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Expediente Nº 0012-2006-PI-TC
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL 0012-2006-PI/TC
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Del 15 de diciembre de 2006
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
(Publicado: 08 -01-2007)
Síntesis
Magistrados firmantes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
Sumario
I. Asunto
II. Datos generales
III. Antecedentes
IV. Materias constitucionalmente relevantes
V. Fundamentos
7. El control de las disposiciones que consagran los delitos de rebelión, sedición, motín y
derrotismo
9. El control de las disposiciones que consagran los delitos contra el Derecho Internacional
Humanitario
10. El control de las disposiciones que consagran los delitos de insulto al superior,
coacción, injuria y difamación
11. El control de las disposiciones que consagran los delitos contra la administración militar
policial
12. El control de las disposiciones que consagran los delitos de violación al deber militar
policial y de excesos en la facultad de mando
13. El control de las disposiciones que consagran los delitos que afectan a los bienes
destinados a la defensa, seguridad nacional y orden interno
14. El control de las disposiciones que consagran los delitos de certificación falsa y
destrucción de documento militar policial
VII. Fallo
EXP. Nº 0012-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DE LIMA
I. ASUNTO
III. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demandante
Elva Greta Minaya Calle, Decana del Colegio de Abogados de Lima, interpone demanda de
inconstitucionalidad contra el Decreto Legislativo Nº 961, Código de Justicia Militar Policial, por
considerar que los tipos penales que consagra afectan, entre otros bienes constitucionales, el
principio de interdicción de la arbitrariedad o prohibición de excesos y el principio de legalidad
penal.
Alega que el Código de Justicia Militar Policial tipifica una serie de delitos que
desnaturalizan y exceden el ámbito objetivo del delito de función, pues buscan proteger bienes
jurídicos que no son propios o castrenses, relevantes para la existencia de la organización,
operatividad y cumplimiento de las Fuerzas Armadas. Dichos tipos penales, aduce, pueden ser
cometidos por cualquier funcionario público incluso los militares, además de tipificar conductas de
carácter común, y que por ser delitos comunes se encuentran ya tipificados en el Código Penal.
En tal sentido, refiere que los tipos penales que no pueden ser considerados como delitos
de función son los de traición a la patria (art. 66) y traición a la patria en tiempos de paz (art. 67),
pues los bienes jurídicos que protegen son la integridad del Estado, la defensa nacional y el deber
de fidelidad que el ciudadano tiene para con la patria, bienes que no son exclusivos de las Fuerzas
Armadas, y que pueden ser afectados por cualquier ciudadano o funcionario público. Estos delitos,
menciona, ya se encuentran previstos en los artículos 325 a 334 del Código Penal.
Del mismo modo, sostiene que los delitos tipificados por las disposiciones siguientes:
rebelión de personal militar (art. 68), sedición (art. 70), motín (art. 71), negativa del militar o
policía a evitar rebelión, sedición o motín (art. 72), colaboración con organización ilegal (art. 73),
falsa alarma (art. 74), derrotismo (art. 75) y conspiración del personal militar policial (art. 76), no
pueden ser considerados como delitos de función, pues los bienes jurídicos afectados son los
poderes del Estado y el orden constitucional, es decir, la organización política y social, así como la
seguridad del funcionamiento y desarrollo de dicha organización. Refiere, además, que estas
conductas se encuentran tipificadas en los artículos 346 y 350 del Código Penal.
Arguye también que la infidencia (art. 78), la posesión no autorizada de información (art.
79) y la infidencia culposa (art. 80) son tipos penales que protegen al Estado y la defensa nacional,
específicamente por actos de violación de secretos, bienes que son comunes y no propios de las
Fuerzas Armadas, y agrega, además, que ya se encuentran previstos en el artículo 330 del Código
Penal. Asimismo, el delito de ultraje a los símbolos nacionales militares o policiales (art. 81) tiene
como objeto de protección al mismo Estado y a su personalidad interna, bienes jurídicos comunes
que se encuentran protegidos en el artículo 344 del Código Penal.
De igual modo, los delitos contra personas protegidas por el Derecho Internacional
Humanitario (art. 90 y 91), la lesión al enemigo fuera de combate (art. 92), la confinación ilegal
(art. 93), la aplicación de métodos prohibidos en las hostilidades (art. 95 y 96), el saqueo,
destrucción, apropiación y confiscación de bienes (art. 97), la abolición de derechos y acciones
(art. 98), los delitos contra operaciones humanitarias (art. 99), la utilización indebida de los signos
protectores (art. 100), los daños extensos y graves al medio natural (art. 101) y los medios
prohibidos en las hostilidades (art. 102 y 103) protegen reglas mínimas de la guerra, normas
humanitarias que proscriben aquellas conductas que van más allá de las necesidades
estrictamente militares y que violan bienes jurídicos comunes como la vida, la integridad, la salud,
el patrimonio, la seguridad pública, el ambiente natural, el acceso a la justicia en el contexto
especial de desprotección y peligro para las víctimas, por lo tanto, no pueden ser calificados, bajo
ninguna circunstancia, como delitos de función. Además, sostiene que el articulado del Código de
Justicia Militar, en este extremo, es una copia fiel del Proyecto del Libro Tercero del Código Penal
proyectado por la Sub Comisión de Trabajo de la Comisión Especial Revisora del Código Penal (Ley
Nº 27837), encargada de la adecuación de la legislación penal al Estatuto de Roma.
Igualmente, alega que la agresión (art. 121), coacción, injuria y difamación (art. 123),
amenazas (art. 125) y agresión al servicio de seguridad (art. 130) constituyen delitos comunes y no
de función, pues los bienes jurídicos tutelados son la integridad física y el honor, los mismos que ya
se encuentran protegidos en los artículos 121, 122, 130, 132, 365 y 366 del Código Penal.
Con relación a los delitos de empleo indebido de armas (art. 132) y contra la función y
administración policial (art. 134), aduce que los bienes jurídicos que tutelan estos tipos penales
son la seguridad pública y la administración pública y no bienes jurídicos propios y exclusivos de las
fuerzas armadas. Refiere, además, que el Código Penal, en el artículo 393, ya regula los delitos
contra la administración pública.
Del mismo modo, la omisión de cumplimiento de deber en función operativa (art. 137),
excesos en la facultad de mando (art. 139), modalidad culposa en el ejercicio de grado, jerarquía o
mando (art. 140) y excesos en el ejercicio del mando en agravio del subordinado (art. 141) tutelan
bienes jurídicos como la administración pública, la vida, la integridad física, el patrimonio y la
libertad personal, y no bienes jurídicos propios y exclusivos de las Fuerzas Armadas. Alega,
además, que los artículos 106, 111, 121, 124, 151, 205, 376, 377 del Código Penal ya tutelan los
bienes jurídicos antes mencionados.
De otro lado, refiere que la afectación de los bienes destinados a la defensa, seguridad
nacional y orden interno (art. 142), facilitamiento culposo (art. 143) y avería o deterioro culposo
(art. 144) son tipos que protegen bienes comunes como el patrimonio, por lo que no pueden
considerarse como delito de función. Menciona que estos tipos penales también están contenidos
en los artículos 185, 190, 205 y 384 del Código Penal.
Por otro lado, el demandante sostiene que el Código de Justicia Militar ha tipificado como
delitos conductas de mera infracción administrativa, pues los bienes jurídicos que buscan preservar
no tienen relevancia constitucional que merezca protección por el derecho penal como delitos de
función, contraviniendo los artículos 43, 44, 45, 173 y 200 penúltimo párrafo de la Constitución. En
tal sentido, alega que los delitos de ultraje a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional (art. 82),
violación de consigna (art. 106), abandono de puesto de vigilancia (art.107), omisión de aviso o
repulsión (art. 108), abandono de puesto (art. 109), abandono de escolta (art. 110), seguridad de
las instalaciones y bienes (art. 111), incapacidad voluntaria para el servicio (art. 115), simulación
(art. 116), colaboración (art. 117), cobardía (art. 119), acto tendiente a agredir o amenazar (art.
122), insubordinación (art. 124), desobediencia (art. 126), desobediencia por incumplimiento de
itinerario (art. 127), excusa indebida (art. 128), desobediencia al servicio de seguridad (art. 129),
reformas sin autorización (art. 135), daños a operaciones por culpa (art. 136), comando negligente
militar o policial (art. 138) e información falsa sobre asuntos del servicio (art. 145), no merecen
tipificación como delitos de función.
Contestación de la demanda
Sostiene, entre otros argumentos, que la necesidad constitucional de contar con un Código
de Justicia Militar se desprende del artículo 173 de la Constitución, que señala que los delitos de
función cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales deben ser juzgados conforme
a un Código de Justicia Militar. Señala que el Código de Justicia Militar es parte del Derecho Militar,
pues se basa en la propia misión de las Fuerzas Armadas respecto al cumplimiento de los fines que
constitucionalmente se le han encomendado, conforme a su estructura y organización, la cual se
rige por los principios de jerarquía, disciplina y en valores tradicionales de unidad, sentido del
honor, patriotismo y lealtad. Además refiere que, conforme al texto constitucional, no se
desprende que sólo aquellas conductas que afecten bienes jurídicos propios, únicos y exclusivos de
las Fuerzas Armadas, deban ser tutelados por los delitos de función.
Por otro lado, sostiene que con relación a la definición de delitos de función, el Tribunal
Constitucional, cuando hace referencia a que las conductas tipificadas deben afectar bienes
jurídicos propios de las instituciones castrenses, no indica que dichos bienes sean únicos y
exclusivos de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional. Así, cuando se habla de bienes jurídicos
propios se hace alusión a las misiones que constitucionalmente se han otorgado a dichas
instituciones, y que obligan directamente a sus miembros, lo que es distinto a la obligación que,
respecto de la lealtad al Estado, a la preservación del orden interno y externo del Estado, le
concierne a los demás funcionarios públicos y ciudadanos. Añade, que la parte demandante, al
sostener que un interés compartido o un bien jurídico compartido no puede ser protegido a través
de la tipificación de un delito de función, no toma en cuenta que las funciones encomendadas a las
Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional son deberes que interesan a todos los órganos del Estado y
a los ciudadanos, pero que no por ello no pueden ser regulados por el Código de Justicia Militar.
Agrega, asimismo, que la parte demandante alega que la jurisdicción militar es
inconstitucional y que, por tal motivo, tiene como objetivo desaparecer la justicia militar y, como
consecuencia de ello, el Código de Justicia Militar.
En relación con los delitos contra el Derecho Internacional Humanitario, sostiene que estos
se concretan en tiempo de conflicto armado, y que en tales circunstancias los militares son
juzgados en el Teatro de Operaciones, competencia de la jurisdicción militar, por lo que su
regulación en el CJM da mayor garantía, lo cual se corrobora con la prohibición de la aplicación de
amnistía, indulto u otro derecho de gracia (artículo 85 del CJM), debiéndose añadir que el Código
Penal no ha previsto estos delitos.
Por otro lado, respecto de los delitos tipificados como delitos de función que han sido
catalogados por la parte demandante como innecesarios pues no se vulnera un bien jurídico de
relevancia constitucional, sino que sólo revestían meras infracciones administrativas, por lo que
debía implementarse un sistema discilinario acorde con dichas infracciones; el demandado señala
que tales argumentos carecen de sustento objetivo, pues es imposible que, en abstracto, se
determine que tales conductas no afecten bienes jurídicos castrenses. Asimismo, arguye que los
demandantes no pueden considerar que las infracciones a los bienes jurídicos castrenses, como la
disciplina y la jerarquía en la organización de las instituciones armadas y policiales, son meras
infracciones administrativas, pues tales bienes están en estrecha relación con los fines
constitucionales que les fueron encomendados, así como las funciones respectivas.
Con fecha 2 de agosto de 2006, la Defensoría del Pueblo pone a consideración del Tribunal
Constitucional el Informe Defensorial 104, denominado “Inconstitucionalidad de la legislación
penal militar policial aprobada por la Ley 28665 y el Decreto Legislativo 961”.
IV. MATERIAS CONSTITUCIONALMENTE RELEVANTES
- ¿Cuáles son los límites a la libertad de configuración de conductas delictivas o penas que
posee el Legislador?
- ¿Las disposiciones que consagran los delitos contra la defensa nacional en el Código de
Justicia Militar Policial (CJMP) protegen bienes jurídicos estrictamente militares?
- ¿Las disposiciones que consagran los delitos contra el Derecho Internacional Humanitario
en el CJMP protegen bienes jurídicos estrictamente militares?
- ¿Los bienes jurídicos protegidos por los delitos de incapacitación voluntaria para el
servicio, simulación o colaboración con la incapacitación, deben ser necesariamente protegidos
por el Derecho Penal, mediante el CJMP o pueden serlo por medios menos aflictivos, tales como
aquellos que se relacionan con el Derecho Disciplinario?
V. FUNDAMENTOS
Dentro de las segundas, las garantías procesales, destacan: a) los derechos fundamentales
al debido proceso y a la tutela jurisdiccional (artículo 139 inciso 3); b) la publicidad de los procesos
(artículo 139 inciso 4); c) el derecho a la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas
las instancias (139 inciso 5); d) el derecho a la pluralidad de la instancia (artículo 139 inciso 6); e) la
prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada, y que la amnistía, el indulto,
el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada (artículo 139
inciso 13); f) el derecho fundamental a no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del
proceso (artículo 139 inciso 14); g) el derecho fundamental a que toda persona debe ser
informada, inmediatamente y por escrito, de las causas o razones de su detención (artículo 139
inciso 15); entre otras.
El Estado social y democrático de derecho no obvia los principios y derechos básicos del
Estado de derecho, tales como la libertad, la seguridad, la propiedad privada y la igualdad ante la
ley; antes bien, pretende conseguir su mayor efectividad, dotándolos de una base y un contenido
material, a partir del supuesto de que individuo y sociedad no son categorías aisladas y
contradictorias, sino dos términos en implicación recíproca.
8. En cuanto a la pena, cabe precisar que siendo ésta uno de los principales instrumentos
que utiliza el Estado para exigir el cumplimiento de las disposiciones del ordenamiento jurídico, su
función no puede encontrarse desvinculada de la función que a su vez cumple el Estado. De este
modo, como lo sostiene Mir Puig, se puede afirmar que existe una vinculación axiológica entre la
función de la pena y la función del Estado y que “No sólo la pena, sino también el delito han de
encontrar, pues, su fundamento en la concepción del Estado social y democrático de Derecho, que
se convierte así en el soporte (valorativo) de los dos pilares sobre los que gravita todo el sistema
(teleológico) de la Parte general del Derecho penal”.11
10. Lo antes expuesto exige precisar cuáles son los fines de la pena en el Estado
democrático y social de derecho. Sobre el particular, este Colegiado ha sostenido en la sentencia
recaída en el Expediente Nº 0019-2005- PI/TC, que “(...) las penas, en especial la privativa de
libertad, por estar orientadas a evitar la comisión del delito, operan como garantía institucional de
las libertades y la convivencia armónica a favor del bienestar general. Dicha finalidad la logran
mediante distintos mecanismos que deben ser evaluados en conjunto y de manera ponderada. En
primer lugar, en el plano abstracto, con la tipificación de la conducta delictiva y de la respectiva
pena, se amenaza con infligir un mal si se incurre en la conducta antijurídica (prevención general
en su vertiente negativa). En segundo término, desde la perspectiva de su imposición, se renueva
la confianza de la ciudadanía en el orden constitucional, al convertir una mera esperanza en la
absoluta certeza de que uno de los deberes primordiales del Estado, consistente en “(...) proteger a
la población de las amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se
fundamenta en la justicia (...)” (artículo 44 de la Constitución), se materializa con la sanción del
delito (prevención especial en su vertiente positiva); con la consecuente vigencia efectiva del
derecho fundamental a la seguridad personal en su dimensión objetiva (inciso 24 del artículo 2 de
la Constitución). Asimismo, la grave limitación de la libertad personal que supone la pena privativa
de libertad, y su quantum específico, son el primer efecto reeducador en el delincuente, quien
internaliza la seriedad de su conducta delictiva, e inicia su proceso de desmotivación hacia la
reincidencia (prevención especial de efecto inmediato). Finalmente, en el plano de la ejecución de
la pena, ésta debe orientarse a la plena rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad
(prevención especial de efecto mediato, prevista expresamente en el inciso 22 del artículo 139 de
la Constitución)”. [FJ 40]
(...) que ninguna de las finalidades preventivas de la pena podría justificar que exceda la
medida de la culpabilidad en el agente, la cual es determinada por el juez penal a la luz de la
personalidad del autor y del mayor o menor daño causado con su acción a los bienes de relevancia
constitucional protegidos. Pero a su vez, ninguna medida legislativa podría, en un afán por
favorecer “a toda costa” la libertad personal, anular el factor preventivo como finalidad de la pena
a imponerse. En tales circunstancias, lejos de ponderar debidamente los distintos bienes
protegidos por el orden constitucional, se estaría quebrando el equilibrio social que toda
comunidad reclama como proyección de la Constitución material. Es más, ninguna medida
tendiente a la resocialización del imputado (prevención especial), podría anular el efecto
preventivo general, sobre todo en su vertiente positiva (...). En consecuencia, toda ley dictada
como parte de la política criminal del Estado será inconstitucional si establece medidas que
resulten contrarias a los derechos fundamentales de las personas, procesadas o condenadas. Pero
también lo será si no preserva los fines que cumple la pena dentro de un Estado social y
democrático de derecho [FFJJ 41-42].
12. De este modo, el Estado no puede desvirtuar los fines del instrumento que dicho poder
punitivo utiliza para garantizar la plena vigencia de los referidos bienes; es decir, no puede
desnaturalizar los fines de la pena.
13. Si bien los fines de la pena en el Estado social y democrático de derecho deben ser
respetados por el Poder Jurisdiccional, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo (cuando legisla por
delegación), conviene ahora verificar los límites de actuación del Poder Legislativo, en cuanto
principal órgano en la configuración de la política criminal del Estado.
15. Ello, sin lugar a dudas, no implica que la Norma Fundamental haya previsto de modo
completo y detallado los contenidos del Derecho Penal, pues tal cometido sería de difícil
realización. Por ello, el Legislador, conforme a sus atribuciones constitucionales, goza de una
“discrecionalidad relativa”, según la cual posee un determinado nivel de autonomía, pero, a
diferencia de la discrecionalidad absoluta que poseía en el Estado Legal de Derecho, se encuentra
vinculado por las mencionadas garantías, así como por los principios y valores de la Constitución.
16. En efecto, si bien ha sido común entender que el Legislador penal, en función al
contexto social y dentro de la política criminal del Estado, gozaba de la más absoluta
discrecionalidad para establecer qué conductas debían resultar punibles, cuáles debían ser las
penas que correspondían a estas conductas, cuáles podían ser las circunstancias agravantes o
cuáles las atenuantes de las conductas penalizadas, entre otros aspectos, hoy en día, debido a la
fuerza vinculante de la Constitución, el Legislador ve disminuida su discrecionalidad debido a la
consagración constitucional de garantías tales como el principio de legalidad penal, el principio de
igualdad, el principio de lesividad o el ya mencionado principio de proporcionalidad. Así por
ejemplo, en la tipificación de conductas el Legislador se encuentra prohibido de discriminar a las
personas cuando tipifica determinadas conductas; asimismo, cuando determina los límites
máximos o mínimos de la pena, no puede establecer penas que resulten desproporcionadas
respecto del ilícito cometido.
Como lo ha sostenido la Corte Constitucional de Colombia, en criterio que comparte este
Colegiado,
a través del procedimiento democrático de adopción de las leyes, el Estado tipifica las
conductas prohibidas y fija las condignas sanciones (principio de legalidad de la pena) e igualmente
modifica el procedimiento, y en este quehacer histórico acoge y abandona distintas y sucesivas
filosofías punitivas, que pueden ser más o menos drásticas, según el propio legislador lo considere
políticamente necesario y conveniente, por lo cual dentro de ciertos límites son posibles entonces
diferentes desarrollos de la política criminal y del proceso penal12.
17. El principio de legalidad penal ha sido consagrado en el literal “d” del inciso 24) del
artículo 2 de la Constitución, mediante la siguiente fórmula: “Nadie será procesado ni condenado
por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera
expresa e inequívoca, como infracción punible (...)”. Asimismo, ha sido recogido por la Declaración
Universal de Derechos Humanos (artículo 11, numeral 2), la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 9) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 15).
19. Si bien hace un siglo, aproximadamente, la ley penal, según Franz von Liszt, se
constituía en la “Carta Magna del delicuente”, considerando que, como consecuencia del principio
de legalidad, “la ley no sólo es la fuente del derecho a castigar, sino, asimismo, su límite [y que] No
garantiza sólo la defensa de los ciudadanos ante los criminales, sino también de éstos frente al
poder del Estado”14, hoy en día se puede sostener, por influencia del constitucionalismo, que el
principio de legalidad penal se constituye en la “Carta Magna del ciudadano15 que se ve sometido
a un proceso”, y que toda restricción de su contenido vulnerará principalmente derechos
fundamentales.
(...) En la elaboración de los tipos penales se debe tener presente el principio de legalidad
penal, es decir, una clara definición de la conducta incriminada, que fije sus elementos y permita
deslindarla de comportamientos no punibles o conductas ilícitas sancionables con medidas no
penales. La ambigüedad en la formulación de los tipos penales genera dudas y abre el campo al
arbitrio de la autoridad, particularmente indeseable cuando se trata de establecer la
responsabilidad penal de los individuos y sancionarla con penas que afectan severamente bienes
fundamentales como la vida o la libertad.16
24. Conforme a la exigencia de ley stricta, el principio de legalidad penal prohíbe el uso de
la analogía. Así lo establece el artículo 139 inciso 3 de la Constitución, según el cual, “El principio
de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos”.
25. En cuanto a la exigencia de lex certa, cabe precisar, conforme lo ha sostenido este
Colegiado en la sentencia recaída en el caso de la Legislación Antiterrorista (Expediente Nº 0010-
2002-AI/TC), que el principio de legalidad penal exige no sólo que por ley se establezcan los delitos,
sino también que las conductas prohibidas estén claramente delimitadas en la ley. Esto es lo que se
conoce como el mandato de determinación, que prohíbe la promulgación de leyes penales
indeterminadas, y constituye una exigencia expresa en nuestro texto constitucional al requerir el
literal “d” del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución que la tipificación previa de la ilicitud
penal sea “expresa e inequívoca”,
Esta exigencia de “lex certa” no puede entenderse, sin embargo, en el sentido de exigir del
legislador una claridad y precisión absoluta en la formulación de los conceptos legales. Ello no es
posible, pues la naturaleza propia del lenguaje, con sus características de ambigüedad y vaguedad,
admiten cierto grado de indeterminación, mayor o menor, según sea el caso. Ni siquiera las
formulaciones más precisas, las más casuísticas y descriptivas que se puedan imaginar, llegan a
dejar de plantear problemas de determinación en algunos de sus supuestos, ya que siempre
poseen un ámbito de posible equivocidad (...).
26. En cuanto a la exigencia de lex scripta, el principio de legalidad consagra a la ley como
única base para la incriminación de comportamientos e imposición de penas, proscribiendo, entre
otros aspectos, fundamentar la punibilidad en el derecho consuetudinario.
27. Como lo ha sostenido este Colegiado en anterior oportunidad, desde una perspectiva
constitucional, el establecimiento de una conducta como ilícita, es decir, aquella cuya comisión
pueda dar lugar a una privación o restricción de la libertad personal, sólo será constitucionalmente
válida si tiene como propósito la protección de bienes jurídicos de relevancia constitucional.18
Como resulta evidente, sólo la defensa de un valor o un interés constitucionalmente relevante
podría justificar la restricción en el ejercicio de un derecho fundamental.
29. De este modo, dentro de los límites que la Constitución establece, el legislador goza de
un amplio margen para diseñar la política criminal del Estado. Entre tales límites no sólo se
encuentra la proscripción de limitar la libertad personal más allá de lo estrictamente necesario,
entre otros, sino también que la actividad punitiva del Estado sirva para la exclusiva protección de
bienes constitucionalmente relevantes.
Como afirma Luzón Peña, los bienes jurídicos son “condiciones necesarias para el
desarrollo de la vida del individuo y de la sociedad (o, si se prefiere, para el desarrollo de la vida de
la persona, tanto como individuo en su esfera más íntima, cuanto en sus relaciones con la
sociedad). Tales condiciones pueden consistir en objetos, materiales o inmateriales, relaciones,
intereses o derechos, que en cualquier caso han de ser socialmente valiosos y por ello dignos de
protección jurídica” 21.
Sobre lo segundo, este Colegiado ha sostenido que “La idoneidad consiste en la relación de
causalidad, de medio a fin, entre el medio adoptado, a través de la intervención legislativa, y el fin
propuesto por el Legislador. Se trata del análisis de una relación medio-fin”.22
En efecto, el Derecho Penal debe ser utilizado para reprimir las violaciones más graves.
Como sostiene Hurtado Pozo,
(...) el recurso limitado a la represión penal por parte del Estado es una exigencia a
respetar debido a que la sanción penal afecta de manera grave los derechos fundamentales del
individuo. Sólo debe recurrirse a éste medio cuando sea en absoluto necesario; cuando la
protección de los bienes jurídicos y la consolidación de ciertos esquemas de conducta no sea
alcanzable mediante otras previsiones (...) Para que el derecho penal no sufra una hipertrofia
engendrando las situaciones que busca evitar, para que el remedio no sea peor que el mal
combatido, la represión penal debe intervenir sólo en la medida en que se necesaria y si es
conforme al objetivo perseguido.24
Así también, respecto del juicio de necesidad de pena, Caro Coria sostiene que: obedece a
criterios de utilidad o rendimiento social de modo que, previo al paso de la intervención penal, es
´necesario` evaluar la eficacia de otros medios menos lesivos. Se trata de proteger los bienes
jurídicos al menor coste social posible, si en el caso concreto se aprecia como suficiente recurrir al
control administrativo o del Derecho Civil, entonces no existirá necesidad de instrumentar una
medida tan drástica como la pena (...) es necesario articular el juicio de necesidad de pena con la
misión del DP [Derecho Penal], en concreto con los fines de la pena que (...) están vinculados a la
función motivadora en el marco de la necesidad de prevención general negativa, limitada por los
fines de la prevención especial y el principio de proporcionalidad. En consecuencia, hay necesidad
de pena solo si los medios extrapenales son incapaces de dispensar una adecuada protección al
bien jurídico y siempre que la pena sea útil para motivar la inhibición de las conductas que lo
lesionan o ponen en peligro gravemente.25
35. Al respecto, cabe mencionar, conforme a la interpretación que exige realizar la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la Constitución, que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos se ha pronunciado reiteradamente sobre el delito de función militar, siendo
determinados casos del Estado peruano los que han servido de base para estos pronunciamientos.
Así, en los casos Castillo Petruzzi vs. Perú y Cantoral Benavides vs. Perú, la Corte sostuvo lo
siguiente:
La Corte considera que la jurisdicción militar ha sido establecida por diversas legislaciones
con el fin de mantener el orden y la disciplina dentro de las fuerzas armadas. Inclusive, esta
jurisdicción funcional reserva su aplicación a los militares que hayan incurrido en delito o falta
dentro del ejercicio de sus funciones y bajo ciertas circunstancias (...) Cuando la justicia militar
asume competencia sobre un asunto que debe conocer la justicia ordinaria, se ve afectado el
derecho al juez natural y, a fortiori, el debido proceso, el cual, a su vez, encuéntrase íntimamente
ligado al propio derecho de acceso a la justicia.27
Entre las características básicas de los delitos de función se encuentran las siguientes:
A). En primer lugar, se trata de afectaciones sobre bienes jurídicos de las Fuerzas Armadas
o de la Policía Nacional tutelados por el ordenamiento legal, y que se relacionan con el
cumplimiento de los fines constitucionales y legales que se les encargan. Se trata de una infracción
a un bien jurídico propio, particular y relevante para la existencia organización, operatividad y
cumplimiento de los fines de las instituciones castrenses.
Para ello es preciso que la conducta considerada como antijurídica se encuentre prevista
en el Código de Justicia Militar. Ahora bien, no es la mera formalidad de su recepción en dicho
texto lo que hace que la conducta antijurídica constituya verdaderamente un delito de función.
Para que efectivamente pueda considerarse un ilícito como de “función” o “militar”, es preciso
que:
i. Un militar o policía haya infringido un deber que le corresponda en cuanto tal; es decir,
que se trate de la infracción de una obligación funcional, por la cual el efectivo estaba constreñido
a mantener, o a realizar, o no realizar, un comportamiento a favor de la satisfacción de un interés
considerado institucionalmente como valioso por la ley; además, la forma y modo de su comisión
debe ser incompatible con los principios y valores consagrados en el texto fundamental de la
República (deber militar).
ii. Con la infracción del deber militar, el autor haya lesionado un bien jurídico militar que
comprometa las funciones constitucionales y legalmente asignadas a las Fuerzas Armadas y a la
Policía Nacional.
iii. La infracción revista cierta gravedad y justifique el empleo de una conminación y una
sanción penal.
B). En segundo lugar, el sujeto activo del ilícito penal-militar debe ser un militar o efectivo
policial en situación de actividad, o el ilícito debe ser cometido por ese efectivo cuando se
encontraba en situación de actividad. Evidentemente, están excluidos del ámbito de la jurisdicción
militar aquellos que se encuentran en situación de retiro, si es que el propósito es someterlos a un
proceso penal-militar por hechos acaecidos con posterioridad a tal hecho.
C). En tercer lugar que, cometido el ilícito penal que afecta un bien jurídico protegido por
las instituciones castrenses o policiales, este lo haya sido en acto del servicio; es decir, con ocasión
de él.
37. Teniendo en cuenta la aludida sentencia del Tribunal Constitucional, la Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, en el caso Pomatanta Albarrán, al
dirimir una contienda de competencia promovida por la Vocalía de Instrucción del Consejo
Supremo de Justicia Militar contra el Segundo Juzgado Penal de Coronel Portillo, declaró lo
siguiente:
Cuarto.- (...) es de precisar desde ya, a partir de una noción estricta de la denominada
“garantía criminal” - consagrada en el artículo dos, numeral veinticuatro, literal d) de la
Constitución-, que la jurisdicción castrense no puede extender su competencia para conocer
delitos o tipos penales no previstos taxativamente en el Código de Justicia Militar, de modo que
sólo le está permitido acudir en vía supletoria a la legislación penal común, sin perjuicio de la
aplicación de los principios propios del Derecho Penal en un Estado Social y Democrático de
Derecho (...).
A lo antes expuesto, cabe precisar, adicionalmente, que existen escasos bienes jurídicos,
como algunos contenidos de la defensa nacional (que tiene también un ámbito militar conforme se
desprende de los artículos 163 y 165 de la Constitución), que pueden ser afectados tanto por
civiles como por militares, por lo que son susceptibles de ser protegidos tanto en el Código Penal
(en el caso de los civiles) como en el Código de Justicia Militar (en el caso de los militares),
debiendo resaltarse, en este último caso, que la afectación de aquel contenido del bien jurídico
defensa nacional debe haberse producido en ejercicio de funciones exclusivamente militares. La
razón de ser de las fuerzas armadas es fundamentalmente la defensa militar del Estado
Constitucional.
c) Conforme al aludido artículo 173 de la Constitución que establece que “En caso de delito
de función, los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están sometidos al fuero
respectivo y al Código de Justicia Militar”, existe, por exigencia de la propia Norma Fundamental,
un ámbito de competencia material según el cual, únicamente los delitos de función pueden ser
regulados en el Código de Justicia Militar. No obstante, de esta misma disposición constitucional se
desprende un sentido interpretativo según el cual códigos, como por ejemplo el Código Penal, no
pueden regular los delitos de función de los miembros de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional.
De este modo, cuando el artículo 46-A del Código Penal establece que “Constituye
circunstancia agravante de la responsabilidad penal si el sujeto activo se aprovecha de su condición
de miembro de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, o autoridad, funcionario o servidor público,
para cometer un hecho punible o utiliza para ello armas proporcionadas por el Estado o cuyo uso
le sea autorizado por su condición de funcionario público (...)”, debe entenderse que la referencia
hecha a los miembros de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional es respecto de aquellos actos que
no constituyen delito de función, pues en tal caso es de aplicación el Código de Justicia Militar.
40. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 66 y 67 del Decreto
Legislativo Nº 961, Código de Justicia Militar Policial (CJMP), que establecen lo siguiente:
1. Tomar las armas contra el Perú o sus aliados o formar parte en la organización militar del
enemigo.
2. Inducir a personal militar o policial para pasarse al enemigo o favorecer dicha acción.
4. Conspirar o inducir para que otro Estado extranjero entre en guerra contra el Perú.
5. Ejecutar cualquier acto dirigido a favorecer las operaciones militares del enemigo o a
perjudicar las operaciones de las fuerzas armadas peruanas. (...)
Argumentos de la demandante
41. La demandante refiere que los referidos tipos penales “no pueden ser considerados
delitos de función, pues los bienes jurídicos afectados son el propio Estado y la defensa nacional, y
particularmente el deber de fidelidad que el ciudadano tiene para con la Patria; intereses jurídicos
que no son exclusivos ni únicos de las Fuerzas Armadas, y pueden ser afectados por cualquier
ciudadano, ya sea funcionario público o no”.
Sostiene, además, que una prueba de que estos delitos son delitos comunes es que los
tipos penales ya se encuentran previstos en los artículos 325 al 334 del Código Penal (Delitos
contra el Estado y la Defensa Nacional, Capítulo I Atentados contra la seguridad nacional y traición
a la patria).
42. El demandado sostiene que “Los hechos o preceptos previstos en el Art. 66 del Código
de Justicia Militar Policial, no están previstos en el Art. 325 del Código Penal, pues los primeros se
refieren a hechos que sólo pueden efectuar quien ejerce autoridad militar: tomar armas
entregadas por el Estado, entregando tropas bajo su mando, transmitiendo información adquirida
en razón a su función, para luego entregarla al enemigo. En consecuencia (...) los preceptos y
sanciones son totalmente diferentes, tanto en sus contenidos en los Arts.66 y 67 del Código de
Justicia Militar, con respecto a los Arts. 325 al 330 del Código Penal”.
Asimismo, refiere que “La Defensa Nacional y los deberes con la patria, son intereses que
se manifiestan con mayor incidencia en los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
Sin duda, la Traición a la Patria en el caso de los militares, es una cuestión de indudable
trascendencia para la seguridad del país: la función de los militares en este sentido se diferencia de
la de cualquier ciudadano u otro funcionario público”.
44. En tal sentido, es importante precisar que sobre el bien jurídico “defensa nacional”, el
Tribunal Constitucional ha sostenido que “de acuerdo con el mencionado artículo 163 de la
Constitución, la Defensa Nacional es integral y permanente; por tanto, involucra al conjunto de
acciones y previsiones que permiten la subsistencia y permanencia del Estado, incluyendo su
integridad, unidad y facultad de actuar con autonomía en lo interno, y libre de subordinación en lo
externo, posibilitando que el proceso de desarrollo se realice en las mejores condiciones (...). Es
“integral” porque abarca diversos campos, como el económico, político, social, cultural, militar,
etc.; y “permanente”, debido a que se trata de una actividad constante que se relaciona con sus
sentidos preventivo y represivo”29 [énfasis agregado].
45. Como se aprecia, dentro de este conjunto de acciones y previsiones que involucra la
defensa nacional se encuentran ámbitos como el militar, por lo que en casos de conflicto armado
internacional, se manifiesta con mayor intensidad un bien jurídico como la defensa militar de la
Nación, el mismo que, al encontrarse relacionado con el potencial bélico de nuestras Fuerzas
Armadas, puede ser protegido mediante la consagración de los delitos de función. De hecho, en
situaciones de conflicto armado internacional, son los miembros de las Fuerzas Armadas quienes,
dentro de las funciones que le asigna la Constitución, se encuentran obligados a garantizar la
subsistencia y permanencia del Estado. De tal modo, en este caso específico, algunos contenidos
de la defensa nacional se configuran también como bienes jurídicos directamente vinculados con
las funciones de las Fuerzas Armadas -y excepcionalmente de la Policía Nacional-, por lo que tales
contenidos son susceptibles de ser protegidos mediante las respectivas normas penales del Código
de Justicia Militar.
46. Seguidamente, cabe examinar el cuestionado inciso 1) del artículo 66 del CJMP, que
establece que “Será sancionado con pena no menor de treinta años y hasta cadena perpetua, el
militar o policía, que durante conflicto armado internacional cometa alguna de las acciones
siguientes: 1. Tomar las armas contra el Perú o sus aliados o formar parte en la organización militar
del enemigo”. Mediante esta norma penal se pretende sancionar la conducta del militar o policía
(en actividad), que participando en un conflicto armado internacional (en acto de servicio o con
ocasión de él), tome las armas contra el Perú o sus aliados o integre una organización militar
enemiga, afectando la defensa nacional (bien jurídico que contiene algunos ámbitos relacionados
con la función militar y que compromete las funciones constitucionales de las Fuerzas Armadas y
de la Policía Nacional, según los artículos 163, 165 y 166 de la Constitución). Por tanto, en la
aludida norma penal se presentan las características básicas del delito de función, por lo que no
contraviene el artículo 173 de la Constitución.
47. Respecto de los incisos 2, 3, 4 y 5 del artículo 66 y del artículo 67 del CJMP, por
idénticas razones a las expuestas en el párrafo precedente y en relación a las cuestiones planteadas
en la demanda, el Tribunal Constitucional estima que no contravienen el artículo 173 de la
Constitución.
48. De otro lado, conviene ahora examinar si las referidas normas penales vulneran el
principio de legalidad penal establecido en el artículo 2, inciso 24, apartado “d” de la Constitución.
En efecto, la demandante ha sostenido que en el caso de normas penales como las aquí
cuestionadas, “(...) estamos frente a un mismo hecho pero regulado bajo dos tipos penales
distintos. Con el agravante de que ello posibilitaría que, de forma indistinta, la misma acción
pudiera ser subsumida en cualquiera de los tipos penales y, en consecuencia, juzgada por los
tribunales castrenses o por la justicia ordinaria”.
49. Al respecto, el Tribunal Constitucional estima que en el presente caso las disposiciones
cuestionadas no vulneran el principio de legalidad penal, toda vez que, conforme ya se ha
sostenido, cuando el artículo 46-A del Código Penal hace referencia a los miembros de las Fuerzas
Armadas o Policía Nacional, debe entenderse respecto de aquellos actos que no constituyen delito
de función, pues como se desprende del artículo 173 de la Constitución, sólo el Código de Justicia
Militar puede contener los denominados delitos de función militar. Por tanto, no se aprecia la
existencia de dos tipos penales (uno en el Código Penal y otro en el Código de Justicia Militar) que
a la vez sean susceptibles de ser aplicados a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional del Peru.
7. El control de las disposiciones que consagran los delitos de rebelión, sedición, motín y
derrotismo
50. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 68, 70, 71, 72, 73, 74,
75, y 76 del CJMP, que establecen lo siguiente:
4. Sustraer a la obediencia del Gobierno a un grupo, fuerza o parte de las Fuerzas Armadas
o Policía Nacional.
Será reprimido con pena privativa de libertad de cinco a quince años, con la pena accesoria
de inhabilitación.
Será reprimido con pena privativa de libertad de tres a diez años, con la pena accesoria de
inhabilitación.
Artículo 72.- Negativa del militar o policía a evitar rebelión, sedición o motín
No evitar la perpetración de los delitos de rebelión, sedición o motín o su desarrollo,
cuando se cuente con los medios necesarios para hacerlo, será reprimido con pena privativa no
mayor de la mitad del máximo señalado para el delito que se perpetra
Argumentos de la demandante
51. La demandante refiere que los referidos tipos penales “no pueden ser considerados
delitos de función, pues los bienes jurídicos afectados son los poderes del Estado y el orden
constitucional, es decir, la organización política y social, así como la seguridad del funcionamiento y
desarrollo de dicha organización. En suma: el normal ejercicio del régimen establecido
constitucionalmente”.
Asimismo, refiere que “Tipos penales de estas características no guardan conexión alguna
con los fines que deben cumplir las Fuerzas Armadas según la Constitución. Por lo mismo, tales
intereses jurídicos no son propios de las Fuerzas Armadas y pueden ser afectados por cualquier
ciudadano, funcionario público o no”.
Finalmente, aduce que estos delitos comunes se encuentran previstos en los artículos 346
y 350 del Código Penal.
52. El demandado ha sostenido que los bienes referidos son del mayor interés de los
miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional: “que cualquier Personal militar o Policial de
tales instituciones realicen cualquiera de tales conductas, es pasible de acarrear un grave daño
para el país. Es decir, las consecuencias que un militar o policía puede ocasionar a partir de la
comisión de tales delitos, son considerablemente diferentes de las que correspondería a un civil. Es
lógico que su responsabilidad, por las misiones constitucionales encomendadas, es diferente de la
de cualquier civil u otro funcionario del Estado”.
53. En cuanto a la relación existente entre defensa nacional y seguridad interna, el Tribunal
Constitucional, teniendo en cuenta el extremo del artículo 163 de la Constitución que establece
que la defensa nacional se desarrolla “en los ámbitos interno y externo”, ha sostenido que
“mediante la ´defensa interna` se promueve y asegura el ambiente de normalidad y tranquilidad
pública que se requiere para el desarrollo de las actividades y esfuerzos concurrentes a la
obtención del bienestar general en un escenario de seguridad. Asimismo, supone la realización de
acciones preventivas y de respuesta que adopta el gobierno permanentemente en todos los
campos de la actividad nacional, para garantizar la seguridad interna del Estado. Esa seguridad
puede verse afectada por cualquier forma de amenaza o agresión que tenga lugar dentro del
territorio nacional, sea que provengan del interior, exterior, de la acción del hombre o, incluso, de
la propia naturaleza. El fin de las actividades de defensa interna es garantizar el desarrollo
económico y social del país, impedir agresiones en el interior del territorio, viabilizar el normal
desarrollo de la vida y acción del Estado, y garantizar el ejercicio pleno de los derechos y libertades
fundamentales”30 [énfasis agregado].
54. Dentro de las actividades que deben garantizar la seguridad interna se encuentran
actividades tales como las que desempeñan los Poderes del Estado, los gobiernos locales y
regionales, así como los efectivos policiales, y, en lo que se refiere al artículo 137 de la
Constitución, también los efectivos militares, entre otros. En efecto, en el ejercicio de las funciones
que le asigna la Constitución, tales instituciones deben prevenir y responder cualquier amenaza o
agresión que impida el normal desarrollo interno de la actividad estatal.
55. Seguidamente, cabe examinar el cuestionado inciso 1) del artículo 68 del CJMP, que
establece que “Comete delito de rebelión el personal militar policial, que en forma colectiva, se
alza en armas para: 1. Alterar o suprimir el régimen constitucional”.
56. Como se aprecia, en la referida norma penal no se presentan todos los requisitos que
identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se pretende sancionar la
conducta del militar o policía (en actividad), que en forma colectiva y en acto del servicio o con
ocasión de él, se alce en armas para alterar o suprimir el RÉGIMEN CONSTITUCIONAL (que no es un
bien jurídico institucional de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional). En efecto, cuando se
consagra como delito de función la conducta de un militar o policía que alzándose en armas busca
alterar o suprimir el régimen constitucional, no se está buscando proteger un bien jurídico propio y
particular de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional, ni se está afectando la defensa militar de
la Nación, sino antes bien se busca proteger un bien jurídico como el régimen constitucional, es
decir, un régimen en el que existe un control efectivo de los poderes del Estado y existe una
vigencia efectiva de los derechos fundamentales, entre otros aspectos, y que por lo tanto, por no
ser un bien jurídico estrictamente castrense, debe ser protegido mediante la legislación penal
común, tal como efectivamente sucede pues el artículo 346 del Código Penal lo siguiente: “El que
se alza en armas para variar la forma de gobierno, deponer al gobierno legalmente constituido o
suprimir o modificar el régimen constitucional, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de diez ni mayor de veinte años y expatriación”, siendo de aplicación además los artículos
46-A y 353 del Código Penal, que establecen, respectivamente, que “Constituye circunstancia
agravante de la responsabilidad penal si el sujeto activo se aprovecha de su condición de miembro
de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional, o autoridad, funcionario o servidor público, para cometer
un hecho punible o utiliza para ello armas proporcionadas por el Estado o cuyo uso le sea
autorizado por su condición de funcionario público. En estos casos el Juez podrá aumentar la pena
hasta en un tercio por encima del máximo legal fijado para el delito cometido (...)”, y “Los
funcionarios, servidores públicos o miembros de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional, que
sean culpables de los delitos previstos en este Título, serán reprimidos, además, con inhabilitación
de uno a cuatro años conforme al artículo 36, incisos 1, 2 y 8”..
58. Respecto de los incisos 2, 3 y 4 del artículo 68, incisos 1 y 4 del artículo 70, y el extremo
del artículo 75 del CJMP que establece “y que atenten contra la integridad, independencia y poder
unitario del estado”, por idénticas razones a las expuestas en los párrafos precedentes, el Tribunal
Constitucional estima que contravienen el artículo 173 de la Constitución, por lo que resultan
inconstitucionales.
59. En el caso del artículo 70 del CJMP: “Incumplir una orden del servicio”, éste no resulta
inconstitucional siempre y cuando se entienda, conforme al artículo 173 de la Constitución, que
quien dicta la orden sea una autoridad militar.
60. Por otra parte, cabe examinar el artículo 74 del CJMP. Mediante esta norma penal se
pretende sancionar la conducta del militar o policía (en actividad), que en un conflicto armado o en
donde las fuerzas armadas estuvieren presentes (en acto de servicio o con ocasión de él), cause
falsa alarma o confusión o de orden(*)NOTA SPIJ entre el personal militar o policial o entre la
población donde las fuerzas estuvieren presentes, respectivamente, causando grave daño o
afectando la operación militar o policial, afectando el orden militar y la defensa nacional en
conflicto armado (bienes jurídicos que contienen un componente estrictamente militar y que
comprometen las funciones constitucionales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, según
los artículos 163, 165 y 166 de la Constitución). Por tanto, en la aludida norma penal se presentan
las características básicas del delito de función, por lo que no contraviene el artículo 173 de la
Constitución.
61. Respecto de los artículos 71, 72 y 76 del CJMP, por idénticas razones a las expuestas en
el párrafo precedente y en relación a las cuestiones planteadas en la demanda, el Tribunal
Constitucional estima que no contravienen el artículo 173 de la Constitución.
62. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 78, 79 y 80 del CJMP,
que establecen lo siguiente:
Argumentos de la demandante
63. La demandante refiere que estos tipos penales no pueden ser considerados como
delitos de función, pues los bienes jurídicos son el propio Estado y la defensa nacional, y
específicamente la defensa de la seguridad del Estado contra actos de violación de sus secretos,
intereses jurídicos que definitivamente no son propios de las Fuerzas Armadas y que pueden ser
afectados por cualquier ciudadano, ya sea funcionario público o no.
Asimismo, sostiene que estos delitos comunes se encuentran previstos en el artículo 330
del Código Penal.
64. El demandado sostiene que el referido artículo 330 del Código Penal prescribe como
´Secretos de Estado: Revelación` aquella conducta mediante la cual el agente obra por lucro o
cuando hace accesible a un Estado extranjero secretos que el interés de la República exige
guardarlos, y que, sin embargo, los artículos 78 a 80 del CJMP estan relacionados con la conducta
de cualquier militar o policía que divulgue o publique, bajo cualquier modalidad, información
clasificada de interés militar o policial, que ponga en peligro la defensa nacional, el orden interno o
la seguridad ciudadana.
Refiere, además, que tales preceptos son totalmente distintos, tanto en su forma como en
los hechos o circunstancias en que se producen los actos delictivos.
65. Sobre el particular, cabe mencionar, que sobre el orden interno, el Tribunal
Constitucional ha sostenido que esta noción “es concurrente, complementaria y subsidiaria tanto
del orden público como de la defensa nacional. Consiste en aquella situación de normalidad
ciudadana que se acredita y mantiene dentro de un Estado, cuando se desarrollan las diversas
actividades individuales y colectivas sin que se produzcan perturbaciones o conflictos. Tal concepto
hace referencia a la situación de tranquilidad, sosiego y paz dentro del territorio nacional, la cual
debe ser asegurada y preservada por el órgano administrador del Estado para que se cumpla o
materialice el orden público y se afirme la Defensa Nacional (...) El orden interno es sinónimo de
orden policial, ya que a través de la actividad que este implica se evita todo desorden,
desbarajuste, trastorno, alteración, revuelo, agitación, lid pública, disturbio, pendencia social, etc.,
que pudieran provocar individual o colectivamente miembros de la ciudadanía (...)”.31
Asimismo, sostuvo que “en atención al principio de corrección funcional (aquel por el cual
la Constitución debe interpretarse de tal manera que las funciones de cada uno de los órganos del
Estado no se vean alteradas) el alcance de las competencias complementarias de las Fuerzas
Armadas debe ser comprendidas bajo el principio de subsidiaridad. Desde esta perspectiva, si hay
otros órganos encargados de la defensa civil, del control del orden interno y de la promoción del
desarrollo económico y social, la actuación de las Fuerzas Armadas en estos campos deberá
restringirse a situaciones de estricta necesidad, sólo para aquellos casos en los que los órganos
normalmente competentes no lo hagan, de manera que no se altere el orden competencial
establecido en la Constitución”32 [subrayado agregado].
En cuanto a la seguridad ciudadana, el Tribunal Constitucional ha precisado que ésta se
constituye en uno de los aspectos que se encuentra comprendido dentro del orden interno. Así,
sostuvo que “Fundamentalmente, el orden interno comprende tres aspectos: a) La seguridad
ciudadana (protección de la vida, integridad física y moral, patrimonio, etc.); b) La estabilidad de la
organización política (resguardo de la tranquilidad, quietud y paz pública, respeto de la autoridad
pública); y c) El resguardo de las instalaciones y servicios públicos esenciales (edificaciones públicas
e instalaciones que cubren necesidades vitales y primarias de la comunidad, tales como el agua, la
energía eléctrica, etc.)”33.
66. Seguidamente, cabe examinar el cuestionado artículo 78 del CJMP, que establece que
“El militar o policía que se apropia, destruya, divulgue o publique, de cualquier forma o medio, sin
autorización, o facilite información clasificada o de interés militar o policial, que manifiestamente
perjudique o ponga en grave peligro la defensa nacional, orden interno o seguridad ciudadana,
será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de cinco años ni mayor de diez años, con
la accesoria de inhabilitación”. Mediante esta norma penal se pretende sancionar la conducta del
militar o policía (en actividad y en acto de servicio o con ocasión de él), que se apropia, destruye,
divulga o publica, de cualquier forma o medio, sin autorización, o facilite información clasificada o
de interés militar o policial, y que manifiestamente perjudique o ponga en grave peligro bienes
jurídicos como la defensa nacional, el orden interno o la seguridad ciudadana (bienes jurídicos que
tienen también un ámbito militar o policial, respectivamente, y que comprometen las funciones
constitucionales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, según los artículos 163, 165 y 166
de la Constitución). Por tanto, en la aludida norma penal se presentan las características básicas
del delito de función, por lo que no contraviene el artículo 173 de la Constitución.
67. Respecto de los artículos 79 y 80 del CJMP, por idénticas razones a las expuestas en el
párrafo precedente, el Tribunal Constitucional estima que no contravienen el artículo 173 de la
Constitución.
9. El control de las disposiciones que consagran los delitos contra el Derecho Internacional
Humanitario
68. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 90, 91, 92, 93, 95, 96,
97, 98, 99, 100, 101, 102 y 103 del CJMP, que establecen lo siguiente:
1. Mate a una persona protegida por el Derecho Internacional Humanitario será reprimido
con la pena privativa de libertad no menor de veinte años ni mayor de treinta años. (...)
3. Trate de forma cruel o inhumana a una persona protegida por el Derecho Internacional
Humanitario causándole dolor o daños físicos o mentales, en especial torturándola, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de doce años.
7. Ponga en peligro la vida o salud de una persona protegida por el Derecho Internacional
Humanitario, mediante alguna de las conductas siguientes:
8. Imponga o ejecute una pena contra una persona protegida por el Derecho Internacional
Humanitario, sin que haya sido juzgada en un proceso judicial imparcial y sin las garantías del
debido proceso previstas en el Derecho Internacional, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de 6 ni mayor de 12 años.
1. Ataque por cualquier medio a la población civil, o a una persona que no toma parte
directa en las hostilidades, (...)
Capítulo III
Delitos contra el patrimonio y otros derechos
Artículo 97.- Saqueo, destrucción apropiación y confiscación de bienes
El militar o policía que, en relación con un conflicto armado internacional o no
internacional, saquee o, de manera no justificada por las necesidades del conflicto armado,
destruya, se apodere o confisque bienes de la parte adversa será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de cinco ni mayor de doce años.
Capítulo IV
Delitos contra operaciones humanitarias y emblemas
Capítulo V
Delitos de empleo de medios prohibidos en la conducción de hostilidades
Argumentos de la demandante
69. La demandante sostiene que estos tipos penales no pueden ser considerados como
delito de función pues “los bienes jurídicos afectados son las reglas mínimas de la guerra, las
normas humanitarias que recoge el Derecho Internacional, las mismas que proscriben la
realización de conductas que van más allá de las necesidades estrictamente militares y que violan
clásicos bienes jurídicos como la vida, la integridad, la salud, el patrimonio, la seguridad pública, el
ambiente natural, el acceso a la justicia, etc., en ese contexto de especial desprotección y peligro
para las víctimas (la guerra), y en el que la seguridad de sus bienes sólo depende la vigencia de
esas reglas mínimas que impone el Derecho Internacional Humanitario”. Este interés jurídico,
alegan, no es propio de las Fuerzas Armadas.
70. El demandado alega lo siguiente: “¿Cuando las fuerzas armadas entren en conflicto
armado externo e infrinjan las leyes y sus respectivos reglamentos sobre derechos humanos
internacionales, lo investigarán y sancionarán bajo la premisa del Código Penal?, la respuesta es
obvia, ¿por qué?, porque en todos los países del mundo y en el nuestro que debe estar a la altura
de las circunstancias y la globalización, la fuerza armada se conforma en el Teatro de Operaciones,
independientemente que ejerzan la defensa nacional, están sometidos a la justicia militar quienes
operan en forma conjunta y coordinada con el Comando del Teatro de Operaciones, a fin de
sancionar los excesos que pudiera ocurrir, lo que un Juez Civil no podría estar frente al fuego del
enemigo para que cumpla tal rol”.
72. De este modo, es pertinente tener en consideración, entre otros, los Convenios de
Ginebra: Convenio I, para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las Fuerzas
Armadas en campaña; Convenio II para aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos y los
naúfragos de las Fuerzas Armadas en el mar; Convenio III relativo al trato debido a los prisioneros
de guerra; y Convenio IV relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra,
todos ellos en vigor en el Perú desde el año 1956; así como el Protocolo I, adicional a los Convenios
de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, y el
Protocolo II, adicional a los Convenios de Ginebra, relativo a la protección de las víctimas de los
conflictos armados sin carácter internacional, ambos en vigor en el Perú desde el año 1990.
74. Seguidamente, se examinará el cuestionado inciso 1 del artículo 90 del CJMP, que
establece que “El militar o policía que, con relación con un conflicto armado internacional o no
internacional: 1. Mate a una persona protegida por el Derecho Internacional Humanitario será
reprimido con la pena privativa de libertad no menor de veinte años ni mayor de treinta años”.
Como se aprecia, en la referida norma penal no se presentan todos los requisitos que
identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se pretende sancionar la
conducta del militar o policía (en actividad), que en un conflicto armado internacional o no
internacional (en acto de servicio o con ocasión de él), MATE a una persona protegida por el
Derecho Internacional Humanitario, afectando el bien jurídico VIDA (que no es un bien jurídico
institucional de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En consecuencia, teniendo en cuenta que
en la aludida norma penal no se presentan las características básicas del delito de función, tal
como lo exige el artículo 173 de la Constitución, el Tribunal Constitucional considera que tal norma
es inconstitucional.
75. Respecto de los incisos 2 a 9 del artículo 90, los artículos 91, 92, 93, 95, 96, 97, 98, 99,
100, 101, 102 y 103 del CJMP, por idénticas razones a las expuestas en el párrafo precedente y por
pretender afectar bienes jurídicos que no son propios ni particulares de las Fuerzas Armadas o
Policía Nacional, tales como la integridad física, psíquica o moral, la libertad sexual, libertad de
tránsito, propiedad, tutela jurisdiccional efectiva, entre otros, el Tribunal Constitucional estima que
resultan inconstitucionales,.
10. El control de las disposiciones que consagran los delitos de insulto al superior,
coacción, injuria y difamación
76. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 121, 123, 125 y 130
del CJMP, que establecen lo siguiente:
1.- Si se causa lesión grave, será sancionado con pena privativa de la libertad, no menor de
cinco ni mayor a diez años.
2.- Si el delito se comete frente al enemigo en conflicto armado o causa la muerte será
sancionado con pena privativa de la libertad no menor de cinco ni mayor a quince años.
Argumentos de la demandante
77. La demandante refiere que “los bienes jurídicos afectados son la integridad física y el
honor (autovaloración y reputación), intereses jurídicos que no son propios de las Fuerzas Armadas
y pueden ser afectados por cualquier ciudadano, funcionario público o no”.
Asimismo, refiere que estos delitos “comunes” ya se encuentran previstos en los artículos
121, 122, 130, 132, 365 y 366 del Código Penal.
Asimismo, aduce que el artículo 130 del Código Penal se refiere a la injuria, calumnia y
difamación, que son delitos que afectan el honor de las personas particulares o civiles, a las que se
atribuye falsamente un hecho o delito y/o ofensa a la conducta en cuanto a su honor y reputación.
En cambio, alega, el artículo 123 del CJMP se refiere a la coacción, injuria y difamación, cometidos
por personal militar o policial en acto de servicio, contra el superior y además que afecte
gravemente la disciplina.
Finalmente, sostiene que el artículo 130 del CJMP se refiere a la agresión del personal
militar o policial en el cumplimiento de su servicio o misión, de los que se evidencia que no existe
relación alguna con el artículo 366 del Código Penal.
79. En el presente caso, cabe examinar, en primer término, el primer párrafo del artículo
121 del CJMP, que establece que “El militar o policía que agreda a un superior, en actos de servicio,
causándole lesiones leves, será sancionado con pena privativa de la libertad, de seis meses a dos
años”.
Como se aprecia, en la referida norma penal no se presentan todos los requisitos que
identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se pretende sancionar la
conducta del militar o policía (en actividad), que en acto de servicio o con ocasión de él, agreda a
un superior, causándole LESIONES LEVES, afectando el bien jurídico INTEGRIDAD FÍSICA de una
persona (que no es un bien jurídico institucional de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En
consecuencia, teniendo en cuenta que el extremo del primer párrafo del artículo 121 del CJMP que
establece: “causándole lesiones leves” no forma parte de las características básicas del delito de
función, tal como lo exige el artículo 173 de la Constitución, el Tribunal Constitucional considera
que tal extremo es inconstitucional.
80. Respecto de los incisos 1 y 2 del artículo 121 del CJMP, por idénticas razones a las
expuestas en el párrafo precedente, el Tribunal Constitucional estima que resultan
inconstitucionales los siguientes extremos “o si se causa lesiones graves al superior” y “o si se
causa la muerte del superior”, respectivamente.
81. De otro lado, cabe examinar, el artículo 123 del CJMP, que establece que “El militar o
policía que coaccione, injurie o difame, de palabra, por escrito o con publicidad a un superior, en
acto de servicio y que afecte gravemente la disciplina, será sancionado con pena privativa de la
libertad no mayor de tres años”. Como se aprecia, en la referida norma penal no se presentan
todos los requisitos que identifican a los delitos de función. Así, mediante esta norma penal se
pretende sancionar la conducta del militar o policía (en actividad), que en acto de servicio o con
ocasión de él, COACCIONE, INJURIE o DIFAME, de palabra, por escrito o con publicidad a un
superior, afectando bienes jurídicos como el HONOR DE UN INDIVIDUO o la LIBERTAD PERSONAL
(que no son bienes jurídicos institucionales de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En
consecuencia, teniendo en cuenta que el extremo del artículo 123 del CJMP que establece:
“coaccione, injurie o difame, de palabra, por escrito o con publicidad a un superior” no forma
parte de las características básicas del delito de función, tal como lo exige el artículo 173 de la
Constitución, el Tribunal Constitucional considera que tal extremo es inconstitucional.
Respecto del inciso 1 del artículo 130 y del extremo del inciso 2) del artículo 130 del CJMP
que establece: “o causa la muerte”, por idénticas razones a las expuestas en el párrafo precedente
y por afectar bienes jurídicos que no son estrictamente castrenses como la integridad física o la
vida, el Tribunal Constitucional estima que resultan inconstitucionales. No lo son el primer párrafo
del artículo 130 ni el extremo del inciso 2) del mismo artículo que establece: “Si el delito se comete
frente al enemigo en conflicto armado”; pues en estos últimos casos se trata de una severa
afectación de bienes jurídicos tales como el correcto desarrollo del servicio de seguridad o la
defensa nacional, entre otros, al exigir que la conducta prohibida “afecte de manera grave al
servicio o misión” o ésta se realice en “conflicto armado”.
Finalmente, cabe precisar, con relación al extremo del artículo 123 del Código de Justicia
Militar Policial que busca prevenir respecto de aquella conducta que “afecte gravemente la
disciplina”, que no es ajeno a este Colegiado, la importancia que posee el bien jurídico castrense
“disciplina que afecte las funciones constitucionales de las Fuerzas Armadas o de la Policía
Nacional”, antes bien, en tanto órgano supremo de interpretación y control de la
constitucionalidad, el Tribunal Constitucional debe velar por el escrupuloso respeto de las
disposiciones constitucionales, principalmente de aquellas que consagran los derechos
fundamentales, así como de aquellas que establecen las funciones y competencias de los órganos
constitucionales y de las instituciones instauradas por la Norma Fundamental (encontrándose
dentro de estas últimas las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional). Precisamente, en casos como
los que plantea el referido artículo 123, si bien esta norma penal pretende prevenir respecto de
aquella conducta que vulnere o amenace vulnerar el bien jurídico disciplina que afecte las
funciones constitucionales de las Fuerzas Armadas o de la Policía Nacional y tiene precisamente
como sujeto pasivo a las Fuerzas Armadas o Policía Nacional, lo hace apropiándose,
inconstitucionalmente, de la protección de bienes jurídicos tales como la libertad personal o el
honor de una persona, que no son bienes jurídícos de las instituciones castrenses y que además
tiene como sujeto pasivo a una persona determinada (militar o policía de grado superior que se vio
afectado en los mencionados derechos fundamentales). Mediante el delito de función militar sólo
se pueden proteger bienes jurídicos propios de las Fuerzas Armadas, bienes jurídicos que sirvan
para la defensa militar del Estado Constitucional.
11. El control de las disposiciones que consagran los delitos contra la administración militar
policial
82. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 132 y 134 del CJMP,
que establecen lo siguiente:
Argumentos de la demandante
83. La demandante sostiene que estos tipos penales no pueden ser considerados como
delitos de función “pues los bienes jurídicos afectados son la seguridad pública y la administración
pública, intereses jurídicos que no son propios de las Fuerzas Armadas y pueden ser afectados por
cualquier ciudadano, funcionario público o no”.
Asimismo, aduce que el tipo penal ya se encuentra previsto en el artículo 393 del Código
Penal.
84. El demandado sostiene que “el artículo 393 del Código Penal se refiere a un tipo
totalmente ajeno a la seguridad y defensa nacional, muy por el contrario se refiere a una
corrupción pasiva (...) con menor sanción que la que prevé el Código de Justicia Militar Policial”.
85. En cuanto al examen del artículo 134 del CJMP, cabe mencionar que en la referida
norma penal no se presentan todos los requisitos que identifican a los delitos de función. Así,
mediante esta norma penal se pretende sancionar la conducta del militar o policía (en actividad),
que haga, omita o retarde un acto propio de su función operativa del servicio o hacer un acto
contrario a ella, en caso de operaciones militares o policiales (en acto de servicio o con ocasión de
él), para recibir indebidamente ventaja patrimonial, directa o indirectamente, imponga pagos, o
acepte promesa de retribución, en beneficio propio o de terceros, afectando el bien jurídico
ADMINISTRACION PUBLICA (que no es un bien jurídico institucional, propio y particular de las
Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En consecuencia, teniendo en cuenta que en la aludida
norma penal no se presentan las características básicas del delito de función, tal como lo exige el
artículo 173 de la Constitución, el Tribunal Constitucional considera que tal norma es
inconstitucional.
86. Distinto es el caso del artículo 132 del CJMP, pues esta norma penal pretende sancionar
la conducta del militar o policía (en actividad), que, estando al mando de una Unidad encargada de
restablecer el orden interno o público (en acto de servicio), emplea o hace emplear las armas, sin
causa justificada o sin orden expresa, o sin cumplir las formalidades previas para ello, siempre que
se cause grave daño, afectando el bien jurídico correcto ejercicio del mando militar (bien jurídico
que es propio de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional y relacionado con las funciones
vitales de estas instituciones). Por tanto, en la aludida norma penal se presentan las características
básicas del delito de función, por lo que no contraviene el artículo 173 de la Constitución.
12. El control de las disposiciones que consagran los delitos de violación al deber militar
policial y de excesos en la facultad de mando
87. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 137, 139, 140 y 141
del CJMP, que establecen lo siguiente:
1.- Lesiones graves, será sancionado con pena privativa de libertad de tres a diez años, con
la accesoria de inhabilitación.
2.- Muerte será sancionado con pena privativa de libertad de cinco a veinte años, con la
accesoria de inhabilitación.
Argumentos de la demandante
88. La demandante alega que estos tipos penales no pueden ser considerados como
delitos de función, pues los “bienes jurídicos afectados son el desempeño normal de la
administración pública, la vida, la integridad física, el patrimonio y la libertad personal, intereses
jurídicos que no son propios de las Fuerzas Armadas y pueden ser afectados por cualquier
ciudadano, funcionario público o no”.
Asimismo, sostiene que estos tipos penales ya se encuentran previstos en los artículos 376,
377, 121, 124, 106, 111, 205 y 151 del Código Penal.
89. El demandado refiere que la omisión de deber en función operativa sancionada por el
artículo 137 del CJMP es una actividad propia de militares y policías por lo que constituyen delitos
de función, que no corresponden al tipo indicado en el artículo 376 del Código Penal.
En cuanto a los excesos en la facultad de mando sancionados en el artículo 139 del CJMP,
menciona que sólo los militares y policías en actividad ejercen mando debido a que son los que
conducen las unidades militares y policiales, y que el artículo 377 del Código Penal es de naturaleza
jurídica totalmente diferente y no se encuentra relacionada en absoluto con la función militar.
90. En cuanto al examen de los incisos 1 y 2 del artículo 139 del CJMP, debe precisarse que
en las referidas normas penales no se presentan todos los requisitos que identifican a los delitos
de función. Así, mediante estas normas penales se pretende sancionar la conducta del militar o
policía (en actividad), que en el ejercicio de la función (en acto de servicio o con ocasión de él), se
excede en las facultades de mando o de la posición en el servicio u ordenare cometer cualquier
acto arbitrario en grave perjuicio del personal militar o policial o de terceros, causando LESIONES
GRAVES o la MUERTE, afectando los bienes jurídicos INTEGRIDAD FÍSICA Y VIDA (que no son bienes
jurídicos institucionales, propios y particulares de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En
consecuencia, teniendo en cuenta que en las aludidas normas penales no se presentan las
características básicas del delito de función, tal como lo exige el artículo 173 de la Constitución, el
Tribunal Constitucional considera que estas son inconstitucionales.
91. Respecto del artículo 140 del CJMP, por idénticas razones a las expuestas en el párrafo
precedente, el Tribunal Constitucional estima que resulta inconstitucional. Asimismo, también son
inconstitucionales los incisos 1 y 2 del artículo 141 del CJMP pues pretenden proteger bienes que
no son propios y particulares de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional tales como el principio
derecho dignidad, honor y determinados contenidos del debido proceso en sede administrativa.
13. El control de las disposiciones que consagran los delitos que afectan a los bienes
destinados a la defensa, seguridad nacional y orden interno
92. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 142, 143 y 144 del
CJMP, que establecen lo siguiente:
Artículo 142.- Afectación de los bienes destinados a la defensa, seguridad nacional y orden
interno
El militar o policía, que en el ejercicio de sus funciones:
a) Dispone indebidamente, destruye, deteriora, abandona, se apropia ilícitamente o
sustrae, total o parcialmente, armas, municiones, explosivos, combustibles, carburantes, vehículos,
naves, aeronaves y material de guerra destinado a operaciones militares y policiales, será
sancionado con pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor a quince años, con la
accesoria de inhabilitación. En el caso de combustibles o carburantes, sólo constituye delito
cuando su valor sea superior a tres remuneraciones mínimas vitales.
Argumentos de la demandante
93. La demandante alega que estos tipos penales no pueden ser considerados como delito
de función, pues “el bien jurídico afectado es el patrimonio, interés jurídico que no es propio de las
Fuerzas Armadas y puede ser afectado por cualquier ciudadano, funcionario público o no”
Asimismo, sostiene que estos tipos penales ya se encuentran previstos en los artículos 185,
190 y 384 del Código Penal.
94. El demandado refiere que cuando el CJMP se refiere a la afectación de los bienes
destinados a la defensa, seguridad nacional y orden interno, lo hace en razón a que éstos
constituyen los medios con que cuentan las Fuerzas Armadas y Policía Nacional para el
cumplimiento de los fines que le asigna la Constitución.
En cuanto al artículo 185 del Código Penal, sobre hurto simple, sostiene que el tipo
descrito no corresponde al artículo 142 del CJMP por ser de una naturaleza jurídica diferente, por
cuanto el primero se refiere a la afectación de bienes privados o del Estado que no afectan la
defensa nacional.
96. Respecto del párrafo b) del artículo 142, los artículos 143, 144 y 73 del CJMP, por
idénticas razones a las expuestas en el párrafo precedente, el Tribunal Constitucional estima que
resultan inconstitucionales.
14. El control de las disposiciones que consagran los delitos de certificación falsa y
destrucción de documento militar policial
97. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 147 y 149 del CJMP,
que establecen lo siguiente:
Argumentos de la demandante
98. La demandante alega que estos tipos penales no pueden ser considerados como delito
de función, pues “el bien jurídico afectado es la fe pública, interés jurídico que no es propio de las
Fuerzas Armadas y puede ser afectado por cualquier ciudadano, funcionario público o no”.
Asimismo, sostiene que estos tipos penales ya se encuentran previstos en los artículos 427, 428 y
430 del Código Penal.
99. El demandado argumenta que los preceptos del CJMP son diferentes y están vinculados
únicamente a la función militar policial que afecte gravemente al servicio militar policial, “lo que
quiere decir que la falsificación de un documento que no tenga índole militar y que ocurra en una
instalación militar constituye un delito común sancionada por la jurisdicción ordinaria”. El artículo
146 del CJMP, alega, se refiere estrictamente al contenido militar policial del documento y siempre
que éste al ser falsificado o adulterado, afecte gravemente las operaciones militares o policiales.
100. En cuanto al examen del artículo 147 del CJMP, cabe mencionar que en la referida
norma penal no se presentan todos los requisitos que identifican a los delitos de función. Así,
mediante esta norma penal se pretende sancionar la conducta del militar o policía (en actividad),
que en razón de la función o profesión (acto del servicio), expida CERTIFICACIÓN FALSA en
provecho propio o de terceros, sobre hechos o circunstancias que habiliten a alguien a obtener
cargo, puesto o función o cualquier otra ventaja, siempre que el hecho atente contra la
administración militar o policial, o el servicio, afectando el bien jurídico FE PUBLICA (que no es un
bien jurídico institucional, propio y particular de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional). En
consecuencia, teniendo en cuenta que en la aludida norma penal no se presentan las
características básicas del delito de función, tal como lo exige el artículo 173 de la Constitución, el
Tribunal Constitucional considera que tal norma es inconstitucional.
101. Respecto del artículo 149 del CJMP, por idénticas razones a las expuestas en el párrafo
precedente, el Tribunal Constitucional estima que resulta inconstitucional.
102. La demandante sostiene que son inconstitucionales los artículos 81, 82, 106, 107, 108,
109, 110, 111, 115, 116, 117, 119, 122, 124, 126, 127, 128, 129, 135, 136, 138, 145 y 148 del CJMP,
que establecen lo siguiente:
El que abandona sin motivo justificado el servicio de escolta; y como consecuencia del
abandono pereciese todo o parte de la tripulación o del personal, será reprimido con pena
privativa de la libertad no menor de diez años.
3. Huya o incite a la fuga o de cualquier modo eluda su responsabilidad, de tal manera que
afecte al personal militar, será sancionado con pena privativa de libertad no menor de quince años.
Será reprimido con la misma sanción el policía que en conflicto armado, cometa las
conductas mencionadas en los incisos anteriores.
Artículo 122.- Acto tendiente a agredir o amenazar
El militar o policía que en ocasión de servicio, ejecuta actos o toma las armas con
demostración manifiesta de agredir o amenazar a un superior, será sancionado con pena privativa
de libertad no mayor de cinco años.
2.- Pierda la plaza, fuerza, puesto, aeronave o cualquier otra unidad militar o instalación
policial, cuyo mando tuviesen o cuya defensa se les hubiese confiado.
Será sancionado con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor a ocho años.
Argumentos de la demandante
Asimismo, aduce que el CJMP califica conductas que constituyen meras infracciones de
carácter administrativo, es decir, que carecen de gravedad suficiente, que no afectan bienes
jurídicos de relevancia o protección constitucional y que no merecen tutela penal como delitos de
función.
Finalmente, argumenta que los tipos penales aquí cuestionados contravienen el principio
de exclusiva protección de bienes jurídicos, y además, que ninguno de ellos compromete algún
bien jurídico de relevancia constitucional que posean dichos institutos castrenses.
104. El demandado sostiene, que no se ha reparado “en la trascendencia que puede tener
un acto de cobardía o el abandono de puesto de vigilancia en el caso de guerra. Así también, un
acto de desobediencia en el ámbito castrense no puede ser equiparado con una desobediencia
que se pueda cometer en el ámbito civil. Ello se relaciona directamente con las misiones
constitucionales asignadas a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que hacen que el mismo
sistema de Defensa Nacional tenga efectividad”.
A modo de ejemplo, conviene analizar el cuestionado artículo 148 del CJMP, que establece
que “El militar o policía que en beneficio propio o de terceros, haga uso indebido de insignias o
distintivos de identificación de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional, será
sancionado con pena privativa de libertad no menor a tres ni mayor a seis años”.
Examen de idoneidad. Sobre el particular, cabe mencionar, en primer término, que de una
intepretación teleológica de la medida legislativa adoptada (artículo 148 del CJMP), se desprende
que esta disposición legal tiene como finalidad prevenir respecto de aquellas conductas que
afecten o pretendan afectar un bien jurídico propio de las Fuerzas Armadas o Policia Nacional
como es el “uso debido de insignias o distintivos de estas instituciones para la realización de las
funciones que les asigna la Constitución”. Como tal, dada su relevancia constitucional este bien
jurídico merece protección por parte del Estado.
Examen de necesidad. En el presente caso, tratándose de una disposición legal que limita
el ejercicio del derecho fundamental a la libertad personal, se requiere de un juicio estricto, según
el cual se exige que la medida adoptada por el Legislador, para ser constitucional, deba ser
absolutamente indispensable para la consecución del fin legítimo, pues de existir una medida
alternativa que, siendo igualmente idónea para conseguir el mencionado fin, influya con menor
intensidad en el respectivo bien constitucional, entonces la medida legislativa cuestionada
resultará inconstitucional.
En este caso, a efectos de evitar una conducta (uso indebido de insignias o distintivos de
identificación exclusivos de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional), que afecte un bien jurídico
propio de las Fuerzas Armadas o Policiales (como es el uso debido de insignias o distintivos de
estas instituciones para la realización de las funciones que le asigna la Constitución), se limita
innecesariamente el derecho fundamental a la libertad personal de los efectivos de tales
instituciones (aplicando penas privativas de libertad), cuando pueden emplearse otras medidas,
menos aflictivas, como aquellas que contiene el derecho disciplinario (aplicando medidas de
suspensión o pase a disponibilidad o a retiro, entre otras).
Respecto de los artículos 115, 116, 117 y 125 del CJMP, por idénticas razones a las
expuestas en los párrafos precedentes, el Tribunal Constitucional estima que resultan
inconstitucionales.
106. De otro lado, este Colegiado estima que no sucede lo mismo en el caso de las
disposiciones cuestionadas que establecen sanciones para aquellas conductas de efectivos
militares o policiales en situaciones de conflicto armado. Así, conviene examinar el artículo 108 del
CJMP, que establece: “El militar o policía que, en conflicto armado, cumple funciones de centinela
o vigía designado para desempeñar algún servicio de seguridad, y que omite dar aviso o dar la
alarma inmediata de aproximación del enemigo, o cualquier anomalía o no usar sus armas, en caso
de ataque para repeler el peligro, será sancionado con pena privativa de la libertad no mayor de
diez años y noventa a ciento veinte días-multa. Si el delito se comete frente al enemigo, o si a
consecuencia de la conducta punible, sufra grave daño el puesto u objeto confiado a su vigilancia,
la pena privativa de la libertad será no menor de diez años y de ciento veinte días-multa”.
108. Por tanto, teniendo en cuenta que el artículo 108 del CJMP ha superado el test de
proporcionalidad y, consecuentemente, no vulnera el derecho fundamental a la libertad personal,
el Tribunal Constitucional estima que este extremo de la demanda debe ser desestimado.
109. Respecto de los cuestionamientos de los artículos 81, 82, 106, 107, 109, 110, 111,
119, 122, 124, 126, 127 128, 129, 135, 136, 137, 138, 145 y 146 del CJMP, por idénticas razones a
las expuestas en los párrafos precedentes, el Tribunal Constitucional estima que deben ser
desestimados.
110. Igualmente, por las mismas razones antes expuestas, es constitucional el artículo 82
del CJMP, salvo, el extremo que establece: “será reprimido con pena privativa de libertad no mayor
de cuatro años y con sesenta a ciento ochenta días-multa”.
Efectos de la sentencia
111. Dadas las circunstancias especiales del presente caso y teniendo en cuenta que el
Tribunal Constitucional, en su condición de órgano de control de la Constitución (artículo 201 de la
Constitución) y órgano supremo de interpretación y control de la constitucionalidad (artículo 1 de
la Ley Nº 28301), tiene, en el proceso de inconstitucionalidad, funciones esenciales tales como: a)
la valoración de la disposición sometida a enjuiciamiento, a partir del canon constitucional, para
declarar su acomodamiento o no a ese canon; b) la labor de pacificación, pues debe solucionar
controversias mediante decisiones cuyos efectos deben ser modulados de acuerdo a cada caso; y,
c) la labor de ordenación, toda vez que, sus decisiones, ya sean estimatorias o desestimatorias,
tienen una eficacia de ordenación general con efecto vinculante sobre los aplicadores del Derecho
-en especial sobre los órganos jurisdiccionales-, y sobre los ciudadanos en general; considera,
como en diversas ocasiones se ha tenido oportunidad de advertir, que al juzgar la validez
constitucional de las leyes, este Tribunal Constitucional está en la obligación de prever las
consecuencias de sus decisiones.
112. En el caso de los artículos 68, 70 (incisos 1 y 4), 90, 91, 92, 93, 95, 96, 97, 98, 99, 100,
101, 102, 103, 134, 139 (incisos 1 y 2), 140, 141 (incisos 1 y 2), 142, 143, 144, 147 y 149, entre
otros, del Código de Justicia Militar, que son declarados inconstitucionales por afectar el artículo
173 de la Constitución, por no constituir delitos de función, y teniendo en cuenta los efectos
nulificantes de la presente sentencia, y como consecuencia, el archivo de los respectivos procesos
penales ante la jurisdicción militar, el Tribunal Constitucional advierte que la autoridad judicial
militar respectiva deberá comunicar de este hecho al Ministerio Público para que este actúe
conforme a sus atribuciones constitucionales.
113. En el caso los artículos 115, 116, 117, 125 y 148 del Código de Justicia Militar Policial
declarados inconstitucionales por no superar el principio de proporcionalidad y cuyos bienes
jurídicos de relevancia constitucional podrían ser protegidos por mecanismos tales como los que
prevé el Derecho Disciplinario, entre otros, y teniendo en cuenta los efectos nulificantes de la
presente sentencia, que ocasionará el archivo de los respectivos procesos penales ante la
jurisdicción militar, el Tribunal Constitucional debe exhortar al Congreso de la República para que
en el ejercicio de sus atribuciones constitucionales, y dentro de un plazo razonable, pueda
establecer aquellas medidas legislativas que estipulen sanciones disciplinarias u otras que tengan
por finalidad cautelar tanto los bienes jurídicos que pretendían ser protegidos por las antes
mencionadas disposiciones declaradas inconstitucionales, como aquellos otros bienes jurídicos
que estime pertinentes, debiendo tenerse en consideración, además, que el artículo 2, inciso 24,
apartado “b” establece que “(...) No se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por la ley”.
VI. FALLO
HA RESUELTO
b) El extremo del artículo 82 que establece: “será reprimido con pena privativa de libertad
no mayor de cuatro años y con sesenta a ciento ochenta días-multa”.
c) El extremo del primer párrafo del artículo 121 que establece: “causándole lesiones
leves”.
d) El extremo del inciso 1 del artículo 121 que establece: “o si se causa lesiones graves al
superior”.
e) El extremo del inciso 2 del artículo 121 que establece: “o si se causa la muerte del
superior”.
f) El extremo del artículo 123 que establece: “coaccione, injurie o difame, de palabra, por
escrito o con publicidad a un superior”.
g) El extremo del inciso 2) del artículo 130 que establece: “o causa la muerte”.
4. Declarar que forma parte del fallo lo expuesto en los Fundamentos Nºs. 59, 112 y 113.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
EXP. Nº 0012-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DE LIMA
Los asuntos que integran la pretensión de esta controversia constitucional han originado
debates públicos, no siempre técnicos, en los cuales prevalecen la pasión o la emoción, que
perturban el recto juicio. El Tribunal Constitucional ha procurado arribar a la solución más
adecuada a la naturaleza de las cosas y esperanzado en que los criterios eminentemente
constitucionales expuestos en esta sentencia sean recogidos en la proyectada legislación que,
respetando el principio constitucional de legalidad, permita a los justiciables tener el debido
proceso.
Precedentes histórico-hispanos
En efecto, la Ley I., dictada por Don Felipe, en Buen Retiro, el 23 de abril de 1714, resolvió
que
Hallándome informado del abuso que hay en el fuero militar, solicitándoles muchos que no
le deben tener, por cuyo medio embarazan el uso a la Jurisdicción ordinaria y a otros, y por
conseqüencia(*)NOTA SPIJ (sic) la buena administración de justicia en grave perjuicio de mi servicio
y de la vindicta pública; he resuelto revocar, como revoco, todo el fuero militar concedido hasta
ahora; y declarar, como declaro, que los que de hoy en adelante han de gozar el referido fuero, son
los militares que actualmente sirven y sirvieren en mis tropas regladas, o empleos que subsistan
con exercicio (sic) actual en guerra, y que como tales militares gozaren sueldo por mis Tesorerías
de Guerra; todos los Oficiales militares de qualquier(*)NOTA SPIJ (sic) grado, que sirvieren en la
Marina y Armadas de mar con patentes mías. Y sueldos por mis Tesorerías; y asimismo los militares
que se hubieren retirado del servicio, y tuvieren despachos míos para gozar del fuero.
El mismo monarca español dictó la Ley II, el 25 de mayo de 1716, en Aranjuez, para
resolver respecto del fuero en las causas criminales; la Ley III, de 29 de noviembre de 1716, en
Madrid, para resolver el conocimiento preventivo de la justicia ordinaria contra militares
delincuentes; la Ley IV, de 26 de marzo de 1718, en Madrid, sobre militares defraudadores de
rentas, no siendo válido su fuero; y otras leyes que excluyen del fuero privativo a los militares que
perpetren otros hechos.
Desde hace 300 años el fuero privativo militar, por propia decisión del Rey de España, fue
restringido paulatinamente, como aparece del Tomo III de la “Novísima Recopilación de las Leyes
de España”, impresa en Madrid, año 1805.
Es delito o falta toda acción u omisión voluntaria penada por la ley: así define el Código los
actos que somete a su sanción. Requiérese, pues, para que exista delito, que haya voluntad en el
agente; si falta la intención de causar el daño, si no ha habido libertad para producirlo, la ley nada
tiene que castigar. En todos los tiempos y países se ha tenido presente este principio. Las Leyes de
Partida dicen que el delito es mal fecho con placer de uno, en daño o deshonra de otro. Pero
además se necesita que la acción sea contraria a las leyes penales. No constituye en efecto un
delito toda acción moralmente mala: un mal pensamiento puede ser vituperado por nuestra
conciencia, y castigada por el Criador, mas no alcanza hasta el de la justicia de los hombres.
Se hacía, pues, un claro deslinde: los delitos comunes se tipifican y se sancionan por los
jueces del Poder Judicial; mientras que los delitos de función se tipifican y sancionan en el fuero
privativo.
Los militares gozarán también de fuero particular, en los términos que previene la
ordenanza o en adelante previniere.
1.- En todos los puntos que ocupe el ejército libertador del Perú o estén bajo su inmediata
protección, han fenecido de hecho las autoridades puestas por el gobierno español.
2.- Sin embargo, para que se conserve el orden en dichos puntos, deben continuar
interinamente en sus funciones civiles a nombre de la Patria y bajo el nuevo orden de cosas, las
mismas personas, hasta que, en vista de su conducta y de las circunstancias, se resuelvan las
alteraciones oportunas para la conveniencia pública.
3.- Dichos mandatarios han de estar precisamente sujetos a las órdenes e instrucciones
que se les comunicaren por mi, o por mi secretario de Gobierno.
Dado en el cuartel General del Ejército Libertador del Perú, en Pisco, a 8 de setiembre de
1820. Primer día de la libertad del Perú. José de San Martín. Juan García del Río, Secretario de
Gobierno.
En el Acta del Cabildo, suscrita por los vecinos más notables de la Ciudad de los Reyes del
Perú, el 15 de julio de 182l, se estableció
Que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú, de la dominación
española y de cualquiera otra extrangera (sic); y que para que se proceda a su sanción por medio
del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta Acta al mismo Señor
Exmo; y firmaron.
El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los
pueblos, por la justicia de su causa que Dios defiende.
Subsistiendo hasta el presente en vigor todas las leyes que no están abrogadas, y siendo
incompatibles con los altos destinos del Perú, y con la voluntad universal fuertemente manifestada
el régimen prescripto por la Constitución de España, que con violencia se hizo jurar a los Pueblos, a
la sombra de unas leyes calculadas para hacer feliz a una sección pequeña de la Europa a expensas
del nuevo Mundo; he resuelto, quede enteramente abolida en todas sus partes la Constitución de
España, y que las Actas de reconocimiento que existan en todos los Tribunales y Corporaciones del
Estado Peruano, se desglosen del libro en que estén insertas y remitan inmediatamente al
Ministerio de Gobierno, esperando del patriotismo que han acreditado todas ellas, que se
apresurarán a dar el más puntual cumplimiento a esta resolución. Imprímase y circúlese. Lima, 9 de
agosto de 1821. 2 de la libertad del Perú. San Martín. Bernardo Monteagudo.
Es, pues, con este Decreto que queda abrogada en el Perú la Constitución de 1812.
El Poder Judiciario
De acuerdo a dicho Estatuto la suprema (y exclusiva) potestad de gobierno residía en el
Protector del Perú, general don José de San Martín. Los ministros de Estado eran los jefes
inmediatos. Se creó un Consejo de Estado, con doce miembros. Se determinó (Sección Séptima)
que
A la alta cámara de justicia corresponden las mismas atribuciones que antes tenían las
denominadas audiencias, y a más conocerá por ahora las causas civiles y criminales de los cónsules
y enviados extranjeros, y de los funcionarios públicos que delincan en el ejercicio de su autoridad.
También se extiende por ahora su jurisdicción a conocer sobre las presas que se hicieren por los
buques de guerra del estado, o por lo que obtuvieren patentes de corso, conforme a la ley de las
naciones. Las funciones del tribunal de minería quedan del mismo modo reasumidas en la alta
cámara.
Los miembros de la alta cámara permanecerán en sus destinos mientras dure su buena
conducta. El tratamiento de la cámara será de V. S. I.
Quedan en su fuerza y vigor todas las leyes que rejían (sic) en el gobierno antiguo, siempre
que no estén en oposición con la independencia del país, con las formas adoptadas por este
Estatuto, y con los decretos o declaraciones que se expidan por el actual gobierno.
El presente Estatuto rejirá (sic) hasta que se declare la independencia en todo el territorio
del Perú, en cuyo caso se convocará inmediatamente un congreso general que establezca la
constitución permanente y forma de gobierno que rejirá (sic) el Estado.
El Decreto de 8 de octubre de 1822, suscrito por San Martín y sus ministros Juan García del
Río, Bernardo Monteagudo e Hipólito Unánue, mantuvo vigentes el Poder Judiciario y las normas
legales provenientes de la etapa anterior a la independencia del Perú.
Ninguno de los tres Poderes podrá ejercer jamás ninguna de las atribuciones de los otros
dos.
La vigencia de esta Carta fue breve. Es esa la razón por la cual Toribio Pacheco (“Cuestiones
Constitucionales”, Grijey, pág. 73), comenta que
Contaba apenas la Constitución del año 23 con poco menos de dos años de existencia,
cuando se palparon todos sus defectos y la necesidad que había de someterla a una pronta
modificación. Ninguna exposición fue, a este respecto, más clara, más justa y más racional que la
que hizo el ministro Pando, en la circular que, con fecha 1ro. de julio de 1826, dirigió a los
prefectos, remitiéndoles el proyecto de la Constitución de ese año y a la que se dio el nombre de
boliviana por ser, con corta diferencia, la misma que el Libertador propuso a la República de
Bolivia.
Conspiraciones y ejecuciones
Mariano Felipe Paz Soldán (“Historia del Perú Independiente”, tomo segundo,
MDCCCLXXIV, pág. 32) precisa que
El Consejo de Gobierno tenía a la vez serias dificultades con los extranjeros avecindados en
Lima. Se había mandado organizar en toda la República la milicia Cívica (Enero 7 y 11). A los
extranjeros se les había concedido la facultad de comerciar directamente sin necesidad de
nombrar consignatarios peruanos (según lo disponía el Reglamento provisional de Comercio, de
1821) declarando que gozarían de la protección de las leyes a la par que los peruanos, pero
quedando sujetos a las mismas cargas (28 de Marzo). Cuando se trató de hacer efectiva en la
Capital, la organización de la milicia Cívica (Abril 26) se resistieron los extranjeros exponiendo que
en su condición de tales no estaban obligados a ningún servicio militar. El Prefecto de Lima los
reunió en su despacho (Abril 23) y se esforzó en convencerlos a que prestaran ese servicio, que
tenía por objeto proteger la seguridad de sus personas y bienes; y además se les permitía
comerciar, con la obligación de soportar las cargas a la par que los peruanos, y si no podían por sus
ocupaciones u otras causas, contribuyeran con una cantidad mensual para sostener la milicia;
todos contestaron que discutirían entre ellos la materia, consultándose con sus Cónsules. En vista
de tal negativa resolvió el Consejo de Gobierno que el extranjero que no se enrolara en la milicia
contribuyera con cinco mil pesos cada mes para el sostén del cuerpo, y al que se negara se le
hiciera salir del país (Mayo 2). De 650 extranjeros residentes en Lima, convinieron 151 en pagar la
mesada; y los demás se negaron abiertamente. El Gobierno carecía de fuerza para llevar a efecto
sus mandatos; los Cónsules protestaron y la cuestión tomaba un aspecto serio y comprometido;
mucho más estando todavía Rodil defendiéndose en los castillos; en su impotencia, y creyendo
castigarlos, volvió a declarar vigente la prohibición de que los extranjeros pudieran comerciar
directamente, y se restableció el derecho del 5 % sobre las mercaderías extranjeras. Desde
entonces todos los Cónsules veían con marcada hostilidad al Gobierno de la Dictadura, que
recordando los tiempos pasados, hostilizaba la libertad de industria; por esto veremos que esos
Consules y sus compatriotas favorecían la oposición cada día más pronunciada contra ese
Gobierno.
En tan malhadado tiempo se hallaba preso el General D. Juan de Berindoaga, último
Ministro de Torre Tagle. Ya hemos dicho que se quedó con los Españoles, mas por miedo a Bolívar
que por abandonar la causa de la patria, que tanto y tan bien había servido. Refugiado en los
Castillos, junto con el traidor Torre Tagle y muchos otros patriotas tímidos, no traidores, vivía tan
alejado de Rodil y otros jefes españoles, cuanto era posible entre personas encerradas en un
limitado recinto. Berindoaga tenía talento, instrucción, y mucha facilidad para escribir; por eso
Torre Tagle le encargó la redacción de un Manifiesto, según los apuntamientos que le daba;
asimismo Rodil y otros jefes le encomendaron escribir otros artículos en los periódicos que
publicaban dentro del mismo Castillo, titulados Desengaño y el Triunfo del Callao; Berindoaga
luchaba entre su honor y su cobardía; por el primero moderaba su lenguaje, cuanto le era posible,
recordando el elevado puesto que había desempeñado; mas por cobardía no se atrevió a rechazar
el vil papel de escribir en esos sucios libelos de los enemigos de la patria; y aunque en los
originales empleaba, para atacar a Bolívar y otros, frases menos fuertes, los jefes españoles las
sustituían en la imprenta; así es que Bolívar ignorante de estos pormenores, abrigaba contra
Berindoaga enojo profundo; no tanto por las injurias personales que se vertían en el Triunfo y que
todas las atribuía a Berindoaga. No olvidaba tampoco que éste se opuso a que el Congreso
revistiera de nuevo con la Dictadura; y aún intentó que el pueblo elevara una petición en ese
sentido, y sus agentes recogían firmas, aunque no logró su objeto. Pero la timidez de éste crecía a
proporción que aumentaba el peligro. Dentro del castillo perecían diariamente por docenas ya por
el hambre, ya por la peste, los personajes que allá se asilaron; quiso salvarse del peligro, y
sorprendiendo la vigilancia de los del Castillo, emprende su fuga la noche del 21 de octubre de
1825, embarcándose en una canoa, dispuesto a refugiarse en uno de los buques de guerra de Chile
que permanecían en la bahía; desgraciadamente para él una de las lanchas de ronda de los
patriotas, lo sorprende y lo toma preso; sin que le valiera asegurar que se pasaba voluntariamente
y con ánimo de presentarse al Almirante de la Escuadra Patriota. El Consejo de Gobierno sabía que
Berindoaga no traicionó de acuerdo con Torre Tagle; por esto lo hizo someter a juicio por el delito
de haberse quedado entre los Españoles, en vez de emigrar. La Corte Suprema debía juzgarlo como
a Ministro. Se encargó de la formación del proceso el Vocal Dr. D Ignacio Ortiz de Cevallos hombre
notoriamente enemigo de Berindoaga y uno de los más fieles instrumentos del Dictador
Colombiano. Entonces dominaba el espíritu anti-peruano. Ni Bolívar ni ninguno de los infinitivos
que le tributaban admiración podían olvidar que Berindoaga, como Ministro de Torre Tagle, se
opuso s que el Congreso le diera la Dictadura tan absoluta.
El Vocal Supremo doctor Ortiz de Cevallos hizo una acusación “lapidaria” contra
Berindoaga, incluyendo la de haberse quedado en Lima cuando entraron los españoles, después de
la pérdida de los Castillos. Berindoaga, que era abogado, probó con documentos y con testigos, la
inconsistencia de la acusación.
Los jueces temían que si Berindoaga se defendía por sí mismo y sin valerse de otro
abogado lograría patentizar la injusticia y falsedad de algunos de los capítulos de la acusación; por
eso contrariando las leyes de la naturaleza y las civiles le negaron el derecho de defenderse por sí
mismo, aunque era abogado y le exigieron la intervención de otro letrado y que constituyese
procurador; inútil fue Berindoaga dijera a esos apasionados jueces: “Yo he registrado en vano
cuanto Código he podido tener a las manos, para ver si hay alguna ley que me prohíba
defenderme, cuando se ataca a mi honor y a mi vida; cuando se trata de concitar para mi
destrucción todos los elementos físicos y morales; yo he consultado la materia con personas de la
mayor providad y sabiduría; todas me afirman el derecho inconcuso que me asiste para
defenderme. Reclamo pues la justicia y equidad de este Supremo Tribunal”.
El Fiscal Galdiano esforzó cuanto pudo los capítulos de su acusación; y el Tribunal condenó
a la pena de muerte a Berindoaga y Terón (Febrero 27). Si esa sentencia estuviera fundada en el
delito de haberse quedado Berindoaga con los españoles, se podría calificar de sentencia
draconiana, por demasiado severa, y porque libre ya la República de sus enemigos, toda severidad
era injusta; pero condenar a Berindoaga “por haber recibido instrucciones verbales reservadas
para tratar con los españoles, y no haber denunciado una revelación que dos años antes de hizo el
Presidente Torre Tagle”, es el colmo de la injusticia y fallar contra la claridad de las pruebas.
Condenarlo porque no reveló una conversación privada y que se refería a hechos que no se
realizaron, era condenar por ser fiel y por no haber denunciado pensamientos pasados.
La ejecución de Berindoaga y de Terón se realizó el 15 de abril de 1826, a las once del día.
Los cadáveres de esos infelices, que pagaron tan caro sus extravíos o debilidad, fueron
puestos a la horca, según la sentencia de la Excma. Corte Suprema, cuya ejecución recomendó
justísimamente el Fiscal; y como para santificar este asesinato legal, el Ministro de Gobierno, al
avisar al Secretario General del Dictador que la sentencia estaba ejecutada, le recuerda que así
como la República Romana empezó a establecerse derramando Bruto la sangre de sus hijos, el
Perú había presentado ese día un acto menos tremendo, pero más justo.
En esta vez -agrega Paz Soldán- Bolívar se manifestó cruel hasta el cinismo. Al día siguiente
de la ejecución, cuando aún estaba fresca en la plaza de Lima la sangre de dos personas notables
por sus antecedentes de familia y servicios a la patria, Bolívar daba un convite en el lugar de su
residencia (la Magdalena 1 ½ legua de Lima) y declaró que no confiaba en la conciencia con que
habían procedido los jueces; y para no dejar duda acerca del propósito político de semejante
atrocidad, se dirige a su Edecán Coronel D. Manuel de la Puente, que pertenecía a la antigua
nobleza: “que callado esta U. Señor Marqués ¿Esta Ud. Triste porque la aristocracia hizo ayer mala
cara en la plaza?
Los asesinatos de Berindoaga y de Terón fueron, pues, ordenados por Bolívar y cumplidos
por los jueces. La historia no debe olvidar, entre tantos otros, esos crímenes.
Los artículos 103 a 131 de la Constitución de 1828 precisaban las funciones que cumpliría
el Poder Judicial; los artículos 144 a 148 indicaban que la fuerza pública estaba compuesta del
Ejército, Milicia Nacional y Armada, correspondiendo al Congreso dar las ordenanzas
correspondientes. Es importante, además, señalar que el artículo 161 de esta Carta dispuso
literalmente que
El 1 de julio de 1834, el Presidente José Luis de Orbegoso promulgó la Ley según la que
En vista de la consulta que hace la Corte Suprema en 1 de octubre de 1832, sobre los
inconvenientes que resultan de no restrinjirse(*)NOTA SPIJ (sic) a sólo el tiempo de guerra la
excepción de la Ley 5ta., título 11, libro 12 de la Novísima Recopilación, del crimen de asalto a las
plazas y castillos, para que sea juzgado militarmente, y no desaforado y sujeto a la jurisdicción
ordinaria, como los de sedición, tumulto y asonadas que desafuera dicha ley. Ha dado la ley
siguiente:
Artículo único.- Sólo en tiempo de guerra con alguna Nación se juzgará militarmente a los
que cometan el crimen de asalto a los castillos, plazas y cuarteles; pero en el de paz, serán
juzgados por las justicias ordinarias y por las leyes comunes, sin excepción de fuero, como en las
causas de sedición, tumultos y asonadas.
Dentro del Título Sexto de la Constitución de 1834, destinado al Poder judicial, el artículo
110, dispuso que
Habrá también un Consejo Supremo de la Guerra, compuesto de Vocales y un Fiscal
nombrados por el Congreso. Asimismo tribunales especiales, el número de sus Vocales, y sus
respectivas atribuciones.
Aunque no se determinó los requisitos para ser Vocal o Fiscal del Consejo Supremo de
Guerra, el hecho de que su nombramiento debía ser hecho por el Congreso calificaba su idoneidad
e independencia.
Con textos similares a los de las Cartas precedentes, la Constitución de 1839 destinó sus
artículos 111 a 133 al Poder Judicial y 145 a 150 a la Fuerza Pública. Empero, es pertinente destacar
que su artículo 142 dispuso que
No puede reunirse en una sola persona el mando político y militar de los departamentos y
provincias.
Habrá Tribunales y Juzgados Privativos para las causas de comercio, minería, diezmos,
aguas, presas y comisos. El número de sus Vocales, sus atribuciones y lugares en que deben
establecerse los Juzgados, se determinará por una ley.
Los delitos comunes cometidos por militares serán juzgados, como los de otros
cualesquiera ciudadanos, por el juez ordinario; sin otro requisito que el aviso que debe impartir el
juez de la causa a la autoridad militar del departamento.
Los delitos cometidos en servicio militar, y los que se cometieren en cuartel, fortaleza, a
bordo de los buques de guerra o en campamento, aún cuando fueren delitos comunes por su
naturaleza, serán juzgados conforme a las ordenanzas y demás leyes del ejército, y por los jueces y
consejos establecidos por ellas.
El Reglamento de los Tribunales fue sustituido por la Ley Orgánica del Poder Judicial de
1912.
Los artículos 132 y 133 se referían, por primera vez, al cargo de Fiscal de la Nación al
disponer que
Para vigilar sobre el cumplimiento de las leyes, habrá un Fiscal de la Nación en la Capital de
la República, Fiscales y Agentes Fiscales en los lugares y con las atribuciones que la ley designe.
El Fiscal de la Nación será nombrado en la misma forma que los Vocales de la Suprema, los
departamentales como los Vocales de las Superiores; y los Agentes Fiscales como los jueces de 1ª.
Instancia.
La pertenencia al Poder Judicial de los miembros del Ministerio Fiscal regió hasta la
Constitución de 1979. Así lo indicaban, entre otras, las leyes de 21 de marzo de 1856, 27 de
setiembre de 1857, 3 de noviembre de 1862, 7 de enero de 1863, de 21 de marzo de 1873 y 19 de
diciembre de 1892.
La Constitución de 1860 siguió el criterio de la Carta anterior: primero trató (artículos 119 a
123) de la Fuerza Pública; y después (artículos 124 a 130) del Poder Judicial. Suprime la
denominación “Fiscal de la Nación”.
La Constitución de 1867 (artículo 97), creó el cargo de Fiscal General separado del Poder
Judicial, con la atribución de ser consultor del Presidente y sus Ministros, pues indicaba que
Habrá un Fiscal General Administrativo, como consultor del Gobierno y defensor de los
intereses fiscales.
La aludida Carta dedicaba los artículos 116 a 120 a la Fuerza Pública; y los artículos 121 a
130 al Poder Judicial. No presentó cambios relevantes respecto a las anteriores Constituciones.
La ley de 26 de marzo de 1884 declaró vigente, con algunas reformas, la Carta de 1860.
La grave situación que confrontaba el Perú por efecto de los actos bélicos determinó que
se creara juzgados militares con atribuciones para aplicar la pena de muerte.
En el fuero privativo militar se iniciaron numerosos procesos por delitos de rebelión, que
no sólo tuvieron engorroso trámite sino que mantuvieron en zozobra a decenas de militares y
civiles. Con el ánimo de pacificar el país, a poco de iniciada la primera administración del
Presidente Leguía, éste promulgó el 12 de enero de 1909 la Ley Nº 963, aprobada por el Congreso,
siendo presidente del Senado don Agustín Ganoza y de la Cámara de Diputados don Juan Pardo.
Los efectos de esa ley fueron ampliados, por la Ley Nº 1636, del 21 de noviembre de 1912, bajo la
administración del Presidente Guillermo Billinghurst y teniendo como Presidente del Senado a don
Rafael Villanueva y de la Cámara de Diputados a don Juan de Dios Salazar, según el siguiente tenor
Declárase comprendidos en las amnistías concedidas desde la ley 963, a los militares que
hallándose en servicio activo, tomaron parte en los actos de rebelión a que dicha ley se refiere.
Por virtud de las citadas leyes fueron cortados los procesos seguidos en el fuero militar o
en el fuero ordinario, según los casos. La Ley Nº 2021 hace referencia a procesos de 1908, o sea
más de seis años antes, lo que significa que la justicia, entonces como ahora, no se caracterizaba
precisamente por ser rápida y oportuna.
Los artículos 143 a 145 de dicha Carta trataron someramente de la Fuerza Pública y los
artículos 146 a 157 del Poder Judicial. La justicia militar era improrrogable; así, pues el artículo 156
establecía que
La justicia militar no podrá por ningún motivo extender su jurisdicción sobre personas que
no estén en el servicio del Ejército, a no ser en caso de guerra nacional.
El texto original fue modificado para incluir a las Fuerzas de Policía, indicando que
La justicia militar no podrá por ningún motivo extender su jurisdicción sobre personas que
no estén en el servicio del Ejército o Fuerzas de Policía, a no ser en caso de guerra nacional.
La justicia militar no comprendía, por lo tanto, a los civiles. Sin embargo, como se verá más
adelante, muchos Decretos Leyes -violando la Constitución de 1920- dispusieron el sometimiento
de los civiles a la jurisdicción militar.
Los artículos 213 a 219 en la Constitución de 1933 estaban dedicados a regular la temática
de la Fuerza Armada; y los artículos 220 a 231 normaban las atribuciones, funciones y
nombramientos del Poder Judicial.
Para impedir el abuso de la función congresal, el artículo 218 hizo incompatible ésta con
los ascensos, pues indicó que
Los miembros de la fuerza armada que pertenecen al Congreso no pueden ser ascendidos
a las clases de General de División, Vicealmirante, General de Brigada. Contralmirante, Coronel y
Capitán de Navío, mientras dure su mandato legislativo.
La citada norma parecía innecesaria pues el artículo 99-4 de la propia Carta establecía que
no eran elegibles Diputados ni Senadores, si no habían dejado sus cargos seis meses antes de la
elección
Los miembros de la fuerza armada que se hallen en servicio, los empleados públicos
removibles directamente por el Poder Ejecutivo, los de los Consejos Departamentales o
Municipales, Sociedades Públicas de Beneficencia e instituciones o corporaciones que en alguna
forma dependan de ese poder, y los que sean susceptibles de veto por él.
Más allá de las disposiciones constitucionales, los tribunales militares y los jueces del
Poder Judicial fueron obsecuentes con los gobiernos dictatoriales. Dictaban sentencias sin sujeción
al debido proceso. Disponían la privación de libertad de miles de civiles sin permitir el ejercicio del
derecho de defensa.
La Constitución de 1979
La Constitución de 1993
En la actual Constitución de 1993, dentro del Capítulo VIII que se refiere al Poder Judicial,
el artículo 139 determina que
Además, dentro del Capítulo XII que concierne a la Seguridad y a la Defensa Nacional, el
artículo 173 dispone que
En caso de delito de función, los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional
están sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Las disposiciones de éste no son
aplicables a los civiles, salvo en los casos de delitos de traición a la patria y de terrorismo que la ley
determina. La casación a que se refiere el artículo 141 sólo es aplicable cuando se imponga la pena
de muerte. Quienes infringen las normas del Servicio Militar Obligatorio están asimismo sometidos
al Código de Justicia Militar.
Haciendo historia acerca de la formulación del Código de Justicia Militar, Jorge Basadre
(“Historia de la República del Perú”, Editorial Universitaria, Lima-Perú, Tomo X, Pág. 252/254),
escribe que
El Congreso de 1863 nombró una comisión de tres diputados y dos senadores para que se
encargara de la formulación del código militar. El proyecto fue aprobado el 1 de mayo de 1865;
pero jamás llegó a ser promulgado. La resolución suprema de 20 de julio de 1897 dio lugar al
nombramiento de comisiones encargadas de preparar las nuevas ordenanzas militares, de donde
emanó un proyecto de Código de Justicia Militar que el Ejecutivo remitió al Congreso.
La base del proyecto fueron las disposiciones del Código militar francés, sus leyes
modificatorias y decretos reglamentarios hasta el 31 de agosto de 1878 y el Código español de
justicia militar promulgado el 27 de setiembre de 1890. Al lado de sus normas introdujo otras que
fueron consideradas adaptables a las condiciones del Perú.
La promulgación del Código de Justicia Militar tuvo lugar por la ley de 20 de diciembre de
1898. Sin embargo, dicha ley sustituyó la pena de muerte, establecida en él para ciertos delitos,
por la de veinte años de penitenciaría con la advertencia de que esta subrogación surtiría efecto
“hasta la próxima reunión del Congreso”. La ejecutoria de la Corte Suprema de 11 de mayo de 1917
declaró que el mencionado precepto de la ley de 1898 “no envuelve una gracia anticipada
acordada a los delincuentes dentro del período comprendido entre el 20 de enero de 1899 en que
empezó a regir el Código y el 28 de julio del propio año en que se instaló el inmediato Congreso
ordinario, sino la remisión de todas las disposiciones que imponían pena de muerte fuera de los
casos de homicidio calificado, a la próxima legislatura, estimándolas como reforma del artículo 16
de la Constitución del Estado”. El Congreso no trató de este asunto ni en 1899, ni en los años
siguientes. La ejecutoria mencionada corresponde a la tendencia constante en el tribunal supremo
de no aplicar la pena de muerte.
El Código de Justicia Militar fue utilizado en diversas oportunidades para arrancar al fuero
común determinados procesos teñidos por el colorido político, de acuerdo con los deseos del
gobierno de buscar tramitaciones rápidas y castigos severos. Rigió, con algunas enmiendas que lo
limitaron, hasta la adopción del decreto-ley Nº 8991, el 16 de octubre de 1939.
“Necesario es, sin duda, que nuestras escuelas siembren la doctrina; que amolden, por la
educación, al joven soldado; pero todo ello será inútil si, en la práctica, no manteneis una y otra
con paternal inflexibilidad, con advertencia provechosamente oportuna, con rectitud
inquebrantable, contra cuanto, en nuestro ejército, brote de torcido y vicioso; que esto es para el
enflaquecimiento primero, gravísima enfermedad muy luego, ruina inevitable, finalmente.”
“Pensad, señores, que no podeis relajar la corrección, que aflige a uno casi siempre en
servicio suyo, sin lastimar hondamente el interés de todos; y que no hay bondad, sino extravío y
culpa, en dañar indebidamente a todos, por economizar el debido y saludable sufrimiento de uno”.
El propio Basadre (ob. cit. Tomo XI, pág. 104) refiere que por resolución suprema de 8 de
enero de 1901, se dispuso que el Código de Justicia Militar comprendiera, también, a los miembros
de la Marina de Guerra.
Desde la creación de las primeras fuerzas militares, hubo necesidad de reunir al mando de
las armas, la potestad judicial independiente de la ordinaria. La justicia en el Ejército, como en la
Armada, debe ser la justicia del mando; elemento de su existencia inherente a(*)NOTA SPIJ
inseparable, y tan antiguo como los mismos ejércitos.
La revisión de los fallos de los Consejos de Guerra por los Tribunales comunes, amengua el
prestigio de esos Consejos, su influencia moral, el religioso acatamiento que es necesario que se
inspire al militar el fallo de sus propios jefes.
El servicio de las armas está reglado por conocimientos profesionales, que son
indispensables para apreciar y valorizar los actos punibles; aún la composición de Tribunales con
militares de mar y tierra, sólo es aceptable en los de casación. En los delitos militares existe un
problema eminentemente técnico como antecedente del problema jurídico; cuando ellos se
resuelven ante los consejos de Guerra, es un verdadero juramento técnico el que resuelve.
Esos conceptos de incuestionable verdad, han hecho exclamar a uno de nuestros juristas
militares: “El territorio nacional es deleznable, si ejército aguerrido no enarbola su enseña; sus
derechos están a flote, si poderosa escuadra no afianza su bandera; y no hay ejército ni escuadra
sin severa disciplina, ni disciplina sin justicia militar pronta, directa, independiente”.
Comentando el ejercicio abusivo de las atribuciones del Jefe del Estado y la importancia del
Código de Justicia Militar del 21 de enero de 1898, el mismo general Canevaro, puntualizó que
En otra ocasión he dicho: “El Código de Justicia Militar continúa produciendo buenos
resultados, respecto del orden, moralidad y disciplina de nuestro Ejército. La recta y severa
aplicación de sus preceptos ha contribuido, de eficaz manera, a detener antiguas corruptelas y
castigos arbitrarios, que la costumbre habían sancionado, por la derogación que el tiempo impuso
a las vetustas leyes militares coloniales. Difícil era señalar el límite entre los derechos y deberes
recíprocos, entre todos y cada uno de los individuos que forman la gran familia militar, sin que
existiera un Código que los determinara y precisara. Generalmente se ampliaban los derechos del
superior y se restringían los del inferior; éste se habituaba a recibir como concesión graciosa, lo
que era de su derecho, y aquel, a otorgar como merced lo que era su deber. Criterios tan diversos
hacían imposible una regla aunque fuese arbitraria en las relaciones jerárquicas; pues los diversos
conceptos sobre disciplina militar hacían imposible todo precedente. Las penas de las ordenanzas
españolas reñían con nuestro sistema republicano, y se sustituían por las que los jefes creían
conveniente. Desde la vigencia del Código se ha reducido notablemente el número de juicios
militares en el ejército activo, lo que revela un mejoramiento notable en la disciplina de nuestras
tropas. La severa lección que con motivo de la sublevación del escuadrón “Húsares de Junín”
número 1 el mes de febrero de 1902 en Chiclayo, ha recibido el Ejército, ha de influir
poderosamente para desterrar por siempre, las sediciones y motines de cuartel”.
El general Canevaro propuso algunas reformas para subsanar los defectos advertidos en el
Código de Justicia Militar, sobre organización y funciones del Consejo Supremo de Guerra y Marina
y del Auditor General.
En cuanto a los derechos, obligaciones y penas, difícil era señalar el límite de los derechos
y deberes recíprocos, entre todos y cada uno de los individuos que forman la gran familia militar,
sin que existiera un Código que los determinara y precisara.
Generalmente se ampliaban los derechos del superior y se restringían los del inferior; éste
se habituaba a recibir como concesión lo que era de su derecho; y aquél, a otorgar como merced lo
que era de su deber; y criterios tan diversos hacían imposible una regla aunque fuese arbitraria, en
relaciones jerárquicas; pues los diversos conceptos sobre la disciplina militar, hacían imposible
todo precedente. Las penas de las ordenanzas españolas reñían con nuestro sistema republicano, y
sustituían por las que los jefes creían conveniente.
Los discursos-memoria del general Canevaro aparecen en los Anales de la Justicia Militar,
tomo cuarto, bienio 1905-1906, Imprenta “El Lucero”, 1908, Ministerio de Guerra y Marina.
El dictamen del Fiscal Supremo doctor Ureta, en ese proceso, tuvo el texto siguiente:
Excmo. Señor:
Está plenamente probado, como se refiere en las sentencia de 1ª y 2ª instancias a fojas 476
vuelta y 566 vuelta, que los enjuiciados sargento mayor Narciso Nájar, Teniente Juan Patiño y
capitán Laureano Espinosa concurrieron a matar en la mañana del 26 de julio de 1872, al señor
coronel don José Balta que, depuesto de la Presidencia de la República desde el día 22 por la
rebelión de los coroneles Gutiérrez, proclamando la dictadura de don Tomás, se hallaba preso en la
segunda pieza de la mayoría del cuartel de San Francisco, y en ese cuartel el batallón Zepita bajo
las órdenes de su coronel don Marcelino Gutiérrez.
Estos reos fueron condenados en 1ª instancia a penitenciaría por quince años, mas en la
segunda la Iltma. Corte Superior de este distrito, revocando la anterior, ha impuesto a los dos
primeros la pena de muerte, que será ejecutada en uno de los dos, conforme al inciso segundo del
artículo 70 del Código Penal; y confirmando aquella sentencia, en la parte que aplica penitenciaría
en 4 grado a Laureano Espinosa.
Mas debe también considerarse, que estos reos no ejecutaron el crimen sino en virtud de
la orden y bajo las órdenes del coronel Marcelino Gutiérrez, que a la cabeza de su batallón
disponía del cuartel, y obraba feroz y desesperado desde que recibió momentos antes el papel de
f. 140 que contiene las siguientes palabras: “Marcelino: han muerto a Silvestre -asegúrate- tu
hermano - Tomás Gutiérrez”.
El art. 9 del Código Penal designa como 6ª circunstancia atenuante “haberse ejecutado el
delito a consecuencia de la seducción de un superior por razón de influjo o autoridad; el art. 58
prescribe que “cuando concurran circunstancias atenuantes en un homicidio”, al cual señala la ley
pena de muerte, se convierta ésta en el 4 grado de penitenciaría.
Exacta es la calificación que del delito ha hecho la Iltma. Corte Superior “homicidio
ejecutado sobre seguro”, al cual corresponde la pena de muerte, señalada en el inciso 2 del art.
232; pero concurriendo la citada circunstancia atenuante debe cumplirse lo dispuesto en el art. 58.
Resulta pues que se ha impuesto a los reos Nájar y Patiño una pena más grave que la que
designa la ley. En este caso hay la nulidad prevista por el inciso 1 del art. 157 del Código de
Enjuiciamientos Penal.
Puede por tanto servirse V. E. declarar que hay nulidad en la parte revocatoria de la
sentencia de vista de f. 156 vuelta; y, reformándola, imponer la de penitenciaría en 4 grado a los
referidos Narciso Nájar y Juan Patiño.
Acerca del otro reo que se halla condenado a ese mismo grado de penitenciaría, este
ministerio opina que no hay nulidad; sino que sea admisible la distinción hecha en la sentencia de
vista, pues era el reo que concurrió a la ejecución del crimen, quien debía haber acreditado que no
hizo uso del arma que llevaba.
La propia Corte Suprema dictó la sentencia de 27 de julio de 1876, por la cual se condenó a
Juan Boza a la pena de quince años de penitenciaría, por el homicidio frustrado del Presidente
Manuel Pardo. Esa sentencia fue precedida del dictamen del Fiscal doctor Fuentes, quien opinó
porque se aplique a Boza la pena de muerte. El dictamen contiene apreciaciones jurídicas, políticas
e históricas que es necesario rescatar. Literalmente, expresó:
Exmo Señor:
V. E. está llamado a juzgar hoy uno de aquellos hechos cuya gravedad estriba sobre todo en
las desastrosas consecuencias que para la República traería su repetición.
Las revoluciones políticas del Perú han revestido desde el año 1865, un carácter tan
sanguinario; sus caudillos y cómplices se han lanzado, por lo general, en una vía tan desastrosa que
es de temerse si la ley no se aplica recta e inflexiblemente, que los delitos políticos en nuestro país
sean la repetición de actos de la más espantosa criminalidad.
En el año 1872, sobre todo, la República ha presenciado uno de aquellos hechos cuyo
recuerdo sobrecoge aún a los espíritus honrados, y cuyos detalles, siempre fijos en la memoria de
cada cual, hacen más de una vez lamentar el extravío moral en que incurrieron sus autores y, más
que todo, que la ley no cayera sobre ellos con la estricta y debida severidad. Si a los asesinos del
Excmo. Sr. Coronel D. José Balta se les hubiera aplicado la pena que realmente merecían; si no se
hubiera usado de conmiseración para atenuar el castigo a que se habían hecho acreedores los que,
aprovechando de un tumulto popular, asesinaron alevosa y traidoramente al Jefe del Estado, que
se hallaba a la sazón preso e indefenso; si, en fin, en aquella ocasión, se hubieran previsto las
consecuencias que una mala entendida compasión debía producir; es más que seguro que aquel
drama fatal no hubiera tenido su segunda parte.
El hecho cometido en la plaza principal de esta ciudad el 22 de agosto de 1874, conmovió
hondamente a la sociedad entera; y, en presencia de él, los hombres de bien, abandonando
algunos de ellos sus ideas y sus resentimientos políticos, alzaron la voz para condenar el crimen
empleando como triste y funesto medio de satisfacer ambiciones prematuras y derribar del poder
al Presidente Constitucional de la República. ¿Quién no presenció en ese tremendo día y en los
subsiguientes, la consternación y el espanto que reinaron en esta capital?. ¿Quién no rindió un
tributo de gracias a la Divina Providencia que, desviando las balas de los asesinos, quiso evitar días
de duelo a la República, días de turbulencia y de criminales escenas y, por último, una mancha de
eterno baldón sobre un pueblo entero, siempre recomendado por la dulzura de su índole, pero al
que se arrastra continuamente al crimen y a la barbarie por odiosos e implacables enemigos del
orden social? No hubo quizás un solo ciudadano que no comprendiera en el fuero de su
conciencia, cual era el daño del que se había librado el país y cual debía ser la expiación a que los
autores del atentado se habían hecho acreedores.
Para los reos contra quienes ha continuado el juicio el resultado de esto ha sido en la
sentencia de vista de fs. 178 vta.: la absolución de la instancia de Castañeda, en cuanto al delito de
rebelión; la absolución definitiva de Bermejo en cuanto al delito de homicidio y de la instancia en
cuanto a rebelión; y, por último, la imposición a Boza de la pena de penitenciaría en 4º grado.
Limitándose el adjunto a las demás partes de la sentencia de vista, nada tiene que decir
sino con respecto a la que se refiere al enjuiciado Juan Boza, quien no se ha conformado con el
fallo de la sala del crimen. El que suscribe tampoco encuentra arreglado a ley el citado fallo; pero
no cree, como Boza, que haya habido exceso en la aplicación de la pena, sino antes bien que haya
defecto en ella.
No es necesario entrar en el examen de las pruebas que los autos arrojan en contra de
Boza. La exposición que de los hechos se ve en la exposición fiscal y en la sentencia de primera
instancia es en todo exacta. Reproduciendo pues esas piezas en esa parte pasa el Adjunto a
examinar la cuestión de la pena que ha debido ponerse al reo.
En el homicidio cuya ejecución es imputada con justicia a Boza, han incurrido cierta y
evidentemente las circunstancias expresadas en el inciso 2 art. 232 del Código Penal. Se ha
cometido delito con una no desmentida premeditación, se ha atacado a S. E. el Presidente de la
República con arma de fuego, en que éste salía de Palacio descuidado, a pié y desarmado; se ha
estado esperando su salida para disparar contra él los tiros de revólver cuando estuviese al alcance
de los asesinos; y, por último, Boza que fue el primero que sobre S. E. disparó traidoramente un
tiro estaba rodeado de sus cómplices, de tal modo que iban sobre seguro a dar muerte al
presidente, y que sólo una providencial casualidad ha podido libertar a éste. Habiendo concurrido
esos requisitos, si el homicidio se hubiese consumado, Boza sería acreedor a la pena de muerte.
No habiendo por fortuna logrado su intento el reo, el delito debe considerarse sólo como
frustrado, tanto pot(*)NOTA SPIJ el artículo 3 como por el 241 del C. P.
Ha incurrido, por último, el reo Boza en las circunstancias previstas y señaladas en el inciso
1 y 13 del mismo art. Como Presidente de la República el señor Pardo ejerce autoridad legítima
sobre todos los ciudadanos y mucho más inmediatamente sobre aquellos que intentaron darle
muerte, desde que Boza y sus coautores y cómplices pertenecen al ejército y desde que, a las
órdenes del Presidente de la República, quien, según el inc. 9 del art. 94 de la Constitución,
organiza las fuerzas de mar y tierra, las distribuye y dispone de ellas para el servicio de la
República; lo que, en una palabra, significa que el Presidente del Estado es el jefe supremo de los
miembros del ejército. Delinquió Boza faltando a la autoridad, delinquió contra un superior
legítimo, y, lo que más es, contra el Jefe Constitucional de la Nación, a quien todos deben
obediencia y sujeción dentro del límite de sus atribuciones, y que ejerce la autoridad suprema. No
puede ser más claramente aplicable el inc. 1 del art. 10 del Código Penal. (Subrayado agregado).
En cuanto al inciso 13, este considera como circunstancia agravante del delito el haber sido
cometido contra personas que merecen respeto y consideración por la dignidad que invisten. No
hay necesidad de hacer grandes esfuerzos para comprender que, en el orden jerárquico de los
funcionarios del Poder Ejecutivo, no hay dignidad superior a la del Jefe del Estado, que gobierna y
dirige los destinos de éste y que representa a la Nación tanto en el exterior como en el interior. Por
muy pocas que sean las simpatías de que en cierto círculo pueda gozar un Presidente
Constitucional, su dignidad y categorías son las más elevadas en el orden administrativo, y las
prerrogativas y el carácter que la ley le atribuyen son las mismas, cualquiera que sea el grado de
hostilidad que contra él despliegue una porción mayor o menor de descontentos.
Las consideraciones debidas al Jefe de la Nación no son exigidas por las leyes en obsequio
al hombre, sino en obsequio a las atribuciones, poder y autoridad que se le han conferido. Extraño
es, por tanto, que en la presente causa no se hayan fijado los jueces en la más grave y
trascendental de las circunstancias que han acompañado al delito. Verdad es que, cuando ha
habido un juez que suscriba la sentencia de fojas 104, cuaderno 4, sin que el tribunal que, al
confirmar respecto de Boza la de fojas 117 vta., cuaderno corriente, ha declarado implícitamente la
injusticia e ilegalidad de la primera, no haya mandado enjuiciar para aplicarle la pena que la ley
señala al que expide sentencias definitivas manifiestamente injustas; no puede menos de
considerarse como un hecho lamentable la tendencia a que el poder no goce nunca la totalidad del
prestigio que debe acompañarle.
Boza es, pues, reo del delito previsto en el art. 232, pero de delito frustrado con las
circunstancias agravantes contenidas en los incisos 1 y 13 del artículo 10 y con la señalada en el
artículo 45 del C. P.
Existiendo consignada en la ley la pena de muerte, es un deber, por duro que ello parezca,
aplicarla en los casos en que deba serlo, máxime cuando, lejos de tener el reo en su favor la más
remota causa de atenuación, se halla rodeado su delito de todas las circunstancias que lo hacen a
todas luces execrable y digno del último grado de la penalidad establecida.
En consecuencia, pues, el adjunto pide a V. E. que declare nula la sentencia de vista de
fojas 178 vta. Cº corriente, en la parte que condena al reo Juan Boza a la pena de penitenciaría en
4º grado; y que, reformándola, revoque en la misma parte la de primera instancia de fojas 117 vta.,
e imponga al referido reo la pena ordinaria de muerte.
Estima pues el que suscribe que a f. 104 Cº 4ª: 1 se expidió una sentencia manifiestamente
injusta, delito previsto en el art. 170 (inciso 1) del C. P.; 2º que se aplicó a un crimen de homicidio
una pena distinta de la señalada por la ley, delito penado en el artículo 168 (inciso 3) y 169 (última
parte) del mismo Código. Siendo esto claro y probado con sólo la lectura de los autos y del fallo, el
juez que la expidió ha debido ser sometido a juicio sin que lo libre de responsabilidad el hecho de
haberse declarado insubsistente la sentencia por la Corte Superior, desde que esta declaración no
se hizo en atención al fondo de la sentencia, sino por la casual circunstancia de haberse
aprehendido al reo ausente Castañeda, que no había podido ser capturado anteriormente. La
confirmación de la sentencia de f. 117 vta. Y el fallo de VE, que ciertamente reconocerá como
culpable a Boza, importarán de una manera terminante la injusticia de la resolución, expedida por
el juez Miranda, contra el que debe VE, al resolver esta causa, ordenar que se instruya el
correspondiente juicio por la ilustrísima Corte Superior de esta capital.
Con relación al atentado contra el Presidente Pardo, Basadre (ob. cit. tomo VI, pág. 398),
relata que
A las cuatro y media de la tarde del 22 de agosto de 1874, cuando Pardo atravesaba a pie
de la esquina de la calle Palacio al portal de Escribanos, varios hombres lo rodearon. Uno de ellos,
el capitán retirado Juan Boza, le disparó cuatro o cinco tiros de revólver, sin herirle. Pardo hizo
frente a su agresor valerosamente gritándole “Asesino”, “Infame” y logró desviar el arma con su
bastón. Según informaciones periodísticas los que acompañaban a Boza dispararon unos tiros al
aire y huyeron por la calle de Mercaderes gritando “Viva la religión, muera Pardo”.
La primera indicación impartida por Pardo en medio del alboroto producido por el
atentado consistió en un aviso a los prefectos para comunicarles que el orden público no había
sido alterado, cortando así eventuales sublevaciones provinciales. Esa noche estuvo en el teatro
donde recibió una fervorosa ovación. Al día siguiente se organizó una manifestación, en la que
predominó la gente de “tarro y levita”, bajo la presidencia del Concejo Provincial de Lima, con el
alcalde Aurelio Denegri a la cabeza. Pardo pronunció desde los balcones de su casa particular un
discurso cuyas primeras palabras fueron, según una versión de ellas: “Señor Alcalde de Lima: Si no
estuviera por medio la honra de mi patria, diera gracias a la Providencia por el acontecimiento de
ayer, porque la presencia de vosotros ha venido a probarme que la bandera que quisisteis
colocaren mis manos la llevo satisfactoriamente y que nada habrían conseguido los adversarios
con desaparecer al hombre, dejando viva la idea”.
Aunque el Fiscal Manuel Atanasio Fuentes consideró que Boza había tenido cómplices y
encubridores y obrara de acuerdo con un plan subversivo, la Corte Suprema por ejecutoria de 27
de julio de 1876 lo mencionó aisladamente y lo condenó a quince años de penitenciaría.
Según el Fiscal Fuentes, cuando Juan Boza cometió el delito, estaba en la actividad.
Cuando en un movimiento sedicioso, o con motivo de él, se hayan cometido otros delitos,
los Tribunales Militares aplicarán, por analogía, lo dispuesto en el artículo 244 del Código de
Justicia Militar, que se refiere al delito de rebelión.
El paisano que induce a un militar a que cometa el delito de insulto al superior, se hace reo
de este delito y debe ser juzgado por él ante los tribunales militares.
Ilustrísimo señor:
Iniciado juicio contra el señor don Isaías de Piérola por desacato, ha deducido excepción
jurisdiccional fundándose en que está comprendido en el que se le sigue por rebelión ante la
Excma. Corte Suprema y corresponde a ese Tribunal juzgarlo, acumulando, al efecto, los
expedientes respectivos. El señor Juez ha desestimado la solicitud; y con solo la notoriedad del
hecho ha resuelto la prosecución de este juicio ante él, en vista de lo dispuesto en el artículo 32 del
Código de Justicia Militar, dando así lugar a la apelación del auto corriente a fojas 10.
No estima este Ministerio aplicable al caso la disposición legal citada; puesto que no se
trata de un hecho justiciable al que corresponda someter a las leyes militares, ya sea que se tengan
en cuenta las personas, o el lugar, o el hecho mismo (Capítulo primero, Título segundo del Código
de Justicia Militar), ni está facultado para aplicar esas leyes el juez ordinario a un hecho común, no
considerado en dicho Código.
Por otra parte, designada la Excma. Corte Suprema por ley especial para intervenir en el
juicio en que se ha comprendido al señor de Piérola no cabe duda de que es el Tribunal
competente para conocer de las demás acusaciones que contra él se formulen, a tenor de lo
dispuesto en el artículo 45 del Código Penal; desde que el acto practicado se estima como desacato
al Presidente de la República y correspondería imponerle la pena de arresto mayor (artículo 153
del Código Penal) inferior a la de expatriación que la ley prescribe para los delitos contra la
seguridad interior del Estado (Título VI, sección tercera, Libro segundo del Código Penal).
Resolución de vista.
Excmo. Señor
Abierto el sumario en un juzgado del crimen de esta Capital, a consecuencia del hecho
delictuoso perpetrado contra la persona de S. E. el Presidente de la República, el 9 de agosto
último, don Isaías de Piérola pidió que se acumulara el cuaderno al seguido ante la jurisdicción
privativa de V. E. en el que también se halla procesado con motivo de los sucesos políticos del 1 de
mayo.
El juez doctor Rada y Paz Soldán desestimó la declinatoria; pero el Superior revocó el auto
y ordenó la acumulación, originando así el envío del dicho cuaderno a esta Excma. Corte.
El artículo 10 del Código de Enjuiciamientos Penal dispone que se acumulen las causas
iniciadas contra un delincuente de diversos delitos.
Pero perpetrados en épocas o lugares distintos, y además cuando dan margen a diversas
formas procesales como por ejemplo el de oficio y el exceptuado de injurias a fin de evitar
confusiones y dificultades con detrimento de los interesados, de la vindicta pública y aún de la
administración de justicia, la sustanciación corre separadamente hasta el fallo, el cual decide sobre
todo, con arreglo al artículo 45 del Código Penal o sea aplicando la pena mayor aumentada por los
otros como circunstancias agravantes.
Por eso, el citado artículo 10 no precisa la oportunidad de la acumulación; y así lo ha
interpretado V. E. al resolver, en reiteradas ejecutorias, según los casos que se la efectúe en el
estado de sentencia.
Estatuye el artículo 32 del Código de Justicia Militar que cuando una persona hubiere
cometido un delito común y uno militar, independientes entre sí, la jurisdicción ordinaria conocerá
del primero y la de guerra el segundo. Agrega en el último párrafo, concordante con el citado
artículo 45, que si resultare doble condena, el juez a quien competa señalar la pena aplicará la
mayor, considerando el otro como circunstancia agravante.
Es pues erróneo el auto revocatorio expedido por el Superior; a la vez que adolece de
nulidad insanable por cuanto afecta, en favor del fuero de guerra, la jurisdicción ordinaria que es la
única preferente y prorrogable.
Le corresponde al contrario corregir el grave yerro en uso de la facultad del artículo 1749
del Código de Enjuiciamientos Civil reponiendo la causa al estado en que se produjo el vicio
anulativo; aún habiendo el Superior resuelto de conformidad con el dictamen del señor Fiscal de
segunda instancia, por cuanto ese funcionario no pudo tener el propósito ni lo tuvo, de renunciar a
las leyes que son de orden público.
Fundado en tales consideraciones, concluye este Ministerio que, salvo mejor acuerdo,
puede V. E. dignarse declarar la nulidad del auto revocatorio; y reformándolo, confirmar el del juez
de la causa que desestima la excepción de acumulación, con lo demás que contiene.
Vistos: de conformidad con los fundamentos del dictamen del señor Fiscal; y considerando,
también, que la jurisdicción que al presente ejerce el Tribunal Supremo respecto del delito de
rebelión, en que está implicado don Isaías de Piérola, es la privativa de guerra, y que la que ejerce
el juez del crimen, respecto del delito de desacato, en el que el mismo don Isaías de Piérola está
igualmente implicado, es la ordinaria o común; que siendo estas jurisdicciones distintas, es
aplicable el artículo 32 del Código de Justicia Militar, y no el artículo 10 del Código de
Enjuiciamientos Penal, aplicable sólo al caso de dos o más delitos sometidos a una sola
jurisdicción; declararon que no corresponde a esta sala privativa el conocimiento de la presente
causa, y mandaron vuelva al juzgado del crimen originario para que proceda como fuere de ley.-
Almenara, García, Pérez, Correa y Veyán.
El proceso contra don Isaías de Piérola revela que, de acuerdo a la Ley Nº 273, estaba
habilitada la Corte Suprema de Justicia, mediante Salas Privativas, para aplicar a los civiles las
disposiciones del Código de Justicia Militar. La Ley Nº 273 fue derogada por la Nº 8991 (Código de
Justicia Militar), promulgada el 16 de octubre de 1939. A su vez, la Ley Nº 8991 fue sustituida por
el Decreto Ley Nº 11380 (Código de Justicia Militar de 1950).
Esos Decretos Leyes fueron parcialmente modificados, incluso para comprender a los
civiles.
La Ley Nº 272, promulgada el 27 de octubre de 1906 por el Presidente José Pardo, dispuso
que
Artículo 3.- En caso de duda entre una y otra jurisdicción, se dará la preferencia a la
ordinaria.
Artículo 4.- Derógase el inciso 1 del artículo 49 y el artículo 35 del Código de Justicia Militar
y los demás que estén en oposición con esta ley.
La Ley Nº 273 declaraba que corresponde conocer originariamente a la Corte Suprema las
causas sujetas al fuero de guerra que se sigan contra los Senadores, Diputados, Ministros de
Estado, Magistrados de la Corte Suprema, miembros del consejo de Oficiales Generales, Arzobispo,
Obispos y Agentes Diplomáticos del Perú en el extranjero.
Es digno de que se conozca, cien años después, el contenido literal de dicha ley, según la
cual
Artículo 1.- Corresponde a la Corte Suprema conocer del recurso de nulidad que
interpongan el fiscal o la parte del enjuiciado, en los juicios del fuero de guerra, en los casos en que
pueda interponerse conforme a esta ley.
Artículo 2.- Corresponde al mismo tribunal conocer originariamente en las causas sujetas al
fuero de guerra, que se sigan contra los Senadores, Diputados, Ministros de Estado, Magistrados
de la Corte Suprema, miembros del consejo de Oficiales Generales, Arzobispado, Obispos y
Agentes Diplomáticos del Perú en el extranjero.
En la prosecución de estos juicios se observarán los trámites que corresponden a los que
se siguen contra los altos funcionarios del Estado por delitos oficiales; pero se aplicarán las penas
establecidas en el Código de Justicia Militar.
3. Contra las sentencias pronunciadas por la sala revisora del Consejo de Oficiales
Generales, en las causas de que conoce originariamente este Consejo.
4. Contra las sentencias absolutorias en los juicios por delitos a los que el Código asigna las
penas expresadas en el inciso 2 de este artículo. En este caso, podrán interponer el recurso el fiscal
o la parte agraviada.
Artículo 4.- En caso de guerra nacional, cuando el Consejo de revisión ejerza sus funciones
en campaña, fuera de la capital de la República no se admitirá recurso alguno contra sus
resoluciones.
Artículo 5.- Compete a la Corte Suprema conocer del recurso de reposición, contra las
ejecutorias que hayan impuesto algunas de las penas graves que indica el inciso 2 del articulo 3.
Artículo 8.- Quedan derogados el artículo 4 del Código de Justicia Militar y los demás que
estén en oposición con esta ley.
Artículo 9.- El fiscal y el relator del Consejo Supremo de Guerra y Marina continuarán
prestando sus servicios en el Consejo de Oficiales Generales.
Artículo 1.- Los jueces y tribunales militares, inmediatamente después de promulgada esta
ley, sobreseerán en los juicios actualmente pendientes contra particulares o militares, por delitos
políticos o comunes derivados de aquellos, y de los que resulten responsables.
Artículo 2.- Exceptúanse de las disposiciones del artículo anterior a los militares que
hubieran sido enjuiciados encontrándose en servicio; a las personas inculpadas por delitos
perpetrados comprendidos en la segunda parte del artículo 14 del Código de Justicia Militar y a los
responsables de la rebelión verificada en el departamento de Ancachs (sic).
Artículo 4.- Los enjuiciados y sentenciados quedan exentos, no solamente de las penas
principales, sino también de las accesorias y de la vigilancia de la autoridad y rehabilitados para
ejercer cargos públicos o derechos políticos.
Artículo 5.- Declárase comprendidos en los beneficios de la presente ley a los oficiales del
batallón Nº 7 y demás enjuiciados por el movimiento ocurrido en Puno en mayo de 1914.
Artículo 6.- Esta ley comprende a los que se amotinaron en Iquitos en el mes de marzo de
1914 y a los que cometieron igual delito en Juliaca el presente año.
Quedan exceptuados de la amnistía los autores y cómplices del asesinato del señor general
Enrique Varela.
Artículo 7.- Quedan, igualmente, comprendidos en la amnistía de que trata esta ley, las
personas enjuiciadas por delitos políticos ocurridos en la provincia de Dos de Mayo el año 1895.
Artículo 8.- Declárase comprendidos en la ley de amnistía a los que tomaron parte en el
movimiento habido en el pueblo de San Miguel de Cajamarca el año 1914.
Artículo 9.- Declaráse también comprendidos en la presente ley, a los enjuiciados por el
movimiento subversivo realizado en la ciudad de Cotahuasi, provincia de La Unión, el año 1912.
Artículo 10.- Los beneficios de esta ley son extensivos a todos los ciudadanos que, en
diferentes puntos de la República, están sometidos a juicio militar, acusados decretener(*)NOTA
SPIJ armas del Estado.
Artículo 11.- Quedan comprendidos en la amnistía que otorga esta ley los individuos civiles
y militares que tomaron parte en el movimiento político realizado en la ciudad de Yurimaguas el 22
de marzo de 1913.
El 2 de noviembre de 1916, el Presidente José Pardo promulgó la Ley Nº 2320, por la que
concede amnistía a todos los enjuiciados por participar en huelgas, conforme a su artículo único
que dispuso que
Concédese amnistía a todos los enjuiciados con motivo de las huelgas producidas en
Huacho y Sayán, procediéndose por los juzgados militares o comunes a cortar los juicios iniciados
con motivo de dichas huelgas; o por delitos conexos con ellas.
Años después, el Presidente Augusto B. Leguía (en su primer período de gobierno de 1908-
1912) observó la autógrafa de la ley, aprobada el 18 de noviembre de 1911, que restringía la
jurisdicción militar. Como el Congreso insistiera en la misma, remitió la autógrafa, nuevamente, al
Poder Ejecutivo el 30 de noviembre de 1916; y, al no ser tampoco promulgada por el Presidente
Pardo (en su segundo período 1915-1919), la promulgación fue hecha el 8 de setiembre de 1917
por el Presidente del Congreso con el Nº 2442.
Artículo 1- A la jurisdicción militar están sujetos los militares, únicamente por infracciones
cometidas en actos del servicio, previstas por el Código de Justicia Militar.
Artículo 4- Por razón del lugar en que el delito se cometa, es competente la jurisdicción
militar para conocer de las causas contra toda clase de personas que, en los cuarteles, arsenales,
buques de guerra, campamentos, fortalezas y demás establecimientos de guerra, Perpetren delito
que perturbe el servicio militar o afecte la seguridad de esas dependencias militares.
Artículo 8- Quedan derogados los artículos 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 17 y 18 y todas las
disposiciones del Código de Justicia Militar, en cuanto se opongan a la presente ley.
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Decreta:
Artículo 1- Las autoridades y tribunales de justicia militar, previo dictamen de los auditores
respectivos. procederán a inhibirse del conocimiento de los juicios seguidos a paisanos y a
militares que no estaban en servicio al iniciarse el procedimiento y remitirán los actuados a los
jueces del fuero común, a quienes corresponda el ejercicio de la jurisdicción, según lo que al
respecto dispone el Código de Enjuiciamientos en materia penal.
Artículo 4- Las denuncias por delitos en que hayan participado militares y paisanos se
harán por duplicado, para remitirlas iguales al juez del crimen y al jefe de Zona que deban
entender en ellas. En estos casos, el juez a quien corresponda el juzgamiento del autor o autores,
informará al del otro fuero, con la frecuencia posible, del estado del juicio, y ambos jueces se
prestarán los auxilios necesarios para el esclarecimiento de los hechos perseguidos, a fin de que
los fallos y resoluciones guarden la uniformidad exigida por la justicia.
Si los co-autores debieran ser juzgados por jueces distintos, la obligación del informe sobre
el estado de la causa es recíproca.
Artículo 5- Las fuerzas de Gendarmería, que son auxiliares del Ejercito, están sujetas al
fuero de guerra, en igualdad de condiciones que los militares, no pudiendo considerarse a sus
miembros como asimilados.
Artículo 6- Los jefes de Zona mandarán al Consejo de Oficiales Generales una relación de
las causas de cuyo conocimiento se hubiesen apartado, y este Tribunal, a su vez, enviará al
Ministerio de Guerra el resumen general de los juicios remitidos al conocimiento de los jueces
comunes en las distintas Zonas de la República.
Dado en la casa de Gobierno, en Lima, a los catorce días del mes de setiembre de mil
novecientos diez y siete. JOSÉ PARDO. C. A. de la Fuente.
En la memoria leída por el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, doctor Adolfo Villa
García, en la apertura del año judicial de 1918 (Anales Judiciales, tomo XIII, pág. 287), expresó que:
Al fin es ley del Estado el proyecto que sobre jurisdicción militar presentó la Corte Suprema
al Congreso en agosto de 1905, y cuya larga gestación ha seguido con vivo interés. Limitada la
justicia privativa a su propio objeto, su ejercicio abusivo no constituirá, como en épocas pasadas,
un peligro para la seguridad del ciudadano.
Háse dictado tanto por este Tribunal como por el Gobierno, las medidas conducentes a la
mejor ejecución de esta ley -que lleva el Nº 2442- y en cumplimiento de ellas han pasado a la
jurisdicción ordinaria 622 causas, según los datos suministrados por las Cortes Superiores y por la
secretaría del Consejo de Oficiales Generales.
Prevaleció, por consiguiente, el criterio conforme al cual el fuero privativo militar era
excepcional.
Pero los hombres y las circunstancias varían. El 27 de julio de 1925 el Presidente Leguía
promulgó, con prontitud, la Ley Nº 5165, aprobada cuatro días antes por el Congreso; y que
dispuso que
Artículo 1.- Los delitos contra la seguridad interior y exterior del Estado y contra el orden
público, previstos en las secciones 9ª. Y 10ª. del Libro Segundo del Código Penal, se considerarán, a
partir de la promulgación de la presente ley, como crímenes de traición a la Patria en tiempo de
guerra y serán penados, en consecuencia, con arreglo a las disposiciones que establecen, para esta
clase de atentados, la Constitución y el Código de Justicia Militar.
Artículo 2.- Del juzgamiento de los delitos a que se refiere el artículo anterior y con
sujeción a lo que en él se dispone, conocerán los Tribunales Civiles o Militares, según la calidad que
tuvieren los delincuentes, en armonía con lo que al respecto establece la Constitución.
Artículo 3.- La presente ley regirá desde la fecha de su promulgación hasta un año después
de la terminación total del proceso que debe realizarse en cumplimiento del laudo arbitral, sobre
la nacionalidad definitiva de Tacna y Arica.
Los delitos aludidos en el artículo 1 de la Ley Nº 5165 fueron los de traición y atentados
contra la seguridad militar, los que comprometen las relaciones exteriores del Estado y los de
rebelión y de sedición, tipificados en los artículos 289 a 313 del Código Penal de 1924. Como
ocurre con los regímenes autoritarios, se hizo referencia a los problemas limítrofes con Chile, pero
circunscribiéndolos sólo a Tacna y Arica.
La justicia militar no podrá por ningún motivo extender su jurisdicción sobre personas que
no estén en el servicio del Ejército o Fuerzas de Policía, a no ser en caso de guerra nacional.
El Presidente durará en su cargo cinco años y no podrá ser reelegido sino después de un
período igual de tiempo.
La ambición del poder motivó que el Congreso, con mayoría leguiísta, modificara esa
norma mediante la Ley Nº 4687, de 19 de setiembre de 1923, conforme a la que
El Presidente durará en su cargo cinco años y podrá, por una sola vez, ser reelegido.
Como Leguía tenía el absoluto control de la Corte Suprema, a la que correspondía declarar
la validez de las elecciones (y lo hacía sin dudas ni murmuraciones) inició su tercer período
presidencial.
Comenta Pareja Paz Soldán (“Las Constituciones del Perú”, Ediciones Cultura Hispánica,
Madrid, 1954, pág. 911), que
El período presidencial hasta 1920 fue de cuatro años. La Constitución del citado año lo
aumentó a cinco. Tendría escasa importancia la diferencia de un año, sino fuese por la necesidad
de igualar el período del Presidente con el de la Cámara de Diputados, que, en nuestra opinión, no
debe pasar de cuatro años. La prolongación de los gobiernos y los Congresos por períodos más
extensos provoca la impaciencia de los vencidos en las elecciones y los incita a la revuelta. Abolida
la renovación bienal, que daba esperanzas de recobrar, al menos parcialmente, posiciones perdidas
y aplazadas las expectativas de los derrotados hasta la época más lejana de la renovación total de
la Cámara, es de temerse, si ese momento se aleja demasiado, que se ponga a peligrosa prueba la
escasa serenidad con que los excluidos soportan su derrota. Las elecciones generales cada
cuatrienio son un correctivo a la enfermedad de las revoluciones.
Estaba, por lo tanto, el país anheloso del cambio -negado en las urnas- por la vía de la
revolución. Y se produjo en Arequipa.
Basadre (“Historia de la República del Perú, “Editorial Universitaria, tomo XIII, pág. 381)
explica resumidamente que
En marzo de 1930 se produjo el ascenso del mayor Luis M. Sánchez Cerro al grado de
comandante. Si son auténticas las memorias de Leguía publicadas con el título de Yo tirano, yo
ladrón, él vaciló antes de firmar la resolución pertinente, pero le dieron toda clase de seguridades
Foción A. Mariátegui, el general Manuel María Ponce y el propio Sánchez Cerro, no obstante que
por dos veces habíase éste embarcado antes en aventuras subversivas. Una vez ascendido, el
nuevo comandante obtuvo un mando en Arequipa. Poco después Foción A. Mariátegui viajó a esa
ciudad con el pretexto de tomar unos baños termales. Allí, según la misma publicación, celebró
varias entrevistas de carácter sedicioso con su protegido, con otros militares y con varios civiles.
Leguía tuvo un aviso telegráfico sobre lo que ocurría; pero se negó a creer en tan inesperada
denuncia, sobre todo cuando recibió un telegrama adulatorio del personaje sospechoso. “Después
de estos sucesos (léese en Yo tirano, yo ladrón) volvió N. N. (Mariátegui) a Lima y, como de
costumbre, inquirí en su mirada, en sus actos y en sus movimientos el vestigio de su pasado, quise
arrancarle un rayo de luz que aclarara su auténtica condición de traidor o servidor sincero y noble.
Pero, para decir la verdad, nada adiviné, tal era la confianza que me inspiraba por su doble rol de
pariente y amigo.”
Leguía afirma que, según los empleados de la Embajada de Chile donde se asiló Mariátegui
en agosto de 1930, éste preguntaba reiteradamente si le habían llamado de Palacio pues debía
presidir la Junta de Gobierno; y agrega que no fue tan cruelmente perseguido y ultrajado como los
demás leguiístas y que se le permitió en un breva plazo abandonar el país rodeado de toda clase
de garantías. Todos estos argumentos no reflejan sino sospechas o indicios; no han sido
presentadas todavía las pruebas fehacientes de la traición de Foción Mariátegui, si bien la gran
mayoría de leguiístas lo acusan.
MANIFIESTO A LA NACIÓN
El pronunciamiento que acaba de efectuarse en Arequipa no es la obra de un partido ni la
hazaña de un grupo, ni la audiencia de un caudillo; es la expresión genuina de un anhelo nacional,
fervorosa y unánime, largo tiempo reprimido por la Tiranía; pero convertido hoy al fin en realidad.
Hace más de once años que sufre el Perú, los crecientes desmanes de un régimen
corruptor y tiránico en el que se aúnan la miseria moral y la protervia política. Dentro y fuera del
país, dejan las huellas de sus atropellos y de sus villanías.
En cuanto al orden individual restringe los derechos ciudadanos, niega la libertad e intenta
engañar a la opinión pública con oprobiosas manifestaciones de asalariados, pretendiendo
encanallar al pueblo, procurándole el halago de la delación remunerada sometiéndolo,
momentáneamente a un condenable tributo de munificientes regalos y elevando la adulación a
rango de virtud nacional.
¿Acaso se permite hoy en el Perú, la libre expresión del pensamiento? No. Los órganos de
la prensa nacional se encuentran amordazados, o envilecidos, porque el Gobierno los ha
convertido en voceros parcializados de sus actos y defensores abyectos y venales de sus atentados.
Como digno remate de esta serie de ignominias, acaba de ofrecer al extranjero, con
nuestras zonas petroleras no solo una de las pocas y privilegiadas riquezas que aun nos queda sino
lo que es peor, el ahondamiento del vasallaje económico que dista apenas un paso del vasallaje
político.
No era posible tolerar por más tiempo la vergüenza de esta situación. Pero, la hora de la
dignidad nacional, el duro ajuste de cuentas ha llegado por fin.
Respetaremos todas las ideas siempre que no afecten la moral social y el orden público.
Haremos de la honradez culto nacional; por eso perseguiremos sin dar tregua, hasta en sus
últimos refugios, a la banda de rapaces que , enseñoreaba hoy en la administración publica, ha
amasado y amasa fortunas a costa del erario, obligando devolver los dineros detentados y
sancionando ejemplarmente los delitos.
Acabaremos para siempre con los peculados, las concesiones exclusivistas, las
malversaciones y las rapiñas encubiertas, porque la principal causa de nuestra actual crisis
económica reside en la falta de pureza en la administración y de honradez en el manejo de los
fondos fiscales. En lo futuro, para ocupar puestos será necesario que los ciudadano declaren
públicamente sus bienes; y proyectaremos leyes sobre la moralización de la renta privada, a fin de
poder reprimir con mano férrea el robo en cualquiera de sus formas.
Prometer construcciones de ferrocarriles para después vender a perpetuidad los pocos que
tenemos; fantasear sobre la vialidad cuando los caminos existentes se deben únicamente al
entusiasmo y buena voluntad de los pueblos, y no al esfuerzo gubernativo, que solo ha sido
cómplice en monstruosos peculados y ha favorecido intereses personales al amparo de la ley de
Conscripción Vial, que representa en diez años el despilfarro criminal de cien millones de soles;
ofrecer al país un soñado bienestar económico, para que nuestras aduanas tengan después
interventoras extranjeros, solo puede caber en programas de gobernantes cínicos y altamente
traidores.
Jamás permitiremos que nuestros institutos armados sean juguete de los políticos en el
porvenir, ni que se les distraiga de la altísima misión que justifique su existencia. Por eso, la
reorganización de ellos se impone muy especialmente en el Ejército, al que la tiranía se ha
deleitado en corromperlo en el criminal sistema, en dividirlo, en herirlo en sus fibras más sensibles,
en suprimir sus ideales, en reducirlo, en supeditarlo con una policía pretoriana, en deshacerlo, a
despecho de sus cuadros profesionales, espiritualmente sanos, abnegados, sufridos hasta una
resignación insospechada.
El Ejército es nuestra enseña; a él el pueblo entrega sus hijos; a él es la parte más fuerte de
nuestras esperanzas, ofender a él es la parte más fuerte de nuestras esperanzas, ofender a él es
atentar contra la Nación.
Solo que insinuamos ahora la enorme labor que realiza, instituyendo los firmes cimientos
de la gran obra que otros patriotas deberán continuar. Y, con pureza de miras, el gobierno
provisorio que hoy se inicia en el Sur de la República, se propone preparar el advenimiento del
gobierno definitivo una Patria grande y libre.
Habiendo recibido un telegrama de la Junta Provisoria que preside en Lima el General don
Manuel M. Ponce se ha dado la siguiente respuesta telegráfica:
1- Mis nobles patrióticos ideales, hoy más que nunca interésame afianzarlos
eficientemente.
6- Hago caso omiso reconociendo Cuerpo Diplomático esa Junta, opinión nacional es la
única tomo en consideración. Toda opinión extranjero asuntos internos mi Patria rechazo de plano.
7- Visto su último capítulo propongo siguiente Junta: Presidente Junta Gobierno (sin
cartera), Comandante Sánchez Cerro.
8- Espero respuesta hasta una de la mañana, caso no obtenerla hasta esa hora no deseo
continuar esta clase ajetreos políticos criollos y repudiables.
En este avión marchan para hacerse cargo de sus puestos respectivos el Presidente de la
Junta, Teniente Coronel Luis M. Sánchez Cerro y parte de los miembros que la integran.
Jorge Basadre (ob. cit, tomo XIII, pág. 383) comenta que
El gesto de Arequipa podía ser un hecho formidable si contaba con el apoyo de las demás
guarniciones del Sur, especialmente la cuarta división cuyo cuartel general estaba en tropas de la
zona. Esas tropas se pronunciaron el 23 de agosto. El comandante Grow, jefe de la base de
hidroaviones de Ancón, que había volado sobre Arequipa para arrojar propaganda gobiernista, fue
apresado al aterrizar en Camaná.
Hecho prisionero y en precario estado de salud, Leguía fue sometido a proceso en el que
era evidente que no existía imparcialidad de los jueces. Al ex Presidente de la República se le trató
de manera semejante a la que él había aplicado a sus adversarios.
El abogado defensor de Leguía fue Alfonso Benavides Loredo con coraje y lealtad
extraordinarios. Cuando alguna vez se escriba acerca de las múltiples “luchas por el Derecho” que
ha habido en el Perú, el nombre de Benavides Loredo figurará con honor, si bien han de
acompañarlo muchos que combatieron, en su hora, a Leguía. No había sido uno de los favorecidos
con los beneficios del Oncenio. Porque asumió la defensa del mandatario depuesto, sufrió
prisiones en el penal del Cuartel Sexto, en la Penitenciaría y en la isla de San Lorenzo. Se le negó
por el Tribunal de Sanción la copia certificada de los documentos y objetos que, sin intervención
suya, fueron inventariados en Palacio, en papeles que desconoció; también se le impidió que
asistiera a la instructiva que el vocal Manuel A. Sotil tomó a su defendido, pues éste le dijo que “el
defensor no tenía por qué conocer los interrogatorios que a nombre del Tribunal tenía que hacer al
encausado”; halló constantes obstáculos para cumplir con sus deberes y no pudo conferenciar
privadamente con Leguía.
Los vocales de la segunda sala del Tribunal de Sanción Nacional Carlos Augusto Pásara,
Manuel A. Sotil, Enrique F. Maura, Daniel Dasmaisson y Alberto Panizo S., emitieron con fecha 7 de
enero de 1931 su sentencia para fallar que habían incurrido en enriquecimiento ilícito Augusto B.
Leguía y sus hijos Augusto, José y Juan y fijar en 25 000,000 de soles oro el monto de la
responsabilidad monetaria que conjuntamente les afectaba. Hubo, pues, hasta el final, no obstante
la protesta de Benavides Laredo, procesos acumulados contra el ex presidente y sus tres hijos. La
sentencia consideró ampliamente probado que Juan, Augusto y José Leguía Swayne habían
aprovechado de concesiones, contratos, comisiones, primas, etc., por concepto de los cuales
habían obtenido ingentes sumas de dinero en desmedro del erario nacional y mencionó a este
respecto los empréstitos nacionales, los negociados de Sasape y La Molina, la explotación de juego
en la República, la venta del opio y demás estupefacientes, los privilegios y monopolios para la
explotación del petróleo y sus derivados, las ventas de explosivos y otros materiales y la
construcción de los más onerosos caminos y carreteras. A Augusto B. Leguía lo consideró como
partícipe en esas especulaciones por haber intervenido, ya directamente o por medio de terceras
personas, en ventas o compras como las ya indicadas de las haciendas La Molina y Sasape; en
contratos de obras públicas como el nuevo Palacio de Justicia a cargo de Gildred & Co., en
concesiones de terrenos de montaña, petroleras y carreteras; y aseveró que aumentaron su
indebido enriquecimiento los giros hechos en las cuentas corrientes de los bancos de esta capital
por más de dos millones de soles cuyo aprovechamiento en su favor o el de sus familiares y
obsequios a terceras personas quedaba especificado en los talonarios de cheques
correspondientes sólo a los últimos cinco años. Como nueva prueba, posterior al dictamen fiscal,
mencionó la sentencia los cheques girados al portados por Rosa E. Chiri, mujer de Arturo Cisneros ,
rematista de las casas de juego y tolerancia, por valor de cincuentitrés mil sentidos mil soles
respectivamente y endosados por don Lisandro Quesada Caisson al Banco del Perú y Londres con
fecha quince de mayo de 1930, para en la misma fecha mover ese abono en un cheque por
noventiocho mil soles a la orden del referido banco que hizo ingresar en la cuenta particular de
Augusto B. Leguía como precio de bonos allí pignorados. Particular énfasis otorgó al hecho de que
el Presidente obtuviesen sido concedidos a ningún particular, al extremo de que si se hubiera
liquidado, por ejemplo, la Sociedad Agrícola e Industrial de Cañete, habríase irrogado una pérdida
de dos millones de soles a los acreedores, al haber sido facilitados más de cuatro millones de soles
por bienes que estaban muy lejos de responder a ese valor. También censuró al ex mandatario por
los descuentos constantes que hacía de su firma en pagarés y letras ante esas mismas instituciones
bancarias, así como por haber especulado con valores del Estado como la deuda interna del siete
por ciento y la deuda de amortización del uno por ciento cuyas fluctuaciones dependen en lo
absoluto del poder administrativo, garantizando con estos valores muchas de las operaciones
bancarias y dejando impagas y sin resguardo otras en que había sido otorgada fe a su firma. Un
párrafo especial dedicó la sentencia a las relaciones entre Juan Leguía con la casa Seligman, sin
prever que, como se ha recordado ya en otro capítulo de este libro, (1) en las investigaciones
abiertas por el Senado de Estados Unidos, los personeros de dicha empresa negaron que hubiesen
dado dinero al Presidente Leguía. También recordó otros actos notorios “como los de cancelación
del contrato Dreyfus siendo Leguía apoderado de esa firma, la entrega de la administración del
correo a la compañía Marconi y la venta a perpetuidad de los ferrocarriles de la República a la
Peruvian Corporation, precisamente por quien mantenía en los Presupuestos partidas enormes
para construcciones ferrocarrileras y los arreglos y liquidación del guano con la misma compañía”;
sin que fuera aclarado en que sentido esos actos gubernativos, criticables o no, tenían relación
directa con una sentencia sobre enriquecimiento ilícito. Los últimos párrafos de ella aludieron
vagamente
La Junta de Gobierno que se organizó luego de derrocar a Leguía, fue presidida por Luis M.
Sánchez Cerro, con los Ministros Gustavo A. Jiménez, Ernesto Montagne, Armando Sologuren, J.
Alejandro Barco, Ricardo E. Llona, E. Castillo y C. Rotalde. Promulgó, de inmediato, el Decreto Ley
Nº 6874, de 2 de setiembre de 1930, con el Estatuto que regirían sus actos de gobierno.
Artículo 2.- El Presidente de la Junta tendrá todas las atribuciones que la Constitución del
Estado y demás leyes vigentes confieren al Presidente de la República y al Presidente del Consejo
de Ministros.
Artículo 3.- Los otros miembros de la Junta, como Jefes de sus respectivos Portafolios,
tendrán todas las atribuciones que la Constitución y demás leyes vigentes confieren a los Ministros
de Estado.
Artículo 4.- En las resoluciones que se dicten cuando se ejerciten las atribuciones
correspondientes al Poder Ejecutivo, se observarán las fórmulas y procedimientos administrativos
vigentes.
Artículo 5.- La Junta de Gobierno en pleno y con su voto unánime ejercerá las atribuciones
que la Constitución del Estado confía al Congreso, dictando decretos-leyes y resoluciones de
carácter legislativo que serán promulgadas por el Presidente de la Junta y el Ministro respectivo
con las fórmulas usuales, inmediatamente después de haber sido votados y suscritos por todos los
miembros de la Junta.
La reorganización del Poder Judicial fue dispuesta, entre otros, por los Decretos Leyes Nos.
6876, 6877, 6879, 6880 y 6914.
El Decreto Ley Nº 6887, de 26 de setiembre de 1930, ordenó que los miembros de la Corte
Suprema que formen el Tribunal de Sanción Nacional, integrarán para los efectos de las
ratificaciones judiciales a que se refiere el artículo 3 del Decreto Ley Nº 6875, el expresado
Tribunal, sin excluir a los magistrados que interinamente los reemplazan, asumiendo, para tal
efecto, la Presidencia de la Corte Suprema el Vocal doctor Anselmo Barreto.
Artículo 1- El Tribunal de Sanción Nacional tendrá las mismas prerrogativas y categoría que
la Corte Suprema de Justicia de la República.
Artículo 3- El Tribunal estará constituido por cinco vocales y un fiscal; y tendrá, además, un
secretario y un relator. El fiscal y cuatro de los vocales serán designados entre los magistrados que
desempeñan iguales cargos en la Corte Suprema de Justicia y el otro vocal será un jefe de Ejército,
correspondiendo la presidencia al vocal más antiguo de la Corte Suprema. El Secretario y el relator
serán los más antiguos de las Cortes de Lima; debiendo ser reemplazados interinamente dichos
magistrados y auxiliares de la administración de justicia, en los cargos que actualmente ejercen,
mientras dure el desempeño de la función extraordinaria e irrenunciable que se les encomienda.
Artículo 4- La acción del Tribunal se ejercitará por denuncia de las autoridades políticas,
administrativas y comunales; del Ministerio Fiscal; por acción popular, siempre que esta se
contraiga a cargos concretos y verosímilmente acreditados y sea hecha por escrito y bajo
declaración jurada de tenerse motivos suficientes para el conocimiento de los hechos, materia de
la denuncia; y de oficio, cuando en el curso de sus investigaciones, encontrase el Tribunal indicios
de la comisión de algún acto fraudulento o ilícito contra los intereses del Estado.
Artículo 5- Son atribuciones del Tribunal de Sanción Nacional:
a) Investigar y descubrí los actos contra el patrimonio del Estado y los deberes de función
en que hayan incurrido los funcionarios y empleados públicos afectando o comprometiendo los
intereses económicos de la nación; y, de modo especial, los casos de concusión y peculado de que
tratan los títulos II y III de la Sección XIV del libro II del Código Penal: sometiendo a juicio a los
presuntos responsables, así como a los que hubiesen servido de intermediarios y cómplices,
obteniendo beneficios o granjerías ilícitas:
c) Expedir fallos, expresándose con toda claridad y precisión los fundamentos de hecho y
derecho en que se apoyan, a fin de que dichos fallos satisfagan ampliamente a la opinión publica
del país, respecto de la forma austera como se han depurado las responsabilidades y queden como
un monumento histórico ante la consideración de las generaciones venideras y, en especial, de los
ciudadanos que en lo sucesivo ejerzan funciones publicas. Los fallos calificaran los actos materia de
juzgamiento y ordenaran la restitución o reparación civil en caso de condena. Tres votos conformes
formaran sentencia condenatoria la que será inapelable.
Artículo 6- Sin perjuicio de que el Tribunal aprecie y resuelva sobre la extensión y cuantía
de la responsabilidad civil de los funcionarios o empleados públicos, y de sus cómplices en los
casos en que los actos ilícitos consistiesen en contratos celebrados con terceros, el Tribunal elevara
al Ejecutivo una relación de dichos contratos con una exposición concreta de los vicios legales que
afecten su validez, a fin de que con arreglo a las leyes se ejerciten las acciones de nulidad o
rescisión a que hubiese lugar.
Artículo 8- Si no tuviere lugar el remate por falta de postores, los bienes se adjudicaran al
Estado por el valor de tasación.
Artículo 9- El mismo día de ingresada una denuncia, el Secretario del Tribunal tomará razón
de ella y dará cuenta al Tribunal, con la concurrencia del Fiscal, y oída la opinión verbal de este
sobre su procedencia o improcedencia, se dictara al auto respectivo desestimando la denuncia o
disponiendo la apertura del juicio y citación del presente responsable y ordenando, además, la
ocupación de los bienes, libros y papeles del enjuiciado y la retención de su correspondencia la
intimación a los que tienen bienes y documentos del enjuiciado para que los pongan a disposición
del Tribunal so pena de ser considerados como cómplices; la prohibición de hacer entregas o pagos
de cualquier especie al enjuiciado bajo la pena de considerarse no hechos: que los Tribunales y
Juzgados remitan una razón de las causas en que el enjuiciado fuese parte o pudiera derivar algún
provecho económico, la fijación de un plazo para que los legítimos acreedores del enjuiciado
presenten los títulos justificativos de sus créditos; así como todas las demás medidas que a juicio
del Tribunal fuesen necesarias para asegurar los fines del juicio.
Artículo 11- El auto de apertura del juicio se publicara por diez días consecutivos en el
diario encargado de la publicación de avisos judiciales, sin perjuicio de ser inmediatamente
trascrito al Registro de la Propiedad Inmueble, Mercantil y de la Prenda Agrícola del lugar donde se
encuentren los bienes, a la Caja de Depósitos y Consignaciones y a los Bancos e instituciones de
crédito para los efectos del artículo 11 del decreto de creación del Tribunal de Sanción, con
prevención especial a los Bancos de que no permitan que el enjuiciado extraiga de las cajas de
seguridad que tuviese en ellos los documentos, dinero, alhajas, valores y demás objetos de
cualquier clase que se encontrasen depositados, en dichas cajas.
Artículo 12- Para los efectos contemplados de este decreto-ley y en el de creación del
Tribunal las personas que han ejercido función publica durante los últimos once años, no podrán
abandonar el territorio de la República, mientras el Tribunal hubiese terminado su misión o
declarado su irresponsabilidad, salvo que presten fianza hipotecaria o prendaria bastante a
satisfacción del Tribunal, constituyendo, además, apoderado para estar a derecho dentro del juicio.
Artículo 14- Respecto de los enjuiciados que se hubiesen ocultado o ausentado del país, se
tendrá como bastante citación la publicación del auto de apertura del juicio y si hasta diez días
después del último de la publicación no se hubiesen puesto a derecho, personalmente o por medio
de apoderado, se les declarará rebeldes y se seguirá el juicio con tal carácter, no volviendo a
hacerles ninguna notificación hasta la citación para la vista de la causa, que se hará saber por el
periódico durante tres días, indicando el día y hora señalados, pro el Tribunal; sin perjuicio de que,
entre tanto, pueda salir a juicio en cualquier estado de la causa.
Artículo 15- El Tribunal resolverá en cada caso sobre la conveniencia de que determinadas
declaraciones y diligencias se practiquen ante el Tribunal o las encomendará a uno de sus
miembros. En el primer caso intervendrá el Secretario y en el segundo un actuario designado por
el Tribunal.
Artículo 17- Los denunciantes podrán intervenir, siempre que ello sea posible en concepto
del Tribunal, en las diligencias destinadas a probar los cargos por ellos sustentados
correspondiendo igual derecho al encausado: pero sin que sean necesarias citaciones previas ni
plazos especiales, pudiendo enterarse los interesados en cualquier momento por Secretaria, sobre
el estado de la causa, pero sin poder sacar el expediente, bajo responsabilidad.
Artículo 20- Todas las pruebas deben ofrecerse y actuarse dentro del plazo de 30 días
vencido el cual, necesariamente dentro de diez días, el Fiscal expedirá dictamen y se procederá a la
inmediata vista de la causa en audiencia pública. Sin embargo, el Tribunal podrá prorrogar el
término probatorio, en caso necesario hasta veinte días más; sin que por ningún motivo pueda
exceder el término probatorio de cincuenta días en total.
Artículo 21- Si el Tribunal estimase inobjetable los créditos presentados de cargo de los
enjuiciados, reconocerá en la sentencia la legalidad de ellos y se harán efectivos hasta donde
alcancen los bienes incautados a los responsables. Los créditos que a juicio del Tribunal fuesen
manifiestamente maliciosos o simulados, serán denunciados ante el Juez Instructor respectivo para
el efecto legal correspondiente. Y en cuanto a los que no tuviesen ni uno ni otro carácter, los
documentos o títulos en que se apoyen serán devueltos a los interesados para que ejerciten su
derecho ante la jurisdicción ordinaria, en la forma que vieren convenirles. En todo caso se oirá al
encausado.
Artículo 23- El enjuiciado o las personas que de el dependan con derecho a alimentos,
podrán solicitar del Tribunal la consignación de una pensión mensual mientras dure el juicio la que
se decretara en el modo y forma prevista por el Código de Procedimientos Civiles, para el caso de
concurso o quiebra.
Artículo 24- Los Vocales del Tribunal de Sanción no podrán ser recusados ni excusarse sino
únicamente por las causales contempladas en los incisos 1, 2 y 3 del artículo 35 del Código de
Procedimientos en Materia Criminal; y producirá dentro de tercero día reemplazándose en caso de
declararse fundada, el vocal recusado por designación de la Junta de Gobierno con arreglo a lo
establecido por el artículo 3
Artículo 25- No habrá día ni hora que no sean hábiles para la actuación de las diligencias;
debiendo sesionar el Tribunal con la concurrencia del Fiscal, diariamente, todo el tiempo que fuese
necesario.
Artículo 26- El Secretario y el Relator del Tribunal tendrán la misma calidad y obligaciones
que la Ley Orgánica del Poder Judicial señala a los Relatores y Secretarios de Corte.
Artículo 27- Todas las cuestiones no previstas por este decreto-ley, se regirán por las
disposiciones de los Códigos y leyes vigentes en cuanto fuesen de aplicación.
Artículo 28- El Tribunal propondrá a la Junta de Gobierno la dación de las disposiciones que
estime necesarias para su mejor funcionamiento.
El Tribunal de Sanción Nacional fue habilitado para recibir denuncias contra las personas
que, con detrimento del Erario Nacional, se hubieren enriquecido, para cuyo efecto se dictó el 14
de octubre de 1930 el Decreto Ley Nº 6902.
La Junta de Gobierno
Considerando:
Que las necesidades del procedimiento y la práctica que han determinado la conveniencia
de dictar diversas disposiciones sobre la organización y atribuciones del Tribunal de Sanción
Nacional, que conviene unificar, a fin de relacionarlas y ordenarlas:
Que al propio tiempo, es indispensable completar estas disposiciones con normas claras y
que aseguren el juzgamiento más eficiente y rápido de las personas comprendidas en las
acusaciones ya formuladas en las que se formulen a partir de la fecha, o que señale la conciencia
pública, como autores de actos y delitos contra el patrimonio del Estado y los deberes de función;
y
Decreta:
TÍTULO PRIMERO
Artículo 1- El Tribunal de Sanción Nacional tiene las mismas prerrogativas y categoría que
la Corte Suprema de Justicia y funciona en la capital de la República.
Artículo 2- El Tribunal constará de diez vocales y cuatro Fiscales, será presidido por el
Vocal-magistrado más antiguo y se dividirá en dos Salas, cada una de cinco Vocales y dos Fiscales.
Artículo 3- Las Salas del Tribunal serán formadas con arreglo al presente Decreto; y sus
miembros serán designados por la Junta de Gobierno.
Artículo 4- La Primera Sala será integrada por cinco Vocales y dos Fiscales de la Corte
Suprema de Justicia.
Artículo 5- La Segunda Sala será integrada con cinco Vocales, designados entre los jefes y
oficiales del Ejército y la Armadas y con dos Fiscales de la Corte Suprema de Justicia.
Artículo 6- Los Vocales del Tribunal no pueden ser recusados ni excusarse, sino por las
causales contempladas en los incisos 1, 3, 5, 6 y 8, del articulo 89 del C. de P. C. Pueden también
excusarse por causa de enfermedad, producida la recusación o excusa, se resolverá dentro de
tercero día y en caso de declararse fundada, el Vocal impedido será reemplazado, por el menos
antiguo, de la Corte Suprema en ejercicio, tratándose de la Primera Sala; y por un jefe u oficial del
Ejército o la Armada, tratándose de la Segunda Sala.
Los Secretarios y Relatores del Tribunal tendrán la misma categoría y obligaciones que la
Ley Orgánica del Poder Judicial señala a los Secretarios y Relatores de Corte.
Artículo 9- Los jueces a que se refiere el artículo anterior tienen las mismas obligaciones y
prerrogativas que la Ley Orgánica del Poder Judicial señala a los Jueces de Primera Instancia.
Artículo 10- El Tribunal para el cumplimiento de sus atribuciones, tendrá bajo sus órdenes
a las Comisiones Investigadoras nombradas en las diversas dependencias administrativas; y podrá
comisionar, para la práctica de las diligencias de instrucción, a cualquier Juez Instructor de la
República.
Artículo 11- El Tribunal deberá terminar sus funciones en un plazo de ocho meses,
contados a partir del 31 de agosto de este año. Dicho plazo solo podrá ser prorrogado por
disposición de la Junta de Gobierno.
a) El Juzgamiento de los actos contra el patrimonio del Estado y los deberes de función en
que hayan incurrido los funcionarios y empleados públicos, afectando o comprometiendo los
intereses económicos de la Nación; y, de modo especial, los casos de concusión y peculados de que
tratan los artículos 2 y 3 de la Sección Décima cuarta del Libro II del Código Penal, comprendiendo
en este juzgamiento no solo a los funcionarios y empleados públicos, sino a los que resulten
corresponsables, así como a los que hubieren servido de cómplices o encubridores;
Artículo 13- La Primera Sala conocerá de los casos a que se refieren los inciso a, b, c y d, del
artículo anterior y ejecutará los fallos que expida la Segunda Sala.
La Segunda Sala conocerá de los casos a que se refiere el inciso e, del mismo artículo
anterior.
Artículo 14- No están sujetos a la jurisdicción del Tribunal y deben ser sometidas al fuero
común, las denuncias que han sido entabladas y las que, en los sucesivo, se entablen contra los
concejos distritales y sus empleados. En la misma situación se encuentran, las denuncias cuyo
monto no excede de cinco mil soles.
TÍTULO SEGUNDO
De las denuncias
Artículo 15- Los casos de competencia del Tribunal, enumerados en los incisos a, b, c y d,
del artículo 12, serán denunciados ante la Primera Sala, por las autoridades políticas,
administrativas y comunales, por las comisiones de investigaciones designadas por el Gobierno y
por el Ministerio Fiscal. Esas denuncias solo podrán ser formuladas en el plazo de noventa días a
partir de la fecha de este decreto, y en ellas deberá indicarse que su monto no excede de cinco mil
soles oro.
Artículo 16- La acción popular para la denuncia de los mismos casos, solo puede ejercitarse
ante el Ministerio Fiscal, autoridades y Comisiones a que se refiere el artículo anterior y en el plazo
de sesenta días a partir de la fecha de este Decreto.
Deberá formularse por escrito y bajo declaración jurada de tenerse motivos suficientes
para el conocimiento de los hechos, materia de la denuncia.
Artículo 17- El Ministerio Fiscal, las autoridades o comisiones que reciban denuncias por
acción popular, las elevaran al Tribunal cuando encuentren motivos suficientes para la
investigación de los hechos a que ellas se refieren.
TÍTULO TERCERO
De la declaración de bienes
Artículo 18- Las personas comprendidas en las listas que formule el Ministerio de Gobierno
deberán hacer ante la Segunda Sala del Tribunal la declaración jurada de sus bienes y de los que
figuren a nombre de su cónyuge e hijos, especificando la fecha y forma de su adquisición, la
persona o firma de quienes los adquirieran el lugar en que se hallan su naturaleza o clase, el precio
de adquisición, y los gravámenes a que están sujetos.
Artículo 19- La declaración a que se refiere el artículo anterior, deberá hacerse dentro del
término improrrogable de veinte días, más el de la distancia, a partir de la fecha de la notificación
del auto de apertura de ese procedimiento. Las personas que omitan la declaración que les
respecta, en el plazo fijado, incurren en rebeldía y quedan obligadas a pasar por el inventario y
calificación que hará de oficio el Tribunal.
Artículo 20- El auto de apertura a que se refiere el artículo anterior fijará el plazo para que
los legítimos acreedores presenten los títulos justificativos de sus créditos, este auto se publicará
por tres días.
Artículo 21- Las declaraciones a que se refieren los artículos anteriores no comprenden los
objetos de uso personal, ni el menaje corriente de casa. Las alhajas, objetos de arte, muebles y
enseres lujosos deben ser declarados.
TÍTULO CUARTO
Artículo 22- El mismo día de ingresada una denuncia, el Secretario General tomará razón
de ella y la enviará a la Primera Sala. Esta la tramitara oyendo la opinión verbal del Fiscal.
Artículo 23- Cuando el Tribunal lo juzgue conveniente por las condiciones especiales del
caso, podrá designar como juez Instructor a uno de sus miembros.
Artículo 24- El Juez Instructor señalará para actuar la declaración del acusado o emplazado,
fecha y hora dentro de los ocho días siguientes al auto de apertura. Si la persona notificada no
compareciese en el día y hora señalados, será declarada en rebeldía y seguirá el juicio con tal
carácter, no volviendo a hacérsele ninguna notificación hasta la citación para la vista de la causa,
que se le hará saber por avisos publicados en el periódico durante tres días, en que indicara la
fecha y hora señalados por el Tribunal, para la audiencia pública.
Artículo 25- La instrucción deberá quedar terminada en el plazo de veinte días contados
desde la fecha de la declaración del enjuiciado o emplazado, en que sea declarado rebelde.
Durante la instrucción el Juez, personalmente, o por medio de las autoridades. Comisiones
Investigadoras o cualquier otro organismo administrativo, investigará los hechos y actuará las
pruebas que sean necesarias para le(*)NOTA SPIJ juzgamiento de los actos que han motivado la
denuncia.
Artículo 26- El Ministerio Fiscal, autoridades y Comisiones a quienes corresponda hacer las
denuncias ante el Tribunal podrán intervenir en las diligencias de instrucción destinadas a probar
los cargos en que se la denuncia. El mismo derecho tendrá el enjuiciado, sin que para su ejercicio
sean necesarias citaciones previas ni plazo especial. Los interesados podrán, en cualquier
momento, estudiar en Secretaria el expediente.
Artículo 28- Terminada la instrucción el Juez elevará al Tribunal, el que, por acto inmediato,
podrá ordenar la ampliación de la instrucción señalando los medios respectivos y fijando para ello
un plazo que no podrá ser mayor de ocho días.
Artículo 30- Terminada la actuación de la prueba el Fiscal formulará sus conclusiones y oída
la defensa, quedara la causa en estado de fallo que el Tribunal pronunciará, dentro del plazo
máximo de ocho días.
Artículo 31- Todos los fallos deben expresar con claridad y precisión los fundamentos de
hecho y derecho en que se apoyan.
Tratándose de los casos enumerados en los incisos a y b del artículo 12, declararan si existe
o no responsabilidad; calificarán esta; fijarán el monto del daño causado, ordenando la
correspondiente restitución al Estado y remitirán lo actuado en calidad de instrucción concluida,
según la calificación pronunciada al Tribunal Correccional, para los efectos del juicio penal
correspondiente.
Tratándose de los casos enumerados en los incisos a y b del articulo 12, declararán la
nulidad, rescisión o caducidad de los contratos, concesiones o privilegios materia de la revisión. Si
hubieran elementos delictuosos enviaran lo actuado al Tribunal Correccional para los mismos
efectos a que se refiere a la última parte del párrafo anterior.
Artículo 32- Para apreciar la lesión en los contratos en que resulten perjudicados los
intereses del Fisco, se seguirá las reglas citadas en los artículos 1459, 1460 y 1465 del Código Civil.
TÍTULO QUINTO
Artículo 33- Una vez formulada la declaración de bienes a que se refiere el artículo 13, los
interesados, deberán, dentro del termino de treinta días, justificar los medios con que contaron
para obtener los bienes adquiridos por ellos, su cónyuge e hijos, desde el 4 de julio de 1919 hasta
la fecha de la declaración. Si los obligados omiten la declaración que les respeta, la Segunda Sala
hará de oficio y dentro del termino indicado, las investigaciones que juzgue necesarias.
Artículo 34- La Segunda Sala, o el Juez Instructor a quien pueda comisionar, solicitara de los
registros de la Propiedad Inmueble, de la Prenda Agrícola y Mercantil, del de Ventas a Plazos, de la
Inspección de las compañías urbanizadoras, de los Bancos, de los Ministerios y de las oficinas
públicas o particulares, que, en cada caso, considere oportuno, los datos sobre los bienes
contratados y rentas del declarante y podrá ordenar la actuación de inventarios y la apertura e
inventario de cajas de seguridad, con la concurrencia del interesado, su representante o dos
notarios y, en el segundo caso, del Gerente del Banco respectivo, firmándose actas.
Artículo 35- Vencido el plazo a que se refiere el artículo 33, la Segunda Sala pedirá el
dictamen escrito de su Fiscal, del que correrá traslado para que sea absuelto dentro del término
perentorio de ocho días por el procesado, su apoderado o su defensor. Vencido este plazo, la
Segunda Sala, por el mérito de lo actuado, resolverá como Jurado, si ha habido o no
enriquecimiento indebido, fijará su monto y ordenará la restitución. Tres votos conformes
constituyen sentencia inapelable.
Artículo 36- En los casos del artículo anterior se tendrá en cuenta el prudente margen del
ahorro, en relación con la situación y condiciones personales del procesado.
Artículo 37- Expedido y publicado el fallo con motivo de este procedimiento, se remitirá el
expediente junto con los créditos presentados por los acreedores a la Primera Sala, para que ésta
ejecute el fallo y resuelva sobre la legitimidad o preferencia de los créditos.
TÍTULO SEXTO
Artículo 39- Pronunciada sentencia condenatoria en los juicios por denuncia, se publicara
por tres veces y se procederá, por la Primera Sala o por el Juez del fuero común que esta comisión,
a su inmediata ejecución, siguiendo los trámites señalados en el C. De P.C., con la modificación de
que los avisos de remate solo se publicaran por ocho días, tratándose de inmuebles, y por tres
días, si se trata de muebles. Si no hubiera remate por falta de postores, los bienes se adjudicarían
al Estado por la base del remate.
TÍTULO SÉTIMO
Artículo 41- Las Salas del Tribunal, al iniciarse los procedimientos a que se refirieren los
títulos cuartos y quinto, y en cualquier estado de los mismos, podrán dictar todas las medidas que
en su concepto sean necesarias para asegurar los derechos del Estado. Para dictarlas, ampliarlas o
suspenderlas, apreciarán los elementos que resulten en contra de la persona contra quien se
dicten y el estado, situación y necesidades de los bienes y negocios sobre los que recaigan las
medidas. Las Salas del Tribunal podrán también sustituir las medidas con garantías sólidas
debidamente constituidas.
Artículo 44- Iniciados los procedimientos a que se refieren los títulos Cuarto y Quinto, las
Salas del Tribunal mantendrán, de las medidas de seguridad dictadas por el Ministerio de Gobierno
contra las personas sometidas a los procedimientos, las que considere necesarias. Iniciados los
procedimientos ante el Tribunal, corresponderá solo a sus Salas dictar medidas de seguridad contra
las personas sometidas a su jurisdicción.
Artículo 46- Los enjuiciados y las personas que de ellos reciban alimentos, podrán solicitar
que se les asigne con cargo a la renta de sus bienes, y mientras dure el juicio una pensión mensual
que se decretara siguiendo la regla fijada por el C. De P.C., para los casos de concurso o quiebra.
Artículo 47- Terminados con resolución absolutoria los procedimientos a que se refieren
los títulos Cuarto y Quinta, se pondrá término a todas las medidas precautorias haciéndose las
notificaciones correspondientes.
Artículo 48- Los funcionarios y empleados del Régimen anterior y en general todas las
personas que durante el hayan intervenido en el manejo de los fondos fiscales, deberán
permanecer en el territorio nacional sin poder abandonarlo, hasta después de pasados ocho
meses a partir de la fecha de este Decreto, salvo el caso de irresponsabilidad comprobada por la
Sala respectiva.
TÍTULO OCTAVO
Artículo 49- Los juicios iniciados con posterioridad al 24 de agosto último, ante los jueces
del fuero común, para el pago de créditos de cargo de los encausados ante el Tribunal de Sanción
Nacional, serán cortados, a fin de que los interesados presenten al Tribunal los documentos en que
consten las obligaciones demandadas, para el efecto de que éste se pronuncie sobre su
legitimidad. Asimismo, son nulos y sin ningún valor todos los contratos de compra-venta,
transferencias, hipotecas y transacciones de cualquier genero que hubiesen celebrado a partir del
22 de agosto del presente año, las personas contra las que se dicten sentencias condenatorias.
Artículo 50- Los créditos que se hagan valer ante el Tribunal, en virtud de las publicaciones
de los autos de apertura de procedimiento, serán apreciados por la Primera Sala la que declarará si
se trata de crédito legitimo, de créditos manifiestamente falsos o de créditos que deben hacerse
valer ante los tribunales ordinarios.
En el primer caso, reconocerá el pago preferente, si hay lugar a él, con arreglo a las leyes;
en el segundo, remitirá los antecedentes al Juzgado de Instrucción para que se siga el
procedimiento penal correspondiente; y en el último, dejara a salvo el derecho del acreedor para
que lo haga valer conforme a las leyes comunes.
La Primera Sala pronunciará su apreciación sobre los créditos, conjuntamente con el fallo
en los casos de su competencia, cuando los créditos que se hayan presentado con motivo de la
apertura del juzgamiento de dichos casos; y lo hará por cuerda separada y oyendo a su Fiscal,
después de pronunciada la sentencia de la Segunda Sala, en los casos de competencia de ésta.
Artículo 52- Las Salas del Tribunal podrán nombrar peritos para que se pronuncien sobre
los créditos y hagan su ordenación y clasificación, y podrán también abrir sobre los créditos un
término probatorio si lo creyeran conveniente.
TÍTULO NOVENO
Disposiciones diversas
Artículo 53- Las personas que deben ser citadas ante el Tribunal de Sanción Nacional,
podrán serlo personalmente si su paradero fuere conocido, o por el periódico si no fueren habidas.
La citación personal podrá hacerse telegráficamente con constancia de entrega que será expedida
por la autoridad judicial.
Artículo 54- Los enjuiciados gozan del derecho de defensa, que harán valer personalmente,
o asistidos de letrados, y pueden ejercitar los medios de prueba que crean convenientes dentro de
los términos fijados en este Decreto.
Artículo 55- Todos los días y horas serán hábiles para todos los procedimientos a que se
refiere este decreto.
Artículo 58- Todas las cuestiones no previstas por este Decreto, se regirán por las
disposiciones de los Códigos y leyes vigentes en cuanto fuesen de aplicación, y a la falta de ellas,
por los principios generales de derecho.
Artículo 59- El presente Estatuto codifica y reemplaza las disposiciones contenidas en los
Decretos Leyes de 31 de agosto, 3, 9 y 29 de setiembre de 1930.
Fue por Decreto Ley Nº 7040, del 31 de agosto de 1930, que se creó en Lima el Tribunal de
Sanción Nacional para que realice la tarea de “llevar a bajo en forma efectiva la moralización del
país emprendida por el actual gobierno”. Ese Tribunal “debía realizar las investigaciones
pertinentes para determinar la inversión dada a los fondos públicos por el régimen anterior y
establecer la debida responsabilidad de los exgobernantes, los funcionarios y empleados públicos
y los particulares que hayan defraudado al Fisco u obtenido ganancias ilícitas con detrimento de los
dineros del Estado. El texto del articulado era el siguiente
El mismo Tribunal podrá revisar los contratos celebrados con el Fisco, durante la pasada
administración, sobre construcción de obras públicas, compra-venta y locución y conducción.
3- Comprobados los delitos por el Tribunal, este expedirá fallos ordenando a los que
resulten responsables, la devolución al Tesoro Público de los bienes que ilícitamente hayan
adquirido del Estado, respondiendo con los bienes que posean. Expedidos dichos fallos pondrá a
los sentenciados a disposición de los jueces correspondientes, para que, previo el juicio criminal
respectivo, se les imponga las de mas penas a que se hayan hecho acreedores con arreglo a las
disposiciones de la ley penal vigente.
4- De acuerdo con las disposiciones de la ley penal, no solo será motivo de la investigación
y el conocimiento del Tribunal, las apropiaciones indebidas de inmuebles, muebles, valores o
dinero, sino también las comisiones ilícitas percibidas.
En los contratos de compra-venta se tendrá como límites para considerar lesionados los
intereses fiscales los señalados en los artículos 1459, 1460 y 1465 del Código Civil;
5- La Junta admitirá denuncias por acción Popular; pero solo las debidamente
comprobadas;
6- Todas las oficinas públicas sin excepción, todos los ex-funcionarios y empleados públicos
y los particulares que hayan intervenido directa o indirectamente en operaciones con el Fisco,
estarán obligados a proporcionar todas las informaciones que el Tribunal solicite;
7- Las autoridades políticas y administrativas cumplirán las resoluciones y fallos del
Tribunal y le prestaran el mismo apoyo que a los Tribunales del fuero común.
8- Las sentencias del Tribunal serán inapelables; y no se admitirá contra ellas ningún
recurso;
10- Todos los ex-gobernantes y todas las personas que hayan desempeñado funciones o
empleos públicos durante el régimen anterior y que directa o indirectamente hayan intervenido en
el manejo de los fondos fiscales, no podrán abandonar el territorio nacional hasta después de
pasados ocho meses computados a partir de la fecha, salvo que presten garantía a satisfacción del
Tribunal;
11- El Tribunal formulará una relación de las personas sindicadas por la opinión pública
como presuntos defraudadores de los fondos fiscales; y la transcribirá a la Caja de Depósitos y
Consignaciones. Departamento de Recaudación y al Registro de la Propiedad Inmueble, Mercantil y
de la Prenda Agrícola, a fin de que durante el precitado periodo de ocho meses, la primera no de
pase a las minutas relativas a la traslación de dominio de bienes de las personas indicadas en ella;
y el segundo, no inscriba ni efectué anotaciones referentes a dichos bienes, sin el visto bueno del
Tribunal.
Igual transcripción se hará a los bancos a fin de que en el antedicho plazo no realicen
operaciones bancarias con los presuntos defraudadores del Fisco sin la conformidad previa del
Tribunal.
Sin respetar la autonomía del Tribunal de Sanción Nominal, la Junta de Gobierno, con el
pretexto de mantener la solidez del crédito territorial hipotecario, dispuso que se entregaran los
inmuebles de propiedad de los procesados al Banco Central Hipotecario del Perú, para su
administración, conforme al Decreto Ley Nº 6992, dictado el 31 de diciembre de 1930, según el
cual
1- Los inmuebles urbanos de las personas encausadas ante el Tribunal de Sanción Nacional
y cuya incautación este ordenada o se ordene, si están afectos a prestamos hipotecarios conforme
a las leyes Nos. 6126 y 2 de enero de 1889 se entregarán en administración al Banco Central
Hipotecario del Perú a fin de que su producto se aplique al pago de los servicios del préstamo que
grava cada inmueble; y el sobrante liquido que hubiere lo pondrá dicha Institución a disposición
del Tribunal de Sanción Nacional lo mismo que hará con el sobrante del precio del remate en su
caso.
2- El servicio de los préstamos hipotecarios a que están afectos los inmuebles de las
personas encausadas ante el Tribunal de Sanción Nacional y que están ocupadas por dependencias
del Estado, se pagara al Banco Central Hipotecario del Perú por el Ministerio respectivo, para lo
cual se consignarán en los respectivos pliegos del Presupuesto las partidas correspondientes.
Para el efecto de simplificar el procedimiento de los asuntos de competencia del Tribunal
de Sanción Nacional, la Junta de Gobierno dictó el 28 de febrero de 1931 el Decreto Ley Nº 7043,
conforme al cual
Artículo 1- El Tribunal de Sanción Nacional funcionará en lo sucesivo en Sala Unica, con los
actuales miembros de la Segunda Sala del citado Tribunal, la que conocerá exclusivamente de las
acusaciones por enriquecimiento ilícito contra funcionarios públicos, teniendo bajo su
dependencia a los cinco jueces Instructores de que se ocupa el Estatuto de 28 de octubre último y
sus fallos se ejecutarán por los Jueces de Primera Instancia del fuero común en todo lo relativo a la
realización de los bienes de los enjuiciados;
Artículo 2- La graduación de los créditos en las causas resueltas por la Segunda Sala del
Tribunal de Sanción, se verificará por la Segunda Sala de la Corte Suprema, antes de procederse a
la realización de dichos bienes;
Artículo 3- Las causas de que conoce la Primera Sala del Tribunal de Sanción pasarán a los
Jueces Instructores del fuero común siempre que no se refieran a revisión de contratos y si fueren
de esta naturaleza pasarán a los Jueces de Primera Instancia, quienes, así como los Instructores se
sujetarán a las disposiciones del Código de Procedimientos Civiles y Código de Procedimientos en
Materia Criminal;
Artículo 5- Desde la gracia a los miembros de la Primera Sala Tribunal de Sanción Nacional,
por los importantes servicios prestados al país.
Las funciones del Tribunal de Sanción Nacional se dieron por terminadas el 28 de abril de
1931, fecha en la cual fue promulgado el Decreto Ley Nº 7119, que dispuso
Artículo 1.- Declárase por terminadas las facultades del Tribunal de Sanción en cuanto a la
investigación de los procesos, los que pasarán a vista Fiscal, cesando la intervención de los Jueces
Instructores.
Artículo 2.- En el improrrogable y definitivo plazo de treinta días, a partir de la fecha del
vencimiento señalado en el decreto-ley de 28 de octubre y que vencerá indefectiblemente el 31 de
mayo próximo, se expedirán los fallos pertinentes, de los que pasarán para su ejecución a la
jurisdicción común, de conformidad con los decretos leyes de 28 de octubre de 1930 y 28 de
febrero de 1931.
Artículo 3.- Las causas que no hubieren sido resueltas al vencimiento del plazo fijado en el
artículo anterior, se remitirán a la Segunda Sala de la Corte Suprema, para que ésta, según los
casos, los distribuya entre los jueces y Tribunales ordinarios.
Queda patente, pues, la intromisión de la Junta de Gobierno (vale decir del Poder
Ejecutivo) en la tramitación de los procesos seguidos en el fuero privativo del Tribunal de Sanción.
A los atropellos del gobierno dictatorial del oncenio, se respondió con los actos arbitrarios del
gobierno revolucionario. En otras palabras: la justicia estuvo distante en ambas etapas.
Por otra parte, dentro de la confusa legislación dictada por la Junta de Gobierno, aparece
el Decreto Ley Nº 6881, de 2 de octubre de 1930, que dejó en suspenso los efectos de las Leyes
Nos. 2442 y 5862, para que
La Junta de Gobiern
Teniendo en consideración:
Que la falsa alarma y el ataque a fuerza armada, son delitos previstos y penados por el
Código de Justicia Militar;
Que ellos son de naturaleza tal, que al ser cometidos por civiles, deben caer bajo la
jurisdicción privativa de guerra, toda vez que comprometen la estabilidad y disciplina del Instituto
Armado;
Que en igualdad de situación se encuentran los que comenten los delitos de rebelión,
sedición y motín;
Decreta:
Suspéndase los efectos del artículo 156 de la Constitución del Estado y de las Leyes
números 2442 y 5862, quedando en consecuencia en toda su fuerza y vigor, las disposiciones del
Código de Justicia Militar derogadas por la Constitución y Leyes citadas.
A fin de no entorpecer los procesos en ese fuero privativo - posiblemente porque algunas
personas vinculadas al régimen depuesto no eran habidos- la Junta de Gobierno expidió, el 2 de
octubre de 1930, el Decreto Ley Nº 6882 según el que
La Junta de Gobierno
Considerando:
Que los Consejos de Guerra, convocados por las Jefaturas de Zonas Militares y Naval, en los
casos de reo ausente, de conformidad con la segunda parte del articulo 594 del C. De J. M., distrae
inútilmente la atención de los Jefes y Oficiales del Ejército y la Armada, toda vez, que con arreglo a
la tercera parte de la misma disposición legal, si el reo presenta, debe reabrirse el procedimiento y
convocarse a otro Consejo de Guerra, para que expida nueva sentencia;
Decreta:
2. En los casos de instrucción con reo ausente, formulada la acusación fiscal, la autoridad
judicial respectiva renovara las ordenes de captura, publicándose edictos en los que se expresara
los delitos que la acusación Fiscal imputa al acusado, reservándose el proceso hasta que el reo sea
habido.
El gobierno militar, para impedir las protestas obreras, disolvió la Confederación General
de Trabajadores del Perú, mediante el Decreto Ley Nº 6926, de 12 de noviembre de 1930. Esa
norma fue derogada por la Ley Nº 10221, de 2 de agosto de 1945.
LA JUNTA DE GOBIERNO
Considerando:
Que declarado el estado de sitio en los departamentos de Lima y Junín, todos los que
atenten contra la seguridad del orden público y los intereses sociales, deben ser castigados en
forma ejemplarizadora;
Decreta:
1- Los que atenten contra la seguridad del orden público, ya sea por vías de hecho o
alentando la sublevación de palabra o por medio de publicaciones, serán considerados autores de
flagrante delito, como lo determina el artículo 636 del Código de Justicia Militar y juzgados por un
Consejo de Guerra especial, compuesto del siguiente personal:
Presidente: Coronel D. José Urdanivia Ginés.
Vocal: Capitán de Navío D. Ernesto Salaverry.
Vocal: Coronel D. José A. Vallejo.
Vocal: Coronel D. Juan E. O`C’onnor.
Vocal: Teniente Coronel D. Manuel E.Rodríguez.
Vocal: Teniente Coronel D. Teobaldo E. Vegas.
Vocal: Teniente Coronel D. Luis E. Vinatea.
Fiscal: Mayor D. Diógenes Romero.
Debiendo actuar como Auditor y Secretario Relator, los de la Zona Militar de la IIa. Región;
2- El Consejo de Guerra, denunciado que fuese el hecho por las autoridades políticas o
militares, procederá en forma sumaria oyendo las declaraciones verbales de los acusados y de los
testigos, de todo lo que sentará el acta respectiva, la misma que será firmada por los declarantes y
autorizada por los miembros del Consejo;
7- Las sentencias no son revisables ni apelables y se mandarán ejecutar por el Jefe del
referido Consejo, sin dilación alguna;
Los adversarios del régimen, en general, y los medios de comunicación, en especial, fueron
amenazados con ser sometidos al fuero privativo militar. El Consejo de Guerra, por simple
denuncia de las autoridades políticas o militares, con declaraciones comprometidas de falsos
testigos y con apenas una hora (60 minutos) para ejercer defensa, podían ser condenados. Y la
sentencia era irrecurrible. ¡La barbarie!
Pero la nueva dictadura no estaba satisfecha. Debía escarnecer, más aún, el derecho. Y, con
tal propósito, fue dictado el 28 de noviembre de 1930 por la Junta de Gobierno el Decreto Ley Nº
6948, por el cual
LA JUNTA DE GOBIERNO
Considerando:
Que las normas legales sobre jurisdicción son de orden público y rigen por lo mismo todos
los casos pendientes de la acción de la justicia;
Decreta:
Los procesos en curso ante la jurisdicción común sobre hechos comprendidos en esta
disposición, se proseguirán, en el estado en que se encuentren, por ante los Tribunales Militares
correspondientes.
La Junta de Gobierno avanzó más en el derrumbe del derecho. Prohibió los procesos civiles
contra los conscriptos y enrolados en el Ejército y el 11 de noviembre de 1930 dictó el Decreto Ley
Nº 6950, por el que
LA JUNTA DE GOBIERNO
Atendiendo:
A que viene observándose, con relativa frecuencia, que gentes inescrupulosas cometen
despojos clamorosos con los bienes de los ciudadanos llamados a prestar el Servicio Militar
Obligatorio, aprovechando de la imposibilidad en que se encuentran éstos, de velar por sus
intereses mientras dura su permanencia en las filas de los Institutos Armados:
Que se hace indispensable remediar en forma enérgica los abusos a que se hace
referencia, resguardando el derecho de propiedad de los conscriptos, voluntarios y enrolados,
sobre sus bienes, muebles o inmuebles, los que no deben sufrir menoscabo en lo más mínimo
mientras estén sirviendo a la Patria;
Decreta:
Artículo 4- La Junta de Gobierno asume todas las atribuciones propias de los Poderes
Ejecutivo y Legislativo.
Si la dictadura del oncenio fue acusada de corrupta, el ejercicio del poder por sus
inmediatos sucesores no fue diferente. Por esa razón la Junta de Gobierno dictó el 17 de marzo de
1931 el Decreto Ley Nº 7048, disponiendo que
1- Para la validez de los actos políticos o administrativos emanados de los jefes de los
movimientos militares ocurridos en el Norte y Sur de la República, será indispensable que en cada
caso, sean aprobados por la Junta de Gobierno o sus órganos competentes.
Artículo 2- Las representaciones a que se refiere el artículo anterior, serán las siguientes:
Considerando:
Que, como consecuencia de la revolución iniciada en Arequipa el 22 de agosto de 1930, se
organizó el régimen provisorio representado por la Junta de Gobierno, mientras el país volvía a la
normalidad y se pudieran constituir definitivamente los Poderes Públicos;
Que, producida esta situación es indispensable acatar las solicitaciones del sentir nacional,
que cristalizan el voto verdaderamente plebiscitario emitido en forma unánime por los pueblos de
la República;
Decreta:
Artículo 3- Las representaciones para la Asamblea Constituyente serán 136, en esta forma:
por el departamento de Amazonas, tres: por el de Ancash, ocho; por el de Apurímac, cinco; por el
de Arequipa, nueve; por el de Ayacucho, ocho; por el de Cajamarca, ocho; por la Provincia
Constitucional del Callao, tres; por el de Huancavelica, cuatro; por el de Huánuco, siete; por el de
Ica, cuatro; por el de Lima, once; por el de Loreto, cuatro; por el de Madre de Dios, tres; por el de
Piura, siete; por el de Puno, nueve; por el de San Martín, tres; por la Provincia litoral de Tumbes,
dos; por la de Moquegua, dos; y por el departamento de Tacna, tres.
Artículo 4- El 22 y 23 de marzo de 1931 a las doce del día, se instalaran las mesas
receptoras de sufragios a que se refiere el artículo 17 del decreto ley de 10 de noviembre de 1930.
Los votos para Presidente de la República y Representantes a Congreso se emitirán en un solo acto,
pero en cédulas separadas.
Artículo 5- Las juntas escrutadoras departamentales de que trata el artículo 24 del citado
decreto-ley, se instalaran el 8 de abril del año en curso; y el 8 de mayo de este año se reunirán los
asambleístas elegidos, a fin de instalar las juntas preparatorias de la Asamblea, de conformidad
con el articulo 31 del decreto-ley de 10 de noviembre de 1930.
El mismo día 26 de mayo de 1931, junto con la convocatoria a elecciones, el Decreto Ley
Nº 7161 derogó los Decretos-Leyes que declararon el estado de sitio en la República e impusieron
la ley marcial y la competencia del fuero privativo militar.
Sin embargo, dos días después, el 28 de mayo, el Decreto-Ley Nº 7166 estableció que toda
declaración de huelga producía automáticamente, la suspensión de las garantías constitucionales.
¡Elecciones sin garantías! Esta última disposición fue derogada por la Ley Nº 10221, promulgada el
2 de agosto de 1945.
Así la Ley Nº 7490, de 2 de marzo de 1932, declaró que la “Ley de Emergencia” no afectaba
el artículo 80 de la Constitución de 1920, según el cual
Los Senadores y Diputados son inviolables en el ejercicio de sus funciones y no pueden ser
acusados ni presos sin previa autorización de las Cámaras a que pertenezcan desde un mes antes
de abrirse las sesiones hasta un mes después de cerradas; excepto infraganti delito, en cuyo caso
serán puestos inmediatamente a disposición de su respectiva Cámara.
Sánchez Cerro fue ascendido por el Congreso a Coronel por Ley Nº 7502, de 29 de marzo
de 1932, dos años después de su ascenso a Teniente Coronel; y luego ascendido a General de
Brigada por la Ley Nº 7577, de 21 de agosto del mismo año 1932, o sea cuatro meses y 20 días
después. Un récord!
El nuevo régimen dictó la Ley Nº 7479, conocida como “Ley de Emergencia”, promulgada el
9 de enero de 1932, que fue modificada por sucesivas leyes.
La Ley Nº 7542, de 7 de julio de 1932, dispuso que las cortes marciales eran competentes
para procesar y sentenciar a los civiles.
Con referencia a tal ley, Basadre (ob. cit., tomo XIV, pág. 236-238) expresa que
Una corte marcial condenó a muerte a Agustín Haya de la Torre, al capitán Leoncio
Rodríguez Manflurt, a Augusto Silva Solís, a Federico Chávez Rázuri y a Manuel Barreto (ya
fallecido) y, además, a 44 reos presentes y a 53 ausentes. Las sentencias para los presentes fueron
cumplidas de inmediato. Recibieron pena de penitenciaría 19 reos presentes y 62 ausentes.
Además se produjeron en Chan-Chan numerosas ejecuciones no legalizadas. En relación con las
muertes entonces producidas, conviene distinguir entre las víctimas que hicieron la tropa y los
oficiales al tropezarse, en su avance casa por casa y calle por calle, con combatientes civiles o con
sospechosos de serlo y quienes cayeron después de que cesó la lucha. Afírmase que fueron
fusilados todos aquellos a quienes se encontró, en las manos o en los hombros, huellas de que
habían disparado.
Según relata Eduardo R. Lizárraga en un reportaje a Ignacio Brandariz, que entonces era
Ministro de Hacienda (documento publicado en La Industria de Trujillo el 1 de enero de 1968), ante
el despacho de este político se presentaron Adolfo Lainez Lozada y Demetrio Olavegoya a hablarle
sobre los fusilamientos nocturnos en Trujillo y agregaron, indignados, que se les había invitado a
presenciar ese espectáculo, o sea a ver “saltar corvinas”. Brandariz se dirigió donde Sánchez Cerro
para enterarlo de lo que ocurría. Sánchez Cerro saltó de su asiento exclamando: “¡Esto no es
justicia; esto es un crimen!”. “Acompáñeme al telégrafo”. “En el acto subimos a la oficina de Palacio
donde funcionaba el telégrafo oficial y dirigió la siguiente comunicación: “No fusilen ni a una
persona más. Del cumplimiento de esta orden me responden ustedes con sus vidas”. De estas
actitudes de templanza no hubo muestras públicas en el régimen sanchezcerrista. Por moción de
Octavio Alva, el Congreso Constituyente se solidarizó con el Poder Ejecutivo en su acción represora,
execró a los autores, cómplices y secuaces de la rebelión “apro-comunista” y expresó el homenaje
de su admiración a las víctimas y su aplauso a las fuerzas armadas.
La matanza de Trujillo es una de las páginas más abominables de la historia del Perú. No
hay en ella, pese a las muchas turbulencias que registra, ningún episodio que se le pueda
comparar. El ejército, a través de los años, la ha tomado como un agravio inferido a todos los que
visten el uniforme de la Patria.
En el Perú de 1932 hubo, por ambos bandos contendientes, un vasto derramar de sangre y
de encono que anticipa el de la guerra española de 1936 a 1939.
La política intentada de aniquilar al enemigo vencido no tuvo éxito. A los pocos meses de
los fusilamientos efectuados en Trujillo, surgió el pronunciamiento de Jiménez. Después de la
represión y de la persecución, el partido aprista volvió a la escena política, fortalecido, en 1934.
Basadre relata, además, la repercusión de los sucesos de julio de 1932 sobre la vida de
Trujillo; la sublevación de Huaraz; la rebelión de Huari; y el desafuero de los representantes Carlos
Doig y Lora, Reynaldo Saavedra Pinón y Ernesto Merino.
Vengo con las armas en la mano, en alto el estandarte de la Libertad, a restaurar los
principios humanos y jurídicos en cuya virtud los hombres reunidos en un territorio, se constituyen
en Nación.
Formé parte de un Gobierno que le dio al Perú la ley electoral más completa que debió
presidir la elección más pura que jamas hubiera tenido la República, si organismos electorales
autónomos pero inmorales y corrompidos no la hubiesen desvirtuado. Pero, fiel a mi juramento y a
mis convicciones y en la esperanza de que este pueblo, Sánchez Cerro ocupó la Presidencia de la
República. Los innumerables asesinados son los fiscales, la tremenda voz acusadora. Sus siluetas
atormentadas cubren el horizonte de la Patria. Estamos a punto de dejar de ser un pueblo.
En el campo de los negocios internacionales hemos sufrido rudo golpe, merced a una
desorbitada acción diplomática y al aprovechamiento indebido de nuestra falta de libertad.
Campeones de la paz en nuestro continente, con derecho a exigirla y conseguirla, estamos en
peligro de perder el que nos asiste, dejando que se vulneren los principios que lo sustentan. Nos
amenaza la guerra con todos sus horrores.
Vibrar por la Patria y defenderla es deber de la hora. Hay que conquistar la potestad y
dignidad de la Nación para obtener respeto y para que moralmente podamos invocar la justicia
que nos acompaña, el imperio de las normas reconocidas por el Derecho Internacional; conseguir
que no se cierren las puertas de los organismos creados para mantener la paz y que las naciones
hermanas, en la obligación de mediar, nos otorguen su imparcialidad. Sea el Perú uno en la acción
y uno en la idea, a fin de crear o revivir las fuerzas morales, legales y materiales que lo hagan
respetable y respetado.
Dos veces fui tentado y las dos veces supe resistir y con honestidad de ciudadano que ama
sus deberes, me retiré de la Casa de Gobierno y me fui a la mía, siguiendo así el ejemplo de los que
merecen llamarse servidores ejemplares de la República. No estoy aquí para apoderarme del
Gobierno. Estoy cumpliendo un cáustico papel de desinfectante. Estoy para sacar la podredumbre.
En el momento mismo en que caiga el régimen abominable que hoy se halla en Lima,
procederé con criterio peruano, sin sectarismo, sin afanes personales, sin ideologías,
preconcebidas y con respeto a todas las corrientes de la opinión, a constituir un Gobierno
Revolucionario que sepa cumplir con sus obligaciones y que no defraude a la Nación.
Las tropas de Jiménez marcharon hacia Trujillo. Se enfrentaron con las tropas gobiernistas
en Malabrigo y en Paiján, el 14 de marzo. Al comprobar que no tenía el apoyo civil y militar que se
le había prometido, Jiménez optó por el suicidio.
Una corte marcial impuso el 6 de abril de 1933 la pena de muerte a Luis Benjamín Gálvez
Tafur, secretario de Jiménez; al mayor Manuel Castillo Vásquez, a los capitanes Luis Tirado Vera y
Daniel Villafuerte Arguedas y al subteniente Héctor Sánchez Alavedra. La ejecución de todos ellos
se cumplió en Chan Chan.
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Por cuanto:
EL CONGRESO CONSTITUYENTE
Artículo 1.- La jurisdicción de guerra conocerá de los delitos y faltas cometidos por los
miembros de la Guardia Civil y Policía en actos del servicio. No se consideran comunes, para este
efecto, las infracciones punibles que sean consecuencia necesaria del ejercicio de la función
policial.
Artículo 2.- Los Tribunales comunes se inhibirán en el conocimiento de todos los procesos
iniciados contra miembros de la Guardia Civil y Policía con anterioridad a la presente ley, en los
que, conforme al articulo anterior, corresponde conocer a la jurisdicción de guerra a la cual los
remitirán en el estado en que se encuentren, siempre que no se haya dictado sentencia que cause
ejecutoria.
Artículo 3.- No sufrirán los encausados descuento alguno en sus haberes, por causa del
juzgamiento, mientras no se haya producido sentencia condenatoria; quedando derogado el
Capítulo XIV, del Título Segundo, de la segunda parte, del Código de Justicia Militar.
La referida Ley tenía contenido distinto al del Decreto Ley Nº 6881, el que, además, ya no
regía por cuanto estaba sujeto a la Constitución de 1920, que fue derogada por la Carta
promulgada el 9 de abril de 1933.
La jurisdicción de guerra sólo conocería, por virtud de la Ley Nº 8129, de los delitos y faltas
cometidos por los miembros de la Guardia Civil y Policía en actos de servicio. Para este efecto, se
derogó, además, el Capítulo XIV del Título Segundo, segunda parte, del Código de Justicia Militar
La persecución de los adversarios políticos ha sido constante en la historia del Perú. Para
ese efecto no sólo se usó de los Prefectos y Subprefectos, sino también de las autoridades militares
y policiales y, desde el Oncenio de Leguía, las dictaduras dispusieron de dinero negro y de brigadas
de “soplones”.
En ejercicio de la Presidencia de la República y dentro de la misma política represiva, el
general Benavides expidió el 3 de abril de 1937 la Ley Nº 8523, por la que establecía que los delitos
contra el patrimonio del Estado y las instituciones cometidos por funcionarios o empleados que los
sirven no pueden acogerse a los artículos 74 del Código de Procedimientos en materia criminal y
460 del Código de Justicia Militar, por lo que no procedía la libertad provisional de los procesados.
La Ley Nº 8505, de 19 de febrero de 1935, con las “Normas para la Defensa Social y
Seguridad Interior de la República”, dispuso que Artículo 1.- Cometen delito contra la tranquilidad
política y social de la República:
1.- Los que verbalmente, por escrito, y por cualquier otro medio, pretendan atemorizar a
las personas amenazándolas en sus vidas, su libertad o sus intereses, materiales o morales, o en la
vida, libertad o intereses materiales o morales de sus padres, esposa o hijos;
2.- Los que verbalmente, por escrito, o por cualquier otro medio, propaguen en el interior
o en el exterior de la República, informaciones falsas o tendenciosas, destinadas a alterar el orden
público, o a dañar el prestigio del país, de sus instituciones, de sus altos funcionarios o de la
Hacienda Nacional;
3.- Los que fomenten o propaguen, por cualquier medio, individualmente o como
miembros de asociaciones, instituciones, grupos o partidos políticos, doctrinas o propósitos que
tiendan a alterar o modificar violentamente el orden público o social de la República;
4.- Los que se asocien bajo doctrinas de carácter y tendencia internacional, sea cual fuere
la clase y términos de la asociación;
5.- Las personas, instituciones o partidos políticos que reciban subvención o mantengan
relaciones con personas, instituciones, partidos políticos o gobiernos extranjeros, con el fin de
propagar doctrinas de tendencia internacional, o alterar violentamente el orden político o social de
la República;
6.- Los que sin tener autoridad política, militar o policial, porten armas, sin permiso de la
autoridad competente;
7.- Los que importen, fabriquen, manden fabricar o importar, adquieran, distribuyan,
transporten o comercien armas de fuego, cortantes o contundentes, municiones, explosivos o
bombas, o sustancias para su fabricación, sin el permiso correspondiente;
8.- Los que intenten producir, produzcan, estimulen o mantengan huelgas con violacion de
las disposiciones legales que las rigen o con el propósito ostensible de producir la ruina de una
industria o actividad lícita, alterar el orden público o contribuir a su alteración;
9.- Los que intenten producir, produzcan, estimulen o mantengan una huelga en algún
servicio público, cuando exista estado de sitio declarado por el Gobierno;
10.- Los que públicamente ostente banderas, emblemas, signos o uniforme, que no hayan
sido autorizados por el Gobierno;
11.- Los que traten de persuadir o persuadan a las autoridades políticas, miembros de los
institutos y vigilancia, a faltar a la obediencia a sus superiores o a sus deberes en general;
12.- Los que sin permiso de autoridad competente y en grupo, efectúen manifestaciones
que alarmen al vecindario o alteren el orden publico;
13.- Los que a sabiendas, proporcionen, por cualquier título locales para la reunión de
personas, asociaciones, instituciones o partidos políticos que profesen o propaguen ideas o
doctrinas peligrosas y nocivas para el orden político y social de la República.
14.- Los que siendo funcionarios públicos llamados a cuidar el orden público y de la
estabilidad de las instituciones nacionales o a garantizar los derechos que la Constitución y las
leyes acuerdan, incurren en negligencia o descuido punible en el ejercicio de sus funciones;
15.- Los que individualmente o confabulados, conspiren contra el orden público o para
subvertir, variar o sustituir al Gobierno, o causar intimidación;
16.- Los que sin permiso de autoridad competente, hacen explotar bombardas, cohetones,
petardos o cualquiera otra materia explosiva, cuando se presume fundamente, que con dichas
denotaciones se pretende alarmar o dar señales para alterar el orden público, subvertir, variar o
sustituir al Gobierno o causar intimidación.
Artículo 15.- No procederá la detención previa contra los funcionarios públicos, los
miembros de los institutos armados, las fuerzas de policía y seguridad, el cuerpo de investigaciones
y el personal de su servicio secreto que para prevenir, dominar o impedir un atentado o delito de
los comprendidos en los artículos de la presente ley o para aprehender a sus autores y cómplices
que les opusieran resistencia, hicieran uso de sus armas. Solamente podrán ser privados de
libertad cuando se declare su responsabilidad criminal en la sentencia que ponga término al
correspondiente juicio, conforme a la Ley Nº 8377.
Artículo 16.- Las personas mencionadas en el artículo 15 que fueren víctimas de algunos de
los delitos comprendidos en esta ley o con motivo de su perpetración, tendrán derecho a recibir
del estado asistencia para su curación, en las mejores condiciones que permita la circunscripción
respectiva o la localidad, si no pudieran ser trasladada a otra. Durante todo el tiempo de su
impedimento recibirán su haber íntegro y una gratificación del cincuenta por ciento sobre el
mismo; y si hubieran sufrido daños materiales en sus intereses o propiedad, percibirán, después de
comprobarlos debidamente, una indemnización adecuada, siempre que no hubiera habido de su
parte negligencia notoria.
Artículo 18.- Si las personas mencionadas en los artículos anteriores sufrieran la muerte,
tendrán derecho sus esposas e hijos o las personas cuyo sustento dependía de las primeras, a una
pensión equivalente al íntegro del haber de que disfrutaban las víctimas, de conformidad con las
reglas del montepío militar en cuanto sean aplicables.
Artículo 1- Deróganse los Decretos Leyes Nº 6926, 6920, 7060 y 7166; las leyes Nºs. 7470
-denominada Ley de emergencia,- 7491, 7542 7546, 7709, 7720, 8505, 8528, 8842 y 8843; y el
artículo 360 del Código de Procedimientos penales, ley Nº 9024.
Artículo 2- Deróganse todas las disposiciones que se deriven de las leyes citadas.
Durante diez años, los civiles estuvieron sujetos, pues, a las Zonas de Policía.
Asimismo, la Ley Nº 8543, de 4 de junio de 1937, expedida por el aludido dictador, dispuso
que los autores y los cómplices del delito de pesca con explosivos y sustancias tóxicas quedaban
comprendidos en el artículo 460 del Código de Justicia Militar.
“Artículo 20.- Cuando se hubiese cometido un delito común y otro militar, independientes
entre sí, la jurisdicción ordinaria conocerá del primero y la militar del segundo, pudiendo ambas
instruir de inmediato, las primeras diligencias. Tendrá preferencia para seguir el procedimiento,
hasta su terminación la, jurisdicción que, en su caso, habría de imponer la pena más grave, la que
se aplicará considerando la otra infracción como circunstancia agravante”.
“El Jefe de Zona podrá nombrar dando cuenta al Consejo de Oficiales Generales y el
Ministerio respectivo, uno o varios sustitutos del Juez Instructor, siempre que las necesidades lo
requieran, designados entre los Tenientes Coroneles o Capitanes de Fragata en servicio dentro de
la Zona los que actuarán en los asuntos expresamente determinados en su nombramiento o en
todas las causas seguidas en el lugar de su residencia, cuando esta sea distinta de la sede de la
Jefatura de Zona”.
“Artículo 73.- Para los asuntos que conoce originariamente el Consejo de Oficiales
Generales, se formarán dos Salas: de Primera Instancia o de Guerra, compuesta por cinco Vocales,
dos del Ejército, uno de la Marina, uno de la Aeronáutica y uno de la Policía; y de Revisiones,
formada por los otros cinco Vocales más antiguos. El Vocal menos antiguo del Ejército será el
Instructor y no formará Sala”.
“Artículo 130.- Prestarán juramento ente el Jefe de Zona los Jueces Instructores, los Fiscales
y los Relatores Secretarios”.
“Cuando los desertores sean enrolados se les considerará para calcular la pena sólo el
término ordinario de duración del servicio militar obligatorio, o sean dos años, sin perjuicio del año
de recargo en el servicio que como enrolados les impone la ley”.
“Cuando el tiempo que le falte al desertor para cumplir su servicio militar obligatorio, más
una mitad, exceda de dos años, la pena máxima no podrá pasar, en ningún caso de ese término”.
“Si el desertor fuera enrolado servirá el año de recargo que la ley le impone después de
cumplida la pena correspondiente a la deserción.
“La reclusión militar que se imponga en sustitución del confinamiento en colonias militares
en los casos de delitos de deserción, no producirá la separación del servicio durante el tiempo de la
condena; debiendo los condenados ser empleados en trabajos de índole militar en los
establecimientos en que cumplan la pena”.
“Lo mismo se hará si el acusado ha cumplido la pena impuesta con la prisión preventiva
sufrida”.
“Artículo 728- Las resoluciones del Consejo se adoptarán por mayoría de votos;
requiriéndose cinco votos conformes, de toda conformidad, para formar resolución”.
Artículo 16- Queda modificado en el sentido indicado en el artículo 3 de esta ley, el artículo
28 del nuevo Código de Procedimientos en Materia Penal, promulgado por la ley Nº 9024.
Durante el período 1939-45 no sólo se mantuvo vigente la legislación represiva, sino que se
la perfeccionó a efecto de que no existiera oposición política. La justicia militar fue, para ese
propósito, instrumento idóneo. En ese lapso la persecución de los adversarios políticos estuvo,
además, fundada en el artículo 53 de la Constitución de 1933. Los civiles eran juzgados por cortes
marciales.
En 1939, en Trujillo, una corte marcial dispuso que sean fusilados los ciudadanos Tomás
Solano Bocanegra y Gregorio Zavaleta Díaz, supuestos autores del asesinato del Comandante
Remigio Morales Bermúdez, ocurrido el 20 de noviembre de 1939.
Roy Soto Rivera (“Víctor Raúl - El hombre del siglo XX”, Instituto Víctor Raúl Haya de la
Torre”, Lima, 2002, tomo I, pág. 354), explica que
El autor del libro mencionado manifiesta que el Comandante Morales Bermúdez gozaba de
la simpatía del pueblo trujillano, por su sencillez y carácter amistoso; y que el crimen se realizó en
un inmueble ubicado en la calle Junín, en horas de la noche. Asimismo, expresa que fueron
detenidas varias personas sospechosas de ser autores; y que el 25 de noviembre de 1939 se instaló
la Corte Marcial presidida por el Teniente Coronel Lorenzo Muñoz e integrada por los capitanes
Manuel Loayza, Manuel Wendorff, Fidel Herrera e Italo Arbulú, actuando como Fiscal el Teniente
Augusto Dávila.
De acuerdo a la información recogida por Soto Dávila
El padre de quien suscribe este fundamento de voto -Felipe Alva y Alva- fue abogado de
Tomás Solano Bocanegra y estuvo siempre convencido de la inocencia de éste. La Corte Marcial no
permitió actuar pruebas, entre ellas la de testigos, que podían acreditar que Solano estaba reunido
con algunos amigos el día y la hora en que se produjo el asesinato. Fueron suficientes siete días
para que se perpetrara el simulacro de proceso y se dispusiera el fusilamiento de dos modestos
trabajadores.
La Corte Marcial fue designada por el gobierno del general Óscar R. Benavides y, por lo
tanto, no tenía independencia ni autonomía para actuar.
8 de julio de 1943. Cuando ingresé a casa, a las 6 y 30 p. m., estaba mi esposa, mi hermana
Elena y Oscar Portal sentados en la mesa del comedor.
En sus semblantes se reflejaba pesadumbre. Era que la Corte Marcial había condenado a
mi hijo Armando a tres años de prisión.
Se me dice que la sesión fue breve. No fue un proceso judicial. Se llenó una fórmula
impuesta al grupo de policías que formaban eso que se titula Corte, para que ellos dieran
apariencia legal a una venganza de los que mandan.
El hecho es que un Villanueva figura desde hoy en los archivos judiciales de mi país, como
reo condenado y en prisión.
Mi hijo, fiel a su estirpe, va al presidio con la frente en alto, orgulloso de haber cumplido
con sus deberes de ciudadano, oponiéndose a que en el Perú siga imperando este sistema de
gobierno arbitrario e inmoral, que aplastando todas las libertades, sólo se ocupa de ejercer el
mando en provecho de un círculo.
El gobierno democrático del doctor José Luis Bustamante y Rivero, elegido en 1945,
confrontó los problemas que le crearon tanto sus adversarios, como sus aliados. Abortó el golpe de
Estado del 3 de octubre de 1948, pero logró su propósito el del 27 de ese mismo mes y año. Sin
embargo, es justo reconocer que se respetaron las libertades públicas y los derechos ciudadanos.
Las Leyes Nos. 10309 y 10310 garantizaron la libertad de expresión.
Considerando:
Que ha sido depuesto el Presidente de la República, doctor José Luis Bustamante y Rivero,
como consecuencia de la acción de los Institutos Armados iniciada en Arequipa el 27 del presente;
Constitúyase una Junta Militar de Gobierno que será presidida por el General de Brigada
Manuel A. Odría e integrada por(*)NOTA SPIJ los siguientes miembros:
Ministro de Fomento y Obras Públicas, Teniente Coronel don Alfonso Llosa G. P.;
Los usurpadores, por su natural ignorancia, no habían advertido que ese simple Decreto
requería adquirir la “formalidad” usual cuando hay golpes de Estado; y, para enderezar el error,
expidió el Decreto Ley Nº 10899, de 2 de noviembre de 1948, por el cual asume la Junta Militar las
atribuciones de los Poderes Legislativo y Ejecutivo. Es esa la razón por la cual el Decreto Ley Nº
10890 declaraba que “Por mandato constitucional, quedan fuera de la ley el Partido Comunista
Peruano y la Alianza Popular Revolucionaria Americana o Partido del Pueblo, no permitiéndoseles
el ejercicio de actividad política alguna”, lleva fecha primero de noviembre de 1948 (o sea un día
antes de constituirse la Junta Militar de Gobierno).
Semejante error cronológico tiene el Decreto Ley Nº 10891, de 31 de octubre de 1948, que
manda cortar “todos los juicios instaurados con motivo del movimiento revolucionario iniciado en
la ciudad de Juliaca en el mes de julio del presente año que encabezó el señor Teniente Coronel
don Alfonso Llosa G. P.” El referido Llosa G. P. firmó ese Decreto Ley (como también otros más),
como Ministro de Fomento y Obras Públicas de ese régimen usurpador.
El gobierno militar surgido del golpe del 27 de octubre de 1948, fue también proclive a la
persecución y el abuso. Con esa finalidad dispuso que los autores y cómplices (reales o supuestos),
civiles o no, de los delitos de rebelión, sedición o motín, fueran juzgados por Cortes Marciales, para
cuyo efecto expidió el 4 de noviembre de 1948 el Decreto Ley Nº 10893, conforme al que
LA JUNTA MILITAR DE GOBIERNO
Considerando:
Que es deber primordial del Gobierno que ha constituido asegurar el orden público y
defender las instituciones democráticas del país;
Que para ese objeto es necesario que los delitos que atentan contra tales fines sean
juzgados en término breve y reprimidos con severidad, de inmediato, de modo que la pena tenga
su mayor eficacia;
Decreto-Ley
Artículo 1 - Los autores y cómplices y los que de cualquier otra manera aparecieran
responsables de los delitos flagrantes de rebelión, sedición o motín, cometidos por militares o por
civiles, o por ambos juntos, previstos en la Sección Cuarta del Libro Segundo del Código de Justicia
Militar, y los cometidos contra la Seguridad y Tranquilidad Públicas indicados en la Sección
Séptima, Octava y Décima del Código Penal Común, serán juzgados sumariamente por Cortes
Marciales.
Artículo 2- Las Cortes Marciales serán designadas en cada caso por el Ministerio
correspondiente, dentro de las veinticuatro horas de realizado el hecho que deben juzgar.
Artículo 3- Las Cortes Marciales serán presididas por militar de clase o jerarquía igual o
mayor a la del enjuiciado más caracterizado, y se compondrá además de dos Oficiales Superiores y
dos subalternos.
Tratándose de civiles las Cortes Marciales se compondrán de tres Oficiales Superiores y dos
subalternos, y la presidirá entonces el de mayor jerarquía o el mas antiguo.
Artículo 4- Asesorarán a las Cortes Marciales los auditores Letrados del Ramo que las haya
convocado.
Artículo 5- Junto con la Corte Marcial se nombrará también un Juez Instructor, el que
actuará la instrucción en el plazo de tres días prorrogables a otros tres.
Artículo 7- La Corte Marcial resolverá según su criterio si acepta uno o más defensores que
nombren los acusados o si los designa ella misma.
Artículo 8- La Corte Marcial al castigar los delitos que juzgue, podrá imponer, en su caso,
aumentadas hasta su máximo, las penas que las leyes actuales señalan para tales delitos, o pasar a
las inmediatamente superiores según las circunstancias, pudiendo llegar a imponer la pena de
muerte.
Las disposiciones de ese Decreto Ley fueron aplicadas retroactivamente a los procesados
por el fallido golpe del 3 de octubre de 1948. Por supuesto, antes del proceso y dentro del proceso,
en tanto no existiera sentencia condenatoria, todos eran inocentes. Pero por encima de la
Constitución se procedió a allanar domicilios y a detener a los adversarios del régimen usurpador.
Entre los centenares de prisioneros estuvieron Ramiro Prialé, Alcides Spelucín Vega, Armando
Villanueva, Rómulo Lanatta y tantos más, quienes desde la Penitenciaría fueron llevados a El
Frontón y pocas semanas después a El Potao, distrito del Rímac.
El delito de rebelión estuvo tipificado en el Código Penal de 1924. Sin embargo, no fue
aplicado nunca. A los golpistas frustrados se les impuso las penas previstas en las leyes especiales
y, desde que hay Código de Justicia Militar, las previstas en éste. Los victoriosos llegaron a Palacio
de Gobierno.
Pretendiendo justificar el golpe del que fue principal protagonista, el general Manuel A.
Odría, en el mensaje al Congreso del 28 de julio de 1955, tuvo el desparpajo de afirmar que
La política interna del Perú, durante los años anteriores a 1948, particularmente después
de 1945, había sufrido graves contingencias, desarrollándose dentro de una línea tortuosa, sin
objetivos definidos buscando una solución mesiánica o providencial que resolviera los problemas
nacionales y sintiendo gravitar sobre los planes y decisiones del Gobierno la caótica influencia de
una agrupación demagógica y desorbitada. La revuelta que estalló en el Callao el 3 de octubre de
1948 sólo pudo ser debelada por la decisiva y patriótica actitud de los Institutos Armados, pero
demostró que la República se encontraba desquiciada y al borde del caos y que era inminente el
desquiciamiento de sus instituciones fundamentales. Esa gravísima crisis, sin duda alguna la más
grave afrontada por el Perú durante su vida republicana, fue controlada por el Movimiento
Restaurador de Arequipa, cuyo éxito fulminante se debió exclusivamente a que encarnaba un
anhelo de la ciudadanía sana y responsable del país. Como Jefe de esa verdadera Revolución me
impuse la trascendental obligación de devolver a la República en el más breve plazo la tranquilidad
y el orden, restaurando el imperio de la autoridad y la vida institucional del Estado, a fin de
garantizar a toda la ciudadanía el derecho a vivir, a trabajar y a ser libre.
Las “elecciones” del 2 de julio de 1950 constituyeron una burla al pueblo peruano. El
Jurado Nacional de Elecciones fue nombrado directa o indirectamente por el propio dictador
Odría. La legislación vigente en 1950 y los actos abusivos de la dictadura determinaron que no
hubiese candidato opositor a la Presidencia de la República. Salvo en dos Departamentos, tampoco
se permitió la inscripción de candidatos a Senadores y Diputados. Los Jurados Departamentales
fueron hechura del JNE, vale decir del propio Odría. No se permitió - también era inútil- la
presencia de personeros en las mesas de sufragio. Los resultados en dichas mesas, además, eran
revisados en los Jurados Electorales. El “carácter plebiscitario” de las elecciones políticas del 2 de
julio de 1950 es absolutamente mendaz. Con los Institutos Armados en los locales donde
funcionaban las mesas de sufragio, junto con las fuerzas policiales y los denominados “soplones”,
los ciudadanos electores estuvieron totalmente intimidados; pero tal estado anímico era
intrascendente, puesto que los resultados de la farsa electoral fueron conocidos anticipadamente.
Los medios de comunicación social fueron instrumentados por la dictadura de Odría. Los
editoriales de los principales diarios elogiaron el golpe. Silenciaron la persecución de los
adversarios políticos, cuando no la aplaudieron. Hubo, por supuesto, excepciones. Algún diario
publicó, por ejemplo, los pedidos de elecciones libres formuladas por ciudadanos demócratas el 20
de julio y el 6 de agosto de 1955. Decenas de periodistas sufrieron privación de su libertad.
Por cuanto:
Considerando:
Que esta situación debe remediarse en los procedimientos que exigen la mas pronta
sanción por la especial gravedad del delito juzgado;
Decreta:
Artículo único.- En los procedimientos judiciales militares por delito que merezca pena
mayor de dos años de prisión, dictado auto de formalización de juicio contra uno o varios
acusados, éstos deberán permanecer en prisión preventiva hasta tanto que se dicte la sentencia
que ponga fin al juzgamiento, revocándose la libertad provisional o incondicional de que hubieran
venido gozando.
El Decreto Ley 11049 tipificó los delitos contra la Seguridad y Tranquilidad Públicas
(Artículos 1 y 2), con penas de prisión y expatriación; los delitos contra la Organización y Paz
Interna de la República, con pena de prisión, expatriación y muerte (Artículos 3 y 4). Además, en
cuanto a la aplicación de las penas, se dispuso la competencia del fuero privativo militar y del
Código de Justicia Militar (Artículos 5 a 10); y se precisó los casos en que conocían los Prefectos,
Zonas Judiciales de Policía y las Cortes Marciales.
Es necesario que el texto de la “Ley de Seguridad Interior de la República” sea conocido
por los juristas y los ciudadanos que, a partir de este año 2006, deben participar en el manejo de
los destinos del Perú. He aquí el instrumento de persecución política vigente hasta hace apenas 50
años:
Por cuanto:
Considerando:
Que las disposiciones de las leyes penales comunes y privativas no contemplan las nuevas
formas de delincuencia político-social o no establecen sanción suficiente para reprimirla, ni dan al
procedimiento la celeridad necesaria para una pronta y eficaz punición;
Que el Decreto Ley Nº 10893, dictado para defender la paz social y la seguridad pública,
debe ser completado convenientemente de modo que comprenda todos los casos de delincuencia
político-social y su eficaz penalidad, así como el adecuado procedimiento al que deben ceñirse los
Jueces y Tribunales encargados de la investigación y del juzgamiento:
Decreta:
CAPÍTULO I
Artículo 1.- Cometen delito contra la Seguridad y Tranquilidad Públicas los que con fines
políticos o sociales:
a) Atemoricen verbalmente, por escrito o por cualquier otro medio, a las personas,
amenazándolas en su vida, su libertad o sus intereses materiales o morales o en la vida libertad o
intereses materiales o morales de sus padres, cónyugue o hijos;
b) Propaguen verbalmente, por escrito o por cualquier otro medio, en el interior o exterior
de la República, noticias o informaciones falsas o tendenciosas, destinadas a alterar el orden
público o a dañar el prestigio y crédito del país, de sus instituciones, de sus altos funcionarios o de
la Hacienda Nacional;
l) Los que, siendo funcionarios públicos llamados a cuidar del orden y de la estabilidad de
las instituciones nacionales, permitan por negligencia, alteraciones del orden público.
o) Hagan propaganda a favor de partidos políticos declarados fuera de la Ley y los que, por
este medio, injurien o difamen a la autoridad u ofendan la respetabilidad de las instituciones
públicas; y
Artículo 2.- Los culpables de las infracciones previstas en los incisos a) al m), inclusive del
artículo anterior, sufrirán, según la gravedad del delito, las penas de expatriación de uno a cinco
años, reclusión militar o prisión. A los culpables de los delitos previstos en los incisos n) al p) del
mismo artículo, se les aplicará la pena de multa de S/o. 1,000.00 a S/o. 10,000.00. En caso de
insolvencia del penado o de su negativa al pago de la multa le será sustituida por prisión de un mes
por cada S/o. 1,000.00 de multa o fracción de S/o. 1,000.00.
CAPÍTULO II
a) Los que atenten contra la vida del Jefe del Estado o sus Ministros o la vida de sus
esposas e hijos, con el fin de alterar el orden público, sustituir al Gobierno, o causar intimidación:
b) Los que, con idénticos fines, atenten contra la vida de los miembros de los Institutos
Armados, funcionarios públicos, miembros de las Fuerzas de Policía y Cuerpo de Investigaciones o
contra la vida de sus cónyuges e hijos;
c) Los que asalten en domicilio o en cualquier lugar publico o privado a una o varias
personas y causen, o pretendan causarles la muerte, lesiones graves o intimidación, con fines
políticos y sociales; y los que hagan uso en el mismo caso, de explosivos, armas o elementos de
destrucción;
d) Los que incurran en cuales quiera de las infracciones de rebelión sedición o motín,
previstos en los Títulos I al IV. Sección Cuarta del Libro Segundo del Código de Justicia Militar y
Titulo II. Sección Décima, del Código Penal, sean militares o civiles;
f) Los que incurran en cuales quiera de los delitos contra la libertad individual; violación de
domicilio, extorsión, usurpación, (*)NOTA SPIJ daños, usurpación de autoridad, violación y
resistencia a las autoridades, previstos en los artículos 222, 223, 230, 249, 257, 259, 320, 321 y 322
del Código Penal, cuando se perpetren con el fin u ocasión de subvertir, variar o sustituir al
Gobierno o causar intimidación; y,
g) Los que realicen cualquier acto terrorista en forma no prevista en las disposiciones
anteriores.
Artículo 4- Se impondrá pena de muerte a los autores de los delitos previstos en los incisos
a). b) y c) del artículo anterior. A los cabecillas de los delitos previstos en el inciso d) se les
impondrá la pena de muerte.
La pena será de penitenciaria o prisión para los que, sin ser cabecillas de la rebelión
sedición o motín hayan prestado voluntariamente y a sabiendas su cooperación. Se aplicaran las
mismas penas de penitenciaria o prisión a los culpables de los delitos previstos en los incisos e), f)
y g) del mismo artículo 3.
CAPÍTULO III
Artículo 5- La calidad de autor o cómplice de los delitos que comprende este Decreto-Ley
se determinara conforme a lo dispuesto en el Titulo II del Libro Segundo del Código de Justicia
Militar.
Artículo 6- La duración de las penas señaladas por este Decreto-Ley será determinada en la
sentencia, fijándola dentro de los limites establecidos para las mismas penas por el Código de
Justicia Militar.
Artículo 7- Los delitos que comprende este Decreto- Ley tendrán la misma pena ya se trate
de delito consumado o de delito frustrado, la que no estará sujeta a reducción o modificación
alguna por tener el acusado menos de 21 años pero más de 18. Si tuviere el acusado de 16 a 18
años, se descenderá a la pena inmediata inferior y se cumplirá la condena en secciones especiales
en los establecimientos penales.
Artículo 8- Los cómplices serán penados con la pena mínima que corresponde a los
autores. Cuando la pena para los autores sea la de internamiento o muerte, corresponderá a los
cómplices la de penitenciaría o internamiento, respectivamente.
Artículo 9- En la aplicación de las penas si por ser diversa la opinión de los vocales ninguna
alcanzare mayoría absoluta, se observara lo dispuesto en el articulo 687 del Código de Justicia
Militar, con la modificación que contiene el articulo 9 del Decreto-Ley Nº 10893
Artículo 10- Los Jueces y Tribunales encargados del juzgamiento de los delitos previstos en
la presente Ley declararan en la sentencia al mismo tiempo que la responsabilidad penal la
reparación civil correspondiente.
CAPÍTULO IV
Organismos Judiciales
Artículo 11- El conocimiento de las infracciones previstas en los incisos n), o), y p) del
artículo 1, corresponde a los Prefectos de la circunscripción territorial respectiva. El de las previstas
en los incisos a), a m) del mismo articulo y en los incisos e), f) y g), del articulo 3, a las Zonas
Judiciales de Policía y el de los incisos a), b), c) y d) del citado articulo 3 a las Cortes Marciales
creadas por el Decreto-Ley Nº 10893.
Artículo 13- La designación de los miembros de las Cortes Marciales se hará de modo que
entren en su composición miembros del Ejercito, Marina, Aviación y Policía.
Artículo 14- Los cargos de miembros de las Cortes Marciales son irrenunciables y no
procede contra ellos recusación.
Artículo 15- En los casos que lo exija el numero de enjuiciados al designarse la Corte
Marcial, se nombrar un Juez Instructor, por cada grupo de enjuiciados de cincuenta o fracción. La
Corte Marcial podrá limitar el número de los defensores que nombren los acusados, agrupándolos
convenientemente para los efectos de su defensa.
Artículo 16- La justificación especial de los Jueces y Tribunales creada por este Decreto-Ley
está expedita para el juzgamiento de los delitos conexos cometidos con ocasión de los previstos en
ella.
CAPÍTULO V
Procedimiento
Artículo 17- La tramitación de los juicios que conforme a este Decreto-Ley daban seguirse
ante las Zonas Judiciales de Policía, se llevará a cabo conforme a las disposiciones procesales
contenidas en el Libro Tercero del Código de Justicia Militar con las modificaciones que este mismo
Decreto-Ley contiene
Artículo 19- Formalizado el juicio la causa terminará en todo caso por sentencia dictada por
Consejo de Guerra, la que quedará ejecutoriada si con ella están de acuerdo el Jefe de Zona y su
Auditor, no admitiéndose contra la misma recurso alguno. Si hubiere disenso, la sentencia será
consultada al Consejo de Oficiales Generales. Contra la resolución de este Tribunal no procede
recurso alguno. Ninguna otra resolución será consultable ni apelable.
Artículo 20- Para los efectos de llevarse a cabo la audiencia, el Fiscal está obligado a
formular acusación, pudiendo retirarla en el curso del debate oral o a su termino. En este caso, el
Consejo de Guerra llevara a cabo siempre el juzgamiento dictando sentencia.
Artículo 21- En los juicios por delitos cuyo conocimiento corresponde a las Cortes
Marciales, el plazo para la instrucción será de 5 días, prorrogables por una sola vez por igual
término, si la complejidad de la investigación lo requiere. En estos procedimientos el termino para
la acusación fiscal es de 48 horas. Igual termino se concederá para el tramite de la defensa escrita,
cualquiera que sea el número de los defensores.
Artículo 22- En los procedimientos judiciales por delitos previstos en este Decreto-Ley no
procede la libertad provisional, ni la condena y liberación condicionales.
Artículo 23- Para el juzgamiento de los delitos cuyo conocimiento corresponde a los
Prefectos, se practicara una sumaria información por la autoridad policial por término no mayor de
3 días. El Prefecto citara al acusado y su defensor y, en un solo acto, actuara las pruebas y dictara
sentencia de la que procede recurso de apelación ante la Zona Judicial de Policía respectiva, la que
dictara resolución oyendo al Auditor.
CAPÍTULO VI
Disposiciones Generales.
Artículo 24- Para todo lo que no esté previsto en el presente Decreto-Ley respecto a la
aplicación judicial de la pena y procedimiento se observará lo dispuesto en el Código de Justicia
Militar.
Artículo 26- Prohíbese valerse del cine y la radio para fines de propaganda sectaria o
disociadora, así como servirse de carteles, anuncios, inscripciones, pinturas o dibujos, con iguales
fines.
Artículo 27- Todos los impresos, gráficos o instrumentos que se empleen en propaganda
sectaria o disociadora, serán confiscados y destruidos por la Autoridad Política o por las Aduanas,
Resguardos, Correos o Telégrafos.
Artículo 29- Los que internen en la República los impresos o gráficos a que se refiere el
presente Decreto- Ley sufrirán las penas correspondientes previstas en el articulo 2 del presente
Decreto-Ley.
Artículo 30- Cuando los responsables por delito que este Decreto-Ley castiga, sean
extranjeros nacionalizados, se les cancelará sin perjuicio de las penas que les correspondan, la
carta de naturalización y, cumplida la condena, serán expulsados del territorio nacional, como
extranjeros perniciosos.
CAPÍTULO VII
Disposiciones Transitorias
Artículo 31- Por los fines que persigue este Decreto- Ley y por la conveniencia de prevenir
la consumación de los delitos de que trata, queda facultado el Ministerio de Gobierno y policía
para adoptar las disposiciones preventivas que crean necesarias a fin de garantizar la tranquilidad
Política y social y la organización y paz interna de la República; no pudiendo intervenir la autoridad
judicial correspondiente, sino cuando los delincuentes hayan sido puestos a su disposición.
Artículo 32- Los que actualmente se encuentren detenidos por haberse comprobado sus
actividades delictuosas contrarias al orden social, serán puestos oportunamente a disposición de
los jueces a fin de que precisen su grado de peligrosidad y la necesidad de su reclusión.
Artículo 33- Deróganse las leyes y disposiciones en cuanto se opongan al presente Decreto-
Ley.
Dado en la casa de Gobierno, en Lima, el primer día del mes de julio de mil novecientos
cuarentinueve.
MANUEL A. ODRÍA.
Como regla general puede afirmarse que las doce Constituciones y los Estatutos
Provisionales consagraron la separación de poderes; pero, en realidad, los gobiernos usurpadores
dictaron normas infraconstitucionales que eran contradictorias y, como consecuencia, funcionaron,
en varios estadios de la República, cortes marciales, jueces penales privativos y autoridades
políticas que impusieron penas privativas de libertad, de expatriación y aun de muerte.
La finalidad del golpe de Estado de 27 de octubre de 1948 fue usurpar el poder, para
alcanzar prebendas ilícitas e inmorales. A las disposiciones “legales” para perseguir a los
adversarios políticos, se adicionó los preceptos contenidos en el “Estatuto Electoral” (Decreto :Ley
Nº 11172), dictado, supuestamente con el objeto de
Que la obra de paz social, ordenamiento económico y organización estatal que se impuso
la Junta Militar de Gobierno, como indispensable paso preliminar para convocar a los ciudadanos a
los comicios cívicos en que deben constituirse los Poderes Ejecutivo y Legislativo de la Nación, ya
se ha cumplido en su mayor parte, restituyendo el orden público y el pleno goce de sus derechos y
garantías a la ciudadanía;
Que los resultados de las elecciones deben ser la expresión fiel de la voluntad popular
libremente manifestada, para lo que es preciso la dación de un Estatuto Electoral que asegure la
independencia de los organismos electorales, la libertad de los electores y la pureza y verdad de
los procedimientos.
Artículo 7.- El Estado no reconoce la existencia legal a los partidos políticos de organización
internacional o de tendencia totalitaria. Los que pertenecen a ellos no pueden desempeñar
ninguna función pública.
Artículo 96.- Están incursos en la prohibición indicada en el artículo anterior, los partidos y
los candidatos que por declaración legal o gubernamental se hallan comprendidos entre los que
confunden su ideología con la de los partidos de organización internacional o de carácter
totalitario; y los que utilicen a éstos como aliados políticos con fines electorales.
Artículo 98.- La prohibición del artículo anterior rige para los ciudadanos que aún no
estando afiliados a partidos declarados fuera de la ley, sin embargo realizaren comprobadamente
actividades o proselitismo político vinculado o favorable a esos partidos. El Jurado Nacional de
Elecciones calificará, en cada caso, esta incapacidad, a mérito de las pruebas que se aporten.
Además, como en otras etapas de nuestra historia, el gobierno dictatorial de Odría, para
intimidar a la población, modificó los artículos 151, 152, 154, 289 y 290 del Código Penal de 1924,
vigente entonces, en el sentido de sancionar con la pena de muerte los delitos a que se refieren
dichos artículos, para cuyo efecto expidió el 25 de marzo de 1949 el Decreto Ley Nº 10976, según
el cual
Considerando:
Que el actual Código Penal, vigente desde 1924, sólo señala para los más graves delitos y
crímenes, la pena máxima de internamiento;
Que la Constitución vigente, dada nueve años después, prescribe en su artículo 54, la pena
de muerte para los delitos de homicidio calificado y traición a la Patria;
Que es necesario que la ley penal, expedida con anterioridad a nuestra Carta Fundamental,
ajuste sus disposiciones a la Constitución del Estado dada con posterioridad;
Que el motivo que se tuvo para omitir la pena capital en nuestro Código, de que la
voluntad popular la rechaza, ha sido desvirtuado con posterioridad, ya que la Asamblea
Constituyente de 1933, depositaria y traductora de esa misma voluntad popular y de la soberanía
nacional, dispuso la vigencia de dicha pena;
Que, la lenidad con que la ley penal actual sanciona los más abominables crímenes,
encuentra por el contrario el rechazo indignado de la conciencia pública, que ve en ella una forma
de impunidad;
Que mientras se procede a una reforma integral de nuestra legislación penal que la adecúe
eficazmente y en su totalidad a la realidad y a las necesidades nacionales, es necesario adoptar de
inmediato las urgentes medidas que la opinión pública reclama;
Decreta:
Modifícase los artículos 151, 152, 154, 289 y 290 del Código Penal, en los siguientes
términos;
Artículo 154.-Los delitos de homicidio definidos en el artículo 151, no serán reprimidos con
la pena de muerte sino con la de penitenciaria, no menor de diez años, cuando se hubieren
perpetrado en la situación expresada en el artículo anterior (153).
Artículo 290.-El peruano que en una guerra tomara armas contra la República o se alistare
en un ejército enemigo, o prestare al enemigo cualquier socorro o ayuda, será reprimido con la
pena de muerte.
La pena señalada en este Decreto-Ley se cumplirá por los Tribunales y Juzgados que le
impongan, aplicándose en lo que fuera posible, las pautas señaladas en los artículos 754 y
siguientes del Código de Justicia Militar, debiéndose efectuar la ejecución material de la misma por
el personal que en cada caso proporcione el Ministerio de Gobierno y Policía.
- Los artículos 7, 95, 96, 97, 98 y 99 del Estatuto Electoral (Ley Nº 11172)
- El Decreto Supremo de 4 de octubre de 1948, que declaró que el Partido Aprista se había
puesto al margen de la ley. - El Decreto Ley Nº 10890, que modificó y amplió el referido Decreto
Supremo
La misma Ley Nº 12654 dispuso poner en libertad inmediata a todos los ciudadanos
arbitrariamente detenidos por el régimen dictatorial de Manuel A. Odría, dejándose sin efecto
toda orden de detención.
La Ley Nº 12654, finalmente, concedió amnistía e indulto político y dispuso el corte de
todos los procesos seguidos contra todos los civiles y militares, procesados o condenados, por
cortes marciales, fueros privativos, consejos de guerra de cualesquier clase, militares, navales, de
aeronáutica y de policía y de tribunales ordinarios por causas político sociales.
En el interregno de julio de 1962 a julio de 1963, el Perú fue gobernado de facto por los
generales Pérez Godoy y Lindley. En tal periodo se dictó el Decreto Ley Nº 14207, que creó el
Registro Electoral del Perú, y el Decreto Ley Nº 14250, que creó el nuevo Estatuto Electoral.
Artículo 1.- Constituyen actos de traición a la Patria y servicio a las armas de potencia
extranjera, los delitos previstos en los artículos 289, 290, 291, 292, 293, 294, 295, 302, 305, 307,
310, 311 y 312 del Código Penal y 78, 80, 81, 85, 88, 90, 91, 140, 141, 142 y 142 del Código de
Justicia Militar, cuando ellos se someten por peruanos para alterar por la violencia o por medio de
guerrillas el orden constitucional, político y democrático de la República, para imponer el sistema
totalitario comunista. Las penas serán la de declaración en sentencia de pérdida de la nacionalidad
y la de prisión o penitenciaría no menor de cinco años, internamiento o muerte. La pena de
muerte se aplicará, especialmente, en los casos en que los autores hayan realizado actos
delictuosos, en concierto con potencias comunistas extranjeras, o con sus agentes o
intermediarios, sean éstos nacionales o extranjeros, o recibiendo o utilizando caudales, equipos,
armas, bastimentos, municiones, explosivos y, en general, toda clase de armamentos de esas
potencias comunistas o sus agentes o intermediarios o utilizando adiestramiento en el arte de la
guerra no convencional o sistemas de guerrillas, adquiridos en territorios de potencias extranjeras
comunistas. No regirá para estos casos lo dispuesto en el artículo 148 del Código Penal.
Artículo 2.- Incurren en delito de traición a la Patria y en actos de servicio a las armas de
potencia extranjera, sin que para ellos rija, en sus casos, el artículo 148 del Código Penal, los
peruanos que para proporcionar recursos a las guerrillas, cometen los delitos de asalto a los
bancos, comercios, industria y, en general, delitos contra la vida y el patrimonio. Las penas serán
de prisión o penitenciaría no menor de diez años, la de internamiento o muerte. Los extranjeros
que intervengan en la comisión de estos delitos y de los señalados en el Artículo 1, como
instigadores, autores, coautores o cómplices serán condenados a la pena de muerte.
Artículo 3.- Para estos delitos no procede el beneficio de liberación condicional.
Artículo 4.- Los delitos a que se refiere esta ley, serán juzgados y sentenciados por el
Consejo de Guerra, conforme a las normas del Código de Justicia Militar para los casos de guerra
nacional.
La referida ley fue suscrita por los Presidentes del Senado David Aguilar Cornejo y de la
Cámara de Diputados Enrique Rivero Vélez y promulgada por el Presidente de la República
Fernando Belaúnde Terry, con el refrendo de los ministros Humberto Luna Ferreccio, Florencio
Texeira Vela, Carlos Fernández Sessarego, Carlos Granthon Cardoma y Octavio Mongrut Muñoz.
Respecto de la Ley Nº 15590 hay que hacer cinco comentarios: 1) en situación de crisis
nacional, los partidos políticos deponen diferencias; 2) el Presidente Belaúnde Terry afrontó con
decisión la insurgencia de las guerrillas; 3) las guerrillas fueron derrotas por acción conjunta de la
Fuerza Armada y de la Policía Nacional; 4) se estableció la pena de muerte para los agentes de los
delitos tipificados en esta ley; y 5) se habilitó el fuero privativo militar para que, conforme al
Código de Justicia Militar, juzgara y sentenciara a los autores de dichos delitos.
Es menester señalar que el artículo 54 de la Constitución de 1933, vigente en ese tiempo,
establecía que
De manera que la Ley Nº 15590, sin menoscabo de las convicciones personales, estaba
encuadrada dentro de la Constitución. Además, la aludida Carta no excluía a los civiles de la
competencia del fuero privativo militar
El fuero militar -y también el ordinario- fueron manipulados por esa dictadura. Cuando en
julio de 1974 el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada incautó los medios de comunicación
social, la protesta cívica no se hizo esperar. Como consecuencia, muchos ciudadanos sufrieron
privación de libertad y procesamiento sine die ante jueces militares. Entre los procesados
estuvieron el filósofo y maestro universitario Luis Felipe Alarco Larrabure y Ricardo Monteagudo
Monteagudo; y Felipe, Jaime, Róger y Miguel Alva Orlandini.
Depuesto Velasco Alvarado, el régimen militar advirtió que en los diversos pueblos del Perú
podía transformarse el repudio en rebeldía violenta y, actuando sensatamente, inició el progresivo
retorno al sistema democrático de gobierno.
Que uno de los objetivos que establece el Estatuto del Gobierno Revolucionario de la
Fuerza Armada es promover la unión, concordia e integración de los peruanos;
Que algunos ciudadanos han sido privados de la nacionalidad, otros condenados a penas
privativas de la libertad y otros sometidos a procesos judiciales, por implicancias políticas;
Que es conveniente superar tal situación, en los casos en que no ha mediado violencia ni
se ha hecho uso de armas, dando plena vigencia a los postulados de la Revolución Peruana;
Que con las medidas que viene dictando el Gobierno Revolucionario, propicia un clima de
amplia libertad para que todos los peruanos se conduzcan de acuerdo con sus propias
convicciones, pero dentro del respeto a la ley, a la vez que demuestra la solidez que le garantiza
actuar firmemente en defensa de los logros de la Revolución;
Que habiéndose terminado la primera evaluación, que incluye a parte de los ciudadanos
considerados en las situaciones anteriormente mencionadas y siendo necesario materializar los
hechos de justicia y libertad indicados, sin esperar la evaluación completa de los casos existentes;
Artículo 1.- Córtase la secuela de los juicios por los delitos de Ultraje a la Nación y a sus
símbolos representativos así como a los Institutos Armados y Fuerzas Policiales, que prevé y
sanciona el Código de Justicia Militar.
Artículo 3.- Córtase los procesos judiciales por delitos en agravio del Estado, seguidas
contra las personas siguientes:
Carlos Urrutia Boloña
Luis García Céspedes
Francisco Igartua Rovira
Andrés Luna Vargas
Manuel Pérez Puyen
Edmundo Murrugarra Aguirre
Julio Vargas Prada
Miguel Angel Cusianovich Valderrama
Julio Rodríguez Velásquez
Jorge Roberto Dolorier Méndez
Alberto Urquiaga Rodríguez
Luciano Cáceres Cortez
Francisco Rosado Oviedo
Alfonso Rojas Aguilar
Emiliano Chávez Marlo
Santos Vigo Azañero
Juan Huamán Luna
Manuel Polanco
Andrés Suárez Salinas
Ernesto Ulises León Montalvo
Santos Silva Sernaqué
Perico Colchado Chinchay
William Jorge Rojas Díaz
Guillermo Peña Salcedo
Jorge Lozano Sopla
Alberto Jesús Luna F.
Jorge del Solar Scabarrosi
Marcial Altamirano Cabada
Juan Vásquez Soto
Armando Janampa Galarza
José Zapata Paredes
Abel Bustos Chávez
Víctor Tirado Tirado
En cada aniversario del golpe del 3 de octubre de 1968, el régimen militar expedía sendos
Decretos Leyes concediendo indultos a sentenciados por delitos comunes, con el argumento de
que habían observado buena conducta en los centros carcelarios.
Artículo 1.- Concédese indulto especial a los siguientes sentenciados por delito contra la
libertad de prensa:
Artículo 2.- El Ministerio del Interior queda encargado del cumplimiento del presente
Decreto-Ley.
Debo destacar el hecho de que Miguel Angel Cussianovich Valderrama debió asilarse en la
Embajada de Costa Rica, el 9 de marzo de 1972, por haber suscrito una aclaración al Ministro de
Energía y Minas, publicada en el diario “Ultima Hora”, en que manifestaba que eran falsas las
declaraciones de ese funcionario acerca de la supuesta concesión de un millón de hectáreas a la
Internacional Petroleum Company para exploración de hidrocarburos en la selva. Como a muchos
otros ciudadanos, se siguió un juicio penal contra Cussianovich, en ausencia, sin el debido proceso;
y jueces sumisos dictaron sentencia condenatoria.
CONSIDERANDO:
Que el país requiere de la armonía y concordia entre todos los peruanos, tanto para
superar la situación económica como para participar activamente en el seguimiento de la
elaboración de nuestra nueva Carta Constitucional, y en el quehacer político con ocasión de la
transferencia del gobierno a la civilidad, siendo uno de los medios para alcanzar tal fin, disponer de
la amnistía general en el país por razón de actos político-sociales;
Artículo 1.- Concédese amnistía e indulto general a todos los ciudadanos y militares
sentenciados o procesados por los tribunales ordinarios y fuero privativo militar, por actos políticos
o sociales, restituyéndoseles los derechos que hubiesen perdido.
Artículo 3.- Los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior quedan encargados de
dictar las disposiciones pertinentes para que las personas que estuvieran exiladas por motivos
políticos o sociales puedan regresar al país.
Artículo 101.- Cometen delito de ultraje contra los Institutos Armados y Policiales, sus
Organismos Conjuntos, sus Comandos o sus representantes, quienes de cualquier manera o por
cualquier medio los ofendan o los injurien públicamente.
Artículo 103.- Los delitos previstos en este Título serán perseguidos en el Fuero Penal
Militar sea el infractor militar o civil, no procediendo en ningún caso libertad provisional, condena
condicional, ni liberación condicional.
Artículo 332, inc. 2.- Por delito de espionaje infidencia y los cometidos contra el Derecho
de Gentes.
Artículo 757.- Los Oficiales de la Fuerza Armada y Fuerzas Policiales, en cualquier situación
militar o policial, que incurran en acción u omisión trascendente y grave, así como pública y
notoria, que lesionen la integridad y la lealtad debida a su propio Instituto o a su Comando, a otro
Instituto o a Organismos Militares y Policiales Conjuntos, o que exhorten en contra de su Instituto
u otro Instituto, o que en su doble condición de hombre y de soldado falten a los dictados del
honor y de la hidalguía, serán sometidos a una Corte de Honor. La intervención de la Corte de
Honor no modifica ni limita en ningún caso, las atribuciones del Comando y de los Consejos de
Investigación, para apreciar y sancionar, de acuerdo con la ley y los reglamentos, la falta en que
incurra el Oficial en situación de Actividad.
Los actos u omisiones a que se refiere este artículo deberán existir en el momento de la
denuncia.
Artículo 759, inc. 7.- La resolución que declare responsable al denunciado, impondrá la
sanción de expulsión del Instituto al que pertenece, la misma que conlleva la pérdida del grado o
jerarquía, y, consecuentemente, de los honores, tratamientos y preeminencias correspondientes,
la prohibición de usar uniforme, divisas, medallas, condecoraciones y goces, con la sola excepción
del que le corresponda de acuerdo con el Decreto Ley 19846, sin derecho a renovación,
cancelándose además su inscripción en el Escalafón respectivo.
Por virtud de lo dispuesto en el Decreto Ley Nº 22339 tanto civiles como militares estaban
sujetos a las disposiciones del Código de Justicia Militar. Cuando se expide esa norma, el gobierno
de facto había incorporado a dos civiles en las carteras de Relaciones Exteriores y de Economía y
Finanzas. Cualquier crítica política era estimada como ultraje a los Institutos Armados. En otras
palabras: no existió debate libre de los asuntos públicos. La “espada de Damocles” pendía sobre la
cabeza de los adversarios. Además, no era posible el acceso a los medios de comunicación
cautivos.
Que es conveniente, por tanto, convocar a lecciones para conformar una Asamblea
Constituyente encargada de la dación de la nueva Carta Política;
Artículo 1.- Convócase a elecciones para representantes a una Asamblea Constituyente, las
que se realizarán el 4 de junio de 1978.
La Ley Nº 23215, de 28 de julio de 1980, fue la primera norma liberadora del régimen
democrático que, en ese Día de la Patria, devolvió sus derechos fundamentales a los ciudadanos
peruanos procesados y/o sentenciados por el régimen usurpador, mediante la justicia militar. Esa
ley, dispuso que
Artículo 2.- Están comprendidos dentro de los alcances del artículo anterior, quienes se
encuentren denunciados, encausados o condenados en los casos siguientes:
d) Por hechos o delitos acontecidos con ocasión de las campañas electorales de 1978 y
1980, salvo los delitos contra la fe pública. Por hechos que tengan la misma naturaleza que los
anteriormente mencionados.
Artículo 3.- Los beneficiarios con la amnistía contenidos en los artículos precedentes serán
restituidos en los derechos y bienes de los que hubiesen sido privados en virtud de los hechos o
delitos amnistiados, los precedentes policiales, penales o judiciales que pudieran existir contra los
amnistiados por esta ley, así como a dejar sin efecto cualquier medida restrictiva de la libertad que
pudiera afectarlos. Procederán igualmente a excarcelar a los amnistiados que pudiesen estar aún
sufriendo detención, arresto o prisión.
Están incluidos en el presente artículo los amnistiados por las leyes 10220 y 12654,
ampliando sus alcances a quienes fueron destituidos de sus puestos por razones políticas.
Artículo 4.- Los hechos o delitos materia de la presente amnistía, como los sobreseimientos
definitivos y las absoluciones, no son susceptibles de investigación, pesquisa, sumario, reparos
administrativos ni de sanción en ninguna otra vía. Quedan sin efecto los expedientes en trámite
reñidos con este artículo, así se encuentren en ejecución.
La pena de muerte sólo puede aplicarse por el delito de traición a la Patria en caso de
guerra y terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de que el Perú es parte obligada.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, realizada en San José, Costa Rica, del
7 al 22 de noviembre de 1969, declara que
2. En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los
delitos más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de
conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito.
Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente.
4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos ni conexos con
los políticos.
5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el momento de la comisión del
delito, tuvieren menos de 18 años de edad o más de setenta, ni se les aplicará a las mujeres en
estado de gravidez.
Artículo 1.- Quienes empleen explosivos o bombas con la finalidad de intimidar, alarmar o
alterar la paz interna o el orden público, serán sancionados con penitenciaría no menos de quince
años, ni mayor de veinte.
Artículo 2.- Quienes a sabiendas pongan en peligro la salud o la vida de las personas o la
propiedad de otro empleando explosivos o bombas, serán sancionados con penitenciaría no
menor de quince años ni mayor de veinticinco.
Artículo 3.- Quienes mediante el empleo de explosivos o bombas causen muerte, lesiones,
daños o destrucciones graves, serán sancionados con pena de muerte en el primer caso, con
internamiento más allá de un mínimun de veinticinco años en el segundo y con penitenciaría no
menor de veinte años ni mayor de veinticinco en los demás casos.
Artículo 4.- En cada caso el tribunal juzgador tendrá en cuenta para fijar la pena, la
condición de autores personales o intelectuales, coautores, cómplices o encubridores.
Además, tratándose de extranjeros, una vez cumplida la pena privativa de la libertad, serán
extrañados del país; y, si hubieran adquirido la nacionalidad peruana por naturalización, serán
privados de ella previo a su extrañamiento.
Artículo 5.- Las penas privativas de la libertad serán cumplidas en la Colonia Penal del Sepa.
Artículo 6.- En los casos a que se refiere el presente Decreto Ley, no procede la libertad
provisional, la condena condicional, ni la liberación condicional.
Artículo 7.- Los Consejos de Guerra Permanentes de las Zonas Judiciales de Policía son
competentes para el juzgamiento, de conformidad con las normas procesales del Código de Justicia
Militar.
Artículo 8.- Déjase en suspenso las normas de los Códigos Penal y de Justicia Militar, así
como las de las leyes pertinentes, en cuanto se opongan al presente Decreto Ley.
Los Consejos de Guerra Permanentes de las Zonas Judiciales de Policía quedaron, pues,
habilitados por el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada para, sin recurrir a ningún código,
sino a su leal saber y entender, aplicar las penas privativas de libertad y de muerte a los adversarios
políticos de esa dictadura.
No debe llamar la atención, por lo tanto, que el Jurado Nacional de Elecciones, también al
margen de todo código y sin intervención del Poder Judicial, disponga la muerte civil de un
ciudadano, cuyo nombre ordenó fuera eliminado del Registro Nacional de Identificación y Estado
Civil (RENIEC), este año 2006. Empero, tal muerte civil -a pesar de que el agraviado no es Lázaro- ha
sido ya superada.
Artículo 5.- El Presidente de la República, con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros
por mayoría absoluta de sus miembros ejercerá las funciones que corresponden al Poder
Legislativo, a través de Decretos Leyes.
Artículo 7.- El presente Decreto Ley de Bases entrará en vigencia a partir del día de su
publicación.
Artículo 8.- Déjese en suspenso los artículos de la Constitución Política y las normas legales
que se opongan al presente Decreto Ley.
El Decreto Ley Nº 25418, además de Alberto Fujimori Fujimori, está suscrito por Óscar de
la Puente Raygada, Fernando Vega Santa Gadea, Augusto Blacker Millar, Jaime Sobero Taira,
Alfredo Ross Antezana, Víctor Joy Way Rojas, Víctor Malca Villanueva, Jaime Yoshiyama Tanaka,
Juan Briones Dávila, Carlos Boloña Behr, Absalón Vásquez Villanueva y Víctor Paredes Guerra.
El artículo 346 del Código Penal de 1991 tipifica el delito de rebelión y establece que El que
se alza en armas para variar la forma de gobierno, deponer al gobierno legalmente constituido o
suprimir o modificar el régimen constitucional, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de diez ni mayor de veinte años y expatriación.
El que realiza por sí o por medio de otro el hecho punible y los que lo cometan
conjuntamente serán reprimidos con la pena establecida para esta infracción.
La acción penal prescribe en un tiempo igual al máximo de la pena fijada por la ley para el
delito, si es privativa de libertad.
En caso de concurso real de delitos, las acciones prescriben cuando haya transcurrido un
plazo igual al máximo correspondiente al delito más grave. La prescripción no será mayor a veinte
años. Tratándose de delitos sancionados con pena de cadena perpetua se extingue la acción penal
a los treinta años. En los delitos que merezcan otras penas, la acción penal prescribe a los tres
años.
Por Ley Nº 26360, de 29 de setiembre de 1994, se adicionó a dicho artículo el párrafo que
señala que
En cuanto a la prescripción, el último párrafo del artículo 83 del Código Penal declara que
Sin embargo, la acción penal prescribe, en todo caso, cuando el tiempo transcurrido
sobrepasa en una mitad al plazo ordinario de prescripción.
Considerando la gravedad de los hechos acaecidos el 5 de abril de 1992 y que siendo la
pena privativa de libertad de hasta veinte años y de expatriación de hasta diez años, resulta
evidente que no ha prescrito la acción penal. Es por tal razón que el Tribunal Constitucional, en la
sentencia de 21 de enero de 2003 (Exp. Nº 0014-2002- AI/TC, Fund. 52), expresó que
- Cesar a los miembros del Tribunal de Garantías Constitucionales, por Decreto Ley Nº
25422
- Cesar a trece Vocales de la Corte Suprema de Justicia, por Decreto Ley Nº 25424
- Cesar a los integrantes de los Gobiernos Regionales, por Decreto Ley Nº 25432
- Establecer la nueva integración de la Corte Suprema, por Decretos Leyes Nos. 25441,
25445 y 25474
- Tipificar incorrectamente los delitos de terrorismo, traición a la patria y apología, por los
Decretos Leyes Nos. 25475, 25659, 25708 y 25744; y disponer la intervención del fuero privativo
militar y de los jueces sin rostro.
Los miembros de las Fuerzas Armadas sometidos al Fuero Privativo Militar cumplieran sus
detenciones o condenas en Establecimientos Penales Militares o en los Establecimientos Penales
Comunes, a criterio del Órgano Jurisdiccional Militar.
El Decreto Legislativo Nº 752 establece claramente que los militares en situación de retiro
no pueden ni deben ser objeto de ningún proceso judicial en el Fuero Privativo Militar, en razón de
que son ciudadanos en ejercicio y gozan plenamente de los derechos que les reconoce a todos los
ciudadanos la Constitución y las leyes de la República. Entonces, no hay ninguna justificación para
que el General (r) Robles Espinoza haya sido procesado en el fuero militar y, menos aún, para que
haya recibido tratos vejatorios y humillantes en el momento en que fue aprehendido por
miembros subalternos del Servicio de Inteligencia del Ejército. Si hay algún acto vejatorio contra las
Fuerzas Armadas, es precisamente lo que ocurrió hace dos días en agravio de un distinguido militar
en situación de retiro.
El Fuero Privativo Militar no solamente está atentando contra la libertad personal del
General (r) Robles Espinoza, sino que también ha tenido el atrevimiento de hacer una declaración
pública en contra del Defensor del Pueblo, quien mediante un comunicado, ejerciendo las
atribuciones que están previstas en las Carta Política y en la Ley Orgánica de la Defensoría del
Pueblo, salió en defensa de los derechos humanos que están siendo pisoteados mediante actos de
agresión que perpetra el Consejo Supremo de Justicia Militar.
Es más, el Fuero Privativo Militar ha ido más lejos, ya que hasta ha suspendido durante
noventa días al abogado Heriberto Benites, quien era el defensor del General (r) Robles Espinoza.
Señor, si dentro del proceso judicial un abogado tiene expresiones que no se compadecen con el
debate jurídico, puede ser reprendido, apercibido o incluso hasta suspendido de acuerdo a la
naturaleza de los hechos, pero el Fuero Privativo Militar no puede sancionar a un abogado que ha
tenido expresiones de crítica contra una resolución judicial amparándose en la libertad de
expresión que establece el artículo 2, inciso 4), de la Constitución. Además, el artículo 132, inciso
20), de la propia Carta Política, permite a los ciudadanos y, por supuesto, a los abogados, a hacer
críticas de las resoluciones y sentencias judiciales.
Tengo el convencimiento de que en estos treinta días en que estuve ausente del Congreso,
señor, la mayoría no ha cambiado, ya que se apresta, con su voto en contra, a rechazar la admisión
a debate de estas mociones.
El señor PRESIDENTE.- Se va a votar en conjunto las seis mociones de orden del día que han
sido sustentadas por sus respectivos autores.
El señor ALVA ORLANDINI.- Señor Presidente, en mi intervención solicité que se dé lectura
a la moción de interpelación que sustituye a la moción de invitación que estaba fundamentando.
El señor PRESIDENTE.- No, señor, su moción de interpelación debe pasar por el trámite
correspondiente. Primero se verá en la Mesa Directiva y, posteriormente, en el Consejo Directivo
para que pueda pasar al Pleno.
En la misma sesión del Congreso se debatió sobre la competencia del Fuero Privativo
Militar para el juzgamiento del general Robles Espinoza. Respecto al tema, manifesté que:
Pero la cuestión no es si el delito debe ser objeto de juzgamiento, porque no existe delito
de opinión. De lo que se trata en el caso del General Robles Espinoza -cuyo caso estamos tratando
de forma tangencial- quien ha sido procesado por declaraciones que hizo en un medio de
comunicación social. Si aplicáramos con rigor las normas, también podría ser procesado quien
entrevistó al General Robles Espinoza, así como a los propietarios del canal que permitieron que a
través de ese medio de comunicación se cometiera supuestamente un delito. Felizmente no hay
delito de opinión en el país.
Además, no hay necesidad que este asunto sea objeto de interpretación y, menos aun, de
dictamen de la Comisión de Constitución y Reglamento de la cual no sólo tenemos reservas el
congresista Chirinos Soto y yo, sino prácticamente todos los integrantes de la Comisión, en
minoría, porque súbitamente suelen aprobarse proyectos de ley y dictámenes de mayoría no
obstante que se atropellan -con frecuencia- normas constitucionales.
Quiero insistir en que el Decreto Legislativo Nº 752, Ley de Situación Militar de los Oficiales
del Ejército, Marina de Guerra y Fuerza Aérea, promulgado en agosto de 1991 por el presidente
Alberto Fujimori, tiene una disposición muy clara y precisa. Específicamente, el artículo 70 señala
que: “Al pasar un oficial a la situación de retiro, ejercerá sus derechos y obligaciones políticas de
acuerdo a la Constitución Política del Perú, sin limitación alguna”. Eso es lo que ha hecho el General
Robles Espinoza.
Éstas son las razones por las cuales he planteado, primero, que se derogue toda norma que
sea opuesta a la Ley Orgánica del Poder Judicial; y, segundo, que se disponga -si se quiere,
mejorando la redacción de la Constitución- que sólo en el Fuero Privativo Militar sean juzgados los
miembros en actividad de las Fuerzas Armadas, además de los acusados en casos de terrorismo o
traición a la Patria y los que incumplen la Ley del Servicio Militar Obligatorio; entre los cuales,
naturalmente no está el doctor Torres y Torres Lara (...).
El señor Congresista Torres y Torres Lara, vía una interrupción, expresó sus puntos de vista.
La Constitución no requiere ser modificada. La Constitución debe ser derogada por otra
que esté acorde a los requerimientos del país; pero, mientras no sea derogada, está vigente y no
hay necesidad que se haga ninguna interpretación o modificación sobre esta materia, porque ya
hay un dispositivo legal que no ha sido planteado por mí ni aprobado por la mayoría de mi partido,
sino que ha sido preparado -son las palabras del propio doctor Torres y Torres Lara- por el Consejo
de Ministros que él presidió.
En noviembre de 1991, se expidieron algo así como 120 ó 130 decretos legislativos, varios
de los cuales tenían centenares de artículos -uno de ellos es precisamente el Decreto Legislativo Nº
752-, los mismos que fueron preparados por el Consejo de Ministros del doctor Carlos Torres y
Torres Lara y promulgados por el presidente Alberto Fujimori Fujimori. El siguiente Consejo de
Ministros simplemente se limitó a poner en vigencia lo que había sido diseñado y formulado por el
doctor Torres y Torres Lara y sus asesores.
En el Decreto Legislativo Nº 752, se establece en forma clara y terminante que los oficiales
que pasan a la situación de retiro pueden ejercer plenamente sus derechos y obligaciones políticas
de acuerdo con la Constitución y sin ninguna limitación. Consecuentemente, son ciudadanos en
ejercicio pleno de sus derechos, y uno de los derechos fundamentales de la persona -que está en el
artículo 2 de la Constitución- es el derecho a la libertad de expresión y opinión, cuyo ejercicio no
constituye ni puede constituir delito alguno en un país civilizado.
Considero por ello, señor Presidente, que éste es un tema importante. La mayoría
parlamentaria puede aprobar, desaprobar o modificar el texto que he propuesto, hacerlo más
adecuado; pero, en todo caso, con o sin ese texto, está vigente el Decreto Legislativo Nº 752, vale
decir: “Lo que es lícito no es delito”. En consecuencia, los integrantes del Consejo Supremo de
Justicia Militar han prevaricado al abrir proceso penal contra el general Rodolfo Robles Espinoza,
quien está en situación de retiro.
El debate fue extenso, con participación de varios Congresistas. En una nueva intervención,
debí recordar que:
Cuando se produjo el golpe de Estado del 5 de abril de 1992, uno de los argumentos que se
utilizó fue el de la necesidad de reformar el Poder Judicial. Se afirmaba que existía corrupción,
dilación de los procesos; en definitiva, que no había justicia, lo cual era cierto en gran medida. Sin
embargo, la solución no era disolver la Corte Suprema, ni tampoco el Congreso de la República;
mucho menos, el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Ministerio Público, tomando las
regiones con ayuda de la fuerza pública.
Las medidas adoptadas respecto del Poder Judicial no han dado ningún resultado hasta la
fecha. Reconozco que los males que padece el Poder Judicial no datan de 1990 ni tampoco de este
siglo. Hay que recordar lo que decía hace más de cien años Manuel González Prada respecto de los
jueces. Las medidas que se sugieren no son las correctivas, ni tampoco las que reclama la
administración de justicia; es así como se está dictando una serie de disposiciones internas en el
Poder Judicial que, en vez de accionar la administración de justicia, la detiene, la hace morosa.
Por lo tanto, no creo que esta situación se arregle mediante nuevas “leyes parche” , como
las que propone la Comisión de Justicia en mayoría frente a la resolución que adoptó hace poco
tiempo el Tribunal Constitucional que decidió dejar sin efecto algunas leyes intervencionistas del
Poder Judicial.
Creo que debemos actuar con más realismo y con la decisión que corresponde a quienes
tenemos la atribución de legislar, derogando las Leyes Núms. 26546 y 26623, declarando en
consecuencia que recobra vigencia plena la Ley Orgánica del Poder Judicial. Ésta es la forma de
solucionar el problema que lamentablemente confronta ahora el Poder Judicial en todas sus
instancias, aunque nosotros no podamos lanzar la primera piedra, por cuanto tenemos tejado de
vidrio.
Ahora bien, hace año y medio está pendiente de aprobación el Código Procesal Penal, el
cual tiene por objeto acelerar la administración de justicia en dicha área. Por decreto legislativo del
año 1991, este código no entró en plena vigencia, y posteriores disposiciones legales la siguieron
prorrogando. Como consecuencia de ello, existe en la Comisión de Justicia un nuevo proyecto del
Código Procesal Penal, el que sólo requiere de algunos retoques que han sido propuestos a la
comisión en su debida oportunidad. En consecuencia, el Pleno del Congreso debe aprobar ese
Código Procesal Penal, el mismo que dispone que la investigación esté a cargo del Ministerio
Público y el juzgamiento, en manos del Poder Judicial. Éste es el tema de fondo.
Creo por ello necesario que simplemente se deroguen las Leyes Núms. 26546 y 26623,
poniendo en vigencia la Ley Orgánica del Poder Judicial; así como también, antes que se clausure
esta Legislatura Ordinaria -la segunda del período- se pueda aprobar el Código Procesal Penal.
Asimismo, el proyecto de dictamen en minoría del cual soy autor propone en su artículo 2
-de conformidad con el artículo 173 de la Constitución- que “sólo los miembros en actividad de la
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, están sometidos al Fuero Privativo Militar y al Código de
Justicia Militar. Las disposiciones de éste no son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los
delitos de traición a la Patria y de terrorismo que la ley determina. La casación a que se refiere el
artículo 141 sólo es aplicable cuando se imponga la pena de muerte.
Quienes infringen las normas del Servicio Militar Obligatorio están asimismo sometidos al
Código de Justicia Militar”.
En gran medida repite lo que señala el artículo 173 de la Constitución, agregando
únicamente la palabra “sólo”; esto para evitar distorsiones como aquellas que el Perú está ahora
lamentablemente debatiendo, en el sentido que a un general en situación de retiro se le aplique
normas del Código de Justicia Militar. Anteriormente, otros generales también fueron objeto de
juzgamientos en el Fuero Privativo Militar a pesar que no eran miembros en actividad de las
Fuerzas Armadas.
Esta norma es concordante con el artículo 70 del Decreto Legislativo Nº 752, promulgado
por el actual Presidente de la República, que literalmente dice lo siguiente: “Al pasar un oficial a la
situación de retiro ejercerá sus derechos y obligaciones políticas de acuerdo a la Constitución
Política del Perú sin limitación alguna”. En consecuencia, no se pueden aplicar al General Robles
Espinoza las normas de un Código de Justicia Militar que han quedado derogadas por esta
disposición. Quiero dejar constancia que se ha procedido en forma arbitraria en el Fuero Privativo
Militar; en consecuencia, se hace necesario que de inmediato el Congreso de la República derogue
en forma expresa las normas de dicho Código de Justicia Militar que están causando perjuicio no
sólo a las personas procesadas y a sus familiares, sino también a la imagen del Perú en el exterior.
Éste es el contenido del dictamen en minoría del cual soy autor como miembro de la Comisión de
Justicia.
Reiteramos que el artículo 1 del dictamen pone en vigencia la Ley Orgánica del Poder
Judicial, derogando las normas de excepción dictadas por este Parlamento, las mismas que no han
dado ningún resultado positivo.
Eso es todo.
En una interrupción que me concedió el Congresista señor Róger Cáceres Velásquez, dije,
sorprendido, que:
Hemos escuchado una novísima teoría de derecho político del doctor Carlos Torres y Torres
Lara, al sostener la tesis que todas las disposiciones legales dictadas antes de la vigencia de la
actual Constitución están derogadas; esa inédita teoría política no es correcta, porque mantienen
vigencia todas las disposiciones que no están -naturalmente- en contra de la actual Constitución.
“Artículo 282.- Los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales en los casos de
delitos de función están sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar, cuyas
disposiciones no son aplicables a los civiles, salvo lo dispuesto en el artículo 235.”
De manera que el concepto que contiene la Constitución del año 1993 es exactamente el
mismo que contiene la Constitución del año 1979. Por lo tanto, el Decreto Legislativo Nº 752,
dictado bajo el imperio de la anterior Constitución, no ha sido derogado por la norma de la actual
Constitución de 1993.
Señor Presidente: No sólo parece que usted está desconcentrado, sino que antes estuvo
desconcertado.
El proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo busca dar solución política a una
situación irregular derivada del proceso abierto en forma arbitraria en el Fuero Privativo Militar
contra el general en situación de retiro Rodolfo Robles Espinoza. Yo estoy de acuerdo en que se
busque tal solución a este problema que ha motivado la preocupación de todo el país.
En el debate nacional este asunto ocupa las primeras páginas de los medios de
comunicación impresos, y no hay radioemisora o canal de televisión que no trate del mismo, con la
importancia que él tiene.
Debo expresar que el proceso ha sido indebidamente abierto en el Fuero Privativo Militar.
¿Qué se imputa al general Robles Espinoza? ¿Haber ultrajado a las Fuerzas Armadas?, ¿haber
insultado al superior?, ¿haber desobedecido al superior?, ¿haber incurrido en lo que se llama
falsedad genérica? Realmente, ninguno de tales hechos ha sido cometido por el general Robles
Espinoza; pero, en el supuesto de que hubiera cometido delitos, éstos deben estar tipificados en el
Código Penal y tendría que ser objeto de un proceso ante el Poder Judicial, porque así lo dispone el
inciso 4 del artículo 2 de la Constitución Política del Estado, cuyo texto es terminante, cuando dice:
“Artículo 2.- Toda persona tiene derecho: 4) A las libertades de información, opinión,
expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier
medio de comunicación social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las
responsabilidades de ley.
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de comunicación
social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le impide
circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden los de fundar medios de
comunicación”.
Si el general Robles Espinoza hubiera cometido delito en las entrevistas que concedió a
distintos medios de comunicación, ese delito tendría que estar necesariamente tipificado en el
Código Penal y solamente podría ser objeto de un proceso ante el Poder Judicial, ante el juez
competente. No se puede argüir en contrario que existen normas en el Código de Justicia Militar,
que data desde el régimen militar, cuando en teoría estaba vigente la Constitución de 1993. En el
caso del general Robles Espinoza se ha cometido un abuso de poder que la Constitución no puede
amparar.
Pueden haber situaciones personales que hayan motivado la denuncia ante el Fuero
Privativo Militar contra el general Robles Espinoza, pero este Fuero no debió abrir proceso, y
menos aún disponer, en la forma que lo hizo, la detención de este militar en retiro, con el trato
humillante y vejatorio, que está igualmente prohibido por la Constitución y por tratados
internacionales de los cuales es signatario el Perú.
Estos hechos han derivado en una polarización de la opinión pública. Estoy convencido que
el propio Presidente Fujimori se ha visto acorralado frente a la actitud de los medios de
comunicación y de las expresiones de la opinión pública, y por eso es que expresó públicamente
que habían actos irregulares y de exceso en la detención de Robles Espinoza, como también dijo
que tenía que buscar una solución a este problema e inicialmente manifestó la posibilidad de
indultar al general Robles Espinoza en el supuesto de que fuera condenado.
Esta expresión del ingeniero Fujimori no fue feliz, porque estaba admitiendo la
procedencia del enjuiciamiento o procesamiento en el Fuero Privativo Militar, y además en el valor
de una sentencia que pudiera ser expedido por juez incompetente. Más apropiada ha sido la
solución de enviar un proyecto de ley que concede el indulto; no obstante, ese proyecto de ley no
está debidamente redactado, porque se hace referencia a la comisión de hechos punibles; habría
sido suficiente que se dijera que el general Robles Espinoza estaba procesado por los delitos que se
le atribuyen en forma incorrecta ante el Fuero Privativo Militar. Sin embargo, el proyecto debe ser
aprobado, si es posible con la corrección gramatical correspondiente, eliminándose la frase
“hechos punibles”, que está sobrando, porque si hay referencia a delitos, los delitos son hechos
punibles.
Pero no solamente se debe considerar los efectos de la situación que está confrontando el
país, sino la causa de esa confrontación, que es la mala aplicación del Código de Justicia Militar,
toda vez que esta norma tiene muchos años de vigencia, como dije antes, data del régimen militar.
Paralelamente a ello, debo señalar que el hecho de que se indulte al general Robles
Espinoza no excluye la posibilidad de que la justicia militar le aplique las normas del artículo 58 del
Código de Justicia Militar, en cuya virtud se establece que el indulto o amnistía no excluyen el pago
de la reparación civil. En ese sentido, es indispensable que haya una norma expresa -como lo
propone el dictamen en minoría del cual soy autor, y la opinión es compartida por otros miembros
de la Comisión de Justicia- en el texto del proyecto que indique que no procede el pago de
reparación civil en los casos a que se refiere esta ley.
Hay que prevenir situaciones semejantes para que el Congreso no esté dictando normas en
cuanto casos similares al del general Robles Espinoza se puedan producir en los próximos meses.
Por eso, sugiero que se apruebe una norma en virtud de la cual se indique que los oficiales en
situación militar de retiro ejercen plenamente sus derechos políticos, de conformidad con el
artículo 70 del Decreto Legislativo Nº 752 y, en consecuencia, no estén sujetos al Código de Justicia
Militar, salvo por delito de función cometidos en situación de actividad.
Finalmente, propongo que la ley rija desde el día de su publicación en el diario El Peruano,
y no desde el día siguiente de su publicación, pues hay una detención injusta que debe terminar
cuanto antes.
Ésas son las razones por las cuales estoy opinando parcialmente en forma distinta al
dictamen en mayoría.
Hay también otro criterio en el sentido de que se incorpore al proyecto de Ley de Amnistía
que estamos debatiendo los casos de otros oficiales que han sido sentenciados por hechos
semejantes al que ha motivado la iniciativa del Poder Ejecutivo. Dentro de mi criterio de buscar la
paz social, me parece que es conveniente que también los oficiales sentenciados puedan ser
amnistiados, hecho que permitiría que la memoria de un distinguido militar, como fue el general
Luis Cisneros Vizquerra, pueda ser reivindicada. Creo que en esto debemos ser amplios de criterio
para que la paz retorne al país, por lo menos en los aspectos que ahora está tratando el Congreso
de la República.
Los procesos seguidos en el fuero privativo militar contra los generales de división, en
situación de retiro, Luis Cisneros Vizquerra, Alberto Arciniega, Germán Parra Herrera, Walter
Ledesma Rebaza, Mauricio Agusto y Rodolfo Robles Espinoza, entre otros, fueron notoriamente
inconstitucionales. Se pretendió sancionarlos por las opiniones que expresaron a través de los
medios de comunicación social. Si tales declaraciones hubiesen sido difamatorias, sólo podían ser
procesados en el fuero común, es decir en el Poder Judicial, pues el segundo párrafo del artículo 2
de la Ley Fundamental dispone que
Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de comunicación
social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Adicionalmente, debían ser juzgados, al igual que todos los ciudadanos, con juicios
públicos, puesto que el artículo 139 de la Constitución Política de 1993, establece que
La justicia privativa militar no tenía jurisdicción, ni competencia, para juzgar a los referidos
militares en situación de retiro.
Los militares y los policías, con total justicia, han alcanzado el derecho constitucional para
ejercer el sufragio. No debe, ni puede, haber privilegios. En el editorial del 21 de octubre de 2006,
el diario El Comercio, de Lima, expresó que:
A raíz de las graves denuncias sobre irregulares adquisiciones, de las que deben responder
altos mandos militares, debemos enfatizar la necesidad de un trato justo en los procesos de
investigación, sin menoscabo de ningún tipo pero también sin concesión de privilegios absurdos.
Es obvio que para el juzgamiento de dichos delitos sólo puede ser competente el Poder
Judicial, pero es algo que también debe determinarlo la Constitución.
Las leyes se dictan según la naturaleza de las cosas y no por razón de la diferencia de las
personas
Los fundamentos de la sentencia del TC -de la que este voto es parte integrante- son claros
y precisos. La igualdad ante la ley proscribe las discriminaciones, cualquiera que sean sus
modalidades. En el Perú, las discriminaciones han sido la regla. Casi estamos habituados a ellas.
Empero, sólo puede habilitarse la jurisdicción privativa militar para efectos de sancionar los delitos
de función, como lo establecen los artículos 139-1 y 173 de la Constitución Política del Perú.
No se puede admitir las declaraciones del Presidente del Consejo Supremo de Justicia
Militar en las que insinúa que el Congreso de la República y otros órganos del Estado actúan
motivados por las ONGs (organismos no gubernamentales), las que han sido hechas públicas en un
diario de Lima el 26 de noviembre de 2006. Más importante sería que se explicara las razones
constitucionales, legales, reglamentarias y morales por las cuales, en vísperas de la segunda vuelta
de las fraguadas elecciones del año 2000, se reunieron los altos mandos militares con el asesor
presidencial y jefe real del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos, conforme
aparece en las páginas 3427 a 3465 del tomo 6 de la obra impresa por el Fondo Editorial del
Congreso de la República, denominada “En la Sala de la Corrupción”, así como de las demás
reuniones, también publicadas en ese volumen, de los oficiales de la Policía Nacional, y de otros
mandos de las Fuerzas Armadas.
La reunión de camaradería del Consejo Supremo de Justicia Militar con el aludido asesor
presidencial, el 20 de setiembre de 1997, se supone que sólo fue un acto de cortesía, sin contenido
político, pero que era inapropiado dadas las circunstancias en que actuaba ese funcionario rector
de la política corrupta del pasado régimen.
La última reflexión: cuando los gobiernos autoritarios asumieron el ejercicio absoluto del
poder, ¿tenía importancia que los procesos contra los adversarios políticos se tramitaran en la vía
ordinaria o en la vía privativa?
Sr.
ALVA ORLANDINI
Si bien comparto los fundamentos jurídicos y la decisión adoptada por el Pleno del Tribunal
Constitucional, estimo que la sentencia pudo ser complementada y reforzada con un
pronunciamiento más explícito sobre el papel que le corresponde a las Fuerzas Armadas y
Policiales en un Estado constitucional y democrático.
Esta sería en el siglo XIX la única mención a la justicia militar en un texto constitucional.
Recién la primera carta fundamental del siglo XX hará referencia expresa una vez más a la justicia
castrense. El artículo 156 de la Constitución de 1920, establecía, luego de su modificación a través
de la ley Nº 5862 de fecha 22 de setiembre de 1927:
“La justicia militar no podrá por ningún motivo extender su jurisdicción sobre personas que
no estén en el servicio del Ejército o Fuerzas de Policía, a no ser en caso de guerra nacional”.
“La ley determinará la organización y las atribuciones de los tribunales militares y de los
demás tribunales y juzgados especiales que se establezcan por la naturaleza de las cosas”.
Al amparo de tan flexible texto constitucional, el Código de Procedimientos Penales de
1940 estableció como criterio para delimitar la competencia de la justicia castrense el fuero
personal. No tomó en cuenta que los tribunales y juzgados especiales debían conformarse
teniendo en consideración “la naturaleza de las cosas”.
“los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional en los casos de delitos de
función, están sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar, cuyas disposiciones no
son aplicables a los civiles, salvo lo dispuesto en el artículo 235. Quienes infringen las normas del
Servicio Militar Obligatorio están sometidos al Código de Justicia Militar”.
La Constitución de 1993 reprodujo un texto bastante similar, pero amplió las excepciones
aplicables al juzgamiento de los civiles a los delitos de traición a la patria y terrorismo.
4. Una cultura jurídica basada en antiguas tradiciones doctrinarias impide el avance de las
nuevas tendencias acordes con la Constitución. En un orden iluminado por el faro de los derechos
humanos no es posible encuadrar ciertas conductas como delitos de función. La vida, la libertad, la
integridad física no pueden ser bienes jurídicos militares. La incorporación en el Código de Justicia
Militar de los graves crímenes que denosta el Derecho Internacional Humanitario es el ejemplo
más ilustrativo de este aserto, al igual que los crímenes de lesa humanidad. En efecto, como ha
dicho la Corte Constitucional de Colombia en su Sentencia C-358 de 1997:
En ese sentido, este magistrado comparte las reflexiones de la Defensoría del Pueblo, a
propósito de su análisis de la evolución histórica de la legislación militar en el Perú:
a) La competencia formal o de mera tipificación: según este criterio sólo es necesario que
una acción antijurídica esté tipificada como delito de función en el Código de Justicia Militar u otra
ley especial para que se le considere como tal.
Al respecto, debe considerarse que en el texto normativo al que venimos haciendo alusión
existen una serie de figuras que no están vinculadas con el desempeño de la función militar, más
aún que pueden ser cometidas por cualquier persona, por lo que si se aplicaría este criterio se
estaría atentando contra el artículo 173 de la Constitución.
De otro lado, la justicia militar no se aplica a los militares en situación de retiro. En el caso
Cesti Hurtado, la Corte Interamericana señaló:
“151. En cuanto al proceso seguido en contra del señor Cesti Hurtado ante un órgano de la
justicia militar, la Corte observa que dicha persona tenía, al tiempo en que se abrió y desarrolló ese
proceso, el carácter de militar en retiro, y por ello no podía ser juzgado por los tribunales militares.
En consecuencia, el juicio al cual fue sometido al señor Cesti Hurtado constituye una violación al
derecho a ser oído por un tribunal competente, de acuerdo con el artículo 8.1 de la Convención”2.
Sobre este punto, la Defensoría del Pueblo ha señalado que “la Constitución radica la regla
de la competencia material de la justicia castrense en el denominado delito de función y no en la
condición personal del agente o el sujeto pasivo del delito. En ese sentido, la cualificación del
agente sólo adquiere relevancia penal para la justicia castrense, en tanto la conducta del mismo
esté vinculada con la comisión de un delito de función, careciendo de importancia en todos los
demás supuestos. Este último es el caso de los militares retirados y el personal civil que labora en
las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional, dado que no ejercen función militar. En ese sentido, para
determinar la competencia de la justicia castrense no basta con comprobar la calidad de militar en
actividad del sujeto activo del delito”4.
Este Colegiado a su turno refirió que “la Constitución excluye e impide que dicho ámbito
de competencia se determine por la mera condición de militar o policía.
En ese orden de ideas, no todo ilícito penal cometido por un militar o policía debe o puede
ser juzgado en el seno de la justicia militar, ya que si el ilícito es de naturaleza común, su
juzgamiento corresponderá al Poder Judicial, con independencia de la condición de militar que
pueda tener el sujeto activo.
c) La competencia del lugar de comisión del delito: en virtud de este criterio se define el
delito de función en razón al lugar donde se produjo el hecho delictivo, por ejemplo una zona bajo
el control de las Fuerzas Armadas o Policía Nacional.
Considerar este criterio determinante para establecer el contenido del delito de función
nos alejaría de la norma regulada en el artículo 173 de nuestra Constitución, toda vez que al
configurarse como una circunstancia externa no contribuye a revestir de especificidad alguna a la
naturaleza jurídica de cualquier ilícito penal, mucho menos al penal militar.
Sin embargo, no todo lo que tiene manifestación en el mundo de los hechos y que es
consecuencia material del servicio o con ocasión de su cumplimiento, tiene necesariamente que
caer en el ámbito de la justicia castrense. La conducta que es objeto de reproche tiene que estar
estrechamente vinculada con la función militar o policial. Como ha puesto de relieve la Corte
Constitucional de Colombia en su Sentencia C-358 de 1997, “El concepto de servicio no puede
equivocadamente extenderse a todo aquello que el agente efectivamente realice. De lo contrario,
su acción se desligaría en la práctica del elemento funcional que representa el eje de este derecho
especial”.
7. Este intérprete de la Constitución ya advirtió que “la primera parte del artículo 173 de la
Constitución delimita materialmente el ámbito de actuación competencial de la jurisdicción militar,
al establecer que, en su seno, sólo han de ventilarse los delitos de función en los que incurran los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional”. Por ello, concluye que la Constitución
proscribe cualquiera de los criterios mencionados en el fundamento precedente para la
determinación del ámbito competencial de la jurisdicción militar. Una afirmación de esta índole es
reiterativa de lo consagrado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los casos Lori
Berenson Mejía, párrafo 141; Diecinueve Comerciantes, párrafo 165 y Durand y Ugarte, párrafo
117: que la aplicación de la jurisdicción militar “se reserva a los militares que hayan incurrido en
delito o falta en el ejercicio de sus funciones y bajo ciertas circunstancias”.
“Tal acto, sea por acción u omisión, debe afectar necesariamente un bien jurídico
´privativo` de la institución a la que pertenece el imputado; es decir, que la naturaleza del delito de
función no depende de las circunstancias de hecho, sino del carácter de interés institucionalmente
vital, que se ve afectado mediante un acto perpetrado por un efectivo militar o policial en
actividad”.
9. En ese sentido, sólo puede definirse el delito de función a partir del criterio referido al
bien jurídico protegido o afectado; ya que, finalmente este criterio -de naturaleza material por
cierto- , está vinculado con los intereses o bienes que constituyen el objeto de protección de la
norma penal militar.
10. Desde esta perspectiva, aún cuando la Constitución refiere que los militares son
juzgados por los delitos de función tipificados en el Código de Justicia Militar, un cuerpo legal de
esta naturaleza parece que no tiene cabida, pues la tipificación de esta clase de delitos bien podría
formar parte de un libro más del Código Penal, ya que la función punitiva del Estado es una sola y
el derecho penal militar y policial no se insufla de valores y principios situados en la antípoda del
derecho penal ordinario.
Las Fuerzas Armadas y Policiales tienen como finalidad la salvaguarda de los derechos
fundamentales.
11. La visión de la justicia militar desde la obsoleta dogmática pre constitucional encontró
asidero en un mundo bipolar en el que predominó la llamada doctrina de la seguridad nacional.
Durante la etapa de la Guerra Fría el papel de las fuerzas armadas y policiales se basaba en el uso
de la fuerza como única fórmula idónea para preservar la paz y el orden en las relaciones
internacionales.
Como ha dicho Borda “la doctrina de la Seguridad Nacional desligó los extremos que
definen la esencia misma de la democracia, al pretender una supuesta preservación del “orden” a
través de la amenaza y el uso arbitrario de la fuerza en contra de los más elementales derechos de
la persona (...) De esa manera, la garantía de la seguridad del Estado dependió de la inseguridad de
sus habitantes, en una extrapolación de los modelos de seguridad que imperaban para entonces
en las relaciones internacionales, basados en el temor como factor de disuación”5.
Tras la caída del Muro una nueva doctrina se ha abierto paso y frente a ella no pueden
permanecer impávidos los Estados que quieren vivir en un régimen democrático de respeto a los
derechos humanos. Esta nueva doctrina implica el imperativo categórico de redefinir las relaciones
entre poder militar y poder civil, subordinando el primero al segundo y, por sobre todo, el
encuadramiento de los cuerpos armados a la Constitución. No cabe duda que el proceso no es
lineal, tiene avances y retrocesos y los resultados por lo demás pueden ser divergentes. Vivimos
aun en un mundo de perplejidades.
12. En consecuencia, la razón de ser de los cuerpos armados no consiste sólo en garantizar
la defensa nacional, la integridad del territorio y el orden público. Más bien su labor adquiere
sentido cuando la garantía de estos bienes constitucionalmente valiosos están al servicio de los
derechos fundamentales.
13. Así se explica por qué los delitos de función constituyen la única llave que abre la
puerta de la jurisdicción castrense. Es una contradicción en sus propios términos una justicia
militar competente para juzgar delitos que atentan contra los derechos fundamentales de la
persona, porque no es posible la existencia de fuerzas armadas y policiales actuando como jueces
y parte en el procesamiento de crímenes de lesa humanidad o juzgando delitos comunes. ¿Cómo
defiendo la democracia y los derechos humanos si parto de la premisa que el uso de la fuerza
pública es la última ratio para preservar el orden? Sólo con institutos castrenses y policiales
formados en el catálogo pétreo de los derechos humanos.
Sr.
MESÍA RAMÍREZ
Expediente Nº 0026-2006-PI-TC
Expediente Nº 0026-2006-PI-TC
LIMA
MÁS DEL 25% DEL NÚMERO LEGAL DE MIEMBROS DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEL PERÚ
DEL 8 DE MARZO DE 2007
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
(Publicado: 18-03-2007)
JAVIER VALLE-RIESTRA GONZÁLEZ OLAECHEA, EN REPRESENTACIÓN DE MÁS DEL 25% DEL NÚMERO
LEGAL DE MIEMBROS DEL CONGRESO DE LA REPÚBLICA C/. CONGRESO DE LA REPÚBLICA
Síntesis
Proceso de inconstitucionalidad contra la modificatoria del segundo párrafo del
artículo 16 y del inciso d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso
Magistrados firmantes
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
Sumario
I. ASUNTO
VI. FUNDAMENTOS
a. DERECHO A LA IGUALDAD
b. DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
VII. FALLO
LIMA
Más del 25% del número legal de miembros del Congreso de la República
En Lima, a los 8 días del mes de marzo de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Gonzales Ojeda, Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, García Toma, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la
siguiente sentencia con el fundamento de voto del magistrado Alva Orlandini, adjunto
I. ASUNTO
El acto lesivo denunciado lo habría producido la modificación del segundo párrafo del
artículo 16 y del literal d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso de la República, por virtud
de la Resolución Legislativa N.º 015-2005-CR, publicada en el diario oficial El Peruano el 3 de mayo
de 2006, y de la Resolución Legislativa N.º 025-2005-CR, publicada en el diario oficial El Peruano, el
21 de julio de 2006, respectivamente.
- Petitorio constitucional
Los demandantes aducen la afectación de diversos derechos fundamentales previstos en la
Constitución. Así, refieren que los artículos del Reglamento del Congreso sujetos a control de
constitucionalidad vulneran los derechos a la igualdad ante la ley (artículo 2, inciso 2), a la
presunción de inocencia (artículo 24, inciso 24, literal e), el ejercicio de la función congresal
(artículo 92) y la inmunidad parlamentaria (artículo 93).
Artículo 16, segundo párrafo (modificado por la Resolución Legislativa N.º 015-2005-CR,
publicada el 3 de mayo de 2006).- Inmunidades de arresto y proceso
(...)
La inmunidad parlamentaria no protege a los Congresistas contra las acciones de
naturaleza diferente a la penal, que se ejerzan en su contra, ni respecto de los procesos penales
iniciados ante la autoridad judicial competente, con anterioridad a su elección, los que no se
paralizan ni suspenden.
IV. ANTECEDENTES
A. Argumentos de la demanda
Con fecha 30 de octubre de 2006, treintitrés congresistas de la República interponen
demanda de inconstitucionalidad contra el segundo párrafo del artículo 16 y el literal d) del
artículo 20 del Reglamento del Congreso de la República. El primero fue modificado por la
Resolución Legislativa del Congreso Nº 015-2005-CR, publicada el 3 de mayo de 2006; el segundo
fue adicionado por la Resolución Legislativa del Congreso Nº 025-2005-CR, publicada el 21 de julio
de 2006. El apoderado, congresista de la República, don Javier Valle-Riestra González Olaechea,
manifiesta que las normas impugnadas establecen una restricción desproporcional e
inconstitucional del derecho de inmunidad parlamentaria que tienen los Congresistas de la
República conforme al artículo 93 de la Constitución. Suscintamente, sustenta su demanda en los
siguientes argumentos:
a. Con relación al segundo párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso, sostiene:
b. Con relación al literal d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso, sostiene:
a. Con relación al segundo párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso:
VI. FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que se declare la inconstitucionalidad del segundo párrafo
del artículo 16 y del literal d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso de la República. Los
recurrentes alegan que las disposiciones impugnadas vulneran los artículos 2, incisos 2) y 24),
literal e), y 92 y 93 de la Constitución.
A juicio de este Colegiado, para elucidar un tema constitucional tan específico como el de
a(*)NOTA SPIJ la inmunidad parlamentaria, es necesario realizar un análisis deductivo, que parta de
las prerrogativas funcionales dentro del Estado, prosiga con la protección constitucional del
Parlamento y culmine con la inmunidad parlamentaria dentro del constitucionalismo
contemporáneo.
Por ello es que nuestra Norma Fundamental ha señalado, como parte del artículo 45, que
El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y
responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen.
Para que lo altos funcionarios ejerzan el poder de la manera más adecuada, se ha creído
conveniente protegerlos ante cualquier tipo de ataques injustificados que puedan hacerlos
desatender sus principales cometidos funcionales. En el texto constitucional se han establecido
diversas formas de inmunidad para los detentadores del poder, como la exención de arresto y
juzgamiento para los congresistas (artículo 93), la acusación constitucional por delitos de función o
infracción constitucional (artículos 99 y 100), entre otras.
(...) el privilegio funcional de los altos dignatarios del Estado, referido al levantamiento de
la inmunidad parlamentaria (Art. 16 del Reglamento del Congreso) como el antejuicio político (Art.
89 de la misma norma), tienen un objeto sustantivamente análogo: la proscripción de ser
procesados penalmente sin haber sido previamente despojados de la prerrogativa funcional en un
procedimiento seguido en el seno del Legislativo. De esta manera, el Congreso no puede propiciar
el quiebre no solo del principio de separación de poderes sobre el que se sustenta todo Estado
democrático de derecho (Art. 43 Const.), ni vulnerar el principio de presunción de inocencia
contenido en el párrafo e), inciso 24, Art. 2 de la Constitución1.
El apoderado del Congreso ha tratado de desmentir tal aserto, alegando, entre otras cosas,
que
(...) el por qué de la diferencia con otros altos funcionarios que también tienen la
prerrogativa de la inmunidad estriba en el tipo de órgano de que se trata y en la función que tienen
asignada. Los Magistrados del TC tienen fundamentalmente una labor jurisdiccional y el Defensor
del Pueblo es un funcionario que ejercer funciones a través de la persuasión. Los Congresistas
pertenecen a un órgano que tiene una función fiscalizadora de carácter político2.
4. Las funciones que ejercen cada uno de los representantes máximos de los poderes del
Estado y de los órganos constitucionalmente reconocidos son diametralmente distintas, ya sea por
la organización que tienen o por el rol que se les ha asignado.
5. Inicialmente, hay una cuestión que debe quedar plenamente establecida. La vida en
democracia exige que las prerrogativas o garantías que asuman estos altos funcionarios se
compatibilicen con otros bienes e intereses que la propia Constitución y la sociedad buscan.
Así,
(...) la limitación del poder del Estado ha asumido diversas vías, con no siempre igual
fortuna. En sustancia han sido éstas: el establecimiento de normas jurídicas limitativas de su poder
por el reconocimiento de determinados derechos; la participación popular en las estructuras del
poder político; la existencia de fuerzas sociales con capacidad de condicionamiento y, en fin, la
incidencia de posiciones doctrinales con presencia y respaldo suficientes (...)3.
No es, pues, conveniente, prescribir una protección vasta y dilatada para estos
funcionarios; antes bien, ésta debe ser coherente con la igualdad que tienen con el resto de
peruanos, tal como está reconocida en la Constitución (artículo 2, inciso 2). Sólo en la medida que
la inmunidad proteja a la persona por la función que cumple en la sociedad, podrá ser aceptado
algún tipo de protección especial desde el punto de vista constitucional.
Desde esta perspectiva, la democracia ostenta una función dual: método de organización
política del Estado, es decir, método de elección y nombramiento de sus operadores, y mecanismo
para conseguir el principio de igualdad en el ámbito social. Así, el principio democrático no sólo
garantiza una serie de libertades políticas, sino que transita e informa todo el ordenamiento
jurídico-político, desde el ejercicio de las libertades políticas, pasando por la libertad de elección
propia del libre desarrollo de la personalidad, hasta llegar, incluso, al seno mismo del núcleo duro
de todos y cada uno de los derechos fundamentales. De modo que, aun cuando nuestra
Constitución no lo establezca expresamente, el hecho de que exista una remisión al Estado
democrático de derecho como una fuente de interpretación y también de identificación de los
derechos fundamentales de la persona (artículo 3 de la Constitución), hace del principio
democrático uno que trasciende su connotación primigeniamente política, para extenderse a todo
ámbito de la vida en comunidad. De este forma, nuestra Carta Fundamental lleva implícito el
reconocimiento de una democracia económica, social y cultural.
Entendida de esta manera la democracia (como mecanismo para conseguir la igualdad
entre las personas), entonces tendrá sentido que se establezca una inmunidad condicionada a la
protección de la función pública de alta investidura. Este es entonces, el soporte en el que se habrá
de entender la inmunidad parlamentaria.
(...) No pueden ser procesados ni presos sin previa autorización del Congreso o de la
Comisión Permanente, desde que son elegidos hasta un mes después de haber cesado en sus
funciones, excepto por delito flagrante, caso en el cual son puestos a disposición del Congreso o de
la Comisión Permanente dentro de las veinticuatro horas, a fin de que se autorice o no la privación
de la libertad y el enjuiciamiento.
7. La función congresal está en íntima correspondencia con la función -mejor dicho, las
funciones- que la Constitución le ha otorgado al Poder Legislativo (atribuciones nítidamente
contempladas en el artículo 102 de la Constitución).
Lo primero que ha venido a señalarse con respecto a la actividad que realizan los
congresistas es que estos tienen un mandato que cumplir, en tanto representantes idóneos de la
población. El mandato representativo que ostentan no tiene el carácter de exigencia que puede
surgir, por ejemplo, en el Derecho Privado con relación al mandante respecto al mandatario, sino
que tiene una naturaleza singular: los parlamentarios se desligan de quienes los eligen, de los
partidos de los cuales son parte y de las presiones de las que pueden ser objeto.
(...) aunque ni el pueblo en su conjunto, ni sus electores uno por uno, pueden darle
instrucciones, sin duda responde políticamente ante el correspondiente grupo de referencia al que
debe su mandato (...). de una ejecutoria correcta y ajustada a los intereses en juego5,
tiene no obstante una enorme responsabilidad con la nación en su conjunto, ya que como
bien lo ha expresado el artículo 45, todo tipo poder proviene del pueblo, y claro está, se ejerce con
las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y la ley establecen.
Los Parlamentos suelen calificarse también como órganos representativos. Este último
concepto, aunque de naturaleza política, aparece dotado de relevancia jurídica, toda vez que las
Asambleas parlamentarias (...) responden a un ‘principio representativo’ que determina los
criterios de su composición6.
Esta capacidad de actuación de los congresistas habrá de verse legitimada con una correcta
función que se le asigne al Parlamento en su conjunto. En tal entendido,
La labor correcta de una asamblea representativa no consiste en gobernar (...), sino en
vigilar y controlar al gobierno: poner sus actos en conocimiento del público, exponer y justificar
todos los que se consideren dudosos por parte del mismo; criticarlos si los encuentra censurables
(...)7
(...) No son responsables (los congresistas) ante autoridad ni órgano jurisdiccional alguno
por las opiniones y votos que emiten en el ejercicio de sus funciones (...).
Su relación con la inmunidad parlamentaria es innegable, tal como lo han advertido los
demandantes:
Ahora bien, se impone realizar algunas precisiones sobre la protección que instituye la
Constitución respecto a esta perrogativa. Así, ella sólo tendrá validez cuando el parlamentario
ejerza sus funciones. Existirán ámbitos en que éste responderá por lo que exprese.
12. La Constitución reconoce el derecho a la libertad de expresión para todas las personas,
a través del artículo 2, inciso 4). Pero también señala que tendrán responsabilidad ulterior quienes
lo ejercen desmedida e indebidamente. Sin embargo, la restricción contemplada por el artículo 93
es una excepción a la regla general; pero, como excepción, también habrá de ser interpretada
limitadamente y no extensivamente.
En primer lugar, conviene señalar que su contenido no tiene una amplitud irrestricta.
Atendiendo a las limitaciones que ha venido sufriendo el interna corporis acta, se ha aceptado que
los ámbitos de exención y privilegio que cubren a las Cámaras deben estar sujetos a los
condicionamientos que la propia Constitución impone, y cuyo fin es acercar el Parlamento a la
población, igualando a los que son congresistas con los que no lo son. El interna corporis acta sólo
tendrá vigencia cuando el parlamentario realice una actividad estrictamente congresal, y no más
allá. En este esquema se aprecia una renovada institución de la inmunidad parlamentaria.
(...) una prerrogativa de los miembros del Poder Legislativo, consistente en la imposibilidad
de que sean procesados o detenidos salvo flagrante delito previo levantamiento de la inmunidad
por parte del correspondiente Poder Legislativo. De este modo, se configura como un
impedimento procesal para la apertura de la instrucción penal, cuya estricta observancia
constituye un elemento de especial importancia del procedimiento preestablecido por la ley y,
desde tal perspectiva, como atributo integrante del derecho al debido proceso.
La inmunidad parlamentaria opera tan sólo respecto de delitos comunes; para los
funcionales existe la acusación constitucional, prevista en el artículo 99 de la Constitución y
desarrollada en el artículo 89 del Reglamento del Congreso.
Es posible entender ésta, entonces, como una garantía que busca proteger la libertad
personal de los parlamentarios contra detenciones y procesos judiciales que tienen una evidente
motivación y finalidad política. Con dicha protección se salvaguarda la conformación y
funcionamiento del Parlamento. Por ello, corresponde al Poder Legislativo efectuar la valoración
de los móviles políticos que puedan existir a través del procedimiento de levantamiento de la
inmunidad parlamentaria, a fin de garantizar la autonomía del Parlamento y la plena vigencia del
principio de separación de poderes (artículo 43 de la Constitución).
16. Pero, ¿qué significa que sea la inmunidad parlamentaria una garantía institucional para
el funcionamiento del Parlamento?
(...) una fórmula constitucional que permite asegurar una especial salvaguarda de ciertas
instituciones.
Por tales razones, para que funcione correctamente el Parlamento es necesario dotarlo de
ciertos mecanismos que así lo permitan. Y uno de ellos es, precisamente, la inmunidad
parlamentaria, o la freedom from arrest or molestation, además de la ya nombrada inviolabilidad
de voto y opiniones (freedom from speech).
17. La inmunidad parlamentaria, por tanto, sólo tendrá sentido si coadyuva con el
funcionamiento del Congreso, lo que está en íntima relación con el desarrollo democrático de un
país, sobre todo si éste tiene una estructura política en formación.
18. A propósito de ello, probablemente sea adecuado repotenciar los mecanismos que la
Constitución provee para que el Parlamento refuerza su vital rol institucional, cual es el de ser
verdadero canal y puente entre las aspiraciones ciudadanas y las políticas gubernamentales. De
esta forma,
Como se puede observar, la credibilidad del Congreso cuando empezaron a regir las
modificaciones reglamentarias era bastante baja. Eso implicaba la necesidad de hacer
modificaciones drásticas al sistema normativo del estatuto del Congresista, siempre, sin
contravenir, claro está, las normas constitucionales.
Para los delitos no-funcionales el único requisito es la venia de la Cámara. Ejemplos: los
desafueros políticos de Augusto Durand o de Samanez-Ocampo (1910); el desafuero del diputado
Luis González Orbegoso (al poco tiempo amnistiado) a instancia del Juez Cesáreo Vidalón en 1933
por delitos contra la vida -asesinato- en agravio del teniente Manuel Muñiz Martínez y del mayor
Barreda; los desafueros de Reynaldo Saavedra Piñón y Lora en igual año, acusados de subversión;
el desafuero del inocente diputado aprista Alfredo Tello Salavarría (1947), acusado
calumniosamente del asesinato de Francisco Graña Garland el desafuero de Dongo Garay
procesado por delito contra la vida en agravio del guardia Rodolfo Fernández en 194817.
Frente a tan luctuosos avatares ocurridos en el siglo pasado, conviene recordar cómo se
comportó el Congreso electo el quinquenio anterior cuando resolvió los casos de levantamiento de
inmunidad parlamentaria. La reseña es de lo más variopinta:
Gráfico Nº 1
Delitos por los que se solicitó
levantamiento de inmunidad
Delito Casos
Abuso de autoridad 2
Fraude en la administración de personas jurídicas 1
Contra la administración de justicia 1
Contra el honor15
Malversación de fondos 1
Contra los medios de comunicación 1
Desobediencia a la autoridad 2
Contra la libertad de trabajo 1
Contra el patrimonio 1
Contra la fe pública 1
Peculado 12
Violencia contra funcionario público 1
Violencia de libertad sexual de menor 1
Enriquecimiento ilícito 1
Fuente : Congreso
Elaboración : TC
GRÁFICO Nº 2
INMUNIDADES LEVANTAS
(PERÍODO 2001 - 2006)
La Constitución, como norma viva, requiere ser actualizada para que no quede desfasada
de la realidad. Así, sin modificar el texto constitucional, su interpretación ha de efectuarse
estrechamente unida con los intereses sociales. Y, tal como se puede observar en el caso
parlamentario, las exigencias sociales sobre un correcto funcionamiento del órgano legislativo eran
crecientes e insoslayables, lo que exigía la búsqueda de correctivos necesarios desde el punto de
vista reglamentario.
Este Colegiado tiene una función ordenadora y pacificadora del ordenamiento jurídico y,
por ende, puede basarse en hechos concretos para resolver sus casos de inconstitucionalidad. Por
ello, en el fundamento 4 de la sentencia recaída en el Expediente N.º 0002-2005-PI/TC, se dijo que
La inmunidad sólo tendrá sentido si tiene como objeto proteger a los parlamentarios
dentro de un proceso judicial que tiene carácter penal, y también desde que estos son elegidos
como tales.
22. Ante todo, este Colegiado estima conveniente precisar que la inmunidad parlamentaria
solamente rige para los procesos penales:
Además, una interpretación de este tipo fluye naturalmente de lo que el propio artículo 93
señala, al expresar que el procesamiento puede desencadenar en una detención; es más, un límite
al levantamiento de la inmunidad se produce cuando existe ‘delito flagrante’. Un amplio desarrollo
de esta materia también se puede encontrar en la novedosa legislación procesal penal (artículos
452 y subsiguientes del Código Procesal Penal, aún no vigente plenamente).
24. El punto controvertido respecto al segundo párrafo del artículo 16.º del Reglamento del
Congreso es el referido al ámbito temporal de la inmunidad parlamentaria. La norma señala que
La inmunidad parlamentaria no protege a los Congresistas contra (...) los procesos penales
iniciados ante la autoridad judicial competente, con anterioridad a su elección, los que no se
paralizan ni suspenden.
25. Ante tal disyuntiva, los recurrentes sostienen que se afecta su derecho a la inmunidad
parlamentaria. Enfatizan que ella protege tanto a los procesos penales iniciados con anterioridad a
la elección como a los iniciados con posterioridad a la elección. Añaden que la disposición
impugnada resultaría incongruente con lo expresado por el Tribunal Constitucional en la sentencia
recaída en el Expediente Nº 0006-2003-AI/TC, puesto que
La inmunidad cubre un espacio de tiempo que va desde que los congresistas son elegidos
hasta un mes después de haber cesado en sus funciones. Sin embargo, se supone que es difícil
decidir ‘cuándo son elegidos’ porque el término puede querer decir ‘el día siguiente de la votación’
o ‘el día de la proclamación’. Por consiguiente, estimamos que la protección tendría que
entenderse que es desde que son elegidos. Consideramos que es mejor interpretar que la
inmunidad comienza desde que se produce la elección, aunque el congresista estuviera en ese
momento detenido. Debería salir libre y esperarse a la reunión del Pleno para que decida si
autoriza o no la detención. Es mejor que la Constitución dijera que son inmunes ‘desde el día en
que son electos’. La elección es constitutiva. La proclamación es declarativa20.
27. Por ello, no es inconstitucional per se la interpretación estricta que el propio Congreso
hubiese realizado en una materia que es interna y que tiene visos de ser una cuestión política no
justiciable, ya que se trata de situaciones de excepción. Consecuentemente, este Colegiado estima
que, conforme al artículo 93 de la Constitución, caben las dos posibilidades de protección
(inmunidad de proceso amplia y estricta), y que corresponde al Congreso de la República adoptar
cualquiera de ellas conforme a la natural evolución de las instituciones parlamentarias y al fin
constitucional que se persigue.
De otro lado, también debe reforzarse la capacidad autorregulatoria del Congreso de la
República cuando emite o modifica su Reglamento. Además, el artículo 94 señala explícitamente,
retomando lo que se conoce como su autonomía normativa, que
El Congreso elabora y aprueba su Reglamento, que tiene fuerza de ley; elige a sus
representantes en la Comisión Permanente y en las demás comisiones; establece la organización y
las atribuciones de los grupos parlamentarios; gobierna su economía; sanciona su presupuesto;
nombra y remueve a sus funcionarios y empleados, y les otorga los beneficios que les
corresponden de acuerdo a ley.
(...) desde que son elegidos hasta un mes después de haber cesado en sus funciones (...).
Puede entenderse, entonces, que la modificación del mencionado segundo párrafo del
artículo 16 del Reglamento no contradice lo que tal norma expresa.
28. En este caso, el legislador democrático (la representación parlamentaria elegida para el
período 2001-2006), decidió regular el contenido accesorio de la inmunidad de proceso
autolimitándose en sus privilegios y regulando restrictivamente una situación de excepción, a fin
de potenciar la legitimidad del Parlamento ante la ciudadanía.
Esto está en relación estrecha con lo que se ha venido afirmando con relación a la función
vigorizante del sistema democrático por parte del Congreso y con los contornos de la interna
corporis acta contemporánea. Así,
Asimismo, es claro que si bien el proceso penal iniciado con anterioridad a la proclamación
del congresista, por mandato del segundo párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso,
continuará después de la elección, la inmunidad de arresto se mantiene y sólo procederá su
detención si el Congreso lo autoriza, constituyéndose tal garantía en un límite a la regla del
segundo párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso.
Este Colegiado considera que este artículo de la normatividad penal es la norma aplicable
para el caso de los Congresistas protegidos por la inmunidad de proceso.
Al respecto, los demandantes alegan que el literal d) del artículo 20 del Reglamento del
Congreso vulnera su derecho de igualdad ante la ley (artículo 2 inciso 2 de la Constitución); y que
los demás funcionarios aforados que gozan del derecho de antejuicio, no tienen semejante
restricción en el desempeño de su función pública. Así, sostienen que el Presidente de la República
o los Ministros de Estado involucrados en procesos judiciales penales dolosos no están impedidos
de participar en los Consejos de Ministros. Sostienen también que la norma en cuestión restringe
indebidamente la función congresal (artículo 92 de la Constitución).
Frente a ello, el apoderado del Congreso sostiene que la disposición impugnada no vulnera
el derecho de igualdad ante la ley porque el principio de igualdad admite la distinción de trato
atendiendo a la realidad de los hechos y siempre y cuando ésta sea razonable. Afirma que la
introducción del tratamiento diferente, amparado por la norma impugnada, da lugar a dos grupos
de congresistas: aquellos comprendidos en procesos penales dolosos en los cuales la Corte
Suprema de Justicia de la República ha solicitado el levantamiento de su inmunidad parlamentaria
y aquellos que no se encuentran en tales supuestos. Refiere también que el tratamiento diferente
está relacionado con la aplicación de una prohibición durante el ejercicio del mandato
parlamentario. Así, haciendo un símil entre la actividad congresal y la función de los jueces (según
el artículo 180 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, para ser magistrado no hay que hallarse
procesado por delito doloso común), el demandado afirma que
(...) resulta razonable que se establezcan similares impedimentos a quienes tienen algunas
atribuciones que son propias de los que ejercen funciones jurisdiccionales. Las atribuciones
materialmente jurisdiccionales de las Comisiones Investigadoras, Sub Comisiones de Acusación
Constitucional, Comisiones Ordinarias que realizan investigaciones, entre otras, ha sido destacada
en la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (...)23.
De otro lado, asevera que, tomando en cuenta que la prohibición de participar en ciertas
comisiones tiene un efecto temporal (mientras dure el procedimiento de levantamiento de
inmunidad parlamentaria) y que no impide otros actos de control político (participa en la
investidura del Consejo de Ministros, en la interpelación ministerial, en la invitación a ministros
para informar, en la estación de preguntas, en la moción de censura, en la cuestión de confianza,
en la solicitud de información a la Administración, en el pedido de vacancia del Presidente de la
República, en el control sobre la legislación delegada, en el control sobre los decretos de urgencia y
en el control sobre los tratados internacionales ejecutivos), se puede expresar que
33. El mismo artículo 16 in fine del Reglamento del Congreso expresa, con bastante
precisión, cómo se ha de llevar a cabo el procedimiento del levantamiento de inmunidad
parlamentaria. Éste es como sigue:
5. Dentro de los dos (2) días hábiles de emitido el dictamen por la Comisión de
Levantamiento de Inmunidad Parlamentaria, el Consejo Directivo del Congreso lo consignará en la
Agenda del Pleno de la sesión siguiente a la fecha de su recepción a fin de someterlo al debate y
votación correspondiente, la cual podrá realizarse en la misma sesión o a más tardar en la
subsiguiente, a criterio del Presidente del Congreso.
El levantamiento del fuero procede con los votos conformes de la mitad más uno del
número legal de Congresistas.
35. Frente a las cuestiones formales que han ido estableciendo, conviene poner de relieve
ahora que el levantamiento de la inmunidad parlamentaria puede llegar a afectar los derechos
fundamentales de los que son detentadores de ella. Tal ha sido la lógica utilizada por el
demandante cuando alega que la norma reglamentaria ha venido a afectar derechos de los
congresistas.
El literal d) del artículo 20 del Reglamento del Congreso de la República dispone que:
Durante el ejercicio del mandato parlamentario los Congresistas están prohibidos: (...)
Se arguye esencialmente que, tal como está configurada esta norma, se estarían afectando
básicamente dos derechos: la igualdad ante la ley (asimismo, la función congresal) y la presunción
de inocencia.
a. Derecho a la igualdad
36. Para este Colegiado, tal como se ha señalado en el fundamento 9 de la sentencia del
Expediente Nº 0606-2004-AA/TC,
37. Ya entrando al caso concreto, este Colegiado considera que el término de comparación
propuesto por los demandantes (al equiparar las funciones de los Congresistas con las del
Presidente de la República, de los ministros, del Defensor del Pueblo y de los magistrados del
Tribunal Constitucional) no es el mas adecuado, desde una prespectiva constitucional.
Como ya se ha venido explicando supra, las funciones de los altos funcionarios del Estado
admiten diferenciaciones en su trato, de modo que corresponde ahora explicar las similitudes
entre la inmunidad que a estos alcanza y la inmunidad parlamentaria.
El término de comparación correcto es el que se establece entre los congresistas que están
comprendidos en el supuesto de hecho de la norma cuestionada y los que no lo están.
Antes de entrar al análisis estricto de la igualdad, cabe señalar que, en lo que concierne a
la supuesta limitación inconstitucional de la función congresal (artículo 92 de la Norma
Fundamental), este Colegiado estima que tal restricción tiene una justificación objetiva y
razonable, debido a que quienes ejercen las funciones de fiscalización en un órgano político como
el Congreso, no deben tener cuestionamiento alguno que se encuentre pendiente de resolver,
medida que persigue la recuperación de la legitimidad ciudadana del Parlamento.
38. Para ello, conforme al test de igualdad, desarrollado por este Colegiado en las
sentencias recaídas en los Expedientes No 00045-2004-PI/TC y Nº 00004-2006- PI/TC, se procederá
a verificar si la diferenciación introducida por las normas son válidas o constituyen una violación
del derecho a la igualdad y una excesiva limitación a la función congresal.
41. En cuanto al caso concreto, los demandantes sostienen que el hecho de que el
parlamentario se encuentre obligado a inhibirse de participar en determinadas comisiones por el
mero hecho de estar incurso en un proceso judicial por delito doloso en el que se pida el
levantamiento de la inmunidad parlamentaria, y más aún no haya sido concedida, vulnera el
principio derecho de presunción de inocencia (artículo 2, inciso 24, literal e de la Constitución).
Frente a ello, el apoderado del Congreso considera que tal vulneración no existe ya que la
obligación de inhibirse no tiene carácter punitivo, ni constituye una sanción y además se trata de
una limitación temporal, hasta que el Congreso de la República resuelva la correspondiente
solicitud de levantamiento de la inmunidad. Añade que a través del mencionado procedimiento no
se determina la responsabilidad penal ni se impone una sanción. Asimismo, señala que la norma
cuestionada constituye una medida de carácter transitorio, que tiene por objeto que la Comisión
de Fiscalización, así como cualquier otra comisión ordinaria que actúa en ejercicio de su función
fiscalizadora, no sean objeto de cuestionamientos que resten credibilidad y respaldo ciudadano a
las funciones que realizan, procurando establecer una mayor transparencia en las funciones de los
parlamentarios.
42. Este Colegiado estima que en el presente caso no se configura vulneración del principio
de presunción de inocencia toda vez que la medida cuestionada no es una sanción, sino una
limitación temporal y provisional de la función congresal de determinados parlamentarios en la
conformación de las comisiones, que tiene como finalidad constitucional legítima impedir que las
comisiones parlamentarias que desarrollan tareas de fiscalización sean cuestionadas. Puede,
incluso, ser considerado como un requisito especial para ser parte de tales comisiones, ya que la
función fiscalizadora entraña grandes y graves responsabilidades frente a terceros.
A guisa de ejemplo, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (artículo 12, inciso 3)
establece que no pueden ser elegidos magistrados del Tribunal Constitucional los que se
encuentren siendo procesados por delito doloso. Tal hecho no constituye, per se, una afectación
del principio de presunción de inocencia.
Por las consideraciones expuestas la norma impugnada no vulnera el literal e) del inciso 24
del artículo 24 de la Constitución.
VII. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
2. Declarar que el artículo 84 del Código Penal es la norma aplicable para el caso de los
Congresistas protegidos por la inmunidad de proceso.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
EXP. Nº 0026-2006-PI/TC
33 Congresistas
Congreso De La República
Los temas que son materia de este proceso de inconstitucionalidad se refieren a derechos
fundamentales que, históricamente, corresponden al Congreso y a sus miembros; y, por haber
ejercido las funciones de Diputado, Senador y Congresista, considero mi deber expresar algunos
puntos de vista personales y reproducir otros que fueron expuestos en el Parlamento; sin perjuicio
de compartir los fundamentos de la sentencia, de la que es parte integrante este voto.
La demanda
a) el segundo párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso, modificado por
Resolución Legislativa Nº 015-2005-CR, de 3 de mayo de 2006, y
b) el inciso d) del artículo 20 del mismo Reglamento del Congreso, incorporado por
Resolución Legislativa Nº 025-2005-CR, de 21 de julio de 20066(*)NOTA SPIJ.
Los demandantes son 33 Congresistas, con firmas debidamente autenticadas por el Oficial
Mayor del Congreso.
Los demandantes recurren al Tribunal Constitucional para que éste haga prevalecer la
Constitución sobre normas infraconstitucionales que, según ellos, la violan.
En esa sentencia se hizo el análisis del antejuicio político del que son beneficiarios el
Presidente de la República, los Congresistas, los Ministros de Estado, los miembros del Tribunal
Constitucional, los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, los Vocales de la Corte
Suprema, los Fiscales Supremos, el Defensor del Pueblo y el Contralor General de la República, sin
el cual esos funcionarios no pueden ser procesados penalmente por delitos de función, conforme
al artículo 99 de la Constitución.
Desde el punto de vista material, a diferencia de lo que ocurre con el privilegio del
antejuicio político, en el procedimiento para el levantamiento de la inmunidad parlamentaria, el
Congreso no asumen un rol acusatorio, sino estrictamente verificador de la ausencia de contenido
político en la acusación. En estos casos, el Parlamento no pretende acreditar la responsabilidad
penal del recurrente, sino tan sólo descartar los móviles políticos que pudieran encontrarse
encubiertos en una denuncia de “mera apariencia penal”.
La sentencia de 1 de diciembre de 2003 hace, pues, el deslinde entre los delitos de función
y los delitos comunes, así como señala el procedimiento que el Congreso debe seguir en cada caso.
La sentencia, además, enfatiza que corresponde al Congreso examinar si hay o no motivaciones
políticas en las imputaciones que se hagan contra los Congresistas, porque el procesamiento penal
puede incluir el mandato de detención y, por consiguiente, se afectaría el funcionamiento o la
composición del Poder Legislativo.
De manera que, tal como lo señalan los demandantes, el Tribunal Constitucional tiene
atribución para decidir los petitorios planteados.
El proceso constitucional
Es pertinente señalar, además, que una diferencia trascendental entre el proceso civil y el
proceso constitucional es que, en el primero, los jueces deben resolver sólo los puntos
controvertidos; mientras que en el proceso de inconstitucionalidad de normas con rango de ley, los
jueces constitucionales pueden declarar, también, la inconstitucionalidad e ineficacia de las
normas infraconstitucionales aunque no hayan sido invocadas en la demanda, de acuerdo a los
artículos II y VIII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, que rige desde el 1 de
diciembre de 2004; y desde antes de esa fecha conforme a la jurisprudencia.
Este Colegiado debe resaltar que no existe procedimiento ni votación calificada alguna
para que el Congreso de la República pueda declarar vacante el cargo de Primer Mandatario por la
causal prevista en el inciso 2) del artículo 113 de la Constitución, esto es, por “su permanente
incapacidad moral o física”. Ello, desde luego, no podría significar que el más alto cargo de la
Nación pueda quedar vacante como consecuencia de mayorías simples, pues ello sería atentatorio
del principio de razonabilidad, pudiéndose presentar supuestos absolutamente inaceptables en un
Estado social y democrático de derecho, tales como el hecho de que mientras que el Congreso
necesite de la votación de la más de la mitad de su número legal de miembros para remover a los
ministros (responsables políticamente y no elegidos por el pueblo), mediante el voto de censura,
no necesite sino una mayoría simple para remover al Presidente de la República (quien no tiene
responsabilidad política y es elegido directamente por la voluntad popular). En ese sentido, el
Tribunal Constitucional exhorta al Congreso de la República a legislar un procedimiento y la
necesidad de una votación calificada para poder declarar la vacancia presidencia por la causal
prevista en el inciso 2) del artículo 113 de la Constitución, a efectos de no incurrir en aplicaciones
irrazonables de la referida disposición constitucional, para lo cual, al igual que en los casos de juicio
político, debe estipularse una votación calificada no menor a los 2/3 del número legal de
Congresistas.
Las atribuciones del Tribunal Constitucional del Perú no difieren, sustancialmente, de las
que tienen los Tribunales Constitucionales, Cortes Constitucionales, Consejos Constitucionales o
Salas Constitucionales en otros países, aunque algunos de ellos tienen atribuciones preventivas.
a) sean como tribunales o cortes constitucionales autónomos ubicados fuera del aparato
jurisdiccional ordinario (Chile, Ecuador, España, Guatemala, Perú y Portugal);
b) sean como tribunales o cortes autónomos dentro de la propia estructura del poder
judicial (Bolivia y Colombia);
El referido autor indica que los instrumentos de control constitucional son muy antiguos
previéndose de distinta manera en las legislaciones de varias culturas jurídicas, separadas
cronológicamente y que nacieron especialmente para la protección de la persona humana.
Bolivia se encuentra ya entre los países que tienen Tribunal Constitucional separado del
Poder Judicial, el que está afrontando dificultades, en los albores del año 2007, creadas por grupos
fundamentalistas. El Tribunal Constitucional de Ecuador, en los tres últimos años, ha debido
afrontar fricciones con el Congreso y fue disuelto dos veces mediando pocos meses entre una
disolución y la otra, en 2003 y 2004.
En el Perú fue creado el Tribunal de Garantías Constituciones con arreglo a los artículos
296 a 304 de la Constitución de 1979. Los magistrados requerían tener probada ejecutoria
democrática. En cuanto a los procesos de inconstitucionalidad, si la sentencia de ese Tribunal
declaraba fundada la demanda, debía ser comunicada al Poder Legislativo, para que éste, por el
mérito del fallo, dictara la ley correspondiente. Trascurridos 45 días sin ley derogatoria, se
publicaba la sentencia que producía el mismo efecto derogatorio.
La demanda materia de este proceso, como se ha dicho, tiene por objeto preservar la
vigencia intangible del artículo 93 de la Constitución de 1993, referido a la inmunidad e
inviolabilidad parlamentaria.
Sostienen los demandantes que el artículo 16, párrafo reformado, del Reglamento del
Congreso es inconstitucional, pues recorta el contenido de la referida norma constitucional.
Es, por lo tanto, necesario esclarecer los antecedentes constitucionales y determinar los
alcances del fuero parlamentario en el Estado Social y Democrático de Derecho. La lucha por el
poder ocurre en todas las latitudes del planeta. Hay regímenes dictatoriales, surgidos de la
violencia; y autoritarios, frecuentemente emanados del fraude electoral, pero también, en
ocasiones, fruto de la abdicación de principios.
Los tratados internacionales, de data reciente, pueden ser preludio de que en el siglo XXI
los pueblos del mundo tengan gobiernos que sean expresión de su voluntad soberana. Pero esos
gobiernos están y estarán integrados por seres humanos, con virtudes y defectos.
Es por eso que, desde que el constitucionalismo desarrolló la teoría de la separación de los
poderes, los miembros del Parlamento están protegidos por la inviolabilidad de sus personas, en
cuanto son elegidos y hasta la conclusión del período congresal; e, incluso, por un período
adicional, que en el Perú es de un mes.
Artículo 128.- Los Diputados serán inviolables por sus opiniones, y en ningún tiempo ni
caso, ni por ninguna autoridad podrán ser reconvenidos por ellas. En las causas criminales que
contra ellas se intentaren, no podrán ser juzgados sino por el tribunal de Cortes en el modo y
forma que se prescriba en el reglamento del gobierno interior de las mismas.
Durante las sesiones de las Cortes, y un mes después, los Diputados no podrán ser
demandados civilmente, ni ejecutados por deudas.
Las Bases de la Constitución Peruana de 17 de diciembre de 1822:
13. Los Diputados a Congreso, como representantes de la Nación, son inviolables en sus
personas, y nunca serán responsables de sus opiniones.
La Constitución de 1823:
Artículo 57. Los Diputados son inviolables por sus opiniones, y jamás podrán ser
reconvenidos ante la ley por las que hubieren manifestado en el tiempo del desempeño de su
función.
Artículo 59.- En las acusaciones criminales contra los Diputados no entenderá otro Juzgado
ni Tribunal que el Congreso, conforme a su Reglamento Interior; y mientras permanezcan las
sesiones del Congreso, no podrán ser demandados civilmente, ni ejecutados por deudas.
La Constitución de 1826
Artículo 32.- Ningún individuo del Cuerpo Legislativo podrá ser preso durante su
diputación, sino por orden de su respectiva Cámara, a menos que sea sorprendido infraganti en
delito que merezca pena capital.
Artículo 33.- Los miembros del Cuerpo Legislativo serán inviolables por sus opiniones que
emitan dentro de sus Cámaras en el ejercicio de sus funciones-
La Constitución de 1828.
Artículo 42.- Los Diputados y Senadores son inviolables por sus opiniones y jamás podrán
ser reconvenidos ante la ley por las que hubiesen manifestado en el desempeño de su comisión.
Artículo 43.- Mientras duren las sesiones del Congreso, no podrán los Diputados y
Senadores ser demandados civilmente, ni ejecutados por deudas. En las acusaciones criminales
contra algún miembro de las Cámaras, desde el día de su elección hasta dos meses después de
haber cesado su cargo, no podrá procederse sino conforme al artículo 31.
La Constitución de 1834
Artículo 45.- Los Diputados y Senadores son inviolables por sus opiniones, y en ningún
tiempo pueden ser reconvenidos ante la ley, por las que hubiesen manifestado en el desempeño
de su comisión.
Artículo 46.- Los Diputados y Senadores, mientras duren las sesiones, no pueden ser
demandados civilmente ni ejecutados por deudas. En las acusaciones criminales contra algún
miembro de las Cámaras, desde el día de su elección hasta el día en que se abra la Legislatura en
que es reemplazado, no puede procederse sino conforme a los artículos 23 y 32; y en receso del
Congreso, conforme a los artículos 33, 34 y 101, atribución 5ª.
En los casos previstos en los artículos 33, 34 y 101, atribución 5ª, si la sentencia era
condenatoria, se perdía el cargo.
La Constitución de 1839
Artículo 17.- Los Diputados y Senadores son inviolables por sus opiniones en el desempeño
del cargo.
Artículo 20.- Ningún individuo del Cuerpo Legislativo podrá ser demandado civilmente, ni
ejecutado por deudas, desde su elección, hasta tres meses después de concluidas las sesiones.
La Constitución de 1856
Artículo 51.- Los Representantes no pueden ser arrestados ni acusados durante las
sesiones sin previa autorización del Congreso. Sólo en el caso de delito “infraganti”, podrán ser
arrestados y se les pondrá inmediatamente a disposición del Congreso.
La Constitución de 1860
Artículo 54.- Los Senadores y Diputados son inviolables en el ejercicio de sus funciones.
Artículo 55.- Los Senadores y Diputados no pueden ser acusados ni presos sin previa
autorización del Congreso, y en su receso de la Comisión Permanente, desde un mes antes de
abrirse las sesiones hasta un mes después de cerradas, excepto en infraganti delito, en cuyo caso
serán puestos inmediatamente a disposición de su respectiva Cámara, o de la Comisión
Permanente en receso del Congreso.
La Constitución de 1867
Artículo 54.- Los Representantes no pueden ser acusados, ni detenidos durante las
sesiones, sin previa autorización del Congreso, salvo el caso de flagrante delito, en el cual serán
puestos inmediatamente a disposición del Cuerpo Legislativo.
Artículo 55.- Tampoco pueden ser acusados ni detenidos, un mes antes ni un mes después
de las sesiones, sin previo acuerdo del Supremo Tribunal de Justicia; salvo el caso de flagrante
delito, en el cual serán puestos a disposición de la Corte Suprema para su juzgamiento conforme a
ley.
La Constitución de 1920
Artículo 80.- Los Senadores y Diputados con inviolables en el ejercicio de sus funciones y
no pueden ser acusados ni presos sin previa autorización de las Cámaras a que pertenezcan desde
un mes antes de abrirse las sesiones hasta un mes después de cerradas; excepto infraganti delito,
en cuyo caso serán puestos inmediatamente a disposición de su respectiva Cámara.
Sin embargo, se dictó la Ley Nº 7490 (“Ley de Emergencia”), de 2 de marzo de 1932 que
hizo irrisión de ese precepto constitucional.
La Constitución de 1933
Artículo 104.- Los Diputados y Senadores no son responsables ante ningún tribunal, ni ante
ninguna autoridad por los votos y opiniones que emitan en el ejercicio de sus cargos.
Artículo 105.- Los Senadores y los Diputados son inviolables en el ejercicio de sus
funciones, y ni pueden ser acusados ni presos sin previa autorización de la Cámara a que
pertenecen, desde un mes antes de abrirse la legislatura hasta un mes después de cerrada,
excepto en flagrante delito, en cuyo caso serán puestos dentro de las 24 horas a disposición de su
respectiva Cámara.
La Constitución de 1979
No son responsables ante ninguna autoridad ni tribunal alguno por los votos u opiniones
que emiten en el ejercicio de sus funciones.
Las Constituciones de 1823, 1826, 1828, 1834 y 1839 declararon, pues, que los miembros
del Congreso no eran responsables, ante ninguna autoridad, por las opiniones que expresaban en
el ejercicio de sus cargos; y que, a partir de la Carta de 1856, se estableció que, además, no podían
ser acusados ni apresados salvo por delito flagrante en cuyo caso debían ser inmediatamente
puestos a disposición del Congreso o de la Comisión Permanente. He subrayado, para una mejor
comprensión, los preceptos constitucionales, históricos, referidos al impedimento de ser
demandados los Senadores y Diputados por obligaciones civiles y pago de deudas.
Así, tras recordar (f. 3), que esta prerrogativa no es un privilegio personal de Diputados y
Senadores, sino una figura de carácter objetivo, una prerrogativa institucional, expresión de la
individualidad de las Cortes Generales, se señala que su finalidad es servir de protección frente a la
eventualidad de que la vía penal sea utilizada con la intención de perturbar el funcionamiento de
las Cámaras o de alterar la composición que a las mismas les ha dado la voluntad popular… la
inmunidad…responde… al interés superior de la representación nacional de no verse alterada ni
perturbada, ni en su composición ni en su funcionamiento, por eventuales procesos penales que
puedan incoarse frente a sus miembros, por actos producidos tanto antes como durante su
mandato, en la medida en que de dichos procesamientos o inculpaciones pueda resultar la
imposibilidad de un parlamentario de cumplir efectivamente sus funciones.
En palabras de Pablo Lucas Murillo de la Cueva (“Revista de Estudios Políticos”, Nº 69, Julio-
Setiembre 1990),
Francisco Eguiguren Praeli (“Revista Jurídica del Perú”, Año LI, Nº 27, octubre de 2001, pag.
XI), al comentar la infracción constitucional como límite a la inviolabilidad por votos u opiniones de
los parlamentarios, escribe que
Los congresistas cuentan con diversas prerrogativas reconocidas para asegurarles la mayor
libertad en el ejercicio de sus funciones y actuación política, siendo las inmunidades
parlamentarias -es decir, la inviolabilidad por votos u opiniones y la inmunidad de arresto y
proceso- uno de los privilegios más importantes. Pero los congresistas poseen también, en nuestro
sistema constitucional, un privilegio adicional, que comparten con algunos otros altos funcionarios;
se trata del derecho a antejuicio político, que consiste en que no pueden ser juzgados por delitos
de función o sancionados por infracciones de la Constitución (tanto durante el ejercicio de sus
funciones como hasta cinco años después de haber cesado en ellas) si la acusación no es aprobada
previamente por el Congreso.
Sostiene Eguiguren Praeli que la inviolabilidad por votos de opiniones es un tema poco
trabajado en nuestro país y considera que “…a la vez, resulta polémico y muy delicado en la
situación política que atravesamos…” En efecto, en octubre de 2001 se iniciaba un nuevo régimen
constitucional y estaba en el debate público y parlamentario el esclarecimiento de las
responsabilidades por hechos antijurídicos ocurridos en el decenio anterior. Ese debate,
actualmente en los estrados judiciales, continúa todavía con la natural inquietud de la población.
Tiene razón Eguiguren Praeli cuando expresa su criterio contrario a atribuir un alcance o
carácter absolutos a la inviolabilidad parlamentaria; pero me parece que no sería un privilegio
insólito de vulnerar la Constitución impunemente. Entre muchos casos que registra la historia del
Perú, debe recordarse que el Congreso dictó la Ley Nº 8459, de 7 de noviembre de 1936, por la
cual declaró -con la complicidad del Jurado Nacional de Elecciones presidido por el fiscal supremo
Ernesto Araujo Álvarez- la nulidad de las elecciones generales del 11 de octubre de 1936 para
Presidente de la República, Senadores y Diputados, con el pretexto de que habían sufragado a
favor del candidato Luis Antonio Eguiguren (cercano antepasado del profesor Eguiguren Praeli) los
ciudadanos impedidos de hacerlo por pertenecer a partidos de organización internacional. El voto
entonces, como ahora, era secreto; de manera que no había forma de acreditar el argumento falaz
en que se sustentó tal ley. No sólo agravió a los electos, sino a los propios ciudadanos.
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Por cuanto:
EL CONGRESO CONSTITUYENTE
Artículo único.- Decláranse ilegales los sufragios emitidos en las elecciones del 11 de
octubre último, a favor de las candidaturas a la Presidencia y Vice-Presidencia de la República,
Senadurías y Diputaciones presentadas por el Partido Social Demócrata, así como los que hubieran
favorecido a candidatos que, encubiertos bajo diversas apariencias, se encuentren en idéntica
situación, por estar comprendidos en las disposiciones de los artículos 53 de la Constitución del
Estado, 22 de la Ley Nº 7780 y en la resolución del Jurado Nacional de Elecciones de 5 de
setiembre del presente año.
Por tanto:
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los tres días del mes de noviembre de mil
novecientos treinta y seis.
O.R.BENAVIDES
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Por cuanto:
EL CONGRESO CONSTITUYENTE
Artículo único.- Amplíase la ley Nº 7747, extendiendo el mandato presidencial del señor
General de División don Óscar R. Benavides, hasta el ocho de diciembre de 1939, autorizándose al
Poder Ejecutivo para ejercer las atribuciones que se expresan en los juicios 1, 5, 6, 7, 9 y 20 del
artículo 123 de la Constitución del Estado; las comprendidas en la Ley Orgánica de Presupuesto. Nº
4598, menos la de aprobar la Cuenta General de la República; y para convocar, dentro de esta
ampliación, a elecciones generales.
Por tanto:
Dado en la casa de Gobierno, en Lima, a los catorce días del mes de noviembre de mil
novecientos treinta y seis.
O.R. BENAVIDES
La inmunidad no es, pues, ni puede ser, una coraza respecto de las obligaciones no penales
de las cuales son o pueden ser deudores los miembros del Congreso.
De manera que si, por sentencia con pena privativa de libertad, un Congresista resulta
inhabilitado para ejercer su cargo, puede ser reemplazado por el accesitario de la lista
correspondiente; y, por lo tanto, la agrupación política mantiene invariable la representación, sin
menoscabo en el número de sus miembros. La misma solución ocurrirá en el caso de fallecimiento
de algún Congresista; o de su renuncia, si se reforma el “documento de 1993”.
Los demandantes, ungidos por el voto popular, representan a la Nación; y, como tales,
gozan de inviolabilidad e inmunidad dentro de los límites que determina el artículo 93 del “actual
documento de 1993”, como peyorativamente se indica en la primera línea de la página 7 de la
demanda.
53. La Constitución de 1993 fue, como se ha dicho, consecuencia del golpe de Estado del 5
de abril de 1992, además de la corrupción generada por el uso arbitrario, hegemónico, pernicioso y
corrupto del poder, y se constituyó en un agravio al sistema democrático, pues se aprobó
deformándose la voluntad de los ciudadanos.
Por la agrupación oficial Cambio 90-Nueva Mayoría votaron únicamente 3’075,422, lo que
representó el 35.56 % de los votantes y el 27.34 % del universo electoral. Con esa votación,
obtenida con coacción y con visos de fraude, la agrupación referida consiguió la aprobación del
Proyecto de Constitución de 1993.
24. En el proceso de inconstitucionalidad de las leyes, regulado por el inciso 4 del artículo
200 de la Constitución de 1993, dentro del cual, precisamente, se ha planteado la impugnación del
denominado “documento de 1993”, se impugna la validez constitucional de las leyes y normas con
rango de ley. Este precepto constitucional, en efecto, establece que “Son garantías
constitucionales: (…) 4. “La Acción de Inconstitucionalidad, que procede contra las normas que
tienen rango de ley: leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del
Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales que contravengan la
Constitución en la forma o en el fondo”.
Ciertamente, la Constitución de 1993 no es una ley y tampoco una norma con rango de ley;
por el contrario, es la Ley Suprema del Estado, respecto de la cual todas las demás se encuentran
subordinadas. Como indica su artículo 51, “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la
ley, sobre las normas de inferior jerarquía; y así sucesivamente…”
Más aún. Si por un momento, en vía de mera hipótesis, estuviéramos convencidos de que
la Constitución de 1993 es pasible de someterse a control mediante este proceso, inmediatamente
surgiría una nueva paradoja. Así, el inciso 4) del artículo 200 de la Constitución establece que el
control de las normas que allí se enuncian consiste en evaluar si contravienen a “(…) la
Constitución en la forma o en el fondo”. Y, ciertamente, la Constitución no es una norma que
pueda, a si misma, contradecirse; o, dicho de otro modo, que pueda contravenirse a si misma.
De manera que, a pesar de su vicio de origen, está vigente la Constitución de 1993, según
las referidas sentencias del Tribunal Constitucional.
No pueden ser procesados ni presos, sin previa autorización del Congreso o de la Comisión
Permanente, desde que son elegidos hasta un mes después de haber cesado en sus funciones,
excepto por delito flagrante, caso en el cual son puestos a disposición del Congreso o de la
Comisión Permanente dentro de las veinticuatro horas, a fin de que se autorice o no la privación
de la libertad y el enjuiciamiento.
Aunque elegidos dentro de las listas de candidatos propuestos por los partidos políticos y
agrupaciones independientes, con ideologías y programas que se hacen de conocimiento público
en las procesos electorales, los miembros del Congreso tienen plena autonomía para opinar y
votar los asuntos que enumera el artículo 102 de la Constitución. Es obvio que los grupos
parlamentarios, aun en el caso de que alguno sea mayoría absoluta, no pueden imponer a
rajatabla sus puntos de vista. En las comisiones y en el Pleno se debaten las leyes, las resoluciones
legislativas, las interpelaciones, las invitaciones, las ratificaciones y las designaciones de los
funcionarios de alta jerarquía.
El Congreso es, pues, el ágora del debate político. Y, en consecuencia, frente a razones que
se expongan, se adoptan las decisiones que sean posibles y convenientes. En la esencia del
parlamentarismo está, pues, la libertad para pensar y para votar.
Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum,
iniciativa legislativa, remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas.
También tienen el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo
con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica. Es derecho y es deber de los
vecinos participar en el gobierno municipal de su jurisdicción. La ley norma y promueve los
mecanismos directos e indirectos de su participación.
Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio de
este derecho se requiere estar inscrito en el registro correspondiente.
El voto es personal, igual, directo y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo
después de esa edad.
La ley establece los mecanismos para garantizar la neutralidad estatal durante los procesos
electorales y de participación ciudadana.
Es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos.
Prerrogativas y privilegios
Del examen de las normas invocadas por los propios demandantes resulta claro que en las
Constituciones de 1812 (artículo 128), 1823 (artículo 59), 1828 (artículo 43), 1834 (artículo 46) y
1839 (artículo 20) existieron preceptos expresos, claros, indubitables (aunque discutibles) respecto
a proteger a los miembros del Congreso contra demandas por obligaciones civiles, incluyendo las
destinadas a exigir honrar las deudas.
Las Constituciones de 1856, 1860, 1867, 1920, 1933 y 1979 suprimieron esa
sobreprotección inadecuada, anacrónica y absurda. Dentro de la misma corriente se inscribe la
Constitución de 1993.
¿Cuáles son las materias que regula el Código Civil? Las que están contenidas en los diez
Libros que lo integran y que se refieren:
Libro I (Derecho de las Personas), entre los derechos protegidos, los que conciernen a la
inexigibilidad de contratos peligrosos para las personas, a la intimidad personal y familiar, a la voz y
la imagen, a la protección del autor y compositor; al derecho al nombre, al derecho al domicilio, a
la designación de administración judicial; a los de asociación, fundación y comités inscritos y no
inscritos.
Libro II (Acto Jurídico), como los que atañen a la representación, invalidación, simulación,
fraude, nulidad y confirmación de los actos jurídicos.
Libro III (Derecho de Familia), que incluyen la prueba e invalidez del matrimonio, la
separación de patrimonios y de cuerpos, el divorcio, la filiación, los alimentos, etc.
Libro VI (Las Obligaciones), entre otras, las obligaciones de dar, de hacer, de no hacer,
alternativas y facultativas, divisibles e indivisibles, mancomunadas y solidarias, etc.
Libro VII (Fuentes de las Obligaciones), las cuestiones vinculadas con los diversos contratos
en general, entre ellos la compraventa, el arrendamiento, la fianza, el compromiso arbitral, la renta
vitalicia.
Libro VIII (Prescripción y Caducidad), de especial relevancia, pues siendo el período del
Congresista de cinco años, prescribirían, conforme al artículo 2001 del Código Civil de 1984:
3. A los tres años, la acción para el pago de remuneraciones por servicios prestados como
consecuencia de vínculo no laboral.
El Código Civil, que rige desde el 14 de noviembre de 1984, fue promulgado por el Decreto
Legislativo Nº 295, de 24 de julio de ese año. Fue elaborado por la Comisión Revisora que me
honré en presidir, siendo Senador de la República, y que laboró intensamente 21 meses. Antes, la
Comisión Reformadora, durante 16 años, formuló un anteproyecto de 7 Libros. Actualmente, otra
Comisión Reformadora del Código Civil estudia cambios parciales, desde 1995, o sea 11 años.
Los saldos deudores de cuentas bancarias quedarían pendientes hasta que concluya la
función congresal.
Tampoco sería razonable que los miembros del Congreso estuviesen premunidos de
blindaje absoluto, si incurrieran intencionalmente en infracciones tipificadas como delitos en el
Código Penal, incluyendo los que afectan el honor y la buena reputación de las personas. No
tienen, ni deben tener, patente de corso, para tales tipos de hechos.
Salvo lo dispuesto en la Ley Nº 28355, de 6 de octubre de 2004, ¿cuáles serían esos delitos
tipificados en el Código Penal, promulgado por el Decreto Legislativo Nº 635, de 3 de abril de 1991,
elaborado por la Comisión Especial que me honré en presidir?
2. Los delitos de aborto (artículos 114, 115, 116, 117, 118, 119 y 120);
5. Los delitos de injuria, calumnia y difamación (artículos 130, 131, 132, 135 y 136);
7. Los delitos contra el estado civil (artículos 143, 144, 145 y 146);
11. Los delitos de violación de la intimidad (artículos 154, 155, 156 y 157);
12. Los delitos de violación de domicilio (artículos 159 y 160);
13. Los delitos de violación del secreto de las comunicaciones (artículos 161, 162, 163 y
164);
20. Los delitos de apropiación ilícita (artículos 190, primer párrafo, 191, 192 y 193);
23. Los delitos de fraude en la administración de personas jurídicas (artículos 198 y 199);
27. Los delitos de atentados contra el sistema crediticio (artículos 209, 210, 212 y 213);
31. Los delitos contra la propiedad industrial (artículos 222, 223, 224 y 225);
34. Los delitos económicos (artículos 238, 239, 240, 241, 242 y 243);
35. Los delitos financieros (artículos 248, 249, 250, 251 y 251-A, primer párrafo);
36. La elaboración y comercio clandestino de productos (artículos 271 y 272);
38. Los delitos contra los medios de transporte, comunicación y otros servicios (artículos
282, 283, 284 y 285);
39. Los delitos contra la salud pública (artículos 290, 291, 292, 293, 294 y 295);
40. Los delitos de tráfico ilícito de drogas (artículos 300 y 302, primer párrafo);
42. Los delitos contra el medio ambiente (artículos 304, 305, 306, 307, 307-A, 308, 309,
310, 311, 312 y 313);
43. Los delitos contra la tranquilidad pública (artículos 316, primer párrafo, y 318);
45. El delito de provocación pública a la desobediencia de una orden militar (artículo 333);
46. Los delitos que comprometen las relaciones exteriores del Estado (artículos 335, 337,
338, 340, 341, 342 y 343);
47. Los delitos contra los símbolos de la Patria (artículos 344 y 345);
49. Los delitos contra el derecho de sufragio (artículos 355, 356, 357 y 358);
50. Los delitos contra la administración pública (artículos 361, primer párrafo, 362, 363 y
364);
51. Los delitos de violencia y resistencia a la autoridad (artículos 365, 366, 368, 369, 370,
371, 372 y 373);
52. Los delitos de abuso de autoridad (artículos 376, 377, 378, 379, 380 y 381);
54. Los delitos de peculado (artículos 387, 388, 389, primer párrafo, 390, 391 y 392);
55. Los delitos de corrupción de funcionarios (artículos 394, 396, 397, 398, segundo
párrafo, 399 y 400);
56. Los delitos contra la función jurisdiccional (artículos 402, primer párrafo, 403, 405, 407,
408, 409, primer párrafo, 410, 411, 412, 413, 414, primer párrafo, 415, 416 y 417);
57. Los delitos de prevaricato (artículos 418, 419, 420 y 421);
58. Los delitos de denegación y retardo de justicia (artículos 422, 423 y 423);
59. Los delitos de falsificación de documentos privados (artículos 427 y 431, primer
párrafo,);
60. Los delitos de falsificación de sellos, timbres y marcas oficiales (artículos 434, 435, 436
y 437);
Tampoco podrían ser procesados los Congresistas por los ilícitos penales previstos por los
artículos 382, 383, 384, 386, 387, 388, 389, 390, 391 y 392 de la Ley Orgánica de Elecciones
(26859), pues las penas privativas de libertad no exceden de cinco años.
En todos los casos enumerados de delitos tipificados legalmente (en el Código Penal y en la
Ley Orgánica de Elecciones), si hay varios autores, sólo serían juzgados y sentenciados los
coautores, en aplicación de los artículos 23 a 26 del Código Penal. El principio de igualdad ante la
ley, por consiguiente, quedaría violado.
En los procesos por delitos con pena privativa mayor de cinco años, el período de la
función de Congresista posibilitaría, también, que opere la prescripción, habida cuenta de la
morosidad en el trámite de esos procesos.
Repugna al buen sentido que se pretenda crear tal diferencia absurda, abismal, entre los
representantes y los representados. Los primeros podrían demandar civilmente a los ciudadanos
“de a pie”; pero estos no podrían ejercitar tales acciones contra los representantes. Las
disposiciones constitucionales desde 1856, que suprimen el exceso de privilegios, son suficientes
para que no se perturbe el ejercicio de las funciones parlamentarias, que, ciertamente, no deben
estar desamparadas.
LEY Nº 7717
El Presidente de la República
EL CONGRESO CONSTITUYENTE
Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los 29 días del mes de marzo de 1933.
Aquí está faltando a la verdad el Presidente de la Corte Suprema porque, según podemos
advertir del auto de 15 de setiembre, con la cual se abre el proceso penal contra el Congresista
Noriega Febres, solamente habría la posibilidad de abrirse proceso penal por el delito de homicidio
simple. De manera que, si se aplica el Código Penal, se trata de un instrumento que contiene lo
que en doctrina se llama “falsedad ideológica”, delito contra la fe pública, que está tipificado en el
Artículo 428 del Código Penal.
Hay más. La secuencia de los documentos que nos ha hecho llegar la Comisión de
Constitución y Reglamento acreditaría que la decisión -que se adoptó hace pocos días- de
intervenir el Poder Judicial no tenía ninguna justificación, porque el oficio del Presidente de la
Corte Suprema, de fecha 19 de setiembre de 1995, está precedido de un oficio que le envía el
Presidente de la Corte Superior de Lima, con fecha 18 de setiembre de 1995, es decir del día
anterior. A su vez, el auto que abre el proceso -como antes dije- tiene fecha 15 de setiembre, y el
pedido de elevar los actuados a la Corte Suprema de Justicia para los fines pertinentes tiene fecha
18 de setiembre. La denuncia del fiscal Carlos Torres (sin Torres Lara) tiene fecha 6 de setiembre.
De manera que el Ministerio Público y el Poder Judicial están actuando con una celeridad
realmente ejemplares que no se advierte en otros procesos judiciales. Sin embargo aquí,
evidentemente, hay un interés público que ha motivado que la administración de justicia sea
ejemplar; acaso la mejor de América Latina. Este hecho nos debe llenar de satisfacción a los
peruanos, por lo menos, en este caso, formalmente.
Pero ¿cuál es el contenido de la denuncia y del auto que abre el proceso penal? Se
denuncian varios delitos, entre ellos la existencia de una organización destinada al crimen. Refirió
la Congresista Lourdes Flores que, en un caso, se había decapitado o degollado a una de las
víctimas, cuya autoría se atribuye, hasta ahora, al Congresista Noriega Febres.
Si nos atenemos a los hechos denunciados por el fiscal, entre otros delitos, no se habría
perpetrado el delito contra la paz pública previsto en el numeral 317 sino el delito que está
tipificado en el Artículo 320, como forma agravada de terrorismo. Dice este dispositivo: “Formas
agravadas. La pena será: 1) Privativa de la libertad no menor de quince años, si el agente actúa en
calidad de integrante de una organización que, para lograr sus fines, cualesquiera que sean
-incluyendo los religiosos- utiliza como medio el delito del terrorismo previsto en el Artículo 319”.
De manera que en rigor el Congresista Noriega tendría que ser juzgado por los jueces sin rostro
porque, teóricamente, habría perpetrado el delito descrito en esa norma del Código Penal a la cual
acabo de hacer referencia.
Este hecho motiva otra reflexión. Además de Sendero Luminoso y del Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru, habría en el Perú, entonces, otra organización que practica el
terrorismo. No sería la agrupación política (el FREPAP) a la cual pertenecieron hasta hace poco
tiempo dos distinguidos miembros de este Congreso y que ahora forman parte del grupo
parlamentario de Cambio 90-Nueva Mayoría, sino habría sido la agrupación religiosa denominada
Asociación Evangélica Misionera Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU) a la cual también
habrían pertenecido diversas personas que no están incluidas en la denuncia. Entonces, el Ministro
del Interior tendría que venir a informar al Congreso acerca de un nuevo grupo terrorista que,
aparentemente, está actuando en el Perú. Digo esto, porque se ha dicho que habrían sido
victimados más de veinte integrantes de esa agrupación religiosa. El número de víctimas ha sido
reducido finalmente a dos que, según el auto que abre el proceso penal, sería homicidio simple;
pero según las descripciones que aquí hemos escuchado, sería un homicidio calificado; por lo
tanto, participo también de lo que se manifestó en el debate hace unos minutos: si se quita el
fuero parlamentario al Congresista Noriega Febres, se estaría abriendo paso a que se proceda a
privarle su libertad.
¡No pueden ser procesados! Pero si se autoriza que sean procesados, el juez o la juez ya
tienen la dirección del proceso y, por lo tanto, después de la declaración instructiva de Noriega
Febres el mandato de comparecencia podría ser variado, fácilmente, a un mandato de detención
sin necesidad de que el juez o la juez recurra nuevamente al Congreso para pedir que se varíe ese
mandato.
Pero el doctor Ferrero -que acaba de usar una interrupción- sabe que la Constitución
prevalece sobre una norma reglamentaria, aunque el Reglamento del Congreso tenga fuerza de
ley. Y si el Poder Judicial es autónomo e independiente, debe preferir y aplicar la Constitución; por
lo tanto, el órgano jurisdiccional puede disponer que el procesado sea objeto de mandato de
detención. Esto es posible que se produzca, si se lleva adelante el procesamiento en la forma cómo
se está diagramando.
Sabemos que se hizo una denuncia por una serie de delitos y se abre instrucción, en el
caso de Noriega Febres, sólo por homicidio simple. Pero resulta que los hechos no constituirían
homicidio simple sino homicidio calificado y, por lo tanto, no procedería, en ningún caso, la
libertad provisional. La juez de la causa tendría que dictar la orden de detención. Y aún
sosteniendo la tesis de los señores Trelles y Ferrero, el Congreso no podría negarse a acceder a una
solicitud del juez o de la juez que considere que es pertinente cambiar la orden de comparecencia
por una de detención, si ahora se permite el enjuiciamiento.
Yo no creo que la mayoría actúe por venganza. Lo que quiere la mayoría es abrir un
portillo. ¿Cuántos jueces penales hay en el Perú? Probablemente, doscientos cincuenta o
trescientos. Pronto tendremos en vigencia el Código Procesal Penal en su integridad, que permitirá
que la investigación y la acusación sean de competencias de los fiscales penales; y el juzgamiento,
de los jueces penales. En ese supuesto habrían no menos de quinientos funcionarios con
competencia para pedir o disponer la detención, en procesos penales, de los miembros del
Congreso. Naturalmente que los sesenta y siete miembros de la mayoría van a ser los menos
reclamados aunque, quizás, en algunos casos, haya más motivos. Pero lo real es que la inmunidad
que gozan ustedes es distinta a la nuestra, porque ustedes tienen el favor de Palacio de Gobierno y
nosotros no lo tenemos. Sí podemos tener, acaso, el encono de Palacio.
Empero, yo quiero decir que no se puede dar crédito a denuncias que se han hecho
alegremente y que han sido publicitadas en todo el país con la finalidad de crear un ambiente
propicio para que el Congreso adopte una decisión como la que presuntamente va a adoptar. El
prestigio del Parlamento no se salva porque se desafuera a uno de sus miembros merced a un
proceso penal irregular. El prestigio del Parlamento se salva cuando cumple las atribuciones que le
son propias: de acuerdo a la Constitución, tiene que legislar y tiene que fiscalizar. Estamos tratando
de legislar, hay esfuerzos encomiables.
Pero en cuanto a fiscalizar ¿qué cosa hemos hecho?, ¿hemos pedido siquiera algún
informe a los señores ministros, salvo por escrito? ¡No se ha convocado a ministro alguno para que
venga a informar al Congreso sobre hechos que sí conmueven a la opinión pública! ¡Tampoco han
sido invitados porque la mayoría oficialista protege a los ministros! Nosotros no somos ogros, no
vamos a devorar a los ministros, pueden venir acá y van a ser tratados con toda consideración
como estamos tratando permanentemente a los miembros de la mayoría parlamentaria, porque
todos somos peruanos. Aunque, en mi concepto, es ilegítimo el origen del Congreso por los graves
hechos ocurridos el 9 de abril, todos tenemos posiblemente el mismo patriotismo para trabajar en
bien del país. Sin embargo, no podemos despojar a un miembro del Congreso de la investidura que
nosotros no le hemos otorgado. Ha sido otorgada por el pueblo con los siete mil quinientos votos a
que se refirió el señor Congresista Delgado Aparicio. Esa votación hace que Noriega Febres sea
miembro de este Congreso y, por lo tanto, tenga la inmunidad que no es, sin duda alguna,
impunidad.
Hago un llamado a la reflexión; y más que eso, creo que tampoco se ha cumplido con las
normas que contiene el Reglamento del Congreso. ¿Qué propone la comisión informante que ha
dictaminado esta materia? ¡Ninguna resolución! ¿Cómo se puede privar a un miembro del
Congreso de su investidura, si no hay una resolución legislativa en ese sentido? ¡Nada ha
propuesto la comisión!
Para concluir, señora Presidenta -veo que está usted también un poco cansada por el largo
período de esta sesión- solicito que esta materia vuelva a la Comisión de Constitución y
Reglamento para que haga un estudio más prolijo y para que recabe, además, información acerca
de cuál es el estado actual del proceso. El proceso judicial iniciado el 15 de setiembre sigue su
curso. Han pasado ya dos meses y medio y se han actuado presuntamente numerosas pruebas.
Pueden actuarse otras, aunque Noriega Febres no esté como inculpado. No hay norma que
prohíba que un testigo sea confrontado con cualquiera de los inculpados. Es más, existe norma
expresa tanto en el Código de Procedimientos Penales cuanto en el proyecto de Código Procesal
Penal, que permite la confrontación de los testigos con los inculpados y con la parte civil.
Por estas consideraciones, creo que no se puede adoptar decisión alguna esta madrugada,
si es que no pedimos al Poder Judicial -que debe enmendar ese oficio- información acerca de cuál
es el estado del proceso, la nueva situación jurídica del Congresista Noriega y si es menester que se
mantenga el pedido judicial para que se le quite el fuero parlamentario. Considero que es
indispensable que este asunto retorne a la comisión informante.
Además me hago esta pregunta: ¿cuál fue la razón por la cual un asunto de naturaleza
judicial pasó a la Comisión que preside, con tanta diligencia, el doctor Torres y Torres Lara, cuando
el asunto debió ser derivado a la Comisión de Justicia?
Tanto el Congreso de la República como el Poder Judicial deberían esclarecer este atropello
contra el referido Congresista y, desde luego, sancionar, con el debido proceso, a los responsables.
Todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en
esta Declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna.
Toda persona tiene derecho a la Protección de la Ley contra los ataques abusivos a su
honra, a su reputación y a su vida privada y familiar.
Por último, el artículo XVIII de ese tratado multinacional, del que es signatario el Perú, hace
posible que
Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus derechos. Asimismo debe
disponer de un procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare contra actos de la
autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales consagrado
constitucionalmente.
Por otra parte, la Convención Americana sobre Derechos Humanos contiene preceptos que
no pueden ser soslayados en obsequio de un grupo de personas que ejercen, por un período
determinado, funciones públicas de alta jerarquía, que las obliga a respetar a los ciudadanos de “a
pie”.
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. (subrayado
agregado)
Tampoco puede existir ninguna disposición legal, aunque fuera el Reglamento del
Congreso, que impida la Protección Judicial, pues el artículo 25 prescribe que
Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
Hay correlación entre Deberes y Derechos, no siendo estos ilimitados, pues el artículo 32
declara que
2. Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la
seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática.
Por otra parte, el Perú es, asimismo, signatario del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales -
“Protocolo de San Salvador”; y son obligatorias, consecuentemente, las siguientes normas:
La que regula el alcance de las Restricciones y Limitaciones, según el artículo 5 que indica
que
Los Estados partes sólo podrán establecer restricciones y limitaciones al goce y ejercicio de
los derechos establecidos en el presente Protocolo mediante leyes promulgadas con el objeto de
preservar el bienestar general dentro de una sociedad democrática, en la medida que no
contradigan el propósito y razón de los mismos.
Artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección
de la ley. Todos tienen igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y
contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por
la constitución o por la ley.
Artículo 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de
sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Artículo 21. 3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta
voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente,
por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la
libertad del voto.
Artículo 46.
2. Los Diputados podrán ser acusados o detenidos por acción castigada con una pena, sólo
con el consentimiento del Parlamento Federal, a menos que hayan sido detenidos al perpetrar
dicha acción o durante el día siguiente.
Las normas constitucionales referidas parece que adhieren al principio de que no hay
derechos ni libertades absolutos.
Los Diputados son inviolables por los votos y opiniones que emitan en el ejercicio del cargo
3. En las causas contra Diputados y Senadores será competente la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo.
4. Los Diputados y Senadores percibirán una asignación que será fijada por las respectivas
Cámaras.
Hay concordancia, en el fondo, entre una y otra Carta, a pesar del tiempo que media entre
ellas y los distintos regímenes políticos y sociales en que fueron aprobadas. La Constitución de
1978 declara la competencia del Tribunal Supremo en las causas contra los Senadores y Diputados,
además de la autonomía de cada Cámara para fijar sus asignaciones.
El artículo 51 de la Constitución de Bolivia (en proceso de reforma) declara que
Los Senadores y Diputados son inviolables en todo tiempo por las opiniones que emitan en
el ejercicio de sus funciones.
La Constitución de Bolivia es la única Carta que, en su artículo 52, declara que ningún
Senador o Diputado
En materia civil no podrá ser demandado ni arraigado desde 60 días antes de la reunión del
Congreso hasta el término de la distancia para que se restituya a su domicilio.
Los congresistas serán inviolables por las opiniones y los votos que emitan en el ejercicio
del cargo, sin perjuicio de las normas disciplinarias contenidas en el reglamento respectivo.
De los delitos que cometan los Congresistas, conocerá en forma privativa la Corte Suprema
de Justicia, única autoridad que podrá ordenar su detención. En caso de flagrante delito deberán
ser aprehendidos y puestos inmediatamente a disposición de la misma corporación.
Los Miembros del Congreso Nacional actuarán con sentido nacional y no podrán
desempeñar ningún cargo público, a excepción de la docencia universitaria; ni ejercer su profesión
durante el período de sesiones del Congreso Nacional y del Plenario de las Comisiones Legislativas,
en su caso. Durante el desempeño de sus funciones gozarán de inmunidad parlamentaria, salvo en
el caso de delito flagrante, que deberá ser calificado por el Congreso Nacional.
Ramiro Borja y Borja (“Derecho Constitucional Ecuatoriano”, Quito, tomo I, Pág. 406)
comenta, al respecto, que
Para evitar la influencia de los otros Órganos del Estado sobre los individuos que
componen la Asamblea que es considerada por antonomasia “el Órgano de la Legislación”, se han
consagrado las inmunidades parlamentarias”, que comprenden la inmunidad y la inviolabilidad.
La inviolabilidad consiste en que a ciertos aspectos de la actitud que asumen los referidos
individuos como integrantes de dicha Asamblea, no se pueda dar la calidad de antecedente para
sanción, es decir la calidad de infracción (apartado 22).
Los aspectos exentos de dicha calidad comprenden las opiniones y según algunas
Constituciones también los votos emitidos en el seno de la Asamblea “legislativa” del sistema
unicameral; en la Cámara a que pertenece, si se adopta el sistema opuesto, y tanto en ella como
en la Asamblea que resulta de la reunión de los miembros de las dos, si, según lo explica en su
último párrafo el apartado 681, se instituye cualquiera de los tres sistemas que tratan de aproximar
el sistema bicameral al unicameral.
Para Borja Borja se trata, pues, de situaciones excepcionales relacionadas con la necesidad
de preservar la libertad de opinión de los individuos que integran la Asamblea Nacional dentro del
sistema unicameral que rige en Ecuador.
En relación con este mismo tema, José Antonio Montoya Pizarro (“Revista de Derecho Vox
Juris”, Edición Nº 13, Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad de San Martín de
Porres, Lima, 2006, Pág. 145) escribe que
La función parlamentaria no es, pues, un blindaje contra todos los actos que realicen
quienes, por decisión popular, ocupan escaños en el Congreso. La inmunidad no es, en rigor, un
privilegio del Congresista sino una prerrogativa a efectos de que, con libertad suficiente y con
lealtad a sus convicciones, ejerza la representación que le ha conferido la Nación. Dentro de ese
criterio, el Reglamento del Congreso tiene que respetar la jerarquía preceptuada en el artículo 51
de esa Constitución -o “documento de 1993”, como lo denominan los demandantes-, así como los
tratados sobre derechos humanos, pues, de acuerdo con el artículo 55 de la Ley Fundamental
Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional.
Las normas relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se
interpretan de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con los
tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú.
En consecuencia, el párrafo del artículo 16 del Reglamento del Congreso, agregado por la
Resolución Legislativa Nº 015-2005-CR, publicada el 3 de mayo de 2006, no viola ninguna norma
constitucional.
Los Congresistas pueden ser materia del antejuicio y eventualmente procesados, por
delitos de función, de acuerdo con los artículos 99 y 100 de la Constitución.
Por cuanto:
El Congreso de la República:
Segundo.- Suspender en el ejercicio de cualquier función pública, a partir del día siguiente
de la publicación de esta Resolución y hasta el término del proceso penal ante la Corte Suprema, a
los funcionarios y ex funcionarios mencionados en la disposición precedente, con excepción de los
ex Congresistas Víctor Dionisio Joy Way Rojas, Luz Filomena Salgado Rubianes y María del Carmen
Lozada Rendón de Gamboa, que se encuentran sujetos a sanción de inhabilitación.
Dada en el Palacio del Congreso, en Lima, a los tres días del mes de abril de dos mil dos.
Carlos Ferrero - Presidente del Congreso de la República - Henry Pease García - Primer
Vicepresidente del Congreso de la República.
Como José León Luna Gálvez, elegido nuevamente Congresista de la República, previo
juramento, se incorporó al Congreso el 27 de julio de 2006; éste dispuso que fuera sustituido por el
llamado por la ley; y, con ese objeto, el 23 de noviembre de 2006, el Oficial Mayor del Congreso
dirigió un oficio al Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, en el que le manifiesta que
…la Resolución Legislativa del Congreso Nº 016- 2001-CR…continúa vigente
El proceso penal contra Luna Gálvez está pendiente de sentencia en el Poder Judicial, a
pesar de que han transcurrido cerca de cinco años desde que se expidió la mencionada Resolución
Legislativa. Es obvio que a ese Poder, con autonomía e independencia, le corresponde administrar
justicia a nombre de la Nación, aplicando la sanción que corresponda a los agentes de los delitos
perpetrados, que motivaron el informe documentado de la Subcomisión designada por la Comisión
Permanente, de 14 de enero de 2002, que fue aprobado por unanimidad en dicha Comisión
Permanente el 31 de enero del mismo año; y por el Pleno del Congreso, en sesión de 3 de abril de
2002, por 62 votos en favor, 2 en contra y 14 abstenciones.
Artículo 394.- Cohecho pasivo impropio. El funcionario o servidor público que solicita o
acepta donativo, promesa o cualquier otra ventaja indebida para practicar un acto propio de su
cargo, sin faltar a su obligación, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni
mayor de cuatro años.
En el delito de receptación, los jueces del Poder Judicial deberán tener en consideración la
agravante genérica prevista en el artículo 46-A del Código Penal, que aumenta la pena, cuando el
agente es funcionario público, hasta un tercio por encima del máximo legal. Sería aplicable, por lo
tanto, hasta cuatro años al autor de ese delito.
Por delitos que no son de función, igualmente pueden ser procesados los miembros del
Congreso y los demás funcionarios a que se refiere el artículo 99 de la Constitución, previo acuerdo
del Pleno y con el trámite señalado en el Reglamento.
Es verdad, también, que los Congresistas no están sujetos a mandato imperativo y que,
además, pueden y deben tener los asesores necesarios para el mejor cumplimiento de sus
funciones. Los grupos parlamentarios, con militantes de partidos políticos o de alianzas de
partidos, tienen el más amplio derecho para deliberar y adoptar decisiones colectivas.
Empero, cuando los miembros de los grupos parlamentarios actúan bajo órdenes ajenas
no sólo conspiran contra la representación que ejercen, sino que se convierten en instrumentos de
ajenos intereses, razón por la cual sería conveniente, si la reforma constitucional no ocurriera en
plazo más o menos breve, que el Reglamento del Congreso incluya sanciones para sus miembros
que atentan contra la autonomía de ese Poder del Estado.
Todo este tinglado de las denuncias que armaron contra los vocales, con alguna razón,
como en el caso del doctor Tineo que está justificando el proceso de la investigación y todo el
trámite que ustedes lo conocen, tenía por finalidad, en primer lugar estaba Tineo, un vocal, los
otros cinco que integraban la sala, después se venía otra denuncia contra los los vocales que vieron
el tema de Martha Chávez por la acción de amparo en el asunto del Presidente; y venía otra
denuncia contra los cinco vocales de la Sala Penal Titular que vieron un proceso contra un
periodista Zurita al cual lo habían condenado por el delito de difamación y en uno de los
considerandos habían puesto, la difamación, de que el tipo no era colegiado.
En este contexto, en este momento, nosotros tenemos el control de eso, pero con eso nos
generaban el debilitamiento y al debilitamiento perdíamos la opción de nombrar el delegado del
Poder Judicial.
En su larga perorata, Montesinos Torres diseña la estrategia para que los Congresistas
actúen a efectos de reforzar el control político del Poder Judicial y del Ministerio Público, con el
objeto de que uno y otro designen a los Magistrados que, en el Jurado Nacional de Elecciones,
permitan manipular el proceso del año 2000.
También se refiere Montesinos Torres a las acciones que proyecta ejecutar a fin de alcanzar
el control del Consejo Nacional de la Magistratura.
El reglamento que hemos aprobado, pero que no está publicado -ojo- dice que recibida la
denuncia por la comisión, ella obligatoriamente nombra una subcomisión, y esta subcomisión está
obligada a notificar al denunciado, que absuelve por escrito, etcétera; entonces, nos lleva a largo.
Los golpistas del 5 de abril de 1992 querían el poder sin límite temporal y sin límite en su
ejercicio. Debían, simplemente, cuidar las formas. Debía acomodarse el texto constitucional a la
conveniencia política de aquellos. Por eso fue aprobada la Ley Nº 26657, sobre interpretación
auténtica de la Constitución.
El Tribunal Constitucional inició sus labores en junio de 1996, resolviendo algunas decenas
de procesos provenientes del TGC y los demás que eran de su competencia. Pero la confrontación
entre el poder político y el poder constitucional se produjo muy pronto. En efecto, el Colegio de
Abogados de Lima demandó la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley Nº 26657, de 23 de
julio de 1996, denominada “Ley de Interpretación Auténtica del Artículo 112 de la Constitución”.
Cuando el Tribunal Constitucional tenía en estudio este proceso, para dictar la sentencia
correspondiente, fue conminado a resolver de acuerdo con los términos señalados en la siguiente
carta notarial:
Señor Doctor
RICARDO NUGENT
Presidente del Tribunal Constitucional
Jr. Ancash Nº 390
LIMA.
Que el día Viernes 3 de enero del presente la Magistrado del Tribunal Constitucional Dra.
Delia Revoredo, anunció, públicamente y de manera oficial, que el Tribunal había acordado
abstenerse de publicar y notificar todas las sentencias de acciones de inconstitucionalidad,
mientras dure la situación de emergencia que se ha generado por la toma de rehenes en la
Residencia del Embajador de Japón; en abierta violación de lo dispuesto por el artículo 34 de la Ley
Nº 26435, que establece un plazo perentorio para la publicación de dichas sentencias.
Que las normas procesales son de orden público y por lo tanto de obligatorio
cumplimiento.
Que, el artículo 2 de la Ley Nº 23506 establece que las acciones de garantía proceden
también cuando exista amenaza de violación de los derechos constitucionales por omisión de
actos de cumplimiento obligatorio.
Que es responsabilidad del Congreso velar por el respeto de la Constitución y de las Leyes
y disponer lo conveniente para hacer efectiva la responsabilidad de los infractores, conforme al
inciso 2 del artículo 102 de la Constitución
Nos presentamos ante su Despacho, conforme a lo previsto por la Ley 26301, que regula la
Acción de Cumplimiento, para requerir por conducto notarial al Tribunal Constitucional lo
siguiente:
POR TANTO:
Rogamos a Usted, señor Presidente del Tribunal Constitucional, tener por presentado el
requerimiento por conducto notarial dispuesto por los artículos 5 y 7 de la Ley 26501, como vía
previa a la presentación de la correspondiente Acción de Cumplimiento.
La referida carta fue expresión notoria del ejercicio abusivo e intimidatorio del poder
político, pues se pretendió presionar a los magistrados del Tribunal Constitucional.
Los remitentes, además, usurparon la representación del Congreso de la República.
Los cuarenta Congresistas, con esa carta notarial, violaban flagrantemente el artículo 201
de la Constitución de 1993, conforme al cual
La referida Comisión realizó numerosas sesiones en las que se recibieron las declaraciones
de los magistrados del TC y de funcionarios de ese organismo. Quedó claro que un proyecto de
sentencia, elaborado por el magistrado Guillermo Rey Terry, había sido sustraído extrañamente.
3. La ponencia respectiva fue presentada por el Magistrado Dr. Guillermo Rey Terry y
respaldada por los demás Magistrados, excepto los Drs. Francisco Acosta Sánchez y José García
Marcelo, que expresamente manifestaron su discrepancia.
4. La redacción definitiva de la sentencia fue hecha por los Magistrados Guillermo Rey
Terry y Luis Guillermo Díaz Valverde, en la oficina de éste.
8. La publicación intencional en los medios de prensa del recurso de los doctores Acosta
Sánchez y García Marcelo es falta grave a la reserva jurisdiccional. El Dr. García Marcelo reconoció,
ante la Comisión, haber enviado el recurso a los medios para su publicación y admitió haberse
excedido al acusar a sus colegas de pretender dar un golpe de Estado.
10. En el recurso de los Drs. García Marcelo y Acosta Sánchez éstos acusan a los demás
Magistrados - respecto a la sesión de 27 de diciembre- de festinar trámites, de ausencia de
quórum, de falta de votación y de ánimo de dar un golpe de Estado.
En efecto, literalmente los Magistrados Acosta Sánchez y García Marcelo afirman: “El día
de hoy se habría producido un supuesto pronunciamiento de algunos miembros del Tribunal
Constitucional sobre la Ley Nº 26657 cuya inconstitucionalidad se ha promovido.
“Dada la irregular forma de actuación con la que aparentemente se estaría tramitando este
caso, solicitamos que toda sesión se convoque con agenda expresa y, a partir de la fecha, por
escrito.
“Finalmente debemos precisar que, de ser ciertos los hechos informados por los medios de
comunicación, se estaría configurando, como ya se ha denunciado públicamente, un “Golpe de
Estado”, pues mediante un burdo e ilícito mecanismo se evadiría dolosamente el mando expreso
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y que, en reciente Resolución del Tribunal, se ha
señalado mayoritariamente que la estabilidad jurídica depende del sistema de votación vigente.
“Por tanto:
“Solicitamos se convoque a sesión para dar trámite a la presente acción, con las
formalidades de ley.
“Otro sí decimos: Que solicitamos se realice una investigación por parte del órgano de
control correspondiente, sobre la forma cómo se ha corrido un documento para su suscripción sin
haberse cumplido con el trámite de la convocatoria, la agenda, el quórum y la votación
correspondientes, reservándonos el derecho de denunciar los hechos ante las instancias
correspondientes. Lima, 27 de diciembre de 1996.”
Se infiere de tal documento .suscrito por los Magistrados Acosta Sánchez y García Marcelo-
que tomaron “conocimiento por versión de algunos miembros del Tribunal y por anuncio del Canal
4” de la ponencia sobre “control difuso” redactada por los Magistrados Díaz Valverde y Rey Terry el
propio día 27 de diciembre de 1996, lo que indica que no se ajusta a la verdad la declaración del
Magistrado García Marcelo -ante la Comisión Investigadora- que no pudo hablar telefónicamente
con el Dr. Rey Terry por haberse ausentado a Paracas, ni con ningún otro Magistrado del Tribunal
Constitucional.
11. El Dr. Aguirre Roca expresó ante la Comisión que dicha ponencia sobre el “control
difuso” se debatió con quórum, que fue votada, y que la firmaron cinco Magistrados.
12. El Dr. Rey expresó ante la Comisión que todos los Magistrados discutieron en la sesión
del 27 de diciembre de 1996 sobre la alternativa del “control difuso”, rechazada por los señores
Acosta Sánchez y García Marcelo.
Antes de la redacción por el Dr. Díaz Valverde y él mismo sobre la parte del “control difuso”
los doctores Acosta Sánchez y García Marcelo habían estado en el Pleno, dando quórum, habían
discutido y con sus votos en contra se había determinado ya redactar el “control difuso”; pero
cuando terminó la redacción los doctores García y Acosta ya no estaban ahí.
13. El Dr. Nugent declaró que el 27 de diciembre estuvieron presentes en el Pleno los siete
miembros del Tribunal, que se debatió la demanda sobre la reelección, que intervino
“especialmente” el Dr. García Marcelo quien rebatió los puntos de vista de los que sustentaban el
“control difuso”.
14. El Dr. Díaz Valverde, aunque primero expresó que no hubo quórum cuando se discutió
y aprobó el “control difuso” pues sólo eran cinco los presentes, luego aclaró que el ponente (Dr.
Rey) manifestó cual era su opinión y que recién era un cambio de opiniones (el control difuso) y
que cinco Magistrados estuvieron de acuerdo y dos en desacuerdo; y que él y el Dr. Rey Terry se
dirigieron a redactar la ponencia en su propia oficina. Agrega que mientras tanto (es decir,
mientras se redactaba lo que ya se había debatido y votado) los Magistrados Acosta Sánchez y
García Marcelo se retiraron. Dicho retiro tenía el evidente propósito de frustrar la culminación o
conversión de esa ponencia en sentencia definitiva. Ambos Magistrados no se despidieron de sus
colegas ni les avisaron que se iban.
La Presidenta del Congreso nunca puso los dictámenes para su debate en el Pleno. Sólo
buscaba la mayoría fujimorista deshacerse del Tribunal Constitucional, mutilándolo.
Actuó como fiscal acusador el congresista Enrique Chirinos Soto. Los argumentos de los
Congresistas de minoría, de los abogados defensores de los magistrados y los que estos formularon
no tuvieron ningún efecto: la suerte estaba echada. Desde Palacio se había dispuesto la destitución
de los magistrados.
El Tribunal Constitucional, mutilado y servil, prosiguió sus labores desde julio de 1997; pero
se limitó a resolver sólo las acciones de garantía (hábeas corpus, amparo, hábeas data y de
cumplimiento), que no inquietaran al régimen autoritario. Sin dudas ni murmuraciones, obedeció
siempre las directivas del Servicio de Inteligencia Nacional, que distribuyó sobres cerrados con
generoso contenido, en fechas coincidentes con el pago de planillas.
Fin del cautiverio y retorno al Estado social y democrático de Derecho
El cautiverio del Tribunal Constitucional del Perú concluyó cuando se expidió la Resolución
Legislativa Nº 007-2000-CR, de 17 de noviembre de 2000, que restituyó a los magistrados
defenestrados.
Esa legislación punitiva había sido reprobada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y era contraria a convenios internacionales de los que el Perú es signatario. El Tribunal
señaló que
La acción terrorista en nuestro país se convirtió en la lacra más dañina para la vigencia
plena de los derechos fundamentales de la persona y para la consolidación y promoción de los
principios y valores que sustentan la vida en democracia.
Otras sentencias han resuelto conflictos, verticales y horizontales, entre los órganos y
poderes constitucionales; y han decidido miles de controversias en que las personas humanas se
consideraban agraviadas por el Estado o por particulares.
La comisión de delitos contra los deberes de función de los Magistrados del Tribunal se
sujeta a lo dispuesto en los artículos 99 y 100 de la Constitución Política del Perú.
Las infracciones constitucionales requieren de los dos tercios del número legal de
Congresistas.
Por otra parte, el artículo 8 del Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional declara
que
Los Magistrados del Tribunal Constitucional son irrecusables, pero pueden abstenerse de
conocer algún asunto cuando tengan interés directo o indirecto o por causal de decoro, salvo que
el hecho impida resolver. Los Magistrados tampoco pueden abstenerse de votar, debiendo hacerlo
en favor o en contra en cada oportunidad. Los fundamentos de voto y los votos singulares se
emiten conjuntamente con la sentencia. Empero, transcurridos cuarenta y ocho horas de dictada la
sentencia, se publica ésta y sin tales votos.
El sensible fallecimiento, en mayo y julio de 2004, de dos Magistrados dejó al Tribunal con
sólo 5 miembros. Ese era el quórum del pleno, para dictar resoluciones. No se admitió ninguna
excusa, puesto que este órgano constitucional no podía dejar de funcionar. Los Magistrados
supérstites no usaron del derecho vacacional durante dos años. El suscrito no ha tenido vacaciones
durante los casi cinco años de su permanencia en el Tribunal.
El Defensor del Pueblo es elegido y removido por el Congreso con el voto de los dos tercios
de su número legal. Goza de la misma inmunidad y de las mismas prerrogativas de los
Congresistas.
El Defensor del Pueblo goza de inmunidad. No puede ser detenido ni procesado sin
autorización del Congreso, salvo flagrante delito.
La norma transcrita requiere una reflexión. Mientras los miembros del Tribunal
Constitucional sólo pueden ser detenidos y procesados con autorización del pleno de ese órgano
constitucional, por delitos que no son de función, la detención y proceso del Defensor del Pueblo
requiere autorización del Congreso. La razón es simple: el Defensor del Pueblo no puede autorizar
su propia detención y proceso. Otra diferencia radica en que, de acuerdo con el artículo 161 de la
Constitución, el Defensor del Pueblo puede ser removido por el Congreso, con el voto de no menos
de dos tercios del número legal de Congresistas. Las causales de cese y de vacancia del Defensor
del Pueblo están enumeradas en el artículo 4 de su aludida Ley Orgánica.
Igualdad en la diversidad
Hay, pues, similitudes entre las funciones de los Congresistas, de los miembros del Tribunal
Constitucional y del Defensor del Pueblo; pero también evidentes diferencias.
Las sentencias del Tribunal Constitucional abordan, en muchos casos, asuntos que atañen a
la gobernabilidad del país. Se requiere, en consecuencia, que los Magistrados no sólo tengan
formación especializada, sino una visión del Estado social y democrático de Derecho.
Los Magistrados del Tribunal Constitucional debían cesar en cualquier militancia partidaria,
antes de jurar el cargo. Así lo dispuso el artículo 12 de la Ley Nº 26435, de 6 de enero de 1995. Sin
embargo, para nadie fue un secreto las reuniones clandestinas que celebraron algunos miembros
del Tribunal, durante su cautiverio, para tratar asuntos jurisdiccionales con personal calificado del
Servicio de Inteligencia Nacional. Los medios de comunicación - muchos cautivos- naturalmente
nada informaron sobre ese secuestro en que vició el máximo órgano de interpretación de la
Constitución.
Los cuatro Magistrados que nos incorporamos al Tribunal Constitucional el 10 de junio de
2002 cesamos en nuestra militancia partidaria (si, como el suscrito, la tenía), conforme a la
mencionada LOTC. Y los incorporados posteriormente, bajo la vigencia de la nueva LOTC (28301),
lo han hecho igualmente, en el caso que correspondía. Obviamente, mantuvimos y mantenemos
integérrimas e invulnerables nuestras convicciones democráticas.
Los diversos asuntos de que trata el Congreso ocasionan, con frecuencia, debates ásperos,
especialmente si los grupos parlamentarios responden a intereses políticos, sociales, económicos,
religiosos o de cualquier otra índole. En el fragor de los discursos pueden expresarse palabras o
frases ofensivas contra personas o instituciones.
Por supuesto, que los hechos y las soluciones han sido y son diversos, tanto en el Perú
como en otros países. Los demandantes recuerdan, precisamente, el caso de Luis Gonzales
Orbegoso, que tuvo una solución trágica. Hay otros acontecimientos menos traumáticos, con
duelos de por medio.
Cuando regía la Constitución de 1939, fue aprobado el Reglamento Interior de las Cámaras
Legislativas, que tuvo larga vigencia, con algunas modificaciones y con la aplicación de la
“hermenéutica parlamentaria”. De acuerdo con el artículo 116 de la Constitución de 1933
Las relaciones entre ambas Cámaras y las de cada una da éstas y las del Congreso con el
Poder Ejecutivo, y el funcionamiento del Congreso y de las Cámaras, se establecerán por el
Reglamento Interior del Congreso, que tendrá fuerza de ley.
En el texto del Reglamento Interior de las Cámaras Legislativas sólo se consideraron las
ofensas inferidas por un miembro a otro miembro del Congreso, Diputado o Senador. De manera
que, respecto de las ofensas en agravio de personas que no integraban el Poder Legislativo, no
podía exigirse el retiro de las mismas. La adición de 1 de diciembre de 1939 “…u otra persona o
corporación” posibilitó que existiera desagravio, siempre que fuera pedido por alguno de los
Representantes.
Además, dentro del sistema de sanciones, por actos de indisciplina, que regula el artículo
24 del Reglamento, además de la amonestación escrita y reservada y de la amonestación pública,
mediante Resolución del Congreso, publicada en el diario oficial El Peruano, se establece la
suspensión en el ejercicio del cargo y descuento de sus haberes desde tres hasta ciento veinte días
de legislatura.
La redacción de este párrafo parece deficiente, pues sólo se dispone que los que proponen
la sanción actúen con criterio de conciencia. ¿Y los que aprueban la propuesta?
Las normas del Reglamento están complementadas con el Código de Ética Parlamentaria,
aprobado por Resolución Legislativa Nº 021-2001-CR, de 20 de julio de 2001.
Los casos de reemplazo por el accesitario están previstos por el artículo 25 y se refieren (1)
a muerte; (2) a enfermedad que lo inhabilite en forma permanente; (3) o cumpla sentencia por
delito doloso; (4) o sea inhabilitado o destituido por el Congreso en aplicación del artículo 100 de
la Constitución.
Debo decir también, señora Presidenta, que agradezco la gentileza que han tenido diversos
oradores que inmerecidamente me atribuyen cualidades que no poseo.
Asimismo, agradezco a los integrantes de los diversos grupos de oposición que han tenido
la generosidad de hacerme llegar una nota en la cual se hacen solidarios con mis palabras y con mi
actitud del jueves 10 de este mes.
Quienes sabemos algo de Derecho -en este aspecto no he recibido aún ninguna lección del
congresista Ezquerra- sabemos que las obligaciones y actitudes solidarias implican que hay una
identificación total y plena con quien es favorecido con esa solidaridad igualmente gentil de los
integrantes de los distintos grupos de la minoría de este Congreso.
Espero que la congresista Torrejón, que debe consultar a alguno de sus asesores o colegas,
amplíe la moción que ha presentado para que se comprenda en ella a todos los Congresistas de la
minoría que son solidarios con mis palabras y con mi gesto del pasado jueves 10, porque la
Constitución establece que no puede haber diferencia por razón de las personas. Además, hay un
principio jurídico, según el cual donde hay la misma razón, hay el mismo derecho. No puede, pues,
haber discriminación alguna.
Me admiro de los distinguidos miembros de la mayoría que han hecho reiterados elogios a
la Constitución y al juramento, que conlleva la asunción del cargo de Congresista y de cualquier
otra función pública.
El juramento, efectivamente, fue tratado por las diversas Constituciones: el Perú ha tenido
doce en su vida republicana. Tengo en mi poder un libro que se llama El Círculo Vicioso, del cual
soy autor, y me voy a permitir leer la página 189: ¿Cómo se prestaba juramento en la Constitución
de 1823?, anterior a la Constitución Vitalicia de 1826 a la que se refirió el doctor Alfonso Baella
Tuesta.
“¿Jurais a Dios defender la religión católica, apostólica, romana, sin admitir el ejercicio de
otra alguna en la República?”.
La Presidenta preguntó: “¿Jura usted por Dios y por la patria cumplir fielmente sus
deberes, obrar en todo conforme a las normas constitucionales y legales vigentes, y guardar
secreto en la materia que se trate en las sesiones de ese género?”.
La Presidenta agregó: “Si así lo hace, Dios y la patria los premien; sino, Él y la Nación se lo
demanden”.
Se ha dicho que he faltado al juramento. Me voy a referir a eso luego, pero antes quiero
decir que también presté juramento el 28 de julio de 1990 como Senador de la República, y ese
mismo día prestó juramento en este Hemiciclo quien había sido elegido, por el voto del pueblo,
presidente de la República, el ingeniero Alberto Fujimori Fujimori.
Posteriormente, se dictaron otros decretos leyes a consecuencia de los cuales fue disuelto
el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Poder Judicial, el Ministerio Público y los gobiernos
regionales; solamente se salvaron los gobiernos municipales.
En consecuencia, fue Fujimori quien violó la Constitución y aquí, con artilugios, hay
quienes están interpretando el artículo 112 de la actual Carta Política, para que diga que no son
dos períodos sino tres los que le corresponden a quien usurpó la República.
En conclusión, sólo el treinta y ocho por ciento de los votantes aprobaron la Constitución.
En alguna ocasión hice referencia a la diferencia que existe entre ese referéndum y el
llevado a cabo mediante el cual se aprobó la Constitución española, que fue por más de catorce
millones de votos contra menos de un millón y medio. Ahí sí hubo una clara y transparente emisión
de la bondad del pueblo. Lo que ocurrió el 9 de abril lo conocemos todos, y muchos saben las
razones por las cuales están presentes en este Hemiciclo. Aparentemente, sólo nueve millones de
ciudadanos concurrieron a votar, donde los sesenta y siete integrantes de Cambio 90-Nueva
Mayoría apenas recibieron dos millones doscientos setenta mil votos; es decir, el veinticinco por
ciento de quienes votaron en ese acto comicial y el dieciocho por ciento del universo electoral. De
manera que la mayoría tiene que ser un poco más humilde y actuar con menos soberbia; no debe
ser tan arbitraria, abusiva y prepotente. Ya han dictado varias leyes que infringen la Constitución,
como aquella que restringe el derecho que corresponde ejercer directamente a los ciudadanos,
mediante referéndum, en las decisiones trascendentes para la República.
Se ha dicho que el acto que yo tuve hace una semana de arrojar un ejemplar de la
Constitución -ya viejo y prácticamente deshojado- al suelo de este Hemiciclo, fue una acción
violatoria porque es un símbolo de la patria. Según ese peregrino criterio, significaría que hemos
tenido doce símbolos de la patria porque son doce Constituciones las que el Perú ha tenido hasta
ahora, aparte de numerosos estatutos provisorios. ¿Eso qué implica, señora Presidenta?
Aquí está otro billete en el que aparece José Gabriel Condorcanqui, precursor de la
independencia y, además, aparece igualmente el escudo nacional. También tengo otro billete con
la efigie del mariscal Ramón Castilla y el escudo nacional. Igualmente, hay otro billete donde
aparece el patricio don Nicolás de Piérola, quien fue uno de los hombres más preclaros que el Perú
ha tenido a fines del siglo pasado. Asimismo, hay otro donde está Ricardo Palma. Finalmente,
tengo en mi poder otro billete en que está la efigie de Miguel Grau, a quien en la sesión pasada
algunos Congresistas se refirieron.
¡Todos esos billetes fueron arrojados el 28 de julio, en este Hemiciclo, por Alberto Fujimori
Fujimori, y nadie protestó!
Debo decir, señora Presidenta, que si el 8 de octubre es día feriado en homenaje a Miguel
Grau, el más grande héroe que el Perú ha tenido, es porque yo propuse en el Senado que fuera
declarado como tal y, para ese efecto, se aprobó la Ley Nº 23222. Estos hechos, parece que
algunos no los conocen; sin embargo, nos quieren dar lecciones de Historia y de Derecho.
Por otro lado, señora Presidenta, la insurgencia es un derecho que ha sido recortado en la
actual Constitución. Los civiles tenemos el derecho a la insurgencia. Podemos, pues, ejercer
nuestro derecho de insurgencia cuando se violen la Constitución y el orden jurídico, aunque
estemos inermes. No se permite, siquiera, un gesto como el que tuve la semana pasada. Esto es
totalmente inadmisible.
Creo que debemos respetar la Constitución, aunque esta haya sido numerosas veces
mancillada, no por la minoría sino por la mayoría de este Congreso. En mi escaño tengo la guía
telefónica de 1994, en la que está impresa la Constitución Política del Perú. Se la envío a través de
un señor conserje para que disponga usted sea empastada y colocada en la biblioteca del
Congreso.
Quiero dejar claro que las únicas faltas disciplinarias están establecidas en el Reglamento.
Entonces, ¿cuál es la infracción que yo he cometido? La señorita Mellado se refirió al artículo 23
del Reglamento, que señala los deberes que tienen los Congresistas, y leyó dos de sus incisos. Me
voy a referir a ellos. El inciso b) dice lo siguiente: “De cumplir y hacer cumplir la Constitución
Política y las leyes del Perú, así como respetar el presente Reglamento del Congreso”. Yo he
respetado y respeto la Constitución Política del Perú; no la he violado, no he tratado de que se
incumpla ni que se cometa ningún acto como aquel a que ha hecho referencia el congresista
Ezquerra, dentro de su ilustrado e hispánico lenguaje. El inciso c) indica lo siguiente: “De mantener
una conducta personal ejemplar, de respeto mutuo y tolerancia, y observar las normas de cortesía
de uso común y las de disciplina parlamentaria contenidas en este Reglamento”. En todo caso, aquí
se está haciendo referencia a un gesto que tuve, que sería una conducta funcional, mas no
ejemplar para la mayoría, porque ésta prefiere violar la Constitución. Personalmente, mi conducta
es ejemplar.
Si nos concretamos a citar casos concretos, debo recordar que el proyecto sobre el Código
Procesal Penal, por ejemplo, está durmiendo el sueño de los justos. Fue aprobado en este
Congreso, pero lo devolvió el Presidente de la República con observaciones, las cuales ya están
resueltas. Sin embargo, el ochenta por ciento de los reclusos están sin sentencia y se encuentran
privados de su libertad. Algunos pueden ser inocentes, otros no. Hay muchas iniciativas que el
Parlamento podría abordar, pero la mayoría oficial prefiere que este tema incidental se convierta
en un problema capital. No perdamos el tiempo en esto que no tiene ninguna trascendencia. Se
dice que los niños van a tener un mal ejemplo. Naturalmente que tienen un mal ejemplo, porque
la Constitución se viola a cada rato y no porque se haya tirado al suelo. Dicho sea de paso, ¿dónde
está el ejemplar que se colocó en el escaño de Grau?
La mayoría puede adoptar las decisiones que considere pertinentes, pero debo manifestar
que estarán infringiendo la Constitución, porque no es mediante una moción de orden del día que
se puede sancionar a un Congresista, tiene que ser la Mesa Directiva la que haga la proposición
correspondiente. No lo ha hecho. La obligación del Congreso es cumplir la Constitución y el
Reglamento del Congreso, que es ley de la República. Se estaría infringiendo - reitero- una vez más
la Carta Magna si es que se aprueba esta moción presentada por la señora Aurora Torrejón.
Cualquiera que sea la decisión yo voy a seguir combatiendo. Estoy comprometido con el
país. No tengo canas porque simplemente ha transcurrido el tiempo. Yo he luchado por la
democracia. Tal vez desde que tenía 6 o 7 años ya estaba interviniendo en política. Recuerdo, por
ejemplo, que en 1936, cuando fue anulado el proceso electoral de aquel año en que fue elegido
Luis Antonio Eguiguren, por el pueblo, presidente de la República, llevé un millar de propaganda
política a mi centro escolar para repartirla entre mis compañeros de primer año de primaria. Desde
esa edad ya hacía -reitero- propaganda política.
En Trujillo, en 1945, también hice campaña política en favor del doctor Bustamante y
Rivero.
En 1974, como lo recordó Alejandro Santa María, fui objeto de una deportación. Me
quisieron embarcar rumbo a Buenos Aires en un avión, pero yo me resistí y tuvieron que bajarme
del avión y deportarme, vía terrestre, hasta La Paz. Retorné a Lima, pero me volvieron a detener y
nuevamente me deportaron, vía terrestre, porque no podían hacerlo por vía aérea. Pero, a los
cuarenta y cinco días, otra vez me introduje en el territorio de mi patria para continuar bregando
en contra de las dictaduras a las cuales estuvieron vinculados algunos miembros de la mayoría. A
esa dictadura que estatizaba las empresas privadas, mientras que el actual régimen privatiza las
empresas públicas. Esos son los cambios que hay, probablemente ideológicos o pragmáticos, en
quienes forman el entorno del ingeniero Fujimori.
Yo tengo principios que defiendo y que no vendo, los cuales me han permitido tener un
lugar en la historia del Perú, un lugar muy modesto por supuesto, por lo que estoy en paz con mi
conciencia. Si ustedes consideran que me deben suspender noventa días, háganlo, será la decisión
de una mayoría que no representa la opinión pública del país, ya que han visto los resultados de
algunas encuestas hechas por los medios de comunicación, las cuales no son precisamente
favorables para quienes ahora son mayoría en este Hemiciclo.
La historia es aleccionadora; el poder es efímero. Los que ahora están ejerciendo en forma
prepotente y arbitraria el manejo de este Congreso, muy pronto serán minoría. El penúltimo golpe
de Estado de este siglo en el Perú fue el 5 de abril de 1992, y el año 2000 habrá otro gobierno en el
Perú. Por ello, invoco a los señores Congresistas de la mayoría a que no sean soberbios, a que no
sean prepotentes, a que no abusen de un poder transitorio. Sean humildes y, sobre todo, piensen
en el dolor que tienen los peruanos con escasos recursos. Las informaciones oficiales establecen
que hay cinco millones cuatrocientos mil peruanos en estado de extrema pobreza, consecuencia
en parte del gobierno de seis años del ingeniero Fujimori. De manera que no se pinten en
Hamburgo figuritas distintas a las que vive el país, diciendo que se va a crear el Ministerio de la
Mujer para otorgarle a este sector toda clase de posibilidades.
Debo agradecer la gentileza que han tenido hacia mi persona diversos oradores, no
solamente de los grupos de la minoría, sino también en algunos casos algunos miembros de la
mayoría.
Sin embargo, lamento que haya expresiones que demuestren que se hacen protestas de
grandeza de espíritu, pero que no se las acredita en la práctica.
La mayoría es la que tiene que dar muestras de humildad. La mayoría no debe ser
prepotente ni abusiva. Sin embargo, creo que tiene el derecho de adoptar la decisión que estime
conveniente, pero no quiero estar presente en ese acto. Por lo tanto, me disculpo con mi amigo
Alfonso Grados, ya que no voy a poder escuchar su discurso.
La mayoría aprobó la moción de suspenderme como Congresista durante treinta días. Sin
ninguna exclusión, todos los Congresistas de los diversos grupos de minoría, luego de un largo
debate, votaron contra esa moción.
Los artículos 29, 30, 31, 32 y 33 de la Constitución de Cádiz, de 1812, en cuya aprobación
participaron Diputados peruanos, establecieron que debía existir proporción entre el número de
habitantes y el número de Diputados a las Cortes. Ese criterio fue adoptado por nuestras primeras
Constituciones republicanas.
Dentro del sistema de elección indirecta, que prevaleció durante casi cuarenta años, se
estableció que
La elección indirecta, por el “Cuerpo Electoral” fue reglada por los artículos 23 a 26 de la
Constitución de 1826.
A partir de la Constitución de 1856 (artículo 37) el sufragio popular fue directo. Pero la
legitimidad de origen de los Poderes del Estado no fue clara durante más de cien años y en varios
interregnos posteriores y recientes.
La democracia es un sistema perfectible. Hay que hacer el máximo esfuerzo para alcanzarla
y para que, en consecuencia, los funcionarios del Estado actúen al servicio de la población,
buscando que el bienestar derivado el desarrollo económico no excluya a nadie.
Se puede repetir la enseñanza que imparte Enrique Álvarez Conde (Curso de Derecho
Constitucional, Tecnos, Madrid, tomo II, pag. 90), quien sostiene que
Nuestra Constitución responde a los esquemas del gobierno representativo y, como tal,
rechaza la técnica del mandato imperativo, cuyo origen hay que buscarlo en las Asambleas
medievales, en las cuales únicamente se representaba a los electores y no a la totalidad de los
ciudadanos… Ello, como es obvio, no quiere decir que el régimen representativo se mantenga en
toda su pureza. En efecto, son suficientemente conocidas ya todas las prácticas parlamentarias, no
exclusivas de nuestro país, que parecen introducir nuevas modalidades de mandato imperativo a
través de los especiales lazos de unión que ligan a los parlamentarios con los partidos políticos… En
cuanto a la pérdida de la condición de parlamentario, se hace preciso distinguir entre la suspensión
de sus derechos y la pérdida de su condición. Respecto a la primera, las causas que la pueden
producir son las siguientes: por la aplicación de las normas de disciplina parlamentaria, cuando se
encuentre en situación de prisión preventiva una vez concedido el suplicatorio y sea firme el acto
de procesamiento, y cuando así lo establezca una sentencia firme o el incumplimiento de ésta
implique la imposibilidad de ejercer la función parlamentaria. Por lo que se refiere a la pérdida de
la condición de parlamentario, ésta se produce por las siguientes causas: por resolución judicial
que anule la elección o la proclamación de parlamentario, por fallecimiento o incapacitación
declarada por resolución judicial, por extinción del mandato y por renuncia ante la Mesa de la
Cámara respectiva…
Dentro del sistema democrático de gobierno las funciones están separadas en poderes u
órganos constitucionales, sin que ninguno pueda ejercer las que corresponden a otro. Las
funciones de legislar y de fiscalizar son esencialmente del Parlamento o Congreso; pero éste, por
razones de urgencia o por carecer de los elementos técnicos que la legislación especializada
requiere, puede delegar, sobre materias específicas y por plazo determinado, la función legislativa
en el Poder Ejecutivo. Además, en muchos países, entre ellos el Perú, el Presidente de la República
puede dictar decretos de urgencia, en asuntos económicos y financieros, cuando así lo requiera el
interés de la Nación. En uno y en otro caso, debe dar cuenta al Congreso, que puede derogar o
modificar los decretos legislativos y los de urgencia.
Sin embargo, nuestro accidentado recorrido republicano acredita que, en varias ocasiones,
el Congreso delegó tales atribuciones al Poder Ejecutivo, siendo la más notable la ocurrida hace 70
años, el 14 de noviembre de 1936, cuando el Congreso extendió el “mandato” del general Óscar R.
Benavides por tres años más y le otorgó facultades legislativas, mediante la Ley Nº 8463. Los
regímenes de facto que la República ha padecido, antes y después de esa fecha, han tenido como
efecto que la legislación peruana esté nutrida con más decretos leyes que de leyes dictadas por el
Parlamento.
La función indelegable del Congreso de la República es la que se refiere a la fiscalización;
vale decir, al control político de todos los actos administrativos de los otros poderes y órganos
constitucionales, excluyendo, naturalmente, los que son de naturaleza jurisdiccional. Empero, la
sumisión del Congreso, en muchas etapas del acontecer histórico, como v.g. el período 1950-56,
hicieron ineficaz esa fiscalización.
Entre los muchos esfuerzos para buscar claridad y verdad en las elecciones, debo destacar
el proyecto de ley que presentó ante su Cámara 1958, el entonces Senador por Lima, Miguel
Dammert Muelle, y que lamentablemente no fue discutido ni aprobado.
La “representación proporcional” permite que, cuando son tres o más los cargos a elegir,
sean electos los candidatos conforme al volumen de votos recibidos. Si, por ejemplo, la Lista A
obtiene 100.000 votos; la Lista B 40.000, y la Lista C 20.000; en aplicación de la “representación
proporcional”, sea por el método de la “cifra repartidora” (que es el incorporado en nuestra
legislación) o el del “cuociente electoral”, corresponderá -siendo 7 los cargos- 4 a la Lista A, 2 a la
Lista B y 1 a la Lista C.
Esa presencia fue dispuesta por el artículo 155 de la Constitución de 1933 que estableció
que
El ex presidente José Luis Bustamante y Rivero, depuesto por ese golpe de Estado, solicitó
su incorporación al Senado que inició su funcionamiento el 28 de julio de 1956, pues fue exiliado
por el régimen militar presidido por el general Manuel A. Odría.
Pero la reforma no debe estar motivada por situaciones emocionales, por supuesto
respetables. La nueva Constitución debe reforzar la institucionalidad democrática. Cada órgano
constitucional ha de cumplir, plena y exclusivamente, sus atribuciones, y bajo responsabilidad.
En la Constitución de 1823
- por cada 12.000 “almas” o fracción superior a 6.000 se elegía un representante (artículos
41 y 42)), y
- la provincia que no tuviese 12.000 “almas”, pero más de la mitad, elegía un representante
(artículo 42).
En la Constitución de 1826
En la Constitución de 1828
- por cada 20.000 habitantes o fracción superior a 10.000, se elegía un Diputado (artículo
15);
- la provincia cuya población fuera inferior a 10.000 habitantes elegía un Diputado (artículo
16)
En la Constitución de 1834
- por cada 24.000 habitantes, o fracción superior de 12.000, se elegía un Diputado (artículo
15);
- la provincia cuya población fuera menor de 12.000 habitantes elegía un Diputado
(artículo 16).
En la Constitución de 1839
- por cada 30.000 almas o fracción que pasara de 15.000, se elegía un Diputado (artículo
28);
- la provincia cuya población fuera menor de 15.000 elegía un Diputado.
En la Constitución de 1856
- por cada 25.000 habitantes o fracción que pasara de 15.000, se elegía un Diputado y por
toda provincia, aunque tuviera menos de 15.000 habitantes se elegía un Representante y un
Suplente (artículo 45).
En la Constitución de 1860
- por cada 30.000 habitantes o por cada fracción que pasara de 15.000, y por cada
provincia, aunque se población no llegue a ese número, se elegía un Diputado; por ley se fijaría el
número de Diputados que correspondiera a cada provincia (artículo 46).
En la Constitución de 1867
En la Constitución de 1920
En la Constitución de 1933
En la Constitución de 1979
- los 60 Senadores serían elegidos por Regiones, de conformidad con la ley (artículo 165);
- los 180 Diputados serían elegidos de acuerdo con la densidad electoral; y toda
circunscripción tenía por lo menos un Diputado;
- en el proceso electoral 1979-80, la elección del Senado se hizo en Distrito Nacional
(Cuarta Disposición Final y Transitoria);
En la Constitución de 1993
- el Poder legislativo es unicameral, con 120 miembros, elegidos conforme a ley (artículo
90)
A partir de la Constitución de 1979, el universo electoral fue ampliado a fin de que pudiera
ser ejercido el sufragio por los analfabetos; y, por consiguiente, la frase “densidad electoral”, que
usa el artículo 167, como referente para determinar el número de Diputados de las diversas
circunscripciones, tiene también plena justificación.
Empero, la reducción del número de Congresistas a 120, cuando la población bordea los 30
millones y el universo electoral es de más de 16 millones, no resulta lógica. Es la menor
representación congresal en la historia republicana, conforme aparece del siguiente análisis:
Los Senadores y Diputados fueron elegidos por departamentos y provincias, hasta 1945.
Esa elección fue por departamentos en 1950, 1956 y 1963; y por departamentos y en distrito
único, respectivamente, en 1980, 1985 y 1990. A partir de 1995 se elige el Congreso unicameral
por departamentos.
La representación congresal, además, no obedeció a un criterio técnico. No se cumplió el
binomio población/representación.
En 1876
Población: 2’704.908 de habitantes
Representación: 137 Diputados y 41 Senadores. Total: 178 Congresistas. Por lo tanto, por
cada 23.000 habitantes hubo un representante.
En 1940
Población: 7’023.111 habitantes.
Representación: 124 Diputados y 47 Senadores. Total: 171 Congresistas. En consecuencia,
por cada 40.000 habitantes se eligió un representante.
En 1964
Población: 10’420.357 habitantes
Representación: 145 Diputados y 45 Senadores. Total: 190 Congresistas. Por consiguiente,
se eligió un representante por cada 54.000 habitantes.
En 2005
Población: 27’219.264 habitantes.
Representación: 120 Congresistas. Por lo tanto, por cada 224.000 habitantes hay un
representante.
CONSIDERANDO:
Que el día domingo 9 de abril de 2006 se llevará a cabo las elecciones generales para la
elección de Presidente, Vicepresidentes y 120 Congresistas de la República, según lo establecen los
artículos 16 y 20 de la Ley Orgánica de Elecciones Nº 26859;
Que a partir del 11 de octubre próximo los partidos políticos deberán realizar elecciones
internas, para designar a sus candidatos a cargos de elección popular, entre estos, al Parlamento
Nacional, de conformidad con el artículo 22 de la Ley de Partidos Políticos Nº 28094. Modificado
por Ley Nº 28581;
RESUELVE:
Artículo Primero.- Establecer el número de escaños que corresponde a cada uno de los
distritos electorales para las elecciones generales del año 2006, de la siguiente manera:
La distribución de los escaños no guarda estricta relación con la densidad electoral, ni con
la población de cada Distrito Electoral. Es, pues, una distribución empírica.
Asimismo, debe considerar cuál sistema electoral es el más apropiado para nuestra
realidad. El sistema electoral aplicado en el Perú, durante el siglo XIX y en la primera mitad del siglo
XX, fue el de la elección por mayoría simple. De manera que cuando existían tres o más candidatos
en cada provincia o en cada departamento, era suficiente la pluralidad de votos para alcanzar la
victoria. En la elección uninominal, sin segunda vuelta, quedaron sin representación los sectores
ciudadanos que dispersaron sus votos entre varios candidatos. Si ese fenómeno ocurrió -y ha
ocurrido efectivamente- en la mayoría de provincias y departamentos, los Diputados y Senadores
así electos representaron a las minorías convertidas artificialmente en mayorías relativas. En el
proceso electoral de 1956, por ejemplo, el 16% de los electores eligió a la mayoría de los
Senadores y Diputados.
La democracia estuvo, pues, falseada por el sistema electoral, además del fraude.
Entre los sistemas “racionales y proporcionales” -cuyo objetivo es que el Parlamento sea,
en lo posible, un retrato de la opinión pública- se encuentran los denominados Hare y Hagenbach.
Son demasiado complicados para su uso por los electores que no tienen la suficiente
experiencia. Son virtualmente gemelos los sistemas del “cuociente electoral” y de la “cifra
repartidora” que pueden ser indistintamente usados en el país. El segundo ha funcionado desde
1963 y parece conveniente conservarlo. Empero, se requiere hacer una reflexión respecto al “voto
preferencial”. En el Perú fue introducido el “voto preferencial” para la elección de la Asamblea
Constituyente de 1978. No hubo mayores problemas. Surgieron estos, posteriormente, para elegir
Senadores y Diputados desde 1985 y desde 1995 para la elección de Congresistas.
Dentro de la lógica de impulsar a los partidos políticos, que son y deben ser el soporte de
los regímenes democráticos, corresponde al Congreso de la República analizar si mantiene o
elimina el “voto preferencial”.
Sr.
ALVA ORLANDINI
Asunto:
Magistrados presentes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
Expediente Nº 0005-2006-PI/TC
LIMA
JORGE VICENTE SANTISTEVAN DE NORIEGA Y MAS DE 5000 CIUDADANOS
En Lima, a los 26 días del mes de marzo de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Landa Arroyo,
Presidente; Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, García Toma y
Vergara Gotelli pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado
Vergara Gotelli;
ASUNTO
Proceso de Inconstitucionalidad interpuesto por más de cinco mil ciudadanos, con firmas
debidamente certificadas por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), contra los artículos 2, 4, 5, 6 y
7 de la Ley Nº 24876 y, por conexión, los artículos 5 y 10 del Decreto de Urgencia Nº 122-2001, por
vulnerar el principio de independencia judicial, así como los derechos fundamentales al debido
proceso, a la igualdad ante la ley, de propiedad, a la seguridad social y a la garantía y fomento del
ahorro.
DATOS GENERALES
I. NORMAS CUESTIONADAS
a) “Las Leyes”: Ley Nº 27378, Ley que establece beneficios por colaboración eficaz en el
ámbito de la criminalidad organizada; y Ley Nº 27379, Ley de procedimiento para adoptar medidas
excepcionales de limitación de derechos en investigaciones preliminares; salvo que se indique lo
contrario.
b) Orden judicial para que la entidad bancaria o financiera nacional que lo tenga en su
poder lo ponga a disposición judicial.
b) Los datos procesales del caso: órgano jurisdiccional, número del expediente, nombre del
secretario cuando corresponda, nombre de todos los procesados, delitos comprendidos,
especificando cuáles se imputan a qué procesados y agraviados; los mismos que serán
constantemente actualizados por información que deberán entregar los procuradores a cargo de
los casos. Esta actualización supone la conservación de los datos procesales antiguos.
d) El número de la cuenta abierta para tal fin. Queda a discreción de la administración del
FEDADOI abrir la cuenta o las cuentas que estime necesarias para tal fin.
Artículo 7 (Disposición del dinero).- El dinero incautado podrá ser dispuesto por la
administración del FEDADOI para aplicarlo exclusivamente a los objetivos previstos en la presente
Ley. A estos efectos, la administración del FEDADOI comunicará al órgano jurisdiccional el destino
que se ha dado al dinero incautado.
Por extensión, los artículos 5 y 10 del Decreto de Urgencia Nº 122-2001, que crea el Fondo
Especial de Administración del Dinero Obtenido Ilícitamente en perjuicio del Estado -FEDADOI-
cuyo texto es el siguiente:
Artículo 5.- El dinero mal habido será objeto de incautación por parte de la autoridad
judicial y entregado inmediatamente al FEDADOI para los fines a que se contrae el presente
Decreto de Urgencia.
Artículo 10.- Los fondos indicados en el artículo anterior se emplearán de la siguiente
manera:
b) Pago por prestación de servicios y demás gastos que demanden las funciones inherentes
a las Procuradurías que intervengan en los procesos penales a que hace referencia el Artículo 3 del
presente Decreto de Urgencia, y las Procuradurías anticorrupción del Ministerio de Justicia.
d) Pago de las reparaciones a que se refiere el Artículo 4, inciso e) del presente Decreto de
Urgencia.
e) Defender legalmente los derechos e intereses del Estado peruano en casos seguidos
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ante la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
f) Instituir un sistema de recompensas vinculado a los delitos materia del presente Decreto
de Urgencia, a fin de obtener información veraz, significativa y determinante para la detección de
tales delitos y de las pruebas necesarias para su descubrimiento y sanción.
h) Atender las necesidades vinculadas con el bienestar de la Policía Nacional del Perú y de
las Fuerzas Armadas.
j) Iniciar la devolución de la deuda contraída por el Estado peruano con los miembros de la
institución policial.
l) Cubrir los gastos operativos en que se deba incurrir para la contratación de los
integrantes, implementación y accionar de la Secretaría Técnica del FEDADOI, señalada en el
Artículo 2 tercer párrafo del presente Decreto de Urgencia.
m) Habilitación de fondos al Poder Judicial, al Ministerio Público, al Ministerio de Justicia y
al Instituto Nacional Penitenciario - INPE, en el marco del fortalecimiento de la lucha integral
contra el crimen organizado y con la finalidad de mejorar la administración de justicia.
n) Habilitación de fondos a las universidades públicas para materiales y equipos de
investigación y enseñanza.
p) Pagos por la adquisición de bienes y servicios que demande la Defensa del Estado en los
delitos de terrorismo tanto en las investigaciones preliminares, los procesos penales y las acciones
de garantía.
II. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demanda
Manifiestan que la demanda tiene por finalidad esencial proteger los derechos
constitucionales de La Caja, como persona jurídica encomendada por ley para hacer realidad el
derecho a una pensión de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú
aportantes a ella, por lo que solicitan que mediante la presente demanda prevalezca la
Constitución sobre las normas cuestionadas, que al modificar las atribuciones de los jueces en el
proceso penal, han afectado el bloque de constitucionalidad, alterando normas destinadas a
determinar el objeto de los bienes incautados materia del delito -lo que conforme a la Constitución
y a la ley penal general constituye una atribución del juez sometida a las reglas del debido proceso-
por una imposición legal que le retira dicha atribución al juzgador para obligarlo a remitir los fondo
directamente al FEDADOI a fin de que éste los distribuya entre los beneficiarios de dicho fondo, sin
incluir a La Caja, afectándose directamente su derecho de propiedad sobre dichos bienes, su
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, en especial el derecho de defensa, y los derechos
pensionarios de los aportantes. Como consecuencia de ello, las normas cuya constitucionalidad
cuestionan vacían el contenido del derecho a la pensión de los miembros de las Fuerzas Armadas y
de la Policía Nacional del Perú y la garantía que el Estado ofrece al ahorro.
De otro lado, alegan que las normas cuestionadas afectan el principio de tutela procesal
efectiva debido a que en los procesos penales en los que La Caja resulta agraviada -que tienen por
finalidad que el órgano jurisdiccional emita una sentencia ajustada a derecho y permita la
recuperación del objeto del delito, la imposición de una pena al responsable y el pago de una
reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, como consecuencia de habérsele privado
de su patrimonio-, y en los que se encuentra probado que el dinero repatriado por las autoridades
judiciales es de propiedad de La Caja, y por lo tanto, debe ser devuelto a su titular en aplicación del
artículo 188 del Código de Procedimientos Penales; sin embargo, mediante el artículo 5 del
Decreto de Urgencia Nº 122-2001 y el artículo 4 de la Ley Nº 28476, los jueces tienen la obligación
inmediata de remitir los fondos consignados al FEDADOI. Asimismo, consideran que dichos
artículos contravienen lo estipulado el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución, los artículos 92,
93 y 94 del Código Penal y el artículo188 del Código de Procedimientos Penales, concordado con el
inciso 19) del artículo 82 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, toda vez que no puede disponerse
de los fondos recuperados dentro de los procesos anticorrupción, los que en todo caso deberían
permanecer incautados por el órgano jurisdiccional, más aún cuando al interior de toles(*)NOTA
SPIJ procesos existe un participante que reclama para sí la titularidad de los fondos.
Señalan que al haberse dispuesto que en forma automática se destine al FEDADOI los
fondos incautados en los procesos anticorrupción y que fueron extraídos del patrimonio de La
Caja, ésta ha sido lesionado su derecho de defensa, pues se ve privada de ejercerlo en relación con
las decisiones administrativas que adopte el FEDADOI respecto del destino de los citados fondos en
beneficio de terceros, siendo que incluso manifiestan se les ha recortado el derecho de libre
acceso al órgano jurisdiccional, al predefinir el destino de los fondos recuperados de las actividades
de corrupción sin considerar su legítimo derecho de recibirlos antes de ser remitidos al FEDADOI, o
cuando menos discutir la titularidad de dichos fondos antes de que los jueces los remitan al
cuestionado fondo. A todo ello agregan que la celeridad en la distribución administrativa de los
fondos efectuada por el FEDADOI no les ha permitido el acceso a un órgano jurisdiccional (distinto
al Tribunal Constitucional), toda vez que en los casos en los que se ha solicitado a los jueces la
aplicación del control difuso a favor de la recuperación de los fondos que le pertenecen a La Caja,
tal retención ha sido desestimada. Sostiene también que se les ha desviado de la jurisdicción
predeterminada, debido a que las cuestionadas normas desvían el objeto del delito (fondos) de su
lugar natural, que es la sede jurisdiccional, para ubicarlo en sede administrativa, produciéndose
una migración forzada de la decisión judicial a una administrativa.
Respecto del derecho de propiedad, manifiestan que los artículos 4 y 5 de la Ley, como el
Decreto de Urgencia cuestionado, ha cercenado la posibilidad de que La Caja oponga ante las
autoridades jurisdiccionales su mejor derecho de propiedad sobre los bienes incautados, sea para
reponerlos al patrimonio de donde fueron extraídos, o para consignarlos en el Banco de la Nación
a nombre del juzgado que conoce del proceso para que, de resultas del mismo, sean los jueces
quienes dispongan su reposición, toda vez que no se ha incurrido en ninguno de los supuestos
establecidos en el artículo 71 de la Constitución para privarlos de la propiedad de los fondos que
ilegalmente les fueron sustraídos de su patrimonio y que constituyen objeto del delito en los
procesos anticorrupción.
Alegan por otra parte que los derechos pensionarios de los beneficiarios de La Caja se han
visto afectados por las normas cuestionadas, debido a que en su calidad de persona jurídica
encargada por mandato legal de administrar las aportaciones pensionarias de los miembros de la
Policía Nacional del Perú y de las Fuerzas Armadas, La Caja no puede verse limitada ni excluida por
norma legal alguna del acceso a los fondos que fueron extraídos de sus arcas, más aún cuando
estos constituyen fondos pensionarios, por lo que incluso se ve afectado el derecho al libre acceso
al sistema de seguridad social de los aportantes, haciendo inalcanzable el goce de su derecho a
una pensión.
Asimismo, sostienen que se vulnera la protección y el fomento del ahorro, que tienen
jerarquía constitucional, pues las normas cuestionadas intervienen inconstitucionalmente en
decisiones que corresponden al Poder Judicial e impiden la recuperación inmediata del “objeto del
delito”, que no es sino la acumulación de una parte de los ahorros de los aportantes de La Caja y
sus miembros.
Con relación a los artículos 4, 5 y 6 de la Ley Nº 28476, arguyen que estos resultan
inconstitucionales toda vez que los procedimientos que recogen afectan los derechos
constitucionales de La Caja y de sus aportantes relativos al derecho al debido proceso, a la tutela
jurisdiccional efectiva, de propiedad, a la garantía del ahorro, a la igualdad ante la ley y los
derechos previsionales de los aportantes, vulnerando también principios constitucionales como los
de separación de poderes y de no discriminación.
En lo que se refiere al derogado Decreto de Urgencia Nº 122-2001, alegan que éste resulta
inconstitucional, porque no cumple con los requisitos de forma y fondo establecido por del
Ejecutivo, debido a que su expedición se justificó en la urgencia de construir establecimientos
penitenciarios y garantizar el efectivo funcionamiento de la Comisión de la Verdad, finalidades cuya
materia corresponden a temas de administración de justicia y prevención del delito, no
constituyendo condiciones extraordinarias o imprevisibles que la Constitución y las leyes exigen
para la emisión de un Decreto de Urgencia. Al respecto, señalan que el Tribunal Constitucional ha
establecido los criterios exógenos de la norma en la STC Nº 0008-2003-AI/TC, bajo los cuales debe
analizarse su constitucionalidad.
Por lo demás, sostienen que el artículo 5 del Decreto de Urgencia cuestionado violó
directamente lo dispuesto por el inciso 19) del artículo 82 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, al
privar al Consejo Ejecutivo del Poder Judicial de su función de garantizar la conservación y buen
recaudo de los bienes incautados, cuya libre disposición está supeditada a la resolución de los
juicios penales. A este respecto, aducen que se legisló de urgencia una materia que correspondía
regularse exclusivamente mediante leyes orgánicas, disponiendo que los bienes incautados en los
procesos anticorrupción fueron inmediatamente remitidos al FEDADOI y que funcionarios de la
Administración del Estado dispusieran de los mismos, conforme a lo establecido en el artículo 10
del Decreto de Urgencia cuestionado.
2. Contestación de la demanda
2.1 Poder Ejecutivo
c) Es falso que el Decreto de Urgencia siga surtiendo efectos pues éstos se agotaron con su
derogatoria.
Alternativamente, interesa que la demanda sea declarada infundada bajo los siguientes
argumentos:
a) El Decreto de Urgencia no contraviene disposición constitucional alguna por el fondo, en
virtud de los principios de conservación de la ley y de declaración de inconstitucionalidad como
última ratio. Sostiene, al respecto, que los artículos 5 y 10 del cuestionado decreto han previsto
como destino de parte de los fondos a ser recibidos por el FEDADOI “atender las necesidades
vinculadas con el bienestar de la Policía Nacional del Perú y de las Fuerzas Armadas”, por lo que se
evidencia que tales personas, y la propia Caja, siempre encuadran como destinatarios o
beneficiarios de los fondos obtenidos con ocasión de los procesos penales por corrupción que han
venido librándose en sede judicial. En consecuencia, concluye, las normas cuestionadas no
vulneran ninguno de los derechos invocados, debido a que en ellas se establecen pautas sobre el
destino de los fondos incautados por decisión política de acuerdo con la Constitución.
De otro lado, señala que la presunta vulneración de la tutela procesal efectiva, relacionada
con la posibilidad de obtener, mediante un proceso justo, una sentencia que declare el derecho de
cada una de las partes, deberá ser razonada y razonable respetando las garantías constitucionales y
legales vigentes conforme a lo expresado por la doctrina. Respecto al alegato de los demandantes
de que se les está vulnerando su derecho a la tutela judicial efectiva porque se encuentran
privados de la recuperación del dinero sustraído de su patrimonio, aduce que debe tenerse en
cuenta que probar la titularidad del dinero implica llevar a cabo un trámite judicial, por lo que,
mientras ello no ocurra, no puede afirmarse con certeza que el dinero incautado no pertenece al
Estado, sino que necesariamente ello debe ser dilucidado mediante sentencia firme. Asimismo,
sostiene que la modificación del artículo 188 del Código de Procedimientos Penales no resulta
inconstitucional, pues la modificación de las leyes constituye una atribución conferida al legislador
mediante el inciso 1) del artículo 102 de la Constitución, y que en virtud de dicha facultad
legislativa se dictó la Ley Nº 28476, de carácter especial destinada a regular la administración de
los dineros recuperados provenientes de las actividades ilícitas realizadas esencialmente por la
mafia montesinista en perjuicio del Estado, norma que resulta ser una excepción a la aplicación del
artículo 188 del Código Adjetivo.
Señala, además, que los fondos incautados de los procesos anticorrupción no son de
propiedad de La Caja dado que dicha entidad, de acuerdo con su ley de creación (Decreto Ley Nº
21021), tiene por finalidad administrar el régimen de pago de las pensiones y compensaciones de
sus miembros de conformidad con el Decreto Ley Nº 19846, por lo que mal puede alegarse que
tales fondos sean de su propiedad. Por otro lado, sostiene que el destino de los fondos incautados
hacia el FEDADOI, ordenado por la Ley Nº 28476, es un caso excepcional a lo dispuesto por el
Código de Procedimientos Penales, por lo que sólo procede su entrega exclusivamente en los
supuestos que prevé la norma, siendo que esta presenta una legítima razonabilidad al disponer
que sea una entidad pública designada por ley la que administre excepcionalmente estos fondos,
al ser el Estado el agraviado en los supuestos contemplados por la ley. Por tanto, resulta lógico que
la ley disponga que el FEDADOI destine dichos fondos de dinero a cubrir los objetivos que, de
acuerdo con la política de prioridades, el Estado considere trascendental según lo dispone el
artículo 8 de la ley. A este respecto, recalca que la Ley Nº 28476 no asume supuesto distinto sino
que el dinero incautado sea exclusivamente el proveniente de actividades ilícitas en agravio del
Estado, por lo que debe comprenderse que si a través de una resolución judicial firme se logra
establecer que el dinero proveniente de dicha actividad ilícita pertenece a La Caja y no al Estado,
en esa eventualidad el juez estará en la obligación de dictar las medidas correspondientes
conforme a las leyes de la materia para ordenar la restitución de dichos fondos de dinero. En estos
términos, los demandantes no pueden argumentar que la Ley Nº 28476 asume supuestos de
hecho en perjuicio de La Caja cuando dispone un procedimiento excepcional de disposición del
dinero proveniente de actividades ilícitas en agravio del Estado, para ser destinados a objetivos
que requieren de especial y urgente atención por parte del propio Estado, como la reparación a las
víctimas de los actos violatorios a derechos humanos, la habilitación de fondos para fortalecer la
lucha anticorrupción, atender las necesidades vinculadas con el bienestar de la Policía Nacional del
Perú y de las Fuerzas Armadas, entre otros objetivos. De manera que, de comprobarse
judicialmente que los fondos pertenecen a La Caja, el Estado deberá restituir el dinero conforme a
lo previsto en las leyes de la materia.
Aduce asimismo que la Ley Nº 28476 en nada impide a La Caja hacer efectiva en un
proceso judicial la posibilidad de recuperar los bienes y el dinero de su propiedad, pero lo que no
se puede dejar de considerar es la inminente urgencia de administrar el dinero que prescribe la ley,
para destinarlo a fines de esencial importancia establecidos en la norma, por lo que los
demandantes no pueden pretender paralizar la aplicación de una norma que cumple importantes
funciones para el FEDADOI y que ha tomado en cuenta los graves problemas presupuestarios que
afectan al Estado, que busca hacer eficaz la administración de dichos fondos con el objetivo de
atender las necesidades que la norma contempla.
Asimismo, señala que el alegato de los demandantes referido a que la Ley Nº 28476 en su
artículo 8 no haya considerado a La Caja como destino del dinero recuperado de los ilícitos en
agravio del Estado, de ningún modo puede ser concebido como un trato discriminatorio, ni puede
sostenerse sobre un invocado derecho a ser reparados por igual -que no tiene presencia
constitucional- y que según los demandantes se desprende del artículo 44 del Texto Constitucional,
pues estas afirmaciones resultan impropias y además inconstitucionales, advirtiéndose que los
demandantes pretenden que se los incluya en la Ley Nº 28476, en forma expresa, lo cual implicaría
establecer por vía legal diferencias con la entidad, vulnerándose los principios constitucionales de
no legislar por diferencia de las personas y de igualdad ante la ley.
Sin embargo, ello no es óbice para que La Caja pueda ver satisfecha su pretensión de que
le restituyan los fondos de dinero de los cuales alega ser víctima de sustracción, y para que, de
determinarse en proceso judicial, con sentencia firme, la titularidad de aquellos fondos de dinero,
la autoridad judicial ordene su restitución al legítimo propietario.
Señala también que en la demanda se ha alegado que los artículos cuestionados vulneran
el derecho a la protección del ahorro contenido en el artículo 87 de la Constitución. Sobre este
asunto, sostiene que los fondos que administra La Caja de ninguna manera constituyen ahorro ni
tienen dicha naturaleza; por el contrario, se trata de aportes obligatorios para cubrir las
contingencias del desempleo y la salud una vez que el aportante haya llegado a la edad de
jubilación. Así, mientras el ahorro es evidentemente voluntario y de libre disponibilidad, en
cambio, el aporte de naturaleza pensionaria es necesariamente obligatorio y no puede disponerse
de él hasta haberse alcanzado la jubilación, de acuerdo con la normativa que regule dichos
aportes. Por ello, de ningún modo puede reconducirse los alcances jurídicos que la Constitución
otorga al ahorro en el artículo 87 a los fondos de La Caja, por tener naturaleza evidentemente
distinta. Sin embargo, arguye que ello no implica que los fondos o aportes pensionarios carezcan
de protección constitucional de acuerdo con otras disposiciones establecidas en el Texto
Constitucional, sino que al no tratarse en estricto de ahorros, no corresponde realizar un análisis
de constitucionalidad respecto del artículo invocado, por lo que la Ley Nº 28476 es plenamente
constitucional.
IV. FUNDAMENTOS
2. Aducen, además, que los efectos del Decreto de Urgencia derogado por la Ley Nº 28476
aún continúan vigentes, toda vez que La Caja no ha podido recuperar el dinero que le fuera
extraído ilícitamente, y, para mayor agravio, los fondos que se han logrado recuperar han sido
entregados a personas distintas que han sido consideradas como beneficiarias por las
inconstitucionales normas que impugnan.2
4. Sobre el particular conviene precisar, por un lado, que el Decreto de Urgencia Nº 122-
2001 ha sido expresamente derogado, específicamente, por la Primera Disposición
Complementaria de la Ley Nº 28476, cuya constitucionalidad también ha sido cuestionada en estos
autos; y, por otro, que tales disposiciones, esto es, los numerales 5 y 10 del acotado decreto de
urgencia, han sido reproducidas, en sus propios términos, por los artículos 4 y 8 de la Ley Nº
28476, respectivamente.
6. Como ya había sido adelantado, revisado el asunto referido a los artículos 5 y 10 del
derogado Decreto de Urgencia Nº 122-2001, el Tribunal Constitucional debe revisar la
constitucionalidad de los artículos 2, 4, 5, 6 y 7 de la Ley Nº 28476, cuyo análisis se centrará en los
temas a que se ha hecho referencia en el acápite III, supra.
10. Los demandantes alegan que la Ley Nº 28476 ha infringido de manera directa, tanto en
el fondo como en la forma, la jerarquía normativa establecida en el artículo 51 de la Constitución,
al haber desconocido la división de poderes que sustenta el orden democrático, llegando a una
intervención directa del Ejecutivo en decisiones sobre el destino de los fondos recuperados de la
corrupción. Así, el Ejecutivo ha terminado por sustituir el criterio de los magistrados del Poder
Judicial y ha postergado el derecho de propiedad de La Caja, que supone la recuperación de los
fondos incautados, criterio que debe ser decidido exclusivamente por los jueces y no por los
funcionarios administrativos del FEDADOI.5
11. Según lo expuesto por este Tribunal6, el principio de jerarquía implica el sometimiento
de los poderes públicos a la Constitución y al resto de normas jurídicas. Consecuentemente, como
bien afirma Requena López7 , es la imposición de un modo de organizar las normas vigentes en un
Estado, consistente en hacer depender la validez de unas sobre otras. Así, una norma es
jerárquicamente superior a otra cuando la validez de ésta depende de aquella. Con referencia a
este principio, el artículo 51 de la Constitución dispone que la Constitución prevalece sobre toda
norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es
esencial para la vigencia de toda norma del Estado. Por tanto, el referido artículo afirma los
principios de supremacía constitucional que supone una normatividad supra -la Constitución-
encargada de consignar la regulación normativa básica de la cual emana la validez de todo el
ordenamiento legal de la sociedad política. Así, en términos de Pérez Royo8, el mundo del derecho
empieza en la Constitución (...) no existe ni puede existir jurídicamente una voluntad superior a la
Constitución.
15. Por lo tanto, queda claro que el principio de separación de poderes no sólo resulta un
parámetro del Estado destinado a distribuir atribuciones y competencias a cada poder que lo
conforma, sino que, de acuerdo con su evolución, actualmente también implica la colaboración
entre cada uno de ellos en búsqueda de un mejor y eficaz ejercicio de sus funciones.
17. Ahora bien, la ley -en tanto elaboración legislativa- justifica su posición y legitimidad en
el sistema de fuentes, al ser un producto de la discusión democrática de un proceso que garantiza
la intervención de las minorías en la toma de decisiones trascendentales de la sociedad a través del
debate político, como reflejo de lo dispuesto por los artículos 90 y 102.1 de la Norma Fundamental
y el ejercicio del derecho de participación política ciudadana. El Congreso, en representación de la
Nación, expide normas que deben observar no sólo las materias en ella reguladas, sino perseguir la
eficacia de los derechos fundamentales, favoreciendo o al menos intentando favorecer el derecho
de las minorías de alcanzar el goce y respeto de los derechos fundamentales a través de la
adopción de medidas de carácter general o especial, tomando en consideración los diversos
factores existentes a nivel económico, político y social en el país.
21. Al respecto, este Tribunal ha establecido que “Las normas del bloque de
constitucionalidad son aquellas que se caracterizan por desarrollar y complementar los preceptos
constitucionales relativos a los fines, estructura, organización y funcionamiento de los órganos y
organismos constitucionales, amén de precisar detalladamente las competencias y deberes
funcionales de los titulares de éstos, así como los derechos, deberes, cargas públicas y garantías
básicas de los ciudadanos”. Asimismo, se ha precisado que “el parámetro del control en la acción
de inconstitucionalidad, en algunos casos comprende a otras fuentes distintas de la Constitución
(...) en concreto, a determinadas fuentes con rango de ley, siempre que esa condición sea
reclamada directamente por una disposición constitucional (...). En tales casos, estas fuentes
asumen la condición de normas sobre la producción jurídica en un doble sentido; por un lado,
como normas sobre la producción jurídica, esto es, cuando se les encarga la capacidad de
condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuentes que tienen su mismo rango; y por
otro, como normas sobre el contenido de la normación, es decir, cuando por encargo de la
Constitución pueden limitar su contenido”13.
22. En virtud de tales postulados, y teniendo en cuenta que la norma legal cuestionada ha
sido emitida por el órgano competente (Poder Legislativo), observándose el procedimiento de
formación de leyes regulado por el Reglamento del Congreso de la República, así como el quórum
y la votación correspondiente para la aprobación de la ley (77 congresistas presentes, 71 votos a
favor, 1 voto en contra y ninguna abstención), según se advierte del Diario de Debates de la
Segunda Legislatura Ordinaria del 2004, de fecha 22 de marzo del 2005, este Tribunal entiende que
el parámetro bajo análisis de la norma cuestionada es la Constitución, y no otra fuente legislativa
ni normativa, por lo que no cabe invocar la afectación de un bloque de constitucionalidad en el
presente caso.
25. Por su parte, el derecho al debido proceso “está concebido como el cumplimiento de
todas las garantías, requisitos y normas de orden público que deben observarse en las instancias
procesales de todos los procedimientos, incluidos los administrativos, a fin de que las personas
estén en condiciones de defender adecuadamente sus derechos ante cualquier actuación del
Estado que pueda afectarlos. Vale decir que cualquier actuación u omisión de los órganos
estatales, dentro de un proceso, sea este administrativo (...) o jurisdiccional, debe respetar el
debido proceso legal. [...]”17.
26. Los demandantes consideran que las normas acusadas de inconstitucionales vulneran
el derecho al debido proceso, pues según señalan “ambas normas impiden el derecho de La Caja
de ejercer su derecho de defensa para recuperar los bienes de su propiedad objeto del delito que
hubiesen sido incautados en los procesos anticorrupción por haber sido remitidos directamente al
FEDADOI para su posterior distribución”18.
27. El derecho de defensa en el ámbito a nivel procesal se constituye como una garantía
que permite el correcto desenvolvimiento del proceso, “[...] per un interesse publico generale que
trascende l’ interesse dell’ imputato (o della parte), es decir, es siempre necesaria, aun al margen o
por sobre la voluntad de la parte, para la validez del juicio19. Por ello, el ejercicio del derecho de
defensa al interior de cualquier procedimiento se constituye como un requisito de validez del
propio proceso. Ahora bien, su violación puede producirse “ya sea porque el propio procedimiento
a través del cual se tramita el proceso, no contenga la estructura o prevea los trámites suficientes y
oportunos para que cada parte pueda actuar frente a la actividad de la contraria o incluso frente a
la del juez (...)20”; es decir, bajo este supuesto, la afectación de la defensa se puede presentar por
acción u omisión del propio legislador. Sin embargo, esta garantía también puede ser conculcada
por el propio juzgador que tramita un proceso en concreto, al no permitir, indebidamente, el pleno
desarrollo de su actividad a uno o más de los contendientes.
31. Asimismo, se ha alegado que las normas cuestionadas “ha[n] cercenado el derecho de
La Caja “de libre acceso al órgano jurisdiccional” al haberse excedido en sus funciones el Legislativo
y el Ejecutivo predefiniendo, por Ley y por norma con rango de ley que irrespetan la Lex Suprema,
a dónde deben remitirse los fondos recuperados de las actividades de corrupción sin considerar el
legítimo derecho de La Caja de recibirlos antes de ser remitidos al FEDADOI, o cuando menos
discutir la titularidad de dichos fondos antes de que los jueces los remitan directamente al
FEDADOI”22.
32. En principio, este Tribunal ha establecido que ningún derecho fundamental resulta
ilimitado. Así, en el caso del derecho de acceso a la justicia, los requisitos procesales o las
condiciones legales que puedan establecerse se constituyen como sus límites, siendo que para que
éstos sean válidos, es necesario que se respete su contenido esencial. Evidentemente, no están
comprendidos en los límites justificados por el ordenamiento aquellos requisitos procesales que,
so pretexto de limitar el derecho de acceso a la justicia, introduzcan vías y mecanismos que
impidan, obstaculicen o disuadan, irrazonable y desproporcionadamente, el acceso al órgano
judicial23.
33. Sin embargo, ninguna de dichas normas prohíbe o restringe a los potenciales
justiciables, o declara como materia no justiciable el solicitar y/o discutir ante el órgano
jurisdiccional la titularidad de los fondos incautados dentro de los procesos anticorrupción, en los
que se encuentra en juego la recuperación de fondos presuntamente provenientes de las arcas
públicas y/o -de ser el caso- de fondos privados. Este hecho no implica, per se, que la judicatura
deba pronunciarse en forma favorable a su pretensión, sino que simplemente tiene la obligación
de acogerla y brindarle una razonable y ponderada respuesta respecto de su legitimidad o
procedencia. Consecuentemente, este Colegiado no advierte la existencia de ninguna limitación
impuesta por las normas cuestionadas a los demandantes u otros ciudadanos que pretendan en
poner en tela de juicio judicialmente la titularidad de todos aquellos fondos repatriados con
ocasión de aquellos procesos penales en los que se vayan determinando la existencia de bienes
dinerarios que con ocasión de la comisión de ilícitos penales hayan sido materia de apropiación
por parte de los procesados.
34. Otro argumento esgrimido por los demandantes es el referido a la desviación de la
jurisdicción predeterminada en relación con la recuperación de los fondos incautados. Al respecto,
sostienen que “al haber intervenido directa y abusivamente el Ejecutivo a través del Decreto de
Urgencia en las decisiones jurisdiccionales relativas al destino de los fondos recuperados e
imponer su envío inmediato al FEDADOI, situación hoy reglada por una inconstitucional Ley, ambas
normas [...] han desviado a La Caja de la jurisdicción predeterminada [...] al ámbito administrativo.
Allí la decisión sobre el destino de los fondos incautados ha quedado en manos de un ente
administrativo [...] compuesto exclusivamente por representantes del Ejecutivo. [...]. Al producirse
esta migración forzada de la decisión judicial a una administrativa, se produce un cercenamiento
del derecho de defensa y motivación de las decisiones judiciales, aparte de una mutilación al
derecho del agraviado de no verse sometido en un juicio penal a decisión emanada de un proceso
distinto al judicial, produciéndose una inobservancia patente al principio de legalidad procesal
penal”24.
También alega que “No se ha activado [...] ningún procedimiento de expropiación ni otra
variante de privación de la propiedad permitida por el artículo 70 de la Norma Fundamental [...]
sino que se ha llevado a cabo una directa lesión a la garantía constitucional contenida en el
derecho constitucional de propiedad [...]”. Finalmente, manifiestan que “el derecho de
reivindicación [...] forma parte del núcleo esencial del derecho de propiedad protegido por la
Constitución”29.
40. El derecho de propiedad “es concebido como el poder jurídico que permite a una
persona usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien. Así, la persona propietaria podrá servirse
directamente de su bien, percibir sus frutos y sus productos, y darle destino y condición
conveniente a sus intereses, siempre que ejerza tales actividades en armonía con el bien común y
dentro de los límites establecidos por la ley; e incluso podrá recuperarlo si alguien se ha apoderado
de él sin derecho alguno”30. Constitucionalmente, el derecho a la propiedad se encuentra
reconocido no sólo como un derecho subjetivo, conforme a los incisos 8) y 16) del artículo 2, sino
también como una garantía institucional, conforme lo dispone el artículo 70, según el cual el
Estado garantiza su inviolabilidad.
41. “La garantía institucional consiste en una fórmula constitucional destinada a asegurar
una especial protección a una institución jurídica. A pesar de no tratarse de un derecho
fundamental en sentido auténtico, obtiene una protección calificada y superior frente a la ley. La
Constitución puede instituir una garantía institucional para que, de manera efectiva, el Estado
concrete a través de la ley un mandato de defensa y resguardo.
Según Luciano Parejo Alfonso31, la doctrina de las garantías institucionales “(...) continúa
teniendo una utilidad actual para las decisiones básicas del orden constitucional que no comportan
para el titular de la institución de que se trate un derecho fundamental (...) Pero incluso allí donde
esa categoría opera en unión con un derecho fundamental cabe reconocer a la misma una
significación propia, pues las regulaciones protectoras de contenidos ordinamentales objetivos no
pueden ser excluidas por el reconocimiento de posiciones activas individuales, cualquiera que sea
la conformación de éstas”.
42. Ahora bien, como garantía institucional, el derecho de propiedad en el ámbito procesal
se encuentra ligado íntimamente al ejercicio del derecho de acción, del derecho de defensa y del
derecho de prueba, pues para establecer la certeza de su titularidad respecto de un bien mueble o
inmueble, debe hacerse uso de todos los medios procesales que otorga la legislación para
demostrar en juicio la titularidad de los bienes objeto de controversia. En otros términos, el
juzgador, dependiendo del tipo de proceso que se encuentre conociendo, se encuentra en la
capacidad de determinar, de acuerdo con los medios de prueba y la certeza que obtenga de ellos,
la titularidad de los mismos.
43. De acuerdo con el ámbito civil, el derecho de propiedad confiere a su titular cuatro
atributos respecto del bien: usar, disfrutar, disponer y reivindicar, cada uno de los cuales permite
un ejercicio pleno de este derecho. Asimismo, la doctrina civil analiza los caracteres de la
propiedad, en tanto que es un derecho real, absoluto, exclusivo y perpetuo. Así, es un derecho real
por excelencia, porque establece una relación directa entre el titular y el bien, ejercitando el
propietario sus atributos sin intervención de otra persona. Además, la propiedad es erga omnes,
esto es, se ejercita contra todos, cualidad denominada “oponibilidad”. Es un derecho absoluto
porque confiere al titular todas las facultades sobre el bien: usa, disfruta y dispone. Es exclusivo,
porque descarta todo otro derecho sobre el bien, salvo que el propietario lo autorice. Y es
perpetuo, pues no se extingue por el solo uso33.
44. De otro lado, el Tribunal Constitucional también ha señalado que “la pensión, si bien
forma parte del patrimonio de la persona que goza de ese derecho, no se puede desprender, sin
más, su asimilación con la propiedad, pues entre ellas existen diferencias notables que se
manifiestan en su naturaleza jurídica, en los actos que pueden realizarse, en el modo de
transferencia y en su titularidad. Por su naturaleza, la pensión, a diferencia de la propiedad, no es
un derecho real sobre un bien, sino un derecho a percibir un determinado monto de pago
periódico al que se tiene acceso una vez que se han cumplido los requisitos legalmente
establecidos. En cuanto a los actos que pueden realizarse sobre la pensión, existen también
diferencias bastante marcadas con la propiedad. Así, la pensión no puede ser objeto, por ejemplo,
de determinados actos de libre disposición (compraventa, permuta, donación, entre otros), ni es
susceptible, como es evidente, de expropiación -como equivocadamente señalan los
demandantes-. Por el modo como se transfiere tampoco se puede equiparar la pensión con la
propiedad. La pensión no es susceptible de ser transmitida por la sola autonomía de la voluntad
del causante, como si se tratase de una herencia, pues se encuentra sujeta a determinados
requisitos establecidos en la ley, y sólo una vez que éstos han sido satisfechos, se podría generar su
goce al titular o sus beneficiarios. En cuanto a la titularidad, no siempre coincide el titular de la
pensión con la persona beneficiada con ella, por lo que se debe distinguir entre el pensionista y el
beneficiario. Es evidente, entonces, que la pensión no comporta los atributos privativos de la
propiedad, de modo que es un absurdo jurídico asimilar la naturaleza de ambas como si de una se
tratase”34.
45. Importa precisar que La Caja fue creada mediante el Decreto Ley Nº 21021, del 18 de
diciembre de 1974, como Persona Jurídica de Derecho Público Interno, con la finalidad de
administrar el régimen de pago de las pensiones y compensaciones de los miembros
pertenecientes a la Policía Nacional y Fuerzas Armadas, a partir de los aportes efectuados por ellos
mismos. Asimismo, en su calidad de persona jurídica con capacidad de administración de dichos
fondos, cuenta con facultades necesarias para disponer de los mecanismos necesarios para
procurar su eficiente administración, incremento y recuperación (en el caso de haberse producido
su uso o disposición en forma distinta a la establecida en sus fines).
47. Efectuadas estas precisiones, y luego de haber sido materia de revisión los alegatos de
las partes del proceso, este Tribunal considera que el extremo referido a la afectación del derecho
de propiedad debe ser desestimado, debido a que los demandantes pese a que reiteradamente
han afirmado que los fondos repatriados e incautados a los procesados por delitos de corrupción
forman parte de su patrimonio -pues consideran que han sido sustraídos de sus fondos- también
han afirmado en el punto 60 de su demanda que “no pueden [...] repartirse los fondos incautados
conforme lo señalan las normas que se cuestionan si hay un participante en los procesos como La
Caja que reclama para sí su titularidad si aún no se ha probado fehacientemente la titularidad de
los propietarios originales”35 (el énfasis es nuestro). Tal afirmación demuestra que la titularidad de
los fondos aún se encuentra pendiente de determinación ante los juzgados correspondientes, por
lo que no puede alegarse en forma categórica que dichos fondos forman parte del patrimonio de
La Caja, ni pueden ejercitar derechos de reivindicación u oponibilidad respecto de aquello sobre lo
que aún no se tiene certeza de su procedencia; así como tampoco puede acusarse que al haberse
regulado legislativamente su disposición estableciéndose fines para su correcto uso, se este
vulnerando el derecho a la propiedad, pues hasta que no se haya establecido mediante resolución
judicial firme quiénes son los titulares originales de los mismos, los jueces se encuentran en la
obligación de cumplir las reglas procesales aplicables en los procesos penales y dar cumplimiento a
las normas legales vigentes.
50. Dentro de un Estado Constitucional de Derecho, la emisión de normas por parte del
legislador se encuentra íntimamente ligada a la observancia del procedimiento legislativo, sus
quorums y mayorías36, así como al respeto de los derechos, libertades, fines, valores e
instituciones constitucionalmente protegidos, para otorgársele a dicha norma, no sólo validez, sino
también legitimidad en cuanto a su formación y posterior aplicación ante los supuestos que en ella
se regulen.
51. Asimismo, como parte de la función legislativa, todo Congresista tiene la capacidad de
formular proyectos de ley, los cuales pueden versar sobre diversos temas, de acuerdo con lo que
cada legislador considere pertinente proponer. Luego de transitar por cada una de las etapas
establecidas por el artículo 73 del Reglamento del Congreso y procedan a la votación
correspondiente, se concluye el procedimiento con su aprobación para su posterior promulgación
u observación de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 108 de la Constitución.
52. En consecuencia, y de acuerdo con lo que este Tribunal ha reiterado
jurisprudencialmente, los procesos de inconstitucionalidad tienen por finalidad “efectuar la
valoración de una ley o norma con rango de ley de conformidad con la Constitución, ya sea por la
forma o por el fondo. Se trata, pues, de un juicio abstracto de constitucionalidad de la norma, en el
cual, debido a su propia naturaleza, no se faculta al Tribunal Constitucional para evaluar las
afectaciones subjetivas derivadas de la supuesta aplicación de la norma inconstitucional, sino,
única y exclusivamente, a cumplir la función de eficacia integradora de la unidad constitucional,
sea mediante la expulsión de la norma inconstitucional del sistema jurídico o a través de la
interpretación de conformidad constitucional, cuando sea el caso”37.
53. Sin embargo, según los alegatos de los demandantes, se acusa de inconstitucional la
decisión del legislador de no incluir a La Caja como beneficiaria del destino del dinero incautado, a
lo que se hace referencia en el artículo 8 de la Ley Nº 28476, hecho que según afirman transforma
a las normas impugnadas en inconstitucionales, pues “[a]l ser promulgadas [...] han incumplido sus
obligaciones de no hacer, de no discriminar, para mantener siempre en sus actos el criterio de
igualdad y, en contravención a ello y sin un criterio razonable que lo justifique (i) ha preferido el
fortalecimiento institucional de la lucha contra la corrupción, a costa de la recuperación de los
fondos que fueran extraídos de La Caja; (ii) han discriminado directamente a La Caja al anteponer a
la justicia de su derecho sobre los “bienes objeto del delito” y a ser reparada por la expoliación
sufrida, la reparación de otras categorías de víctimas descritas en el artículo 10 de la norma a
impugnarse”38.
54. Según se aprecia, los demandantes consideran que el hecho de que La Caja de
Pensiones Militar Policial no haya sido incluida como institución receptora de los fondos
incautados y administrados por el FEDADOI, implica la vulneración de su derecho de igualdad y no
discriminación, pretensión que en dichos términos tiene por objeto cuestionar la capacidad
legislativa ex ante del legislador, de regular diversos supuestos en ejercicio de su facultad
legislativa y que no forma parte del alcance o competencia del análisis de los procesos de
inconstitucionalidad, toda vez que éste se ha constituido como un mecanismo de control posterior,
destinado a evaluar, desde diversos aspectos, la constitucionalidad de la norma a partir de su
puesta en vigencia y las diversas formas de interpretación existentes al momento de su aplicación
en cada caso. Así, los procesos de inconstitucionalidad están destinados a evaluar si la norma con
rango de ley cuestionada transgrede, por la forma o por el fondo el Texto Constitucional; [s]e trata,
en principio, de un juicio abstracto respecto a dos normas de diversa jerarquía. Por un lado, la
Constitución, que actúa como parámetro, en la medida en que es la Lex legum; y, por otro lado, la
ley o las normas con rango de ley, que constituyen las fuentes sometidas a ese control”39.
55. De otro lado, como bien se puede observar, los demandantes tienen interés directo en
que en la regulación de la Ley Nº 28479 se integre como uno de los beneficiarios a La Caja de
Pensiones Militar-Policial. Al respecto, importa precisar que, en principio, los recurrentes no han
sustentado en qué forma su no incorporación en ella generaría una afectación en perjuicio de su
derecho constitucional a la igualdad -en tanto persona jurídica y sujeto de derechos
constitucionales en lo que les corresponde-, situación que se une al hecho de que la misma se
encuentra facultada para hacer uso de todos los mecanismos legales que la normatividad le otorga
para solicitar -dentro de los propios procesos penales o incluso mediante procesos civiles- la
titularidad de los fondos que según alegan son de propiedad de La Caja. Por otro lado, y como ya
se ha venido desarrollando en fundamentos anteriores, el proceso de inconstitucionalidad tiene
por finalidad efectuar un juicio abstracto respecto a dos normas de diversa jerarquía -ley y
Constitución-, tanto por la forma como por el fondo. Sin embargo, como se puede apreciar, los
demandantes pretenden que mediante el presente proceso se evalúen las normas materia de
cuestionamiento en tanto consideran que las mismas afectan los derechos constitucionales de La
Caja de Pensiones Militar-Policial -persona jurídica- es decir, se pretende que el Tribunal
Constitucional emita un pronunciamiento mediante el ejercicio de sus atribuciones en materia de
control de constitucionalidad de normas, para un caso en particular, petición que debido a las
materias para las cuales se tiene habilitado el ejercicio de este tipo de control, no se encuentra
entre los supuestos que puedan ser materia de análisis en esta vía procesal, por lo que este
extremo debe ser desestimado.
56. Los demandantes han señalado que las normas cuestionadas han afectado la garantía y
fomento del ahorro, pues “tanto el Ejecutivo como el Legislativo [...] en lugar de velar por la
recuperación de los fondos de La Caja han hecho lo contrario a la protección elemental del ahorro
de los aportantes a La Caja al obligar a los jueces (a) que entreguen directamente la sumas
recuperadas al FEDADOI. Lo anterior es relevante con respecto al mencionado artículo 87 pues el
patrimonio de La Caja está compuesto por ahorros materializados por medio de los aportes de los
miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú [...] que [...] han sido objeto de
grave postergación como consecuencia de la promulgación [...] de la Ley. [...] se ha contravenido la
protección y fomento del ahorro que tiene jerarquía constitucional al intervenir
inconstitucionalmente la norma en decisiones que corresponden al Poder Judicial e impedir la
recuperación inmediata de una parte de los ahorros de los aportantes de La Caja y sus
miembros”40.
58. De igual manera, carece de sustento arquir que las normas cuestionadas están
impidiendo la recuperación de los fondos que, según alegan, han sido incautados a La Caja, pues
conforme a lo expuesto por los propios demandantes41 la procedencia de los fondos incautados
aún se encuentra en etapa de determinación, no existiendo certeza de su titularidad. Por tanto, la
discusión relacionada con algún derecho de propiedad de los mismos aún se encuentra pendiente
en el ámbito judicial.
59. En cuanto al derecho a la pensión, este Tribunal tiene establecido que “[...] tiene el
rango de derecho fundamental, lo que le otorga una posición preferente dentro de nuestro
ordenamiento jurídico, razón por la cual el operador constitucional estará en la obligación de
preferir aquella interpretación más favorable al ejercicio de los derechos fundamentales,
rechazando aquellas que restrinjan sus alcances o no garanticen su eficacia”42. Asimismo, también
se ha establecido43 que el derecho a la pensión cuenta con un contenido esencial que constituye
el núcleo duro de este derecho y en el cual el legislador no puede intervenir para restringir o privar
a las personas del mismo -constituido por el derecho de acceso al sistema nacional o privado de
pensiones, el derecho de acceso a la pensión o su no privación arbitraria, así como el derecho a
una pensión mínima-, un contenido no esencial -compuesto por el reajuste pensionario y el tope
pensionario máximo-, y un contenido adicional -integrado por las pensiones de viudez, orfandad y
de los ascendientes-, respecto de los cuales el legislador puede establecer determinadas
regulaciones, siempre que no afecten el contenido esencial mediante intervenciones irrazonables
que transgredan los principios de razonabilidad y proporcionalidad, lo cual no implica una
intervención inconstitucional per se.
60. Esbozados los términos bajo los cuales se efectúa el control de constitucionalidad
relacionado con el derecho a la pensión, corresponde revisar los alegatos en virtud de los cuales
los demandantes consideran que las normas cuestionadas vulneran tal derecho constitucional.
62. Como ha sido reiteradamente expuesto, el contenido de las normas cuestionadas está
destinado a establecer el procedimiento de disposición de los fondos incautados en los procesos
anticorrupción, a fin de efectuar un eficiente empleo de los mismos en tanto se dilucide su
titularidad, según los objetivos dispuestos por el artículo 8 de la Ley Nº 28476. Siendo así, no
regula, ni directa ni indirectamente, supuestos tendientes a modificar o alterar el contenido
esencial del derecho a la pensión. Así tampoco se aprecia que las cuestionadas disposiciones
afecten el contenido no esencial o adicional de tal derecho, toda vez que tiene una finalidad
específica, cuál es la de administrar los fondos materia de incautación y disponer su utilización de
acuerdo con las prioridades establecidas en la propia norma, por lo que su cumplimiento por parte
de los operadores jurídicos, así como por parte de la administración del FEDADOI, se encuentra
acorde con los principios y derechos que la Constitución promueve.
§ Consideraciones Finales
FALLO
HA RESUELTO
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
Expediente Nº 005-2006-PI/TC
LIMA
JORGE VICENTE SANTISTEVAN DE NORIEGA Y MÁS DE CINCO MIL CIUDADANOS
“Artículo 5.- El dinero mal habido será objeto de incautación por parte de la autoridad
judicial y entregado inmediatamente al FEDADOI para los fines a que se contrae el presente
Decreto de urgencia”.
b) Pago por prestación de servicios y demás gastos que demanden las funciones inherentes
a las Procuradurías que intervengan en los procesos penales a que hace referencia el Artículo 3 del
presente Decreto de Urgencia y las Procuradurías anticorrupción del Ministerio de Justicia.
d) Pago de las reparaciones a que se refiere el Artículo 4, inciso e) del presente Decreto de
Urgencia;
e) Defender legalmente los derechos e intereses del Estado Peruano en casos seguidos
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ante la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
f) Instituir un sistema de recompensas vinculado a los delitos materia del presente Decreto
de Urgencia, a fin de obtener información veraz, significativa y determinante para la detección de
tales delitos y de las pruebas necesarias para su descubrimiento y sanción.(*)
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 125-2001 publicado el
07-11-2001
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 125-2001 publicado el
07-11-2001.
“h) Atender las necesidades vinculadas con el bienestar de la Policía Nacional del Perú y de
las Fuerzas Armadas;”
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 139-2001 publicado el
29-12-2001.
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 139-2001 publicado el
29-12-2001.
“j) Iniciar la devolución de la deuda contraída por el Estado peruano con los miembros de
la institución policial;”
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 139-2001 publicado el
29-12-2001.
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 139-2001 publicado el
29-12-2001.
“l) Cubrir los gastos operativos en que se deba incurrir para la contratación de los
integrantes, implementación y accionar de la Secretaría Técnica del FEDADOI, señalada en el
Artículo 2 tercer párrafo del presente. Decreto de Urgencia “
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 139-2001 publicado el
29-12-2001.
“m) Habilitación de fondos al Poder Judicial, al Ministerio Público, al Ministerio de Justicia y
al Instituto Nacional Penitenciario - INPE, en el marco del fortalecimiento de la lucha integral
contra el crimen organizado y con la finalidad de mejorar la administración de justicia.” (*) (*)
Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 025-2002, publicado el 24-05-
2002.
(*) Inciso incorporado por la Décimo Novena Disposición Final de la Ley Nº 27879,
publicada el 15-12-2002.
(*) Inciso incorporado por el Artículo 1 del Decreto de Urgencia Nº 001-2003, publicado el
03-01-2003.
“p).- Pagos por la adquisición de bienes y servicios que demande la Defensa del Estado en
los delitos de terrorismo tanto en las investigaciones preliminares, los procesos penales y las
acciones de garantía”. (*)
(*) Inciso incorporado por el Artículo 7 del Decreto Legislativo Nº 923, publicado el 20-02-
2003.”
4. Según el artículo 923 del Código Civil la definición del derecho de propiedad es la
siguiente:
La propiedad es el poder jurídico que permite a una persona usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de los límites de la ley.
5. Por su parte este Supremo Tribunal en anterior oportunidad ha dicho que “La propiedad,
como derecho fundamental, se encuentra prevista en el artículo 2, incisos 8 y 16 de la
Constitución. Dicho derecho, desde una perspectiva iusprivatista, se concibe como el poder
jurídico que permite a una persona usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien. Así, el propietario
puede servirse directamente del bien, percibir sus frutos y productos, y darle destino o condición
conveniente a sus intereses patrimoniales.
10. Como se advierte no sólo se está contemplando al Estado como único agraviado de las
actividades ilícitas sino también a otros titulares particulares puesto que en el Registro a que se
refiere el Artículo 6, se prevé a una pluralidad de personas con identificación que será
constantemente actualizada, lo que significa que de acuerdo al desarrollo de los procesos irán
identificándose. Esto supone pues que cuando se ordena el traslado de los fondos incautados no
sólo se afectará el dinero que proviene de actividades ilícitas en perjuicio del Estado sino también
los de otros agraviados particulares. La interpretación literal la considero errónea puesto que se
encuentra sólo en dicho extremo en el que se confunde los fondos provenientes de actividades
ilícitas de una pluralidad de agraviados y no sólo y exclusivamente los que corresponden al Estado,
como no puede ser de otra manera, terminando por ordenar el traslado de ellos fuera del ámbito
de la jurisdicción penal, dándole un tratamiento posterior a todos ellos como si se tratara de un
patrimonio que sólo corresponde al Estado, cuando no lo es, dejando así al Juez de la causa sin
potestad alguna sobre fondos que corresponden a un particular.
11. La separación de poderes se sustenta en una ordenación de las funciones del Estado en
la cual la titularidad de cada una de ellas es confiada a un órgano u organismo público distinto de
los otros, creando distingos funcionales necesarios que aseguran la eficacia en el servicio público a
favor de la colectividad. La separación de poderes no es otra cosa pues que el reparto del poder
único del Estado colocado en órganos diferenciados, con la finalidad de evitar que no haya la
concentración que permite el abuso de poder por funcionario público de cualquier jerarquía,
constituyendo asimismo un freno recíproco entre los distintos poderes a partir de mecanismos de
equilibrio y contrapeso que exteriorizan un efectivo control que asegura la colaboración entre los
órganos independientes del Estado y proscribe la interferencia. Dicha independencia apunta a un
mejor servicio a la colectividad. El referido principio de separación de poderes se aplica en el Perú
en la normativa que distribuye la función pública en 3 poderes tradicionales en base de la
independencia de cada uno de ellos. Cabe recordar que la separación o división de poderes, como
principio característico del constitucionalismo contemporáneo, supone una garantía para el propio
Estado y para el ciudadano, quedando éste protegido por un marco normativo que recusa los
abusos de poder y las actuaciones arbitrarias de funcionarios públicos de todo nivel. Significa
entonces que la separación de poderes responde a una exigencia de la vida moderna que
inexorablemente crea especialidades y distingos entre órganos del Estado en razones de necesidad
con la finalidad manifiesta de entrega oportuna de un mejor servicio a la comunidad. Aquí resulta
oportuno recordar que “el proceso de modernización del Estado tiene como finalidad fundamental
la obtención de mayores niveles de eficiencia del aparato estatal, de manera que se logre una
mejor atención a la ciudadanía, priorizando y optimizando el uso de los recursos públicos”
(Decreto Supremo Nº 007 -2007 -PCM - publicado el jueves 25 de enero de 2007). Un Estado que
divide en este sentido sus facultades y funciones es menos susceptible de caracterizarse por
procedimientos tiránicos o dictatoriales. La separación de poderes es, en teoría, el principal
garante del Estado de Derecho, cuya esencia es el “imperio de la ley”, y suele ser sinónimo de
sistemas o regímenes políticos basados en comportamientos democráticos regulares.
13. Por ello la aplicación literal de las normas citadas en la forma como se describe viene a
responder a una interpretación equivocada que es menester corregir. En efecto si el FEDADOI sólo
puede administrar dinero que es del Estado en razón de las normas cuestionadas, es evidente que
advirtiéndose que los fondos trasladados no todos pertenecen al Estado sino que dentro de éstos
hay los que corresponderían a la Caja Militar y Policial, estos bienes no pueden quedar en la
administración del FEDADOI sino en la de los Jueces correspondientes de los procesos a los que se
hace referencia, por imperio de la Constitución, Ley Orgánica del Poder Judicial y el Código de
Procedimientos Penales.
14. Que si bien en este caso no puede declararse la inconstitucionalidad que los
demandantes proponen tanto porque los fundamentos no sólo atacan a la creación misma del
FEDADOI sino que apoyan tal existencia cuanto porque la estimación de los argumentos de la
demanda irremediablemente traería consigo la desactivación aceptada. En cambio, no obstante, lo
expuesto al respecto en el proyecto, considero indispensable que el Tribunal Constitucional en
ejercicio de sus atribuciones y en necesidad de poner orden en la realidad descrita interpreta el
inciso d) del artículo 2 de la Ley Nº 28476, en el extremo que precisa “así como todo aquel de
origen u obtenido como producto de la actividad delictiva, o que haya servido para la perpetración
de la conducta delictiva”, así como el extremo del inciso d) del artículo 4 del Decreto de Urgencia
Nº 122-2001, que en iguales condiciones precisaba “así como todo aquel de origen u obtenido
como producto de la actividad delictiva, o que haya servido para la perpetración de la conducta
delictiva” que debe entenderse que se refiere a los bienes del Estado y no a los bienes de la Caja
de Pensiones Militar y Policial y cuando en el artículo 6 inciso b), de la Ley Nº 2847 en el que se
dispone la forma cómo se realizará el depósito y registro del dinero incautado en el extremo que
consigna las palabras “y agraviados”, así como el extremo del inciso b) del artículo 7, del Decreto
de Urgencia Nº 122-2001, que consignaba también las palabras “y agraviados”, debe entenderse
que se refiere a agraviados constituidos por instituciones del Estado, para así evitar que se
trasladen conjuntamente con dinero y bienes en donde el Estado es el agraviado, dinero y bienes
de la Caja de Pensiones Militar y Policial, los que de inmediato deben pasar a la administración
directa de los jueces de las causas en donde se están tramitando los procesos anticorrupción en los
que aparece este particular como agraviado, por lo que el FEDADOI o en su caso el Estado pondrá
dicho dinero a disposición del Juez competente en el monto que éste determine en cada caso de
acuerdo a la identificación de bienes y dinero de dominio de la Caja de Pensiones Militar y Policial.
Por estas consideraciones mi voto es porque se declare infundada la demanda, conforme
al proyecto presentado como ponencia e, interpretando adecuadamente las normas sometidas a
control, se proceda conforme al fundamento 14 del presente Fundamento de Voto.
S.
VERGARA GOTELLI
Asunto
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Presidente de la República contra la
Ordenanza Regional Nº 009-2005-CR/GOB.REG.TACNA, que establece la libre comercialización de
ropa y calzado usados
Magistrados
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
SUMARIO
I. ASUNTO
IV. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demanda
2. Contestación de la demanda
VI. FUNDAMENTOS
§1. Delimitación del petitorio de la demanda
VII. FALLO
Expediente Nº 031-2005-PI/TC
LIMA
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
En Lima, a los 20 días del mes de marzo de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Landa Arroyo, Gonzales
Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia
I. ASUNTO
Artículo Segundo.- Para los efectos del artículo precedente, se dispone el tránsito de
mercaderías se realice en mínima cantidad entre Tacna y Arica por la línea férrea y por la carretera
Panamericana Sur, interviniendo el Gobierno Regional en los controles de acuerdo a sus
competencias.
Artículo Tercero.- Solicitar a las entidades del Gobierno Nacional, Regional y Locales,
faciliten las medidas necesarias para la formalización de esta actividad comercial, adecuándola
para su ejercicio, dentro de las características de la libertad de comercio vigente en el país.
IV. ANTECEDENTES
3. Argumentos de la demanda
Con fecha 28 de noviembre de 2005, el demandante ha interpuesto la presente demanda,
solicitando se declare la inconstitucionalidad de la Ordenanza Regional Nº 009-2005-
CR/GOB.REG.TACNA, promulgada por el Gobierno Regional de Tacna.
4. Contestación de la demanda
Con fecha 27 de enero de 2006, el presidente del Gobierno Regional de Tacna, don Julio
Antonio Alva Centurión, contesta la demanda solicitando que la misma sea declarada infundada
por las siguientes consideraciones:
VI. FUNDAMENTOS
(...) al Gobierno Nacional le corresponde fijar los límites y restricciones legales, propios al
interés nacional y a los sectores económicos involucrados (...).
Por su parte, el segundo niega que exista un conflicto de competencias; sin embargo, se
contradice cuando señala que
5. Al respecto, debe considerarse que el artículo 110 del Código Procesal Constitucional
señala que
[s]i el conflicto versare sobre una competencia o atribución expresada en una norma con
rango de ley, el Tribunal declara que la vía adecuada es el proceso de inconstitucionalidad.
Siendo ello así, es pertinente, para la resolución de la presente demanda de
inconstitucionalidad, la aplicación del test de la competencia, no sin antes precisar algunas
cuestiones generales atinentes al caso.
9. Por ende, no puede soslayarse que aun cuando el control abstracto de las normas tiene
una finalidad inmediata, como es el de salvaguardar el principio de supremacía jurídica de la
Constitución -expulsando del ordenamiento aquellas disposiciones que la contravengan material o
formalmente-, como fin mediato impide su aplicación y con ello evita que se puedan generar
afectaciones concretas (subjetivas) a los derechos fundamentales de las personas. Por tanto, el
juez constitucional debería considerar que el proceso orientado por antonomasia a defender la
supremacía de la Constitución (proceso de inconstitucionalidad) siempre tendrá también, en
última instancia, la vocación subjetiva de preservar los derechos fundamentales de las personas.
- Principio de control y tutela.- La exigencia que proyecta este principio consiste en que los
Gobiernos Regionales y Locales están sujetos a instancias de control y tutela por parte de órganos
nacionales competentes. Tal principio, que se encuentra recogido en el artículo 199 de la
Constitución, señala que los Gobiernos Regionales y Locales son fiscalizados por sus propios
órganos de control y por los organismos que tengan tal atribución por mandato constitucional o
legal, y están sujetos al control y supervisión de la Contraloría General de la República, la que
organiza un sistema de control descentralizado y permanente; pero también a un sistema de
control interno.
(1) La integración en el bloque de las leyes orgánicas- Las leyes orgánicas encargadas de
determinar las competencias de los Gobiernos Regionales son la LBD y la LOGR. Dichas
competencias, de conformidad con el artículo 13 de la referida ley, pueden ser exclusivas,
compartidas o delegadas. En tanto las competencias compartidas dan lugar a funciones específicas
que cada uno de los niveles de gobierno debe llevar a cabo, tales funciones, en el caso de los
Gobiernos Regionales, han sido recogidas en su respectiva ley orgánica; específicamente en sus
artículos 47 a 64 De este modo, la validez de las ordenanzas regionales se encuentra sujeta al
respeto del marco normativo establecido tanto en la LBD como la LOGR, por lo que forman parte
del parámetro de control en la presente causa.
(2) La integración en el bloque de otras normas legales.- Lo anterior no significa que allí se
agoten las normas que pueden conformar el bloque de constitucionalidad. La apertura de éste a
otras normas, sean éstas leyes orgánicas o simples leyes estatales o decretos legislativos, depende
del tipo de materias que hayan sido reguladas por una ordenanza regional y, particularmente, de la
clase de competencia (exclusiva, compartida o delegable) de que se trate. Existe, por tanto, un
parámetro “natural” de control de constitucionalidad de las ordenanzas regionales, que se
encuentra integrado por la Constitución, la LBD y la LOGR; pero también, tratándose de la
regulación de determinadas materias, el bloque de constitucionalidad puede estar conformado,
adicionalmente, por otras leyes nacionales. En estos casos, dichas normas forman parte de lo que
podría denominarse un parámetro “eventual” de constitucionalidad.
13. C) Principio del efecto útil y poderes implícitos.- A juicio del Tribunal, cada vez que una
norma (constitucional o legal) confiere una competencia a los Gobiernos Regionales, debe
entenderse que ésta contiene normas implícitas de subcompetencia para reglamentar la norma
legal, sin las cuales el ejercicio de la competencia conferida a los Gobiernos Regionales carecería de
eficacia práctica o utilidad. El principio del efecto útil, así, pretende flexibilizar la rigidez del
principio de taxatividad, de modo que la predeterminación difusa en torno a los alcances de una
competencia por la ley orgánica o la Constitución no termine por entorpecer un proceso que, en
principio, se ha previsto como progresivo y ordenado conforme a criterios que permitan una
adecuada asignación de competencias (artículo 188 de la Constitución). Así, el principio de
taxatividad de competencias no es incompatible con el reconocimiento de que los Gobiernos
Regionales también pueden realizar aquellas competencias reglamentarias no previstas legal ni
constitucionalmente, pero que sin embargo son consustanciales al ejercicio de las previstas
expresamente (poderes implícitos), o constituyan una directa manifestación y exteriorización de
los principios que rigen a los Gobiernos Regionales dentro de un Estado unitario y descentralizado.
15. Habiendo considerado los principios y cláusulas que integran el test de la competencia,
corresponde evaluar la constitucionalidad de la ordenanza regional impugnada.
16. Dado que la primera cuestión de relevancia constitucional señalada por el demandante
está relacionada con la competencia para regular la importación de bienes al país, se debe
determinar en quién recae finalmente dicha competencia.
18. Por su parte, el demandado argumenta que no es cierto que el Gobierno Regional de
Tacna
20. Con respecto a la primera cuestión propuesta, el Tribunal Constitucional estima que la
Ordenanza Regional Nº 009-2005-CR/GOB.REG.TACNA tiene por objeto autorizar la importación de
bienes. Ello se desprende tanto de los considerandos de la Ordenanza como de la parte dispositiva.
En efecto, en sesión extraordinaria de fecha 6 de julio de 2005, el Consejo Regional del Gobierno
Regional de Tacna aprobó, por unanimidad, la Ordenanza Regional Nº 009-2005-
CR/GOB.REG.TACNA.
(...) la Ley Nº 28514, prohíbe la importación de ropa y calzado usado, con fines comerciales
a nivel nacional, prohibición que se ha dado sin haber considerado que Tacna, por su ubicación de
zona de frontera, goza de algunas prerrogativas en cuanto a la comercialización binacional con el
vecino país de Chile donde la comercialización de dicha mercancía es libre; (...).
22. Siendo ello así, el Tribunal Constitucional no comparte el argumento del emplazado
cuando señala que
27. Ciertamente que el artículo 192.7 de la Constitución les reconoce a los Gobiernos
Regionales competencia para promover y regular, entre otras materias, las actividades y/o servicios
en el ámbito del comercio. No obstante, se debe entender que tal competencia se refiere a
actividades y servicios comerciales lícitos internos. No se desprende, sin embargo, de tal
disposición la competencia de los Gobiernos Regionales para autorizar la importación de
mercancías provenientes del exterior.
28. Por el contrario, el artículo 118.3 de la Constitución reconoce la facultad del Presidente
de la República para dirigir la política general del Gobierno, política dentro de la cual está
comprendida, como es evidente, la política económica que atañe a la nación. El mismo artículo, en
su inciso 11, también prevé la potestad del Presidente de la República de dictar medidas
extraordinarias, a través de decretos de urgencia, en materia económica y financiera cuando lo
requiere el interés nacional y con cargo a dar cuenta al Congreso de la República. No obstante, es
el inciso 20 de la disposición constitucional mencionada el que expresamente reconoce que
31. Tal competencia del Gobierno Nacional también queda claramente establecida en el
artículo 26.1. literal h) de la Ley de Bases de la Descentralización, cuando señala que
32. De ahí que el propio artículo 26.2. de la Ley mencionada dispone que
33. Es decir, que el régimen jurídico del comercio nacional y el establecimiento de las
tarifas arancelarias es una competencia exclusiva y excluyente del Gobierno Nacional. Ello no
quiere decir, sin embargo, que los Gobiernos Regionales no tengan ningún ámbito de participación
en la economía nacional, concretamente, en materia de importación de mercancías que pueden
ser beneficiosas para un Gobierno Regional determinado; pero ello debe coordinarse con el
Gobierno Nacional sin que se afecte a la política comercial y arancelaria del Estado, que es de
carácter nacional. De ahí que la LOGB, en su artículo 55.a establezca como una función de los
Gobiernos Regionales:
[f]ormular, aprobar, ejecutar, evaluar, dirigir, controlar y administrar los planes y políticas
en materia de comercio de la región, en concordancia con las políticas nacionales y los planes
sectoriales, en coordinación con las entidades del sector público competentes en la materia.
Por tanto, la importación de ropa y calzados usados, con fines comerciales, en nuestro
ordenamiento está prohibida; no obstante, excepcionalmente su importación está permitida
cuando se trate de donaciones o equipaje y menaje de casa, claro está siempre que las mismas
cumplan las normas sanitarias y comerciales establecidas al efecto.
36. Es cierto que los Gobiernos Regionales en un Estado unitario y descentralizado como el
nuestro (artículo 43 de la Constitución) no sólo tienen autonomía administrativa, sino también
económica y política. Pero de ello no se deriva que sean gobiernos autárquicos. Por ello, en
aplicación del principio de unidad, en general, y del principio de cooperación y lealtad nacional, en
particular, si bien a los Gobiernos Regionales se les reconoce autonomía política, económica y
administrativa, al tener un deber de cooperación leal o de lealtad nacional, en la consecución de
los fines estatales, las normas que dicten no pueden entrar en contradicción con las leyes
nacionales; tal como sucede en el presente caso. Sobre el particular, GIANNINI1 ha señalado que
(...) así como las leyes Regionales no pueden disciplinar materias propias del Estado,
tampoco el Estado puede regular, a través de sus leyes, materias propias de las Regiones (...).
Por ello estima legítima la preocupación del Gobierno Regional de Tacna por el desarrollo
económico de su región, pues precisamente la finalidad de un proceso de descentralización, tal
como lo prevé el artículo 188 de la Constitución, es el desarrollo integral del país; desarrollo que
comprende, como es evidente, el aspecto económico. Sin embargo, este objetivo no puede
alcanzarse legítimamente si no se respetan el marco constitucional establecido, los valores y
principios constitucionales, así como los derechos fundamentales.
39. Por ello, el Gobierno Nacional y el Gobierno Regional de Tacna deben emprender,
dentro del régimen jurídico de la descentralización, acciones dentro del marco de sus
competencias exclusivas y compartidas tendentes al desarrollo integral de la región. En la medida
en que el Gobierno Nacional, tal como se ha determinado en el presente caso, ostenta
competencia para regular el régimen jurídico de las importaciones, no puede perder de vista las
necesidades concretas de los Gobiernos Regionales fronterizos a países vecinos.
40. En consecuencia, así como los Gobiernos Regionales tienen el deber de observar el
principio de cooperación y lealtad nacional, así también al Gobierno Nacional le asiste el deber de
cooperación para con los Gobiernos Regionales -lealtad regional-, más aún si uno de los deberes
constitucionales del Estado es el de promover el bienestar general que se fundamenta en la Justicia
y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación (artículo 44 de la Constitución).
VII. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
00007-2007-PI/TC
Asunto:
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Colegio de Abogados del Callao contra
el artículo único de la Ley Nº 28642, modificatoria del artículo 5, numeral 8) de la Ley Nº 28237,
Código Procesal Constitucional.
Magistrados presentes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
MESÍA RAMÍREZ
VERGARA GOTELLI
SUMARIO
I. Asunto
IV. Antecedentes
1. Argumentos de la demanda
2. Contestación de la demanda
3. Informe del Jurado Nacional de Elecciones en su condición de Partícipe
VI. Fundamentos
§. Consideraciones Previas respecto del Informe presentado por el Jurado Nacional de
Elecciones en su condición de partícipe
§. Los Informes de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos del
Ministerio de Justicia
§. Consideraciones Finales
VII. Fallo
EXP. 00007-2007-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DEL CALLAO
En Lima, a los 19 días del mes de junio de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Landa Arroyo,
Presidente; Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, García Toma, Vergara Gotelli y Mesía
Ramírez, con los fundamentos de voto de los magistrados Alva Orlandini y Gonzales Ojeda, y el
voto en discordia del magistrado Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia
I. ASUNTO
Artículo único de la Ley Nº 28642, Ley que modifica el artículo 5, numeral 8), de la Ley Nº
28237, Código Procesal Constitucional, cuyo texto es el siguiente:
Artículo único (Modificación del artículo 5, numeral 8), de la Ley Nº 28237, Código Procesal
Constitucional).- Modificase el artículo 5, numeral 8), de la Ley Nº 28237, Código Procesal
Constitucional, en los siguientes términos:
La materia electoral comprende los temas previstos en las leyes electorales y aquellos que
conoce el Jurado Nacional de Elecciones en instancia definitiva”.
IV. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demanda
Por lo demás, alega que el enunciado contenido en la Ley Nº 28642, que dispone que
resoluciones en contrario, de cualquier autoridad, no surten efecto legal alguno, contraviene el
principio de separación de poderes garantizado en el artículo 43 de la Constitución, pues niega el
poder-deber de todo órgano jurisdiccional de ejercer el control difuso de la constitucionalidad de
las normas previsto en el artículo 138 de la Constitución, y la competencia del Tribunal
Constitucional de ejercer dicho poder en su faz concentrada, según lo prevé el artículo 204 de la
Constitución.
2. Contestación de la demanda
Alega que la ley cuestionada no vulnera los instrumentos internacionales sobre Derechos
Humanos, pues no puede afirmarse que el proceso de amparo sea “breve” o “rápido”, ni constituye
un “recurso efectivo” para reponer las cosas al estado anterior a la violación del derecho, conforme
lo disponen los artículos 8 y 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la
Convención Americana de Derechos Humanos, respectivamente. En tal sentido, sostiene que el
Caso Espino Espino (STC Nº 2366-2003-AA/TC) así lo demuestra.
El Jurado Nacional de Elecciones plantea, como cuestión previa, la abstención por decoro
de tres magistrados del Tribunal Constitucional, pues a su entender, han anticipado una opinión
contraria a la Ley Nº 28642 en el seno de la Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso
de la República, según consta en el Acta de la Sesión de la Comisión de Constitución y Reglamento
celebrada el 17 de octubre de 2005.
Alega que el Colegio de Abogados del Callao carece de legitimidad para obrar, esto es, para
interponer la demanda de inconstitucionalidad y ser parte en el proceso. Sustenta su argumento
manifestando que la materia relacionada con la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la Ley
Nº 28642 no es de su especialidad, pues la finalidad de dicho Colegio Profesional es la de agremiar
a los abogados que ejercen la profesión en el Distrito Judicial del Callao, según lo establece el
artículo 4 de sus Estatutos. Por tanto, la facultad conferida por el artículo 203.7 de la Constitución
sólo puede entenderse respecto a la constitucionalidad de las leyes vinculadas al ejercicio de la
profesión de la abogacía, más no para pretender la declaración de inconstitucionalidad de leyes
que no están vinculadas a esos fines.
6. Los Informes de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos del
Ministerio de Justicia
8. Consideraciones Finales
VI. FUNDAMENTOS
“La razón que justifica que la Constitución haya otorgado estas facultades a los colegios
profesionales radica en que, debido a la particularidad, singularidad y especialidad de los
conocimientos científicos y técnicos que caracterizan a las diferentes profesiones (Medicina,
Abogacía, Ingeniería, Arquitectura, Contabilidad, Química-farmacéutica, Periodismo, Psicología y
Biología, entre otras), estas instituciones se sitúan en una posición idónea para poder apreciar, por
una parte, si una determinada ley o disposición con rango de ley -que regula una materia que se
encuentra directamente relacionada con los conocimientos de una determinada profesión- vulnera
disposiciones de la Norma Fundamental (...). No es ajeno a este Colegiado el hecho de que una ley
o norma con rango de ley pueda contener una variedad de disposiciones que versen sobre diversas
materias, siendo plenamente factible su cuestionamiento por dos o más colegios profesionales en
aquellos extremos relacionados con su especialidad. El caso de los Colegios de Abogados
constituye un supuesto especial. En primer lugar, debe descartarse el sentido interpretativo según
el cual estos colegios podrían interponer acciones de inconstitucionalidad contra toda ley o
disposición con rango de ley. En efecto, si bien los Colegios de Abogados agremian a profesionales
en derecho, éstos no tienen legitimidad para cuestionar todas las leyes o disposiciones con rango
de ley que se encuentren vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sino sólo aquellas que
regulen una materia propia de esta profesión. Por ejemplo, en el caso de que un Colegio de
Abogados cuestione una ley que regula un proceso de filiación judicial de paternidad
extramatrimonial, es claro que la materia que regula esta ley coincide con la materia que
constituye la especialidad de los abogados, por lo que, si además esta ley vulnera una disposición
constitucional, entonces esta institución sí tendrá legitimidad para interponer la respectiva acción
de inconstitucionalidad”.
9. Consecuente con dicha línea argumentativa, este Colegiado aprecia que tal es el caso del
artículo 5.8 del Código Procesal Constitucional, que a juicio del demandante anula el derecho de
los abogados de poder iniciar un proceso de amparo contra una resolución del Jurado Nacional de
Elecciones. Hay pues una relación directa entre una norma procesal y el ejercicio profesional del
Derecho; más aún cuando las normas procesales deben asegurar los recursos judiciales necesarios
para que los profesionales del derecho puedan ejercer libremente la defensa de los derechos
fundamentales de los ciudadanos. Por tales razones, el colegio profesional demandante resulta
plenamente legitimado para plantear la demanda de inconstitucionalidad de autos.
“Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”.
“Nuestro sistema de fuentes normativas reconoce que los tratados de derechos humanos
sirven para interpretar los derechos y libertades reconocidos por la Constitución. Por tanto, tales
tratados constituyen parámetro de constitucionalidad en materia de derechos y libertades. Estos
tratados no solo son incorporados a nuestro derecho nacional -conforme al artículo 55 de la
Constitución-sino que, además, por mandato de ella misma, son incorporados a través de la
integración o recepción interpretativa”.
“Las normas relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se
interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados
y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú”.
15. El artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional también dispone
que:
“El contenido y alcances de los derechos constitucionales protegidos por los procesos
regulados en el presente Código deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal
de Derechos Humanos, los tratados sobre derechos humanos, así como de las decisiones
adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados
de los que el Perú es parte”.
“El ejercicio interpretativo que realice todo órgano jurisdiccional del Estado (o que
desempeñe funciones materialmente jurisdiccionales) para determinar el contenido
constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, debe estar obligatoriamente
informado por las disposiciones de los tratados internacionales de derechos humanos y por la
interpretación de las mismas realizada por los tribunales internacionales sobre derechos humanos
a través de sus decisiones”.
17. En base a lo anterior, para este Tribunal queda claro que la norma sometida a control
no debe oponerse a una interpretación de los derechos y libertades reconocidos por la
Constitución de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los tratados
sobre derechos humanos ratificados por el Estado peruano y las decisiones adoptadas por los
tribunales internacionales sobre derechos humanos, constituidos según tratados de los que el Perú
es parte.
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o
para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier
otra índole”.
“Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”.
“(...) el artículo 25.1 de la Convención es una disposición de carácter general que recoge la
institución procesal del amparo, como procedimiento sencillo y breve que tiene por objeto la
tutela de los derechos fundamentales. Establece este artículo, igualmente, en términos amplios, la
obligación a cargo de los Estados de ofrecer, a todas las personas sometidas a su jurisdicción, un
recurso judicial efectivo contra actos violatorios de sus derechos fundamentales. Dispone, además,
que la garantía allí consagrada se aplica no sólo respecto de los derechos contenidos en la
Convención, sino también de aquéllos que estén reconocidos por la Constitución o por la ley”4; y
que “los Estados Partes se obligan a suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de
violación de los derechos humanos (Art. 25), recursos que deben ser sustanciados de conformidad
con las reglas del debido proceso legal (Art. 8.1), todo ello dentro de la obligación general a cargo
de los mismos Estados, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la
Convención a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción”.
20. En correspondencia con esos mandatos del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, la Constitución Política del Estado en el inciso 2) de su artículo 200 consagra que “la
acción de amparo procede contra el hecho u omisión por parte de cualquier autoridad, funcionario
o persona, que vulnera o amenaza los derechos reconocidos por la Constitución”. La ley
fundamental no excluye a ninguna autoridad, ya que la lesión de un derecho fundamental es una
posibilidad que puede provenir, incluso, de las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones y,
frente a tal eventualidad, le corresponde en primer lugar al Poder Judicial restituir el derecho,
luego al Tribunal Constitucional, si el amparo ha sido desestimado y, finalmente, a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos si el agraviado no ha encontrado la reposición de su
derecho incluso en sede del propio Tribunal Constitucional.
“El respeto a los derechos humanos constituye un límite a la actividad estatal, lo cual vale
para todo órgano o funcionario que se encuentre en una situación de poder, en razón de su
carácter oficial, respecto de las demás personas. Es así, ilícita, toda forma de ejercicio del poder
público que viole los derechos reconocidos por la Convención. (...). De conformidad con la
separación de los poderes públicos que existe en el Estado de derecho, si bien la función
jurisdiccional compete eminentemente al Poder Judicial, otros órganos o autoridades públicas
pueden ejercer funciones del mismo tipo. Es decir que cuando la Convención se refiere al derecho
de toda persona a ser oída por un juez o tribunal competente para la determinación de sus
derechos, esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o
judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas. Por la
razón mencionada, esta Corte considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de
carácter materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas las
garantías del debido proceso legal en los términos del artículo 8 de la Convención Americana”.
22. Para la resolución del caso es oportuno recordar que la Corte Interamericana de
Derechos Humanos ha tenido oportunidad de condenar y sancionar a Estados que han ratificado la
Convención Americana de Derechos Humanos por permitir que sus máximos órganos
jurisdiccionales electorales se encuentren exentos de un control jurisdiccional frente a aquellas
decisiones que contravengan los derechos fundamentales de las personas. En efecto, en el Caso
Yatama vs. Nicaragua, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que
“Si bien la Constitución de Nicaragua ha establecido que las resoluciones del Consejo
Supremo Electoral en materia electoral no son susceptibles de recursos ordinarios o
extraordinarios, esto no significa que dicho Consejo no deba estar sometido a controles judiciales,
como lo están los otros poderes del Estado. Las exigencias derivadas del principio de
independencia de los poderes del Estado no son incompatibles con la necesidad de consagrar
recursos o mecanismos para proteger los derechos humanos. Independientemente de la
regulación que cada Estado haga respecto del órgano supremo electoral, éste debe estar sujeto a
algún control jurisdiccional que permita determinar si sus actos han sido adoptados al amparo de
los derechos y garantías mínimas previstos en la Convención Americana, así como los establecidos
en su propia legislación, lo cual no es incompatible con el respeto a las funciones que son propias
de dicho órgano en materia electoral. Este control es indispensable cuando los órganos supremos
electorales, como el Consejo Supremo Electoral en Nicaragua, tienen amplias atribuciones, que
exceden las facultades administrativas, y que podrían ser utilizados, sin un adecuado control, para
favorecer determinados fines partidistas. En este ámbito, dicho recurso debe ser sencillo y rápido,
tomando en cuenta las particularidades del procedimiento electoral. Por todo lo expuesto, la Corte
concluye que el Estado violó el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25.1 de la
Convención Americana (...)5”.
b) En atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo proceso electoral y a las
especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto (JNE, ONPE,
RENIEC -artículos 178, 182 y 183 de la Constitución-), en ningún caso la interposición de una
demanda de amparo contra el Jurado Nacional de Elecciones suspende el calendario electoral, el
cual sigue su curso inexorable. Toda afectación de los derechos fundamentales en la que incurra el
Jurado Nacional de Elecciones, devendrá en irreparable cada vez que precluya cada una de las
etapas del proceso electoral o que la voluntad popular, a la que hace alusión el artículo 176 de la
Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En dichos supuestos el proceso de amparo sólo
tendrá por objeto determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de conformidad con el
artículo 1 del Código Procesal Constitucional.
c) Este Colegiado considera, sin embargo, que es preciso incrementar las garantías que
aseguren la celeridad y seguridad jurídica que deben caracterizar a todo proceso electoral, sin que
con ello se afecte el plausible control constitucional de una resolución del Jurado Nacional de
Elecciones en materia electoral que contravenga derechos fundamentales. Debe recordarse que
con el mismo énfasis con el que la Corte Interamericana ha señalado que todo órgano supremo
electoral, “debe estar sujeto a algún control jurisdiccional que permita determinar si sus actos han
sido adoptados al amparo de los derechos y garantías mínimas previstos en la Convención
Americana, así como los establecidos en su propia legislación7”, ha establecido que “dicho recurso
debe ser sencillo y rápido, tomando en cuenta las particularidades del procedimiento electoral8”.
d) Resulta evidente que esta previsión de la Corte Interamericana, no sólo apunta a que no
corra riesgo el cronograma electoral, sino también a evitar en lo posible que las eventuales
afectaciones a los derechos fundamentales en las que incurran los órganos encargados de
administrar justicia electoral no se tornen irreparables.
24. En tal sentido, el Tribunal Constitucional declara que, de conformidad con el artículo
178.5 de la Constitución, el Jurado Nacional de Elecciones constituye la única entidad competente
para, concluido el proceso electoral, proclamar a los candidatos elegidos y expedir las credenciales
correspondientes, sin perjuicio de las demás atribuciones que la Constitución le reconoce.
27. Por consiguiente, este Colegiado estima oportuno señalar que desde el año 1995 han
llegado a este Tribunal diversas demandas de amparo contra resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones [Cfr. STC’s Nºs 0033-1995-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 19/06/1997); 0971-
1998-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 25/06/1999); 1420-2002-AA/TC (irreparabilidad;
resolución del 29/01/2003); 1804-2002-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 29/01/2003); 2119-
2002-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 27/01/2003); 2346-2002-AA/TC (irreparabilidad;
resolución del 29/01/2003); 2366-2003-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 6/04/2004); 0252-
2004-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 28/06/2004); 0571-2004-AA/TC (irreparabilidad;
resolución del 15/07/2004); 2668-2004-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 1/10/2004); 3981-
2004-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 27/01/2005); 4543-2004-AA/TC (irreparabilidad;
resolución del 22/03/2004); 1365-2005-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 9/04/2007); 4773-
2005-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 22/03/2007); 5396-2005-AA/TC (irreparabilidad;
resolución del 6/09/2005); 5854-2005-AA/TC (infundada la demanda; resolución del 8/11/2005);
7632-2005-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 9/03/2007); 2730-2006-AA/TC (fundada la
demanda; resolución del 21/07/2006); 2746-2006-AA/TC (irreparabilidad; resolución del
27/02/2007); 3285-2006-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 19/01/2007); 3317-2006-AA/TC
(irreparabilidad; resolución del 12/04/2007); 6649-2006-AA/TC (irreparabilidad; resolución del
12/04/2007); 6901-2006-AA/TC (irreparabilidad; resolución del 27/02/2007)]. Sin embargo,
durante ese lapso -once años-, ninguna de dichas causas supuso la suspensión del cronograma
electoral ni produjeron efectos perniciosos; más aún, salvo en dos casos, todas las demás fueron
declaradas improcedentes.
28. De ahí que este Tribunal rechace el argumento del apoderado del Congreso de la
República, en el sentido de que el objeto de la ley cuestionada es impedir el retraso del proceso
electoral debido a las diversas etapas con las que éste cuenta, y que se afectaría la materia
electoral. Ello no es así, no se afecta la materia electoral, ni existe peligro de retraso del proceso
electoral. Por el contrario, todas las causas anteriormente mencionadas así lo acreditan; si debido
al paso del tiempo, la alegada afectación se torna irreparable -aunque no siempre es así- y
atendiendo al agravio producido, la demanda podrá ser declarada fundada, no con el objeto de
reponer las cosas al estado anterior, sino a efectos de determinar las responsabilidades penales
que correspondan, según lo manda el segundo párrafo del artículo 1 del Código Procesal
Constitucional que dispone,
“Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria del
agresor, o si ella deviene en irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido, declarará
fundada la demanda precisando los alcances de su decisión, disponiendo que el emplazado no
vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y que
si procediere de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas previstas en el artículo 22
del presente Código, sin perjuicio de la responsabilidad penal que corresponda”.
29. La experiencia demuestra, además, que ante las violaciones de los derechos
fundamentales por parte del Jurado Nacional de Elecciones el Estado peruano se ha visto obligado
a allanarse, como ocurrió en el Caso Susana Higuchi Miyagawa, en el que la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos sostuvo que
“En el presente caso, las disposiciones del ordenamiento jurídico peruano (artículos 181
constitucional y 13 de la Ley Orgánica Electoral) tal y como han sido interpretadas por el JNE en su
decisión del 18 de enero de 1995 (Oficio Nº 188-95-SG/JNE), implican que cualquier decisión
adoptada por el JNE y que pueda afectar los derechos políticos consagrados en la Convención, no
son revisables y por tanto, no protegibles en el Derecho Interno9”.
“Adoptar las medidas tendientes a modificar las disposiciones de los artículos 181 de la
Constitución de 1993, y 13 de la Ley Orgánica Electoral, posibilitando un recurso efectivo y sencillo,
en los términos del artículo 25 (1) de la Convención, contra las decisiones del JNE que vulneren la
garantía a la participación política por parte de los ciudadanos”10.
30. Así, la incompatibilidad de los artículos 142 y 181 de la Constitución con una
interpretación sistemática de la misma (principios de unidad, de corrección funcional y eficacia
integradora12) y con la Convención Americana sobre Derechos Humanos condujo a implementar la
referida recomendación (Caso Susana Higuchi). Y es precisamente a partir de dicha recomendación
que el Estado peruano adecuó su legislación a los estándares normativos internacionales mediante
el artículo 5.8 del Código Procesal Constitucional en su versión originaria, esto es, antes de su
modificatoria por la Ley Nº 28642, permitiendo un control excepcional de las resoluciones del
Jurado Nacional de Elecciones vía los procesos constitucionales.
31. Así también deben descartarse los argumentos del apoderado del Congreso de la
República, en el sentido de que el proceso de amparo no constituye un recurso efectivo ni rápido
pues no logra reponer las cosas al estado anterior. Conviene recordar que el proyecto del Código
Procesal Constitucional fue ampliamente debatido en el seno del Congreso de la República,
aprobándose la versión original del artículo 5.8 de dicho cuerpo legal que habilitaba un control
excepcional de las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones a través del proceso de amparo.
Desde la fecha de su entrada en vigencia -1 de diciembre de 2004-hasta la dación de la
cuestionada Ley Nº 28642 -7 de diciembre de 2005-no han sido pocas las causas resueltas por este
Tribunal (Cfr. Fundamento Nº 27, supra), ninguna de las cuales supuso el retraso del cronograma
electoral. De manera que, en concordancia con lo expuesto en el Fundamento Nº 28, supra, el
legislador estableció, precisamente, al artículo 1 del Código Procesal Constitucional como el
dispositivo que habilita y convierte al proceso de amparo en eficaz. Por lo demás, el argumento de
que el proceso de amparo sólo servirá para determinar responsabilidades, lo cual es difícil de
concretarse debido a que en dicho proceso la actividad probatoria es mínima, carece de todo
sustento, toda vez que en tales supuestos, ello no le corresponderá al Tribunal Constitucional, sino
al Ministerio Público, quien de ser el caso, y luego de efectuadas las investigaciones
correspondientes, determinará lo que estime pertinente.
32. En el mismo sentido, también parece oportuno reseñar el Caso Olmedo Bustos y otros
vs Chile -también denominado Caso “La Última Tentación de Cristo”-, respecto de la censura previa
establecida en la propia Constitución chilena, en el que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos declara en los puntos 1 y 4 de la parte resolutiva de la Sentencia del 5 de febrero de
2001 que:
33. De igual manera, cabe hacer mención al Caso Janet Espinoza Feria y otras ciudadanas
peruanas, quienes han presentado una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos alegando la violación de sus derechos políticos consagrados en el artículo 23 de la
Convención Americana de Derechos Humanos por parte del Jurado Nacional de Elecciones, cuya
admisibilidad ha sido declarada, lo cual supone, de momento, una potencial condena internacional
al Estado peruano debido a una eventual afectación de los derechos invocados13.
34. En dicho caso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos observó
“(...) de acuerdo a disposición constitucional, artículo 181, las resoluciones que emita el
Jurado Nacional de Elecciones en esta materia son dictadas en instancia final, definitiva e
irreversible, lo que significa que no tiene la posibilidad de ser conocidas y controladas en aspectos
formales o de fondo por vía jurisdiccional en procesos ordinario, verbi gratia ante el contencioso
administrativo o por vía de amparo, tratándose esta última de una acción extraordinaria, con lo
cual los peticionarios no tendrían otra oportunidad ante los órganos regulares del Estado para
demandar la protección a estos derechos que alegan como violados”14.
“(...) los recursos ofrecidos por la legislación interna en el área electoral para que los
peticionarios y las presuntas víctimas hubieran acudido en solicitud de reposición de sus derechos
fueron agotados por ellos a satisfacción y que por tratarse además de un procedimiento restrictivo,
sin ninguna posibilidad de control judicial o constitucional, están agotadas las posibilidades para
que el Estado peruano a través de su jurisdicción logre la realización de los presuntos derechos que
se discuten como violados por sus agentes”15.
37. Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional no comparte la tesis del partícipe,
en el sentido de que sus resoluciones agotan la jurisdicción interna, toda vez que pretende
convertir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en una segunda instancia, debiendo
tener presente, además, que el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos
constituye un mecanismo supletorio o residual que sólo debe operar cuando no existan remedios
internos, que en el caso del Perú lo constituye el proceso de amparo, siendo obligación del Estado
peruano adecuar su derecho interno a los principios derivados de la Convención Americana de
Derechos Humanos, según lo dispone su artículo 2.
39. En efecto, para este Colegiado queda claro que la cuestionada disposición se opone a
una interpretación de los derechos y libertades reconocidos por la Constitución de conformidad
con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los tratados sobre derechos humanos
ratificados por el Estado peruano y las decisiones adoptadas por los tribunales internacionales
sobre derechos humanos, constituidos según tratados de los que el Perú es parte, tal como lo
exigen la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución y el Artículo V del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.
40. Así, resulta incompatible con el artículo 8 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos; el artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; el artículo XVIII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; y los artículo 8.1 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, a los que se ha hecho referencia en el
Fundamento Nº 18, supra. Y, por extensión, también resulta incompatible con las decisiones
adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos humanos, según lo expuesto en el
Fundamento Nº 22, supra.
41. Por consiguiente, el Tribunal Constitucional estima que, tal como lo ha establecido la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, no cabe, en ninguna circunstancia (ni aun durante los
estados de excepción), desconocer el derecho de toda persona a recurrir a los procesos
constitucionales de amparo y hábeas corpus frente a toda vulneración de los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución del Estado, como manifestación concreta, a nivel
interno, del derecho humano de toda persona “a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen
sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”,
en los términos del artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, tanto más,
cuando las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos vinculadas con la
violación del artículo 25 de la Convención -en particular, la expedida en el Caso Yatama vs.
Nicaragua- y sus opiniones consultivas sobre la misma materia, resultan vinculantes para el Estado
peruano, y que al formar parte del ordenamiento jurídico nacional, según el artículo 55 de la
Constitución Política del Perú, desconocer dichas resoluciones internacionales podría significar una
infracción constitucional o, peor aún, un delito de función, conforme al artículo 99 de la Norma
Fundamental. Así también se han manifestado, tanto el procurador del Congreso de la República,
como el abogado del Jurado Nacional de Elecciones, en el sentido de que el proceso de amparo
constituye un recurso efectivo frente a una eventual violación de los derechos fundamentales por
parte del Jurado Nacional de Elecciones en los términos del artículo 25 de la Convención
Americana18.
§. Los Informes de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos del
Ministerio de Justicia
42. Conforme al artículo 4 de la Ley Orgánica del Sector Justicia, corresponde al Ministerio
de Justicia
44. En el presente informe también se hace un extenso análisis respecto del artículo 25 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos en virtud de los nuevos criterios establecidos
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos con posterioridad al Informe Nº 145-2005-
JUS/CNDH-SE/CESAPI, pronunciándose en nuevos casos seguidos contra el Perú (procesos Acevedo
Jaramillo y otros19, y Trabajadores cesados del Congreso de la República20).
45. En tales casos, sostiene el informe, el indicado tribunal supranacional concluyó que el
Estado peruano también vulneró la obligación prevista en los artículos 8.1 y 25 de la Convención
Americana, al denegar un recurso efectivo o, estando disponible formalmente, no fue eficaz para
reconocer otros derechos reconocidos por el citado tratado. Y, concluye que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos “(...) ha reafirmado que el proceso de amparo es idóneo
para proteger los derechos humanos previstos en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos”.
“Además de la existencia del recurso, el Estado debe hacer que sea efectivo, para que
entonces pueda garantizarse la vigencia de la protección judicial contemplada en el artículo 25 de
la Convención Americana”.
“Los artículos 142 y 181 de la Constitución Política del Estado deben permitir su revisión
mediante el proceso de amparo cuando en su aplicación se adopten decisiones contrarias a los
derechos humanos”.
“Se precisa que los artículos 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
reconocen, respectivamente, el derecho a las garantías judiciales y a un debido proceso, así como a
que exista un mecanismo procesal de protección y, a que éste sea efectivo. Es decir, estos artículos
no prejuzgan sobre el fondo del asunto que se somete a la jurisdicción interna”.
En dicho Informe, luego de efectuarse un extenso análisis respecto a los alcances del
artículo 25.1 de la Convención, que reconoce el derecho de toda persona “a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio
de sus funciones oficiales”, y a la interpretación de mismo realizada a través de sus sentencias y
opiniones consultivas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos se concluye en que
50. De otra parte, si bien es cierto que aún no existe una sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado peruano por el eventual impedimento de la
procedencia de una demanda de amparo contra una resolución del JNE en materia electoral que
afecte derechos fundamentales, sus sentencias vinculadas con la violación del artículo 25 de la
Convención (en particular la expedida en el Caso Yatama vs. Nicaragua) y sus opiniones consultivas
sobre el particular, son muestras evidentes de que dichas condenas serán inminentes si el Estado
peruano obra en dicho sentido.
52. Así, en los acápites 20 y 21 se sostiene que “Nuestra Carta Magna prohíbe la
posibilidad del amparo en materia electoral debido a que esto genera inestabilidad e
incertidumbre jurídica. De lo contrario, todos los derrotados en las elecciones interpondrían
articulaciones, ya que se considerarían victoriosos defraudados. Pero hay que respetar a ultranza el
fallo del Tribunal Constitucional porque lo contrario sería una behetría generadora de conflictos
sociales (...)”.
54. Finalmente, y como conclusión única, estima que “(...) a fin de garantizar el principio de
jurisdiccionalidad y de independencia judicial y de autarquía del TC y de respeto de la cosa juzgada,
la Comisión de Constitución debe abstenerse de pronunciarse respecto de los alcances y efectos de
la sentencia del Tribunal Constitucional (...)”.
§. Consideraciones Finales
55. Finalmente, aunque no por ello menos importante, el Tribunal Constitucional no puede
dejar de hacer mención al Oficio Nº 549-2007-SG/JNE, del 27 de febrero de 2007, remitido por el
Jurado Nacional de Elecciones al Congreso de la República, mediante el que pone en su
conocimiento que “(...) teniendo en consideración que diferentes magistrados constitucionales han
expresado y adelantado su posición sobre esta norma [la Ley Nº 28642, modificatoria del artículo
5.8 del Código Procesal Constitucional] resulta preocupante que ese mismo tribunal pueda
conocer dicho proceso de inconstitucionalidad (...) porque es evidente que tal proceso no será
equitativo ni imparcial y además su resultado estaría pre-anunciado, violentándose el derecho de
defensa y la efectiva igualdad de las partes en un proceso (...)”.
a) Está probado que a pesar de que los artículos 142 y 181 de la Constitución prescriben
que las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones no son revisables en sede judicial, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos admitió la denuncia presentada por la ciudadana
peruana Susana Higuchi Miyagawa.
c) Está probado que en el mencionado caso, el Estado peruano se vio obligado a allanarse
y, precisamente a partir de dicha recomendación, cumplió con adecuar su legislación a los
estándares normativos internacionales mediante el artículo 5.8 del Código Procesal Constitucional
en su versión originaria, permitiendo un control excepcional de las resoluciones del Jurado
Nacional de Elecciones vía los procesos constitucionales.
d) Está probado que durante la audiencia pública correspondiente a la presente causa,
realizada en la ciudad de Arequipa el 6 de junio de 2007, el propio abogado del Jurado Nacional de
Elecciones reconoció que las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son
vinculantes para todos los poderes públicos.
h) Está probado que en el supuesto de que una demanda sea desestimada por irreparable,
y de comprobarse la violación de los derechos fundamentales, el objeto de la demanda será
determinar las responsabilidades que correspondan, según lo manda el segundo párrafo del
artículo 1 del Código Procesal Constitucional.
i) Está probado que existen pronunciamientos del Poder Ejecutivo, a través del Ministerio
de Justicia, en el sentido de que el proceso de amparo es uno de aquellos recursos contemplados
en el artículo 25 de la Convención Americana para satisfacer esa obligación internacional; y que los
artículos 142 y 181 de la Constitución deben permitir su revisión mediante el proceso de amparo
cuando en su aplicación se adopten decisiones contrarias a los derechos humanos.
FALLO
HA RESUELTO
b) En atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo proceso electoral y a las
especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto (JNE, ONPE,
RENIEC -artículos 178, 182 y 183 de la Constitución-), en ningún caso la interposición de una
demanda de amparo contra el Jurado Nacional de Elecciones suspende el calendario electoral, el
cual sigue su curso inexorable. Toda afectación de los derechos fundamentales en la que incurra el
Jurado Nacional de Elecciones, devendrá en irreparable cada vez que precluya cada una de las
etapas del proceso electoral o que la voluntad popular, a la que hace alusión el artículo 176 de la
Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En dichos supuestos el proceso de amparo sólo
tendrá por objeto determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de conformidad con el
artículo 1 del Código Procesal Constitucional.
c) Este Colegiado considera, sin embargo, que es preciso incrementar las garantías que
aseguren la celeridad y seguridad jurídica que deben caracterizar a todo proceso electoral, sin que
con ello se afecte el plausible control constitucional de una resolución del Jurado Nacional de
Elecciones en materia electoral que contravenga derechos fundamentales. Debe recordarse que
con el mismo énfasis con el que la Corte Interamericana ha señalado que todo órgano supremo
electoral, “debe estar sujeto a algún control jurisdiccional que permita determinar si sus actos han
sido adoptados al amparo de los derechos y garantías mínimas previstos en la Convención
Americana, así como los establecidos en su propia legislación”, ha establecido que “dicho recurso
debe ser sencillo y rápido, tomando en cuenta las particularidades del procedimiento electoral.
d) Resulta evidente que esta previsión de la Corte Interamericana, no sólo apunta a que no
corra riesgo el cronograma electoral, sino también a evitar en lo posible que las eventuales
afectaciones a los derechos fundamentales en las que incurran los órganos encargados de
administrar justicia electoral no se tornen irreparables.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
MESÍA RAMÍREZ
EXP. Nº 0007-2007-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DEL CALLAO
2. En tal sentido, cuando los artículos 142 y 181 de la Constitución disponen que las
resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) no son revisables en sede judicial, estas se
refieren a las materias electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas populares, respecto
de las cuales el Tribunal Constitucional (TC) nunca ha intervenido. Por lo tanto, es falsa la
afirmación que pretende hacer creer a la opinión pública que el TC invade las referidas
competencias del JNE en materias electorales.
5. Del mismo modo, la jurisprudencia del TC emitida en los últimos 11 años demuestra que
este Colegiado jamás ha intervenido en temas electorales, como los reseñados en el fundamento 1
de este fundamento de voto. Más aún, salvo en dos casos -que no se referían a un determinado
proceso electoral- todas las demandas fueron declaradas improcedentes por irreparables
conforme al artículo 1 del Código Procesal Constitucional. En dicho supuesto, se determinará,
según el caso, únicamente las responsabilidades penales. Tal es la razón que motiva el desmedido
enfrentamiento del JNE en contra del TC.
SS.
GONZALES OJEDA
2. El Jurado Nacional de Elecciones silencia que el 15, a las 10.00 a.m., y el 29 de mayo de
2007, a las 10.15 a.m., recibí en mi Despacho del TC al Dr. Aníbal Quiroga León, abogado consultor
del Jurado Nacional de Elecciones; quien elaboró, a pedido de ese órgano que integra el “Sistema
Electoral”, un informe relativo al pedido de más de cinco mil ciudadanos para la comprobación de
sus firmas por el JNE; y
3. El Jurado Nacional de Elecciones omite decir que el 29 de mayo de 2007, a las 12.30
p.m., ingresó al Tribunal Constitucional el Dr. Carlos Vela Marquillo, miembro del Jurado Nacional
de Elecciones.
Las dos primeras visitas aparecen en la página web del Tribunal Constitucional y la tercera,
por la puerta principal, nos consta a todos los Magistrados y a muchos funcionarios.
Los ciudadanos tienen derecho de ingresar a las oficinas públicas, cumpliendo las
formalidades pertinentes, entre ellas el horario de atención y el registro de su identidad.
No tiene efecto retroactivo la sentencia del Tribunal que declara inconstitucional, en todo
o en parte, una norma legal.
Por otra parte, los deplorables sucesos ocurridos en la ciudad de Chiclayo, con la
destrucción del edificio de la Municipalidad, son consecuencia de la renuencia del Jurado Nacional
de Elecciones a cumplir lo dispuesto por el supremo intérprete de la Constitución, en concordancia
con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a cuyas resoluciones alude
la sentencia que hoy expide el Tribunal Constitucional.
El Jurado Nacional de Elecciones, que no es parte, sino partícipe en este proceso, ha usado
recursos maliciosos. En efecto:
1. Por escrito de 30 de mayo de 2007 el JNE solicitó la abstención de tres de los siete
Magistrados del TC por haber, supuestamente, “adelantado opinión” el 17 de octubre de 2005,
cuando fueron invitados por la Comisión de Constitución del Congreso de la República, para
debatir los proyectos de ley relacionados con la modificación del Código Procesal Constitucional.
Por lo tanto, no es verdad que se haya producido el adelanto de opinión sobre la Ley Nº 28642,
aprobada el 1 de diciembre de 2005 y vigente desde el 8 de ese mes.
2. Por escrito de 31 de mayo de 2007 el JNE solicitó la abstención de dos otros Magistrados
del Tribunal, con el mismo argumento de “adelanto de opinión”, también el 17 de octubre de 2005,
cuando no existía la Ley Nº 28642.
El marco legal, a partir del 1 de diciembre de 2004, es la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional (28301) y el Código Procesal Constitucional (28237), que reemplazaron,
respectivamente, a la Ley Nº 26435 y sus modificatorias y a las Leyes Nºs. 23506, 23398, 24968 y
demás complementarias.
Entre los sujetos legitimados para interponer acción de inconstitucionalidad (Const. Art.
203-7) están los colegios profesionales, en materias de su especialidad.
Los colegios profesionales son instituciones autónomas con personería de derecho público,
siendo la ley la que señala los casos en que la colegiación es obligatoria (Const. Art. 20).
No sería razonable sostener que los Colegios de Abogados, cuyos miembros son
operadores del Derecho, están habilitados para cuestionar la inconstitucionalidad de todas las
leyes; pero tampoco tendría lógica la tesis contraria, que reduciría la facultad de dichos Colegios
sólo a las leyes u otras normas con rango de tales que directa y exclusivamente les afectaran. En
general los colegios profesionales están constitucionalmente habilitados para cuestionar las leyes
que, de alguna manera, contengan materias de su especialidad; y, específicamente, en cuanto a los
Colegios de Abogados, las materias que se relacionen con la vigencia del Estado social y
democrático de derecho y de defensa de los derechos fundamentales de la persona, que tienen
amparo no sólo en la Constitución sino en convenios internacionales.
6) 04-1997-AI Colegio de Abogados de Lima Ley Nº 26741 deroga D.L. Nºs. 836
Infundada
14) 08-2002-AI Colegio de Abogados del Cusco Art. 4 de la Ley Nº 27617 Derecho
Pensión de Orfandad Fundada en parte
17) 14-2002-AI Colegio de Abogados del Cusco Ley Nº 27600 que suprime firma y
establece
proceso de reforma constitucional Infundada
19) 16-2002-AI Colegio de Notarios de Junín 2do. Acápite del Art. 7mo de la Ley N
27755 Infundada
21) 03-2003-AI Colegio de Notarios de Arequipa Segundo Párrafo del Art. 7 de la Ley
Nº 27755 Infundada
35) 24-2004-AI Colegio de Abogados del Santa Artículos 3 al 16 del Decreto Leg. Nº 939
Inadmisible
42) 50-2004-AI Colegio de Abogados del Cusco Ley Nº 28389, Ley Modificación de
los Artículos 11,103 de la Constitución Infundada
43) 51-2004-AI Colegio de Abogados del Callao 2 y 5 Párrafo del Texto Modif. De
la 1era Disp. Final y Trans. De la CP Infundada
46) 09-2005-AI Colegio de Abogados del Cusco Contra la Ley Nº 28449 Infundada
48) 25-2005-AI Colegio de Abogados de Arequipa Art. 22, Inc C) de la Ley Nº 26397
Orgánica del CNM Fundada
49) 26-2005-AI Colegio de Abogados del Cono Art. 22, Inc C) de la Ley Nº 26397 Orgánica
Fundada
Norte de Lima del CNM
54) 12-2006-AI Colegio de Abogados de Lima Decreto Legislativo 961 Código de Justicia
Fundada en parte
Militar Policial
58) 17-2006-AI Colegio de Arquitectos del Perú Las Ordenanzas Nº 105-MDLM y Nº 122-
MDLM Admitida
Municipalidad de La Molina
Es pertinente precisar que, en ejercicio de sus atribuciones, los Magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen, Gonzáles Ojeda, García Toma (desde el 10 de junio de 2002), Vergara Gotelli,
Landa Arroyo (desde el 28 de diciembre de 2004) y Mesía Ramírez (desde el 24 de julio de 2006)
suscribieron las resoluciones que admitieron las demandas y/o las sentencias respectivas.
La resolución que admite, en parte, la demanda del Colegio de Abogados del Callao, se
inscribe dentro de la jurisprudencia del TC y se sujeta a lo dispuesto por el artículo 106 del Código
Procesal Constitucional, conforme al cual
“al igual como lo hiciera respecto de las resoluciones emitidas por el Consejo Nacional de
la Magistratura (Exp. Nº 2409-2002-AA/TC) la posibilidad de un control sobre ellas, no cabe invocar
la existencia de campos de invulnerabilidad absoluta al control constitucional, so pretexto de que
la Constitución confiere una suerte de protección especial a determinadas resoluciones emitidas
por parte de determinados organismos…”.
Más explícita fue aún la sentencia del Tribunal Constitucional de 8 de noviembre de 2005
(Exp. Nº 05854-2005-AA), pues declaró que
“De acuerdo con los artículos 201 de la Constitución y 1 de la LOTC, este Tribunal, en su
calidad de supremo intérprete de la Constitución, según ha quedado dicho en el Fundamento 35,
supra, establece que toda interpretación de los artículos 142 y 181 de la Constitución que realice
un poder público en el sentido de considerar que una resolución del JNE que afecta derechos
fundamentales, se encuentra exenta de control constitucional a través del proceso constitucional
de amparo, es una interpretación inconstitucional. Consecuentemente, cada vez que el JNE emita
una resolución que vulnere los derechos fundamentales, la demanda de amparo planteada en su
contra resultará plenamente procedente.
“En aplicación del artículo VII del Título Preliminar del CPConst., este criterio normativo
constituye precedente vinculante para todos los Poderes Públicos.
“En observancia del artículo 107 de la Constitución, y tal como ha quedado dicho en el
Fundamento 39 c), supra, este Tribunal propone al Congreso de República introducir en el CPConst,
en el más breve plazo posible, las modificaciones conducentes a:
* Que las demandas de amparo contra una resolución del JNE en materia electoral se
presenten ante la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema; y cuyas resoluciones
denegatorias, emitidas en un plazo sumarísimo, puedan ser conocidas por el Tribunal
Constitucional, mediante la interposición de un recurso de agravio constitucional a ser resuelto
también en tiempo perentorio.”
Enfatizo que la sentencia de 8 de noviembre de 2005 está suscrita por los seis Magistrados
del Tribunal Constitucional en ejercicio: Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzáles Ojeda,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo.
Es pertinente, por lo tanto, manifestar que el artículo VI, párrafos segundo y tercero, del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional dispone literalmente que
Los Jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido
confirmada en un proceso de inconstitucionalidad o en un proceso de acción popular.
Los jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y los reglamentos
según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que
resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional.
“En aplicación del artículo VII del Título Preliminar del CPConst., este criterio normativo
constituye precedente vinculante para todos los Poderes Públicos.”
Ningún Magistrado -del Poder Judicial ni del Tribunal Constitucional- puede, pues,
apartarse del criterio normativo que contiene la sentencia del 8 de noviembre de 2005, sin incurrir
en responsabilidad.
La Ley Nº 28642 y la interpretación constitucional
El texto propuesto por la comisión dictaminadora, en mayoría, fue aprobado por 62 votos.
No hubo segunda votación, como lo requiere toda ley orgánica, por dispensa acordada por la junta
de portavoces.
“Se cuestionan las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en materias electorales y
aquellos que conoce el Jurado Nacional de Elecciones en instancia definitiva.
La materia electoral comprende los temas previstos en las leyes electorales y aquellos que
conoce el Jurado Nacional de Elecciones en instancia definitiva.”
En tanto Magistrados del Tribunal Constitucional tienen el deber de ejercer plenamente las
atribuciones que les señala la Constitución, pues el artículo 5 de la LOTC (28301), párrafo tercero,
dispone que
No es, pues, lícito el uso de recursos destinados a enervar el funcionamiento del Tribunal
Constitucional o a mellar su autonomía.
El sistema político de acuerdo al cual debía organizarse la naciente república fue definido
en las Bases de la Constitución Peruana, de 17 de diciembre de 1822, al declarar que
Los colegios electorales elegían a los Diputados (artículo 39) y a los Senadores (artículo 50).
El Congreso elegía, a su vez, el Presidente y el Vicepresidente de la República (artículo 60-24).
La Constitución de 1826 (Título IV) mantuvo el Poder Electoral para los efectos de elegir a
los miembros de las tres Cámaras: Tribunos, Senadores y Censores (artículos 26-2, 27 y 30-6)). El
Presidente y el Vicepresidente de la República eran elegidos por las Cámaras (artículos 30- 1 y 40-
5).
La Constitución de 1839 (artículo 25) declaró que los Diputados serían elegidos por los
colegios electorales. El artículo 36 sólo indicaba que la elección de los Senadores se haría por
departamentos conforme al número que les designe la ley de elecciones. Pero el artículo 46
dispuso que cada Cámara calificaba las elecciones de sus respectivos miembros, resolviendo las
dudas que ocurrieran sobre ellas. Fue atribución del Congreso (artículo 55-16) proclamar la
elección del Presidente de la República hecha por los colegios electorales.
Las Constituciones posteriores (1920, 1933, 1979 y 1993) establecieron normas distintas.
Podemos afirmar, por lo tanto, que en una primera etapa (1823-1896) correspondió a cada
Cámara calificar las elecciones de sus respectivos miembros, resolviendo las dudas que ocurrieran
sobre ellas; y competía al Congreso proclamar al Presidente de la República y, en su defecto,
elegirlo.
Dentro del marco constitucional vigente entonces, se dictó la ley de 13 de abril de 1861,
que reguló el procedimiento conforme al cual las Cámaras Legislativas resolvían sobre la validez o
nulidad de las elecciones y la calificación y proclamación de sus respectivos miembros.
El Registro Cívico, que tal ley creó, debía contener, por orden alfabético y numeración
seguida, los nombres de todos los ciudadanos que estuviesen en ejercicio del derecho de sufragio.
En el Registro Electoral Nacional, vigente hasta 1962, sólo estaban inscritos los ciudadanos
peruanos aludidos en el Artículo 84 de la Constitución, o sea los mayores de 21 años de edad y los
emancipados y que, además, conforme al Artículo 86 supieran leer y escribir.
El sufragio en las elecciones políticas, se ejercerá conforme a la Ley Electoral sobre las
bases siguientes:
3.- Jurisdicción del Poder Judicial, en la forma que determine la ley, para garantizar los
procedimientos electorales, correspondiendo a la Corte Suprema conocer de los procesos e
imponer las responsabilidades a que hubiere lugar en los casos en que igualmente la ley
establezca.
Nuestra teoría constitucional y legal acredita, pues, que los Poderes Legislativo y Ejecutivo
fueron elegidos: 1) indirectamente, por colegios electorales, hasta 1850; y 2) directamente, por
voto de los ciudadanos registrados, a partir de ese año. Pero nuestra realidad histórica enseña que,
salvo breves interregnos, el Perú fue gobernado por regímenes emanados: 1) de golpes militares; y
2) de fraudes electorales.
Se inicia la cuarta etapa (1931-2007) con el Decreto Ley Nº 7177, de 26 de mayo de 1931,
que creó el Jurado Nacional de Elecciones, y con la Constitución de 1933 (que, además, le confirió
la categoría de Poder) a efecto de organizar y calificar las elecciones del Presidente y
Vicepresidentes de la República y de los miembros del Congreso. Empero, en este dilatado lapso,
diversas leyes fueron dictadas unas destinadas a proscribir ciudadanos y falsificar resultados y
otras, a partir del Decreto Ley Nº 14250, a permitir que ellos fueran expresión genuina de la
voluntad popular. Hay, también, elecciones municipales, con participación de varones y mujeres,
según la Ley Nº 14669, desde el 15 de diciembre de 1963, pero con interrupciones derivadas de
actos de fuerza.
La Constitución de 1979 mantuvo las funciones básicas del Jurado Nacional de Elecciones;
y la actual Carta de 1993, en interminable proceso de reforma, ha creado el impropiamente
denominado “Sistema Electoral”, integrado por el JNE, la Oficina Nacional de Procesos Electorales y
el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil.
“A palacio llega cualquiera, porque el camino de Palacio se compra con oro o se conquista
con fusiles…”
El Congreso Constituyente, elegido también ese mismo año, poco después de expulsar a 23
de sus miembros, aprobó la Constitución de 1933 en cuyo artículo 53 excluyó a importantes
sectores de la ciudadanía de participar en las elecciones políticas.
Vistos los resultados parciales, el gobierno decide anular todo el proceso electoral. Su
estrategia es la siguiente: los jurados provinciales iban a recibir quejas de los ciudadanos sobre los
candidatos “ilegales” y otras irregularidades. Los jurados departamentales, ante la “imposibilidad”
de resolver las quejas, las trasladarían al Jurado Nacional de Elecciones. Esta última institución no
tendría los dispositivos legales para resolverlas y las trasladaría al Congreso Constituyente. Este
sería el encargado de “recomendar” al Jurado Nacional de Elecciones que anulara todo el proceso
electoral, al declarar ilegales los votos que favorecían al Partido Social Demócrata. El andamiaje
entonces comenzaría con los jurados provinciales. Así se hace- Cuando Benavides se da cuenta que
el fraude no puede impedir el triunfo de Eguiguren, aún tiene la esperanza de apelar al
desprestigio de la representatividad de Eguiguren (el candidato de la izquierda) frente a una
derecha que, aunque dividida, era ampliamente mayoritaria. El golpe de Estado tenía ya una
justificación y La Prensa lo había expresado al clasificar los votos según su orientación ideológica.
En 1945, acaso por primera vez en el Perú, las elecciones fueron libres y con participación
popular; pero el golpe del 27 de octubre de 1948 derribó al Presidente y clausuró al Congreso y
reinició la interdicción del Poder Judicial.
El usurpador de 1948 fue candidato único en el proceso fraudulento de 1950, regido por el
decreto-ley Nº 11172, de 2 de noviembre de 1949, con un JNE absolutamente sumiso, cuyos
integrantes fueron designados por el propio candidato impostor. Dos miembros de ese Jurado
postularon, simultáneamente, al Congreso; y ¡naturalmente ganaron!. El JNE proclamó a Odría.
Fernando Belaúnde Terry, refiriéndose a la situación política vivida por el país, dijo en su
Mensaje a la Juventud, de 11 de marzo de 1956, que
En cuanto a la manipulación del proceso del 18 de noviembre de 1992, para elegir los
representantes ante el Congreso Constituyente Democrático, que elaboró la actual Constitución, la
sentencia del Tribunal Constitucional de 21 de enero de 2003 (Exp. Nº 0014-2002-AI/TC,
Fundamento 53), dictada en la demanda de inconstitucionalidad planteada por el Colegio de
Abogados de Cusco contra la Ley Nº 27600, expresa literalmente que
La Constitución de 1993 fue, como se ha dicho, consecuencia del golpe de Estado del 5 de
abril de 1992, además de la corrupción generada por el uso arbitrario, hegemónico, pernicioso y
corrupto del poder, y se constituyó en un agravio al sistema democrático, pues se aprobó
deformándose la voluntad de los ciudadanos.
Por la agrupación oficial Cambio 90-Nueva Mayoría votaron únicamente 3`075,422, lo que
representó el 36-56% de los votantes y el 27.34% del universo electoral. Con esa votación,
obtenida con coacción y con visos de fraude, la agrupación referida consiguió la aprobación del
Proyecto de Constitución de 1993.
Asimismo, fue ostensible la obsecuencia del Jurado Nacional de Elecciones para permitir la
manipulación de las elecciones de 1995. En efecto, estaban inscritos en el Registro Electoral del
Perú 12`280,538 ciudadanos, pero sólo concurrieron a votar 9´069,644. Según el Jurado Nacional
de Elecciones, el número de votos válidos para Presidente fue de 7`448,386, votos nulos 790,769 y
votos en blanco 830,489, que suman, por lo tanto, 9`069644. Sin embargo, el propio Jurado
Nacional de Elecciones informó que para Congresistas el número de votos válidos fue de
4`371,037, votos nulos 3`359,869 y votos en blanco 502,774, que suman, en consecuencia,
8`233,680.
Existió, pues, una diferencia de 835,964 votos emitidos, en una misma cédula de sufragio,
entre los computados para las fórmulas presidenciales y para las listas al Congreso.
Jamás explicó el Jurado Nacional de Elecciones esta gravísima irregularidad, con viso de
delito, en el cómputo del proceso electoral de 1995. Sólo hay una disyuntiva: se incrementó la
votación del candidato presidencial Alberto Fujimori Fujimori a efecto de evitar una segunda
elección, por no tener mayoría absoluta de votos válidos; o se detrajo la votación de las listas de
candidatos al Congreso a fin de dar mayoría a la agrupación oficial. El JNE proclamó a Fujimori.
En cuanto al proceso del año 2000, debo recordar que, como personero de Acción Popular
ante el Jurado Nacional de Elecciones, solicité el 28 de diciembre de 1999 la nulidad de la
postulación del señor ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, quien ejercía la Presidencia del Perú
desde el 28 de julio de 1990, elegido limpiamente, y “reelegido” en 1995, de acuerdo al recurso
cuyo texto es el siguiente:
“Que, de conformidad con los arts. 127, 133 y 135 de la Ley Orgánica de Elecciones
(26859), solicito que el Jurado Nacional de Elecciones ejercite sus atribuciones de fiscalizar la
legalidad del proceso electoral convocado para el 9 de abril del 2000, velar por el cumplimiento de
las disposiciones referidas a materia electoral y administrar justicia en materia electoral, previstas
en el art. 178, incisos 1, 3 y 4, de la Constitución Política del Perú y, en consecuencia, proceda a
declarar nula la Resolución Nº 2144-99-JNE, de 27-12- 99, y sin efecto la inscripción provisional de
don Alberto Fujimori Fujimori como candidato a la Presidencia de la República.
ANTECEDENTES
El ciudadano Alberto Fujimori Fujimori fue electo Presidente de la República en 1990; y
ejerció esa función hasta el 27 de julio de 1995, incluyendo el lapso, iniciado con el golpe del 5 de
abril de 1992, en el que, bajo el rótulo de Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional,
disolvió inconstitucionalmente el Congreso de la República, destituyó a la mayoría de Vocales de la
Corte Suprema y Cortes Superiores, disolvió el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Jurado
Nacional de Elecciones, destituyó al Fiscal de la Nación, disolvió los Gobiernos Regionales, etc.
Así se reconoció, de manera expresa, que el ingeniero Fujimori ejercía su primer período
presidencial.
LEY 26304
El Congreso Constituyente Democrático aprobó la Ley Nº 26304. En el art. 6 de dicha Ley se
dispuso: “La elección del Presidente de la República, de los Vicepresidentes y de los Congresistas el
año 1995, se hará de conformidad con el Decreto Ley Nº 14250, sus ampliatorias y modificatorias,
incluidas las normas contenidas en el Decreto Ley Nº 25684 con sus modificatorias establecidas en
el Decreto Ley Nº 25686.”
En el referido artículo 1 se sustituye o adiciona los artículos 23, 60, 71, 123, 147, 149, 152,
154, 156, 163 y 168 del Decreto Ley Nº 14250 y el artículo 15 de la Ley 23903.
En el artículo 2 se dio “fuerza de ley orgánica al Texto Unico Integrado del Decreto Ley Nº
14250, tal como ha sido remitido por el Jurado Nacional de Elecciones y cuyo texto aparece a
continuación:”
Se transcribió ad literam el Texto Unico Integrado del Decreto Ley Nº 14250; y, cuando se
trató del artículo 71 que se refiere a las personas que no pueden postular a la Presidencia y
Vicepresidencias de la República, se dispuso que el inciso 1) “No rige por mandato del artículo 112
de la Constitución Política de 1993”.
(El texto original del 71 del Decreto Ley Nº 14250 disponía literalmente:
LEY 26343
Posteriormente, el Congreso Constituyente Democrático consideró necesarias algunas
modificaciones en el Texto Unico Integrado de la Ley Orgánica de Elecciones (26337) y las aprobó
mediante la ley Nº 26343, de 26 de agosto de 1994, también con votación calificada que requiere
toda ley orgánica.
“Resolución Nº 172-94-JNE
Lima, 26 de octubre de 1994.
Vista, en sesión pública del 20 del mes en curso, la tacha formulada por don Tito Ura
Mendoza contra el candidato de la Alianza Electoral Cambio 90-Nueva Mayoría, ingeniero Alberto
Fujimori Fujimori, aduciendo que fue elegido bajo la vigencia del artículo 205 de la Constitución
Política de 1979;
CONSIDERANDO:
Que, el artículo 112 de la Constitución Política de 1993 permite la reelección del Presidente
de la República, sin establecer limitación alguna;
RESUELVE:
Artículo único.- Declarar infundada la tacha formulada por don Tito Ura Mendoza, contra el
candidato a la Presidencia de la República de la Alianza Electoral Cambio 90-Nueva Mayoría,
ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, por los fundamentos señalados en los considerandos de la
presente resolución.
Regístrese y comuníquese.-
INTERPRETACION AUTÉNTICA
La interpretación auténtica de la Constitución fue hecha, consecuentemente, por el órgano
que la aprobó: el Congreso Constituyente Democrático, mediante sendas leyes orgánicas.
Sánchez Viamonte (“El Poder Constituyente”, pag. 574) explica: “Todo lo que tiene la
Constitución tiene jerarquía constituyente; todo lo que se suprima, añada o enmiende
corresponde hacerlo al poder constituyente. Se requiere su ejercicio lo mismo para sustituir la
Constitución en su totalidad que para modificar en ella una sola palabra”.
EFECTOS CONSTITUCIONALES Y LEGALES
El Jurado Nacional de Elecciones, que resuelve el 26 de octubre de 1994 la tacha de Tito
Ura Mendoza aplica la norma constitucional en cuanto permite una reelección presidencial. Dicha
resolución produce efectos irrevocables y no puede ser contradicha, ni procede contra la misma
ningún recurso, según los arts. 142 y 181 de la Constitución.
Tampoco puede el propio JNE reconsiderar, revisar o modificar sus fallos, por expreso
mandato del art. 13 de la Ley Orgánica de Elecciones.
De todo lo expuesto resulta que es írrita la “interpretación auténtica” que pretende la Ley
Nº 26657 acerca de los alcances del art. 112 de la Constitución, pues sólo puede ser auténtica la
interpretación -cuando hay oscuridad o ambigüedad en una norma- hecha por el mismo órgano
que dio la Constitución.
Sólo mediante una reforma de la Constitución -tal como aconteció en los tiempos de la
dictadura de Leguía- puede modificarse el artículo 112 de la Constitución.
Las razones constitucionales y legales expuestas y la necesidad patriótica de que surja del
proceso electoral del año 2000 un gobierno cuya legitimidad no sea cuestionable, ni obligue al
pueblo a recurrir al derecho de insurgencia que permite el art. 46 de la Constitución, Acción
Popular solicita que el Jurado Nacional de Elecciones declare fundada la nulidad de la inscripción
provisional de don Alberto Fujimori Fujimori como candidato a la Presidencia del Perú.
PREVALENCIA CONSTITUCIONAL
El art. 51 de la actual Constitución recoge el principio jurídico de la prevalencia de la ley
sobre toda norma legal. Al JNE le corresponde apreciar los hechos con criterio de conciencia y
resolver con arreglo a los principios generales de derecho.
El art. 110 de la ley 26859 permite que cualquier ciudadano pueda formular tacha contra
cualquiera de los candidatos a Presidente y Vicepresidentes, fundada sólo en la infracción de los
Artículos 106, 107 y 108 de dicha ley.
A su vez, el art. 120 de la ley 26859 faculta a cualquier ciudadano para formular tacha
contra cualquiera de los candidatos a Congresistas, fundada sólo en la infracción de los Artículos
113, 114 y 115.
Sin embargo el Artículo 123, in fine, de la propia ley admite que “Después de las
elecciones, sólo puede tacharse a un candidato (al Congreso) si se descubriese y se probara,
documentadamente, que no tiene la nacionalidad peruana.
El Jurado Nacional de Elecciones, por lo tanto, debe resolver este recurso con arreglo a la
Constitución Política del Perú, los arts. 1, 5 (incisos a, b y c) y 23 de la ley 26486 y los principios
generales de derecho.
En forma expresa manifiesto que este recurso no es tacha ni impugnación, pues no está
considerada como tal en la ley 26859; y que, por ende, sólo requiere votación simple, pues la
calificada se aplica exclusivamente para los casos previstos en el art. 2 de la ley 26954.”
El régimen surgido del fraude tuvo breve duración. La opinión pública se manifestó en las
calles. El señor Fujimori renunció desde el extranjero. El Congreso eligió un Presidente transitorio,
el doctor Valentín Paniagua Corazao, que convocó a nuevas elecciones generales.
Los procesos políticos de los años 2001 y 2006 son intachables; y, salvo excepciones,
especialmente en el lapso 1995-2000, las elecciones municipales y regionales expresan también la
voluntad popular.
i) Dictar las resoluciones necesarias para suplir los vacíos o defectos de la legislación
electoral; y
La Ley Orgánica del Jurado Nacional de Elecciones (26486), de 21 de junio de 1995, declara
la autonomía del JNE y sus atribuciones de administrar justicia en materia electoral, de fiscalizar la
legalidad del ejercicio del sufragio, de la realización de los procesos electorales, del referéndum y
de otras consultas populares y la elaboración de los padrones electorales, así como mantener y
custodiar el registro de organizaciones políticas. Es fin supremo del JNE velar por el respeto y
cumplimiento de la voluntad popular.
El Capítulo I del Título III de la LOJNE (26486) trata “De los Órganos Permanentes”. Sin
embargo, el único órgano permanente, aparentemente, es el Pleno del Jurado Nacional de
Elecciones, integrado por cinco miembros; pues el auditor depende de la Contraloría General de la
República y el secretario general tiene funciones administrativas. Nada justifica, por ende, que
exista un órgano constitucional, con cinco miembros, que “gozarán, durante el ejercicio de sus
funciones, de los mismos honores y preeminencias de los vocales de la Corte Suprema de Justicia
de la República… ”(artículo 13 de la referida Ley Nº 26486).
La carga procesal de los vocales de la Corte Suprema y de los Fiscales Supremos es intensa,
continua y sólo interrumpida durante el período vacacional anual. Los miembros del Jurado
Nacional de Elecciones laboran realmente durante los procesos electorales. Es por esa razón que el
artículo 14 del Decreto Ley Nº 14250, de 5 de diciembre de 1962, dispuso que
Los miembros del Jurado Nacional de Elecciones, con excepción del Presidente que
continuará en el ejercicio de sus funciones, cesarán en éstas al instalarse el Congreso en Legislatura
Ordinaria.
Los miembros del Jurado Nacional de Elecciones gozarán, durante el ejercicio de sus
funciones, de los mismos honores, preeminencias y remuneraciones de los vocales de la Corte
Suprema de Justicia.
La carga procesal de los miembros del Jurado Nacional de Elecciones está circunscrita
únicamente a los procesos electorales, de referéndum o de otras consultas populares, en caso de
que las hubiere. Esa carga procesal es absolutamente mínima, como lo demuestra la relación de
procesos electorales convocados según las normas siguientes:
Entre los años 2001 y 2007, el Jurado Nacional de Elecciones sólo ha resuelto dos procesos
para elegir Presidente, Vicepresidentes y Congresistas; dos procesos para elegir gobiernos
regionales y municipales; cinco procesos para elegir Alcaldes y Regidores en algunas Provincias y
Distritos; y un proceso sobre revocatoria de algunas autoridades municipales.
Cada proceso nacional ha demandado al JNE no más de un mes de labor. Cada proceso
parcial, a lo sumo, la mitad de tiempo. En otras palabras: los vocales supremos trabajan once
meses al año y descansan un mes, mientras los miembros del JNE trabajan un mes al año y
descansan once meses.
La necesidad de racionalizar el gasto público nos hace pensar que, mediante la sustitución
del artículo 13 de la Ley Nº 26486 con el artículo 14 del Decreto Ley Nº 14250, puede resolverse el
problema derivado de la desproporción entre la labor y la remuneración de los altos dignatarios
del Estado, mientras se aprueba la reforma constitucional.
Es verdad que, adicionalmente, el Jurado Nacional de Elecciones tiene la atribución de
declarar la vacancia de los cargos de los gobiernos regionales y municipales, que la ejerce en forma
similar al Tribunal Supremo Electoral de Ecuador respecto de los Diputados de la Asamblea
Nacional, en este año 2007; pero esa es una función jurisdiccional propia del Poder Judicial.
¿No es suficiente la ONPE para desarrollar programas de educación electoral dirigidos a sus
propios funcionarios? ¿Se requieren de dos órganos constitucionales, para hacer docencia
permanente e ininterrumpida en materia electoral? ¿Se ha dictado algún curso que permita que
los altos funcionarios -sin exclusión ninguna- conozcan que la exclusividad en la impartición de
justicia le corresponde al Poder Judicial y que, por lo tanto, no puede el JNE disponer la
cancelación de la inscripción en el RENIEC de un ciudadano que no tiene sentencia (civil o penal)
que lo inhabilite para ejercer sus derechos políticos? ¿Quién es el “docente” que dispone hacer lo
contrario a lo que ordena el artículo 138 de la Constitución?
La primera lección que la ONPE debe dar al JNE es una elemental: la jerarquía de la
Constitución, prevista en el artículo 51 de la vigente Carta, según el cual
La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior
jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado.
Los miembros del Tribunal Constitucional gozan de la misma inmunidad y de las mismas
prerrogativas de los congresistas.
Así se evitará que se haga mal uso de los recursos del Estado, pagando abogados ignaros
en derecho constitucional, para hacer denuncias ante la Fiscalía de la Nación contra los
Magistrados del Tribunal Constitucional que ejercen sus atribuciones, con autonomía e
independencia, que otros órganos y sus funcionarios no pueden exhibir.
Habida cuenta que el Consejo Nacional de la Magistratura tiene, entre sus atribuciones, la
de nombrar a los magistrados del Poder Judicial, razón por la cual éstos deben estar al margen de
presiones político-partidarias, también se puede considerar, en la reforma constitucional, la
posibilidad de que sea la Sala Constitucional de la Corte Suprema la que asuma las funciones
discontínuas referidas a materia electoral. No sería un retorno al modelo de la Constitución de
1920, pues durante su vigencia el Poder Judicial estuvo manipulado por el régimen pervertido y
perverso que surgió del golpe del 4 de julio de 1919.
Sería ésta una alternativa a la propuesta por la Comisión de Estudio de las Bases de la
Reforma Constitucional del Perú, creada por el Decreto Supremo Nº 018-2001-JUS.
Las leyes orgánicas no son susceptibles de ser delegadas a la Comisión Permanente, según
el artículo 101-4 de la misma Constitución. Y todas las leyes -orgánicas y ordinarias- deben respetar
el marco constitucional.
RESOLUCIÓN Nº 306-2005-JNE
CONSIDERANDO:
Que, conforme al artículo 142 de la Constitución Política vigente: “No son revisables en
sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral (...)”;
Que, de la misma manera, el artículo 181 de la referida carta política, establece: “(...) En
materias electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas populares, sus resoluciones son
dictadas en instancia final, definitiva, y no son revisables. Contra ellas no procede recurso alguno”;
Que, los plazos en los procesos electorales son de naturaleza preclusiva y perentoria, por lo
que el plazo para la interposición del referido recurso extraordinario deberá ser similar a los plazos
sumarísimos establecidos en las leyes electorales;
Que atendiendo a que el artículo 5 inciso l) de la Ley Orgánica del Jurado Nacional de
Elecciones Nº 26486 señala como función del Jurado: “Dictar las resoluciones y la reglamentación
necesarias para su funcionamiento”, el Pleno del Jurado Nacional de Elecciones, en uso de las
facultades que le otorga el
SE RESUELVE:
El JNE proclama que sus resoluciones son irrevisables, según el artículo 181 de la
Constitución (con la lectura aislada que ese órgano hace de tal dispositivo). Empero, el propio
Jurado se autofaculta a revisar sus resoluciones. Asume funciones de Poder Constituyente.
Pero allí no para el entusiasmo legislador del Jurado Nacional de Elecciones. El mismo día
dicta la Resolución Nº 307-2005-JNE, por la cual confiere “jurisdicción nacional” al Jurado Electoral
Especial de Lima “para recibir y procesar las solicitudes de inscripción de candidatos a la
Presidencia y Vicepresidencias de la República y, además, para resolver tachas. Es presumible que
los miembros del Jurado Nacional de Elecciones, que presumen estar dotados de facultades
legislativas, hayan considerado que podían delegar esas facultades en el Jurado Electoral Especial
de Lima, tal como el Congreso las delega en el Poder Ejecutivo.
Que el artículo 110 de la citada norma electoral especial, regula la impugnación contra los
candidatos a la Presidencia y Vicepresidencias de la República, consagrando así, implícitamente, la
pluralidad de instancias; por lo que, desarrollando el articulado en mención, este Colegiado está en
el deber de establecer y precisar la instancia de primer grado, previa al Pleno, para que conozca en
Elecciones Generales de los aspectos antes referidos; competencia que debe recaer en un Jurado
Electoral Especial, por ser el órgano de carácter temporal previsto en la estructura orgánica del
Jurado Nacional de Elecciones, conforme al artículo 44 y siguientes de la Ley Orgánica de
Elecciones Nº 26859 y a los artículos 31 y siguientes de la Ley Orgánica del Jurado Nacional de
Elecciones Nº 26486;
RESUELVE:
Artículo Único.- Establecer para los procesos de Elecciones Generales la primera instancia,
a cargo del Jurado Electoral Especial de Lima, al cual se le confiere jurisdicción nacional para
efectos de recibir y procesar las solicitudes de inscripción de los candidatos a la Presidencia y
Vicepresidencias de la República, así como para resolver en la misma instancia las tachas que
contra dichas candidaturas se presenten
Regístrese, comuníquese y publíquese.
El inciso l) del artículo 5 de la Ley Nº 26486, en que pretende basarse el JNE, dice
literalmente que
Se trata, por lo tanto, de una norma que autoriza al Jurado Nacional de Elecciones a
reglamentar su funcionamiento (por ejemplo, el horario de trabajo, la hora del té, etc.).
La Ley Nº 26859 fue, a su vez, aprobada por el Congreso en cumplimiento del artículo 31
de la Constitución Política del Perú, en cuyo párrafo primero se establece que
Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum;
iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas.
Tienen también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo
con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica. (subrayado agregado).
Dentro del marco constitucional y legal referidos, los partidos políticos solicitan su
inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (artículo 88). El Jurado Nacional de Elecciones
solicita a la Oficina Nacional de Procesos Electorales que compruebe la autenticidad de las firmas y
la numeración de los documentos Nacionales de Identificación correspondientes a los adherentes
(artículo 91).
El Jurado Nacional de Elecciones, cumplidas las exigencias legales, procede
inmediatamente a efectuar la inscripción provisional, la que se convierte en definitiva después de
resueltas las tachas que pudieran formularse (artículo 96).
Obligación del JNE de publicar síntesis del asiento de inscripción (Ley Nº 26859)
Las tachas contra las inscripciones pueden formularse ante el Jurado Nacional de
Elecciones en el plazo y forma señalados en la ley (artículos 101 a 103).
Los candidatos pueden ser tachados dentro de los dos días siguientes a la publicación. La
tacha debe ser resuelta por el Jurado Nacional de Elecciones dentro del término de tres días
naturales. La tacha se acompaña con un comprobante de empoce en el Banco de la Nación, a la
orden del Jurado Nacional de Elecciones por la suma equivalente a una UIT por candidato (artículo
110).
(2) del Congreso de la República (Const. artículo 102-1) pues ha modificado el artículo 86
de la Ley Nº 26859, según el cual es obligación directa, indelegable, del Jurado Nacional de
Elecciones “la inscripción de los candidatos elegibles en Distrito Electoral Nacional”; y la Resolución
Nº 307-2005-JNE dispone que esa atribución sea ejercida por órgano distinto, violando, también,
flagrantemente, el artículo 31 de la Constitución.
(3) del Tribunal Constitucional (Const. artículos 201 y 202 y artículo 1 de la LO Nº 28301)
por cuanto el JNE pretende convertirse en el intérprete supremo de la Constitución.
(4) de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Const. artículo 182) en la medida que
asume la atribución de organizar y ejecutar los procesos electorales.
(5) del Poder Judicial (Const. artículo 138) ya que por acuerdo Nº 17016-010-JNE, de 17 de
enero de 2006, el Pleno del JNE dispuso que el Jefe del RENIEC procediera a excluir, entre otros
ciudadanos, a Arturo Castillo Chirinos del Padrón Electoral “con miras al mejor desarrollo del
proceso electoral 2006”, usurpando así usurpó funciones del Poder Judicial.
La inhabilitación sólo puede declararse mediante sentencia firme emanada del Poder
Judicial y produce los efectos de privación de la función pública, aunque provenga de elección
popular y de suspensión de los derechos políticos que señale la sentencia, según determina el
artículo 36, incisos 1 y 3, del Código Penal, que forma parte integrante del Título III (De las Penas)
del aludido Código, elaborado en 1991 por la comisión especial que me honré en presidir.
Los miembros del JNE, que no tienen derecho al antejuicio político, habrían incurrido, en
consecuencia, en el delito tipificado en el artículo 359, inciso 1, del Código Penal conforme al que
Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de ocho años el
que, con propósito de impedir o alterar el resultado de un proceso electoral, realiza cualquiera de
las acciones siguientes:
Asimismo, los integrantes del JNE habrían perpetrado el delito tipificado en el artículo 428
del Código Penal, de acuerdo al cual
El que hace uso del documento como si el contenido fuera exacto, siempre que de su uso
pueda resultar algún perjuicio, será reprimido, en su caso, con las mismas penas.
La pena privativa de libertad, hasta por seis años, es aplicable a todos los funcionarios
públicos que incurran en el ilícito previsto en el artículo 385 de la Ley Nº 26859 (Ley Orgánica de
Elecciones).
El artículo 46-A del Código Penal dispone se aumente hasta en un tercio por encima del
límite legal cuando el agente del hecho es funcionario público.
Cuando hay concurso ideal de delitos, corresponde al Poder Judicial aplicar la norma del
artículo 48 del mismo Código Penal, el que dispone que
Cuando varias disposiciones son aplicables al mismo hecho se reprimirá con la que
establezca la pena más grave.
Las penas accesorias y medidas de seguridad podrán ser aplicadas aunque sólo estén
previstas en una de esas disposiciones.
El afectado Castillo Chirinos solicitó y obtuvo que el RENIEC anulara el 2 de marzo de 2006
la inhabilitación dispuesta por el Jurado Nacional de Elecciones. Empero, los ilícitos penales habían
producido efectos entre el 17 de enero y el 2 de marzo de 2006, o sea durante 44 días.
A su vez, el Código Civil, elaborado por la comisión revisora que me honré en presidir, tiene
los siguientes preceptos:
Las disposiciones del Código Civil se aplican supletoriamente a las relaciones y situaciones
jurídicas reguladas por otras leyes, siempre que no sean incompatibles con su naturaleza.
- El artículo 2, inciso 11, que garantiza el derecho a transitar por el territorio nacional y a
salir de él y entrar en él, para lo que se requiere de documento de identidad o de pasaporte;
- El artículo 2, inciso 14, que permite a toda persona contratar con fines lícitos, siempre
que no se contravengan leyes de orden público, puesto que durante el tiempo que Castillo Chirinos
tuvo invalidada su inscripción en el RENIEC no podía contratar;
- El artículo 2, inciso 15, en cuanto para trabajar libremente se requiere tener el
documento de identidad;
- El artículo 2, inciso 20, relativo a formular peticiones, individual o colectivamente, ante las
autoridades públicas;
- El artículo 2, inciso 23, respecto a la legítima defensa, que requiere, para su ejercicio, del
documento de identidad; y
El JNE ha violado, también, el artículo 55 de la Constitución que declara que los tratados
celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional, los que están precisados en
la sentencia del Tribunal Constitucional.
Por otra parte, al haber retenido, arbitrariamente, la comprobación de las firmas de más
de cinco mil ciudadanos para interponer acción de inconstitucionalidad contra la misma Ley Nº
28642, el JNE ha violado el artículo 203, inciso 3, de la Constitución Política del Perú. Con ese
hecho los funcionarios del JNE habrían perpetrado, además, el ilícito previsto en el artículo 377 del
propio Código Penal.
Eventualmente, sería aplicable el artículo 46-B del Código Penal que reintroduce la figura
de la habitualidad.
El JNE pretendía ser el máximo intérprete de la Constitución, con la Ley Nº 28642; y, con la
“excusa por decoro” de tres Magistrados, busca disolver…disolver el TC.
Es un organismo autónomo que cuenta con personería jurídica de derecho público interno
y goza de atribuciones en materia técnica, administrativa, económica y financiera.
En Jurado Nacional de Elecciones no puede, pues, sorprender al pueblo peruano con
declaraciones tremendistas dirigidas a crear incertidumbre respecto a las elecciones municipales
complementarias, cuando sus atribuciones son, precisamente, las de administrar justicia en
materia electoral y velar por el respeto y el cumplimiento de la voluntad popular, de acuerdo a los
preceptos que contiene su ley orgánica (26486); ni auspiciar una campaña de prensa dirigida a
enmascarar la finalidad que se pretende: estar al margen de todo control de sus actos, aunque
éstos vulneren los derechos fundamentales de las personas, tutelados constitucionalmente y
consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
en otros diversos convenios internacionales.
El Ministerio Público no debe permanecer ciego y sordo ante los hechos ilícitos
perpetrados puesto que los artículos 158 y 159 de la Constitución Política del Perú declaran la
autonomía del Ministerio Público y establecen sus atribuciones. La omisión en el ejercicio de la
acción penal puede dar lugar a que se aplique los artículos 99 y 100 de esa Carta Política. El hecho
de haber integrado el JNE y tener vinculación amical con sus miembros no es excusa, ni disculpa.
EXP. Nº 0007-2007-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DEL CALLAO
Es decir a partir del entrecruzamiento del derecho constitucional con el derecho procesal
algunos con abrumadora euforia consideran que el derecho procesal constitucional viene a
constituir una creación novedosa autónoma como ajena a ambos derechos, el material o
sustantivo y el formal o procesal (instrumental) que encontramos en la propia Constitución, sin
advertir como lo dice Juan Monroy Gálvez que la Constitución está conformada, en sus aspectos
fundamentales, por normas instrumentales. Queremos decir así que el proceso constitucional es
tributario del derecho procesal en general participando de sus instituciones que recogidas dentro
de nuestro derecho positivo interno en el Código Procesal Civil vienen éstas a constituir
normatividad supletoria e integradora como expresamente lo reconoce el artículo IX del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.
1. El Presidente de la República;
2. El Fiscal de la Nación;
5.Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones. Si la
norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por ciento de los
ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje no exceda del número
de firmas anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, o los
alcaldes provinciales con acuerdo de su Consejo, en materias de su competencia.
10. Los Colegios Profesionales, de acuerdo con nuestra Constitución, se definen como
instituciones autónomas de Derecho Público Interno, lo que quiere decir que su creación, a
diferencia de las asociaciones y sindicatos, está sujeta a la decisión del legislador a través de una
ley. La obligatoriedad de la colegiación está ineludiblemente vinculada con el ejercicio de una
profesión determinada; esta imbricación justifica su previsión constitucional. La Constitución,
además de definir su naturaleza jurídica, también les reconoce un aspecto importante como es el
de su autonomía. No obstante, la autonomía reconocida a estas instituciones no puede significar ni
puede derivar en una autarquía; de ahí que sea importante poner en relieve que la legitimidad de
los Colegios Profesionales será posible solo y en la medida que su actuación se realice dentro del
marco establecido por nuestro ordenamiento constitucional. En dicho sentido la especialidad está
referida al ámbito en que se desarrolla cada Colegio Profesional, así como a su aspecto gremial,
administrativo, ejercicio profesional de los agremiados, etc.; esto quiere decir que cuando dicho
artículo los legitima para interponer una demanda de inconstitucionalidad lo hace en razón de que
la ley que se cuestiona puede afectar el ámbito en el que se desarrolla, debiendo especificar el
grado de afectación que le causa la vigencia de determinada ley. Un ejemplo de ello es la demanda
de inconstitucionalidad recaída en el expediente Nº 0027-2005- AI, interpuesta por el Colegio de
Periodistas del Perú contra la Ley Nº 26937, expedida por el Congreso de la República, que
establece la no obligatoriedad de la colegiación para el ejercicio profesional del periodismo. En
este caso se evidencia que la norma impugnada está directamente vinculada con la agremiación de
los profesionales especializados en periodismo (legitimidad activa extraordinaria). En casos
contrarios el Tribunal Constitucional declaró improcedente la demanda de inconstitucionalidad por
falta de legitimidad para obrar extraordinaria activa del Colegio demandante, así tenemos que en
el proceso recaído en el Exp. Nº 0005-2005-AI/TC, en el que el Colegio de Abogados de Ica
demandó la inconstitucionalidad de la Ley Nº 28427, Ley de Presupuesto del Sector Público para el
Año Fiscal 2005, el Tribunal emitió resolución en la que sostuvo que:“...debe descartarse el sentido
interpretativo según el cual estos colegios podrían interponer acciones de inconstitucionalidad
contra toda ley o disposición con rango de ley. En efecto, si bien los Colegios de Abogados
agremian a profesionales en Derecho, estos no tienen legitimidad para cuestionar todas las leyes o
disposiciones con rango de ley que se encuentren vigentes en nuestro ordenamiento jurídico...”.
Ese mismo criterio sirvió de fundamento para rechazar las demandas de inconstitucionalidad
recaídas en los expedientes: 006-2005-AI, 011-2005-AI, 018-2005-AI, 009-2006-AI/TC, entre otras.
11. Para el caso del Colegio de Abogados debemos tener en cuenta que la Real Academia
Española ha definido al Abogado como el licenciado o doctor en derecho que ejerce
profesionalmente la dirección y defensa de las partes en todo proceso judicial como labor
mayormente recurrida y el Colegio de Abogados, es la institución de derecho público interno con
autonomía suficiente, reúne a estos profesionales para la defensa del gremio en todos los temas
referidos al libre ejercicio de la abogacía, correspondiéndole institucionalmente no sólo la defensa
gremial sino el control que la sociedad le encomienda de la conducta de los colegiados para lo que
al crearse se fijan estatutariamente facultades de gobierno y de legislación interna como
administrativas, especialmente de disciplina, con lo que se quiere decir que el referido Colegio no
es especialista en leyes, consecuentemente al no tener dicha especialidad específica ni menos la
de cuestionar las leyes que pueda dar el Congreso, los Colegios de Abogados carecen de
legitimidad para demandar indiscriminadamente la inconstitucionalidad de cualquier ley como en
algunos casos suelen pretender. Y en el caso del numeral 7 del citado artículo 203 de nuestra
Constitución, tratándose de los Colegios Profesionales de Abogados, que existen en todo el
territorio nacional, en número aproximado de 28, es menester considerar que el propio texto
citado ha hecho el distingo o precisión de condicionar la legitimación activa a solo en razón de la
“materia de su especialidad”, lo que nos obliga al rechazo liminar cuando la ley acusada de
inconstitucionalidad por el Colegio de Abogados demandante no constituye tema de su
especialidad. Si bien los Colegios de Abogados agremian profesionales en derecho, estos no tienen
legitimidad para cuestionar todas las leyes o disposiciones con rango de ley que se encuentran
vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sino solamente aquellas que regulen materias propias
de cada una de estas agrupaciones de profesionales; esto quiere decir que si alguna ley atenta,
delimita o contraviene el ejercicio, autonomía, agremiación, etc. de éstos, podrán cuestionarla
puesto que la afectación es directa y materia de su especialidad, vale decir entra el juego de
interés colectivo a que se refiere el profesor Gozaíni.
Artículo 1:
A partir de la vigencia del presente Decreto Ley, los Colegios Profesionales que no sean de
ámbito nacional tendrán una Junta de Decanos.
Artículo 2:
Son atribuciones de las Juntas de Decanos las siguientes:
inciso 1: Coordinar la labor institucional y dirimir los conflictos que pudieran surgir entre
los respectivos Colegios;
inciso 4: Ejercer las demás atribuciones que señale la ley y los estatutos pertinentes.
Artículo 4:
Las Juntas de Decanos que se constituyan conforme a lo dispuesto en el presente Decreto
ley, aprobarán sus respectivos estatutos...
Este Decreto fue reglamentado por el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS, que dispone que
los Colegios Profesionales que no sean de ámbito nacional tengan una Junta de Decanos, y es muy
preciso en su artículo 2 cuando señala:
Por su parte el Estatuto de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú,
aprobado en Asamblea de Instalación de la Junta de Decanos de fecha 25 de junio del 2,003, en su
artículo 1 señala que toma como base legal para su formación las normas antes referidas y en su
artículo 3 y 5 establece que:
Artículo 5: (...)
Para este caso sui generis de dispersión de Colegios de Abogados es de aplicación pues el
Decreto Ley 25892, el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS y el Estatuto de la Junta de Decanos a que
me he referido precedentemente, pues de ellos extraemos que es la Junta de Decanos
representada por su Presidente la que tiene representación frente a organismos nacionales o
internacionales, vale decir entonces, que la facultad de demandar ante el Tribunal Constitucional la
inconstitucionalidad de alguna ley, que como tal tiene alcance nacional, recae precisamente sobre
el que Preside la corporación nacional en cada profesión pudiéndose así extraer la especialidad de
cada Colegio Profesional a que se refiere el tantas veces citado inciso 7 del artículo 203 de la
Constitución Política del Perú.
S.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
LIMA
COLEGIO MÉDICO DEL PERÚ
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 22 días del mes de enero de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Landa Arroyo,
presidente; Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez,
pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Gonzales Ojeda
I. ASUNTO
III. ANTECEDENTES
A. Demanda
El Colegio de Obstetras del Perú solicitó ser admitido como litisconsorte facultativo en el
proceso, petición que fue declarada improcedente, permitiéndosele, sin embargo, intervenir como
partícipe.
C. Contestación de la Demanda
El emplazado contestó la demanda solicitando que se la declare infundada toda vez que la
Ley Nº 23346 reconoce la carrera de Obstetricia como profesión médica y que el obstetra y la
obstetra son aquellos profesionales que, habiendo concluido sus estudios en una universidad y una
vez titulados y colegiados, están aptos para prestar atención a la mujer, la familia y la comunidad.
Además, alega que la Ley en cuestión no ha creado una profesión nueva o distinta a la ya
existente de Obstetricia, ni ha modificado el mecanismo a través del cual las universidades
extienden los títulos a los licenciados de la profesión de Obstetricia.
Por otro lado, señala que en la actualidad las universidades públicas y privadas extienden
tanto el título profesional de Obstetra como el de Obstetriz y que tanto en uno como en otro caso
se hace referencia al obstetra como un profesional de la salud distinto al médico y cuya función
corresponde a la del tocólogo.
Como cuestión previa, es de señalar que el juicio de idoneidad y necesidad sólo tiene
sentido como medio para la consecución de un fin y no como fin en sí mismo. El análisis de
idoneidad es una herramienta que se utiliza en la resolución de casos donde dos derechos o bienes
constitucionales se encuentran en aparente conflicto o cuando se discute la razonabilidad de una
medida que tiene como efecto la restricción de derechos fundamentales. El análisis no se realiza
de forma aislada sino mientras se aplica el test de proporcionalidad o razonabilidad.
Sin perjuicio de lo anterior, el demandante alega que la norma impugnada vulnera tanto la
autonomía universitaria como la de los Colegios Profesionales, por lo que se emitirá
pronunciamiento con relación a estas dos cuestiones.
[l]a Ley 28686 en ningún momento ha creado una profesión nueva o distinta a la que ya
existía, que es la Profesión de Obstetricia. La Ley 28686 tampoco ha modificado la forma en que las
Universidades Nacionales o Privadas extienden los títulos que corresponden a la Profesión de
Obstetricia.
(...)
[e]l hecho [de] que una Universidad otorgue el Título Profesional de Licenciatura en
Obstetricia o el Título Profesional de Obstetra, resulta totalmente diferente como atribución
inherente que tienen las Universidades, que no puede relacionarse con la pretendida
inconstitucionalidad que plantea el demandante de la Ley 28686, la cual simplemente se limita a
modificar la denominación del Colegio Profesional, que anteriormente se denominaba por Decreto
Ley 21210 como “Colegio de Obstetrices del Perú”, y ahora por esta Ley 28686 se denomina
“Colegio de Obstetras del Perú”, en base a la atribución legislativa legítimamente constitucional del
Congreso de la República, en respeto a la Constitución y de manera totalmente independiente y
diferenciada de la utonomía [sic] universitaria cuya supuesta vulneración alega el demandante.
En relación con las garantías institucionales, si bien éstas reservan un margen de actuación
que garantiza contenidos objetivos ajenos al legislador, ello no significa la creación de un espacio
de autosuficiencia extraño al resto del ordenamiento, por lo que en todos los casos, ese ámbito de
actuación -como cualquier otro de un Estado de Derecho- está sujeto a la Constitución y las Leyes.
a) Régimen normativo
Implica la potestad autodeterminativa para la creación de normas internas (estatuto y
reglamentos) destinadas a regular, per se, la institución universitaria.
b) Régimen de gobierno
Implica la potestad autodeterminativa para estructurar, organizar y conducir, per se, la
institución universitaria. Es formalmente dependiente del régimen normativo.
c) Régimen académico
Implica la potestad autodeterminativa para fijar el marco del proceso de enseñanza-
aprendizaje dentro de la institución universitaria.
d) Régimen administrativo
Implica la potestad autodeterminativa para establecer los principios, técnicas y prácticas
de sistemas de gestión, tendientes a facilitar la consecución de los fines de la institución
universitaria.
e) Régimen económico
Implica la potestad autodeterminativa para administrar y disponer del patrimonio
institucional; así como para fijar los criterios de generación y aplicación de los recursos financieros.
De este modo, en nuestro país, no existe una denominación única que identifique a los
profesionales de la salud que han concluido estudios en la carrera de Obstetricia, sino por el
contrario, el uso ha determinado que sea posible identificarlos tanto bajo la denominación de
Obstetriz como de Obstetra.
Así, en el presente caso no existiría vulneración alguna puesto que con dicha
denominación se identifica a un grupo profesional distinto al de los médicos.
De este modo se reconoce la necesidad de que su creación sea dispuesta por Ley, si bien se
precisa que
Por consiguiente, se reconoce la necesidad de que los Colegios Profesionales sean creados
a través de una ley y que el legislador tiene la opción de crear un Colegio Profesional.
14. Los Colegios Profesionales tienen una función pública respecto de la sociedad
En relación con la sociedad, los Colegios Profesionales tienen una función pública y de allí
la necesidad de su creación a través de la Ley. Por eso, su justificación última no puede ser otra que
En atención a lo expuesto, este Tribunal considera que en el presente caso la Ley Nº 28686
fue expedida en ejercicio de las competencias legislativas conferidas constitucionalmente y por ello
no vulnera la autonomía del Colegio Profesional.
Tal y como ha sido señalado, el Legislativo tiene la potestad de crear Colegios Profesionales
y, con ello, la de establecer sus denominaciones.
No obstante, el Estado social y democrático de Derecho impide que tal poder sea absoluto
e impone la necesidad de que éste sea ejercido de modo racional, i.e. respetando la naturaleza de
las cosas proclamada por el artículo 103 de la Constitución, que no alude sino a
[...] la razonabilidad objetiva que debe fundamentar toda ley, incluso, desde luego, las
leyes especiales. Respetando el criterio de razonabilidad legal, el Estado queda facultado para
desvincular a la ley de su vocación por la generalidad y hacerla ingresar en una necesaria y
razonable singularidad. Necesaria, porque está llamada a recomponer un orden social que tiende a
desvirtuarse, y razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo; a saber, la naturaleza
de las cosas.2
Por tanto, es obligatorio analizar si la Ley Nº 28686 respeta la naturaleza de las cosas.
En el presente caso, este Tribunal observa en la Ley Nº 28686 un esfuerzo por uniformizar
la denominación del profesional de la carrera de Obstetricia y de hacer extensivo su uso tanto al
profesional varón como mujer.
19. El demandante no ha logrado acreditar que la Ley Nº 28686 atente contra la salud
pública
En relación con esta cuestión, este Tribunal comprende la preocupación del Colegio
demandante, pero debe poner de manifiesto que la demanda de inconstitucionalidad tiene por
finalidad -conforme a lo dispuesto por el artículo 74 del Código Procesal Constitucional- la defensa
de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa.
Así, pues, no cabe estimar la demanda por este Tribunal, más aún cuando, por un lado, las
normas legales gozan de una presunción de constitucionalidad a su favor; y, por otro, el Colegio
demandante no ha acreditado que la confusión que alega podría suponer un peligro para la salud
pública, tenga sustento en la realidad.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
EXP. Nº 010-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO MEDICO DEL PERÚ
S.
GONZALES OJEDA
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
EXPEDIENTE Nº 0017-2005-PI-TC
SENTENCIA DEL PLENO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Guillermo Leonardo Pozo García y 218 ciudadanos contra la Municipalidad Distrital de
Ancón
Síntesis:
EXP. Nº 0017-2005-PI/TC
LIMA
GUILLERMO LEONARDO
POZO
GARCÍA Y 218 CIUDADANOS
En Lima, a los 22 días del mes de enero de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, presidente;
Gonzales Ojeda, vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, García Toma y Vergara Gotelli,
pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto del magistrado Alva Orlandini
I. ASUNTO
Aprobar el Reglamento Interno del Concejo Municipal del distrito de Ancón, el mismo que
consta de Índice, Cuatro (4) Títulos, Doce (12) Capítulos, siete (7) subcapítulos y ciento dieciocho
(118) artículos y una (1) Disposición Final, conforme al anexo único adjunto, cuyo texto forma parte
integrante de la presente Ordenanza.
Artículo Primero.- Aprobar la modificación del artículo 61 in fine del Reglamento Interno
del Consejo Municipal del distrito de Ancón, cuyo texto es el siguiente:
Artículo 61.- Las faltas establecidas en los literales a) y b) serán sancionadas con
amonestación escrita o suspensión en el ejercicio del cargo por 30 días. Las establecidas en los
literales c), d), e), f), g), h), i), j) y k), serán sancionadas con suspensión en el ejercicio del cargo de
tres meses a un año, previo informe de la Comisión respectiva y en decisión en única instancia del
Concejo Municipal.
III. ANTECEDENTES
Argumentos de la demanda
2. Que, pese a ese hecho, y al no estar vigente el Reglamento Interno del Concejo de la
Municipalidad de Ancón toda vez que no ha sido publicado en el Diario Oficial El Peruano, tal y
como lo ordenan el artículo 109 de la Constitución y el artículo 44 de la Ley General de
Municipalidades Nº 27972, se pretende aplicar dicha ordenanza como si estuviera vigente su
aplicación.
Contestación de la demanda
La Municipalidad Distrital de Ancón contesta la demanda, debidamente representada por
su alcalde, don Jaime Pajuelo Torres, solicitando que se la declare infundada. Alega que tanto la
Ordenanza Municipal Nº 0027-2004-MDA como la Ordenanza Nº 045-2004-MDA fueron publicadas
tal y como lo establece el artículo 44 de la Ley Orgánica de Municipalidades y en concordancia con
el artículo 191 de la Constitución.
Teniendo en consideración los argumentos de las partes, este Colegiado estima que la
dilucidación de la controversia de autos exige la absolución de las siguientes interrogantes:
- ¿La falta de publicación oficial de un reglamento aprobado por una ordenanza, puede
constituirse en un vicio que afecte la constitucionalidad de tal ordenanza?
V. FUNDAMENTOS
3. Sin embargo, la validez de una norma no debe confundirse con la cuestión relativa a su
“pertenencia” al sistema normativo. Esta última incluye a las normas válidas e, incluso, a las
inválidas, pues, tratándose de estas últimas, existe una presunción de validez que subsiste en tanto
no se expida un acto jurisdiccional que la declare inválida. Y es que si bien, por definición, toda
norma válida se considera vigente, no necesariamente toda norma vigente es una norma válida.
4. Para que una norma jurídica se encuentre vigente, sólo es necesario que haya sido
producida siguiendo los procedimientos mínimos y necesarios previstos en el ordenamiento
jurídico, y que haya sido aprobada por el órgano competente, en tanto que su validez depende de
su coherencia y conformidad con las normas que regulan el proceso [formal y material] de su
producción jurídica.
5. La vigencia de una norma jurídica depende, prima facie, de que haya sido aprobada y
promulgada por los órganos competentes, y además de que haya sido publicada conforme lo
establece el último extremo del artículo 51 de la Constitución. Cumplido este procedimiento, se
podrá considerar que la norma es eficaz. De este modo, el efecto práctico de la vigencia de una
norma es su eficacia. “Que una norma sea eficaz quiere decir que es de cumplimiento exigible, es
decir, que debe ser aplicada como un mandato dentro del Derecho”.1
7. Por lo tanto, los cuestionamientos que puedan surgir en torno a la publicación de una
norma no deben resolverse en clave de validez o invalidez, sino de eficacia o ineficacia. Una ley que
no haya sido publicada, sencillamente es ineficaz, pues no ha cobrado vigencia. Y sobre aquello
que no ha cobrado vigencia, no es posible ejercer un juicio de validez en un proceso de
inconstitucionalidad, pues no será posible expulsar del ordenamiento jurídico aquello que nunca
perteneció a él.3
19. Finalmente, con relación al cuestionamiento del artículo 62 del Reglamento del
Concejo Municipal de Ancón, aprobado por la Ordenanza Municipal Nº 027-2004-MDA, no cabe
emitir pronunciamiento por las mismas consideraciones expuestas en relación con la falta de
vigencia de tal reglamento, la cual se ha producido, como se ha dicho, por la falta de publicación
oficial del mismo.
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda respecto del cuestionamiento del último párrafo del
artículo 61 del Reglamento aprobado por la Ordenanza Municipal Nº 027-2004-MDA, modificado
por el artículo 1 de la Ordenanza Nº 045-2004-MDA.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
EXP. Nº 0017-2005-PI/TC
LIMA
GUILLERMO LEONARDO POZO GARCÍA
Y 218 CIUDADANOS
El proceso sobre inconstitucionalidad de una norma emanada del gobierno municipal del
distrito de Ancón es oportunidad propicia para tratar, dentro de la brevedad propia de un
fundamento de voto, respecto de la publicidad de las normas que rigen en la comunidad, a partir
de la Constitución Política del Perú.
Las leyes emanadas del Congreso estaban destinadas a ser cumplidas por todos los
habitantes de la República. Es por ello que las diversas Cartas dispusieron la publicidad de aquellas
normas. Así, los artículos 68 y 69 de la Constitución de 1823 indicaron, respectivamente la
formalidad que debían observar el Presidente de la Nación y el Congreso para promulgar las leyes
o decretos, la que incluyó el mandato de imprimir, publicar y circular tales normas.
El artículo 74 de la Constitución de 1826 dispuso que las leyes se hicieran “saber a todos
los peruanos”. Los artículos 64 y 65 de la Constitución de 1828; 64 y 65 de la Constitución de 1834;
65 y 66 de la Constitución de 1839; 71 y 72 de la Constitución de 1856; 77 de la Constitución de
1860; 110 de la Constitución de 1920; y 130 de la Constitución de 1933 usaron fórmulas
semejantes. La de 1867 no fue explícita.
Además, el artículo 132 de la Constitución de 1933 declaró que “La ley es obligatoria desde
el día siguiente a su promulgación y publicación, salvo disposición contraria de la misma ley.”
La Constitución de 1979 tenía diversas disposiciones sobre publicidad de las leyes y otras
normas con rango de ley. En efecto, al referirse a lo que en doctrina se conoce como la “pirámide
de Kelsen” el artículo 87 expresaba que “La Constitución prevalece sobre toda otra norma legal. La
ley, sobre toda norma de inferior categoría, y así sucesivamente de acuerdo a su jerarquía jurídica.
La publicidad es esencial para la existencia de toda norma del Estado. La ley señala la forma de
publicación y los medios de difusión oficial.” Asimismo, cuando el Tribunal de Garantías
Constitucionales declaraba la inconstitucionalidad de normas emanadas del Poder Legislativo la
publicidad de la sentencia se debía hacer en el diario oficial, según el artículo 301 de dicha Carta; y
cuando la inconstitucionalidad se refería a normas no emanadas del Poder Legislativo la publicidad
se regía por el artículo 302 de la propia Carta.
Por mandato del artículo 204 de la Constitución de 1993 “La sentencia del Tribunal que
declara la inconstitucionalidad de una norma se publica en el diario oficial. Al día siguiente de la
publicación, dicha norma queda sin efecto.”
De manera que la publicidad es esencial tanto para que entre en vigencia una norma con
rango de ley como para que quede derogada o expulsada del ordenamiento jurídico.
1. Durante el gobierno usurpador del general Juan Velasco, luego del golpe del 3 de
octubre de 1968, en sus dos fases, fueron dictados los siguientes decretos leyes no publicados:
25488, 25513, 25540, 25544, 25767, 25768, 25817, 25820, 25830, 25943, 25944, 26164 y
26165.
4. Bajo la vigencia de las Constituciones de 1979 y 1993 fueron, finalmente, dictados los
siguientes decretos legislativos no publicados:
58 - 218 - 243 - 244 - 245 - 246 - 247 - 248 - 249 - 250 - 251 - 514 - 515 - 541 - 542 - 558 -
611 - 612 - 628 - 629 - 631.
S.
ALVA ORLANDINI
Declaran inconstitucional la Disposición Transitoria Única de la Ley Nº 28647, que “precisa”
el ámbito de aplicación temporal del Decreto Legislativo Nº 953.
Magistrados firmantes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
EXP. Nº 0002-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DE AREQUIPA
En Lima, a los 16 días del mes de mayo de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Gonzales Ojeda,
Alva Orlandini, García Toma, Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli
I. ASUNTO
ÚNICA.- Alcance del numeral 2 del artículo 18 del Texto Único Ordenado del Código
Tributario que sustituye la presente Ley
Precísase que el numeral 2 del artículo 18 del Texto Único Ordenado del Código Tributario,
vigente antes de la sustitución realizada por el artículo 1 de la presente Ley, sólo resultaba
aplicable cuando los agentes de retención o percepción hubieran omitido la retención o
percepción durante el lapso que estuvo vigente la modificación de dicho numeral efectuada por el
Decreto Legislativo Nº 953.
IV. ANTECEDENTES
1. Normativa Relevante
El Texto Único Ordenado del Código Tributario (en adelante, Código Tributario), aprobado
mediante Decreto Supremo Nº 135-99-EF, estableció lo siguiente:
Artículo 18.- Responsables solidarios.- Son responsables solidarios con el contribuyente (...)
Esta norma fue modificada por el Decreto Legislativo Nº 953 (en adelante, el Decreto
Legislativo), publicado el 5 de febrero de 2004, que dispuso:
Artículo 18.- Responsables solidarios.- Son responsables solidarios con el contribuyente (...)
Artículo 18.- Responsables solidarios.- Son responsables solidarios con el contribuyente (...)
2) Los agentes de retención o percepción, cuando hubieran omitido la retención o
percepción a que estaban obligados. Efectuada la retención o recepción el agente es el único
responsable ante la Administración Tributaria.
DISPOSICIÓN TRANSITORIA
ÚNICA.- Alcance del numeral 2 del artículo 18 del Texto Único Ordenado del Código
Tributario que sustituye la presente Ley
Precísase que el numeral 2 del artículo 18 del Texto Único Ordenado del Código Tributario,
vigente antes de la sustitución realizada por el artículo 1 de la presente Ley, sólo resultaba
aplicable cuando los agentes de retención o percepción hubieran omitido la retención o
percepción durante el lapso que estuvo vigente la modificación de dicho numeral efectuada por el
Decreto Legislativo Nº 953.
2. Demanda
No obstante, debido a que la Ley Nº 28647 “precisa” que el plazo de caducidad sólo sería
aplicable a las omisiones acaecidas durante la vigencia del mencionado Decreto Legislativo Nº 953
(esto es, desde el 6 de febrero de 2004 hasta el 11 de diciembre de 2005) y no a las que ocurrieron
antes de dicho periodo, el demandante considera que este dispositivo, si bien se presenta como
una “norma interpretativa”, en realidad no lo es.
Señala, a este respecto, que una norma interpretativa sólo circunscribe el sentido o
significado preexistente de un texto legal, no pudiendo innovar los derechos y obligaciones
previstos por éste. El demandante alega que esta situación no se configuraría en el presente caso,
pues la norma impugnada pretendería alterar el ámbito temporal de aplicación del Decreto
Legislativo Nº 953 y no un significado implícito en esta norma. En efecto, debido a que la Ley Nº
28647 se pronuncia sobre la vigencia del Decreto Legislativo Nº 953 estaría agregando un supuesto
de hecho, un requisito del que carecía; esto es en qué momento ocurre el hecho al cual el
Legislador le aplica la consecuencia jurídica de cese de responsabilidad .
Ahora bien, siendo que la “omisión” constituye el supuesto de hecho que configura la
relación jurídica, mientras que la “responsabilidad” es su consecuencia jurídica, el demandante
concluye que la Ley Nº 28647 sólo podría alcanzar a las situaciones jurídicas de responsabilidad
existentes con posterioridad a esta Ley, aun cuando la causa (“las omisiones”) hubiera preexistido a
ésta, circunstancia que no se presenta en el caso de autos.
De otro lado, el demandante alega que las Disposiciones Transitorias sirven para adecuar el
texto de la nueva ley a la realidad en tránsito, la cual venía siendo regulada por la anterior ley,
buscando empalmar tales normas, y por ello regula un periodo de interinidad. Sin embargo, ello no
ocurriría en el presente caso, pues la norma impugnada sólo “precisa” el texto de una norma
anterior, tratando de tener efectos retroactivos sin ninguna intención de coordinar un cambio de
régimen legal, lo que, a juicio del demandante, evidenciaría un uso indebido, falaz y engañoso de
la forma jurídica.
3. Contestación
Manifiesta el emplazado que una aplicación no retroactiva del Decreto Legislativo Nº 953
suponía que ésta sólo surtiría efectos respecto de aquellos hechos ocurridos durante su vigencia.
De modo que si durante la vigencia del Código Tributario se configuraba en la realidad el supuesto
de hecho previsto (“los agentes de retención o percepción, cuando hubieran omitido la retención o
percepción a que estaban obligados”), se desencadenaba inmediatamente la consecuencia jurídica
(“responsabilidad solidaria sujeta a los plazos de prescripción previstos por el Código Tributario”),
no siendo aplicables a estos hechos el plazo de caducidad que después incorporó el Decreto
Legislativo Nº 953.
De acuerdo con ello, considera que la interpretación asumida por el demandante deviene
en inconstitucional al pretender aplicar los efectos de una norma a situaciones jurídicas
configuradas con anterioridad a la entrada en vigencia del Decreto Legislativo Nº 953 y, por tanto,
sometidas al régimen legal anterior. Asimismo, señala que la posición del demandante resulta
contraria a lo establecido por la Norma VIII del Título Preliminar del Código Tributario, dado que
mediante criterios interpretativos pretende extender los efectos y la aplicación de una norma
tributaria a hechos acaecidos con anterioridad.
Finalmente, arguye que, debido al error en que inicialmente incurrió el Tribunal Fiscal con
la expedición de la Resolución Nº 09050-5-2004, era necesario que, contrariamente a lo sostenido
por el demandante, se dictara una “Disposición Transitoria” que explicitara el tránsito correcto del
régimen establecido por el Decreto Legislativo Nº 953 hacia el régimen de la Ley Nº 28647, así
como que se precisara el período de vigencia del referido Decreto Legislativo. Añade que la
conveniencia o no de las medidas adoptadas por el Legislador para regular ciertas materias no son
asuntos discutibles en un proceso de inconstitucionalidad.
1. Legitimidad para obrar del demandante. Facultad de los Colegios Profesionales para
interponer demandas de inconstitucionalidad en materias de su especialidad.
4. Aplicación en el tiempo del Decreto Legislativo Nº 953 a la luz de las Resoluciones del
Tribunal Fiscal.
VI. FUNDAMENTOS
§ Delimitación del petitorio
§ Legitimidad para obrar del demandante. Facultad de los Colegios Profesionales para
interponer demandas de inconstitucionalidad en materias de su especialidad
La razón que justifica que la Constitución haya otorgado estas facultades a los colegios
profesionales radica en que, debido a la particularidad, singularidad y especialidad de los
conocimientos científicos y técnicos que caracterizan a las diferentes profesiones (Medicina,
Abogacía, Ingeniería, Arquitectura, Contabilidad, Química-farmacéutica, Periodismo, Psicología y
Biología, entre otras), estas instituciones se sitúan en una posición idónea para poder apreciar, por
una parte, si una determinada ley o disposición con rango de ley -que regula una materia que se
encuentra directamente relacionada con los conocimientos de una determinada profesión- vulnera
disposiciones de la Norma Fundamental (...). No es ajeno a este Colegiado el hecho de que una ley
o norma con rango de ley pueda contener una variedad de disposiciones que versen sobre diversas
materias, siendo plenamente factible su cuestionamiento por dos o más Colegios Profesionales en
aquellos extremos relacionados con su especialidad. El caso de los Colegios de Abogados
constituye un supuesto especial. En primer lugar, debe descartarse el sentido interpretativo según
el cual estos colegios podrían interponer acciones de inconstitucionalidad contra toda ley o
disposición con rango de ley. En efecto, si bien los Colegios de Abogados agremian a profesionales
en Derecho, estos no tienen legitimidad para cuestionar todas las leyes o disposiciones con rango
de ley que se encuentren vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sino sólo aquellas que
regulen una materia propia de esta profesión. Por ejemplo, en el caso de que un Colegio de
Abogados cuestione una ley que regula un proceso de filiación judicial de paternidad
extramatrimonial, es claro que la materia que regula esta ley coincide con la materia que
constituye la especialidad de los abogados, por lo que, si además esta ley vulnera una disposición
constitucional, entonces esta institución sí tendrá legitimidad para interponer la respectiva acción
de inconstitucionalidad.
9. En el caso de autos, el artículo 18.2 del Código Tributario establecía esta responsabilidad
solidaria para aquellos agentes de retención o percepción que no cumpliesen con efectuar la
retención o percepción a la cual estaban obligados. Dicho texto no establecía un plazo específico
para que estos sujetos respondieran ante la Administración Tributaria, por lo que se les aplicaban
los plazos de prescripción general contemplados en el artículo 43 del Código. Las posteriores
modificaciones de este artículo introdujeron plazos distintos, los cuales serán analizados
posteriormente.
10. En nuestro ordenamiento jurídico existen límites, tanto constitucionales como legales,
para la aplicación de las normas. Respecto de los límites constitucionales, los artículos 103 y 109
de la Ley Fundamental señalan, respectivamente:
(...) La ley, desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos
supuestos, en materia penal cuando favorece al reo3.
La vigencia de las normas tributarias también se regula por el artículo X del Título
Preliminar del Código Tributario, en los siguientes términos:
Las leyes tributarias rigen desde el día siguiente de su publicación en el Diario Oficial, salvo
disposición contraria de la misma ley que posterga su vigencia en todo o en parte.
11. Conforme a la normativa expuesta, es posible inferir que, como regla, las normas rigen
a partir del momento de su entrada en vigencia y carecen de efectos retroactivos. Si bien esta regla
resulta bastante clara, es innegable que al momento de su aplicación podrían generarse ciertos
conflictos; por ejemplo, cuando una nueva norma entra a regular una relación o situación jurídica,
derogando la norma reguladora anterior, suele suceder que durante cierto período se produce una
superposición parcial entre la antigua y la nueva norma. Es decir, la nueva norma podría desplegar
cierto grado de efectos retroactivos y, a su vez, la norma derogada podría surtir efectos
ultraactivos. A fin de resolver este problema, la doctrina plantea dos posibles soluciones
radicalmente diferentes: la teoría de los hechos cumplidos y la teoría de los derechos adquiridos
(denominadas también teoría del efecto inmediato y teoría de la ultraactividad o de la
supervivencia de la ley antigua4, respectivamente).
Diez-Picazo, refiriéndose a la primera teoría, sostiene que “en el momento en que una ley
entra en vigor, despliega, por definición, sus efectos normativos y debe ser aplicada a toda
situación subsumible en su supuesto de hecho; luego no hay razón alguna por la que deba
aplicarse la antigua ley a las situaciones, aún no extinguidas, nacidas con anterioridad. Ello no
entraría en colisión con la norma de conflicto de no presunción de retroactividad, porque la
aplicación de una ley a situaciones aún vivas y con efectos ex nunc no implicaría, en puridad de
conceptos retroactividad alguna”. Y, respecto a la segunda teoría, explica: “(...) la eficacia normal
de la ley se despliega únicamente pro futuro, es decir, con respecto a las situaciones que nazcan
con posterioridad a su entrada en vigor. La ley nueva, por consiguiente, no es de aplicación -salvo
que se prevea su propia retroactividad- a las situaciones todavía no extinguidas nacidas al amparo
de la ley antigua”5.
12. En relación con lo anterior, este Tribunal ha dicho que “(...) nuestro ordenamiento
adopta la teoría de los hechos cumplidos (excepto en materia penal cuando favorece al reo), de
modo que la norma se aplica a las consecuencias y situaciones jurídicas existentes” (STC 0606-
2004-AA/TC, FJ 2). Por tanto, para aplicar una norma tributaria en el tiempo debe considerarse la
teoría de los hechos cumplidos y, consecuentemente, el principio de aplicación inmediata de las
normas.
§ Aplicación en el tiempo del Decreto Legislativo Nº 953 a la luz de las Resoluciones del
Tribunal Fiscal
13. El Decreto Legislativo Nº 953, que modificó el artículo 18.2 del Código Tributario, fue
publicado el 5 de febrero de 2004 y entró en vigencia al día siguiente de su publicación. La
modificatoria introducida por este Decreto Legislativo fue materia de análisis por parte del Tribunal
Fiscal, emitiendo al respecto dos resoluciones de observancia obligatoria que serán tratadas a
continuación.
El plazo de un año señalado por el numeral 2) del artículo 18 del Texto Único Ordenado del
Código Tributario, aprobado por Decreto Supremo Nº 135-99-EF y modificado por el Decreto
Legislativo Nº 953, para determinar la responsabilidad solidaria del agente retenedor o preceptor,
es un plazo de caducidad.
El plazo incorporado por el Decreto Legislativo Nº 953 al numeral 2) del artículo 18 del
Texto Único Ordenado del Código Tributario aprobado por Decreto Supremo Nº 135-99-EF es
aplicable a los agentes de retención o percepción que incurrieron en omisiones en las retenciones
o percepciones antes de la entrada en vigencia en dicho decreto legislativo, en cuyo caso se
computa desde la fecha en que se incurrió en la omisión.
15. Del análisis de los autos se desprende que, de los dos primeros criterios mencionados,
ninguna de las partes discrepan, pues ambas coinciden en afirmar que el Decreto Legislativo Nº
953 introduce un plazo de caducidad, y que la responsabilidad solidaria del agente se mantendrá
hasta el 31 de diciembre del año siguiente a aquél en que debió retenerse o percibirse, criterios
que carecen de relevancia constitucional y que no corresponde analizarlos aquí.
16. Respecto al tercer y último criterio vertido en la Resolución del Tribunal Fiscal Nº
09050-5-2004, sí existe desacuerdo entre ambas partes, y considerando su relevancia
constitucional en el caso, deberá ser sometido a análisis por este Colegiado.
Sobre este tema, cabe señalar que el pronunciamiento del Tribunal Fiscal sólo se limita a
reconocer que nuestro ordenamiento jurídico ha recogido el principio de la aplicación inmediata
de la norma (artículo 103 de la Constitución Política), por lo tanto, una nueva norma no sólo se
aplica a las consecuencias de las relaciones o situaciones jurídicas futuras, sino también a las
consecuencias de las relaciones o situaciones jurídicas nacidas al amparo de la norma anterior,
pero que aún se encuentran en proceso de desarrollo (i.e. no consumadas) al entrar en vigencia
esta nueva norma.
Resulta, por ello, evidente que cuando entra en vigencia la modificatoria introducida por el
Decreto Legislativo Nº 953, la relación jurídica surgida en virtud del artículo 18.2 del Código
Tributario, en determinados casos, no se había consumado; pues mientras no se hubiera declarado
la prescripción a solicitud del deudor tributario (prescripción a la que estaba sujeta dicha
responsabilidad solidaria surgida a la luz del mencionado Código), o se hubiera extinguido la
obligación tributaria, los agentes de retención o percepción omisos continuaban siendo
responsables solidarios.
17. En definitiva, el criterio expuesto por la Resolución del Tribunal Fiscal Nº 09050-5-2004
no empeoraba la situación de los contribuyentes y resultaba acorde con el ordenamiento jurídico,
más aún si se tiene en consideración que al momento de promulgarse el Decreto Legislativo Nº 953
no se establecieron disposiciones transitorias que otorgaran un tratamiento específico a las
relaciones o situaciones jurídicas iniciadas con anterioridad, cuyos efectos aún estaban
produciéndose al momento de entrar en vigencia este último.
18. Por otro lado, por lo que se refiere a la Resolución del Tribunal Fiscal Nº 07646-4-2005,
de 14 de diciembre, el criterio de observancia obligatoria que contiene dicha Resolución no está
relacionado con el tema materia de análisis, sino con otro que resulta irrelevante para el presente
caso6. Por lo que debe entenderse que el cambio de criterio producido se debe, no a la Resolución
Nº 07646- 4-2005 en sí, sino a la entrada en vigencia de la Disposición Transitoria Única de la Ley
Nº 286477, pues la Resolución sub exámine sólo se limita a recoger, en uno de sus considerandos,
el contenido de esta Disposición Transitoria Única8.
Es decir, el cambio de criterio a que hace referencia la parte demandada, está basado en la
aplicación de la Disposición Transitoria Única introducida por la Ley Nº 28647, la cual no fue
materia de control difuso por parte del Tribunal Fiscal, porque de manera casi general este ente
colegiado no lo aplicaba, situación que en la actualidad ha variado con la publicación del
precedente vinculante STC 03741-2004-AA/TC y su resolución aclaratoria, a partir de las cuales
dicho ente está en la obligación de hacer prevalecer la Constitución e inaplicar una disposición
infraconstitucional.
22. El problema que se plantea con este tipo de normas es que a veces el Legislador
pretende atribuir un efecto interpretativo a normas que, en el fondo, no lo son. Estas aparentes
normas interpretativas deberían entrar en vigencia a partir del día siguiente de su publicación, y no
desde la entrada en vigencia de la supuesta norma interpretada, ya que en estos casos no existe
una unidad normativa esencial entre ambas normas.
23. Como no es suficiente que una norma se autodefina como interpretativa para que
realmente lo sea, el Tribunal Constitucional considerada pertinente adoptar los tres requisitos
establecidos por la Corte Constitucional de Colombia que deben satisfacer dicha clase de normas,
sin los cuales se desnaturalizan y carecen de la virtud de integrarse a la norma interpretada:
Primero, debe referirse expresamente a una norma legal anterior. Segundo, debe fijar el
sentido de dicha norma anterior enunciando uno de los múltiples significados plausibles de la
norma interpretada, el cual pasa, por decisión del propio legislador, a ser el significado auténtico
que excluye las demás interpretaciones de la norma anterior. Tercero, no debe agregarle a la
norma interpretada un contenido que no estuviera comprendido dentro de su ámbito material9.
25. En primer lugar, cabe indicar que la Disposición materia de análisis sí ha cumplido el
primer requisito para ser considerada norma interpretativa, en tanto identifica clara y
específicamente cuál es la norma anterior que interpreta (artículo 18.2 del Código Tributario
modificado por el Decreto Legislativo Nº 953).
26. Sin embargo, no satisface el segundo requisito necesario para configurarse como
norma interpretativa, pues la Disposición no interpreta un aspecto ambiguo del artículo 18.2 del
Código Tributario modificado por el Decreto Legislativo Nº 953, toda vez que, como ya se explicó
en el Fundamento 16, supra, la aplicación de esta nueva regulación se da de manera inmediata a
las consecuencias de las relaciones o situaciones jurídicas aún vigentes, aunque éstas hayan nacido
con la normatividad anterior, siempre y cuando no se encuentren consumadas. Por lo tanto, no
existe oscuridad que aclarar ni justificación para emitir esta supuesta norma interpretativa, más
aún si se considera que la Administración Pública (a través de la Resolución del Tribunal Fiscal Nº
09050-5-2004) ya había emitido pronunciamiento sobre la aplicación inmediata del Decreto
Legislativo Nº 953, en un sentido que resultaba acorde con el ordenamiento jurídico constitucional
y que no empeoraba la situación de los contribuyentes.
En este punto, es oportuno mencionar que si bien el Legislador está facultado para
establecer, mediante disposiciones transitorias, un tratamiento específico a las relaciones o
situaciones jurídicas iniciadas con la normatividad anterior, cuyas consecuencias estaban en
proceso de desarrollo (no consumadas) al momento de entrar en vigencia la modificatoria del
Decreto Legislativo Nº 953, ello era pertinente dentro del mismo Decreto Legislativo, y no
posteriormente.
27. Esta Disposición Transitoria Única tampoco cumple el tercer requisito exigido, pues
como señala García Novoa: “la esencia de la normas interpretativas estaría precisamente en su
contenido meramente declarativo, que excluiría cualquier tipo de innovación del ordenamiento
(...)”10 y es evidente, en el caso de autos, que esta Disposición no exhibe carácter declarativo, toda
vez que modifica el ámbito de aplicación temporal del Decreto Legislativo Nº 953, el cual
estableció el cese de la responsabilidad solidaria al vencimiento del año siguiente a la fecha en que
se debió efectuar la retención o percepción, sin mayor restricción en su aplicación. Sin embargo,
mediante esta supuesta norma interpretativa se pretende limitar su aplicación sólo a los supuestos
de omisión acaecidos durante la vigencia del Decreto Legislativo (desde el 6 de febrero de 2004
hasta el 11 de diciembre de 2005) provocando, de este modo, un cambio en el sentido y alcance de
la supuesta norma interpretada.
En este mismo sentido, otro efecto nocivo que estaría produciendo la Disposición
cuestionada sería la ultraactividad del Código Tributario, al pretender que a las omisiones
acaecidas bajo su régimen, cuya responsabilidad solidaria aún estuviera en proceso de desarrollo
-no consumada-, al momento de entrar en vigor el Decreto Legislativo Nº 953, se le continuara
aplicando lo establecido por dicho cuerpo normativo (sujeción de la responsabilidad solidaria a
plazos prescriptorios), y no de manera inmediata lo dispuesto por el Decreto Legislativo (sujeción
de la responsabilidad solidaria a un plazo de caducidad).
31. En materia tributaria, el principio de legalidad significa que la potestad tributaria del
Estado debe someterse a la Constitución y no sólo a las leyes. Así lo ha expresado este Colegiado al
señalar que “En el ámbito constitucional tributario, el principio de legalidad no quiere decir que la
potestad tributaria por parte del Estado está sometida sólo a las leyes de la materia, sino, antes
bien, que la potestad tributaria se realiza principalmente de acuerdo con lo establecido en la
Constitución (...) La potestad tributaria, por tanto, está sometida, en primer lugar, a la Constitución
y, en segundo lugar, a la ley” (STC 00042-2004-AI/TC, FJ 10).
33. Fluye de autos que la aplicación retroactiva de la Disposición Transitoria Única de la Ley
Nº 28647 contraviene no sólo el principio de irretroactividad de las normas consagrado en los
artículos 103 y 109 de nuestra Constitución, y en el artículo X del Título Preliminar del Código
Tributario, sino también el principio de legalidad, que dispone el sometimiento de la potestad
tributaria a la Constitución y las leyes. Esta violación del principio de irretroactividad de las normas
y, consecuentemente, del principio de legalidad previsto en el artículo 74 de la Constitución, obliga
a este Tribunal a declarar la inconstitucionalidad de la norma sometida a enjuiciamiento.
Las sentencias fundadas recaídas en el proceso de inconstitucionalidad dejan sin efecto las
normas sobre las cuales se pronuncian. Tienen alcances generales y carecen de efectos
retroactivos. Se publican íntegramente en el Diario Oficial El Peruano y producen efectos desde el
día siguiente de su publicación.
35. El mencionado artículo regula este efecto retroactivo de las Sentencias del Tribunal
Constitucional, permitiéndole modular sus decisiones y resolver respecto de las situaciones
jurídicas producidas durante su vigencia, evaluando el entorno económico, jurídico y político, a fin
de que no se perjudiquen intereses superiores respecto a los que se han visto afectados por la ley
inconstitucional.
37. Por ello y a fin de no provocar un desequilibrio presupuestal que termine suscitando
una inestabilidad de mayores proporciones que la provocada por la norma inconstitucional, este
Tribunal considera pertinente declarar que esta sentencia tiene efectos hacia el futuro (ex nunc);
por ende, las obligaciones tributarias de los responsables solidarios extinguidas, en virtud de los
medios contemplados en el Código Tributario o en virtud de resoluciones administrativas o
judiciales firmes emitidas con anterioridad a la presente sentencia, conservan su estado. No
obstante, las obligaciones tributarias de los responsables solidarios que estén pendientes deberán
resolverse conforme a la presente declaratoria de inconstitucionalidad.
VII. FALLO
HA RESUELTO
2. La presente sentencia surte efectos a partir del día siguiente de su publicación, conforme
a lo expuesto en el Fundamento Jurídico 37, supra.
“Precísase que el numeral 2 del artículo 18 del Texto Único Ordenado del Código Tributario,
vigente antes de la sustitución realizada por el artículo 1 de la presente Ley, sólo resultaba
aplicable cuando los agentes de retención o percepción hubieran omitido la retención o
percepción durante el lapso en que estuvo vigente la modificación de dicho numeral efectuada por
el Decreto Legislativo Nº 953”.
Es decir, a partir del entrecruzamiento del derecho constitucional con el derecho procesal
algunos con abrumadora euforia consideran que el derecho procesal constitucional viene a
constituir una creación novedosa, autónoma como ajena a ambos derechos, el material o
sustantivo y el formal o procesal (instrumental), que encontramos en la propia Constitución, sin
advertir como lo dice Juan Monroy Gálvez que la Constitución está conformada, en sus aspectos
fundamentales, por normas instrumentales. Queremos decir así que el proceso constitucional es
tributario del derecho procesal en general, participando de sus instituciones que recogidas dentro
de nuestro derecho positivo interno en el Código Procesal Civil, constituye normatividad supletoria
e integradora como expresamente lo reconoce el artículo IX del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.
7. De lo que acabamos de exponer queda claro que la legitimidad procesal o para obrar es
la identificación que exige que quienes están en el proceso y actúan en él como parte tienen que
ser las personas que conformaron la relación sustantiva o material subyacente, todo esto visto
desde luego desde un orden que podríamos calificar de normal, lo que significa también que
extraordinariamente la ley pueda otorgarle legitimidad para obrar activa a personas distintas a las
que formaron parte de esta relación sustantiva. Significa entonces que la legitimidad procesal
activa extraordinaria necesariamente nace la ley y aleja la posibilidad de llevar al proceso a las
personas que ordinariamente pueden hacer actividad procesal satisfaciendo las exigencias de la
legitimidad procesal ordinaria, es decir cualquier justiciable que considera la necesidad de recurrir
al órgano jurisdiccional en requerimiento de tutela jurídica, persona que por tanto como lo
señalara Peyrano le permite a cualquiera demandar a cualquiera, por cualquier cosa y con
cualquier grado de razón, incluso hasta sin ella extremadamente, lo que significaría y significa que
hay demandas que inician un proceso pero que en la sentencia tendrán que ser rechazadas por
infundadas. Pero recalcamos que cuando la legitimidad para obrar activa es extraordinaria,
necesariamente nace de la ley y por tanto solo pueden ejercitar el derecho de acción quienes
están llamados como demandantes por la propia disposición de la ley. Esta exclusividad que
encierra la aludida legitimidad extraordinaria nace de la propia Constitución Política en el caso de
autos. Hemos dicho concretamente por tanto que cuando la legitimación extraordinaria la
ejercitan personas no llamadas para este encargo, el Juez que admite la demanda se descalifica
para una decisión de fondo al momento de sentenciar.
1. El Presidente de la República;
2. El Fiscal de la Nación;
5. Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones. Si la
norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por ciento de los
ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje no exceda del número
de firmas anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, o los
alcaldes provinciales con acuerdo de su Consejo, en materias de su competencia.
10. Para el caso de los Colegios de Abogados debemos tener en cuenta que la Real
Academia Española ha definido al Abogado como el licenciado o doctor en derecho que ejerce
profesionalmente la dirección y defensa de las partes en todo proceso judicial como labor
mayormente recurrida, siendo el Colegio de Abogados la institución de derecho público interno
con autonomía suficiente que reúne a estos profesionales para la defensa del gremio en todos los
temas referidos al libre ejercicio de la abogacía, correspondiéndole institucionalmente no sólo la
defensa gremial sino el control que la sociedad le encomienda de la conducta de los colegiados
para lo que al crearse se fijan estatutariamente facultades de gobierno y de legislación interna
como administrativa, verbigracia de disciplina, con lo que se quiere decir que el referido Colegio no
es especialista en leyes. Consecuentemente al no tener dicha especialidad específica no puede
indiscriminadamente cuestionar todas o cualquiera ley que da el Congreso de la República.
Entonces los Colegios de Abogados carecen de legitimidad para demandar indiscriminadamente la
inconstitucionalidad de cualquier ley, como en algunos casos suelen pretender. Esto explica que el
numeral 7 del citado artículo 203 de nuestra Constitución, tratándose de los Colegios Profesionales
de Abogados, que existen en todo el territorio nacional, en número aproximado de 28, distinga la
legitimación activa a solo en razón de la “materia de su especialidad”, lo que nos obliga al rechazo -
que puede ser liminar - cuando la ley acusada de inconstitucionalidad por el Colegio de Abogados
demandante no constituye tema de su especialidad. Si bien los Colegios de Abogados agremian
profesionales en derecho, estos no tienen legitimidad para cuestionar todas las leyes o
disposiciones con rango de ley que se encuentran vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sino
solamente aquellas que regulen materias propias de cada una de estas agrupaciones de
profesionales; esto quiere decir que si alguna ley atenta, delimita o contraviene el ejercicio,
autonomía, agremiación, etc. de éstos, podrán cuestionarla puesto que la afectación es directa a
materia de su especialidad, es decir cuando entra el juego de interés colectivo a que se refiere el
profesor Gozaíni.
Artículo 1:
A partir de la vigencia del presente Decreto Ley, los Colegios Profesionales que no sean de
ámbito nacional tendrán una Junta de Decanos.
Artículo 2:
Son atribuciones de las Juntas de Decanos las siguientes:
inciso 1: Coordinar la labor institucional y dirimir los conflictos que pudieran surgir entre
los respectivos Colegios;
inciso 4: Ejercer las demás atribuciones que señale la ley y los estatutos pertinentes.
Artículo 4:
Las Juntas de Decanos que se constituyan conforme a lo dispuesto en el presente Decreto
ley, aprobarán sus respectivos estatutos...
Este Decreto fue reglamentado por el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS, que dispone que
los Colegios Profesionales que no sean de ámbito nacional tengan una Junta de Decanos, y es muy
preciso en su artículo 2 cuando señala:
Por su parte el Estatuto de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú,
aprobado en Asamblea de Instalación de la Junta de Decanos de fecha 25 de junio del 2,003, en su
artículo 1, señala que toma como base legal para su formación las normas antes referidas y en su
artículo 3 y 5 establece que:
Artículo3:
La Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú es el máximo organismo
representativo de la profesión de Abogado, ante los organismos del sector público y privado e
instituciones profesionales, gremiales y de cualquier otra índole, dentro del país y en el exterior.
Artículo 5: (...)
d) Promover, proteger y defender a nivel nacional el libre ejercicio de la profesión de
abogado.
Para este caso sui generis de dispersión de Colegios de Abogados son pues de aplicación el
Decreto Ley Nº 25892, el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS y el Estatuto de la Junta de Decanos a
que me he referido precedentemente. De ellos extraemos en conclusión que es la Junta de
Decanos representada por su Presidente la que tiene representación frente a organismos
nacionales o internacionales, vale decir entonces, que la facultad de demandar ante el Tribunal
Constitucional la inconstitucionalidad de alguna ley, que como tal tiene alcance nacional, recae
precisamente sobre el que Preside la corporación nacional cuando se trata de la especialidad
referida. Es decir, el inciso 7 del artículo 203 de la Constitución Política del Perú exige un
representante nacional por cada profesión puesto que, sin ninguna distinción, la legitimidad
extraordinaria para demandar la inconstitucionalidad sin especialidad la tiene el Presidente de la
República, el Fiscal de la Nación y el Defensor del Pueblo.
Sr.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Sentencia del 19 de enero de 2007
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
Colegio de Abogados del Cono Norte de Lima c.
Congreso de la República
Síntesis:
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Colegio de Abogados del Cono Norte
de Lima contra la Ley Nº 28726, Ley que incorpora y modifica normas contenidas en los artículos
46, 48, 55, 440 y 444 del Código Penal, y el artículo 135 del Código Procesal Penal.
Magistrados firmantes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
MESÍA RAMÍREZ
Sumario
I. Asunto
II. Datos generales
III. Normas cuestionadas
III. Antecedentes
IV. Materias constitucionalmente relevantes
V. Fundamentos
VI. Fallo
Expediente Nº 0014-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DEL CONO NORTE DE LIMA
En Lima, a los 19 días del mes de enero de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Presidente; Gonzales
Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente
sentencia, con el voto singular, adjunto, del magistrado Vergara Gotelli , y el fundamento de voto,
adjunto, del magistrado Alva Orlandini
I. ASUNTO
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por el Decano del Colegio de Abogados del
Cono Norte de Lima contra la Ley Nº 28726, que incorpora y modifica normas contenidas en los
artículos 46, 48, 55, 440 y 444 del Código Penal, y el artículo 135 del Código Procesal Penal.
Demandante : Decano del Ilustre Colegio de Abogados Del Cono Norte de Lima.
LEY Nº 28726 (LEY QUE INCORPORA Y MODIFICA NORMAS CONTENIDAS EN LOS ARTÍCULOS 46, 48,
55, 440 Y 444 DEL CÓDIGO PENAL, Y EL ARTÍCULO 135 DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL
Artículo 1.- Incorpora incisos al artículo 46 del Código Penal, Incorpóranse al artículo 46 del
Código Penal los incisos 12 y 13, con el siguiente tenor:
13. La reincidencia”.
“Artículo 135.-
(...)
2. Que la sanción a imponerse o la suma de ellas sea superior a un año de pena privativa
de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente al delito”.
III. ANTECEDENTES
a.1. Con fecha 8 de junio de 2006, don Jorge Ogres Sausa Cornejo, Decano del Ilustre
Colegio de Abogados del Cono Norte de Lima, en representación de esta institución solicita que se
declare la inconstitucionalidad del texto íntegro de la Ley Nº 28726 (publicada en el diario oficial El
Peruano el 9 de mayo de 2006), que incorpora y modifica normas contenidas en los artículos 46,
48, 55, 440 y 444 del Código Penal, y el artículo 135 del Código Procesal Penal, al incorporar
inconstitucionalmente mediante sus cuatro artículos las figuras de reincidencia y habitualidad al
Código Penal y al Código Procesal Penal, debiendo extenderse esta declaración de
inconstitucionalidad a la Ley Nº 28730 -que modifica el artículo VIII del Título Preliminar, los
artículos 50 y 51 del Código Penal y adiciona un párrafo a su artículo 69-.
a.2. Alega que la mencionada ley al incorporar institutos procesales como la reincidencia y
la habitualidad a efectos de la determinación de la pena, transgrede el derecho constitucional al
debido proceso, por cuanto para determinar la pena en un proceso a un reincidente o un habitual,
la aumenta tomando en consideración hechos por los cuales ya se recibió una pena, lo que atenta
contra el principio ne bis in ídem.
Agrega que, en este caso, es indiscutible que se iniciará un nuevo proceso penal, pero en el
cual no se presumirá la culpabilidad del procesado por el hecho de haber cometido uno o más
delitos dolosos anteriormente, sino que se presumirá su inocencia hasta que se demuestre su
culpabilidad, momento en el cual se configurará, dependiendo de cada caso en concreto, un
supuesto de reincidencia o de habitualidad, que habrán de constituir circunstancias agravantes.
b) Determinar cuáles son los fines que la pena cumple en un Estado social y democrático
de derecho.
V. FUNDAMENTOS
2. En tal sentido, se puede afirmar que un cierto ámbito de las cuestiones jurídicas
fundamentales de la dogmática penal está abierto a la influencia directa del ordenamiento
constitucional; es decir, se encuentra, a la vez, dentro de las fronteras de la Constitución y en
relación directa con la política criminal2. De ahí que, en último término, las bases del derecho
penal y de todas las demás ramas del Derecho, en general, no hay que buscarlas en los códigos o
en las leyes, sino en la Constitución, entendida como orden jurídico fundamental del actual Estado
constitucional democrático.
10. Finalmente, las teorías de la unión sostienen que tanto la retribución como la
prevención general y especial son finalidades de la pena que deben ser perseguidas de modo
conjunto y en un justo equilibrio.
11. Ahora bien, desde una perspectiva constitucional la delimitación de una conducta
como antijurídica, es decir, aquella cuya comisión pueda dar lugar a una privación o restricción de
la libertad personal, sólo será constitucionalmente válida si tiene como propósito la protección de
bienes jurídicos constitucionalmente relevantes (principio de lesividad). Como resulta evidente,
sólo la defensa de un valor o un interés constitucionalmente relevante podría justificar la
restricción en el ejercicio de un derecho fundamental. “Por relevancia constitucional no ha de
entenderse que el bien haya de estar concreta y explícitamente proclamado por la Norma
Fundamental. Eso sí, habría de suponer una negación de las competencias propias del legislador
ordinario. La Constitución contiene un sistema de valores compuesto por los derechos
fundamentales, los derechos de los ciudadanos, aquellos que son necesarios y convenientes para
hacer efectivos los fundamentales y los que simplemente se desprenden como desarrollo de
aquellos. Por otra parte la interpretación que se realice de la Norma Fundamental no ha de ser
estática sino dinámica; esto es adecuada a los cambios sociales y de cualquier otra índole que se
vayan produciendo. De esta manera puede decirse que el derecho penal desarrolla, tutelándolos,
los valores proclamados en la Constitución y los que de ella emanan; puede decirse, en fin, que
detrás de cada precepto penal debe haber un valor con relevancia constitucional”.4
12. En ese sentido, dentro de los límites que la Constitución impone, el legislador goza de
un margen razonablemente amplio para diseñar la política criminal del Estado. Entre tales límites
no sólo se encuentra la proscripción de limitar la libertad personal más allá de lo estrictamente
necesario y en aras de la protección de bienes constitucionalmente relevantes, sino también la de
no desvirtuar los fines del instrumento que dicho poder punitivo utiliza para garantizar la plena
vigencia de los referidos bienes, es decir, no desnaturalizar los fines de la pena. Este Colegiado ya
ha descartado que se conciba a la retribución absoluta como el fin de la pena. Ello, desde luego, no
significa que se desconozca que toda sanción punitiva lleva consigo un elemento retributivo. Lo
que ocurre es que la pretensión de que ésta agote toda su virtualidad en generar un mal en el
penado, convierte a éste en objeto de la política criminal del Estado, negando su condición de
persona humana, y, consecuentemente, incurriendo en un acto tan o más execrable que la propia
conducta del delincuente.
13. Sin embargo, las teorías preventivas, tanto la especial como la general, gozan de
protección constitucional directa, en tanto y en cuanto, según se verá, sus objetivos resultan
acordes con el principio-derecho de dignidad, y con la doble dimensión de los derechos
fundamentales; por consiguiente, serán el mejor medio de represión del delito, el cual ha sido
reconocido por el Constituyente como un mal generado contra bienes que resultan
particularmente trascendentes para garantizar las mínimas condiciones de una convivencia
armónica en una sociedad democrática.
14. Es dentro de este marco constitucional que el Tribunal Constitucional debe emprender
el control constitucional de las disposiciones impugnadas en su constitucionalidad, referidos a las
instituciones de la reincidencia y de la habitualidad.
18. Si se consideran los alcances del texto de la norma, se comprende que la reincidencia
consiste en una calificación de la conducta delictiva, adicional a la calificación ya prevista por el
tipo penal. Esto quiere decir que ante la presunta realización de un delito, el juzgador evalúa, en un
primer momento, si la conducta puede subsumirse en los elementos que conforman el tipo penal;
si se produce dicha subsunción, la conducta es calificada con el nomen iuris que corresponde al
delito (primera calificación). En un segundo momento, el juzgador evalúa nuevamente la conducta
para establecer si califica o no como reincidencia, en función a la existencia de antecedentes del
imputado por cometer anteriormente el mismo delito (segunda calificación). Una vez que se
constata la comisión del delito y su carácter reincidente, se produce la atribución de la sanciones:
una sanción por la comisión per se del delito y la agravación de dicha sanción como consecuencia
de haberse identificado el carácter reincidente de la persona.
20. En la referida sentencia se sostuvo que el principio ne bis in ídem ostenta una doble
configuración: una de carácter material y otra de carácter sustantivo. La primera de ellas alude a la
proscripción de que sobre un mismo sujeto recaigan dos sanciones respecto a un mismo hecho o
conducta sancionable; mientras que la segunda alude a la prohibición de que una persona sea
objeto de dos procesos distintos respecto a un mismo hecho. Siendo que la reincidencia prevé la
posibilidad de agravar la pena por la comisión de un delito en caso de que existan antecedentes de
su anterior consumación, corresponde centrar la atención en la primera configuración del principio
materia de este apartado; esto es, la prohibición de la doble sanción respecto a un mismo hecho.
Este Tribunal la ha desarrollado en el fundamento 3.a de la sentencia recaída en el Exp. Nº 2050-
2002-AA/TC antes mencionada, en los siguientes términos:
21. En su formulación material, el enunciado según el cual «nadie puede ser castigado dos
veces por un mismo hecho», expresa la imposibilidad de que recaigan dos sanciones sobre el
mismo sujeto por una misma infracción, puesto que tal proceder constituiría un exceso del poder
sancionador, contrario a las garantías propias del Estado de derecho. Su aplicación, pues, impide
que una persona sea sancionada o castigada dos (o más veces) por una misma infracción cuando
exista identidad de sujeto, hecho y fundamento.
22. El principio del ne bis in ídem material tiene conexión con los principios de legalidad y
proporcionalidad, ya que si la exigencia de lex praevia y lex certa que impone el artículo 2, inciso
24, ordinal d), de la Constitución obedece, entre otros motivos -como lo ha expresado este
Tribunal en el Caso Encuestas a Boca de Urna, Exp. Nº 0002-2001-AI/TC, fundamento 6- a la
necesidad de garantizar a los ciudadanos un conocimiento anticipado del contenido de la reacción
punitiva o sancionadora del Estado ante la eventual comisión de un hecho antijurídico, tal
cometido garantista devendría inútil si ese mismo hecho, y por igual fundamento, pudiese ser
objeto de una nueva sanción, lo que comportaría una punición desproporcionada de la conducta
antijurídica. Por ello, el elemento consistente en la igualdad de fundamento es la clave que define
el sentido del principio: no cabe la doble sanción del mismo sujeto por un mismo hecho cuando la
punición se fundamenta en un mismo contenido injusto, esto es, en la lesión de en un mismo bien
jurídico o un mismo interés protegido.
23. Con tales alcances, debe enfatizarse que el análisis para determinar si el principio es
objeto de vulneración debe circunscribirse a un solo acto delictivo y a un solo sujeto perpetrador.
Si se constata que sobre el mismo sujeto y respecto a un mismo delito concurren las aplicaciones
de dos penas, se configurará un supuesto de vulneración del principio ne bis in ídem. Pero no será
así en el caso de que se trate de una pena con sanciones múltiples. Desde esta lógica, lo que
comporta la reincidencia es la manera como se ha constatado anteriormente la agravación de la
pena impuesta para un mismo acto delictivo y para un mismo sujeto, sobre la base de valorar la
existencia de antecedentes de comisión del mismo delito en una oportunidad anterior.
24. El primer delito cometido -aquel que es objeto de consideración- no recibe una pena
adicional ni una agravación de ésta; simplemente se toma en consideración para efectos de
graduar la pena que se atribuirá a un acto delictivo distinto. Por su parte, el acto delictivo
reincidente -es decir el acto delictivo perpetrado en un segundo momento- no es tampoco objeto
de una doble imposición de pena, sino de una sola, aquella prevista por el dispositivo que consagra
su tipo penal, aunque agravada como consecuencia de la existencia de antecedentes respecto al
mismo tipo penal. Atendiendo al razonamiento expuesto, este Tribunal considera que la
consagración de la reincidencia como causal genérica agravante de la pena no constituye un
supuesto de afectación al principio ne bis in ídem.
25. El principio de la culpabilidad es uno de los pilares sobre los que descansa el derecho
penal. Concretamente, constituye la justificación de la imposición de penas dentro del modelo de
represión que da sentido a nuestra legislación en materia penal y, consecuentemente, a la política
de persecución criminal, en el marco del Estado constitucional. El principio de culpabilidad brinda
la justificación de la imposición de penas cuando la realización de delitos sea reprobable a quien
los cometió. La reprobabilidad del delito es un requisito para poder atribuir a alguien la
responsabilidad penal de las consecuencias que el delito o la conducta dañosa ha generado.
27. Debe tenerse en cuenta que el principio de culpabilidad se engarza directamente con la
reprobabilidad de una persona por cierto comportamiento, no con la sanción por aquella. La
reprobación acarrea inevitablemente el establecimiento de una pena; evidente, por eso, es que
existe entre ellas una estrecha ligazón. Pero esto no puede llevar a identificar o confundir una con
otra, pues de lo contrario se estaría entrando al terreno del principio ne bis in ídem, que se refiere
al tema de la sanción. La reprobación es una valoración de la conducta que se hace de modo
aislado, mientras que la pena es un acto estatal sancionatorio.
31. Esto es consecuencia del hecho de que solamente puede ser sancionado aquel
comportamiento calificado como reprobable al sujeto que lo realiza. En este aspecto se aprecia la
convergencia entre el principio de legalidad penal y el principio de culpabilidad anteriormente
descrito, que consiste en la calificación de reprobable que debe recaer sobre cierta conducta
humana y su consecuente tipificación, para poder ser objeto de punición estatal. Por ello, al
consagrarse expresamente el principio de legalidad, de modo implícito queda a su vez consagrado
el principio de culpabilidad.
33. Dentro de ellos, el contexto relevante para efectos del cuestionamiento hecho por el
accionante es el de determinación de la pena, es decir, el momento en que el legislador genera
una norma que establece un tipo penal y le impone un cierto tipo de sanción. En este escenario, el
principio de proporcionalidad de las penas es una limitación dirigida al ejercicio de las facultades
legislativas en materia penal, revelada como el equilibrio cuantitativo y cualitativo que debe existir
entre un delito cometido y la pena aplicable prevista por ley.
34. Este principio ha sido descrito en la aludida sentencia (fundamentos 197 y 198) en el
sentido que, en la medida que el principio de proporcionalidad se deriva de la cláusula del Estado
de derecho, éste no sólo comporta una garantía de seguridad jurídica, sino también concretas
exigencias de justicia material. Es decir, impone al legislador que, al momento de establecer las
penas, éstas obedezcan a una justa y adecuada proporción entre el delito cometido y la pena que
se vaya a imponer. El Tribunal Constitucional considera que, en materia de determinación legal de
la pena, la evaluación sobre su adecuación o no debe partir necesariamente de advertir que es
potestad exclusiva del legislador determinar, junto con los bienes penalmente protegidos y los
comportamientos penalmente reprensibles, el tipo y la cuantía de las sanciones penales, la
proporción entre las conductas que pretende evitar, así como las penas con las que intenta
conseguirlo.
35. En efecto, en tales casos el legislador goza, dentro de los límites que establece la
Constitución, de un amplio margen de libertad para determinar las penas, atendiendo no sólo al fin
esencial y directo de protección que corresponde a la norma, sino también a otros fines o
funciones legítimas, como los señalados en el inciso 22) del artículo 139 de la Constitución. En tal
sentido, el principio de proporcionalidad significa que las penas establecidas por el legislador
aplicables a las conductas delictivas no deberían ser tan onerosas que superen la propia gravedad
del delito cometido, ni tan leves que signifiquen una infrapenalización de los delitos y una
desvalorización de los bienes jurídicos protegidos que fueren afectados. Esto siempre en el marco
constitucional de libre configuración que tiene el legislador. De este principio se deriva el principio
de culpabilidad: toda pena debe guardar proporción y correspondencia con el nivel de
reprobabilidad jurídica y social del acto sancionado, es decir, debe sancionar el acto en tanta
dimensión como tan reprobable resulte el acto respecto a la persona responsable.
36. De este modo, el principio de culpabilidad guarda estrecha relación con los principios
de legalidad penal y de proporcionalidad de las penas, derivándose aquél de estos. En tal sentido,
la constitucionalización de los últimos permite afirmar que el principio de culpabilidad se
encuentra constitucionalizado y que es un principio rector de nuestro ordenamiento jurídico.
Corresponde, ahora, establecer si la reincidencia como factor a considerar para establecer la
determinación de la pena vulnera el principio de culpabilidad.
39. Una interpretación constitucional derivada de los artículos 2, inciso 24, literal “f”, 37,
140 y 173 de la Constitución conduce a concluir que el principio de culpabilidad no puede ser
evaluado aisladamente, sino en conjunto con otras conductas que forman parte de los
antecedentes del inculpado, a fin de que se pondere de modo proporcional el nivel de
reprobabilidad que merece el procesado. Por tal argumento, la Ley Nº 28736 que consagra la
reincidencia como agravante genérica, es constitucional.
41. Es evidente que los comportamientos de las personas que se tipifiquen como delitos y
el establecimiento de la pena que corresponda a ellos, constituirá una intervención en los
derechos fundamentales por parte del legislador, por cuanto la Constitución reconoce, por un lado,
el derecho fundamental a la libertad personal (artículo 2, inciso 24) el cual se concreta también en
el hecho de que nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que
ella no prohíbe. Esto no significa, sin embargo, que las intervenciones del legislador o las
restricciones que recaigan en los derechos fundamentales sean ilimitadas o absolutamente
abiertas, sino, por el contrario, que estas deben ser plenamente justificadas -proporcionales-
respecto a la protección de otros derechos fundamentales o de otros bienes o valores
constitucionales.
42. Siendo ello así, se debe aplicar en el control constitucional de los artículos modificados
por la Ley Nº 28726 el principio de proporcionalidad, en su variante de prohibición o interdicción
de exceso, a fin de determinar la legitimidad constitucional de la disposición antes aludida. En
primer lugar, se debe efectuar el análisis a la luz del principio de idoneidad. Este subprincipio exige
que la ley penal, dado que interviene en el derecho a la libertad personal y otros derechos
fundamentales, tiene que ser idónea para la consecución de un objetivo constitucionalmente
legítimo; lo cual exige, de un lado, que ese objetivo sea legítimo; y, de otro, que la idoneidad de la
medida examinada tenga relación con el objetivo, es decir, que contribuya de algún modo con la
protección de otro derecho o de otro bien jurídico relevante.
43. A juicio de este Tribunal, los artículos modificados cumplen con el subprincipio de
idoneidad. En efecto, el legislador ha previsto, a través de tal disposición, un objetivo
constitucionalmente legítimo si se considera que son deberes fundamentales del Estado garantizar
la plena vigencia de los derechos fundamentales de las personas, proteger a la población de las
amenazas contra su seguridad y promover el bienestar general, de acuerdo con el artículo 44 de la
Constitución. Asimismo, es claro que existe una relación fáctica entre la pena establecida para la
reincidencia y el objetivo constitucionalmente legítimo perseguido.
46. En ese sentido, cabe señalar que “[d]os aspectos o exigencias hay que distinguir en el
principio de proporcionalidad de las penas. Por una parte, la necesidad misma de que la pena sea
proporcional al delito. Por otra parte, la exigencia de que la medida de la proporcionalidad se
establezca en base a la importancia social del hecho (a su ‘nocividad social’). (...) un Derecho penal
democrático debe ajustar la gravedad de las penas a la trascendencia que para la sociedad tienen
los hechos a que se asignan, según el grado de ‘nocividad social’ del ataque al bien jurídico”.7
47. La cuestión, por tanto, de si la adjudicación de una pena a una persona reincidente ha
cumplido o no su finalidad, no es una cuestión ajena a la sociedad democrática. Ella tiene un
interés sustancial en conocer si la ejecución de la pena ha cumplido con los objetivos perseguidos
por el inciso 22) del artículo 139 de la Constitución. En definitiva, el Tribunal es de la opinión que la
intervención del legislador en el derecho a la libertad personal, a través de las disposiciones
modificatorias en la Ley Nº 28726, no infringe el principio de proporcionalidad, en su variante de
prohibición o interdicción de exceso; por lo que dicha ley ha de ser considerada como
constitucionalmente legítima.
49. Otras objeciones que se han formulado es que representa una característica propia del
autor, que incide en su modo de vida, sin que esto signifique la existencia de un hábito en relación
a un delito en particular o un conjunto de delitos, sino una propensión al delito en general, en la
que basta que varios ilícitos independientes entre sí puedan ser atribuidos a un solo autor en un
determinado periodo. En términos conceptuales se sostiene que la habitualidad encarna una
reminiscencia a un derecho penal de autor, donde la valoración jurídicopenal trasciende el hecho
como aspecto nuclear de la imputación, y se traslada a un hombre delincuente (uomo
delinquente), penetrando en la esfera profunda de su personalidad y enjuiciando negativamente
su conducción de vida en sociedad, al tratarse de un sujeto que revela significativa “peligrosidad”
para los intereses sociales comunitarios.
52. El Tribunal Constitucional disiente del argumento del demandante porque, en primer
lugar, no es el Código Penal el parámetro de validez constitucional sino la Ley Fundamental, por
más que aquél incorpore determinados principios jurídicos. En segundo lugar porque, a juicio de
este Colegiado, la habitualidad no necesariamente supone que el juzgador penal ingrese en el
ámbito de la personalidad del autor, castigando con una mayor pena el modo de vida del autor,
que genere un riesgo a la tranquilidad y seguridad de los ciudadanos. Y es que no debe olvidarse
que la reeducación, la reincorporación y la resocialización, previstas en el artículo 139, inciso 22,
no son los únicos fines de la pena, como se ha señalado en el fundamento 13 de la presente
sentencia, sino que es también obligación del Estado proteger otros bienes constitucionales, entre
ellos, la seguridad de los ciudadanos, tal como manda el artículo 44 de la Constitución.
VI. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
MESÍA RAMÍREZ
2. La demanda en mención interpuesta por el Colegio de Abogados del Cono Norte de Lima
fue admitida a trámite por este colegiado según resolución de fecha 06 de octubre del 2006, en la
que obviamente se admiten como válidos los argumentos del actor que dicen del cumplimiento de
las exigencias de concurrencia de los correspondientes presupuestos procesales y condiciones de
la acción. Si bien en la aludida resolución intervine admitiendo a trámite la referida demanda por
considerar que el Colegio de Abogados demandante tenía la legitimidad para obrar activa
extraordinaria, luego de un exhaustivo análisis he llegado a la conclusión que dicha cualidad no le
asiste para cuestionar todo tipo de ley en todos los casos, por las razones que a continuación
fundamento.
Es decir, a partir del entrecruzamiento del derecho constitucional con el derecho procesal
algunos con abrumadora euforia consideran que el derecho procesal constitucional viene a
constituir una creación novedosa, autónoma como ajena a ambos derechos, el material o
sustantivo y el formal o procesal (instrumental), que encontramos en la propia Constitución, sin
advertir como lo dice Juan Monroy Gálvez que la Constitución está conformada, en sus aspectos
fundamentales, por normas instrumentales. Queremos decir así que el proceso constitucional es
tributario del derecho procesal en general, participando de sus instituciones que recogidas dentro
de nuestro derecho positivo interno en el Código Procesal Civil, constituye normatividad supletoria
e integradora como expresamente lo reconoce el artículo IX del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.
7. De lo que acabamos de exponer queda claro que la legitimidad procesal o para obrar es
la identificación que exige que quienes están en el proceso y actúan en él como parte tienen que
ser las personas que conformaron la relación sustantiva o material subyacente, todo esto visto
desde luego desde un orden que podríamos calificar de normal, lo que significa también que
extraordinariamente la ley pueda otorgarle legitimidad para obrar activa a personas distintas a las
que formaron parte de esta relación sustantiva. Significa entonces que la legitimidad procesal
activa extraordinaria necesariamente nace la ley y aleja la posibilidad de llevar al proceso a las
personas que ordinariamente pueden hacer actividad procesal satisfaciendo las exigencias de la
legitimidad procesal ordinaria, es decir cualquier justiciable que considera la necesidad de recurrir
al órgano jurisdiccional en requerimiento de tutela jurídica, persona que por tanto como lo
señalara Peyrano le permite a cualquiera demandar a cualquiera, por cualquier cosa y con
cualquier grado de razón, incluso hasta sin ella extremadamente, lo que significaría y significa que
hay demandas que inician un proceso pero que en la sentencia tendrán que ser rechazadas por
infundadas. Pero recalcamos que cuando la legitimidad para obrar activa es extraordinaria,
necesariamente nace de la ley y por tanto sólo pueden ejercitar el derecho de acción quienes
están llamados como demandantes por la propia disposición de la ley. Esta exclusividad que
encierra la aludida legitimidad extraordinaria nace de la propia Constitución Política en el caso de
autos. Hemos dicho concretamente por tanto que cuando la legitimación extraordinaria la
ejercitan personas no llamadas para este encargo, el Juez que admite la demanda se descalifica
para una decisión de fondo al momento de sentenciar.
1. El Presidente de la República;
2. El Fiscal de la Nación;
5.Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones. Si la
norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por ciento de los
ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje no exceda del número
de firmas anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, o los
alcaldes provinciales con acuerdo de su Consejo, en materias de su competencia.
10. Para el caso de los Colegios de Abogados debemos tener en cuenta que la Real
Academia Española ha definido al Abogado como el licenciado o doctor en derecho que ejerce
profesionalmente la dirección y defensa de las partes en todo proceso judicial como labor
mayormente recurrida, siendo el Colegio de Abogados la institución de derecho público interno
con autonomía suficiente que reúne a éstos profesionales para la defensa del gremio en todos los
temas referidos al libre ejercicio de la abogacía, correspondiéndole institucionalmente no sólo la
defensa gremial sino el control que la sociedad le encomienda de la conducta de los colegiados
para lo que al crearse se fijan estatutariamente facultades de gobierno y de legislación interna
como administrativa, verbigracia de disciplina, con lo que se quiere decir que el referido Colegio no
es especialista en leyes. Consecuentemente al no tener dicha especialidad específica no puede
indiscriminadamente cuestionar todas o cualquiera ley que da el Congreso de la República.
Entonces los Colegios de Abogados carecen de legitimidad para demandar indiscriminadamente la
inconstitucionalidad de cualquier ley, como en algunos casos suelen pretender. Esto explica que el
numeral 7 del citado artículo 203 de nuestra Constitución, tratándose de los Colegios Profesionales
de Abogados, que existen en todo el territorio nacional, en número aproximado de 28, distinga la
legitimación activa a solo en razón de la “materia de su especialidad”, lo que nos obliga al rechazo -
que puede ser liminar - cuando la ley acusada de inconstitucionalidad por el Colegio de Abogados
demandante no constituye tema de su especialidad. Si bien los Colegios de Abogados agremian
profesionales en derecho, éstos no tienen legitimidad para cuestionar todas las leyes o
disposiciones con rango de ley que se encuentran vigentes en nuestro ordenamiento jurídico, sino
solamente aquellas que regulen materias propias de cada una de estas agrupaciones de
profesionales; esto quiere decir que si alguna ley atenta, delimita o contraviene el ejercicio,
autonomía, agremiación, etc. de éstos, podrán cuestionarla puesto que la afectación es directa a
materia de su especialidad, es decir cuando entra el juego de interés colectivo a que se refiere el
profesor Gozaíni.
Artículo 1:
A partir de la vigencia del presente Decreto Ley, los Colegios Profesionales que no sean de
ámbito nacional tendrán una Junta de Decanos.
Artículo 2:
Son atribuciones de las Juntas de Decanos las siguientes:
inciso 1: Coordinar la labor institucional y dirimir los conflictos que pudieran surgir entre
los respectivos Colegios;
inciso 4: Ejercer las demás atribuciones que señale la ley y los estatutos pertinentes.
Artículo 4:
Las Juntas de Decanos que se constituyan conforme a lo dispuesto en el presente Decreto
ley, aprobarán sus respectivos estatutos...
Este Decreto fue reglamentado por el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS, que dispone que
los Colegios Profesionales que no sean de ámbito nacional tengan una Junta de Decanos, y es muy
preciso en su artículo 2 cuando señala:
Por su parte el Estatuto de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú,
aprobado en Asamblea de Instalación de la Junta de Decanos de fecha 25 de junio del 2,003, en su
artículo 1, señala que toma como base legal para su formación las normas antes referidas y en su
artículo 3 y 5 establece que:
Artículo 3:
La Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú es el máximo organismo
representativo de la profesión de Abogado, ante los organismos del sector público y privado e
instituciones profesionales, gremiales y de cualquier otra índole, dentro del país y en el exterior.
Para este caso sui generis de dispersión de Colegios de Abogados son pues de aplicación el
Decreto Ley Nº 25892, el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS y el Estatuto de la Junta de Decanos a
que me he referido precedentemente. De ellos extraemos en conclusión que es la Junta de
Decanos representada por su Presidente la que tiene representación frente a organismos
nacionales o internacionales, vale decir entonces, que la facultad de demandar ante el Tribunal
Constitucional la inconstitucionalidad de alguna ley, que como tal tiene alcance nacional, recae
precisamente sobre el que Preside la corporación nacional cuando se trata de la especialidad
referida. Es decir, el inciso 7 del artículo 203 de la Constitución Política del Perú exige un
representante nacional por cada profesión puesto que, sin ninguna distinción, la legitimidad
extraordinaria para demandar la inconstitucionalidad sin especialidad la tiene el Presidente de la
República, el Fiscal de la Nación y el Defensor del Pueblo.
Sr.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI
2. Por otra parte, no se puede -bajo ningún banal argumento- dejar de cumplir el texto
claro y expreso del artículo 106 del Código Procesal Constitucional, conforme al cual
La demanda, en este caso, fue admitida por resolución de fecha 6 de octubre de 2006; y,
por lo tanto, el proceso sólo termina por sentencia.
3. Es verdad que el artículo IX del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional
establece que en caso de vacío o defecto son de aplicación supletoria los Códigos Procesales afines
a la materia, siempre que no contradigan los fines de los procesos constitucionales y los ayuden a
su mejor desarrollo. Pero no es aceptable, por ende, que se pretenda invocar tal precepto para
desintegrar el proceso constitucional, ni para esquivar un pronunciamiento sobre el fondo de la
pretensión, pues existen normas claras, expresas, específicas e inequívocas. No hay vacío ni
defecto en el procedimiento constitucional.
Hay más: en el supuesto negado de que pudiera aplicarse el Código Procesal Civil, los
artículos 171 a 177 de éste regulan los principios de legalidad y trascendencia de la nulidad, de
convalidación, subsanación o integración, de extensión de la nulidad, de inadmisibilidad o
improcedencia y oportunidad y trámite de la nulidad.
b. La Comisión Revisora que elaboró el proyecto de Código Penal fue integrada por los
Senadores Javier Alva Orlandini, Luis Gazzolo Miani y Absalón Alarcón Bravo de Rueda; los
Diputados Gilberto Cabanillas Barrantes, Eduardo López Therese y José Baffigo Torre; el
representante del Poder Judicial Carlos Espinoza Villanueva; el representante del Ministerio Público
Pedro Méndez Jurado; el representante del Ministerio de Justicia Juan M. Portocarrero Hidalgo; el
representante del Colegio de Abogados de Lima Luis A. Bramont Arias; y el representante de la
Federación Nacional de Colegios de Abogados del Perú.
5. La Exposición de Motivos del Código Penal, elaborado en sólo cuatro meses, en cuanto a
Reincidencia y Habitualidad, expresa que
“Resulta imperativo connotar las razones principales por las que la Comisión Revisora
decidió proscribir del Proyecto de Código Penal los institutos penales de la reincidencia y la
habitualidad. Hoy no resulta válido, en verdad, conservar en nuestro ordenamiento jurídico estas
formas aberrantes de castigar que sustentan su severidad en el modo de vida de un individuo
(derecho penal de autor). La Comisión Revisora estima que carece de lógica, humanidad y sentido
jurídico el incremento sustantivo de la pena correspondiente a un nuevo delito, vía la reincidencia
o la habitualidad, sin otro fundamento que la existencia de una o varias condenas precedentes, por
lo demás debidamente ejecutadas.”
Los delincuentes atentan contra servicios y bienes públicos, sustrayendo materiales de las
instalaciones eléctricas, telefónicas y del agua potable y lo buzones de los desagües, sin recibir el
condigno castigo; y otros atentan repetidamente contra las comunicaciones públicas con
impunidad. Tales modalidades delictivas requieren de la sanción prevista en la Ley Nº 28726 y,
además, obviamente, de la diligente acción policial y de la intervención de los magistrados del
Ministerio Público y del Poder Judicial. Al Estado le corresponde adoptar las disposiciones legales y
financieras para que en los establecimientos carcelarios se cumpla efectivamente el principio de
que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
penado a la sociedad, como lo dispone el artículo 139-22 de la Constitución.
10. Desde hace dos décadas los criminólogos denuncian que dos de cada tres reclusos
están sin sentencia. Esa situación se trató de remediar mediante la modificación del proceso penal.
Para tal efecto propuse en el Senado se delegara facultades legislativas en el Poder Ejecutivo y,
como consecuencia, se aprobó la Ley Nº 25281, de 30 de octubre de 1990. La respectiva Comisión
Revisora, que me honré en presidir, elaboró diligentemente el proyecto, que fue promulgado como
Código Procesal Penal por Decreto Legislativo Nº 638, de 27 de abril de 1991, pero se dispuso su
vigencia a partir del 01 de mayo de 1992, salvo los artículos 2, 135, 136, 138, 143, 145 y 182 a 188
que entraron en vigencia desde el día siguiente a su publicación. Posteriormente, el Decreto Ley Nº
25461, de 29 de abril de 1992, aplazó la vigencia parcial de ese Código hasta el 29 de abril de 1994;
y el Decreto Ley Nº 26299, de 30 de abril de 1994, suspendió la vigencia de tales disposiciones,
sine die. De acuerdo a las órdenes de la dictadura, y por incuria del Ministerio Público y del Poder
Judicial, la reforma del proceso penal quedó diferida. Se arguyó que los Fiscales y los Jueces no
estaban debidamente capacitados para sustituir el sistema inquisitivo por el acusatorio.
11. Quince años después el argumento aún subsiste. El nuevo Código Penal, promulgado
por Decreto Legislativo Nº 957, de 29 de julio de 2004, ha empezado a aplicarse paulatinamente y
se espera que aligere la justicia penal.
12. Sin embargo, los resultados de la novísima legislación procesal penal no se alcanzarán
si el Ministerio Público y el Poder Judicial no disponen de los recursos humanos y logísticos para
ese propósito.
S.
ALVA ORLANDINI
LIMA
COLEGIO DE ARQUITECTOS DEL PERÚ
En Lima, a los 21 días del mes de enero de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Presidente; Gonzales
Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez,
pronuncia la siguiente sentencia
I. ASUNTO
Ordenanza 105-MDLM
Ordenanza 122-MDLM
IV. ANTECEDENTES
1. Argumentos de la demanda
Con fecha 12 de junio de 2006, el Colegio de Arquitectos del Perú interpone demanda de
inconstitucionalidad contra las Ordenanzas 105-MDLM y 122-MDLM emitidas por la Municipalidad
Distrital de La Molina y publicadas en el diario oficial El Peruano con fechas 16 de junio de 2005 y 7
de enero de 2006, respectivamente.
El apoderado, Decano Nacional Arquitecto Pablo Alberto Velarde Andrade, manifiesta que
las normas impugnadas establecen una prohibición inconstitucional, afectando de manera grave el
ejercicio profesional de los arquitectos dedicados a la construcción, así como sus derechos
constitucionales. En ese sentido, fundamenta su demanda conforme a los siguientes argumentos:
a) Las Ordenanzas cuestionadas vulneran el derecho de petición (artículo 2, inciso 20 de la
Constitución), dado que, al declararse la suspensión de recepción de solicitudes relativas al
otorgamiento de licencias y procedimientos administrativos conexos, impide de forma absoluta su
ejercicio.
El alcalde de la Municipalidad Distrital de La Molina, José Luis Dibós Vargas Prada, solicita
que la demanda sea declara infundada en todos sus extremos alegando que:
b) Las normas cuestionadas tienen una vigencia temporal, por lo que sus efectos cesarán
en el momento en que la Municipalidad Metropolitana de Lima apruebe el reajuste del Plano de
Zonificación que se ha presentado. En tal sentido lo que se busca es el bien común de los vecinos,
otorgándoles la posibilidad de vivir en una distrito residencial y ecológico, así como de impedir que
se vulneren los derechos a la vida, libre desarrollo y bienestar de las personas, a elegir su lugar de
residencia, a la paz, tranquilidad, así como a gozar de un ambiente equilibrado.
c) Respecto de la violación del derecho de petición que tal vulneración no existe ya que las
ordenanzas impugnadas son de aplicación temporal, hasta que se apruebe el Reajuste del Plano de
Zonificación que se ha diseñado tomando en cuenta los elementos materia de estudio de parte de
las autoridades del municipio, con la participación de los vecinos del distrito. De igual manera,
refiere que debe tenerse en cuenta que la suspensión materia de las ordenanzas no es total, sino
para aquellos casos en los que la Municipalidad Metropolitana de Lima viene efectuando cambios
sustanciales de zonificación en forma particular, sin considerar la propuesta presentada por su
representada, y vulnerando los derechos individuales de las personas. En tal sentido, afirma que la
suspensión se ha producido en aquellos casos donde se ha procedido a cambios de zonificación no
justificables, por lo que las peticiones que se ajustan a la actual norma que regula la zonificación en
el distrito de La Molina recogida en la Ordenanza 198-99 no se encuentran comprendidas en dicha
suspensión.
FUNDAMENTOS
2. Cabe tener presente también que dicho proceso es esencialmente objetivo, y que en él
se realiza un juicio de compatibilidad abstracto entre dos normas de distinta jerarquía: por un lado
la Constitución, como parámetro de control, y por otro la ley o la norma con rango de ley, que es la
norma objeto o materia de control; sin embargo, ello no quiere decir que este proceso no tenga
una dimensión subjetiva, dado que uno de los fines esenciales de los procesos constitucionales es
el de garantizar la supremacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
fundamentales (artículo II del Código Procesal Constitucional). En ese sentido, corresponde al juez
constitucional tener presente ambas dimensiones, dado que no es posible la negación de una de
tales dimensiones, para preservar la otra, pues de ocurrir aquello, el resultado siempre afectará a
la Constitución.
El bloque de constitucionalidad
- Las fuentes normativas con rango de ley (F.16), entre las cuales considera a la ley de
reforma constitucional, a la ley ordinaria, a la Ley de Presupuesto de la República, a la Ley de la
Cuenta General de la República y a la ley orgánica; del mismo modo, a las resoluciones legislativas
que representan la excepción a la característica de generalidad de la ley (F. 17), para lo cual,
conforme a lo expuesto en el artículo 102.1 de la Constitución, se recurre a los artículos 72, 75 y 76
del Reglamento del Congreso.
- Los tratados (F. 18. y ss.), conforme a lo dispuesto en los artículos 55, 56 y 57 de la
Constitución y conforme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de aquélla.
- El reglamento del Congreso (F. 23), por disposición del artículo 94 de la Constitución.
- Los decretos de urgencia (F. 26), de acuerdo al contenido del artículo 118.19. de la Norma
Fundamental.
(...) una hipótesis de infracción indirecta, el parámetro de control, esto es, la norma de
referencia a partir de la cual el Tribunal evaluará la validez de la ley cuestionada, está integrado por
la Constitución, pero también por todas las leyes a las que esta confirió la capacidad de limitar a
otras normas de su mismo rango.
Recordando, además, en el F. 129, como se precisó en la STC 0041-2004-AI/TC y en la STC
0033-2005-PI/TC, que, efectivamente,
Por esta razón tales normas forman parte del denominado bloque de constitucionalidad,
aunque no por ello gozan del mismo rango que la lex legum, pues, en tales supuestos, las normas
delegadas actuarán como normas interpuestas; de ello se concluye que su disconformidad con
otras normas de su mismo rango que sean impugnadas a través de un proceso de
inconstitucionalidad, acarreará su invalidez (STC 0033-2005-PI/TC, F. 6).
Como se puede apreciar a simple vista, en el primer párrafo se ha aumentado la frase “(...)
ingresadas o por ingresarse (...)” respecto de las solicitudes relativas al otorgamiento de licencias
de obra y de apertura de establecimientos comerciales, industriales y de servicios; y, del mismo
modo, se ha sido añadido el segundo párrafo.
10. De otro lado, a pesar de que la parte demandante ha propuesto que el examen de
constitucionalidad de las normas impugnadas se realice desde la perspectiva del análisis de los
derechos fundamentales, este Colegiado considera que previamente, debe tenerse en cuenta el
principio de libertad contenido en el artículo 2.24.a. de la Constitución, como principio
fundamental de nuestro ordenamiento constitucional.
11. Así, del artículo 2.2.4.a. de la Constitución, que expresamente establece que “Toda
persona tiene derecho (...) A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia: (...) Nadie
está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”, este
Colegiado observa que se ha establecido una reserva de ley ordinaria - que se caracteriza por ser
general y abstracta-, y que por sus propias características vincula tanto a los poderes públicos
como a los órganos constitucionales autónomos y a todos los ciudadanos del Estado peruano; en
consecuencia, no puede pretenderse a través de una ordenanza municipal, cuya eficacia está
limitada y circunscrita al ámbito territorial sobre el que la corporación municipal la emite, ejerce su
jurisdicción administrativa.
12. Esta reserva de ley impone la obligación de que cualquier regulación que pueda afectar
o incidir en los derechos fundamentales, incluso de manera indirecta, debe ser objeto exclusivo y
excluyente de ley general y no de fuentes normativas de igual o inferior jerarquía. En ese sentido,
cumple además una función de garantía individual al fijar límites a las posibles intromisiones
arbitrarias del Estado, en los espacios de libertad de los ciudadanos.
13. A todo ello cabe agregar que el principio de reserva de ley también ha sido recogido en
el artículo 30. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, cuando establece que:
“Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta Convención, al goce y ejercicio de los
derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser aplicadas sino conforme a las leyes
que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido
establecidas”.
15. Por otro lado corresponde precisar también que para ello la municipalidad emplazada
debe tomar en cuenta la zonificación anteriormente aprobada, respecto de los terrenos de su
circunscripción territorial; sin embargo, existen dos supuestos que este Colegiado considera
necesario tener en cuenta, a fin que la municipalidad emplazada no sólo cumpla con los fines
constitucionales y legales que le han sido asignados, sino también para que no afecte los derechos
fundamentales de los ciudadanos o a la seguridad jurídica, a través de la prestación de los servicios
que le corresponden.
En el segundo caso, tratándose de nuevas áreas que pretenden habilitarse y que no tienen
una zonificación determinada, no resulta válido establecer una prohibición a través de una
ordenanza municipal distrital, puesto que ello podría colisionar con una atribución establecida por
la Ley Orgánica de Municipalidades a favor de una corporación distinta, a tenor de los acápites
79.1.1. y 79.1.2.; en consecuencia, en tanto no se hayan aprobado el Plan de Acondicionamiento
Territorial de nivel provincial, que identifique las áreas urbanas y de expansión urbana, así como
las áreas de protección o de seguridad por riesgos naturales; las áreas agrícolas y las áreas de
conservación ambiental; o el Plan de Desarrollo Urbano, el Plan de Desarrollo Rural, el Esquema de
Zonificación de áreas urbanas, el Plan de Desarrollo de Asentamientos Humanos y demás planes
específicos de acuerdo con el Plan de Acondicionamiento Territorial, en todos los casos, por la
municipalidad provincial competente, no será posible realizar ninguna gestión u obra sobre los
terrenos que no han sido comprendidos en los planes precitados.
A mayor abundamiento, debe tenerse en cuenta que el órgano competente para dicho
trámite es la Municipalidad Metropolitana de Lima, conforme a los artículos 154 y 155 de la Ley
Orgánica de Municipalidades, ya que el primero de ellos, desarrollando el artículo 198 de la
Constitución, dispone que “La Municipalidad Metropolitana de Lima ejerce jurisdicción, en las
materias de su competencia, sobre las municipalidades distritales ubicadas en el territorio de la
provincia de Lima. Se rigen por las disposiciones establecidas para las municipalidades distritales
en general, en concordancia con las competencias y funciones metropolitanas especiales, con las
limitaciones comprendidas en la presente ley y las que se establezcan mediante ordenanza
metropolitana”, mientras que el segundo refiere que las disposiciones de la Ley Orgánica de
Municipalidades también se aplican a la Municipalidad Metropolitana de Lima, así como a las
municipalidades distritales de su jurisdicción, en todo aquello que no se oponga a lo expresamente
regulado en la parte pertinente de la Ley Orgánica de Municipalidades.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
Asunto:
Magistrados presentes:
LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
Expediente Nº 0019-2006-PI/TC
LIMA
ISIDRO PASCUAL HINOJOSA CHAMBI
Y MÁS DE CINCO MIL CIUDADANOS
En Lima, a los 14 días del mes de marzo de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Presidente; Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia.
I. ASUNTO
Demandante: Isidro Pascual Hinojosa Chambi y más de cinco mil ciudadanos. Normas
sometidas a control: Ordenanza Municipal Nº 373-2006-MPA expedida por la Municipalidad
Provincial de Arequipa, que regula de manera transitoria el funcionamiento de los mercados
mayoristas en la ciudad de Arequipa.
Norma constitucional cuya vulneración se alega: Artículo 2, incisos 11), 14), 15) y 22), así
como los artículos 61 y 62 de la Constitución.
“(...)
ARTÍCULO PRIMERO: RATIFÍQUESE el funcionamiento como Mercado Mayorista al
denominado “MERCADO MAYORISTA DE RIO SECO”, ubicado en el distrito de Cerro Colorado y
DECLÁRESE como Mercado Mayorista de Tubérculos (papas y productos similares) al denominado
“MERCADO MAYORISTA DE TUBERCULOS DEL SUR”, ubicado en la Av. Pérez de Cuéllar s/n, Distrito
de J.D. Hunter, provincia y departamento de Arequipa.
ARTICULO SEGUNDO: Disponer que los camiones y demás vehículos que ingresen a la
ciudad de Arequipa con productos del rubro “frutas”, se dirijan directamente hacia el Mercado
Mayorista de Río Seco. De igual forma, todos los vehículos que ingresen a la ciudad de Arequipa
con productos del rubro “tubérculos”, se dirijan directamente al Mercado Mayorista de Tubérculos
del Sur. Únicos lugares autorizados para la carga, descarga y comercialización mayorista, para su
posterior distribución a los mercados zonales y demás puestos de venta minorista.
ARTICULO TERCERO: Prohibir el ingreso y/o circulación de vehículos, que transporten más
de 3.000.00 (tres mil) kilos de productos del rubro “frutas” y/o “tubérculos”, que se dirijan a
lugares distintos a los señalados en el Artículo anterior.
ARTICULO CUARTO: Todo vehículo que transporte más de 3.000.00 kilos de productos del
rubro “frutas”, deberá dirigirse directamente al Mercado Mayorista de Río Seco, por las siguientes
rutas:
- Los que ingresen a la ciudad de Arequipa por el sector del kilómetro 48, deberán dirigirse
por la carretera Variante de Uchumayo - Vía de Evitamiento hacia el Mercado Mayorista de Río
Seco.
- Los que ingresen a la ciudad de Arequipa por la carretera a Puno pista Yura - Vía de
Evitamiento Av. Metropolitana - Mercado Mayorista.
- Por Cayma Carretera de Chivay y Charcani - Av. Ramón Castilla - 20 de Abril - Ramón
Castilla - Bolognesi - Mariano Melgar - Pancho Fierro - Cruce Puente Estribo - Calle Nº 1 -
Urbanización Cerro Colorado - Av. Pumacahua - Av. Aviación - Vía de Evitamiento - Av.
Metropolitana - Mercado Mayorista.
ARTICULO QUINTO: Todo vehículo que transporte más de 3.000.00 kilos de productos del
rubro “tubérculos”, deberá dirigirse directamente al “Mercado Mayorista de Tubérculos del Sur”,
por las siguientes rutas:
- De la Costa: Variante de Uchumayo y/o Tiabaya - Av. M. Forga - Av. Eduardo de Romañana
- Av. Ernesto Gunther - Av. J.L. Bustamante y Rivero - Mercado Mayorista.
Por Cayma: Carretera que viene de Chivay y Charcani - vía troncal de la Urb. Rafael
Belaúnde de Cayma Mzs. J-I-K-C-E-D- cruza torrentera vía de ENACE - Sector 7 linderos con sectores
9 y 10 - vía Urb. Deán Valdivia-Sector 8 con lindero 13 - vía sector 5-4 con lindero sector 13 - vía
sector 3 con lindero terrenos eriazos - vía sector 2 con lindero Asoc. 28 de Julio Mz. W y vía sector
2 con lindero Asoc. Sol de Oro - vía sector 2 linderos terrenos CORPAC Cono de vuelo - cruza
puente vía PP.JJ.V.A. Belaúnde del distrito de Cerro Colorado-Huallaga - Av. Aviación - Vía
Evitamiento - Variente de Uchumayo - Av. M. Forga - Av. Eduardo de Romaña - Av. Ernesto Gunther
- Av. J. L. Bustamante y Rivero - Mercado Mayorista.
- De Omate y distritos zona sur de Arequipa: carretera que se dirige a la cárcel - H. Zevallos
Gámez: Av. Jesús - Av. Simón Bolívar - Av. San Fernando - pueblo tradicional de Socabaya - Badén
sobre el río Socabaya - Av. Salaverry - calle 1 Av. Independencia - Los Geranios - Atahualpa - Av. Las
Peñas - Av. Francisco Mostajo - Zegarra Ballón - Av. J.L. Bustamante y Rivero - Mercado Mayorista.
- Por Chiguala: Balneario de Jesús - Prolongación Av. Jesús - Av. La Colonial - Av. Kennedy -
Av. Guardia Civil - Av. Hartley - Av. La Cultura - Prolongación. Andrés Avelino Cáceres - Rotonda - Av.
Cementerio - Av. Las Peñas - Av. Francisco Mostajo - E. Zegarra Ballón - Av. J. L. Bustamante y Rivero
- Mercayo Mayorista.
AL TRANSPORTISTA:
Sanción 0.14: Muy Grave: Imposición de Papeleta equivalente al pago de una (1) Unidad
Impositiva Tributaria (UIT), por prestar servicio de transporte de mercancías o carga por vías
urbanas distintas a las determinadas por la presente Ordenanza.
b. AL CONDUCTOR:
Sanción R.9: Muy Grave: Imposición de Papeleta equivalente al pago de multa de 0.20 de la
Unidad Impositiva Tributaria (UIT), por conducir vehículos de transporte de mercancías o carga por
vías urbanas distintas a las determinadas por la Autoridad Municipal.
IV. ANTECEDENTES
1. Demanda
1. Con fecha 29 de agosto de 2006, Isidro Pascual Hinojosa Chambi, Presidente y
Representante Legal de la Asociación de Comerciantes y Productores Mi Mercado, y más de cinco
mil ciudadanos, interponen la presente demanda solicitando que se declare la inconstitucionalidad
de la Ordenanza Municipal Nº 373-2006-MPA, expedida por la Municipalidad Provincial de
Arequipa, por considerar que viola el artículo 2, incisos 11 (libertad de tránsito), 14 (contratar con
fines lícitos), 15 (libertad de trabajo) y 22 (goce de un ambiente equilibrado y adecuado al
desarrollo de la vida), así como los artículos 61 (libre competencia) y 62 (libertad de contratar) de
la Constitución.
- En ese sentido, señala que la norma cuestionada al establecer en su artículo segundo que
los camiones y demás vehículos que ingresen a la ciudad de Arequipa con productos del rubro
“frutas” y “tubérculos” se dirijan directamente hacia el Mercado Mayorista de Río Seco y al
Mercado Mayorista de Tubérculos del Sur, respectivamente, viola su derecho de libertad de trabajo
toda vez que impide la libre elección para dedicarse a la comercialización de dichos productos en
cualquier mercado.
- Asimismo, advierte que tanto la disposición contenida en el artículo segundo así como la
del artículo tercero de la ordenanza impugnada violan la libertad de tránsito puesto que prohíbe el
transporte de los productos por cualquier parte del territorio de la ciudad de Arequipa, más aún,
establece una ruta determinada para el transporte de frutas y tubérculos.
- Por último, en el escrito de la demanda también se alega violación del derecho a gozar de
un ambiente equilibrado y adecuado, toda vez que en el lugar donde se encuentra ubicado el
Mercado Mayorista de Tubérculos del Sur se ha producido una contaminación ambiental;
asimismo, este Mercado no cumple con los requisitos mínimos que permiten la preservación de la
salud.
2. Contestación de la demanda
- Sostiene que las normas cuestionadas han sido expedidas a la luz de la Constitución y en
fiel cumplimiento de las formalidades legales y técnicas establecidas por la Ley Orgánica de
Municipalidades.
V. FUNDAMENTOS
§1. Petitorio
§2. Sobre los presupuestos formales para evaluar la constitucionalidad de la norma objeto
de control
En ese sentido, resulta correcto que a través del presente proceso se esté evaluando la
constitucionalidad de la Ordenanza Municipal Nº 373-2006-MPA expedida por la Municipalidad
Provincial de Arequipa, guiados por el objetivo fundamental de defensa de la Constitución frente a
infracciones contra su jerarquía normativa, tal como lo establece el artículo 75 del Código Procesal
Constitucional.
5. Sin embargo, para que la función de control de constitucionalidad pueda ser ejercida
eficazmente se requiere que el actor que promueve la demanda de inconstitucionalidad plantee
con claridad cuál es la norma o cuáles son las normas que cuestiona. Es el caso que el recurrente
peticiona la declaratoria de inconstitucionalidad de la Ordenanza Municipal Nº 373-2006-MPA,
pero también en el escrito de su demanda solicita que se declare la inconstitucionalidad de la
Ordenanza Municipal Nº 145-2002-MPA, sin embargo, del análisis de autos se deja entrever
claramente que las normas supuestamente violatorias de la ley fundamental son las que se
encuentran contenidas en la primera ordenanza mencionada, por lo que centraremos el examen
de control de constitucionalidad únicamente en el contenido dispositivo de dichas normas.
9. Por tanto, si, como sostiene Zagrebelsky, toda concepción de la Constitución trae
consigo una concepción del procedimiento, como toda concepción del procedimiento trae consigo
una concepción de Constitución, [pues] no existe un prius ni un posterius, sino una implicación
recíproca2, para luego afirmar que las dos vocaciones del proceso constitucional (subjetiva y
objetiva) son mezclas que se hacen necesarias todas las veces en que la tutela primaria de uno de
los dos intereses (subjetivo y objetivo) comporte el abandono o la violación del otro3, es deber,
entonces, del juez constitucional tener presente que el proceso orientado por antonomasia a
defender la supremacía de la Constitución (proceso de inconstitucionalidad), siempre tendrá
también, en última instancia, la vocación subjetiva de preservar los derechos fundamentales de las
personas.
11. A través de su desarrollo jurisprudencial este Colegiado ya ha señalado cuál es el rol del
Estado en la actividad económica de los particulares según los principios establecidos en la
Constitución de 1993. En la sentencia recaída en el Expediente Nº 0008-2003-AI/TC, caso Roberto
Nesta Brero y más de cinco mil ciudadanos, el Tribunal Constitucional dictó las pautas de
interpretación de los principios que inspiran nuestro régimen económico, señalando, en primer
lugar, que de un análisis conjunto de los artículos 3 y 43 de la Ley Fundamental, el Estado peruano,
definido por la Constitución de 1993, presenta las características básicas del Estado Social y
Democrático de Derecho.
13. De esta forma, la configuración del Estado Social y Democrático de Derecho requiere de
dos aspectos básicos: la exigencia de condiciones materiales para alcanzar sus presupuestos, lo
que exige una relación directa con las posibilidades reales y objetivas del Estado y con una
participación activa de los ciudadanos en el quehacer estatal; y la identificación del Estado con los
fines de su contenido social, de forma tal que pueda evaluar, con criterio prudente, tanto los
contextos que justifiquen su accionar como su abstención, evitando que se torne en obstáculos
para el desarrollo social.
16. Más aún, lo hasta aquí expuesto por este Colegiado, resulta a su vez concordante con el
principio de subsidiariedad del Estado. En efecto, conforme se señaló en el fundamento 19 de la
STC Nº 0008-2003-AI/TC, la subsidiariedad en el plano horizontal supone que la relación existente
entre el Estado y la ciudadanía se desarrolle en el marco del respeto a la autonomía y la libre
determinación de los individuos, reduciéndose la intervención pública a lo esencial.
17. Ello por cuanto, desde la perspectiva de este principio, el Estado emerge como garante
final del interés general, desde el momento en que su tarea consiste en la intervención directa
para satisfacer una necesidad real de la sociedad, cuando la colectividad y los grupos sociales, a los
cuales corresponde en primer lugar la labor de intervenir, no están en condiciones de hacerlo.
19. Ahora bien, si, por un lado, el respeto al contenido esencial de las libertades
económicas, constituye un límite al poder estatal, también es cierto que, por otro lado, la
Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función supervisora y correctiva o
reguladora. Ello sin duda, es consecuencia de que, así como existe consenso en torno a las
garantías que deben ser instauradas para reservar un ámbito amplio de la libertad para la
actuación de los individuos del mercado, existe también la certeza de que debe existir un Estado
que mantenga su función garantizadora y heterocompositiva.
20. Y es que, si bien la Constitución de 1993 busca garantizar el máximo respeto al ejercicio
de las libertades económicas de los particulares, tal objetivo no puede concebirse de manera
absoluta y aislada de la necesidad de protección de otros bienes constitucionales igualmente
valiosos basados en la dignidad humana. De ahí que el propio ejercicio de las llamadas libertades
económicas no se concibe como fin en sí mismo y ajeno al ideal del orden económico y social
justo; prueba de ello es que la propia Constitución ha determinado los límites a su ejercicio,
conforme se advierte de su artículo 59, sancionando el abuso de estas libertades en perjuicio de la
moral, la salud y las seguridades públicas; de igual modo, el artículo 60 condiciona el ejercicio del
derecho de propiedad a su armonización con el bien común.
25. Asimismo, el artículo 59 de la Constitución recoge una cláusula de garantía para las
libertades de trabajo, empresa, comercio e industria; pero, a la vez, establece un mandato, cual es
“brindar oportunidades de superación a aquellos sectores que sufren cualquier desigualdad, en tal
sentido, promueve las pequeñas empresas en todas sus modalidades”.
A juicio de este Tribunal, dicha cláusula no sólo determina un rol negativo para el
legislador, de no interferir irrazonablemente en tales libertades económicas, sino que al mismo
tiempo le otorga un margen de actuación a fin de garantizar condiciones materiales de igualdad.
26. De esta manera, el artículo 59 del texto constitucional habilita la intervención estatal
para cumplir con el deber de garantizar el principio-derecho de igualdad, no sólo en aquellas
situaciones de sospechosa mayor vulnerabilidad, recogidas expresamente en el artículo 2.2 de la
Constitución -por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de
cualquiera otra índole- sino, principalmente, lo habilita para establecer medidas adecuadas y
necesarias que le permitan cumplir con la promoción de la pequeña empresa en todas sus
modalidades.
Por su parte, el artículo 60 de la Ley Fundamental establece una reserva de ley absoluta,
para habilitar al Estado a realizar excepcional y subsidiariamente actividad empresarial, directa e
indirectamente, cuando el interés público o la conveniencia nacional lo justifique.
27. Finalmente, como aspecto fundamental de una economía social de mercado, el Estado
facilita y vigila la libre competencia. El artículo 61 de la Constitución delega al legislador la labor de
garantizar el acceso al mercado en igualdad de condiciones, al tiempo de reprimir y limitar el abuso
de posiciones de dominio o monopólicas a efectos de garantizar no sólo la participación de los
agentes de mercado ofertantes, sino de proteger a quienes cierran el círculo económico en calidad
de consumidores y usuarios.
28. De este modo, conforme a lo señalado en los párrafos anteriores, no cabe duda que el
Estado puede intervenir de manera excepcional en la vida económica de los particulares, a fin de
garantizar bienes constitucionales que pueden ponerse en riesgo por las imperfecciones del
mercado y respecto de los cuales existe un mandato constitucional directo de promoción en tanto
actividad y/o protección del grupo menos favorecido.
Según ésta, las municipalidades, sean provinciales, distritales o delegadas, cuando ejercen
sus atribuciones normativas, administrativas o económicas sólo deben referirse a las
circunscripciones geográficas para las cuales han sido elegidas (esto se conoce como la
jurisdicción).
Según la cual, los campos específicos en los cuales las municipalidades pueden actuar, se
encuentran enumerados en la Ley Orgánica de Municipalidades.
30. En ese sentido, cabe afirmar que los gobiernos locales ejercen descentralizadamente el
poder del Estado en las distintas provincias y distritos del país, orientados por los intereses y
necesidades particulares de los vecinos. La ley fundamental, así como las normas de rango legal
que desarrollan los preceptos constitucionales aplicables a la materia, establecen expresamente
cuáles son sus atribuciones y competencias, las mismas que serán ejercidas dentro del ámbito
territorial previamente delimitado por el Congreso de la República.
34. En esta línea cabe señalar que si bien los gobiernos regionales, locales, provinciales y
distritales gozan de autonomía no pueden olvidar que forman parte de un Estado Constitucional,
de modo tal que en virtud del principio de fuerza normativa de la Constitución se encuentran
directamente vinculados a ella y, en consecuencia, las decisiones, el ejercicio de sus competencias
y el desarrollo de sus relaciones necesariamente deberán respetar las reglas inherentes al principio
de lealtad constitucional.
36. La ley fundamental, en síntesis, otorga y garantiza a los gobiernos municipales una
autonomía plena para aquellas competencias que se encuentran directamente relacionadas con la
satisfacción de los intereses locales. Sin embargo, dicha autonomía no podrá ser ejercida
deliberadamente respecto de aquellas que los excedan, como los intereses supralocales, donde
necesariamente tal autonomía tendrá que ser graduada en intensidad, debido a que de esas
competencias pueden también, según las circunstancias, coparticipar otros órganos estatales.
37. De acuerdo a lo establecido por el artículo 195 de la Constitución, los gobiernos locales
(...) promueven el desarrollo y la economía local, y la prestación de los servicios públicos
de su responsabilidad, en armonía con las políticas y planes nacionales y regionales de desarrollo,
(...)
5. Organizar, reglamentar y administrar los servicios públicos locales de su responsabilidad.
(...)
8. Desarrollar y regular actividades y/o servicios en materia de educación, salud, vivienda,
saneamiento, medio ambiente, sustentabilidad de los recursos naturales, transporte colectivo,
circulación y tránsito, turismo, conservación de monumentos arqueológicos e históricos, cultura,
recreación y deporte, conforme a ley.
42. El artículo 195 de la Constitución regula las competencias de los gobiernos locales.
Tales preceptos constitucionales han sido desarrollados por la Ley Nº 27972, Ley Orgánica de
Municipalidades, la cual establece, en su artículo 83, parágrafo 1.1, como función exclusiva de las
municipalidades provinciales, la de regular las normas respecto del acopio, distribución,
almacenamiento y comercialización de alimentos y bebidas, en concordancia con las normas
nacionales sobre la materia y, en su artículo 81, parágrafo 1.4, la de normar y regular el servicio
público de transporte terrestre urbano e interurbano de su jurisdicción, de conformidad con las
leyes y reglamentos nacionales sobre la materia.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
SENTENCIA
DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD
Síntesis
Magistrados firmantes:
LANDA ARROYO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
Expediente Nº 0024-2006-PI/TC
LIMA
MINISTERIO DE TRANSPORTES Y COMUNICACIONES
En Lima, a los 13 días del mes de julio de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores magistrados Landa Arroyo, Presidente;
Gonzales Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía
Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto discordante del magistrado Gonzales Ojeda.
I. ASUNTO
Normas constitucionales cuya vulneración se alega: Artículos 43, 189, 191 y 192, de la
Constitución, que regulan el principio de separación de poderes, la unidad e integridad del Estado,
la autonomía de los gobiernos regionales, el principio de lealtad constitucional y las relaciones de
colaboración y cooperación entre niveles de gobierno.
Artículo Primero.- CONSTITUIR dentro del Gobierno Regional del Callao la Autoridad
Portuaria Regional.
Artículo Primero.- Del Objeto de la Norma. Establecer dentro del ámbito territorial del
Gobierno Regional de Ica la Autoridad Portuaria Regional, con personería jurídica de derecho
público interno, con patrimonio propio y con autonomía técnica, económica y financiera.
- Un representante del sector privado de los Usuarios Portuarios del departamento de Ica.
Artículo Cuarto.- De sus atribuciones. Además de las consideraciones en la Ley del Sistema
Portuario Nacional sus atribuciones están previstas en el Art. 29 de la Ley Nº 27943.
Artículo Quinto.- Del Gerente General. La Autoridad Portuaria Regional del Gobierno
Regional de Ica tendrá una Gerencia General, que funcionará como órgano encargado de la
administración de la Institución y de la implementación de las políticas del Directorio y será
designado a través de Concurso Público.
LIMA
ASOCIACIÓN DE COMERCIANTES SAN RAMÓN Y FIGARI
SENTENCIA DEL PLENO JURISDICCIONAL DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Asunto:
Magistrados firmantes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
Sumario
I. ASUNTO
IV. ANTECEDENTES
A. DEMANDA
B. CONTESTACIÓN
V. FUNDAMENTOS
A. EXCEPCIÓN PROPUESTA
VI. FALLO
EXP. Nº 007-2006-PI/TC
LIMA
ASOCIACIÓN DE COMERCIANTES SAN RAMÓN Y FIGARI
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 22 días del mes de junio de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, integrado por los señores magistrados Landa Arroyo, Gonzales
Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente
sentencia, con el voto singular del magistrado Mesía Ramírez
I. ASUNTO
Ordenanza Nº 212-2005
- Los días viernes, sábado y vísperas de feriado a las 02:00 horas del día siguiente.
MONTO DE MEDIDA
CÓDIGO INFRACCIONES LA MULTA EN COMPLE-
PROPORCIÓN A MENTARIA
LA UIT VIGENTE
Por operar un establecimiento
02-114 comercial fuera del horario 1UIT CLAUSURA
permitido. DEFINITIVA
Ordenanza Nº 214-2005
IV. ANTECEDENTES
A. Demanda
B. Contestación
A. EXCEPCIÓN PROPUESTA
5. En cuanto a la alegación de que 81 casos de las personas que registran sus firmas en los
planillones no corresponden a ciudadanos “residentes” en el distrito de Miraflores, cabe afirmar
que la dirección de los ciudadanos es la que corresponde a la que se halla inscrita en el Registro
Nacional de Identificación y Estado Civil a cargo de la RENIEC. El registro de esta dirección es iure et
iure el que ha de considerarse a efectos de interpretarse el concepto “ciudadanos del respectivo
ámbito territorial” a que se refiere el artículo 203, inciso 5), de la Constitución.
13. Ello no significa que tal regulación pueda ser arbitraria o se halle desprovista de límites
materiales; por el contrario, como toda norma, ella deberá ser plenamente compatible con el
conjunto de derechos fundamentales y principios de la Constitución; sin embargo, el examen de si
tal compatibilidad es satisfecha o no por una Ordenanza Municipal concierne al examen del
contenido o eventual vicio material, que debe ser claramente distinguido del vicio competencial
aquí analizado.
“Facúltese al Alcalde de Miraflores para que, mediante Decreto de Alcaldía, dicte normas
complementarias a la presente Ordenanza así como también señale nuevos lugares del distrito en
los que se pudiese generar la misma problemática, a la que se aplicarán las reglas de la presente
Ordenanza.”
15. Esta norma faculta al Alcalde para dos aspectos: el dictado de “normas
complementarias” de la Ordenanza y la extensión del ámbito de aplicación de aquélla a otros
lugares del distrito.
19. La LOM establece en su artículo 40 las materias que son propias o pueden ser
reguladas por una Ordenanza. Según ella, tales materias pueden ser:
20. De la lectura de esta disposición se infiere que no es materia propia de una Ordenanza
la regulación de las fuentes del ordenamiento jurídico municipal. La delegación de facultades que
la Ordenanza efectúa a favor del Alcalde para regular materias propias de aquélla categoría,
significa introducir una forma de creación de derecho municipal, esto es una norma sobre la
producción de normas no prevista en el citado artículo 40. No hay en el sistema de fuentes del
ordenamiento jurídico municipal una figura análoga a la delegación de facultades, que sí existe en
el ordenamiento jurídico nacional cuando el Congreso la puede efectuar a favor del Poder
Ejecutivo en virtud del artículo 104 de la Constitución. No se lee en ella que sea objeto de la
Ordenanza la delegación de facultades normativas a favor del Alcalde. Tampoco se ha previsto
como atribución del Consejo (art. 9 LOM), en cuanto titular de la potestad de expedir Ordenanzas
(art. 39, LOM), la figura de una delegación de facultades, y tampoco está contemplado que el
Alcalde pueda ejercer potestad normativa a través de esa vía (Art. 20 LOM).
21. Por otra parte, ha de considerarse lo siguiente. La extensión del ámbito de aplicación
territorial, personal o temporal, de una norma no es en absoluto concretización o especificación de
dicha norma, sino la introducción ex novo de una nueva a un ámbito territorial, personal o
temporal, en el que, hasta antes de ella, tal norma no existía.
26. Ahora bien, una norma general puede no obstante tener como destinatario un
conjunto o sector de la población, con lo cual no se infringe este principio, siempre y cuando el
tratamiento diferente que se haya establecido no sea contrario al derecho a la igualdad de las
personas. Para tal efecto, ha de analizarse la restricción del horario en aplicación del principio de
proporcionalidad. Si la medida satisface las exigencias de este principio, entonces resulta
constitucional; lo contrario supondrá su inconstitucionalidad.
28. Una cuestión adicional que debe plantearse es si la Ordenanza, aun cuando es general,
contraviene o no el derecho a la igualdad. No obstante que la absolución de este problema ya se
encuentra anticipada con la respuesta afirmativa respecto de la exigencia de la indeterminación, la
problemática de la igualdad requiere ser abordada específicamente.
29. La restricción del horario máximo de atención no es contraria al derecho a la igualdad
puesto que tiene un fundamento objetivo y razonable. De la lectura de la parte considerativa de la
Ordenanza Nº 212 se advierte que el objetivo de la restricción es que “se resguarde la tranquilidad
y seguridad de los vecinos miraflorinos”, ello en tanto los establecimientos “no reúnen las medidas
de seguridad necesarias” (décimo tercer considerando) y los propietarios de estos
establecimientos venían “incumpliendo las normas y medidas de seguridad establecidas por
Defensa Civil” (noveno considerando); que “no cumplen con las condiciones mínimas de seguridad,
causando un peligro inminente a la vida e integridad física de las personas que laboran y concurren
a dichos locales” (décimo considerando).
30. Pero ¿puede garantizarse la vida y la integridad estableciendo una restricción de la hora
máxima de apertura de un establecimiento? Están en juego tanto la tranquilidad y seguridad de los
vecinos de Miraflores como también la seguridad, vida e integridad física de las personas que
trabajan en los locales y de sus concurrentes. ¿Puede la vida, seguridad e integridad física de los
trabajadores y concurrentes de los establecimientos de la zona bajo restricción garantizarse
restringiendo el horario máximo de apertura del mismo? La respuesta es negativa.
31. La restricción del horario de atención no constituye una medida idónea para la
prosecución del objetivo que se propone la Municipalidad. En efecto, la protección de la
integridad, la vida y la seguridad de los trabajadores de los establecimientos comerciales así como
de los concurrentes a ellos puede proveerse a través de la implementación de un adecuado
servicio de la Policía Nacional y del servicio de Serenazgo de la propia Municipalidad e, incluso,
establecerse como deber de los propios establecimientos comerciales, resultante de los servicios
que brindan. En suma, la protección de aquellos derechos puede lograrse a través de un mayor y
más adecuado servicio de seguridad, mas no a través de la restricción de los horarios de atención
nocturnos y de madrugada.
32. Podría restringirse, incluso más, tal horario, pero ello no garantizaría la vida, la
seguridad y la integridad de los trabajares y de los concurrentes a los establecimientos. Este
planteamiento se basa en una presuposición no exacta, consistente en que en tanto los
establecimientos estén abiertos hasta altas horas de la noche o hasta la madrugada, tanto más
embriagados podrían estar los concurrentes y, así, ocasionar peligro en el resto de personas o,
también, exponer aquellos su propia vida, seguridad e integridad. La inexactitud de tal
presuposición reside en que omite que otro sector de concurrentes no opta por la ingesta de
bebidas alcohólicas hasta el nivel de embriaguez, sino por la realización de actividades de diversión
(baile, canto o la simple conversación), acompañada de la ingesta moderada de bebidas alcohólicas
o, sencillamente, por la ingesta de bebidas no alcohólicas. En suma, no todos los concurrentes
optan por la ingesta de bebidas hasta el nivel de la embriaguez, de modo que la mencionada
suposición no es exacta y, por ello, no puede servir de premisa para fundamentar la medida
restrictiva de la Ordenanza.
35. El ruido que se produce en la zona de restricción origina una contaminación acústica de
considerable magnitud y se origina, por lo menos, en tres factores. Los elevados ruidos
procedentes de la música de los establecimientos, pubs, discotecas y de otros. Por otra parte, el
desplazamiento de los concurrentes a los establecimientos de la zona de la restricción y la
evacuación de los mismos hasta altas horas de la noche o de la madrugada ocasionan ruidos
provenientes tanto de las conversaciones de aquellos como también del tráfico de vehículos en la
zona de restricción que traslada a los concurrentes.
37. Análisis de idoneidad. La medida restrictiva constituye un medio adecuado o apto para
la prosecución del objetivo. La restricción del horario de atención de los establecimientos
introducida por la Ordenanza, justamente en las horas de descanso o del dormir de las personas,
impide que la elevada contaminación acústica de la zona continúe durante las horas de descanso o
del dormir de las personas, posibilitando de ese modo un entorno acústicamente sano para el
desarrollo normal de aquellas necesidades.
38. Análisis de necesidad. La restricción es un medio necesario dado que no hay medidas
alternativas, igualmente eficaces, que posibiliten un entorno acústicamente sano (objetivo) en las
zonas aledañas a la de la restricción. Evidentemente, existen medios alternativos, pero que no son
igualmente eficaces, como el permitir prolongar el horario de apertura con el establecimiento de
niveles de decibelios tope en los establecimientos; sin embargo, resulta evidente que ello no
eliminaría el sonido de la música en la zona y la contaminación acústica resultante de los otros
factores de contaminación que seguirían produciendo sus efectos lesivos, de modo que no se
lograría el entorno acústicamente sano requerido para la protección del derecho al medio
ambiente y a la tranquilidad y del derecho a la salud. Por el contrario, la restricción del horario de
atención en los establecimientos en las horas determinadas en la Ordenanza constituye un medio
más eficaz para posibilitar un entorno acústicamente sano que la mencionada alternativa
hipotética. En consecuencia, si bien existe al menos una medida alternativa a la restricción
examinada, dicha medida no es igualmente eficaz y, por tanto, la restricción examinada constituyó
un medio necesario para la protección de los derechos al medio ambiente y a la tranquilidad y del
derecho a la salud de los vecinos de las zonas aledañas a la de la restricción.
39. Análisis de ponderación. Para efectuar este análisis es preciso identificar los derechos
constitucionales y/o bienes constitucionales que se hallan en conflicto. Hemos dejado establecido
que el fin constitucional de la restricción es la protección del derecho al medio ambiente y a la
tranquilidad y del derecho a la salud. Por su parte, la restricción constituye una intervención o
limitación de la libertad de trabajo de los propietarios de los establecimientos comerciales de la
zona restringida (los miembros de la asociación demandante) y, además, una intervención del
derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad de los concurrentes a los establecimientos de
la zona restringida.
41. Por tanto, la ponderación tiene lugar, entonces, ante el conflicto del derecho al medio
ambiente, a la tranquilidad y a la salud (de los vecinos de la zona restringida), frente a la libertad
de trabajo y el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad (de los propietarios de los
establecimientos y de los concurrentes, respectivamente).
42. La estructura del examen de ponderación ha sido definida por este Tribunal
Constitucional, con motivo de examinar una restricción en la libertad de trabajo, señalándose que
“Conforme a éste [-la ponderación-] se establece una relación según la cual cuanto mayor es la
intensidad de la intervención de la libertad de trabajo, tanto mayor ha de ser el grado de
realización u optimización del fin constitucional. Si tal relación se cumple, entonces, la intervención
en la libertad de trabajo habrá superado el examen de la ponderación y no será inconstitucional;
por el contrario, en el supuesto de que la intensidad de la afectación en la libertad de trabajo sea
mayor al grado de realización del fin constitucional, entonces, la intervención en dicha libertad no
estará justificada y será inconstitucional.”1
Corresponde ahora examinar cada una de las intensidades y los grados de realización a
efectos de que posteriormente pueda analizarse si se cumple o no esta ley de ponderación. La
valoración de las intensidades puede ser catalogada como: grave, medio o leve2, escala que es
equivalente a la de: elevado, medio o débil3. Por esta razón, la escala puede también ser aplicada
para valorar los grados de realización del fin constitucional de la restricción.
48. El Tribunal Constitucional alemán, en el célebre caso Elfes4, interpretar este clásico
enunciado de la Ley Fundamental alemana, -la Constitución de ese país- en su artículo 2.1,
entendiendo que el contenido o ámbito de protección del derecho al libre desenvolvimiento de la
personalidad comprende la “libertad de actuación humana en el sentido más amplio”, la “libertad
de actuación en sentido completo”5. Se trata, entonces, de un “derecho autónomo que garantiza
la libertad general de actuación del hombre”6 y que no se confunde con la libertad de la actuación
humana “para determinados ámbitos de la vida” que la Constitución ha garantizado a través de
específicos derechos fundamentales7, tal como sería el caso de las libertades de expresión,
trabajo, asociación, etc.
57. La Ordenanza Nº 212 establece en su artículo segundo como sanción una multa
equivalente a 1 UIT y como medida complementaria la clausura definitiva. Esta norma no resulta
contraria al principio de razonabilidad. La grave intensidad de la afectación que un entorno
acústicamente sano ocasiona en el derecho al medio ambiente, a la tranquilidad y, de modo
importante, a la salud, justifican que la Municipalidad pretenda introducir un efecto disuasorio de
máxima magnitud de posibles infracciones de los límites de horarios, a través de drásticas
sanciones. Esta finalidad preventiva general o intimidatoria de la sanción administrativa a través de
una drástica sanción resulta proporcional o acorde a la magnitud de la grave afectación que la
contaminación sonora nocturna puede ocasionar en los vecinos de la zona de la restricción. La
elevada magnitud de la sanción se corresponde, aquí, al elevado grado de afectación de derechos
que la infracción puede ocasionar.
58. El derecho al debido garantiza (art. 139, inciso 3, Constitución) a toda persona que
cualquier acto que incida en la esfera subjetiva de sus derechos, debe estar precedido de un
procedimiento donde aquélla pueda ejercer de manera plena los derechos que componen el
derecho al debido proceso, en particular, el derecho de defensa. En tal sentido, los actos del poder
público que inciden en los derechos de la persona y que están desprovistos de un procedimiento
previo donde se hayan cumplido aquellas garantías, afectan el derecho al debido proceso.
“(…) déjese sin efecto todas las Licencias Especiales dadas a la fecha, para los
establecimientos comerciales ubicados en las referidas zonas.”
VI. FALLO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
EXP. Nº 00007-2006-PI/TC
LIMA
ASOCIACIÓN DE COMERCIANTES SAN RAMÓN Y FIGARI
3. Debo dejar constancia, en principio, que comparto, por los mismos fundamentos, el
pronunciamiento que declara inconstitucional el artículo 4 de la Ordenanza Nº 212, en la parte que
dispone “déjese sin efecto todas las Licencias Especiales dadas a la fecha, para los establecimientos
comerciales ubicados en las referidas zonas”. Del mismo modo, considero también que la
excepción de representación defectuosa de la demandante debe desestimarse.
4. No obstante, disiento de este respecto al extremo por el que se declara “infundada la
demanda en cuanto al resto de vicios de inconstitucionalidad alegados” por las siguientes razones.
5. La igualdad ante la ley es un principio jurídico constitucional que, entre otros aspectos,
persigue tratar con igualdad en lo que somos iguales y, de diversa manera, en lo que somos
diferentes. Así, para establecer cuándo se está frente a una medida que implica trato desigual y,
cuándo frente a una medida que solamente establece diferenciación, es necesario evaluar lo que la
doctrina ha venido en denominar la razonabilidad. Ahora bien, si la desigualdad nace de la ley,
debe determinarse, primero, si existe una causa objetiva y razonable que la fundamente. Luego, si
dicha desigualdad está desprovista de una justificación también objetiva y razonable, debe haber
una relación de proporcionalidad entre medios y fin; o, lo que es lo mismo, que los motivos que se
alegan para justificar la desigualdad sean razonables. Y, por último, si el trato que se cuestiona
genera o no consecuencias diferentes entre dos o más personas. Como es de verse, lo fundamental
es el examen dentro de la norma para encontrar las razones que puedan justificar la desigualdad.
6. En ese sentido, considero que las impugnadas ordenanzas -que regulan el horario
máximo de funcionamiento de los establecimientos comerciales ubicados en la denominada “Calle
de las Pizzas” y demás zonas de influencia- resultan incompatibles con la Constitución Política del
Estado, pues del examen de éstas no se advierte, la razón que justifique el trato desigual con
respecto a otros locales del mismo género ubicados en el mismo distrito, ni tampoco que los
motivos que se alegan para justificarla sean razonables. Por el contrario, tal trato genera
consecuencias diferentes entre los establecimientos comerciales ubicados en las zonas materia de
regulación con respecto a aquellos ubicados en el mismo distrito de Miraflores, pero en otras
ubicaciones, por lo que, en ese sentido y, como se expone a continuación, es el derecho a la
igualdad en la ley, constitucionalmente previsto por el inciso 2) del artículo 2 de la Norma
Fundamental, el que ha sido lesionado.
10. Si bien es cierto constituye una finalidad legítima que la emplazada persiga proteger los
derechos a la paz y la tranquilidad, a un medio ambiente sano y equilibrado y a la salud de sus
vecinos, no puede, so pretexto de ello, adoptar medidas como las ordenanzas impugnadas en
autos, que establecen un trato discriminatorio de unos respecto de otros y que, como corolario,
terminan por afectar la libertad de empresa de sólo algunas empresas, por el sólo de hecho de
estar ubicadas en determinado ámbito de su jurisdicción. Si en el ejercicio de sus competencias
constitucionalmente previstas en el numeral 195.8 de la Constitución pretende regular las
actividades y/o servicios en materia de recreación y, con ello, proteger los derechos de sus vecinos,
entonces corresponderá que una medida de tal naturaleza sea adoptada en todo el distrito, y no
sólo en una parte de él.
11. Por lo demás, si los motivos adicionales que se alegan para justificar la medida, y que
constan de la contestación de la demanda, son aquellos constituidos por problemas de seguridad
-prostitución y drogas (sic)-, es precisamente la Municipalidad Distrital de Miraflores la que, en
ejercicio de sus competencias previstas en el artículo 73 de la Ley Orgánica de Municipalidades,
deberá adoptar las medidas necesarias para dar solución a dicha problemática.
12. Por ello, soy de la opinión que la demanda debe ser declarada fundada y, por tan
virtud, inconstitucionales las Ordenanzas Nºs 212-2005 y 214-2005, expedidas por la
Municipalidad Distrital de Miraflores.
S.
MESÍA RAMÍREZ
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
PLENO JURISDICCIONAL
Expediente Nº 0008-2006-PI/TC
SENTENCIA DEL PLENO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Asunto:
Magistrados presentes:
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
EXPEDIENTE Nº 0008-2006-PI/TC
LIMA
En Lima, a los 25 días del mes de julio de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Presidente; Gonzales
Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente
sentencia, con el voto singular del magistrado Bardelli Lartirigoyen, adjunto.
I. ASUNTO
“(...)
Artículo 1.- Ratificación de la Creación y Designación de Autoridades de la Municipalidad
del Centro Poblado PUERTO GUADALUPE
a) Ratificar la Creación de la Municipalidad del Centro Poblado de PUERTO GUADALUPE
creado mediante Resolución Nº 07097-MPHCO-C de fecha 18/11/97, ubicada en el distrito de
Chinchao, provincia y departamento de Huánuco; cuya sede será el centro poblado urbano de
Puerto Guadalupe.
a) La Municipalidad del Centro Poblado de PUERTO GUADALUPE cuenta en total con once
(11) centros poblados que son: Puerto Guadalupe, Santa Rita Baja, San Cristóbal, Santa Rosa Baja,
Santa Rita Sur Haunipampa, Chichipara, Miraflores, San Miguel, Pampa Alegre, Santa Rita Alta y
Santa Rosa Alta, que se encuentran consignados en el Directorio de centros poblados elaborado
por el INEI de acuerdo a los Censos Nacionales 1993, IX de Población y IV de Vivienda y varios
centros urbanos nuevos no registrados; posiblemente se consignarán en el censo 2005.
1.- EL CONCEJO MUNICIPAL; es el órgano de mayor jerarquía, está conformado por seis
miembros: un (01) Alcalde y Cinco (05) Regidores, ejerce las funciones normativas y fiscalizadoras;
dentro de su competencia.
4.- LA ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL; estará conformada por una Estructura Orgánica real y
el Reglamento de Organización y Funciones con unidades y departamentos de acuerdo al
diagnóstico socioeconómico, por lo que deberá ser asesorado mayormente por los funcionarios de
los órganos estructurados del Distrito.
b) La percepción de los recursos que señala el inciso a) del presente Artículo se entenderá
como transferencias efectuadas por parte de la Municipalidad del Distrito de Chinchao, para cuyo
efecto deberá rendir cuenta documentada mensualmente de los importes recaudados por los
mencionados conceptos.
b) Los presupuestos para obras de inversión pública serán concertados y priorizados en los
talleres de los presupuestos participativos de cada año según la normatividad vigente para dicha
materia.
1. Atribuciones Administrativas
b) Elaborar los Documentos Técnicos (Formulación del Plan de Desarrollo Estratégico. Plan
de Contrataciones y Adquisiciones. Plan Operativo Institucional, etc.).
c) Asistir a los talleres del presupuesto participativo de nivel regional, provincial y distrital,
para plantear su requerimiento y priorizar la ejecución de las actividades y proyectos resultantes
de los planes de desarrollo concertado.
a) Las recaudaciones por las funciones que delega la Municipalidad Provincial de Huánuco,
a propuesta de la Municipalidad del Distrito de Chinchao.
b) La asignación y transferencia mensual del Presupuesto por la Municipalidad del Distrito
de Chinchao.
c) Otras transferencias y/o donaciones que realiza vía gestión.
1. Argumentos de la demanda
Con fecha 11 de abril de 2006, Ramón Omar Marcelo Lau, Alcalde de la Municipalidad
Provincial de Pachitea, interpone la presente demanda solicitando que se declare la
inconstitucionalidad de la Ordenanza Municipal 052-2005-MPHCO, expedida por la Municipalidad
Provincial de Huánuco, por considerar que viola el artículo 102, inciso 7) de la Constitución, que
establece,
Con fecha 12 de junio de 2006 se corrió traslado a la emplazada, la misma que no contestó
dentro del plazo previsto por el artículo 107 del Código Procesal Constitucional. En consecuencia,
este Tribunal señaló la rebeldía de la demandada. No obstante ello, con fecha 15 de agosto de
2006, vencido en exceso el plazo para contestar la demanda, la Municipalidad Provincial de
Huánuco ingresó un escrito a través del cual pretende deducir excepciones y contestar la
demanda. Al respecto, es necesario precisar que dicho documento es firmado sólo por el
Procurador de Asuntos Judiciales de la Municipalidad Provincial de Huánuco, sin que se aprecie
autorización expresa y especial del Alcalde conforme lo establece el artículo 99 del Código Procesal
Constitucional.
V. FUNDAMENTOS
§1. Petitorio
§2. Sobre los presupuestos formales para evaluar la constitucionalidad de la norma objeto
de control
3. Sin embargo, para que la función de control de constitucionalidad pueda ser ejercida
eficazmente se requiere que el actor que promueve la demanda de inconstitucionalidad plantee
con claridad cuál es la norma o cuáles son las normas que cuestiona. Es el caso que el recurrente
peticiona la declaratoria de inconstitucionalidad de toda la Ordenanza Municipal 052-2005-
MPHCO. Sin embargo, del análisis de la demanda se infiere que las normas supuestamente
violatorias de la ley fundamental son los artículos 1, 2 y 3 de la referida ordenanza por lo que, a
pesar que este supuesto último no constituye una petición parcial de inconstitucionalidad, este
Colegiado centrará el examen de control únicamente en el contenido dispositivo de dichas normas.
11. En esta línea cabe señalar que si bien los gobiernos regionales, locales, provinciales y
distritales gozan de autonomía, no pueden olvidar que forman parte de un Estado constitucional,
de modo tal que en virtud del principio de fuerza normativa de la Constitución se encuentran
directamente vinculados a ella y, por ende, las decisiones, el ejercicio de sus competencias y el
desarrollo de sus relaciones necesariamente deberán respetar las reglas inherentes al principio de
lealtad constitucional.
12. Es atribución del Congreso de la República, tal como lo establece el artículo 102, inciso
7) de la Constitución, “Aprobar la demarcación territorial que proponga el Poder Ejecutivo”.
13. Se trata, por consiguiente, de una atribución reservada, por el propio constituyente, de
manera exclusiva y excluyente, al legislador. Por tanto, ninguna autoridad o gobierno
descentralizado puede arrogarse tal función y ejercerla libre y discrecionalmente.
14. De los considerados de la ordenanza impugnada se advierte que su objeto está referido
a cumplir con los requisitos establecidos en la Ley 27972, Orgánica de Municipalidades, para
formalizar la adecuación a dicha ley del Centro Poblado de Puerto Guadalupe. Al respecto, debe
mencionarse que la Decimosegunda Disposición Complementaria de la Ley 27972, establece que:
“Las municipalidades de centros poblados creadas a la vigencia de la presente ley adecuan su
funcionamiento, en lo que sea pertinente, a las normas dispuestas en la presente ley. Los centros
poblados creados por resoluciones expresas se adecuan a lo previsto en la presente Ley,
manteniendo su existencia en mérito a la adecuación respectiva y las ordenanzas que sobre el
particular se expidan [...]” (cursivas agregadas).
15. En efecto, tal como se advierte de los artículos 1 y 2 de la Ordenanza Municipal 052-
2005-MPHCO, la finalidad de la norma es ratificar la creación de la Municipalidad del Centro
Poblado de Puerto Guadalupe, creada mediante Resolución 07097-MPHCO-C, de fecha 18 de
noviembre de 1997, y ubicada en el distrito de Chinchao, provincia y departamento de Huánuco, lo
cual supone la aprobación del expediente de Justificación Técnica de Adecuación de dicho centro
poblado a la Ley 27972.
19. En ese orden de ideas, teniendo en cuenta que el artículo 3 de la Ordenanza Municipal
052-2005-MPHCO únicamente dispone “aprobar” el proceso de definición de la jurisdicción
territorial, y en atención al informe mencionado en el fundamento precedente, se advierte que
aún no se ha iniciado el proceso de demarcación territorial, que a juicio de la parte demandante es
un acto que supone una nueva delimitación territorial de la provincia de Pachitea y altera sus
límites. Siendo así, este Colegiado estima que no existe transgresión de las normas constitucionales
invocadas.
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ
EXP. Nº 0008-2006-PI/TC
LIMA
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE PACHITEA
VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO BARDELLI LARTIRIGOYEN
Con el debido respeto por la opinión vertida en el presente proceso constitucional por
parte de mis colegas magistrados, discrepo del sentido de la decisión por los fundamentos que a
continuación expongo:
3. Asimismo, del contenido normativo del artículo 3 de dicha Ordenanza se desprende que
la emplazada busca aprobar el proceso de “definición de la jurisdicción territorial” de la
Municipalidad del Centro Poblado de Puerto Guadalupe, vale decir, la demarcación territorial del
centro poblado donde dicha Municipalidad ejercerá sus competencias, siendo sus límites el
resultado del proceso de saneamiento y organización territorial de las provincias de Huánuco y
Pachitea. Al respecto, la demandante ha sostenido, por un lado, que al no existir previamente una
circunscripción territorial donde la Municipalidad del Centro Poblado de Puerto Guadalupe pueda
constituir y organizar su gobierno, transgrede lo establecido en el artículo 189 de la Constitución y,
por otro, que con la aprobación del proceso de “definición de la jurisdicción territorial” de la
Municipalidad del Centro Poblado de Puerto Guadalupe se establece una nueva delimitación
territorial de la provincia de Pachitea, alterando sus límites establecidos de acuerdo a su ley de
creación e irrumpiendo competencias que le corresponden únicamente al legislador según lo
establecido en el artículo 102, inciso 7) de la Constitución.
4. Los cambios que sobrevinieron al nacimiento de la República del Perú no sólo fueron de
naturaleza política y económica, sino que también abordaron ámbitos jurídicos, sociales y hasta
geográficos. Respecto de estos últimos cabe subrayar que el criterio de división política utilizado
siempre estuvo caracterizado por plantear una distribución del territorio nacional en
departamentos, provincias y distritos. Nuestra historia constitucional así lo ha demostrado cuando
recoge reiteradamente en todos sus textos fundamentales este modelo de división política1. Pero,
independientemente del uso generalizado de ese criterio la realidad fáctica, vale decir, el
crecimiento acelerado y desordenado de la población ha superado las medidas normativo
organizacionales tomadas al respecto, promoviéndose continuos cambios en lo que se refiere a
demarcación, delimitación y división del territorio. En ese sentido, hay que referir que de los datos
ofrecidos por el “Plan Nacional de Demarcación Territorial”, aprobado por Resolución Ministerial
Nº 374-2003-PCM, de fecha 25 de noviembre de 2003, se advierte que en la actualidad nuestro
territorio está dividido en 1828 distritos y 194 provincias, de los cuales el 79.8% de los distritos y el
92% de las provincias no se encuentran debidamente delimitadas, hecho que genera la presencia
de conflictos de pertenencia territorial que involucra a distritos y centros poblados, entre otros. En
consecuencia, la mayoría de distritos y provincias del Perú adolecen de deficiencias técnico-
cartográficas y legales dada la imprecisión y carencia de límites.
5. Ante tal eventualidad, surge como correlato lógico una pregunta más que evidente,
necesaria; ¿cuál es la ubicación geográfica exacta del Centro Poblado Puerto Guadalupe? De la
respuesta que se pueda dar a esta interrogante dependerá el resultado de este proceso. Por ello,
considero que, prima facie, debe efectuarse un análisis formal antes de emitir un pronunciamiento
de fondo.
6. En el caso de autos, las instrumentales ofrecidas por la demandante así como los
términos empleados en la Ordenanza cuestionada me llevan a concluir que existe imprecisión
respecto a la ubicación y pertenencia del Centro Poblado de Puerto Guadalupe. Por ello,
atendiendo a lo expuesto en los fundamentos 16 y 17, de la sentencia supra, se solicitó
información al Instituto Geográfico Nacional para que comunique a este Colegiado cuál es la
delimitación oficial de las provincias de Huánuco y Pachitea, con indicación precisa de los distritos
y centros poblados que las comprenden. En ese sentido, el Instituto Geográfico Nacional mediante
Oficio Nº 797-IGN/DGG/DDT, de fecha 1 de agosto de 2007, concluyó que
a. “La provincia de Huánuco fue creada con el Reglamento Provisional del 12 de Feb 1821,
sin indicar las poblaciones que la conforman ni describir sus límites. Posteriormente, la Provincia
de Huánuco se conformó por los distritos siguientes: Huánuco, Chinchao, Churubamba, Margos,
Quisqui, San Francisco de Cayrán, San Pedro de Chaulán, Santa María del Valle, Yarumayo, Amarilis
y Pillco Marca, de los cuales, los dos últimos describen límites parciales según sus leyes de
creación.
b. La provincia Pachitea fue creada con Ley Nº 2889, del 29 Nov 1918. Actualmente está
constituida por los distritos: Panao, Chaglla, Molino y Umari. Ninguno de estos distritos describe
límites según sus leyes de creación.
c. El tramo interprovincial sólo presenta un pequeño sector cartointerpretable constituido
por la descripción Este del distrito Amarilis, es decir, “... las cumbres de los Cerros Cuchimachay,
Paraccuencho, Cuchimachay hasta la cumbre del Cerro Quiullacocha...”. Los sectores no
cartointerpretables no pueden ser representados cartográficamente debido a que las leyes de
creación no menciona las entidades geográficas que constituyen el límite interprovincial.
d. La cartografía oficial a escala 1/100 000, no registra el topónimo “Puerto Guadalupe” atribuido a
un centro poblado dentro de la jurisdicción del departamento de Huánuco, además las normas
legales analizadas tampoco lo mencionan”.
SR.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DE PIURA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Sentencia del 10 de setiembre de 2007
En Lima, a los 10 días del mes de setiembre de 2007, el Tribunal Constitucional en sesión
de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Presidente; Gonzales
Ojeda, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Mesía Ramirez,
pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular, adjunto, del magistrado Vergara Gotelli.
I. ASUNTO
Ley Nº 28637, Ley que deroga las leyes Núms. 26302 y 26554 y restituye los artículos 35 ,
36 y 37 de la Ley Nº 237333, Ley Universitaria.
Son elegidos por el período de cinco años. No pueden ser reelegidos para el período
inmediato.
Artículo 37.- Gobierno de la Facultad
El Gobierno de la Facultad corresponde al Consejo de la Facultad y al Decano, de acuerdo
con las atribuciones que señala el Estatuto.
El Decano es elegido por el período de tres años. No puede ser reelegido para el período
inmediato.”
IV. ANTECEDENTES
Argumentos de la demanda
El demandante reconoce que las universidades están sujetas a regulación, pero también
destaca que el alcance de la regulación legal no puede desvirtuar la autonomía universitaria
consagrada en la norma fundamental, no concibiendo a la educación universitaria como servicio
público. Así, decidir si es que debe existir reelección inmediata o no para los cargos referidos en la
norma, viene a ser competencia exclusiva de las universidades. Es decir, dentro del ámbito
protegido por la autonomía universitaria, se incluye la libertad de determinar cual es el
procedimiento para determinar quién ocupará el cargo de rector o decano, que requisitos debe de
cumplirse para acceder al cargo, incompatibilidades, etc.
Contestación de la demanda
Con fecha 31 de julio de 2007, don Jorge Campana Ríos, Procurador Público del Congreso
de la República, contesta la demanda solicitando que sea declarada infundada, alegando que la Ley
Nº 28637 no contraviene la Constitución por el fondo ni por la forma, total o parcialmente, ni
tampoco directa ni indirectamente.
Manifiesta que la norma pretende asegurar la vigencia del derecho a la educación, ya que
si bien la autonomía universitaria, en tanto garantía institucional, otorga una protección superior,
también lo es que ésta debe encontrarse arreglada a la Constitución y a las leyes; que la autonomía
puede ser materia de “determinación legislativa” bajo criterios razonables que la delimiten, a fin
de que la educación que se imparta no se encuentre sometida a factores externos que degeneren
la finalidad de las universidades; y que el legislador no se encuentra prohibido de establecer
criterios generales que garanticen el adecuado desempeño de las universidades, siempre que con
ello no se atente contra el contenido constitucionalmente protegido de la autonomía universitaria.
Señala que originalmente la Ley Nº 23733 prohibía la reelección inmediata. Mediante las
leyes Nos. 26302 y 26554, se modificaron los artículo 35, 36 y 37 de la Ley Universitaria,
permitiéndose la reelección inmediata e indefinida, lo que generó una serie de conflictos en
determinadas universidades públicas y privadas, citando a manera de ejemplo sucesos ocurridos
en la Universidad Nacional del Altiplano, la Universidad Nacional Jorge Basadre Grhomann y la
Universidad Nacional de Ingeniería. Tales actos, a decir del demandado, configuran la razón política
sobre la cual descansa la Ley Nº 28637.
Sobre la presunta vulneración del derecho a la igualdad, argumenta que existe en realidad
un trato diferenciado y no un trato discriminatorio; nuestro ordenamiento distingue dos grupos de
universidades plenamente diferenciados por vía legal, por un lado, están las universidades nacidas
bajo el régimen de la Ley Universitaria, Ley Nº 23733, dentro de la cual están las públicas y
privadas que han sido creadas mediante ley y que no tienen fines de lucro, y, por otro, están las
universidades creadas al amparo del Decreto Legislativo Nº 882, o aquellas que, habiendo sido
creadas por Ley, han optado por adecuarse a los alcances del mencionado decreto legislativo.
Refiere que las universidades sujetas al régimen de la Ley Nº 23733 son creadas por ley,
siendo el Consejo Nacional para la Autorizacion de Funcionamiento de Universidades (CONAFU) el
que actúa como órgano encargado de supervisar y verificar el cumplimiento de los requisitos de
forma posterior a su creación. Por su lado, las universidades que se encuentran bajo el régimen del
Decreto Legislativo Nº 882, son creadas por libre iniciativa, asumen una modalidad empresarial,
cuentan con utilidades por distribuir y son autorizadas a funcionar mediante resolución de
CONAFU, que actúa como órgano encargado de supervisar y verificar los requisitos de la
universidad de forma previa a su creación. Dentro de tal régimen están las universidades privadas
con fines de lucro (régimen societario) y las universidades sin fines de lucro, organizadas bajo
cualquier forma prevista en el derecho común.
Aduce que el fin que busca la diferenciación es garantizar que los estudiantes de las
universidades (públicas y privadas) adscritas al régimen de la Ley Universitaria reciban una
educación de calidad, siendo que las universidades creadas bajo el Decreto Legislativo Nº 882, al
ser promovidas por el sector privado cuentan con el impulso necesario para brindar una educación
de calidad a sus estudiantes; mientras que las universidades bajo el régimen de la Ley Nº 23733
deben ser provistas de un mecanismo adicional, y que bajo tal perspectiva, la diferenciación de los
dos grupos, por resulta más relevantes que las semejanzas, se justifica.
V. FUNDAMENTOS
3. Es por ello que el constituyente ha querido otorgarle una protección especial a las
universidades a fin de que puedan desempeñarse de forma tal que puedan cumplir, de la manera
más óptima, con las demandas que la sociedad exige. Tal resguardo es la autonomía universitaria.
Su justificación se encuentra en la propia labor que la Universidad requiere desarrollar para formar
profesionales comprometidos con su entorno social. Así pues, entre otras, sus labores esenciales
consistirán en observar, analizar, criticar y debatir diferentes dimensiones del devenir de la
comunidad, lo que implica colocar en la agenda pública todo tipo de materias relevantes para el
desarrollo de la sociedad.
4. De esta manera lo reconoce la propia Ley Universitaria en su artículo 3, literal b), que
señala como uno de los principios que rigen a las universidades “el pluralismo y la libertad de
pensamiento crítica, de expresión y de cátedra con lealtad a los principios constitucionales y a los
fines de la correspondiente universidad”. Por ello, interferir con tal función de reflexión perturbaría
la formación de profesionales y, por ende, la comunidad se vería empobrecida al contar con
profesionales que no se encuentran preparados para asumir las responsabilidades que la nación
demanda.
6. La cita es relevante, sin embargo, debe ser complementada con otros pronunciamientos
expedidos por este Tribunal Constitucional donde se ha ido perfilando y concretizando con mayor
precisión los alcances de la autonomía universitaria. Así, en la sentencia del Expediente Nº 4232-
2004-AA/TC, se precisó que la autonomía universitaria consiste en el “conjunto de potestades que
dentro de nuestro ordenamiento jurídico se ha otorgado a la universidad, con el fin de evitar
cualquier tipo de intervención de entes extraños en su seno”. Con ello se pretende proteger la
autodeterminación en el desarrollo de las actividades y funciones derivadas de los fines
institucionales de los centros universitarios. Al respecto, la Constitución establece en el artículo 18,
los fines dentro de los cuales debe encausarse la educación universitaria, quedando expresamente
señalados como tales la formación profesional, la difusión cultural, la creación intelectual y
artística, la investigación científica y tecnológica.
8. Es decir, la referida autonomía puede ser objeto de una “(...) determinación legislativa
en cuanto a su extensión, siempre que ésta respete y permita desarrollar las ideas nucleares y los
contenidos esenciales que la Constitución ha fijado sobre la materia” (Expediente Nº 4232-2004-
AA/TC, fundamento 23).
9. Y ¿cuáles serían dichas ideas nucleares? Como ya se advirtió líneas arriba, la función
institucional de la educación universitaria se alcanza sobre la base la autodeterminación de los
contenidos culturales, científicos y técnicos, de modo que, coactados estos, la finalidad de la
universidad peligra. Ahora bien, los contenidos referidos tienen relación directa con el despliegue
del derecho fundamental a la libertad de cátedra, por lo que si alguna fórmula legal afecta o
interviene desproporcionadamente tales contenidos, tendría que ser expulsada del ordenamiento,
en salvaguarda de aquel.
12. Vistos ya los principales apuntes que sobre la materia ha establecido este Tribunal,
cabe revisar si es que las normas contenidas en los artículos 1, 2 y 3 de la Ley Nº 28637 afectan la
autonomía universitaria.
16. Por último, en el caso del artículo 37, a diferencia de lo que ocurría con el rector y el
vicerrector, de acuerdo al texto original de la Ley Univesitaria, el decano de facultad podía ser
reelegido, por una sola vez, para el periodo siguiente. Sin embargo, con la modificación de la ley
bajo cuestionamiento, se prohíbe la reelección inmediata. Asimismo, tan solo se exige, como
mínimo, el grado de magíster para acceder al decanato y ya no el del doctor o uno equivalente, tal
como lo establecía la ley universitaria original. Por su parte, el artículo 3 otorga un plazo a las
universidades a fin de que adecuen su estatuto a las modificaciones introducidas por la presente
norma.
18. La parte demandante señala expresamente que el tema referido a la elección de las
autoridades debería estar regulada por el estatuto de la universidad y no por la ley universitaria. En
buena cuenta, lo que se está cuestionando no es solo la prohibición de la reelección inmediata de
las autoridades universitarias, sino la regulación legal sobre la materia en general. Así, el concepto
de autonomía vertido por el demandante excedería la capacidad del legislador de regular no solo
tal aspecto, sino otros de similar carácter, como podrían ser los requisitos para acceder a los cargos
de rector, vicerrector y decanos.
19. Este Tribunal no comparte tal interpretación. Como ya se ha venido detallando en los
fundamentos precedentes, la autonomía universitaria debe comprenderse a partir de la
Constitución y las leyes que regulen su funcionamiento, debiendo rechazarse interpretaciones que
contemplen la autonomía universitaria como una autarquía. El nivel de autodeterminación debe
medirse sobre la base de la Constitución, que determina que los estatutos de las universidades
deben encontrarse adecuados a la Constitución y a la Ley. Es decir, por mandato constitucional se
faculta al legislador regular los aspectos estructurales mínimos del sistema universitario.
22. La prohibición de la reelección inmediata, tiene una vinculación débil con resultados
referidos a tareas académicas o de crítica, inherentes a la universidad. Por lo tanto, quedan dentro
del ámbito de regulación del legislador, quien puede optar, dependiendo de la coyuntura y las
exigencias de la realidad social, optar por una u otra alternativa. Así, no existe un nexo causal
necesario entre la prohibición de reelección inmediata y las funciones esenciales de la universidad,
tratándose solamente de vínculo contingente. Por consiguiente, la potestad de regular ello se
encuentra dentro de la competencia natural del Legislativo.
23. En el presente caso, la norma responde a una coyuntura singular. Mediante la Ley se
pretende revertir la situación, dramática y compleja, por la que venían atravesando un grupo de
universidades públicas, en donde la legitimidad de sus autoridades se encontraba bajo un severo
cuestionamiento, lo que ya había provocado conflictos de relevancia social. En tal sentido, la
actuación del Legislativo, se desarrolló dentro de los parámetros que la Constitución establece.
§ Principio-derecho de igualdad
(...) la noción de igualdad debe ser percibida en dos planos convergentes. En el primero, se
constituye como un principio rector de la organización y actuación del Estado Social y Democrático
de Derecho. En el segundo, se erige como un derecho fundamental de la persona. Como principio
implica un postulado o proposición con sentido y proyección normativa o deontolóica que, como
tal, constituye parte del núcleo del sistema constitucional de fundamento democrático. Como
derecho fundamental comporta el reconocimiento de la existencia de una facultad o atribución
conformante del patrimonio jurídico de la persona, derivada de su naturaleza, que consiste en ser
tratada igual que los demás en hechos, situaciones o acontecimiento coincidentes; por ende,
deviene en el derecho subjetivo de obtener un trato igual y de evitar los privilegios y las
desigualdades arbitrarias.
27. De lo expuesto, se infiere que el análisis que efectúe este Tribunal en un primer
momento, se centrará en determinar si es que la legislación regula situaciones jurídicas iguales de
manera diferente. De verificarse ello, la norma tendrá que ser declarada inconstitucional. Tal es, en
realidad, el primer paso del test de igualdad desarrollado por este Colegiado en las sentencias de
los expedientes Nºs. 0045-2005-PI/TC y 0004-2006-PI/TC.
29. La Ley Nº 23733, regula tanto a las universidades públicas como a las privadas. De
acuerdo al artículo 6 de la propia Ley Universitaria las primeras son consideradas personas jurídicas
de derecho interno, mientras que las segundas son personas jurídicas de derecho privado sin fines
de lucro. De otro lado, las universidades reguladas bajo el régimen del Decreto Legislativo Nº 882,
se organizan jurídicamente bajo las formas previstas en el derecho común o en el régimen
societario, posibilitándose que personas naturales o jurídicas puedan ser propietarias de
Instituciones Educativas Particulares, las mismas que pueden tener o no fines de lucro.
30. Pueden distinguirse en este caso tres grupos distintos, de un lado, las universidades
públicas, de otro las privadas regidas por la Ley Nº 23733 y las privadas reguladas por el Decreto
Legislativo Nº 882. El Legislativo propone dar tratamiento distinto a universidades privadas que se
encuentran regidas bajo normas diferentes. La interrogante que se genera es si es que ello resulta
ser un criterio objetivo de cara a los fines de la norma.
31. Ahora bien, queda claro que el Estado puede dar mayores o menores libertades para la
creación de universidades, sin que ello implique que la universidad deje de tener relevancia social,
mereciendo por tanto una especial protección. Consecuencia de ello, es que la autonomía
universitaria despliega sus efectos en todas las universidades, sin importar el régimen al que
pertenezcan.
32. La norma bajo cuestionamiento ha tratado como iguales a las universidades públicas y
privadas que se encuentran bajo la Ley Nº 23733, diferenciándolas de las universidades privadas
reguladas bajo el Decreto Ley Nº 882. Ahora bien, no obstante tal separación, la intención del
legislador de la norma cuestionada es la de revertir los problemas sociales que generaban los
cuestionamientos de la legitimidad de ciertas autoridades universitarias, preponderantemente, de
universidades públicas.
33. Ello guarda lógica por cuanto es con el Tesoro Público con el que se mantiene a las
universidades públicas, justificándose con ello la preocupación del legislador. Por el contrario, para
el caso de las universidades privadas (tanto las que se encuentran bajo el régimen de la Ley Nº
23733 y el Decreto Legislativo Nº 882) son los estudiantes quienes en gran medida -junto con otros
ingresos propios- sufragan los gastos de la universidad.
34. Tomando en cuenta estos elementos, puede señalarse que la división entre
universidades públicas y privadas resulta tener mayor relevancia para con la finalidad de la norma.
Ello encuentra plena justificación por cuanto las universidades privadas ven reforzada su situación
jurídica con la autonomía inherente a las personas jurídicas de derecho privado. En el caso de las
universidades privadas de la Ley Nº 23733, específicamente con la protección dispensada en el
artículo 2 inciso 13, de la Constitución, que señala que toda persona tiene derecho “A asociarse y a
constituir fundaciones y diversas formas de organización jurídica sin fines de lucro, sin autorización
previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por resolución administrativa”.
36. Así, sobre las universidades privadas reguladas en la Ley Nº 23733 se extiende la
libertad de asociación, ya que se trata de personas jurídicas de derecho privado. Tal libertad, no
obstante, debe ser proyectada en consonancia con los propios fines del sistema universitario.
Ejemplo de ello es la regulación que el artículo 27 de la Ley Universitaria realiza, estableciendo
órganos de representación de la comunidad universitaria, lo que podría significar una afectación a
la autonomía universitaria. Sin embargo, debe comprenderse que lo referente a la elección o
reelección de las autoridades universitarias, se encuentra bajo la esfera de su autonomía privada,
ya que es parte nuclear de la autonomía privada determinar ello.
37. En tal sentido, ello marca una diferencia que debe ser apreciada por el Legislador al
momento de realizar la diferenciación, ya que las universidades privadas surgidas bajo la Ley Nº
23733, si bien se rigen por las normas de la referida ley, deben gozar de ciertas prerrogativas
generadas a partir de la libertad de asociación. Es por estas razones que el factor autonomía puede
tener otro cariz frente a las universidades particulares. Desde luego, ello no implica situarlas en un
nivel ajeno a la norma aludida, ya que ésta regula otros aspectos que el constituyente ha delegado
al legislador ordinario.
38. En suma, la diferenciación efectuada por el legislativo fue realizada sin tomar en cuenta
aspectos que, puestos en juego con la finalidad de la norma, traen consecuencias que determinan
la arbitrariedad de la distinción. Por consiguiente, estando a lo expuesto, no es permisible que la
prohibición de reelección inmediata afecte de diferente manera a las universidades privadas
reguladas por la Ley Nº 23733 y al resto de las universidades privadas, puesto que ambas se
encuentran tuteladas por manifestaciones de la autonomía privada propia de las personas jurídicas
de derecho privado. Por lo tanto, y visto el interés que el Estado debe guardar para con las
universidades públicas, sí resulta admisible, en cambio que la prohibición de reelección inmediata
se aplique a las universidades públicas.
39. En este caso, la expulsión del ordenamiento jurídico del artículo 4 en su totalidad, no
resolvería el problema planteado, ya que ese vacío normativo generaría incertidumbre respecto la
aplicación de la Ley enjuiciada. Por ello, visto globalmente con los fundamentos referidos a la
autonomía universitaria, debe traerse a colación el principio de conservación de la ley e
interpretación de conformidad a la Constitución, a fin de salvaguardar la interpretación que se
ajuste a la Constitución, por lo que tendrá que extraerse la referencia a las universidades privadas
en general.
VII. FALLO
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
MESÍA RAMIREZ
EXP. Nº 0025-2006-PI/TC
LIMA
COLEGIO DE ABOGADOS DE PIURA
Es decir, a partir del entrecruzamiento del derecho constitucional con el derecho procesal
algunos con abrumadora euforia consideran que el derecho procesal constitucional viene a
constituir una creación novedosa, autónoma como ajena a ambos derechos, el material o
sustantivo y el formal o procesal (instrumental), que encontramos en la propia Constitución, sin
advertir como lo dice Juan Monroy Gálvez que la Constitución está conformada, en sus aspectos
fundamentales, por normas instrumentales. Queremos decir así que el proceso constitucional es
tributario del derecho procesal en general, participando de sus instituciones que recogidas dentro
de nuestro derecho positivo interno en el Código Procesal Civil, constituye normatividad supletoria
e integradora como expresamente lo reconoce el artículo IX del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.
7. De lo que acabamos de exponer queda claro que la legitimidad procesal o para obrar es
la identificación que exige que quienes están en el proceso y actúan en él como parte tienen que
ser las personas que conformaron la relación sustantiva o material subyacente, todo esto visto
desde luego desde un orden que podríamos calificar de normal, lo que significa también que
extraordinariamente la ley pueda otorgarle legitimidad para obrar activa a personas distintas a las
que formaron parte de esta relación sustantiva. Significa entonces que la legitimidad procesal
activa extraordinaria necesariamente nace de la ley y aleja la posibilidad de llevar al proceso a las
personas que ordinariamente pueden hacer actividad procesal satisfaciendo las exigencias de la
legitimidad procesal ordinaria, es decir cualquier justiciable que considera la necesidad de recurrir
al órgano jurisdiccional en requerimiento de tutela jurídica, persona que por tanto como lo
señalara Peyrano le permite a cualquiera demandar a cualquiera, por cualquier cosa y con
cualquier grado de razón, incluso hasta sin ella extremadamente, lo que significaría y significa que
hay demandas que inician un proceso pero que en la sentencia tendrán que ser rechazadas por
infundadas. Pero recalcamos que cuando la legitimidad para obrar activa es extraordinaria,
necesariamente nace de la ley y por tanto sólo pueden ejercitar el derecho de acción quienes
están llamados como demandantes por la propia disposición de la ley. Esta exclusividad que
encierra la aludida legitimidad extraordinaria nace de la propia Constitución Política en el caso de
autos. Hemos dicho concretamente por tanto que cuando la legitimación extraordinaria la
ejercitan personas no llamadas para este encargo, el Juez que admite la demanda se descalifica
para una decisión de fondo al momento de sentenciar.
8. El artículo 203 de la Constitución Política del Perú establece que:
1. El Presidente de la República;
2. El Fiscal de la Nación;
3. El Defensor del Pueblo;
4. El veinticinco por ciento del número legal de congresistas;
5.Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones. Si la
norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por ciento de los
ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje no exceda del número
de firmas anteriormente señalado;
6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, o los
alcaldes provinciales con acuerdo de su Consejo, en materias de su competencia.
7. Los colegios profesionales, en materias de su especialidad...”
Artículo 1:
A partir de la vigencia del presente Decreto Ley, los Colegios Profesionales que no sean de
ámbito nacional tendrán una Junta de Decanos.
Artículo 2:
Son atribuciones de las Juntas de Decanos las siguientes:
inciso 1: Coordinar la labor institucional y dirimir los conflictos que pudieran surgir entre
los respectivos Colegios;
inciso 2: Promover y proteger, a nivel nacional, el libre ejercicio de la profesión
correspondiente
inciso 3: Fomentar estudios de especialización en las respectivas disciplinas y organizar
certámenes académicos; y,
inciso 4: Ejercer las demás atribuciones que señale la ley y los estatutos pertinentes.
Artículo 4:
Las Juntas de Decanos que se constituyan conforme a lo dispuesto en el presente Decreto
ley, aprobarán sus respectivos estatutos...
Este Decreto fue reglamentado por el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS, que dispone que
los Colegios Profesionales que no sean de ámbito nacional tengan una Junta de Decanos, y es muy
preciso en su artículo 2 cuando señala:
Por su parte el Estatuto de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú,
aprobado en Asamblea de Instalación de la Junta de Decanos de fecha 25 de junio del 2,003, en su
artículo 1, señala que toma como base legal para su formación las normas antes referidas y en su
artículo 3 y 5 establece que:
Artículo 3:
La Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú es el máximo organismo
representativo de la profesión de Abogado, ante los organismos del sector público y privado e
instituciones profesionales, gremiales y de cualquier otra índole, dentro del país y en el exterior.
Artículo 5: (...)
Para este caso sui Generis de dispersión de Colegios de Abogados son pues de aplicación el
Decreto Ley Nº 25892, el Decreto Supremo Nº 008-93-JUS y el Estatuto de la Junta de Decanos a
que me he referido precedentemente. De ellos extraemos en conclusión que es la Junta de
Decanos representada por su Presidente la que tiene representación frente a organismos
nacionales o internacionales, vale decir entonces, que la facultad de demandar ante el Tribunal
Constitucional la inconstitucionalidad de alguna ley, que como tal tiene alcance nacional, recae
precisamente sobre el que Preside la corporación nacional cuando se trata de la especialidad
referida. Es decir, el inciso 7 del artículo 203 de la Constitución Política del Perú exige un
representante nacional por cada profesión puesto que, sin ninguna distinción, la legitimidad
extraordinaria para demandar la inconstitucionalidad sin especialidad la tiene el Presidente de la
República, el Fiscal de la Nación y el Defensor del Pueblo.
Sr.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELL