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Curso 30

¿PARA QUÉ Y CÓMO PROMOVER LA


EDUCACIÓN CIENTÍFICA EN LOS JÓVENES?

ENCUENTRO
POR LA UNIDAD
DE LOS EDUCADORES

La Habana, 2007
Curso 30

¿Para qué y cómo promover la educación


científica en los jóvenes?

Autores:

Dr. C. Beatriz Macedo


Especialista
OREALC/ UNESCO

Dr. C. Lilliam Álvarez Díaz


Profesora Titular
Directora de Ciencias
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente

Lic. Carlos Sifredo Barrios


Especialista
Dirección de Formación y Perfeccionamiento del Personal
Pedagógico - Ministerio de Educación
Revisión: Dr. C. María Julia Moreno Castañeda
Diseño y Composición: MSc. Nelson Piñero Alonso

© sobre la presente edición,


Órgano Editor Educación Cubana. Ministerio de Educación,
2007

ISBN 959-18-0210-2

Órgano Editor EDUCACIÓN CUBANA


Dirección de Ciencia y Técnica
Avenida 3ra # 1408 esquina a 16. Miramar, Playa.
Ciudad de La Habana. Cuba.
Teléfono: 202-2259
¿Para qué y cómo promover la educación
científica en los jóvenes?

Introducción
Los autores de este curso hemos considerado la pertinencia
de estructurarlo en tres partes que, a nuestro juicio,
permitan analizar algunas de las ideas claves relacionadas
con la formación científica de los jóvenes en las condiciones
contemporáneos. Por otra parte, intentamos compensar la
necesaria corta duración de estos cursos sugiriendo a los
interesados en profundizar en el tema materiales
bibliográficos complementarios que se pueden consultar con
facilidad en otras publicaciones escritas o sitios Web de libre
acceso.
Los temas a tratar en cada una de las partes de referencia
son los siguientes:
1) Habilidades para la vida: Contribución desde la educación
científica en el marco de la Década de la educación para
el desarrollo sostenible
2) ¿Cómo promover el interés por la cultura científica? Una
propuesta didáctica fundamentada,
3) Acerca de la importancia de las vías no formales para la
formación científica de los jóvenes.
El primero de los temas, que será presentado por la Dra.
Beatriz Macedo (Especialita de la OREALC/UNESCO Santiago
de Chile), abordará el crucial problema relacionado con las
exigencias de una nueva orientación de la educación
científica, tanto de los sistemas, como de las políticas,
contenidos y prácticas, con el fin que todos y cada uno de
nosotros podamos tomar decisiones y actuar de manera
apropiada y pertinente en el plano cultural, social y
académico para encauzar los problemas y las situaciones
que amenazan nuestro futuro común.

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El segundo tema, que será desarrollado por el Lic. Carlos
Sifredo Barrios (Metodólogo Nacional del Departamento de
Ciencias del MINED-Cuba), se ha incluido aquí tomando en
consideración el amplio tratamiento que se da a este asunto
en el libro recientemente publicado por la UNESCO “¿Cómo
promover el interés por la cultura científica? Una propuesta
didáctica fundamentada”. Esta parte del curso esta dirigida
en primer término a “comentar” la referida obra y en
segundo lugar a explicar algunas tendencias de la educación
científica en la escuela media cubana atendiendo
fundamentalmente a los cambios en la metodología y el
contenido en las asignaturas en esta área del conocimiento.
El tercero de los temas estará a cargo de la Dra. Lilliam
Álvarez (Directora de Ciencia y Técnica del CITMA-Cuba), y
versará sobre la importancia de las vías no-formales para el
enseñanza de las ciencias en general, sobre el énfasis
especial que debe hacerse en la enseñanza de las ciencias
exactas y las acciones de discriminación positiva que se
necesitan para incentivar en las niñas el gusto por las
ciencias y la participación de las mujeres en las ciencia. Se
tratarán temas tales como la dicotomía aparente entre
ciencia y cultura y las políticas científicas y tecnológicas y
las estrategias en función del Programa de la Revolución
cubana de lograr una cultura general integral para todos,

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HABILIDADES PARA LA VIDA: CONTRIBUCIÓN DESDE LA
EDUCACIÓN CIENTÍFICA EN EL MARCO DE LA DÉCADA DE
LA EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE
La acumulación del saber científico y de las aplicaciones
tecnológicas que de él derivan han transformado la vida
humana en los últimos tiempos, aportando grandes
beneficios a la sociedad. Ahora bien, esos beneficios han
sido distribuidos desigualmente, conforme a las grandes
disparidades de riqueza y de oportunidades que existen en
el mundo, y lo hacen por lo tanto cada vez menos
equitativo.
Estamos en un momento en el cual se nos llama a examinar
con especial atención el modo en que la ciencia puede
contribuir a hacer realidad el desarrollo sostenible y a
mejorar las perspectivas de paz. Desde la producción
agrícola, la alimentación hasta la medicina, pasando por las
energías renovables o la gestión de los recursos naturales,
el uso de los recursos hídricos, los avances científicos y
tecnológicos, junto con sus innumerables aplicaciones,
desempeñan un papel clave en el desarrollo social y humano
de nuestros países.
Sin embargo, estos progresos que no podemos negar ni
ignorar se están dando en un escenario en el cual la pobreza
estraga al mundo y las inequidades se acentúan en lugar de
reducirse.
La pobreza no implica solamente no poder acceder a
satisfacer las necesidades mínimas vitales, quienes viven
cotidianamente en situación de pobreza son arrastrados en
procesos de negación del valor del ser humano, sin estima
personal y sin la capacidad de determinar el curso de su
propia vida.
Como ya han mencionado distintos autores y en especial el
Premio Nóbel Amartya Sen, el desarrollo debe permitir

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extender la libertad de los seres humanos, y la pobreza es la
negación de esta misma libertad.
También podemos afirmar que este escenario esta
especialmente marcado por descubrimientos científicos
considerables que han modificado la concepción del universo
y también de nuestra propia vida. Pero ¿ha quienes ha
llegado este desarrollo científico? ¿Quienes se benefician del
mismo y de las posibilidades que otorga? ¿Por qué entonces
a pesar de estos progresos científicos tan remarcables hay
tantos y tan graves problemas que continúan planteándose
a nivel planetario?
La educación tiene un papel esencial si realmente queremos
asegurar un futuro mejor a nuestro planeta.
La educación debe ayudarnos a enfrentar los grandes
desafíos a los cuales estamos hoy enfrentados: eliminar la
pobreza, construir la paz y la seguridad, crear sociedades
más justas donde el conocimiento se distribuye más
equitativamente, promover la diversidad cultural es decir
favorecer un desarrollo sostenible.
La educación debe promover los cambios necesarios en la
distribución de los conocimientos, los valores, los
comportamientos que permitan alcanzar la sostenibilidad y
la estabilidad dentro y entre los países, la seguridad de
mujeres y hombres, la democracia y la paz.

Para lograr los objetivos mencionados las propuestas


educativas deberían permitirles a los estudiantes apropiarse
de las habilidades o competencias que les habiliten a actuar
constructivamente, enfrentando con éxito los desafíos y las
situaciones que la vida les presenta.
Necesitamos entonces una educación distinta, una
educación que pueda efectivamente contribuir en la
formación de ciudadanas y ciudadanos que sean capaces de
construir un futuro posible y sostenible, lo que se ha
llamado educación para el desarrollo sostenible.

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¿Y qué podemos decir acerca del desarrollo sostenible?
Creemos que para poder conceptuar la educación para el
desarrollo sostenible debemos darle al desarrollo sostenible
un papel de catalizador del cambio social. Asimismo, decir
que si bien el desarrollo sostenible esta íntimamente ligado
a las ciencias naturales, biológicas, económicas y políticas
es, además y sobre todo, una cuestión de cultura ya que
ésta basado en los valores fundamentales de todo ser
humano y en la manera como percibimos las relaciones
entre nosotros, con nosotros mismos, con los otros y con la
naturaleza.
Esta nueva visión de la educación para un desarrollo
sostenible pone a la educación en el centro, en el corazón
mismo de la investigación para resolver los grandes
problemas de la humanidad. La educación deja de ser un fin
en sí mismo y pasa a ser un instrumento del que
disponemos para promover los cambios necesarios con el
objetivo de asegurar el desarrollo sostenible.
¿Por qué una Década? ¿A qué nos invita desde el punto de
vista educativo? Creemos que es un llamado de atención, un
llamado de la urgencia a resolver entre todos los grandes
problemas que amenazan el futuro.
El escenario que rápidamente describí al inicio no puede
continuar. ¿Ha habido logros en educación? Sí, debemos
reconocerlos, pero no los suficientes como para poder
revertir el horrores de la injusticia, de la inequidad cada vez
más presente en algunas partes de nuestra región, de niños
y niñas integrando círculos de pobreza extrema que se
reproducen, de niños y niñas en nuestra escuelas que no
aprenden, que abandonan.
Esto nos llama a buscar nuevos sentidos a la educación para
que pueda convertirse en el medio capaz de contribuir a la
construcción de un futuro sostenible y posible para todos y
no sólo para unos pocos.

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Esta visión de la educación pone el acento en el desarrollo
de habilidades para la vida que permitan asegurar un futuro
sostenible, lo que implica también asegurar cambios
valóricos, de comportamiento, de actitud y de modos de
vida.
Esto nos exige una nueva orientación de la educación tanto
de los sistemas, como de las políticas, contenidos y
prácticas, con el fin que todos y cada uno de nosotros
podamos tomar decisiones y actuar de manera apropiada y
pertinente tanto en el plano cultural y social para encauzar
los problemas y las situaciones que amenazan nuestro
futuro común.
El concepto de “life skills” apareció como respuesta a la
necesidad de incluir en el currículo escolar elementos que
pudieran ayudar a los estudiantes a hacer frente a riesgos,
toma de decisiones, situaciones de emergencia. Además,
tenían como objetivo fomentar el desarrollo personal de los
estudiantes, ayudarlos a desarrollar su potencial y a
disfrutar de una vida privada, profesional y social exitosa.
En ocasiones se hace referencia a ese tipo de competencias
específicas bajo el término de psychosocial skills, o
habilidades psicosociales. Más recientemente, se ha
entendido el término de “life skills” en el sentido de
“capacidades” (saberes, habilidades/aptitudes/savoirs-faire,
valores, actitudes, comportamientos) para enfrentar
exitosamente a contextos y problemas de la vida cotidiana,
privada, social y profesional, así como a situaciones
excepcionales.
Cecilia Braslavsky (2001) entiende por competencias
habilidades vinculadas con el desempeño autónomo, el
conocimiento aplicado y aplicable, el conocimiento en
acción, el saber resultante de saber hacer y saber explicar lo
que se hace. La construcción de competencias supone la
articulación entre la apropiación del saber y el desarrollo de
habilidades cognitivas. Tradicionalmente la pedagogía se ha
preocupado, dice esta investigadora, más de los

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conocimientos entendidos como información o conceptos,
que del desarrollo de los procedimientos intelectuales para
operar sobre el conocimiento y producir nuevos
conocimientos.
Las estrategias educativas que procuran impartir las
habilidades para la vida constituyen una importante
metodología para promover la inserción a la sociedad de los
jóvenes como ciudadanos activos y constructivos.
Cabe preguntarnos entonces ¿qué aporta la educación
científica a la construcción de las habilidades para la vida y
de una manera específica para el desarrollo sostenible?
El objetivo primordial de la educación científica es formar a
los alumnos -futuros ciudadanos y ciudadanas- para que
sepan desenvolverse en un mundo impregnado por los
avances científicos y tecnológicos, para que sean capaces de
adoptar actitudes responsables, tomar decisiones
fundamentadas y resolver los problemas cotidianos. Para
ello se requieren propuestas que se orienten hacia una
ciencia para la vida y para el ciudadano.
Esta nueva ciencia escolar deberá estar estructurada
alrededor de estos cuatro pilares:
• El saber, en el sentido de comprender conceptos básicos
de la ciencia y su utilidad; explicar fenómenos naturales y
analizar algunas aplicaciones de especial relevancia para
entender el mundo que los rodea y mejorar la calidad de
vida de las comunidades a las que pertenecen los
estudiantes.
• El saber hacer, en cuanto a aplicar estrategias personales
para la resolución de situaciones problemáticas, haciendo
especial hincapié en el reconocimiento de las mismas, ser
capaces de buscar información en distintas fuentes, poder
explicar, fundamentar y argumentar, entre otras
habilidades.

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• El saber valorar, como forma de reconocer las
aportaciones de la ciencia para el cambio de las
condiciones de vida de las personas, valorado
particularmente el aporte de la cultura científica de los
ciudadanos como forma de lograr incidir en el desarrollo
de una sociedad que está cada vez más influenciada por
las manifestaciones de la ciencia y la tecnología.
• El saber convivir y vivir juntos, en cuanto a poder
apropiarse de habilidades para trabajar en grupo,
tomando conciencia que la calidad del trabajo de cada
uno es en beneficio de todos; poder enriquecerse con la
diversidad de opiniones, puntos de vista; saber
argumentar y defender una postura personal pero
también saber escuchar y ser capaces de construir con
otros una opinión fundamentada sobre temas de interés
común; ser sensibles a los problemas de su entorno
próximo para poder serlo a posteriori de los de la
sociedad y comprometerse en la medida de sus
posibilidades a trabajar solidariamente en su superación,
beneficiarse de posturas éticas que le den un marco para
actuar e interactuar con sus pares, con los demás y con
su entorno.
Los contenidos de esta nueva ciencia en la escuela deben
promover en todos los alumnos:
• El desarrollo de su personalidad y de su pensamiento;
• El manejo de una cultura científica que les sea útil para su
vida, que les permita interpretar algunos de los
fenómenos cotidianos, desarrollarse como personas y
comportarse como ciudadanos conscientes, solidarios,
activos, creativos y críticos;
• La aplicación de estrategias y competencias para la
resolución de situaciones problemáticas;
• El desarrollo de capacidades de valoración de la ciencia
que les permita reconocerla como una empresa humana

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en continua construcción, con avances y retrocesos
permanentes, en el marco de un contexto social, político,
económico e histórico que condiciona su evolución.
La enseñanza y la evaluación como parte indisociable de la
misma deben orientarse a poner de manifiesto estas
habilidades y estas competencias.
Por eso entendemos que en la medida que nos ocupemos
seriamente de la reconstrucción de la visión que guíe a la
educación científica que queremos, deberían abordarse de
manera integral y sistémica las diferentes dimensiones que
hacen a la problemática: nuevas propuestas curriculares que
contemplen los conocimientos aportados por las
investigaciones en didáctica de las ciencias, la formación
inicial, en servicio y permanente de los docentes, la
elaboración de materiales, la sistematización de experiencias
innovadoras y a la vez, que deben fomentarse las interfases
de diálogo y trabajo conjunto entre docentes, formadores,
investigadores en didáctica de las ciencias y académicos.
Esta región se caracterizó, como ya hemos mencionado en
varias oportunidades anteriores, por un inicio tardío de la
enseñanza de las ciencias en los sistemas educativos
formales. Estas temáticas se abordaban muchas veces al
finalizar la etapa obligatoria. Se puede deducir, a partir de
esto, que se entendía que los conocimientos científicos no
debían formar parte del bagaje cultural necesario para
afrontar la vida ciudadana.
La situación ha cambiado, encontrándose en las propuestas
de los diseños curriculares actuales, una mayor inserción del
área de ciencias naturales, ciencias de la vida, ciencia y
tecnología u otras denominaciones según los países en
edades más tempranas.
Este cambio se debe, a nuestro juicio, a dos razones
fundamentales: en primer lugar a la presión de la enseñanza
superior por conseguir que los estudiantes que se incorporan
a sus carreras científicas hayan alcanzado aprendizajes de

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mayor calidad en esta área; en segundo lugar, por la
conciencia que hoy día tenemos de la necesidad de mejorar
los aprendizajes en ciencias para todos y todas, de manera
de conseguir que los ciudadanos estén mejor preparados
para enfrentar los requerimientos de una vida ciudadana
plena. Esto último trae como consecuencia una necesaria
reconceptuación de la alfabetización científica, así como, de
la toma de conciencia de la necesidad de incluirla como
parte de la cultura y no como algo a lo que sólo una elite
intelectual o en condiciones sociales y económicas para
acceder a ciertos niveles académicos puede alcanzar.
Integrar la cultura científica como parte indisociable de la
cultura supone asegurar desde las edades más tempranas
una educación científica adecuada. Ello nos hace insistir en
la necesidad de proponer tareas que involucren a los niños
en su aprendizaje, a partir de la presentación de situaciones
problemáticas, con temas de su interés, que sean próximos
a sus realidades y que posean relevancia social para su
entorno y su país.
Estas situaciones deberían permitirles interactuar con sus
conocimientos previos y con sus ideas preexistentes. Es
importante, asimismo, que ofrezcan muchas y variadas
oportunidades para buscar información en distintas fuentes,
reunir, clasificar, explicar, conjeturar, emitir hipótesis, tratar
de buscar nuevas informaciones, fundamentar, argumentar,
plantear soluciones y nuevos problemas. Esto significa
centrar el proceso en los aprendizajes de calidad, para lo
cual el rol del docente es fundamental y obliga a un cambio
significativo en las prácticas, lo que no es posible si el
docente no se integra a un trabajo colectivo y cooperativo
de reflexión sobre su hacer y no es acompañado en el
proceso de cambio.
Para involucrar a los alumnos con su aprendizaje las
situaciones de aprendizaje presentadas en el aula deben
estar íntimamente conectadas con las necesidades sociales,
pertenecer a la realidad inmediata del alumno y se

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relacionarse con los avances técnicos de los cuales la
mayoría de los ciudadanos somos usuarios.
Bajo esta óptica la enseñanza de las ciencias se convierte en
un instrumento para la alfabetización científico-tecnológica
de los ciudadanos, que los ayuda a comprender los
problemas que tiene la sociedad actual y los faculta para la
toma de decisiones fundamentadas y responsables. Dentro
de este enfoque no se definen estrategias exclusivas de
enseñanza y de aprendizaje aunque se apuesta por la
variedad, de manera de respetar y beneficiarse de la
diversidad, y permitir a los alumnos diversos que comparten
un mismo espacio de formación y de aprendizaje
desarrollarse cada uno en función de sus interés, y de
acuerdo a sus ritmos y posibilidades.
Insistimos que enseñar ciencias en la educación primaria y
secundaria sólo se justifica si garantizamos que todas y
todos accedan a aprendizajes de calidad que les permita
actuar e interactuar en la sociedad que les toque vivir.
En el trabajo de Nieda y Macedo (1997) encontramos otra
mirada que trae la investigación para reconocer y procurar
intervenir en los factores que inciden en el aprendizaje de
los alumnos en el aula de ciencias y tiene que ver con la
influencia del clima del aula y del centro educativo. En este
sentido, se nutren del resumen que realiza Gil (1993) acerca
de las variables del clima escolar que inciden en el
aprendizaje:
• que los profesores posean grandes expectativas sobres
sus alumnos y sean capaces de transmitírselas;
• el tiempo escolar de aprendizaje es más eficaz en la
medida en que el alumno se implica en las tareas (Rivas,
1986) y éstas están adecuadas a las dificultades de
aprendizaje, siendo variadas, dosificadas e interactivas;

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• un ambiente escolar disciplinado, con unas normas
consensuadas como resultado de una negociación con los
estudiantes;
• un proceso continuo de ayuda a los alumnos, basado en
una reflexión sistemática de sus avances y dificultades;
• la existencia de un proyecto educativo de centro,
asumido por la comunidad educativa, con prioridades
claras en el aprendizaje, que basa la eficacia en una
acción docente conjunta y coherente más que en la
existencia de individualidades destacadas;
• el trabajo en equipo del profesorado que se compromete
en tareas de innovación e investigación sobre los
problemas de aprendizaje y su propia práctica, lo que les
acerca a las tareas de creación y los aleja del pesimismo
y la depresión que hoy se dan frecuentemente en la
profesión docente.
Todavía seguimos asistiendo a propuestas de educación
científica que pretenden motivar a los alumnos y alumnas
enfatizando las “virtudes del conocimiento científico” como
aquel conocimiento que es “riguroso, verdadero y objetivo”,
pocas veces, sin embargo, no preocupamos de enfatizar la
belleza del conocimiento científico, la emoción, los aspectos
lúdicos, afectivos que los mismos suponen y encierran. La
actividad científica como empresa humana no puede ser
presentada aislada de los problemas del hombre, de sus
maneras de ser, de sentir, de lo ético y de lo estético, de los
contextos culturales, sociales, económicos y políticos en los
cuales ese conocimiento se desarrollo.
Una ciencia para la vida, para el ciudadano de manera que
este pueda ser un actor activo y responsable del desarrollo
sostenible implica impregnar las clases de ciencias con los
valores, los problemas, las expectativas de nuestros países,
nuestra región y del mundo. Hemos venido diciendo que la
construcción de un desarrollo sostenible requiere de la
participación de los ciudadanos, siendo éstos capaces de

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tomar las decisiones de manera responsable, democrática,
solidaria y equitativamente.
Ello requiere de un cambio claro de las aulas y de los
centros educativos, transformándose en espacios
democráticos de acceso al conocimiento para lo cual los
alumnos deben participar en la toma de decisiones, en la
planificación y en la producción del conocimiento que
aprenden, para luego poder ser también activos
protagonistas en la difusión e intercambio de los mismos.
Ello requiere relaciones entre la ciencia escolar, el objeto de
aprendizaje, el docente y los docentes y los alumnos y
alumnas totalmente nuevas, donde el conocimiento deje de
ser poder, deje de ser verdad absoluta e inamovible para
transformarse en un objeto de búsqueda, de intercambio, de
diálogo, donde todos y cada uno pueden aportar a un
trabajo de construcción colectiva.
Estas nuevas relaciones implican considerar algunos
aspectos previamente:
• Redefinir una nueva ciencia escolar, que no sea
establecida en función de las propias ciencias, y
recordando que el conocimiento científico a estas edades
es un medio para contribuir a la formación de los
ciudadanos ya que le aporta características y brinda
posibilidades que nos parecen fundamentales a la hora
de formar habilidades para la vida y para el desarrollo
sostenible.
• Repensar la formación de los docentes de ciencias, como
y donde ellos han sido formados parece un factor
bastante determinante a la hora que ellos establezcan los
espacios y situaciones de aprendizajes. Los docentes en
equipo son quienes deben ser activos protagonistas en la
toma de decisiones, en la elaboración y producción de la
ciencia escolar, de conocimientos a aprender y a enseñar.

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• Trasformar las aulas en verdaderos espacios de
formación y producción de conocimiento.
Al terminar nos parece importante insistir que estas
transformaciones sólo serán posible si los problemas de lo
que significa aprender y enseñar ciencias en el marco de la
Década de la educación para el desarrollo sostenible se
vuelven en todos nuestros países problemas de
investigación y de producción de conocimiento y se crean las
interfases necesarias entre los espacios de producción de
conocimiento, los espacios de aprendizaje y enseñanza y de
formación.
Dotar a la educación de nuevos sentidos que hagan posible
un futuro sostenible para todos exige que la educación
científica encuentre también sus nuevos sentidos, sus
nuevos contenidos, sus nuevos espacios de aprendizaje y
enseñanza, pensando como desde nuestras aulas de
ciencias podemos ayudar a que todos nuestros niños y niñas
tengan las mismas posibilidades de reír, de aprender, de
jugar, de comer, de devenir hombres y mujeres
comprometidos con la democracia, con la justicia social, con
la paz.

Bibliografía
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16
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SEC, 2004, 73.)

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¿CÓMO PROMOVER EL INTERÉS POR LA CULTURA
CIENTÍFICA? UNA PROPUESTA DIDÁCTICA FUNDAMENTADA

Introducción
Tomando en consideración el amplio tratamiento que se da
a este tema en el libro recientemente publicado por la
UNESCO “¿Cómo promover el interés por la cultura
científica? Una propuesta didáctica fundamentada”, esta
parte del curso esta dirigida en primer término a “comentar”
la referida obra. En segundo lugar, se explicarán aquí
algunas tendencias de la educación científica en la escuela
media cubana atendiendo fundamentalmente a los cambios
en la metodología y el contenido en las asignaturas en esta
área del conocimiento con el objetivo de socializar esta
experiencia práctica.

¿Qué razones pueden avalar la necesidad de una educación


científica para todos los ciudadanos y ciudadanas?
La ciencia, desde que irrumpió en el desarrollo de la
civilización, forma parte de la cultura de la humanidad,
como legitimo sistema de ideas fundamentales para su
desarrollo material y espiritual en todos los sentidos.
En la actualidad la ciencia ha devenido en fuerza productiva
de primer orden, penetra de forma poderosa en todas las
demás esferas de la cultura y sus resultados tienen una
creciente repercusión social. A la actividad científica se
dedican cada vez mayor número de personas y los
científicos no solo trabajan en centros especializados sino
que se les encuentra en fábricas, hospitales, universidades y
empresas de todo tipo.
Por otra parte las personas que no se dedican directamente
a la actividad científica o tecnológica se encuentran con que
vivimos en una sociedad en que la ciencia y la tecnología
invaden todos los espacios y se encuentran en la necesidad
de tomar partido ante múltiples problemas, derivados de

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este desarrollo científico y tecnológico, que incluso ponen en
juego la existencia de nuestra civilización.
Aunque por su propia esencia, la ciencia debe estar al
servicio de la mejores causas y para contribuir al bienestar
material y espiritual de todos los ciudadanos, esto no ha
sido así (ni es) en todas las partes del mundo ni en todas las
épocas. No son pocos los casos en que la ciencia se pone en
función de la carrera armamentista, la guerra y actividades
que conducen a la destrucción del planeta con el fin de
obtener ganancias a cualquier precio. Vale decir pues, que
en la actividad científica también se revelan los valores de la
sociedad y que en consecuencia la educación científica
deviene en elemento clave de la formación ciudadana.
Como se señaló en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia
para el siglo XXI, auspiciada por la UNESCO y el Consejo
Internacional para la Ciencia, “Para que un país esté en
condiciones de atender a las necesidades fundamentales de
su población, la enseñanza de las ciencias y la tecnología es
un imperativo estratégico” (Declaración de Budapest, 1999).
“Vivimos en una sociedad en que la ciencia y la tecnología
ocupan un lugar fundamental en el sistema productivo y en
la vida cotidiana en general. (...) La población necesita una
cultura científica y tecnológica para aproximarse y
comprender la complejidad y globalidad de la realidad
contemporánea, para adquirir habilidades que le permitan
desenvolverse en la vida cotidiana y para relacionarse con
su entorno, con el mundo del trabajo, de la producción y del
estudio”. (1) (Nieda y Macedo, 1997)
José Martí, una de las figuras insignes del siglo XIX
americano, también nos legó, relevantes ideas sobre la
importancia de la educación científica para la cultura y la
educación ciudadana, las cuales mantienen plena vigencia:
“…la América es, sin embargo, esencialmente necesaria al
estudio de la ciencia nueva, y sin ella nada podrán deducir

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de cierto sobre unidad, identidad y época común de
aparición del género humano” (Martí, 1875)
.. ¿Qué mayor poesía que a la que a manera de selva
amazónica, va surgiendo ante los ojos a la lectura de un
libro científico en que se revela la grandiosidad, armonía y
espíritu de la naturaleza?” (Martí, 1875)
De la misma manera que hoy hemos aprendido a que el
disfrute de la música, la pintura, la escultura, el teatro, la
literatura y muchas otras manifestaciones de la cultura,
engrandecen nuestro espíritu y nos hace mejores personas,
también hemos aprendido que le faltaría mucho a la
humanidad en este sentido si todos no tenemos la
posibilidad real de disfrutar de la parte de la cultura que
atañe al conocimiento del entorno natural y del universo y
participar también, de manera directa o indirecta, en la
empresa de lograr un desarrollo verdaderamente sostenible
y de bienestar universal.
En el mundo actual, sin un conocimiento básico de la ciencia
no estaríamos adecuadamente preparados para participar de
forma consciente en la toma de decisiones importantes para
todos e incluso, seriamos muy vulnerables a prácticas y
criterios de dudoso valor en campos tan sensibles, por citar
solo algunos ejemplos, como los de la salud, la protección al
medio ambiente y el desarrollo energético. En general, sin
el conocimiento científico que esta en la base de una
formación que permita evaluar el impacto del desarrollo de
la civilización sobre el ambiente y la cultura, es poco
probable que las personas puedan avanzar más allá de sus
propios e inmediatos intereses.
Otro aspecto, cualitativamente distinto, que también debe
ser considerado cuando intentamos profundizar en la
importancia de las disciplinas científicas para la cultura, es el
de su aporte al desarrollo intelectual de las personas, al
desarrollo del pensamiento lógico y de la creatividad, no
solo para el trabajo científico de manera particular, sino

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para enfrentar con sabiduría los problemas que plantea la
sociedad contemporánea
Aunque en la actualidad, muchos de los problemas
relacionados con la educación científica de la ciudadanía
tienen un carácter universal, el hecho de que el 94% de los
de los científicos pertenezca al mundo desarrollado y que en
Latinoamérica solo contemos con el 1%, indica que para
nuestra región la solución de estos problemas resulta clave,
tanto como factor de inclusión social como para poder
alcanzar un elevado nivel de desarrollo sostenible que se
traduzca en bienestar para todos los ciudadanos.
En nuestra opinión, el problema principal que tenemos los
profesores en estos momentos es el de cómo lograr esta
formación en los jóvenes, lo que también esta
estrechamente relacionado con la definición de cual debe ser
el contenido de las disciplinas científicas en el nivel medio.

¿Cómo proporcionar a los jóvenes una formación científica


realmente útil?
La respuesta a este problema supone que los profesores
estemos en condiciones de organizar el proceso de
enseñanza-aprendizaje atendiendo a la relación objetiva
entre cultura, educación y ciencia, de manera que nuestra
práctica docente este orientada hacia la formación de
hombres cultos, capaces de participar de manera activa y
consciente en las transformaciones que nos conduzcan a un
mundo mejor.
No resulta difícil concluir que instrumentar el trabajo
docente con este enfoque nos conduce, en premier término,
a esclarecer cuestiones como las siguientes:
• ¿Qué razones pueden avalar la necesidad de una
educación científica para todos los ciudadanos y
ciudadanas?

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• ¿Es posible proporcionar a la generalidad de la ciudadanía
una formación científica que resulte realmente útil?
• ¿Puede una formación científica general, no especializada,
contribuir a hacer posible la participación de las
ciudadanas y ciudadanos en la toma fundamentada de
decisiones en torno a los problemas a los que debe
enfrentarse la humanidad?
• Si se orienta la educación científica para lograr una
alfabetización básica de la ciudadanía, ¿no se perjudicará
la preparación de los futuros científicos que nuestras
sociedades precisan?
• ¿Cuáles pueden ser las concepciones erróneas sobre la
actividad científica a las que la enseñanza de las ciencias
debería prestar atención, evitando su transmisión
explícita o implícita?
• ¿Qué aspectos deberían incorporarse al currículo para
evitar visiones distorsionadas y empobrecidas de la
actividad científica, que dificultan el aprendizaje y
generan actitudes negativas?
• ¿Qué cambio radical en el proceso de
enseñanza/aprendizaje de las ciencias implica dicha
incorporación? ¿Qué dificultades puede conllevar dicho
cambio?
• ¿Cómo convertir el aprendizaje de las ciencias en una
actividad apasionante?
Otro importante grupo de problemas a los que es preciso
dar respuesta para orientar la educación científica hacia el
ya mencionado objetivo de formar hombres cultos, capaces
de participar de manera activa y consciente en las
transformaciones que nos conduzcan a un mundo mejor, es
el siguiente:
• ¿Cómo empezar un tema o curso?

22
• ¿Cuál es el papel del trabajo experimental en la educación
científica?
• ¿Cómo convertir los problemas de lápiz y papel en
auténticos desafíos de interés?
• ¿Cómo hacer posible un aprendizaje significativo de
conceptos y teorías?
• ¿Qué hacer antes de finalizar un tema o curso?
• ¿Para qué y cómo evaluar?
• ¿Cómo diseñar los contenidos de un tema o de un curso?
Por supuesto, no pretendemos aquí abordar estas
cuestiones, nuestra intención es solo la de señalar su
trascendencia y que son justamente este tipo de problemas
los que se analizan en el libro “¿Cómo promover el interés
por la cultura científica? Una propuesta didáctica
fundamentada”
Dicho libro está concebido como un "libro-taller", es decir
para implicar al lector o lectora en el estudio de los
problemas que plantean el aprendizaje y la enseñanza de las
ciencias y en la construcción de soluciones a dichos
problemas, siendo su propósito el de contribuir a la
superación de los pobres resultados de la educación
científica sobre la base de una profunda reorientación,
debidamente fundamentada, de las estrategias de
enseñanza, con una clara apuesta por promover el interés
por la cultura científica como objetivo prioritario.
Para facilitar el acceso de los profesores, investigadores,
directivos educacionales o de cualquier persona interesada
en el contenido de este libro, además de la versión impresa,
existe una versión digital totalmente libre en la Web de la
OREALC-UNESCO (http://www.unesco.cl)

23
¿Cuales son las principales tendencias de la educación
científica en la escuela media cubana?
En Cuba ha existido una larga tradición en el campo de la
didáctica de las ciencias cuyo inicio se puede señalar de
manera aproximada a partir del trabajo desplegado, en el
colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, por el
presbítero, filósofo y educador cubano Félix Varela Morales
(1787-1853), en la primera mitad del pasado siglo. El Padre
Varela tiene entre sus aportes el de haber fundado el primer
laboratorio de Física y Química en el citado colegio y haber
dado inicio con ello a la enseñanza experimental de estas
ciencias.
Sin embargo, en el Año 1959, al triunfo del proceso
revolucionario cubano, la situación educacional cubana y en
especial en el campo de las ciencias era muy desfavorable
en todos los sentidos. Baste señalar la existencia de más de
un millón de analfabetos y de una escuela pública
totalmente desatendida y sin los recursos más elementales.
Es al calor de la obra educacional de la revolución cubana
que se introduce en el nivel medio básico la enseñanza de la
Física, la Química y la “Tecnología” y que se profundiza en la
Biología. Este proceso dio lugar a un vigoroso movimiento
en la preparación de los profesores para impartir estas
disciplinas y del consecuente desarrollo de concepciones
didácticas propias y avanzadas.
En muy apretada síntesis podemos señalar que hasta
alrededor del año 2000, este proceso este proceso estuvo
matizado por (Sifredo, C., 2000):
• La introducción de cursos para la escuela media ajustado
a los intereses y necesidades específicos de la educación
científica en Cuba, que incluyeron programas, libros de
texto, orientaciones metodológicas generales,
orientaciones metodológicas para las demostraciones y

24
trabajos de laboratorio y orientaciones metodológicas
para la solución de problemas
• La formación de cientos de profesores de nivel
universitario, especializados en Física, Química y Biología
para la escuela media y el aseguramiento de su
superación continua mediante las distintas formas del
sistema de postgrado: cursos, diplomados, maestrías y
doctorados.
• Un amplio movimiento de investigación y desarrollo en el
campo de la Didáctica de la Física, la Química y la
Biología, tanto en las universidades pedagógicas como en
los territorios.
• Laboratorios y dotaciones especializadas para la
enseñanza de la Física, la Química y la Biología en todos
los centros escolares.
• Resultados favorables en la preparación de los alumnos
para su ingreso en las carreras universitarias de ciencia y
tecnología.
Sin embargo, el propio nivel de desarrollo alcanzado en este
campo ha permitido profundizar en aquellas cuestiones en
las cuales es necesario incidir en correspondencia con los
enormes cambios operados en la ciencia, la tecnología, la
sociedad y, en particular, en la propia escuela de nivel
medio.
Las ideas fundamentales que han estado guiando este
proceso de transformaciones encaminadas a superar las
dificultades en el área de la educación científica son las
siguientes (Valdés, et al, 1999):
• Imprimir una orientación sociocultural a la educación
científica.
Esta idea apunta en la dirección de que no se trata de
“actualizar” los cursos con conocimiento de la época en el
campo de la ciencia, sino de que se impone una

25
actualización dirigida a la comprensión de las relaciones
culturales que hoy se establecen con base en el desarrollo
científico y tecnológico y que tiene una repercusión
trascendente en el comportamiento de las sociedades y de
las personas individualmente
• Considerar durante el proceso de enseñanza-aprendizaje
las características distintivas de la actividad psíquica
humana.
Esta idea toma en consideración que el aprendizaje
transcurre y se manifiesta en la actividad del educando,
cuando despliega todas sus potencialidades en las
actividades intelectuales que conducen al sujeto a apropiase
de las nuevas ideas y actitudes o para transformar su
estructura de pensamiento y actuación sobre algún tema, en
el cual ya tenía puntos de vistas y conocimientos previos.
• Reflejar durante el proceso de enseñanza-aprendizaje las
características fundamentales de la actividad
investigadora contemporánea.
Esta idea refleja el hecho de que el ciudadano de las
sociedades actuales tendrá que dominar en sus estructuras
básicas la actividad científica investigadora para aplicarla en
su entorno laboral y social y que ello se corresponda con la
actitud creativa que la época exige, en correspondencia con
la realidad de que las más diversas actividades de la
sociedad en la esfera de la economía, la producción y los
servicios están decisivamente influenciada por el desarrollo
de la actividad científica investigadora.
En la actualidad estas ideas se están concretando en dos
direcciones fundamentales: el perfeccionamiento del proceso
de enseñanza aprendizaje y la actualización de los
contenidos.
En la primera de estas direcciones, entre los aspectos que
se trabajan con mayor fuerza se encuentran los siguientes
(Sifredo, et al, 2004):

26
• El compromiso con la labor
Vale decir, el compromiso de los profesores de trabajar, y
de apoyar el trabajo de los alumnos, para lograr que la
inmensa mayoría de ellos disfruten, aprendan y tengan éxito
académico y el compromiso de los estudiantes de perseverar
en la superación de las dificultades, conscientes de que todo
aquél que trabaja con regularidad, contando con la ayuda
del profesor y de otros compañeros, termina por alcanzar
los objetivos marcados. Estos compromisos suponen:
ƒ Las altas expectativas que se poseen de todos los
alumnos
ƒ El aprovechamiento óptimo del tiempo escolar de
aprendizaje, entendiendo por tal el que corresponde a
una activa implicación del alumno en las tareas,
siempre que éstas estén programadas para producir
una notoria proporción de éxitos.
ƒ El seguimiento continuo del trabajo de los
estudiantes, y la retroalimentación que los profesores
proporcionan de las tareas realizadas, siempre desde
la óptica de una valoración positiva, de una ayuda al
progreso.
ƒ Un ambiente ordenado y distendido de disciplina
compartida, más próximo al clima de un centro de
investigación que al de esas aulas en las que se
percibe “una atmósfera de control que el profesor
mantiene con grandes y deliberados esfuerzos” como
corresponde a una situación de “trabajos forzados”…
ƒ La reflexión sobre el posible interés de las situaciones
propuestas, que dé sentido a su estudio,
relacionándolo con el resto del programa y, muy en
particular, considerando ya desde el principio sus
posibles implicaciones CTSA y el cualitativo, a la luz
de los conocimientos disponibles, del interés del

27
problema, etc., con el fin de ayudar a comprender y a
acotar las situaciones planteadas
• El desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje sobre
la base de la solución de problemáticas de interés.
De manera que se posibilite una verdadera inmersión de los
estudiantes en la cultura científica y el desarrollo de sus
capacidades creadoras, lo que implica la necesidad de
prestar una mayor atención a aspectos como los siguientes:
ƒ La discusión del posible interés y relevancia de las
situaciones propuestas que dé sentido a su estudio y
evite que los alumnos se vean sumergidos en el
tratamiento de una situación sin haber podido
siquiera formarse una primera idea motivadora o
contemplado la necesaria toma de decisiones, por
parte de la comunidad científica, acerca de la
conveniencia o no de dicho trabajo (teniendo en
cuenta su posible contribución a la comprensión y
transformación del mundo, sus repercusiones sociales
y medioambientales, etc.).
ƒ El estudio cualitativo, significativo, de las situaciones
problemáticas abordadas, que ayude a comprender y
acotar dichas situaciones a la luz de los conocimientos
disponibles, de los objetivos perseguidos... y a
formular preguntas operativas sobre lo que se busca
(ocasión para que los estudiantes comiencen a
explicitar funcionalmente sus concepciones
ƒ La invención de conceptos y emisión de hipótesis
fundamentadas, susceptibles de focalizar y orientar el
tratamiento de las situaciones, al tiempo que
permiten a los estudiantes utilizar sus 'concepciones
alternativas' para hacer predicciones susceptibles de
ser sometidas a prueba
ƒ La elaboración y puesta en práctica de estrategias de
resolución, incluyendo, en su caso, el diseño y

28
realización de montajes experimentales para someter
a prueba las hipótesis a la luz del cuerpo de
conocimientos de que se dispone, lo que exige un
trabajo de naturaleza tecnológica para la resolución
de los problemas prácticos que suelen plantearse
(como, p.e., la disminución de las incertidumbres en
las mediciones). Llamamos particularmente la
atención sobre el interés de estos diseños y
realización de experimentos que exigen (y ayudan a
desarrollar) una multiplicidad de habilidades y
conocimientos. Se rompe así con los aprendizajes mal
llamados 'teóricos' (en realidad simplemente
librescos) y se contribuye a mostrar la estrecha
vinculación ciencia-tecnología.
ƒ El análisis y comunicación de los resultados,
cotejándolos con los obtenidos por otros grupos de
estudiantes y por la comunidad científica. Ello puede
convertirse en ocasión de conflicto cognoscitivo entre
distintas concepciones (tomadas todas ellas como
hipótesis) y favorecer la 'autorregulación' de los
estudiantes, obligando a concebir nuevas conjeturas,
o nuevas soluciones técnicas, y a replantear la
investigación. Es preciso detenerse aquí en la
importancia de la comunicación como substrato de la
dimensión colectiva del trabajo científico y
tecnológico. Ello supone que los estudiantes se
familiaricen con la lectura y confección de memorias
científicas y trabajos de divulgación.
ƒ La consideración de las posibles perspectivas:
conexión de los conocimientos construidos con otros
ya conocidos, elaboración y perfeccionamiento de los
productos tecnológicos que se buscaban o que son
concebidos como resultado de las investigaciones
realizadas, planteamiento de nuevos problemas...
Todo ello se convierte en ocasión de manejo reiterado
de los nuevos conocimientos en una variedad de

29
situaciones, contribuyendo a su profundización y
resaltando en particular las relaciones Ciencia,
Tecnología Sociedad y Ambiente que enmarcan el
desarrollo científico, con atención a las repercusiones
de toda índole de los conocimientos científicos y
tecnológicos, propiciando, a este respecto, la toma de
decisiones
• El diseño de los sistemas de tareas docentes
De manera que los problemas principales que serán objeto
de estudio den origen a un sistema de actividades que
conduzcan el proceso docente educativo por el camino del
cumplimiento de los objetivos planteados, tomando en
consideración de que resulta indispensable que se observen
las normas y rasgos distintivos de la actividad científica
investigadora, como expresión de la actividad de la ciencia y
los científicos en la construcción del conocimiento y como
guía de actuación para lograr el aprendizaje autorregulado.
Esto conduce a la necesidad de precisar los aspectos
siguientes:
ƒ ¿Qué problemas de interés están en el origen de los
conocimientos que han de adquirir los estudiantes
ƒ ¿Cuál o cuáles de estos problemas serían más
adecuados para iniciar el proceso de investigación?
ƒ ¿Qué ideas o conocimientos constituyeron pasos
necesarios para solucionar los problemas, para
alcanzar los objetivos clave? ¿Cuáles fueron los
obstáculos más importantes en dicho proceso?
ƒ ¿Qué preconcepciones (ideas, razonamientos,
actitudes) pueden tener los alumnos sobre los
aspectos anteriores que supongan obstáculos para el
aprendizaje y que, por tanto, deben ser tomados en
consideración?

30
ƒ ¿Qué estrategia global o plan de trabajo (que se
convertirá en el hilo conductor del tema) conviene
establecer, implicando en lo posible a los alumnos,
para avanzar en la solución a los problemas iniciales?
ƒ ¿Qué plan concreto de investigación –programa-guía
de actividades- proponer a los alumnos para
desarrollar la estrategia propuesta?
ƒ ¿Cómo planificar la evaluación para que se convierta
en un instrumento que oriente e impulse la buena
marcha de la investigación?
• El trabajo experimental
Que debe estar centrado en utilizar el experimento como
una vía probable en la solución de un problema y no como la
contemplación aparente (o simple comprobación) del
cumplimiento de leyes y principios, considerando que la
formulación de posibles respuestas y el diseño de
experimentos por los estudiantes, al menos a un nivel
elemental, resulta más productivo para el aprendizaje que el
ejecutar montajes copiados, de mayor complicación, para
comprobar un ley. El nivel instrumental puede ser simple, y
hasta inventado por los propios estudiantes, lo cual resulta
una actividad de extraordinario valor.
• La utilización de las TIC, en particular de la computación,
la TV y el video
Dado que la correcta utilización de las TIC en el proceso de
enseñanza aprendizaje de las ciencias constituye un aspecto
de especial importancia en las condiciones contemporáneas
y adquiere características muy específicas en el marco de las
transformaciones que tienen lugar en el nivel de educación
media.
En el caso particular de los recursos informáticos la
orientación principal esta dirigida a promover su utilización
no solo para “ayudar” en la elaboración de conocimientos, con
lo cual, en esencia, conservan las características básicas de

31
los medios de enseñanza tradicionales, sino ante todo, como
herramientas para la solución de problemas que de otro modo
sería muy difícil, -o sencillamente imposible- enfrentar. Esto
modifica radicalmente su lugar en el proceso de enseñanza-
aprendizaje de la ciencia al convertirlos, de apoyos en la
elaboración de conocimientos ajenos a su naturaleza, en
apoyos para el aprendizaje de conceptos, métodos y formas
de trabajo inherentes a ellos y, en virtud de esto, en
poderosas herramientas de trabajo. Dicho de otro modo, lo
que en la enseñanza distingue a los recursos informáticos de
los medios tradicionales es su doble condición de medio y
contenido de enseñanza (Valdés y Sifredo, 2006)
En la segunda de las direcciones, la actualización de los
contenidos, los principales aspectos que se han tomado en
consideración son los siguientes:
ƒ Los conocimientos fundamentales de las disciplinas
científicas que están en la base de la cultura
contemporánea
ƒ Las aplicaciones del conocimiento científico en
situaciones reales y simuladas
ƒ Las habilidades y destrezas características de la
Ciencia, incluyendo las relacionadas con el uso de
aparatos e instrumentos de medición
ƒ La resolución de problemas
ƒ Las relaciones con la tecnología y en particular, la
solución de problemas prácticos y el impacto
reciproco entre ciencia y tecnología
ƒ Las cuestiones socio-económico-políticas, ético-
morales y medioambientales de la ciencia y la
tecnología asociada
ƒ La historia y desarrollo de la Ciencia y la tecnología
asociada

32
ƒ El estudio de la naturaleza de la Ciencia y la práctica
científica , en especial, las cuestiones de carácter
filosófico y sociológico relacionados con los métodos
científicos, el papel y estatus de la teoría científica y
las actividades de la comunidad científica

Conclusiones
La parte de la cultura que atañe al conocimiento del entorno
natural y del universo constituye un aspecto esencial para
que todas las personas estén en condiciones de participar,
de manera directa o indirecta, en la empresa de lograr un
desarrollo verdaderamente sostenible y de bienestar
universal y cultivar todos aquellos valores que engrandecen
al genero humano.
La idea de una educación científica para todos, que resulta
consustancial con los principios de la alfabetización
científica, no constituye en ningún sentido una “desviación”
o “rebaja” para hacer asequible la ciencia a la generalidad
de los ciudadanos, sino una reorientación de la enseñanza
absolutamente necesaria también para los futuros
científicos; necesaria para modificar la imagen deformada de
la ciencia hoy socialmente aceptada y luchar contra los
movimientos anti-ciencia que se derivan; necesaria incluso,
para hacer posible una adquisición significativa de los
conceptos, leyes y teorías de la ciencia.
Cambiar la realidad de la educación científica es una
exigencia que no responde sólo a la preocupación - legítima,
pero a nuestro juicio insuficiente – de que los estudiantes no
aprenden ciencias y llegan a los estudios superiores con
muy mala base. Los esfuerzos por asegurar que todos y
todas accedan al conocimiento científico deben responder
también al compromiso ético de contribuir a disminuir las
desigualdades, poner fin a la exclusión, terminar con el
monopolio del conocimiento asociado a la concentración del
poder y posibilitar –a través de la educación y de la
educación científica en particular- que todos y cada uno

33
desarrollen al máximo sus potencialidades. Una educación
concebida como experiencia global, a lo largo toda la vida
(Delors, 1996), que favorezca el progreso de todas las
personas y de las generaciones futuras hacia sociedades en
paz, cada vez más justas, democráticas y sostenibles
(Mayor Zaragoza, 2000).
Resultan necesarios profundos cambios en los objetivos,
contenido y metodología de la enseñanza de las ciencias en
el nivel medio con el fin de solucionar dos problemas
básicos: actualizar los cursos de las distintas asignaturas y
lograr que los estudiantes aprendan lo previsto, en las
condiciones de una educación científica de masas (Valdés et
al, 1999).

Bibliografía
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acción de la declaración de Budapest,
http://www.oei.org.co/cts/budapest.dec.htm.
DELORS, J. (Coord.) (1996). La educación encierra un
tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión
Internacional sobre la educación para el siglo XXI.
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GIL- PÉREZ, D., MACEDO, B., MARTÍNEZ TORREGROSA, J.,
SIFREDO, C., VALDÉS, P. Y VILCHES, A. (Eds.) (2005)
¿Cómo promover el interés por la cultura científica? Una
propuesta didáctica fundamentada para la educación
científica de jóvenes de 15 a 18 años. Santiago:
OREALC/UNESCO. JIMÉNEZ
MARTÍ, J. (1875). Vínculos entre la cultura literaria y la
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MAYOR ZARAGOZA, F. (2000). Un mundo nuevo. Barcelona:
UNESCO. Círculo de Lectores.

34
NIEDA, J., BEATRIZ, M. (1997) Un currículo científico para
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Impreso en España.
SIFREDO BARRIOS, C. (2000). Algunas consideraciones
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(compiladores), Ciencia y tecnología en los currículos de
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Mundo Editores.
SIFREDO BARRIOS C., MOLTO GIL E., VÁZQUEZ CONDE J.,
COLADO PERNAS J., LASTRA ALONSO M., PEDROSO
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(2004) Orientación Sociocultural de la Educación
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VALDÉS, P., SIFREDO, C., VALDÉS, R., NÚÑEZ, J. (1999) El
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Academia.
VALDÉS, P. Y SIFREDO, C (2006). Educación científica y
tecnologías de la información y las comunicaciones. La
Habana. Editora Política.

35
IMPORTANCIA DE LAS POLÍTICAS CIENTÍFICAS E IMPACTO
DE LAS VÍAS NO FORMALES PARA LA FORMACIÓN
CIENTÍFICA, CULTURAL Y ÉTICA DE LAS NUEVAS
GENERACIONES
Es un hecho conocido que la ciencia necesita de estrategias,
políticas y direccionamiento para el accionar de los
diferentes componentes estructurales y humanos de una
sociedad. Todo debe partir de una voluntad política de los
gobiernos, ante todo en el plano educativo. Es claro que lo
primero es la decisión política y la organización de una
Campaña de alfabetización. Sin enseñar a leer y escribir, no
podemos comenzar a hablar de ciencia y tecnología, de
alfabetización científica y tecnológica o de cultura científica.
Esta parte del curso, más que de conceptuación teórica o de
definiciones, pretende exponer una experiencia y una
práctica enriquecedora para compartir con los cursistas.
Se presentan también someramente algunos temas, tales
como el impacto social y los indicadores para evaluar las
políticas públicas para la ciencia y la tecnología, la
importancia de las ciencias básicas, el tema de las mujeres
en las ciencias y cómo evitar los sesgos de género en la
enseñanza y orientación vocacional hacia las ciencias.
Algunas reflexiones sobre la necesidad de crear capacidades
y sobre la relación directa y compleja entre educación,
ciencia y cultura se exponen, no con el ánimo de ser
exhaustivos o de expresar ideas muy acabadas, si no solo
con la intención de hacer pensar a los lectores de que no es
posible separar y ver aisladamente los procesos educativos,
de los científicos-tecnológicos o de los culturales.
Finalmente, volvemos a Cuba, y de cómo nos enfrascamos
en una nueva batalla, de ideas y por una cultura general
integral.

36
El caso de Cuba
Ofreciendo un breve panorama del desarrollo educativo y
científico-técnico de este país, queremos compartir algunas
experiencias de diseño de políticas que han tenido un
impacto positivo en la formación de varias generaciones de
cubanos. Sabiendo que aun tenemos graves problemas,
sobre todo económicos y algunos sociales, que queda mucho
por avanzar y que seguimos siendo un país del tercer
mundo, (llamarnos ¨en vías de desarrollo¨ lo considero un
eufemismo), queremos mostrar en el curso esa relación
indispensable entre políticas-educación-ciencia-cultura.
El artículo 39 de la Constitución de la República de Cuba
establece que: “El Estado orienta, fomenta y promueve la
educación, la cultura y las ciencias en todas sus
manifestaciones”; especificando en su inciso e) que “la
actividad creadora e investigativa en la ciencia es libre. El
Estado estimula y viabiliza la investigación y prioriza la
dirigida a resolver los problemas que atañen al interés de la
sociedad y al beneficio del pueblo”; y en su inciso f) que “el
Estado propicia que los trabajadores se incorporen a la
labor científica y al desarrollo de la ciencia.”
En el Proyecto de Ley de Ciencia y Tecnología se proponen
dos artículos que rezan:
1) El Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente, en coordinación con los Órganos
Superiores del Estado, los demás Organismos de la
Administración Central del Estado y la Academia de
Ciencias de Cuba, establece las vías y formas para la
divulgación sistemática de las principales tendencias
del desarrollo científico y tecnológico mundial y los
resultados más significativos alcanzados en nuestro
país en esta esfera, con vistas a la actualización y
elevación de la cultura científica y tecnológica de la
población.

37
2) Los medios masivos de comunicación, en
coordinación con el Ministerio de Ciencia, Tecnología
y Medio Ambiente, responden por la incorporación en
el diseño y ejecución de su programación de aquellos
temas científicos y tecnológicos que contribuyen a
lograr una cultura ciudadana enriquecida por el saber
popular, los resultados de la producción científica y
tecnológica nacional y los avances del conocimiento
humano universal.
Según el científico cubano A. Lage, uno de los pocos lugares
donde puede analizarse una experiencia de desarrollo
científico-técnico y económico basado en el conocimiento, en
un sistema socialista, y desde la perspectiva de compromiso
social de sus actores, es Cuba.
Súmese a eso que la experiencia cubana ocurre en el
contexto de una economía subdesarrollada, en un país del
llamado “Tercer Mundo”, y se verá con claridad que su
análisis puede ser relevante y útil para la gran mayoría de la
humanidad.
Desde los años tempranos de la década de los 60, Cuba
partió de una población libre de analfabetismo y una
voluntad política expresada por Fidel en 1960 cuando dijo:

El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente


un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro
de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo
que más estamos sembrando; lo que más estamos
sembrando son oportunidades a la inteligencia, ya que
una parte considerable de nuestro pueblo no tenía acceso
a la cultura, ni a la ciencia, una parte mayoritaria de
nuestro pueblo. Era una riqueza de la cual no podía nada
esperarse porque no tenían la oportunidad... ¡Cuántas
inteligencias se habrán desperdiciado en ese olvido,
cuántas inteligencias se habrán perdido! (...)

38
A partir de ahí, se produjo una vertiginosa carrera de
formación de “masas criticas” de maestros y científicos y
creación de infraestructuras para la investigación en las
Universidades, en centros científicos de múltiples disciplinas,
desde la Filosofía hasta la Astronomía, pasando por la Física
Nuclear, impensables de ser desarrolladas en un país pobre
y pequeño que tenía un analfabeto por cada 6 habitantes
antes de 1959 y que se quedó sin médicos e ingenieros por
una fuerte emigración hacia Estados Unidos y otros países.
Centenas de los mejores bachilleres de esa primera década,
entre los cuales se cuenta la autora, colmaron las
universidades cubanas y de otros países, (y no solo los
socialistas), que en la década de los 70 pasaron a fortalecer
los claustros de profesores universitarios y los
departamentos de investigación de decenas de centros
científicos a lo largo y ancho del archipiélago cubano.
Lo más interesante de ser señalado es la formación ética, la
amplia cultura adquirida y de fuerte vocación de servir a su
pueblo con que fueron formados esos profesores y
científicos que hoy, 47 años después y adentrándonos ya en
el Siglo XXI, ocupan cargos de decisión de importancia para
el país.
Casi no hay nada escrito en Cuba de esos años
fundacionales: sobre el sistema de becas de los Pre-
universitarios, las becas universitarias, la Editora
Revolucionaria, las ediciones, (y las lecturas) de lo mejor de
la ciencia y de la literatura universal, las proyecciones y los
debates de las mejores películas del cine europeo, los
conocimientos sobre el ballet y la danza, los programas de
televisión en función de formar generaciones mas cultas.
Son precisamente las décadas de los años 70 y 80 las más
fructíferas en esa "siembra de la ciencia y la tecnología
necesarias" para desarrollar el país en diversos sectores,
como la propia educación, la salud, la agricultura, las
ciencias básicas, las ciencias técnicas o las sociales.

39
Son esos 30 años donde se fundan las mejores experiencias
del fomento de la Enseñanza de las ciencias, por las vías
formales, y por las vías no formales. El Movimiento de
monitores, donde cada alumno impartía clases de
determinadas asignaturas, los concursos de conocimientos a
todos los niveles, los llamados Círculos de interés, fueron las
mejores experiencias para el fomento de vocaciones y amor
por las ciencias. Y lo más importante: se abrían
oportunidades con gran sentido de equidad y de justicia, sin
diferencias de género, ni de razas, ni de origen social.
Al mismo tiempo, y en paralelo desde los 60s la Federación
de Mujeres Cubanas diseñaba políticas y legislaciones para
favorecer la participación de las mujeres en todos los
ámbitos, y en especial y con prioridad las mujeres jóvenes
en los sectores de la educación, la salud, la ciencia. Sin
duda, la creación de los Círculos Infantiles (guarderías), y
todas las escuelas primarias con régimen de semi-
internados, o sea con almuerzos gratuitos, facilitaron la
realización de muchas utopías.
Es la década de los 80 la llamada de la “nueva era de la
ciencia cubana”, donde se produjo el boom de la
Biotecnología con fuertes inversiones en centros científicos e
infraestructuras productivas que hoy producen ingresos en
la industria farmacéutica por concepto de dar cobertura a los
medicamentos para toda la población y también para la
exportación.
Solo a modo de ejemplo: todos los niños cubanos están
vacunados contra 13 enfermedades y la mayoría son
vacunas cubanas. Y aquí hay que hacer un alto necesario:
no es posible hablar de educación, ciencia y cultura, en un
país sumido en la pobreza o con miles de niños sometidos al
trabajo infantil o al hambre, a la droga, la prostitución. Las
políticas de los gobiernos tienen que ir necesariamente hacia
la reducción de la pobreza y de los grandes gaps de ricos
cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

40
La existencia hoy en Cuba de grandes cantidades de
profesionales y técnicos, preparados, motivados, y
comprometidos con el proyecto social del que son parte y
consecuencia, es una poderosísima fuerza para la
reversión de la tendencia mundial concentradora de la
generación y uso del conocimiento (A. Lage, 2001).
Los indicadores que exhibe hoy este país en Ciencia y
Tecnología y en Desarrollo Humano, en formación de
capacidades en Ciencia y Tecnología en indicadores de salud
y educación están muy por encima de otros países con
similares características en cuanto a recursos naturales y
pasado común de subdesarrollo.

Impacto social e indicadores de la ciencia y la tecnología:


hay que sembrar ciencias
Según nos dice el especialista, J. A. López-Cerezo, es
responsabilidad de la comunidad científica, de los decisores,
de los gobiernos en general, trabajar en aras del desarrollo
sostenible, la justicia y equidad social y el desarrollo cultural
y espiritual de nuestros pueblos.
La comunidad científica es uno de los grupos sociales, a
escala planetaria, que dispone de mayores elementos de
juicio sobre los peligros actuales y perspectivos que enfrenta
la especie. Es también uno de los grupos sociales con mayor
capacidad de sistematización de ideas.
Es su responsabilidad histórica construir y difundir
sistematizaciones que permitan a la humanidad comprender
la situación por la que atraviesa y participar en la
construcción y difusión de visiones programáticas que
permitan vencer los actuales desafíos y que el desarrollo
económico y la generación de riqueza que necesitamos debe
ir necesariamente acompañada de desarrollo humano y
calidad de vida.
Y sobre los indicadores nos dice:

41
“Como se hace evidente la creciente importancia del
cambio científico-tecnológico en la economía y todos los
ámbitos de la vida pública, y la evolución política de
nuestras sociedades, en la que se manifiesta una
creciente sensibilización ciudadana sobre la necesidad de
ajustar las políticas públicas a las realidades de la
demanda social, hacen del desarrollo de una nueva
generación de indicadores de ciencia y tecnología un reto
de gran relevancia política y social.
Los indicadores son el termómetro que mide la salud del
sistema de ciencia-tecnología en un país, mostrando su
evolución en el tiempo, detectando fortalezas o carencias,
y permitiendo la comparación internacional; siempre con
el objetivo de ser una ayuda para la toma de decisiones
en políticas científicas y tecnológicas. El reto actual,
según consideramos, es elaborar un nuevo conjunto de
indicadores que, más allá de medir inversión, oferta
científico-tecnológica o apropiación de esa oferta por las
empresas, hagan posible una evaluación específica del
modo en que el gasto público en ciencia y tecnología
produce una mejora social, en el marco del sistema
“ciencia-tecnología-sociedad”.
Sin embargo, hoy en día, son los países desarrollados los
que nos imponen determinados indicadores e índices con los
que nos miden y nos comparan unos con otros en el
contexto internacional. Por ejemplo, ¿qué vamos a
considerar adelanto tecnológico para nuestros países del
sur? ¿tendremos que aceptar que un indicador de adelanto
tecnológico sea el número de teléfonos celulares por cada
mil habitantes? ¿será ese un indicador que nos va a
“indicar” algún adelanto en un mundo donde la mitad de la
población mundial nunca ha hecho una llamada telefónica?
M. Albornoz señala acertadamente:

Todos estos indicadores, siendo como son necesarios,


presentan sin embargo una cierta carencia a la luz de la

42
anterior reflexión sobre justicia distributiva: constituyen
en general promedios poblacionales, miden utilidades
medias (con algunas excepciones, como aquellos
indicadores que desagregan la variable género). No
reflejan en general medidas de dispersión que sean
sensibles al bienestar de “los más desfavorecidos”.

Ciencias básicas
Otro tema que es necesario abordar y someter a debate en
el curso es el de la importancia de las ciencias básicas y por
supuesto, la enseñanza de las mismas: La Matemática, la
Física, la Química.
Hay que concientizar y llamar la atención a todos los países
del Sur, que no podemos abandonar o desproteger
importantes investigaciones que no ofrecen resultados a
corto plazo, porque corremos el riesgo de desconocer por
dónde comienza el ciclo I+D+I: por la producción del nuevo
conocimiento que resulta de las investigaciones en las
ciencias básicas, cuyos resultados son a largo plazo y no dan
resultados económicos inmediatos, pero que nos garantizan
las bases para el desarrollo de una ciencia y una tecnología
de alto nivel y lo que es más importante, al servicio de la
solución de nuestros propios problemas económicos,
tecnológicos, sociales, ambientales, culturales.
No desarrollarlas significa seguir siendo eternos
consumidores de tecnologías y no desarrolladores de
tecnologías.
Es interesante observar que uno de los indicadores que se
utiliza para medir adelanto tecnológico, es el número de
ingenieros y matemáticos por millón de habitantes. Es claro
que formar matemáticos no es sólo para que el país tenga
grupos haciendo ciencia pura, o por acervo cultural o por lo
que repercute en la educación en todos los niveles, si no
también por el impacto que tiene esta disciplina en el

43
desarrollo de las innovaciones tecnológicas o de las nuevas
tecnologías.
Las ciencias básicas son las que nos conectan con los
grandes avances de la ciencia del Siglo XXI que ya se nos
viene encima como son las Nanotecnologías, la Genómica, la
Proetómica, la Biofinformática.
Sin embargo es necesario enfatizar que el volumen y la
calidad de los productos científico-tecnológicos no
garantizan por sí solos el impacto directo en el desarrollo
socioeconómico de un país.
Sólo en la última década es que los organismos
internacionales y los estudiosos de los temas CTS es que se
reconoce que el desarrollo económico es algo más que
oferta científico-tecnológico o que un cierto volumen de
artículos científicos y patentes puede convertirse en un
recurso infrautilizado si no se diseñan políticas, estructuras,
recursos humanos y fondos financieros para que esos
productos del sistema I+D pasen a ser demandas del
sistema productivo.
Este es el por qué últimamente se hace tanto énfasis en la
innovación, y su medición a través de indicadores
específicos. Aunque el desarrollo científico-tecnológico es el
corazón de la innovación, aquél no es suficiente para que
ésta se produzca; el avance del conocimiento no implica
inexorablemente la generación de riqueza. Es necesario,
entre otras cosas, promover una estrecha vinculación
ciencia-universidad-empresa, entre otras acciones
necesarias, (J. A. López Cerezo).
Pero ese sistema tiene que ser sostenible, y comienza con
una educación sostenible en general y en particular de las
ciencias básicas, desde la escuela primaria, la secundaria, el
pre-universitario unida a políticas certeras de fomento,
captación, desarrollo de habilidades, y orientación hacia
carreras de ciencias, y todo ello, sostenidamente, durante
décadas.

44
Mujeres en la ciencia
Cuando de desarrollar la ciencia se trata es bueno tener en
cuenta un viejo aforismo africano que escuché una vez:
educa a una niña y educarás a una familia.
Un estudio de las Naciones Unidas asegura que por cada año
de nivel escolar que estudia una niña, se reduce en un uno
por ciento la mortalidad infantil de su futuro bebé, porque le
da la oportunidad de leer, de documentarse, de educarse
más respecto a las vacunas y la salud y el cuidado de su
hijo. Este sólo es un ejemplo de la importancia de promover
conscientemente la igualdad de género, la necesidad de la
educación, de una cultura científica y una comprensión
pública de la ciencia, su valor y su papel en el
enfrentamiento de diferentes problemas y sus posibles
soluciones.
A las muchachas y a las mujeres aún nos queda mucho por
andar. Aún no accedemos suficientemente a puestos de
decisión. Seguimos padeciendo de un fenómeno que en los
estudios de género de denomina “techo de cristal, piso
resbaloso y escalera movediza”, es decir las mujeres
miramos hacia los cargos de alto nivel y liderazgo, pero
chocamos con una barrera invisible e impenetrable
compuesta de muchas variables y aristas, o nos "pegamos"
a nuestros deberes familiares y labores domésticas y
nosotras mismas nos limitamos. O por el contrario, algunas
veces queremos ascender y acceder a ocupar cargos de
poder y la sociedad o la pareja u otros actores o actrices
“nos mueven la escalera para hacernos difícil el camino”.
En Cuba, en el sector científico no es tan así, porque como
dijo una vez la recién fallecida Ministra de Ciencia, Dra. Rosa
Elena: cuando una mujer ocupa cargos de dirección, ella
indica, con su ejemplo personal, el camino que han de
seguir las que vienen detrás. Los modelos de rol son
sumamente importantes para las niñas y muchachas que
opten por carreras pedagógicas o científicas.

45
En el contexto latinoamericano y caribeño, de unos países a
otros hay grandes brechas, pero en general los principales
problemas comunes que enfrentan las mujeres científicas
son:
• Problemas de liderazgo.
• Bajos niveles de representación en niveles de decisión.
• Membresía a la “Liga Triple V”: Somos buenas Vice-
directoras, Vice-Rectoras, Vice-Ministras, pero nunca
llegamos a ocupar los cargos de poder.
• Subsisten tendencias a estudiar Medicina o Ciencias
Sociales, por tradición.
• Baja representatividad de mujeres en las ciencias duras.
• Sesgo de género en la literatura y en el vocabulario
científico a todos los niveles de enseñanza.
• No se llevan las estadísticas segregadas por género.
No incorporar a las mujeres al desarrollo científico es una
pérdida de talento y de energía que un país, (sea
desarrollado o no), no puede darse el lujo de perder en el
camino hacia la sostenibilidad.
Para tener una dimensión de la profundidad con que estos
temas se están abordando en este momento y se cómo se
asocian la discriminación de género y la discriminación
racial, hemos escogido esta reflexión del Presidente Fidel
Castro de un discurso pronunciado precisamente en la
clausura de Pedagogía 2003:
“Después de más de cuatro décadas luchando, día tras día y
año tras año, por la educación y superación de nuestro
pueblo, buscando siempre la mayor calidad posible, hoy, con
una población de más de 11 millones, son muy pocos los
ciudadanos que no posean por lo menos 9 grados de
escolaridad, mientras el número de graduados universitarios
e intelectuales alcanza la cifra aproximada de 800 mil. Cuba

46
ocupa hoy el primer lugar en el mundo —incluidos los países
más desarrollados— en varios índices relacionados con la
educación, como son, por ejemplo, el número de docentes
per cápita, el número de alumnos por aula y los
conocimientos de Lenguaje y Matemáticas de los niños de
Primaria. Ninguno nos aventaja en otros índices como
escolarización y retención escolar, porcentaje de graduados
de sexto y noveno grados. Realmente en pocos países se
presta tanta atención a la educación y la formación cultural
de niños, adolescentes y jóvenes.
(.....)
“Un mundo mejor es posible”, han proclamado y repiten
cada vez con más fuerza cientos de miles de intelectuales y
dirigentes sociales. Ese mundo mejor, que dependerá de
variados factores, no sería concebible sin la educación.
Entre los más crueles sufrimientos que afectan a la sociedad
humana —y lo menciono deliberadamente, como se
explicará después— está la discriminación racial. La
esclavitud, impuesta a sangre y fuego a hombres y mujeres
arrancados de África, reinó durante siglos en muchos países
de este hemisferio, entre ellos Cuba. Millones de nativos
indios la padecieron igualmente.
Mientras la ciencia de forma incontestable demuestra la
igualdad real de todos los seres humanos, la discriminación
subsiste. Aun en sociedades como la de Cuba, surgida de
una revolución social radical donde el pueblo alcanzó la
plena y total igualdad legal y un nivel de educación
revolucionaria que echó por tierra el componente subjetivo
de la discriminación, ésta existe todavía de otra forma. La
califico como discriminación objetiva, un fenómeno asociado
a la pobreza y a un monopolio histórico de los
conocimientos.
(.....)

47
La discriminación objetiva, por sus características, afecta a
negros, mestizos y blancos, es decir, a los que fueron
históricamente los sectores más pobres y marginados de la
población. Abolida aunque sólo fuera formalmente la
esclavitud en nuestra Patria hace 117 años, los hombres y
mujeres sometidos a ese abominable sistema continuaron
viviendo durante casi tres cuartos de siglo como obreros
aparentemente libres en barracones y chozas de campos y
ciudades, donde familias numerosas disponían de una sola
habitación, sin escuelas ni maestros, ocupando los trabajos
peor remunerados hasta el triunfo revolucionario. Otro tanto
ocurría con muchas familias blancas sumamente pobres, que
emigraban del campo a las ciudades.
Lo triste es observar que esa pobreza, asociada a la falta de
conocimientos, tiende a reproducirse. Otros sectores, de
clase humilde la inmensa mayoría, pero en condiciones
mejores de vivienda y trabajo, así como mayores niveles de
conocimientos, que pudieron aprovechar mejor las ventajas
y posibilidades de estudios creadas por la Revolución e
integran hoy el grueso de los graduados universitarios,
tienden igualmente a reproducir sus mejores condiciones
sociales vinculadas al conocimiento.
Dicho con palabras más crudas y fruto de mis propias
observaciones y meditaciones: habiendo cambiado
radicalmente nuestra sociedad, si bien las mujeres, antes
terriblemente discriminadas y a cuyo alcance estaban sólo
los trabajos más humillantes, son hoy por sí mismas un
decisivo y prestigioso segmento de la sociedad que
constituye el 65 por ciento de la fuerza técnica y científica
del país, la Revolución, más allá de los derechos y garantías
alcanzados para todos los ciudadanos de cualquier etnia y
origen, no ha logrado el mismo éxito en la lucha por
erradicar las diferencias en el status social y económico de
la población negra del país, aun cuando en numerosas áreas
de gran trascendencia, entre ellas la educación y la salud,
desempeñan un importante papel.

48
Por otro lado, en nuestra búsqueda de la más plena justicia
y de una sociedad mucho más humana, hemos podido
percatarnos de algo que parece constituir una ley social: la
relación inversamente proporcional entre conocimiento y
cultura y el delito.
Como podrá comprenderse en el caso de Cuba la voluntad
política expresada en hechos concretos, ha posibilitado el
desarrollo de la mujer con un impacto a escala social
reconocido. Todo lo anterior no significa que el tema no sea
estudiado y abordado de forma sistemática en la agenda
académica, social y política del país y en el caso de la
ciencia y la tecnología es de especial interés, por tratarse
justamente del sector que está vinculado íntimamente al
desarrollo del país, recordando que los mas difícil que
enfrentamos hoy las mujeres cubanas son las enormes
dificultades económicas en nuestra vida cotidiana.

Enseñanza de la ciencia a todos los niveles: creando


capacidades en ciencia y tecnología
Los cubanos que conservarán las acciones que estamos
realizando hoy y los que van a trazar nuevas políticas y
nuevas estrategias de ciencia, tecnología y la protección del
medio ambiente y dirigirnos hacia el desarrollo, están hoy
en la escuela primaria. Y esto mismo se cumple con mucha
mas fuerza en los países del Sur.
Hoy estamos enfrascados en una verdadera Revolución en la
educación, llevando las clases por televisión, la computación
y técnicas modernas de enseñanza hasta la última escuela
de los lugares mas alejados, dotadas hoy de paneles solares
aquellas que no tenían electricidad. Esos son logros
indiscutibles y paradigmáticos del sistema educativo actual.
Las indiscutibles experiencias de los Círculos de interés en
décadas pasadas en temas de ciencias ha sido una fuente
importante de educación en ciencias por vías no formales

49
que debe ser fortalecida aún más y generar nuevas formas
creativas de enseñanza participativa de las ciencias.
Aunque hemos avanzado mucho, aún podemos hacer mucho
más a todos los niveles. El proceso de Municipalización de la
Universidad es otro ejemplo. Con la formación de decenas o
cientos de graduados de carreras de perfil social en cada
municipio cubano se abren infinitas posibilidades de trabajo
e investigaciones científicas en temas de las ciencias
sociales y del medio ambiente, por ahora, colocarán, sin
dudas, cada comunidad, cada barrio del país en el camino
de un verdadero desarrollo sostenible. La meta será
convertir todo el país en una inmensa Universidad.
La cooperación de Cuba en temas de medicina, educación,
en la alfabetización con el método “Yo si puedo”, de
Deporte, con los países de toda América, Caribe, y algunos
países de África, demuestran fehacientemente todo lo que
se puede hacer si educamos a nuestros pueblos y en
particular a nuestros maestros, médicos, científicos, lejos de
hábitos de consumo, lejos del afán de lucro, y con una clara
conciencia de cómo enfrentar los acuciantes problemas que
enfrenta la humanidad en nuestros días: la pobreza, la
seguridad alimentaria, la desertificación, el acceso a la
educación, al agua potable, a las energías renovables, la
degradación ambiental.
Cuba, país pobre y pequeño, ha hecho importantes
esfuerzos en todos estos importantes temas y ha
demostrado que sí se pueden resolver los problemas básicos
de nuestros pueblos, que sí se puede construir una vida
digna y además solidaria con otros países hermanos. Se
apuesta hoy por el desarrollo sostenible de una sociedad y
una economía socialista y para ello el reto es trazar caminos
originales y que sirvan de ejemplo a otros países del Sur.
Hoy Cuba cuenta con:

50
• 220 instituciones de ciencia y tecnología, de las cuales,
115 son importantes centros de investigación y el resto
áreas de I+D de empresas,
• 61 Universidades y Centros de Educación Superior,
• Según fuentes de la UNESCO, Cuba se encuentra en el
7mo lugar, en el indicador de número de científicos e
ingenieros por millón de habitantes.
Estos datos hablan por sí solos. Esta situación convierte a
Cuba en un país donante de recursos humanos con un alto
nivel y de infraestructuras creadas y lo que es mas, con una
vocación de ayuda al Tercer Mundo, cuestión que no abunda
en nuestros días y que alguien denominó vocación casi-
mística-misionera, que pueden contribuir, desde ya, a
incrementar las posibilidades de formación de capacidades
en los países de su entorno geográfico.
Es un hecho indudable que la brecha entre el desarrollo
científico y tecnológico entre los países del Norte y los
países del Sur es una de las razones del subdesarrollo y de
la pobreza en nuestros países del Sur. Esas diferencias en
cuanto a conocimientos y capacidad científica y tecnológica
se traducen directamente en diferencias de poder
(económico, político y cultural) y originan un orden mundial
que profundiza la crisis ambiental y las desigualdades
actuales.
La ex-ministra cubana de Ciencia, Tecnología y Medio
Ambiente, Dra. Rosa Elena Simeón, en la Cumbre Mundial
de la Ciencia de la UNESCO celebrada en Budapest en 1999,
recordaba a los países del Norte su compromiso hecho en la
Conferencia de Viena de 1979 de dedicar una contribución
del 0.7 % de sus PIB cada año a los países en desarrollo.
En la práctica menos del 50 % de esta cantidad ha sido
movilizada con estos fines en el tiempo transcurrido. Más
aún, buena parte de esa contribución se queda en realidad
en esos mismos países del Norte a través de diferentes

51
actividades supuestamente dedicadas a la ayuda del Tercer
Mundo, (como becas, congresos, etc.).
Cuba hoy es un ejemplo en materia de crear y desarrollar
capacidades en ciencia y tecnología. Y eso no sólo lo
decimos nosotros, lo dice un reciente informe realizado por
encargo del Banco Mundial en el año 2001.
El reto actual para nosotros es utilizar mejor todas las
capacidades creadas y el enorme arsenal de resultados de la
Ciencia que hoy tenemos. Es convertir cada vez más la
Ciencia en una fuerza productiva.

Educación, ciencia y cultura


Para lograr el desarrollo sostenible al que aspiramos, toda la
sociedad debe estar involucrada y sentirse parte de esa
meta y un sector primordial es el de educación. Es por ello
que la educación en Ciencia en todos los niveles debe ser
perfeccionada.
Debemos aunar esfuerzos y dar pasos concretos hacia el
fortalecimiento de la educación en las disciplinas de ciencias
en general y en la motivación y orientación vocacional hacia
carreras de ciencias que garanticen la sostenibilidad del
sistema de Ciencia e innovación que tenemos hoy.
En el tema que nos ocupa, es sabido, que la educación debe
preparar a los alumnos para transformar la sociedad,
ayudándoles a determinar qué es lo mejor para conservar
nuestros recursos, las tradiciones culturales; y a formarlos y
nutrirlos con valores y principios destinados a conservar los
logros de nuestra sociedad socialista y a lograr el desarrollo
sostenible de sus comunidades locales, del país y del mundo
en general.
En los planes de estudio es necesario introducir cambios
para comenzar a educar a las nuevas generaciones en el
cuidado del medio ambiente. Por ejemplo, en Matemática
hay que comenzar a enseñar qué significa una parte por

52
millón o por millón de millares, cifras que son necesarias
para “alfabetizar” en temas de Medio Ambiente. Y estoy
segura que los especialistas de Medio Ambiente tienen
cientos de ejemplos parecidos o mejores.
El personal docente, los maestros, necesitan de una
formación científico-técnica sólida para poder “sembrar” esa
inclinación hacia las carreras de ciencias. Por supuesto que
la familia, los padres, también juegan un papel muy
importante en esa formación y motivación.
Sembremos Ciencias y cosecharemos desarrollo humano,
económico y espiritual.
Por supuesto que el desarrollo de la ciencia, por sí misma,
genera un acervo cultural imprescindible. El trabajo y el
quehacer de hombres y mujeres de ciencia y trabajadores
en general asociados a la actividad científica sienta las
bases, genera cultura, repercute directamente en los
maestros, en la enseñanza en todos los niveles, en el orgullo
y prestigio y ejemplo como modelos de rol a seguir, en la
identidad y un sinnúmero de facetas de la vida intelectual
general de una nación, según afirma E. Olivé.
¿Qué significa difundir y aplicar el nuevo conocimiento al
nivel de toda la sociedad? Significa potenciar la presencia de
la ciencia y la tecnología en la formación de los ciudadanos.
Los avances de la ciencia y la tecnología han sido los
factores de una indiscutible influencia en la cultura del siglo
XX. Han modelado el conjunto de las formas de vida, los
entornos, las cosmovisiones, los modos de organización
social, económica y política junto con el medio ambiente
característico de esta época.
Las grandes divisiones filosóficas entre ciencia, técnica,
naturaleza y cultura fraguadas originalmente en la Grecia
del siglo IV, han viajado desde la antigüedad a través de la
tradición filosófica y permanecen vigentes con fuerza a
pesar de los cambios históricos. En esa especie de

53
compartimentos, el porcentaje de la población directamente
relacionado con la ciencia es bajo, por lo que para muchos,
la ciencia continua siendo una actividad ajena.
Lograr que el pensamiento científico forme parte del arsenal
intelectual de cada individuo, es decir, de la cultura general
es una meta bien ambiciosa, pero alcanzable si se convierte
en punto de la agenda de los organismos internacionales, de
las políticas gubernamentales y de la sociedad civil en
general.
Para llegar a una sociedad del conocimiento, el método
científico de pensamiento debe universalizarse. Muchos
asocian la investigación científica con laboratorios llenos de
complejos instrumentos, pero éstos son solo las
herramientas con las que coleccionamos datos de la
realidad. La verdadera innovación cultural está en el proceso
intelectual de identificación de los datos necesarios, su
forma de organización y de interpretación, (A. Lage, 2001).
En la relación ciencia-cultura se debe tener en cuenta que
las ciencias empíricas son conocimiento racional,
sistemático, exacto y verificable: Esas son sus virtudes. Pero
al mismo tiempo el método científico es analítico, parcial y
reduccionista: Esas son sus limitaciones.
La cultura artística, por su parte, es un reflejo de la realidad
que se expresa mediante imágenes, es una conjunción de
experiencia, imaginación, visión y habilidad para realizar
inferencias de tipo no analítico.
El proceso creativo es tan complejo como la realidad que
intenta captar, quizás por eso ha eludido hasta ahora el
análisis. La ciencia es analítica, sistemática, reduccionista.
La cultura es intuitiva, sintética, holística. Mucho de nuevo
puede surgir de la recombinación de lo que existe.
A pesar de la aparente dicotomía, la ciencia y la cultura son
dos formas de conocer la realidad que se aproximan entre
sí.

54
¿En qué punto se encontrarán?, nadie lo sabe, pero es
seguro que ciencia y cultura caminan al encuentro y
probablemente sea más útil tratarlas como facetas de un
mismo fenómeno que como fenómenos separados.
Para llegar a la sociedad del conocimiento se requiere
incrementar las capacidades cognoscitivas de las
colectividades humanas. La cultura es conocimiento
socialmente adquirido y socialmente compartido y
trasmitido. El método científico es una forma de adquisición
de la cultura y como forma de conocimiento puede, y debe,
estar al alcance de una proporción cada vez mayor de los
seres humanos.
Universalizar el proceso de organización de la interacción
cognoscitiva con la realidad, es la esencia del método
científico. Se trata de una forma de pensar que no es la
única, pero que es útil en muchas circunstancias. Integrar el
pensamiento científico al acervo cultural del individuo es un
paso esencial e ineludible.
Una vez, escuché al Ministro de Educación cubano Luis
Gómez “los maestros de todos los niveles tienen que
apropiarse del método científico”. La ciencia y la tecnología
son factores al servicio de la transformación positiva de la
sociedad y de la creación y desarrollo de una cultura general
y liberadora.
Los promotores culturales que trabajan en las empresas
públicas o privadas pueden colaborar en lograr una
adecuada imagen social de la ciencia. Los proyectos
culturales deben coadyuvar al trabajo interdisciplinario de
sociólogos, politólogos, economistas, psicólogos sociales,
administradores, educadores, etc., tanto en la investigación
científica pura como en el desarrollo de sus aplicaciones.
Los proyectos culturales deben fundamentarse desde el
punto de vista científico y tecnológico, deben hacer uso de la
metodología de la investigación científica. Un grupo de
posibles áreas de trabajo e investigación podrían ser:

55
• Influencia de la cultura en la motivación y capacidad
creativa
• Relación desarrollo científico- cultura
• Difusión y aplicación del conocimiento dentro de la
sociedad y su recombinación entre diferentes campos de
la creación
• Estimular la difusión y aplicación del conocimientos
desde todas sus aristas
• Cómo contribuir mejor a la formación cultural de
nuestros científicos
• Legitimar la ciencia ante la sociedad
Las organizaciones culturales pueden ofrecer:
• Experiencias de aprendizaje interactivo a personas de
todas las edades.
• Experiencias educativas para contribuir a la sociedad del
conocimiento
• Programas culturales dirigidos a la comunidad
• Divulgar aspectos importantes del desarrollo científico y
tecnológico
La cultura científica es parte de la cultura general integral de
una persona. Las tecnologías de la información fortalecen la
difusión de la ciencia, la tecnología y la cultura. La
divulgación de los resultados de la ciencia y la tecnología
mejora el nivel cultural de la población, especialmente de los
que no asisten a la universidad.
José Martí, Héroe Nacional y el más universal de todos los
cubanos, dijo en el Siglo XIX: “Un hombre ignorante está en
camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y
en la conciencia, ya esta en camino de ser Dios.”

56
Batalla por una cultura general integral para todos
Desde hace ya unos cinco años el gobierno cubano ha
comenzado a desarrollar una estrategia de desarrollo social
que está constituyendo una revolución dentro de la
revolución.
Se han organizado y puesto en marcha decenas de
programas sociales, varios de ellos asociados a lo que se
llama batalla de ideas, en el plano político, otros a
programas para el adulto mayor como las Cátedras y la
universidad para la tercera edad, otro para pesquisaje de
enfermedades hereditarias, pero el programa que nos ocupa
es el de llamado por una cultura general integral para toda
la sociedad cubana.
Y aquí se pueden ilustrar muchas formas de la enseñanza de
las ciencias por las vías no-formales.
Se han abierto dos canales educativos por televisión para
acompañar y reforzar la enseñanza de todas las asignaturas
en los niveles primarios y medio-superior.
Se han organizado e impartido los cursos de la llamada
Universidad para Todos, donde se han impartido cursos
desde Introducción a la Biotecnología, el Mar y sus recursos,
varios cursos de idiomas, sobre Meteorología y en particular
los Huracanes, Introducción a la Física moderna, cursos de
Astronomía y hasta de Ajedrez para todos.
Científicos y notables instituciones participan en programas
de divulgación y popularización de la ciencia, mesas
redondas por TV y este tema forma parte ya de las
funciones de organismos, sociedades científicas, la
academia, cátedras y sistemas de extensión universitaria.
Maestros y especialistas del participan con los compañeros
del Instituto Cubano de Radio y Televisión en la preparación
de los materiales para los canales educativos y ya se
extienden a TeleSur. Los resultados alcanzados en este

57
periodo de trabajo arrojan un saldo positivo, y sientan las
bases para proponernos metas comunes y niveles de
cooperación superiores.

Conclusiones y propuesta de acciones alternativas


En un momento histórico de globalización es necesario llevar
el concepto de la BATALLA DE IDEAS al plano global; enfrentar
la transnacionalización del capital con la transnacionalización
de un pensamiento emancipador, basado en valores éticos
de justicia, responsabilidad y equidad.
El uso de la ciencia como mecanismo de denominación no es
nada nuevo bajo el sol. Quien domina la ciencia, domina el
mundo. El conocido sociólogo cubano, Juan Luis Martín,
plantea al respecto:
En el contexto actual los científicos se enfrentan a un
proceso de mercantilización de los conocimientos científicos
que entra en contradicción con el rol que deben desempeñar
y con la naturaleza misma de su actividad que es de esencia
pública, abierta, y que resulta de la acumulación y el
intercambio de conocimientos.
El científico del nuevo milenio se enfrenta a que se le utilice
como instrumento en función de intereses capitalistas
particulares y a apartarse cada vez más de preocuparse y
ocuparse de los grandes problemas que enfrenta la
Humanidad, como por ejemplo el hambre.
Hoy en día el compromiso moral y ético del científico no
termina en la validación y la garantía del rigor de sus
resultados, si no que va más allá hacia la responsabilidad
moral con la aplicación de sus resultados y los efectos
(positivos o negativos) que éstos puedan causar. .
Sólo con una comprensión y una voluntad política desde los
mismos gobiernos de los países del Sur, unido a una
exigencia de mayor apoyo al desarrollo desde el Norte
podremos avanzar hacia el desarrollo sostenible.

58
Mas no todo está perdido, otro mundo es posible. Tenemos
que encontrar soluciones. Hay que unir esfuerzos entre
nuestros países, empezando por la región de América Latina
y el Caribe, complementarnos, establecer prioridades y
definir objetivos y proyectar una Agenda de desarrollo
científico.
Sólo si actuamos juntos, los gobiernos, los organismos, las
instituciones y los científicos tendremos la capacidad de
transformar la realidad actual. Aún quedan, por suerte
muchos científicos brillantes, talentosos y dignos que
permanecen haciendo ciencias en sus países
tercermundistas, movidos por una afán altruista y
humanista, que son los atributos básicos de un científico
comprometido con su tiempo, para hacer ciencia en y para
sus países y contribuir a la formación de las nuevas
generaciones. Los científicos somos un sector estratégico
dentro de las estructuras de nuestras sociedades.
En ese proceso Cuba, y sólo algunos otros países del área ya
han dado pasos y recorrido un camino en ese sentido. Pero
aún nos falta mucho. Los lazos de identidad que nos unen y
el honesto deseo de lograr una vida digna y de librar a
nuestros pueblos de la pobreza y del subdesarrollo es el
objetivo principal que debe guiar los esfuerzos y el accionar
de los científicos de la región. Propone J. L. Martín:
• Desarrollar no solo la capacidad de diagnóstico,
evaluación y pronóstico, sino también la capacidad de
propuesta.
• Definir prioridades comunes en ciencia y tecnología.
• Promover redes globales o participar en las existentes.
• Identificar y establecer nexos con los líderes científicos
regionales y mundiales sensibles a la realidad actual
(que no son pocos).

59
• Desarrollar el intercambio de información y colocar los
puntos de vista de la comunidad científica progresista en
los nuevos escenarios globales de carácter civil.
• Proponer urgentemente la generación de capacidades en
ciencia y tecnología empleando los grupos e instituciones
de liderazgo, (como complemento: cada país contribuye
formando recursos humanos y capacidades en las líneas
mas fuertes).
• Romper los compartimientos estancos entre campos de
la ciencia y fomentar el desarrollo de visiones integradas
Dijo un eminente científico, Carlos Marx, “no se trata solo de
comprender el mundo, sino de transformarlo” y un poeta
español, Antonio Machado dijo “caminante, no hay camino,
se hace camino al andar”: de eso se trata.

Bibliografía
José A. López Cerezo y José Luis Luján, Artículo editado en
el libro: Indicadores de Ciencia y Tecnología en
Iberoamérica. Agenda 2002. Compilador: Mario Albornoz.
Editor: Red Iberoamericana de indicadores de Ciencia y
Tecnología. Lugar de publicación: Buenos Aires, 2002.
Más información: ricyt@ricyt.edu.ar
Albornoz, M. et al. (1999), “Impacto social de la ciencia y la
tecnología: conceptualización y estrategias para su
medición” documento de trabajo, Universidad Nacional
de Quilmes.
Lage, A., Revista Ciencia, Innovación y Desarrollo, La
Habana, 2001.
Álvarez Lilliam, Sembrando ciencia para el Desarrollo,
Revista Ciencia, Innovación y Desarrollo, La Habana,
2003.
Codorniu Daniel, Documentos de trabajo del CITMA, La
Habana, 2001-2004.

60
Discurso pronunciado por el Presidente de la República de
Cuba Fidel Castro Ruz, en la clausura del Congreso
Pedagogía 2003, en el teatro "Carlos Marx", el 7 de
febrero del 2003.
Martín Juan Luis, Ciencia y paz, Conferencia presentada en
las III Jornadas por la Cultura Científica, La Habana,
2004.

61
I SBN 959 - 1 8 - 02 10 - 2

9 789591 802101

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