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Imitemos a Nehemías

¿PODEMOS resistir los feroces ataques contra la adoración verdadera? ¿Podemos derrotar a las
fuerzas que intentan arrastrarnos de vuelta al mundo y alejarnos de Dios?

leamos lo que escribió el apóstol Pablo en Romanos 12:21

Unos quinientos años antes de Pablo, vivió en Jerusalén un siervo de Dios que demostró lo ciertas
que son las palabras del apóstol sobre la lucha contra el mal. Nos referimos a Nehemías, quien
no solo resistió la oposición de los enemigos de Dios, sino que también venció el mal con el bien.

Nehemías sirvió en la corte del rey Artajerjes de Persia. Al comprender que era necesario
reconstruir las murallas de Jerusalén, estuvo dispuesto a sacrificar su cómoda vida, emprender el
extenuante viaje a Judá y dirigir aquella enorme tarea.

Los principales adversarios fueron Sanbalat, Tobías y Guésem, hombres influyentes que vivían
cerca de Judá. Eran enemigos del pueblo de Dios, y por ello “les pareció algo muy malo el que
[Nehemías] hubiera venido para procurar algo bueno para los hijos de Israel”. Estaban resueltos a
impedir que Nehemías llevara a cabo sus planes de reconstruir las murallas, aunque para ello
tuvieran que servirse de sucias trampas. ¿Qué ocurriría? ¿Se dejaría “vencer por el mal”
Nehemías?

Armándose de valor, Nehemías dirigió esta exhortación al pueblo: “Reedifiquemos el muro de


Jerusalén”, a lo que ellos contestaron: “Levantémonos, y tenemos que edificar”.
El propio Nehemías indica que “fortalecieron sus manos para la buena obra”. Luego describe la
reacción de los enemigos: “Empezaron a escarnecernos y a mirarnos con desprecio y a decir:
‘¿Qué es esta cosa que ustedes están haciendo? ¿Contra el rey se están rebelando?’”. Pero
Nehemías no se dejó intimidar por las burlas y calumnias de sus enemigos. Más bien les señaló:
“El Dios de los cielos es Quien nos otorgará éxito, y nosotros mismos, los siervos de él, nos
levantaremos, y tenemos que edificar” (Nehemías 2:17-20). Nehemías estaba decidido a seguir
adelante con “la buena obra”.
Al igual que Nehemias, ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia los asuntos del Reino?
6 Uno de aquellos enemigos, Sanbalat, “se encolerizó y se ofendió” muchísimo, de modo que se
volvió más agresivo en sus ataques verbales. “¿Qué están haciendo los endebles judíos?”,
preguntó en son de burla, y agregó: “¿Harán vivir las piedras de entre los montones de escombros
polvorosos?”. Y Tobías le hizo coro con este comentario despectivo: “Si una zorra subiera [...],
ciertamente derribaría su muro de piedras” (Nehemías 4:1-3). ¿Qué hizo Nehemías entonces?

Al igual que en tiempos de Jeremías, ¿qué burlas y calumnias soportamos nosotros hoy dia?
Es posible que nosotros también tengamos que soportar burlas y calumnias, que pudieran
provenir de compañeros de estudios o de trabajo e incluso de familiares. En muchas ocasiones, lo
mejor es actuar de acuerdo con las siguientes palabras de la Biblia: “Hay un tiempo [...] de callar”
(Eclesiastés 3:1, 7). Por eso, al igual que Nehemías, no pagamos con la misma moneda (Romanos
12:17). En vez de responder con palabras hirientes, oramos con confianza al Dios que promete:
“Yo pagaré” (Romanos 12:19; 1 Pedro 2:19, 20). Así no permitimos que los enemigos nos
distraigan de nuestra comisión de predicar las buenas nuevas del Reino de Dios y hacer discípulos
(Mateo 24:14; 28:19, 20). Cada vez que salimos a predicar, a pesar de la oposición, demostramos
una actitud tan decidida como la del fiel Nehemías.

Cuando los enemigos de la adoración verdadera se enteraron de que “la reparación de los muros
de Jerusalén había adelantado”, tomaron sus espadas para “pelear contra Jerusalén. ¿Qué
hicieron los reconstructores? “Oramos a nuestro Dios”, dice Nehemías. Los adversarios lanzaron la
siguiente amenaza: “Ciertamente los mataremos y haremos cesar la obra”. Ante aquello, Nehemías
asignó a los trabajadores la tarea de defender la ciudad “con sus espadas, sus lanzas y sus arcos”.
Humanamente hablando, aquel puñado de judíos no tenía ninguna posibilidad ante la arrolladora
fuerza enemiga. Pero Nehemías los animó diciendo: “No tengan miedo [...]. Tengan presente a
Jehová el Grande y el Inspirador de temor.

Este tipo de oposición la podemos ver hoy día, ¿A quienes acuden los testigos para resistir el
mal?
Cuando los enemigos de Nehemías comprendieron que sus ataques directos no habían surtido
efecto, recurrieron a otras tácticas más sutiles; de hecho, le tendieron tres trampas
En primer lugar, intentaron engañar a Nehemías diciéndole: “Ven, sí, y reunámonos [...] en las
aldeas [...] de Onó”. Dado que la llanura de Onó estaba situada entre Jerusalén y Samaria, lo que
en realidad le estaban proponiendo era reunirse con ellos en un punto intermedio para llegar a un
acuerdo. Esto era una trampa ya que querían hacerle daño. Los enemigos no lograron que
Nehemías cediera en su postura, y este siguió centrado en la reconstrucción.
En segundo lugar, los adversarios difundieron falsos rumores sobre Nehemías, acusándolo de que
estaba “tramando rebelarse” contra el rey Artajerjes. Una vez más le hicieron esta invitación:
“Consultemos juntos”. Percibiendo sus intenciones, volvió a rechazarla. “
Por último, le pidieron al israelita Semaya que engañara a Nehemías para que desobedeciera la
Ley de Dios. Aquel traidor le dijo: “Encontrémonos [...] en la casa del Dios verdadero, dentro del
templo, y cerremos las puertas del templo; porque van a venir para matarte”. En otras palabras,
recomendó a Nehemías que corriera a esconderse en el templo para que no lo asesinaran. Pero
como Nehemías no era sacerdote, ocultarse en la casa de Dios habría sido un pecado.

¿Cómo debemos actuar ante los supuestos amigos, acusadores y falsos hermanos?
Sin embargo, para nosotros, el Reino de Dios es lo más importante, y por eso nos negamos a
ceder. Por otro lado, los cristianos también tenemos que soportar calumnias. Tal como se acusó a
Nehemías de rebelarse contra el rey, en algunos países se nos acusa de ser una amenaza para el
Estado. A veces logramos demostrar en los tribunales que tales alegaciones son puras mentiras, y
a veces no. Pero siempre oramos a Jehová con la seguridad de que él dirigirá el curso de los
acontecimientos según su voluntad (Filipenses 1:7). Por último, la oposición puede venir de
supuestos siervos de Jehová. Así como un hermano judío intentó persuadir a Nehemías para que
violara la Ley divina a fin de salvar la vida, algunos Testigos que han apostatado tratan de
manipularnos para que cedamos en algún aspecto de nuestra postura. Pero nos negamos a
escucharles, porque sabemos que la vida nunca se salva violando las leyes de Dios, sino
obedeciéndolas (1 Juan 4:1). No hay duda: con la ayuda de Jehová podremos vencer el mal en
todas sus formas.
Hemos visto que, aunque la oposición abarca ataques verbales y amenazas de agresión, también
puede ser más sutil. Sea cual sea la modalidad, la intención de Satanás es siempre la misma:
detener la predicación. Pero fracasará rotundamente porque el pueblo de Dios, al igual que
Nehemías, está decidido a seguir “venciendo el mal con el bien”. Y lograremos este objetivo si nos
mantenemos constantes en la predicación de las buenas nuevas hasta que Jehová dé por
terminada esta obra

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