cancelándose el lanzamiento a menos que el
demandante solicite lo contrario.
Si el inmueble a entregar fuere la vivienda habitual del ejecutado se le concederá un plazo de un
mes, prorrogable por otro, para el desalojo.
Si no se desaloja en dicho plazo, se procederá de inmediato al lanzamiento.
Si el inmueble estuviere ocupado por personas distintas del ejecutado, se les notificará el auto
despachando la ejecución para que, en 10 días, presenten los títulos que justifiquen su situación
posesoria, pudiendo solicitarse su lanzamiento si estimare que carecen de título suficiente, se les
citará a una vista tras la cual el Tribunal resolverá lo procedente.

IV. Ejecución de condenas de hacer (arts. 705-711 LEC).


El Tribunal requerirá al ejecutado para que cumpla la prestación en el plazo que se estime oportuno en
función de la naturaleza de aquélla y las circunstancias del caso. Si ejecutado no atendiere el requerimiento,
habrá que distinguir tres supuestos, según la prestación sea o no de carácter personalísimo.

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Condena de hacer no personalísimo (art. 706 LEC). Cuando el hacer al que obligue el título
ejecutivo no sea personalísimo, si el ejecutado no lo llevara a cabo en el plazo señalado por el LAJ,
distinguimos tres situaciones:
o Si el título ejecutivo contiene una disposición expresa para el caso de incumplimiento del
deudor, se atenderá a lo dispuesto en el título, en cuyo caso el ejecutante no puede elegir
entre el resarcimiento o la realización por persona distinta al ejecutado.
o Si en el título ejecutivo no consta qué hacer en caso de incumplimiento del deudor, el
ejecutante puede optar por solicitar que la actividad la realice un tercero a costa del
ejecutado, para lo que será necesario que un perito valore el coste del hacer.
o Igualmente, a falta de disposición expresa, puede solicitar el ejecutante el resarcimiento
de daños y perjuicios, que comprenderá el equivalente económico del hacer junto a los
daños y perjuicios ocasionados.
El art. 707 LEC regula un supuesto específico: se trata de la condena a la publicación o difusión,
total o parcial, del contenido de la sentencia en medios de comunicación a costa de la parte
vencida en el proceso. Así, el LAJ requerirá al ejecutado para que contrate los anuncios necesarios.
En caso de incumplimiento del requerimiento, el ejecutante podrá contratar la publicidad a cargo
del ejecutado previa obtención de los fondos por la vía de la ejecución dineraria.
Condena a emitir una declaración de voluntad (art. 708 LEC). Estamos ante una especial
condena a un hacer de carácter personalísimo que, por determinación legal, se convierte en no
personalísimo. Ante el incumplimiento del ejecutado de emitir, en plazo de veinte días, la
declaración de voluntad a la que condena una resolución firme, el ejecutante tendrá las siguientes
opciones:
o Si los elementos esenciales del negocio estuviesen plenamente determinados y el
ejecutado no emitiere la declaración de voluntad en el plazo de 20 días, el Tribunal
acordará tener por emitida dicha declaración.
o Si los elementos no esenciales del negocio no estuviesen plenamente determinados, el
Tribunal podrá determinarlos en la misma resolución.
o Si los elementos esenciales del negocio no estuviesen plenamente determinados y el
condenado no hubiere emitido la declaración de voluntad, la ejecución proseguirá para
resarcir al ejecutante de los daños y perjuicios causados.
Condena de hacer personalísimo o infungible (art. 709 LEC). Éste es el único supuesto en que
el legislador, ante el incumplimiento del condenado de atender al requerimiento judicial de cumplir
lo previsto en el título ejecutivo, le permite pronunciarse sobre los motivos por los que no quiere
hacerlo y alegar lo que tenga por conveniente respecto a la calificación del hacer como
personalísimo o no personalísimo. Transcurrido el plazo judicial sin que el ejecutado haya
cumplido lo previsto en el título ejecutivo, podrán darse tres situaciones:
o Si el ejecutante solicita el equivalente pecuniario de la prestación de hacer, la ejecución
seguirá los trámites de la ejecución de un hacer no personalísimo con la imposición de una
única multa.
o Si el ejecutante solicita que se apremie al ejecutado con multas por cada mes que
transcurra sin llevar a cabo el hacer hasta que cumpla, el tribunal así lo acordará siempre
que el ejecutado no haya alegado ningún motivo para su negativa o si sus alegaciones
resultan infundadas.
o Cuando el ejecutante haya solicitado el apremio con multas mensuales pero el tribunal,
ante las alegaciones del ejecutado, considera que el hacer no es personalísimo, se
acordará que la ejecución prosiga para obtener el equivalente pecuniario, con importe de
una única multa.

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Las multas mensuales se reiteran por el secretario judicial mediante requerimientos trimestrales
hasta un año después. Si, transcurrido el año, el ejecutado sigue negándose a realizar la conducta,
la ejecución continuará para entregar al ejecutante el equivalente económico de la prestación o
para acordar las medidas idóneas para la satisfacción del ejecutante. En este tipo de ejecución
tampoco se procederá si en el título ejecutivo se incluye una disposición expresa para el caso de
incumplimiento del deudor.
El art. 711 LEC regula el cálculo de multas mensuales coercitivas que parte del precio o la
contraprestación del hacer personalísimo con un límite máximo del 20% si la multa en mensual y
del 50% si la multa es única. La determinación del valor del hacer personalísimo se realizará
atendiendo a lo previsto en el propio título ejecutivo y, en su defecto, se estará al precio de mercado
de dicho tipo de conductas.

V. Ejecución de condenas de no hacer (art. 710 LEC).


Siempre que el ejecutado quebrantare la sentencia, se le requerirá para que, si fuere posible, deshaga lo
mal hecho, para que pague al ejecutante los daños y perjuicios causados y para que se abstenga en lo
sucesivo de realizar la conducta prohibida con apercibimiento de incurrir en delito de desobediencia a la
Autoridad.

Al mismo tiempo, se le impondrá una multa por cada mes que transcurra sin deshacer lo mal hecho.

Si el quebrantamiento no pudiere ser reiterado, ni pudiere tampoco deshacerse lo mal hecho, la ejecución
proseguirá para resarcir al ejecutante por los daños y perjuicios causados.

El art. 710.2 LEC prevé el supuesto de imposibilidad del incumplimiento de la condena de no hacer y
la imposibilidad de deshacer lo mal hecho, transformando la ejecución de no hacer en una ejecución
dirigida al resarcimiento al ejecutante por los daños y perjuicios ocasionados.

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