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¿Cómo adquieren los estímulos sus propiedades psicológicas en ausencia de entrenamiento directo?
El fenómeno de las relaciones de equivalencia se plantea en los últimos tiempos como la alternativa
explicativa para el entendimiento desde un punto de vista conductual de constructos congnitivos
tales como creencias, expectativas, categorías y esquemas (Dougher, 1998). También se plantea
como explicación del mecanismo por el cual se adquieren ciertos trastornos del comportamiento
(Friman, Hayes, & Wilson (1998) y como sustrato de la conducta simbólica (Hayes & Hayes, 1992).
Fue el profesor Murray Sidman, autor del clásico Tácticas de Investigación Científica (1960), quien
acuñó el término. Fue el primero en describir el fenómeno en 1971. En su artículo, Sidman
informaba del hallazgo del surgimiento de nuevas relaciones entre estímulos previamente no
entrenados en el caso de un individuo con retraso en el desarrollo. Sidman le enseñó a identificar
dibujos, a señalar el dibujo que se le indicaba, y a señalar la palabra dictada. A partir de aquí
surgen la identificación de palabras tanto por su igualación con el dibujo correspondiente como
mediante su lectura. También aparecen las relaciones inversas a las dos descritas.
Sin embargo, las bases metodológicas y teóricas de las relaciones de equivalencia las sientan el
propio Sidman y Tailby en su artículo de 1982. En él describen el paradigma básico basado en el
procedimiento de igualación a la muestra. Es a partir de aquí cuando se comienza a hablar de
relaciones de equivalencia. El equipo de Sidman toma prestado este término de las equivalencias
matemáticas. La reflexividad, simetría y la transitividad de las matemáticas se convierten en
relaciones entre conductas en la adaptación de Sidman. Dicha adaptación no tiene vinculación
alguna con las matemáticas sino que se fundamenta directamente en la investigación desarrollada
a partir de los años 70 sobre control estimular y generalización de estímulos (ver Valero, 1990).
Con un ejemplo resultará más fácil de comprender. Tenemos tres grupos de estímulus: grupo A
serían los número impresos 1, 2 y 3; el grupo B, grupos de objetos (*, **, ***) y el grupo C, la
pronunciación de las palabras "uno", "dos" y "tres". Comenzamos por enseñar al sujeto a igualar
consigo mismo a cada uno de los estímulos (identidad). Después se pasa a la fase de transitividad
en la que enseñamos a igualar "1" con "*", "2" con "**" y "3" con "***" pero también "*" con "1",
"**" con "2" y "***" con "3". Hacemos igual con los grupos B y C ("*" con "uno", "**" con "dos",
"tres" con "***"; y también, "uno" con "*", "dos" con "**" y "tres"con "***"). La equivalencia
emerge cuando nos encontramos con que el sujeto es capaz de igualar sin que se le enseñe a
hacerlo: "1" con "uno", "2" con "dos" y "3" con "tres"; pero también, "uno" con "1", "dos" con "2" y
"tres" con "3".
Sidman y Tailby (1982) establecen que para alcanzar la equivalencia deben cumplirse las
condiciones:
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1. Reflexividad o identidad: habilidad para igualar estímuos idénticos sin entrenamiento
directo. Se podría formular como 'Si A1, entonces A1' (Si An, entonces An).
2. Simetría: igualación de dos estímulos después de que sus papeles de muestra y
comparación han sido revertidos de forma que se podría decir que "Si A1, controla la
respuesta sobre B1 entonces B1 controla la respuesta sobre A1" ("Si An, controla la
respuesta sobre Bn entonces Bn controla la respuesta sobre An").
3. Finalmente, debe demostrarse que se da la transitividad. Esta sería la habilidad para
responder a dos estímulos que nunca han sido directamente relacionados el uno con el otro
después de que cada uno haya sido relacionado con un tercero; o también, "Si A1 controla
la respuesta sobre B1 y si B1 controla la respuesta sobre C1 entonces A1 controla la
respuesta sobre C1") .
Otra condición que hasta ahora parece indispensable (aunque se sigue investigando) es que el
fenómeno se obtiene experimentalmente mediante el paradigma de igualación a la muestra.
Aunque existen excepciones en las que, por ejemplo se utiliza lápiz y papel, suelen emplearse
programas de ordenador para la aplicación de sílabas sin sentido o dibujos del tipo pictogramas
chinos. Existen ciertas condiciones de entrenamiento que hacen su aparición más efectiva (Valero y
Luciano, 1992):
A lo anterior habría que añadir que si se utilizan procedimientos de discriminación sin error y
consecuencias diferenciales reforzamiento/Tiempo Fuera, la relación se establece de forma más
adecuada.
Líneas de investigación.-
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tipo de estimulación (tactil, olorosa, visual,...), secuencia de entrenamiento necesaria para
conseguir el fenómeno, pasos fundamentales y/o imprescindibles para que se dé dicho fenómeno.
Siguiendo a Valero y Luciano (1992) vamos a resumir toda la investigación en las siguientes líneas
de estudio: a) Expansión del número de relaciones, b) la delimitación de variables del
procedimiento de igualación a la muestra, c) Análisis de posibles respuestas intermedias, d) Análisis
de componentes verbales, e) Aplicaciones educativas, y añadiremos nosotros, f) Aplicaciones
clínicas. Nos vamos a detener especialmente en las dos últimas.
Aplicaciones educativas.-
Aplicaciones clínicas.-
Explicaciones clínicas.- Se está planteando su poder explicativo para dar cuenta de fenómenos
psicológicos como la adquisición de respuestas emocionales a estímulos inicialmente neutros y con
los que no se ha tenido una experiencia previa. Augustson y Dougher (1997) plantean que 'cuando
un estímulo entra a formar parte de una clase de equivalencias con otros que inducen miedo, estos
también adquieren la propiedad de inducir miedo por lo que podrán evocar la conducta de
evitación' (p. 188). Igual podría ocurrir con conductas verbales de tipo depresivo y obsesivo.
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Clayton y Hayes (1999) hablan de la existencia de tres planteamientos teóricos diferentes
explicativos del fenómeno de las relaciones de equivalencia. La equivalencia como algo dado
evolutivamente (Sidman, 1992), Este autor plantea que la equivalencia de estímulos es un nuevo
principio de conducta del mismo modo que lo son el reforzamiento, la generalización, la
discriminación, por ejemplo. Ello significa que no es derivable de otros procesos conductuales.
La equivalencia como una forma de responder relacional arbitrariamente aplicable (S. Hayes, 1991).
El grupo de Hayes explica el fenómeno como el resultado de una exposición prolongada a las
contingencias de reforzamiento que operan dentro de la comunidad verbal (Clayton & Hayes,
1999).
Dugdale y Lowe (1990), plantean que la equivalencia de estímulos está mediada por la relación de
nombrar. Esta se produciría en cualquiera de las dos siguientes formas: dos o más estímulos se
hacen equivalentes al darles el mismo nombre o bien, mediante la inclusión de estos nombres en
una regla verbal que los una.
Las relaciones de equivalencia parecen tener un potencial que aún queda por descubrir y explotar
al máximo, sobre todo en cuanto a su poder explicativo de fenómenos que hasta ahora tienen una
explicación puramente mentalista. Sin duda será uno de los tópicos de investigación y aplicados
clave para el siglo XXI.
Referencias
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