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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE DERECHO

HANNA ARENDT

TEORÍA GENERAL DEL ESTADO

PROFESOR: MANUEL DE JESÚS JIMÉNEZ MORENO

ALUMNO: JORGE RODRÍGUEZ CORTÉS

NO.DE CUENTA: 42002749-6

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HANNA ARENDT

La película comienza con la captura por el Mosad, de Adolph Eichmann –un oficial
del Tercer Reich, y uno de los principales responsables de los campos de
exterminio nazi-, que se había refugiado en Argentina y es trasladado a Israel para
ser juzgado.

Era 1961 y los diarios anunciaron el inminente juicio en Jerusalén de Adolf


Eichmann, quien en función se encargó de la supervisión de los trenes que
transportaron a miles de judíos hacia los campos de concentración. Para el mundo
no era más que un despiadado criminal.

Arendt se enteró de la noticia e inmediatamente escribió a la revista The New


Yorker pidiendo cubrir el juicio en Israel. La propuesta resultaba acorde. ¿Quién
más indicada que Hannah Arendt, judía desplazada de la Segunda Guerra
Mundial, para escribir sobre el juicio de un nazi? El medio aceptó. Días después,
Arendt viajó a Tierra Santa.

La filósofa presencio el juicio. Fue una más de los tantos corresponsales que
arribaron a la ciudad sagrada. Observó, analizó y concluyó lo suscitado. A su
regreso a Norteamérica los lectores de The New Yorker esperaron atentos la
publicación. Sin embargo, lo que Arendt escribió les resultó insultante.

Se centra en la cobertura y consecuencias del juicio del nazi Adolf Eichmann que
daría lugar al libro, donde Arendt elabora su concepto de la banalidad del mal. En
la película, una Arendt profesora explica a los alumnos lo inédito de un juicio sin
precedentes en el que hay que juzgar a un individuo que rehúsa cualquier tipo de
intencionalidad en su comportamiento y que repite insistentemente que solo
obedecía órdenes.

Los escritos de Arendt ofendieron a la comunidad judía por tres razones: la


primera fue su concepto sobre la banalidad del mal; en el que, mientras la opinión

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pública retrató a Eichmann como un monstruo sin escrúpulos, la pensadora
escribió que él era un hombre normal, con un extremo sentido del orden, presa de
la ideología nazi, que no pensaba por sí mismo, sino que sus decisiones estaban
condicionadas al régimen de Hitler. Un simple y terrible producto del nazismo.

La segunda fue más fuerte, Arendt señaló que los líderes de algunas asociaciones
judías se habían mostrado cobardes ante los ataques antisemitas de la Segunda
Guerra Mundial. Según las investigaciones de la catedrática alemana, hubiesen
muerto menos judíos durante el conflicto si estos líderes no hubiesen entregado a
los nazis los registros de sus congregaciones con los que consiguieron deportar a
una gran cantidad de personas.

Por supuesto que esto enervó los ánimos de los cabecillas semitas de la época.
No obstante, Arendt remató con un tercer postulado donde cuestionó al sistema
jurídico israelí por la forma de juzgar a Eichmann. La respuesta judía fue
verbalmente bélica.

¿Cómo Arendt se atrevía a criticar a los suyos? En lugar de defender a su


comunidad como una judía ejemplar, Arendt investigó y debatió. El público
esperaba una cobertura periodista en pro de la causa semita, Hannah les había
entregado una lección de filosofía: el hecho de que cualquier humano puede
sucumbir ante la banalidad del mal.

RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL CONTRA RESPONSABILIDAD COLECTIVA

Una de las cosas que a Arendt le molestaba en el juicio era que el fiscal hacía
referencia a la responsabilidad colectiva del pueblo alemán con frecuencia,
mientras que Arendt se fijaba en la responsabilidad individual de quien estaba
siendo juzgado. Era Eichmann, él como único responsable. No se puede adjudicar
responsabilidad a un pueblo porque la responsabilidad es individual. Si lo haces,
eximes al individuo.

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MILGRAM CORROBORA A ARENDT

Lo que sostuvo Arendt fue ratificado poco después, tres meses después del juicio,
en el llamado experimento de Milgram que se hizo famoso y fue muy
controvertido. Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale, decidió hacer
una investigación sobre el comportamiento humano. En concreto, sobre hasta
dónde alguien es capaz de obedecer a la autoridad, aunque a los 40 participantes
les dijera que era un experimento sobre la memoria. Tres personas lo llevaban a
cabo, dos cómplices y uno más, que es el verdadero sujeto de estudio. Este hacía
repetir una lista de palabras al alumno y, si fallaba, ordenaba a otro castigarle con
corriente eléctrica de hasta 450 voltios como máximo. Las previsiones apuntaban
a que solo del 1 al 3 % iba a llegar hasta ese punto. Y no, fue una amplia mayoría:
el 65 %, 26 de los 40 participantes, llegó hasta el final. Milgram confirma la tesis
de Arendt y saca varias conclusiones:

 Quien obedece ve su conciencia disminuida. Es decir, cuanta más


obediencia, menos conciencia.
 Cuanto más lejana es la persona a la que estoy castigando, más factible
es que obedezca al experimentador.
 Cuanto más fiable es la autoridad, más factible es que llegue más lejos
obedeciendo.
 Cuanta más formación académica, menos propenso se es a obedecer,
más se rebela uno contra la imposición que se considera inmoral o mala.

CONCLUSIÓN

A pesar de las críticas y amenazas hacia su persona, Arendt no se retractó; sólo


hizo mención de que su pensamiento fue malinterpretado. Se mantuvo fiel a sí
misma. Fue valiente. Nadie que no haya vivido lo que ella vivió en aquel campo de
concentración de Francia podía cuestionarla. La lección que nos dejó es que todo
es cuestionable y que no importa cuántos y quienes estén en contra, siempre

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debes de mantener firme tu pensamiento si estás convencido de haber llegado a
la verdad.

BIBLIOGRAFÍA

Hannah Arendt y la libertad para pensar. Magdalena,Reyes,Puig.7 marzo, 2019

El juicio filosófico de Hannah Arendt. Saúl,Rodríguez.17 abril, 2018

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