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EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO.

Los metodistas reconocemos dos sacramentos que han sido instituidos en el


evangelio por Cristo y que son testimonios de la gracia de Dios para con la
Humanidad y son solo dos: Bautismo y Santa Cena y que se encuentra reflejados
en los Artículos de Fe. (arts. XVI, XVII y XVIII). No se reconocen otros
sacramentos por no estar citados en la Biblia.
El Bautismo no es solamente una señal de profesión y una marca de diferencia por
medio de la cual se distinguen los cristianos de otros que no han sido Bautizados,
sino que es también una señal de la regeneración o nuevo nacimiento. El Bautismo
de los niños debe ser retenido en la iglesia. (Artículo de Religión No XVII). Éste
fue instituido por Jesucristo, el único que tiene la autoridad para establecer sus
Sacramentos. A la vez es sello, arras y símbolo, así como un medio de gracia.
Nos introduce al pueblo de Dios por medio de un pacto. Por lo tanto, viene a
substituir al rito de la circuncisión que era el rito que iniciaba a los judíos en el
pacto con Dios, y quedaban así sellados como parte del pueblo del pacto con el
único Dios verdadero.
Así pues, el Bautismo es el signo exterior y visible que sella el pacto por medio del
cual ingresamos a la comunidad del pueblo llamado cristiano, a la Iglesia Universal
de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento, se consideraba solamente al varón como el elemento
importante del género humano, de modo que es en el varón donde se sellaba el
pacto de Dios con su pueblo.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento, aún la relación desigual entre el varón y la
mujer se redime, y es así que el Apóstol Pablo nos afirma en Gálatas 3:26-28: 26
Así que, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús, Porque todos
los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. 28 Ya no hay
judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; Porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús. De manera que ahora la mujer no queda sujeta al
pacto que el varón establezca, sino que cada quien se relaciona directa y
personalmente con Dios. El sello del pacto con Dios por medio del Bautismo abarca
tanto al hombre como a la mujer. En el Antiguo Testamento, todos los diferentes
ritos de lavamiento eran hechos siempre con un significado de purificación.
Aún Juan el Bautista bautizó según el concepto del Antiguo Testamento: “Yo a la
verdad os bautizo con agua para arrepentimiento” (Mateo 3:11). “Bautizaba Juan
en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”.
(Marcos 1:4) El Bautizo de Jesucristo mismo, se convierte en un rito de iniciación,
pues Él no necesitaba ningún rito de purificación de pecados; y después da la orden
a sus discípulos: “Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. (Mateo 28:19). Así pues,
Jesucristo le dio un nuevo significado, al mismo tiempo que lo instituyó como uno
de los Sacramentos.
Signo y sello del pacto con Dios, quedando así consagrados a la Santísima Trinidad,
quedando como parte y miembros del reino de los cielos. El Sacramento del
Bautismo pues, nos introduce por medio de un pacto a la Iglesia Universal de
Jesucristo. Si ya hemos sido bautizados con agua en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, se ha sellado el pacto con Dios, es decir entre nosotros y Dios,
ya pertenecemos al reino de los cielos.
¿Entiendes esto hermano/a? No puede tomarse a la ligera el Sacramento del
Bautismo. El Bautismo tiene un gran significado trascendental, y ha de tomarse
siempre en serio, no se puede jugar con él. Dios lo toma en serio. En el Bautismo
nos hemos acercado a Jesucristo, hemos entrado hacia una estrecha relación con
Él. Él mismo nos ganó ese derecho con su amor y con su muerte propiciatoria. Es
por eso, que diferentes movimientos han conservado el bautismo de los infantes,
entre ellos la Iglesia Metodista. Y podríamos preguntarnos: pero ¿Puede un infante,
un bebé entrar en un pacto, establecer un pacto, y un pacto tan serio, tan formal, tan
importante, como el Sacramento del Bautismo, con el que se establece un pacto con
Dios mismo?, a lo que contestamos: SÍ QUE LO PUEDE.
En el libro de Deuteronomio 29:10-12, encontramos las siguientes palabras que
Dios dirige a su pueblo: “Todos vosotros estáis hoy delante de Jehová vuestro Dios:
los jefes de vuestras tribus, vuestros ancianos, vuestros oficiales, todos los hombres
de Israel, 11 vuestros NIÑOS, vuestras mujeres y los forasteros que están en medio
de vuestro campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tus aguas. 12
Estás por entrar en el pacto de Jehová tu Dios, y en el compromiso solemne que
Jehová tu Dios hace hoy contigo”.
A lo largo del Antiguo Testamento, Dios siempre había incluido a los niños de su
pueblo en las sucesivas renovaciones de su pacto. (Génesis 1:26-28; Génesis 9:1,
7-9; Deuteronomio 6:7, 29:29; Salmos 78:5-8; 2º Samuel 7:12-16; Salmos 89:3-6).
El Antiguo Testamento afirma repetidamente que los niños juntamente con sus
padres pueden experimentar las bendiciones del pacto: Tener a Jehová como su
Dios personal (Génesis 17:7-8), un hecho que implica la reconciliación con Dios.
Así, David, haciendo alusión al lema del pacto, puede declarar: Pero tú eres el que
me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que Estaba a los pechos
de mi madre (Fe personal incipiente). Sobre ti fui echado desde antes de nacer;
Desde el vientre de mi madre, Tú eres mi Dios. (Salmos 22:9-10, 71:5-6) Todos los
niños que nacieron entre el pueblo de Israel fueron considerados como dentro del
pacto, y por eso es que se les circuncidaba a los ocho días de nacidos; La
Circuncisión era el sello del pacto de Dios con su pueblo. Dios, El Señor de la
creación, el único Dios verdadero, el Dios sabio, jamás hubiera establecido su pacto
con los niños del pueblo de Israel si estos no estuvieran a los ojos de Dios, en
condiciones de entrar en un pacto con Dios. Es probable que, para nuestra lógica
limitada, nuestra lógica finita de seres humanos, nos parezca que está fuera de razón
que un bebé esté en condiciones de entrar en un pacto con Dios. Sin embargo, a los
ojos de Dios, del Señor del universo, él mismo ha establecido que sí puede ser. Y
es él mismo quien así lo establece, no es pretensión humana. Es invitación e
indicación de Dios mismo. Y hemos afirmado que el Bautismo es el substituto de
la circuncisión. La Biblia dice: 11 En él también fuisteis circuncidados con una
circuncisión no hecha con manos, al despojaros del cuerpo pecaminoso carnal
mediante la circuncisión que viene de Cristo. 12 Fuisteis sepultados juntamente con
él en el bautismo, en el cual también fuisteis resucitados juntamente con él, por
medio de la fe en el poder de Dios que lo levantó de entre los muertos. (Colosenses
2:11-12) En el nuevo pacto, sellados con el sacramento del Bautismo, los niños
están en condiciones según Dios, para entrar en el pacto entre Dios y su pueblo.
Por otra parte, se ha afirmado que el bautismo es para aquellos que ya han creído,
se han arrepentido de sus pecados, y han aceptado a Jesucristo como su Señor y
Salvador. Es decir, el bautismo es para los que ya están en el reino de los cielos por
la fe en el perdón que Dios nos ha otorgado en Jesús. Y eso es cierto, tratándose de
un adulto que ha vivido fuera del reino de los cielos, que no ha conocido realmente
a Dios por medio de Jesucristo, pero en cuanto a los niños Jesús dice: “Dejad a los
niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios”. (Lucas
18:16) Pues los niños, por la obra redentora de Jesucristo en la cruz, son ya
beneficiarios, y nacen dentro del reino de los cielos. Por lo tanto, no hay nada que
impida que reciban el sacramento que es el sello, el signo del pacto que les ingresa
en el pueblo de Dios que es la Iglesia Universal de Jesucristo. Cuando los padres
de un infante deciden ingresarlo con el Sacramento del Bautismo, están adquiriendo
un serio compromiso de hacerle saber y sentir que ya son miembros del reino de
los cielos; y han adquirido la tremenda responsabilidad de educarlos como tales,
bajo el cuidado y dirección de la Iglesia, así como educarlos ellos mismos en el
seno del hogar. Responsabilidad que adquieren tanto los padres como los padrinos
(testigos). Han de tomarlos de la mano para hacerlos caminar lado a lado con Jesús,
el amigo de los niños; y así conducirlos hasta que por voluntad propia lleguen a
hacerse miembros en Plena Comunión de la Iglesia.
SACRAMENTO DEL BAUTISMO
Este sacramento habrá de ser administrado en la Iglesia por aspersión, afusión o inmersión. Este
sacramento deberá ser administrado en el templo, en presencia del pueblo, en un servicio de
adoración. A discreción del ministro, podrá ser administrado en otro tiempo y lugar.
Los padres y testigos (padrinos) de la niña que ha de ser presentado para recibir el bautismo deberán
ser miembros de la Santa Iglesia de Cristo y previamente instruidos en el significado de este
sacramento haciéndolos conscientes de la responsabilidad que adquieren al efectuarlo.
(Ministro) Muy amados hermanos y hermanas: el bautismo es un signo exterior y visible de la gracia
de nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual somos partícipes de su justicia y herederos de la vida
eterna. Los que reciben este Sacramento son por ello señalados como discípulos de Cristo e iniciados
en el compañerismo cristiano. Nuestro Señor ha dado expresamente un lugar a los niños entre el
pueblo de Dios, cuyo privilegio no se les debe negar. Recuerden las palabras de nuestro Señor
Jesucristo cuando dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el
reino de los cielos”.
dirigiéndose a los padres y/o testigos(padrinos), dirá:
(Ministro) Muy amados nuestros: al presentar a esta niña para que reciba el santo bautismo,
¿confiesan su fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo?
(Padres) Sí lo hacemos
(Ministro) Por tanto, ¿aceptan como su deber y privilegio vivir delante de esta niña una vida de
acuerdo con el evangelio; cuidarán de que crezca en la vida cristiana, que sea instruida en las
Sagradas Escrituras y que sea enseñada a asistir reverentemente al culto público y privado de Dios?
(Padres) Sí lo hacemos
(Ministro) ¿Prometen mantener a esta niña bajo el ministerio y dirección de la Iglesia hasta que ella,
por el poder de Dios, acepte personalmente el don de la salvación, y sea confirmada como un
miembro responsable de la Iglesia de Cristo?
(Padres) Lo prometemos
(Ministro) ¿Qué nombre tiene esta niña?
(Ministro) N…., yo te bautizo en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
(Ministro) Hermanos y hermanas de la familia de la fe: encomiendo a su amor y cuidado a esta niña
que en este día recibimos en la familia de Dios. ¿Prometen, con la ayuda del Señor, vivir de tal manera
delante de esta niña para que pueda crecer en el conocimiento de que es un miembro de la familia
de Dios?
(Congregación) Prometemos, con la ayuda de Dios, vivir nuestras vidas según el ejemplo de Cristo,
de manera que acompasados por tal amor, esta niña pueda ser establecida en la fe , y confirmada y
fortalecida en el camino que conduce a la vida eterna. Amén.
(Ministro) Oremos. Oh Dios, nuestro Padre celestial, concede que esta niña mientras crezca en edad,
también crezca en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y que mediante la
influencia refrenadora y renovadora del Espíritu Santo sea siempre una verdadera hija tuya,
sirviéndote fielmente en toda su vida. Guía y sostén de tal manera a los padres y testigos (padrinos)
de esta niña, que mediante su amoroso cuidado, sus sabios consejos y sus santos ejemplos, la guíen
a esa vida de fe cuya fortaleza es la justicia y cuyo fruto es eterno gozo y paz; por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
(Ministro) BENDICIÓN: Que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, les bendiga, preserve y
guarde, ahora y eternamente. Amén.

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