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NUEVA YORK DE DÍA Y DE NOCHE

Las concepciones de la cuarta dimensión y del hiperespacio


El imán del misterio...

José Juan Tablada


Relacionadas con las crónicas en que hablé a los lectores de la Cuarta Dimensión y de la
"conciencia cósmica", he recibido cerca de veinte cartas, tarjetas y aun un cablegrama, en
que se piden los títulos de las obras que divulgan esas ideas. Pero la pregunta repetida
invariablemente en esos documentos que demuestran un interés nobilísimo de parte del
público lector, es la siguiente: "¿Qué es la 'cuarta dimensión'?..."
En vista de esa expectación manifestada por los lectores, creo de mi deber tratar de
impartir una noción, si no exacta, al menos aproximada, de esos temas que hoy preocupan a
los espíritus próceres y a las más encumbradas inteligencias.
Lo difícil es disertar sobre tales asuntos de manera que puedan ser comprendidos por la
mayoría para quien el periodista escribe. Para publicar el año de 1921 el primer artículo
periodístico publicado en español, sobre la Ley de Relatividad de Einstein, me fue preciso
leer seis libros y otros tantos estudios en revistas científicas... Que el lector, pues, tome en
cuenta el esfuerzo.
El paraíso que se acerca...
Con el presentimiento de su formidable intuición Nietzche dijo: "Se diría que tenemos
ante nosotros, como recompensa a nuestros afanes, una comarca aún no explorada, cuyos
horizontes nadie ha visto, un 'más allá' de todos los países y de todos los refugios buscados

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por el ideal humano, mundo tan desbordante de hermosura, extrañeza, terror y divinidad, que
tanto nuestra curiosidad como nuestro ahínco de poseerlo asumen ansiedades frenéticas".
No se puede vacilar que esa paradisíaca región entrevista por la clarividencia del filósofo,
es la Cuarta Dimensión. Para que el lector juzgue de su maravillosa importancia, lo
aseguramos desde ahora; pero para mejor comprenderla hay que examinar antes otros
conceptos más simples de la Cuarta Dimensión.
Concepto geométrico de la "Cuarta Dimensión"
En su libro: La nueva era del pensamiento, C. H. Hinton intenta resolver el problema de
la "cuarta dimensión", geométrica y objetivamente por métodos educativos para desarrollar
nuestro sentido del espacio. Su libro está escrito para contestar esta pregunta: "¿Podemos
pensar en un cuerpo con cuatro dimensiones, como unidad con propiedades, de la misma
manera que pensamos en un cuerpo con forma definida en el espacio que nos es familiar?"
Para sus construcciones en el hiperespacio usa de un sistema de sólidos diversamente
coloridos (como cubos de kindergarten) con 52 matices diferentes, pues esos cubos tienen
que coincidir entre sí en lados, superficies, líneas y puntos, y esos colores distintos ayudan
nemotécnicamente a establecer sus relaciones mutuas al engendrar el nuevo cuerpo en la
Cuarta Dimensión. Hinton considera entre todos los supersólidos el que engendra nuestro
cubo por ser el más simple. Ese cubo se supone animado por un movimiento desconocido en
ángulo recto respecto de todas las direcciones conocidas, pues teóricamente la Cuarta
Dimensión es perpendicular a las otras tres direcciones, que ya son perpendiculares entre sí.
la figura que traza el cubo es el tessaracto o supercubo que tiene un cubo nuestro por principio
y otro por fin, como nuestro cubo tiene un cuadrado por principio y otro por fin; como la
superficie es engendrada por una línea y ésta a su vez por un punto...
La Cuarta Dimensión como tiempo...
Además de las tres dimensiones que conocemos, longitud o largo, latitud o ancho y
espesor o profundidad, el tiempo ha sido considerado como propiedad del espacio, como
Cuarta Dimensión... El ejemplo siguiente aclarará el concepto. Suponga el lector que cierta
persona cita a otra en un lugar de Nueva York. Comienza diciendo:
-Nos veremos en Broadway (primera dimensión: LONGITUD).
Agrega:
-Y la calle 42... (segunda dimensión: LATITUD).
Continúa:
-Times Building... (intersección de longitud y latitud).
Prosigue diciendo:
-Quinto piso; oficina 505... (tercera dimensión: volumen o latitud).

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Allí tienen ustedes las tres dimensiones que conocemos; pero para que la cita sea efectiva,
falta un requisito, otra dimensión superior sin la cual todo lo anterior resulta indeterminado...
El sujeto tiene que agregar:
-A las cuatro de la tarde... (Cuarta Dimensión, en función de Riempo).
La Cuarta Dimensión como crecimiento
El ruso Ouspensky, el más asombroso expositor de la Cuarta Dimensión y del hiperespacio
dice: "El espacio cuadrimensional, sería, si quisiéramos imaginarlo, la repetición infinita de
nuestro espacio, como la línea es la infinita repetición de un punto".
El lector sabe ya que un cuerpo de cuatro dimensiones es según Hinton, el trazo que deja
un sólido nuestro al moverse en una dirección nueva, en una dirección DESCONOCIDA.
Esa dirección no puede ser sino el tiempo. Nosotros no vemos ese cuerpo de cuatro
dimensiones por la limitación de nuestro aparato receptivo, sólo vemos su sección, que es el
sólido de tres dimensiones. Por tanto, concluye Ouspensky, hay un error al considerar como
real cualquier sólido nuestro de tres dimensiones que en verdad no es sino la proyección del
cuerpo de cuatro dimensiones, su apariencia, su imagen, en nuestro plano. El cuerpo de cuatro
dimensiones es el número infinito de cuerpos relativos de tres dimensiones. El tessaracto de
que habla Hinton, es el número infinito de momentos de existencia de nuestro cubo de tres
dimensiones.
En el mundo orgánico la cuarta dimensión se identifica con el crecimiento.
La conquista del espacio...
La conquista de la Cuarta Dimensión parece ser el ideal del momento. Alguien dijo que
la evolución era la conquista del espacio, biológica, intelectual y aun socialmente, desde el
micro-organismo que se multiplica y combate, la planta que con raíces y ramas invade tierra
y aire, hasta nuestras guerras humanas por mayor territorio, los submarinos, ferrovías,
aeroplanos, todo es conquista del espacio... ¡Hasta los rascacielos lo conquistan hacia arriba
y los subways hacia abajo!... Aun la materia en sus diversos estados hace tal conquista
progresiva y superiormente... El sólido que se mueve LINEALMENTE en una sola
dimensión; el líquido ensanchándose en sentido de su periferia, superficialmente en dos
dimensiones; por fin la expansión del gas, cúbicamente, en tres dimensiones... ¿Se da cuenta
el lector, de esa reveladora armonía de progresión, en razón directa de la sutileza de los
estados de materia?
Por qué pues, nuestro espíritu no ha de dilatarse en una dimensión superior, más allá de
las tres físicas euclidianas, obediente a esa ley "evolución-conquista del espacio que parece
regirlo todo".
La magnífica concepción de Ouspensky...
En su asombroso libro, considerado como el evangelio del nuevo pensamiento, Ouspensky
hace portentosas afirmaciones basadas en lo que a grandes líneas hemos dicho anteriormente.

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"...nada nace y nada muere; solamente se nos representa así porque no vemos sino las
secciones de las cosas. En realidad el círculo de vida es sólo la sección de algo y ese ALGO
sin duda existe antes del nacimiento; es decir, antes de su aparición en el círculo de nuestro
espacio y continúa existiendo después de la muerte; es decir, después de su desaparición del
campo de nuestra visión".
Otro ejemplo aclarará a los lectores la concepción del sabio ruso. Las cosas reales del
superespacio "la cosa en sí" es algo como una cinta cinematográfica encerrada en su caja; allí
está todo, allí existe todo, pasado y futuro, que no son pasado y futuro, sino en relación con
nuestras percepciones, que son la pantalla, el momento de la proyección, el presente. ¡Todas
esas condiciones de nuestra propia percepción, condiciones temporales, presente, pasado y
futuro no existen, sino como tales y en el superespacio son quizás simultáneas!
Y lo inefable de las concepciones de la Cuarta Dimensión y del superespacio que
promulga la nueva ciencia, es que por ellas resultan vivificadas en su esencia todas las
religiones.
Por eso afirmé en artículos anteriores y repito ahora que Dios está más cerca de los
hombres que nunca.
¡Antes vivía en nosotros por la fe; pero hoy ha entrado al foco mismo de nuestra razón
que la nueva ciencia ensancha prodigiosamente!
José Juan Tablada.
Nueva York, abril, 1924.

El Universal, año IX, tomo XXXI (2737), 20 abr. 1924, 1ª secc.: 3, 11.

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