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Aspectos del desarrollo de la lingüística

española a través de los siglos

Herausgegeben
von Katharina Wieland,
Kirsten Süselbeck
und Vera Eilers
Índice

Vera Eilers, Kirsten Süselbeck, Katharina Wieland


Introducción…………………………………………………………………………. 7

Primera parte (siglos XVIII y XIX)


María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica .................... 13
Vera Eilers
La gramática española en el siglo XIX ........................................................... 31
Mara Fuertes Gutiérrez, María José García Folgado
El desarrollo del pensamiento lingüístico en la enseñanza ............................ 49

Segunda parte (siglos XIX y XX)


Esteban Tomás Montoro del Arco
La relevancia del movimiento internacional del Folkore para el desarrollo
de la fraseología en España .......................................................................... 67
Alexander M. Kalkhoff
El desarrollo conceptual e institucional de los estudios hispánicos en las
universidades alemanas desde el siglo XIX hasta nuestros días ................... 85
Patrick O. Steinkrüger
La lengua española en Filipinas ..................................................................... 101
Silke Jansen
Monolingüismo y bilingüismo en el discurso de la lingüística hispánica ......... 111
Isabel Zollna
Contacto de lenguas y conflicto de lenguas ................................................... 125

Tercera parte (siglo XXI)


Raúl Ávila
La lengua española en los medios de comunicación masiva ......................... 141
Gabriele Knauer, Klaus Thoden, Katharina Wieland
Aportes de la lingüística para el estudio del español mediático...................... 153
Primera parte (siglos XVIII y XIX)

El término ‘análisis’ en las gramáticas de la


tradición hispánica – estudio metalingüístico∗
María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

1 Preliminar

La introducción del análisis en las gramáticas escolares españolas a partir de


finales del siglo XVIII obedece, en última instancia, a un cambio de paradigma
científico. Es bien sabido que la renovación de la gramática española (y su
enseñanza) en esos años se debió especialmente a la influencia de los
gramáticos filósofos franceses, quienes en conjunto reanimaron los principios de
la vieja gramática general o especulativa, aunque lo hicieron sobre la base de
modelos epistemológicos diferentes, según los autores:
(a) así, los de Port-Royal, partiendo de la primacía de la “razón”, defendían la
existencia de un “orden natural” de las ideas, innato, universal e inmutable,
exterior al lenguaje y a posteriori reflejado por éste;
(b) otros, como Condillac o Destutt, partiendo de las sensaciones y del “uso” de
la lengua, negaban tal orden natural preestablecido y concebían, más bien,
la mente como un todo simultáneo y complejo, siendo el lenguaje
responsable de la construcción del pensamiento sucesivo; y
(c) en medio de ambas posturas encontradas, los eclécticos, como Du Marsais
o Beauzée, partidarios, por un lado, de la preexistencia del orden natural así
como de la independencia entre lenguaje y pensamiento, y, por otro,
seguidores de algunos de los postulados sensistas de Condillac, como que el
pensamiento es un todo, simultáneo y complejo a la vez, y que la función de
las palabras es analizar o descomponer el pensamiento (eso sí, siguiendo el
supuesto orden natural). De ahí la importancia concedida al “análisis” como
procedimiento gramatical.

∗ Este trabajo forma parte de las actividades, cofinanciadas por el Ministerio de Educación y
Ciencia y el FEDER, correspondiente al proyecto de investigación titulado “Los comienzos de la
moderna sintaxis: Análisis lógico y análisis gramatical en la enseñanza del español” (ANAGRAMA)
[HUM2007-60976/FILO] e integrado por los doctores Ma Luisa Calero Vaquera (investigadora
principal), Alfonso Zamorano Aguilar, Ma José García Folgado (Universidad de Valencia), Esteban
T. Montoro del Arco (Universidad de Granada) y Carsten Sinner (Universidad de Leipzig).

RomGG Beiheft 18 · © Helmut Buske Verlag 2010 · ISSN 0947-0573


14 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

La adopción del “análisis” en los cursos de gramática (primero en Francia y más


tarde en otros países en el ámbito de su influencia) se percibió, además, por
parte del docente como una excelente estrategia didáctica para fomentar la
participación activa del alumno en las clases, que hasta entonces se
desarrollaban de manera tediosa, pues nada más cargante que enseñar a los
niños un conjunto de normas que les resultaban superfluas para hablar una
lengua que ya sabían hablar. Así, la propia enseñanza de la gramática venía
siendo criticada ya en la España de finales del XVIII por algunos maestros
deseosos de modernizar sus rutinarios métodos y contenidos, críticas que se
acentuarán en los siguientes años del XIX, lamentándose aquéllos de “que la
juventud no haya leído más que ligeros compendios de gramática castellana,
escritos unos sin filosofia ni principios: llenos otros de vulgaridades y absurdos:
retazos los más, y copias del arte latino traducido” (Amézaga 1846: 3).
Con la práctica del “análisis”, y a imitación de quienes enseñaban la lengua
francesa en las escuelas del país vecino, los docentes consiguieron, en efecto,
renovar los métodos de la enseñanza del español en las escuelas decimonónicas,
facilitando la entrada de nuevos aires a la fastidiosa clase de gramática. Así, el
“análisis” acabó por convertirse en el transcurso del siglo XIX en un término
familiar en los textos escolares y, para aquellos autores que así lo conciben, en
un ejercicio didáctico de obligada presencia en el aula, ejercicio que se mantuvo
vigente de manera oficial en planes de estudios y en reglamentos de oposiciones
en el ámbito hispánico hasta, al menos, mediados del siglo XX.

2 Definiciones del término “análisis” (o “analizar”)

Como es razonable pensar, el término “análisis” comienza siendo utilizado en


España por aquellos gramáticos que adoptan como marco teórico para sus
enseñanzas los presupuestos de la gramática filosófica francesa del siglo XVIII.
A ellos se debe la introducción y posterior divulgación del término, que, en este
proceso de generalización, termina por no ser asociado –al menos tan
claramente como en sus inicios– a una determinada corriente de pensamiento
lingüístico.
Aproximadamente, en un 50% de las obras consultadas para este estudio
(comprendidas entre h. 1795 y 1939) aparece una definición explícita del
vocablo “análisis” (o del verbo “analizar”): son los autores que traemos a
colación en este primer apartado. El resto parece dar por consabida la
significación del concepto. Por orden cronológico, es Jovellanos (como se sabe,
devoto lector de Condillac) el primero que define el vocablo “analizar”, al
comienzo de su Tratado del análisis del discurso (h. 1795):
ANALIZAR una cosa es dividirla en todas las partes de que se compone, para observar cada una
separadamente, y volver después á unirlas, para observar su conjunto […]. Así, si queremos
conocer el mecanismo de un reloj, le dividirémos en todas sus partes, poniéndolas unas junto á
otras. Examinarémos su forma y su destino, cómo obran unas sobre otras […]. Luego tambien
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 15

para analizar el discurso observarémos el oficio y la significación de cada palabra, sus


relaciones unas con otras, cómo de su enlace se forman los pensamientos, y cómo estos,
reducidos á cierto órden, componen el discurso. (Jovellanos 1858 (h. 1795): 150)

Se trata de una explicación detallada y muy didáctica del término, en la que el


autor ilustrado hace referencia a la doble dirección, de ida y vuelta, que implica
el propio procedimiento: el “análisis” (“dividirla en todas las partes […]”) y la
síntesis (“[…] y volver después á unirlas”). Destacamos este hecho porque no
todos los gramáticos que vendrán después tendrán en cuenta estas dos etapas del
proceso, de modo que sólo harán alusión a la primera de ellas: la división del
todo en sus partes (= “el análisis”), mutilando así un concepto que desde sus
orígenes encerraba una doble vertiente inseparable.
En otro orden de cosas, algunas de esas definiciones elaboradas después de
Jovellanos se nos presentan mucho más abstrusas, lo cual se justifica en el caso
de Valcárcel por la exigencia del contexto y el formato en el que aparece (un
artículo en una revista especializada en didáctica), y en los demás casos por
tratarse de manuales con ciertas pretensiones filosóficas:
[Analizar] es observar en un órden sucesivo las cualidades de un objeto cualquiera, á fin de
darles en nuestro entendimiento el órden simultáneo en que existen. (Valcárcel 1858: 38)

[El procedimiento analítico es] adoptado para descomponer la palabra y separar los factores
que con su fusión hayan dado margen, no sólo a mezclas, sino a una adherencia íntima que
exige cierta especie de operación química, llamémosla así, para aislar los elementos de esta
clase de combinación. (Flórez 1859: 309)

Entiéndese por análisis la descomposición metódica de un todo en sus partes, bien


directamente, ya por extensión, conociendo las causas por los efectos, las cuales causas son
consideradas como partes constitutivas de los efectos mismos. (Marín 1899: 9)

Y hay quien, mostrándose también original en la definición del “análisis”, lo


eleva a la categoría de “arte”:
[Análisis es el] Arte que nos enseña el procedimiento lógico y didáctico para llegar al cabal
conocimiento de un objeto, ya sensible o ya inteligible. (Hermosilla Rodríguez 21919: 121)

Pero, al margen de estos casos singulares que muestran un marchamo propio –


de marcado cariz filosófico– en la definición de “análisis” (o “analizar”),
encontramos un primer grupo muy homogéneo de autores (todos ellos publican
sus obras en la primera mitad del siglo XIX) que consideran el “Análisis” como
una parte de la Gramática, al mismo nivel que la Sintaxis, y equivalente a lo que
entonces se solía denominar Analogía:
[Parte de la Gramática en la que] se explican las clases de palabras separadamente. (Saqueniza
1832 [1828]: 4)
La primera parte de la Gramática se llama Análisis, porque su objeto es examinar las palabras
separadamente unas de otras, para esplicar su naturaleza i propiedades, clasificarlas i
definirlas. (Noboa 1839: 5)
16 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

[El Análisis (como parte de la Gramática) se llama así] porque su objeto es dar á conocer las
palabras, examinándolas separadas unas de otras, para explicar su naturaleza y propiedades,
clasificarlas y definirlas. (Amézaga 1846: 21)

A partir de la segunda mitad del XIX esta concepción del “análisis”, que, como
se ve, encierra un significado altamente especializado y restringido al campo
gramatical, desaparece sin dejar rastro en el resto de las obras consultadas. Lo
habitual ya será encontrar otro tipo de enunciados más generales que se ajustan
a la siguiente fórmula prototípica (que en el caso del Anónimo se amplía con
una comparación didáctica al estilo de Jovellanos), y en la que sigue faltando la
referencia a la síntesis:
Analizar, en general, es descomponer un todo en sus partes principales; estas, en otras; estas,
en otras, etc., hasta llegar a las mas sencillas, haciendo sucesivamente el exámen de cada una
de ellas. (Orío 1869: 1er cuad., 108)
Análisis, en general, es la descomposición de las partes que constituyen un todo, para llegar a
conocer sus principios o elementos. (Aguilar 41893: 11)
Para darse cuenta exacta de una máquina, es preciso estudiar cada una de sus partes: sus
motores, sus ruedas y todos los demás elementos, fijándonos en la importancia y en la
colocación de ellos, y después relacionar la función de todos, hasta llegar a comprender el
oficio que cada uno hace con respecto a los demás para que funcione la máquina. Un químico
procede al estudio de un cuerpo descomponiendo los elementos que lo integran y estudiando la
proporción e importancia de todos los que, juntos, forman el cuerpo dado. Este procedimiento
de estudio recibe el nombre de análisis. (Anónimo 1939: 9–10)

A diferencia de los citados, algunos gramáticos recuperan en sus respectivas


obras la arrinconada noción de “síntesis”, que, de forma más o menos explícita,
es ahora considerada una fase inseparable y complementaria del “análisis” (tal
como encontrábamos en el Tratado de Jovellanos) y, en consecuencia, aludirán
conjuntamente a ambos procedimientos:
Dos métodos generales hay para la enseñanza de las artes y las ciencias: el uno consiste en dar
á conocer el todo, y del conocimiento de éste descender al de las partes; y el otro, en dar á
conocer las partes y de éstas remontarse al conocimiento del todo. Este método se llama
sintético, y el otro, analítico. (Giró 1852: 9)

Siendo la proposición término medio entre las palabras y los períodos, nos servirá de punto de
partida para descender hasta las últimas divisiones por el análisis y elevarnos por la síntesis
hasta la composición del discurso. (Fernández Monje 1854: 44)
Para conocer mejor una cosa, necesitamos dividirla en todas las partes de que se compone, a
fin de examinar cada una de ellas separadamente, deduciendo de esta separacion la
uniformidad o diferencia que guardan entre sí, y el modo como están reunidas, formando un
todo. El término científico de esta separacion es lo que llamamos análisis, el cual tambien
comprende la síntesis, porque no descomponemos sino para volver a componer. (García
Aguilera 1880: 11)

Casi todos los procedimientos que pueden seguirse para el análisis se pueden reducir á la
forma analítica ó á la sintética. Se practica el primero, cuando se desciende desde el
raciocinio ó cláusula á la idea ó palabra respectivamente; y se sigue el procedimiento
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 17

sintético, cuando se recorre el camino en sentido contrario; siendo éste el preferible para los
principiantes. (Vigas 1914: 176)

En esta última cita Francisco Vigas emite su opinión personal acerca de la


conveniencia de emplear un método u otro en la enseñanza:1 obsérvese que en la
última línea del párrafo el autor muestra su inclinación hacia el método sintético
como el más recomendable para quienes se inician en los cursos de gramática
(sobreentendemos que el método analítico se reservaría para estudiantes de
cursos más avanzados). Los orígenes de la polémica, aunque de claro sabor
pedagógico, derivan de la teoría filosófica dominante en el siglo XVII europeo,
como explica bien Valcárcel:
Muchos de ellos [=los filósofos], entre los cuales hay que contar á Descartes, sostienen que los
principios generales y las nociones abstractas son las verdaderas fuentes de nuestros
conocimientos. De esto se sigue necesariamente, que es preciso empezar por definir y mirar
las definiciones como los principios mas propios para dar á conocer las propiedades de las
cosas, ó, lo que es lo mismo, que debe seguirse el método sintético. Otros [filósofos] en menor
número, entienden por ideas simples y sencillas las primeras ideas particulares que nos vienen
por los sentidos y por la reflexion, las cuales combinamos, según las circunstancias, para
formar ideas complejas. Este es el método de los particulares del profundo Locke y del gran
Bacon […]. Este es el análisis. (Valcárcel 1858: 38–39)

Este último era el método que, a imitación de Locke, había adoptado también
Du Marsais para enseñar lenguas extranjeras a sus alumnos franceses,
persuadido de que “la rutina [= la repetición, la práctica] debe preceder a las
reglas” y que, por ello, comenzar la enseñanza gramatical por reglas abstractas
supone recargar con información inoportuna las mentes infantiles, al obligarles a
razonar con datos desconocidos. Los autores de nuestro corpus (al menos los
que se pronuncian en esta cuestión y salvo el citado Vigas) parecen inclinarse
por esta misma idea mecanicista. Así, el propio Valcárcel defiende también
como mejor método de enseñanza gramatical el analítico, frente al sintético, sin
distinguir niveles académicos en su utilización:
[…] el análisis es el solo método que puede dar evidencia á nuestros razonamientos, y, por
consiguiente, el único que debe seguirse, tanto en la investigacion de la verdad como en la
trasmision de los conocimientos; honor que se hace ordinariamente á la síntesis con gran
perjuicio de la enseñanza misma. (Valcárcel 1858: 41)

En la misma línea de opinión se encuadran autores como Martínez López o


Giró, si bien este último no descarta la utilidad del método sintético, pero
reservada su aplicación a cursos superiores (justo la idea contraria de Vigas):

1 Parece generalizada entre los gramáticos de nuestro corpus la idea de considerar “métodos”
científicos los procesos mencionados de análisis y síntesis. Un caso aparte nos parece Vigas
(1914:175), al distinguir en el siguiente párrafo entre los conceptos “método” y “análisis”: “Siendo
el análisis tan importante como el método para la enseñanza de la Gramática, debemos exponer
sobre el mismo algunas explicaciones [...]”.
18 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

El mejor método para la enseñanza de una ciencia es aquel que da á conocer las leyes distinta
y separadamente […]”. Este es el órden analítico que la gramática prescribe. (Martínez López
2
1841: XXXIV–V)

Mucho se ha disputado sobre cual de los dos [métodos] debe adoptarse en la enseñanza; sin
embargo yo creo que su eleccion depende de la materia á que se ha de aplicar. Me parece que
en la enseñanza de la Gramática primero debe seguirse el método analítico y después el
sintético. (Giró 1852: 9)

3 Tipología del “análisis lógico” y “análisis gramatical”

3.1 Distinción de las categorías del “análisis”

Los autores incluidos en el corpus tienen en común el hecho de que, en todos


sus tratados, el término “análisis” está presente, aunque conceptualmente, según
acabamos de ver en el apartado 1 de este trabajo, fluctúa entre planos
ontológicos diferentes: el gramatical y el lógico. También los parámetros
proceso/producto y distinción nítida/distinción híbrida (confusión) están
presentes. Esta fluctuación a que nos hemos referido se aprecia también –con
bastante claridad– en el ámbito de la tipología.
Los gramáticos analizados podrían agruparse en cuatro bloques
fundamentales en cuanto a tipos de “análisis”:
1. Aquéllos que hablan de “análisis” pero que no distinguen tipo alguno,
aunque en algún caso puedan intuirse ciertas distinciones entre lo lógico y lo
gramatical. Aquí localizamos a Jovellanos, Saqueniza, Lacueva, Noboa,
Mata y Salleras, entre otros.
2. Tratadistas que establecen una distinción más o menos precisa entre “análisis
lógico” y “análisis gramatical”. En unos casos simplemente se establece la
separación y en otras obras se definen también ambos extremos. Los
gramáticos que mejor representan esta tipología son: Calderón y Merino, a
los que habría que añadir Giró, López y Anguta y Aguilar.
3. Gramáticos que hablan de “análisis lógico” y “análisis gramatical” pero el
peso de la conceptualización lógica es, según el caso, mucho más baja con
respecto a la carga gramatical. Estas situaciones intermedias en la escala
pone de relieve una etapa de confusión en la que se produce un trasvase
entre el ámbito de la lógica y el de la gramática. A este grupo se adscriben
Avendaño, Núñez Meriel y Vigas.
4. Autores que admiten el término y el concepto de “análisis” pero como
subtipos dentro del “análisis gramatical”, en donde la lógica o ha
desaparecido o queda como resabio de tipo histórico o, simplemente,
tradicional. A este cuarto bloque pertenecen Rosanes, Hermosilla Rodríguez,
Blanco y el Anónimo de 1939.
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 19

En la siguiente tabla se puede apreciar la adscripción de cada gramático del


corpus a alguno de los tipos señalados:
AUTOR ¿DISTINGUE TIPOS DE ¿DEFINE LOS TIPOS DE
“ANÁLISIS”? “ANÁLISIS” QUE DISTINGUE?
Jovellanos (1858 [h.1795]) - -
Muñoz Álvarez (21799[1793]) - -
Saqueniza (1832 [1828]) - -
Lacueva (1832) - -
Noboa (1839) - -
Martínez López (21841) +/-2 -
Calderón (1843) + +
Mata y Araujo (1846) - -
Amézaga (1846) [+] [+]
Merino (31848 [1843]) + +/-
Avendaño (1849) + +/-
Giró (1852) + (confusión) + (confusión)
Fernández Monje (1854) [+/-] [-]
Flórez (1859) - -
Terradillos (41869) [+/-] [-]
Eguílaz (101870) [+/-] [-]
Salleras (1876) - -
Ruiz Morote (61880) + +
López y Anguta (31882) + (confusión) + (confusión)
Aguilar (41893) + (confusión hacia lo gramatical) + (confusión hacia lo gramatical)
Núñez Meriel (21905) +/- (confusión hacia lo gramatical) +/- (confusión hacia lo gramatical)
Vigas (1914) + (hacia lo gramatical y desaparece + (hacia lo gramatical y desaparece
casi lo lógico) casi lo lógico)
Rosanes (31914 [1906]) [-] (casi sólo gramatical y, en menor [-] (casi sólo gramatical y, en
medida, lógico) menor medida, lógico)
Palmí (1916) [-] (casi sólo gramatical y, en menor [-] (casi sólo gramatical y, en
medida, lógico) menor medida, lógico)
Hermosilla Rodríguez (21919) [+] [+]
Blanco y Sánchez (1929) [+] [+]
Anónimo (1939) [+/-] [+]

Si a estos mismos datos les asignamos un valor numérico relativo (en función de
una lectura atenta del contenido de cada obra) estableciendo como límite de
distinción el aporte del 50% a la lógica y el 50% a la gramática (distinción nítida
entre ambos tipos de “análisis”) podemos obtener como resultado el siguiente

2 Los símbolos sin corchetes indican separación de tipos de “análisis” (lógico y gramatical); en
cambio, la presencia de los corchetes pone de relieve la distinción de tipos de “análisis” sólo dentro
del ámbito estrictamente gramatical.
20 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

gráfico, revelador de un cambio cronológico y del reparto en el eje temporal de


los cuatro tipos que hemos distinguido:

Lectura: porcentaje de aporte lógico


porcentaje de contenidos gramaticales

El gráfico anterior pone de relieve una evolución y transferencia clara de la


lógica a la gramática. Aunque pueden establecerse distintos puntos de inflexión
(señalados con flechas en el gráfico), sin duda, son tres las fases que pueden
distinguirse en la evolución de la tipología (en el gráfico se muestran separadas
con líneas verticales discontinuas):
1. Hasta 1843 (no inclusive): convivencia de “análisis lógico” y “gramatical”,
con un peso más acusado del aporte lógico.
2. De 1843 (inclusive) hasta 1880/1882 (no inclusive): etapa de transición en la
que existen puntos de inflexión importantes. El más significativo es el que
constituyen Calderón (1843) y Merino (31848 [1843]), en donde la distinción
entre “análisis lógico” y “gramatical” es precisa, clara y definida con cierta
extensión. A partir de estos autores y hasta los años ochenta del siglo XIX
los picos de fluctuación hacia lo lógico o hacia lo gramatical varían, tanto en
calidad como en cantidad de datos, aunque se empieza a apreciar un
despunte del contenido gramatical a favor del lógico. Dos autores suponen
una radicalización de este despunte a que nos estamos refiriendo: Amézaga
(1846) y, también, Avendaño (1849).
3. De 1880/1882 (inclusive) en adelante. A partir de López y Anguta (1882) la
gramática acoge terminología de la lógica y, aunque habla de “análisis” y
distinciones dentro del “análisis”, se hace –en su evolución– desde el ámbito
lingüístico. Es decir, se habla de tipos de “análisis” pero estos análisis son
subtipos dentro del “análisis gramatical”.
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 21

La primera etapa se abre con Jovellanos (h. 1795), quien, aunque no distingue
ambos niveles de “análisis”, sin embargo, sí parece contraponer con claridad el
plano del pensamiento y el plano del discurso:
[…] haciendo el análisis del discurso, se hace al mismo tiempo el del pensamiento […] Las
relaciones de las palabras son las de nuestras ideas. En la unión de las palabras vemos
claramente las comparaciones, los juicios y los raciocinios que forman nuestro entendimiento.
(Jovellanos 1858 [h. 1795]: 150)

Un paso más en esa distinción de los dos niveles de “análisis” lo da Muñoz


Álvarez (21799 [1793]), quien materializa los dos “planos” de Jovellanos
mediante sendas operaciones de carácter diferente (lógico y gramatical).
De dos maneras pueden dividirse las oraciones: lógicamente o atendiendo al sentido, y
gramaticalmente o atendiendo al verbo que las gobierna (Muñoz Álvarez 21799 [1793]: 155).

En estas dos operaciones podría encontrarse la doble práctica que inauguran


Calderón y, después, Merino, ambos en los años cuarenta del siglo XIX.
Quizá por influencia de la práctica del “análisis” de Destutt varios autores
posteriores a Muñoz Álvarez incluyen dicha operación en su tratado pero no
establecen de forma explícita diferentes niveles dentro del “análisis”. En esta
línea se sitúan: Saqueniza, Lacueva, Noboa y Martínez López. Casi todos estos
autores hablan de “análisis lógico” (sin la contrapartida del “análisis
gramatical”) y recogen expresiones como “ejercicios de análisis” y “orden
analítico”. En el primer caso, el “análisis” se opone a la “síntesis”; en el
segundo, “analítico” actúa como sinónimo de “correcto” o “conveniente”.3
La segunda etapa se inaugura con dos obras esenciales para el tema que
estamos abordando. Nos referimos a la Análisis lógica y gramatical de la lengua
española (1ª ed. 1843)4 de Juan Calderón y a los Principios de análisis lógico,
3
1848 [1ª ed. 1843] de Ramón Merino.
En ambos textos se percibe claramente la diferencia entre el nivel lógico y el
gramatical, centro de las dos obras. Calderón, sin embargo, acomete un estudio

3 La expresión “orden analítico” procede de N. Beauzée, quien mantenía una idea de la


relación lenguaje ~ pensamiento similar a la de Du Marsais:
ACTO DE PENSAMIENTO  ORDEN ANALÍTICO  LENGUAJE
(indivisible, en tanto que (el pensamiento es analizado (el pensamiento se expresa,
fenómeno puramente con ayuda de la lógica) toma una forma perceptible
espiritual) en las palabras)
Ambos autores, partidarios de la existencia de un orden analítico de las palabras que refleja el
“orden natural” con que están organizadas las ideas en la mente, se oponían a Condillac, quien en su
Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos (1746) había negado la concepción
racionalista del pensamiento (y del lenguaje que lo refleja) como un ente ordenado, constituido por
elementos sucesivos, tales como la sustancia y el accidente: el pensamiento es visto, en cambio, por
Condillac como un cuadro (tableau) formado de elementos simultáneos. Recuérdense aquí las
palabras ya citadas de Valcárcel (1858: 38), defensor de esta misma idea: “[Analizar] es observar en
un órden sucesivo las cualidades de un objeto cualquiera, á fin de darles en nuestro entendimiento el
órden simultáneo en que existen”.
4 La segunda edición se publicó en 1852, corregida y anotada por Francisco Merino
Ballesteros. Dado que en ésta no hemos encontrado cambios textuales de relevancia, preferimos
seguir citando por la simbólica 1ª edición.
22 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

más detallado y amplio de los dos planos. Es más, define en distintas partes de
su Análisis lógica y gramatical qué es el “análisis lógico” y qué es el “análisis
gramatical”, qué actividades incluyen, etc. Uno de los pasajes donde más
evidente se hace esta distinción es el siguiente:
Se llamará análisis lógica la que responda á estas preguntas: ¿Qué es la palabra Pedro en esta
proposicion determinada? Sugeto. ¿Qué es estudia en esta ocasion y en la forma que
actualmente tiene? Atributo: y será gramatical la que se limite á responder á estas: ¿Qué es
Pedro en cualquier parte en que se halle? Sustantivo. ¿Qué es estudia en cualquier parte en
que se halle y con cualquiera forma que tenga? Verbo. (Calderón 1843: 70)

Aunque en el tratado de Merino no se definen explícitamente ambos niveles,


sino que se dan una serie de “prevenciones necesarias” (Merino 31848 [1843]:
36) antes de proceder a los ejercicios de análisis, sin embargo, sí se perciben con
claridad las funciones que tienen ambos tipos de “análisis”:
(a) “análisis lógico”: se dice de cuántas operaciones consta un período; si la
proposición es absoluta o relativa, simple o compleja, elíptica o no; si es
principal o incidente; si la proposición incidente es explicativa o
determinativa; se identifican el sujeto, el verbo y el atributo; los
complementos (determinativos, directo, indirecto);
(b) “análisis gramatical”: se hace un análisis morfológico de cada palabra, se
señalan las concordancias entre las palabras y se da la “construcción
directa” del período. Frente al proceder de Calderón, en el “análisis
gramatical” Merino no trata de las oraciones consideradas en sí mismas (de
verbo sustantivo, de verbo activo, etc.), ni de las oraciones consideradas
unas en relación con otras (simples o compuestas, y éstas: de relativo,
conjuntivas, condicionales, de gerundio).

En esta segunda etapa hay que hacer mención, también, de tres bloques de
tratadistas:
• Aquéllos que, en la línea de los que hemos incluido en la primera etapa, no
establecen distinción explícita entre los tipos de “análisis”: Mata y Araujo
(1846), Flórez (1859) y Salleras (1876).
• Gramáticos que establecen distinciones entre tipos de “análisis”, pero como
subgrupos dentro del gramatical, sin apenas aludir al “análisis lógico”:
Amézaga (1846) o Avendaño (1849). Así, en Amézaga se define el “análisis”
como procedimiento práctico dentro de la gramática, y se establecen estos
tipos de “análisis”: de dicción, sintáctico, prosódico y ortográfico. De estos
cuatro, sólo define el primero y el segundo. Por su parte, Avendaño se refiere
a la distinción lógico/gramatical como dos tipos de métodos de “análisis”,
aunque también hace referencia al “análisis” como producto: “proposiciones
lógicas/proposiciones gramaticales”. A pesar de que pudiera hablarse de
equilibrio, el peso de lo lingüístico/gramatical es mayor que la carga lógica.
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 23

• Autores en los que la transferencia conceptual de lo lógico y lo gramatical se


refleja en confusiones y etiquetas híbridas de ambos planos: Fernández
Monje (1854), Terradillos (41869) y Eguílaz (101870).
La última etapa se abre con dos autores que representan fielmente el fin de la
distinción “análisis lógico” / “análisis gramatical”, en la línea de Calderón (Ruiz
Morote 61880) y, por otro lado, el aumento de la carga gramatical hacia la fusión
plena entre la lógica y la gramática (López y Anguta 31882).
Ruiz Morote establece así la distinción entre ambos niveles: “el análisis
gramatical es el análisis de la palabra y el análisis lógico el análisis del
pensamiento” (p. 70). En una línea continuadora, pero sutilmente diferente, se
expresa López y Anguta, quien habla de “oraciones lógicas y gramaticales” e,
incluso, en el apartado dedicado a la sintaxis argumenta de esta forma tan
híbrida: “en la sintaxis se enseña también el conocimiento y clasificación de las
oraciones gramaticales y lógicas” (p. 59). Hace, además, la siguiente aclaración
pedagógica en relación con las oraciones lógicas:
Esta lección y las siguientes hasta terminar las oraciones lógicas son de ampliación. Por tanto,
su estudio o supresión queda a cargo de los Profesores. (López y Anguta 31882: 70)

Aquí se refleja de forma bastante explícita la supremacía de la gramática frente


a la lógica.
Dando un paso más dentro de la línea evolutiva, Aguilar (41893) divide su
Tratado de análisis gramatical y lógico, seguido de unos elementos de
composición castellana en dos secciones:
(a) “análisis gramatical” (“análisis de analogía”, “de sintaxis”, “de prosodia” y
“de ortografía”);
(b) “análisis lógico” y “análisis gramatical y lógico” de algunas cláusulas. El
peso de lo gramatical es evidente. Además, la manera como se define el
“análisis gramatical” deja claro el papel que desempeña en el “análisis”
general:
Debiéramos entender por análisis gramatical, la descomposición de los elementos
constituyentes del lenguaje para examinarlos separadamente, y determinar la función
desempeñada por cada uno de ellos. (Aguilar 41893: 11)

Después de haber definido el “análisis” en general como: “la descomposición de


las partes que constituyen un todo, para llegar a conocer sus principios o
elementos” (ibid.).
En la Gramática elemental de la lengua castellana de Núñez Meriel (21905)
encontramos una distinción que sólo muy sutilmente habíamos localizado con
anterioridad (ej. Avendaño): construcción directa vs. construcción inversa como
sinónimos de “construcción gramatical” vs. “construcción lógica”,
respectivamente.5

5 Véase nota 3 de este artículo.


24 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

El proceso de transferencia de la lógica hacia la gramática se va cerrando


con obras cuya fuerza gramatical es más importante que la lógica, como las de
Vigas (1914), Rosanes (31914 [1906]), Hermosilla Rodríguez (21919), Blanco y
Sánchez (1929) y el Anónimo (1939). En esta evolución el autor más interesante
es, sin duda, Hermosilla Rodríguez y su Arte de analizar gramaticalmente el
castellano. Resulta significativo incluso el título: ya no es “análisis lógico”, ni
“análisis lógico y “gramatical”, sino simplemente “analizar gramaticalmente”.
Aunque Hermosilla también alude al análisis lógico, el centro de su obra es,
sin vacilación, lo que él llama “análisis verbal”, que se corresponde con el
análisis de la palabra. A su vez, este análisis se divide en: “Gramatical”: “que es
el que estudia el valor de la palabra”, “en su construcción y forma”, p. 124. Éste,
a su vez, se divide en:
• “análisis prosódico”: análisis del sonido;
• “análisis de analogía”: si consideramos la palabra como parte de la oración,
y en todos sus accidentes y propiedades;
• “análisis de ortografía”: si estudiamos el signo con que la palabra se
representa, o sea, la forma escrita;
• “análisis sintáxico” [sic]: si estudiamos su construcción y las relaciones que
existen entre unas palabras y otras, atendiendo a la subordinación o
coordinación que tienen entre sí (concordancia, régimen, construcción).
• “análisis literario”: “que es el que estudia las formas de belleza” (ibid.),

• “análisis lexigráfico”: “que estudia la significación y origen de las palabras”


(ibid).

3.2 Niveles jerárquicos de “análisis”

En este apartado abordaremos de forma sucinta una cuestión derivada y


complementaria de lo analizado anteriormente: la jerarquía de niveles en el
“análisis”, atendiendo a dos criterios: a) unidades del discurso; b) unidades de la
gramática.
Dos aspectos fundamentales caracterizan –cronológicamente– esta jerarquía
de niveles y su concepción:
1. El establecimiento de niveles del discurso es más profuso en la primera etapa
de las delimitadas anteriormente; por el contrario, la distinción de niveles del
plano de la gramática es más intenso en la tercera. La segunda etapa fluctúa
con la presencia de niveles de uno u otro rango. Esta conclusión es
perfectamente coherente con la evolución de la dicotomía “análisis lógico”
vs. “análisis gramatical” en el corpus estudiado. La desaparición del aporte
lógico permite la preeminencia de contenidos gramaticales y, en
consecuencia, la desatención a las unidades del discurso (relacionadas con el
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 25

análisis lógico) y la focalización y desarrollo de las unidades de la gramática


(vinculadas con el “análisis gramatical”).
2. Conforme el “análisis” se va despojando de la carga lógica y se inserta en
terreno casi exclusivo de la gramática, comienza a considerarse como
procedimiento no auxiliar, no complementario, no dependiente de la
gramática, sino que se convierte en algo fundamental, se transforma en la
gramática misma. El proceso de transferencia es aquí muy evidente, sobre
todo, porque, aunque algunos autores (por ejemplo, Hermosilla Rodríguez)
hablen de “análisis del pensamiento” (segunda parte de su obra, rotulada
“Análisis”; la primera se llama “Gramática”), no se refieren al “análisis
lógico” de la primera etapa (o, incluso, de muchos tratadistas de la segunda),
sino que aluden al “análisis sintáctico” en el sentido intraproposicional
(=gramatical, no lógico).
Por tanto, la jerarquía de niveles que se distinguen en el análisis está
íntimamente relacionada con su tipología y, también, con la concepción
(complementaria o dependiente, integrante o elemento esencial) de la gramática.
En este sentido, podemos considerar los siguientes grupos de autores:
1. Quienes no abordan ninguna jerarquía. En este grupo localizamos (1)
gramáticos en los que no se trata el “análisis” como tal (Muñoz Álvarez,
Avendaño, Salleras), (2) autores que lo consideran como una parte de la
gramática (Saqueniza, Lacueva, Noboa), (3) tratados en los que el “análisis”
se define como instrumento útil para la enseñanza (Martínez López), o,
finalmente, (4) autores que caracterizan el “análisis” como
complementario/auxiliar de la gramática (Calderón, Merino). Incluso hay
teóricos que consideran el análisis lógico como una ampliación del “análisis
gramatical” (Ruiz Morote).
2. Aquellos textos en los que se da acogida a niveles de jerarquía en el terreno
del discurso (Jovellanos). El gramático asturiano procede en el análisis desde
las unidades mayores hasta las de menor entidad, de ahí que comience con el
discurso (“puesto que […] consta de varios pensamientos, para analizarle
será preciso considerar aparte cada pensamiento”, Jovellanos 1858 [h. 1795]:
151), continúa con la “proposición” y, finalmente, los “términos” de que ésta
consta (“sujeto”, “verbo” y “atributo”). Aquí se evidencia con claridad el
rasgo que, anteriormente, hemos expuesto en 1.
3. Gramáticos que establecen niveles no sólo en el ámbito del discurso, sino
también en el terreno gramatical (Mata y Araujo, Amézaga, Fernández
Monje, Terradillos, Aguilar, Vigas). Estos autores pertenecen, en su mayoría,
a la segunda etapa que antes hemos señalado, etapa de transición-confusión.
Veamos, a través de un cuadro, los niveles jerárquicos que se distinguen en
cada bloque:
26 María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

AUTOR NIVELES DEL DISCURSO NIVELES DE LA GRAMÁTICA


MATA Y ARAUJO Análisis de la palabra Análisis de la sintaxis
(1846) Análisis de prosodia
AMÉZAGA (1846) Análisis de dicción Análisis sintáctico
Análisis prosódico
Análisis ortográfico
FERNÁNDEZ Análisis de la proposición (lexilogía) Análisis de prosodia (análisis de
Análisis de las palabras
MONJE (1854) palabras, valor y entonación de
(lexigrafía)
sus elementos)
Análisis de ortología (análisis de
sílabas, examen de sus elementos)
TERRADILLOS Análisis de palabras en general Análisis de sintaxis
(41869) Análisis de ortografía
AGUILAR (41893) Análisis lógico (descomposición del discurso en Análisis gramatical: análisis de
analogía, análisis de sintaxis,
proposiciones) análisis de prosodia y análisis de
ortografía
VIGAS (1914) Análisis lógico (descomposición del Análisis gramatical (análisis de
discurso/cláusulas en oraciones)
los términos que componen las
oraciones), de ahí que se
distingan: procedimientos
sintáxicos [sic] y analógicos

Varias cuestiones, a la luz de la tabla anterior, merecen nuestro interés:


1. La situación movediza y confusa que, onomasiológicamente, se percibe en el
término “palabra”. Esto se refleja en la ubicación semasiológica mutable de
dicha unidad significante. Es decir, la “palabra” no se considera, sobre todo
en los autores de la segunda etapa (Mata, Fernández Monje, Terradillos)
como unidad del nivel gramatical, sino como unidad (junto a la proposición,
etc.) del ámbito discursivo, por tanto, del nivel lógico o lógico-gramatical
(por la etapa de confusión en que nos hallamos).
2. En los autores que hemos situado en la tercera etapa (Aguilar o Vigas) se
emplea la dicotomía “análisis lógico” vs. “análisis gramatical”. Sin embargo,
en esa dualidad el “análisis lógico” (que en etapas anteriores ocupaba lugar
preeminente) se sitúa en un segundo plano, incluso en la exposición misma
intratextual del gramático:
Al Análisis Gramatical debe seguir el Lógico, pero evitando un escollo en el que
muchísimas veces hemos visto zozobrar a los examinandos: tal es el de confundir el
análisis oracional sintáctico con el análisis de proposiciones. Para evitarlo, no ha de
perderse de vista, que si en ciertas ocasiones son unos mismos los sujetos y complementos
oracionales y lógicos, difieren por lo común. (Aguilar 41893: 389)

En Aguilar podemos percibir la conciencia de la confusión y, además, la


ampliación y desarrollo que empieza a adquirir (inicios de la tercera etapa) la
segmentación en el nivel gramatical.
El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 27

3. El grupo de autores que hemos incluido en este apartado coincide –en


relación con lo que acabamos de exponer– con (a) el incremento del aporte
gramatical (frente al lógico) y con (b) el inicio de la segunda etapa y
principios de la tercera, de una forma bastante coherente.
4. Tratados en los que se da cabida a jerarquías sólo en el nivel de la gramática.
A excepción de autores como Flórez, Eguílaz o López y Anguta, son los
gramáticos de la tercera etapa los que –evidentemente– diseccionan en
niveles jerárquicos los contenidos gramaticales: Rosanes, Hermosilla
Rodríguez y Blanco y Sánchez:
AUTOR NIVELES DE JERARQUÍA GRAMATICAL
FLÓREZ (1859) Análisis ortológico
10
EGUÍLAZ ( 1870) Análisis sintáctico
LÓPEZ Y ANGUTA (31882) Análisis de las partes de la oración
ROSANES (31914 [1906]) Análisis sintáctico, prosódico, analógico, ortográfico, lexicográfico,
etimológico, lexicológico o lexigráfico
HERMOSILLA RODRÍGUEZ (1919) Análisis prosódico, de analogía, de ortografía, “sintáxico”
BLANCO Y SÁNCHEZ (1929) Análisis de prosodia, de analogía, de sintaxis, de ortografía

En López y Anguta se observa la precisión a la que antes nos referíamos con la


posible dilogía de “palabra” en el grupo anterior. Es decir, el “análisis de la
palabra” de Mata o el “análisis de dicción” de Amézaga, de aplicación al ámbito
del discurso, no es parangonable con el “análisis de la partes de la oración” de
López y Anguta, cuya actuación se produce en el terreno gramatical.

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El término ‘análisis’ en las gramáticas de la tradición hispánica 29

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Córdoba María Luísa Calero Vaquera, Alfonso Zamorano Aguilar

Universidad de Córdoba, Área de Lingüística General, Facultad de Filosofía y Letras, Plaza


Cardenal Salazar, s/n, 14071 Córdoba, E-Mail: mlcalero@uco.es, azamorano@uco.es
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que caben en el heterogéneo dominio información sobre 4150 publicacio-
de lo metalingüístico. nes. De ellas se han extraído los datos
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E. Acín: Partículas metadiscursivas | contenidos, temas, materias y lingüi-
N. Álvarez Castro: Consideraciones stas tratados. De esta manera, BiTe
metalingüísticas sobre el entorno ‘uni- pretende aportar una imagen nítida
verso del discurso’ de Eugenio Cose- de la investigación en historiografía
riu | M. Aznárez Mauleón: La fraseo- lingüística española y un caudal de
logía metalingüística con verbos de datos lo bastante amplio como para
lengua en el Diccionario fraseológico delimitar el campo, establecer la tra-
documentado del español actual | M. yectoria de los estudios historiográfi-
Casado Velarde: El saber metalingüí- cos, permitir una aproximación a la
stico de los hablantes, base de la lin- historia de las distintas disciplinas lin-
güística | M. Ángel Esparza Torres: güísticas y señalar los problemas
Sobre metalenguaje e historiografía hasta ahora planteados así como las
lingüística | C. Fernández Bernárdez: zonas aún oscuras.
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cos | L. Flamarique: El lenguaje como ces específicos: un Índice histórico de
conocimiento | R. González Ruiz: De lingüistas del español, un Índice de los
la lingüística intuitiva a la lingüística autores de los trabajos recogidos en
reflexiva | Ó. Loureda Lamas: Tesis BiTe, un Índice de materias y, final-
sobre el uso metalingüístico del len- mente, un Índice de lenguas y tradi-
guaje primario | I. Olza Moreno: ciones lingüísticas.
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