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OCTUBRE MISIONERO 2019

Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo.

CUARTO TEMA: LA CARIDAD MISIONERA

1.-VER
El devenir o la “providencia” es mucho más sabia que nuestras ideas o planes.
Pensar lo contrario es un error de perspectiva cristiana y la causa última de nuestro
sufrimiento y de nuestra infelicidad. Sólo sufrimos porque pensamos que las cosas
deberían ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta pretensión, dejamos de
sufrir. En cuanto dejamos de imponer nuestros esquemas a la realidad, la realidad deja
de presentarse adversa o propensa y comienza a manifestarse tal cual es, sin ese patrón
valorativo que nos impide acceder a ella misma. ¿Qué quiere decir esto?

Un ejemplo de este auto-engaño, es la poca consciencia de la riqueza que


llevamos dentro, que el Señor la ha puesto en nosotros y en los demás desde nuestro
bautismo; la falta de valoración de nuestra propia vida y la vida de los demás, la
indiferencia nos acecha.

Hace poco en la canonización del Cardenal Newman, el Papa Francisco decía


que: “la fe nos exige caminar, un salir hacia afuera, hace milagros si salimos de nuestras
certezas cómodas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La
fe aumenta con el darse y crece cuando se arriesga”.

Nosotros en este mes misionero hemos apostado por caminar juntos,


abriéndonos a la novedad del Señor que nos invita a la misión, a prepararnos a través de
la meditación compartida, intentando reconocer nuestras diferencias y convergencias,
cualidades y defectos, adquiriendo una mayor consciencia del valor de nuestra fe y de la
pertenencia a la comunidad cristiana. Sólo caminando juntos conseguiremos el deseado
desapego y ruptura de los esquemas mentales o prejuicios que podamos descubrir en
nosotros que nos hacen sufrir. El Señor nos quiere libres, libres para amar, para acoger
las inspiraciones del Espíritu Santo que quiere renovar a su Iglesia disponiéndonos al
servicio de los demás.

Hoy la sociedad tiene graves problemas por resolver y el ser humano está, por lo
general, embebido en problemas minúsculos que ponen de manifiesto su cortedad de
miras y su incorregible mezquindad. Nosotros somos conscientes de esta pobreza
humana: la falta de caridad. Y buscamos como Iglesia la gracia de vernos renovados por
el Señor, en esa consciencia de sentirnos y sabernos amados por el Señor, que ahora
quiere consolar a tantos corazones que sufren hoy en silencio.

Iniciemos nuestro tema recordando que: “La Caridad que el Espíritu Santo ha
derramado en nuestros corazones en nuestro bautismo es al mismo tiempo motivo,
motor y finalidad de la Misión. El Espíritu nos mueve a estar profundamente animados
por esa Caridad, que es la caridad de Jesús que tiene su pasión más grande en
evangelizar con la fuerza de sus brazos y con el sudor de su rostro, buscando ser
conocido por todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, es el amor infinito que
Dios tiene hacia nosotros. Este es el fin esencial de la Misión.

2.- JUZGAR
“En esto hemos conocido lo que es amor: en que El dio su vida por nosotros.
También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn 3, 16).

Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37

Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer


para tener en herencia vida eterna?» El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo
lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole
entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo
a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a
Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se
fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y,
al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio
un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo
compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y
montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día
siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas
algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo
del que cayó en manos de los salteadores?» El dijo: «El que practicó la misericordia con
él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Reflexión (Papa Benedicto XVI)

“En la víspera de su pasión, Jesús dejó como testamento a los discípulos,


reunidos en el Cenáculo para celebrar la Pascua, el "mandamiento nuevo del amor",
"mandatum novum": "Lo que os mando es que os améis los unos a los otros" (Jn 15,
17). El amor fraterno que el Señor pide a sus "amigos" tiene su manantial en el amor
paterno de Dios. Dice el apóstol san Juan: "Todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios" (1 Jn 4, 7). Por tanto, para amar según Dios es necesario vivir en él y de
él: Dios es la primera "casa" del hombre y sólo quien habita en él arde con un fuego de
caridad divina capaz de "incendiar" al mundo.

¿No es esta la misión de la Iglesia en todos los tiempos? Entonces no es difícil


comprender que el auténtico celo misionero, compromiso primario de la comunidad
eclesial, va unido a la fidelidad al amor divino, y esto vale para todo cristiano, para toda
comunidad local, para las Iglesias particulares y para todo el pueblo de Dios.

Precisamente de la conciencia de esta misión común toma su fuerza la generosa


disponibilidad de los discípulos de Cristo para realizar obras de promoción humana y
espiritual que testimonian, como escribía el amado Juan Pablo II en la
encíclica Redemptoris missio, "el alma de toda la actividad misionera: el amor, que es y
sigue siendo la fuerza de la misión, y es también el único criterio según el cual todo
debe hacerse o no hacerse, cambiarse o no cambiarse. Es el principio que debe dirigir
toda acción y el fin al que debe tender. Actuando con caridad o inspirados por la
caridad, nada es disconforme y todo es bueno" (n. 60).

Así pues, ser misioneros significa amar a Dios con todo nuestro ser, hasta dar, si
es necesario, incluso la vida por él. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
también en nuestros días, han dado el supremo testimonio de amor con el martirio! Ser
misioneros es atender, como el buen Samaritano, las necesidades de todos,
especialmente de los más pobres y necesitados, porque quien ama con el corazón de
Cristo no busca su propio interés, sino únicamente la gloria del Padre y el bien del
prójimo. Aquí reside el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera, que
supera las fronteras y las culturas, llega a los pueblos y se difunde hasta los extremos
confines del mundo”.

La Jornada mundial de las misiones ha de ser una ocasión útil para comprender
cada vez mejor que el testimonio del amor, alma de la misión, concierne a todos, pues
servir al Evangelio no debe considerarse como una aventura en solitario, sino como un
compromiso compartido de toda comunidad.

Meditación. Madre Teresa de Calcuta (canonizada por el Papa Francisco el 4 de


septiembre de 2016, premio nobel de la Paz).

Pobreza del corazón.


Es necesario conocerme y conocer mi pasado. Soy lo que soy a los ojos de Dios,
pero es muy importante para la gente conocer a los pobres. La pobreza material siempre
se puede satisfacer con lo material. Los despreciados, los no amados, los no cuidados,
los olvidados ... los solos, esta es una pobreza mucho más grande.

La pasión de Cristo debe ser revivida en cada uno de nosotros de otra manera.
La soledad de Jesús, el dolor y el sufrimiento de Jesús en Getsenani ... que hizo que
Jesús sudara sangre, creo que fue mucho más grande que la crucifixión misma.

La crucifixión fue temporal en la carne, pero la agonía de la soledad y la agonía


de ser rechazado de haber sido abandonado hicieron que sudara sangre. Y creo que
debemos ver hoy esa soledad revivida en muchos países ricos, su gente sufre la tortura
de no ser queridos, de ser rechazados. Y creo que ese es el sufrimiento más grande y la
pobreza más grande hoy en día.
Pero creo que la forma más simple de mostrar el amor de Dios y que Dios nos
ama, es con lo que Jesús vino a enseñarnos, es ese amor del uno con el otro.

Pequeñas cosas con gran amor.


No es cuanto hacemos o "tan grande que es" lo que hacemos, sino cuanto amor
ponemos en lo que hacemos, porque somos seres humanos y para nosotros se ve muy
pequeño, pero una vez que le entregamos lo que hacemos a Dios...
Dios es infinito y esa pequeña acción, se transforma en una acción infinita ... porque
Dios es infinito y para Él no hay medida…Y eso es muy importante para todos, no solo
para nosotras las religiosas, sino para todos, cualquiera sea su forma de vida.

Debemos encontrar la santidad, en el trabajo que Dios nos ha encomendado, al


darnos un "regalo especial".

A cada uno de nosotros nos ha dado un don especial,,. a lo mejor lo único que se
hacer es pelar papas ... pero debo pelerlas hermosamente, ese es mi amor por Dios en
acción. No es cuanto hacemos, sino cuanto amor ponemos en lo que hacemos, eso es
mucho más importante para Dios ... y para nosotros también...

3.- ACTUAR
Ante la vida y el mensaje de Jesucristo:

1.- ¿Cuáles son las deformaciones más importantes que sufre nuestra fe,
examinamos nuestra imagen corriente en un Dios “desencarnado?

2.- ¿Qué exigencias concretas puede tener para un cristiano de nuestra sociedad
la fe en un Dios totalmente comprometido y solidarizado con el hombre?

3.-¿Cómo podemos ir descubriendo día a día, desde Cristo, lo que es una vida
verdaderamente humana?

ORACIÓN DEL MES MISIONERO 2019

Padre nuestro, Tu Hijo Unigénito Jesucristo resucitado de entre los muertos,


encomendó a sus discípulos el mandato de “id y haced discípulos a todas las
gentes”, Tú nos recuerdas que a través de nuestro bautismo, somos partícipes
de la misión de la Iglesia.
Por los dones de tu Santo Espíritu, concédenos la gracia de ser testigos del
Evangelio, valientes y tenaces, para que la misión encomendada a la Iglesia,
que aún está lejos de ser completada, pueda encontrar manifestaciones nuevas
y eficaces que traigan vida y luz al mundo. Ayúdanos a hacer que todos los
pueblos puedan experimentar el amor salvífico y la misericordia de Jesucristo,
Él que es Dios y vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los
siglos de los siglos. Amén.

“A los misioneros, a las misioneras y a todos los que en virtud del propio
bautismo participan de algún modo en la misión de la Iglesia, les envío de
corazón mi bendición”.
Vaticano, 9 de junio de 2019, Solemnidad de Pentecostés

Francisco.

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