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MUJERES RURALES Y EMPRENDIMIENTO AGROPECUARIO.

DE LA
ASOCIATIVIDAD AL EMPODERAMIENTO: EL CASO DE LA
ASOCIACIÓN CAFICULTORA “MAIKAFE”.
RURAL WOMEN AND AGRICULTURAL ENTREPRENEURSHIP. FROM
ASSOCIATION TO EMPOWERMENT: THE CASE OF THE "MAIKAFE" COFFEE
ASSOCIATION.

.2

RESUMEN

El presente trabajo pretende contribuir desde la academia al estudio de la


productividad de la mujer rural, enmarcado en el trabajo asociativo, el
emprendimiento agropecuario y la perspectiva de género, a través de un estudio de
caso en el grupo asociativo MAIKAFE, resaltando los logros alcanzados en materia
productiva y de mercadeo cafetero tanto en lo local, regional, como en lo
internacional, que podrían sin lugar a dudas equipararse a los de organizaciones
formales tradicionales. A pesar que algunos estudios afirman, que, en estas
actividades productivas empresariales, la mujer rural es menos efectiva, y que su
labor en el campo se enmarca exclusivamente en el denominado trabajo de cuidado
y las actividades reproductivas, los resultados encontrados al interior de MAIKAFE
dan muestras de lo contrario.

El enfoque de investigación es de tipo exploratorio, en aras de ofrecer una visión


general, de tipo aproximativo, respecto a una determinada realidad social. Al

1
Magíster en Administración, Profesor Universidad Cooperativa campus Popayán.

2 Ingeniero Agrónomo y Administrador de Empresas. Profesional independiente.


respecto, se emplea la metodología de estudio de caso con la finalidad de explicar
la problemática de la mujer rural desde sus esfuerzos por la igualdad de
oportunidades en el hogar, los negocios y la sociedad, a partir de roles que tornarían
más complejo su desarrollo: como madre, esposa, persona comunitaria y agente
productivo en el contexto de una organización de economía solidaria. Finalmente,
se identifica que los procesos de asociatividad y emprendimiento agropecuario con
equidad de género contribuyen positivamente al mejoramiento de la calidad de vida
de la familia rural a través del empoderamiento económico y social de la mujer.

Palabras clave: Productividad, emprendimiento rural, asociatividad, perspectiva de


género.

ABSTRACT

The present work intends to contribute from the academy, to the study of the
productivity of rural women framed in associative work, agricultural entrepreneurship
and the gender perspective, through the case study in the MAIKAFE associative
group, highlighting the achievements achieved in terms of production and coffee
marketing at the local, regional and international level that could undoubtedly be
compared to those of traditional formal organizations. Although some studies affirm
that rural women are less effective in these productive activities, and that their work
in the field is exclusively framed in the so-called care work and reproductive
activities, the results found within MAIKAFE show signs of otherwise.

The research approach is exploratory in nature, in order to offer a general vision, of


an approximate type, with respect to a certain social reality. In this regard, the case
study methodology is used to explain the problem of rural women from their efforts
for equal opportunities in the home, business and society from roles that would make
their development more complex: as a mother, wife, community person and
productive agent in the context of a solidarity economy organization. Finally, it is
identified that the processes of associativity and agricultural entrepreneurship with
gender equity contribute positively to the improvement of the quality of life of the
rural family through the economic and social empowerment of women.

Keywords: Educational model, entrepreneurship, sustainable development.

1. INTRODUCCIÓN

La vida y actividades de la mujer rural colombiana se caracterizan por contribuir


en gran medida y sin reconocimiento económico alguno en la producción
agropecuaria, la seguridad alimentaria y la agro-diversidad, no obstante, no es
común denominarla agente productivo, este calificativo pareciera
exclusivamente concebido para el hombre. La mujer al interior de la sociedad y
la familia es relegada a lo exclusivamente biológico y reproductivo,
desconociendo su importancia en las labores de cuidado en la familia y la
comunidad (economía del cuidado), sin importar una fase multidimensional y
valiosa en el rol de impulsar silenciosamente la economía del país. Además, con
la particularidad, que han sido sometidas a vivir un entorno saturado de violencia
y conflicto armado, inseguridad, desplazamiento, maltrato, acoso sexual,
trabajos no dignos, pobreza, ambientes insalubres y muchas otras dimensiones
de violencia externa e intrafamiliar. (Karimli, Samman, Rost & Kidder, 2016).

En las zonas rurales el principal aspecto antagónico, haciendo a un lado las


diferentes manifestaciones machistas y humillantes que la mujer soporta, es el
de su arduo trabajo, sin ningún tipo de reconocimiento ni remuneración, en ese
sentido, (Chiappe, 2005, p.47) afirma que las características específicas del
trabajo no remunerado de la mujer rural hacen que su contribución sea
prácticamente invisible. El aislamiento y la escasa interacción social, la
diversidad y fragmentación del trabajo productivo (el cual tiene que ser alternado
con trabajo doméstico), la falta de remuneración y el escaso valor social que es
asignado a su trabajo, incluso por ella misma, son todos elementos que
contribuyen a la sub-valoración del trabajo de la mujer rural.
El trabajo del cuidado es realizado generalmente en condiciones de gratuidad,
dado que históricamente se ha naturalizado este tipo de tareas como una
obligación de las mujeres y, por tanto, no cuenta con el prestigio y poder que
corresponde al trabajo remunerado, situación que agudiza la brecha salarial.
Adicional a lo anterior, es claro que existe una alta participación de la mujer al
interior de la población sin ingresos, bajo acceso a empleos de calidad y la falta
de reconocimiento de su aporte en la generación de riqueza y de bienestar
social; siendo aún más preocupante el escaso acceso a la posesión de activos,
ya sea para efectivizar su valor de uso o como patrimonio económico (vivienda,
tierra, maquinaria, etc.). Por lo tanto, es evidente como a través del tiempo, la
mujer ha sido excluida de la propiedad de la tierra, mediante mecanismos
legales, estructurales, culturales o institucionales (Deere & León, 2000).

Un informe de la CEPAL (2010b), recalca el hecho de que las mujeres siguen


estando representadas en las situaciones de mayor vulnerabilidad social porque
hay una alta proporción de mujeres ocupadas en empleos precarios e
informales, a la vez que recae sobre ellas una alta tasa de desempleo en
términos de contratación formal y un significativo número de personas
dependientes de su ingreso. En ese sentido, la principal desventaja de los
hogares encabezados por mujeres se debe principalmente a que éstas son, con
frecuencia, las únicas o las principales perceptoras de ingresos.

En la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, se


acordaron políticas regionales para el avance en la igualdad de género. Al
respecto, se trataron dos aspectos principales. El primero, se refirió a la
necesidad de incrementar la participación de las mujeres en los organismos de
decisión política, principalmente, aquellos elegidos democráticamente. El
segundo, se refiere al lugar de la mujer en la sociedad, profundizando en el
estudio de la contribución de las mujeres a la economía y la necesidad de que
el trabajo doméstico no remunerado y las tareas de cuidado se entiendan y traten
como asuntos públicos, de responsabilidad compartida entre las esferas del
Estado, el sector privado y la sociedad civil. Para lograr los objetivos citados, se
propone el desarrollo y el fortalecimiento de políticas y servicios universales de
cuidado, basados en el reconocimiento del derecho al cuidado para todas las
personas y en la noción de prestación compartida entre el Estado, el sector
privado, la sociedad civil y los hogares, así como entre hombres y mujeres
(CEPAL, 2010a).

El aspecto crucial, es como revertir del subconsciente colectivo, la creencia de


que en los hogares donde el agricultor principal es una mujer, la productividad
agrícola se reduce sustancialmente, en comparación con los hogares en los
cuales el agricultor principal es el hombre, al atribuirle especial relevancia a la
fuerza física, mas no a la toma de decisiones y las habilidades propias de las
labores campesinas. En la realidad, se encuentra que la mujer es la protagonista
de la agricultura de subsistencia y está trabajando en igualdad de condiciones
con el hombre, de frente a la agricultura rentable, especialmente en el caso
colombiano, en la caficultura. La Organización para la Alimentación y la
Agricultura (FAO, 2015a) estima que “la productividad en fincas administradas
por mujeres aumentaría hasta 30% si ellas tuvieran acceso a los mismos
recursos productivos que los hombres”. De otra parte, estudios también han
demostrado que la adopción de buenas prácticas y tecnología agrícolas
aumenta cuando hombres y mujeres productores del mismo hogar asisten juntos
a capacitaciones.

Si se pretende crear economías fuertes, lograr los objetivos de desarrollo social,


sostenibilidad ambiental y mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales y
urbanas, las familias y las comunidades; es fundamental empoderar a las
mujeres para que participen plenamente en la vida económica a través de la
asociatividad, el trabajo productivo y emprendimiento. FEDECAFE (2017)
En ese orden de ideas, la presente investigación, desde la perspectiva de la
asociatividad, analizó el proceso de emprendimiento rural, donde la mujer se
empodera y vincula a procesos productivos empresariales en el contexto de la
una notable subyugación en su cotidianidad. Para tal efecto, se tomó como
referencia a una asociación productiva de tipo rural conformada exclusivamente
por mujeres, quienes desarrollan la caficultura en zonas de conflicto armado. La
asociación de productoras “MAIKAFE”, a la fecha comparte plenamente la
actividad rentable de la caficultura y sus modos de producción, asumiendo el
reto de enfrentar los ciclos productivos del cultivo de café desde su siembra,
cosecha y venta, pasando por el proceso artesanal de beneficio, compartiendo
y minimizando los riesgos ambientales, hasta el manejo autónomo de los
excedentes comercializables, bajo una perspectiva de género compartida con
los conyugés o compañeros. Al respecto, la representante legal de MAIKAFE,
Toro, M (Cabezas, comunicación personal, 24 de junio de 2017), plantea una
realidad vigente:

Lo que sucede con las mujeres del grupo es que cuando ellas venden
productos o animales, por lo general, invierten todo en la familia, cosa que
no ocurre cuando la venta es realizada por los hombres, quienes gastan
buena parte de los ingresos en actividades recreativas o en alcohol. Antes
de asociarnos la mujer dependía exclusivamente del esposo o
compañero, a pesar de ser ellas quienes más aportan en la economía del
hogar, pues en el campo la mujer se levanta a trabajar a las 4:30 de la
mañana y su jornada termina a las 9:00 de la noche cuando deja todo en
orden para el otro día, después de haber atendido a los hijos, el esposo,
trabajadores y labores de la finca.

Conforme lo anterior, surge el interrogante que enmarca el desarrollo del


presente estudio de caso al interior de la asociación de productoras de café
“MAIKAFE”: ¿Es la asociatividad, el emprendimiento agrícola y el trabajo
productivo una estrategia pertinente para la valoración integral de la mujer rural
a partir de su aporte económico al desarrollo de la familia, la comunidad y el
país?

2. MARCO TEÓRICO

EL CAFÉ EN LA VIDA COLOMBIANA Y LA ASOCIATIVIDAD DE GÉNERO

Por los años setenta y ochenta del siglo pasado, cuando se empieza a consolidar
la asociatividad en el país en los ámbitos rurales y urbanos, la mujer irrumpe con
su presencia en la organización cafetera y en el medio productivo, y proclama
su trabajo con alguna independencia del varón, articulándose tímidamente en
principio, siempre bajo la tutela masculina, ya que por su condición de “excluida”,
no podían ser propietarias de la tierra, tramitar créditos asociativos o manejar
sus propios ingresos. (MADR, 2014), pero, reclamando un espacio que
reforzaron a través de las políticas de igualdad de género que se gestaban a
nivel mundial desde principios de siglo. La representante legal de MAIKAFE:
Toro, M (Cabezas, comunicación personal, 24 de junio de 2017), afirma que:

“Las mujeres cafeteras de hoy han demostrado que no se trata de competir


o relegar a los hombres, sino de trabajar en equipo. No es que queramos
sacarlos ni mucho menos, sino que trabajemos juntos. No porque la señora
haga el trabajo, porque lidere, entonces ella va a apabullar al esposo, no.
Siempre es dejando muy claro que es trabajo que se quiere hacer en familia
y que, si los dos trabajan de la mano, la caficultura cada día va a ser mejor,
porque ya va a haber mujeres más capacitadas que estén al tanto no sólo de
la parte productiva, sino, de la administración de la finca”, enfatiza.
La mujer es hábil con sus manos, es cuidadosa y tiene una destreza especial
para ejecutar las actividades más delicadas en cada grano de café que
siembra, cosecha y selecciona, siempre con el ánimo de mejorar sus
procesos de producción para incursionar en los mercados internacionales
más exigentes, que reconocen la calidad del café colombiano como el mejor
del mundo, procesos en los que las mujeres desempeñan un rol fundamental.
De igual forma, reconoce el valor del trabajo colectivo, se organiza y
conforma redes de mujeres que constituyen a través de la asociatividad, una
ventaja competitiva en la cadena productiva del café y participa en otras
actividades que generan ingresos complementarios al café. FEDECAFE
(2017b).

A la fecha y apoyados por la Federación de Cafeteros, grupos asociativos de


mujeres, muestran una verdadera representación y rentabilidad sobre el tema
cafetero, es así como (FEDECAFE, 2015), sustenta lo siguiente: “El
diagnóstico a nivel nacional de Asociaciones de Mujeres Cafeteras en 2013,
identificó 86 asociaciones en 18 departamentos que agrupan alrededor de
cinco mil mujeres dedicadas a la producción de café y a otras actividades
complementarias”.

Sin duda alguna, la mujer ha cumplido una tarea definitiva en el desarrollo de


la industria cafetera colombiana. El café congrega el trabajo de más de
500.000 familias y en ella, se destaca la labor de las mujeres quienes
representan el 47% de la población cafetera. Casi una quinta parte de las
fincas son administradas por mujeres y del total de ellas, aproximadamente
el 20% corresponde a mujeres cabeza de familia. (Consejería Presidencial
para la Equidad de la Mujer, 2008).

Conforme lo anterior, la asociatividad está ligada a la capacidad organizativa


de las mujeres, no sólo para mejorar la producción de café, sino, con miras a
lograr nuevos canales de comercialización. En estas organizaciones, las
mujeres toman decisiones importantes sobre economía familiar y otros
temas. Siendo relevante el hecho de que la asociatividad, constituye una
forma de empoderamiento local y regional. (FEDECAFE, 2012).

ASOCIACIÓN DE MUJERES MAIKAFE

En el año 2012, se conforma una organización municipal de pequeñas


caficultoras, con una base social de 150 productoras, pertenecientes a
diferentes veredas del municipio de Piendamó, Departamento del Cauca,
entre ellas, San Miguel, Santa Elena, La Vega Núñez, La Unión, Loma Corta,
Loma de Paja, Caña Dulce, Melcho, Camilo Torres, La Puentecita, La María,
Once de Noviembre, Alto Piendamó, San Isidro, El Carmen, La
Independencia, El Arrayán y Los Naranjos como las más representativas, por
ser donde se encuentran ubicadas la mayor parte de las asociadas. De esta
manera, se fue gestando una asociación fuerte, con cobertura en la mayor
parte de la zona cafetera del municipio. Posteriormente, se propuso por parte
de algunas caficultoras, la utilización del nombre de una asociación que
estaba cesante, para evitar los trámites legales que implicaba la creación de
una nueva personería jurídica; la propuesta como era de esperarlo generó
diversas opiniones, encontrando eco en algunas productoras y rechazo por
parte de otras; así las cosas, el grupo se dividió en dos vertientes, uno que
apoyaba la propuesta de vincularse con la asociación existente, y el otro que
prefirió asumir los costos y crear una nueva organización con sus propios
principios y objetivos.

El presente estudio, se realiza con el segundo grupo, la Asociación de


Mujeres “MAIKAFE”, las cuales se ubican geográficamente en la zona centro
del municipio de Piendamó, Departamento del Cauca, en las veredas Alto
Piendamó, Once de Noviembre, Caña Dulce, Santa Elena y La Puentecita.
Las asociadas tienen en promedio 0,8 has cultivadas con café, con
densidades entre los 4.300 y 5.000 árboles por hectárea, donde la producción
promedio de café pergamino seco en las fincas de las caficultoras
seleccionadas oscila entre las 150 y 200 arrobas año.

En cuanto al Municipio de Piendamó, éste se encuentra ubicado en la zona


centro del Departamento del Cauca a 2 38" latitud norte y 76 30" longitud
oeste, parte media de la región montañosa de la sub cuenca del río
Piendamó, sobre la vertiente occidental de la cordillera central. Su cabecera
Municipal está ubicada sobre la carretera panamericana a 100 Kms de la
ciudad de Cali y 25 Kms de la ciudad de Popayán. El Municipio de Piendamó
es el segundo productor de café a nivel departamental, contribuyendo
además con la economía nacional a través de la exportación de flores.
Adicionalmente, el comercio informal es el fuerte económico de la población
del sector urbano. (Alcaldía de Piendamó, 2018).

EL EMPRENDIMIENTO RURAL EN EL CONTEXTO DE LA


PROBLEMÁTICA DE GÉNERO

En Colombia la equidad de género y la inclusión en la vida cotidiana, es un


problema afrontado fundamentalmente por las mujeres a través de la historia.
No obstante, pese a los desalientos por falta de apoyo, esencialmente por
hombres que detentan el poder político y económico, éstas no han
desfallecido en su pretensión de lograr méritos para alcanzar
empoderamiento social y autoestima, y con ello igualdad de oportunidades,
que les permita su admisión en el contexto mundial del poder y la toma de
decisiones. La mujer en Colombia careció del derecho a la ciudadanía hasta
el año 1954, cuando el entonces presidente, general Gustavo Rojas Pinilla,
impuso una reforma constitucional que les concedió el derecho a elegir y ser
elegidas, a través del legislativo de la Asamblea Nacional Constituyente. Un
primer acto era concederle el derecho a una cédula de ciudadanía y se
determinó que el número de identificación de las mujeres fuera superior a los
20 millones (Silva, 2007). Colombia fue de los últimos países de América en
conceder derechos políticos a la mujer, quienes pudieron concurrir a las
urnas por primera vez hace 59 años aproximadamente, el primero de
diciembre de 1957.

Sin embargo, la realidad vivida por la mujer en lo que lleva de existencia,


según (Kabeer, 1997; Unicef, 1997), se focaliza en lo siguiente:

“En particular, el logro del empoderamiento de las mujeres lo


entendemos como la capacidad de identificar espacios de decisión y
participar conscientemente en estos, tomando decisiones propias
desde una racionalidad que incluya sus necesidades e intereses,
conducta y actitud contrarias a la subordinación tradicional en la cual
las mujeres no toman decisiones y están sujetas a la voluntad de otros,
particularmente de los actores masculinos, sean ellos hermanos,
novios, esposos, compañeros sentimentales, hijos”.

Para Lautaro (2013), las mujeres rurales ya no suelen confiar en “lo pequeño
es hermoso” y reclaman mayores espacios de incidencia desde los ámbitos
micro hasta los macros. Las políticas públicas que buscan el
empoderamiento verdadero de las mujeres rurales dentro de un marco de
igualdad, ciudadanía participativa y derechos tendrán que tomar como eje
central tal preocupación para el escalamiento.

El machismo en la zona rural es una herencia o legado de los antepasados,


los hombres han afrontado guerras y adversidades que requieren de fortaleza
física, fuera del contorno hogareño como consecuencia de conductas o
relaciones familiares determinadas por la sociedad, y asumidas por el sexo
masculino literalmente. Dentro de esta forma de vida la mujer adquiere un
papel secundario, meramente reproductivo y su cotidianidad se ejemplariza
al interior del hogar o la familia. Todo lo que conlleva una decisión importante
para la familia es asumida únicamente por el sexo masculino. La mujer se
caracteriza por un papel secundario con respecto al hombre. En ese sentido,
el hombre al manejar un trabajo remunerado fuera de casa, para con esto
mantener a su familia, obtiene un papel protagónico dentro de ella. Al trabajo
en el ámbito privado, no se le reconoce ningún valor, ya que simplemente se
hace porque a las mujeres rurales se las ha educado así, en un papel de
“deber ser” y “deber hacer”, anulando la independencia económica y social
que con su “voz silenciosa”, siempre han reclamado” (Vergel, 2009).

Por su parte, Cargallo (2013), acerca de la subyugación de la mujer indígena


en Latinoamérica, advierte que la devaluación histórica de su trabajo, las ha
convertido en mujeres pobres, dependientes de los hombres de su
comunidad y de los mercados que les compran sus producciones.
Complementando lo anterior, (FAO, 2015) expresa acerca de la agricultura
familiar y la economía de cuidado con respecto de los tiempos dedicados a
trabajar que:

“Los hombres ocupan en promedio 3 horas 6 minutos” en el trabajo no


remunerado, mientras que las mujeres 8 horas 12 minutos, esto
permite evidenciar que las mujeres ocupan 5 horas 6 minutos día
promedio más que los hombres en este tipo de actividades”.

En términos de la redistribución del ingreso, se tiene que es una variable muy


ligada a lo expresado anteriormente ya que la desigualdad de género y sus
consecuencias son excluyentes en cuanto al acceso de la mujer a las
finanzas familiares, a la venta de los excedentes comercializables de las
actividades agropecuarias y de renta. (Toro, 2017) expresa que:
“Es un hecho innegable que la mujer es 100% más responsable y
disciplinada que el hombre en el manejo del dinero, una mujer piensa
en la estabilidad de su hogar, el estudio, la salud, el vestido y la
nutrición de sus hijos, el hombre por el contrario le da prioridad a otros
asuntos sin querer decir con esto que no aportan para el sostenimiento
de la familia”.

Sin embargo. (Villareal, 2011, P253), respecto de la comercialización de


productos agrícolas se enfatiza que:

La comercialización donde se produce la mayor renta es de control


masculino. Las esposas, hijas o hermanas que participan son
reconocidas como “ayudantes”, incluso por ellas mismas; el control del
pago en dinero que se obtiene de las ventas es de responsabilidad
masculina.

3. METODOLOGÍA

La propuesta metodológica tiene un enfoque exploratorio, ya que estas


investigaciones pretenden dar una visión general, de tipo aproximativo,
respecto a una realidad, cuya finalidad intenta determinar categorías y
variables vinculadas a un concepto. Intentan nombrar, clasificar, describir una
población o conceptualizar una situación. (Yuni & Urbano, 2014).

El enfoque de investigación es mixto, es decir, se recurre a fuentes de


información variada y se pretende combinar datos cuantitativos y cualitativos
sin operar con alguno de ellos exclusivamente. Por la naturaleza del estudio,
predomina el uso de instrumentos no estandarizados y procedimientos
abiertos de recolección de información. (Yuni & Urbano, 2014). Utilizando
herramientas como entrevistas, encuentros, conversatorios, reuniones,
grupos focales y relatos comunicativos.

3.1 Variables Cuantitativas:

mediante el diligenciamiento y digitación de un instrumento estructurado, se


determinará el volumen de las ventas anuales de café pergamino seco por
productora, sobreprecios percibidos por calidad, inversiones realizadas en el
sostenimiento de la familia, inversiones realizadas en su unidad productiva y
el destino final de los recursos económicos obtenidos con el ejercicio
comercial.

3.2 Variables Cualitativas:

se busca obtener información sobre el quehacer cotidiano de las mujeres


caficultoras, conocer sus relaciones interpersonales, con la comunidad,
aliados comerciales y los motivos que las impulsa a continuar perteneciendo
a la asociación. (González & González, 2009).

El tipo de muestreo, comparte muestras accidentales o de agrupamiento


casual, los cuales se forman por elementos que se reúnen casualmente por
la ocurrencia de ciertos fenómenos particulares, o porque forman grupos de
fácil acceso. (Yuni & Urbano, 2014).

3.3 Población de estudio:

La población objeto de estudio, se compone específicamente de 80 mujeres


caficultoras asociadas a MAIKAFE, las cuales se seleccionarán teniendo en
cuenta la asistencia o participación en eventos propios de la asociación.
Además de la ubicación estratégica para llevar a cabo dicho proceso. Las
mujeres que participarán en el estudio se identifican en su nivel
socioeconómico por ser sisbenizadas, estrato social 1 – 2, productoras con
propiedad o en uso sobre la tierra, con aproximadamente 1,8 has cultivadas,
escolaridad básica y en promedio de 45 años de edad.

4. RESULTADOS

4.1 EQUIDAD DE GENERO

En consonancia con Vargas & Villareal (2011), el estudio confirmó que


históricamente la mujer rural en Colombia ha enfrentado múltiples obstáculos
e inequidades estructurales que obstaculizan su pleno desarrollo humano,
económico y social. La mayoría de los problemas tienen connotaciones
generacionales profundas, y complejas raíces socioculturales que implican
que los planteamientos y propuestas de solución deben necesariamente
pasar por transformaciones estructurales políticas y sociales con enfoque
largo plazo. En el mismo sentido, que Botello & Guerrero (2017), se identificó
que las mujeres rurales que son cabeza de hogar siguen estando con niveles
de pobreza e indigencia monetaria más altos que los hombres, a la vez que
la disminución de la pobreza en años recientes ha sido relativamente lenta,
además, dedican el doble de tiempo que los hombres a tareas del hogar, y
aproximadamente cuatro veces más tiempo al cuidado de los hijos. Lo que
conlleva percibir menores ingresos laborales y una limitada capacidad de
incrementar su renta global para salir de las condiciones de pobreza. Más,
sin embargo, en el grupo asociativo MAIKAFE, subyace una nueva ruralidad,
divergente a lo conocido y cotidiano de los asuntos de género; las mujeres
gradualmente se han ido empoderando frente a la comunidad y su familia,
enfrentando sus propias decisiones, con independencia, merced al trabajo
abnegado y persistente, a través de las actividades relacionadas con el
cultivo, producción y comercialización de café, por medio del cual logran
percibir excedentes en dinero. En ese orden de ideas, el dinero o renta de la
actividad cafetera se erige, a priori, como la vía más expedita hacia la
igualdad, la equidad y el empoderamiento.

4.2 RESULTADOS EMPRESARIALES GRUPO ASOCIATIVO “MAIKAFE”

Las actividades de trabajo se iniciaron en el año 2012, orientadas por la junta


directiva y las coordinadoras veredales, direccionando la organización al
fortalecimiento social y productivo, hasta el año 2013. En éste año un grupo
de participantes decide retirarse de dicha organización y simultáneamente
crear la asociación MAIKAFE, quienes coincidían en la búsqueda de mejores
alternativas económicas para su familia, mediante la gestión de recursos a
través de la organización y la comercialización colectiva de sus productos
agropecuarios, teniendo como renglón principal de la economía familiar el
cultivo de café.

Una vez conformada y consolidada legalmente la asociación, nombrada la


junta directiva, se les encarga la misión de gestionar proyectos productivos y
capacitaciones encaminadas al mejoramiento de los cultivos, y
principalmente la calidad del café, para luego conseguir clientes que ofrezcan
un precio más equitativo por el producto, y de esta manera obtener la mejora
en la calidad de vida de cada núcleo familiar.

El objetivo principal de MAIKAFE es el mejoramiento de la calidad de vida de


las familias de las mujeres caficultoras del municipio de Piendamó,
basándose en la producción y comercialización de cafés de alta calidad.
Actualmente, cuenta con 120 mujeres asociadas, las cuales tienen en
producción un área aproximada de 0,8 has/asociada, que equivalen a 96 has
de café en total. Estas 0,8 has producen alrededor de 180 cargas de Café
Pergamino Seco/año, por lo que en total MAIKAFE produce 1.728 cargas de
CPS, que en el mercado tienen un valor aproximado de $ 641’000.000 a
precios del año 2016. Los costos de producción (insumos y mano de obra),
equivalen al 60% de este monto, para un total equivalente de $ 384’000.000.
En el año una hectárea de café requiere aproximadamente de 70 jornales por
hectárea para sus labores propias, este dato equivale a 6.720 jornales. De
estos jornales el 30% son familiares que equivalen a 2.100 y el restante es
contratado o externo; el pago por un jornal en la zona cafetera es de $ 25.000,
lo que indica que por jornales se cancela la suma de $ 168’000.000 de los
cuales, $ 52’500.000 se suman a los ingresos familiares. La ganancia neta
por familia al terminar el año es de $ 2’141.660 más $ 437.500 por mano de
obra familiar. (ver tabla 1). Sin embargo, los costos anteriores no están
ajustados a las primas de calidad o sobreprecios debido a que estas varían
en cada lote y son canceladas posterior a la verificación de la calidad por el
comprador en el extranjero. También porque difieren por cada asociada.

Tabla 1 Resultados MAIKAFE año 2016


# Asociadas Has café Producción $ venta Empleos Empleos Costo
cultivadas año CPS 2016 familia externos Mano Obra
$
120 96 1728 cargas 641’000.000 2100 4620 168’000.000
216 Ton.

Costo Ganancia Rentabilidad Promedio Ingreso


Insumos $ Neta $ Neta familia año $ Mano obra
$
216’000.000 257’000.000 40% 2’141.600 437.500
Fuente: Elaboración propia, 2018.

4.3 FONDO ROTATORIO DE CRÉDITO


A partir de los excedentes del negocio, se constituyó un fondo rotatorio a
finales del año 2015 con un capital aportado por las asociadas de $
15’000.000, con el propósito de solventar algunas necesidades económicas
de las asociadas y dinamizar otras actividades productivas. Inicialmente, los
préstamos o desembolsos se efectúan por un valor máximo de $ 500.000 por
beneficiaria, a un plazo no superior a los seis meses y con intereses
mensuales del 2%. Los plazos y montos se presupuestaron con el objetivo
rotar rápidamente el dinero y de darle participación al 100% de sus
asociadas, en el momento que lo requieran. Los créditos se tramitan para
cualquier eventualidad, bien sea de carácter agropecuario, familiar o
recreativo.

4.4 NORMAS DE CALIDAD PARA ASOCIADAS A MAIKAFE

Las asociadas a MAIKAFE están inscritas al programa PCCS (Plan Cafetero


para la Calidad y Sostenibilidad), de la empresa ASCAFE SAS, con la cual
se suscribió un convenio gracias al apoyo de la Federación Nacional de
Cafeteros. Las ventajas económicas para las caficultoras radican en los
sobreprecios y primas que ofrece la empresa exportadora. (ver tabla 2 y 3).

Tabla 2. Cuadro de negocios MAIKAFE con los requisitos exigidos por


compradores internacionales. Año 2016
Liquidación de café pergamino seco (CPS)
Precio Base Precio oficial del día sin hacer descuentos
de Cooperativa.

Sobreprecio por cada arroba de CPS comercializado. $ 6.000

Prima social por cada arroba de CPS comercializado. $ 3.000


Bonificación por factor de rendimiento a partir de los $ 913 a $ 1000 por punto inferior a 93.
93 puntos.

Fuente: Elaboración propia, 2018. (Lo anterior sujeto al cumplimiento de la


norma de calidad exigida por la empresa ASCAFE)

Tabla 3. Norma de Calidad ASCAFE


Norma de calidad ASCAFE S.A.S.

Humedad: Del 10 al 11.5%.

Granulometría: El 50% de la muestra de 250 grs. Sobre la malla 17

Factor de rendimiento: 90 puntos como máximo

Contenido de pasillas: Máximo 2,5%

Defectos del 1er grupo: Máximo 3 granos por muestra de 250 gr.

Defectos del 2do grupo: Máximo 30 granos por muestra de 250 gr.

Merma: Máxima 18.5%

Broca: Contendidos inferiores al 1,5% por muestra de 250 gr.

Fuente: Elaboración propia, a partir de información de ASCAFE, 2012.

A pesar que la norma es altamente exigente en calidad, luego de un proceso


de tecnificación que tardo cerca de dos años, la mayoría de las productoras
lograron cumplir los estándares, y con ello, comercializar su producción de
café a mejores precios que en el mercado interno.

4.5 INTERNACIONALIZACIÓN

La comercialización de café especial le ha facilitado a MAIKAFE relacionarse


directamente con compradores nacionales y extranjeros. En el mes de enero
del año 2017, atendieron la visita de 10 empresas australianas torrefactoras
de café, y en mayo del mismo año fueron visitadas por la empresa italiana
ILLY CAFÉ, ubicada ésta en la décima posición a nivel mundial dentro de las
empresas procesadoras y comercializadoras de cafés de alta calidad. A la
fecha, MAIKAFE ejecuta un importante proyecto productivo y de
infraestructura cafetera en alianza con la Organización Internacional de
Migraciones OIM.

CONCLUSIONES

 La condición de ser mujeres miembros de una comunidad rural, en zona de


conflicto, frente a un arraigado machismo, con una mínima producción de
café, genera la imperiosa necesidad de organizarse, unir esfuerzos y buscar
soluciones a las necesidades comunes en el ámbito económico, productivo
y comercial, que generen valor agregado, que, en el corto, mediano y largo
plazo contribuyan a mejorar los ingresos familiares, la calidad de vida, y
aportar al desarrollo económico y social de la vereda, el municipio y el
departamento. En ese sentido, la asociatividad se constituye como una
verdadera alternativa, generadora de avance y desarrollo al interior de las
comunidades campesinas, y más específicamente para la mujer en la
búsqueda de autonomía en la toma de decisiones y empoderamiento.

 La asociación de mujeres productoras de café “MAIKAFE”, surge como


estrategia de subsistencia de las mujeres en pro de sí mismas y sus familias,
a la vez que apoya, promueve y fortalece los procesos productivos, de
comercialización y de gestión empresarial en el sector rural, fomentando la
ayuda mutua, la solidaridad, la seguridad alimentaria, la protección del medio
ambiente, la generación de empleo y sobre todo reivindicando el papel de la
mujer como un sujeto activo en la familia, la comunidad y la economía, al
evidenciar resultados contundentes y verificables.
 El proceso asociativo de MAIKAFE a la fecha, ha logrado abarcar plena y
exitosamente la actividad rentable de la caficultura y sus modos de
producción, asumiendo el reto de abordar todos los ciclos productivos del
cultivo de café desde su siembra, cosecha y venta nacional e internacional,
pasando por el proceso artesanal de beneficio, y compartiendo y
minimizando los riesgos ambientales, hasta el manejo autónomo de los
excedentes comercializables, bajo una perspectiva de género compartida
con su conyugé y familia. Dichos logros pueden equipararse a los de otro tipo
de organizaciones formales y de trayectoria, pero sobre todo constituye una
experiencia digna de resaltar y replicar.

 La situación de la mujer en la asociación productora MAIKAFE en lo referente


a la economía del cuidado, y su labor ancestral de madre, amiga, hermana,
y esposa no ha cambiado ni en lo más mínimo. La mujer sigue afrontando su
labor de género como si el tiempo se hubiera detenido en el pasado, ya que
sus labores reproductivas siguen rutinariamente intactas. En algunos casos
se alcanza a vislumbrar, qué con la nueva labor organizativa y productiva,
solamente amplió su horario de trabajo, sus ocupaciones y
responsabilidades. Al respecto, es claro que la normativa gubernamental de
género, los decretos y leyes proclamadas por el Gobierno que pretenden un
reconocimiento efectivo para la mujer quedan a medio camino frente a la
pronunciada brecha de la realidad rural.
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