Sei sulla pagina 1di 2

MAÑANAS DE PUNTARENAS

Carlos Soto Monge (8-5-1902 / 3-8-1992)

El oro del sol que apenas para el cuerpo y para el alma,


asoma tras la montaña, la ciudad toma apariencia
es oro que en esta tierra de estar de 6iesta; la plaza
enriquece las mañanas. es campo en que el deportista
De oro se adornan los 6lecos entreteje 6iligranas.
de las nubes, y las garzas, ¡Pun… pan! El balón resuena
que en el manglar ejercitan al elevarse en la cancha
di6íciles acrobacias, y allá en la altura parece
lucen ígneas lentejuelas que hasta las nubes tocara.
en el per6il de sus alas
ligeras y majestuosas, ¡Músculo y balón entonan
llenas de luz y de gracia. un bello canto a la raza!
Y bajo el áureo derroche
El mercado es una feria
que a la ciudad engalana,
espléndida y animada.
los cayucos mañaneros
—¿Quién quiere chances? ¡La suerte!
se alejan sobre las aguas
–grita una activa muchacha.
del estero, donde se hunde
—¿Lleva el cero tres y el treinta?
el oro vivo en la plata,
—¡Sí, los que juega mi mama,
en una fusión magní6ica
que es de una suerte brutal,
de reluciente amalgama.
cómpreme y verá que gana!…
¡Riqueza de Puntarenas —¡Su mama será lechera,
y un tesoro de mi patria! pero uno lo que más se saca
con esta plaga de chances
Un grito potente sueltan es del bolsillo la plata,
las sirenas de las fábricas; pero córteme una tira
sobre el mar se ve un pesquero ya que usted es linda, mi ñata!
orgulloso de su carga. —¡Pasados y cocos frescos,
Allá un tren de pasajeros pipianes de la Pitahaya!
como un gusano se alarga, –pregona una verdulera
por ganar en La Angostura ante los grupos que pasan.
la rectitud de la playa.
Y en tanto que en las palmeras, Mujeres puntareneñas,
hay brisa de notas clásicas, porteñas de tez quemada,
y hay olores de reseda, veraneantes de Cartago,
y el aire yodado pasa gentes de la aristocracia:
en ráfagas de sustento campesinas olorosas
a 6lor de café, rosadas alas, luz, belleza y vida
como frescas amapolas, en el ambiente se abrazan.
bonitas como las guarias. Y el enjambre bullanguero
—¡Mirá allá —dice un chofer— prosigue poniendo gracia
¡qué palos de cabos de hacha! en la faz ya calurosa
—¡Hombre, no sea tan zafao, de la espléndida mañana.
no ve usté que ella es mi hermana! Mañanas de Puntarenas,
—¡Dispénseme, jovencito, de esta tierra abierta y cálida,
es que su hermanita es guapa! dichosa por su alegría
—¡Pasajes para San Lucas, y por su belleza mágica.
bueno ya se van mis lanchas! ¡Así calientita y bella
–grita con voz de huracán uno la siente y la guarda
en media calle, Turrialba. tan adentro, que parece
que en nuestro ser se llevara
Un avión pasa rozando en viva llama, encendido,
la techumbre de las casas; el corazón de la patria!


Potrebbero piacerti anche