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Evitando los corazones amargos

Hace 11 años nos mudamos a una casa que tenía un hermoso Laurel, pero el año pasado
nos vimos obligados a quitarlo de raíz. A los albañiles que estaban quitando el árbol les
costó mucho trabajo el removerlo, debido a que las raíces eran muy largas y estaban
arraigadas a la tierra. Al final tuvieron que llamar a una grúa para arrancarlo del todo.

Cuando pienso en la amargura, recuerdo este ejemplo de las raíces de mi árbol. La


amargura es como una planta que va creciendo en nuestro corazón y va echando raíces,
hasta que te das cuenta que ha crecido demasiado y es muy difícil (aunque no imposible)
de erradicar.

Qué es la amargura

La amargura es un sentimiento duradero de frustración, tristeza o resentimiento,


especialmente por haber sufrido una desilusión o una injusticia. Es una aflicción o
disgusto que involucra falta de perdón, tormento y falta de sosiego y paz en el corazón.
La palabra amargura usada en el Nuevo Testamento griego es “pikros”, que
implica punzante, veneno, atravesar, perforar, amargo. Una persona con amargura en su
corazón es una persona envenenada y que envenena con sus palabras. Es punzante a la
hora de hablar y expresarse, y lo hace con un sabor amargo. Es una persona atormentada
y afligida.

La amargura en las Escrituras

La Biblia nos enseña algunas cosas sobre la amargura:

• En las Escrituras vemos a la amargura considerada como un pecado que se arraiga


profundamente en el corazón: “Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira,
gritos, insultos, así como toda malicia” (Ef.4:31).
• La amargura es contagiosa: es una actitud que se transmite de una persona a otra
con mucha facilidad, “Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios;
de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos
sean contaminados” (He. 12:15).
• La amargura trae otros pecados con ella, no viene sola; como dice en Efesios 4:31-
32, viene acompañada por un grupo de amigas que no se separan nunca, estas son
el enojo, la ira, la venganza, la gritería, palabras punzantes, en general todo tipo
de malicia.

Falta de perdón

Diferentes situaciones pueden causar amargura en nuestros corazones, pero una de ellas,
y pienso que pudiera ser la más común, es la falta de perdón. Cuando somos heridas, no
lidiamos con lo ocurrido y no perdonamos, la amargura puede empezar a crecer como una
semilla en nuestros corazones, echando grandes raíces.

“No se ponga el sol sobre su enojo” (Ef. 4:26). Si no perdonamos pronto, el odio y el
deseo de venganza hacia el que nos ha hecho daño irán creciendo en nuestros corazones.
De acuerdo a lo que nos enseñan las Escrituras, no perdonar es darle lugar al diablo:
“ENOJENSE, PERO NO PEQUEN; no se ponga el sol sobre su enojo, ni den oportunidad
(lugar) al diablo” (Ef. 4:26-27). Si no arreglamos las ofensas pronto, el diablo irá tomando
ventaja y se irá acomodando en nuestras vidas: “Pero a quien perdonen algo, yo también
lo perdono. Porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por
ustedes en presencia de Cristo, para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no
ignoramos sus planes” (2 Co. 2:10-11).

Perdonar a otros es un acto de obediencia al Señor y en Cristo podemos encontrar el


ejemplo supremo de perdón. Cuando perdonamos, estamos guardando nuestros corazones
de la amargura.

Consecuencias de un corazón amargo

Una de las principales formas en las que se manifiesta la amargura del corazón es a través
de nuestras palabras. La Biblia nos enseña que de la abundancia del corazón habla la boca
(Mt. 12:34). Un corazón lleno de amargura es uno del cual brotarán palabras hirientes
hacia los demás.

Otra de las características de la persona amargada es que mira cada situación a través de
su amargura y tiene la tendencia a ser dura y fría con los demás, teniendo muy poca
misericordia con los pecados del otro. Como mencionábamos anteriormente, la amargura
en nuestros corazones causa dificultades y contamina a otros (He. 12:15). Una persona
con amargura en su corazón tiene dificultades en mantener relaciones sanas con los
demás.

Batallando la amargura

La Palabra de Dios no es silente a ningún aspecto de nuestras vidas y así como nos
muestra las causas y las consecuencias de la amargura, también nos dice que hacer cuando
esta es la condición de nuestro corazón:

• Si la causa de la raíz de amargura es la falta de perdón, pues ¡perdona!, y hazlo


cuanto antes. Una vez más, no dejes que el sol se ponga sobre tu enojo (Ef. 4:26).
• Mantente vigilante de tu propio corazón, atenta a cualquiera posible brote de
amargura.
• Reconoce la amargura como un pecado grave en contra de Dios. No lo minimices
y pídele perdón: la sangre de Cristo tiene poder para perdonar nuestros pecados y
limpiarnos de toda maldad (1 Jn. 1:8).
• Aférrate a la gracia que es provista en Cristo Jesús. Por su obra en la cruz, nosotras
podemos ser sanadas y perdonadas, y por ese mismo evangelio es que nuestros
corazones van siendo transformados (Ef. 1:18-21).
• Despójate del viejo hombre y vístete del nuevo, creado según Dios (Ef. 4:22).
Debemos quitarnos este pecado como ropa sucia que mancha todo nuestro ser.

Cristo es nuestro ejemplo supremo. Él nunca pecó; nosotras somos las que le hemos
ofendido, y aun así, Él nos perdonó en la cruz, cargando con nuestros pecados y
recibiendo el castigo que nosotras merecíamos. Él no se amargó, por el contrario, nos
miró con pura misericordia y amor y todo aquel que reconoce su pecado y viene a Él con
fe, Dios lo recibe, borrando todo su pecado y haciéndole su hijo. Si Cristo nos ha
perdonado, ¿no deberíamos nosotras perdonar a todos los que nos ofenden? Con tus ojos
puestos en Jesús, busca cultivar el verdadero perdón en tu vida como Cristo te perdonó,
y guarda tu corazón del pecado de la amargura.

Hija y sierva de Dios por pura gracia. Esposa del pastor Luis Cano desde 1985, madre de
Bequi y Débora. Junto a su esposo sirve en la “Iglesia Cristiana Evangélica” de Ciudad
Real, España. También es maestra de inglés en un colegio público de infantil y primaria.
Desde hace 30 años participa activamente en la “Asociación de Campamentos Cristianos
Castilla La Mancha” para niños y adolescentes.

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