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ESTULIN
LA HISTORIA
DEFINITIVA
DEL CLUB
BILDERBERG
a
Traducción de Eva M. Robledillo Carro
Agradecimientos
Tal vez ésta sea la parte del libro más difícil de escribir, porque
la lista de colaboradores —investigadores independientes,
fuentes gubernamentales internas y externas, detectives priva-
dos, analistas de las Fuerzas Aéreas, de la Marina y del Ejército
de Estados Unidos, generales españoles, cocineros, chefs, boto-
nes, personal de limpieza y camareros de los hoteles donde se
reúnen los miembros del Club Bilderberg— que han invertido
su energía y su tiempo de forma incondicional, obviando los
peligros que ese tipo de reuniones podían entrañar, es demasia-
do larga como para incluirse en las páginas de mi libro o,
mejor dicho, de nuestro libro, puesto que sólo soy el vehículo
de la psique colectiva de una sociedad cuyo instinto natural se
llama libertad.
Deseo expresar mi más sincero y profundo agradecimiento
a numerosos miembros de los servicios secretos de todo el
mundo, en Washington, Londres, Moscú, Madrid, París, Ca-
racas, Roma y Ottawa, cuyo conocimiento de primera mano
en materia de espionaje y cuya sabiduría me ha dado ánimos en
los peores momentos. Sin su recopilación de valiosísima infor-
mación confidencial, este libro se habría quedado para siempre
en un sueño imposible de cumplir.
Deseo dar las gracias especialmente a Canadá, mi país de
adopción, que le dio a mi familia un hogar y la esperanza de un
futuro mejor sin pedir nada a cambio. Saldé esa deuda de gra-
titud en 1996 cuando descubrí los diabólicos planes de los
Daniel Estulin
4 de julio de 2007
Introducción
primera parte
El Club Bilderberg:
los másteres del universo
... un clan formado por los hombres más ricos, influyentes y poderosos
de Occidente desde el punto de vista económico y político, que se
reúnen en secreto para planear acontecimientos que más tarde parecerá
que ocurren sin más.
The Times, Londres, 1977
No creo que sea cierto decir que queremos mantenerlo [el Club Bilder-
berg] apartado [del conocimiento público]; nunca quisimos que el públi-
co supiera de nuestra existencia. Intentamos convencer a la gente de no
mencionarlo en la prensa convencional porque no queremos que especu-
len sobre lo que hacemos [...]. Prohibimos a los asistentes que den ruedas
de prensa en nuestras reuniones, y lo hacemos no porque estemos obse-
sionados con el secretismo, sino porque queremos controlar a los políti-
cos que asisten.
Martin Taylor, secretario general del Club Bilderberg,
entrevistado por el canal británico 4 TV, 27 de junio de 2001
1955.
capítulo 1
Caída mortal