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Este documento describe el significado y los beneficios de recibir el manto protector de la Virgen María. Explica que bajo su manto se encuentra protección contra las fuerzas del mal y las tentaciones del mundo, y se experimenta el amor maternal de María. También se pide su auxilio en necesidades materiales y espirituales, y que interceda por nosotros ante Dios. Finalmente, invita a invocar la protección de María repitiendo "Manto de María, cúbrenos".
Este documento describe el significado y los beneficios de recibir el manto protector de la Virgen María. Explica que bajo su manto se encuentra protección contra las fuerzas del mal y las tentaciones del mundo, y se experimenta el amor maternal de María. También se pide su auxilio en necesidades materiales y espirituales, y que interceda por nosotros ante Dios. Finalmente, invita a invocar la protección de María repitiendo "Manto de María, cúbrenos".
Este documento describe el significado y los beneficios de recibir el manto protector de la Virgen María. Explica que bajo su manto se encuentra protección contra las fuerzas del mal y las tentaciones del mundo, y se experimenta el amor maternal de María. También se pide su auxilio en necesidades materiales y espirituales, y que interceda por nosotros ante Dios. Finalmente, invita a invocar la protección de María repitiendo "Manto de María, cúbrenos".
Maria Arriero Elvira, Master Reiki y Magnified Healing
http://sanacionmagnificada-amorluz.blogspot.com.es/ http://energiavioletatransmutadora.blogspot.com.es/ http://reikiluzyamormaria.blogspot.com/ http://www.actiweb.es/sanaciondeluz/ El manto de María: la protección de la Madre de Dios Allá por los años ochenta, en mi grupo de la renovación carismática, aprendí a empezar mi oración pidiendo a la Madre de Jesús que nos cobijara bajo su manto maternal:"Manto de María, cúbrenos". El manto de María es una entrañable imagen que tiene para nosotros un hondo significado: la protección de la Virgen, su auxilio y amparo, en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo. Nos cobijamos bajo el manto de María para ser protegidos y amparados en el combate contra las fuerzas del maligno, porque como dice el apóstol San Pablo nuestra lucha no es contra "la carne y la sangre", sino contra los espíritus que están en el aire, los dominadores del mundo de tinieblas (Ef. 6, 12).
En este combate, María ha sido envuelta en un manto de triunfo, como
novio que se pone la corona o novia que se adorna con sus joyas. Ella es la Virgen de la victoria, llamada a aplastar bajo su pie inmaculado la cabeza de la serpiente. Nos cobijamos bajo el manto de María para que su amor maternal nos guarde de las seducciones del mundo: la concupiscencia de los ojos, la soberbia de la vida, la vanidad de las riquezas. Bajo el manto de María, la Virgen fiel, aprendemos a obedecer a Jesucristo, el Señor, tomando como guía el Evangelio, y viviendo dignamente nuestro llamamiento y elección, practicando sobre todo el mandamiento nuevo del amor. Nos cobijamos bajo el manto de María y pedimos su auxilio en nuestras necesidades materiales y espirituales, que ella nos guarde de todo peligro, que nos preserve de toda caída, que sea sobre todo nuestra abogada delante del único mediador: Jesucristo, Señor Nuestro. Ser arropados bajo el manto de María para experimentar la eficacia de su oración intercesora, su inmenso amor de madre por cada uno de nosotros, sus queridos hijos e hijas.
Nos cobijamos bajo el manto de María, Reina y madre de misericordia,
para que el torrente del amor misericordioso del Señor se derrame sobre nosotros como un río de agua viva. Ella le presenta a Cristo nuestros pecados, porque ella misma es acueducto, como dice san Bernardo, de las misericordias del cielo. Bajo el amparo de María, el tesoro de la misericordia infinita de Dios se abre para nosotros, una gracia que experimentamos especialmente cuando nos acercamos al sacramento de la reconciliación y somos liberados de la atadura de vicios y pecados. En esta hora en que la Iglesia está a las puertas de un nuevo Adviento, queremos pedir a la Santísima Virgen que cubra bajo su manto maternal a todo el pueblo de Dios, que guarde íntegramente la fe de los cristianos, y, sobre todo, que atraiga sobre la Iglesia la efusión del Espíritu Santo, para que nos alegremos en la venida del Señor, y se renueve en todos la esperanza.
Invoquemos la protección de la Madre de Dios repitiendo muchas
veces:"Manto de María, cúbrenos". Maria Arriero Elvira, Master Reiki y Magnified Healing http://sanacionmagnificada-amorluz.blogspot.com.es/ http://energiavioletatransmutadora.blogspot.com.es/ http://reikiluzyamormaria.blogspot.com/ http://www.actiweb.es/sanaciondeluz/
María Santísima ha sido mi más seguro refugio, en todas las circunstancias
de la vida; cuantas veces me he acogido a su poderoso amparo otras tantas he sido admirablemente socorrido por esta dulcísima Madre.
Desde mi niñez clavóse en mi alma esta representación: parecía me que era
yo, en el orden de la gracia, un niño muy pequeñito y como tal me acercaba confiadamente a mi dulce Madre, la Virgen Santísima, y, luego, me cubría con las extremidades de su manto. Complacía me en morar en ese amable refugio, a cubierto de las asechanzas del diablo y de las persecuciones del mundo. Allí encontraba mi paraíso y el lugar de mi reposo. Cuantas veces acudo a ponerme y cobijarme bajo el manto de María, torno a encontrar las mismas gracias y delicias. Paréceme que por irritado que estuviera Dios conmigo, por causa de mis pecados y miserias, al ponerme bajo el manto de la Virgen Santísima, nada pueden ya contra mí todos los dardos de la justicia divina, por que, contra todos ellos, es escudo poderosísimo el manto protector de mi Madre Santísima. Otra consolación dulcísima que he experimentado, al ponerme bajo el manto de la Virgen Santísima, es la que me viene de considerar que hallándome bajo tan seguro amparo tengo forzosamente que salvarme, protegido bajo el manto real de la Virgen Santísima. ¿Ni quién podrá arrebatarme de sus manos soberanas? atraerá sobre mí las bendiciones que pertenecen a Jesucristo, nuestro hermano primogénito, cubriéndome para ello con las sangrientas pieles del Cordero inmaculado y amparándome bajo su manto de Reina y Madre nuestra dulcísima. ¡Cuán gustoso me es, por esto, repetir en todas mis tribulaciones con la más segura confianza .
Otra ocasión tuve, por algunos días, esta hermosa y dulcísima
representación. Parecía me que la Santísima Virgen, como a un niño pequeñito, me tomaba de la mano y me cubría con su manto; y yo, a mi vez, me esforzaba por asirme fuertemente de la diestra de mi Madre dulcísima, la estrechaba entre mis manos y la cubría de besos, ¡Qué consuelo experimentaba al considerar que esa diestra soberana que yo tenía ahora por mía, es la que empuña el cetro del universo, la que dispone, por decirlo así, de las gracias de Jesús nuestro Salvador divino y la que firma la sentencia de eterna predestinación, en favor de sus devotos, sentencia que el divino Juez no deja jamás de confirmar su irrevocable fallo. Tal dulzura, suavidad y encanto produjo en mí esta consideración que por varios días anduve como embebecido en ella y saboreando su exquisita dulzura. Si María nos guarda entre sus manos poderosas y santísimas, sí tiene nuestra alma custodiada en ellas, ¿quién nos podrá hacer ningún daño jamás? J. M MATOVELLE ORACIÓN DE PROTECCIÓN CON EL MANTO DE NUESTRA MADRE MARÍA
¡Oh manto de mi Madre María, protégenos y ampáranos de noche y de día
del enemigo de nuestra alma!. Me cubro y cubro con tu Santo manto a mi familia y a todo el pueblo de Dios; haznos invisibles a los espíritus malignos y a sus agentes terrenales del mal. ¡Oh manto sagrado de mi amada Madre, sé el escudo protector del pueblo de Dios!. No nos desampares madre querida ni un solo instante en la batalla espiritual de cada día, que los rayos de luz de tu Santo manto nos guíen en la oscuridad y las tinieblas y nos iluminen el camino que conduce a la gloria eterna. Amén. Rezar 3 Avemarías con Glorias y 3 Magníficat. AVE MARÍA
Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Magnificat Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Para recibir el manto protector de nuestra virgen y madre María debemos preparar un lugar donde estemos tranquilos y nadie nos moleste, encender algunas varillas de incienso de rosas o jazmines, unas flores en un recipiente con agua y estar con el corazón abierto a recibir esta maravillosa energía de amor incondicional.