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1.-VER
El devenir o la “providencia” es mucho más sabia que nuestras ideas o planes.
Pensar lo contrario es un error de perspectiva cristiana y la causa última de nuestro
sufrimiento y de nuestra infelicidad. Sólo sufrimos porque pensamos que las cosas
deberían ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta pretensión, dejamos de
sufrir. En cuanto dejamos de imponer nuestros esquemas a la realidad, la realidad deja
de presentarse adversa o propensa y comienza a manifestarse tal cual es, sin ese patrón
valorativo que nos impide acceder a ella misma. ¿Qué quiere decir esto?
Hoy la sociedad tiene graves problemas por resolver y el ser humano está, por lo
general, embebido en problemas minúsculos que ponen de manifiesto su cortedad de
miras y su incorregible mezquindad. Nosotros somos conscientes de esta pobreza
humana: la falta de caridad. Y buscamos como Iglesia la gracia de vernos renovados por
el Señor, en esa consciencia de sentirnos y sabernos amados por el Señor, que ahora
quiere consolar a tantos corazones que sufren hoy en silencio.
Iniciemos nuestro tema recordando que: “La Caridad que el Espíritu Santo ha
derramado en nuestros corazones en nuestro bautismo es al mismo tiempo motivo,
motor y finalidad de la Misión. El Espíritu nos mueve a estar profundamente animados
por esa Caridad, que es la caridad de Jesús que tiene su pasión más grande en
evangelizar con la fuerza de sus brazos y con el sudor de su rostro, buscando ser
conocido por todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, es el amor infinito que
Dios tiene hacia nosotros. Este es el fin esencial de la Misión.
2.- JUZGAR
“En esto hemos conocido lo que es amor: en que El dio su vida por nosotros.
También nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn 3, 16).
Así pues, ser misioneros significa amar a Dios con todo nuestro ser, hasta dar, si
es necesario, incluso la vida por él. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos,
también en nuestros días, han dado el supremo testimonio de amor con el martirio! Ser
misioneros es atender, como el buen Samaritano, las necesidades de todos,
especialmente de los más pobres y necesitados, porque quien ama con el corazón de
Cristo no busca su propio interés, sino únicamente la gloria del Padre y el bien del
prójimo. Aquí reside el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera, que
supera las fronteras y las culturas, llega a los pueblos y se difunde hasta los extremos
confines del mundo”.
La Jornada mundial de las misiones ha de ser una ocasión útil para comprender
cada vez mejor que el testimonio del amor, alma de la misión, concierne a todos, pues
servir al Evangelio no debe considerarse como una aventura en solitario, sino como un
compromiso compartido de toda comunidad.
La pasión de Cristo debe ser revivida en cada uno de nosotros de otra manera.
La soledad de Jesús, el dolor y el sufrimiento de Jesús en Getsenani ... que hizo que
Jesús sudara sangre, creo que fue mucho más grande que la crucifixión misma.
A cada uno de nosotros nos ha dado un don especial,,. a lo mejor lo único que se
hacer es pelar papas ... pero debo pelerlas hermosamente, ese es mi amor por Dios en
acción. No es cuanto hacemos, sino cuanto amor ponemos en lo que hacemos, eso es
mucho más importante para Dios ... y para nosotros también...
3.- ACTUAR
Ante la vida y el mensaje de Jesucristo:
1.- ¿Cuáles son las deformaciones más importantes que sufre nuestra fe,
examinamos nuestra imagen corriente en un Dios “desencarnado?
2.- ¿Qué exigencias concretas puede tener para un cristiano de nuestra sociedad
la fe en un Dios totalmente comprometido y solidarizado con el hombre?
3.-¿Cómo podemos ir descubriendo día a día, desde Cristo, lo que es una vida
verdaderamente humana?
“A los misioneros, a las misioneras y a todos los que en virtud del propio
bautismo participan de algún modo en la misión de la Iglesia, les envío de
corazón mi bendición”.
Vaticano, 9 de junio de 2019, Solemnidad de Pentecostés
Francisco.