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Margarita Artusi
L. I: ¿Quién eres?
La primera lámina moviliza todas las disponibilidades del sujeto.
Muestra lo que el sujeto “desde su postura más habitual hace con toda situación
nueva” (Vázquez, 1981, p. 44) y sirve para hacer una primera hipótesis acerca
de su personalidad, sus conflictos y sus defensas.
“A veces una exclamación o un comentario, dichos en el inicio de la lámina I, es
lo que nos advierte acerca de la problemática dominante del examinado”
(Vázquez, 1981, p. 48).
El D central puede representar al sujeto mismo y las áreas laterales a las imagos
parentales y sustitutos.
L. V:
“La lámina V es el semáforo del Rorschach” (Vázquez, 1981, p. 104).
Lámina aparentemente inofensiva que obliga a reestructurarse rápidamente.
Es restrictiva y unificada, con pocos matices; “suficientemente armada como
para impedir el vuelo imaginativo” (Vázquez, 1981, p. 103).
Representante del yo, apela al principio de realidad.
Muestra el modo y los recursos con que se aborda la realidad adulta.
Los desajustes a la norma revelan trastornos.
L. VI:
“Es la lámina donde lo corporal carnal aparece con más evidencia” (Vázquez,
1981, p. 111). Su color gris y tonalidad matizada favorecen la asociación con
sensaciones táctiles.
El D superior promueve asociaciones con el genital masculino, el inferior con el
femenino y la escotadura inferior remite a una vagina. Las respuestas a la tercera
“son muy útiles para la comprensión de aspectos de la sexualidad del sujeto
testado” (Vázquez, 1981, p. 34).
En la zona interior más clara se suelen representar embarazos o abortos.
L. VII:
Alude a la mujer-madre, a lo maternal y a lo femenino.
El tercio inferior evoca los genitales femeninos y el D2 puede ser siniestro.
Tiene varias salientes fálicas.
El gran fondo blanco favorece la inversión figura-fondo, sobre todo con la lámina
invertida.
Es importante ver si se utiliza el blanco y de qué manera.
L. VIII:
“Primera que exige el manejo de los afectos” (Vázquez, 1981, p. 125) por “la
conmoción ante la novedad colorida” (Vázquez, 1981, p. 125).
La sorpresa del color puede paralizar a los descompensados, hacer trastabillar
a los neuróticos y tornar populares a los creativos
Hay que prestar atención al tipo de animal y a su actitud porque da pautas para
ver cómo será la actitud transferencial y la modalidad de las resistencias en un
tratamiento. “Lo que se diga de los animales, se está diciendo del probando y del
examinador” (Vázquez, 1981, p. 127).
El gris superior sugiere el modelo básico de relación vincular, el azul muestra el
manejo de la agresión y vincula el Tánatos del gris con el rosa-naranja que
representa al Eros.
L. IX:
Se refiere a lo femenino primigenio, retrotrae a vivencias arcaicas y primitivas,
tiene un sentido regresivo y se vincula a la madre biológica.
Poco estructurada, mezcla de colores. Es difícil armar una buena W.
“El rosado inferior parece despertar asociaciones con los hijos” (Vázquez, 1981,
p. 141), los naranjas aluden a la relación fetal con la madre, los verdes centrales
al vientre materno o a sensaciones corporales y el “blanco” al trauma del
nacimiento.
En posición lateral, las escenas y los personajes del verde pueden recordar
acontecimientos infantiles traumáticos.
Esta lámina provoca descompensación, y en ella son frecuentes los fracasos y
las malas respuestas.
L. X:
Muestra “nuestro abigarrado mundo” (Vázquez, 1981, p. 148).
Es la lámina “encargada de reflotar hasta la superficie al vapuleado sujeto de
prueba” (Vázquez, 1981, p. 146).
En los celestes laterales se proyecta la figura materna, en el gris “al propio sujeto
en relación triangular con los padres” (Vázquez, 1981, p. 148), los verdes
superiores se prestan “para expresar la actitud del hijo (examinado) respecto de
su madre y de la pareja parental” (Vázquez, 1981, p. 150), los verdes inferiores
se relacionan con “el rol social aparente del sujeto” (Vázquez, 1981, p. 150).
Cuando las áreas restantes son nominadas espontáneamente indican aspectos
actuales importantes.
Los rosas representan la sexualidad y la agresión, los azules centrales la pareja
actual, “los amarillos internos despiertan respuestas relacionadas con lo más
regresivo deseado” (Vázquez, 1981, p. 151) y los amarillos externos con lo
deseado conscientemente y con fantasías de curación, el marrón oscuro tiene
que ver con fantasías de enfermedad y el marrón claro con el rol social auténtico
o con la imago paterna; por último, el D central naranja representa
simbólicamente “al sujeto en medio de su mundo, su modo de sentirse entre los
demás” (Vázquez, 1981, p. 153).
En posición invertida suelen apareces flores o las “grandes caras fóbicas”
(Vázquez, 1981, p. 154).
Bibliografía:
Vázquez, O. (1981). Rorschach para Rorschistas. Buenos Aires. Editorial de
Belgrano